Rasgos De Literariedad
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La canción popular moderna en español: rasgos de literariedad Javier Verdión Castro Licenciado en Filología hispánica y en Teoría de la literatura y Literatura Comparada IES Gabriel García Márquez (Madrid) Resumen: Este artículo pretende reflexionar sobre los textos de la música popular hispánica, también la independiente, como modelos de literatura viva que constituyen el actual soporte del arte escrito. La canción se convierte en un texto lírico con los necesarios rasgos de literariedad, mantiene la misma finalidad estética y capacidad de impacto que cualquier otra manifestación literaria, pero pese a ello se la suele despojar de su carácter artístico y se la relega a la periferia de los estudios literarios. Nuestro escrito analiza diversos textos de letristas conocidos y otros totalmente independientes, a veces obviados, pero ejemplo involuntario todos ellos del talento artístico que hace que la canción popular moderna sea una alternativa literaria seria a las obras y movimientos predominantes, atrapados entre las convenciones y las exigencias de la industria. Palabras clave: canción popular, música independiente, literariedad, texto musical, escritura moderna, arte alternativo. “Ya el verano abandona sus hojas/ y el fino cordón por donde baja mi palpito de hiedra,/ haciendo filigranas dibuja fortalezas de frontera./ No pasarán, no han de pasar/ la grisura ni el vacío inmensurable/ que sucede a unos ojos diciendo adiós,/ adiós ahora sí, para siempre, adiós…” ¿Quién escribió esto? “Es el opio la flor de la pereza/ hasta que llego a ser sólo existencia/ el humo de leche muge lento/ extendiendo el sabor del universo/ el que nada hace nada teme/ y de terrenal sabrás lo celeste/ un oscuro derecho a la delicia/ será un sueño o será mentira./ (…) esquirlas de aire/ arcano indescifrable/ en el jardín de mis delicias/ pertenezco a la brisa/ inhalo la niebla/ que flota en el Ganges/ el aceite de incienso/ nos servirá de consuelo” ¿Y esto otro? ¿Alguien reconoce estos pasajes, recuerda si los leyó en algún lugar de nuestra historia literaria? Seguramente no en esa literatura canónica que melancólicamente vegeta por manuales, libros prologados, congresos filológicos, discursos docentes, currículos ministeriales… No si tenemos en cuenta que tales fragmentos los hemos podido ver en el libreto de un CD, o más bien, que es bastante probable, haberlos escuchado en nuestro reproductor de mp3, en alguna actuación musical en directo o cantados por alguien, todo ello en cualquier sitio a cualquier hora del día. Sí, porque los trazos poéticos con que principiaban estas líneas no son sino pequeñas partes de canciones de dos de los mejores letristas en castellano que no deberían necesitar presentación, Manolo García y Enrique Bunbury, respectivamente. Pero junto a estas dos cabezas visibles, detrás de toda la maraña de férreos cánones y disposiciones restrictivas, hay una literatura viva, asequible, libre de toda norma, igual de valiosa, e inmanente al complejo entramado de nuestra cultura, de la cultura. Nos referimos a las canciones, auténticos tesoros para la sabiduría popular, por donde discurre palpitante lo literario con nuevos sentidos y un significante añadido, la música, cuya filiación, casi pitagórica, podríamos remontar a los mitos clásicos (Orfeo, Apolo, Morsias, Dionisos…), a los propios orígenes del arte, como una simbiosis necesaria que todavía hoy, por fortuna, encuentra su lógica en la realidad contemporánea. Muchos son los artistas (en solitario o formando grupos y colectivos) que aún se sitúan entre lo musical y lo literario, escritores en ocasiones frustrados, juglares del siglo XX y XXI, poetas partidarios del sonido con palabras que persigue su finalidad estética. Tal es o ha sido el caso de numerosos cantautores o solistas del mundo entero: Leonard Cohen (quien abandona su reconocida carrera de escritor y se centra en la música, para ganar un poco más de dinero), Jim Morrison (cuyo grupo, The Doors, toma el nombre de uno de los proverbios del poeta inglés William Blake, y que podríamos traducir del siguiente modo: “Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombres como realmente es: infinito”), Patti Smith, Bob Dylan, Lou Reed, J.Sabina, Serrat, Víctor Jara, Amaral, Extremoduro, Héroes del Silencio, Manu Chao, Mártires del compás, El último de la fila, Los secretos, Duncan Dhu, Barricada… Hip-hoperos, roqueros, flamencos, punks, heavies, étnicos…Una pequeña parte de ese innúmero repertorio de bandas y compositores pasará por aquí, sobre todo aquella que pertenece al terreno más alternativo e independiente de la cultura musical en español, idioma cuya transmisión y conocimiento a todos nos interesa, también mediante sus prácticas artísticas no tan visibles, pero al mismo tiempo igualmente ricas, sorprendentes y en gran suma originales. Llegó a decir John Lennon que él no escribía su poesía sino que la cantaba, pues no había tiempo para leerla, aunque sí para oírla…Eso demuestra hasta qué punto hay artistas donde la faceta lírica es prácticamente consustancial al hecho de crear música. Llegados a este punto, cabría preguntarnos lo siguiente: ¿hay ocasiones en que la música depende necesariamente de las palabras o viceversa? ¿qué sentido tienen los juglares del siglo XX y XXI? ¿podemos considerar sus canciones verdadera literatura? ¿revive en ellos el acto creador y la difusión o reconocimiento que otrora gozaron los poetas? Acaso no haya tiempo ni espacio para desvelar todas estas cuestiones, pero sí trataremos de dar una respuesta afirmativa a lo que resulta un planteamiento clave: ¿son las canciones populares modernas literatura, incluso en su lado más contracultural? Rasgos de literariedad Un texto literario es aquel que se escribe de manera artística y posee unos rasgos que lo convierten en un material sentidamente estético, unos rasgos intrínsecos peculiares y distintivos que lo elevan a la categoría de arte escrito, de literatura. Hablamos pues de lo que a un texto le confiere carácter literario, el fenómeno de la literariedad y sus diversos componentes: lugares comunes, tópicos, recursos estilísticos, intertextualidad, autorreferencia, función poética, rima, versificación, capacidad plurisignificativa, extrañamiento, desvío… En conclusión, unos rasgos esenciales de literariedad que también podemos encontrar en la canción popular moderna y que nos proponemos demostrar analizándolos muy condensadamente en este trabajo limitado, aunque suficiente. Temas y tópicos Existe en la tradición de la literatura un conjunto de temas repetidos, lugares comunes y tópicos reiterados de los que se percata la canción popular moderna dándoles un sentido más actual, mayores dotes de contemporaneidad. Un tema típicamente artístico, comúnmente literario es, cómo no, el amor, el cual asoma con los mismos matices y su inagotable posibilidad de tratamiento en la canción. El amor, máxime en su primera etapa, resulta gozoso y nos conforta: “Ahora que nos besamos tan despacio/ (…)ahora que una pensión es un palacio/ donde nunca falta espacio/ para más de un corazón…/ Ahora que las floristas me saludan/ (…)ahora que te desnudo y me desnudas/ (…)Ahora que está tan sola la soledad/ ahora que, todos los cuentos/ parecen el cuento/ de nunca empezar./ Ahora que ponnos otra y qué se debe/ ahora que el mundo está recién pintado/ ahora que las tormentas son tan breves/ y los duelos no se atreven/ a dolernos demasiado…” (Joaquín Sabina 1999, Ahora que…) Pero como presagia Sabina, la tierna relación amorosa tarde o temprano deviene en celos, infidelidad, reproches, odio, ruptura…Ese desamor manifestado de mil maneras en libros y canciones, antes y también ahora: “Vuelvo a intentar creer en ti.../ ya no eres más que un mal sueño.../ quiero romper, quiero cortar” (Sober 1997, Siervo de su esclavitud); “Lárgate despacio, lo siento/ Lárgate despacio, te odio” (Hamlet 2000, Lárgate despacio); “Hubo un atraco al corazón/ desvalijado, desvalijado mi pecho de par en par/ nadie da pastillas para no llorar/ (…)Corazón en vilo, corazón en mil pedazos…” (Mala Reputación 2006, En el cuarto); “Hoy reniego y condeno/ a todo el tiempo que fui/ un mendigo de tus besos/ Cómplice del rencor/ hoy debo encontrar mi vida sin ti” (Sober 2001, Si me marcho) Además, los estadios del sentir amoroso, así como sucede en la literatura de todos los tiempos, se asocia con la naturaleza y sus elementos (fuego, mar, viento, agua, flor…), a través de la cual el intérprete expresa su situación sentimental: “¿Dónde estás? ¿Quién es quién? Si tú no vuelves ¿dónde va a florecer?” (Extremoduro 1992, De acero) “Y ahora estás en mi lista/ de promesas a olvidar/ todo arde si le aplicas la chispa adecuada” (Héroes del silencio 1995, La chispa adecuada); se describen encuentros pasionales: “En frío, a flor de labio/ boca de cosecha, senos de clavel/ curvas mieles, rincones de voces/ y cuchillos de saliva/ nadé desnudo tu oleaje” (Héroes del silencio 1995, La espuma de Venus); se relata la pérdida, tal vez superada: “En los valles me pierdo/ en las carreteras duermo/ ahora sopla el viento/ cuando el mar quedó lejos hace tiempo/ cuando no tengo barca, remos, ni guitarra/ cuando ya no canta el ruiseñor de la mañana” (Manolo García 1998, Pájaros de barro); o se enmarca el amor en un espacio natural idílico, en conexión con el tópico del Locus amoenus: “¡Qué prado tan bonito! ¡Ahí podemos revolcarnos!/ y llegaron mil mosquitos y se pusieron a picarnos/ en lo alto del culito y nos fuimos dando saltos;/ éramos como dos ranas en busca de un solo charco” (Extremoduro 2002, Cerca del suelo) A la manera de la tradición literaria, el amor, correspondido o no, es cantado con una visión platónica; el que ama suele idealizar a su dama, única razón de su existencia, frente a la que se siente siervo o esclavo: “Y cuando sale, el sol, empieza a bailar/ y cuando ríe, el mundo entero me da igual” (Extremoduro 1992, Papel secante) “Quiero ser tu perro fiel,/ tu esclavo sin rechistar” (Extremoduro 1996, So payaso); “Para mí eres una necesidad/ Tu locura es mi tumba/ Tu cintura me deslumbra/ (…)Sería mortal si algún día tú me faltaras” (Vantroi 1999, Un buen recuerdo) En otras ocasiones el amor se concibe totalmente libre: “Te quiero..