Comala, Colima La Construcción Del Imaginario De Pueblo
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Comala, Colima La construcción del imaginario de pueblo Eloy Méndez Sáinz* Ana Lucía González Ibáñez** ay comunidades que no se ven atrapadas por la categoría oficial encasillada en el término magia. No es casual que se trate de los casos emblemáticos del turismo pueblerino, aquéllos cuyo pres- Htigio cultural precedió durante muchos años a la actual distinción de pueblos mágicos respecto de los que oficialmente no lo son. Sólo a título de ejemplo —no pretendemos sobreponer una clasificación segregacionista a otra—: Pátzcuaro, Izamal, San Miguel de Allende, Tequila, San Cristóbal de las Casas, Taxco, Tepoztlán, Tlacotalpan, Cuetzalan, Cholula y Comala. Nuestra dificultad para describir la magnificencia de estos pueblos no tiene suficiente refugio en dicha palabra, tan elusiva. Varios factores influyeron para retenerles en calidad de pueblos del Mé- xico profundo. El más ancestral es que algunos de ellos detentan el estatus estamentario de pueblo o república de indios desde la Colonia, al cual en cierta manera retornan pese a la reclasificación moderna. Otro sería la pér- dida de la oportunidad de ser capital del estado de la federación en que se ubican. Uno más fue marginarles del sistema ferroviario y, enseguida, de la * Universidad de Guadalajara. Contacto: [email protected] ** tp&m-Taller Patrimonio & Metrópoli. Contacto: [email protected] COMALA • COLIMA 23 red nacional de carreteras. Otro, agregado a los anteriores, ha sido el centra- lismo ejercido por la Ciudad de México desde el Virreinato. Hubo además circunstancias geopolíticas y económicas relativas a la distribución del poder socio-territorial en el llamado muchos méxicos, concerniente a las particu- laridades regionales diferenciadas y cambiantes. Entre éstas se encuentra el Bajío, destacado en la guerra de los cristeros y derrotado en el reparto del poder posrevolucionario, en cuya orilla poniente se ubica Comala. Tras el conflicto, los grandes propietarios fueron expropiados. Las enormes propiedades de tierra fueron afectadas, así se le llamó al nuevo destino ejidal —social— del suelo antes dedicado al cultivo de café, vainilla y otros frutales. Fueron acciones que dejaron signos socio-territoriales indelebles. Ahora, en el contexto del gobierno sucesorio iniciado con el régimen posrevolucionario, se le reconoce al pueblo su relevancia en la identidad nacional, un abono tardío al protagonismo perdido. Comala es una población de 20 888 habitantes (inegi, 2010). Fue declarada pueblo mágico en 2002, siendo uno de los cinco primeros pueblos del Progra- ma Pueblos Mágicos (ppm), lanzado por la Secretaría de Turismo (Sectur) en 2001. Son cinco también los principales elementos de su patrimonio cultural material e inmaterial, definidos por la Secretaría de Turismo como los atributos de lo mágico de Comala: la parroquia de San Miguel Arcángel, los portales, la exhacienda de Nogueras, las fiestas (la principal es la del 12 de diciembre, Día de la virgen de Guadalupe) y la gastronomía, centrada en las botanas de los portales, ponches preparados a base de mezcal con frutas de la región y el bate (atole de semillas de chan con miel de piloncillo). Estos atractivos, desde el punto de vista de la política pública para el tu- rismo, han sido potenciados como oferta turística para consolidar a Comala como pueblo mágico. Sin embargo, la estandarización de la oferta ha dilui- do otra serie de elementos que conforman la película completa de Comala. Éstos son constitutivos de la riqueza cultural, además de un potencial im- portante de desarrollo local frente a la magia mercantilizada que pareciera únicamente generar estadísticas de derrama económica por el turismo. 24 PUEBLOS MÁGICOS • VOLUMEN III En este capítulo nos asomamos a dichos atributos y lo que han generado como imaginarios en la población residente y los visitantes. Ello con el ob- jetivo de finalizar la película arriba mencionada, cuya riqueza se transforma día a día con la creación de códigos y lenguajes para nuevas expresiones del patrimonio cultural. Sobre todo fundamentamos la hipótesis de que la construcción imaginaria de los pueblos, en particular de Comala, es el patri- monio que otorgaría sentido a la valoración cultural impulsada por el ppm y, en general, por el turismo. No nos referimos al imaginario de nación que el programa pretende atribuir a los pueblos, un enunciado destinado a borrar las singularidades como condición para fundir las escasas variantes restantes en el crisol de una totalidad abstracta, sino al imaginario social representado de acuerdo con la inmensa casuística pueblerina, el cual da forma a un de- terminado imaginario de pueblo, que se comparte más allá de las fronteras mexicanas en tanto reservorio de imágenes. Comala, pueblo mágico Hasta el momento de la instauración del ppm, en 2001, los atractivos de paisa- je, la gastronomía, el arte y la atmósfera creada por los residentes avecindados en Comala, así como el mito de Pedro Páramo, constituyeron los elementos de arranque para la denominación de pueblo mágico. Las reglas de operación de este programa son muy claras y tienen un enfoque igualmente claro, aunque señalan que un objetivo sumamente im- portante es la conservación de la autenticidad y la integridad de los pueblos, así como el desarrollo local de sus comunidades. De tal suerte, pueblo mágico sería lo siguiente: […] una localidad que tiene atributos simbólicos, leyendas, historia, hechos trascendentes, cotidianidad, en fin magia que emana en cada una de sus manifestaciones socio-culturales y que significan hoy día COMALA • COLIMA 25 una gran oportunidad para el aprovechamiento turístico, para lo cual serán consideradas aquellas localidades que cuenten con una población base de 20 000 habitantes.1 En 2002 Comala fue declarado pueblo mágico, al año siguiente de la ins- tauración del programa a nivel nacional. Y en 2012 fue declarado el mejor pueblo mágico del país, en el Tianguis Turístico de Puerto Vallarta, evento que se realiza anualmente por parte de la Sectur. El premio fue una bolsa de 10 millones de pesos para ser utilizados en infraestructura turística y promoción (la denominación de este lugar fue realizada a través de una encuesta vía web, en la cual fueron recolectados 40 000 votos). El portal de la Sectur lo describe así: Comala es conocido como el “Pueblo Blanco de América”, y esto se debe a sus tradicionales techos de teja colorada y sus altas fachadas de color blanco que resplandecen y dan brillo a este sitio, que guarda una gran mística por tener el nombre que Rulfo escogió como escenario de su conocida novela Pedro Pá- ramo. “Lugar donde hacen comales” es el significado de su nombre y es paso obligado para quienes visitan el Volcán de Fuego o la ciudad de Colima.2 La lista de atractivos es larga, empezando por el clima, su accesibilidad y, sin duda, el paisaje dominado desde todos los puntos de la población por el Volcán de Fuego y el Nevado de Colima. Estos referentes naturales tienen un gran peso, cuyo simbolismo se remonta a la época prehispánica. 1 Sectur, en http://www.sectur.gob.mx/work/models/sectur/Resource/99fbd793-a344-4b 98-9633-78607f33cb8f/Reglas_de_operacion.pdf, fecha de consulta: marzo de 2012. 2 Sectur, en http://www.sectur.gob.mx/pueblos-magicos/comala-colima/, fecha de con- sulta: diciembre de 2014. 26 PUEBLOS MÁGICOS • VOLUMEN III Existe la tradición de cultivo de café de muy buena calidad y recientemente se ha abierto una ruta cultural para conocer los campos de cultivo y los pro- cesos de su producción. La cultura culinaria, sencilla y sabrosa, llevó a los locales a hacer de los portales un lugar de botanas que se ha convertido, a través de los años, en un sitio visitado por habitantes de la capital del estado y por fuereños. Otro atractivo lo constituye la fabricación de los famosos ponches, ela- borados artesanalmente con los frutos de la región: guayabilla, membrillo y cacahuate, entre otros. A partir de esto se ha forjado un mercado local, que a la vez resulta atracción turística, gracias a la variedad de sabores. Comala de Rulfo Solitario, Juan Rulfo pervive en Comala. Una escultura metálica representa al escritor sentado en la banca de una esquina de la plaza central, mientras recibe los servicios de un afable y minúsculo bolero. Se confunde entre la nube de pichones que acuden gozosos a bañarse y a beber el agua de la fuente; algunos esperan su turno parados sobre la cabeza del autor ensimismado. En las tardes lo acompañan y se rozan con él los cuerpos de quienes concurren presurosos a la compra del pan, expendido en grandes canastos de carrizo sobre ligeras mesitas plegables de catre. Al pardear la tarde, Comala huele a pan, sabe a pan. Frente a la escultura se forma una aglomeración efímera que acude al llamado cotidiano, a la hora convenida en que se ofrece en las banquetas el pan caliente, recién salido de los hornos del pueblo. El pan, compañía primaria del café, el champurro, los frijoles y el queso. O solo, co- mo golosina. Se trata de un abanico de colores, formas y tamaños, varios repetidos en los pueblos sin haberse antes mediado acuerdo alguno. Aunque cambie el nombre, la forma se mantiene. Por su temperamento y obra literaria, seguramente Rulfo no reclamaría mayor protagonismo. Lo mismo que su monumento sedente, la novela-poe- COMALA • COLIMA 27 ma Pedro Páramo (1955)3 pasa desapercibida entre los lugareños. También podemos decir que los comaltecos se han acostumbrado a la indiferencia del personaje. Se asumen como parte del lugar y no necesitan actuar para demostrar que lo son; nadie les dirá de sus historias, tienen su propia versión. El visitante, en cambio, busca los murmullos de la novela. Más que un so- nido se trata de la sensación de permanecer ajeno a un mundo subterráneo, en el cual la vida está hecha de recuerdos y nadie se acongoja si tardan en desvanecerse.