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LA HEREDAD DE AGUAS DE ARUCAS Y : LA GRAN OLVIDADA

Autor: Sara Henríquez Montesdeoca

Asignatura: Geografía e Historia

Curso: 4º B ESO

Colegio La Salle Arucas. Junio de 2016

Miles de personas han sobrevivido sin amor; ninguna sin agua".

W.H.Auden.

“No saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños”. Cicerón

ÍNDICE PÁGINA

Introducción 4 El agua como bien escaso y esencial para la vida 5 El agua en Canarias 7 La Propiedad y Gestión del agua: Heredamientos, comunidades de regantes y estrategias 8 de medidas y distribución La Heredad de Aguas de Arucas y Firgas 9 Función agrícola, doméstica y social de la Heredad de Aguas 10 La heredad y los lavaderos 12 La heredad y los molinos 13 La heredad y el desarrollo del sector agrario 13 La heredad facilita la gestión del tiempo a los Aruquenses 16 La Heredad y el desarrollo de las vías de comunicación 16 Edificio social de la Heredad. 17 La Heredad contribuye a la reforestación forestal 18 Consideración personal 19 Referencias bibliográficas 18

Introducción

Durante estos años de educación infantil-primaria y secundaria, nos han hablado de nuestra Ciudad de Arucas y de parte de su Patrimonio Histórico-Cultural. Este aprendizaje ha sido completado con visitas guiadas a la Iglesia, al casco histórico, al yacimiento arqueológico de La Cerera, entre otras.

La Iglesia situada en el casco histórico que se empezó a construir en 1909 y finalizó en 1977, de estilo neogótico y construida con piedra azul de Arucas, pone de relieve la habilidad de los labrantes y es el símbolo por excelencia de nuestra ciudad.

Otro emblema de esta ciudad es la fábrica de Arehucas, desde el año 1884, que cuenta con la bodega de ron más grande y antigua de Europa y que nos recuerda uno de los cultivos más relevantes de Arucas en tiempos pretérito “la caña de azúcar”.

El Casco Antiguo de la ciudad, declarado Conjunto Histórico desde el año 1976, destaca por una arquitectura de transición entre los siglos XIX y XX.

De ahí que escuchemos como emblemas de esta ciudad “Arucas, ron, piedra y flor”.

Cuando el profesor de historia del Colegio La Salle, nos planteó realizar un trabajo de investigación relacionado con esta temática estuve algo perdida, pues al comentarlo con mis compañeros/as de clase se repetían las ideas “La Iglesia de Arucas”, “La Casa de la Cultura”, “El Ayuntamiento” entre otros. También pensé en realizarlo sobre el Colegio Sagrado Corazón o el propio Colegio La Salle, por mi relación personal y por tratarse de instituciones centenarias que han desarrollo una gran labor educativa contribuyendo al desarrollo cultural, social y económico de los aruquenses.

Después de muchas reflexiones, me planteé por qué durante estos años no había tenido la oportunidad de conocer la historia de otra institución de nuestra ciudad, La Heredad de Aguas de Arucas y Firgas. Solo conocía su nombre y su sede social, un edificio modernista situado en el casco histórico cuya arquitectura y reloj no pasa desapercibida. Al mismo tiempo, pensé en qué medida había contribuido ésta con sus infraestructuras hidráulicas en el desarrollo económico y social de Arucas, al tratarse de una institución relacionada con la gestión del agua y ésta ser necesaria para cualquier tipo de asentamiento y supervivencia. Esta idea se la expuse a mi profesor y él vio viable dicho trabajo.

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Por este motivo, me planteé conocer cómo y cuándo había surgido lo que hoy conocemos como la Heredad de Aguas y Firgas, así como su contribución en el desarrollo de la localidad, convertida en Ciudad, en el año 1894, por la Reina Mª Cristina por su crecimiento y laboriosidad.

El agua como bien escaso y esencial para la vida

Hace tiempo que me intriga todo lo que rodea a la propiedad y gestión del agua en nuestra comunidad. Tras conocer las diferentes islas de nuestro archipiélago había observado la orografía de éstas y la escasa vegetación como en , así como en la zona sur del resto. Me planteaba como se obtenía este recurso tan necesario para nuestra su- pervivencia pues las lluvias eran escasas. Un día de camino al sur de nuestra isla, observé las enormes chimeneas de la potabilizadora, a la salida de la ciudad de , y pregunté a mis padres cuál era su función, mi sorpresa fue la respuesta de ellos. Desde ese momento to- mé conciencia de la disponibilidad limitada de este bien tan escaso en nuestro entorno y de la necesidad de los canarios de innovar en tecnología con el objeto de paliar la escasez de preci- pitaciones y vegetación que retuviera la humedad ambiental.

El agua, el elemento clave para la subsistencia de la vida, ha sido siempre indispensa- ble para la viabilidad y desarrollo de toda civilización. Por sus particulares propiedades físicas y por sus cualidades para disolver y transportar otras sustancias, no es extraño que en ella se haya originado y desarrollado la vida, que tenga un significado espiritual tan profundo en la mayoría de las religiones y que sea tan particularmente susceptible para acciones contaminan- tes. Desde los canales de riego contiguos al Nilo, hace más de cinco mil años, el hombre ha ideado las formas más ingeniosas para aprovechar un recurso del que no puede prescindir, ha analizado dificultades y soluciones para la provisión de los grandes núcleos urbanos, la entre- ga de caudales a las pequeñas y grandes extensiones de cultivo, a la industria, a las activida- des mineras, a la producción hidroenergética. Se ha enfrentado de diversas maneras con la escasez, la sobre abundancia y la mala calidad, ha construido obras hidráulicas para encauzar, regular, corregir y manejar el recurso, a fin de dar respuesta a las necesidades básicas5.

A toda esta gama de acciones para el conocimiento y manejo del agua, germen de vi- da, en las tres últimas décadas se ha agregado la necesidad de enfrentar seriamente el deterio- ro del recurso por la persistente acción contaminante de las actividades humanas. Algunos de los factores contaminantes son incontrolados por el hombre, pero otros dependen directamen-

- 5 - te de su acción. Los desechos industriales, domésticos y agrícolas pueden transformar los la- gos, ríos y arroyos en cloacas a cielo abierto, y los acuíferos en inservibles para cualquier uso (cuya percepción no es inmediata por la lentitud de la dinámica subterránea). No únicamente la contaminación produce deterioros. Cuando se implementan progra- mas de riego mal diseñados y no se planifica adecuadamente el uso del agua, los efectos son: la revenición, salinización, desertificación y erosión. Lo resultante, es la pérdida de capacidad productiva de los suelos que lleva inmediatamente a la escasez de alimentos, situación grave en un mundo con un crecimiento poblacional cercano a los 90 millones de habitantes por año. Satisfacer las necesidades humanas respetando los términos económicos, ecológicos y políticos que impone el agua, conlleva un trato totalmente nuevo de este elemento. A lo largo de la historia, nuestra filosofía de tratamiento del agua ha sido la de apurar hasta el límite, disponiendo de los recursos naturales en cualquier medida que lo permitieran las posibilidades ofrecidas entre ellas la tecnología. La sociedad moderna ha dado en considerar el agua como un recurso que está a nuestro alcance inmediato y sin limitación, en lugar de un elemento vital básico que sustenta el orden natural del que dependemos5. Colocar los problemas del agua en el centro de la discusión nos remite seriamente al quiebre del hombre con la naturaleza, a la pobreza y la mal nutrición que asola a gran parte de la humanidad, y a las crecientes inequidades en el orden internacional. No debemos olvidar que cada vez son más los invitados a la mesa del mundo y son mayores sus necesidades y legítimas aspiraciones y que el agua, elemento básico para cual- quier forma de existencia, que surte acueductos, sistemas de riego, minería e industria, gene- ración de electricidad, vía de transporte y comunicación y, además, el principal escenario donde desarrollamos nuestro ocio y descanso, está repartida de manera desigual o con un aprovechamiento inadecuado (se despilfarra, se malgasta o se contamina) dividiendo a los hombres en privilegiados o no. La vida en nuestro planeta surgió del agua y desaparecerá cuando ésta nos falte. Tan evidente y rotundo enunciado sirve para delimitar el lugar que ocupa un elemento que siempre ha sido inoloro, incoloro e insípido pero que ahora, además de indispensable, es inapreciable e insuficiente. Nuestra agricultura, nuestras ciudades y nuestras industrias están estrechamente vincu- ladas al agua y su existencia estaría amenazada si perdiéramos la capacidad para regularla y manejarla: en lugar de estar constantemente tratando de abarcar más, hemos de empezar a mirar hacia nuestro entorno; nuestras regiones, nuestras comunidades, nuestras casas y noso-

- 6 - tros mismos, a fin de hallar maneras de satisfacer nuestras necesidades al tiempo que respe- tamos las funciones básicas de sostén de la vida que el agua desempeña. La situación mundial en relación con los recursos hídricos es de una gravedad inocul- table; la escasez, el mal uso y la también mayoritaria creencia popular acerca de su abundan- cia, han determinado una excesiva y desaprensiva utilización del recurso lo que plantea una grave y creciente amenaza para la seguridad alimentaria, la salud humana y los ecosistemas de los que dependen aquellos. La crisis hídrica es, en estos momentos, una de las mayores preocupaciones ambienta- les y podría señalarse que asumirá niveles de mayor criticidad, lo que la convertiría de hecho en la crisis ambiental por excelencia del siglo XXI.

El agua en Canarias

Los primeros colonizadores de Canarias, probablemente púnicos establecidos, en Ru- bicón, Lanzarote, unos siglos antes de Cristo, en actividades pesqueras, perforaron los prime- ros pozos-aljibe que aún subsisten, muchos años antes de establecerse la sociedad indígena canaria. Los primeros canarios se las ingeniaron a través de piletas en riscos, eres o pocetas en barrancos, acequias y albercas para captar y distribuir incluso el agua en sus necesidades.

Luego, los conquistadores, en las islas realengas (Gran Canaria, y ), se repartieron las tierras y aguas, primero militares y financieros de la guerra y luego entre nuevos colonos. La historia continuó a lo largo de los siglos siguientes. Y se fueron generan- do nuevas infraestructuras hidráulicas, cuya tecnología fue traspasada al Nuevo Mundo (si- glos XVII-XVIII).

Cuando se necesitó mucha más agua y los acuíferos comenzaron a sentir los efectos de su sobreexplotación, entre finales del siglo XIX y mediados del XX, al introducirse los culti- vos de exportación (plataneras y tomateros), se recurrió a nuevas obras e ingenios hidráulicos (pozos, galerías, presas, canales…), los que tuvieron un gran desarrollo y agotaron los aflo- ramientos de agua2,6,7.

Agotados los acuíferos, a finales del siglo XX, se dictan nuevas leyes, el agua pasa a ser bien público y se presentan alternativas nuevas de generación del agua como lo es la desalación. A la vez, esta larga evolución histórica ha ido generado en cada isla una arraiga y

- 7 - singular cultura del agua incluso en el plano inmaterial. El régimen de propiedad y gestión histórica quizás sea la primera singularidad de la cultura del agua en el archipiélago1,6,7.

La Propiedad y Gestión del agua: Heredamientos, comunidades de regantes y estrategias de medidas y distribución

Las heredades o heredamientos de aguas nacieron en los repartimientos de aguas y tierras realizados tras la Conquista. Comienza a desarrollarse una nueva, compleja e interesante cultura del agua, en un nuevo contexto sociopolítico y economía de mercado internacional con diferentes cultivos que generó una expansión económica y demográfica. Para ello, se necesitó de un adecuado aprovechamiento de sus recursos hidráulicos, con inversiones económicas gracias a las exportaciones1,3,7,6.

El agua que nacía desde las cumbres quedó vinculada a las tierras bajas. Los caudales, una vez abastecida las necesidades de la población, se encauzaron hacia las plantaciones de caña dulce con sus ingenios, poblamientos cercanos y molinos de agua, así como hacia los sembrados de granos, hortalizas y frutales.

La tierra y el agua iban juntas cuando su propiedad comenzó a ser traspasada de pa- dres a hijos o de propietario a propietario por compra-venta. Cada trozo de tierra tenía su pro- porción de agua de una acequia. Y es que las aguas de cada barranco o cuenca hidrográfica se canalizaban a través de la acequia principal de cada heredamiento y las ramificaciones secun- darias.

Pero según avanzaban los primeros siglos de la colonización, las ordenanzas munici- pales de las tres islas realengas que regulaban dichos heredamientos o heredades, se adapta- ron a una progresiva privatización del agua.

Las proporciones de agua de los heredamientos quedaron como mercancía libre por- que la propiedad del agua se fue transmitiendo (por ventas, herencias, donaciones…) separa- damente de la tierra a la que en un principio estuvo vinculada. E incluso se conformó una es- pecie de justicia privativa del agua amparada en las ordenanzas municipales que recogían la figura de un Alcalde de Aguas, en cada heredamiento principal, para dirimir los muchos con- flictos que se generaban.

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Entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, con la nueva legislación estatal del agua, las antiguas heredades se transformaron en comunidades de regantes.

Entre las heredades destacamos por su historia la más antigua, la de Las Palmas, Dra- gonal, Bucio. El heredamiento del valle de La Orotava, en Tenerife que gestionaba el gran Río de Taoro; la Heredad de la Vega Mayor de , que disfrutaba las aguas que nacían desde Valsequillo y la Heredad de Arucas-Firgas (ambas un paradigma de la historia del agua y sus ingenierías), además de otras también con mucha tradición e historia y un interesante patrimonio hidráulico.

La Heredad de Aguas de Arucas y Firgas

La constitución y formación de todos los Heredamientos de Aguas de la Isla de Gran Canaria data de los tiempos últimos de la conquista, finales del siglo XV. Pedro de Vera, ge- neral español, vino a la isla provisto de Real Cédula expedida en Toledo por los Reyes Católi- cos el 4 de febrero de 1480, por la que se autorizaba para el reparto de Egidos, Dehesas y He- redamientos de Aguas entre los caballeros, escuderos y soldados, que quisieran vivir y morar en la isla, dividiéndolo todo en debida y justa proporción a los servicios que cada cuál hubiese prestado. Este reparto generó desigualdades y quejas que dieron lugar a nuevas Reales Cédu- las y mediación de comisionados que acallasen las reclamaciones y agravios. En agosto de 1505 la Reina Doña Juana La Loca deposita esta responsabilidad en Don Juan Ortiz de Zárate. Iniciándose la constitución de las Heredades de riego y adulando las aguas de acuerdo con la zona a cultivar. El término Heredamiento ha suscitado muchas controversias a lo largo de la historia, porque el sentido real de la palabra, se aplica a la suma de bienes que pertenecen a un conjunto de herederos y, en el caso de aguas, sería más propio hablar de aguas de los hereda- mientos. El turno de riego que corresponde a una heredad se denomina dula y de adulados los titulares de la misma, su nombre viene del árabe y significa cada una de las porciones de tierra que reciben por turno las horas de riego de una acequia. No existe una medida exacta para el turno y existe una gran variabilidad, pues está en función de la cantidad de agua disponible y el número de participantes que tienen derecho al agua. Normalmente las dulas están compues- tas de días de 24 horas de sesenta minutos, aunque también es frecuente los días artificiales que son noche y día y se cuenta como dos días de dula, si bien los heredamientos pueden con- tar con tiempos diferentes las horas de agua, a veces un día equivale a 12 horas de reloj1,7.

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Aunque es conocido el dato de que la constitución de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas data de principios del siglo XVI, su constancia en documento público aparece por primera vez, en la escritura de fundación del Mayorazgo de Arucas en julio de 15721.

Durante muchos siglos la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, fue la encargada de la aportación y la vigilancia de las aguas para el suministro y abasto de los pueblos de la zonas, además su distribución para la agricultura, así mismo, para la utilización de los molinos de gracias a la fuerza hidráulica que les proporcionaban energía suficiente para moler el millo, cebada o trigo, los preciados alimentos de los Canarios. Siempre corriendo con los gas- tos del personal, el cual muy cualificado, para hacer respetar una serie de normas a seguir para el funcionamiento de los repartos con las de los servicios públicos en la época, para que no quebrantaran las normas de conducta y hacer a todos participes de un bien común como es el agua, tanto a niños como a mayores, que respetaban las mismas y mimaban con cariño, cosa que hoy se ha perdido. De aquí nace la figura de los Guardas Jurados, hoy vigilantes de segu- ridad, los que hacían guardar la Ley y el Orden en los municipios, hasta que empiezan los ayuntamientos a formar a los Policías Locales3.

La Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, no era partidaria de la realización de los po- zos que hoy existen, ya que en aquella época, los niveles freáticos estaban a flor de tierra; por eso, aparecen las Heredades compradoras de un sinfín de terrenos, y la explicación, es evitar que surgieran los especuladores de aguas para ponerse ricos, a costa de una riqueza que preva- leció en nuestra tierra; el agua recogida sin coste de ningún tipo, salida de los acuíferos natu- rales por sus propios medios, sin necesidad de tener que hacer perforación. Fue férrea defen- sora del sostenimiento de la agricultura y las viejas tradiciones en toda la comarca norte, al igual que fue miembro de muchos e importantes derechos para que no se especulara, con las aguas en Canarias, al haber cambios de las Leyes que se redactaban en la Península, y que se llevaban a cabo en Canarias, donde había una verdadera riqueza acuífera y que a partir del siglo XIX con los pozos se fue mermando y hemos llegado a donde hoy estamos3,7.

Función agrícola, doméstica y social de la Heredad de Aguas

La función social de un Heredamiento del siglo XV, XVI y XVII, no puede enfocarse con las ideas sociales de la actualidad. En esta época fue determinante el reconocido carácter social de sus aguas desde su triple dimensión: agrícola, doméstica y social. Sin olvidar la fina- lidad de sofocar posibles incendios. Estaba regulado que en caso de producirse algún incen-

- 10 - dio, el agua que discurría por la acequia tenía que ser utilizada con preferencia para apagarlo, sin que los regantes pudieran oponerse, ni realizasen reclamación alguna.

A partir de su constitución y luego durante tres siglos, casi no hubo cambios en las Heredades de Aguas que prestaron grandes servicios a la economía de la isla, donde se crea- ron las zonas agrícolas fundamentales. Por tanto estamos ante asociaciones de agricultores encargados del caudal y de los medios existentes para recogerlo, dividirlo y distribuirlos entre los herederos, con precios regulados y facilitando la estabilidad de la agricultura1.

Los primeros orígenes del Heredamiento de Aguas de Arucas y Firgas, se remontan a las primeras acequias de su entorno, primero de tierra y con el tiempo se fueron perfeccionan- do a raíz de la implantación de los primeros ingenios azucareros. La acequia es una indudable distinción cultural y civilizadora.

La mayor parte de los núcleos de población que surgen de los primeros asentamientos crecen en torno a los cursos de agua y a las acequias. La calle por donde discurría el agua se convirtió en el eje vertebrador de la mayor parte de los pueblos de nuestras islas, teniendo como ejemplo la Calle León y Castillo y el Parque Municipal en Arucas y la Avenida de Ca- narias en Firgas. Primero se llevaba el agua a los molinos, posteriormente a los chorros y la- vaderos. En el entorno y recorrido de las acequias se disponían abrevaderos para los animales, aprovechando generalmente los sitios de paso para el ganado y el cruce de los caminos.

En cuanto a los cargos públicos, en las Ordenanzas se mandaba que hubiera un Maes- tro de Aguas, que era el encargado de cuidar y aprovechar las aguas de cada isla, de manera que no se perdieran e incluso sacar nuevas, y al mismo tiempo en cada Heredamiento se nom- bran los Alcaldes del Agua, encargados de velar por el cumplimiento del reparto de los turnos de riego y el mantenimiento de las canales y estanques. Era un oficio de carácter anual, sin salario, elegido entre los miembros de la heredad, se encargaba de la resolución de los conflic- tos entre los adulados, el cual tenía incluso jurisdicción para sancionar las faltas y daños auxi- liado de acequieros o cañeros a sueldo que vigilaban el cumplimiento de las normas.

Los sistemas de canalización y almacenamiento tenían una importante protección en las Ordenanzas, donde quedaban señaladas las penas por robo de agua de las acequias o sal- tarse los turnos, además de cualquier desperfecto ocasionado o por roturas voluntarias de los mismos.

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La heredad y los lavaderos

Se habilitaron lugares para que las mujeres acudieran a lavar y dejaran de ir a los charcos de los barrancos, para ello se conducía el agua a los lugares señalados incluyendo normas y penas a los que incurran en falta.

En Arucas, la realización de los lavaderos es una muestra del trabajo conjunto de los canteros y mamposteros aruquenses, cabe destacar el uso de la piedra azul. La importancia de los lavaderos desde el punto de vista social se traducía en que eran un

lugar donde las mujeres se reunían no sólo Imagen superior: Lavadero en Arucas, ya desapecido, situado frente al edificio de la Heredad (1931). Imagen inferior: lavadero en Firgas para el lavado de las ropas con “jabón (FEDAC) suasto” derivado de Swanson, sino que había una transmisión de noticias y conocimientos.

Un espacio de socialización de la mujer fuera del entorno del hogar y de la tutela mas- culina. También eran posiblemente una de las pocas ocasiones en que jóvenes de ambos sexos pudieron establecer comunicación y con ello gestarse noviazgos. Junto a los lavaderos, el ma- jano de tuneras donde se tendía y blanqueaba la ropa. En otras ocasiones, los lavaderos esta- ban situados en el interior de las casas, en el patio interior de ésta y en ocasiones en parajes. De esta manera la heredad contribuyó en el uso doméstico del agua no solo para el abasteci- miento “El Chorro de San Juan” sino también para el lavado, estando regulado el horario de uso de los lavaderos (de 8-16 horas) y de los chorros de agua y las penalizaciones en caso de incumplimiento. Todo ello con el fin de cuidar la calidad del agua y garantizar su potabili- dad1,3.

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La heredad y los molinos

Las aguas fueron la causa principal de la iniciación y desarrollo de los actuales núcleos de población. Las acequias esparcidas hicieron posible el nacimiento de caseríos y villas, vin- culados al agua y a la existencia de una Heredad.

El cultivo de la caña de azúcar, tras finalizar la conquista, constituyó el principal pro- ducto de la isla hasta el siglo XVI, dando lugar al nacimiento de trapiches o ingenios azucare- ros. A partir del siglo XVII se incorpora el millo desde México y con ello los molinos harine- ros. Los molinos de gofio toman un auge importante aunque no desplazaron totalmente a los primitivos molinos de mano. En 1833, las aguas de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas movían nueve molinos harineros.

Junto al molino, se ubicaba la casa del molinero. Similar a una tienda donde los luga- reños compraban, se tomaban un “ron” y estaban en tertulia. Esto molinos eran explotados por personas que vivían de ello, no tenían carácter comunal1,3.

La heredad y el desarrollo del sector agrario

Durante los siglos XV y XVII, la actividad económica principal fue el cultivo de la caña de azúcar. Muchas adversidades hacen colapsar en 1920 la vida industrial de la fábrica azucarera de San Pedro, después de que en 1911 se ampliasen sus instalaciones con la famosa destilería de aguardientes que todavía hoy día sigue en activo. Con ello se interrumpen los cultivos de caña y se cierra el ciclo azucarero, abriéndose con ello otras perspectivas para im- plantar otro cultivo rentable que fuese capaz de sustituirlo. En la actualidad, existe un cultivo de caña de azúcar poco significativo, con el objeto de mantener la denominación de origen del ron miel.

Durante los siglos XVII y XVIII Arucas vive también la crisis que afecta a Gran Cana- ria. Es la etapa de las plantaciones de papas, millo, frutales y granos, cuyos excedentes se ex- portaban a Tenerife. El cultivo del millo se alternó con el de cebada y trigo en la elaboración del gofio, alimento básico de la población. Por el contrario, el siglo XIX constituyó un mo- mento de renacimiento social y económico, en virtud de la incorporación de nuevos cultivos, que traerán un auge sin precedentes. El auge de la demanda de cochinilla en la segunda mitad del siglo XIX, y el plátano después convertirán a Arucas en uno de los ejes económicos de

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Gran Canaria, lo que se pondrá de manifiesto en la notable renovación de su cabecera munici- pal1.

Plantaciones de cochinilla y plataneras en la primera mitad del siglo XX (Fuente desconocida)

Desde la última década del pasado siglo, el cultivo del plátano venía pisando fuerte al amparo de la creciente demanda de los países consumidores europeos, en los que destaca Reino Unido. Sin embargo, los dos grandes conflictos mundiales y nuestra guerra civil reduje- ron el ámbito comercial de los frutos canarios a la Península. A partir de los años cuarenta los plátanos canarios monopolizan en exclusiva el mercado peninsular. Esa situación tan favora- ble crea los incentivos necesarios para un nuevo y esplendoroso ciclo monocultivador que se impone a lo largo de más de tres décadas.

Durante este período todas las iniciativas y preocupaciones giraron en torno al plátano y las actividades derivadas (empaquetados, transporte, etc.) este cultivo más exigente en su riego aumenta la demanda y se carece de infraestructuras donde almacenar el agua. La propia Heredad de Arucas y Firgas supera una de sus crisis cíclicas y se dispone a jugar un papel de vanguardia en la expansión de los regadíos. El máximo exponente de todas estas empresas fue, sin la menor duda, la construcción de las presas del Pinto. Así como otras tan importantes como la perteneciente al marquesado de Arucas en el barranco de Los Palmitos, numerosos estanques y balsas de mampostería, de barro y hasta de modernas estructuras en forjados de cementos.

La captación de manantiales y escorrentías ante el creciente aumento de la demanda de caudales obligó a las organizaciones de regantes a perforar profundamente nuevos pozos, a construir nuevas acequias, túneles y tuberías por los senderos más recónditos, con el propósito de atraer más cantidad de agua procedente del Andén y Caidero Navarro (Valsendero), así como la ampliación del canal que viene desde Las Madres (Firgas) o desde los pozos y ma-

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Con este conjunto de iniciativas y ejecuciones, la agricultura supuso una vez más el salvavidas de la economía en términos de producción de riqueza y empleo hasta aproximada- mente el año 1973. De forma directa o indirectamente tuvo capacidad suficiente para absorber a casi toda la población laboral del término con unas tasas de crecimiento vegetativo elevadí- simas. Con el desarrollismo y el afloramiento de la competencia de otros sectores más diná- micos y remuneradores como la construcción y los servicios, el panorama fue cambiando des- de finales de los sesenta. La sequía y la escasez de recursos hídricos determinaron la pérdida de fincas plataneras que fueron transformadas en plantaciones de cultivos alternativos como frutales, hortalizas y plantas. A partir de ahí, los cultivos de plataneras han entrado en franco declive y su desaparición puede que sea cuestión de tiempo. Tal vez algunas fincas que han invertido cuantiosos recursos en su modernización logren sobrevivir a tantas adversidades climáticas, económicas y políticas adaptándose a los mercados en una durísima y desigual competencia con otras producciones en calidad y precio1,7.

El resultado más llamativo de todo ello ha quedado impreso en el paisaje, constituyen- do en su conjunto las bases de un inestimable patrimonio etnográfico (terrenos cultivables, canales, acequias, estanques, cantoneras...) que con posterioridad se van ampliando de forma creciente. Pero, también, el incremento de la población es un buen índice de la prosperidad económica. No debemos olvidar la construcción de las dos primeras presas de la isla (Presas de Pinto) financiadas en su totalidad por la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, la primera proyectada en 1867 y finalizada en finalizada en 1906 y la segunda proyectada en 1903 cuya repercusión fue incalculable1,4,6,7.

Esto nos hace reflexionar sobre la perseverancia de nuestros antepasados, en estos cin- co siglos, en la labor de “domesticar” el medio haciendo posible el desarrollo de la agricultura y con ello el desarrollo socioeconómico de la localidad. En la actualidad, contamos con regis- tros iconográficos, como la fotografía, donde se puede apreciar desde la Montaña de Arucas, hacia el año 1972, un tapiz verde de plataneras que la rodeaba desde Las Vegas hasta el lito- ral.

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La heredad facilita la gestión del tiempo a los Aruquenses

La Heredad en el año 1846 acuerda, a propuesta de Don Francisco Gourié Marrero, en una Junta General, hacer una torre en la parte sur de la Iglesia Parroquial, en Arucas y que ésta, pueda albergar en ella, un reloj con el fin que el pueblo tenga una hora por la que regirse. Muy pocos tenían reloj, y quienes los tenían, las horas no coincidían, al no haber los medios con los que contamos en la actualidad, sobre todo en las entradas y salidas de los trabajos, sueltas y cambios de aguas, entradas y salidas a los colegios. Era un auténtico calvario lo que se estaba padeciendo por los ciudadanos. La Heredad, conocedora de este problema, se postuló en hacer la obra, se solicitan los permisos pertinentes y se coloca un reloj de manufac- tura Inglesa. Fue construido en Londres, comenzando a funcionar el 2 de Junio de 18501.

La Heredad y el desarrollo de las vías de comunicación

En el año 1854, es nombrado Ingeniero de Obras Públicas en Gran Canaria, don Juan León y Castillo. Hasta este momento, las comunicaciones entre la capital y los pueblos del interior y de éstos entre sí, eran muy deficientes. Las únicas vías de

comunicación eran sendas, trochas y Puente Arucas 1925 (FEDAC) caminos de bestias. Una vez nombrado este Ingeniero se inicia la construcción de los principales puentes y carreteras de la isla. Arucas no era una excepción, contaba con una serie de caminos vecinales que llegaban a Bañaderos, Transmontaña y

Montaña de Cardones entrando en Las Puente Arucas (FEDAC) Palmas por Tenoya. Este era el camino Real, utilizado por todos los pueblos del norte para trasladarse a la capital. Firgas accedía desde el Lomo San Pedro y desde Visvique1.

Ante esta situación la Heredad contribuyó a mejorar las comunicaciones. El barranco

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En 1866 la Heredad contribuye en la construcción de la carretera de Las Palmas a Arucas, por falta de financiación estatal. En 1872 colabora en la construcción del camino y puente de Tenoya.

La necesidad sentida, por parte de la Heredad, de construir la Presa del Pinto, dio lugar a la construcción de la carretera de Arucas a Tansmontaña. También colaboró en la construcción de la carretera de Firgas, en la carretera de a Valsendero así como en la construcción del Puerto de La Luz, en la realización de la carretera del sur de la isla, del Aeropuerto y de la sede del Cabildo.

Todas estas aportaciones contribuyeron al desarrollo económico, social y cultural de la población. En la actualidad, no somos consciente de estas mejoras según la escala de valor actual, pero sin lugar a duda debemos ser capaces de analizar el gran esfuerzo realizado con el fin de mejorar la vida de los ciudadanos, quedando más que justificada la función social de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas.

Edificio social de la Heredad

Antiguamente la Heredad no disponía de local social. Sus Juntas se celebraban en di- versos lugares como domicilios particulares, en la Ermita de San Sebastián, en la Plaza de San Juan o en la Casa del Mayorazgo. Otra de las obras de gran relevancia en el municipio de Arucas fue la edificación de la sede social de la Heredad, que se empezó en el año 1909 y se terminó el 10 de Marzo de 1912. Sede social Heredad de Aguas Arucas-Firgas

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Este edificio sede, fue realizado a raíz del desapropio, de la “Casa de Repartos de la Heredad”, que estaba situada frente al edificio actual, y de la propia cantonera llamada Real, a consecuencia del paso de la carretera Las Palmas- Arucas- Moya- Guía, proyecto del Ilustre Don Juan León y Castillo1,7. El edificio fue y sigue destinado, al reparto de sus aguas y sala de sesiones, al igual que también, se albergó durante algún tiempo a la sede del Ayuntamiento del municipio, al estar el mismo en obras. También se han realizado muchas labores dentro del mismo, ya que en otra época se llegó a utilizar para examinar de Bachiller a los alumnos del Colegio de La Salle, al igual que otro sinfín de actos. Actualmente se sigue utilizando para otras muchas y diversas actividades sociales. Siempre ha estado y está dispuesto, para cualquier evento que se pueda desarrollar en su gran salón de actos. Al hacer su edificación también se pensó en poner otro reloj que tuviera la misma re- levancia que el de la Iglesia actual, marcando en la actualidad el ritmo de la vida ciudadana. Los estudios, planos y presupuesto del edificio fueron realizados por el Arquitecto Don Fernando Navarro, por valor de 50.120 pesetas ya terminado. La obra se realizó conjun- tamente, con el proyecto de la nueva Iglesia Templo Parroquial y la Iglesia de Cardones. El Ayuntamiento ha tramitado, la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) del centenario edificio de esta institución, que cuenta con dos presas y unos 70 kilómetros de re- des de distribución de agua de Arucas, Valleseco, Moya y Firgas, con una capacidad para distribuir casi 2.000 litros cada 24 horas. La heredera de mayor antigüedad es la Marquesa de Arucas3.

La Heredad contribuye a la reforestación forestal

En Canarias sólo queda una pequeña parte de los bosques que originariamente cubrían las montañas. Las laderas estaban cubiertas antaño por una espesa flora que canalizaba la humedad proveniente del cielo a los suelos. Aquellos bosques fueron destruidos por erupciones volcánicas o talados hace ya tiempo por los isleños para usar la madera como combustible.

Anualmente la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas celebra el Día del Heredero, recorriendo senderos propiedad de ésta y plantando árboles. Colabora con el Cabildo de Gran Canaria y con la Universidad de La Laguna, en la reforestación de la zona norte de la isla a través del proyecto Life-Rabiche financiado con fondos europeos. Se prevé plantar medio

- 18 - millón de plantas endémicas (viñátigos, laureles, tiles y barbusanos) en los próximos años, recuperando la laurisilva y con ello el retorno de la paloma turqué y rabiche. Los planes de recuperación de la laurisilva suponen un esfuerzo conjunto por parte de ayuntamientos, cabildos, ciudadanos y empresas privadas3.

La vegetación de Gran Canaria presenta dos paisajes diferentes cada vez con mayor claridad: en las zonas turísticas de la costa proliferan exuberantes plantas exóticas, resplandece el verde uniforme de algún nuevo campo de golf, irrigado con agua del Atlántico costosamente desalada y a veces mezclada con aguas residuales aclaradas, pero no completamente libres de olores. En el interior, por el contrario, avanza la desertificación.

Ante esta situación es necesario, una población sensibilizada con un ecosistema en equilibrio ya que de ello depende el futuro de nuevas generaciones.

Consideración personal

Tras la realización de este trabajo y valorar las diferentes fuentes consultadas he podido comprender como el patrimonio hidráulico de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas posibilitó el desarrollo económico, social y cultural de la localidad, siendo un referente en la isla. Este patrimonio etnográfico (presas, acequias, cantoneras, bancales de cultivos con paredes de piedra, estanques, casas de fincas...) simboliza el capital económico y humano de nuestros antepasados en la ardua tarea de captar y conducir el agua hasta el lugar donde se precisaba, venciendo las características orográficas del terreno. Esta institución no solo se limitó a la gestión y distribución del agua, cumplió con una función social, cultural y política que en la actualidad asumen instituciones como El Ayuntamiento, El Cabido, La Iglesia y el Gobierno Estatal.

El agua es un recurso natural, esencial y escaso. Inherente a estas características está el poder que en algunas ocasiones produce un desequilibrio entre la dimensión económica, ecológica, política y social del agua, generando conflictos que altera el bienestar de la población. Posiblemente este sea un reto a alcanzar.

Opino, que en la actualidad, se resta importancia a este vital recurso, tal vez determinado por el uso del agua desalada, sin ser consciente del alto precio que estamos pagando desde el punto de vista de sostenibilidad medioambiental. El agua debe seguir siendo, por medio de este patrimonio etnográfico, un recurso donde nos reconozcamos

- 19 - colectivamente, prevaleciendo el interés general frente al interés particular determinado por el uso lucrativo del agua. Se precisa de una visión de largo plazo para superar la crisis de escasez del agua.

Por todo ello, se debería potenciar desde las diferentes instituciones el conocimiento de esta labor encomiable llevada a cabo por el Heredamiento con el fin de conocer la historia y de sensibilizar a las generaciones presentes y futuras sobre la importancia de preservar el medio ambiente y garantizar estos recursos tan necesario y al mismo tiempo tan limitados para nuestra supervivencia.

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Referencias bibliográficas

1. Rizkallal Santana Elias. Función Social de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas a través de su historia. 1990. Editado por la Fundación Mutua Guanarteme. 2. Suárez Moreno Francisco. El agua en Canarias. Historia, estrategias y procedimientos didácticos (2010). [Consultado junio de 2016]. Disponible en: URL: www.bienmesabe.com 3. Heredad de Aguas de Arucas y Firgas. [Consultado junio de 2016]. Disponible en: URL: http://heredadaguasarucasyfirgas.blogspot.com.es/p/historia.html 4. González González Jaime. Un ejercicio de investigación: las grandes presas de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas. Ejecutadas sin miedos pero con el debido respeto. Monografía. ULPGC. [Consultado junio 2016]. Disponible en: URL: http://mdc.ulpgc.es/cdm/ref/collection/MDC/id/178674 5. Fernández Luis. El agua. Un recurso renovable pero limitado. [Consultado junio 2016]. Disponible en: URL: http://www.ambiente- ecologico.com/revist25/agua25.htm 6. Quintana Miranda Pedro Marcelino. Historia de Arucas. 2003. Excmo. Ayuntamiento de Arucas. Concejalía de Cultura y Patrimonio Histórico. 7. Rosales Quevedo Teodoro. Historia de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas. 1977. Editado por la Casa de la Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Arucas.

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