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ASTORGA Y EL CICLISMO DE ÉLITE DEL SIGLO XX LAS VISITAS DE LA VUELTA(II) José Piñeiro Maceiras El cenit del ciclismo de alta competición en la ciudad tiene lugar en la década de los sesenta, con la creación del Gran Premio de Astorga en 1961 y la llegada de la Vuelta a España en la primavera de 1967. Mas la brillantez sería sólo transitoria; pues, seguidamente, el deporte de las dos ruedas entraría en un período decadente que le restaría importancia y espectacularidad. El estudio local que abordamos en este último capítulo versa sobre lo acontecido entonces, y lo que iba a suceder en los años sucesivos, en relación con el ciclismo de élite. La paralización transitoria de la Vuelta en 1950 no signi- que iba a propiciar un crecimiento del deporte del pedal en ficó la parálisis del ciclismo nacional; todo lo contrario. todos los órdenes. Como consecuencia de dicha contingencia, nuestros pro- Con tales antecedentes, se comprende que la edición fesionales se vieron obligados a competir en el extranjero, del 67 fuera saludada por la prensa de la época como la cosechando varios éxitos hasta entonces impensables. En mejor de la historia, tanto en el aspecto deportivo como en 1951, Ruiz ganaba dos etapas en el Tour, llegando al podio el económico. El presupuesto inicial de la misma casi roza- parisino en la siguiente edición; en 1953, Loroño se hacía ba los once millones de pesetas, y el conjunto de estrellas con el Premio de la Montaña en la ronda gala; lo propio del pedal que se dieron cita en Galicia para tomar la salida haría Bahamontes al año siguiente, con exhibición inclui- resultaba altamente satisfactorio. da en los pasos alpinos y pirenaicos. Pero los triunfos no Las figuras internacionales de aquella vuelta fueron los iban a pararse ahí; en julio de 1959 un espléndido europeos Janssen, Poulidor, Simpson, De Rosso, Bahamontes ganaría por primera vez el Tour de Francia y, Wolfshohl y Foucher. Entre todos sumaban cinco cam- en 1961, el madrileño Antonio Suárez subiría al podio final peonatos del mundo, tres campeonatos nacionales, dos del Giro de Italia, tras liderar la carrera rosa. Añádase a vueltas a España, un Tour del Porvenir y hasta un Gran todo esto, el campeonato mundial de persecución obteni- Premio de las Naciones. Y aún les esperaban grandes éxi- do por Guillermo Timoner en 1955 o las demostraciones de tos, como el Tour de Francia que se anotaría Janssen en Miguel Poblet en las carreras más relevantes. 1968; pero, también, terribles desgracias, como la muerte El aislamiento deportivo iba quedando atrás, coincidien- que tres meses después iba a sorprender a Simpson cami- do con los inicios de la apertura política en el país. Ello no del Mont Ventoux. En cualquier caso, el sino de los favoreció la celebración dentro de nuestras fronteras de campeones ciclistas. diversos eventos deportivos y organizativos de carácter La legión española no desmerecía nada a la foránea, internacional. Así, en 1953, tenía lugar en Oñate el cam- con dos vueltas a España en su haber y siete premios peonato mundial de ciclo-cross, y en la ciudad de San consecutivos de la montaña en las tres grandes por eta- Sebastián se reunía por primera vez el pleno de la Unión pas; sin duda un notable palmarés3. Ciclista Internacional. Mas a nivel organizativo peninsu- Y entre los directores de equipos figuraban dos anti- lar, lo más importante de aquellos años iba a ser la reanu- guos corredores de la época heroica del ciclismo de dación de la Vuelta a España. entreguerras: el gran Gino Bartali y el no menos célebre El alma máter de la carrera, Luis Bergareche1, concibió Antonin Magne. la nueva estructuración de la ronda española no sólo como Sin embargo, la prueba no fue muy brillante en la faceta una gran prueba organizada por un periódico tradicional, competitiva, pues el conservadurismo mostrado por los sino también como el proyecto ambicioso de un consorcio equipos españoles a lo largo de la misma facilitó el que de varios diarios españoles, denominado Prensa Reuni- Janssen pudiera transitar por las cumbres sin excesivas da. Ello favorecía la financiación de la carrera y multiplica- preocupaciones, asegurando su victoria final en las prue- ba su difusión y resonancia. Tras el éxito de Bahamontes bas cronometradas4. Con todo, la edición alcanzó un pro- en Francia, que curiosamente coincide con la aprobación medio de velocidad muy elevado para la época (casi 39 del Plan de Estabilización2, comienza una gran expansión kilómetros por hora), lo que favoreció que la carrera gene- económica en el país, como antes no se había conocido, lo rara amplias expectativas. De hecho, la competición fue 32/ARGUTORIO nº 27 2º SEMESTRE 2011 capitaneada en sus primeras etapas por las jóvenes pro- En la XXIIª edición, las conversaciones habidas entre mesas del equipo Fagor, el guipuzcoano Perurena y el leo- la organización de la vuelta y el consistorio astorgano lle- nés López Rodríguez5. garon hasta el 21 de enero de 1967. En dicha fecha, el gru- La ronda nacional de 1967 pasó de nuevo por la vertien- po que dirigía Luis Bergareche se reunió con el alcalde en te occidental del puerto de Manzanal, considerado por la la ciudad, finiquitando los asuntos aún pendientes entre organización de 1ª Categoría. En aquella ocasión, la terce- ambas instituciones15. Cuatro días más tarde, la organiza- ra etapa de la ronda española recaló en la ciudad de las ción daba una rueda de prensa en Bilbao16, desvelando el mantecadas, tras 230 kilómetros de recorrido a partir de la itinerario definitivo de la ronda, que iba a disputarse a capital orensana. La etapa contaba con cuatro collados en partir del mes de abril, lo que nos indica que las negocia- su trazado: El Couso (3ª), Rodicio (2ª), Hermida (2ª) y el ciones para traer la carrera por la ruta del Manzanal dura- alto de Manzanal (1ª). En aquella edición, los únicos puer- ron hasta el último instante, pues existía la posibilidad de tos de primera categoría (conceptuados como tales por los modificar el trazado, dirigiéndolo hacia Oporto17. Tras la organizadores) fueron, aparte del paso leonés, el andorrano presentación oficial de la vuelta, algunos comentaristas Port de Envalira6 y los españoles Toses7, Herrera8 y opinaron que era una novedad para nuestra ciudad la lle- Sollube9. gada de la carrera, lo que constituía un error estadístico. La catalogación técnica de las dificultades orográficas También se estimó que la etapa poseía un perfil montaño- era la apropiada para 1967, mitigando de ese modo las de- so que podía tener influencia en el desenlace definitivo, lo ficiencias que contenían los anteriores diseños, excesiva- que sí era cierto siempre que ésa fuera la voluntad de los mente influidos por los rudimentarios planos de carreteras ciclistas. del Patronato Nacional de Turismo y demás organismos Pero la llegada de la caravana ciclista a la ciudad milenaria competentes10. no fue un hecho fortuito, sino todo lo contrario. Desde el Para empezar, en la hoja de ruta se hacía constar que el año 1961 venía celebrándose de manera regular en la urbe paso leonés contaba con 16 kilómetros de ascensión, aña- el Premio de Astorga para corredores profesionales y afi- diendo algunos periódicos que el puerto poseía rampas cionados de élite. Tenía lugar todos los veranos, coinci- bastante fuertes11. En cambio, tras haberse celebrado la diendo con las fiestas patronales. Excepcionalmente, las etapa astorgana, un enviado especial matizaba que el co- ferias de la ciudad habían contemplado en el lejano 1915 llado resultaba de primera «más por su longitud que por su un campeonato provincial de 44 kilómetros y, diecinueve dificultad»12. La razón de tales planteamientos podía ser años después, una carrera ciclista hasta Ponferrada con comprensible: el antiguo collado presenta por su vertiente retorno incluido, sobre una distancia de 126 kilómetros, occidental un extenso tramo de pendiente apenas violenta que fue considerada en su época la más importante de la (ningún kilómetro supera el ocho por ciento de desnivel), provincia18. aunque la inclinación de algún repecho sí llegaba a alcan- La prueba de los sesenta estaba organizada por el Club zar puntualmente los dos dígitos13. Por si esto fuera poco, Ciclista Leonés, y los premios a repartir eran aportados el trayecto a recorrer en aquella jornada primaveral resulta- por la Comisión de Fiestas. El recorrido resultaba difícil, ba harto accidentado y poco habitual para el inicio de una comprendiendo siempre un circuito local, consistente en carrera ciclista de larga duración, pues, aparte de los altos varias vueltas al casco urbano, incluyendo la pronunciada referidos, la etapa tenía algún otro no puntuable que cuesta del Postigo que, por regla general, se erigía en juez incrementaba la dureza del kilometraje, totalizando todas decisorio de la competición. En la primera edición, el perfil las ascensiones un desnivel acumulado de 2.500 metros. de 80 kilómetros comprendía además un viaje de ida y vuelta La mencionada etapa se celebró el 29 de abril, con bas- hasta la ciudad de La Bañeza, recordando el histórico re- tante frío y viento. No obstante, en la cima del Manzanal corrido que, a principios de siglo, había servido para dis- se dieron cita cientos de aficionados que combatieron el putar el primer campeonato provincial19. tiempo glacial con hogueras y botellas de coñac. Numerosísimo público solía presenciar esta carrera pro- El paso por el Manzanal fue el siguiente: Mariano Díaz, vincial, inaugurando el palmarés de la misma uno de los San Miguel, Gabica, Ducasse, Jiménez, Galera, Poulidor, corredores españoles más internacionales de todos los Pérez Francés y el resto del pelotón principal. Es decir, tiempos: el castellano Julio Jiménez. El de Ávila repetiría auténticos especialistas en las cuestas.