Historia Comunidades Palentinas
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HISTORIA DE LAS COMUNIDADES PALENTINAS HISTORIA DL LAS COhIUNIDADES PALENTINAS ?7 HISTORIA DE LAS COMUNIDADES PALENTINAS FUENTES DE INFORMACION Son de dos clases: de obras impresas y de documentos conserva- dos en los Archivos. Entre las primeras, hemos preferido las escritas por los historiado- res cesáreos: tales son, MExíA, PEDRO: «7-Iistoria del £mperador Carlos `VH. Se ha publicado la parte relativa a las Comunidades de Castilla en la Biblioteca de Autores £spañoles de Rivadeneyra, XXI, 367-407. Hay edición moderna de la 7-Tistoria por Juan de M. Carriazo, Madrid. 1945. SANTA CRUZ, ALONSO DE: «Crónica del £►nperador Carlos `Vv, compuésta por , su Cosmógrafo mayor, y publicada por acuerdo de la Real Academia de la Historia por los Excmos. Sres. Don Ricardo Belfrán y Rózpide y Don Jlntonio T3lázquez _y Delgndo. Aguilera. Madrid. 1920. I, part. lI. SANDOVAL, FRAY PRUDENCIO DE: tt 7-Iistoria de la vlda y he^bos del £mpera- dor Carlos `V. .. por el Macstru , su Coronista, Obispo de Pam- plona. Hemos tenido a la vista el tomo I de la edic. de Amberes, ]681, por Jerónimo Verdussen. Aunque muy parco en las noticias, tampoco conviene olvidar a: FERNÁNDEZ DE MADRID, ALONSO: KĴiÍtJa palentina de cOSas memorables^, compuesta por pon , Arcediano del Alcor y Canónigo de la $anta Iglesia Catedral de Palencia, anotada por pon ^l^tatías `l^ielva Ramos, Canónigo Archivero en la misma Catedral, correspondiente de la Academia de la Historia. (Publícase a expensas de la Excma. Diputa- ción Provincial). Palencia. 1932-1942. 3 vols. En el último intervino D. Ramón Revilla Vielva, autor de los 7ndices. De las obras modernas publicadas, hemos de referirnos frecuente- mente a la del académico 7S SEVERINO RODRIGUEZ SALGEDO DANVILA, MANUEL: «^1^StOria cYÍtiCa Y dOCUFftenlada dC la5 COmnritdadf5 de Castilla, tomos XXXV al XL del ^femorial 7-Iistórico ^spañol, Madrid. 1897-1900. En cuanto a los docu ►nentos consultados, diremos tan sólo que proceden de ,Arc'hivo de la Catedral de Palencia. Dos gruesos vols. manuscritos en que se contienen los Registros capitulares de 1511 a 1520 y de ] 521 a 1530. ^lrc9^ivo del £xcmo. 1]ynntamicnto de la Capital. Libros y cuadernos de acuerdos de los años pertinentes y nu^nerosa cíocu^tientación suelta. Además el curioso «^ibro de Drovisiones». lírchivo de Simancas. Antes de terminar, es de justicia agradecer públicamente la coope- ración que me han prestado, al facilitarme libros y documentos, los doctos señores Don Ramón Revilla y Don Francisco del Valle, perte- necientes al Cuerpo de Archiveros del Estado, y Don Jestís San Martín, Canónigo Archivero de la S. 1. Catedral, Académicos numerarios los tres de la «7nstitución .Tcllo T^Ilez de ^bfencscs». HISTORIA DE LAS COMUNIDADES PALENTINAS 79 1. Encontrábase el príncipe. Don Carlos en Lérida, camino de Barcelona, cuando tuvo noticia del fallecimiento de su abuelo paterno 1519 Maximiliano I en Belsis el 12 de enero de 1519. 12 ^oe^o Abría tan luctuoso hecho la sucesión a la corona del Sacro Imperio Germánico, ambicionada por el joven soberano español en competen- cia con Francisco I y Enrique VI11, reyes de Francia e Inglaterra. A causa de las alegaciones expuestas en la Dieta de Francfort por I^ ^^n^o los arzobispos electores de Maguncia y Tréveris, fué designado empe- rador Federico III, Duque de Sajonia, que venía desempeñando la admi- nistración imperial, desde el óbito de Maximiliano, con rectitud y acierto. Prudente el Duque, rehusó al punto la suprema dignidacl con que era honrado; pero con clara visión de 1as necesidades sentidas por el orbe cristiano ante la acometividad turca, predispuso el ánimo de los seis votantes en favor de Don Carlos. No sólo concurría en este pre- tendiente la circunstancia de ser poseedor de vastos te1•ritorios patri- moniales en Alemania y Austria como heredero de un Habsburgo, sino que, en aquellos difíciles momentos para la amenazada Cristiandad, era el monarca más poderoso de Europa, ya que en la persona de Don Carlos se habían fusionado las herencias de María de Borgoña, madre del rey Felipe I, y de Don Fernando y Doña Isabel, padres de la infeliz Doña Juana. I Cinco meses y veintiocho días fué exactamente la duración del lolu^io interregno. EI 24 de julio, estando aún en Barcelona, supo ya Don 2a j^i^o Carlos cuál era el resultado de la Dieta. La grata noticia, comunicada tan rápidamente por los procuradores del joven Austria en Franfort, obtuvo confirmación oficial a la llegada del Duque de Baviera, Conde Palatino del Rhín, el 22 de agosto. Comisionado por los restantes prín- 22asoyto 1. Feure Ru^z: ^lonarc4^ía 7•iispánica. Barcelona. 1951. Pág. 74. 80 SEVERINO i^ODRIGUEZ SALCEDO cipes electores, debía recabar ante todo la aceptación de Don Carlos, para luego exigirle que jurase el cumplimiento de ciertos capítulos, uno de los cuales era que S. M. se encaminaría a Alemania lo más pronto posible, a fin de coronarse solemnemente. Carlos lo prometiá todo y se dispuso a emprender la vuelta a Castilla, difiriendo la presentación e7 las Cortes de Valencia. 2. Mucho contrarió a los castellanos, opuestos a que sus reyes abandonasen el gobierno personal de la monarquía, la designación de Don Carlos como Emperador. RecelandG que, a causa de los deberes impuestos por el cargo, andaría casi siempre fcrera de Castilla, consi- deraban de antemano los graves males provinientes de regencias pro- longadas, especialmente si eran cometidas a extranjeros. Triste experiencia, que proporcionaba a la sazón el modo de con- ducirse algunos consejeros foráneos, confirmaba y robustecía tales temores presentidos. Manejando ai Rey como un muñeco, sin cuidarse en disimular la influencia que ejercían sobre su entonces enfermiza voluntad, habían acumulado riquezas y honores. Se decía que el gran canciller Le Sauvage, víctima de la peste a mediados de ]518, en menos de un año de estancia en España, había obtenido la suma de quinientos mil ducados, vendiendo los empleos públicos. A su vez se acusaba a Guillermo de Croy, señor de Chiévres, de recoger los doblones de oro fabricaclos en tiempos de los Reyes Católicos para sacarlos fuera de España: «Doblón de a dos, norabuena estedes, Que con vos no topo Xébres^.. Obra de este a^tiguo preceptor real fué asimismo el escandaloso nombramiento de un sobrino suyo para la vacante de Toledo en ]S]7. Para substituir al venerable Cisneros, fallecido en dicho año, hizo que designase el Papa León X al hijo de su hermana, 1lamado igualmente Guillermo, que era a la sazón, no obstante contar tan sólo diez y ocho años, abad del monasterio de Afligen, obispo de Cambray y cardenal diácono del título de Santa María. 3. En los primeros días del mes de noviembre, hízose al fín público el profundo malestar que había en Castilla. Algunos nobles y preben- dados de Toledo, acordes con eI regidor Hernando de Avalos, del ^ ^ow«. partido de los Ayala, subscribieron con fecha 7 una carta, de extraor- dinario alcance político, dirigida a los pueblos con voto en Cortes. Formulaban los toledanos tres peticiones: i'IISTORIA DE LAS COMUNIDADES pALENTINAS Sl -que no abandonase España Don Carlos. -que la saca de moneda quedase prohibida. -y, finalmente, que sólo españoles pudiesen ejercer cargos y oficios públicos en el Reino. En nueva misiva, al ocuparse del viaje de Don Carlos a Alemania, le aceptan los firmantes como necesario; pero señalan que el regente sería español prudente y docto, reconociéndose además a los pueblos «la parte que el derec4^o les da _y les diefon los reyes en semejantes casos, cuando fué obligado baber gobernadores^. Para poner tales peticiones en conocimiento del Monarca, eligió el Regimiento toledano cuatro procuradores, los cuales marcharían al ]ugar donde estuviese la Corte. A ella se encaminaron igaalmente otros cuatro comisionados de la ciudad de Salamanca, a fin de sumarse a las demandas de los de Toledo. 4. Al comenzar el año 1520 abandona Don Carlos Cataluña. Ha- 1520 llándose en Calahorra el 12 de febrero, firma la Real Cédula de convo- 12rbrero. catoria de Cortes en ciudad tan apartada como Santiago de Galicia. Cual anexo, figuraba breve minuta sobre la forma, lo más amplia posi- ble, en que los pueblos extenderían los poderes a sus procuradores. La concesión de otro ttservicio», que importaba cuatro cientos mil ducados, cuando aC^n se percibía el concedido en las Cortes de Valla- dolid dos años antes, era el asunto principal de tan anómalo llamamien- to a las ciudades del Reino. Aumentó por dicha causa el disgusto entre los castellanos. En Sa- lam^ nca, de común acuercío agustinos y dominicos, escribieron sendas 24rorero. cartas a;os monasterios de Zamora para pedir a sus religiosos que gestionaran cerca del Regimiento la limitación del mandato a los pro- curadores en las Cortes de Santiago. Burgos, como cabeza de Castilla, protestaba a su vez contra la convocatoria por llevarse a los diputados fuera de aquel Reino, hecho realmente inusitado. Para dar justa satisfacción a los burgaleses, permaneció Don Carlos nueve días en la histórica ciudad. Allí supo que los Reyes de Francia e Inglaterra, despechados por la pérdida del Imperio, trataban de avistar- se en Calais, para hacerle cuanto daño pudiesen. Acuciado por la desagradable nueva, abandona Burgos con dirección a Valladolid. 2^s^rero, Pernoctó S. M. en Torquemada y Dueñas los dos días finales de febrero. A1 atardecer del 1 de marzo entraba en la villa del Pi- I m^rzo suerga. 82 SEVERINO RODRIGUEZ SALCEDO 5. Cuando regidores y jurados de Toledo y Salamanca, detenidos en Valladolid ante el anuncio de la llegada de Don Carlos, le solicitaron audiencia, recibieron por toda contestación que el Monarca saldría próximamente para Tordesillas, en donde esperaba despedirse de Doña Juana y Doña Catalina, madre y hermana del Emperador.