Las Dos Historias Escritor
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Etnolo gía SEVERIANO GIL Las Dos Historias Escritor Hace ahora dos años, en que el fruto de una conversación acabó por adop- tar la forma esférica de un proyecto agradable e interesante. Porque escri- bir —narrar me gusta más— la histo- ria de la Comunidad Israelita de Melilla tenía esa redonda redundan- cia de lo bien definido, de lo equilibra- do, de lo lógico, de lo coherente... Hasta que comencé a trabajar. No quise, en principio, seguir un patrón al uso, y traté de convertirme yo mismo en la primera fuente que me ayudara a instalarme bien en el centro del asunto. Un par —quizá más— de viajes por Marruecos fue- ron suficientes para ponerme en ante- cedentes de que la cosa no iba a ser tan sencilla. Había en principio deta- La Melilla moderna es un compendio de las variadas culturas que se dan cita en ella; la Comunidad lles y rasgos que mi bolígrafo clavaba Israelita contribuyó de modo determinante en el desarrollo de ésta a partir de finales del XIX. profundamente en las páginas de la libretilla donde registro las ideas; y, para empezar, me di cuenta de que escribieron, el segmento de materia Pero, ¿cómo hacerlo? casi todas las anotaciones comenza- disponible, más que ajustarse a mis Supongo que, para un Historiador ban con un ¿por qué...? necesidades, se basaba en la simple y que podríamos llamar profesional , es A los quince días, eran demasiados llana premisa de ofrecer lo que a decir, para un licenciado que ha llega- porqués sin respuesta deductible, y mi otros parecía interesante. Y ahí radica do a la misma conclusión de que la estrategia se reorientó hacia las otras la segunda forma de trabajar Historia: Historia necesita, más que conoci- fuentes más tradicionales, las biblio- la investigación. mientos, trabajo, existen procedi- gráficas, donde descubrí al poco, para Se hacía necesario, imprescindible, mientos institucionalizados con los inquietud de mi espíritu, que no había convertir la bibliografía en una mera que encarar la tarea, fórmulas ya pro- demasiados porque con los que iniciar herramienta con la que desbastar, badas, métodos usuales y directorios las respuestas a mis interrogantes. cortar y pulir la materia prima —la que reflejan los pasos que los anterio- Como la Historia se escribe así, Historia—, al objeto de fabricar un res han dejado marcados sobre el lar- leyendo a otros que, antes que uno, producto decente que ofrecer al públi- go camino. En cambio, para un mero leyeron a otros que, antes que ellos, co que, dicho sea de paso, apenas escritor como el que suscribe, la cosa se dedicaron a copiar lo que otros conoce la propia Historia. no estaba tan clara, a pesar de la dis- AKROS 15 Etno logía Los judíos melillenses eran los únicos que, a partir de 1862, explotaban los mercados del interior marroquí por medio del comercio caravanero. ponibilidad de muchos y buenos historiadores que me Son en realidad —me refiero a estos compendios lujosa- rodean, de todos los cuales he podido aprender, de quienes mente envueltos en tapas de calidad— una especie de se me ha pegado algo y a los que constantemente frecuen- publicidad encubierta de determinados estereotipos. Igual to para que el vínculo de la amistad mantenga esa transmi- que nuestra prensa diaria, sólo tratan asuntos —noticias— sión —a veces involuntaria— de sabiduría, que constante- que van a ser del interés del gran público, y así siguen siem- mente destilan sobre mis neuronas profanas. pre los mismos patrones: Arqueología, lo último ; Tampoco es plan de andar por ahí, exprimiendo mentes, Mesopotamia y Egipto, los más antiguos; fenicios, griegos y provocando ideas e hipotecando el tiempo ejeno, así que cartagineses casi metidos en un mismo saco; y Roma, la tuve que echar mano de la lógica, del razonamiento..., y gran Roma que tanto dejó, y que justifica la calidad de las comencé por leerme todo cuanto podía estar relacionado con el asunto a tratar, es decir, con la presencia de judíos en el actual Magreb, el Noroeste africano, que es lo que realmente me interesaba. Podía hacer dos cosas —de hecho las hice—, una de ellas era trabajar con el tiempo, acudir a la cronología para situar un segmento de la crónicas que abarcase desde el siglo I hasta el VIII, momento en que la llegada del Islam a esta parte del mundo indujo nuevos puntos de vista —a la par con una reconversión total de las estructuras ideológi- cas y políticas—; la otra modalidad de estudio la basé en marcar el territorio geográfico y trabajar con todo lo que discurrió a través de él; luego, con las dos —el tiempo y el espacio— pude ir haciendo acopio de datos, algunas veces meros apuntes, que me permitieron ir construyendo mi pro- pia idea de lo que iba a contar. Y me fue bien, porque no había poco. Algunos títulos apenas si pasaban sobre el tema en volandas; otros, hacían mención directa de esta especial configuración étnico-cul- tural que apenas se menciona en los textos de Historia en general; y me refiero a esas voluminosas, bien editadas y caras enciclopedias que, rivales entre sí, pugnan por ofrecer una mejor visión de los hechos, unos hechos acontecidos hace tanto que pueden someterse a las más variadas espe- culaciones. Calle de San Miguel, en la ciudad vieja. Aquí estuvo situada la primera sinagoga, alrededor de 1865. AKROS 16 Etno logía Un pórtico de la isla de Alhucemas. La icono- atención allí donde piensan que va a grafía bereber está empapada de símbolos centrarse el interés de los futuros lec- que ilustran su pasado judaico. tores o estudiosos. Por eso, lo mismo que, entre sep- tiembre del 2001 y febrero de 2002, Y me vino a la mente la similitud no había telediario que no hablara de esta conducta historiadora con la —en exclusiva algunos— de los tali- forma de actuación actual de los bán y de las operaciones militares medios de comunicación, que sólo sobre Afganistán, la atención entre reflejan la actualidad de la parte del los siglos III aC. y V dC. se centra mundo donde están ellos, o a donde sobre todo en lo que más noticias envían a sus corresponsales. Por proporcionaba: Roma y sus asuntos; poner un ejemplo y a las fechas en las y apenas si se detecta interés alguno que nos encontramos, en los noticia- por contar cómo vivían los tártaros, rios sólo aparecen crónicas de Oriente qué pasaba en las brumosas tierras Medio, algo de los Balcanes, muy de Germania —que no fuera prepa- poco ya sobre Afganistán y alguna rar una incursión sobre los limes pincelada breve sobre las convulsio- imperiales—, cómo prosperaban en nes del subcontinente sudamericano, centroáfrica o qué narices se estaba fotos, la prolijidad de las notas y la casi siempre relacionadas con la pro- cociendo en África noroccidental, genialidad de los autores que, contan- ducción de droga o la corrupción polí- donde la ausencia de problemas gra- do con mil años sobre los que elucu- tica. En el resto del mundo: no pasa ves para el Senado eximía a los cro- brar, llenan las páginas de papel caro absolutamente nada..., cuando todos nistas de mantener corresponsalías con mil y un datos que enriquecen el sabemos que no es cierto. Pero las permanentes —salvo los episodios texto. Luego, llegados al siglo V cam- necesidades de tiempo y de espacio protagonizados por Yugurta y com- bian las direcciones, y unos se decan- obligan a los editores a recortar, a pañía—. tan por los germanos que nos vinie- tachar y a prescindir de determinadas No eran determinantes los suce- ron del Norte, en tanto que otros noticias que no están dentro del sos de aquí —y utilizo el adverbio prefieren seguir exprimiendo el limón carrusel dinámico del día o, a lo sumo, con toda propiedad—, y eso y se regodean con las glorias de de la semana. demuestra que los historiadores de Bizancio. Y ninguno, ni de pasada, Pues algo así —a mi entender— la época no eran resistentes a la hace mención a que, en ese tiempo, el ocurría con los historiadores, o al ceguera; porque es precisamente en Noroeste africano bullía como un menos esa es la sensación que prima. ese entorno norteafricano, romaniza- hormiguero, estaba lleno de vida, de Los libros de peso, los numerosos y do aún después de que Roma no fue- movimiento, de gentes apegadas a fáciles de encontrar, se basan en cró- se más que una caricatura bizantina, las formas romanas que todavía nicas de lo que, en términos coloquia- donde se estaba fraguando una alentaban, pero basándose en cultu- les, podríamos definir como la jet his- identidad fundamental de la ras mucho más viejas que, siempre, tory , y van mudando el punto de Historia: los bereberes —imasighen habían sabido sobrevivir, y me refiero al ámbito judeo-púnico que imperaba a todas luces. Fue una sorpresa comprobar hasta qué punto las sucesivas migraciones de israelitas —años 70 y 135, con un colapso inducido por la misma Roma en el 117— habían impreso su propio carácter cultural y religioso en un ámbito libio-púnico que, entre otras cosas, parecía haber estado esperan- do desde siempre la irrupción de un fenómeno como aquél. Mercado del Mantelete. Adosado a las murallas de la ciudad anti- gua, el mantelete era origen y término del intenso tráfico comercial que, a partir de la declaración de puerto franco, prota- gonizó la actividad mercantil de Melilla. AKROS 17 Etno logía perdurando mil años más, todavía constituían núcleos de suficiente enti- dad como para ser determinantes en la política de los reinos marroquíes del XVIII.