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ANTROPOFAGIA Y MODERNIDAD ARTE BRASILEÑO EN LA COLECCIÓN FADEL. 1908-1979 MATERIAL DESCARGABLE 1 ANTROPOFAGIA Y MODERNIDAD ARTE BRASILEÑO EN LA COLECCIÓN FADEL. 1908-1979 ANTROPOFAGIA Y MODERNIDAD ARTE BRASILEÑO EN LA COLECCIÓN FADEL. 1908-1979 La Secretaría de Cultura, a través del Instituto Nacional de Bellas Artes y el Museo Nacional de Arte, presenta siete décadas de arte moderno brasileño visto desde la Colección Fadel, de Río de Janeiro, en una exposición organizada por MALBA / Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, que incluye pintura, escultura, dibujo, gráfica, técnicas mixtas e instalaciones, de más de 70 artistas. La colección de Hecilda y Sérgio Fadel, es una de las más importantes de Brasil, con alrededor de 3000 obras desde el barroco colonial a nuestros días. Bajo la curaduría de Victoria Giraudo, Coordinadora Ejecutiva de Curaduría de Malba, se mostrará una selección de 164 piezas, conformada por tres grandes módulos temáticos: el primer modernismo en Brasil (hasta los años treinta), entre las raíces autóctonas y la modernización internacional (décadas del cuarenta y cincuenta) y la ruptura de lo moderno y las primeras expresiones sensibles hacia lo contemporáneo(década del sesenta en adelante). Esta exposición, Antropofagia y modernidad, se focaliza en la constante búsqueda de la identidad estética brasileña iniciada con los primeros artistas de pensamiento moderno a fines de siglo xix y enfatizado en 1922 a través de un grupo de escritores y artistas, quienes organizaron la Semana de Arte Moderna, evento que marcó un momento de debate artístico clave de la modernidad. Poco tiempo después, el escritor Oswald de Andrade publicó los manifiestosPau- Brasil (1924) y el Manifiesto Antropófago (1928), que insertaron a Brasil en el lenguaje de las vanguardias internacionales a la vez que florecía un arte enraizado en lo autóctono y ancestral, que llevaría a varios artistas a explorar su propia historia colonial y el imaginario de la más espesa topografía y flora del Amazonas. La figuración se vería progresivamente diluida en una síntesis de abstracción geométrica que conduciría a un debate a mitad de siglo, entre un arte figurativo de cuño nacionalista y un arte abstracto internacional que consolidaría al arte concreto, como un triunfo de la llamada voluntad constructiva brasileña. Vendría poco después, una generación de artistas neo-concretos y neo-figurativos, quienes experimentaron con la interacción de las obras en el espacio circundante, con la música, las artes escénicas, el cine y el teatro en un contexto artístico liberador en medio de un momento político represivo. Esto abrió el paso a exploraciones sensibles, conceptuales que marcarían el inicio del arte contemporáneo. En 1994, el Museo Nacional de Arte recibió una importante donación de María Asúnsolo, entre la cual se encontraba un retrato de 1942 de la musa y patrona, a mano del pintor brasileño Emiliano Di Cavalcanti. Desde su ingreso al acervo, la pieza no había sido exhibida hasta la muestra Los modernos. En el continuo ejercicio por ampliar el estudio de su colección, en esta ocasión el museo ofrece una exposición dedicada a valorar la relevancia que el arte brasileño tuvo en la creación de los lenguajes modernos en la centuria pasada. Considerando que el arte moderno se dio en distintas geografías y de manera simultánea, resulta pertinente presentar no sólo el panorama de México y Europa, sino también el contexto de una parte de América del Sur. El Museo Nacional de Arte agradece a Hecilda y Sérgio Fadel por la generosidad en facilitar obras de su colección para presentarlas en México. A Eduardo F. Costantini, y al equipo del MALBA, por invitar al Museo Nacional de Arte a sumarse a la tarea de difundir el arte brasileño en otras latitudes. A la Embajada de Brasil en México, así como al Centro Cultural Brasil México, por su aportación al programa de actividades paralelas que acompañarán la muestra. Al Patronato del Museo Nacional de Arte A.C., al equipo del museo y a todos los que hicieron posible esta exposición. 2 ANTROPOFAGIA Y MODERNIDAD ARTE BRASILEÑO EN LA COLECCIÓN FADEL. 1908-1979 CEDULAS TEMÁTICAS ANTROPOFAGIA Y MODERNIDAD ARTE BRASILEÑO EN LA COLECCIÓN FADEL. 1908-1979 3 ANTROPOFAGIA Y MODERNIDAD ARTE BRASILEÑO EN LA COLECCIÓN FADEL. 1908-1979 PRIMER MODERNISMO EN BRASIL En 1917, la exposición de Anita Malfatti en São Paulo –con obra realizada en su estadía en Berlín (1910-1914) y Nueva York (1915-1916)–, sería un hito inicial moderno, por lo audaz de su propuesta, influenciada por el expresionismo alemán, americano y un cierto fauvismo. Malfatti logró conmocionar a la sociedad provinciana paulista. En 1922, la Semana de Arte Moderna marcó el inicio del debate moderno en São Paulo al reunir a escritores como Mário y Oswald de Andrade, Graça Aranha, Menotti Del Picchia, Guillerme de Almeida, Ronald de Carvalho, Manuel Bandeira; a pintores como Anita Malfatti, Emiliano Di Cavalcanti, John Graz, Vicente do Rego Monteiro; el escultor Víctor Brecheret; y el músico Heitor Villa-Lobos, entre otros. Tarsila do Amaral no participó del evento, aunque sí formaba parte del llamado “Grupo dos Cinco”. En este periodo se dio, al igual que en otros países de la región, el fenómeno de los artistas latinoamericanos visitando Europa y la consecuente absorción de las vanguardias históricas por parte de ellos: la interacción con el cubismo y la producción en París, con el modernismo español, el futurismo italiano, etc. No se trató simplemente de autores de América Latina que viajaron a Europa y copiaron una manera o un modelo, sino que hubo una reelaboración de las vanguardias, propiciando la experimentación de diferentes lenguajes. MANIFIESTOS PAU-BRASIL Y ANTROPÓFAGO Oswald de Andrade escribió el Manifiesto Pau-Brasil en 1924 al regresar –junto a la pintora Tarsila do Amaral, el escritor suizo Blaise Cendrars, Mário de Andrade y Olívia Guedes Penteado– de un viaje por Minas Gerais y tras haber presenciado aquel verano el Carnaval carioca. En este afán por descubrir Brasil, encontró la identidad no sólo en lo indígena, también en lo popular y en lo rural. Oswald propuso una poesía de exportación a raíz del nombre del árbol Pau, uno de los productos más exportados a Portugal durante el periodo colonial. Cabe recordar que, en 1920, Francis Picabia publicó el Manifiesto Caníbal Dadá y que ese mismo año circuló la revista Cannibale. En ambos casos, el término canibalismo se utilizaba con una connotación asociada al sacrificio, muy diferente del sentido que planteaba Oswald de Andrade. En el caso de Brasil, es a partir de la obra Abaporu de 1928 de Tarsila do Amaral, que se consolidó el movimiento antropófago. Se fundó así el Club de Antropofagia, que editaba la Revista de Antropofagia misma que publicó el Manifiesto Antropófago de Oswald de Andrade, el que reelaboró y subvirtió el concepto negativo del caníbal. En éste se concentraba el Brasil, el ‘infierno verde”. Desde entonces, la antropofagia se consolidó como modelo identitario cultural de Brasil, que se explica a partir de la asimilación y deglución caníbal de lo extranjero para transformarlo en algo completamente nuevo y original. Con ello, se puso fin al modelo de copia académico y se proclamó la independencia cultural de aquel país. Oswald propuso la “antropofagia” como punto de unión de la cultura brasileña: “…sólo la antropofagia nos une. Socialmente. Económicamente. Filosóficamente”. 4 ANTROPOFAGIA Y MODERNIDAD ARTE BRASILEÑO EN LA COLECCIÓN FADEL. 1908-1979 BRASIL POPULAR Y SOCIAL Después de la crisis del 1929, que incidió económicamente en la producción de toda la región (en particular, en la economía agro-exportadora cafetera de Brasil) y con la subida de Getúlio Vargas a la presidencia, surgió una preocupación mayor por lo social, por el ser humano y lo popular. Vargas impulsó un estado fuerte, bajo el lema “que haga la revolución antes de que el pueblo la haga”, que se tornó en un aparato dictatorial de democracia con autoridad, cuyo fin coincidió con el de la Segunda Guerra mundial en el año 1945. En esta época comenzó a incidir la figura del crítico de arte Mário Pedrosa, teórico marxista que impulsó una acusación dirigida a los artistas modernos en la que demandaba reducir las preocupaciones estéticas en pos de un realismo social. En este realismo se identifica una fuerte influencia del muralismo mexicano, por la adaptación de los grandes formatos, lo monumental de las figuras, lo épico de la narrativa, así como el uso de la fotografía y los encuadres del cine en la composición. Cândido Portinari, al regresar a Brasil en 1932, reflejó en sus pinturas una fuerte preocupación social y nacional, que identificamos en retratos de trabajadores mestizos (el nuevo modelo brasileño), en escenas rurales y festividades populares influenciadas por los metafísicos italianos. Por su parte, Alberto Da Veiga Guignard descubrió el Brasil por otros caminos. Al igual que el paisajista Roberto Burle Marx, tomó contacto con la naturaleza y sus verdes intensos en el Jardín Botánico de Río de Janeiro. En la década de los cuarenta, se mudó a la región de Minas Gerais, que sería el escenario de sus pinturas con paisajes montañosos repletos de iglesias barrocas que remiten a la historia sacra colonial. AMAZONIA El surrealismo, como arte que expresa lo que sucede en el inconsciente, en los sueños y las pulsiones, ya existía en Latinoamérica antes que se desarrollara como movimiento artístico en Europa. Era parte de la vida misma, de las leyendas y las mitologías. Cuando llegó el surrealismo de André Breton como movimiento moderno, el arte en las urbes de Brasil estaba más interesado en lo nacional. Pero se dieron casos excepcionales en relación a lo onírico, al psicoanálisis y a la experiencia de lo alucinante y lo mágico. Obras literarias clave de escritores modernos como Cobra Norato (1931) de Raul Bopp y Macunaíma (1928); la novela fantástica y de realismo mágico de Mário de Andrade; o la pintura El Lago, de Tarsila do Amaral, mezclaron conceptos freudianos con el culto Candomblé y con lo oculto en el corazón del Amazonas.