José Vicente Peiró Barco

Doctor en Literatura Hispánica por la UNED de Madrid, actualmente vincu­ lado a la Unidad de Investigación de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Alicante. Especializa­ do en literatura paraguaya, estudió la narrativa contemporánea de este país en su tesis doctoral, así como la obra de Roa Bastos en su memoria de li­ cenciatura titulada Análisis de El Fis­ cal de . Es autor de la edición crítica de la novela Mancue- LITERATURA PARAGUAYA ACTUAL: llo y la perdiz de Carlos Villagra Mar- sal, para la colección «Letras Hispáni­ cas» de la Editorial Cátedra, y de la POESÍA Y TEATRO antología Narradoras paraguayas jun­ to al autor paraguayo Guido Rodríguez JOSÉ VICENTE PEIRÓ BARCO Alcalá, entre otras aportaciones al te­ ma, además de artículos en revistas y de participar en congresos. Dirige el portal de literatura paraguaya de la Bi­ blioteca Virtual «Miguel de Cervan­ tes» de la Universidad de Alicante. Ac­ A Rudi Torga tualmente, se encuentra a punto de editarse una recopilación de sus artícu­ los más relevantes publicados en la Existe la certeza en el pensamiento de la más cómodo y breve el dedicarse al verso co­ prensa cultural paraguaya, prepara un intelectualidad paraguaya de que su país es mo medio de expresión o por las mayores estudio sobre la evolución de la narra­ tiva paraguaya desde Yo el Supremo de tierra de poetas y no de narradores. A esta posibilidades de publicación dado el menor Augusto Roa Bastos hasta el año 2000, idea se ha añadido la continua afirmación de coste de las ediciones de obras líricas. De he­ y un acercamiento amplio a la poesía y al teatro paraguayo. la carencia de tradición narrativa. Incluso se cho, el gran autor de la literatura del país gua­ ha aludido a la ausencia de raíces populares de raní del siglo XIX es un poeta romántico-na­ la poesía en español porque éstas pertenecen a cionalista cuyo tema dominante era el canto a 1 1 la escrita o recitada en guaraní . La poesía pa­ las glorias de la patria como cronista del ejér­ ROA BASTOS, Augusto: «La mú­ raguaya actual se enfrenta a estos tópicos y a cito del mariscal López durante la Guerra de sica y el carácter nacional para­ guayo». Asunción, Revista del afirmaciones discutibles y cuestionables, y, so­ la Triple Alianza (1864-1870): Natalicio Tala- 2 Ateneo Paraguayo, 17, febrero- bre todo, a la inmensa hojarasca que la ha cu­ vera . Incursiones románticas al margen, la si­ marzo (1947). bierto, dada la liviandad de una parte de las guiente generación literaria paraguaya, la no- opiniones críticas y la inflación de poetas cu­ vecentista, se nutrió fundamentalmente de Omitimos fechas de nacimiento y yas aportaciones son bastante limitadas y es­ poetas y polemistas. Eugenio A. Pane, uno de defunción de los autores, para casamente relevantes. Ante esta situación, ca­ los más destacados, demostró que el senti­ evitar que el lector se detenga en el dato, en lugar de prestar aten­ bría una interpretación que, sin desdeñar las mentalismo se podía mezclar con la racionali­ ción a las ideas. Para obtener aportaciones críticas anteriores, reordenara dad de su generación. Los López Decoud, cualquier dato se puede consul­ una visión de conjunto del género con un ma­ Juan E. O'Leary, Juansilvano Godoy o Ricar­ tar Teresa Méndez-Faith: Breve diccionario de ¡a literatura para­ yor grado de profundidad. En virtud de ello, do Brugada, giraron la poesía hacia presu­ guaya. Asunción, El Lector (29 se hace necesario un nuevo análisis de la evo­ puestos más universales, pero sobre ellos aca­ edición), 1997. Se puede encon­ lución sustancial de la lírica paraguaya a lo lar­ bó pesando el ambiente político nacional, lo trar esta obra en el portal de literatura paraguaya de la Biblio­ go de su historia. que perjudicó notablemente a su inspiración teca Virtual «Miguel de Cervan­ Debemos comenzar por evaluar qué signi­ y, por tanto, a sus temas y formas. tes» (www.cervantesvirtual.coml. fica dentro de la historia y la evolución de la El Modernismo tuvo expresiones poéticas literatura paraguaya, imponiendo un criterio con peso específico en . Los trabajos

AMARAL, Raúl: El modernismo cronológico que nos permita adquirir una de Raúl Amaral y de Enrique Marini Palmie- poético en el Paraguay (1901- perspectiva amplia del mismo. La poesía ha si­ ri así lo demuestran3. Se ha tenido en cuenta S 1916), Asunción, Alcándara, 2 do el género literario por antonomasia en el que el Canto Secular de Eloy Fariña Núñez ha edición, 1982. MARINI PALMIERI, Enrique: pró­ Paraguay. De hecho, quien escribiera un poe- sido su aportación más notable, pero son tan­ logo de Eloy FARIÑA NÚÑEZ: ¿as mario ya podía —y puede— ser considerado to o más modernistas las composiciones de vértebras de Pan, Asunción, Edi­ «autor literario», sin preocuparse en ocasiones Fortunato Toranzos Bardel. Parte de él de­ ciones Ñandutí Vive / Interconti­ nental Editora, 1990, pp. 7-32, por valores estéticos mínimos. La producción sembocó en el llamado mundonovismo y en el poética paraguaya, a lo largo de su historia, es nativismo, bien representados por el fortaleci­ notablemente superior a la de cualquier otro miento de la poesía escrita en guaraní, sobre Literatura paraguaya actual: poesía y teatro género literario, por lo menos hasta el último todo de la mano de Narciso R. Coimán, y por JOSÉ VICENTE PEIRÓ BARCO cuarto del siglo XX, quizá porque resultaba Natalicio González y Manuel Ortiz Guerre- ro, autor de bastantes letras de las guaranias tante máximo es Elvio Romero. De que en los años veinte compusiera el músico hecho, el más considerado como re­ José Asunción Flores. De ahí que mantenga­ novador por influjo vanguardista, mos en vigencia las opiniones de Amaral y Campos Cervera, adquiere mayor Marini-Palmieri mientras no aparezca otro tono en sus trabajos de temática so­ nuevo estudio que ofrezca una nueva visión cial que por la práctica de procedi­ pormenorizada de toda la poesía paraguaya de mientos heredados de los «ismos», las primeras décadas del siglo XX. aunque su poesía rezume la humani­ Durante estos años se aprecian temáticas zación que se vislumbra en César universalistas como el anhelo de justicia en Vallejo. De ahí que pensemos que la Gomes Freiré Esteves, el metapoético con au­ vanguardia no tenga hitos importan­ dacias estróficas en Guillermo Molinas Rolón, tes en el Paraguay, al menos como pero se imponen los versos amorosos, los pa­ los pueden tener otros países latino­ negiristas a los héroes de la historia paragua­ americanos, aunque existan muestras ya y los hímnicos en la mayor parte de ellos. aisladas o influjos visibles en la poe­ La poesía, como el ensayo polemista o los gé­ sía posterior a la década de los trein­ neros memorialísticos y autobiográficos, tam­ ta, cuando presumiblemente las van­ bién participó de la revisión del pasado en to­ guardias entran en su ocaso. Se sigue El portón ;/b/e. Portada. no nacionalista. El conjunto desembocó en la cultivando una lírica más o menos superación del Modernismo y de los temas tradicional formalmente, y los con­ neorrománticos para buscar un «más allá» sin tenidos recogen temas amorosos, nacionales, alejarse de los problemas terrenales. Es la épo­ sociales e intimistas preferentemente, hasta La tesis más o menos establecida que la Generación del 40 irrumpe con la bata­ es la de Hugo Rodríguez Alcalá, ca que Raúl Amaral denomina Posmodernis­ en «El vanguardismo en Para­ mo poético. La revista Juventud (1923-1926) lla por la renovación expresiva, en la que ven­ guay», Pittsburg, Revista Iberoa­ atestigua estos cambios. Se abandona el gusto ce finalmente, sobre todo al mantener contac­ mericana, 118-119 (enero-junio por la forma y se profundiza en los conteni­ tos con el exterior o proceder de fuera del país 1982), pp. 241-255. dos. Entre estos poetas —José Concepción como es el caso de Josefina Pía. Será con esta Ortiz, Pedro Herrero Céspedes, Hérib Cam­ generación cuando se inicie el camino de lo pos Cervera (padre), por citar algunos— des­ que denominaríamos poesía actual, motivo taca Julio Correa, que supo captar la esencia esencial de este trabajo, hecho además que se de la expresión paraguaya, mezcla de español intensifica cuando pensamos en que algunos y guaraní, para profundizar en el canto a los de estos autores están vivos y en activo, lo que seres que sufren y el desvalimiento de las ca­ les lleva a mezclarse con autores de apenas pas sociales más humildes. veinte años en el ámbito de la literatura para­ Los atisbos de la vanguardia también ne­ guaya actual, en este tránsito de siglos. cesitan una revisión. Generalmente, su influjo Dejando al margen la labor poética de Roa se ha retrasado hasta la llamada Generación Bastos, primeriza y augurio de su extraordi­ del 40, en la que destacan Josefina Pía, Au­ naria narrativa posterior, la poesía paraguaya gusto Roa Bastos, Hérib Campos Cervera (hi­ posterior a 1940 más conocida es la de protes­ jo), Hugo Rodríguez Alcalá y Elvio Romero; ta social. Sobre todo Elvio Romero, cuyas la mayor parte, autores que emigraron por obras Destino y atardecer (1962), Libro de la distintas circunstancias —políticas, económi­ migración (1966) y Los innombrables (1974) cas, profesionales y personales—, sobre todo son muestras de su mejor lírica. Su canto tras­ a Argentina4. Heriberto Fernández escribió pasa el Paraguay se hace eco de las preocupa­ un poema vanguardista cuando residía en Pa­ ciones latinoamericanas, razón que le permite rís en los años veinte, pero falleció poco des­ conectar con la mejor poesía social del conti­ pués, mientras al Paraguay no llegaban esas nente. Su importancia se percibe en que apa­ nuevas corrientes que sí, en cambio, se reci­ rece en todas las selecciones de poesía para­ bían con fervor en Brasil y . Hubo guaya contemporánea, mientras el resto de contactos con algunos movimientos, como el autores incluidos varía. creacionismo, pero no fructificaron en la prác­ Dentro del país, un amplio grupo de jóve­ tica. La vanguardia afectó a la Generación del nes se sienten atraídos por la lírica y se inte­ Literatura paraguaya actual: 40 cuando ya se imponían nuevos compromi­ gra en la Academia Universitaria que dirige poesía y teatro sos poéticos, como el social, cuyo represen- el sacerdote español César Alonso de las He- JOSÉ VICENTE PEÍRÓ BARCO ras, bajo la consigna de «la conquis­ y el tono melancólico de parte de las compo­ O ta del Paraguay por la cultura», a siciones. partir del último lustro de los años En los años sesenta, los jóvenes discurrie­ cuarenta. Entre ellos se encuentran ron en paralelo a los acontecimientos interna­ U-M a los mejores poetas del segundo ter­ cionales. Aumentó la intensidad de la lucha Aeja*v\ía cio del siglo: el mismo César Alon­ contra la dictadura de Stroessner. Ello obliga­ so, Ricardo Mazó, Rodrigo Díaz- ba a una poesía combativa, pero a la vez a ver­ Pérez, Ramiro Domínguez, Carlos sos que analizaran las causas del enclaustra­ Villagra Marsal, José Luis Apple- miento que sentían. Hubo un mayor deseo de yard, Rubén Bareiro Saguier, Gusta­ libertad en todos los ámbitos, que desembocó vo Gatti, Luis María Martínez, Elsa en una pronunciada audacia formal de una lí­ Wiezell, María Luisa Artecona de rica vehículo de denuncia de la injusticia y de Thompson, Gonzalo Zubizarreta y la tiranía. Los versos no escondían la asfixia de José María Gómez Sanjurjo. César los autores ante una situación agobiante hasta Alonso les inculcó el estudio analíti­ ui\.ll i SOM la claustrofobia y transmitían la angustia por co de los poetas españoles del 27 y de el estado del país y su aislamiento. La poesía, otras figuras como Antonio Macha­ de la misma manera que desde finales del si­ En una lejanía. Portada. do y Juan Ramón Jiménez, y su in­ glo XIX hasta los años treinta del XX había fluencia se hizo notar en los jóvenes sido útil para ensalzar la realidad nacional y autores. Es un segundo momento donde la lí­ crear una ideología patriótica perdurable, a Roque VALLEJOS: La literatura rica del país trata de situarse en consonancia partir de los sesenta era el instrumento idóneo paraguaya como expresión de la con las corrientes recientes, sobre todo de Es­ para expresar el disgusto: con la sociedad, con realidad nacional. Asunción, paña. Hay intentos próximos a la poesía pura, Editorial Don Bosco, 1971. la política... y con uno mismo. Nunca ha ha­ al compromiso estético mezclado con el social bido en Paraguay una lírica tan personal como y el deseo de transmitir mensajes. Es la bús­ la surgida a partir de estos años, cuando, en queda de una nueva expresión nacional, aun­ apariencia, la social predominaba. que en realidad estos autores aprovechan lo Las revistas continuaron siendo el vehícu­ nativo para hallar la universalidad de sus te­ lo estelar para la divulgación lírica. Alcor pro­ mas y formas. Se renuevan las formas y apro­ seguía su afianzamiento, mientras se editaban vechan el camino abierto por la Generación otras que, sin romper con sus postulados, del 40, sobre todo en la ruptura de las formas ofrecían sus discrepancias de raigambre juve­ tradicionales, aun con el respeto suficiente pa­ nil. De ellas hay que destacar Diálogo y Cri­ ra cultivarlas cuando fuera necesario, pero no terio (1966-1971). Miguel Ángel Fernández por imposición genérica, para encontrar una fundó la primera y en la segunda participaron lírica más auténtica, sin corsés y libre de tra­ bas impuestas por las necesidades nacionales o José Carlos Rodríguez, Adolfo Ferreiro, Juan personales, sin huir de los compromisos per­ Manuel Marcos, Emilio Pérez Chaves, Rene sonal y social. Dávalos, Nelson Roura y otros. En todos ellos se percibe la angustia interior y la conti­ Julio César Troche y Rubén Barreiro Sa­ nuidad con los poetas precedentes. Quizá es­ guier crearon la revista Alcor (1953-1960) que ta década sea una de las más fructíferas del si­ fue garantía de expresión de estos autores y de glo, dada la aparición, además de los otros noveles que surgían con mayor frecuen­ susodichos, de obras líricas firmadas por Es­ cia cada vez. Los poetas se inspiraban ahora en teban Cabanas, Gladys Carmagnola, Raquel temas universales como el tiempo, la belleza, Chaves, Ovidio Benítez Pereira, Rudi Torga, el conocimiento, la pasión por las causas no­ Jacobo Rauskin, Osvaldo González Real, bles, el humanitarismo, la ruptura de espacios Francisco Pérez-Maricevich o Roque Vallejos. de enclaustramiento, la transcendencia del De todos ellos destaca como denominador co­ lenguaje y la pintura del objeto inanimado con mún el que preconicen una poesía política y las sensaciones que produce, pero no desde el socialmente significativa, pero siempre, pro­ punto de vista impresionista o simbolista, si­ fundizando en la expresión de los autores an­ no puramente conceptual. Pero sobre todo, en teriores, subrayando el negativismo, al decir esos años se impone el testimonio de la vio­ de Roque Vallejos5. Las formas se simplifican, Literatura paraguaya actual: lencia y el odio generados por las disputas po­ porque los autores abogan por el verso simple; poesía y teatro líticas, mezclados con la orientación intimista JOSÉ VICENTE PEIRÓ BARCO por la esencia, en suma. En los setenta, el afianzamiento del régi­ y la arena de Josefina Pía o Levia- men de Stroessner, favorecido por la apari­ tán etcétera de Guido Rodríguez ción de dictaduras militares semejantes en los Alcalá. Sin embargo, es en 1984 países vecinos, provocó el incremento de la cuando surge el primer intento represión. Como consecuencia, la poesía so- ejemplar de reunir la mejor poesía ciopolítica adquiere mayor protagonismo. El paraguaya: la colección Alcándara régimen no ve aún excesivamente como ene­ (1982-1987)6. Se convirtió en una miga a la literatura y permite, hasta cierto verdadera «enciclopedia» de la líri­ punto, licencias que entenderá como fruto de ca paraguaya. Incluyó a casi todos los ociosos. Pero siempre pesará como una los autores más destacables, desde espada la autocensura sobre los autores. Se los de antaño como Martín de Goy- percibe el miedo y el deseo de encriptar los coechea Menéndez (aunque no olvi­ mensajes, ya por la vía del experimentalismo demos que es argentino, pero la his­ (Jorge Canese), ya por medio de la sugeren­ toriografía literaria paraguaya se lo cia implícita. El odio a la tiranía se percibe en apropia por haber vivido en el país obras como la de Guido Rodríguez Alcalá. y reflejar sus escenarios en las Pero tampoco abandonan temáticas como el obras), Juan E. O'Leary y Alejan­ amor, en el caso de Miguel Ángel Caballero dro Guanes, pasando por la genera­ Figún, Aurelio González Canale o William ción del 40 (Roa Bastos, Josefina Baecker, pero casi siempre en tono melancó­ Hugo Rodríguez Alcalá. (Foto cedida por el Pía, Hérib Campos Cervera, Elvio autor). lico. Otros motivos son la evocación de la in­ Romero y Hugo Rodríguez Alcalá), fancia (Juan Manuel Marcos) o la noche co­ los poetas en plena madurez y los más jóve­ mo símbolo de desconcierto (Víctor nes como Juan Manuel Marcos, Nila López Fundada por Carlos Villagra Casartelli). A la par, Renée Ferrer hace gala o Susy Delgado. Alcándara fue un estímulo Marsal, José María Gómez San- de una poesía intimista, de la voz de la mujer para los poetas, que ya no dejaron de publi­ jurjo y Jorge Gómez Rodas. heredada del grito de Josefina Pía. car sus obras escritas, y, sorprendentemente, A finales de los setenta, se creó el Taller de los editores obtuvieron beneficios económi­ Poesía «Manuel Ortiz Guerrero». Lo integra­ cos con ella. ron Jorge Gómez Rodas, Moncho Azuaga, Frente a las mayores posibilidades de edi­ Jorge Aymar y Mario Rubén Álvarez. A ellos ción, en cambio, las dificultades frente a la se fueron sumando nuevos poetas jóvenes censura dictatorial aumentaron. Si hasta en­ (Miguel Ángel Meza, Augusto Casóla, Ramón tonces el régimen de Stroesser había sido per­ Silva, Victorio Suárez, Delfina Acosta, Ricar­ misivo, hasta cierto punto, con el género, en do de la Vega, Santiago Dimas Aranda, Aman­ 1982 prohibió con firmeza el poemario Palo­ da Pedrozo, Mario Casartelli, Pedro Céspe­ ma blanca, paloma negra de Jorge Canese, des, Susy Delgado y Mabel Pedrozo, todos por incluir la expresión «este país de mierda». nacidos a partir de 1950, salvo Aranda) que La prohibición afectó incluso al acto de la defendían el tomar contacto con las clases po­ presentación del poemario, puesto que se sus­ pulares por medio de la poesía, para lo cual to­ pendió por la expulsión del país de Augusto maron como primer objetivo el integrar el Roa Bastos, que había viajado para presen­ guaraní en su expresión lírica personal, y no tarlo, aunque finalmente se realizó por la va­ sólo para narrar en verso o cantar la excelsitud lentía de Francisco Corral, director del Cen­ del país, como ocurría hasta entonces. Creían tro Cultural Juan de Salazar de la Embajada en una poesía capaz de superar la dificultad de de España. El fantasma de la represión no im­ edición, por medio de la presentación de tra­ pidió que con Alcándara se publicaran auto­ bajos colectivos, pero siempre contando con res mal contemplados por el régimen, o que el carácter individual de la creación, como un incluso las obras de Elvio Romero fueran de­ acto particular, aunque ligado siempre a la claradas de utilidad pública, tremenda con­ función social. tradicción. Al fin y al cabo, las obras secues­ En los ochenta se produce un auge de la tradas y prohibidas podían adquirirse en narrativa. Pero la poesía también experimen­ algunas comisarías, aunque a un precio más ta un nutrido aumento de publicaciones. elevado. A partir de Alcándara, la situación fue más Literatura paraguaya actual: NAPA incorporó a sus colecciones de narra­ poesía y teatro tiva, una de poesía, donde destacan La llama halagüeña y proliferaron las colecciones poé- JOSÉ VICENTE PEIRÓ BARCO ticas en algunas editoriales, hasta la actualidad. na Pastor (Blanca Lila), Enriqueta Gómez La caída de la dictadura provocó el nacimien­ Sánchez e Inés Marsal publicaron en la pren­ to de una «poesía de alivio», que denunciaba sa entre principios de siglo y la guerra del y manifestaba un optimismo, a la vez, que con Chaco, el gusto afrancesado de Ida Talavera el tiempo se fue desvaneciendo a la luz del de­ de Fracchia (próxima a la generación moder­ sencanto de la transición democrática. Jacobo nista de la revista Juventud, 1923), el nativis- Rauskin es uno de los exponentes de esta evo­ mo intimista de Renée Checa en la década de lución. A la vez, surgían nuevos talleres, aun­ los veinte, y la poesía erótica de Dora Gómez que más pedagógicos y sin el ánimo editorial Bueno de Acuña, desde los años cuarenta. del «Ortiz Guerrero», de donde nacieron Ellas dieron una continuidad, minoritaria pe­ nuevos poetas, sin distinción de edad. Poco a ro consistente, a la participación femenina en poco van predominando los temas intimistas la evolución de la lírica paraguaya. y personales, y aunque la crítica social o polí­ Pero por encima de todo está la labor de tica no se esfuma completamente, sí que no se Josefina Pía, que evolucionó desde el posro­ desarrolla tan ampliamente. A la vez, el ro­ manticismo de El precio de los sueños hasta la mance histórico adquiere vigor con Hugo Ro­ poesía existencial y vivencial de La llama y la dríguez Alcalá y Delfina Acosta. Y a finales de arena (1987), pasando por la ruptura formal los noventa irrumpe en escena la autodenomi- heredada de la vanguardia. Su poema «Pie­ nada «Generación del 90», que surge de los dra», contenido en esta obra, encierra el universitarios de Humanidades. Centran su anuncio de la lucha y la postración que sufrió actividad en tertulias, recitales, contactos en­ a lo largo de su vida por el hecho de ser mu­ tre grupos literarios e incluso un manifiesto jer, pero siempre había ocupado un segundo para alegar que la literatura no ha muerto. El plano hasta la aparición de Josefina, quien libro colectivo El ombligo del mundo reunirá rompe con los esquemas sociales tradiciona­ a noventa y nueve autores jóvenes, con el apo­ les. Prueba de su herencia e importancia es el yo de los poetas consolidados Joel Filártiga, testimonio de las autoras actuales más jóve­ Emilio Pérez Chaves, Miguel Ángel Fernán­ nes, que se declaran herederas del espíritu de dez, Luis María Martínez y Jorge Aiguadé. De Josefina Pía. estos autores jóvenes, hay dos a destacar: Años más tarde, María Luisa Artecona de Saskia Saer y Marcelo Sarubbi, que caminan Thompson y Elsa Wiezell se implicaron en la por una poesía vivencial e interrogativa. Los Academia Universitaria dirigida por César nuevos nombres (Rick Taylor, Iván González, Alonso, a la que hemos aludido. Ellas aboga­ Nelson Aguilera, Raquel Rojas, Lía Colombi­ ron por la poesía de la psicología femenina y no, José Antonio Alonso, Moneca Laneri y como refugio frente a la marginación social a Diana Villaverde) aportan frescura y temas de lo cotidiano. El tiempo los examinará. que les empujaba el mundo público. En para­ lelo, Ester de Izaguirre publica sus primeros Hemos dejado un apartado específico pa­ poemas en la revista Alcor, antes de emigrar a ra la poesía escrita por mujeres, por la especi­ Argentina, donde residirá hasta hoy en día y ficidad que ofrecía hasta la aparición de un cultivará predominantemente poesía existen­ amplio conjunto de autoras a partir de la dé­ cial. cada de los ochenta del siglo XX. También en Y las generaciones siguientes fueron incre­ la poesía, la mujer nunca ha estado ausente de mentando el número de mujeres dedicadas a la su cultivo, pero siempre ha tenido que vivir la lírica: Noemi Ferrari de Nagy, Carmen Soler, postración y la marginalidad, a pesar de que Gladys Carmagnola, Renée Ferrer, Maybell las autoras generalmente solían pertenecer a Lebrón, Nilsa Casariego, Leni Pane, Miriam capas sociales ciertamente acomodadas. El Gianni, María Elina Pereira de Olmedo, Ra­ primer poema publicado por una mujer, que quel Chaves, Lilian Stratta, María Eugenia se recuerde e la actualidad, es «La pecadora», Garay, Susana Riquelme, María Carmen Pai- de Marcelina Almeida, autora de posible ori­ va, Elinor Puschkarevich, Nidia Sanabria... gen uruguayo, que se incluyó en la revista La tantas que resulta casi imposible realizar un Aurora (1860) dirigida por Ildefonso A. Ber­ inventario completo dada la dispersión de su mejo. Se recuerda el romanticismo de «Al Pa­ obra. La siguiente generación ofreció un con­ Literatura paraguaya actual: raguay» de Ercilia López de Blomberg, los junto de autoras que acentuaron su defensa de poesía y teatro poemas que Serviliana Guanes, Josefina Sape- JOSÉ VICENTE PEIRÓ BARCO la libertad de la mujer e intensificaron el ero- tismo y la sensualidad. Algunas destacan por 4) Poesía reflexiva (José Luis Appleyard, Manuel E. B. Citamos sólo hasta cuatro auto­ el uso de la ironía para satirizar al hombre y Arguello, Rubén Bareiro Saguier y Juan Manuel res por cada tendencia para evi­ su dominio social. Ejemplos son Susy Delga­ Marcos) tar que la nómina sea intermina­ do (autora de poemarios bilingües), Carmen 5) Poesía de reivindicación femenina (Rene Ferrer, ble. Casartelli, Amanda Pedrozo, Nila López Gladys Carmagnola, Susy Delgado, Delfina Acosta) Lourdes Espinóla o Delfina Acosta, que cul­ 6) Neoimpresionismo nativista (Carlos Villagra Marsal, tiva también poesía laudatoria a su pueblo o a José Antonio Bilbao) Pablo Neruda. La última poesía incide en lo 7) Poesía existencial (Augusto Casóla, Ester de Izagui- misterioso y en la vida cotidiana, y en el caso rre, Guido Rodríguez Alcalá) de Montserrat Álvarez en la noctunidad como 8) Indigenismo (Félix de Guarania, Santiago Dimas ocurre en Zona dark y Underground, obras Aranda, Ramiro Domínguez) de atmósferas viciadas y ocultas a la vida que 9) Poesía amorosa (María Elina Pereira, Ricardo de la es noticia de prensa, como cantos a la libertad Vega, Ester de Izaguirre) que permite la noche. 10) Poesía erótica (Renée Ferrer, Nila López, Lourdes Un espacio, antes finalizar, merece la poe­ Espinóla, Amanda Pedroso) sía en guaraní. Generalmente recitativa, predi­ 11) Poesía intimista (Gladis Carmagnola, Nilsa Casarie­ lecta para el caso (Juan Maidana), se adentra go, María Eugenia Garay, Maybell Lebrón, Elinor en temáticas más universales y va abandonan­ Pushkarevich, Feliciano Acosta) do el localismo. Destaca el intimismo de Feli­ 12) Poesía de la experiencia (Jacobo Rauskin, Ricardo de ciano Acosta, Susy Delgado y Miguel Ángel la Vega, Víctor Casartelli, Francisco Pérez Marice- Meza, la nostalgia de Rudi Torga, el lamento vich, Moncho Azuaga) ante los problemas nacionales por medio de 13) Poesía mítica (Raquel Chaves, Ramiro Domínguez) un ejercicio expresivo minimalista de Zenón 14) Poesía oscura (Montserrat Álvarez) Bogado Rolón, la inquietud social de Eulogio 15) Poesía expresiva-interrogativa (Marcelo Sarubbi, Sas- Zarate, el amor y el canto a la libertad de Li­ kia Saer) no Trinidad Sanabria, la ironía social crítica y 16) Romance histórico (Hugo Rodríguez Alcalá y Delfi­ el alumbramiento del estallido popular de Ra­ na Acosta) món Silva, y el canto social e indigenista de 17) Poesía infantil (Nidia Sanabria, Renée Ferrer, Elly Félix de Guarania. Lo más importante no só­ Mercado de Vera, Feliciano Acosta). lo es la amplitud temática que ha ido adqui­ riendo la poesía en guaraní desde finales de los Este ensayo clasificatorio demuestra la ri­ setenta, sino el tratamiento expresivo innova­ queza de tendencias de la poesía paraguaya ac­ dor, personal, lo que ha provocado que los au­ tual. Obviamente, los autores discurren por tores alcancen la perfección formal de los que varias de ellas a lo largo de su trayectoria, aun­ escriben en español. De hecho, en la clasifica­ que los hemos ubicado en una donde desta­ ción que desarrollamos para culminar este ar­ can. Un autor no ofrece una obra monocorde, tículo, no hemos separado los autores en gua­ por lo que no se le debe encasillar en esta cla­ raní del resto, dada la similitud temática y sificación. Son necesarios nuevos acercamien­ formal que se aprecia en todos ellos, porque tos con criterios que la escasa perspectiva tem­ sólo se diferencian por la lengua empleada, y poral de que disponemos nos impide hallar. ya no por los temas. Lo cierto es que la poesía paraguaya muestra Por sintetizar este breve recorrido, en la una riqueza singular y una proliferación de poesía paraguaya actual, donde conviven dis­ obras publicadas desde los ochenta sin paran­ tintas generaciones, desde la llamada de los 40, gón a lo largo de su historia. Ha superado tó­ hasta los más jóvenes que apenas sobrepasan picos, y sin abandonar sus raíces, ha adquiri­ los veinte años, hallamos varias tendencias que do mayor amplitud temática, como la enumeramos7: narrativa, y se ha convertido en un medio de expresión universal. 1) Poesía minimalista (William Baecker y Zenón Boga­ do Rolón) ESENCIAS DEL TEATRO PARAGUAYO 2) Poesía experimental (Jorge Canese, Joaquín Morales, ACTUAL Jorge Montesino) 3) Poesía sociopolítica (Gilberto Ramírez Santacruz, El- El teatro en Paraguay posee raíces ances­ Literatura paraguaya actual: poesía y teatro vio Romero, Luis María Martínez, Moncho Azuaga) trales. Su origen se remonta a la dramatización JOSÉ VICENTE PEIRÓ BARCO 8 de las danzas rituales que ejecutaban los abo­ Fernández. Estas obras dan un giro a la exigua Rudi TORGA: «A modo de intro­ rígenes en la selva, cuyo objetivo era la re­ escena en guaraní y en español. Son aceptadas ducción: reflexiones en torno al teatro paraguayo de ayer y de construcción de la armonía de los seres con su por el público porque incorporan motivos po­ hoy». En Teresa MÉNDEZ-FAITH comunidad y con la naturaleza, como expresa pulares y temas de la vida cotidiana. Arturo edit.: Teatro paraguayo de ayer Rudi Torga8. Era una teatralización religiosa Alsina, por citar uno de los más relevantes, se y de hoy. Asunción, Interconti­ nental Editora (Tomo 1), 2001, repleta de simbolismos. sumerge en la decadencia de la clase domi­ págs. 15-44. Los conquistadores españoles aprovecha­ nante desde tesis ideológicas naturalistas. ron esta «afición» ceremonial para adoctrinar El teatro paraguayo sufrió una renovación

Teresa MÉNDEZ-FAITH: Breve a los aborígenes guaraníes. El teatro fue un importantísima a partir de los años treinta con diccionario de ía literatura para­ instrumento de propaganda muy útil para la aparición de Julio Correa. Como conse­ 9 guaya, Asunción, El Lector (2 ellos. El adocenamiento solía fundamentarse cuencia de ello, en el ambiente de los años edición), 1997, pág. 255. en la escenificación de historias bíblicas, vidas cuarenta había dos grupos claramente distin­ 10 de santos, la pasión de Cristo y las represen­ guidos. Por un lado se situaba la corriente de Lastimosamente, buena parte de taciones del Corpus Christi. Estas escenifica­ José Arturo Alsina, partidario de un teatro los documentos teatrales para­ guayos no han llegado a noso­ ciones se atestiguan desde el último tercio del universal, que sin huir de lo particular no ca­ tros. Este material fue expurgado siglo XVI, sobre todo en los recintos de las yera en el folclorismo, y cuyo drama de reso­ en determinadas épocas de los misiones, que dieron lugar al conocido como nancias pirandellianas, al decir de Teresa Mén- archivos de Asunción, hasta el 9 punto de que desaparecieron teatro jesuítico (1607-1767). Fuera del ámbito dez-Faith , El derecho de nacer (1925), es el muchísimas obras y documentos. religioso, según Torga, el teatro colonial no mejor ejemplo de su creación; por otro, la del dejó una herencia con peso específico. teatro en guaraní, o al menos con un empleo 11 Para examinar la labor de Fer­ El siglo XIX no nos lega testimonios de importante de esta lengua, cuyos antecedentes nando Oca del Valle, ver mi ar­ grandes eventos dramáticos. Sí es cierto que se se remontan a algunos de los autores susodi­ tículo «Teatro paraguayo con­ celebraron representaciones. De antes del final chos de 1926, cuya expansión y éxito llegaría temporánea: Fernando Oca del Valle». Valencia, Sticomythia, de la Guerra de la Triple Alianza, en 1870, en la década de los treinta con Julio Correa, Universidad de Valencia, na 0 destaca Un paraguayo leal del español Ilde­ considerado por los críticos como el impulsor 2 ¡artículo n 7), enero 2002. fonso A. Bermejo, obra compuesta al calor del teatro marcadamente popular, cómico, que protector del gobierno de Carlos Antonio Ló­ tendía a la oralidad, a la técnica intuitiva y a pez, de carácter romántico y panegirista. El los condicionamientos lingüísticos10. Este au­ teatro resistió los avatares con tenacidad, igual tor impulsó una suerte de teatro que llegaba que otros géneros como la narrativa. Y sim­ mayoritariamente al público por el simple plemente resistió. Los textos no vieron la luz motivo de que reproducía temas de preocupa­ y tampoco se recuerdan las representaciones ción popular y la situación oral bilingüe del en la prensa de la época, como se desprende de país. Los asistentes a las representaciones en­ la laguna que muestran los textos críticos de tendían sus obras, por el componente decisi­ carácter arqueológico que existen. De hecho, vo de esta lengua, y participaban en ellas en sólo se menciona un estreno, La cámara oscu­ mayor grado que en las puestas en escena de ra de Alejandro Guanes, y con disparidad en­ obras de otras vertientes, ya que, generalmen­ tre la crítica, que tildó la obra de escabrosa y te, el conjunto del teatro paraguayo de esa de dudoso gusto, y el público, que aplaudió época se encontraba bastante anquilosado en unánimemente la representación. Este estreno un posromanticismo vacuo y en procedimien­ es de 1899. Antes, el desierto. tos con olor a naftalina, a pesar de los inten­ El teatro se encauza en Paraguay y se mo­ tos de Alsina. Es importante, además, porque derniza a partir de la década de los años vein­ se percibía un fondo social con el que sintoni­ te del siglo XX. Según Torga, arranca en 1922, zaba el público. con El crimen de Tintalila de Manuel Ortiz En los años cuarenta del siglo pasado, Ro­ Guerrero, y otras obras de ese año y los si­ que Centurión Miranda y otros nombres em­ guientes como La chispa robada y Mborayhu prendieron la renovación definitiva del teatro ha tesay de Francisco Martín Barrios, La epo­ paraguayo y se acercaron a las instituciones peya del mariscal de Eusebio Aveiro Lugo, La con el fin de asentarlo. En esta renovación inquisición de oro de Leopoldo Ramos Gimé­ participaron dos españoles, sobre todo en el nez, Guaviramí de Benigo Villa, Juguete roto ámbito pedagógico: Josefina Pía (1903-1999) y de Facundo Recalde, Sorprendidos y descono­ Fernando Oca del Valle (1893-1972)11. La ac­ Literatura paraguaya actual: cidos de Luis A. Rufinelli, La marca de fuego tividad dramática contaba con el apoyo del poesía y teatro JOSÉ VICENTE PEIRÓ BARCO de Arturo Alsina y Mborayhu paha de Félix Ateneo Paraguayo y de la Escuela Municipal de Arte Escénico, fundada por Centurión en en argumentos atractivos para el público, y 1948. Josefina Pía y Roque Centurión traba­ presenta personajes humanos y de vivencias jaron juntos, como en los dramas Deshereda­ palpables. Sea cómica o trágicamente, siempre do y Aquí no ha pasado nada. La importancia existe una visión crítica del materialismo al de ambos radica en su intento por mostrar una que ha llegado la sociedad, y su visión suele escena más sofisticada y con atención a temas ser escéptica ante la infravaloración del hom­ universales y problemas generales, dejando en bre. un segundo plano, aunque nunca abandonado El tema político va adquiriendo mayor completamente, el elemento popular o la pre­ empaque a medida que aumenta la represión ocupación por la lengua a utilizar. El tema del de Stroessner. Los dramaturgos lo cultivaban, conflicto de la paternidad responsable frente a sobre todo los exiliados, como es el caso de la doble moral de la sociedad de Aquí no ha Hérib Campos Cervera. Pero desde finales de pasado nada es el mejor ejemplo del camino los cincuenta es difícil encontrarlo sin que re­ de ambos autores. En esa década, se inicia la curra a símbolos o alegorías que encubran la publicación de obras teatrales por parte de la denuncia. Ocurre en las obras de Ovidio Be- Imprenta Nacional. nítez Pereira. Algunos exiliados, en cambio, La tarea docente y tallerística prosigue y se son más directos en la crítica, como Carlos crea un elenco de actores que, a pesar de que Garcete, autor de La caja de fósforos. José Ma­ no terminan con algunos tics completamente, ría Rivarola Matto prefirió penetrar en la crí­ como la grandilocuencia y la rimbombancia tica del poder y del despotismo desde la refle­ de la dicción, pone las bases de la escena ac­ xión y la sensibilidad, con obras como Su tual. El número de autores aumenta y parti­ señoría tiene miedo o El fin de Chipi Gonzá­ cularmente adquiere notoriedad el teatro de lez. Pero en esta obras destaca también el in­ reparto. Aumenta la representación de clási­ genio y el buen sentido del autor, frente a la cos y autores vivos españoles, junto a los pa­ seriedad habitual que domina en el tratamien­ raguayos, favorecidos por la proximidad de to del tema político. algunos exiliados. Ello acerca la situación del El teatro de vanguardia e independiente teatro del país a la de sus vecinos. Se puede anticipa sus frutos a partir de la década de los afirmar que las formas interpretativas de Mar­ sesenta. Osvaldo Dragún fue uno de los im­ garita Xirgu también influyeron en los acto­ pulsores, adoptando precedentes del grotesco res. y del absurdo. Muchas veces instrumento de Pero vayamos a los hitos más representa­ resistencia cultural en la dictadura de Stroess­ tivos del teatro paraguayo actual. La comedia ner, desde la innovación textual, prosigue con social tiene como principal representante a la ruptura de los elementos paratextuales. Ello Néstor Romero Valdovinos, quien desde Bue­ hasta desembocar en el teatro callejero, cuya nos Aires, supo captar la esencia del sufri­ figura principal es Moncho Azuaga, autor de miento de los hombres paraguayos. Su obra Los niños de la calle, que supo sacar a los es­ Mbokaja ha'eño (Cocotero solitario) fue uno pectadores de las salas para denunciar la falta de los textos más representados en los años se­ de compromisos sociales auténticos. Luis tenta. Es el verdadero continuador de la co­ Hernáez también ha sacado la escena a la ca­ media de Julio Correa, desde la profundidad lle. De su evolución nos dará cuenta la estu­ de contenidos y conocimiento maduro del diosa Edda de los Ríos más adelante. Pero no oficio dramático. hay que obviar que del teatro independiente A partir de los sesenta, Mario Halley Mo­ han surgido autores importantes y directores ra se convierte en el autor con mayor éxito en de relieve como José Luis Ardissone y Raquel la escena contemporánea, no solamente desde Rojas. el punto de vista del número de seguidores en­ Particular expansión ha experimentado el tre el público, sino por aprovecharse, como teatro histórico desde los años setenta. Vino creador, de su posición dentro del régimen de favorecido por el ánimo de criticar y examinar Stroessner. Se le puede considerar como el el presente partiendo del pasado. En el caso de dramaturgo más comercial. Su prolífica pro­ Ramiro Domínguez, con Cantata heroica a ducción suma más de sesenta títulos, de dispar Pedro Juan Caballero (1972), superó el histo- ricismo para penetrar en las raíces del teatro Literatura paraguaya actual: calidad. Como su narrativa, Halley Mora exa­ poesía y teatro mina la realidad que contempla, la introduce poético. Muy recurrente fue el tema del ma- JOSÉ VICENTE PEIRÓ BARCO 12 riscal López. La agonía del héroe (Francisco escena de los problemas, sobre todo femeni­ Como nos explicó Edda de los Solano López o el valor moral) de Efraín En- nos, como en La colección de relojes. Edda de Ríos, y hemos podido constatar, González Delvalle surge en los ríquez Gamón (1975) es un ejemplo. Era una los Ríos, también formidable actriz que ha años sesenta como autor de zar­ defensa del presunto valor moral de López, conducido al teatro paraguayo a escenarios de zuelas paraguayas y madura en como símbolo de todo un pueblo. Este autor todo el mundo, transforma el vacío de la coti­ los 70 convirtiéndose en drama­ turgo de hecho al incorporarse al formó en el curso de los años una Tetralogía dianidad en problemática que alcanza los lí­ grupo Aty Neé. Escribe las pri­ paraguaya. Pero, sin duda, las obras más im­ mites de la tragedia, con obras como Y aho­ meras obras de su nueva época pactantes sobre el conflicto fueron las de Al- ra... ¿qué? y Kuña rekove. con Antonio Carmona y ¡untos 12 realizan las primeras versiones cibiades González Delvalle : Elisa, San Fer­ Dentro del proceso de «intimización» de de Brecht. Su incorporación al nando y Procesados del 70. Trató de dar una la escena paraguaya, Agustín Núñez penetra drama histórico se produce dimensión humana a los héroes, deformados cuando ya ha adquirido una am­ en los conflictos humanos y ámbitos sociales plia experiencia teatral. por la historia oficial. El autor cuestiona el re- y familiares, como en Domingo de fútbol o toricismo patrioterista, al contrario que Enrí- Arroz con leche, aunque también es conocido quez Gamón, y despierta un proceso a quie­ por sus adaptaciones escénicas de Hijo de nes fueron los protagonistas de la historia Hombre de Roa Bastos, Pedro Páramo de paraguaya. Sin embargo, el fondo escondía Rulfo y Un señor muy viejo con unas alas una crítica a la dictadura, que así lo entendió enormes de García Márquez, todas estrenadas. y emprendió una campaña contra la obra San El teatro en guaraní, cada vez más repre­ Fernando, alegando que difamaba al mariscal sentado, tiene su estandarte en la obra de Fé­ y su antiparaguayidad, hasta prohibirla en di­ lix de Guarania, quien se inspira generalmen­ ferentes ocasiones (incluso la prohibió Rodrí­ te en motivos populares. A finales de los guez en plena transición democrática). setenta, un juez de la era stronista, Antonio Héctor Mico explora la realidad nacional Escobar Cantero, compuso una obra sorpren­ desde la historia convertida en farsa política. dente titulada Tekojojá, al haber sido escrita Gloria Muñoz, autora plenamente dedicada al por un autor con un cargo importante dentro mundo dramático, escenificó Almirante de del sistema, que denunciaba los abusos y ar­ sueños y vigilia, que plantea el asunto de qué bitrariedades de la justicia durante esos años. punto de vista emplear para examinar la his­ La obra estaba escrita en un guaraní muy ce­ toria, con el pretexto de la vida de Colón, rrado, y aún se representa de cuando en cuan­ para proclamar la necesidad del retorno a las do en la escena paraguaya actual. raíces históricas. Esta autora adaptó la novela Mario Santander es el mejor representante Yo el Supremo de Augusto Roa Bastos a la de los autores que comenzaron a escribir y es­ escena. trenar textos en los años noventa. Teatro de Este autor, toma este mismo sentido, en La problemática urbana, enfoca inquietudes que tierra sin mal, donde reproduce la dialéctica parten de la vida cotidiana para reflejar el des­ entre jesuítas e indígenas, con el fondo de la concierto actual. Formado en estudios teatra­ utopía que expresa el título. Situada en 1767, les estadounidenses, fue el impulsor y director año de la expulsión de la orden, nos muestra del texto de creación colectiva titulado Muje­ otra dicotomía: el «ser» y el «tener». res, compuesto de diez breves partes, estrena­ En los años ochenta aumenta el número de da en 2001. autoras dedicadas a la escena. El mayor inti- Hasta aquí el breve, e intenso, recorrido mismo y los problemas femeninos adquieren por la trayectoria del teatro paraguayo a tra­ mayor presencia. En los años cincuenta, habían vés de su historia. Salvadas grandilocuencias y destacado Concepción Leyes de Chaves, Jo­ retoricismos de antaño, presenta un panorama sefina Pía, Mariela de Adler y Gilda de Fretes. cada vez más amplio, no sólo en autores, sino Pero en los ochenta, la mujer aprovecha la es­ en elencos importantes y directores conoce­ cena para mostrar sus preocupaciones. Ade­ dores del oficio, como José Luis Ardissone, más de la susodicha Gloria Muñoz, los dra­ Raquel Rojas o el recientemente fallecido Ru- mas de la vida adquieren vigor en autores di Torga, o los citados como autor, Mario San­ como Pepa Kostianovky Renée Ferrer apues­ tander y Agustín Núñez, y la labor investiga­ ta por el tratamiento poético de la puesta en dora de Edda de los Ríos.

Literatura paraguaya actual: poesía y teatro JOSÉ VICENTE PEIRÓ BARCO