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Nos encontramos aquí en los altos y al parecer inabordables riscos de un supuesto monte, el monte Improbable. Sus cimas representan, para Richard Dawkins, la combinación de perfección e improbabilidad que cualquiera puede encontrar en los seres vivos. Desde la conjunción de fuerza y sensibi- lidad de la trompa de un elefante hasta el camuflaje vital de un escarabajo hormiga, el mundo viviente está poblado de criaturas que parecen milagro- samente «diseñadas» para la vida que llevan, criaturas todas ellas que pare- cen haber alcanzado su punto óptimo, la cúspide imposible. Gracias a Dawkins comprobamos que estos complejos y brillantes rasgos no se han conseguido por casualidad —lo que equivaldría a escalar con un simple salto la cara escarpada, cortada a pico, de la montaña—, sino por una evolución acumulativa y gradual —que representa la pausada y larga senda que asciende a la cumbre—, infinitamente lenta para los parámetros de la his- toria humana. Para ello, Dawkins conduce al lector a través de los espectacu- lares paisajes montañosos del mundo natural y nos invita a visitar, por ejem- plo, el fascinante mundo de las telas de araña o a contemplar los higos como si fueran un jardín para una concurridísima colonia de insectos. Ya en en sus libros anteriores, Richard Dawkins había revelado la glorio- sa variedad y la unidad que subyace en la vida sobre la Tierra. En Escalando el monte Improbable contagia al lector su pasión por la interminable mul- tiplicidad y adaptabilidad de los genes y sus asombrosas consecuencias, ofre- ciéndonos una atractiva y erudita descripción de muy variados fenómenos biológicos para los que propone explicaciones sencillas. Fotografía del autor: © Lisa Lloyd Richard Dawkins ESCALANDO EL MONTE IMPROBABLE Ilustraciones originales de Lalla Ward Traducción de Joandoménec Ros Título original: Climbing Mount Improbable 1* edición: abril 1998 © 1996 by Richard Dawkins © de la traducción: Joandoménec Ros, 1998 Diseño de la colección: Clotet-Tusquets Reservados todos los derechos de esta edición para Tusquets Editores, S.A. - Cesare Cantü, 8 - 08023 Barcelona ISBN: 84-8310-583-7 Depósito legal: B. 11.467-1998 Fotocomposición: Edition Book - Aragó, 414, entio. 2a - 08013 Barcelona Impreso sobre papel Offset-F Crudo de Leizarán, S.A. - Guipúzcoa Liberdúplex, S.L. - Constitución, 19 - 08014 Barcelona Impreso en España índice P. 9 Agradecimientos 11 1. Frente al monte Rushmore 49 2. Grilletes de seda 87 3. El mensaje de la montaña 125 4. Emprendiendo el vuelo 157 5. Las cuarenta sendas hacia la iluminación 219 6. El museo de todas las conchas 247 7. Embriones calidoscópicos 281 8. Granos de polen y balas mágicas 303 9. El robot repetidor 327 10. «Un jardín cercado» Apéndices 359 Procedencia de las ilustraciones 361 Bibliografía 366 índice onomástico A Robert Winston, buen doctor y una buena persona 1ì 1 AGRADECIMIENTOS Este libro tiene su origen en mis Christmas Lectures de la Royal Institution, televisadas por la BBC con el título general de Growing up in the Universe [Creciendo en el universo]. Tuve que abandonar este tí- tulo porque desde entonces han aparecido al menos otros tres libros con nombres casi idénticos. Además, mi libro ha crecido también y ha cambiado, de manera que no es justo decir que es el libro de las Christ- mas Lectures. No obstante, me gustaría dar las gracias al director de la Royal Institution por haberme honrado con la invitación a unirme al li- naje histórico de conferenciantes de Navidad que se remonta a Michael Faraday. Bryson Gore, de la Royal Institution, junto coff William Wo- llard y Richard Melman, de Inca Televisión, ejercieron una gran in- fluencia en mis conferencias, que todavía se deja sentir en este libro a pesar de sus muchas transformaciones y ampliaciones. Michael Rodgers leyó e hizo una crítica constructiva de los borra- dores iniciales, que tenían más capítulos, y sus consejos fueron decisi- vos para la reconstrucción de todo el libro. Fritz Vollrath y Peter Fuchs realizaron lecturas expertas del capítulo 2, mientras que Michael Land y Dan Nilsson hicieron lo mismo para el capítulo 5. Estos cuatro ex- pertos me ofrecieron generosamente su saber cuando lo pedí en prés- tamo. Mark Ridley, Matt Ridley, Charles Simonyi y Lalla Ward Daw- kins leyeron todo el borrador del libro y me proporcionaron estímulo alentador y críticas útiles en las proporciones necesarias. Mary Cun- nane, de W. W. Norton, y Ravi Mirchandani, de Viking Penguin, mos- traron hacia mí una bondadosa tolerancia y un criterio generoso a me- dida que el libro crecía, adquiría vida propia y finalmente se reducía de nuevo a un formato más manejable. John Brockman acechaba alenta- doramente en un segundo plano, nunca interfiriendo pero siempre dis- puesto a dar su apoyo. Los expertos en ordenadores son héroes de los 9 que muy raramente se cantan sus gestas. En este libro he utilizado los programas de Peter Fuchs, Thiemo Krink y Sam Zschokke. Ted Kaeh- ler colaboró conmigo en la concepción y la escritura del difícil pro- grama de los artromorfos. En mi propio séquito de programas de «relo- jero» me he beneficiado con frecuencia del consejo y la ayuda de Alan Grafen y Alun ap Rishiart. El personal de las colecciones zoológica y entomológica del Museo Universitario de Oxford me cedió especíme- nes y consejos de experto. Josine Meijer fue una documentalista de ilustraciones dispuesta e ingeniosa. Mi esposa, Lalla Ward Dawkins, hizo los dibujos (pero no los esquemas), y su amor por la creación dar- winiana resplandece en cada uno de ellos. Debo dar las gracias a Charles Simonyi, no sólo por su inmensa generosidad al crear la plaza de comprensión pública de la ciencia que en la actualidad ocupo en Oxford, sino también por articular su visión (que coincide con la mía) del arte de explicar ciencia a una audiencia numerosa: no hablar con prepotencia; intentar inspirar a todos con la poesía de la ciencia y hacer las explicaciones tan fáciles como lo per- mita la propia integridad, pero sin descuidar las dificultades, y realizar un esfuerzo explicativo adicional de cara a aquellos lectores dispuestos a dedicar un esfuerzo comparable a comprender. 10 1 Frente al monte Rushmore Acabo de asistir a una conferencia en la que el tema de debate era el higo. No era de carácter botánico, sino literario. Se habló del higo en la literatura, el higo como metáfora, las percepciones cambiantes del higo, el higo como símbolo de las partes pudendas y la hoja de higuera como modesta ocultadora de las mismas, «higo» como palabra gruesa, la construcción social del higo, cómo comer un higo en sociedad según D.H. Lawrence, «la lectura del higo» y, si mal no recuerdo, «el higo como texto». La pensée final del conferenciante fue la siguiente. Nos recordó el relato del Génesis en el que Eva tienta a Adán para comer el fruto del árbol de la ciencia. El Génesis no especifica, nos recordó, de qué fruto se trataba; por tradición, se acepta que era una manzana. Pero el conferenciante sospechaba que de hecho era un higo, y con este pe- queño dardo picante terminó su charla. Esta clase de cosas forma parte del repertorio de un determinado tipo de mente literaria, pero a mí me provoca una propensión a la lite- ralidad. Era evidente que el conferenciante sabía que nunca existió un Jardín del Edén, ni tampoco un árbol de la ciencia del bien y del mal. Así pues, ¿qué intentaba comunicar realmente? Supongo que debía te- ner una vaga sensación de que «de alguna manera», «si se quiere», «en algún nivel», «en cierto sentido», «si así puede decirse», es en cierto modo «correcto» que el fruto del relato del Génesis «pudiera» haber sido un higo. Ya es bastante. No se trata de ser literalistas y puntillosos hasta el extremo, pero hay que decir que nuestro refinado conferen- ciante se dejó muchísimas cosas. En el higo subyace una paradoja ge- nuina y una poesía real, con sutilezas capaces de ejercitar una mente inquisitiva y maravillas que harían las delicias de una mente estética. En este libro quiero situarme en una perspectiva desde la que poder ex- plicar la verdadera historia del higo. Ahora bien, aunque figure entre 11 las más cabalmente complejas de toda la evolución, la historia del higo es sólo una entre millones, todas las cuales comparten la misma gra- mática y la misma lógica darwinianas. Para anticipar la metáfora cen- tral del libro, podría decirse que la higuera se encuentra en la cumbre de uno de los picos más altos del macizo del monte Improbable. Pero los picos de esa altura se conquistan mejor al final de la expedición. Antes de ello hay muchas cosas que contar, una visión completa de la vida por desarrollar y explicar, enigmas por resolver y paradojas por desmontar. Como dije, la historia del higo es, en su nivel más profundo, la misma que la de cualquier otro ser vivo de este planeta. Aunque las distintas historias puedan diferir en el detalle superficial, todas son va- riaciones sobre el tema del DNA y sus 30 millones de vías de propaga- ción. En nuestra ruta tendremos ocasión de observar las telarañas, la ingeniosidad estupefaciente, aunque inconsciente, de su fabricación y funcionamiento. Reconstruiremos la evolución lenta y gradual de las alas y de la trompa de los elefantes. Veremos que, por legendariamente difícil que pueda parecer su evolución, «el» ojo se ha desarrollado de hecho al menos cuarenta veces, y puede que hasta sesenta, de manera independiente en el conjunto del reino animal. Programaremos ordena- dores que nos ayuden a visitar con la imaginación el gigantesco museo de los incontables organismos que han vivido y desaparecido, así como el de sus primos imaginarios, aún más numerosos, que nunca nacieron.