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Rezensionen für Igor Markevitch conducts Ravel, Stravinsky and Honegger aud 95.605 4022143956057 American Record Guide July-August 2010 (David Radcliffe - 2010.07.01) Igor Markevitch, born in Kiev in 1912, spent his early years in Paris where he became associated with Serge Diaghilev and Nadia Boulanger. As a young man he made a name for himself as a composer, then in the postwar years he remade himself as a conductor. In the 1950s he was a considerable figure among the modernists; and the recordings issued here, made in Berlin in 1952, capture him in congenial repertoire at the peak of his career. They are in the cosmopolitan-modernist mode, with much striving after power and sublimity—an ambition somewhat undermined by the quality of the players at his disposal. The sound is excellent and the documentary value real, though the Ravel and Stravinsky are in no way competitive in a crowded field. By contrast, the Honegger, recorded as it were while the paint was still wet, has a compelling spontaneity to recommend it and pleasingly dissonant sonorities. Markevitch later made a commercial recording, once available on a Decca LP. CD Compact diciembre 2009 (Benjamín Fontvella - 2009.12.01) Markevitch fue uno de los directores más personales de la segunda mitad del... Full review text restrained for copyright reasons. Classica – le meilleur de la musique classique & de la hi-fi n° 118 déc. 2009-janv. 2010 (Stéphane Friédérich - 2009.12.01) Igor Markevitch Igor Markevitch Full review text restrained for copyright reasons. page 1 / 9 »audite« Ludger Böckenhoff • Tel.: +49 (0)5231-870320 • Fax: +49 (0)5231-870321 • [email protected] • www.audite.de Der Kurier 25. September 2009 (Alexander Werner - 2009.09.25) Selbst in Kennerkreisen wird Igor Markevitch heute in seiner ganzen Bedeutung... Full review text restrained for copyright reasons. Diapason N° 574 Novembre 2009 (François Laurent - 2009.11.01) S'affirmant après 1945 comme un chef d'orchestre d'envergure internationale, Igor Markevitch n'oublie pas qu'il a été lancé dans le monde par Diaghilev et s'attache à pérenniser le souvenir des Ballets russes. A ses deux gravures commerciales du Sacre du printemps, l'une (1951 ) et l'autre (1959) avec le Philharmonia, s'ajoutent plusieurs live. Le nouveau venu, capté à Berlin le 6 mars 1952, précède de peu le témoignage viennois (26 avril) publié par Andante (cf. n° 509). On y retrouve – comme dans un Tricorne en phase avec les décors et les costumes «frappants» conçus par Piccasso – la même fougue cubiste, le même tranchant. La partition, qui représentait encore un véritable défi pour tout orchestre, affiche une urgence sans comparaison avec les documents londonien (1962, BBC Legends) et helvétique (1982, Cascavelle), plus tardifs. Reste que les musiciens de Fricsay semblent parfois pris au dépourvu par la rythmique exacerbée du chef, moins chez Stravinsky et Roussel (qui ne montre pas le konzertmeister à son avantage) que Ravel. Markevitch empoigne la seconde Suite de Daphnis et Chloé avec une violence rare – on est fixé dès le Lever du jour, où les phrasés tendus, l'influx nerveux procédant par à coups, jettent le trouble, au propre et au figuré. La conception ne variera guère dix ans plus tard au pupitre de l'Orchestre de la NDR (Emi, cf. n°523), où se retrouvent les mêmes crescendos de percussions soulignés jusqu'à la véhémence. Loin de participer à l'éclat d'une volupté dionysiaque, le choeur se fait chez Ravel rumeur inquiète, puis glaçante jusqu'à l'effroi dans la danse conclusive. On comprendra que le Schubert de la Symphonie n° 3, vif, lumineux et «objectif», divisera la critique en 1953. Cela n'empêchera pas le chef de le fixer dans la cire avec les Berliner Philharmoniker. S'il rechigna à enregistrer ses propres œuvres après avoir renoncé à composer, Markevitch inscrivait volontiers à ses programmes son orchestration de six mélodies de Moussorgski. Le concert berlinois de 1952 en offre le plus ancien témoignage, par celle qui en donna la première audition, Mascia Prédit. Les live moscovite (Philips) et londonien (BBC Legends) consacreront le trait plus acéré de Galina Vischnievskaïa. Le chef anime la Symphonie «Di tre re», d'un Honegger hanté par la vision d'une humanité au bord de l'autodestruction, comme s'il y trouvait un écho à ses propres interrogations - il la gravera en 1957 pour DG. Aussi bien dans la noirceur agressive des mouvements extrêmes, où rugit la menace guerrière, que dans les faux espoirs distillés par le volet central, il nous livre une interprétation poignante, où la souffrance partout affleure, cinglant comme des coups de fouet, étouffant toute lueur d'espoir sous son halètement torturé. page 2 / 9 »audite« Ludger Böckenhoff • Tel.: +49 (0)5231-870320 • Fax: +49 (0)5231-870321 • [email protected] • www.audite.de Die Welt 9. September 2009, 04:00 Uhr (Manuel Brug - 2009.09.09) [...] Weich fließende Farben werden hier gleichsam aus den Tasten massiert,... Full review text restrained for copyright reasons. Diverdi Magazin 186/noviembre 2009 (Arturo Reverter - 2009.11.01) Tensión e impulso rítmico Don nuevas recuperaciones del arte directorial de Igor Markevitch en Audite Igor Markevitch dejó un gran recuerdo en España tras su años como titular de la Orquesta de la RTVE, que nació, en 1965, bajo su autoritaria batuta. Al "Viejo", como lo conocían los músicos de la formación dependiente en aquel momento del Ministerio de Información y Turismo, se le había visto en nuestro país muchos años atrás, a poco de salir de aquel París neoclásico que sucedió a la etapa de Satie, Cocteau y los Seis, un medio en el que había crecido el artista, interesante compositor de obras tan meritorias como El vuelo de Icaro o el oratorio El Paraíso perdido, que contenían la transparencia algo aristada, las rectilíneas texturas de ciertas obras de Roussel y el impacto rítmico y agresivo – algo más dulcificado – de Stravinski. En su primera aparición en Madrid, allá por septiembre de 1950, frente a la Orquesta Nacional, cuando tenía 38 años, había esgrimido sus credenciales, las características que lo definían como director y que había ido fomentando desde el foso junto a los ballets de Diaghilev y más tarde al lado de Scherchen: técnica espartana y económica, gesto amplio y circular con un original movimiento alternativo de batuta y mano izquierda, curiosamente engarriada; dibujo penetrante de la música buscando siempre los puntos esenciales de cada estructura. Huía de los detalles, de establecer matices delicados, y tiraba por la calle de en medio con una certera visión del meollo, de la esencia de la partitura, que en sus manos sonaba firme, sólida, con acentos primarios y contundentes, alternados por sorprendentes fogonazos líricos. De siempre, dadas sus condiciones, fue un magnífico organizador de los virulentos estratos de los ballets de Stravinski o de las cristalinas y ágiles composiciones de Roussel. Se lo asoció tradicionalmente con La consagración de la primavera del primero, una obra que bordaba y que en su mano sonaba agreste, dura, percutiva, invadida de una urgencia colosal; una visión auténticamente telúrica del gran sacrificio, que ofreció con la ONE en 1953 y que llevaría luego más de una vez a los atriles del conjunto radiotelevisivo, al que el director llegó, esa es la verdad, un tanto mermado de facultades, cuando solamente contaba 53 inviernos. Pero su sordera era ostensible e inevitable, lo que le hacía reforzar el nivel auditivo de los inclementes parches, que en una obra como la citada podía tener su razón de ser; no así en otras: una Primera de Brahms, por ejemplo. La interpretación que de la partitura stravinskiana había realizado Markevitch en el Titania Palast el 6 de marzo de 1952 ante la audiencia berlinesa respondía a estos parámetros: fustigante, cortante como un cuchillo, de una extraordinaria concentración, de una soterrada energía, que terminaba por estallar violentamente en los constantes y bien controlados cambios de compás. Causó, cuenta el crítico y musicólogo Stuckenschmidt, una impresión formidable en el público, subyugado también por la orgiástica versión de la 2a Suite de Daphnis y Chloé de Ravel (registro en de 18 de septiembre), en este caso con el coro final, y que a nuestro juicio no alcanzó a recrear toda la imaginería sonora del impresionismo más pleno. Es demasiado importante en el concepto y en la ejecución el aspecto rítmico. Una impecable page 3 / 9 »audite« Ludger Böckenhoff • Tel.: +49 (0)5231-870320 • Fax: +49 (0)5231-870321 • [email protected] • www.audite.de interpretación de la Sinfonía n° 5, "Di Tre Re", de Honegger, cuadrada y aguerrida, tensa y concisa, culmina el compacto. El segundo combina el vivo con el estudio en grabaciones de 1952 y 1953. La Sinfonía n° 3 de Schubert es de este último año. Una aproximación precisa y vivificante, en el escenario del Titania, bien bailada, pero exenta de espíritu, de sabor vienes. El trazo nos parece en exceso grueso. El mismo año, pero en el estudio levantado en la Iglesia de Jesucristo de la capital alemana, Markevitch grababa una fogosa versión del Tricornio de Falla, vista un poco en blanco y negro, pero dotada de un impulso contagioso, y una soberana recreación de la Suite n° 2 de Bacchus et Ariane de Roussel, una partitura en nueve partes que la batuta desentraña de forma extraordinaria con un vigor, una elocuencia y un sabor danzable fuera de serie. Una interpretación auténticamente demoledora. El disco se cierra con seis canciones de Musorgski, en el arreglo orquestal del propio director, incluidas en el concierto de Le Sacre de marzo de 1952, recogido en el CD anterior. La soprano letona Mascia Predit, de la misma edad que el director, convence por su rico metal spinto, su anchura y su impronta dramática.