La iglesia de San Ildefonso de y la traslación de los restos de San Segundo a la catedral de Ávila.

Autor: Antonio Camacho Rodríguez.

Mss 11834. Sumario de Nobleza y sus blasones. (Biblioteca Nacional de España).

RESUMEN: En tiempos de Felipe II, se produjeron en España una serie de acontecimientos religiosos en las grandes ciudades del reino, como Toledo y Ávila, relacionadas con el traslado de reliquias y hallazgos arqueológicos de época paleocristiana, que se celebraron con toda la pompa y rigor litúrgico que se prestaban para engalanar las ciudades y difundir el coleccionismo de las reliquias de santos, que había decaído a finales de La Edad Media. Las Historias de los santos o hagiografías vuelven a recobrar la importancia debida que tuvieron con la Leyenda Dorada de Santiago de la Voragine, y se entremezcla mito y realidad con unas necesidades claramente económicas, como es el caso de San Segundo de Ávila. En 1594 Herreruela de Oropesa participará económicamente en la traslación de San Segundo desde la iglesia de San Segundo, próxima al río Adaja, hasta la catedral de Ávila. Este trabajo no deja de ser un recorrido ilustrativo que ya hizo el escribano público de Ávila Antonio de Cianca en su obra: Historia de la vida, inuencion, milagros, y translacion de S. Segundo, primero Obispo de Auila: y recopilacion delos obispos successores suyos, hasta D. Geronimo Manrique de Lara, Inquisidor General de España.

ABSTRACT: At the time of Felipe II, occurred in a series of religious events in the big cities of the Kingdom, as Toledo and Avila. All of them related to the transfer of the relics and archaeological findings of the early Christian era, which were held with all the pomposity and rigor liturgical, were used to decorate the cities and disseminate the collecting of the relics of saints, which had lapsed at the end of the Middle Ages. The stories of the Saints or hagiographies return to regain the importance that they had with the golden legend of Santiago de la Vorágine, where the myth and reality are interspersed with clearly economic needs, as is the case of San Segundo de Ávila. In 1594, Herreruela de Oropesa, will participate economically in the transfer of San Segundo, from the church of San Segundo next to the river Adaja, to the Cathedral of Ávila. This work, is nothing but an illustrative route that already made the notary public of Avila Antonio de Cianca in his work: Historia de la vida, inuención, milagros, y translacion de S. Segundo, primero Obispo de Auila: y recopilacion de los obispos successores suyos, hasta D. Geronimo Manrique de Lara, Inquisidor General de España.

RÉSUMÉ: Au temps de Philippe II, eurent lieu en Espagne, dans les grandes villes du royaume telles que Tolède et Avila, une série d'événements religieux concernant le déplacement de reliques et de trouvailles archéologiques de l'époque paléo-chrétienne. Ce déplacement se faisait avec grand apparat et pompe liturgique qu'on pouvait percevoir dans le décor des villes. Le but de ce déplacement était de répandre l’idée de devenir collectionneur de reliques de saints, habitude qui avait décru à la fin du Moyen Âge. Les Histoires de saints ou hagiographies reprennent une grande importance grâce à la Leyenda Dorada de Santiago de la Voragine et on mêle aussi bien mythe et réalité que besoins économiques comme c’est le cas de San Segundo de Ávila. En 1594 Herreruela de Oropesa va contribuir économiquement au déplacement de St Segundo de l’église du même nom, aux abords du fleuve Adaja, jusqu’à le cathédrale de Ávila. Cet ouvrage n’est que le parcours déjà fait par le scribe public1 (notaire en vez de scribe) de Ávila, M Antonio de Cianca dans son livre: Historia de la vida, inuencion, milagros, y translacion de S. Segundo, primero Obispo de Auila: y recopilacion delos obispos successores suyos, hasta D. Geronimo Manrique de Lara, Inquisidor General de España.

RESUMO: Em tempos de Felipe II, produziram-se em Espanha uma série de acontecimentos religiosos nas grandes cidades do reino, como Toledo e Ávila. Todos eles relacionados com o translado das reliquias e achados arqueológicos de época paleocristiana, que se celebraram com toda a pomposidad e rigor litúrgico que se utilizavam pára engalanar as cidades e assim difundir o coleccionismo das reliquias de santos, que tinha decaído no final da Idade média. As Histórias dos santos ou hagiografías, voltam a recobrar a importância devida que tiveram com a Lenda Dourada de Santiago da Vorágine, onde se entremezclan o mito e a realidade com umas necessidades claramente económicas, como é o caso de San Segundo de Ávila. Em 1594 Herreruela de Oropesa, participará economicamente na translação de San Segundo, desde a igreja de San Segundo próxima ao rio Adaja, até a catedral de Ávila. Este trabalho não deixa de ser um percurso ilustrativo, que já fez o escribano público de Ávila Antonio de Cianca em sua obra: Historia de la vida, inuención, milagros, y translacion de S. Segundo, primero Obispo de Auila: y recopilacion de los obispos successores suyos, hasta D. Geronimo Manrique de Lara, Inquisidor General de España.

RIASSUNTO: Ai tempi di Filippo II, ebbero luogo una serie di avvenimenti religiosi, in grandi cittá del regno come Avila e Toledo, relative al trasloco di reliquie e a ritrovamenti archeologici di epoca paleocristiana, che furono celebrate con tutta la pompa e il rigore liturgico dovuti, per adornare le cittá e diffondere il collezionismo di reliquie di santi, assai decaduto alla fine del medioevo. Le vite dei santi o agiografie ritornano ad avere l' importanza di un tempo con "La Leyenda Dorada" (La Leggenda Dorata) di Santiago de la Voragine, e si fondono mito e realta con delle necessita chiaramente pecuniarie come accade con San Segundo di Avila. Nel 1594 Herreruela di Oropesa contribuirá economicamente nel trasloco (¿delle reliquie?) di San Segundo

1 Si es en el sentido de dar testimonio público habría que decir notaire dalla chiesa omonima, prossima al fiume Adaja fino al Duomo di Avila. Il presente lavoro no vuole esser altro che un percorso illustrativo come gia fece il pubblico scrivano di Avila Antonio di Cianca nella sua opera " Historia de la vida, inuencion, milagros, y translacion de S. Segundo, primero Obispo de Auila: y recopilacion delos obispos successores suyos, hasta D. Geronimo Manrique de Lara, Inquisidor General de España" (Storia della vita, invenzione, miracoli e traslazione di S. Segundo, primo Vescovo di Avila e resoconto dei vescovi suoi sucessori fino a D. Geronimo Manrique de Lara, Inquisitore Generale di Spagna).

a relación entre la iglesia de San Ildefonso de Herreruela (Toledo) y la catedral primada de Ávila, ambas instituciones eclesiásticas L abulenses, la encontramos documentalmente en el acta de la visita que transcurrió el día 10 de febrero de 1600, siendo obispo de Ávila Lorenzo Asensio de Otaduy y Avendaño (1599-1611), y que realizó en su nombre, el licenciado Joan o Juan o Joan López, visitador general del Obispado de Ávila, junto al contador nombrado para la cuenta, Lucas de Valencia, el mayordomo Domingo García, el sacerdote de Herreruela y bachiller Juan o Joan Fernández, y el escribano público Francisco Martínez de Olmedo, y siendo testigos Antonio Hernández y Juan Fernández, vecinos del lugar de , anejo a la Iglesia de Herreruela2.

2 Archivo Parroquial de San Ildefonso (Herreruela de Oropesa), Libro de Visita 1562-1645, fol. 130 r. Firmas autógrafas de Juan López, visitador general del Obispado de Ávila, el contador Lucas de Valencia, el bachiller Juan Fernández, el cura de San Ildefonso de Herreruela de Oropesa, el mayordomo de San Ildefonso Domingo García y el escribano público Francisco Martínez de Olmedo. Libro de Visita (1562-1645). En el capítulo económico de gastos, desembolsos o data de la dicha Visita se le pagan al mayordomo de la Iglesia de San Ildefonso, Domingo González, vecino de Herreruela, durante los años 1594-1600, quinientos treinta y seis maravedíes y medio, según constaba en su libro de gastos, que pagó por el repartimiento del obispado de Ávila, que se haría en el arciprestazgo de Oropesa, para la fiesta del traslado de San Segundo en la ciudad de Ávila3.

[Calderón] Descargan se le al dicho / mayordomo 536º quinientos y treinta u se- / is maravedíes y medio por el pago del repar- / timiento de la translación de San Se- / gundo de Ávila como constó por su / libro de gasto. /

3 Archivo Parroquial de San Ildefonso (Herreruela de Oropesa), Libro de Visita 1562-1645, fol. 134 v.

Libro de Visita (1562-1645) Hay que destacar el papel activo en la traslación de los huesos del Santo San Segundo, por parte señorial del IV Conde de Oropesa (1571-1619), III conde de Deleitosa, señor de Jarandilla, , Cabañas, Belvis, Almaraz, , , Cervera y Castillo de Villalba, Juan García Álvarez de Toledo y Monroy y Ayala (Oropesa (Toledo), 1550 – Jarandilla (Cáceres), 02-08-1619), y de varios Arcedianos de la diócesis de Oropesa.

Escudo de los Condes de Oropesa.

GENEALOGÍA DEL IV CONDE DE OROPESA. Entre los meses de junio y julio del año 1594, la ciudad de Ávila, a través del consistorio, escribe a Juan Álvarez de Toledo y Monroy, IV Conde de Oropesa, junto a otros nobles abulenses (duque del Infantado, duque de Alba, y marqués de Villena), para que presten de sus mobiliarios y enseres particulares, sus tapicerías y colgaduras de brocado y telas para el ornato exterior de Ávila durante la traslación del cuerpo del Santo. Así, en la calle de la Rúa Arriba, estará decorada con una tapicería antigua del conde de Oropesa con los hechos de Alejandro Magno. Y también en la plaza del ayuntamiento, el conde de Oropesa contribuirá a su ornato y decoro con colgaduras de brocado y telas de oro de diversos colores.

Batalla de Issus/Historia de Alejandro. Tournai? Hacia 1590-1610 Lana y seda, 275 x 452 cm. Colección particular. (Madrid) Procedencia conde de Cabra.

Alejandro el Grande victorioso, obsequiado con armas y adorado como un dios por su pueblo/Historia de Alejandro el Grande. Bruselas. Hacia 1630-1640, Lana y seda, de 375 x 525 cm. Iglesia de Santa María La Real. Sasamón (Burgos).

La familia de Darío a los pies de Alejandro/ Historia de Alejandro. Bruselas hacia 1590-1600, Jacob Geubels Lana y seda, de 403 x 241 cm. Banco de España. Madrid (Madrid) Procedente de la colección II duque del Pastrana. Con respecto a la intervención de los arcedianos, expondremos que institucionalmente solían ser los primeros diáconos o archidiáconos, por encima de los arciprestes, los clérigos, y los párrocos que eran nombrados para representar un sexmo o división administrativa del territorio eclesial, en la catedral [sexmo era la reunión de varios concejos convecinos o concejos de aldea, subordinados al concejo de la villa), con sus derechos y deberes, aprovechamientos y cargas comunes, cuyas personalidades la formaban los pueblos, que se unificaban en la tierra o partido], y confieren de los asuntos temporales junto al obispo, pudiendo imponer censuras, administrar los bienes de la iglesia, supervisar las obras de caridad, vigilancia del clero y cumplimiento de la disciplina eclesiástica, y sustituye al obispo en sus ausencias de la diócesis.

Como veremos, tienen el mando sobre los diáconos urbanos y rurales, dirigiéndoles en el servicio de la misa, como ocurre en el papel que adquieren los arcedianos de Oropesa en la translación del santo San Segundo, sobre los canónigos de la catedral.

Además, actúa en la ceremonia de la ordenación sacerdotal, presentando a los nuevos sacerdotes al obispo. A partir del Concilio de Trento, saldrán a luz sus abusos de autoridad, y surgirá otro cargo institucional el vicario general, que le sustituye en sus funciones.

En Ávila, desde 1250 el cabildo abulense era representado por tres arcedianos, los de Ávila, Arévalo y Olmedo, vigilantes de los abusos de los arciprestes, que solían nombrar clérigos en parroquias sin licencia y no denunciaban las conductas inmorales de algunos clérigos. En 1475 se crea la dignidad del arcediano de Bonilla y en la capilla de San Bernabé de la catedral de Ávila, el 28 de septiembre de 1481, el de Oropesa, siendo obispo Alfonso de Fonseca (1469-1485), con una dotación anual de 400 ducados y un lugar o silla predominante en el coro de la catedral, encima del maestre escuela y debajo del chantre. El primer arcediano de Oropesa será Juan de Fonseca, primo del obispo, que tendría silla en el coro, lugar y voz en el cabildo, pero sin recibir nada de la mesa capitular. En XXIIII días de mes de dizienbre, del año de LXXXI años, el muy reverendo señor don Alfonso de Fonseca, obispo de Avila, juntamente con el deán e cabildo de la yglesia de Avila, estando ayuntados en la capilla de Sant Barnabé (Bernabé), que es dentro de la dicha yglesia, seyendo primeramente llamados los dichos señores deán e cabildo por su perteguero para se aver ayuntar para lo infrascripto, segund que dello dio e hizo fe Pero Gonçález, perteguero de la dicha eglesia, luego, el muy reverendo señor obispo, deán e cabildo dixeron que por quanto entre ellos era hablado e platicado sobre aver de criar en la dicha iglesia una nueva dignidad llamada arçedianazgo de Oropesa y hallavan ser honrroso y provecho a la dicha iglesia, por ende, que, juntamente en las mejores výa, forma e manera que podían, criavan e eregían la dicha dignidad para que agora e para siempre fuese en la dicha eglesia, llamada arçedianazgo de Oropesa. La qual dicho dignidad hoviese solamente sylla en el coro e lugar y boz en el cabildo e ni oviese ni llevase cosa ninguna de la mesa capitular ni réditos dellas. La qual dixeron que criavan e erigían en la výa dignidad de arçedianazgo de Bonilla. La qual ni es dignidad en la dicha yglesia. Al qual dicho arçedianazgo de Oropesa señalaron silla e lugar en el coro del señor obispo, ençima del maestrescuela e debaxo del chantre. El qual lugar dixieron que querían que ovyese por agora, e el maestrescuela Sancho Ruyz que a la sazón es, fue dello contento e le plugo. Pero los dichos señores obispo e cabildo dixeron que ordenavan e mandavan e era su voluntad que estas dos dignidades e arçedianazgos de Bonilla e de Oropesa que nuevamente han sido por ellos criados, después de las vidas de don Rodrigo de Santaella, maestro en santa theología, y del chantre don Juan Gutiérrez de Vayas, que a la sazón son, ayan sillas en el coro e lugares en el cabildo después de los otros arçedianazgos que son en la dicha iglesia sin aver medio ninguno entrellos. E desde agora les asignavan aquellas sillas e lugares después de las muertes de los susodichos, segund dicho es. La qual dignidad de arçedianazgo de Oropesa ansý criada e eregida, conmo dicho es, luego, el dicho muy reverendo señor obispo hizo collación y canónica instituçión della por inposición de su bonete al señor Juan de Fonseca, su primo, canónigo de la dicha iglesia, que presente estava, e le proveyó della. Por virtud de la qual provisión, luego, los dichos señores deán e cabildo de la dicha iglesia admitieron e resçibyeron al dicho Juan de Fonseca a la posesión della. E luego fue al coro e con él los señores don Pero López de Calatayud, deán, e don Alonso de Ulloa, arçediano de Avila, por mandado del dicho cabildo, e en señal de posesión le asentaron en su sylla en el coro del señor obispo, e él se asentó e tovo por entero de la dicha posesión e lo pidió por testimonio. E de allý volvyeron al cabildo e, ansymismo, le asentaron en el dicho cabildo ençima del dicho maestrescuela e le señalaron lugar, e él se ovo por entero de la dicha posesión e lo pidyó por testimonio. Testigos que a todo lo susodicho fueron presentes: Gonçalo Dýaz de Herrera, canónigo en la iglesia de Jahén, e Hernando de Huete, cantor del señor obispo, e el bachiller Alonso Rodríguez de Henpudya, juez del palaçio.4

En 1505 se suprimirán los arcedianazgos de Bonilla y Oropesa ficticiamente por el abad del monasterio de Santi Spiritus y por el prior del monasterio de Santo Tomás de Ávila, con autorización de Julio II.

A principios del siglo XVII, las dignidades que forman el cabildo de la catedral de Ávila estará compuesto del deán, el arcediano de Ávila, el arcediano de Olmedo, el maestre escuela, el chantre, el tesorero y el arcediano de Oropesa5.

Citaremos la presencia documentada de varios arcedianos de Oropesa, que dan continuidad a su presencia en el cabildo de la catedral de Ávila, así en 1485, Francisco Álvarez de Córdoba, que consintió que su arcedianazgo fuera de misa; en 1488, Antonio de Beas, a quien el cabildo comisiona como juez contra los clérigos de Melgar de Fernamental, en 1489 aparece como vice-escolástico de la Universidad de Salamanca y una provisión del Real Consejo del norte en Burgos de 29 de mayo, le inhiben en el pleito que tenían con Fernando de Medina en nombre del menor Diego el Negro, el 10 de septiembre de 1492 el Real Consejo de Castilla y León y manda a los corregidores de Ávila y de Salamanca prestar el auxilio del brazo secular a Alonso Carrillo, que estaba Roma, en la posesión del

4 LUIS LÓPEZ, Carmelo.: Estatutos y Ordenanzas de la catedral de Ávila (1250-1510), Ávila, 2004, pp. 177- 178. CASTAÑO ÁLVAREZ, José.: Juan de Fonseca, primer arcediano de Oropesa, 1481, en Agua Zarca, agosto, 2010, p. 82. 5 RAMOS AHIJADO, Sonsoles: La catedral de Ávila como institución musical durante la segunda mitad del siglo XVII, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2011, p. 40. arcedianazgo de Oropesa, que parece ser le usurpaba Antonio de Beas; en 1564, 30 de octubre, Diego de la Serna6, en 1572, el arcediano de Oropesa en los primeros días de enero empieza como patrón del Hospital de la santa escolástica de Ávila hasta el 2 de enero de 1574; en 1640 - 1643, don Joseph Badarán de Osinalde, comisionado de las cuentas del Licenciado Juan Díaz que dejó una obra pía a favor del Hospital de la Misericordia de Ávila7, y que en 1647- 1648 se le menciona aparte de como arcediano de Oropesa como limosnera mayor del Hospital de la Misericordia.

El 24 de abril de 1573, cuando se coloca la estatua de Juan de Juni (Joigny, Francia, 1506 – Valladolid, 10 de abril de 1577), traída desde Valladolid, en la iglesia de San Segundo, Martín González de la Venera, arcediano de Oropesa,

6 AYUSO MAÑOSO, Carlos Javier.: “La custodia procesional de Ávila, de Juan de Arfe (1571)”, en Religiosidad y ceremonias en torno a la eucaristía: actas del simposium 1/4-IX-2003 / coord. por Francisco Javier Campos y Fernández de Sevilla, Vol. 2, 2003 (Devoción y culto general), p. 813-814. Carta de poder a favor del señor licenciado Juan de Soria, canónigo de la catedral, para que, en nombre del cabildo y de la fábrica catedralicia, pueda otorgar la escritura para hacer una custodia de plata por Juan de Arfe, vecino de Valladolid. Sepan quantos esta carta de poder vieren como nos/El deán e cabildo de la Santa Yglesia Catedral de San Sal/vador de la noble ciudad de Ávila estando juntos a nuestro cabildo/En la capilla de san Bernabé que es dentro de la dicha Iglesia como/lo habemos de uso e de costumbre para las cosas tocantes/a nuestro cabildo e fabrica e mesa capitular estando presentes/nos el licenciado don Juan Vázquez Sonbrero Deán don Damián de/ Ávila arcediano de Arévalo don Cristóbal de San Juan tesorero don Alonso /de Castro arcediano de Oropesa Diego de la Serna don Alonso Dávila Andrés de Velorado Diego Gutiérrez Agustín de Angulo Cristóbal de Medina/Nuño Giral Francisco López canónigos Serrano Luis de Cabero Diego de Peña–/fiel Rodrigo manso Antonio de Herrera Juan Vázquez Benito López Francisco de Henao racioneros de la dicha yglesia ausentes haciendo e representando nuestro pleno/ cabildo e la mayor parte del otorgamos e concedemos por esta presente carta que damos e otorgamos todo nuestro poder cumplido/quel de derecho en tal caso se requiere a vos el Señor licenciado Juan de/Soria canónigo de la dicha Yglesia que presente estáis para que/en nombre de la dicha fabrica e nuestro como administradores/de la dicha fabrica nos podáis concertar e conzerteis e podáis/dar e deis azer a Juan de Arfee vecino de la villa de Valladolid una custodia de plata para la dicha fabrica con/forme a una capitulación e condiciones que están firmadas del Señor deán e de Andrés de Belorado Canónigo e receptor de la dicha fabrica e de Andrés González nuestro secretario e conforme a una muestra de pergamino firmada de los sobredichos por el precio y precios plazo e tiempo en la dicha capitulación». Esta carta de poder está escrita por el escribano público «de numero en la ciudad de Ávila», Gil de Hierro. 7 SANCHEZ SÁNCHEZ, Jesús: Cinco hospitales del antiguo régimen en la ciudad de Ávila, Tesis doctoral, Director Diego Gracia Guillén, Madrid, 2002, pp. 142-143. [Cuenta 1640-1641] Quenta que la el licenciado Francisco de la Peña, administrador de los bienes y rentas del licenciado Juan Díaz difunto, la qual toman los señores don Francisco Pinel, patrón de la congregación de La Misericordia por lo tocante a la obra pía que en ella dexó el dicho licenciado Juan Díaz, don Joseph Badarán de Osinalde, arcediano de Oropesa en la santa iglesia de Avila, y Nicolás de Torralva escribano del ayuntamiento de ella, diputados nombrados por la dicha congregación. [Cuenta 1642-1643] Quenta que se haze de los bienes del licenciado Juan Díaz difunto, tocantes a la propiedad que quedó de ellos. Años de 1642 y 43 … la qual toman los señores don Francisco Pinel, patrón por lo tocante a la hacienda del dicho Juan Díaz, y don Antonio Tapia de la Cruz Peña, limosnero maior del dicho ospital y lizenciado don Joseph Badaran de Osinalde, arcediano de Oropesa [...] en virtud de comissión que tiene de la dicha congregación […]. [Cuenta de 1647] Quenta que da Antonio Burguillo administrador de la hacienda y rentas del ospital de La Misericordia [...] la qual toman los señores don Thomás de Monroy, canónigo en la santa iglesia catedral de ella, patrón del dicho ospital en virtud del poder del señor don Francisco Pinel, el licenciado don Joseph Badarán de Osinalde arcediano de Oropesa, dignidad en la dicha santa iglesia limosnero mayor del dicho ospital, doctor Matiengo del Aguila, abogado del dicho ospital y en virtud de comisión especial que tiene de la congregación dél, y el dicho Antonio Burguillo ofreció darla bien y fielmente a su saver y enteder y se hizo en esta forma. La qual dicha quenta tomó el señor Antonio de Arbulu, canónigo de la dicha santa iglesia, patrón del dicho ospital asiste a la iglesia, ya finalizadas sus obras, y colabora a la traslación de los huesos del santo Segundo en hombros, al nuevo sepulcro, financiado por María de Manrique y Sarmiento, VIII condesa de Rivadavia (1508-1587), para exponerlos al público asistente, en el altar mayor de la antigua ermita de san Segundo, junto al tesorero de la Catedral, el licenciado Antonio Hernández de Valdivielso, y varios canónigos, durante más de dos horas.

Sabemos que en 1578 Martín González de la Venera, arcediano de Oropesa toma la cuenta a Pedro Vázquez, canónigo, del Hospital de Dios Padre, de Ávila8. En 1580 aparece como testamentario de Aldonza de Manzaneros y al cura de San Nicolás de Ávila, Jerónimo López para repartir su capital en obras pías y donaciones para dicho Hospital9. En diciembre de 1578 en diciembre de 1578, se le nombra junto al canónigo Pedro Vázquez, patrón del hospital de Dios Padre, y tomen las cuentas de los bienes que dejó al mismo el arcediano de Olmedo, don Cristóbal de Sedano10.

Escudo de la villa de Oropesa (Toledo). El domingo, 1 de septiembre de 1594, en la iglesia de San Segundo el obispo de Ávila Jerónimo Manrique de Lara, cede la custodia de la caja con los restos del santo, a don Pedro Tablares, arcediano de Ávila, a don Luis Núñez Vela, arcediano de Arévalo, a don Fernando de Escobar, arcediano de Olmedo, a don Juan Carrillo, tesorero de la catedral, a don Antonio de Arévalo, maestre escuela de la iglesia de Ávila y a don Diego Fernández de Carnacedo, arcediano de Oropesa.

Diego Fernández o Hernández de Carnacedo y Cepeda o Diego de Cepeda Carnecedo, clérigo, que era natural de La (Toledo), hijo de Alonso Cepeda Camacho e Isabel Hernández, vecinos de La Calzada.

8 Ídem., p. 373. 9 Ídem., p. 624. Aldonza de Manzaneros, de Ávila, el día 8 de Mayo de 1581 “dexó por sus testamentarios a don Martín de la Venera, arzediano de Oropesa y al cura de San Nicolás Jerónimo López [...] para que del remanente [.. .] pudiesen distribuir en obras pías [. .] donación al dicho ospital de Dios Padre un censo de tres myll y settecientos y sesenta y siete mrs.” 10 Ídem., p. 628. En 1613 manda construir una capilla en la iglesia de Santa María de la Asunción de La Calzada de Oropesa, a los pies del templo y en el lado de la epístola, advocada a Santiago.

Exterior de la iglesia de Santa María de la Asunción de La Calzada de Oropesa El 1 de enero le encarga la traza de la capilla al maestro cantería y de obras de Ávila, Juan Vela, que ya había trabajado como arquitecto en el ayuntamiento de Ávila (1594) y en un cuarto para la capilla de San Segundo, en la catedral (1601).

Juan Vela contrata la obra por un importe de 1.500 ducados, en el plazo de un año. La obra de albañilería y carpintería, sacadas a subasta recae en Diego Esteban y en Nicolás Aguirre, moradores de Oropesa, que fueron fiados por sus esposas, Inés de Viana e Isabel Romero.

Entrada a la capilla de inquisidor o de Santiago en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de La Calzada de Oropesa. Según las condiciones de Vela, que se atienen estrictamente a las trazas conservadas (montes, planta y detalles decorativos de perfil), la obra se componía de la capilla y su sacristía; se comenzaría con la apertura de zanjas para la cimentación, subiendo más tarde las paredes de sillería y haciendo en las tapias “perpiaños” (arcos de descarga). En los muros se abrirán los nichos sepulcrales y el del retablo, corriendo un cornisamiento alrededor de la capilla. Por encima de esta cornisa, en su lado meridional, se abriría una ventana y el muro se alaría hasta voltear en arcos de medio punto que sostuvieran las pechinas de la media naranja, sin linterna. Se terminaría la obra con la techumbre, el enlosado, los escudos de armas y los letreros fundacionales, los sepulcros, una reja para la entrada de la capilla, una vidriera para la venta y portada que daba al cuerpo de la iglesia parroquial11

Bóveda de media naranja de la capilla de Santiago en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en La Calzada de Oropesa.

11 MARÍAS, Fernando.: La arquitectura del Renacimiento en Toledo (1541-1631), Madrid, CSIC, 1983, Tomo IV, p. 156.

Retablo de la capilla de Santiago en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en La Calzada de Oropesa. En 1740 la capilla se advoca a Santiago, y su patronazgo corría a cargo de Manuel de la Llave, regidor de se describe de la siguiente: Su fábrica de piedra de sillería, con su sacristía y sepulcros en las paredes de los dos lados, donde yacen los fundadores que fueron, según sus epitafios, don Bartolomé Martínez Carnacedo del Consejo de Su Majestad y de la santa Inquisición de Granada; Don Diego Cepeda Carnacedo, canónigo y dignidad de la santa iglesia catedral de Ávila, con sus verjas de yerro y encima un escudo de armas, que se halla repetido en el retablo de la dicha capilla, que se compone de tres quarteles; en el principal ai dos castillos con una vanda, que los divide, y en otra, cinco varras dadas de azul, y en el inferior, un cisne con estrellas y orlas y sombrero episcopal12.

12 Citado por GARCÍA SÁNCHEZ, Julián.: Op. cit, p. 475. En AHN, Universidad, leg. 525, nº 34, año 1740.

Escudo de armas de la familia Carnecedo. En 1617, Diego de Cepeda Carnacedo, el 16 de abril, participará el arcediano de Oropesa en el sínodo celebrado en Ávila, promovido por el obispo Francisco González Zarate de Gamarra (1616-1626) como juez sinodal. Y activamente en la procesión que se hizo antes del sínodo desde la catedral a la iglesia de San Vicente, y en la misa que se celebró por el obispo, vestido de pontifical, en el claustro de la catedral, en la capilla llamada del cardenal como asistente menor.

Fallecerá en Ávila, el 9 de enero de 1629 y se le entierra en la capilla del Inquisidor, junto a su tío, Bartolomé Martínez Carnacedo, en la iglesia de La Asunción de La Calzada de Oropesa.

Sepulcro de Bartolomé Martínez Carnacedo, en la capilla de Santiago de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de La Calzada de Oropesa.

Sepulcro de Bartolomé Martínez Carnacedo, y sus padres, arcediano de Molina y canónigo de Sigüenza.

GENEALOGÍA DE LOS CARNACEDO DE CALZADA DE OROPESA.

LOS ORÍGENES DE SAN SEGUNDO.

Habrá que remontarse al Siglo I después de Cristo, para encontrarnos con la figura de Segundo, como el fundador de la primera comunidad cristiana en la ciudad de Ávila, que llegaría a ser su primer obispo metropolitano de la misma. Su fiesta se celebra en Ávila el día 2 de mayo.

Según la tradición, cuando el apóstol Santiago se hallaba en Hispania, predicando por tierras de Galicia y Lusitania, hubo un momento en el cual se halló muy desanimado porque su predicación no obtenía los resultados favorables que pretendía entre la población de origen, según la tradición, entonces estando descansando a orillas del río Ebro, tuvo una aparición de la Virgen María, apoyada en un pilar, que le reveló que debía seguir con su labor de la predicación, lo cual hizo que entre otros discípulos conociese a Segundo, hebreo.

Adoctrinado por el apóstol Santiago, fue uno de sus primeros discípulos, que junto a otros seis, Indalecio, Eufrasio, Hiscio, Tesifón, Cecilio, y Torcuato, le acompañaron en su viaje a Jerusalén.

El 25 de marzo del año 44, después de Cristo, el apóstol Santiago fue martirizado, degollado por orden del Gobernador Herodes, siendo recogido su cuerpo por sus discípulos, que desde el puerto de Jafa le trasladan hasta Iria Flavia, llegando el 25 de julio.

Martirio de Santiago. Juan Fernández Navarrete, el mudo. El Escorial. Según sus exégetas, sabemos que después, acompañó al apóstol San Pablo13 en sus viajes por la península Helénica (Grecia), Siria e Hispania, para acabar su viaje en la ciudad de Roma. En el año 63 ó 65 después de Cristo, San Pedro, apóstol en Roma le consagró obispo, junto a sus compañeros, enviándoles a predicar a Hispania, a la Bética, por orden de San Pablo y San Pedro.

Siguiendo este discurso, en el año 66 después de Cristo, los obispos desembarcaran en Abdera o Adra (Almería), dirigiéndose a Acci o Guadix (Granada), coincidiendo que en esta ciudad se celebraba la fiesta dedicada al Dios

13 Carta a los romanos, capítulo XV, 24. Llegada a la Península. de la Guerra Marte se dedican a predicar, lo cual provocará la indignación e ira de los nativos que les siguieron para lincharlos, hasta que los Obispos cruzaron un puente, que posteriormente cuando lo intentaron cruzar los occitanos se derrumbó. Las consecuencias se traducen en la creación de una comunidad cristiana al frente de uno de los obispos mozárabes, San Torcuato, y de la occitana Luparia, discípula que es bautizada y convertida al Cristianismo.

A partir de aquí los Obispos se dividen y parten en direcciones diferentes, así a San Torcuato a Guadix (considerado fundador de la Iglesia Accitana), San Indalecio a Urci, (provincia de Granada o Almería, Vera), San Eufrasio a Iliturgi (Andújar, Jaén), San Hiscio o Esicio o Hesichio a Carcesa o Carteya (población cercana a Cazorla, Jaén, o Tarifa o Algeciras, Cádiz), San Tesifón o Ctesifonte a Bergi o Bergium (Berja, Almería), y San Cecilio a Iliberis o Elvira (Granada), y San Segundo a Adra y Abula (Ávila).

Historia de los Siete Varones Apostólicos, el bautismo de Santa Luparia y martirio de San Torcuato. Baza.

Los siete varones apostólicos. Cuando San Segundo llega a Abula (Ávila) se albergó y hospedó en unas casas de la margen derecha del río Adaja, al noroeste de la ciudad de Ávila, donde se levantó una ermita que en sus orígenes se advocó al Salvador, y posteriormente a San Sebastián y a Santa Lucía.

Ermita de San Segundo. En el año 92 después de Cristo, Domiciano ordena el martirio de San Segundo, colgándole en la muralla de Ávila. Siendo su cuerpo recogido y escondido y ocultado por sus discípulos y amigos para ser sepultado en la ermita que mencionamos advocada al Salvador, y posteriormente a los Santos, San Sebastián y Santa Lucia. Confirmado su martirio por los Papas Clemente VIII y San Pío V.

Martirio de San Segundo. EL DESCUBRIMIENTO ARQUEOLÓGICO.

Así, cuando en el año 1519 la cofradía de San Sebastián, ubicada en la Iglesia de San Salvador de Ávila, a orilla del río Adaja, advocada a Santa Lucía, acuerda con el objeto o fin de dar más amplitud y espacio al templo, para obtener un espacio diáfano que facilitara el culto y la comunicación de las capillas, se estableció que se comunicaran los tres ábsides románicos entre sí, abriéndose un arco cerrado en el lado de la Epístola. … se pretendía comunicar los tres ábsides románicos entre sí para obtener un espacio diáfano que facilitara el culto y la comunicación entre las capillas, se halló un sepulcro en los cimientos del muro que separaba el ábside central del derecho.14

Planta de la Iglesia de San Segundo. (Ávila) En estas obras apareció en los cimientos del muro de separación entre los ábsides central y derecho, el sepulcro de San Segundo. El cantero protagonista abulense que descubre el citado sepulcro fue Francisco Arroyo, que cuando distinguió el vaso y la laude berroqueña, sanó de una dolorosa hernia que tenía de antaño:

14 PARADA LÓPEZ DE CORSELAS, Manuel.: “El cáliz “de San Segundo” entre la realidad y el mito: avatares de un camino de santidad”, en ARQUEO_UCA, 2012, nº 2, p.110. advirtió la existencia de un gran vano, cubierto con una fuerte y pesada laude berroqueña, observando con júbilo y asombro que él, al descubrirla, había quedado sano de una hernia dolorosa que de antiguo padecía15.

Interior de la Iglesia de San Segundo. El deán y cabildo de la catedral de Ávila, en un primer momento, intentó apropiarse del cuerpo y las reliquias del santo y trasladarlas a la catedral, pero se encontró con la resistencia de la cofradía de San Sebastián, que adujeron que si los restos habían estado siglos en su iglesia, aparte de pertenecerles su posesión, había que respetar la elección del sepulcro.

Al abrir el clero reunido el sepulcro de piedra berroqueña se encontraron un esqueleto, junto a sus restos, y trozos de vestiduras eclesiásticas pontificales de una manga a manera de roquete, una mitra, un cáliz de metal, estaño, y basa de plata, con patena de metal, una copa, un anillo de oro, engastado con un zafiro y una inscripción en latín: SANCTVS SECVNDVS. …y abierto [el sepulcro], fueron hallados en él los huessos enteros de vn cuerpo humano, y allí con él vnos poluos y cenizas que en ellos se echauan de ver ser del mismo cuerpo: y en la cabeça vn gran bulto que parecía auer sido mitra, según la forma della: y dentro en el mismo vaso [sepulcro] un cáliz con su patena de

15 BENITO DOMÍGUEZ, Isidro de.: “De la excursión a Ávila. Ermita y sepulcro de San Segundo“, en Boletín de la Sociedad española de excursiones, Año I, Madrid, 1 de junio de 1893, nº 4, p.30. metal, y vn anillo de oro, con vna piedra en él engastada en çafiro, y vn letrero que dezía SANCTVS SECVNDVS.16

Anillo de San Segundo. Según la Historia de la ciudad de Ávila de Luis Ariz… quitada la laude de sobre el vasso, se hallo dentro vn cuerpo entero, y junto con el, vnas cenizas, que manifestauan ser la carne de aquellos huessos. Tenia en la cabeça vn bulto, a manera de mitra, según su forma, y vna manga a manera de Roquete, y junto al cuerpo vn cáliz de metal, y la basa de Plata, con patena, y vn anillo de oro, con vna piedra engastada en çafiro, según declararon los Lapidarios (cuyo Caliz, y anillo, yo he tenido en mis manos).17

16 CIANCA, Antonio de: Historia de la vida, invencion, milagros, y translacion de S. Segundo, primero Obispo de Avila: y recopilacion delos obispos successores suyos, hasta D. Geronimo Manrique de Lara, Inquisidor General de España, Madrid, imprenta de Luis Sánchez, 1595, (fol. 102 v.) p. 109. 17 ARIZ, L.: Historia de las Grandezas de la Ciudad de Ávila, Alcalá de Henares, 1607 [ed. facsímil, Caja General de Ahorros y Monte de Piedad de Ávila, Ávila, 1978], fol. 53 r.

Cáliz de San Segundo. El cáliz (1338-1355) en su pedestal tenía un letrero en italiano, donde se dejaba constancia que Andrea Petruccci, nacido en Siena fue el artífice del cáliz, que se dataría entre 1338 y 135518. Según el secretario Antonio de Cianca nos describe que: El cáliz y anillo se lleuó a la santa iglesia mayor de Áuila donde los tienen en sagrario en gran veneración y custodia: el anillo sacan con mucha deuoción y respeto a los que con ella allí ocurren: y el cáliz sirue de encerrar en él el santísimo Sacramento en jueues Santo de cada vn año en el monumento que se hace en esta santa iglesia mayor. Este cálize tien por baxo del nudo de su pedestal vn letrero con estas letras. ANDREAPETRVCI ORTO DA SIENA FECE CHESTO CAL. Esta lengua Italiana reducida

18 PARADA LÓPEZ DE CORSELAS, Manuel.: “El cáliz “de san segundo” entre la realidad y el mito: avatares de un camino de santidad”, en ARQUEO_UCA, 2012, nº 2, pp 109-123. a nuestra Castellana, dize, Andrés Petruci, nacido en Sena, hizo este cáliz.19

Firma de Andrea Petrucci. El cronista de la ciudad de Ávila Luis Ariz en 1607 nos describe lo siguiente: Es este Cáliz muy grande, y en el pie, y assiento, la patena encajada, y en su mançana en lo bajo del ñudo, del pedestral, vn letrero en italiano, que dize: Andrea Petruci Orto da, Siena Feçe chesto Cal. Andres Petruçi nacido en Sena, hizo este Caliz. …vn cáliz de metal, y la basa de Plata, con patena, de Metal y vn anillo de oro, con vna piedra engastada en çafiro, segun declararon los Lapidarios (cuyo Caliz, y anillo, yo he tenido veces en mis manos) y tiene un letrero que dize Sanctus Secundus […] Tiene este Caliz la hechura y copa muy grande, y en el pie, y asiento la misma patena encajada, y en su mançana en lo bajo del ñudo, del pedestral, vn letrero en Italiano, que dize: Andrea Petruci Orto da, Siena Feçe chesto Cal. y en castellano Andres Petruçi nacido en Sena, hizo este Caliz.20

19 CIANCA, Antonio de.: Op. cit., fol. 104 r. 20 ARIZ, Luis.: Op. cit., fol. 53 r.

Patena del cáliz de San Segundo. A guardar o custodiar al santo se quedaron algunos días y noches, por parte del deán y cabildo de la catedral, don Cristóbal de Medina, junto a tres canónigos; por parte del concejo o ayuntamiento, el regidor Sancho Sánchez Dávila, hijo de Sancho Dávila, el de Alhama, junto a otros tres regidores; y por parte de la cofradía o hermandad de San Sebastián, Lope Fernández Gallego, Silvestre Gallego, su hermano, Cristóbal del Barco y Pedro de las Navas, patronos de la misma. Hasta que llegan a un acuerdo entre las tres partes quedándose el patrono en la Iglesia de San Salvador.

Se manda que se fabrique una caja de nogal y se coloque una sábana nueva para albergar el cuerpo del santo, y que se cierre con tres cerraduras y llaves. Estas llaves se dieron al cabildo de la Catedral, al concejo y a los patronos de la hermandad.

A la catedral de Ávila, presidida por el obispo fray Francisco Ruiz, de la Orden San Francisco (1514-1528) se llevan en este primer momento el cáliz y el anillo del santo, que fueron depositados en el sagrario catedralicio. El anillo se suele mostrar en la catedral a los asistentes a ciertos oficios divinos y el cáliz sirve para encerrar el Santísimo Sacramento los jueves santos anuales y se deposita en el monumento.

Sagrario de la Catedral de Ávila. Después de respetarse estos acuerdos llegados entre las fuerzas fácticas de esta ciudad, la caja de nogal se coloca en el vaso de piedra donde se halló el sarcófago. Hubo personas que se apropiaron de algunos huesecillos y reliquias, que posteriormente fueron restituidas a la Iglesia de San Segundo, y colocadas en un relicario de plata para que las pudieran tocarlas sanos y enfermos, cerca del altar mayor.

Para su custodia y guarda del sepulcro del santo se puso una reja de hierro, que en 1544 se sustituyó por otra de más ornato, como veremos más adelante. En 1520 en una sesión capitular del cabildo de la Catedral de Ávila se ordena, manda y encomienda al deán y al maestrescuela que “entiendan en las cosas que les pareciere sobre lo del cuerpo de san Segundo.21

León X, el 26 de febrero de 1520 desde Roma autoriza, a través de un breve, el traslado de San Segundo a un lugar más seguro, mandando que a los Abades del Monasterio de Santa María de los Huertos (Segovia) y a la Colegial de Medina (Salamanca), sean defensores del cumplimiento de la guarda, traslado y colocación de los restos de san Segundo.

Retrato del papa León X. (1475-1521) Al venerable hermano Obispo, y amados hijos Capítulo de Ávila. León Papa Décimo.

21 PARADA LÓPEZ DE CORSELAS, Manuel.: Op. cit., p. 116 Venerable hermano, y amados hijos, salud y apostólica bendición. Pocos días ha, que nos hizistes hazer relación, que como el venerable cuerpo de San Segundo Obispo y confesor, el qual fue embiado antiguamente del bienaventurado Santiago, el mayor, de quien fue discípulo por Obispo de vuestra ciudad, ha sido hallado en un antiquísimo túmulo, puesto en la iglesia de Santa Lucía fuera de los muros Avileses con los mismos vestimentos con que fue sepultado y abierto el sepulcro por tu licencia, hermano Obispo, o por la de tu Provisor, el mismo cuerpo ha resplandecido con muchos milagros que nuestro señor Iesu Christo ha sido servido de obrar por los méritos del mismo San Segundo: deseays con pía devoción trasladar el mismo cuerpo a vuestra iglesia, en la qual será honrado con más decencia y colocarle en algún lugar conveniente de la misma iglesia, y cerrar el sepulcro a vuestra costa con rejas de hierro, por lo qual hizistes, que nos suplicasen porque viésemos en ello con pía diligencia. Nos pues, que estamos en la Silla del glorioso San Pedro, aunque con desiguales méritos, tenemos cuidado y solicitud, de dar favor y ayuda a los píos fieles, principalmente a aquellos que honran y quieren adornar las reliquias de los santos, cuyas ánimas no dudamos reinar en el cielo con Christo, encomendando a Dios mucho vuestro propósito loable, inclinado en quanto a esto a vuestros ruegos, con Apostólica autoridad, por el tenor de las presentes letras os damos licencia y facultad (pero sin perjuyzio de tercero) para sacar este mismo cuerpo y todas sus reliquias del dicho sepulcro, con debido honor y reverencia, y para trasladalle a vuestra dicha iglesia, y colocarle y guardarle en ella perpetuamente. Para lo qual cometemos y mandamos a los amados hijos Abades del Monasterio de Santa María de los Huertos fuera de los muros de Segovia, y de la colegial yglesia de Medina, diócesis de Salamanca, para que entrambos, o cada uno dellos por sí, o por otro para lo sobredicho esté en vuestra defensa, y para que puedan castigar con qualquier penas (Libro Tercero 6-8) y censuras eclesiásticas, y penas pecuniarias a qualesquier personas de qualquier calidad que sean, que os lo impidieren y perturbaren, y contradixeren, y fueren rebeldes a vuestro mandato, y para que por su arbitrio puedan usar de otros qualesquier remedios del derecho, pospuesto apelación, invocando, si fuere menester, el favor del brazo seglar, no obstante los estatutos de Bonifacio octavo, nuestro predecesor, y otros qualesquier estatutos, constituciones, y ordenaciones Apostólicas, provinciales, y sinodales, qualesquiera que sean. Dada en Roma, en San Pedro, debaxo del anillo del Pescador a veyntiseys días de hebrero, de mil y quinientos y veinte, el año séptimo de nuestro Pontificado. Juan de Lerma.

En el año 1530 en los inventarios de bienes muebles e inmuebles de la catedral de Ávila nos encontramos descrito, el cáliz y el anillo: Otro calice que se dize el de sant segundo que fue el primero obispo de auila es el pie de cobre y la copa de plata dorada todo lleno de esmaltes y todo dorado : con vna patena de plata con vna mano en medio, clauada en el pie del caliz que pesa todo quatro marcos y seis [se tacha “seys” y, en otra grafía, se sustituye por (sic) siete] oncas [se añade, igualmente en otra grafía, (sic) menos vn real 1573 hallose]... Un anillo que se dize de Sant Segundo obispo que fue de avila con vn zafir que esta engastado en el y el zafir esta quebrado por medio es de oro y dizen que tiene tal virtud que sana el mal de los ojos. Pesa dos castellanos y dos tomines.22

Concluiremos que entre 1520 a 1593 las cofradías de San Sebastián y Santa Lucía, por un lado, y el cabildo catedralicio, por otro, entablaron pleito por la posesión del cadáver de San Segundo. Y aunque el papa León X autorizó la traslación del cuerpo a la catedral por el breve del 26 de enero de 1520, no se produjo hasta septiembre de 1594, una vez que Felipe II falló el juicio en favor de esta última.

INTERROGATORIOS O INFORMACIONES: REALIDAD O MOTIVACIÓN ECONÓMICA.

El día 24 de abril de 1543 se hizo el testimonio por parte de la justicia eclesiástica de los testigos que declararon sobre los milagros del santo en la Iglesia de San Salvador, por orden del Licenciado Valverde, provisor del obispado, al notario de la audiencia episcopal Juan Dávila, apareciendo dieciséis testigos o casos:

Un mancebo, llamado Juan, hijo de Juan del Hotero y de María de las Vegas, su mujer, tullido que sanó.

Inés del Henao, mujer de Cristóbal del Barco, vecino de Ávila, patrono de la cofradía de San Sebastián, que estaba manca de un brazo por una enfermedad, y sanó.

Jerónimo de Valdés, hijo de Cristóbal de Henao por una quebradura, que sanó.

22 Ídem, p. 112. Un hijo de Diego Alonso, vecino de Peñaranda (Peñaranda de Bracamonte, Salamanca), que caminaba mal y sanó.

Alonso García, clérigo, vecino de Orbita (Ávila), que estaba tullido y sanó.

Juan, hijo de Miguel Amo, vecino del lugar de Adanero (Ávila), tullido desde los cuatro años, que sanó.

Francisco, hijo de Bartolomé Rodríguez y María Rodríguez, su mujer, que se rompió un brazo de una caída de un cerezo en Arenas (Arenas de san Pedro, Ávila), que sanó.

Anita, hija de Francisco Sánchez y de Juana la Rollona, vecinos de Ávila que vivían en el barrio de Nuestra Señora de las Bacas, tullida y ciega y sorda que sanó.

Cristóbal de Molina, natural de la villa de Yznatorafet del Adelantamiento de Cazorla (Jaén), mudo que sanó.

Alonso de Armada, hijo de Alonso de Armada, vecino de San Vicente (Ávila), mudo que sanó.

Juan Verdugo, vecino de Arévalo (Ávila), tullido que sanó.

María Cogote y María de Medina, vecinas de Ávila, tullidas, que sanaron.

María, hija de Juan Álvarez y de Mençia del Pozo, su mujer, vecinos de la Puebla de Gordón (León), tullida de una pierna que sanó cuando asistió a la ermita con muletas.

Isabel Martínez, beata de la orden carmelitana, vecina del lugar de Onquilana, tierra de Arévalo, tullida y manca, que asistió a la ermita rezó una novena y sanó.

Beatriz Gonzalbe, mujer de Francisco de Armella, vecina de Zaragoza, tullida, que fue a dar una novena y se sanó.

A continuación, se harán procesiones desde la catedral de Ávila a la iglesia de San Salvador, por todas las parroquias de Ávila, personificada en la clerecía, cruces, hermandades y seglar, portando sus crucifijos e insignias, que cuando llegaron a la Iglesia de San Segundo celebraron una misa con sermón, donde asistió toda la oligarquía abulense.

Estos interrogatorios durarán entre 1543 a 1550, y estará dirigidos por el Licenciado Juan de Ávila, provisor de Ávila, y el licenciado Francisco de Soto y Salazar, Provisor y Vicario general en el Obispado de Ávila, que fue obispo de Salamanca. En 1544 Juan Dávila, abad de Alcalá la Real (Jaén) y de Burgohondo (Ávila), hermano de Francisco Dávila, caballero de la orden de Santiago y comendador de Villafranca, descendientes de los Condes de Uceda manda que se haga una reja en la Iglesia de San Salvador adornada con coronación dorada, capitel de pintura y oro, y un letrero en un friso haciendo mención a los milagros del santo. Aparte el mismo abad mandó que se hiciera un cuarto en la parte del cierzo de la Iglesia para poner velas y realizar las novenas en honor al Santo.

MÁS INFORMACIONES E INTERROGATORIOS.

El 19 de julio de 1574 la iglesia, hermandad de San Sebastián y hospital de san Segundo de Ávila, elevan una petición al licenciado José del Castillo, corregidor de Ávila para recibir información de testigos sobre la sepultura del Santo, su devoción, rentas y gastos, que se resolverá a través de una notificación al notario de la audiencia episcopal Blasco Dávila para que haga testimonio de los hechos acaecidos y sus milagros.

El mismo día Blasco Dávila, recibió el mandamiento del corregidor de mano de Juan de las Navas, Antonio Gómez y Roque de Ávila, patronos de la iglesia y hermandad de San Segundo, el cual buscó y halló el proceso original, que hizo Juan Dávila, notario de la audiencia episcopal, el día 26 de abril de 1543, donde se encontraban las informaciones de los testigos que declararon ante el licenciado Juan Valverde, provisor y vicario del obispado.

La justicia seglar, a través del corregidor José del Castillo, natural de Madrid, oidor en la Real Audiencia de Sevilla, se ofrece a informar al consejo de la cruzada, del descubrimiento del sepulcro de San Segundo en 1519 y sobre algunos de sus milagros. El objetivo conseguir que el Consejo de Cruzada autorice la licencia para que el obispado de Ávila pueda permitir la recaudación de limosnas para financiar el servicio de la iglesia de san Segundo.

Las informaciones anteriores del año 1519 y las de 1574 realizadas ante Antonio de Cianca, escribano público de la ciudad de Ávila las encontraremos en la sección clero, legajo 346-1 de la catedral de Ávila, en el manuscrito titulado: “Informaciones hechas a instançia de la Cofradía de San Segundo de Ávila ante la justiçia real de esta Çiudad de cómo fue hallado y descubierto el cuerpo y reliquias del Glorioso San Segundo primer obispo de Ávila en la yglesia de su aduocaçión fuera de los muros. El año 1519 y las informaçiones dichas se hiçieron en el año 1574 ante Antonio de Cianca escribano del Número de áuila de quien está signado este traslado”.

El primer testigo fue Francisco Gómez de Santisteban, vecino de Ávila, de edad de 74 años, que declaró haber visto a una dueña que fue en romería a la iglesia de san Segundo desde la villa de Arévalo a visitar su sepulcro, ya que no podía andar, y era ayudada por dos personas. Al entrar en contacto con las reliquias del Santo comenzó a andar, y sanó. El segundo testigo fue Mateo Panza, vecino de Ávila, de edad de 77 años, que fue testigo de todo el proceso del descubrimiento y a partir de 1544 como se sanaban sordos, cojos y tullidos que venían a visitar el sepulcro. …vio metido en la dicha caxa y arca de madera vn cuerpo de persona, que tenía toda el armadura entera de huessos, y parecía auer sido sepultado, como persona eclesiástica obispal, porque este testigo vio dentro de la dicha arca vnas cenizas y pedaços de vestiduras que mostrauan lo que dicho tiene: y assí mismo vio dentro de la dicha arca vn cáliz, que parecía ser de estaño, o de latón, y la copa como dorada, y un anillo de oro.23

El tercer testigo fue Antonio Dávila, vecino de Ávila, de edad de ochenta años, que vio como Francisco Arroyo, que vivía cerca de la ermita de Santa Cruz, como se curaba de una dolencia de tripas que tenía, repitiendo sus visitas al santo años después para rezar al santo. Y assí mismo estaua dentro del dicho vaso vn cáliz con su patena muy antiguo, y este testigo no se acuerda de qué era y assí mismo vn anillo de oro: y este testigo lo vio todo allí, y se publicó y entendió que era el cuerpo del dicho glorioso santo [San Segundo].24

En las actas de Archivo de la Catedral de Ávila de 11 de mayo de 1547: Propuso el Sr. Deán la mucha reverencia y veneración que se debe hacer a honor del Señor San Segundo por cuyos méritos nuestro Señor hace cada día evidentes milagros, ansí en esta Sancta iglesia, (viene refiriéndose a su ermita) como en la Ciudad y Obispado, proveyendo s. s, m. m, que se diga al Señor provisor para que se publiquen sus milagros y se hagan conmemoraciones suyas y procesiones y que las conmemoraciones sean continuamente y se haga todo lo demás que se pudiere por devoción del glorioso Sancto como es razón25.

También en las actas de los Cabildos que se celebraron los días 20, 25 y 27 de mayo se confiere la donación de ropas y ornamentos a la ermita de san Segundo.

23 CIANCA, Antonio de: Op. cit, fol. 111 r. 24 Ídem, fol. 112 r. 25 SÁNCHEZ MARTÍN, Emiliano.: El Padre Villada y la venida de san Segundo a Ávila, Ávila, tipografía y encuadernación de Senén Martín Díaz, 1931, p. 68. EL ALTAR DE SAN SEGUNDO EN LA CATEDRAL DE ÁVILA.

El cabildo de la catedral de Ávila mandaría que se hiciera un altar advocado a San Segundo, en el crucero, al lado de la epístola, para albergar el cáliz y el anillo.

El resultado fue un altar colateral al altar mayor adosado a un pilar de la nave crucero decorado con un retablo de alabastro, con la figura en medio de san Segundo vestido de pontifical, con mitra y capa, haciendo una bendición general.

Altar de San Segundo. La cenefa de la capa es historiada con esculturas de medio relieve que representan el bautismo del Jordán, la disputa con los sabios en el templo, la entrada de Ramos en Jerusalén y algunos pasos de la pasión de Cristo.

Altar de San Segundo. En el friso de la basa del intercolumnio se hallan las figuras de San Pedro y San Segundo y otros obispos que llegaron con él a la Península; en los frisos de la peana de los intercolumnios colaterales se representa la procesión que los siete Obispos hacen a San Juan de Letrán, para su consagración en Roma por San Pedro, y en el otro lado la salida de mismos de Roma.

Procesión de los Obispos. Encima aparecen el milagro del puente que hundieron los gentiles accitanos y en el otro lado la conversión de Lupatia, en cada uno encima un espejo con la figura de San Segundo.

Altar de san Segundo en la catedral de Ávila. En el frontispicio la muerte y sepulcro de San Segundo. Junto a unas tarjetas con un escudo partido con cordero, diadema, cruz, pendón de oro con castillo de oro, norte y luna menguante, armas del cabildo de la Iglesia de San Salvador de Ávila. Antiguamente la santa iglesia de Ávila no usó traer por símbolo en sus escudos de armas, más que tan solamente en escudo roxo el cordero blanco con diadema de oro y cruz y pendón de lo mismo, y el escudo con coronel de oro, según se halla en la iglesia en muchas partes della, y de sus antiguos ornamentos, se según se traen las iglesias de la advocación de San salvador: pero después que fue Obispo de Ávila don francisco Ruyz, en cuyo tiempo, como es dicho fue la invención del cuerpo del bienaventurado San Segundo, se halla traer añadido en este escudo, el castillo de oro y león en su color, con un sol por cima de cabeza del cordero, y media luna a los pies de plata: y aunque la forma del sol que traen en el escudo, parece estrella, o norte …26

En la predela aparecen virtudes, atlantes, evangelistas, y santos.

La traza la realizará Vasco de la Zarza, que también trabaja en la mesa del altar y lo finaliza Isidro de Villoldo, junto a Juan de Frías, haciendo los bajorrelieves, entre los años 1547 y 1548, a causa de muerte del maestro. En 1551 el altar se doró. Del otro, dedicado a San Segundo, solamente llegó a hacerse por entonces la mesa, cuyos relieves y los de su compañera son iguales, con escudos, niños y follaje, más robusto, pero del mismo estilo que Zarza desarrolló en sus últimos días.

En 1545 en el libro de fábrica de la Catedral de Ávila ya aparece Isidro de Villoldo cobrando en concepto a unos pagos de la guarnición de los pilares del coro por los que cobró tres mil; más adelante se le conceptúa como imaginario, y cobra 10 ducados a cuenta de lo mismo; y otros tres mil maravedíes por el mismo concepto. En 1546 continúan los pagos a Villoldo, a cuenta de los pilares y otras obras que había hecho en la catedral.

Hay que esperar a 1547 cuando ya se le empieza a pagar por su trabajo en el retablo de san Segundo, y sus libramientos serán continuos hasta 1552. El 2 de enero de 1549 se hace una comisión para que vean “la obra que Villoldo ha hecho del altar de santsegundo y concluyan y hagan quenta con el como mejor vieren que conviene y dieronles poder cumplido en toda forma”.

El 26 de enero de 1549 se pagan a Villoldo y Frias veynte grislo del cabo por la obra del cabildo” y en el libro de Cuenta del año 1551, dice: don Cristoval de Medina, don Cristoval Sedero etc..(…) declararon x agn de aver y vayan Villoldo y Frías maestros escultores por las manos y el sacar del alabastro y todo su trabajo, arte e industria- de toda la obra q ellos hicieron en el altar de san segundo y un serafín que hicieron por el altar de santa catalina en la dicha iglesia 700 ducados y en la suma entran y han de entrar

26 Fol. 59 r. – v. los mrv que tienen recebidos para la dicha obra de manera que lo recibido y lo restan han de hazer la suma de los dichos 700 ducados en XXVI de henero 1549.

Isidro de Villoldo trabaja el medio y el bajorelieve, usando la técnica postdonatellesca del schiacciato, a través de la cual presenta las profundidades espaciales.

EL SEPULCRO DE ALABASTRO DE LA IGLESIA DE SAN SALVADOR DE ÁVILA.

En 1572 María de Mendoza, hermana del Obispo Álvaro de Mendoza, Obispo de Ávila, haciendo una novena en la Iglesia de Segundo, trató de donar un dosel de brocado para tapar una tumba de madera dorada que cubría el sepulcro del santo San Segundo, o doscientos ducados para fabricar una escultura de bulto redondo en alabastro de San Segundo.

Sepulcro de Don Álvaro Hurtado de Mendoza y Sarmiento, Obispo de Ávila entre 1560 y 1577 y de Palencia entre 1577 y 1586. Catedral de Ávila. Se donaron por lo tanto los 200 ducados sumados a las limosnas que se recogieron del Santo se encargó la escultura en Valladolid, a Juan de Juni, que se llevó a Ávila en el año 1573, para comenzar las obras el 22 de abril para asentar del sepulcro en la Iglesia de San Segundo, quitando la reja de hierro que había alrededor del sepulcro, y se acaban el 25 con la colocación y celebración del nuevo sepulcro.

María de Mendoza, VIII condesa de Rivadavia, camarera de la emperatriz Isabel de Portugal, nace en 1508, y era la hermana mayor de once hermanos, seis varones y cinco mujeres, cuyo padre fue Juan Hurtado de Mendoza, y su madre María de Sarmiento, III condesa de Rivadavia.

Escudo de María de Mendoza, en la capilla del Salvador (Úbeda). El 19 de octubre de 1522 se casa con Francisco de los Cobos y Molina (Úbeda, ca. 1477 - Úbeda, 11 de mayo de 1547), secretario de Carlos I, y ejerció su influencia en la corte desde su palacio de Valladolid, en Madrid, y en sus viajes por el Imperio acompañando a su marido, siendo una persona muy caritativa y devota. A la muerte de su marido, donó a los pobres 500.000 ducados, en concepto de limosnas. Tendría el matrimonio dos hijos, Diego de los Cobos, nacido en 1523, y María Sarmiento, en 1524. Su marido fallece en 1547.

Retrato de Francisco de los Cobos. Por Jan Gossaert, ca.1530, The Getty Center, Los Ángeles.

Don Alonso Enríquez de Guzmán la describe así: Esta señora fue tan discreta e graciosa y tan cuerda y muy honrada que ningún sabio descontentó ni descontenta de su bondad, honrando a todo el mundo, no deshonrando a nadie, haciendo bien a muchos e mal a ninguno, amparando y negociando a quien se le encomendaba. Era cristianísima y afable e conversable, muy misericordiosa, muy hermosa y bien dispuesta, muy honesta, con ser regocijada, usando de los tiempos conforme a razón. No parecía sino hermana de su marido, así conformes en la condición como en la intención y costumbres27.

Entre sus amistades cabe destacar a la Duquesa de Alba; Leonor de Castro, esposa de Francisco de Borja; la Marquesa de Soma; Mencía de Mendoza, Duquesa de Calabria; la Marquesa de Cenete; Estefanía de Requesens y su madre Hipólita de Liori, Condesa de Palamós.

Como mecenas de las artes tuvo una gran relación con el escultor Juan de Juni, hallándose a su muerte entre sus bienes un crucifijo tallado en madera policromada, y un retrato esculpido en mármol en 1540 de Alonso de Berruguete (1480-1561) y actuó en la capilla de El Salvador en Úbeda (Jaén), y ayudó en la fundación del primer convento en Valladolid que fundó Santa Teresa de Jesús a la cual acompañó en coche de caballos para fundar en a Malagón, a Ávila, Madrid y Alcalá de Henares, rematándose durante el viaje lo relativo a la fundación del convento en Valladolid. Con Santa Teresa tuvo una relación personal y epistolar, donde la misma nos describe a María de Mendoza en su obra Libro de las fundaciones (capítulo 10): muy cristiana y de grandísima caridad (sus limosnas en gran abundancia la daban bien a entender) hacía me mucha caridad de antes que yo la había tratado, porque es hermana del obispo de Ávila, que en el primer monasterio nos favoreció mucho y en todo lo que toca a la Orden.

Juan de Juni esculpió la imagen en alabastro de San Segundo, ataviado de Pontifical, en posición orante natural ante un libro, en tamaño natural, mide 1,65 metros, en bulto redondo. La mitra la trabajó con labores escultóricas en las piedras preciosas, en los ricos bordados, y en las cintas que simbolizan el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento La capa pontifical sujetada por un broche, capillo, cruz pectoral, carecen de labores y de adornos. Don Antonio

27 FERNÁNDEZ DEL HOYO, María Antonia: “Los Mendoza clientes de Juni”, Boletín del Museo Nacional de Escultura, 10, 2006, p. 28.

Ponz, la atribuye a Berruguete, Es obra muy bella y de estilo sencillo, tenida por de Alonso Berruguete 28.

Dibujo sobre papel agarbanzado verjurado pluma, pincel, tinta parda y aguada de tinta china (1740-1749). Giacomo Pavía (1699-1749). BN. Su rostro es dulce, noble y humilde pero realizado con majestad y grandeza. Las manos ocultas en guantes, y los dedos adornados con anillos que dejan entrever el manipulo. Demuestra su completo conocimiento de la anatomía y de todo lo relativo a la figura humana, tanto en los ropajes como en la expresividad de los rostros y las manos.

28 PONZ, Antonio: Viage de España, en que se la noticia de las cosas más apreciables y dignas de saberse que hay en ella, Madrid, Imprenta viuda de Ibarra, 1788, Tomo XII, p. 323.

Escultura de Juan de Juni de san segundo en la Iglesia del Adaja. El Reclinatorio es sencillo, y mide 50 centímetros, y no tiene inscripción ni labor y se corona por un pequeño cojín, y con un rosetón a cada ángulo, y adosado al dicho reclinatorio un báculo de madera sobredorada.

La escultura se asienta en una basa de granito de 37 centímetros, rodeado de una verja de hierro que arranca de un friso con tres escudos incrustados y pintados, con las armas de la Catedral de Ávila. En la cornisa de la reja cohabita una inscripción que dice:

ESTA REXA MANDARON HACER DEÁN I CABILDO VNICO PATRONO D ESTA SANTA IGLESIA A ONOR I GLORIA DEL SEÑOR S SEGUNDO OB[IS]PO I PATRÓN DE ESTA CIUDAD AÑO DEL SEÑOR 1572.

Detalle de la reja. El zócalo mide 2 metros de largo, 1 metro de ancho y 3 5 centímetros de alto. Le rodean dos molduras interrumpidas por 4 escudos dentro de cartabones, divididos por mitad, formando dos cuarteles con las armas de familia de los Hurtado de Mendoza, que se caracteriza por un aspa de cadenas, unidas por dos tirantes lisos, y 10 corazones en línea y por la divisa de la familia Dávila que consta de 13 roeles en cuatro líneas de 3 y uno en el centro.

En el mes de abril de 1573 para poder montar la escultura había que modificar el antiguo sepulcro y sacar la caja de madera donde estaba el santo. Asistieron por lo tanto a la iglesia de San Segundo Rodrigo Vázquez Dávila, obispo de Troya, el licenciado Hernando de Brizuela, arcediano de Arévalo y provisor en el Obispado, el licenciado Antonio Hernández de Valdivielso, tesorero y Alonso Dávila, canónigo de la doctoral Iglesia de Ávila, y Juan de las Navas, Francisco de las Navas, Juan Díaz, y Francisco de Santiago, patrones de hermandad de San Sebastián para la apertura del sepulcro.

Asistió también por si ocurría alguna disensión, el licenciado Martín de Espinosa, alcalde mayor de Ávila, con el que confirieron y acordaron que la caja se sacase de su sepulcro y se pusiese en el sagrario. El alcalde mayor proveyó que los patronos junto a doce hombres velasen de día y de noche el cuerpo hasta que se acabase la obra.

Uno de los días estuvo velando el cuerpo, Rodrigo del Águila y Francisco de Quiñones, regidor de Ávila y otra noche José de Calatayud y Zúñiga y Gil González de Villalva.

El 24 de abril de 1573 se acaban las obras del sepulcro, y se coloca la estatua de Juan de Juni en su sitio, y asisten a la Iglesia de San Segundo Rodrigo Vázquez Dávila, Obispo de Troya, el Licenciado Hernando de Arévalo, arcediano y provisor de Ávila, el licenciado Antonio Hernández de Valdivielso, tesorero, Martín González de la Venera, arcediano de Oropesa, Alonso Dávila, Francisco de Guzmán y Alonso Navarro, canónigos, el maestro Daça, racionero, Mateo de Arévalo Sedeño, Corregidor, el licenciado Martín de Espinosa, alcalde mayor, Gil de Villalva, Francisco de Quiñones, Lázaro Salazar Dávila, el Licenciado Bautista de Vergara, regidores, el licenciado Gregorio del Barco, procurador general, Pedro del Peso de Vera, procurador de la tierra de Ávila, además de Rodrigo del Águila, José Calatayud de Zúñiga, Alonso Guiera, Garci Báñez de Moxica Bracamonte, Antonio de Vera Bracamonte, Rodrigo de Valderrabano Dávila, Gil González Dávila de Guzmán, caballero de la Orden de San Juan, Diego de Villalva, caballero de la Orden de Santiago, Mosén Rubi de Bracamonte, Gaspar del Águila, el padre Antonio de Larez y el padre Villalpando de la Compañía de Jesús, Francisco de Salcedo, clérigo presbítero de santa y ejemplar vida, Hernando Díaz, beneficiado de la parroquial de San Juan, Jusepe de Villadiego, cura de San Vicente, Gonzalo del Barco, cura de Santo Tomé y Evangelista de Santiago, Diego Sánchez, clérigos, presbíteros y capellanes de la Iglesia de San Segundo; y los Licenciados Francisco Pinel, Alonso Orejón, Diego López Ortega, y Diego Osorio, como abogados y letrados de Ávila; y Diego de Salcedo, Hernán Gómez, Juan Agustín Vázquez, Diego de Vega, Pedro Téllez y Vicente Nanclares, escribanos del número, los cuales asistieron al sagrario y comprobaron las cerraduras del cerrojo y candado del sagrario, lo abrieron, a toque de chirimías de los ministriles y se cantó un motete, entrando el Obispo de Troya, con capa de raso blanco, el provisor, el tesorero, los canónigos de la Catedral, y el racionero con sus sobrepellices, y el Corregidor, el alcalde mayor, y los regidores junto a varios caballeros con sus hachas encendidas y comprobaron que la caja de vara y sesma de largo no había sido profanada.

A continuación se puso encima de la caja un paño de raso carmesí y se formó una procesión para sacar el cuerpo en hombros del arcediano de Oropesa, el tesorero y los canónigos, y trasladarlo al altar mayor, para exposición del público, durante dos horas.

La misma procesión llevó el cuerpo desde el altar mayor al sepulcro para colocarlo en su vaso de piedra y cerrarlo con su lauda original, y se colocó encima la escultura de alabastro.

Este mismo día los patronos de la hermandad de San Sebastián dicen hacer una procesión por la ciudad con las reliquias del Santo restituidas del santo y las albergadas en la Iglesia de San Segundo. Y que en la Catedral se hiciera una misa y sermón y que volviesen en procesión a su lugar original.

Cuando llegó el día la Iglesia de San Segundo estaba decorada con doseles de brocado, terciopelo carmesí y colgaduras de brocado, donados por María de Mendoza, Marquesa de Camarasa.

El último día de pascua del Espíritu santo, el cabildo de la catedral y los clérigos de las iglesias de Ávila salieren en solemne procesión hacia la Iglesia de San Segundo con las reliquias que se habían albergado en el relicario, se dijo una misa con sermón. Por la tarde volverá a la su Iglesia donde se habían colgado billetes con poemas e epigramas en distintas lenguas tratando sobre San Segundo, que escribieron entre otros Suero del Águila, caballero de Avilés.

EL OBISPO JERÓNIMO MANRIQUE DE LARA.

Alonso Manrique, cardenal de la Santa Iglesia, obispo de Badajoz y de Córdoba, capellán mayor de Carlos V, arzobispo de Sevilla e Inquisidor General de España tuvo tres hijos: Rodrigo Manrique, Guiomar Manrique, monja dominica en el convento de la Madre de Dios (Toledo), y Jerónimo Manrique de Lara.

Retrato de Alonso Manrique de Lara, Arzobispo de Sevilla. Fue colegial en San Ildefonso de Alcalá de Henares, por deseo de su padre, destacando en sus estudios. Actuó como inquisidor del tribunal de Murcia hasta 1571. Tuvo dos hijos, su hija se llamó Josefa Manrique.

Felipe II le nombró Inquisidor y vicario general en la Armada y Ejército de la Liga Católica, al mando de don Juan de Austria. Así en mayo de 1571 está en Génova nombrando en su comisión al franciscano Fray Miguel Servia, no pudiendo estar en la batalla de Lepanto. El 17 de septiembre en Fossa de San Juan celebraría misa y bendeciría antes de la batalla a la armada y a sus tropas. Fue también nombrado administrador del Hospital Real de esta Armada.

A su llegada a España sigue como en su puesto en el Consejo de la Inquisición. En 1582 Felipe II le proponer para cubrir la vacante que dejó Gómez Zapata en el Obispado de Cartagena.

Escudo del Obispo de Ávila Jerónimo Manrique de Lara. Catedral de Ávila. En 1587 después de haber destacado en su labor Felipe II le llama como Visitador de la Orden de la Compañía de Jesús, con autorización de un breve de Sixto V, que recién llegado a Madrid el 17 de mayo de 1588 le fue entregado en 17 de mayo. La compañía la final consigue que el papa le inhiba y recuse de su cargo por ser hijo ilegítimo y tener dos hijos bastardos.

El conde de Barajas, Presidente del Consejo Real, le nombraría visitador de la Chancillería de Valladolid. A continuación el 25 de mayo de 1591 se le nombra Obispo de Ávila, cargo que ostenta hasta su muerte en 22 de septiembre de 1595, no antes sin haber el 1 de mayo de 1595 aceptado el cargo de inquisidor general, sucediendo a Gaspar de Quiroga.

Ostentando la mitra de Ávila, se le atribuyó un milagro a San Segundo, sobre las dolencias del corazón y palpitaciones, que por su servicio al Rey, en la Armada, junto a don Juan de Austria, padeció don Jerónimo.

El 9 de septiembre de 1593 cayó enfermo, siendo atendido por el Doctor Villarreal, médico de la corte y el licenciado Luis Vázquez y el doctor Alcocer, médicos de Ávila, que habiendo recibido la extremaunción, al final se recuperó. LA TRASLACIÓN DE LOS RESTOS DE SAN SEGUNDO.

El Obispo Jerónimo Manrique de Lara entendió que era necesario que se trasladasen a la catedral los restos de San segundo, poniendo en ejecución el breve de León X, y comprometiéndose a hacer una dotación en honor al santo de su patrimonio.

El 31 de diciembre de 1593 el deán y cabildo de la catedral dieron poderes a García de Mena, racionero y fiscal del obispado para su ejecución.

El cual compareció ante el Obispo Jerónimo Manrique de Lara, el 5 de enero de 1594, para pedir la ejecución del Breve de León X. Las razones del fiscal no se limitaron a la situación extramuros de la Iglesia de San Segundo, antes advocada a santa Lucía, sino que adujo su proximidad a unas tenerías (lugares donde se curtía el cuero de forma artesanal), la apertura de sus puertas a todas horas que hacía incontrolable que pudieran entrar en la ermita bestias, ganados, hombres y mujeres del mal vivir y ladrones, al no tener dotación no hay asistencia de misas solemnes sino misas de particulares rezadas, y que se hicieran las averiguaciones necesarias en forma de interrogatorio de testigos.

Imagen de los restos de las tenerías (Ávila) El Obispo aceptará la petición del fiscal y acepta el breve, mandando a su provisor el licenciado Rodrigo de Ponce que procediera a las informaciones. Declararían Gabriel Verdugo, clérigo y presbítero; Gil González Dávila de Guzmán, caballero de la orden de San Juan, y comendador de Reinoso; Luis de Guzmán, clérigo capellán del Rey; Tello Pantoja; Agustín Dávila, administrador del Hospital de la San Escolástica de Ávila; Hernando Díaz, clérigo presbítero; Francisco Álvarez de Castro, y el doctor Diego de Segovia, cura de San Nicolás. El mismo mes de enero el obispo y cabildo acuerdan enviar a los doctores y canónigos Pedro de Castro y a Lorenzo Chacón a la corte para comunicárselo a Felipe II.

El 25 de enero de 1594 se enteran en el concejo por la hermandad de san Sebastián, al consistorio asistieron Antonio Gómez Vela, Agustín Navas Adrada, Gregorio de Medina y Francisco Santiago como patronos de la hermandad, informando y suplicando que no se haga la traslación, y concertando el envío de dos regidores de Ávila a hablar con Felipe II, nombrándose como comisionados a Alonso Navarro y Sancho Cimbrón.

El día 28 de enero asisten al consistorio Pedro Tablares, arcediano de Ávila y el licenciado Pedro Rodríguez de León, provisor y canónigo de Ávila a informar sobre la traslación del santo, entendiendo que era una situación espiritual entre el Obispo y el Rey. También informado de la ida a Madrid de los doctores Castro y Chacón y que estaban esperando una respuesta regia a la traslación.

Los comisionados partieron para Madrid, a principios de febrero. A su llegada dieron las cartas al marqués de , a Gaspar de Bullón y a Diego de Ribera, regidores y procuradores de Cortes de Ávila. Enterándose lo tratado con el Rey, por los doctores Castro y Chacón, ganó la voluntad del obispo, y se les envía una carta al consistorio con instrucciones al respecto. Reunidos los comisionados de ambas partes se decide que se represente a Ávila en este asunto hasta leer la misiva que les había enviado.

Mientras tanto, san Segundo produjo otro milagro en la persona del comisionado Sancho Cimbrón un mal paso hizo que se cayera en un pozo por la noche yendo a su posada, saliendo vivo del suceso. Ya en Ávila Alonso Navarro y Sancho Cimbrón, llegados el 8 de febrero de 1594, informaron de la negociación con los doctores y dieron las cartas con la respuesta del Marqués de Velada, Gaspar de Bullón y Diego de Ribera, regidores y procuradores de las cortes de Ávila, y un memorial del licenciado Fernando Carrillo sobre las instrucciones que debía llevar a cabo la ciudad de Ávila.

El 9 de febrero se acuerda que Alonso Navarro y Sancho Cimbrón traten con el Obispo del estado de la situación. El 10 de febrero se junta el concejo con los comisionados que dieron la respuesta dada por el Obispo y se decide que se escriba a Madrid a los procuradores de cortes y al letrado y agente de negocios de la ciudad para que estén al tanto de la situación; y a los regidores ausentes en la comarca para que vengan a Ávila para conferir sobre la traslación.

El 17 de febrero se recibe la carta de Felipe II, ordenando se ejecute el breve del papa León X y que se comiencen los preparativos para la traslación del santo:

Retrato de Felipe II. Tiziano. EL REY. Concejo, justicia, regidores, caballeros, escuderos, oficiales y hombres buenos de la ciudad de Ávila. El reverendo en Christo padre don Gerónimo Manrique, Obispo de esa iglesia, de mí Consejo, y el Deán y Cabildo de ella me ha escrito, que en ella y en todo este Obispado tiene por patrón al bienaventurado San Segundo, primero Obispo que fue desta iglesia, cuyo cuerpo se halló noventa años ha en una ermita extramuros de esa ciudad, donde ahora está, y que por no tener allí la decencia que era justo, se pidió a la Santidad del Papa León décimo, diese licencia, para trasladarla a la dicha iglesia Catedral, para cuyo efecto concedió su breve. Y que por parte del dicho cabildo se ha hecho instancia para la execución del, después que el dicho don Gerónimo Manrique es Obispo della. Y que aviendo hecho información sobrello, ha hallado, que es muy conveniente el hazer esta traslación, así por la indecencia grandes en que está este santo, como porque de algunos años a esta parte, se ha pedido, y va perdiendo la devoción que la gente tenía con él, y que así ha ordenado, se execute el dicho breve, precediendo de mí licencia, y suplicavame con los Doctores Pedro de castro y Lorenzo Chacón, canónigos de su Iglesia, que me ha embiado sobre esto, os mandase escribir cerca dello, para que asistays y ayudéis en tan santa obra. Y por ser de tal calidad, he querido escribiros esta, para que por vuestra parte en todo lo que os tocare, asistays con los dichos Obispo y cabildo, para que esta translación se haga con el cumplimiento y veneración que es razón, y ofreciéndoseos algún incoveniente, me avisareys luego dello, para que se provea lo que más convenga. De Madrid a dos de hebrero de mil y quinientos noventa y quatro años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, nuestro señor, Francisco Gonçález de Heredia.

En 19 de febrero estando reunido el concejo de Ávila asistieron al mismo, Diego de Bracamonte, deán, Pedro Tablares, arcediano de Ávila, el licenciado Juan Álvarez de la Serna, canónigo y Antonio de Herrera, racionero, solicitando el traslado del cuerpo. Para responderles se nombró como comisionados de la ciudad a Alonso Navarro, Sancho Cimbrón y Ochoa de Aguirre y a Hernando Guillamas, regidores.

El 22 de febrero se resuelve que se celebre una procesión con toda la clerecía, órdenes y hermandades, y se digan misas y plegarias al servicio de san Segundo y que se vuelvan a Madrid los doctores Castro y Chacón.

El 27 de febrero se celebró una procesión realizada por el cabildo y clerecía de las iglesias de Ávila, y el clero regular de las órdenes de San Francisco, Santo Domingo, el Carmen, Premostenses y Descalzos Franciscos, las cofradías de la ciudad, la justicia, regidores y otros representantes, que con sus luces blancas partieron desde la Iglesia Mayor Catedral, por la calle Andín y plaza del Mercado Chico, toda la calle rúa abajo hasta la Puerta de Adaja y finalizada en la Iglesia de san Segundo, donde se celebró una misa solemne, en la que predicó el padre Juan de Montalvo, predicador de monasterio de Santo Tomás de Ávila.

Terminado el sermón la procesión se volvió por la puerta de Adaja y por la calle de la Iglesia de San Esteban, hasta la calle de la pescadería y calle que va a la plazuela mayor de la catedral. Entraron en la Catedral a orar y finalizar la procesión.

Plano de Ávila. El 1 de marzo el concejo acordó que se llamase a los regidores ausentes para la resolución de la traslación, y contestar a la carta de Felipe II. Aparte, recibieron del obispo y cabildo un memorial con las razones favorables a la traslación del cuerpo: nueva devoción ciudadana; resurgir del culto a las reliquias y las traslaciones de cara a los enemigos de la fe; evocación de otras traslaciones pasadas y presentes: caso de san Ambrosio que trasladó en Milán los restos de los santos Gervasio, Protasio, Macario, Vital y Agrícola; san Eugenio a Toledo y Santa Leocadia, desde Flandes; san Justo y Pastor desde Huesca a Alcalá de Henares; santos Gregorio, Nacianceno, Abundo y Abundacio que los papas Gregorio y Sixto trasladaron a iglesias de San Pedro y de Santa María la mayor de Roma.

Asimismo, se tuvo en cuenta el beneficio de los recursos de la catedral de Ávila frente a la austeridad de la iglesia de san Segundo; el traslado de una zona rural a otra urbana; beneficio a los naturales de Ávila a través del nombramiento de capellanes; evitar el robo del cuerpo del santo por estar extramuros y protegerlo en los muros de la catedral; todos los compañeros obispos de viaje de san Segundo sus restos habías sido trasladados a otros lugares sagrados más seguros, es decir los restos de San Torcuato viajarán desde Guadix al monasterio de Celanova, los de San Cecilio desde una iglesia a la catedral de Granada, los de San Indalecio del lugar de Piedrapisada al monasterio de San Juan de la Peña, por orden de don García, rey de Navarra; los de San Eufrasio, al monasterio de Valdamao y los de Tisiso a la catedral de Almería. La cofradía de San Sebastián no se quedará atrás y envía un memorial dando sus razones: reducción natural y traslado de los restos y reliquias de los santos con el beneplácito de la monarquía, caso de San Eugenio desde San Denisse a la catedral de Toledo o Santa Leocadia, desde la Abadía de San Gislen in Cella a Toledo o de las reliquias de los niños San Justo y Pastor, desde la iglesia de San Pedro de Huesca a la colegial de Alcalá de Henares; la segunda razón el temor de enemigos se remonta a los primitivos cristianos a la necesidad de esconder los restos de Santiago o de san Segundo; la tercera la necesidad de retirar los restos de santos que están en tierras enemigas, como el caso de san Agustín, que desde Hipona irá a Cerdeña y después a Pavía, o san Ildefonso de Sevilla, santa Justa y santa Rufina que fueron a León.

Los patronos aducen que la traslación de san Segundo no cumplía los anteriores tres argumentos, el primero porque el santo estaba en su propia patria, el segundo el temor de los no creyentes a Felipe II y el tercero describe al margen de río Adaja como un lugar ideal propio de una novela pastoril.

El consistorio asistirá en la persona del licenciado Alonso Orejón, su abogado, a que estudie este caso y dar un parecer acorde con el Concilio de Trento y el Derecho Canónico. Así determina que no se pueden hacer traslaciones sin el permiso regio y romano (concilio de Maguncia, 813); no se pueden tampoco admitir milagros, ni colocar reliquias en las iglesias sin permiso del obispo que deberá elevarlo al concilio provincial; las reliquias deberán estar bien protegidas; concluyó a favor de la traslación del santo a la catedral.

El 14 de marzo de 1594, reunidos los regidores ausentes se juntaron con el corregidor para dictaminar sobre la traslación y contestar a la carta de Felipe II, pero no se determinó nada concreto.

El 15 de marzo tampoco se resolvió nada, hay que esperar al día 16 que se juntaron el corregidor Jerónimo Piñán de Zúñiga, Antonio de Muñohierro, Pedro Dávila del Águila, Alonso Navarro, Pedro del Peso de Vera, Ochoa de Aguirre, Hernando Guillamas, Antonio de Barrientos, Sancho Cimbrón, Francisco del Peso Quiñones, Luis Pacheco, Francisco Dávila de Ulloa, regidores, que deciden ante el compromiso del obispo de dotar una capellanía con seis capellanes y 2.000 ducados de renta, más una capilla suntuosa en la catedral a que se haga la traslación del cuerpo del santo.

El 16 de marzo fue al consistorio el licenciado Pedro Rodríguez de León, provisor y canónigo, representando al obispo, para dar las gracias a la ciudad de Ávila; y por parte del cabildo, Juan Carrillo, tesorero y canónigo y el licenciado Juan Álvarez de la Serna. A continuación, el consistorio nombró como comisionados a Sancho Cimbrón y Alonso Navarro para llevar a Madrid la contestación de Felipe II de la ciudad de Ávila, informando sobre el estado de las negociaciones. SEÑOR Por una carta de Vuestra Merced de dos de hebrero, nos a embiado a mandar, que acudamos a lo que conveniese a la translación del cuerpo del glorioso San Segundo primero Obispo de esta ciudad, a la iglesia catedral della, para que se haga con la veneración devida, o embiemos relación del inconveniente que puede aver en razón de averse hecho relación a Vuestra Merced por parte del Obispo y Cabildo desta ciudad, que conviene hacerse la traslación deste santo cuerpo, para que esté con más decencia de la que tiene en su iglesia, por ser ermita, y averse perdido la devoción que se ha tenido, y no estar con la custodia devida. Luego que recibimos la carta de Vuestra Meced en cumplimiento de lo que en ella nos manda atendimos con mucho cuidado a este negocio, como tan importante, para mirar, y considerar en él lo que conviene, y se ha hecho diversas vezes que se ha tratado, y platicado en él, aviendo precedido muchos sacrificios, misas, y oraciones en las iglesias y conventos desta ciudad; y procesión general, y pedido al Obispo y Cabildo las causas porque se debía hazer esta translación más en particular, de las que se hizieron a Vuestra Merced. Y por parte de la ciudad se han hecho ciertos apuntamientos, de los inconvenientes que podían resultar, para más justificación del negocio. Y aviéndose visto las unas causas, y las otras, y el ofrecimiento que por parte del Obispo se ha hecho, de dotar la capilla donde se huviere de trasladar el cuerpo santo, en dos mil ducados de renta, se ha resuelto la ciudad, en que conviene se haga la translación, con dos condiciones y medios convenientes a la perpetuidad desta santa obra, que se han de resolver con el Obispo y Cabildo. Y así cumplirá la ciudad lo que Vuestra Merced la embía mandar, acudiendo a la translación deste santo cuerpo, para que se haga al tiempo y con el cumplimiento y veneración debido, como más en particular darán cuenta a Vuestra Merced, don Alonso Navarro, y don Sancho Cimbrón, regidores de esta ciudad, que de su parte va a besar las manos a Vuestra Merced, a quien Dios guarde. De Ávila a diez y siete de março de 1594. Gerónimo Pinan de Zúñiga, Antonio de Nuñohierro, Ochoa de Aguirre. Por mandado de la ciudad de Ávila. Gerónimo Calderón.

En 14 de mayo de 1594, el obispo de Ávila realiza un concierto para la fundación de la capilla de San Segundo. Así, don Jerónimo Manrique, conferirá sobre este asunto con Sancho Cimbrón y con Alonso Navarro. El camarero del obispo mosén Pedro de Vía, donó unos juros al obispo para cubrir los 2.000 ducados de renta anual, a 16 mil el millar, a favor del deán y el cabildo de Ávila.

Para el cumplimiento del desembolso se pusieron una serie de condiciones:

El traslado se realizará dentro de los primeros meses a la fecha del concierto, y mientras se construye la capilla, los restos se pondrán en un lugar ya destinado para tal efecto que sea decente, adornado y seguro, en la parte donde se canta el evangelio.

La segunda condición que mientras se construye la capilla la renta de los 2.000 ducados se destine a acabar la obra de la capilla.

La tercera condición será que la distribución de los 2.000 ducados de renta estará a cargo del Obispo Jerónimo Manrique de Lara: fábrica, adornos capilla, capellanes y otros ministros.

La cuarta disposición es la creación de una capilla formada por seis capellanes, y que uno será abad de san Segundo.

La quinta se reserva a que en la iglesia de san Segundo se conserve su ornato, y que uno de los seis capellanes le dé servicio administrando los sacramentos y celebrando los oficios divinos.

La sexta condición plantea que las procesiones anuales se conserven, excepto el día 2 de mayo, que se celebrará en la catedral.

La séptima disposición que la capilla deberá tener una puerta a la calle albardería, y se haga un cuarto para hospedaje a los que vayan a las novenas hechas al santo.

La octava que la ciudad de Ávila conservará una llave de la caja donde estén depositados los restos de san Segundo.

La novena, en caso que muera antes de acabar la capilla don Jerónimo Manrique de Lara, y nombrar a los capellanes, que pase la titularidad al deán y cabildo de la Catedral.

La décima se nombra al deán y cabildo de la catedral de Ávila como patrones in solidum.

El obispo intentaba emular con la construcción de esta nueva capilla en la catedral de Ávila, la imagen del apóstol Santiago, en Compostela29.

29 PERALTA BARNUEVO ROCHA Y BENAVIDES, Pedro de: Historia de España vindicada, Lima, oficina de Francisco Sobrino, 1730, p. 996. Concertadas las condiciones, se debía elegir el día de la traslación, y concertar los gastos de las fiestas, y el reparto económico entre el cabildo y la ciudad, por lo tanto, se acordó que Jerónimo Piñán de Zúñiga, corregidor y Sancho Cimbrón, tratasen con el deán y cabildo la traslación en un plazo de tres meses. Al final, acordaron se hiciera el 11 de septiembre de 1594, y que se empezara a planificar la fiesta, los gastos de cera, que lo pagarán desde el cabildo, y la ciudad, lo que le corresponda a eclesiásticos y a seglares. Los autos se pagarán a partes iguales, dependiendo lo que organice el cabildo y la ciudad, al igual que los aderezos, adornos y ornatos.

El concejo, concertadas ambas partes, decidió que Sancho Cimbrón y Alonso Navarro fueran a suplicar la presencia de Felipe II, el día de la traslación de San Segundo. En caso de que Ávila recibiera a Felipe II, Agustín Treviño, procurador de los pueblos de la tierra de Ávila y la ciudad se pondrían de acuerdo en lo que se hubiera de pagar de gastos.

Los comisionados le dieron la carta en San Lorenzo de El Escorial en el mes de junio, y respondió a la ciudad de Ávila, que dependerá de su estado corporal su presencia, por las indisposiciones que padece:

Retrato de Felipe II.

El Rey Concejo, justicia, regidores, caballeros, escuderos, oficiales, y hombres buenos de mí noble ciudad de Ávila. E visto la carta que de vuestra parte me dieron don Alonso Navarro y don Sancho Cimbrón y estimo en lo que es razón vuestra buena voluntad. Yo os doy las gracias por todo lo que en ella me dezis. Y por mí contentamiento, y el de mis hijos, y por darle a esa ciudad, holgara mucho hallarme presente para la fiesta de la translación del bienaventurado San Segundo, si mis indisposiciones dieran lugar a ello. Y por no estar del todo tan libre dellas como es menester, no podré agora asegurar lo que podré hazer en esto, pero en el entretanto que llega el tiempo, podréis poner en orden todo aquello que pareciere necesario, para que con decencia y devoción, solamente se pueda trasladar el cuerpo deste glorioso santo. Sin hacer otro ningún gasto superfluo, y que se pueda escusar. Adelante, yo os avisaré de mí de lo que podré hazer acerca de mí ida, quedándome mucho deseo de daros gusto, y haceros merced en todo lo que huviere lugar. De San Lorenzo, a 18 de junio 1594. Yo el Rey. Por mandado del Rey, nuestro señor, Gerónimo Gasol.

La ciudad de Ávila empezaría a hacer los preparativos de la fiesta de la traslación de las reliquias. Se comienzan a realizar aderezos, a buscar un ingeniero para los fuegos artificiales, y representantes para los autos, se empieza a comprar cera blanca, se escribe al duque del Infantado, al duque de Alba, al marqués de Villena y al conde de Oropesa para que dejen sus tapicería y colgaduras de brocado y telas para el ornato de la ciudad y la translación, y se escribe a la catedral de Toledo pidiéndoles y solicitándoles aderezos y algunos músicos de su capilla. Mientras tanto en la ciudad se aderezan los suelos del recorrido de la procesión.

El Rey respondiendo a una carta dirigida y en respuesta al corregidor de Ávila nos dice el 31 de julio desde San Lorenzo de El Escorial, confirma que por sus ataques de gota, tiene que excusarse de su presencia en la fiesta de traslación:

Retrato de Felipe II. El Rey. Piñán de Çúñiga, mí Corregidor de la ciudad de Ávila, vuestra carta de veinte y ocho deste me dieron estando en la cama convaleciendo de los achaques de gota que he tenidos estos años, por cuyas causa no podré poner por obra e yr a esa ciudad, aunque hogara dello, ni hallarme a la translación de San Segundo, como pensaba hacerlo, de que os he querido avisar para que lo tengays entendido, y podáis ordenar las cosas della, como más a propósito fuere. De San Lorenzo a treinta y un días de julio de mil y quinientos y noventa y quatro. Yo el Rey. Por mandado del Rey, nuestro señor, Gerónimo Gasol.

La ciudad de Ávila, por lo tanto dejará de preparar para la fiesta la etiqueta regia, y empezaron a organizar otras actividades lúdicas, así Agustín Triviño, en nombre de la tierra de Ávila ofrece el baile de seis danzas, pertenecientes a los seis sexmos, y los gastos se libran por cada parte excepto las libreas de cañas, que pagarán los caballeros que jueguen.

En el mes de agosto el corregidor Jerónimo de Piñán y Zúñiga hará mandatos a los concejos y lugares de la Tierra de Ávila, en un radio de cinco leguas para que se abastezcan de pan, vino, gallinas, pollos, ánsares, palominos, huevos, caza,… para que lo pudieran vender los días de la fiesta de la traslación, y también se previno el tema del alojamiento con posadas y hospedajes en casas privadas. Aparte, el día 3 de agosto de 1594, se solicita a Roma un oficio particular para rezar al santo como patrono y el papa Clemente VIII expide su decreto para que se realice la fiesta el 2 de mayo.

El obispo y cabildo unos días antes de abrirse la urna de las reliquias, para sacar el cuerpo e introducirlo en una caja nueva con nuevas cerraduras y llaves, con respecto a la medida del nuevo altar, la ciudad adujo que no era conveniente que se abriera la caja, y que la traslación se hiciese en la caja donde estaban depositados los restos en la Iglesia de San Segundo. Don Jerónimo exponía la necesidad de comprobar los restos antes del traslado, y colocarlos en una nueva caja de camino a su nueva ubicación la catedral. Sin embargo la ciudad argumentando el caso de la emperatriz Constancia de Constantinopla que pidió la cabeza de san Pablo a una iglesia y que se la habían denegado, y también por razones de augurios funestos como el caso de san Gregorio, que cuando se abrió su sepulcro, todos los seglares y regulares asistentes murieron en diez días. La ciudad votó, y a excepción de Sancho Cimbrón, los regidores decidieron que no se abriese el sepulcro. Por lo tanto, ambas partes informaron al Rey para que resolviese, enviando memoriales de las causas y razones para abrir o no abrir la caja.

Felipe II respondería al obispo y al corregidor que en secreto junto al deán y un regidor abran la caja del santo de la siguiente forma:

Grabado de Felipe II. El Rey. Reverendo en Christo Padre, Obispo, de mí Consejo, he visto vuestra carta de veintitrés deste que me dio García de Loaisa, con un memorial en nombre vuestro, y del Cabildo de la iglesia, representando las razones que se os ofrece, para que antes de trasladarse el arca del cuerpo de San Segundo, se abra y vea lo que está en ella. Y también he visto la carta en ella. Y también he visto la carta que me escribió el ayuntamiento desta ciudad, y el testimonio que me embió de los votos que hubo para que no se abra la dicha caxa, alegando otras razones en confirmación de su opinión. Y pareciéndome muy conforme a razón lo que a cerca desto os parece, será bien, que en recibiendo esta, os juntéis vos, y el Deán, y el Corregidor, y un Regidor, y los quatro solos, sin otra persona alguna, abráis la dicha caxa con grande féretro, sin que alla, ni acá lo sepa nadie, y veáis lo que está en ella. Y así os encargo lo hagáis, advirtiéndoselo vos a cada uno dellos de mí parte. Y de lo que se hallare en la dicha caja, con el mismo secreto me avisareis luego, para que entendido, pueda resolverme en lo que se huviere de hazer en lo demás. En San Lorenço a veintinueve del mes de agosto de mil y quinientos noventa y quatro años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, nuestro señor, Gerónimo Gasol.

La siguiente misiva o carta enviada al Corregidor de Ávila nos dice lo mismo:

Retrato de Felipe II.

El Rey. Gerónimo Piñan de Çúñiga, mí Corregidor de la ciudad de Ávila, vi vuestra carta de veintitrés deste, con otra del ayuntamiento desa ciudad, y testimonio de los votos que en ella hubo, para que no se abriese la caxa del cuerpo de San segundo. Y también he visto la carta que me escribió el Obispo, con el memorial que en nombre suyo, y del cabildo de su iglesia se me embió, alegando razones, para que se abra, y pareciéndome muy convenientes, e mandado escribir al dicho Obispo, que luego en recibiendo mí carta, se junten él, y el Deán con vos, y un regidor, y que los quatro solos, sin otra persona alguna abráis la dicha caxa, con gran secreto, ni acá lo sepa nadie, y veais que está en ella, y con el mismo se me avise de lo que se hallare, para que entendido pueda resolverme en lo que se huviere de hazer, en lo demás, de que os he querido también advertir, para que lo sepáis, y procuréis por vuestra parte que se cumpla así. En San Lorenço a veintinueve del mes de agosto de mil y quinientos noventa y quatro años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, nuestro señor, Gerónimo Gasol.

El 31 de agosto se juntaron el obispo don Jerónimo Manrique de Lara, Diego de Bracamonte, deán; Jerónimo Piñán de Zúñiga, corregidor; y don Francisco Dávila y Ulloa, regidor de Ávila y entraron solos en la iglesia de san Segundo, dejando afuera de guardia a sus alguaciles y criados, abrieron el sepulcro y la caja comprobando que dentro estaban los restos del santo y sus reliquias. Se vuelve a cerrar la caja y se pone la lauda en el sepulcro, lo único que ya la escultura del santo no se pone encima, al faltar solo 11 días para la traslación.

El séquito decide que se pongan guardas, capitulares y regidores para custodiar y guardar de día y de noche el sepulcro, comenzando por el racionero García de Mena o Francisco Dávila de Ulloa.

A continuación el Obispo y el Corregidor enviaron una carta al Rey informándole, el cual que contestó dando las instrucciones siguientes:

Retrato de Felipe II. El Rey. Reverendo en Christo padre, Obispo, de mí Consejo, he visto vuestra carta de primero deste, y alegrado me mucho de entender de la manera que se halló el cuerpo del bienaventurado San Segundo, y que todo se hiziese con el recato y secreto que se encomendó, y pues desta diligencia ha resultado el buen efeto que se esperaba, para que se consiga del todo, me parece será bien que en su translación y entrega se guarde la orden siguiente: Lo primero, que se avrá de hacer es, que en el arca se pongan tres cerraduras, y que vos toméis las tres llaves, y desde luego os quedéis con la una, y la otra entregaréis al corregidor y ciudad en mi nombre, y la tercera al Deán y Cabildo. Las guardas que dezis pusistes para la custodia del santo cuerpo, fue muy acertado, y lo será que las aya de noche y de dia, mientras llegare el de la translacion, mudado las personas, y que estas sean tan confidentes como se requiere. La traslación del dicho cuerpo se hará el día que se tuviere señalado, y la entrega del se hará de mi parte en la iglesia mayor, donde se avrá estar, por mano de Piñan de Çúñiga, mí Corregidor que de presente es en esa ciudad, a vos y al canildo de la dicha iglesia, dando fe dello un notario y escribano, en la forma que convenga, para que conste de dicha entrega. Y pues para hacerla como es menester, se requiere ver el santo cuerpo, se podría hazer, si pareciere, demostración al pueblo de algún hueso grande, el qual quesase fuera del arca, para engastalle, y mostrarle a las personas devotas, y enfrmas, para su consuelo, y mayor devoción, y que este estuviese en el sagrario, mientras se labra la capilla. Y en la forma referida holgaré que se haga la dicha traslación y entrega. Advirtiendo, que las fiestas que so hizieren, sean con modestia y templança christiana, apartando todas las profenidades que pueden ofender a Nuestro Señor, sino atendiendo a la veneración del glorioso santo. Y de cómo se huviere hecho todo, me los avisareis Y para que entre las muchas reliquias que ay en la iglesia deste monesterio, aya también alguna del cuerpo deste glorioso santo, procurareis aver una principal, como muslo, braço, o pierna con sus canillas, de suerte que sea todo, y se pueda celebrar en ella del santo, como será razón, pues tiene en su distrito metido parte de lo que fue de esa diócesis. Y me la embiareis con persona de recaudo, y testimonio auténtico, para que se ponga y estén con la veneración que las demás reliquias. De San Lorenzo a tres de septiembre de mil quinientos y noventa y quatro años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, nuestro señor, Gerónimo Gasol.

La respuesta del Rey también al Corregidor no se hará esperar, dándole al obispo toda la responsabilidad: Piñán de Çuñiga mi Corregidor, de la ciudad de Ávila, aunque el Obispo de esa ciudad, me ha escrito de la manera que se halló el cuerpo del bienaventurado San Segundo, he holgado de entenderlo por vuestra carta. Y remitiéndome a la que agora escrivo al dicho Obispo, sobre la orden que de avrá de tener en la translación y entrega, y de la parte de la reliquia que deseo tener en este santuario, no tendré que deciros esta, sino encargaros que por vuestra parte procuréis que todo se ordene, haga, y cumpla así, y que vos hagáis en mí nombre la entrega del dicho cuerpo al Obispo, y en el mismo recibiréis, y guardareis una de las tres llaves del arca que él os entregará. Y de cómo se huviere hecho y cumplido todo me lo avisareis. De San Lorenzo a tres de septiembre de mil quinientos y noventa y quatro años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, nuestro señor, Gerónimo Gasol.

Estas reales cédulas se comunicaron a la ciudad y se comenzó a fabricar el arca de las tres llaves, para trasladar los restos, le siguieron las guardias en la Iglesia al Santo, y los preparativos de la fiesta del traslado.

El 9 de septiembre asistieron a la iglesia de Segundo Jerónimo Manrique de Lara, Jerónimo Piñán de Zúñiga; el alcalde mayor, licenciado Contreras Pareja, y por el estado eclesiástico el deán Diego de Bracamonte, el arcediano Pedro de Tablares, el arcediano Luis Núñez Vela, y el maestre escuela Antonio Arias de Arévalo, el tesorero Juan Carrillo, y los licenciados, el provisor y vicario general del obispado de Ávila Pedro Rodríguez de León, y Juan Beltrán de Guevara, canónigos en la catedral, y los capellanes de Felipe II, Feliche Novelle y Luis de Guzmán; por el estado seglar los regidores Antonio de Muñohierro, Pedro del Peso de Vera, Pedro Ávila del Águila, Alonso Navarro Ochoa, Francisco de Soria de Vega, Hernando Guillamas, Gaspar de Bullón, Antonio de Barrientos, Sancho Cimbrón, Francisco del Peso Quiñones, Esteban del Águila, Diego de Ribera, Luis Pacheco, Pedro de Henao y Francisco Dávila y Ulloa; y caballeros de la ciudad de Ávila, como Antonio de Vera Bracamonte, Juan de Acuña, capitán de artillería y comendador de las casas de Calatrava de la Orden de Alcántara, Fadrique Manrique de Vargas, Juan de Ribera, Pedro de Torres, Gil González de Villalva, Fernando Dávila y otros.

Juntos en la Iglesia de San Segundo, con las puertas cerradas y dotados de hachas y cirios de cera blanca encendidos, el obispo con sus dignidades ataviadas de roquetes y sobrepellices arrodillados delante del altar mayor cantaron una Letanía. Después fueron al sepulcro de san Segundo, en presencia de los oficiales canteros y albañiles que habían abierto el sepulcro y sacaron el vaso grande y la caja de nogal con sus tres cerraduras que llevaron el deán y otras dignidades encima de una mesa y abrieron la caja que tuvieron que forzar por no encontrar las tres llaves. A continuación, Jerónimo de Manrique fue sacando los restos y las reliquias mostrándoselas a todos los invitados, y junto al arcediano y tesorero iban envolviendo las piezas en tafetán carmesí y se iban colocando en una caja nueva de nogal de vara menos ochava de largo, media vara de alto y dos tercias de vara de ancho, forrada por dentro de raso y por fuera de terciopelo carmesí, guarnecida con dos franjas de oro y plata y con tres cerraduras nuevas con sus llaves, y clavazón de oro. Los huesos del santo envueltos en el tafetán carmesí se colocaron sobre una sábana de Holanda, cerrándose la caja con las tres llaves que las guardó el obispo, hasta realizar la entrega pactada.

En la caja de nogal vieja, quedaron cenizas y huesecillos y media sábana o sudario y se los repartieron a capitulares y caballeros. De la manga o roquete se cortó un pedazo para enviárselo a Felipe II, y el resto quedó para la iglesia de san Segundo. El resto se quedó en esta arca que se cerraron sus tres cerraduras y se colocó en el sepulcro de san Segundo para respetar la devoción continua y su peregrinaje.

La nueva caja con los restos del Santo se quedó colocada en frente del altar mayor hasta que se hiciese la traslación del mismo. Quedando a la guardia de la caja Juan Beltrán de Guevara, Sebastián de Brizuela, canónigos, Pedro Dávila del Águila, Sancho Cimbrón, regidores, Pedro de Torres, y Fernando Dávila hijo de Sancho Dávila. Por lo tanto se quedaron la noche del viernes de guardia, yéndose a sus casas el obispo y el corregidor.

El sábado, 10 de septiembre se comienzan a tapizar, engalanar y adornar las calles y plazas de Ávila, por donde iba a ser el recorrido de la procesión, y por la noche al toque de oración se encendieron luminarias en la torre de la Catedral, con ruedas de fuego y fuegos artificiales, luces, música de trompetas, atabales y repiques de campanas.

El domingo 11 de septiembre 1594 se comienza la fiesta de la traslación con una misa solemne con música compuesta de tecla, cantores y ministriles. La misa era presidida por el deán de la catedral de Ávila don Juan de Bracamonte acompañado por los subdiáconos Sebastián de Briçuela y el doctor Lorenzo Chacón. A las ocho de la mañana se forma la procesión en orden ceremonial:

Apertura de la procesión con música militar compuesta por trompetas y atabales.

Vista exterior de Ávila. Antón Van den Wyngaerde (Amberes 1520 - Madrid, 1571) Le siguen los niños de la doctrina cristina del colegio de San Millán de Ávila, con su cruz como insignia distintiva y acompañados de luces.

Colegio de San Millán de Ávila (Seminario) A continuación, cuarenta y ocho pendones de telas de seda bordados en oro y plata, representado a las villas y a los lugares de los distintos arciprestazgos de Ávila, acompañado cada uno por dos blandones de cera encendidos a los lados.

Se suman quince pendones que representaban a las cofradías de la ciudad de Ávila.

Seguidamente aparecen cuarenta y ocho cruces de plata con sus mangas bordadas con hilo de oro y plata, representando a las villas y a los lugares de los distintos arciprestazgos de Ávila, donde puede que aparezcan representada la cruz de plata del lugar de Herreruela de Oropesa.

Inmediatamente el pendón de la santa Iglesia de Ávila, con asta o palo y cruz de plata y damasco blanco bordado, con remates en oro, y en su interior el escudo.

Después le acompañaban ocho cruces de plata, con sus mangas bordadas en oro y plata que representaban a las parroquias de la ciudad de Ávila.

Posteriormente veintisiete andas compuestas de tallas y esculturas en bulto redondo que representaban ocho a los santos advocados y sus insignias de las parroquias de la ciudad de Ávila: San Pedro, San Vicente, San Juan, Santiago, Santo Domingo, Santo Tomé San Andrés y San Nicolás. Las diecinueve andas restantes portaban relicarios de plata blanca y dorada de las iglesias y monasterios de la ciudad, acompañados de sus sacerdotes, presbíteros y diáconos, vestidos con dalmáticas de seda de oro y plata.

Continuaban dos andas con las imágenes de Nuestra Señora la Virgen vestida de oro y plata que eran de las hermandades de Nuestra Señora Rosario y de San Martín.

A los lados, acompañando al pendón de la ciudad de Ávila, dos coros de 250 frailes, cada uno con un cirio de cera blanca encendido proporcionado por la catedral, representando a las órdenes religiosas abulenses: franciscanos, dominicos, premostrarenses, carmelitas, benitos, franciscos descalzos.

Luego, desfilaba la clerecía de la ciudad, divididos en dos coros, compuestos por 400 clérigos vestidos con sobrepellices y con un cirio de cera blanca también proporcionado por la catedral de Ávila.

Después se situaba el pendón del cabildo de la catedral de Ávila, seguido por los capellanes del coro, los racioneros y canónigos.

Más tarde, pasaba otro pendón representando a las dignidades de la catedral, según el orden y la antigüedad en que se sentaban en el coro de la Catedral, vestidos de sobrepellices y portando cirios de cera blanca.

Protagonizado por el deán de la catedral, vestido de diácono, con una capa de brocado con cenefas y capilla de oro y pedrería, que iba acompañado de los diáconos, vestidos con sus almáticas de sus respectivos ternos y portando un relicario en sus manos.

Cierra la procesión el gobierno, justicia y regimiento de la ciudad acompañados de maceros, ataviados de damasco y terciopelo carmesí y sus mazas de plata. Abriendo la procesión el corregidor, y la justicia en su orden, y sus caballeros, aunque destacaban como invitados caballeros de Segovia, Toledo, Salamanca, Valladolid y Talavera de la Reina. En el recorrido de esta procesión se bailaron danzas, representando a los distintos sexmos del obispado, y la procesión era custodiada y dirigida por prebendados de la iglesia de Ávila que llevaban bastones blancos y por caballeros con bastones dorados.

El recorrido de esta procesión en la ciudad de Ávila parte de la Iglesia mayor a la calle de la pescadería. Sigue por la calle que bajaba al Monasterio de Nuestra Señora del Carmen, Puerta del Carmen, y sigue por una calle nueva que hace el regimiento y que engalana de ramos de flores, circunvala la muralla hasta llegar a la Iglesia de san Segundo.

Puerta del Carmen (Ávila). Anteriormente, a la llegada de la procesión a la Iglesia de san Segundo, el obispo de Ávila da una misa en honor al santo, en un altar portátil que se encargó al arcediano de Arévalo, Luis Núñez Vela, situado en la plaza y cementerio y adosado a la puerta principal de la Iglesia. un muy ancho y gran tablado, levantado del suelo como seis gradas: en el medio del qual, y arrimado a la pared y puerta principal de la iglesia de san Segundo que sale al Mediodía, estaba un adorno de arquitectura de dos peanas sobre que cargaban dos columnas con sus basas y capiteles con su arquitrabe, freso y cornisa y frontispicio: las molduras doradas, y los frisos con algunas pinturas de pincel al olio, y de matices, y en frontispicio un escudo de las armas de la iglesia de Ávila al olio, en una targeta con sus adornos, y una cruz de cristal y plata dorada, grande en la punta alta del frontispicio que hacia remate del ,y a sus lados asentados sobre la cornija dos Ángeles de escultura dorados y estofados, à cada lado el suyo, con un candelero y un cirio de cera blanca. Dentro desta arquitectura estaban un sitial de brocado de tres altos, con las caídas y cenefas de terciopelo carmesí, a los lados con atrequives bordados de plata escarchada con flocaduras de seda y oro. A este dosel estaba un muy rico y sumptuoso altar, el frontal del era quaxado de bordadura de oro, asentada sobre raso carmesí, en el medio un gran festón con sus laços y remates, y dentro del una custodia con el santísimo Sacramento del altar, bordado de oro y plata, con dos Ángeles bordados de lo mismo, que abraçauan y acompañauan la custodia. Encima deste altar estaba puesta la caxa desas reliquias del cuerpo santo del glorioso San Segundo, cubierta con un pañico q la cubría toda de tela de plata, guarnecida con dos franjas de oro fino, y en el medio formada una cruz de Jerusalén, de las mismas franjas de oro. Arrimada a la caxa estaua vna cruz grande de plata con un Christo pendiente della de lo mismo. A los lados de la caxa, repartidos por el altar, estaban ocho Apóstoles de plata dorada, grandes, con seis candeleros grandes, ciriales de plata, la mitad al un lado de la caxa, y la otra mitad, al otro lado. A los dos lados, por colaterales del dosel y altar, que es dicho, estaban colgaduras de telas de oro y plata, y seda encarnada y amarilla a los anchos delas telas, y à cada lado un altar más pequeño colateral, con frontal de brocado, y frontaleras bordadas de oro y matices : En el uno delos cuales mucha, y muy hermosa plata dorada para todo el servicio de la Misa, y en el otro, una casulla y dos almáticas de brocado blanco de plata, con las cenefas, faldones, mangas y collares de bordadura de oro, sobre raso encarnado para decir la Misa. Delante del altar mayor seis blandones grandes de plata, de más de ciento y cincuenta marcos, cada uno con su blandón de cera blanca ardiendo, y dos peanas de plata grande, con otros dos blandones de la misma cera. Todo el tablado, colgaduras desde los antepechos del hasta el suelo, de terciopelo carmesí con flocaduras de oro y seda de la misma color, y el suelo del cubierto con muy buenas y finas alfombras.30

A la llegada de la procesión con los ministriles a la cabeza de la procesión tocaron las chirimías, los atabales y las trompetas, mientras que en la capilla los cantores dijeron una antífona en verso musical.

A continuación el obispo de Ávila diría la oración del santo, y a su fin volvieron a tocar los ministriles. Este mostrará la caja con los huesos del santo al público, cediéndola a continuación a la custodia de don Pedro Tablares, arcediano de Ávila, a don Luis Núñez Vela, arcediano de Arévalo, a don Fernando de Escobar, arcediano de Olmedo, a don Juan Carrillo, tesorero de la catedral, a don Antonio de Arévalo, maestre escuela de la Iglesia de Ávila y a don Diego Fernández Carnacedo, arcediano de Oropesa. Se dirá en la capilla un motete. Y estos bajarán la caja del altar portátil a hombros para depositarla en los hombros de la comitiva del gobierno de la ciudad. Es decir, el corregidor don Jerónimo Piñán de Zúñiga, don Francisco de Rojas y Sandoval, marqués de Denia, don Pedro Esteban Dávila, marqués de las Navas, el licenciado Gasca de Salazar, del Consejo Supremo real, el licenciado don Diego de Alarcón, oidor y el

30 CIANCA, Antonio de.: Op. cit., fols. 43 r. – 44 r. licenciado don Juan de Argote, alcalde de hijosdalgo de la real Chancillería de Valladolid.

La caja ira integrada en la procesión tapada con un palio de brocado, bordado en oro, cuyas varas doradas eran portadas por los regidores de Ávila, según su antigüedad en el regimiento.

La música se partirá en dos coros de cantores y otros dos de ministriles, aparte de dos órganos.

La procesión llevará la caja con los huesos del santo a tramos, así fuera de los límites de la Iglesia de San Segundo, se intercambian la caja del santo el gobierno con la justicia, así la cogen en hombros los cuatro regidores Antonio de Muñohierro, don Pedro del Águila, don Pedro del Peso y Ochoa Aguirre, hasta parar cerca del río Adaja, a su puerta, para cantarle un villancico31.

31 CIANCA, Antonio de.: Op. cit., fols. 44 v. – 45 r. Adaja, y dulce ribera, Quedaos a Dios, que me voy, Aunque con vos siempre soy, Y seré quien antes era. El amor que os he tenido; En quanto con vos he estado, No será menoscabado, La más del eterno olvido. Yo os dexo mi fee primera, En prendas de que me voy, Aunque con vos siempre soy, Y seré quien antes era. No me voy a tierra estraña, Ni busco pastos mejores, Subo con otros pastores Do mejore mí cabaña. No es lexos de la ribera El adónde voy, Aunque con vos siempre soy, Y seré quien antes era.

Puerta de Adaja. (Ávila) La procesión entrará en Ávila por la puerta de Adaja, y sube la calle de la Iglesia de San Esteban, decorada con tapices, colgaduras y cuadros al óleo.

Iglesia de San Esteban (Ávila) La decoración del altar colocado en la plaza de la Iglesia de San Esteban se encargó a don Fernando de Escobar, arcediano de Olmedo, deteniendo la caja del santo allí para cantarle otro villancico32.

32 Ídem, fols. 45 v. – 46 r. Pues fuistes luz deste suelo, un muy rico y sumptuoso altar: el sitial del qual era de brocado de tres altos, con las caídas y cenefas de terciopelo carmesí, frontal de tela de plata con feston en medio, bordado de oro y matices, y en medio del festón las armas de la iglesia, bordadas en escudo de sus colores, y las frontaleras de lo mismo, y en este altar un quadro de muy lindo pincel, al oliò, la Iglesia con sus siete Sacramentos, y en medio del altar una cruz de cristal guarnecida de plata dorada, y al un lado una imagen de bulto de San Eugenio de plata dorada; y al otro, otra de la misma suerte de San Ildefonso, Arçobispo de Toledo, y à cada lado un candelero grande de plata, con un cirio de cera blanca, y las gradas del altar de terciopelo carmesí. A cada lado del altar estaban dos altaricos pequeños colaterales con colgaduras de telas de oro encarnadas, y a cada lado destas colgaduras, un muy rico paño de tapicería de seda, de la historia del Patriarca Abraham: yen cada altar un frontal de damasco blanco, con franjas y flocaduras de oro, y en cl uno, un quadro de la oración del huerto, y en el otro quadro de San Francisco, ambos al olio y las molduras de los quadros, doradas y negras: y en cada altar destos dos candeleros de plata, cada uno con su cirio de cera blanca. Delante del altar mayor, estaban dos blandones grandes de plata, de más de ciento y cincuenta marcos cada vno: y quatro más pequeños, con seis hachas de cera blanca, la mitad a la una parte, y la otra mitad a la otra: y la plaçuela y calle por las otras aceras, con colgaduras de telas de oro y seda de diferentes colores.33

Desde el altar de la plazuela de San Esteban la procesión se encaminó a la calle de la rúa arriba, que destacaba por estar decorada con tapices y colgaduras

Segundo subí a la cumbre, Que en lo alto ha de estar la lumbre, Que alumbra, y descubre el cielo. Vuestra luz, bien es verdad, Que jamás mengua, ni crece Que ni en baxo se oscurece, Ni en alto es más claridad. Pero para bien del suelo, Es justo estéis en la cumbre, Que en alto ha de estar la lumbre, Que alumbra y descubre el cielo. En las tinieblas de acá, Por donde el hombre camina, sin aquella luz divina, A cada paso caerá Y así para guía y consuelo Es bien subáis a la cumbre, Que en alto ha de estar la lumbre, Que alumbra, y descubre el cielo. 33 Ídem, fols. 45 r. – v. de telas de oro y plata y sedas, donde destaca la tapicería del duque del Infantado, con la historia moral de los Triunfos de Petrarca, y cuadros al óleo y al temple. Llegaría la caja del santo a la plazuela de las casas de don Vicente de Contreras, donde se cantó otro villancico34.

Palacio de los Contreras (Ávila) La procesión prosiguió por la calle de la rúa arriba, decorada con una tapicería antigua del conde de Oropesa, con los hechos de Alejandro Magno, unos reposteros del marqués de Villena y del duque de Alba, oleos de los trabajos de Hércules y devocionales, hasta llegar a la plazuela de las casas del Duque de

34 Idem., fol. 46 r. – v. Celebre esta fiesta el mundo, Para ganar por tercero, Un segundo, sin primero, Que es primero sin segundo. Aya en lo que es devoción, Competencias a porfía, Y parezca cortesía, Lo que es pura obligación. Sepale obligar el mundo, Que es bueno para tercero, Un segundo, sin primero, Que es primero, sin segundo. Porque alimentos nos de, Bien es tener grangeado, Al segundo mejorado, Que en tercio, y quinto lo fue. Y que reconozca el mundo, Por su padrino y tercero, Un segundo, sin primero, Que es primero sin segundo. Uceda, donde moraba su tío, don Diego de Bracamonte, deán de la catedral de Ávila, y que se había construido un altar: tenia hecho un muy rico y sumptuoso altar, con sitial de brocado, y frontal de lo mismo, y unos quadros de unas imágenes de nuestra Señora, y de San Juan Bautista y de otros santos, con muchos relicarios y Agnus guarnecidos de oro y plata, y de otros muy ricos adereços y adornos , y en el medio del altar una cruz de plata grande, y a los lados repartidos los doce Apóstoles hechos de plata de bulto dorados, y seis candeleros de plata grandes, los quatro con otros tantos cirios de cera blanca, y los dos con dos pebetes muy buenos, y al pie del altar dos blandones grandes de plata, de mas de à ciento y cincuenta marcos cada uno, y toda la plaçuela entapiçada con dos muy ricas tapicerías, la una de poesía, y la otra de la historia de Moisés.35

Llegados a este punto descansó el arca con los huesos del santo en esta ara o altar y los cantores entonaron otro villancico36.

A continuación seguirá la procesión hasta la plaza del mercado chico que estaba decorada con una tapicería de don Pedro de Medici con la historia de Sansón y cuadros al óleo y al temple.

35 Ídem, fol. 47 r. 36 Ídem. Dessa gloria que traéis, Tanto repartiendo vais, Segundo, que según dais, A todos enriqueceis. En la mas dicho sacra, Enriquecistes el mundo, Esto es Segundar, Segundo, Dar lo que la vezprimera. Que si el bien que posseis, De nuevo comunicáis, Segundais: y según dais, A todos enriqueceis. Dais según que teneis vos, Y no me espanto del quanto, Que no es mucho que de tanto, A quien le dio tanto Dios. Y si quanto dar podeis, Esto repartiendo vais, Oy Segundo según dais, Todo el mundo enriqueceis

Plaza del mercado chico (Ávila). La decoración correría a cargo de la ciudad de Ávila, así las casas del concejo o consistorio: estaban adereçadas con colgaduras de brocado encarnado de tres altos, y por çanefas, y entre ancho, y ancho del brocado, çenefas de medio ancho de terciopelo negro, y sobre ello, bordados pilares de tela de plata, de labores al Romano, perfiladas y realçadas con cordoncillo de oro fino. Esta colgadura estaba dividida en dos órdenes, la una que baxava desde el tablamento del texado, hasta el suelo del balcón dellas, y la otra, desde el suelo del balcón hasta el de la plaça. La açera de la plaça que mira hazia donde el sol sale, estaba toda ella adereçada desde las primeras ventanas, hasta cerca del suelo, con colgaduras de anchos de brocado y telas de oro de diversas colores, que para esta traslación avía embiado el Conde de Oropesa; y la otra acera que mira donde el sol se pone, estaba toda ella adereçada, desde las primeras ventanas hasta el suelo de la rica tapicería de oro, plata, y seda, del Duque de Alva, de la jornada que la Magestad del Emperador Carlos quinto hizo en Túnez, y la Goleta, año de mil y quinientos treinta y cinco.37

En la acera de la Iglesia de San Juan Bautista que cohabitaba en la misma con el Colegio de San Gil de Ávila de los jesuitas, a los cuales se les encarga que hagan un altar.

37 Ídem, fols. 47 v. – 48 r.

Iglesia de San Juan Bautista (Ávila). Levantado un gran tablado de pocas gradas, en el qual estaba hecho un gran toldo en quadro, y las tres partes del adereçadas con las mismas colgaduras de brocado encarnado, y çanefas de terçiopelo negro, y pilares bordados de tela de plata en ellas de labores al Romano, perfiladas, y relçadas de cordoncillo de oro fino, que es dicho estaba en las casas del consistorio de Ávila, por ser las unas, y otras de una misma suerte, y del Marqués de Villena, que avia embiado entre otras cosas para esta traslación: y encima del otro lado, que hazía puerta, estaba formado un frontispicio, y en el un rico paño de terçiopelo carmesí, bordado en ellas propias armas del Marques de Villena, Pachecos, Acuñas, Toledos, Enríquez, con su coronel, y encima por visera el gavilán con capirote, y el sol encima, por cimera del timbre, con la letra, Pos nubula Phebus, divisa y cimera de que son los Marqueses de Villena, Duques de , con sus follages de matizes y bordaduras de oro y plata. Dentro deste toldo y quadro, estaba hecho un muy luzido y rico altar, cubierto por la parte alta con anchos de telas de oro, y en el altar, un muy rico frontal de tela de plata, bordado en el medio un festón de oro, y dentro del el nombre de Iesus, con remates de oro, y matizes con frontaleras, bordadas de oro y plata, y matizes, y encima del altar, un gran quadro prolongado del Salvador, al olio y molduras de oro y negro. Encima deste altar, estaban siete relicarios grandes de plata con sus viriles cristalinos, y dentro dellos muchas reliquias de santos: y así mismo ocho figuras de santos de bulto, de los pechos arriba de escultura, dorados, y estofados, y en cada uno dellos, reliquias del mismo santo que representava: unos, y otros muy bien repartidos por el altar, y entre ellos diversos ramilletes de albahacas, que adornaban, y daban buena fragancia. A cada lado deste altar, y dentro del todo, estaba hecho un altar colateral más pequeño, cada uno con su frontal de brocado, y bordado en el, el nombre de Iesus, con sus frontaleras bordadas de oro y matizes, y encima de cada altar destos colaterales, unas gradas bien adornadas, y sobre ellas bien puestas y repartidas figuras de otros santos, doradas, y estofadas, con reliquias de los mismos santos que representavan. En el uno y otro altar, candeleros gandes de plata, con cirios de cera blanca. Delante del altar mayor estaba hecha una nave en su misma forma, dorada, y plataeda, y muy bien pintada, con sus jarcias y gallardetes, y en ella algunas reliquias de santos, de las muchas que tienen los padres de Compañía, y a los lados candeleros de plata grandes, con sus blandones de cera blanca. Pendientes del arquitrabe, sobre que cargava el frontispicio, estaban seis lámparas grandes de plata, muy bien labradas, que cahían en la frontera que hazía puerta para entrar a estos altares. Por la parte de afuera del toldo estaban dos altares, el uno al un lado de la puerta, y el otro, con sus frontales debrocado, y en el uno un quadro de San Francisco, y otro de la Madalena, ambos al olio, y con gradas con otros santos de escultura dorados, y en cada uno su reliquia del Santo que representava: y a los lados, al uno un paño de tapicería de los que son dichos del Duque de Alva, de la Historia de Túnez, y al otro otros paños de terciopelo, bordados de oro y plata y matizes, con las armas del Marqués de Villena, como el que es dicho estaba en el frontispicio deste toldo, o túmulo. Dentro del mismo toldo, y a un lado y otro de los altares del estavan en dos coros en orden, el Rector, padres, y hermanos del Colegio de San Gil de Ávila de la Compañía del nombre de Iesus, a quien como queda dicho, la ciudad de Ávila tenía encomendado el adereço deste su altar, y con ellos, y a la puerta del toldo y altares, estaban doce niños, los tres hijos del Corregidor, y los demás de otros caballeros de Ávila, muy bien adereçados, y en cuerpo, cada uno con una hacha de cera blanca, para entrando en la plaça el cuerpo, ir a recebir y alumbrar con aquellas hachas hasta el altar.38

38 Ídem, fols. 48 r. – 49 v.

Colegio de San Gil de Ávila. Entre la música, formada por trompetas, atabales y chirimías y las danzas y representaciones cuando entra la caja con los huesos del santo en la plaza del mercado chico se le recibe con una salva de arcabucería, para continuar con la música y la recepción y el acompañamiento de los jesuitas y los niños.

Plaza del mercado Chico (Ávila).

En medio de la plaza del mercado chico, justo al lado de la calle que iba a la cárcel Real, el licenciado Contreras de Pareja, alcalde mayor y Francisco Méndez de Sotomayor, alguacil mayor y sus alguaciles que juntaron a todos los reos y presos por deudas, junto a la caja de los huesos del santo. El corregidor Jerónimo Piñán de Zúñiga ordena que queden libres, porque junto al cabildo de la catedral de sus limosnas pagaron todas sus deudas. La caja se parará a continuación en el altar de los jesuitas, y los cantores de la capilla cantaron un villancico39.

39 Ídem, fol. 49 v. La procesión transcurrió por la calle comercial de la Caldeandrín, adornada de óleos, colgaduras de telas de oro y plata, terciopelos, damascos y tafetanes desde las ventanas hasta el suelo, hasta su entrada a la plaza de la catedral, a la mitad del recorrido de la calle los cantores de la capilla entonaron un villancico40.

La procesión entró a la plaza de la catedral por las casas de doña Teresa de Valderrábano, adornada de colgaduras de telas de oro, verde, terciopelo carmesí, plata, y terciopelo morado.

En la puerta principal de la Catedral se hizo un altar con sitial y frontal de brocado, y a los lados colgadas telas de oro y plata; y en las dos torres dos tapices,

Ávila, christiana, madre, Bien a tus hijos adiestras, Pues por espejo les muestras, Oy los huesos de su padre, Dieron tanta luz de fe, Estos huesos paternales, Que son los finos cristales, Por donde el cielo sales Y tu que al verte, gran madre, Tus dulces hijos adiestras, Oy por espejo les muestras, Estos huesos de su padre. No con castigo, y rigor, Muestras los hijos queridos, Sino como a bien nacidos, Con exemplo, y con amor. Que como eres noble madre, Y en la virtud les adiestras, Oy por espejo les muestras, Estos huesos de su padre. 40 Ídem, fol. 50 r. La escritura con que fue, Su nobleza comprenada, Oy, Ávila la traslada, En manera que haze fe. Aunque ay otras d sustancia, Que desearen su nobleza, Lo que esta escritura reza, Es lo de más importancia. Y así, porque a mano este, Qual conviene autorizada, Oy, Ávila la traslada, En manera que haga fe, Con número tan sin cuento, De testigos, queda tal, Que es el propio original, Este segundo instrumento, Escritura es, que se vee Qual es para presentada, Pues Ávila la traslada, En manera que haze fe. uno donado por doña Margarita, mujer del príncipe Juan, hijo de los Reyes Católicos al monasterio de Santo Tomás de Ávila.

Portada principal de la catedral de Ávila. Cuando los restos del santo entraron en la plaza se acercó el obispo a la puerta de la catedral, vestido de pontifical, con sus asistentes don Pedro Tablares, arcediano, y don Juan Carrillo, tesorero de la catedral, con capas de brocado, a la espera de la llegada del santo. Aunque se había proyectado un ingenio para crear una nube artificial, formada por unos chicos del coro que bajarían en forma de ángeles cantando, en vez de ello los cantores cantaron un villancico desde el cimborrio de la Catedral41.

41 Ídem, fol. 51 r. Pues ganastes con tal gloria, Segundo aquesta ciudad, En la fortaleza entrad, Gozaréis de la victoria. En guerra de buena ley Aqueste pueblo vencistes, Y como a vuestro le distes, Un seguro en fe del rey Seguro está, y sin memoria De alterarse la ciudad, En la fortaleza entrad, Gozareis de la victoria. Bien es que trinfante vais, Gran capitán pues se sabe Que a todos parte nos cabe De la gloria que gozáis Apareció la caja de los restos del santo, bajo el palio de brocado, a hombros de los regidores, en la puerta donde les esperaba el Obispo con sus dignidades, con capas de brocado, para hacer el relevo a hombros desde la puerta hasta el altar mayor. Depositada en el altar los cantores de la capilla y otros pagados por el obispo cantaron un villancico42.

A continuación, se oyeron música de órgano de los ministriles, y se hizo una conmemoración en órgano a san Segundo, y el obispo dijo la oración del santo, finalizándose volvieron a tocar los ministriles los órganos, las trompetas y los atabales. Dándose por finalizada la procesión a las dos de la tarde.

La Catedral según el escribano público Antonio de Cianca estaba decorada de la siguiente forma: El crucero y pilares del, estaban humildemente adereçados, porque no quisieron poneren ello, sino los tafetanes de anchos, carmesí, y dorados que tiene la iglesia para la sala de su librería, porque las plaças, calles, y altares della tuviesen los sitiales de brocado, y colgaduras dellos, y telas de oro y plata que tenía. Solo en los dos pilares, que hacen lados a la reja de la capilla del altar mayor, en cada uno dellos estava un dosel de brocado de tres altos y la capilla mayor entapiçada con unos reposteros de tapicería de seda, de las que avía enviado el Duque de Alva, con sus armas de los Toledos, y unos albahaqueros entre pilares, bien formados y repartidos, y

Mas vos, por executoria, Teneis dello propiedad, En la fortaleza entrad, Gozareis de la victoria. 42 Ídem, fol. 51 v. Bien es de sangre y de ley, Este de la rica mano, Pues a Segundo su hermano, Oy pone casa de Rey. A los Manriques del suelo, Ser generosos les viene Y más al nuestro que tiene, De suyos humos del cielo, Que Manrique, según ley, Quiere decir rica mano, Y tan rica, que a su hermano, Oy pone casa de rey. No le ha movido interés, A hecho de tal loor, Sino un limpio y fino amor, Y el ser Segundo quien es. Que como el honrar, es ley, Al pariente más cercano, Oy Gerónimo, a su hermano, Le pone casa de Rey.

todos los altares muy bien adereçados, con frontales de brocado, y otros muy ricos adereços, y desta manera estuvo adereçada la Iglesia toda la octava43.

Al día siguiente, el 11 de septiembre se celebran a las cuatro de la tarde en la Catedral, unas vísperas con música. A continuación, en la plaza del mercado chico se preparan fuegos artificiales para la celebración de la traslación del santo. Para ello se contrató a Vicencio Tabormina, siciliano y residente en la corte, cabo de artillería, que preparó un artificio basado en la religión del Mundo Romano, a través de la alegoría de una escultura de un carro triunfal que representaba a la idolatría, cuya destrucción daría paso al Mundo Cristiano, caracterizado por el santo san Segundo y su llegada a Ávila, metafóricamente. El carro se colocó cerca de la iglesia de san Juan hasta ponerlo en el centro de la plaza, acompañado de música de trompetas y atabales, y rezando la oración se prendió fuego al carro, durando el espectáculo cerca de una hora: … hizo un carro triunfal, al modo de los con que los Romanos entravan en Roma triunfando. Y este carro triunfal estaba fabricado sobre dos fuertes exes y quatro ruedas que le movían. Su forma y ser, era una peana ochavada de cinco quartas de alto, y entre quadro, y quadro de cada ochava, a cada esquina dellos pintado un término al temple, y cada quadro del ochavo era un jaspeado. Sobre cada término cargava una columnas baraustada, de dos varas de latura, y pintadas al mismo temple. Y sobre estas ocho columnas baraustadas cargava un tablamento también en ochavo, con su friso y molduras, pintado de la misma suerte. Sobre este tablamento cargavan quatro columnas quadradas, con sus basas y capiteles, sobre cada dos columnas baraustadas, una quadrada, de a tres varas de altura, y otras se estaban todas minadas, y cada uno con quatrocientos cohetes, puestos por su orden. Las molduras destas columnas quadradas, eran faxeadas de amarillo y blanco, y los fresos jaspeados, con escudos de las armas de la ciudad, y las basas y capiteles plateados. Sobre estas quatro columnas quadradas, estaba asentado otro tablamento o cornixa, y en la parte que hazían alto las columnas, estaba pintado un cielo estrellado, con el sol y la luna, en sus colores, y al mismo temple. Sobre esta cornixa, y en el medio della, estaba levantada otra columna quadrada, de quaro varas, con su basa y capitel, y pinturas al brutesco, y toda ella hueca con mucho número de cohetes puestos en orden, y sobre esta columnas, o mástil estaba puesta de pies una figura o estatua de mujer, de tres varas de altura, el rostro exterior muy hermoso, y el vestido, fingido rico, con muchas labores y pinturas de diversos colores, y en la una

43 Ídem, fol. 52 v. – 53 r. mano un cetro, y en la otra un libro: la qual, y estos adornos estaba todo minado, y con muchos cohetes, puestos por su orden. Esta figura, que así en lo alto deste carro estaba como triunfando, geroglífica y metafóricamente representava la idolatría, que tan triunfante estaba en Ávila a la sazón que el bienaventurado San Segundo entró en esta ciudad a la predicación del Santo Evangelio, con cuya divina luz aquella reprobada y falta secta gentilica se abrasó, y prevaleció nuestra San Religión cristiana, por la doctrina del bienaventurado San Segundo primero pastor y prelado Avilés44.

Desde este artificio se dispararon más de dos mil cohetes, acompañados del murmullo y aclamación popular y de la música compuesta de trompetas y atabales. Al quemarse el rostro de la figura de la idolatría se convierte en un demonio.

El día 12 de septiembre, lunes, se celebra en la catedral una misa de pontifical presidida por el obispo y con música de motetes, tañidos y cánticos, a tres coros, compuesta de órganos, seis cantores y ministriles acompañados de otros seis cantores.

Al finalizar la misa se juntaron para abrir la caja con los restos del santo el obispo de Ávila, que estaba depositado encima del altar mayor, el deán, el cabildo, el corregidor, el alcalde mayor, y los marqueses de Denia, las Navas y Moya, y los licenciados Gasca de Salazar, y don Diego de Alarcón, y don Juan de Argote, y don Alonso de Bracamonte y don Rodrigo del Águila, junto a los secretarios del obispo y el concejo. Se extrajeron dos huesos, una para el Monasterio el Real de San Lorenzo del Escorial y otro para depositarlo en un relicario en la catedral, que se mostraron al público. Se cogió por parte de las dignidades y capitulares de la catedral la caja en hombros y seis cantores y toda la capilla cantaron un villancico45.

44 Ídem, fol. 60 v. – 61 r. 45 Ídem, fol. 62 r. – v. Si sois, según sois, primero Según os llamáis, Segundo, Según amoarais, tercero Vos sois, Segundo en el mundo, Mi primero, sin segundo Mi tercer verdadero. Acordados, mi norte y guía Que a esos pechos me crié, Y vuestra leche mamé, En la tierna infancia mía. Y que mis pastor primero Sois vos mi dulce Segundo, Y en la gloria mí tercero, A quien conozco en el mundo, Por primero, sin segundo, Finalizada la procesión y restituida la caja al altar mayor, el corregidor hizo la entrega al obispo y al cabildo de la catedral, por mandato real, haciéndose una escritura notarial de testimonio: En la ciudad de Ávila, a nueve días del mes de septiembre, de mil quinientos y noventa y quatro años, en presencia, y por ante mí Hernando Ramírez, notario público Apostólico, secretario de don Gerónimo Manrique de Lara, Obispo de Ávila, y Pedro Téllez, escribano público, y escribano del consistorio de la dicha ciudad, su señoría del dicho Obispo, y Gerónimo Piñán de Çúñiga, Corregidor della, se juntaron en la iglesia de señor San Segundo, extramuros desta ciudad de Ávila, para fin y efecto de abrir el sepulcro de señor San Segundo, y mudar sus santos huessos del arca donde estaban a otra, para subirlos y trasladarlos a la santa iglesia catedral: y aviendo abierto el dicho sepulcro, se sacó del un arca de madera, que parcía de nogal, con tres cerraduras, la qual se abrió, descerrajándolas, y su señoría del dicho Obispo descubrió una parte de la dicha arca, que estaba cubierta con una savana de lienço blanco, y pareciendo debaxo della tierra, y cenizas, que debían de ser las que se recogieron del sepulcro antiguo que se halló quando se trasladó a la dicha arca: y así mismo descubrió su señoría otra savana de lienço blanca que parecia alva, o roquete, en la qual estaban embueltos muchos huessos,los quales fue sacando su señoría del dicho Obispo, con toda veneración, y mostrándolos a los circunstantes, y los embolbió en diez tafetanes colorados, y en la sávana parte de la dicha tierra, y los mudó a otra arca nueva, de madera, que se hizo para este efeto, cubierta por la parte exterior de terciopelo carmesí, y por la de dentro raso del mismo color, con tres cerraduras y clavazón dorada: y así mismo puso en la dicha arca un hueso grande, que parecía de muslo, embuelto en un tafetán colorado: y el dicho Obispo dixo que este hueso era para llevar al Rey Don Felipe, nuestro señor, y así mismo apartó otro pedaço de huesso que parecía de canilla, o braço, y dixo que este dicho huesso, se apartava y avía de sacar de la dicha arca, para ponerlo en el sagrario de la dicha catedral. Y

Por tercero verdadero. Segundo, no en dar favores Que primero los hazeis, Tercero, que intercedeis E mis peligros mayores. Para mí gloria, el primero, Y para mí bien, Segundo, Sois mí amparo, y mí tercero, Que sin Segundo en el mundo, Sois primero, y sois segundo, Y tercero verdadero. hecho lo susodicho, su señoría cerró la dicha arca con tres llaves, y las guardó en su poder, hazziendo que la arca vieja, en que estaban los dichos huessos, se bolviesse al dicho sepulcro, dexando en el pate de la dicha tierra y cenizas susodichas, y la sávana de lienço en que estaba embuelto, y algunos huessos pequeños. Y la dicha arca nueva se puso encima del altar mayor de la dicha iglesia, cerrada como dicho es, dexando para su custodia y guarda a don Sancho Cimbrón, regidor de la dicha ciudad, y al doctor Juan Beltrán de Guevara, canónigo en la dicha Iglesia. Y su señoría del dicho Obispo, y el dicho Corregidor lo pidieron por testimonio, lo qual dixeron, que hazían, e hizieron, en virtud de dos cédulas y cartas reales a ellos dirigidas, estando prsentes a todo lo susodicho don Diego de Bracamonte, Deán de la dicha santa iglesia, y don Pedro Tablares, Arcediano, y don Luis Núñez Vela, Arcediano de Arévalo, y don Antonio de las Navas, Maestre escuela, y don Juan Carrillo, tesorero y don Juan Beltrán de Guevara, Sebastián de Briçuela y el Licenciado Pedro Rodríguez de León, canónigos desta santa iglesia, y Antonio de Muñohierro, y don Pedro del Águila, don Alonso Navarro, y don Pedro del Peso de Vera, Ochoa de Aguirre, Francisco de Soria, Hernando Guillamas, don sancho Cimbrón, Gaspar de Bullón, don Francisco del Peso Quiñones, Luis Pacheco de Espinosa, don Francisco Dávila: y siendo testigos llamados para el dicho efecto don Juan de Acuña, capitán general de la artillería, Antonio de Vera Bracamonte, don Juan de Ribera, Gil González de Villalva, don Fradrique de Vargas Manrique, don Hernando Dávila, vecinos y estantes en la dicha ciudad. Después de susodicho, Domingo, que se contaron onze días del dicho mes de septiembre, aviendo ido en procesión el deán, y Cabildo de la dicha santa iglesia, y el Corregidor, y ciudad, al iglesia de señor San Segundo, aviendo su señoría del dicho Obispo, dicho Misa en un altar, adonde estaba puesta el arca de los santos huessos, se traxo en procesión con gran solemnidad a la dicha santa iglesia catedral, y se puso encima del altar mayor dexando personas del dicho cabildo, que la guardasen hasta el Lunes siguientes que se avía de hazer el depósito y entrego. Y después de los susodicho, Lunes dozedías del dicho mes, del dicho año de mil y quinientos y noventa y quatro, su señoría del dicho Obispo, fue a la dicha santa iglesia catedral, y aviendo dicho missa de pontifical en el altar mayor della, donde estaba el arca de los santos huessos de señor San segundo, y dando la bendición al pueblo, abrió la dicha arca, y sacó della tornándola a cerrar, dos huesos, el uno grande, que era el que se puso en la dicha arca, para llevarle a su Magestad, y otro, para poner en el sagrario de la dicha iglesia, y llevando la dicha arca en ombros capitulares de la dicha iglesia, y su señoría del dicho Obispo, los dos huessos, descubiertos, que el pueblo los pudiese ver, se traxo en procesión por de dentro de la dicha santa iglesia, según lo declaró su señoría del dicho Obispo, el qual aviendo vuelto al altar mayor con la dicha arca mandó ponerla en un tabernáculo que para el dicho efecto se avía hecho al lado del Evangelio, y la abrió, y estando abierta, en presencia de nos los dichos notario y escribano infraescriptos, Gerónimo Piñán de Çúñiga, Corregidor de la dicha ciudad, hizo entrega della en nombre de su Magestad, al dicho Obispo, dexando dentro los dichos santos huessos se señor San Segundo, embueltos en diez pedazos de tafetán colorado, en la forma que se avían puesto en nueve días del dicho mes de septiembre en la dicha iglesia de señor San Segundo: y la dicha arca bolviendola a cerrar su Señoría con tres llaves, dio la una al dicho Corregidor, para que la tuviese por la dicha ciudad, y la otra al dicho Deán, para que la tuviesse por el cabildo de la dicha santa iglesia, y de la otra se entregó su señoría del dicho Obispo, para sí, y para sus sucesores, siendo presentes por testigos don Francisco de Roxas Sandoval, Marqués de Denia, y do Francisco López Pacheco, Marqués de moya, el licenciado Gasca de Salazar, del Consejo de su Magestad, y don Diego de Alarcón, oidor de la Chancillería de Valladolid, estantes en Ávila. Pasó ante mí Hernando Ramírez. Pasó ante mí Pedro Téllez. Nos don Gerónimo Manrique de Lara, por la gracia de Dios, y de la santa Iglesia de Roma, Obispo de Ávila, certificamos, y ahzemos fee, que el huesso del bienaventurado señor San Segundo, primero Obispo de Ávila, que se sacó para llevar a la Magestad cathólica de Rey don Felipe, nuestro señor, de que se haze menzión en este testimonio, signado de Hernando Ramírez, notario, y Pedro Téllez escribano, es el mismo que oy día de la fecha deste testimonio hemos entregado a don Diego de Bracamonte, Deán de nuestra santa iglesia, metida en una caxa de madera, cubierta por la parte de afuera de tela de oro carmesí, y por la de dentro de raso con la clavazón dorada, cerrada con su llave, para que la lleve y entregue a su Magestad: y para que dello conste, dimos este testimonio firmado de nuestra mano, sellado con nuestro sello y signado del notario infraescrito nuestro secretario. En Ávila a veinticinco días del mes de de septiembre de mil y quinientos noventa y quatro años46.

46 Ídem, fol. 62 v. – 65 r. Seguidamente el obispo mandó al doctor don Miguel Ares, canónigo y obispo elector en Orense que se quede con los dos huesos del santo hasta que se le puedan enviar a Felipe II, colocándolos en un arca pequeña de madera, forrada en terciopelo negro con dos pasamanos de oro, con su clavazón dorado y cerradura, con forro interior de tafetán carmesí, arca que era la que se usaba para encerrar el cáliz del santo y el santísimo sacramento, el jueves santo en el monumento de la catedral, guardando la llave el obispo. El obispo de Orense lleva en procesión los huesos desde el altar mayor al sagrario.

El tabernáculo en que se puso el arca se realizó quitando del altar mayor del retablo varios tableros, en la parte del Evangelio y: se hizo un encasamento en quadro, con prolongitud, sobre unas nunsolas caneadas, adornadas consus cartones, y sobre ellas una peana adornada con su moldura, sobre que cargava el encasamento, adornado con sus molduras, con su arquitrabe, freso y cornixa, y por fronstispicio un tondo aovado, todo ello muy bien labrado, de piedra blanca, grano menudo de cardeñosa, y de muy buena arquitectura, con dos rejas de hierro por puertas, bie fuertes, y bien labradas, la una de lelugia menuda, la otra de pilares baraustados, cada una con su fuerte cerrojo y llave, y que por entre los baraustes y celugia, se vee el arca de los santos huesos. Por la parte de adentro, este encasamento y tabernáculo esta dado de blanco alabastrado, y sobre ello escarchofado de oro, de muy buenas alcachofas, atadas de una a otra, con una muy buena labor de matizes, al fresco y a punta de pincel, y los testeros faxeados de oro: en el espacio que queda una ordenança al brutesco, muy bien hecha al fresco, de todas colores, y todas las mochelas y boçeles de los cronisamentos y molduras de toda la arquietctura, de afuera dorado, y contrahecho en ellas sobre el alabastrado, dentellones y medias cañas, como esculpidas, y en el freso hecho al fresco, un escudo con las armas del Obispo Don Gerónimo Manrique de Lara, en quartel, castillos y leones, con las calderas, armas antiguas de las casas de castilla, y León, y de los famosos Manriques de Lara de quien proceden, en sus propias colores en que las traen, con su capelo obispal por cimera, y cordones del pendientes, por adorno del escudo, y a los lados del unas labores de matizes al fresco, y en el fondo, un escudo con las armas de la iglesia de Ávila, que so dichas, en sus colores sobre oro, y por adorno, unas labores al fresco, a punta de pincel, sobre alabastrado, y toda la reja de celugia plateada, y la baraustada, dorada con sus cerraduras y llaves de la misma suerte. Lo qual todo, adorna y parece muy bien, y está con mucha decencia y seguridad en el entretanto que se haze la capilla que es dicha de la advocación del glorioso San Segundo, que le fabrica, funda, y dota su meritissimo sucesor don Gerónimo Manrique de Lara, con liberalidad de sus liberales manos gastadoras de su hazienda y riqueza, en obras pías y limosnas.47

Se colocará una inscripción en la Catedral dejando constancia del acto litúrgico en sí, y mencionando a sus patrocinadores.

Placa conmemorando el recibimiento de las reliquias de San Segundo en Ávila La fiesta continua el día 12, lunes por la tarde celebrándose en la plaza del mercado grande una corrida de ocho toros no muy bravos y un juego de cañas. El obispo no asistió a los toros pero sí a los juegos de cañas.

Fiesta de toros en Valladolid. Las cuadrillas que formaron el juego de cañas estuvieron compuestas la primera por don Diego Gabriel del Águila, don Esteban del Águila, don Diego

47 Ídem, fol. 65 v. – 66 r. Guiera del Águila, don Vicente Serrano Zapara, don Juan Gaitán, caballero de Talavera de la Reina, que entró por don Alonso Guiera del Águila, que estaba enfermo.

La segunda cuadrilla formada por Francisco Vela, don Juan de Acuña, don Fernando de Guevara y don Pedro Vélez de Guevara, su hijo.

La tercera cuadrilla formada por don Pedro Dávila del Águila, Vela Núñez, don Vicente de Contreras, don Diego de Tapia del Águila.

Juego de cañas en la plaza mayor de Juan de la Corte. Museo de Historia. La cuarta cuadrilla formada por don Sancho Cimbrón, don Nuño del Águila, don Gabriel Cimbrón, y don Antonio de Barrientos.

Fiesta real en la plaza mayor de Madrid. Juego de cañas. 1623. La quinta cuadrilla formada por don Fernando Dávila, don Pedro del Peso de Vera, don Pedro Osorio, don Pedro de Henao.

La sexta cuadrilla estaba formada por Francisco Dávila y Ulloa, don Gil de Villalva, don Pedro Guillamas y don Pedro de Aguirre.

El juego de cañas. El martes se celebró misa solemne en el altar mayor de la catedral con su música y por la tarde vísperas, continuando con la representación en un tablado o escenario colocado en la plaza del mercado chico que se representaba la comedia la Isla bárbara48, que duró una hora. Esta obra de teatro fue escrita por

48WILLIANSEN, VERN G.: El teatro de Miguel Sánchez, el divino. www.cervantesvirtual.com/descargaPdf/el-teatro-de-miguel-sanchez-el-divino/ En una escena expositiva, aprendemos que el rey Normando, intentando quitarse el único obstáculo que le separa de los deseados favores de Nísida, finge un examen de la cortesía de Vitelio, hermano de la dama. Deja caer de su mano al mar una carta y Vitelio es obligado a echarse al agua para devolvérsela. Vitelio necesita ayuda para subir otra vez al barco pero el Rey se la niega diciendo que eso sería arriesgarse una vida sin tener seguridad de salvar otra. En eso, la Naturaleza, pretendiendo vengarse por la mala acción del Rey, se enfurece y levanta una tempestad. El Rey tiene que refugiarse en la isla bárbara. El y su corte andan por la playa cuando Vitelio, quien se ha desnudado para poder nadar, llega y se encara con el Rey. Enojado por la doble traición (en lo que concierne a su hermana y en lo de la carta) Vitelio insiste en que, estando él desnudo, hablará la verdad desnuda acusando al Rey de sus fechorías. Por eso el Rey le abandona en la isla habitada solamente por tribus bárbaras. Vitelio, escarmentado por el abandono, aprende la lección y, por primera vez, encubre la verdad para rescatar a la hermosa Troyla, princesa bárbara, de las manos asesinas de su hermano Drusilo, que Ardenio la lleve de la corte y la mate. En el segundo acto, el rey Normando destierra uno por uno a todos sus opositores, mandándoles a la isla bárbara. También Nísida Miguel Sánchez Requejo, “El divino” (Valladolid, 28-01-1560 – p. 1620), atribuida en 1638 a Lope de Vega, pero descubierta su verdadera autoría a través de la Biblioteca del Duque de Osuna, en el Mss. 16859.

Mss. 16859

La isla bárbara con autoría de Lope de Vega.

llega a la isla porque Ardenio, en vez de matarla, la abandona allí. Enterándose de esto, el Rey, acompañado de Emilio (novio de Nísida), viene a la isla. La Reina lo sigue como también Pulciano, el padre de Vitelio y Nísida. En este acto Sánchez subraya la importancia de la oposición entre la verdad y el engaño. Vitelio otra vez se halla en dificultades cuando presenta a Nísida como hermana suya a la princesa Troyla (verdad). En contraste, su novio Emilio se salva empleando el engaño, de Abrahán presentándola al bárbaro Drusilo como su hermana (mentira). El tercer acto, como el de La guarda cuidadosa, es plagado por una serie demasiado larga de episodios tratando de las acciones y personajes secundarios que ni conducen hacia el desenlace final ni hacen crecer la debida tensión dramática. A pesar de estas flaquezas, la obra queda como otro ejemplo de las habilidades de Sánchez como dramaturgo y poeta. Después, el concejo mandó que 24 pajes llevaran hachas encendidas, que se repartieron entre el escenario y el balcón del ayuntamiento. A continuación entró por el palco el ingeniero siciliano Vincencio Tabormina, un compañero y 20 hombres armados con corseletes y picas, acompañados de música militar de tambores, pifaros, trompetas y atabales y fueron a una tienda con toldo al lado del escenario. Los protagonistas lanzaron cohetes al aire y combatieron con lanzas minadas, con pólvora y con cohetes, con espadas y rodelas, con picas y alabardas, con corseletes y celada, con escudo y maza; y con guardasoles también minados, gastándose más de 400 libras de pólvora, este torneo de fuegos de artificio duraría una hora.

El miércoles, 14 de septiembre, se repite por la mañana la misa solemne en el altar mayor de la catedral, acompañada de música, y por la tarde las vísperas.

Por la noche se iluminó el ayuntamiento, y las casas de la plaza del mercado chico, y repitió el ingeniero siciliano disparando muchos cohetes, con tal mal acierto que uno alcanzo en la cabeza de don Alonso de los Ríos, caballero de Córdoba.

El jueves, 15 de septiembre, por la mañana y por tarde se volvió a decir misa en el altar mayor de la catedral, y vísperas, y volvieron a celebrarse una corrida de siete toros y los juegos de cañas, con los mismos caballeros de Ávila excepto tres que fueron sustituidos por el marqués de Denia, don Fadrique del Águila y Gaspar de Bullón.

Fiesta de toros. El viernes, 16 de septiembre, se repite la actividad litúrgica de los días pasados, por la mañana y por la tarde en la catedral de Ávila, donde se había hecho un escenario donde se representó un auto sobre la traslación compuesto por un padre de la Compañía de Jesús del Colegio de San Gil.

El sábado, 17 de septiembre, solamente hubo actividad litúrgica, compuesta por misa en la mañana y por la tarde vísperas.

El Domingo, 18 de septiembre, se dijo misa solemne por la mañana, con música de cantores, órgano y ministriles, y predicó el doctor Lorenzo Chacón, canónigo de la penitenciaria, sobre la festividad del santo. Las vísperas por la tarde se hicieron más solemnes, acudiendo a ellas el obispo, cabildo, corregidor y los regidores de la ciudad y otros caballeros.

Se representó un auto compuesto por Lope de Vega, sobre la vida de San Segundo, primero en la catedral y después en el patio del hospital de la Magdalena, donde se solían representa las obras de teatro, el lunes después de su octava. Finalizándose así, la fiesta de traslación de los restos de San Segundo.

Hay que destacar que posteriormente en el verano de 1615 Lope de Vega va a Ávila y consigue una capellanía instituida en la iglesia de San Segundo por su antiguo protector, el obispo don Jerónimo Manrique de Lara con 150 ducados de renta anuales. Lope fue protegido del Obispo de Ávila y Cartagena, así en su Epístola al doctor Gregorio de Angulo, incluida en La Filomena nos narra en verso que: Criome don Jerónimo Manrique, estudié en Alcalá, bachillereme, y aun estuve de ser clérigo a pique; cegome una mujer, aficioneme, perdóneselo Dios, ya estoy casado; quien tiene tanto mal, ninguno teme.

Primer retrato de Lope de Vega, aparecido en la edición de La Arcadia. Anónimo (1598) Biblioteca Nacional

En su en su dedicatoria al duque de en la comedia Pobreza no es vileza, nos dice: Crieme en servicio del ilustrísimo señor don Jerónimo Manrique, obispo de Ávila y Inquisidor general, uno de los príncipes que ha tenido esa clara sangre, en el estado eclesiástico […] y cuantas veces me toca al alma sangre Manrique, no puedo dejar de reconocer mis principios y estudios a su heroico nombre, como en tantas partes se conoce mi agradecimiento.

En otra ocasión escribe:

Serví al obispo mi señor don Jerónimo Manrique […]. El amor que le tuve fue inmenso, las obligaciones iguales, las pocas letras que tengo le debo. Pérez de Montalbán relata su acomodo con don Jerónimo Manrique y la entrada en la universidad de la antigua Compluto tras la escapada por tierras castellanas y leonesas: A su llegada a Madrid Lope de Vega, se acomodó con don Jerónimo Manrique, obispo de Ávila, a quien convenció con unas églogas que escribió en su nombre, y con la comedia La pastoral de Jacinto, eligiendo para estudiar la Universidad de Alcalá, donde cursó cuatro años, hasta graduarse.

Mss de la BN de Madrid. De la obra de san Segundo de Lope de Vega. EL GUSTO Y LA ATRACCIÓN DE FELIPE II POR LAS RELIQUIAS DE LOS SANTOS.

La afición y el gusto que tuvo Felipe II por el coleccionismo de reliquias, entendido como la acumulación de las mismas se puede calificar como obsesiva, compulsiva y enfermiza.

Este tipo de coleccionismo se define ya en el Concilio de Trento que cuando trata sobre el culto a los santos, también se menciona la veneración o adoración a las imágenes y a las reliquias de los mismos, punto que había criticado Lutero y Juan Calvino que las describe en su Tratado de las reliquias, una como una abominación.

Felipe II actuará en la creencia del poder espiritual y temporal de las reliquias, a través de las indulgencias plenarias que mandaba graciosamente la santa sede y en sus virtudes curativas, como talismanes preparados para un viaje a la eternidad en vida, y después de la muerte.

Parece ser que todo empezó en el año 1550, en un viaje que hizo a la ciudad de Colonia, donde adquirió un centenar de huesos y cabezas de santas que envió a España.

El 19 de abril de 1562, el hijo de Felipe II, el príncipe Carlos, con 17 años de edad, persiguiendo a una moza se resbaló y se dio un golpe en la cabeza que entró en coma. Felipe II decidió introducir en su lecho el cadáver incorrupto perteneciente al beato Diego de Alcalá, y ordenó a un famoso curandero, morisco y valenciano, Pinterete que le aplicara unos ungüentos, está claro que lo méritos se los llevara el beato a quien Felipe II le recomendó como santo.

En 1566 se suceden los pillajes en iglesias y monasterios en Amberes, Brujas, Amsterdam, Leiden, Mons, Bruselas y otras ciudades, siendo los luteranos los que desmontaban y quemaban reliquias y relicarios, cuestión que alarmaría a Felipe II.

En el año 1567, Felipe II solicita al papa Pío V un permiso para coleccionar reliquias y el poder elegir un lugar para albergarlas, lógicamente sería su panteón o tumba el lugar elegido, el Real Monasterio de San Lorenzo el Real, de El Escorial.

En 1569 en una carta destinada al III duque de Alba le solicita que se haga con la cabeza de santa Ana, para su colección particular.

En 1575 se hará un censo de estas reliquias, a través de una pregunta en el cuestionario de las Relaciones topográficas. Felipe II también creó un grupo de nobles y clérigos dirigidos por un fraile portugués que están viajando por Europa adquiriendo reliquias, para trasladarlas del puerto de Barcelona al Monasterio de El Escorial. Aunque otras veces estas reliquias se obtienen por la vía de la conquista militar o la diplomática. En 1587, el príncipe Felipe, futuro Felipe III enfermó de sarampión en El Escorial y se decide llevar a su estancia una espina de la santa corona donada por el papa Sixto V, y a recoger unas reliquias de santa Leocadia procedentes de Mons, la ciudad que había sido ocupada por el duque de Alba en septiembre de 1572.

En septiembre de 1598 estando a las puertas del umbral de la muerte Felipe II mandó rodearse de una rodilla con su pellejo del mártir san Sebastián, un brazo del dominico Vicente Ferrer, y una costilla del obispo Albano, …

El rey, como gran burócrata que era, creó una red administrativa alrededor de su pasión por las reliquias de los santos que se define claramente a través de las 7.242 pertenecientes a 17 países distintos y a 648 santos y santas, que aparecen reflejadas y catalogadas en el libro de memorial de entradas de reliquias. Apostillando el Padre fray Juan de Sigüenza que solamente faltaban las tres reliquias de tres santos, la de San José, San Juan y Santiago, el mayor. Y catalogadas como Insignes: 460; Notables: 255; Menores: 1006; Cuerpos enteros: 12; Cabezas enteras: 144; Canillas grandes: 306; Constancia del nombre: 678; Pequeñas: 4.168.

Creó en el monasterio el oficio de hermano reliquiero, que debía ser un monje con una determinada edad, tiene que ocuparse además de la biblioteca, y limpiar, clasificar, ordenar, y catalogar la colección de reliquias, hacer que se cumplan las instrucciones sobre el uso de las llaves, y controlar los días de apertura de los mismos, el día de todos los Santos, en Navidad, en la Pascua de la Resurrección, Pentecostés y el día de la Asunción de la Virgen.

Su reflejo en el Monasterio de El Escorial se nos transmite a través de la construcción de dos altares colaterales a los lados del altar mayor, uno dedicado a San Jerónimo, donde se guardan las reliquias de santos y el otro a la Asunción, para las reliquias de santas y para ubicar en cada uno 80 relicarios donde destaca el busto parlante, y donde confluyen las estancias reales.

El proceso artístico para la salvaguarda de las reliquias, empieza por la construcción de pequeñas arquetas, que adoptan diferentes fisionomías, que dependerán de los restos, así adoptan la forma de cabeza, busto, brazos, o arquitectónica o de baúl. El diseño y la traza de cada arqueta-relicario la hará el arquitecto Juan de Herrera, la forma la hace el maestro platero Juan de Arfe, usando metales preciosos y piedras preciosas, brillantes y perlas, y la policromía de estas arquetas, las define el pintor Fabrizio Castelo.

En 1591, el Reliquiero ante la gran afluencia de reliquias se plantea buscar nuevos espacios en la parte superior de ambos Reliquiario y se construyen a unos 8 metros de altura, armarios con capillitas, formando cinco nichos cerrados por seis puertas.

En 1595 se tiene que hacer una habitación contigua para custodiar las reliquias pequeñas y otros objetos píos, que se denominó Camarín de Santa Teresa porque allí estaban depositadas cuatro obras autógrafas de la santa.

EL TRASLADO DE LAS RELIQUIAS DE SAN SEGUNDO: DESDE ÁVILA AL MONASTERIO DE SAN LORENZO DE EL ESCORIAL.

Días después del mes de septiembre de 1594 el corregidor de Ávila mando al Escorial un despacho sobre como trascurrió la traslación y la reliquia del santo al Rey, en manos de don Sancho Cimbrón y don Antonio Barrientos. A la recepción Felipe II contestaría:

Tiziano. Victoria de Lepanto. EL Rey Concejo, justicia, regidores, cavalleros, escuderos, oficiales y hombre buenos de la muy noble ciudad de Ávila. He holgado de entender tan en particular de vuestra carta de veinte y quatro deste, que traxeron don Sancho Cimbrón y don Antonio de Barrientos de todo lo que pasó en la traslación del cuerpo del bienaventurado San Segundo, que se aya hecho con la quietud y devoción que lo quería tal fiesta de que, y de la reliquia que se apartó para mi deste glorioso santo, y de la aver venido acompañando los susodichos hasta aquí, os doy muchas gracias, y os lo tengo en grande servicio como es razón, de que me quedará la memoria que es justo, para hazer en beneficio de la ciudad, todo lo que huviere lugar, y vuestra fidelidad, y vuestros buenos servicios merecen. De San Lorenzo, veynte y ocho de septiembre de mil quinientos y noventa y quatro años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, nuestro señor. Gerónimo Gasol.

A la par, el obispo y cabildo de la catedral acordaron también enviar a dos capitulares para que le hicieran llegar a Felipe II, el hueso del santo y un pedazo de lienzo de alba, nombrándose a don Diego Bracamonte, deán y al doctor Juan Beltrán de Guevara. Para su fin se hizo una caja de madera, como antes vimos, y se les entregó certificación y testimonio de la entrega legalizado. La certificación sería la siguiente: E nos don Gerónimo Manrique de Lara, por la gracia de Dios, y de la Santa Iglesia de Roma, Obispo de Ávila, certificamos y hazemos fe, que el huesso del bienaventurado señor San Segundo, primer Obispo de Ávila, que se sacó para llevar a Su Majestad Católica del Rey Felipe, nuestro señor, de que se haze mención en este testimonio, signado de Hernando Ramírez, notario, y Pedro Téllez, escribano, es el mismo que oy día de la fecha deste testimonio hemos entregado a don Diego de Bracamonte, Deán de nuestra santa iglesia, metido en una caxa de madera, cubierta por la parte de fuera de tela de oro carmesí, y por la de dentro de terciopelo con clavazón dorada, cerrada con su llave, para que le lleve y entregue a su majestad: y para que dello conste, dimos este testimonio firmado de nuestra mano, sellado con nuestro sello, y signado .del notario infraescripto nuestro secretario. En Ávila, a veinticinco días del mes de septiembre de mil y quinientos y noventa y quatro años. Don Gerónimo Manrique, Obispo de Ávila, y está sellado con su sello y signado del dicho su secretario.

Partieron con la caja los comisionados, llevada por Matías de Ayala, capellán de la catedral y del deán, acompañados de sus escuderos y criados, llegando el día 27 de septiembre, martes, al mediodía al lugar de Navalperal, donde las depositaron y enviaron una carta a través del escudero Sebastián de Angulo, escudero del deán, dirigida a García de Loaysa Girón, limosnero mayor del rey y maestro del Príncipe que decía: Por mandado de Su Majestad se hizo en Ávila la traslación del cuerpo del glorioso San Segundo, primero Obispo della: y el obispo en execución de lo que su Magestad le mandó sacó del arca, un hueso grande, que según parece es de un muslo, y ordenó a mí, y al doctor Guevara, que lo traxesemos a Su Magestad. Embiamos adelante este criado, para que Vuestra señoría lo sepa, y nos mande ordenar lo que debemos hazer, y a la hora, y como entraremos, porque hasta ver lo que vuestra señoría nos manda y ordena, estaremos fuera del sitio: y sea servido de dar dello noticia a su Magestad. Guarde Nuestro Señor, &.

Imagen de Navalperal de Pinares. Dada la noticia por García de Loaysa Girón a Felipe II, se les ordena que vayan con la caja a la hospedería de San Lorenzo, y que se les hospede en ella.

El miércoles, 28 de septiembre parten de Navalperal al Monasterio, antes de llegar al Escorial, se presentó el criado del deán con la respuesta de García de Loaysa, y siguieron su camino después de leer la misiva hasta llegar a la puerta del atrio de la Iglesia de San Lorenzo, donde se encontraron con el secretario.

El cual les mandó a la portería, hasta llegar a los aposentos de la hospedería, donde depositaron la caja. Después se reunieron con García de Loaysa en el aposento del deán, que les informaría como iba a resolver Felipe II la entrega de la caja y las reliquias. El 29 de septiembre el secretario les informa que el Rey había mandado que se le llevase la reliquia a las tres de tarde a su oratorio, para recibirla con sus hijos.

Oratorio del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Allí se presentó el secretario, junto a fray García de Santa María, prior del monasterio, y su vicario fray Juan de Benavente, al aposento del deán a llevar la reliquia, que en procesión fueron hasta la sacristía, donde se pusieron con cirios a los lados esperando la orden del rey para trasladarla al oratorio.

Sacristía del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, Al tiempo, se presentó Antonio Boto, guardajoyas del rey, para ordenar su traslado al oratorio real. A partir de aquí en deán con su loba y manteo fue en procesión con los demás hasta depositarla en el altar del oratorio. Felipe II, vestido con ropa negra, gorra y báculo, junto a su hijo el Príncipe Felipe y la infanta doña Isabel aparecieron produciéndose el besamanos, el deán abrió la caja y presentaron el hueso y las reliquias, y los llevó a los ojos de los personajes reales, cerrando a continuación la caja, y volviéndola a llevar a la sacristía del monasterio, y entregándosela a Antonio Boto.

El acta de entrega se redactó de la siguiente forma: En el monasterio de San Lorenzo el Real, a veinte y nueve días del mes de septiembre de mil y quinientos y noventa y cuatro años, estando dentro de la sacristía de la iglesia del dicho monasterio y allí presentes García de Loaísa, gran limosnero mayor de su majestad y maestro del príncipe nuestro señor; y don Diego de Bracamonte, deán; y el doctor Juan Beltrán de Guevara, canónigo de la santa iglesia de Ávila; y fray García de Santa María, prior del dicho monasterio; y fray Juan de Benavente, vicario; y otros muchos religiosos y conventuales del dicho monasterio; y Antonio Voto, guardajoyas de su majestad y alteza, por ante mí, Gregorio de Segovia, criado de su majestad y su escribano y notario público en la su corte, reinos y señoríos y de las entregas que por mandado de su majestad se hacen al prior y convento del dicho monasterio de las cosas que le manda dar para servicio del culto divino de la dicha iglesia, el dicho García de Loaísa dijo que habiendo don Jerónimo Manrique de Lara, obispo de Ávila, enviado a su majestad, con los dichos don Diego de Bracamonte y doctor Juan Beltrán de Guevara, un hueso grande que parece de muslo entero con sus choquezuelas del glorioso san Segundo, primer obispo que fue de Ávila, cuyo cuerpo estaba en un sepulcro de la iglesia del dicho glorioso santo, nombrada San Segundo, extramuros de la dicha ciudad, y con orden y licencia de su majestad, fue trasladado de ella a la iglesia catedral de la dicha ciudad por el dicho obispo. Y envuelto en un tafetán carmesí metido dentro de una caja de madera cuadrada de siete dozavos de largo y dos de cuadrado, forrada por dentro entre pelo carmesí, y cubierto por de fuera de tela de oro lisa, de labor guarnecida por los cantos de pasamanos de oro y plata hilado, con cerradura y llave, bisagras y aldaba de hierro dorado y con dos colchoncillos dentro de tafetán carmesí; y con la dicha reliquia envió asimismo un pedazo de lienzo blanco del tamaño de medio pliego de papel que dice ser de un alba en que se halló envuelto el dicho santo cuerpo, para que todo ello lo entregasen a su majestad, en sus reales manos con los testimonios y recaudos de la traslación del dicho santo cuerpo. Y se sacó de él, la dicha reliquia para enviar a su majestad y habiendo venido con ella a esta casa en este punto, estando su majestad y el serenísimo príncipe y la ilustrísima infanta doña Isabel, sus hijos, y los dichos padre prior y Antonio Voto en el oratorio de su majestad, que es al lado de la epístola del altar mayor del dicho monasterio; puesta la dicha caja sobre el altar del dicho oratorio, el dicho don Diego de Bracamonte la abrió y sacó la dicha reliquia y lienzo y la entregó a su majestad y habiéndola su majestad y altezas adorado, la mandó tornar a meter en la dicha caja y que se entregase al dicho Antonio Voto para que él, conforme a la orden que tiene en el entrego de las santas reliquias que están en esta casa, haga entregar esta al prior y convento de ella para que se ponga en el lugar que ha de estar. Por tanto, que los dichos deán y canónigos podían entregar y entregasen al dicho Antonio Voto la dicha santa reliquia. Los cuales en cumplimiento de ello, habiendo abierto la dicha caja, entregaron la dicha reliquia y lienzo que en ella estaba al dicho Antonio Voto; y envuelta en su tafetán y con sus colchoncillos y con el dicho lienzo la tornaron a meter en la dicha caja y la cerraron con su llave y con ella la entregaron al dicho Antonio Voto, para que haga de ello lo que por su majestad le es mandado. Y de cómo así se la entregaron, pidieron a mi el escribano se lo diese por testimonio signado con mi signo y sellado con el sello del dicho convento, con que se acostumbran sellar las tales escrituras en manera que haga fe. Y yo, el dicho escribano, doy fe que en mi presencia los dichos deán y canónigo entregaron al dicho Antonio Voto la dicha santa reliquia y lienzo en la dicha caja y la llave de ella; y él la recibió en presencia del dicho García de Loaísa, y del dicho padre prior y vicario del dicho monesterio y de otros muchos conventuales de él y personas que a ello se hallaron presentes. Y el dicho Antonio Voto lo firmó de su nombre, al cual doy fe que conozco. Antonio Voto. (rúbrica; sello de cera roja sobre papel) Y yo, el dicho Gregorio de Segovia, escribano susodicho, presente fui a la entrega de la dicha santa reliquia que se hizo al dicho Antonio Voto; y lo escribí según que ante mí pasó; y, por ende, hice aquí mi signo acostumbrado, que es a tal. [signo notarial] En testimonio de verdad, Gregorio de Segovia49.

El deán y canónigo se quedaron un día más, a pasar la festividad de San Jerónimo, siendo muy bien atendidos y hospedados, y se despidieron del prior y del secretario, yendo el deán a Madrid a ver a su hermano Francisco Dávila, y

49 Pp. 612-613. Juan Beltrán de Guevara vuelve a Ávila, el día 1 de octubre, con la respuesta del rey al obispo.

El Rey Reverendo en Cristo padre Obispo de mí Consejo, por vuestra carta de veinticinco deste: y lo que más en particular me han dicho el deán don Diego de Bracamonte, y el doctor Don Juan Beltrán de Guevara, canónigos dessa santa iglesia, he entendido la voluntad con que vos, y los desse Cabildo me embiastes la reliquia de un muslo del bienaventurado San Segundo, con un pedazo del alva que con sus huesos estaba, y con el testimonio de la certeza: de que he tenido mucho contentamiento, y estimándolo todo en lo que es razón, os doy muchas gracias por ello, por desear tener aquí reliquia deste glorioso santo, para venerarla, y juntarla con las demás que ay en este santuario de San Lorenzo, a treinta de septiembre de mil y quinientos noventa y quatro años. Yo el Rey. Por mandado de Nuestro Señor.

Gerónimo Gasol.50

EL DESTINO DE LOS HUESOS DEL SANTO EN ÁVILA.

Por lo tanto, los restos del santo se quedan en la catedral de Ávila, depositados en su capilla mayor, hasta que se acabe la obra de la capilla de San Segundo, al lado del cimorro de la Catedral, realizada por el arquitecto de la Corte, Francisco de Mora y continuada por los maestros Francisco Martín y

50 Fol. 78 r. –v. Cristóbal Jiménez51, que se trasladan el día 2 de marzo de 1615, mientras que las cenizas de San Segundo se quedan en la ermita.

El obispo Lorenzo Asensio de Otaduy y Avendaño (1599-1611) al introducir en Ávila a la orden de los carmelitas descalzos, a través de la fundación de un convento, les cederá la Iglesia de San Segundo y unas casas alrededor, cerca del río Adaja, junto a una pensión anual de 500 ducados, y permanecerían hasta el año 161452.

Dibujo exterior de la Capilla de San Segundo. Ávila. En la capilla de san Segundo hay una inscripción que dice: Presidiendo en la Iglesia de Dios el Papa Clemente Octavio y Reynando en Castilla el Cathólico Rey, Don Felipe Segundo, y siendo Obispo e Ávila, Don Gerónimo Manrique de Lara, se començó la obra de esta capilla de el glorioso San Segundo y su señoría puso la primera piedra fundamental, como señor y Fundador de ella a 23 días de el mes de abril año de 1595.

En conclusión las procesiones serán la vía en tiempos de Felipe II para el culto a los santos, que se convierten en héroes, y la adoración o veneración de las reliquias. No se puede desvincular el hallazgo y la fiesta de la traslación de San Segundo sin tener en cuenta la entrada en la ciudad de Toledo del cuerpo y las reliquias de San Eugenio.

51 Véase: CERVERA VERA, Luis.: “La capilla de san Segundo en la Catedral de Ávila”, en Boletín de la Sociedad española de excursiones, Madrid, Hauser y Menet, 1952, tomo 56, pp. 181-229. 52 MARTÍN CARRAMOLINO, Juan.: Historia de Ávila, su provincia y obispado, Madrid, Librería Española, 1872-1873, p. 290.

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