Presentación De Powerpoint
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LOS DERECHOS HUMANOS EN EL DEPARTAMENTO DE VALLEVALLE VICEPRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA PROGRAMA PRESIDENCIAL DE DERECHOS HUMANOS Y DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO VICEPRESIDENCIA DE LA REPUBLICA Director: Carlos Franco E. Coordinador Área de Políticas y Coordinación Interinstitucional: Tomas Concha Coordinadora Observatorio de Derechos Humanos: Ana Silvia Linder Diseño carátula: Patricia Lora Diagramación: Patricia Lora EvoluciónEvolución deldel conflictoconflicto armadoarmado Guerrilla La primera estructura armada en hacer presencia en el Valle del Cauca fueron las FARC, en la zona de la Cordillera Central en los municipios de Tulúa, Buga, Caicedonia, Palmira, Florida y Pradera, en su condición de municipios limítrofes con los asentamientos originales e históricos de esta agrupación, como lo son Marquetalia en el Tolima y Río Chiquito en el Cauca. Sin embargo, la presencia de las FARC en el Valle es históricamente de muy baja operatividad, pues esta agrupación utilizó, durante muchos años, esta zona como lugar de avituallamiento y descanso, entendiendo las dificultades para realizar operaciones armadas en la zona a raíz del descalabro de Ciro Trujillo en 1966. A pesar de la sonada actividad armada que hizo del Valle uno de los escenarios más cruentos de la guerra en la década de los ochenta, cuando se observa de manera retrospectiva, queda claro que la actividad armada, llevada a cabo entonces por el M-19 en este departamento, debe su importancia al hecho de haber comprometido un enorme esfuerzo bélico en un intento de esta agrupación por llevar la guerra a las ciudades que, si bien logró generar un momentáneo y pasajero clímax de guerra, luego descendió de manera continua hasta el momento de su desmovilización. Durante ese mismo período de intensa presencia del M-19 en la Cordillera Occidental, las FARC crearon a mediados de la década de los ochenta el frente 30, en la zona rural de Buenaventura, Dagua y Calima, el cual registra durante dicho período una baja operatividad que sólo se activará de manera importante en 1991 y 1992 con el desarrollo de las operaciones directamente relacionadas con la respuesta de las FARC a la toma a Casaverde y el desarrollo de las negociaciones de paz en Caracas y Tlaxcala. A pesar de la histórica presencia de las FARC y de los antiguos núcleos del ELN, no será sino a finales de la década de los 90 cuando estas organizaciones logran desarrollar una verdadera capacidad de fuego. Los eventos de Casaverde y la actividad armada desplegada por el frente 30 de las FARC, en especial sobre la carretera que une a Buenaventura con Cali, llamaron la atención acerca del poderío militar de esta organización en el departamento y su capacidad para perturbar el desarrollo de la actividad económica. Sin embargo, a partir de 1992 esta actividad conoció un franco decrecimiento hasta el año de 1995, año en el cual se empezó a registrar un sostenido crecimiento hasta el año 2000. Este crecimiento de las guerrillas, principalmente de las FARC, coincidió con el temporal debilitamiento del Cartel de Cali, la redefinición de estrategias y la determinación de copar el Pacífico y garantizar corredores hacia esa zona. Esta actividad conllevó a la desaparición del Movimiento Jaime Bateman Cayón[1], que operó como disidencia del M-19, principalmente entre 1990 y 1997, y que no logró mayor actividad militar en el departamento, ni pudo ampliar su poder militar a más de 200 hombres en su conjunto, situación que coincidió con algunos golpes propinados por el Ejército en el año 2000[2]. Como consecuencia de lo anterior, la militancia fue absorbida por las FARC. Aunque pareciera que la guerra llegó de manera abrupta al Valle del Cauca, lo cierto es que se puede considerar que a partir de 1990 se redefinieron los actores y luego, a partir de 1995, se definió un nuevo escenario. La disputa entre los carteles de la droga había llevado la guerra a varios municipios del Valle. Sin embargo, esta violencia entre los carteles se desarrolló a partir de la modalidad sicarial, el asesinato, la masacre y la desaparición, siendo absolutamente excepcional el enfrentamiento entre los actores. A partir de 1998 y 1999, el dispositivo de las FARC en el Valle del Cauca se amplió de manera notoria, así como su actividad armada. El frente 30 cobró especial importancia y empezó a proyectarse hacia la zona urbana de Buenaventura, al mismo tiempo que atacó los municipios de la margen oriental de la Cordillera Occidental. Sin embargo, el dispositivo más importante de esta organización se desarrolló en la Cordillera Central que convoca dos puntas de expansión: el primero, proveniente del departamento del Cauca, con la proyección del frente 6, que empezó a copar los territorios del Movimiento Jaime Bateman Cayón; el segundo, el Comando Conjunto Central amplió de manera paralela el dispositivo existente en el sur del Tolima. La situación en el departamento era una bola de nieve. En 1998 y 1999 los cascos urbanos de Tuluá, Caicedonia, Candelaria, Pradera, Florida, habían sido atacados u hostigados. En los alrededores de Cali, y en los sectores populares, en especial Siloé y Terrón Colorado, el ingreso de frentes, tanto del ELN como de las FARC, era permanente. El Valle ganó importancia estratégica y por ello a partir del año 2000 se concentraron en este departamento cerca de 900 hombres de las FARC. En la Cordillera Central operan los frentes 6; en el sur, Víctor Saavedra; Alonso Cortés y Alirio Torres en el centro; en la Cordillera Occidental el frente 30, el bloque móvil Arturo Ruiz desde el año 2000, y el frente urbano Manuel Cepeda en Cali. La importancia que da las FARC a la región se manifiesta [1] Esta agrupación adelantó fallidas conversaciones de paz con el Gobierno de Ernesto Samper a lo largo de 1995. [2] En el año 2000 el Comandante de esta agrupación alias “Rommel” murió en una operación del Ejército que se desarrolló en el municipio de Caicedonia. al nombrar como responsable militar de la región a uno de sus más importantes jefes militares: “Pablo Catatumbo”. El ELN, con una presencia anterior a la de las FARC, se asentó con el frente Luis Carlos Cárdenas a partir de 1984, presencia que luego ampliaría a los municipios de Riofrío, El Dovio y Trujillo de la Cordillera Occidental. Su expansión sufrió un grave traspié, entre 1989 y 1993, luego del accionar de los grupos paramilitares del cartel del norte del Valle, que entraron en dura disputa por el territorio, en especial la zona del Cañón de Garrapatas y eliminaron al campesinado que podía servirles de apoyo. La presencia paramilitar en Trujillo, Riofrío y Restrepo obligó al ELN a replegarse a las ciudades, en especial a Cali, en donde empezó a trabajar una estrategia de expansión urbana de las milicias populares. Sin embargo, el ELN redefinió su estrategia y se recompuso en la Cordillera Central así como en Cali y su zona periférica. El frente urbano Omaira Montoya y la creación del frente José María Becerra son consecuencia de un largo proceso de asentamiento de las milicias urbanas y núcleos rurales desde la década de los setenta. La máxima expresión militar del ELN se dio en 1999 y su caída coincidirá con las enormes operaciones desplegadas por el Ejército en la zona de los Farallones de Cali, luego de la toma masiva de rehenes en el kilómetro 18 durante el año 2000. En el caso del ELN, la actividad desarrollada determinó su estancamiento. La acumulación de fuerzas realizada a lo largo de la década de los noventa, con un importante componente urbano y semi-urbano alrededor de Cali, con la creación y fortalecimiento del frente José María Becerra, no alcanzó a consolidarse, pues a raíz de los secuestros masivos de La María (1999) y del kilómetro 18 (2000), el Ejército desarrolló amplias operaciones militares que mermaron de manera significativa su capacidad militar. Para el 2003 el dispositivo militar del ELN en el Valle del Cauca se acerca a 250 hombres, contando el frente urbano Omaira Montoya y las milicias populares en Cali. Autodefensas Las agrupaciones de autodefensa o paramilitares en el Valle del Cauca, se presentan de múltiples maneras a lo largo del período analizado. Relacionados tanto con vendettas entre grupos mafiosos, operaciones de “limpieza social” como confrontaciones directas contra las guerrillas, estos grupos juegan un amplio rol en la definición de poderes sociales y económicos en el Valle del Cauca. A principios de los noventa, y como ejemplo están las masacres de Caloto (Cauca), Trujillo (norte del Valle), Miranda (Cauca), Riofrío (norte del Valle), los grupos de narcotraficantes organizaron bandas armadas que dirimían de manera violenta y a favor de sus financiadores, los diferentes litigios por tierra u otros factores. Debido a la baja actividad de la guerrilla y luego, a las múltiples disputas internas, estas agrupaciones se vieron mermadas en su poder, pero su renacimiento coincidió con la definición de nuevos poderes preponderantes con tendencia a la hegemonía, luego de la caída de varios capos del narcotráfico como Pacho Santacruz, Helmer Herrera y los hermanos Rodríguez Orejuela, entre otros. El aumento de la actividad armada de la guerrilla y la realización de secuestros masivos, entre otros, permitieron el desarrollo de alianzas entre diversos sectores de la vida económica y social vallecaucana, legales e ilegales, que utilizaron como plataforma militar el aparato de los carteles. Es así como confluyeron en un mismo propósito propietarios de terrenos tanto legales como narcotraficantes de la zona, que venían siendo extorsionados en los municipios de Jamundí, Pradera y Tulúa. A lo anterior se sumaba la dificultad en la instalación de laboratorios para el procesamiento de drogas en las zonas rurales en donde los carteles habían perdido toda autonomía por la presión guerrillera.