La Generación De Contemporáneos En México
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Una postura estética ante la vida cotidiana: la generación de Contemporáneos en México Angélica ARREOLA MEDINA Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM [email protected] El arte y la vida no son lo mismo, pero deben convertirse en algo unitario, dentro de la uni- dad de la propia responsabilidad. Mijail Bajtin, Estética de la creación verbal El marco cultural en el que surge el grupo Contemporáneos son los años posteriores a la Revolución Mexicana: una época en que se exaltaba el sentimiento de identidad na- cional y se procuraba tanto la cohesión como una explicación de la conciencia del país. Esta ideología se transmitió fundamentalmente desde la perspectiva de El Ateneo de la Juventud, grupo cultural aglutinado bajo el proyecto educativo y nacionalista de José Vas- concelos, conformado por Pedro Henríquez Ureña, Antonio Caso y Alfonso Reyes, principalmente. El grupo Contemporáneos se conformó por quienes se unieron en varias empresas co- lectivas –exposiciones, revistas, antologías, experimentación teatral– entre los años 1920 y 1930. Jaime Torres Bodet, José Gorostiza, Bernardo Ortiz de Montellanos, Gilberto Owen, Jorge Cuesta, Xavier Villaurrutia y Salvador Novo –algunos bajo el mecenazgo de Antonieta Rivas Mercado– son quienes han sido circunscritos por los estudiosos dentro de este grupo literario; no obstante, existieron numerosos encuentros e iniciativas con- juntas, por ejemplo, con Enrique González Rojo, Carlos Pellicer, Rubén Salazar Mallén, Celestino Gorostiza y Elías Nandino, todos con un objetivo común: una concepción di- ferente del quehacer literario y una visión particular de la cultura mexicana. Asimismo, coadyuvaron en este proyecto cultural los artistas plásticos Rufino Tamayo, Manuel Ro- dríguez Lozano, María Izquierdo y Carlos Lazo, así como el músico Carlos Chávez. El criticadísimo «Grupo sin Grupo», según Villaurrutia, o como diría Torres Bodet, «Archipiélago de Soledades» o el nombrado por Cuesta como «Grupo de Forajidos» en- contró varios puntos de convergencia: en la Universidad; en la editorial Cvltvra, en va- rias revistas, desde San-Ev-Kan, Ulises, hasta la revista Contemporáneos, de la cual tomaron su nombre, aunque, paradójicamente, fue la última que logró aglutinarlos. En los pri- meros ocho números, colaboraron todos de manera armónica, luego surgieron las dife- rencias y cada uno dirigió su interés hacia rumbos divergentes. Más que un mero ejercicio literario, los Contemporáneos concibieron a la literatura como un deber frente al estereotipado nacionalismo cultural que se institucionalizaba en México durante esa época; sólo puede comprenderse la propuesta cultural del grupo Contemporáneos como respuesta a los debates sobre la identidad y la tradición mexica- na que se desarrollaron durante la gestión del aparato ideológico promovido por la pre- sidencia de Plutarco Elías Calles. Con todo y que se le ha restado importancia, la revista Ulises fue el soporte material donde definieron su proyecto como revolucionario y nacional en el contexto general de la modernidad occidental. Su propuesta los hermanó literariamente con los escritores es- pañoles de la Revista de Occidente. En contraposición, cabe precisar que la generación que los antecedió, El Ateneo de la Juventud, y sus discípulos directos, Los Siete Sabios –don- de figuraban Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Alfonso Caso y Da- Angélica ARREOLA MEDINA niel Cosío Villegas– coincidieron con las propuestas ideológicas manifestadas por la co- rriente de los grandes muralistas como Diego Rivera, Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, quienes se concentraron en transmitir en su plástica únicamente lo que se refie- re al país, clausurando las puertas a toda influencia extranjera. Ahora bien, lo que define a una Generación son los referentes con los cuales se iden- tifican. De acuerdo con la categorización de Marc Augé, antropólogo francés, la unidad de generación se produce cuando un grupo intelectual se atrae y repele mutuamente; mediante este procedimiento, se ensalza la individualidad de cada uno de sus miembros. El caso de los Contemporáneos, destacados en su contexto cultural por su actitud críti- ca e innovadora, se caracterizó por dos constantes fundamentales: la primera fue la re- nuncia a la postura nacionalista que les antecedió y la segunda, la influencia de autores extranjeros como Juan Ramón Jiménez, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Charles Baude- laire y André Gide, de quienes adoptaron ideas y actitudes innovadoras frente al arte que los conducirían a posicionarse de manera singular en lo relativo a su vida cotidiana. El aspecto señalado con anterioridad, la relación entre arte y vida cotidiana, será el eje rector de este comentario, pues es un aspecto poco estudiado por la crítica literaria. En- juiciados porque, junto con los movimientos vanguardistas, se apartaron del compromi- so político y social en vías de sustentar «la idea fundamental de la autonomía de la esfe- ra estética»1, los Contemporáneos aceptaron y concretizaron los ataques de sus detracto- res en sentido estricto: puede contemplarse su proyecto cultural como un movimiento amplio de modernización cimentado en lo universal. En principio, se establece un punto de ruptura con los intelectuales que les antece- dieron por su falta de crítica y su acendrado nacionalismo. Así, uno de los jóvenes Con- temporáneos, Jorge Cuesta, enfatiza que si algo alentó a su generación fue que se en- contraban inmediatamente próximos a una producción literaria y artística, cuya cualidad esencial era una falta absoluta de crítica. Como respuesta a lo anterior, los Contemporá- neos se esmeraron por salir de la producción literaria y plástica encaminada a ensalzar, deificar y construir el orgullo nacional, tendencia cultural ya gastada para ellos, en la bús- queda de la trascendencia crítica; en consecuencia, reconocen en López Velarde su po- ética, más que su referencia a los valores nacionales, pues combinaba su inmanente yo mexicano con la enseñanza de Baudelaire en vías de deslindarse del pasado modernista. Así, ante un México que se aparta de la concepción del México Revolucionario, di- cha generación decidió no adoptar la actitud cómoda de reproducir las reflexiones y for- mas locales de la generación anterior, sino que optó por la renuncia, que si bien conduce a la incertidumbre, también se matiza en una constante búsqueda de ideas dentro de la cre- ación, procedimiento que les permitió estar acordes con un proceso de transformación de ellos mismos y de su producción. Lo anterior derivó en la constitución de una propuesta alternativa, moderna y cosmopolita que manifestó su visión de lo que debe ser la cultura, singular y diferenciada, de un país que a su vez puede trascender hacia lo universal. Salvador Novo, cronista de la ciudad, poeta y dramaturgo, es el primero que utiliza la palabra modernidad en el sentido de autoafirmación con motivo de la polémica iniciada en- tre 1925 y 1932 por la famosa “literatura viril” en contra del “afeminamiento” del que era acusado el grupo Contemporáneo. Novo identificó la posición del grupo con la idea de revolución, pero no como eco del período histórico, sino como intento por conseguir el estadio histórico de la (r)evolución artística que se estaba desarrollando en Occidente. 1 Alfredo BOSI, “La parábola de las vanguardias latinoamericanas”, en Jorge SCHWARTZ, Las vanguardias latinoamerica- nas: textos programáticos y críticos, Madrid, Cátedra, 1991, p. 19. Una postura estética ante la vida cotidiana: la generación de Contemporáneos en México En términos generales, como categorías críticas, el movimiento de Vanguardia y la concepción artística propagada por el grupo Contemporáneo, con visos vanguardistas, se complementan. En consideración de Rosa García Gutiérrez, estudiosa de la producción narrativa del grupo de Contemporáneos: Como categorías críticas diferentes, modernidad y vanguardia se complementan y su utilización conjunta ayuda a entender que la vanguardia hispanoamericana formó parte de un proceso gene- ral de renovación literaria, ideológica y filosófica occidental que constituye su primer contexto2 De esta manera, los Contemporáneos tuvieron la conciencia crítica de su integración en un proceso de renovación occidental; de ahí que en muchos de sus ensayos se manifiesten las reflexiones sobre la identidad nacional y la independencia cultural. Lo anterior se gene- ra de manera necesaria de un conocimiento de otros idiomas, así como de las categorías propias sobre lo que cada universo cultural concibe como la realidad, y deviene hacia un acercamiento a la literatura de otros autores, especialmente europeos, de quienes aprende- rán una actitud ante el arte, la literatura y la vida misma. Cuesta reconoce la heterogenei- dad del grupo, pero el principio unificador que rescata del grupo como renovador cultu- ral es el rigor crítico como el ejercicio mismo de la modernidad dentro de la cultura dada al organicismo y a la sistematización totalizadora de proyectos culturales3. El rigor crítico era la condición necesaria para ingresar a la modernidad y el instrumento para practicarla. Para Enrique González Casanova, el grupo pertenecía a la clase media alta, la más afec- tada por la Revolución, afanosos por ejercer la aristocracia del pensamiento. Los conside- ró precoces, ingeniosos, curiosos, desilusionados e intelectuales escépticos que ponen en duda todos los valores. Asimismo, Octavio Paz señala que el grupo más joven, Novo y Villaurrutia, habían atestiguado la violencia revolucionaria y su corrupción, hecho