Una postura estética ante la vida cotidiana: la generación de Contemporáneos en México

Angélica ARREOLA MEDINA Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM [email protected] El arte y la vida no son lo mismo, pero deben convertirse en algo unitario, dentro de la uni- dad de la propia responsabilidad. Mijail Bajtin, Estética de la creación verbal El marco cultural en el que surge el grupo Contemporáneos son los años posteriores a la Revolución Mexicana: una época en que se exaltaba el sentimiento de identidad na- cional y se procuraba tanto la cohesión como una explicación de la conciencia del país. Esta ideología se transmitió fundamentalmente desde la perspectiva de El Ateneo de la Juventud, grupo cultural aglutinado bajo el proyecto educativo y nacionalista de José Vas- concelos, conformado por Pedro Henríquez Ureña, Antonio Caso y Alfonso Reyes, principalmente. El grupo Contemporáneos se conformó por quienes se unieron en varias empresas co- lectivas –exposiciones, revistas, antologías, experimentación teatral– entre los años 1920 y 1930. , José Gorostiza, Bernardo Ortiz de Montellanos, , , Xavier Villaurrutia y Salvador Novo –algunos bajo el mecenazgo de Antonieta Rivas Mercado– son quienes han sido circunscritos por los estudiosos dentro de este grupo literario; no obstante, existieron numerosos encuentros e iniciativas con- juntas, por ejemplo, con Enrique González Rojo, , Rubén Salazar Mallén, Celestino Gorostiza y Elías Nandino, todos con un objetivo común: una concepción di- ferente del quehacer literario y una visión particular de la cultura mexicana. Asimismo, coadyuvaron en este proyecto cultural los artistas plásticos Rufino Tamayo, Manuel Ro- dríguez Lozano, María Izquierdo y Carlos Lazo, así como el músico Carlos Chávez. El criticadísimo «Grupo sin Grupo», según Villaurrutia, o como diría Torres Bodet, «Archipiélago de Soledades» o el nombrado por Cuesta como «Grupo de Forajidos» en- contró varios puntos de convergencia: en la Universidad; en la editorial Cvltvra, en va- rias revistas, desde San-Ev-Kan, Ulises, hasta la revista Contemporáneos, de la cual tomaron su nombre, aunque, paradójicamente, fue la última que logró aglutinarlos. En los pri- meros ocho números, colaboraron todos de manera armónica, luego surgieron las dife- rencias y cada uno dirigió su interés hacia rumbos divergentes. Más que un mero ejercicio literario, los Contemporáneos concibieron a la literatura como un deber frente al estereotipado nacionalismo cultural que se institucionalizaba en México durante esa época; sólo puede comprenderse la propuesta cultural del grupo Contemporáneos como respuesta a los debates sobre la identidad y la tradición mexica- na que se desarrollaron durante la gestión del aparato ideológico promovido por la pre- sidencia de Plutarco Elías Calles. Con todo y que se le ha restado importancia, la revista Ulises fue el soporte material donde definieron su proyecto como revolucionario y nacional en el contexto general de la modernidad occidental. Su propuesta los hermanó literariamente con los escritores es- pañoles de la Revista de Occidente. En contraposición, cabe precisar que la generación que los antecedió, El Ateneo de la Juventud, y sus discípulos directos, Los Siete Sabios –don- de figuraban Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Alfonso Caso y Da-  Angélica ARREOLA MEDINA niel Cosío Villegas– coincidieron con las propuestas ideológicas manifestadas por la co- rriente de los grandes muralistas como Diego Rivera, Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, quienes se concentraron en transmitir en su plástica únicamente lo que se refie- re al país, clausurando las puertas a toda influencia extranjera. Ahora bien, lo que define a una Generación son los referentes con los cuales se iden- tifican. De acuerdo con la categorización de Marc Augé, antropólogo francés, la unidad de generación se produce cuando un grupo intelectual se atrae y repele mutuamente; mediante este procedimiento, se ensalza la individualidad de cada uno de sus miembros. El caso de los Contemporáneos, destacados en su contexto cultural por su actitud críti- ca e innovadora, se caracterizó por dos constantes fundamentales: la primera fue la re- nuncia a la postura nacionalista que les antecedió y la segunda, la influencia de autores extranjeros como Juan Ramón Jiménez, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Charles Baude- laire y André Gide, de quienes adoptaron ideas y actitudes innovadoras frente al arte que los conducirían a posicionarse de manera singular en lo relativo a su vida cotidiana. El aspecto señalado con anterioridad, la relación entre arte y vida cotidiana, será el eje rector de este comentario, pues es un aspecto poco estudiado por la crítica literaria. En- juiciados porque, junto con los movimientos vanguardistas, se apartaron del compromi- so político y social en vías de sustentar «la idea fundamental de la autonomía de la esfe- ra estética»1, los Contemporáneos aceptaron y concretizaron los ataques de sus detracto- res en sentido estricto: puede contemplarse su proyecto cultural como un movimiento amplio de modernización cimentado en lo universal. En principio, se establece un punto de ruptura con los intelectuales que les antece- dieron por su falta de crítica y su acendrado nacionalismo. Así, uno de los jóvenes Con- temporáneos, Jorge Cuesta, enfatiza que si algo alentó a su generación fue que se en- contraban inmediatamente próximos a una producción literaria y artística, cuya cualidad esencial era una falta absoluta de crítica. Como respuesta a lo anterior, los Contemporá- neos se esmeraron por salir de la producción literaria y plástica encaminada a ensalzar, deificar y construir el orgullo nacional, tendencia cultural ya gastada para ellos, en la bús- queda de la trascendencia crítica; en consecuencia, reconocen en López Velarde su po- ética, más que su referencia a los valores nacionales, pues combinaba su inmanente yo mexicano con la enseñanza de Baudelaire en vías de deslindarse del pasado modernista. Así, ante un México que se aparta de la concepción del México Revolucionario, di- cha generación decidió no adoptar la actitud cómoda de reproducir las reflexiones y for- mas locales de la generación anterior, sino que optó por la renuncia, que si bien conduce a la incertidumbre, también se matiza en una constante búsqueda de ideas dentro de la cre- ación, procedimiento que les permitió estar acordes con un proceso de transformación de ellos mismos y de su producción. Lo anterior derivó en la constitución de una propuesta alternativa, moderna y cosmopolita que manifestó su visión de lo que debe ser la cultura, singular y diferenciada, de un país que a su vez puede trascender hacia lo universal. Salvador Novo, cronista de la ciudad, poeta y dramaturgo, es el primero que utiliza la palabra modernidad en el sentido de autoafirmación con motivo de la polémica iniciada en- tre 1925 y 1932 por la famosa “literatura viril” en contra del “afeminamiento” del que era acusado el grupo Contemporáneo. Novo identificó la posición del grupo con la idea de revolución, pero no como eco del período histórico, sino como intento por conseguir el estadio histórico de la (r)evolución artística que se estaba desarrollando en Occidente.

1 Alfredo BOSI, “La parábola de las vanguardias latinoamericanas”, en Jorge SCHWARTZ, Las vanguardias latinoamerica- nas: textos programáticos y críticos, , Cátedra, 1991, p. 19. Una postura estética ante la vida cotidiana: la generación de Contemporáneos en México 

En términos generales, como categorías críticas, el movimiento de Vanguardia y la concepción artística propagada por el grupo Contemporáneo, con visos vanguardistas, se complementan. En consideración de Rosa García Gutiérrez, estudiosa de la producción narrativa del grupo de Contemporáneos: Como categorías críticas diferentes, modernidad y vanguardia se complementan y su utilización conjunta ayuda a entender que la vanguardia hispanoamericana formó parte de un proceso gene- ral de renovación literaria, ideológica y filosófica occidental que constituye su primer contexto2 De esta manera, los Contemporáneos tuvieron la conciencia crítica de su integración en un proceso de renovación occidental; de ahí que en muchos de sus ensayos se manifiesten las reflexiones sobre la identidad nacional y la independencia cultural. Lo anterior se gene- ra de manera necesaria de un conocimiento de otros idiomas, así como de las categorías propias sobre lo que cada universo cultural concibe como la realidad, y deviene hacia un acercamiento a la literatura de otros autores, especialmente europeos, de quienes aprende- rán una actitud ante el arte, la literatura y la vida misma. Cuesta reconoce la heterogenei- dad del grupo, pero el principio unificador que rescata del grupo como renovador cultu- ral es el rigor crítico como el ejercicio mismo de la modernidad dentro de la cultura dada al organicismo y a la sistematización totalizadora de proyectos culturales3. El rigor crítico era la condición necesaria para ingresar a la modernidad y el instrumento para practicarla. Para Enrique González Casanova, el grupo pertenecía a la clase media alta, la más afec- tada por la Revolución, afanosos por ejercer la aristocracia del pensamiento. Los conside- ró precoces, ingeniosos, curiosos, desilusionados e intelectuales escépticos que ponen en duda todos los valores. Asimismo, Octavio Paz señala que el grupo más joven, Novo y Villaurrutia, habían atestiguado la violencia revolucionaria y su corrupción, hecho que les imposibilitaba creer en los programas revolucionarios, lo cual derivó en su aislamiento en un mundo privado. En cuanto a la importancia de esta generación, Carlos Monsiváis de- claró en 1966 que en un sentido estrictamente intelectual casi todo lo que se está hacien- do ahora en México les debe algo a los Contemporáneos, a su afán de perfección. Si bien algunos estudiosos plantean el carácter cosmopolita y señalan las lecturas de las cuales abrevan, no profundizan en los conceptos que a partir de ello interiorizan. En es- te comentario, trataremos de adentrarnos en la formulación conceptual que define su perfil literario y que delimita su forma de vida. En primera instancia, se proponen a sí mismos ajustarse a las categorías que definen lo moderno, precisamente cuando la modernidad se introduce en el país. Su filosofía de la vida era ser modernos, en el sentido que señala Marshall Berman, filósofo marxista: «Ser modernos es vivir una vida sin paradojas y contradicciones […] el de ser a la vez re- volucionario y conservador, vitales ante las nuevas posibilidades de experiencia y aven- tura»4. En los más jóvenes del grupo, es decir, Gilberto Owen, Jorge Cuesta, Xavier Vi- llaurrutia y Salvador Novo se evidencia dicha postura, por ejemplo, la modernidad de XX poemas de Novo es su temática metaficcional, su autorreferencialidad, ya que es po- esía sobre cómo escribir poesía, donde la propuesta de base es el alejamiento de la im- posición de la herencia cultural con la finalidad de presentar una ruptura lúdica, con to-

2 Rosa GARCÍA GUTIÉRREZ, La narrativa de los Contemporáneos. La otra novela de la Revolución Mexicana, Huelva, Uni- versidad de Huelva, 1999, p. 16. 3 Jorge CUESTA, Poemas y ensayos II, Pról. de Luis Mario SCHNAIDER, recopil. y notas de Miguel CAPISTRÁN y Luis Mario SCHNAIDER, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1964, p. 12. 4 Marshall BERMAN, Todo lo sólido se desvanece en el aire, México, Siglo XXI, 1989, p. 15.  Angélica ARREOLA MEDINA do y los enigmas que pueda generar. En consecuencia, imitaron diversas posturas frente a la sociedad que refieren sus no- vedosos intereses: una de ellas es la actitud del dandy que focaliza su interés en la recu- peración de la singularidad de uno mismo ante el auge de la homogeneización social. Junto con Oscar Wilde creen que la actitud del hombre deriva de los procesos de in- dustrialización. En palabras de Wilde: Para mí, el arte fue una realidad superior y la vida una forma de la ficción. Desperté la imagina- ción de mi siglo, haciéndola envolverme en mitos y leyendas. Resumí en una frase todos los sis- temas filosóficos y toda la existencia en un epigrama […] Me divertí en ser un ocioso, un dandy, un árbitro de la elegancia5 Wilde, uno de los más reconocidos representantes del dandismo, argumentaba que el hom- bre egoísta jamás tendría conflictos con la máquina, porque ésta lo completa como instru- mento de producción en el aspecto cultural y lo deja intacto desde el punto de vista moral. Salvador Novo y Xavier Villaurrutia –nombrados la Generación Bicápite– fueron quienes más adoptaron las actitudes del dandy: «Novo lo asume porque en él siempre hu- bo algo de teatral en la forma de inventarse a sí mismo como personaje, en una actitud camaleónica termina por aceptar la adulación de la sociedad que antes criticó»6, dice Anthony Stanton. En ambos jóvenes, inmersos en una sociedad producto del desarrollo postrrevolucionario que arriba casi al mismo tiempo al desarrollismo y a la era tecnoló- gica, se enlazaron las posiciones de Wilde y Baudelaire, ambas profundamente contesta- tarias, aunque paradójicamente congruentes con la mentalidad derivada del sistema ca- pitalista: la primera, refinada, elegante, propia de quien asciende a una clase superior; la del francés, presenta el descenso a un nivel proletario mediante su papel de bohemio. Así, tanto Villaurrutia como Novo adoptaron ambas posturas en apariencia críticas del capi- talismo que irrumpe en la época. En el caso de la escritura de Salvador Novo se evidencia su filiación a estas concep- ciones del mundo a través del manejo de la ironía, la cual, más que una técnica literaria o una figura retórica, se puede considerar como su postura ante la vida, en persistente cuestionamiento a su realidad circundante: la sensibilidad irónica no reconoce ninguna línea divisoria entre lo verdadero y lo falso porque somete todos los absolutos a una re- lativización escéptica. El dandismo implica un cumplimiento estético en cada acto cotidiano: la moda, la elegancia, los modales refinados son imperativos y sobrepasan cualquier requerimiento moral. Pretende reflejar una vertiente de la rebeldía de ambos escritores; sin embargo, es- ta actitud patentiza una fase superior del individualismo, un pleno hedonismo: un día en la vida cotidiana de los Contemporáneos implicaba asistir a la Universidad por la maña- na; al mediodía, practicar tenis o natación; por la tarde, reunirse en el café y en la noche, asistir al teatro, la ópera o el cine: ir al café, en el fondo, era factor integral de un estilo que contemplaba otros rituales: el uso cotidiano del traje, la corbata, el reloj de cadena y el sombrero, verdadero distingo de clase. Por otro lado, de Baudelaire adoptaron, además de varias ideas en torno a cuestiones estéticas, la actitud del flâneur: el callejeo, el paseo, es también un ejercicio transgresor del status quo vigente. De manera literal y figurada, los escritores pertenecientes a la genera-

5 Oscar WILDE, Obras Completas, Madrid, Edimat Libros, 2004, p. 256. 6 Anthony STANTON, “Salvador Novo y la poesía moderna”, en Inventores de tradición: Ensayos sobre poesía mexicana mo- derna, México, El Colegio de México-Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 148. Una postura estética ante la vida cotidiana: la generación de Contemporáneos en México  ción de Contemporáneos, en extremo curiosos, vagan perezosamente, se adentran en un laberinto, en una voluptuosa búsqueda de emociones; por ello, incursionan desde muy jóvenes en el periodismo y la poesía, luego escriben ensayo, participan en empresas cul- turales –o en la alquimia, como es el caso de Jorge Cuesta– o bien, optan por perderse en la ciudad, como lo hizo Novo. En este sentido de transgresión se ubica el extravío, el saber perderse como quien se pierde en un bosque, diría Walter Benjamin, filósofo y crítico literario marxista. Lo an- terior, adquiere el mismo sentido cuando los Contemporáneos salen a la calle a encon- trarse con la ciudad, su gente y sus lugares. En este deambular, destaca la mirada totali- zadora donde el sujeto mantiene la distancia y se mantiene sólo en la contemplación: es un modo alternativo de experimentar y dominar la contingencia urbana, procedimien- to cuya función radica en ordenar el caos. Configuran la idea de este extravío el viaje de Gilberto Owen en sus poemas sobre sí mismo “Desvelo” y “Sinbad el varado”; lo es también la travesía que plantea Villaurrutia en su primer libro Reflejos (1926), así como los XX poemas, de Salvador Novo. Ahora bien, creemos que si se presenta como una renuncia a los tabús y a los nacio- nalismos insulsos, esta poesía también ha abandonado las figuras románticas y su estiliza- ción, mecanismo criticado por Owen, pues considera que en lugar de resaltar los rasgos esenciales a los que aluden, terminan por deformarse, derivando esto en un empeque- ñecimiento de la visión del mundo. Los contemporáneos se dedicaron a transformar, es así como humanizan la realidad: se enfocaron en desromantizar la realidad, humanizarla otorgándole una carga de interés contemporáneo, una utilidad, pues cada artista se en- cierra dentro de su originalidad. Consideramos que un punto fundamental que definió a la generación de Contempo- ráneos fue su ejercicio crítico a través de la transmisión de sus ideas, su poesía, sus ensayos y su comportamiento frente a la sociedad. Por medio de los artículos “La poesía, Villau- rrutia y la crítica”, de Owen y “Existe una crisis en nuestra literatura de vanguardia”, de Cuesta, se enuncia con claridad que dicha humanización tampoco deberá separarse de la efusión poética. Por consiguiente, en su producción creativa se corresponden forma y con- tenido: Villaurrutia afirmaba que “la emoción desapasionada”, inteligente, es el límite del arte; asimismo, Owen proponía que ante un pan-lirismo como voluntad estética, debería prevalecer el pan-criticismo, ya que no son incompatibles la reflexión y el furor poético. «Esta generación –señala Cuesta– no buscó actitudes en las anteriores, sino en ella misma; esta actitud crítica es la única que hace valer lo mismo la literatura y el arte fran- cés que la de cualquier otro país»7. Lo anterior implica que admiten, en principio, el co- nocimiento de las lenguas y las coadyuvantes influencias literarias extranjeras, en una ac- titud en esencia universal. En consecuencia, una de las influencias primordiales en diversos aspectos fue la del es- critor francés André Gide: su influjo no sólo inspiró a los más jóvenes, sino que su ide- ología permeó a todos los Contemporáneos. Para 1920, Gide ocupaba un sitio primor- dial en las lecturas de Novo y Villaurrutia: ambos conocían a fondo sus relatos, ensayos y poemas. Torres Bodet y Villaurrutia emprendieron la traducción de textos de Gide: el primero, cautivado en particular por la inteligencia preclara del escritor francés, se enfo- có en el texto Los límites del arte; mientras Villaurrutia trabajó El regreso del hijo pródigo y un estudio sobre Oscar Wilde. Nostalgia de la muerte y El joven denotan su admiración ha- cia el autor francés.

7 CUESTA, Poemas y ensayos II cit., p. 94.  Angélica ARREOLA MEDINA

La Generación Bicápite delineó su preferencia por el Gide que abogaba por el viaje, la dispersión, la pérdida como condición del encuentro y la curiosidad. Ambos mexica- nos se identificaron a plenitud con aseveraciones como que el desarraigo puede ser la me- jor escuela de la virtud, con Ulises, con Simbad el marino. Admiraron al creador de los Alimentos terrestres, donde se cultiva la concepción del estado ideal de permanente insatis- facción; se interesan por la propuesta del héroe superior en El hijo pródigo8; en fin, se afi- liaron a la concepción estética del Gide de ese periodo, quien al manejar los símbolos pre- cisos de su pasión les ofrecía las armas para instrumentar el propio descubrimiento de sí mismos: la identificación entre la libertad personal conseguida a través de la literatura y la libre opción vital de la homosexualidad en este libro inspiró a algunos jóvenes Contem- poráneos a promover una independencia personal, de la búsqueda del yo, del viaje –sim- bólico y real– como instrumento y metáfora de realización de esa búsqueda personal. Los Contemporáneos destacan su espíritu refinado, su genio, pero sobre todo sus ide- as sobre el arte: «El verdadero artista –apunta Gide– ávido de profundas influencias, tra- ta de olvidarse en la obra de arte y de penetrar su fondo, para él es como una frontera: no puede seguir adelante sin cambiar de abrigo […] el artista no se basa a sí mismo, tie- ne una conciencia demasiado clara de la importancia de su idea y se considera responsa- ble. Dicha responsabilidad es la más interesante y juzga a todas las obras inferiores»9. Previamente, elogia a aquellos que asumen la influencia y después demuestra su cali- dad de indispensables para los grandes hombres. La renovación literaria de Contempo- ráneos está entre la promesa y el valor literario marcado por las revistas Nouvelle Revue Française y la Revista de Occidente, y tres escritores: López Velarde, el español Juan Ramón Jiménez y el francés André Gide, en el caso de Novo habría de añadir la nueva poesía norteamericana. En lo relativo a los experimentos poéticos vitales de los Contemporáneos, la concep- ción de Gide, quien aportó la definición radical de ética, ya no aplicada a la vida, sino exclusivamente al arte, o más bien a la relación del artista con su obra, defendida por el grupo sobre todo en los Veinte, aunada a la del teórico literario ruso Mijail Bajtin, per- miten vislumbrar las relaciones intrínsecas entre el arte y la vida: Cuando el hombre se encuentra en el arte, no está en la vida, y al revés. Entre ambos no hay uni- dad ni penetración mutua de lo interior en la unidad de la personalidad. Entonces ¿qué es lo que garantiza un nexo interno entre los elementos de la personalidad? Solamente la unidad responsa- ble. Yo debo responder con mi vida por aquello que he vivido y comprendido en el arte, para que todo lo vivido y comprendido no permanezca sin acción en la vida […] La vida y el arte no sólo deben cargar con una responsabilidad recíproca, sino también con la culpa10 El poeta y el hombre poseen responsabilidades: el primero, que su poesía contribuya a la trivialidad de la vida y el segundo, que una actitud pasiva, poco exigente, ante sus problemas existenciales conlleve a la esterilidad del arte.

8 La recurrencia al tópico del “hijo pródigo” y su significado simbólico para entender la narrativa y la obra en gene- ral de Contemporáneos, atribuido frecuentemente a la influencia de le retour de l’enfant prodigue, de Gide, pudo tener su origen o complemento en la obra maestra de López Velarde en “Novedad de la patria” (publ. en El maestro 1921) don- de define a los mexicanos como los hijos pródigos de una patria que empieza a observar, para una reflexión ontológica de la identidad nacional, de manera parecida lo usarían en Ulises, al fundir el mito griego con la imagen del hijo pródi- go que regresa a su casa. 9 André GIDE, Los límites del arte y algunas reflexiones de moral y de literatura, trad y pról. de Jaime TORRES BODET, Mé- xico, Cvltvra, 1920, pp. 64, 67. 10 Mijail BAJTÍN, Estética de la creación verbal, México, Siglo XXI, 1982, p. 11. Una postura estética ante la vida cotidiana: la generación de Contemporáneos en México 

Los Contemporáneos jamás se mantuvieron ajenos a su contexto, sino que traslada- ron su vida al ámbito literario, optaron por un proceso de ficcionalización de la vida co- tidiana cimentado en una concepción de la modernidad que implica tanto el progreso tecnológico como la posibilidad de cuestionar las formas del lenguaje, apropiándose de él y trastornándolo en su esencia; de verter sus reflexiones críticas y de plasmar en su pro- ducción literaria temas y motivos relativos a la soledad, la muerte, el extravío. La con- cepción del nexo entre arte y literatura del grupo Contemporáneos ha sido el germen para diversas conceptualizaciones sobre la modernidad: Octavio Paz11, visiblemente in- fluido por sus percepciones, la vislumbra como una dicotomía entre tradición y moder- nidad, en donde esta última cobra sentido, en cuanto rompe con la tradición que le pre- cede. Sin duda, esta reflexión conduce a la idea de una total renovación del sistema lite- rario existente, planteamiento que presenta su cabal concreción en la producción litera- ria del grupo de los Contemporáneos. Los Contemporáneos rompieron con la corrien- te nacionalista acartonada y politizada, no sólo por contradecir, sino porque su defensa de la estética de la poesía y su actitud crítica conformaban su postura ante el arte y ante la vida misma; su forma de pensar correspondía, sin falsas hipocresías a su obra y su manera de actuar, pues como diría Nietzsche, «nunca hablar de uno mismo es refinada forma de hipocresía»12.

Resumen: La generación de Contemporáneos en la literatura mexicana no sólo pretendió contradecir la corriente na- cionalista que les precedió, sino más bien abrir el ámbito literario hacia otras literaturas, fundamentalmente la europea con Oscar Wilde, Charles Baudelaire y André Gide, asumiendo siempre una actitud crítica ante el arte, su obra y la vida mis- ma, a través de sus propios actos. Palabras clave: Contemporáneos, nacionalismo, vanguardia, dandismo, autonomía estética, vida cotidiana. Abstract: The generation of the Contemporáneos in not only intended to contradict the national- ist current who preceded them, but rather to open the literary field towards other literatures, mainly European with Os- car Wilde, Charles Baudelaire and André Gide, always assuming a critical attitude towards art, his work and life itself, for their actions. Keywords: Contemporáneos, nationalism, avangard, dandyism, aesthetic autonomy, everyday life.

11 Octavio PAZ, “Los hijos del limo”, en Obras Completas, t. I, México, Fondo de Cultura Económica, 1994. 12 Friederich NIETZSCHE, Humano demasiado humano, México, Editores Mexicanos Unidos, 1986, p. 124.