La Dama Boba», La Autoridad Y Stefano Arata
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CRITICÓN, 87-88-89, 2003, pp. 359-378. La dama boba, la autoridad y Stefano Arata, autore Esther Gómez Sierra University of Manchester Una tarde manchega de verano, hace catorce años, Stefano Arata tomaba fotografías de un grupo de amigos. Primero observaba a través del objetivo. Luego se movía un poco hacia un lado y los miraba de frente mientras sostenía la cámara con una sola mano, como un fotógrafo antiguo. Ellos le correspondían con una mezcla estática de asombro y risa. Entonces disparaba. Entre carcajadas y exclamaciones escépticas, la escena se disolvía; seguían más instantáneas a velocidad creciente, más incredulidad, más burla amable. Al revelarlas, las imágenes resultaron llenas de vida y significado, con gente un poco extrañada y sobre todo divertida ante la estratagema. La dama boba, una de las comedias urbanas escritas por su admirado Lope de Vega, me ha hecho pensar en aquella tarde fotográfica. Este artículo explica los motivos. LA ANTILECC1ÓN DE LA DAMA BOBA La obra presenta al hidalgo Otavio y a sus dos bellas hijas en edad de casamiento, Nise y Finea. Mientras Nise dispone de una dote modesta y es erudita en exceso, Fínea es boba, pero también rica, gracias a una dote especial otorgada por su tío para compensar su falta de luces. En el círculo de poetas admiradores de Nise destaca Laurencio, con quien ésta mantiene una relación amorosa a hurtadillas; pero Laurencio, que es pobre, ha decidido cortejar a Finea, quien a su vez ha sido prometida al galán Liseo. Éste, al conocerla, querrá cancelar el compromiso, poniéndose de acuerdo con Laurencio para intercambiar sus intereses amorosos, lo cual acarreará los celos y resistencia de Nise. Pero al cabo de los meses Finea es otra: el amor que siente por Laurencio ha despertado su inteligencia. Liseo reclama entonces los términos originales 360 ESTHER GÓMEZ SIERRA Criticón, 87-88-89,2003 de la promesa; para disuadirle, Finea tendrá que fingirse boba. Al final, y tras varios equívocos, ésta se casará con Laurencio, y Liseo con Nise. En Finea, el llamativo personaje central, se combinan las funciones del gracioso y las de la dama. Tiene elementos en común con los estereotipos del figurón y de la enamorada sin que, según intentaré mostrar, se la pueda reducir a ninguno de ellos1. Al comienzo, Finea despliega un comportamiento extremo en contraste con su posterior despliegue de una inteligencia inspirada por un amor de signo neoplatónico. En el análisis que se ofrece seguidamente, mi propósito es doble: destacar la naturaleza transaccional, y no transicional, de la trayectoria del personaje, y realzar los elementos de continuidad en él presentes, con una lectura que no pretende ir against tbe grain, sino poner de relieve la complejidad de lo cómico en la obra2. La primera aparición escénica de Finea, durante la cual se despliegan sus características en diversos niveles, tiene lugar en lo que, por su desarrollo, llamaré desde ahora una "antilección"3. Mi objetivo es analizar la escena textualmente y en el contexto de la representación, es decir, no sólo de principio a fin, sino también en contacto con los momentos que la preceden y siguen, sin perder de vista lo que la tradición dramática posterior ha percibido en ella. Lo que propongo con este análisis es una consideración distinta no sólo de los personajes implicados, sino también de la ideología en torno a la obra y de los resultados artísticos obtenidos4. Tras diversas descripciones y referencias a cargo de otros personajes destinadas a despertar la curiosidad del público, Finea aparece en el tablado por vez primera en una 1 Ya que Lope escribió el papel de Nise para su amante, la actriz Jerónima de Burgos, parece lógico pensar que éste personaje tendría que haber sido el principal. Cristóbal Ortiz, el primer actor, se reservó asimismo el personaje de Liseo, no el de Laurencio. Quizá los actores vieran un rasgo positivo en la moderación de Liseo y Nise, quienes si por un lado son los relativos perdedores en la dinámica amorosa, por otro están exentos del talante mercenario del poeta pobre y del ridículo de la boba, respectivamente; es posible que la «réticence des premières figures de la scène à interpréter des rôles comiques, considérés comme inférieurs, et moins gratifiants» (Phocas-Sabbah, 1993, p. 88), que se da en los actores modernos, pudiera pesar en la decisión de Burgos. Es cierto que, si bien Liseo y Nise acaban como segundones, empiezan la obra como primer galán y primera dama (Oehrlein, 1993, p. 80, para las categorías generales), pero también lo es que el núcleo de la intriga radica en Finea, ya que no sólo da nombre a la pieza, sino que también define su carácter (en el verso fina!, Duardo anuncia: «da fin La comedia boba»). Hernández (1994, p. 194, n. 13) descarta a Finea del elenco de figurones confeccionado por Vitse y Lanot (1976). Para Arellano, la presentación inicial del personaje es «bastante figuronesca» (1995, p. 220); ver McPheeters, 1981, para una lista de personajes literarios afines a Nise. 2 Carrión apunta el concepto de «transacción de almas» en La dama boba e introduce la idea de que la transformación caracteriológica de Finea es «aparente» (1992, p. 246; p. 252). Ver Larson (1973) para una aproximación a la comicidad de la obra. 3 La antilección podría definirse como la dramatización de un proceso docente con el sólo objetivo de anularlo y burlarse de uno o varios caracteres en escena. Sus resultados son el triunfo del personaje principal en la situación dada, el fortalecimiento de la complicidad entre éste y el público y el planteamiento de una enseñanza alternativa fruto del sentido común. Marta la piadosa, escrita aproximadamente un año más tarde que La dama boba, contiene asimismo una jocosa antilección; ver Gómez Sierra, 1996. 4 Citaré por la edición de Diego Marín, quien se basa en el autógrafo conservado (con fecha del 28 de abril de 1613). La versión publicada en la Parte IX (1617) difiere del autógrafo por cuanto se basa en una copia, refleja ios cambios efectuados por el director y los actores y cuenta a su vez con las reelaboraciones de Lope; Profeti (1996) propone que se la tome como base para la edición, aun sin perder de vista el autógrafo. LA DAMA BOBA Y STEFANO ARATA 361 clase sobre el alfabeto con el maestro Rufino5. Mientras tanto, Nise, y su criada Celia observan lo que sucede sin ser vistas. Ante la cazurra habilidad de Finea para escapar a las preguntas que se le hacen («RUFINO. ¿Qué es esta? FINEA. Letra será», v. 313), la desesperación de Rufino es patente ya desde el principio, a pesar de una autocomplacencia —«RUFINO. ¡Paciencia y no letras muestro!», v. 312— inmediatamente desmentida por su fácil recurso al sarcasmo y, finalmente, al castigo físico. Llaman la atención las nada socráticas ironías del maestro: «FINEA. Pues, ¿es otra cosa? / R. No, sino el alba», vv. 314-315; o la sarcástica exclamación «¡Bien!», cuando Finea sigue usando el socorrido «letra» para contestar a sus inquisitivas —pero no orientadoras— preguntas. También está clara su falta de respeto hacia su alumna, a la que llama «bestia», primero en aparte y luego abiertamente (v. 315 y v. 333). Por pedantería innata, se aplica a enseñar a Finea con detalle lo que no le hace falta ni le puede servir de nada en esta su primera etapa de aprendizaje (mis cursivas): RUFINO Esta es ca. Los españoles no la solemos poner en nuestra lengua jamás. Úsanla mucho alemanes y flamencos, (vv. 319-323) La ignorancia de Finea provoca que Rufino pase del desprecio a la abierta hostilidad y al castigo físico; lo sorprendente —y lo festivo y divertido— es que Finea le devuelve los golpes con tal contundencia que Nise y Celia tienen que salir de su escondite e intervenir para salvarle el pellejo («RUFINO.¡Ay, que me mata!», v. 357). Hasta el momento de la paliza, la joven se ha comportado con una amabilidad obtusa y benigna que no se toma a mal ironías e insultos, sino que los interpreta en sentido literal: ya que así lo ha dicho el profesor, piensa deportivamente que una letra se llama «alba» y la otra «bestia». Con el tópico atrevimiento del ignorante («Vaya de lición; / que yo lo diré muy bien», vv. 327-328), es la propia Finea quien solicita el desarrollo de la antilección y por lo tanto desencadena una situación de creciente angustia cómica basada en la trampa que ella misma se ha tendido. Su capacidad de escurrirse en las respuestas, devolviéndole la pelota al que pregunta, da lugar al chiste fácil, suficiente para producir en el público el placer simple de ver al supuestamente listo superado por la boba («RUFINO. Ésta es erre, y ésta es i. I FINEA. Pues, ¿si tú lo traes errado...?», vv. 336-337). Por lo que toca a las funciones del lenguaje, Rufino se basa en la metalingüística, Finea en la comunicativa: «RUFINO. B, e, n: ben. I FINEA. ¿Adonde?» 5 De acuerdo con la división establecida por el propio Lope, según la teoría de Diego Marín en su edición de la obra, se trata de la escena quinta del acto primero (vv. 307-398). A mi juicio, y frente a lo que afirma Gómez Torres (1996, p. 318), las referencias previas a Finea no obedecen tanto a la necesidad de justificar el rasgo de la bobería en un personaje noble como al intento de crear un interés y un suspense que hagan más satisfactorio el golpe de efecto de la primera aparición de la boba. Lo que en realidad les importa a los demás personajes es la cuantía de la dote de Finea, mientras que su nobleza va planteada más bien en términos de hidalguía, o simplemente de respetabilidad: Otavio es «arfil / y pieza de estimación» (vv.115-116) en el tablero de ajedrez ciudadano y—con doble lectura—, «padre noble/ de dos hijas» (vv.