3 La Narrativa De Ciencia Ficción En Paraguay
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2 Índice: • La narrativa de ciencia ficción en Paraguay. • A propósito de las anticipaciones de Osvaldo González Real. Carlos Villagra Marsal • Epístola para ser dejada en tierra. Osvaldo González Real. • La trasmigración. Jesús Ruiz Nestosa • Más allá del arcoiris. Lita Pérez Cáceres • La piedra negra. Alejandro Herrnsdorf • Pensamientos de un cibernauta. Jeu Azarru • L a Sociedad de las Mentes. Jeu Azarru • La última guerra terminaba. Carlos Miguel Jiménez • Robin Wood. El rey del comic en Paraguay • Historia del cine ciberpunk. 1995. Jonnhy Mnemonic. Para descargar números anteriores de Qubit, visitar http://www.eldiletante.co.nr Para subscribirte a la revista, escribir a [email protected] 3 LA NARRATIVA DE CIENCIA FICCIÓN EN PARAGUAY La CF en Paraguay tiene un precedente en un cuento de 1910, de Rafael Barrett, Alberico, relato de anticipación con un contenido social. En este narra las peripecias de un personaje que encuentra una isla que no figura en los mapas. En 1974 Eduardo S. Ammatuna publica la novela corta La guerra de los genios. El principal cultivador, y verdadero creador de un corpus coherenmte de narraciones del género es Osvaldo González Real. Escritor de 6 relatos que aparecieron en 1980 en su libro Anticipación y reflexión. 1980. Jesús Ruiz Nestosa publica en su libro El contador de cuentos, un relato que se aproxima a la ciencia ficción, titulado La transmigración, que trata sobre la imposible unión entre el alma de un hombre y el cuerpo de otro, defendiendo la supremacía del cerebro sobre la del cuerpo. 1983. En el libro Más allá de un retrato y otros cuentos de Manuel E.B. Arguello, aparece el cuento Mimbipára, escrito ya desde los años 60 pero publicado casi 20 años después, donde imbrica la CF con la mitología guaraní. Otro cuento de 1983 es Conejillos de indias, en el que unos becarios son enviados al espacio y no vuelven jamás de las estrellas. José Alberto Bachen publica dos novelas del género sin pretensiones demasiado literarias. En 1989, sale a la luz En mi planeta no se usan joyas, que había escrito en 1976. En 1995 publica la segunda novela titulada Mi amigo Aarón el extraterrestre y yo, donde se mezclan la temática de los extraterrestres con la política, la metafísica y la parapsicología. En una antología Lita Pérez Cáceres, perteneciente al Taller de Cuento Breve, publica el cuento de CF Más allá del arcoiris, de trasfondo feminista, que trata sobre el aislamiento del ser humano, en este caso de una mujer, en un mundo excesivamente dominado por la técnica. En esta misma antología Luis Hernáez publica su cuento Aburrimiento perfecto, con un tema parecido al Lita Pérez, la vida sometida a la tecnificación, pero en este caso la historia se sitúa en Asunción, un espacio real. En 1994 Catalo Bogado publica en su libro …Por amor y otros cuentos, un relato de CF, No me gusta este cuento, en el que describe un mundo futuro en el que la gente emigra a otros planetas en busca de oportunidades que le hagan mejorar su vida y en la Tierra solo quedan ancianos y niños arraigados a su tradición. El inglés es la única lengua oficial por imposición. 4 Manuel E. B. Arguello, Jesús Ruiz Nestosa, Luis Hernáez, Catalo Bogado y Lita Pérez Cáceres, con estos cuentos, hacen incursiones aisladas a la CF y generalmente suelen referirse a aspectos de la vida cotidiana situados en un mundo futuro para ponerlos en entredicho. En 1997 se publicó la novela de CF: El arca de Marangatú de Gino Canese. Una visión del futuro de destrucción al que se encamina el hombre por el crecimiento acelerado del armamentismo, el consumismo y la destrucción de los recursos naturales. En 1998 se publican la novela El goto, de José Eduardo Alcázar y un libro de cuentos, Al filo de la eternidad, de Bertha Medina. También algunos cuentos que Lita Pérez Cáceres incluyó en su libro Marta Magdalena María. El goto es una novela ingeniosa, escrita en espangués, idiolecto fronterizo que mezcla el portugués y el español, con gran ironía, sentido del humor y una trama de suspense policial incluida. Un caso singular es el del joven autor Francesco Gallarini Sienra. Cuando apenas tenía doce años publicó un volumen de ciencia ficción de aventuras, con carácter infantil, titulado Aventuras intergalácticas (1989). Su producción es juvenil y, por tanto dirigida a un público esta edad. Luego se desarrollaría como escritor de narrativa fantástica de horror, en su vertiente dark fiction, como en sus novelas cortas Yo soy legión, de 1994, y La clase, de 1995, que se inspiran en el mundo del cómic de terror duro o gore, donde aparecen desde sectas satánicas hasta jóvenes convertidos en zombies, sin obviar las continuas referencias al mundo urbano y las problemáticas juveniles. En el año 2000, Jeu Azarru (seudónimo literario de Eduardo de Urraza) publica en formato de e- book su novela La Sociedad de las Mentes, que aparecería un año después en letra impresa. Urraza es argentino de nacimiento, pero reside en Paraguay desde 1976. La Sociedad de las Mentes es un análisis sobre la vida en la realidad virtual y las relaciones interpersonales que esta tecnología genera. En el año 2003 publica un libro de relatos de CF y fantasía, titulado Verdades futuras y Mentiras Antiguas, escritas en un Presente Incierto, y en el año 2005 aparece Yronia, su segunda novela, complemento de la anterior y al mismo tiempo un experimento donde mezcla narración, poesía y reflexión en un universo habitado por numerosos personajes extraños con habilidades sorprendentes. 5 A PROPÓSITO DE LAS ANTICIPACIONES DE OSVALDO GONZÁLEZ REAL Carlos Villagra Marsal Invito al discreto lector a imaginar el mundo de los bisnietos de nuestros nietos: ¿Qué lunas metálicas vigilarán aquellos cielos futuros? ¿Qué comunicación o antagonismo se mantendrá con otros habitantes de la populosa Vía Láctea? ¿Qué criaturas hechas por el homo sapiens a su imagen, pero no a su semejanza, usurparán las tareas y desvelos de la especie? Y en el corazón de plástico, titanio y cristal de esos Adanes, ¿alentará de pronto -por algún descuido electrónico infinitesimal- la envidia y el odio a sus creadores? Y lo que es más serio todavía: ¿Prevalecerá contra los árboles la babilónica confusión de concreto, altillos, petróleo y tubos cloacales de las urbes venideras? ¿Continuarán nuestros lejanos descendientes con el privilegio de sentir cómo empieza la Tierra a partir del trino de la alondra, del sinsonte, del ruiseñor, del corochiré? ¿Seguirá definiendo la madrugada el perfume de la azucena, y la noche el del jazmín? ¿Podrán nuestros vástagos aún nonatos arrancar la fruta, exclamando en su día como Rubén Bareiro Saguier: «La naranja chorrea con el mordiscón. / El río corre por mi barba, / reluciente de frescura.»? Nadie -ni siquiera un poeta- consideraba estas conjeturas hace tres, cuatro generaciones. Ahora hasta el desaprensivo —6→ las juzga válidas. La velocidad del adelanto cibernético y el gigantismo tecnológico de los países industrializados, la depredación masiva del ecosistema y la irreparable alteración de los biótopos en los países indigentes, junto con los desechos a escala planetaria, la ley de Malthus inserta en la del embudo, el efectivo al par que difuso horror nuclear y, desde las alturas del mando, el Orden de los campos de concentración, el sadismo de la «raza superior» y otras ocurrencias siniestras, son argumentos suficientes a favor de las peores suposiciones sobre la supervivencia misma del hombre o su reducción a una triste maquinaria de obediencias. La proyección de esas desmesuras más que bíblicas en el futuro de la condición humana ha originado la literatura denominada de «ciencia-ficción» o de anticipación1 Y bien, la mayoría de los cuentos que Osvaldo González Real ha reunido en volumen corresponde a tales ficciones, inéditas hasta hoy en la literatura paraguaya; las pruebas anteriores de algún otro escritor no son, en rigor, críticamente atendibles. Deseo manifestar los aciertos estilísticos más aparentes de González Real : la ceñida línea argumental, la presentación sobria y el diálogo desnudo, la prosa suelta y a un tiempo funcional; dejo al lector el fácil descubrimiento de sus demás excelencias. En cambio, debo indicar que las imaginaciones del autor, al igual que las de sus epígonos (Wells, A. Huxley, Orwell, Bradbury, 6 Sturgeon, Stapledon), no sólo anticipan sino previenen; no sólo previenen sino denuncian. De allí su afirmación contemporánea, su paradójico valor testimonial. Los dos cuentos que principian el libro me producen cabal satisfacción. La «Epístola para ser dejada en la Tierra», con su transparente alegoría de los espléndidos y atroces vaticinios de Juan el Evangelista (el Apocalipsis, escrito en Patmos, es uno de los contados textos antiguos de real anticipación), constituye una aguda ilustración del extraño y hermoso destino de la humanidad. Y en el desesperante universo sin follaje de «Otra vez Adán» se contraponen dos categorías permanentes del espíritu: la erudita insensibilidad del profesor Axes y el asombro virginal de Mario Adam; por lo demás, el relato enseña que nuestra narrativa puede asumir lo legítimamente paraguayo sin deslizarse en las comodidades del color local. «Reflexiones de un Robot» es una distopía -así nominada por el mismo autor- que apunta la molesta probabilidad de que los autómatas aniquilen a los hombres por error de activación de éstos, según lo mencioné antes. «El fin de los sueños» está traspasado por la confianza de que los fabuladores despiertos, es decir los poetas, sabrán impedir que se entierren los ensueños. «El caminante solitario» es una melancólica profecía referida a la prohibición del sencillo deleite de andar. Por último, «La canción del Hidrógeno» participa del mismo fundamento que uno de los capítulos de «De la Terre à la Lune», pero la anécdota de Osvaldo González Real es más intensa y aleccionadora que la de Verne.