El Camino De La Guerra
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DAVID IRVING El camino de la guerra Una visión sorprendente y rigurosísima de la Alemania de Hitler antes de la guerra. DAVID IRVING El camino de la guerra FOCAL POINT F David Irving, nacido en Essex, Inglaterra, en NVPU, es hijo de un oficial de la Royal Navy. Se formó en la Universidad de Londres, donde cursó estudios de física, ciencias económicas e historia política, y en NVRV pasó a trabajar en la región de Ruhr como obrero con el objeto de perfeccionar su alemán. Después de tres años de investigaciones publicó su primer libro, La destrucción de Dresde, la obra más completa que existe sobre el ataque aéreo aliado, en el cual perecieron en una noche más de cien mil personas de la población civil. Posteriormente publicó otros cinco importantes estudios sobre diversos aspectos de la Alemania nazi, y en NVTT dio a conocer el más famoso y discutido de sus libros, La guerra de Hitler, al que siguieron El rastro del Zorro, una gran biografía del mariscal Rommel, y El camino de la guerra. Posterior- mente ha publicado biografias de Göring y Churchill. ©NVTU David Irving ©OMMR=Parforce UK Ltd. Título original: The war path Depósito legal: B. PT.NTO-NVVM= ISBN UQ-POM-QQSR-P ÍNDICE Introducción ...............................................................................N Prólogo: la simiente ..................................................................PP I. HACIA EL PODER ABSOLUTO Dictador por consenso ............................................................ QR El triunfo de la voluntad.......................................................... ST «Un día, el mundo» ................................................................. TT La primera dama......................................................................UV La Diosa de la Fortuna............................................................NMR «Verde»....................................................................................NOQ La otra cara de Hitler..............................................................NPU Afilando la espada...................................................................NQT Munich....................................................................................NRU El primer paso de un largo camino........................................NTV II. HACIA LA TIERRA PROMETIDA En la Cancillería de Hitler ......................................................OMN Cincuenta................................................................................ONU La extremaunción...................................................................OPP La solución final......................................................................OQN Pacto con el diablo..................................................................ORR Intermedio: su primera guerra en Silesia ............................. OTQ Notas sobre las fuentes .......................................................... OUM Índice onomástico ................................................................. OVU INTRODUCCIÓN «A los historiadores se les ha otorgado un poder del que ni siquiera gozan los dioses: cambiar los hechos ya sucedidos.» Tuve muy presente la aguda ironía de esta frase cuando me embarqué en el estudio de los doce años de poder absoluto que detentó Adolf Hitler. Con- sideré mi tarea como la de un encargado de limpiar la piedra de una facha- da, pero no tanto para realizar una apreciación arquitectónica, como para quitar la suciedad acumulada por los años y reavivar los colores de un mo- numento lúgubre y silencioso. Me dispuse a estudiar la historia copio si me encontrara sentado en el escritorio del Führer tratando de verlo todo con sus ojos. Este método limita forzosamente el campo de visión, pero sirve de gran ayuda para explicar unas decisiones que de otro modo resultan inexplica- bles. Que yo supiera entonces, yo era el primero en intentar algo parecído y creí que el esfuerzo valía la pena; después de todo, la guerra de Hitler dejó cuarenta millones de muertos y fue la causa de que toda Europa y la mitad de Asia quedaran devastadas por el fuego y las bombas; también destruyó el «Tercer Reich» de Hitler, provocó la ruina económica de Gran Bretaña e hizo que ésta perdiera su imperio: dejó al mundo sumido en unos proble- mas que iban a durar mucho tiempo, vio cómo se airincheraba el comunis- mo en un continente y cómo no tardaba en aparecer en otro. En libros anteriores, preferí acudir a las fuentes originarias de la época antes que a toda la literatura publicada sobre el tema, va que ésta contenía demasiadas trampas para el historiador. Ingenuamente supuse que podía aplicar esta misma técnica al estudio de Hitler sin necesitar para ello más de cinco años. La verdad es que tuvieron que pasar trece años antes de que el primer libro, La guerra de Hitler, se publicara en NVTT; y aún ahora, doce años después, sigo trabajando en los índices y añadiendo documentos a mis = N archivos. Recuerdo que en NVSR tuve que ir hasta los muelles de Tilbury para recoger una caja con microfilmes que había solicitado al gobierno de los Es- tados Unidos para este estudio. Cuando llegué, supe que el barco que había traído la caja llevaba mucho tiempo en el desguace, y que el arsenal donde debía encontrarse estaba al nivel de la tierra. Mucho me temo que hice aquel viaje con demasiada calma. Sin embargo, espero que esta biografía, ahora actualizada y revisada, sobreviva a sus rivales, y que en el futuro haya cada vez más escritores que se vean en la necesidad de consultarla en busca de materiales inexistentes en las demás biografías. Después de viajar por el mundo, he descubierto que este libro ha provocado una división radical en el seno de la comunidad de historiadores universitarios, especialmente en el controvertido tema del «holocausto». Solamente en Australia, los estudian- tes de las universidades de Nueva Gales del Sur y de Australia Occidental me han contado que allí se les recrimina con dureza si citan La guerra de Hitler; en las universidades de Wollongton y de Camberra, en cambio, los estudian- tes son reprendidos si no lo hacen. Esta biografía es lectura obligatoria para oficiales de academias militares que van desde West Point, Nueva York, y Carlisle, Pennsylvania; ha merecido el elogio de muchos experlos al otro la- do del Telón de Acero, así como de los que se sitúan en la extrema derecha. Yo, por ser el autor, he visto mi casa hecha pedazos por unos des- almados, han aterrorizado a mi familia, he sufrido la calumnia, han atentado contra mis impresores y yo mismo he sido detenido y deportado por la mi- núscula y democrática Austria en un acto ilegal, según sentencia de sus pro- pios tribunales, por el que espero se juzgará a los responsables del mini- sterio. En una ocasión, un redactor de la revista Time con quien me encon- traba cenando en Nueva York en NVUU, me hizo la siguiente observación: «Antes de venir a verle, he leído en los archivos todo lo que la prensa ha di- cho sobre usted. Hasta la aparición de La guerra de Hitler gozó usted de to- dos los elogios del mundo y era muy estimado por los medios de comunica- ción; después de publicar su libro le han hundido a usted en el fango.» No quiero disculparme por haber modificado el retrato ya existente del hombre en cuestión. He procurado concederle la misma oporiunidad de defenderse que hubiera tenido en un tribunal inglés, donde se recurre a las = O reglas normales de las pruebas, pero donde también se deja un lugar para la intuición. No han faltado muchos escépticos que han preguntado si la exce- siva dependencia de las fuentes personales, con su inevitable subjetividad, tiene alguna ventaja como método de investigación sobre los sistemas más tradicionales de búsqueda de información. Mi respuesta es que tampoco podemos rechazar el valor indudable de las fuentes personales. Como obser- vó el Washington Post después de analizar la primera edición de NVTT, «los historiadores ingleses siempre han sido más objetivos que sus colegas ale- manes y norteamericanos en lo referente a Hitler». Las conclusiones a las que llegué al terminar el manuscrito fueron sor- prendentes incluso para mí. Hitler fue un Führer mucho más todopoderoso de lo que siempre se había creído, y el apoyo que obtuvo de sus subordina- dos se fue debilitando a medida que pasaban los años. Hubo tres episodios – las consecuencias del caso Ernst Röhm el PM de junio de NVPQ, el asesinato de Dollfuss un mes más tarde, y los atropellos antisemitas de noviembre de NVPU – que demuestran cómo su poder se vio determinado por el de otros hom- bres con los que, de una forma u otra, se sentía en deuda. Presento la ima- gen de un Hitler manteniendo siempre intacta la ambición que le había guiado desde el período de preguerra, pero también muy oportunista en sus tácticas y métodos. Hitler estaba firmemente convencido de que no había que dejar pasar ninguna oportunidad. «Veréis pasar a la diosa Foriuna un solo instante – exclamó ante sus ayudantes en NVPU – y si en ese momento no la agarráis, no volveréis a tener una segunda oportunidad.» Buena muestra de ello fue el modo en que se aprovechó del doble escándalo de enero de NVPU para deshacerse del comandante en jefe del ejército, Werner von Fritsch, por sus ideas demasiado conservadoras, y así erigirse en su propio jefe supremo. Sus ambiciones geográficas fueron siempre las mismas, y ninguna de ellas iba en contra de Gran Bretaña ni de su imperio, como demuestran cla- ramente todos los documentos capturados sobre el tema. Sin duda aiguna, Hitler no construyó los aviones y los barcos de guerra apropiados para