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José Jesús de Bustos Tovar el Padre Rivadeneyra, estudio preliminar del Fuero de Universidad Complutense de Madrid, redacción de su tesis doctoral sobre el Fuero de Avilés, iniciación del glosario del español primitivo, ecientemente se ha celebrado el cente­ etc.). En ocasiones, fue tanto el agobio de trabajo que Rnario del nacimiento en de don se sintió en la necesidad de justificarse ante don Ra­ Rafael Lapesa Melgar, catedrático de His­ món, quien, como es bien sabido, no tenía demasiadas toria de la Lengua Española en la Universi­ contemplaciones a la hora de exigir el cumplimiento dad Complutense y maestro de decenas de de los programas de trabajo que él mismo se marcaba. filólogos españoles y extranjeros. Con estas En una carta de 1935 al maestro renuncia al magro breves páginas pretendo rendirle no sólo el estipendio que percibía del Centro de Estudios Histó­ homenaje de admiración y cariño que le de­ ricos porque no puede elaborar con la celeridad que se bemos cuantos tuvimos el privilegio de reci­ le exigía el glosario del español primitivo y solicita de bir sus enseñanzas, sino resaltar también su Menéndez Pidal, con lealtad pero también con digna figura en el marco de la difícil época en que firmeza, comprensión para sus largas horas de trabajo, le tocó vivir. entre las que ocupaban un lugar importante sus obli­ Cuando él tenía siete años, su familia se trasladó a gaciones como catedrático de Instituto. Desde su ju­ Madrid. Por eso, como él mismo nos dijo en su discur­ ventud, Lapesa fue ante todo un profesor que se debía so de investidura como doctor honoris causa de la Uni­ a sus alumnos y esto lo aplicó con igual devoción a su versidad de Valencia, sus recuerdos de la ciudad natal trabajo en la enseñanza secundaria como, después, a su son los de la infancia, con las nebulosas que el tiempo labor universitaria. Como indicaré más adelante, Lape­ pone siempre al rememorar este período de la vida del sa consideró que la enseñanza secundaria era el pilar hombre, pero con la de la educación en luz mediterránea me­ España y pensó tida en su corazón. siempre que era un En Madrid, se formó disparate la idea, que como hombre y como desgraciadamente intelectual. No fue­ habría de triunfar ron fáciles sus años muchos años des­ juveniles. Para seguir pués en nuestro sus estudios hubo de país, de poner barre­ trabajar como ofici­ ras insalvables entre nista, lo que no im­ las enseñanzas uni­ pidió que destacara versitarias y las no en seguida entre sus universitarias. Por condiscípulos por su eso recomendaba a clara inteligencia y sus discípulos, ente su entusiasmo por el ellos a mí mismo, estudio de la lengua y opositar a cátedras de la literatura espa­ de Instituto. Mu­ ñolas. Discípulo de Rafael Lapesa junto con su mujer Pilar Lago, en su despacho. chos son sus discí­ Américo Castro en la Biblioteca Valenciana. Archivo Rafael Lapesa. pulos, catedráticos Universidad Central, de Universidad ac­ éste advirtió en breve tiempo su firme vocación y lo tualmente, que previamente estuvieron trabajando en llevó al Centro de Estudios Históricos, con don Ramón los Institutos, experiencia profesional y humana impa­ Menéndez Pidal, acontecimiento que marcaría para gable, que enriqueció intelectualmente a muchos de siempre su formación intelectual. nosotros. Bien sabemos que hoy la situación es bien Los años que precedieron a la contienda civil distinta: malo para la Universidad, malo para la ense­ fueron muy intensos para Lapesa. Ganó la cátedra de ñanza secundaria y peor para nuestra sociedad. Instituto y a esta labor se aplicó con entusiasmo, pero En los años previos a la guerra civil, en aque­ ello no le impidió colaborar con Menéndez Pidal, tanto lla Facultad de Filosofía y Letras, espléndida por sus en las labores sobre el Romancero hispánico que don maestros y por la dirección del decano García Mo- Ramón había planificado, como en la redacción de rente, Lapesa hizo sus primeras armas como profesor sus primeros trabajos de investigación (estudio sobre universitario, en calidad de ayudante de la cátedra de

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Historia de la Lengua que dirigía Américo Castro pero Lapesa fue también un hijo de aquel movimiento y impartiendo diversas asignaturas. Entre los filólogos, aunque su ideología no coincidiera exactamente con allí estaban, además del propio don Ramón que daba la de los institucionistas, sí participó de su espíritu sus clases en el Centro y de su ética cívica. Los miembros del Centro de [...] estar entre de Estudios Históricos y Estudios Históricos se dispersaron. Américo Castro, no en la nueva Facultad que volvía a España desde París, no quiso traspasar filólogos le inaugurada en 1933, y la frontera tras la rebelión militar y se quedó inicial­ proporcionó Castro, filólogos como mente en Hendaya. Por cierto que esto dio lugar a Navarro Tomás, Gili y un fuerte enfrentamiento con otros miembros del una experiencia Gaya, Fernández Ramí­ Centro, como Tomás Navarro Tomás, que sí se com­ humana y rez, etc. Todo ello pro­ prometieron a defender la República desde dentro porcionó a Lapesa una de España. El Gobierno otorgó un pasaporte especial profesional rica experiencia humana y a Menéndez Pidal para que éste pudiera seguir sus y variada [...] profesional rica y varia­ investigaciones en el extranjero. La Facultad de Fi­ da, que, junto a su pro­ losofía y Letras que­ fundo sentido de la responsabilidad moral y del res­ dó convertida en pri­ [...] su profundo peto a los demás, serían los ejes de su conducta como mera línea del frente persona y de su magisterio docente. (todavía se conservan sentido de la La guerra civil arrampló con el viento furioso del libros de su bibliote­ responsabilidad odio y del enfrentamiento aquel edificio intelectual y ca, utilizados como científico, forjado entre dificultades, que había lle­ defensas en las trin­ moral y del respeto gado a ser una Institución científica moderna capaz cheras, agujereados a a los demás han de igualarse, por primera en la historia española, a balazos) y el Centro otras instituciones extranjeras semejantes. No sólo las de Estudios Históri­ sido los ejes de su ciencias humanas, cultivadas en el Centro de Estudios cos casi abandonado conducta como Históricos, alcanzaron un altísimo nivel, también la (Lapesa fue el único medicina y las ciencias experimentales, impulsadas filólogo que quedó al persona y de por el magisterio de Ramón y Cajal, recibieron, gra­ cuidado de sus tesoros su magisterio cias a la Junta de Ampliación de Estudios, un impul­ documentales y de los so modernizador desconocido en España. Todo aquel papeles de trabajo). docente [...] movimiento fue la plasmación en programas de inves­ Movilizado, no llegó a tigación concretos de las ideas renovadoras que fueron ir al frente por sus dificultades dinámicas, pero quedó madurando desde la Institución Libre de Enseñanza y destinado al Centro, donde llevó los documentos más que alcanzaron su máximo esplendor en los años de valiosos al sótano para que no fueran destruidos por la República. Mucho más joven que sus impulsores, los terribles bombardeos que sufría la capital. A pe­ sar de todas estas dificultades, Navarro Tomás desde Valencia, adonde se había retirado el gobierno repu­ blicado, y Lapesa desde Madrid continuaban publi­ cando los trabajos y las revistas (Emérita, Revista de Filología Española, Revista de Archivos y Bibliote­ cas, etc.) que las dificultades les permitían. Aquellos hombres del Centro, y Lapesa con ellos, creían de verdad que el futuro de España estaba en la ciencia y en la cultura. Jamás renunciaron a trabajar en ello, como tampoco a cumplir sus obligaciones ciudada­ nas. Hay, además, una noticia que revela la entereza moral de Lapesa en aquellas terribles circunstancias. En una carta a Menéndez Pidal le cuenta que en mayo de 1938 se habían aliviado algo los bombardeos so­ bre Madrid y el Gobierno decidió abrir los Institutos. A su trabajo con los alumnos de bachillerato, treinta horas semanales, se dedicó con entusiasmo. El exce­ sivo número de estudiantes que había de atender (él Permiso de entrada en Estados Unidos de Rafael Lapesa. habla de trescientos) no impidió nunca la corrección Biblioteca Valenciana. Archivo Rafael Lapesa. de ejercicios y de exámenes que él devolvía pulcra-

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mente anotados, los viejos rescoldos del un nv«n o niomui »« »t « «w» * mi**-■ 1 a como fue norma Centro de Estudios His­ [...] de este modo • CAkOKÓN 01 IA CAICA» suya durante todo tóricos, ya que éste ha­ surgió el embrión PROGRAMA su ejercicio profe­ bía sido suprimido y sus soral. Movilizado fondos documentales de lo que habría HISTORIA GENERAL por segunda vez en absorbidos por el nue­ de ser su Historia DE LA LITERATURA 1938, fue destinado vo Consejo Superior de a enseñar a leer a los Investigaciones Científi­ de la Lengua OON tAIAtl lAMtA soldados republica­ cas. El regreso a España Española [...] nos analfabetos, lo de Menéndez Pidal no cmm *» ran.ma que constituyó, con significó cambio alguno palabras suyas, “una en esta nueva situación BAIAU. LAttSA ■Allil experiencia huma­ ya que se negó a aceptar *•>» na inolvidable”. Al un cargo subalterno en mismo tiempo, Na­ el nuevo Consejo y se varro Tomás le pidió retiró a su casa de Cha- HISTORIA l* Programa de Historia General de la que elaborara una martín para proseguir LENGUA ESPAÑOLA Literatura, por Rafael Lapesa. breve historia de sus trabajos personales. Biblioteca Valenciana. Archivo la lengua españo­ Américo Castro se había Rafael Lapesa. la para instrucción quedado en América, de soldados y estu­ entregado asu nuevo diantes. El patriotismo de aquellos hombres era de esta proyecto de interpretar naturaleza y se basaba en la vieja utopía de la redención y explicar la historia por la cultura de las clases humildes. Lapesa se puso a de España. Los demás la tarea y le cuenta en otra carta a Menéndez Pidal que miembros del grupo se está elaborando un plan para escribirla. Así lo cum­ habían exiliado o no habían regresado (Amado Alonso, plió, y escribió una especie de cartilla en la que, de Navarro Tomás, García Solalinde, Montesinos, etc.). manera muy resumida, se describía a grandes rasgos el Sólo Dámaso Alonso pudo incorporarse, no sin dificul­ origen y el desarrollo del español. De este modo surgió tades políticas, a su cátedra en Valencia y después el embrión de lo que habría de ser ya una Historia de la a la de Filología Románica en Madrid. Lapesa se Lengua Española, con fines todavía divulgativos, en su encontró con el dilema de opositar a la cátedra de edición de 1942. Tras la guerra civil, Lapesa fue sometido a un expediente de depuración que fue archivado sin responsabilidades políticas y recuperó su cátedra de Instituto, que ejerció primero en y después en , donde también enseñó en la Universi­ dad, pero siempre pensando en su vuelta a Madrid para avivar

[...] Navarro Tomás le pidió que elaborara una breve historia de la lengua española para instrucción de soldados y Fotografia junto a A. Alonso, P. Salinas y T. Navarro Tomás. estudiantes [...] Colección particular.

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Historia de la Lengua que había desempeñado Amé- ejemplo sus estudios sobre el léxico de la Ilustración. rico Castro, y que había sido declarada vacante, por Nada referente a la lengua y a la literatura españolas le escrúpulos éticos. Fue el mismo Castro quien tuvo que era ajeno. Heredero también del magisterio de Amado convencerlo con un llamamiento a su responsabilidad, Alonso y amigo fraternal de Dámaso Alonso, supo unir como miembro más jo­ el análisis puramente filológico al estilístico y cultural Nada referente ven del Centro, para in­ en sus estudios sobre los textos españoles. Antológicos tentar reconstruir la es­ a la lengua y son, entre otros muchos, sus estudios sobre el Cantar cuela de filología creada. de Mió Cid, el Libro de Buen Amor, el Canciller Ayala y a la literatura Lapesa nos ha contado la Celestina. Lo mismo puede decirse de su indagación con palabras conmove­ españolas le semántica en torno a la poesía de Garcilaso y de Fray doras cómo aquella res­ Luis, pero también le atrajo la poesía de Bécquer y de era ajeno. ponsabilidad, comparti­ Rosalía, como la de poetas y prosistas contemporáneos. da con Dámaso Alonso, le Conoció personalmente a la mayor parte de los poetas pesó sobre sus hombros. Obtenida la cátedra, se dedicó de su generación. Con Machado coincidió en el Institu­ a esta tarea con ahínco. Pronto fructificó su esfuerzo. to Calderón de la Barca y Sus estudios lingüísticos y literarios, que no cito aquí a su poesía dedicó algu­ Siempre concibió por ser sobradamente conocidos, dieron lugar a abun­ nas de más sugestivas pá­ dantes publicaciones. Sin embargo, creo que se deben ginas de crítica literaria, complementarios trazar dos etapas en este largo período que arranca en como las que surgieron los estudios 1946 y dura hasta que conservó sus facultades intelec­ en torno a la poesía de tuales. La frontera se encuentra en la decisión de La- Juan Ramón, de Salinas, de lengua y de pesa de abordar el proyecto, que ya le había encomen­ de Guillén y de tantos literatura [...] dado Américo Castro antes de la guerra civil, de una otros. Siempre concibió sintaxis histórica de la lengua española. Aunque desde complementarios los estudios de lengua y de literatura. unos años antes venía explicando sintaxis histórica en Se concepto de la filología no era meramente positivis­ sus clases de la Universidad, no fue hasta comienzos ta; siempre creyó que el fin último del estudio filológi­ de la década de los sesenta cuando comenzó a publicar co era desentrañar la lengua de los textos para penetrar la serie de artículos que habrían de constituir un libro más profundamente en su sentido último. Participó que él no llegó nunca a culminar, pero que publicarían plenamente de una concepción humanista de la inda­ dos de sus discípulos más directos: María Teresa Eche- gación filológico. “Humano maestro de humanidades” nique y Rafael Cano: los dos volúmenes de Estudios llamó a Dámaso Alonso, con una calificación que po­ de morfosintaxis histórica del español. En 1952 Lapesa dría aplicarse a él mismo. Lo escribió de manera muy fue nombrado miembro clara: “no creo en las humanidades deshumanizadas”. de la Real Academia, a Por eso incorporó con prudencia los nuevos métodos la que dedicaría, hasta que el formalismo lin­ casi el final de su vida, güístico estructural apor­ [...] incorporó un intenso trabajo en el tó al estudio filológico, Seminario de Lexico­ aprovechando aquellos con prudencia los grafía El objetivo prin­ aspectos que iluminaban nuevos métodos cipal era la elaboración sectores oscuros de la his­ del Diccionario Históri­ toria lingüística. que el formalismo co del que, a diferencia Lapesa no mezcló lingüístico de las principales len­ jamás la enseñanza con guas de cultura, carecía intereses ideológicos, estructural —y continúa carecien­ políticos o religiosos, de aportó al estudio do- el español. A esta ningún tipo. Liberal en tarea dedicó Lapesa mi­ el más noble sentido de filológico [...] les de horas. Se trataba de una empresa colosal para lo la palabra que él mismo que hubiera necesitado de otros medios de los que la analizó en uno de sus más conocidos estudios lexico­ Academia carecía entonces, y que significó una de sus gráficos, fue respetuoso con las ideas de los demás. Ello grandes frustraciones. Mientras, su obra personal se­ no impidió que fuera siempre algo sospechoso para el guía creciendo en número, variedad y riqueza. Su labor régimen dictatorial. Contaré dos anécdotas. Una data como lexicógrafo se proyectó en innumerables trabajos de 1966; la otra es poco posterior. Estando en Cuen­ en los que brilla tanto el riguroso rastreo de materia­ ca como catedrático del Instituto Alfonso VIII, lo in­ les como el brillante análisis semántico. Sirvan como vitamos a él y a Julián Marías para que pronunciaran

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sendas conferencias en la principales de enseñanza en la Universidad. Cien­ [...] hizo del Casa de la Cultura de aquella tos de estudiantes aprendimos de él a buscar en los comentario ciudad como labor de exten­ textos no ya sólo las formas que localizan cronoló­ sión cultural del Instituto. gicamente un texto, sino el valor significativo que filológico uno Lapesa habó de la Celestina; se les podía atribuir y, más aún, el sentido que el de los medios el éxito fue clamoroso entre texto alcanzaba en relación con el tiempo histórico el numeroso público que se en que nacieron y la experiencia humana que con­ principales de había congregado en el Sa­ tienen. También la enseñanza de la lengua y de la enseñanza en lón de Actos. Al año siguien­ literatura en bachillerato le debe mucho a Rafael te intentamos repetir la pro­ Lapesa, que contó aquí con la ayuda inestimable de la Universidad gramación; nos encontramos Dámaso Alonso y de los discípulos de éste. Lástima con la afectuosa negativa del que algunos pocos no hayan entendido todavía que director de la Casa de la Cultura porque el Gobernador un comentario de textos no consiste en un mero re­ civil le había dicho “que no había que dar la oportuni­ cuento de formas lingüísticas, sino en la búsqueda dad de hablar a aquellas personas”. La segunda se refiere del sentido del texto y, en definitiva, en el hallazgo a la conferencia que Lapesa iba a pronunciar, organizada de las verdades humanas que permanecen escondi­ por Xavier Zubiri, sobre “Los determinativos en español”. das para una lectura superficial. Aparecieron dos policías con la orden de la Dirección Como se ha dicho más arriba, Lapesa echó sobre General de Seguridad para que se suspendiera el acto. sus hombros la difícil tarea de reconstruir la escuela Tras múltiples llamadas, intentando aclarar que “los de­ de filología española. No lo hizo sólo (jóvenes y bri­ terminativos” eran el artículo gramatical y demás actua- llantes filólogos surgieron en seguida), pero sí prin­ lizadores del español, la conferencia se pronunció con cipalmente. Por eso es uno de los pocos que ha con­ hora y media de retraso; eso sí, con la presencia de los seguido crear una escuela propia. Quizás sin el brillo dos aburridos poli­ de antaño, centra­ cías, por si alguna do en un grupo forma del artículo escaso de personas indefinido pudiera de altísima capaci­ resultar gravemen­ dad intelectual, la te peligrosa para el filología española régimen imperante. actual está en uno Entre la irritación de sus mejores de los asistentes, momentos. La co­ Lapesa dio su im­ munidad científica pecable conferencia internacional ha re­ gramatical. conocido en Rafael La ingente la­ Lapesa a un maestro bor investigadora excepcional. Ha re­ que Lapesa desa­ cibido los más altos rrolló a partir de premios científicos, 1960 no lo alejó pero nunca la va­ de su dedicación nidad alteró su con­ a la enseñanza. En ducta mesurada y 1963, con ocasión Entrega del Premio Príncipe de . prudente. Jamás fue de una levísima Biblioteca Valenciana. Archivo Rafael Lapesa. adulador y siempre apertura del régi­ rechazó el halago. men dictatorial cuando Ruiz Jiménez fue ministro Bien lo saben algunos que lo intentaron y recibieron el de Educación, formó parte de una Comisión que más completo de los rechazos. Si la discreción, como viajó a Francia para estudiar los métodos de ense­ dijo Cervantes, es la virtud más admirable del hombre, ñanza de la lengua y de la literatura por medio del Lapesa fue ante todo un hombre discreto. Si a ello se comentario de textos. Sus resultados fueron fructí­ añade una ética límpida, sin penumbras, su conduc­ feros; pronto se incorporaron a la enseñanza en el ta humana es ejemplo de vida. Fue ante todo pro­ Bachillerato, transformando una tradición didácti­ fesor y siempre tuvo conciencia de que ésta era su ca basada exclusivamente en el aprendizaje de fe­ primera obligación, convertida en devoción por su chas, vidas de autores y títulos de obras. Él mismo afectuosa cercanía a los discípulos. “Me he divertido hizo del comentario filológico uno de los medios y ¡encima me han pagado...!” decía con irónica com-

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placencia. Recibió muchas satisfacciones en vida pero también supo encajar con admirable coraje los golpes con que la fortuna a veces nos obsequia. El fallecimien­ to de su esposa, su amada Pilar, ensombreció con la amargura por su ausencia no pocos años finales de La- pesa. Tampoco le faltó la herida de algún agudo puñal con que la vida académi­ ca intentó dejar clavada [...] ha suscitado su sempiterna envidia. en muchos Nada consiguieron los que intentaron ofender­ jóvenes españoles lo. Al contrario, engran­ el amor y el decieron su figura. Ahí están los resultados. Es, entusiasmo con Menéndez Pidal, por los textos uno de los más grandes filólogos españoles del literarios [...] siglo XX, pero él cifraba su mayor orgullo, como reza uno de sus últimos manuscritos que se conserva en la Biblioteca Valenciana de Filología, “en haber Rafael Lapesa dando clase en la Universidad suscitado en muchos jóvenes españoles el amor y el Internacional “Menéndez Pelayo”, de Santander entusiasmo por los textos literarios”. ■ Biblioteca Valenciana. Archivo Rafael Lapesa.