El Compositor Bilbaíno Luis De Pablo Premio Fundación Guerrero 2004
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Luis de Pablo (1930) Premio de Música Fundación Guerrero PREMIO DE MÚSICA FUNDACIÓN GUERRERO 2004 Índice PREMIO DE MÚSICA FUNDACIÓN GUERRERO Fotografía dedicada 7 PRESENTACIÓN 9 Eduardo Navarro Álvarez ACTA DEL PREMIO 11 AGRADECIMIENTO 12 3 Luis de Pablo LUIS DE PABLO: INVITACIÓN A LA MEMORIA 15 José Luis Téllez ÁLBUM DE PRENSA 21 SOBRE LUIS DE PABLO LA APORTACIÓN DE LUIS DE PABLO A TRAVÉS DE SUS OBRAS CONCERTANTES 29 José Luis García del Busto UNA MÚSICA DE CÁMARA EXPLOSIVA 49 Piet de Volder CRONOLOGÍA 59 BIBLIOGRAFÍA Y PUBLICACIONES (SELECCIÓN) 71 PREMIO DE MÚSICA FUNDACIÓN GUERRERO 2004 Premio de Música Fundación Guerrero 5 PREMIO DE MÚSICA FUNDACIÓN GUERRERO 2004 7 PREMIO DE MÚSICA FUNDACIÓN GUERRERO 2004 os disponemos a entregar el Premio de Música Fundación Guerrero, en N su décima edición, al compositor Luis de Pablo. Antes que él lo han recibido Joaquín Rodrigo, Xavier Montsalvatge, Antón García Abril, Manuel Castillo, Cristóbal Halffter, Rafael Frühbeck de Burgos, Victoria de los Ángeles, Alicia de Larrocha y Carmelo Bernaola. Una ya larga lista que nos confirma cómo este Premio, instaurado por la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero, y destinado “a la persona o institución española cuya labor haya constituido una aportación rele- vante y significativa al enriquecimiento de la música española” congrega buena parte de lo más sobresaliente de nuestra vida musical en los últimos dos lustros. El solo añadido del nombre del compositor bilbaíno Luis de Pablo nos confirma que, lejos de agotarse, el Premio se mantiene joven y gana día a día en prestigio y solidez. No voy a glosar los méritos de Luis de Pablo pues dejo esto en manos de José Luis Téllez, que a continuación nos hará el elogio, y de otros estudiosos entre los que cabe citar a José Luis García del Busto y Piet de Volder, de quienes incluimos sendos artículos en el opúsculo que la Fundación Guerrero ha editado con motivo de la concesión. Sí quiero, no obstante, resaltar algunos datos que hacen de Luis de Pablo un músico imprescindible en la ya importante lista de galardonados con nues- tro Premio de Música. Luis de Pablo representa, como pocos, el afán renovador de la composición 9 española a partir de la segunda mitad del siglo XX. Las consecuencias de su traba- jo, y la de muchos de sus compañeros en esta aventura, puede observarse con sólo mirar alrededor. Nuestra vida musical es muy distinta a la que Luis de Pablo cono- ció en sus inicios como compositor. Mejor sin duda, mucho mejor, y, pese a eso, per- fectible. Nadie como él para atestiguarlo, pues en su persona se une un infatigable deseo de luchar por un ideal artístico y la del fino crítico de su entorno. No habre- mos oído o leído una declaraciones de Luis de Pablo en la que no se deje atisbar un punto de acidez o ironía. Por encima de la opinión, es ahí donde cabe intuir el afán de perfeccionamiento y autoexigencia que él mismo plasma en su propia obra. Pero aún una segunda apostilla. Lejos de enquistarse en su propio entorno, Luis de Pablo ha hecho de la música española un asunto de rango internacional. El reco- nocimiento logrado en tantos países, desde Japón a los Estados Unidos de Norteamérica, desde Canadá a Francia, Italia o Alemania, es el aval incuestionable de un prestigio ganado a pulso. Detrás de él hay muchas horas de trabajo. Su muy generoso catálogo de obras lo confirma. Luis de Pablo no se ha conformado nunca con lo más fácil, no se ha refugiado en lo casero. Ha caminado, camina, por el mundo con la misma facilidad con la que se obliga a penetrar por caminos estéticos poco transitados. Basta un simple vistazo a sus obras para revelar la novedad de muchas de sus propuestas. Sólo un ejemplo: las cuatro grandes óperas con las que LUIS DE PABLO definitivamente ha roto el viejo e histórico maleficio de la siempre inalcanzable y, a veces, hasta aparentemente irrealizable, ópera española. Termino. Como ya he dicho, creo, sinceramente, y al hacerlo me proclamo en representante de todos cuantos formamos parte de la Fundación Guerrero, que el jurado nombrado para decidir el nombre del premiado de este año ha acertado ple- namente en su decisión. Gracias a Miguel del Barco, a Antón García Abril, a Miguel Groba Groba, a Juanjo Mena, a José Luis Pérez Arteaga, y a José Luis Yuste por su trabajo. Y, por supuesto, a Ramón González de Amezúa, que una vez más, y son ya tantas las ocasiones como ediciones tiene nuestro Premio, ha actuado de pre- sidente. En el acierto de todos ellos queda nuestro orgullo y en el nombre de Luis de Pablo nuestra felicidad. Sabemos positivamente que con él la música española tiene un nombre donde apoyarse. Es más, Luis de Pablo junto con todos aquellos que le han precedido como galardonados con este Premio otorgan dignidad y pres- tigio a nuestra época. La Historia acabará confirmándolo. Muchas gracias. Eduardo Navarro Álvarez Presidente de la Fundación Jacinto e Inocencio Guerrero 10 PREMIO DE MÚSICA FUNDACIÓN GUERRERO 2004 11 LUIS DE PABLO 12 PREMIO DE MÚSICA FUNDACIÓN GUERRERO 2004 13 PREMIO DE MÚSICA FUNDACIÓN GUERRERO 2004 Luis de Pablo: invitación a la memoria a primera música no tonal compuesta en nuestro país fue un minúsculo L díptico para piano escrito por Roberto Gerhard en 1922: diez años más tarde, Arnold Schönberg concluye Moses und Aron en Barcelona y en abril de 1936 se celebrará allí el Festival de la SIMC que verá el estreno mundial del Concierto para violín de Alban Berg. Esta escueta antología de efemérides permite compren- der que la República estaba en plena sintonía con la vanguardia europea: pero el triunfo de la sublevacion fascista dejaría a España culturalmente al margen duran- te casi dos décadas. Francia tuvo a Olivier Messiaen entre Debussy y Boulez, Italia 15 a Luigi Dallapicola (y a Goffredo Petrassi) entre Puccini y Berio, Alemania a Wolfgang Fortner entre Schönberg y Stockhausen, pero esa continuidad no fue posible aquí. Por cierto: Roberto Gerhard, ya en su exilio londinense, fue uno de los primeros en reconocer el talento de Luis de Pablo, organizando en 1958 el estre- no en la BBC de una de sus primeras composiciones, Coral, para septeto de viento, escrito cuatro años atrás. Lo peor del franquismo no fue tanto la censura (con ser odiosa: en 1969 el pro- pio Luis de Pablo vió prohibida su banda sonora para el film de Carlos Saura La madriguera, realizada mediante distorsiones de cantos gregorianos e integrada des- pués en uno de sus más ambiciosos frescos electroacústicos, We) como la ausencia de información. Simultáneamente, las infraestructuras (pero también los gustos del público) retrocedían hasta el extremo de la congoja: Madrid no tuvo temporada regular de ópera (y éso, dentro del repertorio más trillado) hasta 1964 y obras tan irrebatibles como El mandarín maravilloso de Bartók o Jeux de Debussy eran recha- zadas con saña por el “respetable”. Creo imprescindible recordar estos hechos hoy, cuando algunos alaban la amnesia como si se tratase de una virtud, y recordarlos en ocasión como ésta, en que el mayor premio musical que se concede en España se otorga a uno de los nom- LUIS DE PABLO bres sustanciales de la generación que debrozó el camino hacia lo que, extendien- do el concepto político al terreno de las prácticas artísticas, podríamos denominar con justicia como “normalización democrática”. Y todavía más, de reparar en que una de las obras de Luis de Pablo se titula precisamente Invitación a la memoria, y es un homenaje a los últimos fusilados por el franquismo, en septiembre de 1975. La obra era un encargo del Festival de Saintes, donde se estrenó, y bien puede simbolizar también una característica particular de nuestro compositor (y de sus compañeros de generación, ésa que, con tanta inexactitud como difusión, suele designarse como Generación del 51, y su directo corolario: el grupo Nueva Música fundado en 1958 en torno a un manifiesto escrito por Ramón Barce): la de que el silencio, cuando no el descrédito, con que su obra era acogida por la crítica más ofi- cialista sólo cedió en virtud del renombre que sus miembros empezaron a conquis- tar en el extranjero. Es un dato especialmente significativo en el caso de nuestro autor, Officier des Arts et des Lettres desde 1971, el mismo año en que comienza a dictar cursos de técnicas de composición contemporáneas en el Conservatorio de Madrid y cuando ya es una personalidad relevante de la música más allá de nues- tras fronteras: la temporada anterior las Journées de Musique Contemporaine de París le habían consagrado seis conciertos monográficos. Tras dos décadas de traba- jo, a contracorriente la mayor parte del tiempo, Luis de Pablo había pasado de ser 16 una de las figuras indiscutibles (por discutidas) de la generación de la vanguardia militante a convertirse en uno de los nombres indiscutibles (por consagrados) de la generación del magisterio en ejercicio, y su obra había adquirido incontestable eje- cutoria, con treinta y ocho composiciones para toda clase de conjuntos desde la gran orquesta a las agrupaciones menos convencionales, dentro de una estética que había rebasado ya ampliamente el periodo serial y que se abría, multiforme, en direcciones diametrales, con una riqueza de procedimientos que parecían rechazar la idea misma de un “estilo” unitario, que es una cualidad que su música no ha empezado a manifestar hasta tiempos relativamente recientes. La suya ha sido siempre una inquietud sin abatimiento, gobernada por la curio- sidad, la heterogeneidad, la carencia de prejuicios y, por encima de todo, por la capacidad para hallar aspectos de interés (y por lo tanto,