Cuadernos Hispanoamericanos Nº 386, Agosto 1982
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CUADERNOS HISPANOAMERICANOS MADRID A G O S Τ O 19 8 2 3B6 CUADERNOS HISPANOAMERICANOS Revista mensual de Cultura Hispánica Depósito legal: M 3875/1958 ISSN: 0011-250 X OIRECTOH JOSE ANTONIO MARAVALL Subdirector FELIX GRANDE SECRETARIA DE REDACCIÓN MARIA ANTONIA JIMENEZ 386 DIRECCIÓN, ADMINISTRACIÓN Y SECRETARIA: Instituto de Cooperación Iberoamericana Avda. de los Reyes Católicos, 4 Teléfono 244 06 00 MADRID INDICE NUMERO 386 (AGOSTO 1982) Páginas ARTE Y PENSAMIENTO MIGUEL L. GIL: "Voces de gesta«: una mitificación compensadora. 255 SANTIAGO VIDAL MUÑOZ: La filosofía y la historia de las ¡deas en Iberoamérica 274 JUAN ANTONIO MASOLIVER: La puerta del inglés 298 ANTONIO GOMEZ ALFARO: La polémica sobre la deportación de los gitanos a las colonias de América 308 CRISTINA GRISOLIA: La tarde del pequeño boxeador 337 DAVID JOHNSTON: Posibles paralelos entre la obra de Unamuno y el teatro «histórico» de Buero Valle jo 340 NOTAS Y COMENTARIOS Sección de notas: ANTONIO DUEÑAS MARTINEZ: Literatura y praxis en J. D. Salinger. 367 JOSE AGUSTÍN MAHIEU: lmagfic-82 374 FERNANDO MORENO. Notas sobre la novela chilena actual 381 MANUEL GOMEZ GARCIA: Algunas reflexiones sobre Calderón de la Barca 395 JOSE ORTEGA: Memoria, violencia y compromiso en la poesía de Horacio Salas 401 BLAS MATAMORO: El lugar del héroe 407 RAUL CHAVARRI: Notas sobre arte 417 Sección bibliográfica: MANUEL BENAVIDES: Sedaba Garay, F. Javier: Lenguaje religioso y filosofía analítica 424 VALERIANO BOZAL: AA. VV.: Picasso, 1881-1981 427 LUIS ALBERTO DE CUENCA: Juan de Mena en su laberinto 431 SANTOS ALONSO: José Antonio Gabriel y Galán: La memoria cau tiva '. 435 JOSE MUÑOZ MILLANES: Una crítica de la cultura moderna me diante la reivindicación de Eros 439 EUGENIO COBO: Antonio Porpetta: La huella en la ceniza 442 RAFAEL DE COZAR: Aventura y novela: una explicable revitalización. 446 M. V. Ribas, Pedro: La introducción del marxismo en España (1869- 1939) 451 MANUEL GORRIZ VILLARROYA: Elias L Rivers: Garcilaso de la Vega: Poems 453 LEONOR FLEMING: El sentido cotidiano de la Historia 454 FRANCISCO J. SATUE: Wofas breves 458 B. M.: Entrelineas 469 Cubierta: Antoni Beneyto. Ε Ν S A M I Ε Ν Τ Ο «VOCES DE GESTA»: UNA MITIFICACION COMPENSADORA El estreno de Voces de gesta en Madrid tuvo lugar el 26 de mayo de 1912 en el teatro de la Princesa, por la compañía de María Gue rrero y Fernando Díaz de Mendoza; poco antes la habían estrenado los mismos actores en un teatro de Valencia. Así nos lo dice Fernán dez Almagro, quien nos refiere igualmente a una entrevista· hecha a Valle-lnclán por Luis Antón de Olmet, aparecida en el diario madri leño El Debate de 27 de diciembre de 1910, de gran interés para la historia de esta tragedia (1). En el curso de esa conversación, don Ramón dice: «Será un libro de leyendas, de tradiciones, a la.manera de Cuento de abril; pero más fuerte, más importante. Recogeré la voz de todo un pueblo. Sólo son grandes los libros que recogen voces amplias, plebeyas. La ¡liada, los dramas de Shakespeare...» (2). Subra yemos que el empleo del futuro «será» indica que la obra está en proyecto, de manera que su escritura puede situarse enteramente en el año 1911; señalemos igualmente que en el mismo pasaje de la ci tada biografía se hace un comentario que nos desorienta: «No olvide mos que son los días de "La guerra carlista", en curso de publicación, y de Voces de gesta, que prepara y anuncia al periodista...»· (3), ya que /.os cruzados apareció en 1908 y que en enero de 1910 apareció en la revista Por Esos Mundos el texto íntegro de La Corte de Estella; no es admisible, pues, la estrecha coincidencia temporal —«en curso de publicación»—establecida por el prestigioso crítico e historiador. Lo quo sí es cierto es que Voces de gesta se proyectó, se escribió y se estrenó durante los años de mayor compromiso del autor con el carlismo: banquete de los legitimistas españoles residentes en Bue nos Aires a don Ramón del Valle-lnclán; candidatura de éste al Con greso; declaraciones políticas y asistencia al banquete dado en home- (1) Fernández Almagro no da la fecha, pero la hemos encontrado en Juan Antonio Hormi gón: Ramón del Valle-lnclán: La política, la cultura, el realismo y el pueblo (Madrid). (2) Melchor Fernández Almagro: Vida y literatura de Valle-lnclán (Madrid: Editora Nacio nal, 1943), p. 162. (3) Ibid., p. 162. 255 naje a los parlamentario's carlistas en Madrid el 8 de enero de 1911 (4). Voces responde como creación estética al fervor político de su autor, pero se distancia más que las otras obras valle-inclanianas comprome tidas con el «legitimismo»—Sonata de invierno, La guerra carlista y La Corte de Estella—de la finalidad política que en estas, sobre todo en la trilogía y en La Corte, está presente en casi cada página. En tal sentido, Voces es una obra en que la ideología se ha fundido con la materia dramática sin de'sviarla de su condición de obra de arte; pero que tal distanciamiento nos parezca evidente, no implica que poda mos aceptar algún esfuerzo hecho por separar Voces del grupo de obras del autor vinculadas con el carlismo, hasta llegar a verla como una creación literaria exenta de motivaciones partidarias (5); nuestra opinión difiere también de los que ven esa tragedia pastoril como una exaltación de las virtudes del carlismo y a la vez de sus posibili dades políticas (6). Adelantemos que para nosotros, y con mayor cla ridad que en La Corte, las glorias carlistas ensalzadas por el autor pertenecen irreversiblemente al pasado y se dan sin futuro: de la exaltación se pasa explícita e implícitamente a la convicción de que tal pasado carece de potencialidad actual y futura y de que sus glorias no son las gestas épicas del luchador victorioso, sino la grandeza de ánimo frente a la adversidad. Fernández Almagro, que al comentar el estreno de Voces hace re ferencias que presentan la obra como indudablemente comprometida con el carlismo, establece: Voces de gesta—«tragedia pastoril en tres jornadas«—es un canto apasionado y vehemente a la tradición; numen que conduce e inflama la acción, dando calor al conjunto y hasta personificán dose en la pastora Ginebra, que es la razón de la obra. Ginebra, alma y brazo de un pueblo ultrajado, como ella, en despiadada gue rra de conquista, vengará a todos y a su rey Arquino—Carlino, en (4) Fernández Almagro cita otras hechas a El Correo Español —4 de noviembre de 1911—, donde Va'le-lnclán elogia a Don Jaime, hijo de Don Carlos y sucesor en las aspiraciones al trono de España (pp. 153-54). (5) Francisco Ruiz Ramón, en su Historia del teatro español. Siglo XX (Madrid: Cátedra, 1975, p. 117). dice: 'Voces de gesta, de 1911, está polarizada en torno a un núcleo central: lo castellano, primitivo y elemental, cuyo espíritu heroico es encarnado en la protagonista Gi nebra», y en ninguna de las escasas líneas que dedica a la tragedia se refiere a su vincu lación con el carlismo, si bien señala, sin comentario suyo, que «los críticos relacionan esta tragedia pastoril con el ciclo de La guerra carlista'. Como en nota al pie se esfuerza por rechazar las «raíces vasco-navarras» que otros autores señalan—y que nos parecen evidentes, y así decimos en el presente capítulo—, suprime una de las pruebas de tal relación, sin advertir que hay otras, tan indudables como la alusión nominal a Carlos Vil, que destacamos en su correspondiente lugar. (6) Vid. J. B. Avalle Arce: «Valle-lnclán y el carlismo: Voces de gesta; Cuadernos His panoamericanos, 209 (1967, p. 266). 256 posterior versión—, rey de ensueño, de romance y de balada, que el dolor sublima en muchos años de terrible éxodo. Ginebra queda ciega en la lucha; pero luces interiores de fe y de sacrificio la iluminan hasta el fin, en que hace entrega a su rey de la cala vera que atestigua su venganza implacable... La historia, sí, levan ta fuertes resonancias en el ámbito de Voces de gesta; una his toria bárbara, de pasiones primitivas, ya que tan primitiva es la fiereza como la lealtad (7). Por su parte (y desde muy distinta perspectiva ideológica, como se hace obvio en la cita), Hormigón comenta: Es una actitud militante la que predomina en la redacción de Voces de gesta. Aquí no hay sociología, sino maniqueísmo político con fines de propaganda partidista. Quiere demostrar que el car lismo es lo justo, lo legítimo, lo auténtico. Que su presencia late en los corazones del pueblo inocente, no maleado por la ciudad. Su pieza corresponde al punto álgido de su militancia, es su aporta ción a la lucha. Por eso en esta obra no hay comportamientos hu manos, sino posturas políticas abstractas: es un auto sacramental de exaltación tradicionalista (8). Por lo que se refiere al primero de esos dos textos trascritos, pen samos que ese canto apasionado y vehemente lleva en sí un pro fundo tono elegiaco no señalado por el crítico. Si en medio de las circunstancias expuestas por Fernández Almagro en torno a la escri tura y estreno de la tragedia hay que aplicar tal canto a la intención apologética del compromiso político, se hace muy difícil no advertir que ese tono elegiaco invalida la adhesión a una ideología «actual», porque responde a la tácita admisión de que tal ideología carece de toda posibilidad de triunfo y la sublimación del rey Garlino por el do lor apunta más a frustración de esperanzas que a afirmación de cre do; gran parte del patetismo de la obra se debe—lo cual nos parece un acierto estético indudable—a ese afán desesperado por no admitir la inevitabilidad de la derrota final, sujeto a una dialéctica constante de esperanza deseada y desesperanza impuesta por los hechos, como pretendemos demostrar.