Las Artes Contra La Pena De Muerte Las Artes Contra La Pena De Muerte
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
ÍNDICE - hacer click en los títulos para acceder a los capítulos - LAS ARTES CONTRA LA PENA DE MUERTE LAS ARTES CONTRA LA PENA DE MUERTE ROSARIO DE VICENTE MARTÍNEZ Catedrática de Derecho Penal Instituto de Derecho Penal Europeo e Internacional Universidad de Castilla-La Mancha tirant lo b anch Valencia, 2010 Copyright ® 2010 Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecáni- co, incluyendo fotocopia, grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación sin permiso escrito de la autora y del editor. En caso de erratas y actualizaciones, la Editorial Tirant lo Blanch publicará la pertinente corrección en la página web www.tirant.com (http://www. tirant.com). © ROSARIO DE VICENTE MARTÍNEZ © TIRANT LO BLANCH EDITA: TIRANT LO BLANCH C/ Artes Gráfi cas, 14 - 46010 - Valencia TELFS.: 96/361 00 48 - 50 FAX: 96/369 41 51 Email:[email protected] http://www.tirant.com Librería virtual: http://www.tirant.es DEPOSITO LEGAL: V - I.S.B.N.: 978-84-9876- IMPRIME: Guada Impresores, S.L. MAQUETA: PMc Media Si tiene alguna queja o sugerencia envíenos un mail a: [email protected]. En caso de no ser atendida su sugerencia por favor lea en www.tirant.net/index.php/empresa/politicas-de- empresa nuestro Procedimiento de quejas. A José Luis Rodríguez Zapatero por su compromiso con la Abolición universal de la pena de muerte PRÓLOGO El proceso de abolición de la pena de muerte trae su causa del horror que produce su misma esencia y, sobre todo, de las formas y modos de ejecución. Lo advertimos hoy con precisión con motivo de la actualidad de la lapidación. Si horror produce condenar a muerte por adulterio, más aún -y aunque fuera por homicidio- estremece la crueldad animal de las reglas y condiciones de la ejecución del ape- dreamiento, con la vigorosa exclusión reglamentaria de las piedras que pudieran ser directamente mortales. La guillotina quiso representar la modalidad “científi ca” y me- nos dolorosa, menos cruel y más igualitaria, en defi nitiva, más humana frente al hacha y a la horca, del mismo modo que la silla eléctrica se presentó también como un avance humanitario por la pretendida muerte instantánea, frente a la soga o el fusilamiento. Lo mismo representó en España el garrote, que era también de efecto automático e indoloro. También era igualitario, pues lo de vil o no- ble se refería no a la forma o composición metálica del garrote, sino por la escenografía, con o sin, terciopelo negro sobre el cadalso. Así lo proclamaba expresamente en 1832 Don Fernando VII al suprimir para regalo de la Reina la horca y establecer el garrote por el deseo de “conciliar el último e inevitable rigor de la justicia con la huma- nidad y decencia en la ejecución de la pena capital”. El mismo principio humanitario es el que llevó a la supresión de las ejecuciones públicas. Está muy bien representado en la extraor- dinaria exposición y catálogo Crime et châtiment, dirigidos por Jean Clair, que tiene lugar en Paris este año, en el Museo D’orsay. Lo bárbaro, lo inhumano de la guillotina no está sólo en la ejecución de la muerte, sino en los espectadores deseos de sangre. Cuando se estrenó la guillotina en Paris la multitud se disperso desilusionada cantando por las calles en reclamo por sus viejas horcas. También se enfurecieron los públicos cuando se suprimió en España las ejecu- ciones públicas, por obra del empeño del médico y diputado Ángel Pulido en 1900. En verdad, lo de la pena de muerte es una cuestión de sentido y de sensibilidad. De sentido porque es razón sufi ciente el que sepa- 18 Luis Arroyo Zapatero mos que la pena capital no tiene mayor efecto disuasorio que otras penas graves que no comportan la destrucción de la vida ajena y, para los que identifi can la Justicia con el “ojo por ojo”, porque no hay vida que con vida se pague y menos aún cuando el criminal ha acabado con más de una. La cuestión de la pena capital es, sobre todo, una cuestión de sensibilidad, de rechazo y de repulsión del he- cho de matar a sangre fría, por orden y cuenta del Estado. Repulsión al hecho de matar y repulsión al modo y circunstancias del matar. El modo humanitario o misericordioso de estar en sociedad comporta hoy la exclusión de la pena de muerte en buena parte del mundo. Pero no todo el mundo comparte la misma sensibilidad pe- ro las opiniones favorables o contrarias no valen igual. Nunca viose de valores positivos empeñados en campañas en favor del mante- nimiento o restauración de la pena capital. Pero hay países en los que no se ha llegado a constituir una mayoría de sensibilidades contrarias a la pena capital. Lo vemos claramente en los Estados Unidos, donde conviven Estados abolicionistas y retencionistas. Por no mencionar los países orientales, para lo que el valor individual de la vida no afecta para nada a su sensibilidad. Peor es el caso de aquellas sociedades en las que la pena de muerte se plantea como una exigencia de su religión. En defi nitiva, la sensibilidad frente a la pena de muerte es un bien civilizatorio, un compañero del incremento del respeto a la dig- nidad de la persona humana, que encuentra en cada sociedad muy diversas plasmaciones, en especial respecto de los castigos, pero también respecto de otras situaciones que también son obra de la acción inhumana de unos hombres sobre otros, como el matar de hambre en un mundo que tiene recursos sufi cientes para todos o dejar morir de enfermedades que son hoy social y medicinalmente evitables. La causa contra la pena capital en el mundo es un factor de desarrollo del pensamiento humanista político y social, de un concepto del mundo y de la sociedad inspirado por la sensibilidad y la solidaridad. La mejor educación de la sensibilidad es la que se lleva a cabo con ayuda de espíritus que en su obra artística, literaria, musical o cinematográfi ca se han ocupado de la cuestión de la pena de muer- te. Una aproximación a esta pléyade de gentes sensibles y de obras Prólogo 19 que estimulan la sensibilidad es lo que ha preparado Rosario de Vi- cente Martínez, Catedrática de Derecho penal de la Universidad de Castilla-La Mancha, para su propia lectura y para la preparación de la enseñanza y el debate en el aula, en los Institutos de Bachillerato y en las Universidades, para un tiempo en el que el mundo va a inten- tar romper la insensibilidad frente al hambre, la enfermedad, la dis- criminación de la mujer y por el progreso de los Derechos humanos, se trata de incorporar al debate por los objetivos del Milenio, que es un programa que el Gobierno de España apoya de forma decidida, planteamiento del programa para la abolición mundial de la pena de muerte o, cuando menos, su moratoria universal. Los juristas iberoamericanos tenemos un gran compromiso con el hecho histórico de ser un territorio libre de la pena capital, al me- nos en cuanto a “tierra fi rme” se refi ere. El compromiso no sólo es el mantener a nuestros países libres de la pena capital y evitar la tentativa de su reinstauración, sino también acudir a la raíz de la violencia del Estado, contra las ejecuciones extrajudiciales, contra la tortura y las penas crueles e inhumanas. No han sido pocos los que reaccionaron contra la pena capital por una experiencia directa. Pero por fortuna no hay que llegar a tanto. Basta para acercarse al horror con relatos literarios, el teatro, la música, la pintura o el cine. Por ello, escritores, músicos, artistas plásticos y cineastas han sido convocados en este libro por Rosario de Vicente, inspirada por el llamamiento del Presidente del Gobier- no José Luis Rodríguez Zapatero hecho a penalistas y otros juristas el pasado diciembre de 2009 en el Museo Reina Sofía, con motivo de la inauguración del coloquio y constitución de la Red Académi- ca Internacional contra la penal capital (academicsforabolition.net). El esfuerzo de localización y sistematización de materiales para la abolición universal realizado por la Catedrática de la Facultad de Derecho de Albacete es muy de celebrar y agradecer y dará paso a nuevas iniciativas. LUIS ARROYO ZAPATERO Presidente de la Société Internationale de Défense Sociale y Catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha Ciudad Real, julio 2010 I. INTRODUCCIÓN Hace algún tiempo comenzaba BARBERO SANTOS el prólogo a la primera edición de la obra La pena de muerte. 6 respuestas, con estas palabras: Todo penalista en algún momento de su caminar científi co acaba enfren- tándose con la pena de muerte, problema fundamental y el más “lúgubre” del derecho criminal, en cuanto atañe a la eliminación por el Estado de la misma vida humana. Poco importa que el país al que el penalista pertenezca haya abolido o no esta pena. El tema no dejará por ello de ser objeto de sus preocupaciones: que son muchos los siglos durante los cuales el castigo ca- pital se ha impuesto; que no son pocos los países en los que aún subsiste; que hasta en los abolicionistas cabe la posibilidad —cada vez más remota, por fortuna— de ser de nuevo admitido. Incluso desde el puro plano abstracto, de fi losofía del Derecho penal, el hecho de que el Estado pueda privar a una persona del máximo bien que posee, la existencia, no puede menos de inte- resar hondamente a quien, penalista por vocación y ofi cio, ha de discurrir sobre el fundamento y caracteres de una pena que consiste en matar1.