Pettoruti En Abstracto 3 Un Cuadrado De 20 Coches En Cada Lado 6 El
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Pettoruti en abstracto 3 Un cuadrado de 20 coches en cada lado 6 El joven Camus 8 El sentido del sinsentido 13 Autobiografía explosiva 14 Las viejas deudas del etnógrafo 17 Unidos por una misma lógica 19 'Namiko', de Tokutomi Roka 20 Miguel de Unamuno también nos deja sus 'Cuentos completos' 22 Embárcate con Arturo Pérez-Reverte en 'Los barcos se pierden en tierra' 24 Lafcadio Hearn nos lleva hasta la 'Última isla' 26 'Simplejidad' de Jeffrey Kluger 28 'Las bibliotecas perdidas' de Jesús Marchamalo 30 "35 bujías", de Pedro Salinas 31 Querido Ernesto 33 Intimo y conmovedor 39 El Sabato que importa 44 Fascinante Nueva York según pasan los años 47 Encuentran códice novohispano dentro de un cristo de caña 48 ¿Cómo se titula un libro? 51 Honoré de Balzac nos da lecciones en 'Tratado de la vida elegante' 53 'El día de los trífidos', de John Wyndham 55 Joseph Conrad nos habla de 'Un paria de las islas' 57 El indiferente espíritu 58 Un maestro espontáneo 59 Imaginar ciudades 66 Esa sutil realidad 68 Gringos en La Mancha 71 Pasos en el techo 75 Los hijos de la 'perestroika' 77 En la morada del coleccionista 79 Libros en pintura 81 A través del espejo y lo que Alicia encontró allí 83 Sistema de Infotecas Centrales Universidad Autónoma de Coahuila Estudian gen de plantas y hongos con potencial para curar males neurodegenerativos 84 La cruzada de los niños 87 El imán de las cosas 88 Demonios indescifrables de Ezra Pound 90 "El humor es la elegancia suprema de quienes han sido despojados de todo" 92 El legado de Aícha 94 Entre 'El Padrino' y 'Los Soprano' 96 Huelga general 98 Aire libre a domicilio 100 Energías limpias para el futuro 102 VIH/sida: 30 años de una lucha en curso 108 Adiós a la pirámide alimentaria 110 Higiene íntima: ni tanto, ni tan poco 111 Asentamientos irregulares afectan a ríos capitalinos 114 Estrellas de neutrones: pequeñas, densas y superfluidas 116 Aún no es posible predecir con precisión la ocurrencia de huracanes 119 La guitarra, el instrumento con el que más se lesionan los músicos 121 Los peligros ambientales no afectan la calidad del esperma 122 Al "raspar" un material aislante, logran que conduzca electricidad 124 'Abril Rojo' de Santiago Roncagliolo 126 Se publicará la primera novela, hasta hoy perdida, de Arthur Conan Doyle 128 No son atípicas ni van en aumento las granizadas 130 Seguridad alimentaria y enfermedades emergentes, mayores desafíos ambientales 133 'La hija del clérigo', una de las novelas menos conocidas de George Orwell 135 ¿Qué trucos usan los escritores para llamar a la inspiración? 136 'El arte místico de borrar las señales de la muerte', ¿te apetece limpiar escenas de crimen? 138 'Vaclav y Lena', una historia de amor entre adolescentes 140 Las cabezas de la fotografía 141 Entre mundos 143 Desde el paredón 149 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 294 Julio 2011 2 Sistema de Infotecas Centrales Universidad Autónoma de Coahuila Pettoruti en abstracto El artista que revolucionó la escena porteña durante la primera mitad del siglo XX es protagonista de una reveladora muestra inaugurada ayer en Malba Viernes 27 de mayo de 2011 . Ver más fotos Por Elba Pérez Para LA NACION Muchas aguas pasaron bajo los puentes desde que en 1924, en Buenos Aires, sin que fuera propósito de Emilio Pettoruti, estallaron en la galería Witcomb los petardos más groseros de la estupidez vernácula. Algo barruntó el doctor Marcelo T. de Alvear, que visitó la muestra horas antes de la inauguración. "Plazca al cielo que no necesite usted esta tarde de los servicios de la asistencia pública", vaticinó, anticipándose a la trifulca mayúscula que se inició, poco después de las cinco de la tarde, al abrirse la muestra al público. En el zafarrancho mediaron en defensa de la integridad del pintor, de su obra y de las instalaciones de la galería de la calle Florida un puñado de amigos martinfierristas. ¿El motivo de la furia? Vaya a saber; "la estupidez es insondable", afirmaba Alberto Girri. En la superficie se acusaba a Pettoruti de "futurista", equívoco acuñado por Luis Falcini, sobador de mármoles y nada frecuentador de estéticas de altura y profundidad. De aquellas aguas vinieron otros lodos. Pettoruti polemizó con conocimiento y argumentos, pero el más enjundioso fue el rigor obstinado al que ajustó su obra y su conducta. A este artista hace homenaje y reparación la exposición de Malba curada por la experta y sagaz Patricia Artundo. No se trata de una muestra más, seguidora de otras muchas, consagratorias, en nuestro país y el exterior. Artundo es perita en aventar los polvos que se superponen, opacando y ocultando la singularidad de los artistas que examina. Su trabajo sobre la obra gráfica de Norah Borges es prenda de lo dicho y emergente de sus muchos aciertos. Ella establece un corte cronológico (1914-1948) resumido en 37 obras que sustentan su tesis, su convicción, del carácter abstracto del numen creador de Emilio Pettoruti. Sus argumentos se apoyan en el conocimiento de lo mucho y bueno escrito sobre Pettoruti y sobre el escenario de la época que la muestra testimonia. Pero el valor de su intervención reside en la reacción de su pupila, interpelada por la originalidad de la imagen del pintor. Despabila también la remanida asignación de epígono tardío del cubismo, que mentes perezosas endilgan al autor de Vino Rosso , Pensierosa , La grotta azzurra , Los arlequines , la serie de Las copas o El hombre de la flor amarilla (¿homenaje a Luigi Pirandello?). La postulación de Patricia Artundo, acompañada por el curador jefe de Malba, Marcelo Pacheco, es precisa, definitoria. Abreva en fuentes inobjetables y en su relectura da proyección actual al affaire Pettoruti. Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 294 Julio 2011 3 Sistema de Infotecas Centrales Universidad Autónoma de Coahuila "Futurista", "cubista", "figurativo", "epigonal" y otras cizañas han pretendido desnaturalizar el obstinado rigor al que se atuvo el pintor platense. Pettoruti se mantuvo siempre al día con el pensamiento de su tiempo. Y supo leer la lección de los maestros de altri tempi , a sabiendas de que el arte verdadero se burla de la arena, la brújula y el péndulo. Su intercambio con los protagonistas de las vanguardias europeas se sumó a su diálogo con los artistas de otros siglos, culturas y procedencias. A todos ellos escrutó bajo la órbita sensible e intelectual del vocabulario silente de las formas que la luz revela. ¿Abstracto, figurativo, combinatorio? Las clasificaciones ponen cierto orden, ofrecen parámetros, contextos y sosiegos a menudo transitorios. Hasta que otra pupila interpelada, como la de Patricia Artundo y otros selectos predecesores, nos remontan a la incertidumbre original. Allí donde el arte sucede. Pettoruti tuvo conciencia precoz de aquella unidad que subyace -diversa e infinita- en la percepción del mundo y de la propia intimidad. El suyo fue un proceso arduo, autoexigente, siempre en procura de adentrarse, trasmutarse en el espíritu de la naturaleza, acorde con el aserto compartido por Leonardo y Hokusai. Estos mentores no fueron ejemplos de templanza, tampoco él. Pero ésa es la idiosincrasia de los que buscan la verdad, a sabiendas de que no es unívoca sino aquella que se gana, como la libertad, cada día, según Goethe, otro universal. Emilio Pettoruti mantuvo la unidad intrínseca sin perder el rumbo de las aguas revueltas del tiempo en que vivió. Sostuvo la coherencia en medio de combates y polémicas, de abucheos y aplausos sin repetirse, sin autorreferencias complacientes. Magullado tal vez por rechazos o adhesiones ignoró, como sugería Kipling, a los dos farsantes: el éxito y el fracaso. Y sostuvo su dignidad en la penuria. Ese hombre de prurito dandi, que ceñía ropa de esgrimista, arrostró tempranamente la pérdida de su ojo izquierdo. Una operación que pretendía reencauzar un estrabismo lo condenó a tratamientos dolorosos, operaciones sucesivas que no revirtieron el daño. Por orgullo y dignidad disimuló, asistido por su dilecta María Rosa González, su condición de cíclope funcional. Tal vez fue su modo de afinar la puntería sobre lo visivo y su interioridad. La lectura que ofrece Malba da para estas y otras disquisiciones. Es su valor raigal. Recordar que a 30 años de su muerte, en el Hospital Cochin de París, a los 79 años, Pettoruti, dueño del sol de Buenos Aires y de las penumbras de Vallombrosa, es un agua que discurre bajo los puentes. Siempre el río y otro río, como nos reveló otro poeta, Heráclito. No quedemos al margen. En Malba, cercano al Río de la Plata, hay un torrente muy nuestro y muy universal que nos interpela. Los amigos En materia de amistad, Pettoruti era matizado y radical. Discriminaba entre la condición del hombre y la calidad artística de la producción del amigo. Supo en la juventud compartir chacotas y bullicios, penurias y fatigas sin perder integridad ni compostura. Pero fue inflexible a la hora de sostener convicciones y así fue como se ganó fama de arrogante, antipático y spianta amici . Nada más injusto. Sacrificó su larga amistad con Xul Solar, cuya obra siguió admirando, cuando se hizo evidente la adhesión de Xul al nazifascismo. En Un pintor ante el espejo , Pettoruti dedica muchas páginas al período italiano que compartió con Xul. Compañeros de hambrunas, disfrazaban la magra pitanza llamando amarillo a la polenta y blanco al pan y la leche, que eran su dieta usual en Florencia. Silbar "Bicho feo" servía en los tiempos de malaria como contraseña para comunicarse. Compartieron la muestra de 1924 en Buenos Aires, que devino en pugilato sólo salvado por Marcelo T. de Alvear, presidente de la República, amante del arte, defensor a ultranza de los valores plásticos del platense.