APUNTES DE LA CONFERENCIA “DE SANTIAGO DE A SANTANDER. El periplo de las dotaciones de la Escuadra de Cervera 1 en la costa Este de los Estados Unidos .”

Impartida por el C.N. Juan Escrigas Rodríguez en el Observatorio de la lengua española y las culturas hispánicas del Instituto Cervantes de la Universidad de Harvard. Cambridge (MA), 12 de diciembre de 2019

1 Esta conferencia está basada en la tesis doctoral y en los artículos escritos en la Revista General de Marina del autor. Cuando hablamos de un acontecimiento relacionado con la Historia Naval o Militar, los historiadores solemos finalizar nuestro relato con el resultado numérico de la contienda y/o con las enseñanzas que este episodio nos puede mostrar. Se analizan los acontecimientos estratégicos y políticos, se cuantifican las unidades militares y su poder bélico; pero se habla muy poco de las personas, de los que significó para cada una de ellas arriesgar incondicionalmente su vida y de lo que implicó para sus familias la pérdida de los seres queridos. A lo largo de esta conferencia vamos a abordar un suceso que tuvo lugar hace más de 125 años en estas tierras de Nueva Inglaterra, que ha tenido muy poca difusión dentro de los hechos históricos ocurridos en 1898. Vamos a revisar lo que pasó después de un combate naval, el de Santiago de Cuba, el 3 de julio de 1898 y trataremos de enfocar la cuestión desde una perspectiva diferente, y como hemos señalado, desde un punto de vista poco tratado cuando se afrontan los estudios de historia, el de la historia social de las Fuerzas Armadas, y en este caso de la Armada Española. Y digo desde una perspectiva diferente, ya que de la mano de la investigación minuciosa de los relatos personales, de la recogida de datos durante más de 40 años de investigación, de escudriñar en los Archivos en España, en Cuba y en los Estados Unidos, de vaciar los libros escritos por los protagonistas y por los analistas e historiadores, y de entrevistas personales de aquellos que todavía guardaban la memoria de sus padres y abuelos, vamos a recorrer las peripecias de las dotaciones de la Escuadra del Almirante Cervera tras su pérdida, revisando uno a uno cual fue el final de las 2250 personas que la componían, mostrando los valores humanos de los que no dudaron ni un minuto en dar todo lo que tenían por su patria, su vida. Todo lo que se va a hablar aquí es producto de mis investigaciones, y como todo lo que se hace con pasión, del cariño. Profundo cariño a tres naciones, España a la que orgullosamente sirvo desde que nací y más concretamente hace 38 años en la Armada Española; a Cuba, con las que me unen enlaces personales, familiares y de profundo afecto a su pueblo; y los Estados Unidos, que siempre ha sido para mí la tierra de las oportunidades, donde se me han abierto las puertas en toda ocasión y donde me he formado intelectualmente. Cariño a la Armada Española, en cuyo seno he nacido y he formado mi familia. Cariño a mi historia personal y familiar; mi bisabuelo el Condestable de 2ª D. Rosendo Escrigas Marco falleció a resulta de las heridas recibidas en las trincheras de las Lomas de San Juan en Santiago de Cuba el 1 de julio de 1898; a mi abuelo el CF D. Guillermo Rodríguez Gómez, falleció a bordo del crucero Baleares el 6 de marzo de 1938, fecha de su hundimiento; a mi abuelo el Vicealmirante D. Fausto Escrigas Cruz, que con sus relatos cuando era niño hizo que me enamorara de Cuba y de la historia de la Armada; y al ejemplo de vida que me dio mi padre, el Almirante D. Fausto Escrigas Estrada, asesinado por la banda terrorista ETA el 29 de julio de 1985 y en particular cariño al recuerdo de sus viudas, que me han enseñado a querer y respetar a mi Patria y a la Armada. Les hubiera gustado estar aquí a todos ellos, con nosotros, escuchando este relato, son parte de él, y les aseguro que mucho más a mí que pudieran estar. En la vida a veces pensamos en las casualidades. Yo no creo en ellas. Como muestra, un botón. Esto que les voy a contar ha sucedido a muy pocas millas de distancia de donde nos encontramos hoy dando en esta conferencia.

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Fotografía del edificio antiguo del Naval War College y del Museo en Newport (R.I.), tomada el 19 de julio de 2016. El 19 de julio de 2016 llegué a Newport (R.I.), para formar parte del Naval Command College 2017, curso que tendría lugar en el Naval War College. Lo primero que suelo hacer cuando visito alguna instalación militar es ir a su Museo, si lo tiene, y a su biblioteca, para ver y saborear la historia y los libros que allí se atesoran. Esto mismo hice en esta ocasión. Al salir del Museo, donde vi el escritorio donde Mahan escribió sus famosas obras, me paré delante del palo de la bandera que tienen en la foto, que se encontraba a media asta en honor a unos fallecidos en un atentado, para rezar por ellos. Al pie de la bandera encontré dos piezas de artillería que, al fijarme, vi que pertenecían al USS Reina Mercedes, que en julio de 1898 era el crucero de la Armada Española Reina Mercedes.

Postal fotográfica del USS Reina Mercedes en la Estación Naval de Newport en 1906, a pocos metros de distancia desde donde se hizo la foto anterior.

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En este buque había estado embarcado mi bisabuelo cuando falleció en Santiago de Cuba en 1898. Una vez finalizada la guerra, los norteamericanos lo reflotaron y los condujeron a los Estados Unidos. Casi un lustro de su vida posterior había estado fondeado a unos cientos de metros de donde me encontraba. Para un historiador, marino, especialista en la guerra de Cuba, con un antepasado miembro de la dotación del buque en que falleció, esto era más que una casualidad. De hecho, estaba en el lugar desde donde se habían planeado las operaciones navales de 1898; desde las aulas donde iba a pasar un año se discutieron cada una de las opciones que había para atacar Cuba en aquella ocasión. ¿Casualidad? Tuve la suerte de que la US Navy me brindó la oportunidad de escudriñar en los archivos de la institución y pude pasar un año intenso desde el punto de vista profesional, haciendo el curso, e investigando sobre la guerra de 1898. Producto de estas investigaciones escribí un libro titulado La inteligencia en la Operaciones navales de 1898, que entregué para su publicación en el Naval War College. Más de 700 páginas de investigación en fuentes españolas, cubanas y norteamericanas. Ya conocen algo de mi motivación personal. Así que, entremos en materia. ¿De qué vamos a hablar durante los próximos 60 minutos?

1. LA SUERTE DE LAS DOTACIONES. El entorno temporal de este relato se encuentra enmarcado entre el 3 de julio de 1898, tras el combate naval de Santiago de Cuba celebrado entre la Escuadra del Atlántico, al mando del Almirante Cervera, y la Escuadra norteamericana, al mando del Almirante Sampson, y el regreso de los miembros de la Escuadra a España en septiembre de 1898.

Fotografía hecha en las Playas de Santiago de Cuba por John C. Hemmet, publicada en su libro Cannon and camera, que muestra dos marineros españoles muertos.

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En este combate España perdió todos sus buques, los cruceros-acorazados Oquendo, Teresa, Vizcaya y Colón, que junto al destructor Plutón fueron varados en las costas cubanas y el destructor Furor, hundido por los norteamericanos. Solo regresó a España el Terror, donde se había dirigido después de tener una avería en las calderas en la isla de Martinica. No es mi intención relatar lo que sucedió en el combate, que ya está muy trabajado por la historiografía pasada y actual, si no hablar de lo que sucedió después. Me ha llevado muchos años precisar la suerte de cada uno de los marinos que participaron en el combate de Santiago de Cuba, pero intentaré relatar de la forma más minuciosa, en el espacio de tiempo del que dispongo, las vicisitudes de los miembros de la Escuadra. Entre los supervivientes, parte consiguieron llegar a Santiago tras no pocas vicisitudes, otra parte fueron hechos prisioneros por los mambises y entregados posteriormente a los norteamericanos, otra fueron prisioneros de los estadounidenses, y algunos, incluso, fueron rescatados por buques fletados por periodistas norteamericanos e ingleses, y entregados a los miembros la US Navy. A los muertos en la mar y en tierra del día 3 de julio, hay que añadir los muertos de la Escuadra anteriores al combate, debidos principalmente a los bombardeos en Santiago durante el bloqueo, a la acción de guerra en La Lomas de San Juan del 1 de julio, a enfermedad común, o a haberse ahogado.

Vía Javier Navarro Localización de los buques españoles tras el combate naval del 3 de julio. 2. LOS BUQUES. Algo más fácil es localizar espacialmente cada uno de los buques, que iremos examinando.

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• El Furor se hundió muy ceca de la entrada de Santiago de Cuba.

• El Plutón varó cerca de la playa de Mar Verde.

• El Teresa y el Oquendo quedaron varados relativamente cerca, en la playa de Nima Nima el primero y en la de Juan Gonzalez el segundo.

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• El Vizcaya, en la playa de Aserradero,

• Y el Colón, algo más a poniente fuera de la trasparencia en la desembocadura del río Tarquino.

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Iremos desgranando lo sucedido con cada una de las dotaciones.

EL FUROR El Furor fue el buque que se perdió más a levante, y el único que se hundió en el combate. A las 10:45 h. el buque puso proa a tierra, que no pudo alcanzar debido a los impactos recibidos de cuatro unidades americanas, que le produjeron numerosas bajas e incendios a bordo. Al poco de parar la marcha, se le abarloaron dos botes del USS Gloucester, mandados por los oficiales del buque Lt. Wood y Lt. Norman, que consiguieron trasladar al buque americano a 21 individuos de los destructores, de ellos 10 heridos.

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Fotografía que muestra los restos del Furor hundiéndose.

Otro grupo de 12 hombres fue rescatado por el buque de bandera inglesa Wanda. En realidad, era un yate que llevaba periodistas norteamericanos a bordo; esta situación podría haber complicado más aún la más que difícil situación diplomática con terceras naciones, pero el contratiempo se solucionó gracias al Comandante del destructor español, que consiguió que los náufragos embarcaran en el USS Gloucester. En total, a bordo del USS Gloucester estaban el Comandante y 18 individuos de la dotación del Furor. Parte de la dotación del buque español, junto con miembros de la dotación del Plutón, y del Teresa, fueron capaces de alcanzar Santiago por tierra. De los 66 miembros de la dotación del buque, 22 murieron a resultas de estas jornadas. A bordo de este buque murió el Jefe de Escuadrilla C.N. Villaamil.

EL PLUTÓN En cuanto al Plutón, aproximadamente a las 1045 h. el Comandante del buque, vistos los daños producidos a bordo, intentó embarrancar el buque en las proximidades de la playa Mar Verde, lo que consiguió cuando el buque estaba incendiado. Otro bote del USS Gloucester, al mando del Lt. Procter pudo hacer dos viajes llegando a bordo del buque americano 26 individuos, de ellos cinco heridos y el Comandante. Uno de los marineros murió a bordo, y fue sepultado en la mar con honores.

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Los restos del Plutón en Buey Cabón. Hoy quedan pocos vestigios.

Parte de la dotación consiguió ganar por tierra Santiago. Durante esa misma noche, el USS Suwanee permaneció en las proximidades de los restos de los destructores por si se podía salvar a algún superviviente más. De los 72 miembros de la dotación del buque, 22 murieron a resultas de estas jornadas.

EL TERESA La suerte del Teresa fue la misma que la del resto de los buques españoles. Embarrancó en la pequeña playa de Nima al oeste de Punta Cabrera a unas 6,5 millas de la salida de Santiago. Tras la evacuación del buque, una buena parte de la dotación se encontraba en la playa junto a miembros de la dotación del Oquendo, agrupada en torno al Almirante. Un bote del USS Gloucester recogió al Almirante, al Comandante del buque, herido, y al Segundo Comandante. El Almirante dejó al Tercero, Teniente de Navío de 1ª Aznar en la playa. Se organizaron grupos de 50 individuos al mando de un Oficial para que pudiera planificar el salvamento, se improvisaron camillas con cortezas de árboles y vendajes con las ropas de los que todavía llevaban algo. Con ramas secas se cavaron las tumbas de los cadáveres arrojados a la playa. Un insurgente cubano invitó a todos los que estaban en la playa a unirse a la gente del Oquendo que se encontraba en manos del cabecilla Cebreco, pero Aznar consiguió que los presos en poder del cabecilla se unieran a los del Teresa que estaban en la playa. Otro bote del USS Gloucester regresó a la playa con alimentos, y con el encargo del Almirante Cervera de que los norteamericanos velaran por la integridad física de los españoles. El traslado al buque americano, no fue fácil, debido al gran número de heridos, y uno de los botes tuvo que varar en la playa para recoger a los más graves. Bien entrada la tarde, comenzó el trasiego de los 92 prisioneros recogidos del Teresa, Oquendo, Furor y Plutón. Así, el Almirante y parte de sus Oficiales fueron trasladados del USS Gloucester al USS Iowa. El resto de los individuos sanos, y al menos un herido grave, pasaron al USS

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Indiana. Los oficiales que permanecieron a bordo del USS Iowa, pasaron en la tarde del día 4 al USS Sant Louis. Los clases y la marinería, y algún oficial moderno, pasaron a bordo del USS Harvard, reuniéndose a bordo de este buque norteamericano 35 Oficiales y 637 miembros de las dotaciones, de los que 38 se encontraban heridos. 22 heridos de los que se encontraban en el USS Gloucester, pasaron al USS Olivette en Siboney, y al cabo de dos días al USS Solace, buque hospital, entre ellos el Comandante del Teresa, Concas. Uno de los marineros falleció a bordo del USS Olivette y sus restos fueron sepultados en la mar.

Restos del Teresa. Los norteamericanos intentaron reflotarlo para convertirlo en un trofeo de guerra. Se hundió en una tormenta camino de los EEUU.

Participaron en el salvamento, además, botes del USS Indiana y del USS Hist que acudió en auxilio, aunque finalmente se retiró y pasó a auxiliar al Vizcaya. Otro grupo de unos 100 hombres del Teresa y del Oquendo consiguieron llegar a Santiago por tierra.

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Fotografía hecha en las Playas de Santiago de Cuba por John C. Hemmet, publicada en su libro Cannon and camera, que muestra a los marineros de la Escuadra que quedaron en las playas el 4 de julio de 1898 recogidos por un buque de fotógrafos norteamericano.

El día 4 de julio periodistas americanos recogieron en la playa de Nima Nima a 29 marinos españoles que todavía se encontraban en la playa. 7 eran del Teresa, 19 eran del Vizcaya y 3 del Oquendo. Fueron trasladado a su buque, el Sylvia, donde se les efectuó una cura de urgencia, y de allí los intentaron trasladar al USS Texas, buque que les indicó que los trasladaran la USS Sant Louis, lo que hicieron ese mismo día. D. Víctor María de Concas y Palau, Comandante del Infanta María Teresa, en su libro La Escuadra del Almirante Cervera, ya citado, narra entre otras muchas cosas un resumido final que es esclarecedor:

“Aunque la suerte de las tripulaciones y los incidentes del tiempo que fueron prisioneros de guerra es un asunto secundario para el drama en que acababa de hundirse el poder colonial de España, lo relataremos en breves palabras, no sólo a título de curiosidad, sino también porque no puede ser indiferente a los buenos españoles la suerte de aquellos valientes que lucharon contra lo imposible. La tripulación del Colón fue transbordada fácilmente a los buques americanos; la del Vizcaya, que, como hemos dicho, estaba sobre los arrecifes de Aserraderos, fue recogida rápidamente por el Iowa y otros buques auxiliares, antes que la subida de la marea pudiera poner en peligro aquella masa de hombres incomunicada con la tierra. Las tripulaciones del Oquendo y María Teresa fueron a las que les tocó apurar aún más el amargo cáliz de aquel triste día. Por de pronto, un núcleo de unos 100 hombres de ambos buques, guiados por el práctico del María Teresa, se internaron en el bosque hasta llegar a Santiago de

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Cuba; y en ese trayecto, desnudos, sin armas, temerosos de caer en las manos de alguna feroz partida insurrecta, y durante la cual algunos que se extraviaron tardaron hasta tres días en llegar a la Socapa, sin tomar alimento y subiéndose a los árboles para orientarse, sufrieron penalidades que no pueden oírse sin enternecimiento.

Fotografía del VA Victor Mª de Concas y Palau Comandante del Crucero Infanta María Teresa en la jornada del 3 de julio.

La gente del Oquendo se dividió además en dos grupos: uno fue a caer en manos de una partida cubana insurrecta, que les hizo fuego matando a dos, hasta que, al ver que era gente sin armas, los condujeron al campamento del cabecilla Cebreco. La otra, guiada por los oficiales, vino corriendo una vereda de la costa, y se unió a la del Teresa, que estaba como a media legua del sitio en que naufragaron. La tripulación del Teresa se encontraba en la playa agrupada alrededor de su Almirante; y se estaba organizando aquel campo de horror cuando se presentó un bote americano con orden de recoger al general Cervera. Así lo hizo,

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teniéndose que arrojar otra vez al mar el General con sus ayudantes, llevando además consigo al segundo comandante del Teresa, capitán de fragata Mac- Crohon, que estaba muy enfermo, así como a mí, que, en una improvisada camilla, y sin más movimiento que un poco en al brazo izquierdo, tuvieron que arrojarme el mar, que rompía furiosamente en la playa, experimentando sufrimientos tan grandes como en los humanos es posible tolerar.

Fotografía del Almirante D. Pascual Cervera Topete. Almirante de la Escuadra de Instrucción desde octubre de 1897. Dejó en tierra el Almirante al tercer jefe del Teresa, teniente navío de primera clase D. Juan B. Aznar, al frente de aquélla masa de náufragos de los que fueron dos hermosos cruceros; y este distinguido jefe, honra de la Armada, tuvo ocasión de desplegar sus relevantes dotes en circunstancias de una dificultad sin igual. Por de pronto, con grandes cortezas de los árboles se improvisaron camillas para los heridos, que quedaron acampados bajo toldos de hojas, improvisados y hechos sin más herramientas que las manos; y arrancando las ropas a los que las

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tenían, los médicos y practicantes improvisaron vendajes que aliviarían en lo posible tanto padecer. La gente fue organizada en grupos de 50 hombres con un oficial a la cabeza, y debían ser un espectáculo profundamente enternecedor ver cómo sin herramienta alguna, y sólo con ramas secas, se abrían sepulturas para los cadáveres arrojados a la playa, y cómo nuestros buenos sacerdotes rogaban a Dios acogiera sus almas entre las de los mártires del deber. De estos cadáveres pudieron reconocerse el del maquinista mayor D. José Melgares y el del tercer condestable Francisco Martínez Cánovas.”

De los 502 miembros de la dotación del buque, 88 murieron a resultas de estas jornadas. En cuanto al Estado Mayor embarcado, de los 64 murieron 13.

EL OQUENDO

El Oquendo siguió la misma suerte que el Teresa varando a media legua a poniente de este buque en una pequeña playa en la bahía de Juan Gonzales, a unas 10 o 12 millas de la entrada de Santiago, según el parte del Oquendo, y a 7 millas según el parte dado por el USS New York. La gente del buque se dividió en tres grupos. Uno cayó en manos de una partida insurrecta que los condujo al campamento del cabecilla Cebreco, que se los entregó al tercero del Teresa. Un segundo grupo, guiado por los oficiales, llegó corriendo del lugar de la varada, al lugar donde estaba la gente del Teresa. Todos siguieron la misma suerte que la dotación del buque insignia. El tercer grupo, junto con algunos de la dotación del Teresa, consiguieron alcanzar Santiago. Un excepcional testimonio de lo sucedido en el Oquendo es el relato del Cabo 1º de mar Sebastián Bru y Miralles, “Memorias de los detalles más salientes de mi vida en el curso del tiempo comprendido desde primeros de abril a primeros de octubre de 1898” (SIC del original):

“…Seguimos para tierra, otro cuadro se presentó ante nosotros; en una tina de baldeo luchaban cuatro hombres, ya faltos de fuerzas, la tina se hundía al sentirse cojida y aquellos la dejaban, y era el mismo pelear de la muerte que corrieron los de la lanchita; nadé con más fuerza y al llegar cerca y recomendar no dejara la tabla de las manos y diera coces en el agua cabucé, llegué a la tina le dí la vuelta y salí haciendo que todos cojieran la tina por el fondo porque ahora ya les aguantaría, así lo hicieron y volví a coger a mi compañero de viaje; yo pude llevar a salvo a aquellos hombres que ya no tenían fuerzas para seguir luchando. La tina al dar la vuelta, le hice que penetrara aire y como estando boca abajo no podía salir el aire, tenía fuerza suficiente para que los cuatro se apoyaran en ella y por poco que con los pies ayudaran llegarían a tierra, así lo comprendieron y pude adelantarme a ellos para luego acudir en su socorro. Otro peligro se nos presentó; los rompientes debíamos de pasarlos sin ser arrollados porque corríamos el peligro de perecer, le advertí a D. Juan lo que debíamos hacer, cuando llegamos a los rompientes, le dije; cuando yo le diga ahora V. sin dejar la tabla de las manos mete la cabeza bajo el agua y la escalada de mar por encima. Así lo hicimos y perfectamente bien nos encontramos varados en la arena de la playa.

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Mientras el Guardia Marina daba gracias a la Virgen por habernos salvado, acudí en auxilio de los de la tina pues si llegaban a los rompientes antes que yo, serían arrollados, separados de la tina y seguramente se ahogarían, nadé y llegué antes, y pude aconsejarles lo que debían hacer, lo mismo que hicimos antes, dejar que escalada de mar pase por encima nuestro y así fue que al tercer golpe de mar nos encontramos varados en la playa.

Otros que no tuvieron estas precauciones eran arrollados por el remolino de la rompiente y a la vaciante les alejaba de la playa hasta que perdían las fuerzas y se ahogaban; con el agua al pecho estuve ayudando a salir a muchos a la playa hasta que falto de fuerzas tuve necesidad de reposar mientras otros acudían a salvar a los que pedían ayuda que no podían llegar rendidos de fatiga. La sed me devora y me obliga a levantarme para buscar agua y me interno en la manigua entre el follaje, encontré al Alférez de Navío de mi buque D. Emilio Pascual de Povil herido en varias partes del cuerpo sin que pudiera cojerle por ninguna parte, se oyen voces y temiendo sean los insurrectos me entregó un anillo para que se lo guarde diciéndome que era un recuerdo de su madre; ato el anillo en el faldón de mi camiseta interior, única prenda de vestir que llevaba puesta, y efectivamente llegaron a nosotros los insurrectos, con ellos teme D. Emilio que si los insurrectos reconocen que es un oficial lo matan.

Restos del Oquendo varado.

Venían otros cabos de mar del “Oquendo” José Ferrándiz, Francisco Cumbre y otro, entre los cuatro hicimos unas parihuelas con el ramaje y con ellas llevamos a D. Emilio hasta el campamento de los insurrectos, allí le devolví el anillo; no

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quiero relatar el calvario que recorrimos desde la playa hasta arriba del monte donde estaba el campamento insurrecto, tuvimos también que incurrir en súplicas con los insurrectos para poder llevar a D. Emilio Pascual de Povil, pues no querían que le lleváramos porque estaba gravemente herido, pero pudimos convencerles y cargamos con él, de haberlo dejado lo hubieran rematado. Por la tarde de aquel inolvidable día, los insurrectos nos conducieron a la playa y embarcamos en botes americanos. No recuerdo el nombre del vapor que me tocó ir, y debía de haberme olvidado, por la tragedia que se desarrolló y que costó la vida a muchos que se salvaron del combate, el día que embarcamos o sea el día 3 de julio salió el transporte San Luis con los náufragos que tuvimos la suerte de embarcar en él; nosotros estuvimos una semana dando vueltas por Santiago presenciando los últimos momentos de la Escuadra; durante esta semana todos los días al amanecer el barco se alejaba de la costa unas 20 millas y arrojaban al mar con los honores debidos, a los que fallecían durante el día y la noche y que cada día aumentaban las defunciones….”

Una vista del momento del salvamento de la dotación del Oquendo.

De los 497 miembros de la dotación del buque, 127 murieron a resultas de estas jornadas. Existen todavía dudas de la forma en que murió el Comandante de este buque, C.N. Lazaga. Mientras que fuentes oficiales hablan de una muerte por un problema de corazón, el citado Comandante padecía una dolencia cardiaca, otras fuentes hablan de un suicidio por un disparo en la cabeza. He intentado recoger testimonios de personas que vivieron la escena en primera mano, que nos permitirán mitigar esas dudas. Así, el Capellán de la U.S. Navy Willian G. Cassard, escribió en

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la revista The Century Magazine, The Story of the Captains, de los momentos inmediatamente posteriores al combate. De él extraemos:

“…Sólo vimos tres muertos en la playa, que se habían ahogado intentando ganar la costa. El “Teresa” y el “Oquendo” estaban sólo a unos cientos de pies de la costa, pero sus tripulaciones agotadas por el horrible cataclismo por el que habían pasado, no estaban en condiciones de pelear con el oleaje, y es sorprendente que se ahogaran sólo estos pocos. Uno de los cuerpos encontrados fue el del Capitán Lazaga del “Oquendo”, que en varios periódicos se dijo que se había suicidado. Examinamos su cuerpo con cuidado y no encontramos signo de violencia, y fuimos expresamente informados de que se había ahogado. Aquellos que habían muerto en acción fueron incinerados donde cayeron, y sin duda muchos de los heridos que estaban en partes inaccesibles de las naves compartieron un destino similar. Aquellos de nosotros que vimos la rápida y terrible destrucción de los barcos no nos sorprendimos, cuando al visitar posteriormente los restos, encontramos cuerpos carbonizados en todos los puentes.”

El autor en la playa de Juan Gonzalez delante de los restos del Oquendo.

EL VIZCAYA

Del libro de Tomás Benítez Francés titulado El Manuscrito de un combate, el 3 de julio desde el Vizcaya, extraemos los siguientes capítulos, testimonios de primera mano de lo sucedido, ya que el autor era Artillero de Mar de 1ª a bordo del Vizcaya:

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“…Al intentar yo saltar del bote para salvar la costa arrojándome al mar, de la cual distábamos unos cincuenta metros, me sentí asido por unos brazos que me detuvieron por un momento en mi actitud. Era un compañero mío artillero de mar de segunda, llamado José Tigera, que llorando amargamente me decía que por lo que yo más quisiera en el mundo, no le abandonara. Me volví y vi que tenía todas sus ropas interiores empapadas en sangre. En aquel momento sus lágrimas se mezclaron con las mías, nos abrazamos y le juré no separar me de él. Entre todos comenzamos á llevar á tierra al resto de los heridos…”

Y continúa después:

“…Seguimos playa arriba, ausentándonos, teniendo que pasar vanas ensenadas que se internaban en la manigua. Mientras tanto, en nuestro buque, iban, los que quedaban, desembarcando en la misma forma que nosotros lo hiciéramos. Nuestro Comandante á instancias de los Oficiales, se embarcó, en vista de su estado, en el bote, con algunos de los heridos, quedándose á bordo ejerciendo sus funciones, el segundo comandante, que permanecía ileso. Conforme iban llegando á tierra se dirigían hacia el sitio en que se hallaba nuestro Jefe, en unión de algunos Oficiales, y gran parte de la dotación, desnudos en su mayoría, unos cuantos insurrectos intimándoles á que los siguiesen, no osando el acercarse á ellos porque decían que eran muchos. Hasta desnudos les temían. Los simples náufragos que á duras penas hablan salvado la vida, les infundían miedo. Mientras tanto, nuestro buque se iba reduciendo á pavesas, efecto de terribles explosiones. Como á los cinco minutos de nuestra estancia en la playa, se desplomó el palo mayor, que cayó tendido en la toldilla, tronzado por cerca de la fogonadura de la cubierta. Aun quedaba bastante gente en el interior del buque. Como á la media hora se desplomó el palo trinquete en análoga forma que lo hiciera el anterior. Del interior del buque salían variadas y espesas columnas de humo, ya blancas ya negras, según la calidad del explosivo. El aspecto que presentaba nuestro incendiado buque, nos aterrorizaba. Sólo se distinguía de él la humareda, lo demás quedaba oculto por ésta. La pintura toda del costado, caía efecto del recalentamiento de las planchas. Algunos individuos me contaron, que intentando asirse á algún cáncamo ú otro objeto firme del costado para salvarse, tuvieron que soltarle á causa de estar ya caldeado éste. Entretanto, fueron llegando los insurrectos á la playa, cogiendo prisioneros á los que en ella encontraban. Seguimos nuestra penosa marcha por la playa, atravesando con frecuencia gran número de ensenadas, cubriéndonos en ellas de agua, y enterrando nuestros pies en el fangoso fondo, en el cual nos atollábamos, haciéndose así más difícil nuestra jornada. La intención nuestra era el volver para Santiago de Cuba, á cuyo punto tan sólo nos servía de guía el fuerte Socapa, bastante distante de nosotros.

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No precavíamos que habíamos invertido en las tragedias de aquella triste mañana tres horas y media con marcha forzada en nuestro buque, y que tardaríamos en llegar al puerto de salvación, que así lo juzgábamos nosotros, dos días, salvando las vueltas y revueltas que formaba la playa. Por mar, distábamos desde el lugar del naufragio, de siete á ocho leguas. Ya que anduvimos así por espacio de una hora, y no pudiendo proseguir la marcha debido á lo rendidos y abatidos que nos encontrábamos, nos internamos en la manigua, con objeto de reposar algún tanto, tomando aliento para proseguir de nuevo en nuestra ilusoria tentativa. Desde este punto, contemplábamos los movimientos de los buques enemigos y la rápida voladura de nuestro buque. Casi todos aquellos se habían lanzado en persecución del Colón, que prosiguió su marcha al retirarnos nosotros víctimas del incendio, quedándose tan sólo en aquellas aguas dos acorazados y cuatro correos, á los cuales se agregaron al poco rato, alguno que otro torpedero y varios yaths de recreo, pero perfectamente artillados á manera de cañoneros. Unos y otros empezaron á arriar sus embarcaciones, con las cuales fueron recogiendo los náufragos, ya en el agua, ya en tierra, conduciéndolos á bordo de los buques expresados como prisioneros de guerra, á pesar de cogernos desnudos é indefensos…”

Han sido muchas las anécdotas que he tenido a lo largo de mi investigación. Una de ellas fue especialmente entrañable. Por medio de un librero amigo, se puso en contacto conmigo el Tte de Infantería de Marina D. Enrique Pita Fernández. Había estado embarcado con mi padre allá por el año 1959. Quería conocer la forma en que había fallecido su abuelo. Él sabía que había sido de una manera heroica pero no tenía ninguna seguridad. Estos retos nos motivan a los historiadores y me puse a trabajar, localizando muchos datos y finalmente la forma en que falleció, Su abuelo, Artillero de 1ª D. Enrique Pita Fernández había nacido en Serantes en 1861. Estaba casado y tenía 4 hijos. Ingresó en la Armada en 1881. En 1892 pasó como fogonero de 2ª al Apostadero de La Habana, embarcando en el Navarra, Contramaestre, Magallanes y Jorge Juan. En 1894 ascendió a Fogonero de 1ª. Posteriormente se volvió a reenganchar, embarcando en el Vizcaya como Artillero de 1ª. De su muerte nada mejor que el testimonio de otro Artillero de 1ª, Tomás Benítez Francés, autor del libro "El manuscrito de un combate, el 3 de julio desde el Vizcaya": "... debo hacer mención de otro héroe y valiente, que adornó con su también asombrosa resignación las páginas de la historia de La Marina, de cuya brillantez se nos presentan hartos ejemplos. ¿Queréis saber su nombre?

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Fotografía del Artillero de 1ª D. Enrique Pita Fernández tomada en La Habana en 1898. Pues bien; os lo voy a decir para que lo retengáis en vuestra memoria. Era el artillero de mar de 1ª Enrique Pita Fernández, que por su naturaleza honró a la digna región gallega, de la cual salieron otros héroes que por su valor atestiguan la valentía y pundonor de que siempre estuvieron poseídos sus hijos. Mortalmente herido, como referí anteriormente, por la rotura de una pierna, yacía acostado en una camilla la que estaba empapando en sangre, y como aquella estaba próxima a una de las referidas escotillas, y le molestaba de gran manera el vapor que de ellas salía, ordenó nuestro tercer Comandante el cambiarle de sitio, corriéndole más a popa. El herido en cuestión, se hallaba como aletargado, sin proferir la menor queja, pero al sentir que andaban con la expresada camilla en que estaba acostado, para obedecer la orden de nuestro digno Jefe salió de su letargo diciendo: ¡¡ Tener un poco de cuidado, no me lastiméis!! El menor movimiento con él, no tenía más remedio que producirle los más agudos dolores, pues tenía la pierna totalmente destrozada. ¿Te resientes mucho? No señor, contestó aquél, no es gran cosa, pero al moverme me cuesta mucho. Y como si quisiera poner fin a aquella conversación, dio aquel héroe, aquel mártir del deber, las siguientes exclamaciones con una valentía inexplicables: ¡¡ Viva la Virgen del Carmen!! ¡¡ Viva la Marina Española!! ¡¡ Viva España!!... A ellas les contestamos todos los que nos hallábamos en aquel lugar en unión de nuestro Jefe.

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Aquellas exclamaciones arrancaron de nuestros corazones lágrimas de dolor; es decir, iban acompañados de unos sentimientos tales, que mi pobre imaginación no puede describir, los sentí, sí, pero ésta se me ofusca, y sólo mi corazón es el que sostiene con mis ojos una lucha feroz; mas, vence el primero y la sensibilidad deja en los segundos paso a un torrente de lágrimas en veneración a aquel mi heroico amigo y compañero, y mis labios se ven obligados a murmurar una oración por el eterno descanso de su alma. Ya sé que vosotros no os olvidaréis de él, tampoco yo. Hoy es lo único que desde esta extraña tierra y en nuestro triste expatriamiento podemos hacer por él. Desde el cielo, desde el altar de los mártires nos lo agradecerá...... "

Estos sentimientos no son fáciles de comprender en nuestra sociedad actual. Sirva este relato para recordar a los que, como él, dieron su vida por España en esta guerra, y que recibieron el reconocimiento de sus compañeros, y la pena de sus familias. A pesar de los años transcurridos, ellos siguen velando por su memoria. En el “Libro de Defunciones de la Escuadra del Atlántico” se establece entre otras cosas que fue recogido por los americanos y conducido al USS Iowa, “…que gravemente herido fue recogido en el mar y conducido al acorazado “Iowa” de los Estados Unidos después del combate librado…el cadáver fue arrojado al agua …” No pueden imaginarse la emoción del Tte Pita al escuchar cómo había fallecido su abuelo y la del historiador al contárselo. Me dijo unas palabras que hoy en día todavía me hacen pensar y reflexionar. “Ya puedo reunirme con él. El saber que había pasado era para mí un objetivo de vida” De los 499 + 1 miembros de la dotación del buque, 82 + 1 murieron a resultas de estas jornadas. El +1 es el práctico cubano que quiso correr la misma suerte que las dotaciones.

Fotografía estereoscópica con los restos del Vizcaya EL COLÓN

En cuanto al Colón, varó a las 1400 h. en los bajos de la playa de la Magdalena, en el río Tarquino, a unas 48 millas de la entrada de Santiago.

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Todos quedaron prisioneros de los norteamericanos en el USS Brooklyn, siendo 508 de ellos trasladados al USS Resolute, pasando el día 8, a bordo del USS Harvard, 204 de los sanos, y el resto a bordo del USS Sant Louis. Existen testimonios americanos que atestiguan que dos de los muertos desembarcaron del buque, y enterrados en un cementerio cercano al lugar donde embarrancaron. Sin embargo, El 3º Comandante del Colón en sus memorias, no cita este hecho. De los 551 miembros de la dotación del buque, 22 murieron a resultas de estas jornadas.

Restos del Colón.

El autor en julio de 2018 dando una conferencia en Santiago de Cuba sobre la actuación de los Trozos de desembarco de la Escuadra de Cervera.

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3. EN EL CAMPAMENTO DE SAN JUAN.

Como vimos anteriormente una parte de las dotaciones del Teresa, Oquendo, Furor y Plutón, consiguieron llegar a Santiago de Cuba. Pasaron al Campamento de San Juan al mando del T.N. de 1ª Durán, que había sido Comandante del vapor Méjico y posteriormente Segundo Comandante del crucero Reina Mercedes. Pero sigamos sus desdichas. Un núcleo de unos cien hombres del Oquendo y del Teresa, guiados por el práctico del Teresa, se internaron en la manigua y sin alimentos ni armas llegaron a Santiago. Alguno de ellos se perdió, y tardó tres días en llegar. El grupo del Plutón y Furor tuvo algo más de suerte debido a la cercanía de Santiago. Veamos lo que dice el TN de 1ª Müller, 2º Comandante de Marina de Santiago de Cuba, sobre la llegada de los náufragos:

“En el remolcador Colón llegaron algunos náufragos que embarcaron, de orden del Comandante de Marina, en el crucero Reina Mercedes, en calidad de depósito. En el remolcador Esmeralda salí con el Alférez de navío señor Nárdiz, 10 marineros armados y el práctico López, á la ensenada de Cabañitas á recoger náufragos. A pesar de un extenso reconocimiento en tierra no se encontró ninguno.”

El total de miembros de la Escuadra de Cervera que se encontraban en el campamento de San Juan fueron de 153, y se tuvo noticias de que algún náufrago no se presentó a las autoridades militares, como de hecho lo atestigua que hoy en día haya localizados descendientes directos de estos “no presentados” en Santiago de Cuba. Los heridos de la Escuadra fueron trasladados al hospital militar y al vapor Méjico, que se había habilitado de hospital e izado la bandera de la Cruz Roja. El día 8 los heridos del Méjico pasaron a casas particulares, debido a las instrucciones de la Comandancia de Marina de hundir los buques antes de caer en manos de los americanos. En cuanto a los individuos sanos, se trasladaron al cuartel de Bomberos. De esos individuos, 98 pasaron a cubrir la fábrica de fósforo el día 12, cerca del gasómetro, mandados por el Alférez de Navío Gómez. Estos individuos regresaron a España en la repatriación de las fuerzas de la Marina de Santiago, saliendo los primeros el 3 de agosto a bordo del vapor de la Trasatlántica Isla de Luzón. Como resumen de la jornada, en el Álbum Episódico de la Guerra Hispano-Yanqui, suplemento de la Vanguardia, encontramos el estremecedor relato del C.N. Evans, Comandante del USS Iowa, sobre el resultado del combate:

“Toda la costa se halla cubierta con restos de la escuadra española. Las escenas de desolación, de ruina y de muerte, dentro y fuera de los barcos españoles, son indescriptibles y superan a todo horror. Las aves de rapiña se ceban sobre los cadáveres y revolotean por bandadas en la playa, aguardando a que el mar vaya devolviendo los cuerpos que se tragó. Entre los restos que arrojan las olas hay muchos que revelan que los tiburones mutilaron y devoraron a muchos infelices. Centenares de cadáveres están acribillados a balazos de fusil; esa fue la obra de los insurrectos.

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Ciento y pico cadáveres arrojados por el mar a la playa fueron enterrados por orden de Sampson en una sola e inmensa sepultura en forma de pozo, abierta cerca de la playa, en terreno arenoso. No se procedió a identificación alguna de los muertos. Sobre la tumba se plantó una gran cruz de madera hecha con restos de los barcos españoles”.

Prisioneros españoles en el campamento de San Juan. Era un lugar insalubre donde pronto aparecieron todo tipo de enfermedades y fiebres que causaron muchas bajas, en particular durante la repatriación.

4. PRISIONEROS. La concentración de presos españoles quedó establecida en tres buques. Los cruceros Auxiliares USS Sant Louis, y USS Harvard, y el buque hospital USHS Solace. Examinaremos ahora las derrotas y hechos sucedidos en estos tres buques antes de rendir viaje.

USS SANT LOUIS2. El día 4 de julio embarcaron en este buque, procedentes del USS Iowa, la mayoría de la dotación del Vizcaya. Al día siguiente, el resto de las dotaciones españolas que permanecían a bordo del acorazado americano, acabó de embarcar en el crucero auxiliar.

2 Crucero auxiliar armado con 4 cañones de tiro rápido de 5 pulgadas, 8 de 6 libras y un cañón Gatling. Dato procedente del libro American Line. New York Southampton. 1898.

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El día 6 fondeó el buque en la Caimanera, y a media tarde levantó fondeo y se hizo a la mar, en demanda de los Estados Unidos.

Fotografía del USS Sant Louis.

Las condiciones de vida de los marineros presos no eran precisamente las más adecuadas, debido a lo improvisado de sus alojamientos y a pesar de los esfuerzos norteamericanos por mejoras las condiciones de vida, lo que no permitió la mejora de salud de los enfermos, que aumentaban diariamente. La mayor parte de los que enfermaban de fiebres, habían formado parte de las Compañías de desembarco de la Escuadra en Santiago de Cuba antes de salir a la mar el día 3. En el tiempo que duró el tránsito, la dotación de marinería pudo subir a cubierta dos veces, y tuvieron contacto con los oficiales en tres ocasiones. En la mañana del 10 de julio se divisó tierra americana. Al ser día festivo, se desembarcó al personal en la isla de Seavey, Portsmouth (NH) el día 11 por la mañana. Las dotaciones estaban acompañadas por el C.N. Díaz Moreu, que al dejarlos en tierra volvió a embarcar en el USS Sant Louis. El número de enfermos ascendía a unos 100, que fueron conducidos a la enfermería del campo de prisioneros. Durante la estancia del buque en Portsmouth N.H., el Almirante recibió la visita del Obispo de Portland y un sacerdote de Portsmouth. El 14, salió el buque a la mar rumbo a Annápolis, donde llegaron el día 16, desembarcando el resto de personal que quedaba a bordo.

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USS HARVARD 3 El buque americano4 se encontraba el día 3 de julio descargando mercancía y tropas en Altares. A las 16:40 h. ya estaba delante de los restos del Teresa y del Oquendo, transbordando náufragos a bordo. La operación la hizo por medio de nueve botes, y auxiliado por el USS Indiana pudo embarcar 35 oficiales y 637 clases y marinería, que arranchó a bordo de la forma que consideró más oportuna.

Anuncio de la American Line donde se muestra a un buque de su compañía el New York (USS Harvard) rescatando a las dotaciones españolas en la noche del 3 de julio.

Así, a los Oficiales los instaló en los camarotes de 1ª y a los Clases (Suboficiales) y Marinería en toldilla vigilados por los Voluntarios de Massachussets5. En la mañana del día 4 todos los heridos fueron transbordados al USS Solace6. Poco se sabe sobre los sucesos ocurridos a partir de las 23:30 h. del día 4 de julio en este buque, pero que, desde luego, fueron el principal incidente ocurrido durante todo el cautiverio de las dotaciones españolas7.

3 Crucero auxiliar armado con 8 cañones de tiro rápido de 5 pulgadas, 8 de 6 libras y un cañón Gatling. Dato tomado del libro American Line. New York Southampton. 1898. 4 Informe dado por el Comandante del USS Harvard en la mar el 4 de julio de 1898. (1899). Message from the President of the to the two houses of Congress. Volume IV. Washington, Government Printing Office. 5 Tropas no profesionales, ni vinculadas a la US Navy, con poca o ninguna experiencia en situaciones de guerra, y poco aptos para hacer de vigilantes de presos. 6 “Parte del T.N. de 1ª Aznar al Almirante Cervera sobre los sucesos a bordo del Harvard” . “Colección de documentos…” Obra citada. 7 La mayor parte de los sucesos desafortunados se debieron a actuaciones personales, en ningún caso respondieron a las órdenes dadas por las autoridades norteamericanas que siempre intentaron ser muy respetuosas con nuestras dotaciones.

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Lo ocurrido esta noche se ha podido reconstruir parcialmente gracias a la tradición oral heredada por la familia del Marinero de 1ª Isolino Martínez Lorenzo, de la dotación del Oquendo, al parecer uno de los individuos que inició la disputa.

Postal patriótica del USS Harvard circulada en 1899.

Debido a la falta de espacio que había en el buque, las dotaciones españolas permanecían agrupadas en la toldilla. Isolino se levantó para poder ofrecer tabaco a su padrino, el Escribiente de 1ª D. Domingo Fernández y Romero, miembro del Estado Mayor de la Escuadra. Al intentar acercarse a él, el personal que se encontraba en sus alrededores se fue separando y levantando para dejarlo pasar, ya que se encontraban hacinados. Esta situación provocó que la dotación de guardia del buque americano, Voluntarios de Massachussets sin experiencia, se pusiera nerviosa y abriera fuego contra Isolino, lo que originó la ira del resto de españoles y la correspondiente revuelta. Este desgraciado incidente fue probablemente debido a las dificultades del idioma y a la inexperiencia del personal a cargo de los marinos españoles, ya que eran soldados voluntarios. Posteriormente fueron sustituidos por Infantes de Marina. Al menos 8 miembros de la Escuadra resultaron muertos y 14 heridos, saltando marineros por la borda, que fueron recuperados por los propios botes del buque americano. Algunos de los presentes afirmaron al llegar a España que uno de los oficiales norteamericanos, disparó a quemarropa contra un fogonero que estaba intentando ganar el buque. Los cuerpos de los muertos fueron sepultados en la mar al día siguiente con honores militares. El día 5 por la mañana se trasladaron los heridos de la noche anterior al buque hospital. El día 7, las clases fueron separadas de la marinería, siendo instalados en camarotes de 3ª. Entre el día 4 y el 8, el buque navegó entre Punta Cabrera y Altares. El día 8 fondearon en Playa del Este, donde desembarcaron los Voluntarios de , que fueron reemplazados por 40 Infantes de Marina, y embarcaron 204

27 miembros de la dotación del Colón.

El USS Harvard (ya como vapor Paris), fondeado en Santiago el 22 de marzo de 1899.

El día 10 a las 16:00 h., el buque puso rumbo a Portsmouth (N.H.), donde fondearon a las 07:30 h. del día 15. El 16 desembarcaron al mando del T.N. Calandria todas las clases y marinería excepto 55 enfermos que quedaron a bordo hasta el día 18 que desembarcaron. Todos pasaron al campo de prisioneros de la Isla de Seavey. A las 05:30 h. del día 18, salieron a la mar en demanda de Annapolis, donde llegaron a las 17:00 h. del día 20, momento en que desembarcó el resto de personal que permanecía a bordo. Las condiciones de vida de los prisioneros no fueron las mejores, lo que hizo que parte de los 55 heridos y enfermos empeoraran durante el viaje. Además de los 8 muertos y 14 heridos del incidente, perecieron a bordo del USS Harvard 12 españoles más8.

USS SOLACE. Tras recoger a 49 heridos españoles, se dirigió a Siboney donde el día 12 recogió a 44 heridos del ejército americano9. Ya llevaba además a bordo a 55 marinos norteamericanos enfermos y heridos. Ese mismo día, puso rumbo a Hampton Roads, y el día 16 desembarco a los 44 heridos del US Army en Fortress Monroe, y los 48 marinos españoles y 55 norteamericanos para el Hospital Naval de Norfolk-Portsmouth ().

8 “Relación de los fallecidos…”. Legajo nº 4838 del Archivo-Museo Don Álvaro de Bazán. José Carlos Fernández me ha proporcionado el dato de que murieron 14 9 Informe dado por el Surgeon-General U.S. Navy de octubre de 1898. Message from the President of the United States to the two houses of Congress. Volume II. (1899) Washington, Government Printing Office.

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Fotografía del USS Solace.

5. EN LOS ESTADOS UNIDOS.

Como ya hemos ido viendo, las dotaciones de la Escuadra de Cervera fueron desembarcadas en tres lugares. Por un lado, los más enfermos ingresaron en el Hospital Naval de Norfolk (VA). Los clases y marinería sanos y los enfermos menos graves acompañados de algunos oficiales pasaron al Camp Long, en la Isla de Seavey en Portsmouth NH. El resto de los oficiales y algunos reposteros (marineros que efectuaban todas las labores diarias en loa alojamientos de los Oficiales) que los acompañaban pasaron a Annapolis (MA).

CAMPO DE PRISIONEROS DE PORTSMOUTH (NH) (CAMP LONG – SEAVEY ISLAND- KITTERY - ). Pero, ¿qué sucedió con que quedaron internados en el campo? El día 11de julio desembarcaron los primeros del USS Sant Louis, 10 oficiales y 682 clases y marinería, que se vieron completados el día 16 con 2 oficiales y 961 hombres procedentes del USS Harvard10, haciendo un total de 12 oficiales y 1643 hombres11.

10 Informe dado por el Comandante del campo de prisioneros Camp Long dado el 26 de agosto de 1898 en Portsmouth. (1899). Message from the President of the United States to the two houses of Congress. Volume II. Washington, Government Printing Office. 11 Según el Naval Prisoners of War. Pag. 701 del libro “Message from the President of the United States to the two houses of Congress. Volume IV. Washington, Government Printing Office, 1899, el número total serían 20 Oficiales y 1661 clases y Marinería, lo que no concuerda con el informe anterior.

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Momento del desembarco del USS Sant Louis.

El C.N. Díaz Moreu pasando lista al personal prisionero en el USS Sant Louis, una vez desembarcado en la Isla de Seavey.

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De los Oficiales, al final, quedaron 4 oficiales de guerra, 1 guardiamarina que dominaba el inglés, dos médicos y dos capellanes, en total 9; aunque en otra relación Cervera habla de 6 oficiales, 1 Guardiamarina, 3 médicos y 2 capellanes.

Fotografía estereoscópica del apresamiento del Argonauta, los primeros días de la guerra, donde fueron apresados los miembros del Ejército de Tierra.

El día 24 de agosto embarcaron 8 oficiales y 8 soldados del Ejército de Tierra procedentes de Fort McPherson. Habían sido hechos prisioneros por los norteamericanos al apresar el USS Nashville al mercante español Argonauta durante el bloqueo de la Isla de Cuba, el día 21 de abril al comienzo de las operaciones. Debido principalmente a las fiebres, murieron en este campo 30 españoles más12. Sus cuerpos fueron enterrados dentro del mismo campo, en una zona especialmente habilitada para ello, con los auxilios espirituales de los capellanes de los buques13. La vida para los prisioneros españoles no fue en absoluto fácil. Tras la llegada, fueron desembarcados en el vapor Durhan en un pantalán en la propia isla, siendo la operación de desembarco de los heridos verdaderamente dura.

12 Relación de los fallecidos...... Legajo nº 4838 del Archivo-Museo Don Álvaro de Bazán. 13 Su relación se encuentra en el Libro de defunciones de la Escuadra del Atlántico, que se encuentra en el Subsistema archivístico de la Armada.

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Isla de Seavey en la que se encuentra la distribución del Camp Long. (Fuente Internet).

En cuanto al campo de prisioneros, llamado Camp Long en honor al Secretario de la Marina, estaba dividido en 10 barracones, uno de oficiales y uno de suboficiales. Estaban numerados con las letras A, B,... y sus condiciones eran bastante deficientes debido a la premura de tiempo. Existía además una enfermería donde fueron creciendo los enfermos, atendidos por los médicos españoles. Personal de marinería asistió a los doctores españoles para cuidar a los enfermos y heridos. Alguno de los enfermos más graves pasó a dos barracones en el hospital de la base. El campo estaba protegido por 130 Infantes de Marina, y 6 cañones Gatling. También contaba con un comedor.

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Fotografía de los Infantes de Marina americanos que cuidaron el campo de prisioneros de Seavey, momentos después del desfile que efectuaron al salir los marinos españoles.

Fotografía de los presos en Portsmouth N.H. a la puerta de uno de los barracones.)

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La disciplina se mantuvo en todo momento, lo cual no fue fácil debido al trato recibido en contadas ocasiones. Una de ellas se produjo cuando al llegar se les entregó un reducido equipo, que en alguna ocasión, era lanzado a la cara de los marineros, y los objetos duros, cepillos,.... arrojados contra las dotaciones como si de tiro al blanco se tratara.14

Un momento de la vida del campo

El día 13 de agosto, el Almirante Cervera llegó por ferrocarril a Portsmouth, donde era esperado por un oficial americano. Pudo comprobar que las condiciones de vida de sus hombres poco se parecían a las de Norfolk y Annapolis e hizo ver al Almirante Carpenter, Almirante del Arsenal de esa ciudad, que era necesario mejorar la vida de los presos, lo que se verificó de manera inmediata. El Almirante pudo comprobar las mejoras del campo, incluso antes de volver a Annapolis el día 16.

14 Concas y Palau, Víctor M. de. (Sin fecha). La Escuadra del Almirante Cervera. Madrid: Librería de San Martín. Como ya comenté, estos episodios tan negativos fueron la excepción y la Administración norteamericana trató de forma exquisita a los miembros de la Escuadra.

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Momento de la vida diaria del campo. Fotografías tomada desde la mar, la estancia de los españoles en el campo fue un “atractivo turístico”.

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Fotografías de los enfermeros españoles y americanos en el campo en Portsmouth.

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En las memorias escritas por el Guardiamarina Fossi15, embarcado en el Teresa, encontramos un dato inédito sobre la posible sepultura en la mar de dos nuevos individuos, una vez llegado el USS. Harvard a Portsmouth el día 16 de julio. De esas memorias entresacamos el párrafo: “El día siguiente de llegar a Portsmouth tuvimos otros dos muertos de fiebre y tuvieron la poca caridad de en lugar de enterrarlos, mandarlos en un remolcador fuera del puerto y tirarlos al agua.”16

Al pie de esta fotografía se señala que en el remolque están los cuerpos de 2 marinos españoles que fueron sepultados en la mar a 10 millas de la costa en Portsmouth N.H., como establece el Guardiamarina Fossi.

15 Manuscrito del Guardiamarina Fossi embarcado en el Infanta María Teresa el 3 de julio de 1898. Museo Naval, Madrid. Asiento Ms 1818. 16 Ver foto anterior. Gracias a las memorias de algunos de los supervivientes y a la fotografía se han podido documentar sucesos que no se encuentran en ningún relato oficial, y que de otra forma hubieran quedados en el olvido. En este caso, la sepultura de dos miembros de la Escuadra. Sepultarlos en la mar era debido al miedo a las fiebres y a su contagio.

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Fotografía de la colección del autor que muestra la enfermería del Camp Long.

Sepulturas de los prisioneros españoles en Camp Long.

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Homenaje hecho por lo Guardiamarinas del Buque Escuela Juan Sebastián Elcano en 2013 en la Isla de Seavey a los que dejaron la vida en este lugar y a los sepultados en la mar en las proximidades de la isla de Seavey.

A lo largo de los años he ido recogiendo muchas anécdotas que he descubierto, algunas de manera fortuita. Una de ellas es la presencia de un niño en una fotografía del Campo de prisioneros que levantó mi curiosidad. Comencé la investigación sobre su identidad. La primera pista la encontré en una página WEB norteamericana donde habla de la presencia en el campo de un niño español, que sería el preso más joven17, de unos 12 años. Revisando la Lista Oficial de repatriados en el City of Rome, encontré una nota al pie del Marinero músico Ramón Soto Casanova, canario de nacimiento, que fue admitido voluntariamente como tambor en Curaçao el 16 de mayo de 1898. Tenía la edad de 13 años. Al parecer, se había quedado huérfano en esta ciudad y fue recogido en el Teresa por el Almirante. Llegó con la Escuadra a Santiago, estuvo embarcado durante el bloqueo y bombardeo de la ciudad, salió a bordo del Teresa a la mar el día del combate, fue prisionero de los norteamericanos, y siguió la misma suerte que las dotaciones, quedando preso en la isla de Seavey, de donde son las fotos que muestran su presencia. Pasó a España en el City of Rome, y solicitó pasaporte para Canarias. No he podido saber cuál fue su suerte posterior, pero conociendo al Almirante Cervera, tengo la seguridad que lo dejó a buen recaudo una vez en España. Hay noticias en internet de su posible fallecimiento en Australia.

17 The Spanish Prisoners of war. Held at the Portsmouth, NH, Navy Yard. The Spanish American War Centenial website.

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Otra imagen de nuestro protagonista en el campo de prisioneros norteamericano.

Hace no muchas fechas recibí la llamada de una amable señora que vive Canarias, nieta de uno de los héroes de la Escuadra. Me comentó que leyendo el artículo dedicado a los presos de Seavey de la Revista General de Marina se dio cuenta que su abuelo estaba en la misma foto que el niño, a su lado a la izquierda y quería profundizar en la historia de su abuelo. Un nuevo reto para un historiador. Su abuelo el Cabo 1º Manuel Sánchez Fernández que había nació en Ferrol el 31 de julio de 1868 y había ingresado en la Armada en 1884. Embarcó en el Vizcaya el 3 de marzo de 1896. El día 2 de junio de 1898, durante un bombardeo de la Escuadra norteamericana a Santiago, cayó sobre el Vizcaya una granada. Manuel se arrojó sobre ella y la lanzó al mar. Por esta acción S.M. el Rey por R.O. de 27 de julio de 1901 le concede la Cruz de 2ª clase de la Real y Militar Orden de San Fernando. Otra muestra del heroísmo de estas personas que sabían que su suerte estaba echada, pero no dudaron ni un momento en arriesgar la vida por los demás. Una lección de valores para las generaciones futuras de la que sus descendientes y todos los que formamos la Armada y las Fuerzas Armadas nos sentimos muy orgullosos y herederos.

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EN EL HOSPITAL NAVAL DE NORFOLK En este hospital ingresaron procedentes del USHS Solace, 44 marinos españoles18. Destacar el excelente trato que recibieron en todo momento de los médicos y personal sanitario, que sin duda alivió el malestar y la salud de todos ellos. También recibieron la ayuda de Mr. Arthur C. Humphreys, antiguo Vicecónsul de España, tanto durante la estancia en el hospital, como en el traslado a Nueva York. Los heridos fueron instalados en el ala norte del hospital, con vistas al río.

Fotografía que muestra el desembarco de un cadáver de un marinero español en Norfolk. Por las fechas debe ser el Marinero de 1ª José García López del Colón muerto el 16 de julio. En la foto hay unos 30 marineros españoles heridos, algunos vestidos con uniformes de la US Navy por haberlo perdido todo, hasta la ropa que llevaban, en el naufragio.

18 No se ha podido establecer los nombres al no existir en el Hospital Naval de Norfolk la relación de todos ellos.

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Nótese la expectación que había levantado la llegada de marinos españoles en los ciudadanos de Norfolk. Esta instantánea es sólo uno segundos posterior a la anterior.

Momento del desembarco de los heridos más graves. En la foto el Cabo de mar Damián Niebla.

Tres fotografías del momento en que lo marineros españoles desembarcan en el Hospital Naval de Norfolk.

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El día 5 de agosto los enfermos fueron visitados por el Almirante Cervera, acompañado de los médicos de la Escuadra. El Almirante regresó a Annapolis ese mismo día. Loa norteamericanos establecen al menos una visita más del Almirante que no he podido constatar.

Fotografía del Almirante Cervera con el director del Hospital Naval de Norfolk y su familia. Así como médicos de la Escuadra y el hijo del Almirante, Ángel Cervera, en su visita del 5 de agosto.

De los heridos que iban en el USHS Solace murieron 819. Al menos 3 de ellos continúan hoy en día en el cementerio antiguo del Hospital Naval de Norfolk20. Los otros cinco murieron a bordo del USHS Solace y fueron sepultados en la mar con todos los honores. De los tres que murieron en Norfolk, sus sepulturas están identificadas como las del Marinero de 1ª José Charlín Bouza, muerto el 23 de julio, y del Soldado de Infª de Marina Jaime Doltre Folgueres, muerto el 8 de agosto, de la dotación del Oquendo y Marinero de 1ª José García López, del Colón muerto el día 16 de julio. Este último marinero llegó cadáver a Portsmouth21.

19 Relación de los fallecidos…. Legajo nº 4838 del Archivo-Museo Don Alvaro de Bazán 20 Artículo Portsmouth Cementery Spans History. Navy &Marine Corps Medical News 26 de junio de 1997. 21 Existe un testimonio de un periódico de Norfolk, fechado el 25 de julio donde comenta que el día anterior había fallecido el prisionero español Francisco Barco de las heridas recibidas en el USS Harvard, cuando estaba siendo operado. No he podido comprobar este dato.

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Sepulturas de los tres marineros españoles en el Hospital Naval de Norfolk.

Publicidad del buque que trasladó a los heridos españoles a Nueva York. El día 7 de septiembre los marinos españoles convalecientes embarcaron en el vapor de ruedas Old Dominion de la compañía Old Dominion Steamship Line, para trasladarlos a New York al objeto de embarcar en el City of Rome.

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En abril de 2012, mandando la Fragata Blas de Lezo, tuve la suerte de estar durante una semana atracado en la Base Naval de Norfolk, cuando estuvimos integrados en el grupo de combate del USS Ike Eisenhower. No podía dejar pasar la oportunidad de rendirle un pequeño homenaje a los miembros de la Armada que llevaba 114 años en el cementerio del Hospital Naval, bajo los atentos cuidados de la US Navy.

Fotografía de la Fragata Blas de Lezo y del USS Ike Eisenhower durante el despliegue. (Gentileza US Navy)

El Agregado Naval en los Estados Unidos, CN Javier Nieto Manso, nieto de un miembro de la Escuadra, nos ayudó a organizar un homenaje en el cementerio junto con miembros de las Fuerzas Armadas Españolas, la US Navy y la dotación de mi buque, el 18 de abril. De los miembros de la dotación de mi buque, al menos cuatro éramos descendientes directos de miembros de la Escuadra de Cervera. El AN Damián Niebla era biznieto del Cabo de mar del mismo que perdió un brazo en el combate, curado en ese hospital, y que casualmente está retratado en una de las fotos que hay en este trabajo.

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Momento de poner las coronas en las tumbas de los miembros de la Armada en el cementerio del Hospital Naval de Norfolk. A la izquierdas el AN Damián Niebla, biznieto del cabo de mar Damián Niebla. Tres miembros de la dotación de la fragata, el propio AN Damián Niebla, un suboficial, el Subtte MQ D. Jorge Montero y la Cabo MN Patricia Cartelle fueron los encargados de poner las coronas en las tumbas. Un día de profunda emoción para todos los que participamos en el homenaje.

Otra vista estereoscópica del CN Díaz Moreu pasando lista en la Isla de Seavey a la llegada de las dotaciones.

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Las tumbas de los tres españoles tras el homenaje. (Fotografías del homenaje gentileza del Tte San. José María Pérez Pastor de la dotación de la Fr. Blas de Lezo).

Original del Oficio existente en el Viso Marqués que muestra los nombres de los fallecidos en el USHS Solace .

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EN ANNAPOLIS. Volviendo a los avatares de las dotaciones de la Escuadra, recordar que parte de los marinos españoles, casi todos los oficiales y algunos marineros y personal civil embarcado, pasaron presos a Annapolis. Al igual que en la Isla de Seavey las dotaciones llegaron en dos buques. Así, el día 16 de julio desembarcaron en Annapolis los oficiales procedentes del USS Sant Louis en la Escuela Naval. Existe una película grabada ese mismo día titulada Admiral Cervera and Officers of the Spanish Fleet leaving the “St. Louis, en ella se ve al Almirante y a los oficiales desembarcando del St Louis, viéndose también algunos heridos. Es la primera película en que se ven marinos españoles.

Los presos en Annapolis. Con la lista de los prisioneros.

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Cromo cubano de la colección del autor que muestra a la plana mayor de la Escuadra os presos españoles en Annapolis.

El día 20 llegó el USS Harvard, completando hasta un total de 43 oficiales y 2 Generales22. El hecho, es que en la fotografía de la página anterior están identificados más de 50. Según una noticia publicada en el New York Times del día 7 de agosto, donde establece de forma nominal todos los españoles presos en Annapolis, el número total ascendía a 78 oficiales y 14 marineros y asistentes civiles que les hacían de reposteros23. Como vemos según las fuentes hay un baile importante de cifras. Gracias a un descendiente de un oficial superviviente24 pude localizar el listado oficial norteamericano impreso, fechado el 21 de julio de 1898, donde se establece que estuvieron 2 oficiales Generales, 78 oficiales, y 14 marineros y asistentes civiles internados en la Escuela Naval. Debido al empleo del Almirante Cervera, los norteamericanos nombraron Superintendente de la Academia al Contralmirante McNair, para que no hubiera problemas de antigüedad. El trato recibido por los presos en Annapolis fue en todo momento muy bueno, alojando a los oficiales en las casas de los miembros de la dotación de la Escuela y en lugares reservados a los Guardias Marinas, que se encontraban embarcados en los buques de la Escuadra Americana; también permitiendo que 14 miembros de la Escuadra ejercieran de reposteros. El Almirante y los oficiales podían ir a la ciudad durante el día, lugar en donde recibieron grandes muestras de cariño. Cervera efectuó tres salidas durante el cautiverio

22 Según el artículo Naval Prisoners of War. (1899). Pag. 701 del libro Message from the President of the United States to the two houses of Congress. Volume IV. Washington, Government Printing Office, el número total serían 78 Oficiales, lo que no concuerda con los informes españoles, ni con los que embarcaron en el City of Rome. 23 Noticia publicada en el New York Times del día 7 de agosto con el título de “Spanish prisoners of war”. 24 CF José María Pazos Liaño

49 fuera de la ciudad. El día 4 de agosto a Norfolk, el 12 a Portsmouth y antes de salir el City of Rome, pasó por esta última ciudad. Una vez en Annapolis, el día 17, Cervera comunica al Ministro de Marina, Almirante Auñón, la situación del personal de la Escuadra: “Acabamos de llegar, segundo Jefe, 43 entre Jefes, Oficiales y Guardiamarinas. En Portsmouth quedaron las clases y gente con cuatro Oficiales de guerra, dos Médicos dos Capellanes y un Guardiamarina. En el hospital de Norfolk hay 48 heridos.25”

Fotografía de los presos españoles en Annapolis con religiosos norteamericanos.

A lo que el Ministro responde al día siguiente: “El ministro de Marina saluda respetuosamente á prisioneros españoles. De Habana enviáronle fondos26.” De la vida cotidiana de los prisioneros hay varias anécdotas interesantes. Quizá la más llamativa está relacionada con un loro que los marineros del USS Oregon se encontraron a bordo del Colón, mal herido y tuerto tras el combate. Por azares del destino llegó a Annapolis Don Cristóbal, nombre que tenía el loro. Un Guardiamarina del buque norteamericano se lo había mandado a una amiga residente en la Escuela Naval. Un día el loro reconoció a uno de los reposteros que tenían los oficiales españoles de la dotación del Colón, que era el encargado en el buque de cuidarlo, y lo llamó hasta que le hizo caso y le pidió: ¡Dame un besito!, en perfecto español. Al parecer, el loro nunca llegó a curarse del todo de las heridas, y posteriormente murió. Se había solicitado su repatriación, que no fue concedida. Incluso D Luis Gómez y Amador dice en su libro dedicado a la Escuadra de Cervera que en su entierro se le rindieron honores militares.

25 Telegrama de Cervera a Auñón desde Annápolis de 17 de julio. Oficial.- (1899). Correspondencia oficial referente a las operaciones navales durante la guerra con los Estados Unidos. Madrid: Imprenta del Ministerio de Marina. Pag 187-188. 26 Telegrama de Auñón a Cervera de 18 de julio. Oficial.- Ibidem. Pag 194.

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Momento de izar la bandera de los Estados Unidos a bordo del acorazado Alfonso XIII durante su visita a los puertos de los Estados Unidos.

En la Escuela Naval se encontré un archivo casi inédito, donde se recoge toda la documentación que generaron los españoles durante su estancia. Toda está traducida al inglés para que pudiera ser censurada. En 2005 contacté con la bibliotecaria de la Escuela Naval que me transcribió alguno de los documentos más importantes, al no atreverse a escanearlos por el estado del archivo. Además, quedan innumerables vestigios de la presencia de los españoles y de los sucesos de 1898 en la Escuela Naval. Bandera nacionales capturadas, piezas de artillería de los buques, cuadernos de bitácora, recuerdos del Reina Mercedes; algunas de ellas no exentas de polémica, como la gran bandera del Colón, que no es la de combate como se afirma, ya que nunca se llegó a entregar en Mahón, donde estaba proyectado. En el Museo Naval de Madrid existe un abanico firmado y fechado por los oficiales presos de Annapolis, donde aparecen además los buques donde se encontraban embarcados el día 3 de julio de 1898.

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Fotografía tomada por un Alférez de Fragata del acorazado Alfonso XIII que muestra una pieza del Vizcaya en Annapolis.

Pasados los años, los primeros marinos españoles que volvieron a la Escuela Naval en visita oficial de cortesía tras la guerra fueron los miembros de la dotación del acorazado Alfonso XIII, que en 1920 visitó tierras norteamericanas, entrando en Norfolk y organizando una visita a Annapolis.

Fotografía estereoscópica que muestra a una visita efectuada al Almirante Cervera en la Escuela Naval de Annapolis (Cervera and Friends).

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6. EN SAN JUAN DE PUERTO RICO. Hace más de una década tuve la suerte de adquirir la obra fundamental sobre la guerra de 1898 del Oficial del Ejército de Tierra Español Angel Rivero Méndez titulado Crónica de la guerra Hispano americana en Puerto Rico27. En ella aparece una fotografía que muestra los nichos de dos marinos españoles enterrados en el cementero de Magdalena de Pazzi en San Juan de Puerto Rico. En la inscripción de la lápida se puede ver que pertenecían a la dotación del contratorpedero Terror, de la Escuadra de Cervera, lo que provocó, como no, que me pusiera a investigar qué era lo que había sucedido. Me surgieron muchas preguntas ¿Qué hacía el buque en San Juan de Puerto Rico’, ¿Por qué murieron y en qué acción? ¿Seguían allí sus tumbas?

Postal que muestra al Terror y al Audaz fondeados.

. El Terror había salido de Cádiz junto al Furor y Plutón en la Escuadrilla de Villaamil rumbo a San Vicente de Cabo Verde. Tras salir de este puerto dentro de la Escuadra de Cervera, el día 11 de mayo se le averían sus calderas, contando su propio Comandante al Almirante Cervera en un escrito: "Navegaba con tres calderas y unas 18 millas, cuando siendo la una y media, reventaron tubos de la caldera de proa que se incomunicaron y apagaron. Encendí la cuarta que se comunicó media hora después, y cuando estuvieron frías las averiadas, se reconocieron, empezando la composición de la número dos, que había sufrido menos. Al amanecer de taponar los tubos rotos,

27 Rivero Méndez, A. (1922). Crónica de la guerra Hispano americana en Puerto Rico. Madrid: Imprenta Rivadeneira.

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encendiéndose y comunicándose a la ocho y media de la mañana. A las diez y media de la misma se quedaron las tres sin agua ni vapor, apagándolas con baldes y llamando al Furor para que nos remolcara. Reconocidas, empezamos a componer la número dos, en la que, ya lista, levantamos vapor a las siete de la mañana dirigiéndonos hacia la Escuadra, que se avistaba en aquel momento....28"

Postal de la colección del autor que muestra al Terror fondeado.

El Terror quedaría en la Martinica con el vapor Alicante, que se encontraba en ese puerto. El día 15 de mayo comunica Cervera al Ministro de Marina: "....De esta avería no diré más, sino que ha ocurrido en un buque bien mandado, que tiene un Maquinista Mayor que goza de envidiable reputación, lo cual prueba la fragilidad de estos buques, que tienen un defecto peor todavía, que es la temperatura que se desarrolla en ellos, insoportable para todos y muy especialmente para los maquinistas y fogoneros que con frecuencia se asfixian...29." El día 20 telegrafía el Comandante del buque a Cervera desde Fort de France, para darle noticias de la reparación de la avería: “Concluida composición calderas30.”

28 Ibidem. P 131. 29 Ibidem. P 128. 30 Cervera y Topete, Pascual. (1899, 1ª edición). Colección de documentos referentes a la Escuadra de operaciones de las Antillas.

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Ese mismo día, telegrafía el Ministro a Cervera para dar noticias de las operaciones: “Anunciase invasión de la isla de Cuba para últimos días de la próxima semana (con 28.000 hombres). Apostados buques enemigos al Sur de Santiago de Cuba y San Thomas, y próximos Martinica para apresar Terror y Alicante. (El enemigo supone poder defensivo Puerto Rico muy débil)31”. El 21 de mayo el Terror fue mandado a Puerto Rico sin su artillería de 75 mm que había pasado al resto de los buques de la Escuadra, con órdenes de comunicar que enemigos acechaban la isla, entrando el 26 de mayo, tras salvar el bloqueo. El telegrama del Almirante al Ministro del día 21 de mayo, ya desde Santiago de Cuba aclara esta cuestión: “Ayer se ha recibido telegrama del Terror, participando estar compuestas sus calderas. Lo he mandado vaya Puerto Rico, si se presenta la oportunidad, notificándole los enemigos que están acechando actualmente32.” El 22, el Capitán de Alicante telegrafía a Cervera pidiendo Instrucciones, a lo que comunica Cervera que permanezca en Port de France: “Marqués Comillas díceme salga para ahí dejar carbón; el Comandante cazatorpedero da aviso de parte V. E. que buques enemigos apostados para perseguirme. Ruego á V. E. de darme instrucciones para hacer viaje”. A lo que el Almirante le responde el día 22: “No salga por ahora.33” Ese mismo día, el Comandante Principal de Puerto Rico, le informa al Comandante de Marina de Santiago del carbón que nunca llegó: “Vapor inglés Restamel tres mil toneladas Cardiff para Escuadra, salió ayer Curazao para ese puerto; anda siete millas34”. El día 23 telegrafía Cervera al CN Vallarino: “El vapor trasatlántico que no salga por ahora”35. El día 24 el Comandante del Terror, comunica desde Fort de France a Cervera que saldrá al día siguiente hacia Puerto Rico: “Mañana madrugada salgo36”. El día 26, comunica Blanco al Ministro de la Guerra desde La Habana el apresamiento del buque inglés que llevaba carbón, y la llegada del Terror a San Juan: “(Entre otras cosas).-Parece que ayer fue apresado, cerca de Santiago de Cuba, un vapor inglés que llevaba carbón nuestra Escuadra. El Terror burló buques americanos en Martinica; ya está en Puerto Rico.37”

Ferrol: Imprenta del Correo Gallego.

31 Correspondencia oficial referente a las operaciones navales durante la guerra con los Estados Unidos. Madrid: Imprenta del Ministerio de Marina. P 139. 32 Cervera y Topete, Pascual. (1899, 1ª edición). Colección de documentos ……... 33 Ibidem. 34 Ibidem. 35 Ibidem. 36 Ibidem. 37 Correspondencia oficial referente a las operaciones navales durante la guerra con los Estados Unidos. Madrid: Imprenta del Ministerio de Marina. P. 141.

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Momento en que el Terror intenta atacar al USS Sant Paul. (Colección del autor).

El 3 de junio Cervera informa por mensaje a Auñón, tener a bordo del Teresa los cañones de 75 mm. del Terror; en el mensaje se dice: "La Escuadra de bloqueo tiene 21 buques, de ellos 6 acorazados. La plaza carece de artillería por lo que he ofrecido dos cañones de 75 mm. procedentes del Terror, que están a bordo.38" El 22 de junio salió de la bahía de San Juan junto al Isabel II y General Concha, con el firme propósito de torpedear al USS Saint-Paul, al carecer de artillería de mediano calibre. El americano esperó el ataque y cuando se encontraba a 5400 yardas, dentro de la distancia eficaz de sus armas, comenzó el cañoneo. El americano hizo impacto en la cámara de máquinas que atravesó el buque, matando al Maquinista de 1ª D. José Aguilar, con la cabeza seccionada, y al Marinero Eusebio Orduña, teniendo como heridos graves al Maquinista D. José Rodríguez y al fogonero Rogelio Pita. El marinero Eusebio Orduña con la pierna destrozada y bañado en sangre mientras desembarcaba llevaba en sus manos un fusil dando gritos de ¡Viva España!, al poco tiempo falleció.

38 Ibidem. P. 144.

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Fotografía que muestra las lápidas de los dos héroes muertos en el combate del Terror. (De la obra de Rivero, Angel).

Estado actual de los nichos (Vía Julio P. de Puerto Rico).

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Al día siguiente tuvo el lugar el entierro, partiendo la comitiva del Arsenal, con el cadáver de Aguilar y desde el Hospital Militar los del cadáver de Orduña. Presidía el duelo el Capitán de Navío de 1ª Vallarino y una nutrida representación de jefes, oficiales y clases de todos los cuerpos y armas. Las cintas eran llevadas por tres maquinistas navales y tres mercantes, y a cada lado de los féretros 12 marineros del Terror. Fueron sepultados en nichos donados por el municipio. El buque con su dotación regresó a España junto al Isabel II en septiembre de 1898 como único superviviente de la Escuadra de Cervera.

Cromo del Terror, de finales del siglo XIX y principios del XX.

Nuestros marinos, fueron exhumados en el primer cuarto del siglo XX, sin poder precisar las fechas, e inhumados en un monumento funerario en donde se recogen los restos de los últimos soldados españoles que estaban enterrados en el cementerio de Santa María Magdalena de Pazzis en el Viejo San Juan.

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Tumba actual de los Marinos españoles en el viejo San Juan.

Momento del homenaje rendido por el B/E Juan Sebastián Elcano en el cementerio de Santa Magdalena de Pazzi el 8 de abril de 1898.

En el año 2012, y ante la posibilidad que la fragata Blas de Lezo entrara en San Juan

59 de Puerto Rico, preparé bajo la dirección del Agregado Naval en Estados Unidos, CN Javier Nieto Manso un homenaje a los marinos enterrados en el viejo San Juan. Al quedar anulada la escala, el Agregado se hizo cargo del asunto a la espera de la entrada de un buque de guerra español en la ciudad. El 8 de abril de 2013, el Comandante y dotación del B/E Juan Sebastián Elcano en un acto junto con el Agregado Naval, el Cónsul General de España y el historiador oficial de Puerto Rico, rindieron un sentido homenaje a los dos marinos españoles.

7. EL REGRESO A ESPAÑA DE LA DOTACIONES DE LA ESCUADRA DE CERVERA. Viendo el cariz que habían tomado los acontecimientos, el día 12 de agosto Cervera le comunica al Ministro, sus intenciones para cuando los liberaran: “Annapolis Md. 12 Agosto 189839. (1) Presumo que al firmarse (la) (2) preliminares paz tendremos inmediata libertad, si esto ocurre sin haber recibido instrucciones, pienso contratar pasaje girando importe contra V. E. ó Comisión de Londres40.” A lo que el Ministro responde el 17 de agosto: “Si prisioneros recobran libertad incondicional, puede contratar pasaje regreso, prefiriendo, en igualdad (de) condiciones, bandera nacional, y, siendo posible, un buque á Ferrol y otro á Cádiz y Cartagena, girando importe41.” El 20 de agosto el Almirante americano hizo una oferta procedente del Gobierno americano para liberar a las dotaciones bajo palabra de no hacer armas durante la guerra, oferta que fue rechazada por todos, debido a estar en contra del Código Penal de la Armada Española: “Muy señor mío: Tengo el honor de poner en conocimiento de V. E. que el Gobierno de los Estados Unidos pondrá en libertad al Almirante Cervera y Oficiales á sus órdenes, mediante la condición de que empeñen su palabra de honor en la forma usual, bastando la del Almirante en lo referente á las clases de tropa y marinería. No puede concedérseles la libertad en ninguna otra forma. Llamo la atención de V. E. acerca del hecho de haber sido puestos en libertad y de haber empeñado su palabra en la forma que se indica, próximamente 20.000 hombres, de los cuales algunos han regresado ya á España, siendo éste el procedimiento seguido por el General en Jefe de las tropas de los Estados Unidos que operaron en Santiago de Cuba.42” A lo que Cervera responde el día 20 que no es posible ya que el Código Penal de la Armada lo prohíbe: “Excmo. Sr.: El Código penal de la Marina Militar de España define como delito y pena, la aceptación de la libertad bajo palabra de no hacer armas durante la guerra; por tanto, nosotros no podemos hacerlo, y tengo el honor de ponerlo en conocimiento de V.E. De esto doy parte á mi Gobierno.43”

39 Notas del original “(1) Recibido en Madrid el 16.

(2) El original tenía la palabra preliminares y no (la)”.

40 Telegrama de Cervera a Auñón desde Annápolis de 17 de julio. Oficial.- (1899). Correspondencia oficial referente a las operaciones navales durante la guerra con los Estados Unidos. Madrid: Imprenta del Ministerio de Marina. Pag 187. 41 Ibidem. Pag 195 42 Ibidem. Pag 195. 43 Ibidem. Pag 196.

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Fotografía hecha por un Guardiamarina español, que muestra al USS Reina Mercedes en Annápolis. Ese día se izó la bandera española en el antiguo crucero español, reliquia de la guerra del 98, en honor a los marinos españoles.

Cervera se lo comunica al Ministro el mismo día 20: “Oficialmente me comunican que Gobierno americano nos dejará en libertad si damos palabra de no hacer armas durante la guerra, como lo han hecho los veinte mil hombres de Santiago. He contestado que no podemos porque nuestro Código penal considera como delito este hecho.-Suplico á V. E. me dé instrucciones.44” Esta situación no estuvo exenta de polémica. Ese mismo día el TN de 1ª Capriles telegrafía al Ministro desde Annapolis, para comunicarle que: “No aceptaré libertad bajo palabra ni aún autorizado por V. E.45” Y el 23 responde el Ministro a los dos telegramas en los siguientes términos, recriminando la conducta de Capriles: “Apruebo negativa de Oficiales prisioneros á recobrar libertad bajo palabra de no hacer armas, y advierta Teniente de Navío primera Capriles que, aunque otra sea su intención, resulta irrespetuoso su aviso al admitir la posibilidad de que el Gobierno autorice lo que el Código penal” Hubo miembros de la Escuadra que regresaron antes y creo conveniente aclara esta cuestión. El día 18 de agosto salieron para Madrid el C.N. Moreu, el Primer Médico D. Antonio Jurado, gravemente enfermo y el capellán D. José Riera, que lo auxiliaba.

44 Ibidem. Pag 196. 45 Ibidem. Pag 196.

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Anverso de la medalla que llevaba el médico de 1ª Jurado el día del combate En el reverso se encuentra la Virgen del Carmen. (Foto familia Jurado vía CF Juan Castañeda Muñoz).

Ese mismo día le comunica Cervera al Ministro desde Annapolis: “Díaz Moreu ha obtenido permiso Gobierno americano y sale para Madrid. También regresa Médico Jurado gravemente enfermo; acompáñale Capellán Riera46.” El día 28 telegrafía el Ministro a Cervera, para tener noticias del motivo del viaje de algunos miembros de la Escuadra: “Manifieste en qué concepto vienen Díaz Moreu, Jurado (y) Riera47.” A lo Cervera responde al día siguiente: “Jurado marchó enfermo; Riera para cuidarle. Detalles oficio 12 corriente48 (1). En libertad Moreu, no intervine.49” Para entender el motivo de la libertad del CN de 1ª Díaz Moreu, acudiremos a la carta que le escribió al CA McNair el 12 de agosto, solicitando su libertad donde dice: “Excelentísimo Sr. Almirante Superintendente de la Academia Naval. Mi respetado Almirante: Las noticias recibidas hoy aseguran que se ha firmado los preliminares de paz para cuya aprobación definitiva será necesario el

46 Ibidem. P. 195. 47 Ibidem. P. 196. 48 La última frase no está en el Impreso. 49 Ibidem. P. 197.

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concurso del Parlamento Español al que yo pertenezco como Diputado a Cortes por el distrito de Motril (Granada). Siendo para mí de importancia capital asistir al Parlamento tan pronto como se convoque, me permito solicitar al Parlamento de los Estados Unidos la autorización necesaria para trasladarme a España conservando desde luego mi carácter de prisionero de guerra ofreciendo mi palabra de constituirme nuevamente prisionero en el punto que el Gobierno de los Estados Unidos me designase si estimase en algún momento o por cualquier causa necesaria o solamente conviene mi regreso a los Estados Unidos. La manera tan digna y caballerosa con que hemos sido tratados, que me complazco en encontrar en esta ocasión para consignar, me animan a dirigirme a V.E. con esta petición que justifica mi posición personal diferente del resto de los prisioneros de guerra50…..” El día 16 el Secretario interino de Marina Allen le comunica a McNair: “Este Gobierno, debe ser entendido, no asume responsabilidad por la transportación (sic) o subsistencia del capitán Moreu después de su salida de la Academia Naval51”. Partió de Nueva York, y pasó por París rumbo a España. Por noticias de los periódicos se supo que el día 1 de septiembre efectuó unas duras declaraciones contra el Ministro de Marina, culpándolo de ser el responsable directo de la salida de la Escuadra. El día 3 se reunió en Madrid con el Ministro de Marina y el de la Guerra, sin que trascendieran sus conversaciones. En cuanto al Médico de Marina de 1ª Jurado, de la dotación del Vizcaya, existe en el archivo de la Escuela Naval de Annapolis un documento donde el director de le enfermería de la Academia, doctor Dixon informa al Superintendente McNair: “ …en vista de la seria condición física de Antonio Jurado, médico de la Armada española, prisionero de guerra confinado en este lugar, me veo obligado a hacer el siguiente informe: él está sufriendo la tisis, la cual está haciendo rápido progreso. Él es una amenaza a la salud no sólo de sus compañeros, sino también de los que estamos atendiéndole a él. Su tos es tan molesta que el sueño de los pacientes en las habitaciones de los enfermos es altamente afectado. De momento él puede viajar, pero en un mes posiblemente no tenga fuerza para hacerlo. Él tiene esposa e hijos en España y la esperanza, recién adquirida, de verlos pronto lo ha animado grandemente. Yo recomiendo con firmeza que se sea permitido regresar de inmediato a su propio país52.” El día 10 de agosto, recibió permiso para regresar a España, lo que hizo a bordo del Kaiser Wilhem II el día 20 de agosto, junto con el Capellán del Infanta María Teresa José Riera y Senac, saliendo de Nueva York y llegando a Gibraltar. El 31 de agosto el Gobierno Americano había concedido a los miembros de la Escuadra la libertad incondicional y el Almirante se lo comunica al Ministro, procediendo a buscar vapores para poder regresar a la patria: “Gobierno americano nos concede libertad incondicional. Procedo á buscar vapores para transporte con arreglo órdenes de V. E.53

50 Gómez y Amador, Luis. (2001). La odisea del Almirante Cervera y su Escuadra”. Biblioteca Nueva. Madrid. Pp.270- 271. 51 Ibidem 52 Ibidem. 53 Ibidem. Pag 197.

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Se nombró una comisión mandada por el T.N. de 1ª Aznar, que junto al Contador de Navío intentaban conseguir fletar un buque para España. El día 1 de septiembre el Ministro telegrafía al Almirante dando permiso para contratar los vapores: “Puede V. E. contratar vapores necesarios regreso prisioneros, pero, por razones sanitarias diríjanse si un solo buque, á Santander, y si dos, uno á Santander y otro á Vigo.54”

Momento del regreso de los españoles antes de embarcar en el City of Rome

Según establecen las noticias del New York Times del día 2 de septiembre, el C.N. Eulate y el C.N. Concas habían estado el día anterior en New York, intentando contratar el buque. Tenían previsto inspeccionar el Miguel Jover, y el Catalina que habían sido apresados por los americanos, para regresar a España.

54 Telegrama de Auñón a Cervera. Oficial. (1899). Correspondencia oficial referente a las operaciones navales durante la guerra con los Estados Unidos. Madrid: Imprenta del Ministerio de Marina. P 197.

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Momento de embarcar los españoles en el remolcador Durham camino del City of Rome. En la fotografía superior, el Almirante Cervera embarcando.

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También establece que contactaron con una línea alemana, la Bowling Green, pero no tenía ningún buque disponible. Ese día comieron con algunos directivos de la compañía Krejewski, Pesant & Co., que había hecho las reparaciones necesarias del Vizcaya, durante su anterior estancia en Nueva York en febrero de ese año. La noche la pasó en Boonton, Nueva Jersey, regresando a Annapolis en tren en la tarde del día 255. Al día siguiente, Cervera responde al mensaje del Ministro del día 1, dándole cuenta del buque contratado: “Comisión que envié New-York ha contratado transporte gente por 11.185 libras, pagaderas á la vista en Londres, orden Krajewski Pesant y Cª Giro contra la Comisión de Marina. Avisaré salida56.”

Fotografía del trasatlántico City of Rpme.

El día 4 de septiembre, se aprobó el flete del City of Rome desde Nueva York: “Aprobado flete y siendo un solo buque, diríjase Santander y avise salida57.” El día 8 de septiembre, llegaron los heridos de Norfolk y los Oficiales de Annápolis, y Cervera se lo comunica al Ministro desde Nueva York: “Llegaron heridos (de) Norfolk embarcando (en) City (of) Rome; mañana llegarán Oficiales de Annápolis. Pasado saldrá vapor para Portsmouth (y) recogerá grueso gente. Yo salgo ahora para preparar embarque58.” El día 10 salió el buque en demanda de Portsmouth para embarcar al resto de la Escuadra. El Almirante hizo el viaje por tierra, con objeto de preparar el embarque del grueso de la gente. En el City of Rome embarcaron 2 Generales, 8 Jefes, 70 Oficiales y Guardiamarinas,

55 Datos procedentes del artículo del New York Times del 2 de febrero de 1898, titulado Capt. Eulate in town. No los he podido constatar. 56 Correspondencia oficial referente a las operaciones navales durante la guerra con los Estados Unidos. Madrid: Imprenta del Ministerio de Marina. P 197. 57 Ibidem. 58 Ibidem. P 197. Lo que va entre paréntesis no estaba en el original y sí en el impreso; al contrario, lo que va en bastardilla.

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1574 clases y marinería, 2 oficiales del Ejército de Tierra y 21 soldados. El día 12 Cervera comunica al Ministro su salida desde Portsmouth donde habían recalado para recoger a todos los prisioneros, y pide que se pasaporte a los Jefes y Oficiales para sus casas: “Salimos. - Probable llegada (el) 21. - Suplico instrucciones para que Comandante Marina pasaporte Jefes (y) Oficiales para sus casas, excepto los que, nombrados por mí, llevan inmediato cargo expedición59”.

Fotografía del Almirante Lobo que trajo repatriados los féretros para España

Aquí finalizan las penurias de las dotaciones en tierras americanas. Más de 300 de ellos marchaban enfermos, y solamente dejaron a un herido en el Campo, el marinero José Mª Vilar Cochimil que falleció ese mismo día, haciendo un total de 31 muertos durante el cautiverio en Camp Long60. Llegarían a Santander el 20 de septiembre. Pero no todos regresaron. Como vimos 31 de ellos quedaron en la Isla de Seavey. Pasado el tiempo, en el año 1916, y aprovechando que el transporte Almirante Lobo iba a efectuar un viaje a los Estados Unidos para recoger material para el que sería primer submarino de la Armada, el Isaac Peral, el 3 de febrero, el Gobierno español solicita al norteamericano que los 31 muertos del campo de prisioneros pudieran ser repatriados a España61. Una vez aprobado, en

59 Correspondencia oficial referente a las operaciones navales durante la guerra con los Estados Unidos. Madrid: Imprenta del Ministerio de Marina. P 197-198. 60 Sic del original. Carlos Fernández me aportó el dato de ser de segundo apellido Toimil. 61 Piñón Bouza, Ramón. (2001). Un Nedense en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando. Revista de Neda nº 4. Neda.

67 marzo se exhumaron los cadáveres, quedando los féretros cubiertos con la bandera de España hasta que se procedió a la entrega. El representante Norteamericano en el acto fue el CA Austin M. Knight, mientras que el español fue el Agregado Militar, Cor. Nicolas Urkullu. El 12 de abril embarcaron en Portsmouth los restos de los prisioneros españoles en el transporte de la Armada, en un emotivo acto, con presencia de compañías de los buques USS Washington, USS Sacramento y USS Southery. Durante 18 años, las autoridades americanas habían honrado a nuestros marineros el día de la celebración de su “Memorial/Decoration Day” decorando con la bandera de España cada una de las tumbas. Las 31 banderas fueron entregadas a las autoridades españolas antes de que los féretros dejaran la isla. Los restos llegaron a Cádiz el 3 de mayo, siendo trasladados al Panteón de Marinos Ilustres, donde hoy descansan.

8. LOS NÚMEROS FINALES Como resultado final de la investigación muestro los datos a los que he llegado. En rojo está el recuento de personal que he hecho en mi investigación con las listas de los buques y las depuraciones posteriores. Destacar que el número de fallecidos es sensiblemente superior a las cifras oficiales, posiblemente por haber fallecido algunos en el tránsito de regreso a España, normalmente de la fiebres contraídas en Santiago de Cuba.

El término salvados son aquellos que regresaron a Santiago por tierra. Un poco optimista ya que un buen número de ellos fallecieron posteriormente de fiebres, algunos ya en España. En lo referido al capítulo de fallecidos quedan desglosados de la siguiente manera:

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Su final fue bien dispar. En principio, de los 282 marineros que podrían haber muerto en el combate, hay que tener en cuenta a dos marineros muertos el 16 de junio a bordo de los buques de la Escuadra, según el parte dado por Cervera, que están innominados, y por ello no están incluidos en el grupo anterior. Asimismo, hay testimonio de que al menos un marinero cayó muerto por los insurrectos en la playa. Era de la dotación del Oquendo, el Marinero de 1ª Manuel Collazo Fernández. Existe un testimonio en el periódico pontevedrés, La Correspondencia Gallega del 9 de septiembre de 1898, que presenta un relato de Miguel González del destructor Furor, refiriéndose a los mambises que estaban en la orillas, dice textualmente: “Llamaban a los que salían (del agua) y al acercarse los fusilaban. Advertí la treta y hui de la manigua, y playeando playeando llegué completamente desnudo a Santiago, donde fui socorrido62. “ Otro marinero muerto, apareció en una cueva en las rocas y fue repatriado a España en el trasatlántico Montserrat. Era el Marinero de 1ª José Alvariño Gabeiras, y fue el primer marinero que descansó en el Panteón de Marinos Ilustres. Era sirviente del cañón de estribor del destructor Plutón. En un principio, cayó herido en cubierta, destrozado por una granada, creyéndosele muerto. Pero volvió en sí y fue auxiliado por el Alférez de Navío D. Carlos Boado de la dotación del buque, que se lanzó al agua para rescatarlo. Una vez rescatado, y como estaba muy mal herido, D. Carlos se despojó de su guerrera y la colocó debajo de su cabeza para que descansara. Una patrulla americana hizo preso a Boado, y les pidió que recogiesen al herido. Cuando los americanos regresaron con un sillón y algunos cabos, para sujetarlo, Alvariño había fallecido. En marzo de 1899 corrió el rumor de que se habían encontrado los restos de Villaamil. Se repatriaron los restos, pero por R.O. del 7 de noviembre de 1901 se reconoce

62 Estos testimonios hay que comprobarlos históricamente. Las autoridades e historiadores cubanos sostienen que estos sucesos no se produjeron.

69 que los restos son de Alvariño y no de Villaamil, y como ya indique fue enterrado en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando.

Restos de un marinero carbonizado.

Por otro lado, existen testimonios entre los supervivientes de, al menos veinte muertos ahogados, de los que también se tiene constancia en el Libro de defunciones de la Escuadra Española deshecha en aguas de Santiago de Cuba. Dos de los marineros muertos a bordo de los buques en el tránsito a Portsmouth, se sepultaron en la mar al llegar a este puerto, y no están recogidos en ningún parte americano. De los que quedaron en las playas, los buques y muertos en la mar, vamos a seguir los testimonios que se han podido recoger, donde se da una posible localización. En cuanto a los muertos del Vizcaya, hay dos testimonios muy interesantes sobre sus sepulturas. El primero de ellos, ya lo analizamos cuando hablamos del Vizcaya. Se

70 refiere a los miembros de la dotación que fueron recogidos por la dotación del USS Iowa. Cinco muertos o agonizantes fueron recuperados por los americanos y una vez certificada su defunción, fueron sepultados en la mar desde ese buque. Asimismo, el día 15 de agosto el Comandante del USS Newark informó al Comandante en Jefe de las Fuerzas Navales del Atlántico Norte lo siguiente: “El capitán del buque «U.S.S. Newark», C. F. Goodrich, informó al comandante jefe de las fuerzas navales del Atlántico Norte, el 16 de agosto y desde Guantánamo Bay, que el día 15 estuvieron él y algunos de sus oficiales inspeccionando el «Vizcaya» para observar los efectos de los impactos de los proyectiles que recibió durante la batalla. Descubrieron «... que un número de cuerpos todavía estaba visible sobre el agua». Y que él, Goodrich, ordenó que fueran enterrados, encargando esa tarea al teniente Phelps Carroll, quien anotó en un informe los detalles de ese acto piadoso: pidió voluntarios para enterrar los restos de los marineros españoles, y de los que se ofrecieron, seleccionó a los de fe católica. Durante el funeral se leyeron pasajes bíblicos de acuerdo con esa fe religiosa. Según Carroll, el grupo de voluntarios en un bote y bajo las órdenes del teniente Halsey “…recogimos los restos de unos siete cuerpos que estaban expuestos a la vista... y en otras partes abiertas del buque. Además de éstos, recogimos fragmentos de restos humanos que estaban en otras partes del barco en las que pudimos penetrar, dejando sólo los que estaban bajo agua y en las carboneras ardiendo lentamente, cuyo acceso era difícil y peligroso. El doctor Harmon, el cirujano del buque, meticulo•samente desinfectó los restos recogidos y entonces fueron colocados en cajas proporcionadas para este propósito, que una vez pesadas fueron selladas. La enseña nacional habiendo sido colocada a media asta y la compañía del buque en posi•ción de atención a bordo del Newark respondiendo a una señal del teniente Halsey, yo procedí con su permiso a leer enfrente de los restos las oraciones para los muertos, después de lo cual los lanzamos al mar. Es imposible decir -continúa informando Carroll- exactamente el número y cuerpos que logramos recoger, pero yo creo que recogimos los restos de entre quince a veinte muertos” En total, hay sobre 250 cadáveres que están sin localizar y que pudieron acabar sepultados en la mar, enterrados por las dotaciones, o en la fosa común citada por la noticia del periódico New York Herald, del 10 de julio de 1898, donde se establece: “Se ha dado especial atención al entierro de los muertos del enemigo, y se han enterrado, por orden del Contralmirante Sampson, sobre la playa unos 100 cuerpos procedentes de los buques y devueltos por la mar. Aquellos que aún permanecen en los buques, o están casi totalmente consumidos por el fuego, chamuscados más allá de lo imaginable, o yacen en el fondo del mar. Aquellos son la comida de las aves de rapiña, que permanecen de guardia constantemente sobre los naufragios. Los enterrados yacen en una masa confusa, sin nombre y sin número, en un enorme hoyo escavado en la arena de la playa donde se encuentran los buques. Una tosca cruz de madera procedente del naufragio señala la tumba, una tumba sobre la que España debe llorar.”

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Además de estos dos hay que añadir, al menos, 1 en el USS Olivette, 1 en el USS Gloucester, 8 + 12 en el USS Harvard, y 5+3 en el USS Solace. The New York Times del 10 de julio de 1898, da una noticia de agencia de la Associated Press dada el 7 de julio de 1898 desde Santiago de Cuba. Por orden del Almirante Sampson, se habían enterrado a los muertos que se encontraban en las playas y en algunos buques. Por su importancia, extraigo el texto original: “ Attention has been given to the burial of the dead of the enemy, and over 100 bodies taken from de ships or washed ashore have been interred upon the beach by Rear Admiral Sampson’s orders, Those which now remain are either almost totally consumed by fire, charred beyond belief, or lie in the depths of the sea. These form the food of the buzzards, who keep constant vigil about the wrecks. The buried remains lie in a confused mass, unnumbered and unnamed, in a huge pit dug in the sandy beach, where the vessels went ashore. A rude wooden cross from the wreckage alone marks the grave, a grave over which Spain may well mourn”

Otro miembro de la dotación del Teresa carbonizado.

Esta conferencia es en honor de todos ellos y aquellos norteamericanos y cubanos que lucharon por sus naciones.

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Aquí finalizo, sin antes recordarles lo que establece el Artículo 21 de las RR.OO. de las FAS españolas y que motiva la mayoría de mis investigaciones: “Los miembros de las Fuerzas Armadas se sentirán herederos y depositarios de la tradición militar española. El homenaje a los héroes que la forjaron y a todos los que entregaron su vida por España es un deber de gratitud y un motivo de estímulo para la continuación de su obra.”

Recuerdo de la misa celebrada en la Iglesia de San Francisco de Ferrol en septiembre de 1898, en recuerdo de los que miembros de la Armada muertos en Cuba y Filipinas.

Ellos cumplieron con su deber, dar su vida por su patria. El pasado 14 de noviembre SS MM los Reyes de España visitaron Santiago de Cuba y en el castillo del Morro de San Pedro de la Roca, y desde un baluarte, presidieron una ceremonia de homenaje a los miembros de la Escuadra del Almirante Cervera caídos en combate en 1898, donde se leyó un texto, seguido del toque de oración a cargo de un corneta del Ejército Cubano63.

63 Consultada página WEB https://www.casareal.es/ES/Actividades/Paginas/actividades_viajes_detalle.aspx?data=827 el 21 de febrero de 2020.

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DESCANSEN EN PAZ.

SSMM los Reyes rindiendo un homenaje a los héroes de la Escuadra de Cervera en Santiago de Cuba el 14 de noviembre de 2019.

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