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REDECILLA DEL CAMINO

Redecilla del Camino, en la Rioja burgalesa, es el primer pueblo sobre el “Camino francés” a Santiago de Compostela, situándose así en el extremo oriental de la provincia, sobre la actual carretera N-120 que une con Logroño. Se emplaza la localidad a unos 10 km de Santo Domingo de la Calzada y a 12 km al este de , siendo bañada por el río Reláchigo, afluente del Tirón. Históricamente se encuadraba en el alfoz de , apareciendo en la documentación como Rateziella, Rediziella de Francos, Redicella o Radicelle y, ya en 1331, como Rediziella del Camino, en un documento de la catedral calceatense. La existencia en sus inmediaciones de , pueblo del alfoz de Cerezo sobre el río del mismo nombre, dificulta el discerni- miento entre ambos lugares en la mayoría de las citas, caso de sendos documentos de San Millán de la Cogolla datados en 1078, por los que doña Jimena, al profesar en el monasterio de San Miguel de Pedroso, le cede diversas heredades, entre ellas una uinea que est in ualle de Radi- ciella. Lo mismo ocurre con la donación de Oveco Assuriz y sus hermanos a San Miguel de Pedroso, de 1035, en la que le ceden in Radeziella ecclesiam Sancto Stephani meam cum suo cimiterio, aunque aquí, al hablar de un palacium y situar una tierra junto al camino que uadit de Radiziella ad Quintaniellam, parece más seguro que se refiere a Redecilla del Campo. San Millán recibió nue- vas donaciones en Redecilla en 1078 y 1104, y mediante permuta en 1081; en 1099, el prior de San Miguel de Pedroso hizo valer sus derechos sobre su heredad de Redecilla que fuit de Oveco Assuriz, referencias todas que parecen nuevamente aludir a Redecilla del Campo. En 1081, un diploma de San Salvador de Oña citado por Argáiz, recoge la donación a este cenobio por Bermudo Gutiérrez y su esposa doña Godina de la mitad de Redecilla con su iglesia y otros bienes en la localidad. Parte de estas heredades fueron cambiadas con Diego López de Salcedo por el abad oniense Pedro IV por otras en Prádanos de Bureba en 1255 (quanta heredat nos auemus en Redeziella del Camino). En 1185 el abad de Oña don Juan IV dona a su monasterio, entre otros bienes, omne quod iam ex longo tempore iure hereditario habemus in Reticella. Eclesiásticamente el pueblo dependía del obispado de Calahorra, siendo seguras las refe- rencias del archivo de la catedral de Santo Domingo de la Calzada que, en 1133 y en docu- mento de donación de Alfonso I el Batallador de su heredad de Bañares, la denominan Radice- lle, aludiendo al lugar como cabeza de tenencia junto con Ibrillos, bajo dominio de un tal Espenellus. En 1196, en una donación a Santa María de Calahorra se la denomina Rediziella de Francos, en clara alusión a la procedencia geográfica de parte de sus pobladores. El trazado urbano de Redecilla responde al típico esquema de las villas camineras, estre- cho y alargado, delimitado por dos desaparecidas puertas; en torno a la vía principal o Calle Mayor se disponen los principales edificios, incluido un hospital de peregrinos cuya existen- cia consta a mediados del siglo XVI y la propia iglesia parroquial. 106. Redecilla Camino 28/9/09 16:47 Página 1392

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Iglesia de Nuestra Señora de la Calle

OR ENCIMA DEL RELATIVO valor artístico de su moder- na iglesia parroquial, obra de los siglos XVII y XVIII, P la localidad es famosa porque en su interior, en una capilla bautismal de los pies del templo, se conserva el más famoso ejemplar de pila bautismal románica de la provin- cia de Burgos y uno de los más conocidos del románico europeo. Su copa semiesférica, de 110 cm de diámetro, se alza sobre un tenante cilíndrico fasciculado por ocho semico- lumnillas adosadas que individualizan su basa de perfil ático con desarrollado toro inferior, apoyando el conjunto en un basamento circular hoy semiembutido, siendo la altura total de copa y pilar de 106 cm. Las rozas y el dete- rioro del soporte indican que éste permaneció semiente- rrado a media altura. La profusión y calidad decorativa de la copa justifican Detalle de la copa sin duda la amplia fama de la que goza. Una cenefa de mimbres entrelazados recorre la pieza junto a la emboca- salén Celeste a la que el cristiano accederá tras la Segunda dura, ornándose la copa con arquitecturas figuradas a base Parusía, cuyo primer escalón se concreta la purificación de cuatro pisos de arquillos y óculos separados por finas que supone el sacramento del bautismo. La propia liturgia cenefas de zigzag, entrelazo sogueado y banda de perlado. bautismal alude a ello: Benedicat uos Dominus de Sion, et uidea- Los ocho marcados lóbulos que resaltan de la semiesfera tis quæ bona sunt Ierusalem omnibus diebus uitæ uestræ. parecen simular torres, entre las cuales se disponen otras más bajas, a modo de balconeras rematadas con frontones Texto: JMRM - Foto: JLAO decorados con incisiones y coronados por bolas. Las arquitecturas figuradas son relativamente frecuen- tes en la decoración de pilas bautismales, aunque reduci- Bibliografía das a la simplicidad de una arquería en la mayoría de los casos (Cojóbar, Villamiel de Muñó, Villamayor de los ÁLAMO, J. del, 1950, t. I, docs. 75, 270 y t. II, doc. 536; ANDRÉS ORDAX, Montes, Cueva Cardiel, etc.); la alusión a la Jerusalén S., 1987, p. 69; ANDRÉS ORDAX, S., 1994, p. 89; ARGÁIZ, G. de, 1675, Celeste suele recurrir a similares marcos arquitectónicos p. 448; ARNÁIZ ALONSO, B., 1994, p. 41; ARNÁIZ ALONSO, B. y RODRI- GO, M.ª del C., 1991, pp. 46-60; ARRIBAS BRIONES, P., 1982, pp. 37-38; en el caso de los monumentales apostolados que coronan BANGO TORVISO, I. G., 1993, pp. 210-211; BANGO TORVISO, I. G., portadas como las palentinas de Carrión, Moarves de 1994a, pp. 51-52; BILBAO LÓPEZ, G., 1996a, pp. 62, 84, 264, 290; CADI- Ojeda, etc., e incluso el famoso coro del maestro Mateo ÑANOS BARDECI, I., 1987b, p. 191; HUIDOBRO Y SERNA, L., 1950-1951 de la seo compostelana o su remedo en el monumento (1999), t. II, pp. 23-30; LEDESMA RUBIO, M.ª L., 1989, docs. 14, 39, 208, funerario de la iglesia de la Magdalena de Zamora pre- 278, 281, 298, 312, 374; LEMA PUEYO, J. Á., 1990, doc. 271; LOJENDIO, sentan soluciones próximas a las aquí plasmadas, quizá L. M.ª de y RODRÍGUEZ, A., 1966 (1979), pp. 347-348; LOJENDIO, L. M.ª de y RODRÍGUEZ, A., 1996, pp. 29-30; LÓPEZ DE SILANES, C. y SÁINZ derivadas de las vistas en la decoración pictórica, la ebo- RIPA, E., 1985, doc. 82; LÓPEZ MATA, T., 1939-1940, p. 298; LUIS MON- raria y la orfebrería. TEVERDE, J., 1964, pp. 129-135; MADOZ, P., 1845-1850 (1984), p. 433; Lo que llama la atención en esta pila burgalesa es tanto MARTÍNEZ DÍEZ, G., 1987, p. 168; MARTÍNEZ DÍEZ, G., 1998b, pp. 53- la calidad de su ejecución como la profusión ornamental, 57; MARTÍNEZ DÍEZ, G., 1998c, pp. 7-53; MENÉNDEZ PIDAL, R., 1919 que llega a recubrir totalmente la pieza desmaterializando (1966), docs. 76, 81; OCEJA GONZALO, I., 1983, doc. 160; PÉREZ CAR- MONA, J., 1960, p. 258; PÉREZ CARMONA, J., 1964, pp. 249-250, 252; el soporte y creando la ilusión de una auténtica ciudad RODRÍGUEZ DE LAMA, I., 1976-1992, t. III, doc. 363 y t. IV, docs. 125, palaciega. En este caso, pese al aniconismo, es claro el 236, 496; SERRANO PINEDA, L., 1930, docs. 94-95, 108, 249, 289, 308; contenido simbólico de tal decoración, remedo de la Jeru- UBIETO ARTETA, A., 1976, doc. 279; UBIETO ARTETA, A., 1978, doc. 9.