Periodismo Ciclista: Razones para un despropósito

Daniel Sánchez Badorrey [email protected] Twitter: @DaniBici

Junio 2011

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Índice

Introducción 3 … Y la rueda comenzó a girar 4 Promoción y beneficio mutuos 5 Las cuatro espuelas 7 De la rústica orfebrería a las excavadoras mediáticas 9 Doping 12 La victoria, a toda costa 13 El dopaje, ¿centro de todos los problemas? 15 La lista más larga y negra 17 La lucha entre facciones: un mal aún más grave 20 En la mente del periodista de ciclismo 21 ¿Un deporte cerrado? 24 Agresores y agredidos 27 “¡Nos atacan los ingleses!” 30 Sin tradición… ¿y sin valores? 32 ¿Catarsis o “solución modular”? 33 Agradecimientos 37 Referencias bibliográficas y artículos / Otros recursos web 38 3

Introducción

El periodismo ciclista1 en España es uno de los más cercanos entre sus profesionales y con el propio deportista que uno puede encontrar en el mundo del deporte. La convivencia en un mundo pequeño, que se reúne y se separa cada poco tiempo en una especie de exposición itinerante, y en el que no hay fans exacerbados ni equipos a los que defender a capa y espada, sino un pelotón lleno de ilusiones e historias interesantes, lo hace también tremendamente singular. Resulta curioso observar cómo un deporte con un cuerpo de informadores y, sobre todo, una afición tan sana y positiva puede haberse visto envuelto en los escándalos que ciclistas, dirigentes e instituciones han propiciado en los últimos quince años.

¿Son únicamente ellos los causantes de la situación? ¿Qué responsabilidad tiene el periodismo, quien divulga los hechos buenos y malos del ciclismo, en el cambio de imagen que la sociedad ha reflejado en sus críticas desde 1998 hasta nuestros días? Partiendo del origen del ciclismo como uso deportivo de un medio de transporte y analizando su evolución hasta la época actual, las reflexiones propias de la experiencia previa del autor se combinan con una pequeña selección de cuidadas y profundas entrevistas con visiones desde todos los lados del problema: ciclistas profesionales, directores deportivos, jefes de prensa y, cómo no, periodistas de medios de reconocido prestigio. Sin duda, un buen punto de partida a un estudio más profundo en el que más protagonistas puedan expresar su parecer, y hacia el cual tendemos nuestra mano abierta -y de tal manera es el final, sin conclusiones explícitas aunque con un cierre en el que todos los implicados exponen sus posibles soluciones- con este primer texto.

En el caso de Daniel Sánchez, coordinador de este trabajo, la realización de “Periodismo Ciclista: Razones para un despropósito” es la mejor forma de devolver al deporte del pedal las satisfacciones personales y éxito profesional que le ha reportado desde que empezase a seguir este deporte hace muy pocos años. Del mismo modo, la realización de esta investigación nos ha permitido conocer la magnífica disposición, la apertura al reconocimiento de errores y a dar un pie para aportar y buscar soluciones de manera conjunta. Confiamos en que estas líneas que siguen puedan servir para poner nuestro grano de arena y el ciclismo salga de la dificilísima situación en la que diversos factores, internos o externos al propio deporte, le han metido de lleno. Que la rueda no cese de dar vueltas.

1 A diferencia de otras disciplinas deportivas, donde el término de la disciplina viene acompañado del sufijo “-ística”, es uso consuetudinario y fundamentalmente eufónico en el ciclismo la palabra ciclista para todas las expresiones referentes al deporte de la bicicleta. En algunas lenguas romances como el italiano, sí puede observarse el término ciclistico, aunque Francia (cycliste) o Portugal (ciclista) no coinciden con ello. 4

… Y la rueda comenzó a girar

El uso competitivo de la bicicleta se remonta hasta 1868, año en que queda constancia de la primera prueba exclusivamente sobre dos ruedas y con reglas bien delimitadas. Se vivía desde tiempo atrás una primitiva carrera por el diseño de los vehículos entre las máquinas de pedalear que había ideado Nicéforo Niepce -famoso inventor francés, cuya muerte truncó proyectos tan fascinantes como el que Louis Daguerre acabó presentando como el embrión de la fotografía- y la draisina, patentada por el barón alemán Karl Drais von Sauerbronn en el año 1818. En el caso español, la michaulina ideada por Ernest Michaux en 1860 será importada por el literato aragonés Joaquín Costa ocho años después de su creación (Gómez, 2010). Por detrás de estos avances de ingeniería, reposaba una necesidad: la de construir máquinas que permitiesen a los humanos, incluso a los más pobres, desplazarse sin ningún tipo de tracción mecánica, a voluntad y tan lejos como quisiesen.

El británico James Moore, hijo de un herrero y forjador del condado de Suffolk, al este del país, que se había trasladado a vivir junto al resto de familia con sólo cuatro años, pasó de utilizar su pesado velocípedo de madera como medio de locomoción para repartir recados de su padre a utilizarlo con entusiasmo por las principales avenidas de la industrial París. Moore, que se unió a uno de los pujantes clubes ciclistas de la capital francesa en aquel año, fue el más rápido en la vuelta de mil doscientos metros al parque de Saint-Claud, al suroeste de la ciudad, el 31 de mayo de aquel año.

El auge de la velocidad por parques, calles e, incluso, los primeros velódromos, construidos para albergar aquellos vehículos cuya rueda delantera podía sobrepasar ampliamente el metro de diámetro, fue inmediato. Gran Bretaña -sólo un día después de la carrera parisina-, la ciudad belga de Gante o la actual región checa de Moravia acogieron pruebas ese mismo año, y en 1869 las primeras citas de gran longitud y de punto a punto vieron la luz con la celebración de la París-Rouen, carrera de 130 kilómetros en la que también se impuso Moore... tras más de diez horas pedaleando, consecuencia de la ausencia de asfalto, los exigentes desarrollos de pedaleo -por la propia fisonomía de los velocípedos, sin ningún tipo de transmisión- y los continuos pinchazos -las cubiertas fueron de goma durante décadas-.

Tanta o mayor penuria debió de sufrir Paolo Magretti en la primera Milán- Turín, hasta hace pocos años la prueba decana en activo del ciclismo internacional. Magretti, joven estudiante de ingeniería y entusiasta de la velocidad, fue el menos lento de los ocho aventureros -muchos menos que los más de doscientos de su homónima gala- que cubrieron, bajo grandes inclemencias climatológicas, un total de 150 kilómetros de carrera, completando el recorrido -final al sprint incluido- en algo más de once horas y cuarto ante el jolgorio popular. 5

Aunque boyante, el sport del ciclismo en España se desarrolla con mayor tardanza y lentitud (Izquierdo Macón, 2003). Será en los últimos diez años del siglo XIX cuando proliferarán clubes de índole aristócrata, originalmente en Cádiz pero con un decisivo auge en Madrid, que practican el ciclismo como otra de sus ocupaciones de ocio. Es el caso del Club Velocipédico Madrileño, que poseía en las postrimetrías decimonónicas “un buen local, con billares, tiro al blanco, salones de juegos y lectura, guarda máquinas, gimnasio y velódromo” (Zozaya, 1899). Aunque de distintos orígenes familiares, en todos los precursores o miembros de estos clubes, fuera y dentro de nuestras fronteras, se dan las mismas circunstancias personales: interés por el deporte, un elevado poder adquisitivo -dado el coste de construcción de estos artilugios- y estudios superiores.

Sin embargo, la democratización de la bicicleta cuando su diseño actual, con modificaciones, se asentó a partir de la década de 1890, acercó a la competición a ciudadanos de toda clase. En dicho proceso influyen tres aspectos: los propósitos económicos de las primeras grandes fábricas de bicicletas, cuyos precios empiezan a caer por simple economía de escala2; las estrategias de márketing unidas al avance de la industria para promocionar los nuevos productos; y, sobre todo, la mejora sustancial de los caminos fruto de los avances de la Revolución vivida en ese siglo. De tal forma, no resulta extraño que el ganador del primer Tour de Francia en 1903, el francés Maurice Garin, fuese un deshollinador.

Promoción y beneficio mutuos

Desde aquellos primeros momentos, el impulso del primigenio cicloturismo en multitud de sociedades velocipédicas (luego llamadas ciclistas) por realizar excursiones o actividades lúdicas, que favoreciesen la actividad física saludable y al aire libre, camina paralelo al negocio que supone la competición para esas mismas sociedades, para los fabricantes o, incluso, para los primeros grandes periódicos en las grandes ciudades, que establecen una dura competencia por los suculentos beneficios publicitarios y de imagen que ofrecían las cada vez más grandes pruebas en el Viejo Continente.

Desde el principio de la historia ciclista, los periódicos habían estado vinculados al progreso de la competición, como subraya el hecho de que la propia París-Rouen hubiese sido patrocinada por el Le Vélocipède Illustré (McGann, 2006). Luis Román-Mendoza, durante dos décadas máximo responsable del departamento de prensa de la Real Federación Española de Ciclismo (RFEC) y un perfecto conocedor de todos los estamentos que conforman el deporte de la bici, explica que el ciclismo “es un deporte que nació gracias a los medios informativos, en concreto a los periódicos, que

2 Teoría que dice que, a mayor producción, menores costes por unidad y mayores beneficios, lo que permite rebajar esos precios. 6 buscaban aumentar sus tiradas, sus ventas (los ingresos principales en aquellos tiempos), gracias a historias que cautivaran al lector. Y obviamente el ciclismo a principios del siglo XX lo era”.

Los cuatro referentes del ciclismo en los países que gozan de mayor tradición hasta la fecha son todos ellos el fruto del ingenio de los periódicos. L’Auto, en el caso del Tour de Francia (1903), promovió, bajo la dirección de Henri Desgrange3 y por obra y gracia de Géo Lefèvre, un joven parisino que ejercía como periodista de ciclismo y rugby, la creación de una carrera alrededor del hexágono4, con la que nadie pudiese rivalizar y que ofreciese una idea de la grandeza del propio medio. Se daba el caso de que Lefèvre había sido fichado desde su gran rival, Le Vélo, responsable de la entonces célebre Burdeos-París -la cual se siguió celebrando hasta los años ’80 del siglo XX-.

Lo mismo ocurría con La Gazzetta dello Sport, en cuyas milanesas páginas se gesta el Giro de Italia en el año 1909; el Sportwereld5 belga, cuyo célebre cronista Karel van Wijnendaele ideará el Tour de Flandes en 1913 (Backelandt, 2006); y, mucho más tarde, el diario madrileño Informaciones (1935), responsable de la primera Vuelta a España y que, junto a otros medios posteriores como El Correo y con bastante intermitencia, contribuyó a la consolidación del deporte del pedal en la piel de toro. Todos ellos son los promotores del ciclismo, pero, en cierta medida, todos contribuirán posteriormente a su degradación en las décadas más recientes a la actualidad.

¿Cuál es el motivo, al menos a nivel editorial, de esa falta de interés comercial y, consecuentemente, de la desprotección? Román-Mendoza se hacía la misma pregunta: “¿Qué ha cambiado desde entonces, puesto que los medios informativos siguen estando muy presentes en la organización de los grandes eventos? Pues que ahora los mayores ingresos de los medios proceden de la publicidad, que es mucho más limitada y que se ‘vende’ en base a unas cuotas comparativas (con otros medios, con otras franjas horarias…). Es decir, que no solamente tenemos que tener muchos espectadores, sino más que la competencia”.

En los primeros países que promovieron las competiciones, incluso en España, los propios clubes ciclistas -como la Sociedad Velocipédica de Madrid con su El Velocípedo, así como El Veloz Sport o El Deporte

3 Desgrange ha sido calificado a menudo como el organizador más implacable contra quienes atacaban sus ideas, así como el director de carrera con mayor sentido del deporte como espectáculo. Esa tradición es la que trata de recoger el actual “patrón” del Giro de Italia: Angelo Zomegnan, periodista de La Gazzetta dello Sport durante un cuarto de siglo que tomó las riendas de la carrera en 2005. 4 Nombre con el que se conoce popularmente el dibujo hexagonal del contorno del territorio francés. 5 Literalmente, “Mundo Deportivo”. En la actualidad, bajo el paraguas editorial del prestigioso Het Nieuwsblad, continúa siendo el diario deportivo más leído de Flandes. 7

Velocipédico (Izquierdo Macón, 1999)- editan avisos propios entre los miembros, recogiendo los avances del incipiente deporte en otros territorios. La acogida temprana como acontecimiento de masas del ciclismo por parte de los periódicos -que se ampliará a los medios audiovisuales tan pronto como éstos aparezcan en la sociedad- permite entender que tanto le ofreció el ciclismo al periodismo desde sus orígenes como beneficios le reportó a sus practicantes el hecho de verse reflejados en todo tipo de medios de comunicación.

En la tediosa organización de las carreras, que por su celebración en vías abiertas al tráfico requerían de una visitación previa y de unos importantes gastos logísticos, comenzarán a intervenir y mediar los hoy conocidos como entes federativos. En nuestro país, la Unión Velocipédica Española, fundada en 1896 -y curiosamente promovida por el oscense Manuel Ricol, considerado el decano de los periodistas de ciclismo españoles y en cuyo nombre se entregan desde 2009 en Huesca los Premios nacionales de Periodismo en dicha materia-, sería, como predecesora de la RFEC, responsable de regular las distintas categorías de las competiciones y de conceder licencias para practicantes y organizadores.

Será sobre todo este marco donde se construya la visión épica que caracterizará al ciclismo en los decenios posteriores. El ciclismo se interpreta como un deporte con unas exigencias físicas aún hoy al límite del sufrimiento, que no se corresponden con el simple cansancio de otras disciplinas; la pobreza comunicativa que aún persiste hace que las exaltadas crónicas de los periódicos contribuyan a ensalzar la figura de aquellos esforzados de la ruta; y por esos dos factores y al mismo tiempo, el espíritu viajero de la caravana, que atraviesa lugares inhóspitos y peligrosos, se encuentra en cada población por la cual transcurre con grandes multitudes, dispuestas a recibir enardecidas a sus héroes.

Las cuatro espuelas

Además del empuje de los medios de comunicación y de las federaciones, en la implantación específica del deporte en determinados países influyen diversas cuestiones. En su biografía sobre el legendario corredor , el escritor William Fotheringham (2009) refiere el éxito del ciclismo en Italia durante la primera mitad del siglo XX, en la que los grandes triunfos de sus corredores -hombres como Constante Girardengo, Learco Guerra, o Fiorenzo Magni dominarán la escena internacional en los primeros años de apogeo, amén de la sempiterna rivalidad / amistad entre Coppi y su coetáneo - habían permitido que, tanto en el período entre las dos guerras mundiales como en el difícil segundo dopoguerra6, la bicicleta tuviese mayor predicamento entre el pueblo que el calcio dominante en la actualidad.

6 Término específico utilizado en el país de la bota para designar los años posteriores a la Guerra Mundial. 8

Con un sentido mucho más cultural y alejado del simple éxito deportivo manifiestan su preferencia por el ciclismo países como Francia. Al presentar durante el pasado mes de Octubre su candidatura como lugar de salida del Tour de Francia que tendrá lugar en próximas fechas, el presidente del Consejo General de la región del Vendée, Philippe de Villers, hablaba de la Grande Boucle como “un conservador del patrimonio vivo de nuestro país, un eslabón fuerte de nuestra cultura nacional, un elemento aglutinador esencial”7. Numerosos libros y películas -incluso la oscarizada Amélie8- hacen referencia a esa capacidad del ciclismo para unir a un país descosido por tantos conflictos, y que se sigue volcando, a pesar de los escándalos, cada verano y en cada momento de la temporada con su prueba más grande y con las que la acompañan. No dejan de ayudar, en cualquier caso, los grandes campeones que ha dado la tricolor: los nombres de Jacques Anquetil, Raymond Poulidor9, Bernard Thévenet, , o los recientes o resuenan en los oídos de quienes incluso no siguen con avidez las carreras.

En el caso de Bélgica -o más bien Flandes, pues la simbiosis de la cultura de Valonia con su vecina Francia es, en buena medida, la causa del conflicto que está a punto de condenar a la separación a ambas regiones (De Regoyos, 2011)-, la conexión del ciclismo con la política es casi exagerada. El propio Tour de Flandes -con sus miles de banderas negras y amarillas ondeantes, con el símbolo del Leeuw van Vlaanderen (León de Flandes) en el centro, desperdigadas por la carrera- es la representación de un deporte que vive ligado a sus pueblos y calles. Es, incluso, más exagerada esa visión en el caso del ciclocross, un deporte propio de kempenaars (“gente del campo”), y que, a pesar de haber sido creado formalmente en Francia en los años ’50 del siglo XX, se cultiva con dedicación asombrosa en territorio flamenco.

Los Países Bajos, que por razones de idioma comparten muchos de los ídolos con la vecina región flamenca (Van Steenbergen, Schotte, Van Looy), representan el cuarto y último de los conceptos por los que el ciclismo: la bicicleta como medio de transporte, en su máxima expresión. De una Amsterdam con más bicicletas que habitantes o una Rotterdam que vive con la bici tan pegada al corazón como su famoso puerto -uno de los más activos de todo el mundo- probablemente no hayan salido grandes

7 Recogido en el mini-site oficial de la Grand Départ del Tour 2011: http://is.gd/Lg3pgc 8 Una de las frases más célebres de la cinta reza así: “La suerte es como el Tour de Francia: la esperas todo el año y luego pasa rápido”. 9 Injusta fama de “segundón” para todo un ganador de la Vuelta a España, amén de innumerables carreras como la París-Niza, la Milán-San Remo, el Critérium du Dauphiné o la Setmana Catalana. Poulidor protagonizó una de las mayores rivalidades del ciclismo junto a Jacques Anquetil: su aspecto rudo y poco agraciado le confirió, no obstante, el favor de la Francia obrera frente al esnobismo de un siempre elegante y acicalado “Monsieur Chrono”, como se conocía al pentacampeón del Tour. Más información: http://is.gd/x3YL3L 9 campeones en las montañas10, pero sí una incipiente tradición que aún puede constatarse en nuestros días, como sucede en Flandes, al observar la incuantificable lista de clubs ciclistas que perviven y siguen surgiendo hoy día11.

De la rústica orfebrería a las excavadoras mediáticas

El periodista de ciclismo anterior a la época moderna vive con las estrecheces propias de la profesión y de los tiempos (seguimiento mínimo más allá de las salidas y las metas, muy dependiente de las pocas informaciones que llegaban desde los pueblos en ruta), y con los pocos medios que cuenta para hacer su trabajo (la transmisión telefónica de los acontecimientos en el extranjero impedía, en muchas ocasiones, una sintaxis extremadamente cuidada como la actual), dibuja en aquellos años de oro una actualidad de carácter muy humano y cercana en el lenguaje -a veces, incluso, rozando lo chabacano-, hecho que se acentúa con los periodistas españoles en el extranjero, quienes no contaban, obviamente, con las facilidades del progreso que sí llegaba a otros territorios.

Las crónicas de Juan Plans Bosch para El Mundo Deportivo en los años ’60, ’70 y ’80 -en este último período, ya junto a la firma del recientemente retirado Javier de Dalmases- son un ejemplo excepcional de estas ideas. Con sencillez y mordaz contundencia en las palabras, quizás dotadas de un cierto chauvinismo y probablemente cometiendo el error de convertirse en protagonista de su propia noticia, pero con dos elementos que se han perdido en la actualidad: el análisis y crítica profundos sobre cualquier aspecto, ajeno o no a la competición, y ante todo, el sentido heroico, el valor más positivo de una hazaña. La épica del hombre al margen de nacionalismos, de aquel que se atrevía a salir de su miseria por la práctica del deporte y alcanzaba la grandeza, pero sin perder la comunión con sus coetáneos.

Los arriba mencionados son aspectos que, bien combinados con una transmisión de ambiente que tampoco perdura como antaño, engancharon a generaciones de aficionados lectores de prensa en aquellos tiempos, cuando la radio seguía sin alcanzar el boom asociado a José María García en los ’80. Con la llegada de la televisión en directo -hecho que se produce en los ’60 en Francia, pero que no llegará hasta la célebre Vuelta a España de 1983 en el caso español- se mantiene ese modo uniforme, aunque con estilos propios y diferenciados, de contar la realidad en torno al deporte ciclista. Todo ello, con el apoyo de las grandes marcas, que completaba el

10 Suele ser un concepto equivocado para aquellos menos duchos en el ciclismo el hecho de considerar que no pueden salir buenos escaladores de lugares casi totalmente llanos como la región de Holanda (o rodadores de las montañas suizas). La especialización en un terreno concreto para un ciclista se debe, en buena medida, sólo a aspectos fisiológicos. 11 Puede observarse una lista completa en: http://is.gd/a8Tjdo 10 círculo con los medios y mantenía en la cresta de la ola a las competiciones.

Y es que, aunque el dopaje -léase “las trampas”- siempre existió en el pelotón, ni los órganos federativos ni la prensa le prestaban tanta atención como al mismo hecho deportivo, del que sólo era una parte y no tanto un todo que considerar al mismo nivel que la propia disciplina. En una entrevista concedida en pleno Tour 2009, el primer ganador español de la ronda gala, Federico Martín Bahamontes12, bromeaba al respecto: “¿Dopaje? Yo corría a base de carajillos. Yo no me fiaba de nadie. Es más, me preparaba mi propia ‘bomba’. Al margen del bidón de agua, café o té, en una petaca de aluminio, que llevaba en mi bolsillo trasero, me preparaba un mejunje, que era una especie de carajillo: dos cafés, media copa de coñac y un chorrito de ‘Colastier’, un regulador del ritmo cardiaco. Cuando faltaban 50 kilómetros para la meta, yo sacaba mi petaquita y ¡zas! para dentro. Volaba” (López Egea, 2009).

Ni los periodistas daban mucha importancia a estos asuntos ni tampoco lo hacía la Unión Ciclista Internacional (UCI, entonces FICP), quien, ante un caso tan sonado como el positivo por dopaje de en el Tour de 1979, impuso, como ya venía haciendo en otras muchas ocasiones, una simple sanción de tiempo: diez minutos que no le impidieron conservar su segundo lugar en la clasificación general. Eso choca, como introduciremos posteriormente en este análisis, con la situación actual. Harina de otro costal es la consideración entre los métodos de falseamiento de resultados que se utilizaban hace medio siglo y los que se emplean en la actualidad. Dicho de modo simple: mientras las chapuzas se perseguían con medios igualmente rudimentarios, el creciente negocio que la medicina hace del ciclismo13 conlleva una persecución mucho más fuerte, de la que se desprenden incluso intereses económico-políticos.

Acercarse a las páginas de ciclismo de aquellos años ’80, en especial a los grandes triunfos de , es reencontrarse con el estilo y riqueza de información que otros deportes al costado del fútbol disfrutan hoy en día, e incluso, en el caso de su victoria en la Vuelta a España de 1985, asistimos a un chauvinismo muy criticado desde la prensa y corredores extranjeros. Con un ataque en la penúltima etapa camino de las destilerías segovianas DYC en compañía del barcelonés Pepe Recio, Delgado recuperó toda la distancia perdida en tres semanas de carrera sobre el escocés Robert

12 Oficialmente, Alejandro Martín Bahamontes. 13 Y que ha hecho, incluso, que el patrocinador de una de las carreras con mayor proyección en los últimos años, el Tour de California, sea patrocinado por AMGEN, principal productor de EPO en los Estados Unidos (bien es cierto que con fines de lucha contra el cáncer, como ellos mismos defienden en sus campañas publicitarias durante la disputa del evento cada año). 11

Millar14. Publicaciones como El Mundo Deportivo no ocultaban la satisfacción del respetable por una “magistral ofensiva española” (12.05.1985, pág. 36), mientras periodistas del prestigio de Alasdair Fotheringham, inglés residente hoy en España e histórico cronista de revistas como Cycle Sport, denunciaban que “posiblemente, una de las mayores confabulaciones en la historia del ciclismo y el deseo de España por una victoria local arruinaron las opciones de aquel extranjero del pendiente en la oreja15” (Fontecchio, 2011). Nadie parecía correr por su marca comercial; todos lo hacían por aquel corredor segoviano cuyo carisma pasó a inundar todos los medios de masas.

Otro tanto ocurrió durante el Tour de Francia de 1988, el único con el que pudo hacerse Perico tras verse siempre superado por un rival más duro -la muerte de su madre, en 1986; , en 1987; el aún inexplicable retraso en el prólogo de Luxemburgo, en 1989; el peso de la irrupción de Miguel Indurain, en 1990-. Acusado, a pocos días del final, de haber consumido la sustancia diurética Probenecid, contó para su suerte con una tabla de salvación controvertida -el producto no figuraba en la lista de aportes prohibidos de la Federación Internacional de Ciclismo Profesional, aunque sí en la del Comité Olímpico Internacional- y con dos apoyos fundamentales: el de la propia FICP, con un presidente español -el malogrado Luis Puig- a la cabeza, y el de la prensa, que no dudó en calificar, como hizo Dalmases para El Mundo Deportivo, el Tour como “El espectáculo más lamentable del mundo” (23.07.1988, pág. 31), ni tampoco en apoyar, cual contubernio judeo-masónico-marxista, al gran Perico, frente a una jauría de “hienas” (24.07.1988, pág. 39) que “tienen más hambre en julio” y que parecían, al menos “organización y periodistas europeos, empeñados en aguar la fiesta española”.

El estilo y la forma de actuar de la prensa en la actualidad ha cambiado del mismo modo que la sociedad se ha visto modificada con el avance de los tiempos. Sin embargo, bajo la corrección formal, con el respeto en los términos siempre en mente para regir las crónicas de actualidad, la espectacularización de los contenidos por medio del ataque contra el ciclismo es patente. Fernando Llamas, periodista de ciclismo con una dilatada trayectoria, en la que sobresalen sus contribuciones en AS y elmundo.es, cita con acierto que “el primer párrafo de la previa del Giro 2011 de la agencia DPA y el que figuraba en la de la Vuelta del año pasado, el Tour anterior… son idénticos, o al menos la idea que flota es la misma: ‘El ciclismo sigue envuelto en grandes problemas, etcétera, etcétera’”.

14 En 2007, los principales medios generalistas anglosajones y latinos se hicieron eco de una información que atestiguaba el cambio de sexo de Millar, quien habría pasado a llamarse Philippa York. La información, nunca confirmada del todo, fue objeto de no pocas burlas en los foros de Internet. El veterano periodista bilbaíno de elmundo.es Jon Rivas se hacía eco de la noticia: http://is.gd/lmvQ6X 15 Rostro desencajado, pedaleo desgarbado -los codos siempre muy por debajo del tronco- y un eterno pendiente en su oreja derecha, rara avis para los primeros años ’80, eran las características inseparables de Robert Millar en sus años como corredor. 12

Doping

La aparición y extensión del doping -el recurso a sustancias consideradas como ilícitas para estimulación o sedación, aumento de la fuerza y masa muscular, mejora de la capacidad cardíaca o concentración, calma de la fatiga provocada incluso por el entrenamiento- se debe en gran parte a factores externos a la misma esencia del deporte, como el abuso de fármacos que se da en la actualidad -no sólo se usa para combatir enfermedades, sino también como ayuda en estados fisiológicos límite- y la presión que ejerce la sociedad sobre el deportista, al que le exige una superación continua de su rendimiento deportivo. Es por ello que, al contrario de lo que habitualmente se pregona, el dopaje no se utiliza, ni en el ciclismo ni en ningún otro deporte, para permitir superar un obstáculo, sino para hacerlo más rápido, para obtener el triunfo o para conseguirlo con menor esfuerzo.

Tanto el deporte de recreación (amateur) como el competitivo ocupan un lugar destacado en las sociedades modernas. EI profesionalismo, impulsado por las empresas y la televisión, lleva a los deportistas a esfuerzos tremendos y a una superación constante. El atleta, ante una expectativa de mayores beneficios, se sube a esa carrera desenfrenada, y como le resulta difícil mantener ese ritmo con medios naturales, recurre al doping. También hay deportistas aficionados que se dejan seducir por las promesas: cientos de productos que les ayudarán a practicar su deporte con más intensidad o a obtener resultados deportivos que de otra manera no conseguirían, y que buscan desesperadamente por motivos de prestigio social.

Por tanto, podemos decir que el doping es un problema que ha traspasado las fronteras del ámbito estrictamente deportivo para llegar al hombre de la calle. Dos razones son las más convincentes: en primer lugar, el deporte va siendo una actividad más y más popular, tanto en el ámbito de participación como de seguimiento; es lógico que cualquier tema relacionado con él suscite interés y pase de inmediato a ser del dominio público. Por otra parte, el problema del doping no es sino un reflejo de nuestra forma de vida, basada a diario en el medicamento que se utiliza para eliminar el dolor, para evitar la depresión, para aumentar la actividad. Siendo drásticos, se podría llegar a afirmar que el doping es un síntoma del actual problema de la droga en la sociedad.

Tratar de ajustar con precisión los conceptos del doping es muy complejo. La primera definición, con validez y efectividad durante casi veinte años, es la aprobada en 1963 por el Comité de Educación Extraescolar del Consejo de Europa: “El doping es la administración a una persona sana, o la utilización por ella misma, de sustancias extrañas al organismo o de sustancias fisiológicas, en cantidades o por vías anormales, con el único fin de conseguir un aumento artificial del rendimiento de esta persona al participar en una competición”. En 1984, en la Carta Europea contra el 13

Doping en el Deporte, se modificó esta definición para hacerla más clara y amplia: “El doping en el deporte consiste en emplear, infringiendo los reglamentos de las organizaciones deportivas competentes, sustancias que están prohibidas”. Siguiendo esta línea, el Comité Olímpico Internacional basa su definición del doping, adoptada por la mayoría de las federaciones deportivas nacionales e internacionales, en la prohibición de métodos y sustancias incluidas en diversas categorías farmacológicas, convirtiendo con ello a las sustancias descritas, similares y alternativas, en el eje alrededor del cual gira el doping.

Es evidente que el dopaje existe. Así lo demuestran los resultados de los controles analíticos, ya que mediante su realización se ha detectado un número creciente de infracciones en una cada vez más extensa gama de deportes. Ha sido en la actualidad cuando el doping ha adquirido protagonismo, pero su existencia data de siglos. Su práctica se ha asociado, en diferentes épocas y civilizaciones, siempre con la intención de llegar cada vez más lejos y más alto, ser el más fuerte. Podemos coger muchas anécdotas pasadas y todas las referencias legendarias, mitológicas, anecdóticas o incluso históricas se transforman en actos concretos deportivos en el siglo XIX y comienzos del XX, cuando se empezaron a detectar casos de doping, incluso con consecuencias mortales, en diversos deportes. Fútbol, ciclismo, natación, atletismo, boxeo: ninguno escapaba. La rápida expansión de todo el proceso a partir de los años ’60 hace que nadie pueda asegurar que no hay doping en un deporte mientras que en él no se realicen controles. Y también se puede asegurar que cuando en un deporte se comienzan a efectuar controles, la práctica del doping en él tiende a disminuir.

Sobre todas estas ideas se construye el mayor refuerzo de imagen del ciclismo como deporte limpio. Sólo el deporte del pedal puede presumir de ser pionero en aspectos tan revolucionarios como la introducción del Pasaporte Biológico, un mecanismo coordinado por laboratorios acreditados por la UCI, por el que todos los valores hematológicos de un ciclista son rastreados mediante control y estudio continuos, a fin de detectar variaciones significativas que puedan ser consecuencia de alteraciones ilícitas mediante doping. Sin embargo, al mismo tiempo, el ciclismo no ha sido capaz de vender esa imagen de limpieza que en otros deportes se obvia por carente de importancia. La volubilidad de los controles efectuados por la USADA (Agencia Antidoping de los Estados Unidos), así como la existencia de una acreditada barra libre en ligas profesionales como la NBA, no es objeto de denuncia continua como sí lo es la aparición de cualquier caso positivo en un deporte con casi 28.000 controles de todo tipo -sangre y orina, fundamentalmente- entre los años 2009 y 2010 (UCI, 2011).

La victoria, a toda costa

Pero volvemos al punto inicial y seguimos razonando: ¿por qué existe el doping? ¿Qué motivos influyen para que, a pesar de las fuerzas que 14 luchan contra él, exista, si no como una práctica habitual, sí como una interferencia en el deporte? Es probable que la tecnificación exigida en algunos deportes sea tan alta que numerosas jóvenes promesas que quieren tener una oportunidad de representar a su país se vean obligadas a doparse. O tal vez que la intensidad en los entrenamientos o la multiplicación de competiciones, sin fechas intermedias de descanso, recomiende recurrir al doping para mantener el ritmo necesario. Pero quizá el motivo fundamental sea el que todos y cada uno de nosotros queremos destacar entre los demás en la actividad que realizamos. Y precisamente es el deporte de competición el prototipo de actividad en que, inevitable y continuamente, se compara a cada deportista con sus compañeros, exigiendo a cada uno de ellos que llegue a ser el mejor, que supere a aquél que hasta ese momento lo ha sido. Estas aspiraciones, ambiciones o imposiciones, que en numerosas ocasiones son válidas y legítimas, dejan de serlo cuando se quieren obtener por métodos no éticos.

Es posible que sean estas presiones -entre otras- a las que el deportista de competición se encuentra sometido, las que le han obligado a buscar el factor que le permita adquirir ventaja sobre los restantes competidores. Pero ocurre que los deportistas de elite de cualquier especialidad suelen estar tan igualados que la diferencia entre ser o llegar el primero o el segundo se traduce en la actualidad en diferencias entre ganar mucho dinero o ganar poco, entre alcanzar el triunfo o quedar derrotado, entre ser popular o permanecer en el anonimato. En definitiva, ha dejado de ser importante competir porque lo que ha llegado a ser importante es ganar. Y desgraciadamente, para algunos deportistas -como ocurre con los ciclistas, donde la diferencia entre el mejor y el peor pagado puede oscilar entre los cuatro millones de euros al año que ganaba Alberto Contador en Astana (Urraburu, 2010) y las fichas mínimas de 23.000 euros por corredor neoprofesional, muchas veces bajo alfombra, en los conjuntos de segunda categoría- lo importante es ganar, sí, pero incluso mediante cualquier medio y a cualquier precio. Y todo ello, olvidando el derecho de los demás deportistas a competir con igualdad de oportunidades.

Y es que, aunque no lo parezca, todo tiene su contrapartida. Las prácticas dopantes son perjudiciales para la salud del deportista, más allá de contrarias a la ética del deporte. Los verdaderos peligros radican en que el dopaje conduce al organismo a llegar a sobrepasar fatalmente sus límites fisiológicos; lo expone inevitablemente a tener que prolongar el uso de algunos medicamentos, incluso en dosis superiores a las normales, para beneficiarse en su eficacia; ocasiona una progresiva dependencia y un uso al hábito de los productos dopantes, obligando a aumentar sus dosis para mantener unos efectos a menudo ilusorios; e incita a utilizar, intentando eludir la detección de los controles de doping, nuevas sustancias que pueden resultar tóxicas a largo plazo. Además, con frecuencia hay efectos secundarios indeseables ocasionados por el abuso de algunos medicamentos. Si uno de los objetivos de la actividad deportiva es el desarrollo integral de los deportistas en la libertad y en la dignidad, cuando 15 aparece el dopaje ese objetivo desaparece, porque con su práctica se envilece al deportista, se le convierte en un objeto, utilizándole, manipulándole y transformándole en un instrumento con el fin de conseguir otros fines menos altruistas.

El perfeccionamiento de las técnicas de doping ha conducido a los especialistas del deporte a constatar que los controles no logran satisfactoriamente el fin para el cual se realizan. Se sabe que los deportistas que se dopan reciben instrucciones sobre la forma de ingerir sustancias durante su período de entrenamiento, mecánica que se interrumpe en época de competición a fin de conservar los efectos de las sustancias y evitar una detección del uso. Del mismo modo, testimonios como los ofrecidos por Jesús Manzano al diario AS en 2004 permiten asegurar que un resultado positivo obtenido en un control de doping de una competición sólo aparece por descuido, negligencia, inadvertencia o ignorancia.

Sobre este último asunto y al hilo de la falta de celo y la lentitud en la carrera contra las trampas en el deporte, Juan Gutiérrez, director de la sección de Polideportivo de AS y seguidor de la actualidad ciclista desde que entrara en dicho medio hace dos décadas, asegura que “en la prensa tardamos demasiado en denunciar la falta de vigilancia, y cuando denunciamos, fuimos un poco ‘a saco’. A mi me dejaron de hablar muchos periodistas tras ser el responsable de la publicación del “Caso Manzano”, pero al mismo tiempo, esos mismos periodistas han pasado a hablar de lo mismo años después sin reconocer que llevábamos la razón. Periodistas, autoridades, practicantes… todos hacíamos la vista gorda, aquí en España y también alemanes o italianos. Algunos países (Francia) y estamentos (Tour de Francia) se adaptaron mejor a los nuevos tiempos, pero otros no supieron hacerlo”.

El dopaje, ¿centro de todos los problemas?

¿Es la falta de cultura ciclista la que provoca que unos países den mayor importancia mediática al asunto del doping que otros? Por mucha tradición que exista, lo cierto es que el consumo de sustancias y el empleo de métodos tipificados como ilícitos por distintas instancias federativas -la UCI y la Agencia Mundial Antidopaje (AMA/WADA), escoltadas por los distintos entes nacionales, con la RFEC en el caso español- ha dejado de ser una cuestión baladí para todos en, al menos, los últimos trece años. Sin ánimo de realizar una relación pormenorizada de todos los casos de doping sucedidos en el ciclismo profesional desde hace quince años -sitios web como Cyclisme-dopage (v. Bibliografía) ya elaboran un exhaustivo seguimiento sobre el asunto-, debemos señalar muy brevemente algunos de los más sonados.

El “Caso Festina”, que saltó a las portadas durante el Tour de Francia de 1998 tras la detención del masajista de dicho equipo francés, Willy Voet, cuando transportaba hacia la salida de la carrera en la irlandesa Dublín 16 grandes cantidades de EPO, hormona del crecimiento (HGH) y testosterona para sus ciclistas, fue el punto central de la desunión que comenzó a aparecer con fuerza entre el colectivo ciclista, y el momento a partir del cual la sociedad se quitó la venda de los ojos con el empuje de la prensa - quien, no obstante, tuvo una reacción cabal y acorde con los principios profesionales y jurídicos en el inicio de las investigaciones sobre el caso (Nolla, 1998)-.

Más de una veintena de detenciones entre corredores, médicos, auxiliares, directores e, incluso y de forma provisional, el entonces presidente de la UCI Hein Verbruggen -en calidad de posible cómplice de la trama-, en ocasiones con procedimientos desmedidos por parte de la Gendarmería francesa, desataron una protesta que llevó al equipo TVM -uno de los más implicados en la red-, en primera instancia, y después a todos los equipos y corredores españoles, junto a dos conjuntos italianos, a dejar la carrera. Más allá de ser el primer Tour en más de ochenta años sin la rojigualda en los Campos Elíseos, fue el inicio de la caída de interés por parte de medios y patrocinadores -la misma Coca-Cola decidió dejar la carrera cuando explotó el affaire-, el punto de partida para el descubrimiento de tramas organizadas a gran escala de dopaje de equipo -el “Caso Cofidis”, a inicios de 2004, fue el más representativo- y también de las propias confesiones individuales sobre el uso de sustancias y métodos prohibidos.

En los periódicos españoles de aquellos días de julio y agosto del ’98 se aprecia cómo la autoconservación del entorno en el que conviven los propios periodistas pueden llevar a conducir la noticia más allá de los cauces de la buena voluntad de quien no quiere implicarse ni buscar un daño gratuito sobre los implicados. Sin dejar nunca de lado la fría narración de los hechos y alternándola, en muchas ediciones, con los resultados deportivos de cada día (no en vano, MARCA edita cada día, conjunta e inseparablemente con su diario, un pequeño cuadernillo interior dedicado expresamente al Tour), los periodistas acabarán volcándose con la visión general existente hasta el momento: la de que los ciclistas no eran culpables de verse en el centro de la polémica y sólo los demás estamentos les habían conducido a dicha situación.

En realidad, dichas apreciaciones realizadas en caliente podrían considerarse como adecuadas. Y es por esa misma falta de respeto hacia el colectivo por lo que se produce el que es, quizás, el problema más grave del ciclismo, muy por encima del propio doping: la falta de unión entre estamentos. En aquellos días del ’98, y a pesar de que muchos de los corredores decidieron quitarse los dorsales en la neutralizada jornada entre Albertville y Aix-les-Bains, no hubo un verdadero plante, una reacción contundente e incondicional que permitiera al ciclismo seguir la línea de fortaleza que otros deportes habían y han seguido teniendo para con el trato que se da a sus profesionales. Los 96 corredores que alcanzaron los Campos Elíseos -con , quien siguió adelante tras ser instigador de la protesta como maillot amarillo-, sometidos en muchos casos a fuertes 17 presiones, fueron la demostración viva de cuán débil era el eslabón del deportista en la cadena del desprestigio.

Con todo, la prensa siguió poniéndose del lado del ciclismo y de los ciclistas. En los medios escritos no faltarán las referencias a una posible conspiración hacia el ciclismo, dentro -Voet- y fuera -Ministerio de Deportes y Juventud dirigido por Marie-George Buffet, comunista, frente a dirección de carrera de marcado corte conservador- del propio deporte (MARCA, 13/30.07.1998). Los médicos, ahora vistos como una suerte de Lucifer, serán recibidos con honores, como le sucedió a Nicolás Terrados (MARCA, 02.08.1998), galeno de la ONCE, tras ser el último detenido español en ser puesto en libertad.

Es especialmente llamativa la portada de MARCA de 30 de julio. A toda página, un “Ahí te quedas”, seguido de las cuatro partes objeto de crítica: Francia (“por ser tan mala anfitriona”), la Policía Judicial gala (“por vuestro abuso de poder”), el patrón de la carrera Jean-Marie Leblanc (“por hacer política barata con los periodistas”) y la propia Grande Boucle (“Tour; por lo bajo que has caído”). El mismo diario llegará a publicar el 2 de agosto una encuesta popular en la que el 74 por ciento de los españoles aseguraban estar felices por la decisión de los equipos y corredores españoles de abandonar la carrera. Una decisión firme, a favor de sus derechos, pero que luego se volverá en contra cuando los deportistas empiecen a destruir su imagen por el propio doping.

La lista más larga y negra

El “Caso Contador” es sólo el último tirón de orejas que la prensa, en un giro copernicano buscando fines completamente diversos a aquellos que perseguía para con la bicicleta hace quince años, ha dado al ciclismo. Muchos son los procesos abiertos contra las principales figuras internacionales. Un Tour de Francia ya ha caído -el de Floyd Landis, por consumo de testosterona en la 18ª etapa de 2006, yendo a parar a manos de Óscar Pereiro más de un año después de su conclusión-, otro llegó a figurar con un asterisco en la web oficial de la carrera para luego retornar aparentemente con todos los honores -el de 1996, ganado por un Bjarne Riis que reconoció haberse dopado durante toda su carrera y que ahora ejerce como máximo responsable deportivo del Saxo Bank-SunGard de Alberto Contador-, un tercero siempre quedará en duda por la injusticia de quien no lo ganó -Michael Rasmussen fue expulsado en 2007, a cuatro días de la conclusión, únicamente por sospechas nunca confirmadas: las palabras del exciclista italiano y comentarista técnica de la RAI italiana Davide Cassani, quien aseguró haber visto al danés entrenando en junio en Italia cuando aparentemente se encontraba en México- y varios nombres asocian el desastre a las citas más importantes -Jan Ullrich o Ivan Basso, en una Operación Puerto abierta en 2006 justo antes del Tour y para la que aún no hay resolución final; Tyler Hamilton, positivo en los JJOO de Atenas 18

2004, si bien un fallo de procedimiento le hizo mantener el oro16 aun con dos años de sanción; , positivo por transfusión homóloga de sangre tras confundirse de bolsa con su compañero de equipo Andrei Kashechkin-.

Hay casos en que el doping, frente a la condena social del ciclista y a diversas vicisitudes, ve cómo la propia trampa queda ensombrecida. Tres casos, no todos con positivo de por medio, se atienen a estas especificaciones: los de Marco Pantani, José María Chava Jiménez y Frank Vandenbroucke. El italiano de Cesenatico, toda una leyenda del ciclismo por su inconfundible planta sobre la bicicleta17 y por su doblete Giro-Tour en 1998, vio cómo su carrera quedaba destruida, sin remedio y pese a varios retornos posteriores, cuando fue apartado de un Giro de Italia que estaba a sólo 48 horas de ganar en un control de salud en la estación de esquí de Madonna di Campiglio, donde superó el límite de 50% de hematocrito que los médicos atestiguan como incompatible con la competición. La sensación de sentirse solo y perseguido acabó conduciéndole hasta su muerte, rodeado de pastillas, en un hotel de Rimini el día de San Valentin de 2004, sólo podía entenderse como una alegoría de esa tortura colectiva.

En el caso del abulense Jiménez, cuñado del ganador del Tour de Francia 2008 , el problema no fueron las drogas de rendimiento, sino las recreativas. Con la genialidad de quien sólo como él podía deslumbrar en las montañas y ceder tiempo en etapas aparentemente intrascendentes para los candidatos a una victoria final en una gran vuelta, Chava se vio envuelto en una fuerte depresión que acabó condenando su carrera en 2001, sólo un año antes de su muerte. Otro tanto le sucedió al conocido como L’Enfant terrible du cyclisme belge: ganador de la Lieja-Bastoña-Lieja y de dos memorables etapas de la Vuelta a España en 1999, la vida deportiva de Frank Vandenbroucke caminó siempre entre problemas con la policía, la prensa y las propias autoridades antidopaje -tenencia ilícita de EPO y otras sustancias que, supuestamente, estaban destinadas a curar a su perro enfermo-, hasta que, aparentemente recuperado y con ganas de vivir una segunda juventud, murió en un hotel de Senegal en octubre de 2009, sólo unas semanas después de su última aparición pública en los Mundiales de la localidad suiza de Mendrisio.

Entre los españoles, la lista de affaires es tan nutrida como variopinta: desde procesos turbios como el de , condenado a dos años y a

16 El pasado 20 de mayo, diversas agencias como Associated Press informaron de que Hamilton, sancionado nuevamente, había devuelto dicha medalla. Puede encontrarse el texto aquí: http://is.gd/nvDt4G 17 Son míticas las escenas de Il Pirata, con su pañuelo anudado sobre la cabeza, ascendiendo las grandes cumbres agarrado a la parte baja del manillar, gesto técnico de notable incomodidad y dificultad que muy pocos han podido imitar -y ninguno con el mismo éxito-. 19 la pérdida de sus resultados de 2010 tras un juicio cuyos hechos fueron establecidos “de manera inexacta o en violación del derecho” según el Tribunal Federal Suizo; hasta sanciones concedidas más allá de la retirada del corredor -como le ocurrió al ex-campeón del mundo Igor Astarloa hace pocos meses- o casos mucho más flagrantes como los protagonizados por Mikel Astarloza -suspendido con dos años tras un positivo por EPO fuera de competición en junio de 2009, dio pábulo a toda una representación pública para argumentar su razón casi por la fuerza, con puñetazos en la mesa donde ofreció su rueda de prensa exculpatoria-, - cazado en la última contrarreloj de una Vuelta a España 2005 que dominaba con varios minutos de ventaja- u Óscar Sevilla -implicado en la Operación Puerto y posteriormente envuelto en asuntos espinosos en su nueva etapa de vida en Colombia, ya en 2010-.

Pero si hay un caso que ha hecho daño al ciclismo y puesto su imagen literalmente a los pies de los caballos, ése es el del italiano Riccardo Riccò. Responsable indirecto de la portada emitida por MARCA el 18 de julio de 2008, en la que una rueda delantera de bicicleta era pinchada por una jeringuila al grito de “¿Es verdad el ciclismo?”, fue el tercer caso positivo de un Tour de Francia en el que ya habían sido expulsados el jiennense Manuel Triki Beltrán y el bejarano Moisés Dueñas -todos implícitamente asociados a una nueva sustancia, la EPO-CERA o eritropoyetina de tercera generación-. Su historia de vida, siempre convulsa, incluye analíticas peligrosas ya desde edad junior (17-18 años), un certificado médico por el que le son autorizados unos valores de hematocrito en sangre superiores al 50%, tensiones -e incluso cruces de denuncias- con todos los equipos por los que ha pasado y un despropósito que bien podría dar nombre a esta investigación: un ingreso en urgencias del hospital italiano de Pavullo, aquejado de graves problemas renales, tras inyectarse, presuntamente, una bolsa de sangre mal conservada en el invierno de 2011, lo cual, de demostrarse, hubiese sido motivo de sanción perpetua por reincidencia.

En los días en los que se cerraba esta investigación, Riccò, expulsado por el Vacansoleil neerlandés, volvía a encontrar equipo: el Meridiana-Kamen croata, de la tercera división. Otros, como el gallego Ezequiel Mosquera, puesto en la picota por una analítica adversa en la Vuelta a España de 2010, a causa de un enmascarador aparentemente nunca usado con fines dopantes18, siguen esperando para correr después de media temporada entre las sombras y con su segundo puesto en la gran ronda española aún tra virgolette.19 Otro tanto ocurre con Rasmussen: sometido a los vetos de la UCI y a sus presiones sobre los grandes organizadores y patrones de equipos para no admitirle en el negocio, sobrevive, tras varios años proscrito, en un

18 En concreto, la sustancia hidroxietil almidón, la misma por la que el propio Óscar Sevilla dio positivo en agosto de 2010. 19 En italiano, “entre comillas”: Expresión utilizada para situaciones de todo tipo, pero que en ciclismo, por vivir muchas veces el colectivo ante un circo mediático, adquiere su máxima expresión. 20 equipo de creación propia, el Christina Watches continental, con el apoyo de la diseñadora danesa de relojes Christina Hembo, que aspira, en sus propias palabras, a formar parte de la lista de equipos del Tour de Francia en el año 2016 (DPA, 2010).

La lucha entre facciones: un mal aún más grave

Con todo ello, las últimas pedradas al carromato del pedal las constituyen hechos estrictamente al margen del dopaje. El más controvertido de los mismos es la retirada del conocido como pinganillo, mecanismo de radio-comunicación entre el director y los corredores que comenzó a utilizarse en los primeros años de la década de los ’90. El levantamiento de buena parte de los equipos ha sido otro atisbo de agrupamiento, sin rumbo ni éxito comparado con lo que podría suponer una unión real. En la negativa de buena parte de los corredores y de una abrumadora mayoría de los equipos, representados por sus directores deportivos, se esconden ciertas presiones de los responsables deportivos de las escuadras hacia los propios ciclistas, así como las de los propios sponsors, que temen perder con la falta de control de las carreras desde el coche de equipo una parte de su propia cuota de éxito, al dejarlo en manos de cierta improvisación y del talento estratégico de los corredores.

Pero por encima de todo ello queda una discusión mucho más importante: la de la seguridad que se perdería y difícilmente se garantizaría en caso de eliminación total de las radios, en contraste con la pérdida de espectáculo por la que los aficionados protestan casi en pleno, convertido el ciclismo -al menos, en lo que respecta a las vueltas de tres semanas- en un deporte demasiado atado al control de las grandes escuadras, sin la espectacularidad de otros tiempos. Con esta lucha -la de directores, grandes patrocinadores e incluso corredores contra los propios aficionados- se crea una brecha socioeconómica -social en cuanto a las discriminaciones, económica en cuanto a la diferencia entre grandes y pequeños- que sólo ha traído mayores perjuicios y ha hecho, sobre todo, perder al colectivo ciclista mucho del aprecio de algunos aficionados muy fieles.

Perjuicios. Para ser más precisos, los sufridos por una carrera humilde. El Trofeo Palma de Mallorca perdió su categoría UCI en febrero de este año, después de que el máximo órgano federativo mundial -representado por los jueces encargados de arbitrar dicha cita- se negase a homologar los resultados de dicha prueba al decidir unilateralmente equipos y corredores la utilización de los pinganillos en una prueba cuyo grado no lo permitía20. Nada sobre este plante se ha escuchado en las carreras pertenecientes a ASO y RCS, responsables del Tour de Francia y el Giro de Italia, cuyo poder

20 En 2011, sólo las pruebas pertenecientes al calendario UCI WorldTour (las tres grandes vueltas, los eventos de una semana y clásicas de un día más importantes) deben permitir el uso de pinganillos en sus carreras. Las categorías HC (Hors Categorie), 1 y 2 tienen ese uso totalmente restringido. 21 sobre una gran parte del máximo calendario amedrenta a las escuadras, por verse indefensas y sin terreno donde batirse el cobre en caso de una afrenta hacia tales grupos. Sobre la cuestión de los pinganillos, el autor de este trabajo se ha pronunciado ya ampliamente en otros lugares (Sánchez, 2011).

Otro hecho significativo, sucedido al cierre de esta investigación, es la prohibición de la Federazione Ciclistica Italiana (FCI) a sus corredores con licencia sancionados en el pasado para que puedan participar en los eventos de la llamada Settimana Tricolore, que incluye los campeonatos nacionales de ruta en todas las categorías. La medida tiene especial trascendencia, pues impide a cualquier corredor cuya sanción ya haya concluido tomar parte en un objetivo fundamental de la temporada -entre los afectados figuran dos ganadores del Giro de Italia: Danilo Di Luca (operación Oil for Drugs) e Ivan Basso (Operación Puerto, posterior confesión)-. Tal medida de la FCI, como sucede con el caso de los vetos que determinadas carreras como el Tour o el Giro ejercen de manera informal y sibilina con ciertos equipos21, o cualquier otra medida unilateral como la prohibición de las jeringuillas como método de recuperación por parte de la UCI en mayo de 2011, constituye una de las actitudes menos denunciadas pero que más daño están haciendo al ciclismo desde dentro: la lucha entre estamentos, aún más perjudicial que el daño exterior que supone el dopaje.

Y es una situación que, según Juan Gutiérrez, “no es una cosa de ahora: lleva toda la vida. Santiago Revuelta, patrón del equipo Teka en los años ’80, también se las montaba ‘gordas’ a Enrique Franco, director de la Vuelta a España, porque los equipos siempre querían una parte de la tarta económica. Existe una clara pelea por cuotas de poder. En este momento, los equipos aspiran a montar una liga paralela porque las grandes vueltas no quieren soltar el control de los medios, y como el ciclismo no sabe solucionar los problemas de manera interna, todo queda a la luz”.

En la mente del periodista de ciclismo

Dice Gerard Vroomen, artífice y propietario de la marca de bicicletas Cervélo -ganadora, entre otras muchas carreras, del Tour de Francia 2008 con el CSC-Saxo Bank de Carlos Sastre-, que “los medios han mostrado cero actitud crítica hacia las dudas del ciclismo (…) ¿Cuándo ha sido la última vez que el periodismo ciclista investigador y de calidad ha desenterrado algo de verdad? Hay muy pocos periodistas en ciclismo, la mayoría [de los que trabajan en ello] son meros informadores” (Vroomen, 2011). Pese a que no

21 Es muy recordada la exclusión del conjunto Astana, en el que figuraba por aquel entonces Alberto Contador, del Tour de Francia de 2008. Ocurrida durante las fechas en que se disputaba la Challenge de Mallorca -segunda semana del mes de febrero-, ocasionó un arrebato de furia del propio corredor, quien llegó a saltar del pelotón en plena etapa al conocer la noticia de su no invitación. En aquel año, Contador cambió su calendario, con sorprendentes resultados; victorias finales en el Giro y en la Vuelta, con las que completó la conocida como Triple Corona de las grandes vueltas, que sólo poseen otros cuatro hombres en la historia: Bernard Hinault, , Felice Gimondi y Jacques Anquetil. 22 sea profesional del negocio que critica22 y que sus duras palabras fuesen matizadas días después en una entrada del mismo blog personal, lo cierto es que existe la impresión de que sólo el periodismo generalista, el que no sigue la actualidad durante los doce meses del año, es el que tiene que sacar a relucir los trapos sucios en la bici, mientras que el plenamente especializado, el que trabaja por y para el ciclismo en ocasiones no suficientemente remunerado, está obligado, por sus propias condiciones laborales y por el ajetreo del mundillo, a cubrir la realidad de manera notarial, sin tiempo para la reflexión ni elementos ni recursos para el análisis, la investigación y el trabajo en historias de fondo que sí se ven en otros deportes.

David García, pionero en la comunicación ciclista en nuevas tecnologías y uno de los hombres que mejor ha sabido gestionar las relaciones de la prensa con equipos ciclistas en los últimos tiempos -así lo atestigua su ascendente trayectoria en Kaiku (2005-06), Saunier Duval / Fuji / Footon (2007-2010) y Movistar Team (2011)-, no está de acuerdo con ese aspecto pero deja una reflexión de fondo muy interesante. “No creo que el del ciclismo sea diferente al tratamiento de un buen número de deportes. Si acaso, quizá sufre el constante bombardeo de noticias generadas por los propios estamentos que rigen el ciclismo (cambio de leyes, de ligas y circuitos, de normas respecto a bicicletas, pinganillos…) que, sumados a las noticias relacionadas al dopaje, pueden dar externamente la sensación de estar ante un deporte caótico en el que ni sus propios protagonistas saben hacia dónde dirigirse. Los grandes reportajes, las historias humanas siguen existiendo en los medios y continuarán presentes. El problema es en qué cantidad. Indudablemente, mucho menor del potencial que presenta este deporte y sus protagonistas, especialmente en un sector que repetidamente lo ha desaprovechado, como es la televisión. Pero eso creo que es más problema del periodista en sí que del ciclismo”.

“Las historias interesantes en el ciclismo -prosigue García- son casi infinitas; el problema es que contarlas supone más trabajo y, seguramente en muchos casos, una dura batalla con sus superiores para conseguir más espacio u otro enfoque en sus publicaciones. Ahí radica una de las grandes diferencias que separan a los grandes de los buenos periodistas. En los medios generalistas es más comprensible el predominio de noticias sobre doping, tragedias o triunfos españoles, pero como en todo hay diferentes versiones. Desde la más “lógica” hasta la más detestable periodísticamente hablando, que sólo se ocupa del ciclismo (literalmente) cuando se produce un escándalo de cualquier tipo”.

22 Uno de los argumentos que utilizan los profesionales del ciclismo -sobre todo los retirados- para restar razón a los aficionados es decir que jamás han competido sobre una bicicleta, un argumento de autoridad falaz sobre un colectivo -el respetable- que genera los beneficios de los que se surte el deportista en su sueldo. En un gesto de corrección, obviaremos este argumento durante la investigación. 23

Ser periodista de ciclismo no exige una especialización muy profunda, más allá de la memorización de datos sobre corredores, pruebas ciclistas o equipos, así como ciertos conocimientos de geografía -la bicicleta es inseparable de la naturaleza y los paisajes, cruza regiones sin aduana y une puntos políticamente irreconciliables- y nada que el acervo cultural general de cada uno no pueda poseer. La mecánica del deporte es muy sencilla: mientras los periodistas siguen -al menos, en el caso de las grandes vueltas- la carrera desde la distancia de las metas, a las que llegan tras hacer traslados en rutas alternativas procedentes de la salida de cada jornada - habitualmente, el punto donde toda la caravana ciclista puede encontrarse y compartir experiencias y comentarios sin distinción de entidades-, la competición se desarrolla con un guión marcado por la orografía.

Una fuga con hombres no peligrosos en la general ganará terreno en las etapas llanas sólo hasta el punto en que los equipos de los sprinters decidan recortar diferencias y buscar la llegada en grupo; el pelotón se irá desgajando en busca de los sufridores en cabeza cuando se pasan los grandes cols alpinos y pirenaicos; quizás pueda haber alguna emboscada, pero cada vez son más raras en un ciclismo donde todo está prediseñado. Sólo la profesionalidad y buen dominio del oficio, como en todas las especialidades del periodismo, así como las habilidades sociales, esenciales para introducirse en un deporte donde sus protagonistas han optado por la introspección tras lo que entienden como graves atropellos sufridos en los últimos quince años, marcan la diferencia para distinguir a los grandes de los buenos, como apuntaba García.

El panorama periodístico español en torno al ciclismo es relativamente pequeño. Se trata de una profesión raramente bien pagada -ni siquiera profesionales de medios impresos del máximo nivel pueden vivir holgadamente del trabajo que desempeñan-, donde buena parte de los practicantes son pluriempleados: los freelance, así como periodistas que poseen su propia empresa o medio al tiempo que escriben en lugares con vocación de gran público, son legión en el sector. Sólo tres revistas impresas persisten en el mercado: Ciclismo a Fondo, la más veterana con un cuarto de siglo largo de andadura tras su fusión con la célebre Bicisport; PDL Pro, con un equipo de redacción cambiante, un estilo mucho menos rabiosamente actual y más analítico, así como dotado de firmas destacadas incorporadas desde todas partes del sector ciclista; y Ciclismo en Ruta, con una presencia mucho más reducida en el mercado.

Biciciclismo, referente absoluto en la comunicación en formato web, abandonó aparentemente su publicación en papel tras el último número de 2010 en pos de una decidida apuesta de éxito por su plataforma online, y más allá de su presencia, sólo Ciclismoafondo.es, con un estilo de actualizaciones mucho más personal, y EsCiclismo.com, surtida casi en su totalidad a través de noticias no originales -aunque sí revisadas-, concentran casi todo el mercado. META2MIL, el autodefinido como “Periódico de Ciclismo”, ofrece desde hace veinte años, tanto en puntos de venta 24 tradicionales como por suscripción, la única opción con frecuencia semanal de nuestro país.

A pesar de que una de las pretensiones del célebre director de la ONCE, Manolo Saiz23, al erigirse en ideólogo del UCI ProTour 24seguramente era la de concentrar todos los derechos de televisión de las pruebas más importantes del calendario, a fin de construir un modelo de televisión únicamente dedicada al ciclismo, a la hora de la verdad sólo una propuesta se ha acercado al sueño del director de Torrelavega: la web Cycling.TV, que durante los últimos seis años ha ofrecido paquetes de programación con emisiones en directo de las principales carreras, así como reportajes, entrevistas y contenidos de todo tipo. En el último bienio, la falta de rentabilidad de su modelo de gestión acabó sustituyendo las imágenes por narraciones en audio, hasta que la falta de contratos con las principales distribuidoras televisivas condenó al portal a su reconversión en un intento de YouTube ciclista.

¿Un deporte cerrado?

Podría ser que los periodistas especializados hayan contribuido a vender el Papa a los papistas, rayando en un esnobismo que les aleja completamente de la realidad; podría igualmente ser que aquellos que trabajan en el mainstream25 se hayan visto bajo la presión de las líneas editoriales; o también que el deporte ha sido demasiado cerrado en sí mismo, mientras aireaba sus aspectos más oscuros con total desinhibición. Pero, en definitiva, todos tienen la misma pregunta fundamental encima, la misma pelota sobre su tejado: ¿cuál o de quién es la culpa principal para que el ciclismo haya perdido en España la visión heroica que recibía de los aficionados en los últimos quince años y haya pasado a convertirse en un deporte de drogadictos, de proscritos, de tramposos, de indecentes?

Tres opiniones encabezan al resto: la de la responsabilidad conjunta, la del cúmulo de circunstancias y la de la UCI como máxima responsable y, por ende, máxima culpable. A la segunda de estas expresiones se refería Xabier Artetxe, licenciado y profesor del IVEF (Instituto Vasco de Educación Física) en Vitoria, responsable deportivo durante once años del prestigioso equipo amateur Seguros Bilbao y debutante este año al volante en profesionales con el conjunto Caja Rural, equipo de la segunda división que ha saltado a la

23 La Operación Puerto de 2006 le cogió en pleno centro de la polémica, proceso tras el cual aún no ha conseguido remontar el vuelo y retomar la boyante posición que ocupaba como uno de los máximos responsables de la marcha del ciclismo en los últimos quince años. En la actualidad, busca apoyos económicos dentro y fuera de España para empezar a construir en 2012 un proyecto que se asemeje a lo conseguido con la ONCE. 24 Modelo de “división de elite” implantado en el ciclismo profesional a partir de 2005 con un sistema de licencias a los veinte equipos -supuestamente- más potentes del concierto internacional. En la actualidad, con 18 escuadras y un sistema de ascensos y descensos por méritos deportivos, administrativos, éticos y económicos, se denomina UCI WorldTour. 25 En inglés, el “flujo principal”. En definitiva, medios de masas. 25 palestra recientemente por su no invitación a la próxima Vuelta a España. “Yo pienso que no hay un culpable único -afirma Artetxe-. Los directores no supimos reciclarnos y darle un enfoque moderno al deporte cuando había dinero; por otro lado, no se ha sabido trabajar en temas deportivos; además, los ciclistas, con todo el asunto del dopaje, retrotrayendo a la gente sobre el mismo problema de manera recurrente, no han ayudado; y encima, la crisis global tampoco facilita la creación de equipos. El ciclismo, al menos el europeo, no se ha sabido profesionalizar: hemos vivido de las rentas, sin aprovechar el “boom Indurain”, dejando que saliese la calidad de la cantidad cuando teníamos muchos chavales haciendo ciclismo. Seguimos estando al frente del ránking por naciones, pero en otros países hay estructuras mucho más profesionales. Hemos descuidado la base, la formación”.

“No veo un culpable claro ni único del asunto -señala David García-. En primer lugar, son los corredores y, con ellos, los equipos, porque sin sustancias prohibidas no habría positivos ni, por ende, escándalos. Los periodistas de ciclismo, en su mayoría, tratan con más benevolencia que dureza los casos que hay. Quizás desde dentro del mundillo se ve con excesivo recelo el gran número de noticias relacionadas con el doping en el ciclismo, pero hay que ser conscientes de lo que supone un caso de positivo en un deporte. Para un lector/espectador no iniciado en el tema o que lo vea desde fuera, que un deportista tome sustancias prohibidas es un hecho, en sí mismo, altamente noticiable. No sé si al nivel de un suceso puramente deportivo (victorias, carreras…) pero sí un argumento informativo muy destacado. Uno de los grandes culpables de la situación es la UCI y con ella, todos los estamentos con los que está enfrentada. En muchos aspectos, la UCI se ha puesto la soga sobre su propio deporte, con medidas incoherentes, reglas inexplicables, casos de dopaje inacabables… que no hacen sino prolongar en el tiempo la sensación externa de ciclismo ‘sucio’”.

“Para bien o para mal -expone Román-Mendoza-, se ha vinculado en el entorno geopolítico en el que vivimos tanto ‘deporte’ con ‘salud’ y con ‘juego limpio’ que cualquier práctica deportiva irregular es cuestionada. El ciclismo tiene un historial de dopaje que es imposible borrar, pero también es el primer deporte que ha luchado contra esta lacra de una forma decisiva, a veces incluso irreflexiva y sobre todo muy mal vendida. Los ciclistas dicen sí a pies juntillas –por ignorancia o por miedo al que dirán si se niegan- a actuaciones que en otros deportes se cuestionan, tanto por los propios protagonistas como por el entorno mediático –casos de tenis, fútbol-. Esta lucha contra el dopaje también es mal vendida por la UCI, la única federación que tira piedras contra su propio tejado, incidiendo más en inmolar a los culpables –al precio que sea- que en difundir su propia lucha, por lo hablar de las ventajas de su deporte.

Hay trapos sucios que se deben lavar en casa, sin que ello suponga, por mi parte, que apoyo una política de ocultación. Obviamente el ciclista que se dopa es culpable, pero el concepto de culpabilidad está mal delimitado, ya 26 que debería acabar en el momento en que cumple la sanción, no ser culpable de por vida. Y ya estamos viendo ahora lo que significa ser ‘sospechoso’. Obviamente el sistema (la UCI, los equipos y los organizadores) es responsable de esta injusticia, todo por querer tener las sábanas más blancas que nadie. Una hipocresía que no conduce a nada”.

El ciclista malagueño Luis Ángel Maté, respetado profesional con cuatro campañas a sus espaldas a los 27 años, implicado en comisiones de corredores como las que gestiona la RFEC y experimentado atleta por conjuntos españoles (Andalucía-CajaSur), italianos (Androni Giocattoli) y franceses (Cofidis, donde milita actualmente), hace hincapié en la parte más dolorosa del problema: la falta de diálogo. “Cuando se da un cambio tan brusco en el ciclismo -hemos pasado de ser el segundo deporte nacional a ser un deporte de marginados- en tan poco tiempo, todos tenemos que reflexionar, tanto corredores como organizadores y, sobre todo, la mayor institución de este deporte, la UCI. El principal problema es que ninguno de estos estamentos se ha preguntando nunca ese porqué, y cuando un enfermo no reconoce su enfermedad, nunca se curará. Para la UCI todo es maravilloso y funciona fenomenal, y, al menos aquí en España, ya nada es así”.

Maté da forma a la idea sobre la responsabilidad de los periodistas que ellos mismos se encargarán de reafirmar posteriormente: “Realmente, yo no creo que los medios sean causantes de criminalizar el ciclismo ni de esta situación. Simplemente, el medio aprovecha la situación para venderse. Lo más reciente en este sentido es la lista publicada por L’Équipe26: a ellos les llega la información y no es problema suyo publicar esa información si creen que es adecuada, pues tienen que vender periódicos”. En ello coincide Llamas: “Los periodistas, si tienen algo de culpa, es muy colateral, porque lo que tiene que hacer el periodista es contar lo que ve, lo que pasa y lo que sucede. Quizás, en los tiempos gloriosos del ciclismo se hacía la ‘vista gorda’ con ciertos asuntos; si te llegaban denuncias de dopaje por algunas fuentes, era muy difícil contrastarlas, y te exponías a un careo en el que no ibas a salir bien parado”.

“Bien es cierto -continúa Llamas- que el periodismo no es perfecto en ningún campo; ni en la política, ni en el fútbol ni en el ciclismo. Hay cosas a las que se da más importancia que a otras, y en ese sentido ha habido un cambio de óptica absoluto en el ciclismo. Para los medios generalistas, es

26 Durante la disputa del Giro de Italia 2011, el diario francés L’Équipe, propiedad de la empresa ASO que gestiona el Tour de Francia, desveló una lista elaborada por la Unión Ciclista Internacional a fines internos y de investigación, por la que se calificaba a los 198 participantes en el Tour 2010 sobre un baremo de 0 a 10, en función de las sospechas de dopaje que de dichos corredores se pudieran tener en base a las muestras de su Pasaporte Biológico. Algunos corredores, como el ya retirado Iban Mayoz (Footon-Servetto), depositaron ante instancias judiciales denuncias en las que reclamaban la restitución de su honor y propia imagen. 27 mucho más interesante el tema de Mantova27 que el hecho de que gane Vicioso o Ventoso. La idea de El Mundo o El País es que no va a vender más por un triunfo en sus páginas, pero sí lo hará por un positivo. Por ello, en ese sentido, los periodistas no somos justos. Desde un punto de vista deontológico, el asunto de la lista de L’Équipe puede ser discutible, pero eso no quiere decir que no tenga su interés”.

Si en algo coinciden ambos en apuntar como fuente primera del embrollo, ese ‘algo’ es el máximo organismo internacional: la UCI. “Es el principal causante del problema -recalca Maté-. Nosotros, los que estamos dentro del mundillo, también creamos ese ‘caldo de cultivo’ para que el periodista se aproveche. Posiblemente estemos ante un debate sobre si es ético publicar ese tipo de cosas. Los periodistas que siguen habitualmente el ciclismo aportan cosas muy válidas, son gente preparada, inteligente; sin embargo, otros se aprovechan de la ‘carnaza’”. Para Llamas, “el origen del gran problema han sido los equipos de ciclismo y la federación [UCI]. En toda esta situación debemos ser conscientes de que un ciclista no se ha dopado por ‘ciencia infusa’: ha recibido la influencia de su representante o mánager, del médico de equipo o de su director deportivo. Sobre todo, la de este último: a fin de cuentas, los patrocinios son muy complicados de conseguir y es necesario para los dirigentes ‘vender’ el producto”.

Agresores y agredidos

Tanto Maté como el vitoriano Javier Ruiz de Larrinaga -destacado amateur, profesional en carretera con Kaiku (2005-2006) y el gran dominador del ciclocross español en los últimos tres años, en los que se ha adjudicado el Campeonato nacional y la Copa de España- se sienten, en cualquier caso, molestos por la situación a la que les ha enfrentado la prensa para con la sociedad. “Hemos llegado a un punto -sostiene Larrinaga- en que quien consigue algo en el ciclismo ya es sospechoso por defecto. Has ganado algo, es cierto, pero tienes sobre tí la sombra de que has dado positivo con anterioridad, de que tu nombre estuvo en una lista en el pasado… Hay mucho más detrás de un ciclista que positivos, medicina o demás problemas. Yo entreno muchas veces con Iñaki Isasi [profesional con Euskaltel-Euskadi] y sé lo controlados que van los ciclistas del más alto nivel. Hay que darse cuenta del trabajo que hace un ciclista día a día. Hay varios deportes que son muy sacrificados, pero en el ciclismo sabemos todos especialmente todo lo que hay que cuidarse. Lo que no puede ser es que vivamos en una sospecha continua: o das positivo y eres culpable, o no das

27 Pocos días antes del inicio del Giro de Italia, el Tribunal de justicia de Mantova reavivó una investigación en torno a una red de dopaje a la que pertenecerían 33 miembros del equipo Lampre en la temporada 2008. Tales pesquisas motivaron un vuelco en la lista de inscritos de la ronda italiana, con corredores como Mauro da Dalto (Liquigas), Marzio Bruseghin (Movistar Team), Marco Santambrogio o Alessandro Ballan (BMC), así como todo el Lampre-ISD alterando su participación a fin de no manchar la disputa de la prueba. A la conclusión de la prueba y justo antes del cierre de esta investigación, ninguna medida fue más allá. 28 positivo y debes ser considerado inocente. Casos como la Operación Puerto han sucedido en otros deportes, pero, no sé por qué, no se les ha dado la misma importancia. El ciclista ha sufrido una invasión de su intimidad, de su círculo personal, y es eso contra lo que hay que luchar”.

“El ciclismo es un deporte precioso -considera Maté-. Un deporte del que se puede ‘vivir’, periodísticamente hablando, todo el año y no precisamente sólo de tragedias; que puede tener seguimiento desde el Tour Down Under o el Tour de San Luis en Argentina en enero hasta el Giro de Lombardia en octubre, siguiendo los entrenamientos y pruebas de las grandes figuras… En definitiva, si sólo salimos en los medios puntualmente, desgraciadamente será por culpa de todos los sectores del ciclismo. Es necesario un examen de conciencia”. El cual pasa, según el malagueño, por una mejora de los aspectos comunicativos del atleta. “Hay pocos profesionales del ciclismo que tengan presencia en redes sociales o que le den importancia a la comunicación de su trabajo. El profesional debe de abrirse un poco y estar en contacto más directo con periodistas y medios. Que un tío como Óscar Freire,28 con lo que es para este deporte, no se haya vendido nunca, es muy negativo. Está claro que como ciclista es el número 1, pero como vendedor de su propio producto es nulo”.

Para Román-Mendoza, como afirmaba en un epígrafe anterior García, no es verdaderamente creíble “esa historia de que son los espectadores los que deciden y que si quieren carnaza, hay que dársela. El reto de los medios y de los periodistas –sobre todo los profesionales, que los medios no son sino empresas que buscan maximizar beneficios- es dar historias de calidad. Pero claro, cuanto más barato, mejor. Por ello se vende el escándalo del dopaje, y no una investigación en toda regla; o la tragedia de la muerte de [Wouter] Weylandt y no la historia humana que hay detrás de él. Y, por supuesto, la victoria de [Fran] Ventoso29 no es de la clase del ciclista cántabro y del trabajo de su equipo, ¡¡sino de que los españoles somos la hos… y viva la madre que nos parió!! Lamentable, cuando con un poco de apoyo de los medios y un ligero cambio de filosofía ética, se podría dar la vuelta a estas informaciones”.

Sin embargo, y aun concediendo a los autores que el trato dispensado hacia el ciclismo puede haberles granjeado su aversión, Juan Gutiérrez defiende el derecho a informar de los periodistas en ciclismo. “Hay directores que se acercan y me dicen: ‘cuanto menos se hable de doping, mejor’. Pero en algún momento hay que hablar y en algún momento tiene que explotar esto. Es necesaria una crisis, y cuando se montan, tiene que ser para mejorar. Hay

28 Ganador, entre otros muchos méritos, de tres Campeonatos del Mundo de fondo en carretera y otras tantas Milán-San Remo, esta última considerada históricamente como el Mundial de Primavera. 29 El triunfo del sprinter Fran Ventoso (Movistar Team) en la meta de la sexta etapa en Fiuggi fue la segunda de las siete victorias españolas en el reciente Giro de Italia -entre ellas, la clasificación general a cargo de Alberto Contador). 29 personas, como con la Operación Puerto, que salen mal paradas de ello siendo inocentes, pero es necesario un cambio. Hasta que saltó el ‘caso Manzano’, no nos podíamos imaginar las barbaridades que podían llegar a hacer los corredores, algo que quedó demostrado como real. Lo mismo sucedió cuando conocimos el listado de clientes de Eufemiano Fuentes”.

“En definitiva -resume Gutiérrez-, yo no vivo del ciclismo, vivo del periodismo. Dicen que lo que hacemos es una ‘traición hacia el ciclismo’. Y es difícil informar de ciertas cosas. Al fin y al cabo, la gente del ciclismo -no sé si incluirme ya- es una familia”. Entre las presuntas traiciones de las que habla, aunque en una escala más reducida, podría situarse el perfil que hizo Pablo de la Calle, enviado especial de El Mundo en los primeros días del Giro de Italia, sobre Fran Ventoso el pasado 13 de mayo. En el subtítulo de dicha noticia, sin aparente conexión con el resto de la pieza, se destacaba que “en 2008 dio positivo por un diurético”. La ira en el entorno del corredor es paradigmática del sentimiento de otros muchos corredores al ser, aparentemente, juzgados públicamente una y otra vez después de cometer un delito. Llamas, compañero de De la Calle que viajaba hacia Italia apenas unas horas después de ser entrevistado, piensa que “hay que dar un perfil del personaje de quien estás hablando: en tu vida influyen los errores que hayas cometido. El problema es que nosotros mismos le demos tanta importancia a eso desde dentro. No es descalificativo para Ventoso: es un dato más; uno tiene altas y bajas en su existencia. Aun así, es posible que incluirlo en un ‘sumario’ sí sea excesivo”.

Ya se ha hablado anteriormente del “Caso Manzano”, el mismo que puso a Juan Gutiérrez ante una oportunidad de informar y un riesgo de exclusión. Llamas analiza desde la distancia y el exterior cómo los medios especializados dependen de la noticia y de los que las controlan: “Si analizas la trayectoria del AS, hay un giro copernicano, un antes y un después desde que se destapa el “Caso Manzano”. Antes se decía: ‘el dopaje en el ciclismo es un problema, pero bueno, hay otros asuntos de los que hablar’. Sin embargo, hay más agresividad desde ese momento preciso. MARCA, por ejemplo, es más contemplativo en ese sentido. Del mismo modo, al tiempo que empujan los medios, influyen los individuos que los dirigen. A MARCA llegó Eduardo Inda y, por una ‘chuminada’, un positivo menor sumado a otros previos, ya colocó esa enorme jeringuilla pinchando una rueda de bicicleta en portada. Aun así, no creo que haya un consejo de periodistas para criminalizar más el ciclismo. Unos hablan más de deporte y otros más de dopaje, nada más”.

¿Puede el ciclismo ponerse el traje de periodista y ponerles las cosas más fáciles a los periodistas para cambiar esa visión? En las soluciones que sirven como conclusión para esta investigación se explican a fondo los pareceres de los entrevistados, pero si hay una forma peculiar, es la de utilizar el márketing para convertir lo negativo en positivo. Esa es la postura de Joxean Fernández Matxin, histórico director deportivo del equipo Saunier Duval y ahora Sport Manager del conjunto Geox-TMC, donde da 30 continuidad a una trayectoria en profesionales iniciada hace ya una década en el legendario Mapei GS3, vivero de algunas de las mayores estrellas del pelotón actual. “Lo que entiendo y veo a mi alrededor es que el periodista que lleva dedicándose toda la vida al ciclismo sabe qué decir y cómo moverse, pero un jefe de deportes, cuando entra en el ciclismo sin ser un apasionado, busca el titular, la repercusión. Un caso de doping, una muerte… desde el 1º hasta el 10º, sin ir a las carreras, sabemos todos que habrá alguien, se llame como sea. Lo malo que tiene el ciclismo es que cuando haces algo grande, eres muy grande, y si es algo malo, eres muy malo. Por ello, lo que yo intento siempre es buscar cosas dentro de mi equipo y transmitir publicidad a los periodistas. Yo trabajo para tres personas: para mis corredores, para mi patrocinador y para la prensa. Trato de darles una historia: aspectos fuera de la actualidad, para que tengan un contenido que atraiga a la gente. Decir cosas como que Fabio Felline es el nuevo Paolo Bettini30 es parte de esa estrategia”.

“¡Nos atacan los ingleses!”

Bien podría ser el grito que emitiesen los franceses durante la Guerra de los Cien Años. En realidad, es la sensación que queda en el mundo del ciclismo tras asistir a otro boom, el del siete veces ganador del Tour de Francia Lance Armstrong, que puso en el mapa definitivamente a toda una generación de equipos y corredores de habla inglesa, junto a los que llegó su propia prensa especializada. En relativamente poco tiempo, doce años después del primer triunfo de L.A. en los Campos Elíseos de París, la prensa británica, australiana y norteamericana se ha hecho con buena parte del control editorial, las visitas a los sitios web y las firmas e iniciativas más prestigiosas, mientras tres equipos del país de las barras y estrellas dominan la clasificación CQ Ranking31 de 2011.

Eso no evita, como señala Román-Mendoza, que “en Estados Unidos se criminalice a Armstrong, en base a sospechas, pero nadie se cuestione el sistema NBA, el espectáculo deportivo 100%, lo cual me resulta bastante chocante”. La entrada del periodismo anglosajón a gran escala en el ciclismo ha aportado una enorme variedad de géneros con los que no se contaba en el latino y tradicional: más allá de la clásica crónica, del reportaje o entrevista de cinco o seis páginas en una revista especialista, se

30 El turinés Fabio Felline (1990) fue uno de los mejores debutantes en profesionales de la temporada 2010, con dos victorias de etapa y la clasificación general del francés Circuit de Lorraine. Por su gran punta de velocidad, resistencia en las subidas y gran inteligencia en carrera, las comparaciones con el mítico Paolo Bettini, dos veces campeón del mundo en ruta, honran al joven de 21 años. 31 En concreto, los conjuntos HTC-Highroad, Garmin-Cervélo y RadioShack. El CQ Ranking es una clasificación creada por un grupo de entusiastas belgas y neerlandeses del ciclismo en 2007 la cual, basándose en el extinto ránking UCI (hasta 2004), concede puntos a todas las carreras del calendario internacional, lo que permite valorar, a diferencia de las clasificaciones oficiales, con mayor objetividad quiénes son los principales nombres de la actualidad. 31 ven nuevas aportaciones como los rider diaries o “diarios de ruta”, habitualmente escritos por un periodista mediante consenso de temas con un corredor a fin de generar dinamismo en un sitio web, así como el concepto del behind the scenes o “detrás de la escena”, con imágenes fuera de la competición o textos escritos por personas ajenas a la misma carrera que expresan su punto de vista sobre la competición.

David García explica estos avances diciendo que “se ha roto un poco la tendencia ‘mediterránea’ de relación estrecha de un reducido número de periodistas con los equipos. Ahora, la apuesta por las nuevas tecnologías, el interés anglosajón por las mejoras científicas aplicadas al ciclismo han hecho ‘despertar’ a la prensa especializada ‘tradicional’, que comienza a apostar por otros vehículos y elementos de información. La consolidación de las nuevas tecnologías y el obligado relevo de la ya veterana–en el caso de España- prensa especializada seguro aporta otra realidad a este escenario dentro de algunos años”.

Pero lo más importante es lo que no se ve: dos estilos de hacer periodismo, la crítica más analítica y menos fervientemente exacerbada y la información más limpia y libre han tenido un nuevo impulso en los últimos años, especialmente cuando los textos en sitios web han conseguido llegar, como ha ocurrido en este último decenio, a una audiencia global. Con todo, nada ha impedido que se impusiese el defecto ya sufrido entre la prensa más habitual en torno al ciclismo: la falta de dominio, el desconocimiento de medios generalistas que sólo acuden al olor de un nuevo escándalo. “Los anglosajones hablan del ciclismo como lo hacíamos nosotros hace veinte años -explica Fernando Llamas-: hablan del espectáculo, de la fuerza de o de los entrenamientos de un corredor. Los ciclistas van al Tour de California encantados: no reciben preguntas complicadas, son tratados de forma genial. Te das cuenta de que, gracias a esos medios, es verdad que esa carrera puede ser ‘la cuarta grande’ junto a Tour, Giro y Vuelta. El trato que reciben allí ya no lo tienen en Europa: te vas al Tour y te pueden abuchear o incluso ponerte una pancarta con una jeringuilla32”.

Resulta absolutamente esclarecedora la panorámica que Llamas dibuja sobre la prensa de los grandes países europeos en ciclismo. “Alemania siempre ha sido un país poco ciclista: la ‘explosión Ullrich’ hizo que se volcase la gente, pero cuando se fue, el país ha desaparecido prácticamente del mapa. El tratamiento alemán de las noticias es también el más sádico. Hay buenos investigadores que sacan buenas noticias, pero sólo referentes a

32 Durante la emisión del Mundial de Stuttgart (Alemania) en 2007 pudo apreciarse durante varios días una pancarta con las letras “EPO” en una de las últimas curvas antes de meta. La cita estuvo caldeada por unas declaraciones de la ministra de deportes alemana, Susanne Eisenmann, en medio de una cruzada antidoping en el país germano, por las que ansiaba dejar fuera de la gran cita al defensor del título, Paolo Bettini, por no querer éste firmar un escrito de la UCI por el que los corredores se comprometían a devolver su salario de un año en caso de dar positivo. La medida, como tantas otras del ente federativo, acabó cayendo en desuso con el paso del tiempo. 32 la corrupción que sufre este deporte. Francia, España e Italia hacen lo posible por salvaguardar el deporte, por cuidarlo como una cosa tradicional, pero con diferente perspectiva entre sí. La gente en Francia e Italia está a favor de un ciclismo limpio y son críticos con el dopaje; por el contrario, aquí no se marca bien ese espíritu, y no hay tampoco una conciencia de defender la tradición ciclista”.

Sin tradición… ¿y sin valores?

“En España hay falta de cultura ciclista; en verdad, la gente está muy despegada del ciclismo”. Suenan tan desoladoras como realistas las palabras de Llamas al ser preguntado sobre las causas de la falta de profundidad de banquillo en el periodismo ciclista español. “En España se ha seguido el Giro y el Tour en los años de explosión: desde Perico, primero con la Vuelta y luego con el Tour. A partir del ‘Caso Festina’, el abandono de la prensa y progresivamente de las televisiones -las ingentes horas que se dedicaban antes han desaparecido- ha sido total. ¿Hay algún programa en tele o radio cada semana? [Entrevistador y entrevistado señalan al unísono el dirigido por José Manuel Oliván en Radio Marca Barcelona, una excepción que confirma la regla]. Antes la gente sabía quién era Johan Museeuw o Mario Cipollini; yo dudo que ahora me vaya a la calle, pregunte quién es Fabian Cancellara y me responda más de un 30% correctamente”.

Como toda relación que se rompe, no es sólo una parte la que contribuye al deterioro. La sociedad también ha vivido unos cambios brutales en los últimos veinte años, desde la educación que reciben los jóvenes al nuevo panorama audiovisual. “Hace veinte años, en el deporte no había tantos héroes españoles -apunta Matxin-. Cierto que el Madrid o el Barcelona movían y mueven montañas, pero ¿quién seguía la Fórmula 1? Ahora todo el mundo sigue a Alonso. ¿Quién seguía el tenis? ¿Quién sabía realmente de motos? La gente pensaba que sólo existía la categoría donde competía Ángel Nieto, cuando había otras muchas. No había ninguna referencia, pero ahí estaba el ciclismo. Además, hace veinte años sólo había dos canales: La Primera y La 2. Y en ‘la uno’, en verano, estaba el Tour de Francia. Con el nivel deportivo que seguimos teniendo, se demuestra que no hemos hecho bien las cosas. Si lo hubiésemos vendido bien, dando importancia a hitos como la selección española que presentamos en Pekín, con ganadores de Mundiales, Tours, Giros, Vueltas y casi todas las carreras importantes, de otra forma nos hubiese ido”.

Román-Mendoza va más allá de la pura mercadería y consumo de medios de masas: “Desgraciadamente, la subida del nivel económico colectivo se ha traducido en un cambio en la visión de lo que eran deportes ‘del pueblo’, del chaval que huye del hambre, como el ciclismo o el boxeo –o el toreo, en una situación muy similar-. Los ciclistas ya no son los héroes del siglo XX, ya que se concibe como un deporte más cómodo. De la misma forma, la práctica deportiva ha aumentado y lo individual, la propia superación, está en boga. Por ello vemos como épica nuestra propia actuación… o algo que 33 se sale de los cánones habituales (tipo Titan Desert33)”. Larrinaga apunta igualmente el problema del ciclismo como concepto de actividad en medio abierto e incontrolable: “Para nuestro deporte influye mucho el problema del peligro en las carreteras: es muy difícil animar a los chavales -y a sus padres- a andar en carretera, pues ahora hay mucho más tráfico que antes. De igual forma, disciplinas ‘offroad’ como el ciclocross, donde no existe ese problema, tampoco reciben ningún tipo de apoyo”.

Artetxe retoma la idea del sufrimiento del pasado contra los lujos del presente que exponía Román-Mendoza. “La escala de valores de los chavales de 18 años ha cambiado muchísimo en diez años. Y si tenemos en cuenta los últimos veinte o treinta años, muchísimo más. El ciclismo es un deporte muy duro, y a la mayoría de los jóvenes no les gusta sufrir. Aparte de que el ciclismo exige sacrificio, hay un ‘entrenamiento’ que no se ve -no poder hacer nada aparte, no salir y estar con amigos…-, muchas cosas por las que la gente no quiere ver hipotecada su juventud”.

“Puede ser -reflexiona Juan Gutiérrez- que el deporte se concentre en las zonas más bien rurales y que, al ser más urbanitas en la actualidad, deportes como el ciclismo y el atletismo lo estén sufriendo. Una segunda lectura es la de la competencia con otros deportes. En los años ’60 y ’70, la trilogía fútbol-boxeo-ciclismo era la única que aportaba éxitos; en los ’80, con el ‘periquismo’, y en el inicio de los ’90, con Indurain, el ciclismo era el segundo deporte en lucha con el baloncesto. Ahora mismo los éxitos del ciclismo, que son muchos, compiten con Nadal, Gasol, Alonso, Lorenzo. Y justo el momento más débil del ciclismo ha coincidido con la irrupción de otros deportes. Con todo, no creo que el ciclismo no se haya adaptado a los nuevos tiempos; simplemente exprimimos la vaca, un canal como La 2 con miles de horas de ciclismo, sin pensar de verdad si era sostenible. Había modelos de competición, como las pruebas de tres días -una Vuelta a Valencia o de otra región, con cuatro de cinco etapas al sprint, era insufrible y eso se acabó viendo-, y formatos de televisión que se explotaron demasiado tarde. El ciclismo era bastante inmovilista; ahora, por suerte, ya no lo es tanto”.

¿Catarsis o “solución modular”?

Hay un punto de convergencia en el que absolutamente todos los protagonistas coinciden, bien al ser cuestionados o bien a colación de otros asuntos: si la reacción de la caravana ciclista contra los abusos hubiese sido unánime en aquel Tour 1998, el ciclismo no estaría como se encuentra ahora. “Yo pienso que el ’98 fue un punto de inflexión -señala Xabier Artetxe-, en el que se vieron las carencias de este deporte y cuáles eran las

33 Carrera de fondo por etapas en el desierto del Sahara, celebrada desde 2006 con prestigiosos nombres de ex-profesionales y especialistas de mountain bike entre los inscritos. El último ganador, Roberto Heras, recicló su carrera en este tipo de eventos tras el positivo en la Vuelta a España 2005 que cortó su carrera. 34 fugas que tenía; por dónde podía entrar la gente a hacer daño. Ese fue un momento donde dirigentes y ciclistas podían haber creado un antes y un después. Y no lo hubo, o sí lo hubo, pero para mal. Hace falta un ‘órdago’ en este deporte. Se habló de marcarlo con el tema del ‘pinganillo’, con los equipos grandes a la cabeza en una reunión y todos a favor de ‘plantarse’, incluidos los propios ciclistas, pero sólo se hizo ese simulacro en Mallorca, que al fin y al cabo es una carrera pequeña, de las que cuesta mucho sacar adelante”.

En esa indecisión y en la falta de claridad en las respuestas de la mayoría de participantes en esta investigación se aprecia no sólo la dificultad para solucionar una situación con tantas estridencias que limar, sino la falta de iniciativa para la solución de un conflicto donde todos tienen miedo de todos y nadie quiere ni oír hablar de las cartas que lleva quien está al otro lado de la mesa. “Proponer medidas es una responsabilidad muy grande - constata Luis Ángel Maté-. Lo primero que haría, si tuviera un cargo de responsabilidad, sería conversar mucho con cada estamento; escuchar, que haya siempre mucho diálogo, pues es así como se arreglan las cosas en la vida. No está bien que la UCI prohíba el pinganillo, unilateralmente y como principio, y que sólo después se sienten las partes a dialogar. Es fundamental es diálogo entre todos los grupos”.

“Luego, ‘grosso modo’, lo principal para cambiar esta corriente negativa es trabajar con la base, con las escuelas ciclistas. Cuando empecé a correr había 200 cadetes en cada carrera, y ahora es difícil que pueda haber 200 cadetes en toda Andalucía. El futuro es empezar desde la base y transmitir esos valores, tan válidos para la formación de la persona: trabajo, colaboración, espíritu de solidaridad. La educación es fundamental: si tú tienes una correcta educación, en la que te hagan saber la verdad y el valor de las cosas, tendrás mucho ganado”. El trabajo en la base de la que tuvo que salir Maté es un valor que comparte, como técnico de aficionados y profesor de universidad, un Artetxe devoto de su oficio como pocos: “Por un lado hay que trabajar mucho mejor la base y la formación. Los británicos están aplicando una formación paralela a la académica, llevándolo todo a las escuelas, y de ahí sacarán posibles futuros ciclistas con una serie de valores que no se van a echar a perder -limpieza, sacrificio-. Por otro lado, pienso que no es viable que haya equipos con unos presupuestos estratosféricos y organizadores estén suspendiendo sus carreras porque no hay un duro. ¿De qué nos sirve tener ‘superequipos’ a nivel mundial cuando los organizadores están desapareciendo? Si tú no tienes posibilidades de estar en un buen escaparate, no puedes venderte”.

Esa idea de nivelación es la que capitanea Matxin, representante del sentir de los directores españoles ante la opinión internacional. “Soy de los que pienso que el ciclismo se debería regularizar, hacerse más profesional. Un equipo que tiene 20 millones de euros de presupuesto no debe correr con uno de sólo 50.000 euros. El ciclismo se genera él solo un conflicto entre primera y segunda categoría. Es necesario proponer un modelo mucho más 35 repartido, en el que los sponsors puedan distribuirse y, al mismo tiempo, abrir el abanico a muchas pruebas de gran nivel que no pueden estar en la primera categoría aun teniendo enjundia de sobra, y que acaban desapareciendo, como sucedió con la Euskal Bizikleta y tantas otras”.

La sintonía con Artetxe es casi total: “Hay que abrir el abanico: estoy seguro que algunos organizadores habrán hecho negocio de esto, pero otros pondrán dinero de su bolsillo y hay que echarles una mano. Pienso que tiene que haber igualmente más consenso entre las diferentes jerarquías, más comunicación. No puede ser que Gianni Bugno, presidente de la asociación de corredores profesionales, esté peleándose con todos los demás. Tiene que haber más unión, más grupos de trabajo entre directores, ciclistas, managers, organizadores, federativos. Todos somos parte del ciclismo: o nos cuidamos entre todos o no va para delante. Nadie es más importante que nadie: todos vivimos de todos. Lo que veo es que hay mucha asociación, muchos organismos, muchos entes, muchos cargos, pero no llegamos a nada”.

“Lo que yo intentaría hacer si tuviera una posición de poder -explica Javier Ruiz de Larrinaga- sería evitar que la gente pueda catalogar a los corredores como sospechosos o no. Seguir unas normas y juzgar a los culpables es necesario, pero siempre buscando justicia e igualdad: sancionar cuando se deba. A fin de cuentas, el ciclismo vive un problema que se ve también en la vida real: los políticos imputados en Marbella también faltan a la ley”. Y las soluciones no se quedan únicamente en evitar la lucha, en mejorar la estrategia antidopaje o en mejorar la educación. Para Juan Gutiérrez, “el ciclismo tiene que volver a ser cercano a la gente. El ‘factor Armstrong’ fue muy perjudicial: se creó una figura que no existia, la del campeón que no era cercano, con el que no podías hablar en cualquier salida, todo un ‘superstar’, con guardaespaldas. Llegó a hacer creer a la opinión norteamericana que el ciclismo era muy peligroso porque los espectadores estaban frente a las carreteras, cuando el público ciclista siempre ha sido absolutamente respetuoso. Yo me sentaba al lado de Marco Pantani en una salida y le preguntaba qué tal le iba la vida o la familia, cuando era una superestrella del ciclismo. Eso ya no se ve”.

“Aunque intentes hacer una ‘gran sentada’, como decía Jaime Lissavetzky34 - concluye Gutiérrez-, es imposible ponerles de acuerdo en temas tan simples como el ‘pinganillo’. La solución, para mí, sería crear una comisión, la cual supongo que existe informalmente, en la que estén todos los estamentos y que realmente sea vinculante. Aunque eso generaría suspicacias y nuevas disputas por el valor de los votos. El equipo muchas veces intentaría decidir por el ciclista, los organizadores querrían tener tanto poder como hasta ahora… todo es una entelequia. En cualquier caso, y en todos estos

34 Albert Soler se convirtió, tras la salida del citado Lissavetzky para optar a la alcaldía de Madrid por el PSOE, en el nuevo Secretario de Estado para el Deporte por lo que resta de legislatura. 36 aspectos, la UCI tiene que ser mero árbitro. Si se pudiera llegar a un acuerdo de mínimos para lograr un lugar de decisión donde se vote de manera vinculante tendríamos un buen comienzo. Por último, sería necesario unificar la legislación antidopaje. Hay medidas buenas, como la prohibición de las jeringuillas en Francia, de las cámaras de hipoxia en Italia… pero todo debe ser muy mejorado, y no sólo en cuanto a normas, sino que también se debe evitar que quede gente en el ‘limbo’ sin competir, o que haya culpables corriendo”. 37

Agradecimientos

Queremos agradecer especialmente a David García, amigo, jefe de prensa de Movistar Team, compañero de trabajo en BDS Sport y mentor del autor del trabajo Daniel Sánchez; a Fran Reyes, compañero de andanzas y redactor de Arueda.com; así como a Luis Román-Mendoza, jefe de prensa de la Real Federación Española de Ciclismo y fuente de ideas y de conocimientos durante la elaboración de esta investigación, su apoyo incondicional y asesoramiento en los meses dedicados a la búsqueda de información y puesta en firme de los conocimientos aquí expuestos.

De igual forma, queremos expresar nuestra gratitud hacia aquellos que, al igual que los dos antes citados, han tenido a bien atendernos por teléfono o e-mail (en algunos casos, tomando iniciativa propia y siendo ellos quienes nos llamaban para proporcionar ideas o simple consejo): Joxean Fernández Matxin, Sport Manager de Geox-TMC; Xabier Artetxe, director deportivo de Team Caja Rural; Fernando Llamas, redactor de ciclismo de El Mundo; Juan Gutiérrez, jefe de la sección Polideportivo del diario AS; Luis Ángel Maté, ciclista profesional del equipo Cofidis; y Javier Ruiz de Larrinaga, tricampeón de España de ciclocross para la marca MMR-Lizarte. 38

Referencias bibliográficas y artículos

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Otros recursos web

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