Memoria

Agapito Marazuela Albornos, el músico del pueblo*

Santiago Vega Sombría Universidad Complutense de Madrid

Una humilde familia dio vida a Agapito Marazuela en la localidad segoviana de Val- verde del Majano. En compañía de su padre arriero recorrió con un carro los pueblos de Castilla percibiendo su pobreza generaliza- da a comienzos del siglo XX. A los ocho años, los efectos de una meningitis mal tratada le dejaron como secuela la pérdida de su ojo derecho y la disminución de visión del ojo izquierdo. Esta dificultad física tan tempra- na no le encogió el ánimo y volcó todo su empeño en el talento natural y la sensibi- lidad musical que afloraron desde la infan- cia. Es todavía un niño cuando se traslada a Valladolid para aprender a tocar la dulzai- na castellana con el maestro Ángel Velasco (padre de la dulzaina cromática moderna). A los catorce años ya se ganaba un peque- ño sueldo acompañando procesiones y todo tipo de fiestas populares. Paralelamente, se inicia en los estudios de solfeo con don Joaquín, un profesor de la Academia de Ar- tillería de , del que guardó un gran recuerdo y agradecimiento, no así de su pri- Agapito Marazuela tocando la guitarra (Foto mer profesor de guitarra, quien recelaba de realizada en 1932 para un concierto celebrado las cualidades de su alumno. En su primer en , gentileza de Pilar Marazuela). y único contacto con el flamenco, acompa- los pueblos. En mayo de 1923 se instala de- ña en Madrid a la Niña de los Peines. Cau- finitivamente en Madrid, donde perfecciona sa tan buena impresión en la cantaora que sus estudios de guitarra. le propone convertirse en su acompañante, Sus cualidades musicales le permiten pero el padre no quiere separarse de él para conciertos en Segovia y otras ciudades como dejarlo en ese ambiente artístico. Paga sus Valladolid, Burgos o Bilbao. Su humildad y clases de guitarra con las ganancias que ob- escasos recursos llaman la atención de José tiene con la dulzaina en sus actuaciones por Rodao, que comprueba cómo la guitarra del artista era poco más que una caja de madera 1891 - Segovia 1983 mal compuesta, así que escribió una crónica

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en El Adelantado de Segovia. Sensibilizada, la El interés por recopilar los cantares po- Diputación Provincial concede una subven- pulares le apremia porque se da cuenta que ción de 600 pesetas que se añadieron a otras se pueden perder con la llegada de la músi- aportaciones personales encabezadas por el ca «moderna», así lo cuenta Marazuela: «a pintor Ignacio Zuloaga, con las que se regaló principios de siglo, cuando vino la música un nuevo instrumento de mil pesetas. Aque- mecánica, los gramófonos, lo tradicional lla guitarra fue la que le acompañó hasta su se fue dejando de cantar. Las chicas que se muerte sesenta años después. iban a servir a Madrid, cuando venían a las Su carrera despega destacando los con- fiestas, no querían cantar las cosas de la tie- ciertos celebrados en el Círculo de Bellas rra, las consideraban de mal gusto». Por eso, Artes y Ateneo de Madrid, y la sala Pleyel de para recoger los cantos debía buscar entre París. En ABC se recoge el empeño del ya re- las personas adultas, en algunos casos, an- conocido dulzainero Marazuela por ser con- cianos, «tuve suerte, ya que me considera- certista de guitarra: «Su primer paso ante el ban como uno igual que ellos» [3]. público en el Ateneo ha sido un éxito gran- A partir de ahí inicia un recorrido por de, alentador de sus entusiasmos [...] los tierras de Castilla: Ávila, Valladolid, Burgos, aplausos más sinceros y las felicitaciones Segovia y Soria. Las dificultades con la vista efusivas fueron recompensa merecida al no- y la falta de medios de grabación las subsana vel concertista que no por adquirir este títu- con su estupenda memoria: «Hasta que es- lo abdicará, seguramente del muy honroso tuve en condiciones de llevar todo al penta- de dulzainero mayor de la ancha Castilla» [1]. grama, mi archivo fue la memoria». Por Se- Los escenarios de música clásica no le govia para las notaciones le acompañaba un hacen olvidar su interés por los cantares de músico de la Academia de Artillería, y por un pueblo que acompaña cada actividad de Ávila un primo que sabía algo de música. El la vida con una «toná» específica. Decía el maestro les dictaba, después de averiguar el maestro Agapito: «El castellano no es un tono y, «donde había medida, cuál era ésta». ser frío e insensible. Lo que sucede es que Buscaba entre los campesinos acomodados nuestros campesinos son retraídos, modes- que cultivaban sus tierras, porque los que tos con exceso, creen que lo suyo vale me- cantaban eran en general «gente feliz. Los nos que lo del resto de España. Eso de no desgraciados, los que pasan hambre, no tie- dar importancia a lo que se hace, a lo que se nen humor para cantar». Algunas canciones tiene, he podido observarlo especialmente eran rebeldes, como el de las escardadoras en esta provincia [Segovia] y en las tierras que trabajaban de sol a sol y, como el tra- cercanas. ¡Y aquellos cantos de oficio! Era bajo era muy duro, cantaban: El sol se está emocionante ir por un camino y escuchar un poniendo / el sol se pone / el cornudo del amo canto de arada, y a doscientos metros, cuan- / qué cara pone. do se perdía aquél, oír otro que venía, y al En sus recorridos por los pueblos y sus poco tiempo, otro más; pasaban de término contactos con los campesinos va surgiendo en término y saltaban por las lindes de las su concienciación política: «me dolía mu- provincias. Ya sabe usted que las provincias cho ver que un criado entraba a los dieciséis son cosa administrativa de mil ochocientos treinta y tres» [2]. juglar castellano, Santander, Bedia, 1976. Se trata de un artículo publicado en la revista Triunfo, el 26 de abril de 1976. El número fue retirado de la circulación y provocó 1.– ABC, 15 de diciembre de 1931. la suspensión temporal del semanario. 2.– Pedro Fernández Cocero, Agapito Marazuela el último 3.– Ibid.

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Agapito recopilando folklore en la provincia de Ávila (Fuente: Estampa, 14 de enero de 1933).

años a servir y a los cincuenta lo echaban recibió el más importante galardón, el Pre- a la calle y, no le quedaba más que una ga- mio Nacional de Folklore (1932) por su can- rrota para pedir limosna. Me dolía también cionero de Castilla elaborado tras años de cuando llegaba la época de las rentas, y, los investigación etnomusicológica. Aparecía que pasaban todo el invierno jugando en el en la prensa en un extraordinario reportaje casino iban y cobraban las rentas aunque titulado «Canciones populares de Castilla» hubiese habido granizo o mala cosecha. Yo en la revista gráfica y literaria Estampa. En ante aquello entraba en rebeldía. Tampoco la misma medida se implicó políticamente, me cabía en la cabeza que un rey tuviese que fue socio fundador de la Asociación de Ami- ser rey porque lo fuese su padre». A medida gos de la Unión Soviética junto a cientos de que avanzaba el siglo y los movimientos so- intelectuales de amplio espectro ideológico ciales se hacían más multitudinarios y com- como Pío Baroja, Manuel Machado, Jacinto bativos contra la monarquía sustentada en Benavente o Concha Espina. También parti- la oligarquía caciquil, su ideología política y cipó en la Liga Nacional Laica junto al doc- social fue evolucionando. Inicialmente sim- tor Gregorio Marañón y otros tantos perso- patizó con los republicanos, después con los najes. socialistas. Cuando se creó el Partido Comu- Fiel a su compromiso con el pueblo, co- nista, «muchas de las cosas que decía ya las laboró con las Misiones Pedagógicas. Mar- pensaba yo». tínez Torner, creador y director del Coro de Como otros muchos intelectuales, duran- las Misiones Pedagógicas refirió una de ellas te la República vivió sus mejores años artís- «[...] luego hacemos funcionar la gramola. ticos, en las dos facetas musicales que culti- La música clásica no les dice nada, pero está vaba, dio sus conciertos más importantes y ahí, con nosotros, un gran músico que les

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explica cada uno de los momentos musica- Marazuela con su guitarra, interpretando les, les da el lenguaje de la música y ya no les «piezas clásicas y folclore de la tierra» [6]. deja tan indiferentes Beethoven. Además de Unos días antes había actuado ante los pre- músico es un estupendo folklorista, ha reco- sos en la Prisión Provincial, no sospechaba gido todo lo popular de Segovia y ahora les entonces que cuatro años después él mismo muestra todas esas canciones que ellos han sufriría cárcel en Madrid. ido adulterando y olvidando de la música Volvió a colaborar con el profesor Torner popular» [4]. El maestro y también misionero en un cursillo sobre música popular espa- Pablo de Andrés Cobos escribió que Agapito ñola organizado en Madrid por el Centro de Marazuela, «uno de los mejores guitarristas Estudios Históricos. En la conferencia refe- y un dulzainero de condiciones extraordi- rida al folklore castellano participó Agapito narias, estuvo con nosotros tres noches en Marazuela acompañado de los instrumentos diciembre de 1932 en La Cuesta [Segovia]. típicos: dulzaina, zambomba, tejoletes y al- Les llevó canciones y tonadillas que solo mirez, «cantó de manera insuperable con la los viejos recordaban y fueron las noches desnudez primitiva con que suenan en las de más desbordante alegría. Después de la eras y las plazas castellanas». La crónica de sesión, hombres y mujeres de sesenta años prensa finaliza: «conferenciante y cantante estuvieron cantando todo lo que recordaban fueron muy aplaudidos» [7]. de sus años de juventud. Viejecillos hubo a Entre los variados actos culturales pre- los que no se oyó nunca cantar y cantaron vistos para 1936 truncados por la subleva- estas noches» [5]. ción militar que desencadenó la guerra ci- En 1932, culminó su compromiso políti- vil, destacaba la Olimpiada Popular que se co cuando se afilió al Partido Comunista de iba a celebrar a finales de julio en Barcelona España, que no abandonaría hasta su muer- como rechazo a la Olimpiada «oficial» -or te. Compaginaba sus actividades musicales ganizada por la Alemania nazi. Allí tenían con las sociales y políticas a las que apor- previsto acudir representando a Segovia taba sus dotes artísticas. Tras la represión Agapito Marazuela y un grupo de «danzan- de la huelga general revolucionaria de 1934, tes» de . Sería al año siguiente en participó en numerosos actos de apoyo a los París donde mostrarían la música y danzas presos, como el realizado en abril de 1935 de Castilla abortadas en 1936. La Exposi- en el Teatro Juan Bravo a beneficio de las ción Internacional donde se vio por primera familias de los presos políticos de Segovia. vez al Guernica de Picasso acogía un pabe- Recaudaron 900 pts. «después de desconta- llón de la República con Agapito Marazuela dos los gastos» como recogía la prensa local. como director de las actuaciones folklóricas, Aportaron donativos, entre otros persona- a la sombra del mayor protagonismo de Ju- jes, el alcalde conservador Pascual Guajardo lio González, Joan Miró, Josep Renau o Luis y el presidente de Izquierda Republicana, Buñuel. José Carrasco. Proyectaron una película de Como otros muchos paisanos en Madrid, «contenido social», que «gustó mucho» El era socio del Centro Segoviano, situado en camino de la vida. También actuó Agapito el número 1 de la Calle Mayor, al lado de la Puerta del Sol. Allí, todavía a comienzos de 4.– Las Misiones Pedagógicas en España 1931-1936, exposi- agosto de 1936 se jugaba a las cartas, ajenos ción en Murcia, 2015, tríptico. 5.– Pablo de Andrés Cobos, El maestro, la escuela y la aldea y otros escritos pedagógicos, Segovia, Ayuntamiento de Se- 6.– Heraldo Segoviano, 14 de abril de 1935. govia, 2017, p.255. 7.– ABC, 24 de febrero de 1936.

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a la situación bélica desatada el 17 de ju- lio. Más concienciados de la situación, unos cuantos destacados socios junto con algunos evadidos de la provincia como Agapito Ma- razuela, el escultor Emiliano Barral y el pre- sidente de Izquierda Republicana de Segovia José Carrasco, se presentaron el 15 de agosto e incautaron el edificio. El nuevo comité di- rectivo del Centro Segoviano representaba la pluralidad de las fuerzas del Frente Popular: presidente Emiliano Barral, socialista; vice- presidente Valentín Contreras, de Izquierda Agapito Marazuela en la organización de Republicana; tesorero Martín de Antonio, las Milicias Antifascistas Segovianas (Foto: Estampa, 10 de octubre de 1936). de Unión Republicana; vocales: Agapito Ma- razuela y Eugenio Gómez, del Partido Co- nados a muerte. A continuación fue trasla- munista; José Carrasco y Eduardo Tuya, de dado a Vitoria, donde le llegó la libertad el Izquierda Republicana. Inmediatamente se 22 de julio de 1941, pero como había orga- organizaron las Milicias Segovianas Anti- nizado una rondalla con otros compañeros fascistas, a través de un comité de milicias presos para actuar el 25, día de Santiago, que reclutó voluntarios de la provincia, la solicitó quedarse unos días más. Reconocía mayoría residentes en Madrid y otros cuan- allí un gran ambiente musical creado por los tos evadidos de Segovia para huir de la re- presos vascos y «sus cantos religiosos». El presión franquista y defender la República [8]. director, como era de esperar, no le permitió Nuestro protagonista colaboró en tareas bu- quedarse «ni un día más». rocráticas, mientras que Emiliano Barral fue Vivió cinco años de libertad «vigilada» su comisario político hasta que murió en el acogido en casa de discípulos, ganándose frente de Usera alcanzado por un obús. la vida con clases particulares de guitarra Finalizada la guerra, el maestro Agapito y/o dulzaina, siempre dispuesto a enseñar fue uno más de los cientos de miles de pre- lo que le demandaban. En 1946 es deteni- sos republicanos encarcelados por Franco. do en Ávila en una redada contra una de las Fue condenado a 12 años por la creación de muchas reorganizaciones del PCE durante las Milicias Segovianas Antifascistas. Tuvo el franquismo. Sin asomo de resentimiento la fortuna que le permitieron mantener la explicaba su nuevo encarcelamiento: «Yo no guitarra durante el cautiverio. En la prisión podía decir cosas que no eran ciertas, con- habilitada de San Antón junto a otros presos sidero que siempre hay que estar de cara a intelectuales formaron el «Ateneo». Cuenta la verdad. Así fui a dar con los huesos otra Marazuela que allí «se leyó mucha historia vez a un penal. No culpe usted a nadie, es de Grecia, de Roma y de las Civilizaciones. el clima que queda detrás de las guerras. Cada uno daba conferencias de lo que sa- También pidieron unos hombres mi cabeza. bía». De allí pasó a otra habilitada, Santa ¡Tonterías, se resucitan rencores de moce- Rita, donde ofrecía conciertos a los conde- dad!» Aunque la condena no es mayor, ahora su estancia en prisión sí es superior, alcanza 8.– Unos 500 milicianos participan en la defensa de Ma- los cuatro años. Primero en Ávila donde los drid en la Columna Mena, después pasarán a la 42 Brigada Mixta. Santiago Vega Sombría, Segovianos al servicio de la conciertos eran más «legales», con asisten- República, Foro por la Memoria de Segovia, 2011, p. 146. cia incluso del maestro de capilla de la cate-

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dral. Después a la «Universidad» de Burgos, se las enrama. Iba todo enlazado. Son otros para terminar en Ocaña, «lo peor de todo» [9]. tiempos». De nuevo en la calle el maestro, sin abri- Su sentida militancia hasta el final se gar el más mínimo rencor, hubo de malvivir aprecia cuando agradece como «una de las pobremente dando algunas clases. Vuelve a mayores emociones de su vida» la entrega Segovia donde sufre en silencio la margina- personal del carnet nº 747 del PCE, en un ción que padecen los vencidos, pocos son los acto público celebrado en Segovia «lo que que le ayudan. En 1958 un grupo de artistas e yo desearía es que la labor que emprendió intelectuales jóvenes lo reivindican y llevan a el Partido hace muchos años se vea consu- participar en un festival del XII Curso de Ve- mada por completo y nada me alegraría más rano para Extranjeros. El éxito rotundo hace que poderlo ver». En su entierro, Simón Sán- que repita al año siguiente y en 1960 recibe chez Montero le definió como «un artista del un primer sentido homenaje promovido por pueblo y dado al pueblo profundamente. Un esos jóvenes. Por fin, en 1964, alguna mano hombre que tenía plena conciencia de que amiga consigue que la Delegación Provincial la canción, la música, la danza y el romance del Movimiento publique su Cancionero pre- son el sedimento que va quedando del alma miado en 1932. Muy al final de su vida, entre popular. Esperemos que el pueblo de Sego- el Ayuntamiento y la Caja de Ahorros de Se- via, el pueblo de Castilla y las autoridades govia habilitan un humilde y apartado local que representan a ese pueblo sepan desta- como flamante «Cátedra de folklore» donde car la obra de Marazuela» [10]. La propuesta impartiría -con una mísera subvención eco- de monumento en su honor por parte del nómica- su magisterio hasta que fallece en concejal del PCE Luis Peñalosa, ya se apro- 1983. bó en 1983 en el Ayuntamiento de Segovia, Explicaba el ABC en 1975 con malévola pero la escultura prevista no se realizó hasta condescendencia que Agapito Marazuela 2002. Llama la atención que otro segoviano había estado «discretamente olvidado du- ilustre como el mesonero Cándido, tuvo su rante muchos años». Con la democracia lle- merecido monumento pocos meses después gó el reconocimiento más extenso, aparecía de fallecido. El reconocimiento al músico en distintos medios de comunicación, inclu- como recuperador del folklore es unánime, so en televisión en el programa Siete Días pero su perseverante militancia comunista, (1980). Cuando le preguntaron por la dife- aún hoy limita sus honores: apenas un co- rencia entre la música de los años setenta legio público, el de Enseñanza Primaria de y la tradicional, respondió que ambas son la localidad de La Granja lleva su nombre. expresión popular, un sentimiento del pue- En la capital, el monumento y la calle a él blo, «lo que pasa es que ahora está comer- dedicadas están muy alejados de los lugares cializada. En mis tiempos creo que eran más más concurridos de la ciudad. El Conserva- puras las raíces [...] se tocaba más por senti- torio Profesional de Música de Segovia, de miento, por dolor, por gozo, que por llenar momento es anónimo. ¿Será descabellada la el bolsillo de algunos. Hoy, por supuesto, no idea de que el padre del folklore castellano y se haría música para un canto de boda o una mejor concertista de guitarra clásica pueda canción de siega. Ni se ronda a las novias ni darle nombre?

9.– P. Fernández Cocero, Agapito Marazuela el último juglar castellano, Santander, Bedia, 1976. 10.– El Adelantado de Segovia, 25 de febrero de 1983.

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