El Consulado De Comercio De Buenos Aires Y Sus Relaciones Con La Corona
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Las Juntas de comercio y el Consulado de Buenos Aires y sus relaciones con la Corona: los préstamos y donativos a fines del siglo XVIII y principios del XIX* Javier Kraselsky (UNLP-UNTREF- CONICET) [email protected] I- Introducción El objetivo de este trabajo es analizar las estrategias económicas de los comerciantes rioplatenses agrupados en las corporaciones mercantiles a fines del siglo XVIII y principios del XIX. Es decir, se abordarán las relaciones entre las Juntas de comercio formalizadas desde 1779 y las del Consulado de Comercio de Buenos Aires a partir de su creación en 1794 frente a la Corona, a través de los donativos y préstamos. Este análisis culmina en 1808, fecha en que se disuelven las estructuras monárquicas. Las juntas de comercio eran ámbitos en los cuales los comerciantes se reunían para planificar estrategias colectivas, proteger sus intereses y conseguir beneficios de la Corona. Estas, tuvieron dos etapas según su grado de cohesión y su capacidad de negociación. La primera entre 1748-1779 donde los comerciantes se reunían irregularmente y la segunda entre 1779-1794 donde poseían una representación permanente mediante apoderados y contaban con el reconocimiento de la Corona. Este ámbito se trasforma en 1794 en el Consulado de Comercio de Buenos Aires el cual se convierte en el cuerpo formal y legal de los actores rioplatenses. El Consulado luego de ser exclusivamente mercantil, en 1797 se transforma en mercantil y productivo con la incorporación de los hacendados a su dirección.1 Este análisis tendrá como punto de partida el papel que tuvieron los préstamos y donativos recaudados por estas organizaciones mercantiles para financiar los gastos extraordinarios de la Corona. En dicho período los actores locales colaboraron con el financiamiento de las guerras de la Monarquía, esta como contraprestación, les otorgaba privilegios y legitimidad para trasformarse en elite política y económica. En esta sociedad de Antiguo Régimen, las corporaciones se entrelazaban jerárquicamente entre sí, poseyendo derechos y deberes mutuos. En la cúspide de esta 1*Una versión de este trabajo fue presentada en las XXII Jornadas de Historia Económica. Río Cuarto, Córdoba, Argentina en octubre de 2010. Kraselsky (2007); (2011). 1 sociedad estaba la Corona que asignaba privilegios a las corporaciones en contraprestación a su lealtad.2 En dicha sociedad, la Corona borbónica rearticuló, a partir de sus reformas, sus vínculos con los súbditos americanos.3 En este complejo universo, actores locales y la Corona, poseían lazos estrechos que aseguraban la conservación del vínculo entre el Monarca y sus territorios ultramarinos. Esta necesidad de la Corona de obtener consenso de los cuerpos y actores manifestaba la debilidad del Estado borbónico para imponer arbitrariamente medidas, pero también el poder relativo de los actores locales.4 Estos actores con intereses diferentes lucharían entre sí para conformarse en los interlocutores de la Corona y ser los beneficiarios de esos vínculos. Los estudios sobre la fiscalidad en Antiguo Régimen fueron un punto de partida para observar dichas relaciones.5 En las últimas décadas la renovación teórica que impulsaron los estudios sobre la configuración institucional, le otorgaron vitalidad y desarrollo a este campo teórico.6 Los actores locales son vistos a través de las instituciones, ellas se constituyen como defensa de los derechos de propiedad. Es en este sentido que las corporaciones mercantiles actúan como defensoras del equilibrio social, funcionando como pilares que daban certidumbres a las transacciones asegurando de este modo los derechos de propiedad. Nosotros, al estudiar el Río de la Plata, utilizaremos el término centralización corporativa para dar cuenta del proceso de cambios y transformaciones producido desde mediados del siglo XVIII en las relaciones entre la Corona y sus súbditos.7 La Corona borbónica intentaba centralizar el poder del Estado y a la vez generar poderes aliados organizados corporativamente. En dichas corporaciones se van a formar elites capaces de extraer metálico de la comunidad. Este proceso fue potenciado por los actores locales 2 Hespanha (1989); Guerra (1992); Imízcoz Beunza (1998); Rojas (2007) y Dedieu (2010). 3 Respecto a las “reformas borbónicas” la biografía es muy amplia. Las clásicas obras de Lynch y Halperin Donghi, se le suman las perspectivas de Gelman (2010); Irigoin y Grafe (2008); Morelli (2005) 4 Para un análisis de estas relaciones de negociación, véase Irigoin y Grafe (2008). 5 Véase entre otros Ibarra, Sánchez Santiró y Jáuregui (2001) 6 Sobre la senda de los trabajos de North (1984), se desarrolla toda una corriente de investigación donde se enfatiza que el desarrollo desigual entre América latina y América del norte basado en la estabilidad de sus instituciones y la consiguiente debilidad de los derechos de propiedad. 7 Este concepto de centralización corporativa se desarrolla en mi tesis de doctorado, Kraselsky (2011) y se apoya en las ideas de Federica Morelli quien enfatiza que la Corona no pudo completar el proyecto absolutista en América por su derrumbe en 1808 y tuvo que negociar con las elites locales. Así, según su análisis, las iniciativas de los borbones estuvieron centradas territorialmente en la conservación de antiguas estructuras y con ello en el fortalecimiento de las corporaciones gremiales. De la imposibilidad construir el un estado absoluto como había hecho la dinastía borbónica en Francia resulta el “estado mixto”. Morelli (2005) pp. 11-32; (2008). 2 que veían en ella una manera de negociar con la Corona fueros y beneficios económicos para toda la comunidad. El trabajo se propone demostrar que las corporaciones mercantiles locales aseguraban a la Corona la obtención de ingresos monetarios con la percepción de donativos y la conservación de su autoridad nominal a cambio de privilegios para sus actores. Las juntas de comercio primero y el Consulado después, representaban los intereses de la elite mercantil local que negociaba con la Corona los términos del vínculo de conveniencia mutua. La elite que la representaba tendría la capacidad de imponer al resto de la comunidad gravámenes comerciales en beneficio propio y de la Corona. La comunidad mercantil habría prestado su consentimiento a dicha elite, debido a que mediante ello, lograban beneficios laterales y dilaciones en el pago de las alcabalas de segunda venta y un fuero mercantil para resolver sus conflictos. La Corona en permanente estado de guerra, habría solicitado desde 1793 donativos y préstamos con un interés anual a quienes estaban dispuestos a darlos. Desde los inicios del siglo XIX el Consulado habría perdido parte de su capacidad de negociación y poder como ámbito corporativo. El recurso a Junta –que no había desaparecido con la creación del Consulado y que debía convocarse para elegir a sus miembros- comenzaría a retomar su importancia como ámbito de planificación de estrategias. El Consulado – al igual que el Cabildo después de la ocupación británica- se transformaría en una suerte de entidad prestamista que garantizaba los intereses de los acreedores. Para ello, la elite mercantil que actuaba en el Consulado habría recaudado ingresos de las rentas impositivas que pagaba toda la comunidad. Es decir que los costos de la fidelidad de los comerciantes prestamistas se trasladaban al resto de la comunidad mediante sus impuestos. La centralización corporativa habría fracasado por el derrumbe de la Corona en 1808. El Consulado habría perdido capacidad de negociación y poder como único ámbito corporativo que obtenía ventajas de la negociación frente a la Corona. El Cabildo de Buenos Aires a partir de 1806-1807 habría tenido un rol recaudador de fondos locales, no solo para la Corona sino para la defensa territorial, mediante préstamos o cesiones de dinero de los actores y Cabildos de algunas ciudades del virreinato. Como garantía a dichos préstamos se prometía utilizar, no las recaudaciones 3 impositivas de la aduana como lo hacía la corporación mercantil, sino las sumas correspondientes al situado de Potosí. II- Los préstamos y donativos en otros espacios americanos Sabemos por los estudios de Carlos Marichal que los fondos americanos con que la Corona financia las guerras aumentan entre 1790-1810.8 Este autor observa que dichos fondos fueron de dos tipos: los ordinarios y los extraordinarios. Los primeros eran los ingresos derivados de impuestos, monopolios, etc. y los extraordinarios eran ingresos generados por el estado en distintos tipos de títulos de deuda emitidos por la Real Hacienda. Los préstamos y donativos se incluyen en estos últimos. Los donativos y préstamos recolectados en América fueron un recurso extraordinario de la Corona utilizado en períodos de guerra y crisis financiera,-aunque también se recaudaron para otros temas como la asunción de los virreyes, ceremonias, etc.-9 y tenían como objeto equilibrar los desajustes fiscales en la metrópoli. Estas contribuciones habrían sido iniciadas por Felipe II, pero practicadas asiduamente por Felipe IV. Gran parte de ellos fueron solicitados en España y América.10 Desde el siglo XVII, los Consulados como corporaciones mercantiles y tribunal de comercio eran quienes podían recaudar dinero de la comunidad mercantil.11 El Reglamento de Libre Comercio abrió la puerta a los “nuevos” Consulados, creándose el de Buenos Aires por ejemplo. Esto dentro de un contexto de reformas y de liberalización progresiva del comercio. Es decir que como parte del proceso que denomino centralización corporativa, los actores locales se conforman en gremios y se transforman en articuladores con la comunidad. 8 Marichal (2001), p. 39, analiza la importancia de Nueva España que en 1773 hasta 1787 proporciona más del 50% del total de las remezas fiscales americanas. Estas alcanzan desde este año hasta 1810, el 75% del total. 9 Por ejemplo, la recaudación de donativos podía financiar festejos como el aportado por los hacendados en 1777 de 12.000 de pesos ante la llegada de Pedro de Cevallos como primer Virrey del Río de la Plata. Este donativo lo recaudó el Cabildo. Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires (en adelante AECBA), Serie III tomo VI, pp.