Juan José Iglesias Rodríguez Rafael M. Pérez García Manuel F. Fernández Chaves (eds.) COMERCIO Y CULTURA EN LA EDAD MODERNA

Contiene los textos de las comunicaciones de la XIII Reunión Científica de la Fundación Española de Historia Moderna

EDITORIAL UNIVERSIDAD DE SEVILLA COMERCIO Y CULTURA EN LA EDAD MODERNA Juan José Iglesias Rodríguez Rafael M. Pérez GarcÍa Manuel F. Fernández Chaves (eds.)

COMERCIO Y CULTURA EN LA EDAD MODERNA

COMUNICACIONES DE LA XIII REUNIÓN CIENTÍFICA DE LA FUNDACIÓN ESPANOLA DE HISTORIA MODERNA

~~SIO"'C Íl~)eus Editorial Universidad de Sevilla

Sevilla 2015 Serie: Historia y Geografia NÚlll.: 291

COMrrÉ EDITORIAL: Antonio Caballos Rufino (Director de la Editorial Universidad de Sevilla) Eduardo FerreJ" Albelda (Subdirector) Mannel Espejo y Lerdo de Tejada Jnan José Iglesias Rodríguez Jnan Jim.énez-Castellanos Ballesteros Isabel López Calderón Jnan Montero Delgado Lourdes Mlmduate Jaca Jaime Navarro Casas M'- del Pópulo Pablo-Romero Gil-Delgado Adoracióu Rueda Rueda Rosario Villegas Sánchez

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Obra editada en colaboración con la Fundación Espal.iola de Historia Modema

Motivo de cubierta: Vista de Sevilla el! el siglo xn, por A. Sánchez Coello o Editorial Universidad de Sevilla 2015 CI POIVenir. 27 - 41013 Sevilla. Tlfs.: 954 487 447; 954 487 451; Fax: 954 487 443 Correo electrónico: [email protected] Web: o POR LOS TEXTOS, SUS AUTORES 2015

O JUAN JOSÉ IGLESIAS RODRÍGUEZ, RAFAEL M. PÉREZ GARCÍA Y MANUEL F. FERNÁNDEZ CHAVES (EDS.) 2015

Las comunicaciones presentadas en la XIII Reunióu Científica de la Fi.Ul­ dación Espal.iola de Historia Moderna e incluidas en fonnato digital en la presente obra han sido sometidas a la evaluación de dos expertos, por el sistema de doble ciego, según el protocolo establecido por el comité organizador del congreso.

Impreso en papel ecológico Impreso en España-Printed in Spain ISBN: 978-84-472-1746-5 Depósito Legal: SE 929-2015 Impresión: Kadmos COMITÉ C1EI'o'TIFICO DEL CONGRESO Marí~ de los Ángeles Pérez Samper Eliseo SeIT~no Martín Mónica Bolufer Peruga Virgina León Sanz Francisco Fernández Izquierdo Félix Labrador Arroyo Isidro Dubert Gucía Francisco García González Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz M~ría José Pérez Álvarez

COMIIT ORGANIZADOR DEL CONGRESO Juan José Iglesias Rodríguez (director de la XIII Reunión Científica) Francisco Núñez Roldán Carlos Alberto González Sánchez Juan Ignacio Carmona G-arcía Mercedes Gamero Rojas Jo!:lé Antonio Ollero Pina José Jaime García Bernal Fernando Javier Campese G~llego Raf~el M. Pérez García (secretaría científica) Antonio González Polvillo Manuel F. F ernández Chaves (secretaría ejecutiva) Clara Bejarano Pellicer MERCADERES DE MOMIAS. EL MITO DE LA MUMIA EGIPCIA EN EL CONTEXTO COMERCIAL DE LA EDAD MODERNA MERCHANTS üF . THE MYTH üF EGYPTIAN IN THE COMMERCIAL CONTEXT OF THE EARLY MODERN AGE

EUSABIITH GARCIA MARRASÉ Museu Egipci de Barce/Q/Ul

Resumen: El interés que el antiguo Egipto suscitó en la Europa modernl1 se trndujo en la recepción del mito egipcio a través de un discurso egtptiMnte articulado en diversos emnpos (historiognífico, geneulógico, jeroglífico, médico, farmacopéico). De los dos últimos forma parte b. vertiente más exótica del mito egipcio: la reb.tivl1 a b.s momil1s. En el seno de un imaginario donde la momifi­ Cllción propiciaba un halo mitificador, debemos situar las momias egipcias en el contexto comercial de los siglos modernos. Lll Monarquía espl1ñola no fue ajena a este irnl1ginario. Médicos del círculo de Felipe 11 --como Andrés de LagumJ.- se mostruron afines a b. creencia que las momias podúl.ll curar a los vivos. Algunas prescripciones incluúl.ll remedios elaborados a partir de cuerpos embalsamados, no exentas de un canlcter mágico y que eran el resultado de lo que en el siglo I habían elogiado Dioscórides --cuya versión castellana del Materia medial se debe a Laguna-, o Plinio el Viejo, uno y otro glosadores de b.s virtudes terapéuticas del betún, producto natural de Persia conocido como mumia. lA confusión vino dada porque en el antiguo Egipto el cuerpo de los finados en. untado durante el proceso de momificación con resinas y aceites que tomaban, una vez desecados, el aspecto del betún natural. Cuando las fuentes de esta sustancia empezuron a escaseur, los aceites resecos de b.s aparentemente inagotables momias pasaron a reempb.zarlo, lo que motivó no sólo la sustitu­ ción del término egipcio sah (•.:momia,.) por el persa miím, sino su conversión (al menos desde el siglo XI) en un preciado producto comercial y, por ende, el surgimiento de un mercadeo de momias que las lIevuría hasta los apotecarios europeos, a menudo troceadus o en polvo, y no siempre auténticas. La demanda alcanzó cotas tan considerables que las autoridades del Egipto otomano prohi­ bieron b. salida de momias del país, aunque su comercio prosiguió por vÍll del contrabando. Palabras cla"e: Mito egipcio; mumia; comercio de momias; medicina y farmacopea modernas. 1006 ELISABETH GARClA MARRASÉ A1-.. Egip

Abstr:lCt: The interest that raised in Early Modero Europe was cOlweyed by the reception of the Egyptian myth through lln Eg)'ptist'ng discourse uticulated in severul arellS (historiogruphy, genealogy, hieroglyph, medicine, phannacopoeia). Probably the mast exotic aspect of the lalter two ueas (medicine and pharmllcopoeia), is the world ofmummies. Within lln ima­ ginary where mummifiClltion hlld II mystifying-halo we must 10Cllte Egyptian mummies in the commercial context of Early Modero centuries. The Spllnish Monarchy was involved in this imaginary. Andrés de Laguna and other distin­ guished doctors of the royal retinue of king Philip 11 thought that mummies could helll the living ones. Por this reason, some mediCllI prescriptions included remedies made from embalmed boches. These remedies had II magical charuc­ ter an originated in the theories of Dioscorides (Lagunll's Spanish version of WllS published in 1555), and Pliny the Elder, both classiCllI lluthors that glassed the therapeutic properties of bitumen, II natural product from Persill known as mumia. During the mummification process, Egyptians used resins and oils. Vlhen dried, these ointments gained the aspect of nlltu­ ral bitumen. So when the natural sources of bitumen became scarce the dried oils ofthe apparently endless mummies replaced the original bitumen, and this eventulllly caused not only the replacement of Egyptilln word sah (~") by the Persian one miím, but also its conversion (at least since the 11th century) in a valuable commercial product and the emergence of a mummy trade that brought mummies to be sold to European apothecaries -not always relll mum­ mies, but usually cuted up into pieces or powdered. Its demand reached such heights that Ottoman authorities ofEgypt forbid its exportation, although this kind of trade continued by mellns ofcontrabllnd. Keywords: Egyptian Myth in Renllissance; mumia; mummy trade; Early Modero Medicine and Phllnnacopoeia.

EN BUSCA DE LA "VERDADERA" MUMLA

n el Imbenftln'o re(ú de los biem.5" que se IUlI/(lrOn en el gu(lrdqjo)'(18 del ERry 1JJn Phelippe Segundo hay registnida «una caxuela de cuero colo­ nido con dos brinquiños de bidrio y dentro un licor que se cree de bálsamo orient:l.l»,junto a «otra caxuela de cuero negro y dentro de ella un brinquiño de bidrio con bálsamo oriental,., y aún «una redomita pequeña de bidrio con bálsamo oriental, que la falta un pOCO,.l. Resulta inevitable dibujar una sonri­ sa al comprobar la precisión con la que el escribano anotó tales pertenencias del rey Prudente, apostillando que la redomita no estaba del todo llena. El poco que había en ella, junto al que quedaba en los brinquiños, era un tipo de

1. Francisco J. S:ínchez Cantón, Im:entanOs reales. Bienes muebles ,!ue pertenecieron II Fdipe 1" enA,..f¡iw Documental Esplliíol, t. XI, vol. 11, Madrid, Real Academia de la His­ toria, 1956-1959, p.146. MERCADERES DE MOMIAS. EL MITO DE LA MUMIA EGIPCIA EN ELCONlEXTO COMERCIAL DE LA EDAD MODERNA 1007 resina, el bd/.mmo o,..ienltJ!, ¿Por qué una resina debería guardarse con tanto esmero? La fascinación por las momias centra parte del discurso egiptiz(Jnte arti­ 2 culado en época moderna, tanto por su capacidad de personificar lo etern0 , como por sus excelsas propiedades terapéuticas y curativas, La segunda atri­ bución vino motivada por una confusión que equiparaba las resinas empleadas en la momificación practicada en el antiguo Egipto, con una sustancia bitu­ minosa procedente de Persia, el mitm (<

2. «Quiriendo los Egypcios dex.tlr memoria de sí y de sus hechos, no solo trabajaron en edificar obras heroicas. La razón que tenían para Embalssamarse [eral eternizarse más que con el huesso-. Juan Eulogio Pén:z Fadrique, A10lÚJ prddiro de emba!stl1nar cuf!7""JJOS difundos para presert,a"¡os incorruptos y rlernizar/os en lo posible, Sevilla, Tomé de Dios Miranda, 1666, pp. 68-70. Las momias serán motivo de coleccionismo y tendrán su lugar en las Cáma­ ras de Maravillas, tema que dejamos para otra ocasión. 3. De mum derivará la voz latina medieval mumia/mummia, así como la árabe mumiJ'a. La confusión, presuntamente de origen árabe, vendría dada porque, según Ibn Buklaris, mumiJ'a se refería al betún y, asimismo, a los aromas (áloe, mirra, etc.) utilizados para embal­ samar. 4. Entre los productos relacionados con el petróleo para uso humano destaca el betún de Judea, bitumen, pisasfalto o asfalto natural (por recogerse en el Mar Muerto o lago Asfalti­ tes), y en el Kieh Múmiáy (Montaña de la Momia), en Persia. Anastasio Rojo Vega, "Remedios raros en medicina: momia (I y 11)", Spanish ./ournal ofSurgical Research, 2, 2012, pp. 109­ 115 / 3, 2012, pp. 169-175. 5. Aun ser muchos los matices. En la versión latina del Libe,- ad Aimansorem de Ibn Razi, Gerardo de Cremona (siglo XII), de la Escuela de Toledo, señala mumia como «la sustancia que se halla donde los cuerpos son enterrados con áloe o liquido de muertos, que se transforma y es similar a la brea marina~. 6. En castellano, mumia y momia serán equivalentes al menos desde el siglo XlV. Leopoldo de Eguilaz, G1osano dimoúJgiro de las palabras rspaíÍolas de origrn oriental, Gra­ nada, La Lealtad, 1886, p. 461. 7. Quizá la mumia no sea el único remedio raro dado en medicina, pero si el más perdurable en el tiempo. En el Hagrrs Handbuch drr phannauutischrn praxis de 1905 aún se señala que puede hallarse en fannacias la mumia t'era /Fgyptiaca. 1008 ELISABETH GARClA MARRASÉ A1-.. Egip

Han pasado tres décadas desde que Karl H. Dannenfeldt publicara un artículo dedicado a tratar la mumitl egipcia\ delatando que estamos ante una cuestión importante que conlleva implicaciones históricas complejas y entre­ lazadas: comerciales, médicas y farmacopéicas; también sociales y literarias, sin olvidar las relativas a la moralidad y a la religiosidad. Pongamos por caso la teoría que argumentaba, a mediados siglo XVII, el regente de la botica del hospital de San Juan de Burgos: en caso de existir la mumitl perfecta, ésta hu­ 9 biera sido la de Jesucristo • Especulación que tenía como telón de fondo un imaginario devoto que amalgamaba desde el acto litúrgico de comer la carne 1o de Cristo; la momificación del último patriarca bíblico ; la connotación pa­ ll racélsica de mumitl que remite a Moises ; hasta la sanación derivada de la 12 veneración de reliquias de santos • Ritos y tradiciones cultuales que atenúan la impresión que puede sugerir el empleo de mumitl y permiten dilucidar que, con el tiempo, se formara el marco propicio para que la adquisición y consumo medicinal de mártires cristianos y momias egipcias fueran vistos

8. Karl H. Dannenfeldt, "Egyptian Afumitl: The Sixteenth Centurie Experience and Debate", "J7¡e Sixteenth Cmtury 10urntli, XVI, 2, 1985, pp. 163-180. El artículo culminaba una trayectoria dedicada a revisar el Renacimiento burckhardtiano y a vindicar el lugar que las civilizaciones preclásicas ocuparon en él. 9. Esteban de Villa, Libro de simplrs irognitos m Itl mrdicintl, Burgos, P. Gómez, 1643, pp. 89-90. 10. Jacob, y también su hijo José, visir del faraón, son embalsamados por médicos egipcios (Ginesis, 50). 11. Una de las significaciones que los eruditos medievales dieron al término mumitl la consideraba como el espíritu vital que circula por la sangre, que Moisés llamóAnimtl Ctlrnls (L<"!1-,ítico, 17, 11-12). Autores del XVI vieron en la mumitl «una sangre lijada en estado sólido, que preparaban los egipcios, que resultaba remedio soberano para todas las partes de donde saliera sangre, así como para las entrañas rotas o machacadas~. Estanislao LLUESM.A, Obrtls romplrtas de Ptlrtlcdso, Sevilla, CSIC, 1992, p. 211 n.48. 12. Desde la Antigüedad tardía, las reliquias de santOS generaron un fenómeno político• religioso-comercial. Cuerpos de mártires preservados milagrosamente, cuyos miembros orgá­ nicos, o los productos derivados de ellos, eran eficaces para curar enfermedades. Tal creencia debía afrontar una traba importante: los reinos musulmanes se situaban en los antaño espacios cristianos. Esta "interferencia" en el Mediterráneo sacro motivaría los vínculos entre Egipto y los reinos penillSUlares. De ahí las peticiones al sultán egipcio de las reliquias de Santa Bárbara, accediendo a enviarlas a Alfonso IV de Aragán en 1328 [ACA Cartas árabes 151}, o la de­ manda de aceites curativos del cuerpo incorrupto de Catalina de Alejandría, en su tumba del Monte Sinaí. Cfr. Philip Sdrwyzer,Archtlcologirs ofEnglish Rentlisstlllce Litertlture, Oxford University Pre.ss, 2007, pp. 157-158. No siempre era necesaria la toma de la reliquia para su efectividad Es el caso de la "sanación" de don Carlos, hijo de Felipe 11; la lesión en la cabeza del príncipe al caerse por una escalera en 1562 curó ante la sola presencia del cuerpo inco­ rrupto de Diego de Alcalá, muerto en 1463 y canonizado por Sixto V en 1588. Conocida es la devoción del rey por las reliquias, acumulando unas 7.500 entre 1571-98. Cfr. Geolfrey Parker, Felipe 11, Madrid, Alianza, 1984, pp. 12-13. MERCADERES DE MOMIAS. EL MITO DE LA MUMIA EGIPCIA EN ELCONlEXTO COMERCIAL DE LA EDAD MODERNA 1009 con naturnlidadl3, Una naturalidad que, de una parte, plantea lo que la An­ tropología ha examinado bajo el prisma de prncticas socialmente aceptadas H de antropofagia y canibalismo en la Europa moderna , De otra, recuerda la tradición ancestral de la medicina orgánica, cuy:¡. praxis experimentó un auge en el siglo XVIIls, Y, en tercer lugar, sugiere hasta qué punto no sólo hablamos de reliquias y momias, sino de tantos otros restos humanos, al estar extendida en el Renacimiento la idea de que la mayoría de pueblos antiguos practicaron el arte de embalsamarl6, Un afán de ver momias por todas partes y dotar al embalsamamiento de una aureola civilizadora que dificulta, todavía más, establecer con claridad qué era mumia y qué no, cuál ern mejor y qué podía suplirla en caso de no disponerse, La Monarquía española tomó parte de esta discusión, Y es lógico que lo hiciera, La mumia era vastamente conocida desde la Baja Edad Media y, ya en el Quinientos, se incluyó en la farmacopea de Bernardino de Laredo, l7 el Modus flw'endi cum ordine medicandi ; también en la versión castellana que Andrés de Laguna ofreció a mediados siglo XVI del M(lten'a medica de Dioscórides, una de las obrns más influyentes en la Antigüedad y el Rena­ cimiento en cuanto a conocimientos botánicos y remedios farmacopéicosl~, La de Laguna distaba mucho de ser una mern traducción: sus aportaciones

13. Aun los detractores del CO!lSumo de mumia humana, que intentaban deshacer la confusión con el asfalto de Dioscórides. Piem: Belon, Da admirabili operum antiquorum, París, G. Cavellat, 1553, ff. 20r-38v. 14. Cfr. Karen Gordon-Grube, "Anthropophagy in Post- Europe. The Tradition ofMedicinal Cannibalism",American Anthropologist, 90, 1988, pp. 405-409. Ri­ chard Sugg, "Early Modern Attitudes 10 Medicinal Cannibalism and its Suppliers", Socia! Hidory ofMrdia"ne, XIX, 2, pp. 225-240. 15. La organoterapia ya se halla en la medicina faraónica. El papiro Edwin Smith (ca. 1600 a.C.) compila instrucciones médico-fannacopéicas (referenciadas por Clemente de Alejandría a inicios de nuestra Era}, una de ellas es aplicar carne fresca en heridas del cráneo que penetren hasta el hueso. James H. Breaste

sobrepasan el tratado original, siendo más densos los comentarios del médico segoviano que el ensayo de Dioscórides, y aportando un supuesto trabajo de 19 campo que el mismo Laguna se esfuerza en hacer notar , Un texto clásico, el de Dioscórides, que era conocido en España gracias a la edición latina del M(lteria medica publicada en Alcalá de Henares en 1518, si bien la de La­ guna sería la más exitosa no sólo por sus reediciones, sino por haber llegado a manos de Felipe Ipo, Un texto adaptado, el de Laguna, que desdibujaba el original por lo que refiere al asfalto, y se entregaba a la búsqueda de la «mu­ mia muy más perfecta»:

Embalsamavase antiguamente los cuerpos muertos de los Principes y seña­ lados varones con aloe, ayafrii:, rnyITa y balsllmo: la qual costumbre permanece llun oy dia empero los de los pobres y populares, con Pissasphalto, del qual conficionlldo en el vientre defuncto, con elliquor de la carne humana, se hazia y haze la mumill, q ordinarillmente aplica los medicos Arabes, a diversas en­ fermedades. Y dado q de aquella confection de balsamo y myrra con la qual se conservan incorruptos los cuerpos de los grandes Señores, se hagll una mumia muy mas perfecta, que la que consta del Pissasphalto, es todavia de creer, que la tal jamas no viene anosotros: pues ni se venden ni se pueden tlln facilmente robllf, los cuerpos embalsamados de personas grandes y poderosas.21

Modos de entender, explicar y aplicar la mumia que supusieron la pu­ blicación de obras que discernían y abogaban por la auténtica, denostando 22 la que no lo fuera , En ellas se ponía de manifiesto que "la carne momia que vendían los boticarios eran cadáveres de pobres cocidos en pez y asfalto,,23, según denunciaba una autoridad fannacéutica como Fernando de Sepúlve­ da en M(mipulus medicimlrum (Salamanca, 1523), y una de médica como Juan Fragoso, cirujano de Cámara de Felipe II, en el Gl{(llogus simpücium

19. ~Quiero passar por silentio, quantos y quan trabajosos viajes hize, para salir con la tal empresa honorablemente: quantos, y quan altos montes subi: quantas cuestas baxe (...}. y finalmente qua sin duelo gaste la mayor parte de mi caudal y substantia, en hazerme traher d'Egypto muchos simples exquisitos y raros, para conferirlos con sus historias, no pudiendo por la malignidad de los tiempos ir yo mesmo abuscarlos asus propias regiones.. A. de Lagu­ na, PI'Mao Diosroridrs... , f 2v. 20. El ejemplar entregado no era una edición al uso sino un códice iluminado en per­ gamino, de policromía exquisita [BNE R-8514~ 21. A. de Laguna, PI'Mao Diosairidrs..., pp. 59-60. 22. Distinguir las variantes de mumia no era cuestión baladí ni tarea fácil: la mumia pn·mana (narural), la secondaria o mumia ,¿,"a /Eg)'¡JtiCl.'lca (artificial) y la mumia pisa. Ro­ bert J. Forbes, Studies in EarlJ' H-troleum History, Leiden, Brill, 1958, pp. 166-167. Me­ yerhofdifiere: momia es el betÚn usado en Egipto para embalSllmar; alude a restos corpóreos; o es equivalente de la naphttl de Dioscorides y Plinio el Viejo. Max Meyerhof, Un giosstlire de matiere médica/e de Alaimonide, Cairo, IFAO, 1940, p. 116. 23. A. Rojo, "Remedios raros ...", 11, p. 173. MERCADERES DE MOMIAS. EL MITO DE LA MUMIA EGIPCIA EN ELCONlEXTO COMERCIAL DE LA EDAD MODERNA 1011 medicamentorum (Alcalá de Henares, 1566), Llegados al XVII era tanta la preocupación por el asunto que el benedictino Esteban de Villa -el boticluio de San Juan de Burgos-le dedicó un capítulo de su Lt'bro de simples t'cognüos en la medicina (Burgos, 1643)24, El debate traspasó el círculo estrictamente médico, Mientras Covarrubias requería una doble entrnda parn expliC3r los conceptos relativos a momias2S, obrns de diversa índole condensaban las dis­ tintas acepciones y posibles vías para buscar la verdadera mumia, que parn unos era la de los autores clásicos, que para otros era la referida por Luis del Mármol en la Descripet'ón Geneml de Ajn'ca (Granada, 1573)26, Sin embar­ go, existía cierto consenso al establecer que la egipcia ern la mejor de todas, Una perfecta conservación la que gOZ3ban las momias egipcias que, según el aragonés Bernardino Gómez de Miedes en OJmmenkJn'orum de StJle (Va­ lencia, 1572), se debía a que en su confección se habían utilizado productos orgánicos (mirra), e inorgánicos como la sal (natrón), Pero este razonamiento no siempre se daba y podía reemplazarse por otro: el referido al Ml.wuno o masa bituminosa que impregnaba los cuerpos momificados, que se tenía como el elemento que otorgaba a la mumia egipcia su condición de «mejor» y «verdadera,,27, Así, en la Húton'a de los Rrynos de !tI Etln'opia (Valencia, 1610), Luis de Urreta nos dice que

Ay otrn Momia que son los cuerpos sepultados en las pirámides, obeliscos y labirintos de Egipto, donde han hl1lbdo inumerables cadáveres de hombres em­ bl1lsl1ml1dos, embueltos en telas de algodón, que con el bálsamo han perseverado

24. E.de Villa, Libro de simplrs icognitos..., cap. XVI ~De la MUlnia~, pp. 87-91. 25. «CARNEMOMIA. Es la carne enjuta, sin humedad ninguna, del cuerpo del hombre, que por estar embalsamado o por haberse secado entre el arena ardiente, dicen haber tomado el nombre de mumia, cierto betÚn con que se embalsamaban los cuerpos muertos, el cual incorporado y conficionado con el vientre y humor corrompido del difunto, se hace aquella confección y paSta que llaman mumia. La perfectisima es de los cuerpos de los príncipes, porque le echan juntamente áloe, azafrán, mirra y bálsamo. Verás a Laguna sobre Dioscórides. Otros dicen estar corrompido el vocablo de etlme mnmomia, o sea de Júpiter Ammón, cuyo templo famoso estuvo en los desiertos de África. Y esta carne dicen ser medicina que se receta para muchas enfennedade$». ~MOMIA CARNE. La del cuerpo humano que se ha enxugado y secado, que dizen hallarse en los desiertos, adonde las arenas suelen se llevadas de una parte a otra con el aire y cubrir los hombres soterr:índolos debaxo~. Sebastián de Covarrubias, TrJVro de la lengua etlJtdlantl o rspllíÍola, Madrid, L. Sánchez, 1611, lf. 204r/553r. 26. ~Porque se levante de verano un ayre Solano, que mudando la arena de una parte a otra, cubre los pozos, y algunas vezes es tan grande aquella tonnenta que en breve tiempo ahoga los camellos y los hombres, echandoles dos lan~ de arena encima. Y de estOS cuerpos dizen que se haze la carne momia». Luis del Mármol, Primera ptlrle de la drscnjJefon grnertl! de A.ffHetI, Granada, R. R3but, 1573, f. 14v. 27. En este sentido, el bitumen podía penetrar en los huesos hasta el punto de ser difícil distinguir qué era hueso y qué bitumen E. A. Wallis Budge, "J7¡e Mumm)" Cambridge University Press, 1893, p.183. 1012 ELISABETH GARClA MARRASÉ A1-.. Egip

enteros, sin corrupcion, muchos milbres de años. Esta Momia es mucho mejor, por estar conserv:1da con bálsamo; pero ay ya poca y casi no se hl111an cuerpos embalsamados. Pero tambien tiene su defecto, por ser de hombres muertos por enfennedades y de vejez 28.

La inquietud del dominico por la eSC3sez de cuerpos embalsamados -de­ tectable ya en ese momento inicial del Seiscientos- y por la senectud de esos individuos, podía paliarse con la falsificación coetánea de momias que, de hecho, ya se presumía en Luis del Mármol. Pero fray Urreta añadía al amaño de momias una descarga cruel:

Cogen un Moro cautivo, el más sano que pueden hallar, y le purgan una y muchas vezes. Qwmdo les puece q está muy limpio, le cortl1n b Cllbeya es­ tl1ndo durmiendo, y descuydado, y le dexan desangrur colgándose de los pies, y después le dan muchl1s cuchilladl1s muy profundl1s, trepándole todo el cuerpo, y moliendo canela, nuezes moscadas, estoraque, clavos, lo mezclan con ámbar, 111galia y bálsamo, y todas quantas especies uomáticas se pueden hallar, y de todo hazen unl1 confección, de la qualllenan todas las cuchilbdjs y l1berturas del cuerpo; y después le embuelven en mucho heno y le entierran en algún hoyo en algún lugar húmedo, cubriéndole de tierra. Con b qual humedad se incha el cuerpo, y después de unos quinze días le desentierran y le cuelgan al Sol, que le dé todo el dÍll. De t111 suerte, que quedl1n los huessos mondos, resolviéndose toda la carne como bálsamo y este licor es de mayor bondad y virtud que ninguna de 29 las Momias antigul1s, más limpia, más saludable y de mayor eficacia .

La escalofriante obtención de momias a partir de cuerpos de :'nfieles encaja con el hábito de C3nibalismo que se adjudiC3ba al mítico reino del J Preste Juan, donde se creía que sus habitantes comían carne humana O, Con­ notaciones antropófagas que no excluyen que el consumo de mumi(J no sea l el remedio que pueda causarnos mayor estupor , Además, podía apliC3rse a

28. Luis de Urreta, HúlfJria edrsi(ÍJtiCtl; po/íh·ca; natural.J moral de los grandrs y remotw Rf{)'nw de la EJhiopia; Afonarchia dd Emperador llamado Prae Juan, Valencia, P. Mey, 1610, p. 238. 29. L. de UITeta, Historia de los Rf!)'nos de/a EJiopia... , pp. 238-239. 30. Antonio Garrosa, ,MagiaJ' suprrJlición rn la literatura casid/alla mrdit!1)aI, Univer­ sidad de Valladolid, 1987, pp. 492-493. E[ cristianismo se introdujo en Etiopía temprana­ mente (siglo IV), tomando el canon monofisita de [a iglesia copta de Alejandría y erigiéndose como uno de los primeros estados cristianos (reino de Aksum). A partir del siglo VII, [a irrup­ ción islámica en Egipto aisló Aksum, siendo un reducto cristiano y envolviendo de misterio sus ritOS cu[tua[es que incluían cultos [oC'3les, creencias ancestrales y -dato importante- prácticas judías. Ya en el siglo XII el reino del Preste Juan se instaló en el imaginario de [a Cristiandad, situándose primeramente en Asia, e identificándose finalmente con Abisinia. 31. No relacionaremos los componentes repulsivos de ciertos remedios mediC'3mento­ sos, pero a punto de mencionar a Paracelso es obligado citar el uso de sangre humana, excre­ mentos, sudor y cabello. C/r. P. Schwyzer,Archarologirs..., p. 160. Una síntesis (superada pero MERCADERES DE MOMIAS. EL MITO DE LA MUMIA EGIPCIA EN ELCONlEXTO COMERCIAL DE LA EDAD MODERNA 101.3

2 modo de emplasto o como supositorioJ , Cuando se tomaba vía oral, se mez­ claba con hierbas, vino e ingredientes que la hacían más agradable al paladar y la amoldaban a la patología diagnosticada, siendo aconsejada en tratar todo tipo de dolencias (tos, náuseas, úlceras, fracturas, parálisisP\ y efectiva en casos de gota, dolor de articulaciones y epilepsiaJ4, Tal versatilidad hizo que la mumi(J fuera uno de los medicamentos más preconizados hasta épocas re­ cientes y la "droga» más comúnmente prescrita en Europa, convirtiéndose en auténtica "panacea»JS, Estamos, pues, ante un dilatado e intrincado proceso de mitificación en el que, por inercia, la definición y uso variables de mumi(J acabaron provocando distorsiones, En unos contextos del Quinientos español la mumi(J pasó a identificarse con el betún original, mientras que en otros, ante la falta de mumi(J legítim(J, los boticarios recurrieron alas falsificaciones de Urreta, u optaron por expedir mumi(J m1efllct(JJ6, La confusión que genera lo relativo a la mumi(J viene en parte motivada por su trasfondo hermético y alquímico, y por su consideración de "panacea» procedente sobre todo de la doctrina paracélsica que algunos autores -dis­ cutiblemente- han señalado como instigadora de su uso terapéutico, En la primera mitad del siglo XVI, Theophrastus Bombastus van Hohenheim, Pa­ racelso, describió la mumi(J como la «semilla de vida» (semin(J); aseguró que estaba presente en todo ser humano; apuntó que cada médico era quien debía buscarla; y proclamó que era un remedio universal al residir en ella «el prin­ cipio supremo de curación»J7, Sin embargo, las tesis de Paracelso, difundidas a través de D(1S Budt Rlmmirum (Mülhausen, 1562) y su versión latina, el Liber P(lmmirum (Basilea, 1570), encerraban no pocos interrogantes, hasta

entretenida) es la de Paul G. Brewster, "Physician aoo Surgeon as Depicted in 16th aoo 17th CentUl)' English Literature", üsins, 14, 1962, pp. 13-32. 32. Según el Codrx BruxeUensis rvde linales del siglo XV, el polvo de momia se podía utilizar a modo de supositorio en, por ejemplo, casas de mellStruación excesiva. 33. Ann R. David Y Eddie Tapp (eds.), 77u mummfs tale. 77u sdentifie and mrdicl:l! int'C.Jtigahon ofNafse,FAmun, prirJi in the Temple at Karnl'lk, New York, Sr. Martin's Press, 1993,p.12. 34. P. G. Brewster, "Physician...", p. 21. Para las mismas dolencias, gr. Luisa Femanda Aguirre de Cárcer (ed.), KiJ.ib I:l!-Adiu'!J'a I:l!-AlufmM, 1, Fuentes Ar:íbico-Hispanas, 11, Salamanca, CSIC, 1995, p. 292. 35. Ann R. David, "Mummy aoo Mumia as Panaceas", fnterntUlonl:l! ./ournlll of Der­ matolo/I)" vol. 34, 9, 1995, p. 641. La noción se hace ecode la dlquimia del elixir:. surgida en la Baja Edad Media, que pretendía dar con el fánnaco perfecto a tr:n-és de prácticas alquimis­ tas. Michela Pereira, L 'arte del role e ddla luna. Alchimia e fi/osofia ne! Alrdioevo, Spoleto, CISAM, 1996, p. 68. 36. Cuya composición sería en teoría de asfalto de Judea (o, en su defecto, del proce­ dente de América), incienso, colofonio, áloe, resina blanca y ocre. Leon Tournier, "Comen­ tario a la Tarifa de Boticas impresa en Santiago de Chile en el año de 1813",Anl1lef de 111 Unh'CrJ1"dtJd de Chile, 71, 1913, p. 115-180. 37. Mar Rey Bueno, Quijote mágico, Madrid, Algaba, 2005, p. 71. 1014 ELISABETH GARClA MARRASÉ A1-.. Egip

el punto de no dejar claro qué era mumia y, por ende, situarla en el horizonte 38 hermético más lejano e impenetrable , Horizonte donde se divisaban otros preparados y fánnacos, los eleaUiln'os o co'!ftcciones, conocidos en el XVI español como pohJOS eleaUiln'os, caracterizados por ser «ingrato[s] al gusto de los enfermos,,39, De presunto origen egipcio, utilizados por Galeno y Dios­ córides, e incorporados en la medicina árabe, los electUiln'os se definían por ser medicamentos blandos, compuestos de varios simples y del extracto de sustancias orgánicas, que fueron complicándose al entrar a fonnar parte de la 40 filosofía médica paracélsica , El uso terapéutico de mumia no sólo se remonta a fechas muy anteriores ala formulación de las tesis del médico suizo-gennánico, sino que no siempre se asoció al tratamiento de enfermedades humanas, Prueba de ello la aporta una de las primeras menciones de mumialmomia en castellano, datada de 1386 y recogida en El Hbro de las aves de Ctl{

38. ~Algunos creen que Paracelso quiso designar con este vocablo una pequeña planta que crece en los ataudes de los cadáveres embalsamados. Otros que la momia de Paracelso era otra substancia, cuya ,-crdadera naturaleza no indica claramente~. L. Tournier, ''Comentario a la Tarifa de Boticas...", p. 163. Este tipo de premisas paracélsicas recogían ideas previas: por ejemplo, la mandrágora desconcertaba en códices farmacopéicos medievales por su extraña humanidad vegetal y se asociaba con cuerpos de finados representados en el interior de sus ataúdes, con una incisión en el vientre cuya apertura permitía visualizar los intestinos. ¿Dónde quedaba la noción de mumia? Según el Da simplici medicina (o Circa in.5!afl,f) de Platearius -al que referiré en breve- en la ~especie que se halla en el interior de los sepulcros de los muertos, que es caliente y seca en el cuarto grado~. Michael Camille, "The corpse in the Garden.llfumia in Medieval Herbal IllustratiollS", Aficrologus, vol. VII, "11 Cadavere", 1999, pp. 297-318. 39. Antonio Castell, 77leoni:l y pr

44. Pero Tafur, And/¡nfas e viajes por dh'N"stlS pllrles dd mumÚJ aVlao, M. Ginesta, Madrid, 1874, pp. 91-92. 45. Camilo Álvarez de Morales y Ruiz Matas, [Ibn \V;ilid], Kitlib al- WlSIidfll- TiM. Libro de la <'IIl1whtld/¡, sobre medicina, Toledo, Diputación de Toledo, 2006, p. 19. 46. Del Afa]'mu'at al-fill:lha, Gabriel Alo!lSo de Herrera ofrecerá su Agricultura Gene­ r<'ll (Valladolid, 1513l. 47. Kirab al- ¡'VlSIidfll-Tibb y Kirab al-Adi'll.'!J'a al-Alufrad/¡, respectivamente, cuyas versiones árabe, latina, hebrea y romance gozaron de gran difusión. Ambos paSllron al mundo morisco: desde el siglo XI eran un antecedente de la teoría y praxis médica peninsular, e Ibn Walid sale citado en manuscritos aljamiados de curación El modelo que la medicina árabe suponía en la España del XVI queda reflejado en el citado episodio de don Carlos. JuSto antes de producirse el milagro de "sanación" ante el cuerpo de fray Alcalá, hubo otro intento para sanar al príncipe: ~En aquellos días desespellldos, alguien de la Cámara debió de apuntar que se avisase a un curandero morisco famoso en Valencia por sus curas maravillosas. Aunque los médicos [de Felipe 11] se opusieron, prevaleció la idea y allí llegó el curandero deshaciéndose en reverencias ante la actitud altanera de los fracasados médicos. Según refiere el embajador de Florencia en carta de 14 de mayo [1562~ el morisco puso la llaga al descubierto, la olió y preguntando al príncipe si le dolía, éste contestó negativamente. Entonces él aseguro que pronto y con la ayuda de Dios, recuperaría la salud. [Y] embadurnó la herida con un ungüento negro y otro blanco». M" Teresa Oliveros y Eliseo Subiza, Fdipe /l. E,íiudio m¿diro-hislóriro, Madrid, Aguilar, 1956, p. 76. Cabe plantear la posibilidad que el ~ungüento negro» se tratase de ungiimto egipciaco, de supuesto origen egipcio. El ungüento, de uso externo, es citado en el Libro de la <'IImohtld/¡ de Ibn Wafid (remedio VI,20)y también en un Tratado de medicina en romance (al que aludiremos más adelante}. ~E si fuere la boca de la llaga angosta, ponlle la me­ lzina del unguento del Egipto», BNE Mss/I0051. Todavía en tratados de fanmcia española del XIX el ungiirnto egipciaco se aconseja para sanar flujos de pus y ayudar a [a cicatricación. El color del ungüento se debía a que, pese a la composición de acetato de cobre, miel, vinagre y cardenillo, la tonalidad verdácea inicial se oscurecía, a la par de adquirir una consistencia densa Cfr. Raimundo FOI"$, Trati:ldo de firmada operatoria, tomo 1, Barcelona, José Tauló, 1016 ELISABETH GARClA MARRASÉ A1-.. Egip

considernda como simple, aun no especificar su origen (vegetal, mineral, ani­ mallhumano)4s. Nueva indeterminación al clasificarla que se repite en libros de simples y tratados herbolarios del Medievo cristiano, caso del De simpHci medidllil de Matthaeus Platearius, de las postrimerías del siglo XII, cuyas versiones iluminadas de la centuria siguiente delatan dos detalles que no pue­ den ignornrse: la momia siempre es representada en el interior del ataúd y comparte su espacio con elementos tan dispares como cornles, amatistas e incluso calamares gigantes [FIG. 1r. Del segundo tipo de tratados forman parte una serie de manuscritos árabes, aljamiados y castellano-mudéjares fechados a caballo de los siglos XIV-XV, conocidos como M(Jnuscritos de OmjÍa, en los que destaca el Mis­ ceUneo de S(Jlomón. A lo largo del texto, Salomón (Sulayman), personaje bíblico C3pital en tradiciones y leyendas del mundo musulmán, señala una receta para cada enfennedad, detallando en cada caso las drogas más ade­ cuadasso. En una de las glosas aljamiadas romances que refieren a nombres de plantas y fármacos, se incluye «momiya", voz tomada del árabe mumryd, Sl registrándose ya tales arabismos en la lengua castellana del momento • Un fenómeno que convivió en primera instancia con la equivalencia mumia/ momia; se reflejó a corto plazo en tratados médicos en romance de reme­ 2 dios psicoterápicoss ; se acomodó a medio plazo en el imaginario popular del

1841, pp. 704-705. Es oportuno añadir que el tratado de Ibn Wálid se encuentra entre los códices aljamiados en hebreo de la Biblioteca laurentina [RBME Ms G-I1-11], desde que Juan de Bo~a lo regalara a Felipe I1,junto a otros manuscritos árabes y hebreos, y, asimismo, una serie de libros chinos. C/r. Gregorio de Andrés, "Los libros chinos de la Real Biblioteca de El Escorial", Missrontllitl Hisptlllim, 76, CSIC, 1969, p. 120 n. 14. 48. En principio, la mumitl en Ibn Wafid debe entenderse como masa bituminosa pro­ cedente de momia humana. C/r. L. F. Aguirre,Kit.ió..., p. 63. 49. La presencia de mumitl en herbolarios medievales era una reminiscencia al uso de plantas y vegetales en el proceso de momilicación que preservaban al individuo embalsamado: Phomix Md.J'liftrtl, Ptlrmditl /uifurtlcetl, AJlium cepa (esto es cebollas). Se constatan así las bases racionales de la magia adjudicada a ciertas plantas, recogidas por Dioscórides. C/r. Ann R. David, "PlantS and plant products used in mummilication", en Herbert N. Nigg YDavid Siegler (eds.), Ph.J'tochemiml Resources.fbr Afrdicine amIAgriculture, London, Plenum Press, 1992, pp. 15-31. La inclusión de mumia seguirá en adelante, como el herbolario hispano­ provenzal de mediados siglo XIV: mumia aparece allinal del manuscrito, es un cadáver dentro del ataúd (bajo fonna de esqueleto, sin tejido muscular) y se situa junto a tres especies de herbáceas (Mm, Afala citronia, Afalorum grantltorum). De la misma época, el Trtlcttlt~ de herbis: la mumia (aquí sí con aspecto de "momia") se imerta junto a la menta y la mandrágora. 50. Joaquina Albarracin Navarro y Juan Martínez Ruiz, Alrdicintl, ¡armaropea y ma­ gia 1m el rMfiscddneo de Salomón", Universidad de Granada, 1987, pp. 12-21. 51. J. Albarradn, Afrdicintl,/armacoJ'l!a.J magia... , p. 61. 52. Es decir, mis persuasivos que científicos. La mumia es aconsejada en la España del Cuatrocientos para la «Cura de dolencias del cora~on»: «e beve el buen vino de buen olor, e tome la mumia». Anónimo, Trtlttldo de medicina, BNE Mssl10051, f 57v. La ingesta de mumia con vino perdurará en adelante, tanto en el siglo XVI (Bernardo de Quirós, Recrlario MERCADERES DE MOMIAS. EL MITO DE LA MUMIA EGIPCIA EN ELCONlEXTO COMERCIAL DE LA EDAD MODERNA 1017

Quinientos, tan marcado por la sapiencia médica aglutinada alrededor del 53 mundo celestinesc0 ; y se filtró a largo plazo en remedios medicamentosos en los que mumitl quedaría cobijada bajo distintas fonnas hasta fechas muy tardías, caso de la «raspadura de huesos...... La mumitl también se usaba en la elaboración de esencias, elixires, lico­ res o jarabes. Y, por encima de todo, pennitía la preparación de bálsamo, lo que fray Urreta defendía como mejor manera de resolver la mrnemomitl de aquel desdichado «moro cautivo". El bálsamo es importante en dos sentidos: el primero, culmina el proceso de mitificación donde la versatilidad en la definición y uso de mumitl acabaron provocando distorsiones; el segundo, evidencia hasta qué punto no es fácil situarla en el contexto comercial mo­ derno. En la monumental Ifiston'tl MedidntJI de kM COS(M que se tr(Jcn de l(lS Indi(M Ocdden!tJles (Sevilla, 1574), Nicolás Monardes comparaba algunas co­ StlS traídas del Nuevo Mundo con otras conocidas de antaño, haciendo notar que «traen de Nueva España aquel licor que por su excelencia y maravillosos efectos llaman Balsamo a ymitacion del verdadero Balsamo, que avia en tie­ S5 rra de Egypto.. • El verdadero bálsamo que según Monardes ---coincidiendo con Urreta- era «el que había en tierra de Egipto.. solía recibir el nombre de MI.r(lmO on·enkJl. De su composición fonnaban parte al menos tres elemen­ 6 tos: la goma arábiga (en polvo), que actuaba de aglutinanté ; la Ptlssiflom

para las lÚJiencr"as del cuerpo humano, Ms RBME H-I11-25, f 2Sr), como el XVII, siendo prescrito incluso en pacientes de corta edad para quitar señales de viruela: ~que tome cada ma­ ñana una dragma de polvos de consuelda mayor y de mumia, mezclados en iguales partes; [y] tómelos con vino tinto enjuto~. GeTÓnimo Soriano, AfethotÚJ J' orden de curar las enfermedadrs de los n;;íos, Zaragoza, Hosp. Real Ntra. Sra. de Gracia, 1690, p. 86. 53. Cfr. Joaquina Albarracin Navarro y Juan Martínez Ruiz, "Farmacopea en La C~ le,¡tina y en un manuscrito árabe de Ocaña", en Manuel Criado del Val (ed.), La CdMina y su contorno social, Barcelona, Borrás, 1977, pp. 409-425. Fernando de Rojas no llega a citar explícitamente la mumia, si bien en la Comedia de ealido:J Afdika (Burgos, 1499) sí encontramos un fánnaco tomado de Galeno y Dioscórides, la triaca o atriaCtl (Acto VI), un medicamento según CovalTIlbias ~eficacísimo, compuesto de muchos simple$», siendo uno de ellos el bdúamo oriental, al que me referiré a continuación Cfr. Julián Martín-Aragón, Los saberes médicos rn La Cdrdina, Diputación de Toledo, 1998, p. 80. 54. Tamar Alexander y Yaakov Bentolila (eds.), Edudios JVbre la cultura seftrdí. La cultura judeo-rspaiíola del Norte de ¡\Jarrurcos, vol. 2, Universidad Ben-Gurion del Negevl Sentro Moshe David Gaon, 2008, p. 98 n. 40. Retomaremos la relación entre comercio de momias y mundo judío. 55. Nicolás Monardes, Primera J' Segunda J' Tercera partes de la Hidoria A1edicr"nal de las aMas que se traen de las Indias Occidentalrs que sr"r'¿'en al UJV de llfrdicintl, Sevilla, Alonso Escrivano, 1574, f. 9r. Todo lo contrario de lo que más tarde opinará Villa, para quien no «tiene razón de mumia el bitumen de ludea, que por otro nombre se dize asphalto, porque esto secoge de encima de las aguas del lago de Sodoma, llamado Asphalites (... ),.. E. de Villa, Libro de simples icognitos. .. , p. S8. 56. Entre sus varias acepciones y empleos en fannacia, la goma arábiga podía utili­ zarse en sustancia o en forma de polvo, siendo la segunda la solución ~para preparar pociones 1018 ELISABETH GARClA MARRASÉ A1-.. Egip

menispernijblia (en polvo), que otorgaba una textura más agradable y dige­ 7 riblé ; y el ingrediente "clave", en la línea de la qut'ntM essenÜM alquímica tardomedieval, la mumia '['era ..4!g;ptiCtlCtI que, aun ser parte del bdl.wuno orienltJ!, podía convertirse en el 'todo', adquiriendo una dimensión .suprema. Lo vemos en las consideraciones vertidas en el último tercio del siglo XVI por el médico alemán Joachim Struppe. En el Consensus celebreiorum me­ dicorum (Frankfurt, 1574), Struppe recopiló un total de 21 indicaciones de mumia vem ..4!gyptiCtlCtI e incluyó uno de los pocos bocetos alusivos, y explícitos, de una momia egipcia que, por primera vez, no dejaba lugar a dudas [FIG, 21'8. A tenor de esta dimensión .suprema, es plausible entrever el bdl.wuno orienltJ! trns el M/.ramo de Fiembnís del Quijote, y, aun no hacerse alusión s9 explícita a mumia, también lo es entreverla implícitamente • He aquí las im­ plicaciones literarias que apuntábamos, Cervantes lo habría asido del cantar de gesta de Ferabras (siglo XII), que tuvo una exitosa versión castellana,Hi5--­ toria del empemdor C(lrlomagno en /tI qu(J! se tmltI de las gmndes proez(M"y /UIZ(lñas de los doce Ptlresde Fmnda (Sevilla, 1521); en el episodio del saqueo de Roma a manos del gigante Ferabras, tenía lugar el robo de unas reliquias y un bálsamo con el que, según se decía, había sido embalsamado Jesucristo. Un bálsamo capaz de curarlo todo, en cuyo trasfondo residía la idea utópica de «momia perfecta.. que -volviendo a Villa- hubiera sido la resultante de la descomposición del cuerpo de Cristo, De todos modos, esta utopía y la mag­ nitud casi divina del Mtsamo on'enltJ! ernn compatibles con una dimensión más mundana de la Ctlrnemomia. Su alcance retórico llegó a tal punto que se acomodó en el imaginario popular de los siglos XVI-XVII, convirtiéndose en tópico literario no exento de comicidad (en alusión despectiva al aspecto

gomosas y para mezclar con agua los aceites fijos, los volátiles, las oleo-resinas y las resinas, y convertirlas así en licores emulsivos.. Manuel Jiménez (ed.), Dicciontlno dI! Iw diufonariw de Afrdicintl publimdw rn Europa, ó Trattldo compkto de Mrdicintl J' Cirujía Prácticas, V, Madrid, N. Sanchiz, 1844, p. 40. 57. Variante de la PassiJlorae herba, planta tropical de origen americano a la que los jesuitas adjudicaron connotaciones de la Pasión de CriSto. Monardes refiere a estaJlor de la Pasión, al igual que Villa: dlli [en Perú] verán una planta que nace como la yedra, muy alta, en cuias extremidades ay unas flores blancas figuradas muy al vivo con despojos de la Passion de Christo Señor N tro. El fruto que lleva es como una granada, de agradable guSto el licor q encierra». Esteban de Villa, SrgunlÚl parle de Júnplrs incognitw en la mrdicina, Burgos, Pedro de Valdivieso, 1654, f ISr. 'Tease también Michel Salazar, Trattldo dI! Psicoftnnacología. Basrsy aplimCfon clínica, Madrid, Médica Panamericana, p. 547. 58. La momia sigue en el interior del ataúd pero toC'ada con una corona (¿a modo de faraón?) y con vendajes que muestran lo que parecen jeroglificos. Grabado xiI. ~Expre.ssa verae Mumiae A~gypticae eiligies-, en RBME 12-IV-70 2°, f s/n. 59. ~Es un bálsamo (... ) con el cual no hay que tener temor a la muerte». Miguel de Cervantes, El !ngrniosv Hidalgo Don Quixote de la Alanchtl. Madrid, Austral, parte 1, cap. X,p.77. MERCADERES DE MOMIAS. EL MITO DE LA MUMIA EGIPCIA EN ELCONlEXTO COMERCIAL DE LA EDAD MODERNA 1019 físico y los estragos provocados por el paso del tiempo), y recurrente en au­ tores como Lope de Rueda, López de Úbeda, Céspedes y Meneses y, cómo no, Cervantes, en este caso en la segunda parte del Quijote60. Sirva este apartado a modo de punto de partida para evidenciar la com­ plejidad del tema estudiado y, tras buscar los entresijos de la «verdadera.. mumitl, la dificultad a la hora de calibrarla y examinarla en el contexto co­ mercial de los siglos modernos. Un terreno de investigación no lejano al desierto o, peor todavía, a las arenas movedizas.

LAS MOMIAS SON MERCANCÍA, MISRAIM [EGIPTO! CURA HERIDAS Y EL FARAÓN SE VENDE COMO BÁLSAMO" Bajo la doble perspectiva eran considerndas las momias egipcias a me­ diados siglo XVII. Doble en tanto que «mercancía.. y producto medicinal o «bálsamo que curn heridas.., la resulta de creencias y usos que se remontaban a las centurias anteriores y que aún proseguirían en adelante. Hacia 1880, en una extrnña coexistencia con la entonces desarrollada Egiptología, las mo­ mias procedentes de tumbas egipcias eran tenidas todavía como componente medicamentoso, cuy:¡. utilización era prescrita, por ejemplo, parn acelerar el 62 proceso de soldaduras en fisuras óseas • De ahí que no deba desconcertar­ nos que la mrnemomitl continuase instalada en el horizonte terapéutico de la España de hace apenas doscientos años, tipificada de «droga.. y listada en documentación relativa a derechos arancelarios.

Derechos Los actuales viniendo Los actuales viniendo en antiguos en buque nacional bugue extrangero ó por tierra Carne momia, 40 Mrs. '/3 ~ ext. c. lib.* "extranjero; cada libra

60. ~y estava tan seco y amoX1lmado, que no parecía sino hecho de carnemomia». Mi­ guel de CeIVantes, Segunda Parle dd Ingeniosv CmN¡/lero Don Quixote de la Afancha, Ma­ drid, J.de la Cuesta, 1615, f Iv. 61. Observación de un médico inglés del siglo XVII [traducción de la autora~ Tho­ mas Browne, HydnOtaphia. Uro bun"al or a Discourse ofthe srpulchral uros latdy ftund in Noifoll [16581 en Simon W'ilkin (ed.), 7he VVorls ofSir 7homas Brou'lle, London, H. G. Bohn, 1852, p. 46. 62. Cfr. M. Meyerhof, G/ossaire..., p. 116. También J Albarracín, Medicina, fanna­ copea y magia... , p. 51. En esta cronología tardía se dieron otras prácticas en relación a las momias: su uso en la pintura (~maJTÓn momih), en la fabricación de papel, y en locomotoras como combustible, sin olvidar el evento social del desvendaje de momias en público. Cfr. J. M. Parra, MomiM..., pp. 23-35. 1020 ELISABETH GARClA MARRASÉ A1-.. Egip

Las Drogas extrangeras o nacionales para uso de la medicina deben visitarse con esmero en las Aduanas por los comisionados del Real Protome­ dicato antes de entregarse á los consignatarios ó dueños (Real resolución 19 Noviembre 1788) y si fueran adulteradas ó nocivas, quemarséJ , Fueron sobre todo momias tardías -datadas de Baja Época (747-332 a,e.) y del período Ptolemaico (332-30 a,e.}- las que salieron de Egipto para ser vendidas, no sólo porque se hallaban en estratos más superficiales y accesibles, sino porque su aspecto bituminoso y negruzco era el desea­ dol>+, Aunque Laguna advirtiera que __ no se pueden tan facilmente robar los cuerpos embalsamados", no era difícil -ni entonces ni ahora- toparse con escondrijos de momias donde desde antiguo se amontonaban cuerpos secos de gentes comunes, Son los campos de momias frecuentados en época mo­ derna por viajeros que pisaron Egipto y documentaron lo que vieron a su paso, momias incluidas65 , En la facilidad para conseguir momias repará Jean Bodin en la década de 1590: el Colioquium izep!tlplomeres, escrito hacia 1593 e inédito hasta el siglo XIX66; y el UniversM n(ltume tlle(ltrum (Lión, 1596), En las páginas iniciales de la primera, Bodin ponía en boca de Octavio Fag­ nola -interlocutor del diálogo que personificaba un cristiano convertido al Islam- un episodio ocurrido en los alrededores de El Cairo que, a simple vista, puede parecer anecdótico aun no serlo: el robo de una .

los cadáveres de Egipto que de antiguo habían sido guardados embalsamados con amoníaco, cárdamo, sal, aceite, miel, mirra, áloe, nardo, queso, resina y otras

63. Juan G. Barzanallana,Arancd de derechos ,/ue pagan los géneros.. atrangerosy nacionales á su entraM y Slllida en d Rf!)'no [de España], Madrid, F. de la Parte, 1816, pp. 75-80. 64. Cfr. P. Sclrwyzer,Archaeolo/p"rs... , p. 156. También M. Rey Bueno, Quijote mágico, ob. cit., p. 66. 65. Sería extenso enumerarlos. Sólo citaremos a Pedro Mártir de Anglería, embajador en Egipto al servicio de los Reyes Católicos (1501-2), cuya labor quedó reunida en Opera Lr§ltio BabJ'lonica (Sevilla, 1511}, el francés André Thevet, Comwgraphie de L(1)ant (Lión, 1554}, y, en la década de 1580, el inglés John Sanderson y el alemán Samuel Kiechel, que visitaron las pirámides y lo que denominan «la Momih, recinto que situan a unas 6 millas de Guiza. Cfr. K H. Dannenfeldt, "Egyptian Mumia"... , pp. 168-169. 66. No entraremos a cuestionar la autoría del CoUo,/uium. Pero es el episodio de la momia al que ahora aludiré el que ha sembrado más dudas al respecto y ha inducido a Karl F. Faltenbacher (Das CoUw¡uium Heptaplomerrs rin Rdigümgrsprlich Zu'ischm ScholaJtik, Frankfurt am Main, Peter Lang, 1988) a negar que sea Bodin y alinnar que es un texto pos­ terior. Cfr. Noel Maloolm, "Jean Bodin and the autol"$hip ofthe Co!!O<¡uium Heptap!omrrei", }ourna! ofthe H-árourg and Courlauld !nJti/u/es, 69, 2006, pp. 95-150. 67. ..Amomiam» en la versión latina. Joannis Bodini, CoUor¡uium Heptaplomerrs, París, F. Guilelmi, 1857, p. 5. De la castellana, Primitivo Mariño, Coloquio de los sirte Sllbios sobre arcanos mativos a curJtiones últimas, Madrid, CEPC, 1998. MERCADERES DE MOMIAS. EL MITO DE LA MUMIA EGIPCIA EN ELCONlEXTO COMERCIAL DE LA EDAD MODERNA 1021

póciml1s que le liberuban de la putrefacción; tl1nta fuerza tenÍlln estos ~dáve­ res que curuban Cllsi tod'ls bs enfermedades. Y saCllmos de entre las pirámides [

La momia nunca llegaría a ningún apotecario. El episodio tenía un final truncado y moralizante: la facilidad de conseguir momias tenninaba en el momento de su traslado a Europa. Tras partir de Alejandría, la embarcación que se dirigía a Italia y llevaba a bordo la momia, escondida dentro de un arca, fue sorprendida por fuertes vientos. Fagnola describe que los vientos huraca­ nados provocaron una tempestad que empezó a sacudir la nave hasta «vemos obligados a arriar velas y arrojar la mercancía..; en plena noche para no ser descubierto, decidió arrojar la momia al mar, advirtiendo que «los cadáveres de los egipcios siempre promueven tempestades" y, a su pesar, que «las leyes marinas de los egipcios prohibían rigurosamente su transporte" y arremetían contra quien las incumpliera al ser culpable de la pérdida de la mercancía y del 69 daño causado a los mercaderes • El peligro que supuestamente entrañaba el traslado de momias reaparece en el 77zMtrum, obra póstuma de Bodin: si un cadáver desenterrado de las tumbas egipcias es llevado en barco para ser ven­ 7D dido, a menos que se deseche a tiempo, la nave correrá riesgo de naufragar • Es posible que tal superstición no sólo pretendiera frenar la exportación 71 de un producto controvertid0 , sino que, a juzgar su repercusión, fuera la

68. J. Bodin, CoIor¡uio ..., lib. I, p. 5. Trasladando lo dicho por Herodoto en sus Hi9o­ n·as (lib. 11), Bodin precisa que la ~Amonía» robada por Fagnola y un compañero de viaje (del que sólo se revela que es genovés), se trataba del ~cad:íver de un hombre [porque] los cadáveres de las mujeres que la vejez todavía no había desC'arnado antes de los tres días no se pennirían visitar a embalsamadores para que no cometieran estupro con cadáveres», i"idem, p. 6. Las insinuaciones de tipo sexual formaban parte de las supersticiones en el transporte de mumia, generando un imaginario alrededor de las prácticas necrofílicas con momias que, según se creía, podían darse en el mmino egipcio, es decir, durante el traslado. Este tipo de observa­ ciones están presentes en autores ingleses del XVII como John Dryden C/r. P. Schwyzer, Archarologies... , p. 164. En este sentido, la mumia procedente de vírgenes embalsamadas era considerada especialmente eficaz y se vendía a mayor precio. K. H. Dannenfeldt, "Egyptian Mumia"...,p.174. 69. J. Bodin, CoIor¡uio ..., pp. 8-11. En el Seiscientos se darán episodios similares de naufragios provocados por llevar momias a bordo; de ahí que la autoría del OJUor¡uium esté en entredicho. Sydney H. Aufrere, La Momie d la tempile. Nirolas-Claude Fa"ri de Peiresc rl la curiosité ®'¡Jtimne m Prof-,mce au dibut du XVI/e sicde, Aviñón, A. Barthélemy, 1990, pp. 56-57. 70. N. Malcolm, "Jean Bodin...", p. 114. Ya en el Libro 11, Bodin pondrá en boC'a de otro interlocutor, Federico Podamico (que personifica el luteranismo), la sensatez y la razón, puesto que ~no es cierto que las tempestades y tonnentas se formen por el robo de los cadáve­ res egipcios.. J. Bodin, CoIor¡uio... , p. 41. 71. P. Schwyzer,Ardule%girs... , p. 162. 1022 ELISABETH GARClA MARRASÉ A1-.. Egip

contrapartida de un hecho que debía conocerse en las postrimerías del siglo XVI. Dos décadas antes de redactar Bodin el Colloquium, Struppe expli­ caba en su Qmsensus que, apenas tres años atrás, los turcos habían llevado una momia egipcia a la batalla de Lepanto (1571), parn atraer -sin éxito, 72 vistos los resultados- buenos augurios , Por tanto, el halo místico-mágico podía paradójicamente convertir los buenos augurios en malos, Llegados a este punto, es obvio que nuestro objeto de estudio ya ni siquiera está al bor­ de de las arenas movedizas, sino hundido en las profundidades del mar. A la dificultad que supone per' se acercarse a las transacciones mercantiles entre la Monarquía hispánica y el mundo islámico, hay que añadir en el caso de la mumi(J la existencia de tales aprensiones y fetichismos, que debían obstacu­ lizar el registro de movimientos comerciales relativos a momias procedentes de Egipto en documentación de los siglos XVI-XVII7J, Las leyes marítimas a que alude BodinH fonnaban parte de las medi­ das introducidas por las autoridades egipcias del Quinientos a fin de reducir 75 la exportación de cuerpos embalsamados , Al convertirse en provincia del Imperio Otomano (1517), Egipto introdujo diversos cambios políticos res­ pecto al sultanato mameluco previo, aunque procuró una legislación que mantuviern ciertos privilegios comerciales sobre todo a su aliada por exce­ lencia, Venecia, llegando a permitir la edificación en El Cairo de un almacén exclusivo para mercaderes venecianos (1553)76, Pero el delicado equilibrio mediterráneo comportó que esta situación de privilegios cambiara a medida que avanzaba la centuria, En 1597, las autoridades egipcias decretaron que los comerciantes del Véneto (y extranjeros en genernO pagaran grandes sumas de dinero para ejercer su actividad o, de lo contrnrio, deberían abandonar la capitaL Los mercaderes se retirnron al Bajo Egipto donde, lejos del núcleo de 77 poder político, hallaron cierta tranquilidad en Alejandría ,

72. Joachim Struppe, Consensus cdebrciorum mcdicorum, historicorum rl phi/osopho­ rum..., Frankfurt am Main, N. Basse, 1574, ~De mumia vera», final obra, sIpo 73. Obstaculizar pero no impedir, como demuestran las escasas -aunque existentes­ noticias referidas a drogas orientales llegadas al Principado de Cataluña a finales del XVI: ~13$ Especies y Drogas que venen de Alexandria son las seguenrs: (... ) Cassia, Riubarbaro, Goma arabica, mira, aloes, balsam, Momios y altres coses simples». Pen: Gil, Libre primer de la his­ tona Ctlthalalla en lo "ual SI! trada de HiJtona o drscnimo lIatural [ca. 1598-1600], BPEP Ms nO 112, f. 55r. 74. ~Nauticis rEgyptiorum legibus cad3Vera traJlS\"ehi sancti,ssime prohiberentul"». J Bo­ din, CoUoquium .., p. 10. 75. Cfr. Harold J. Cook, llftltters ofExchallge. CommerC/:, Alrdicille alld Science ill the Dutch Goldm Age, New Haven, Yale University Press, p. 270. K. H. Dannenfeldt, "Egyptian Mumia"...,pp.168-171. 76. El poso del intenso intercambio con la Sermissima tenía unas raíces simbólicas en 828, año en que dos mercaderes '"enecianO$ habían sacado de AJejaoor1a las reliquias de san Marcos. 77. Enrico M. Dal Pozzolo (rt alii), Venczia e !,Egtito, Venecia/Milán, Museu Civici di Venezia, 2011. MERCADERES DE MOMIAS. EL MITO DE LA MUMIA EGIPCIA EN ELCONlEXTO COMERCIAL DE LA EDAD MODERNA 102.3

Desde el siglo XV la extracción de mumi(J procedente de tumbas egipcias se había intensificado, motivando las primeras persecuciones de mercaderes de 76 momias , Hacia la década de 1420, algunos fueron juzgados y encarcelados en El Cairo acusados de cocer momias; bajo tortura, confesaron que lo hacían para vender su aceite a comerciantes franceses, recibiendo a cambio la suma nada desdeñable de 25 piezas de oro por quintal (45 kg)79, No sería el único caso ni el peor, En circunstancias similares, un mercader fue sentenciado a muerte en 15136°, Episodios anecdóticos pero reveladores, a los que se suma la opemtiva de los comerciantes ingleses en el Meditetrineo oriental a finales del siglo XVI; la opemtiva culminó en tenitorio egipcio con la fundación de una sucursal cairota de la Levant Company (1583), cuyo objetivo em tejer una red comercial que permitiera el flujo de carne momificada recién salida de las s1 tumbas menfitas hasta los boticarios de Londres , Pronto se evidenció que el consulado inglés no era suficiente pam evitar extorsiones de todo tip062, Ya hemos apuntado que la entmda de mumi(J en la Península ibérica es anterior. La inserción en el comercio bajomedieval de la «carne de ome. que decía Ayala no sólo se debe a los contactos castellanos establecidos por Al­ 63 fonso X con las autoridades mamelucas , sino alas relaciones entre la Corona de Amgón y Egipto que cristalizaron en 1262 con la creación del consulado 4 catalán en Alejandría por parte de Jaume 18 , La mumi(J suponía un producto minoritario sobre el que debían ensañarse infinidad de impuestos y aranceles que gravaban las mercancías (peajes, portazgos, lezdas), en especial los bienes de importación de lujo (sedas, especias, drogas, productos exóticos), y más en su caso, dada la naturaleza singular de la mumi(J, Pese a todo, es posible detectarla en el Lt'bre de conezmses de spides e de drogues, prontuario fecha­ do hacia 1385, coetáneo -no por casualidad- al Lt'bro de l(Js (J'ves de Ayala, y 65 considemdo como el primer registro hispánico de mercaderías , En él se dan

78. Cfr. K. H. Dannenfeldt, "Egyptian Mumia"... , p. 167. P. Schwyzer,Arduleologies..., p. 162. 79. Antoine 1. Silvestre de Sacy, Chre,¡fomathie araba, vol. 11, París, Impr. Impériale, 1806, pp. 555-556. 80. Okasha EI-Daly, Eg~yptology: "J7¡e músing Afi/lennium. Ancient Egypt in Afrdi~ t'af Arabic HTI"tings, London, UCL Pre.ss, 2005, p. 97. 81. Cfr. P. Schwyzer,Archarologirs..., pp. 160-161. 82. El primer oo!lSul desapareció; el segundo fue ahorcado por intrigas con españoles; el tercero se convirtió al Islam y dimitió (1601), dejando el cargo vacante durante medio siglo. Alfred C. Wood,A hidory ofthe L/!t'ant Company, Oxford University Press, 1935, p. 32 Yss. 83. Pedro Martínez, "Relaciones de Alfo!lSo X de Castilla con el sultán mameluco Baybars y sus sucesores",AI-Andafus, XXVII, 2, 1962, pp. 343-376. 84. M" Teresa Ferrer, "El consolat de Mar i els consolars d'ultramar", en M' Teresa Ferrer y Damien Coulon (eds.), L 'rxptln.fió ctl!alantl a la Meditrrrtmia a la Baixa Edtlt Afi­ tjana, Casa Velázquez/lnstitució Mila i Fontanals-CSIC, Barcelona, 1999, p. 66. 85. Miguel Gual Camarena, El primrr manual hispánico de mrrmdería, siglo Xn;-; CSIC, Barcelona, 1981. 1024 ELISABETH GARClA MARRASÉ A1-.. Egip

noticia de unas doscientas drogas y especies, incluyendo las procedentes de 86 Oriente, con sus respectivos precios • Entre los productos que recoge hay la mumi(J, cuya calidad sólo podrá garantizarse a través de su tono negruzco y su tamaño generoso:

Aver de lliura. Mumia aytalla conexem;a: que sia ben negrn he que tingWJ. lo trench fosch, que y lúa rests dell cap, e que y lúa hossos, e que sia ben f1aYrlmt, 8i e que no sia manuda .

Al tratar de cuantificar y tasar este otro extremo del circuito, es decir, el destino final de la mercancía, tropezamos con otros escollos, más teniendo en cuenta que las momias no siempre llegaban enterns sino, como acabamos de ver, fragmentadas en restos de cabeza y huesos. No obstante, podemos apor­ tar alguna noticia acerca del precio de venta. En Augsburgo y otras urbes mercantiles del Sacro Imperio, el coste de la mumi(J v~m hacia 1580 se cifra­ ba en 4 coronas la media onza, el doble del asfalto. En ferias alemanas, como la francfortesa, se podían adquirir variedades de mumi(J, aun no especificarse precios en el Gl!tJ!Ogus oder Regz'ster (lller (lpoteckisclzm (Frankfurt am Main, 1582)88. Por tanto, la mumi(J estaba presente en ferias, boticas y apotecarios de aquí y allá, aunque a menudo sea difícil rastrear cómo llegaba hasta ellos. Pero tampoco tenía demasiado cuidado. Era lo que Ambroise Paré, médico de la Corte francesa en la segunda mitad del siglo XVI, denunciaba en su Discours de /tI mumie (París, 1582). Quizá la mumi(J se fabricara en la propia Francia, robando cuerpos de las horcas que eran limpiados retirando cerebro y entrañas, secados en un horno, untados de pez negra y vendidos como mo­ mias, asegurando, eso sí, que habían sido compradas a mercaderes italianos y 69 procedían, n(ltumlmente, de Egipt0 • Pese a los intentos legislativos, el comercio indiscriminado de momias siguió su curso. Con las primeras persecuciones del sultanato mameluco a los mercaderes de momias y la prohibición de las autoridades otomanas a extraer cuerpos de tumbas antiguas para su exportación, Egipto pudo menguar este tipo de transacciones. No así el contrabando. Un contrabando encarnado por el personaje bodiniano de Fagnola, sin malicia y arrastrado por su destino, pero que en realidad era practicado -con menos inocencia- por mercaderes

86. Francisco M. Rosell, Int'mtarw grnrra/ de manlJ,fcntos de /a Biblwteca Unif)ersi­ tana de Barcdona, vol. 1, Madrid, Direcciones Grales. de Enseñanza Universitaria, Archivos y Bibliotecas, 1958, pp. 5-6. 87. Libre de amC':renses de spícr"!:s e de drogues e de aviMamrnts de p=s, canrs e mas­ surrs de dif)erses terrrs, M. 1385-1455, BiblioteC'3 Universitaria de Barcelona, Ms 4, f 25r. 88. K. H. Dannenfeldt, "Egyptian Mumia"..., p.174. 89. Lrs ()(!'['Vrrs d'AmbroiJ'l! Paré, Lión, J. Gregoire, 1664 [12" oo.], p. 296. MERCADERES DE MOMIAS. EL MITO DE LA MUMIA EGIPCIA EN ELCONlEXTO COMERCIAL DE LA EDAD MODERNA 1025

90 C3irotas y alejandrinos entregados sin escrúpulos a un negocio lucrativ0 • Lu­ crativo, sí, pero con fecha de caducidad. Al percatarse que los C3dáveres ya no salían con tanta facilidad y escaseaban, los mercaderes se vieron obligados a poner en marcha prncticas fraudulentas, en la línea de lo dicho por Paré, pero respecto a la merC3ncía en origen. El comercio de momias se había convertido en un negocio tan rentable que todo parecía ser válido parn no echar a perder la demanda de un fármaco, la mumia, que se había vuelto imprescindible por­ que permitía anhelar algo impensable en la Europa moderna: vivir mucho más 91 tiempo, a imagen y semejanza de los habitantes del país del Nil0 • Thomas Pettigrew plasmó en A H-istory rif Egypti(Jn Mummies (Lon­ dres, 1834) las prácticas fraudulentas a raíz del testimonio de Guy de la Fontaine, médico real de Enrique JII de Navarra (futuro Enrique IV de Frnncia). De la Fontaine viajó a Egipto en 1564 para conseguir la preciada droga y se dirigió a Alejandría. Por su situación geográfica y su condición portuaria, la otrora capital Lágida ya ern un punto neurálgico en el comercio de finados incluso antes del decreto de 1597. Al visitar el almacén donde se depositaban los cuerpos para ser enviados a Europa, De la Fontaine cons­ tató que no ernn momias faraónicas, sino cadáveres de esclavos y criminales 92 allí amontonados • Ante la escena dantesC3 (que recuerda la descrita por Urreta), el médico preguntó al mercader -que Pettigrew identifica como el judío- quiénes eran aquellas gentes, de qué habían muerto; a lo que el judío respondió que nada de eso importaba, si eran viejos o jóvenes, hom­ bres o mujeres, añadiendo -con sorna dice Pettigrew- que se maravillaba al imaginar cómo los cristianos, de tan delicada boca, podían comer aquellos 93 cuerpos de gente muerta • No es casual la insistencia en la condición judía del despiadado mercader. En el imaginario cristiano, el comercio de momias se asoció al mundo judío desde el siglo XVI, sino antes, vinculándose a un eje productivo hilvanado a tres bandas (<

90. A. R. David y E. Tapp, 7he mummy's tale..., p. 12. 91. La longevidad de los egipcios se basaba en los argumentos de Alpini en Da Me­ dicina /Fg;-ptiorum (Venecia, 1591). Según este médico y botánico veneciano, que estuvo en Egipto en 1581-1584 y que, a su vuelta, fue nombrado médico de la flota española por Giovanni Andrea Doria, los egipcios (antiguos y modernos) sobrepasaban los noventa años de vida y algunos incluso los cien, gracias a unas CtllMas consert'tUiVils (ya apuntadas por Galeno) fruto de una conjunción de factores que se daba sólo en Egipto: aire, alimentación, bebida, movimiento, reposo, retención y excreción, además de las pasiones del alma. Prospero Alpini, La AJidccr"ne des Égyptiens, Cairo, IFAO, 2007, pp. 67-76. 92. Thomas J. Pettigrew, A Hido'J of Egjphi'lll AJummies, London, LongmanoCo, 1834, p. 8. 93. T. J. Pettigrew,A HistoIJ' oJ.., ibidem. 1026 ELISABETH GARClA MARRASÉ A1-.. Egip

and mummy-eating,,)94 y situándose, de fonna errónea, el uso primigenio de 9S mumia en la medicina hebrea , En pleno siglo XX, la mumia será conside­ rnda todavía como

el cuerpo de los muertos que los judíos de Alejandríl1 recogen, les quitan las en­ trañl1s y los sesos y les llenan las Cllvidades de polvos de mirra y otras suhstancil1s l1fom~ticas; los seClln al fuego, y así se conservan, vendiéndolos como verebdera mumia%.

EPÍLOGO A partir de lo expuesto, quién sabe si los brinquiños y la redomita de los inventarios de Felipe II contuvieron mumia v~m ..4!gypti(lca. Con toda probabilidad, así fue, No cabe duda que la mumia tuvo algún tipo de pre­ sencia en el entorno del rey Prudente, )'li fuern en el marco del paraceisismo, el ensayo espagírico o la búsqueda de la qut'ntde essenÜ(lC practicada en los 97 destilatorios reales de Arn.njuez, El Escorial o Madrid , En definitiva, po­ demos situar la mumia en el Quinientos hispánico, donde se conocía desde antaño y era un producto en sentido pleno, comercial y medicamentoso, Pero también fascinante, De ahí que Laguna relate en primera persona -con suma excitación- que "el licenciado Fuentes, cirurjano muy docto y exercitado, me embió los días passados de Nápoles una caxica llena d'exquisitíssima mumia,,96, Claro que, adónde fuera a parnr esa mumia, ya forma parte de los derroteros de nuestrn imaginación,

94. Cfr. P. Schwyzer,Arc/¡ar%girs..., pp. 168-169. 95. En el siglo XVII se tenía a Elmagar, médico judío de Alejandría, como ~inventeur de mangerdes corps mumiez". Louis Guyon, Les dh'N'"ses IrJ"VfW, Lión, A Chard, 1625, p. 23. No obstante, otras fuentes se refieren a este personaje como médico árabe, llamado Al-Magar. C. Anc!rews, EK)'ptian Alummies, p. 69. 96. Jimeno Jimenoy Pascual Domingo, "Farmacia española del siglo XVIII", Bo!etín dI! la Ill.5iitución Fernin GonzdlrzJ' Comisión de Monumentos Históricos)'Artísticos de Burgos, 99,1947, pp. 370-378. 97. Mar Rey Bueno y M" Esther Alegre Pérez, "Los destiladores de Su Majestad. Destilación, espagiria y paracelsismo en la corte de Felipe 11", Lb'll(Imis, 2001, 21, pp. 323­ 350. 98. A. de Laguna, PedtJcio Dioscóridrs..., p. 60. MERCADERES DE MOMIAS. EL MITO DE LA MUMIA EGIPCIA EN ELCONlEXTO COMERCIAL DE LA EDAD MODERNA 1027

Matthaeus Platearius,Livre des simples médecines ou Herboriste [BNF Ms 12322]. Se ob­ serva una estantería, cuya disposición no distaría demasiado a la tenida en los apotecarios. La momia, rotulada «lnUmie», aparece en el registro inferior de la imagen. 1028 ELISABETH GARCIA MARRASÉ - M,,"eu Egipei de l1Mcekma

::\1U,ít ~u ft 1}tlt fu~ 4U~ gth fMxr¡ "in rcd)e brnltd;r ::\n~ n'luí"',

«Expressa verae Mumiae Algypticae effigies». Grabado xiI. Joachim Struppe von Gelnhausen, Consensus ce!ebreiorum medicorum, historicorum et philosophorltm Sltper secretiss. ac preciosiss. quibusdam medicinisfire exoticis, primumque J1.per mumia uique cognatis, maxime in lúdaea, AegJpto, Arabia, etc., Frankfurt am Main, Nikolaus Basse, 1574 [RBME 12-IV-7D 2°]. Nótese que la momia está en e! interior de! ataúd, aunque presenta algunas novedades: aparece coronada y vendada, permitiendo sus vendajes intuir lo que parecen jeroglíficos.