<<

Bilbao 7 Los pasos hasta decir ‘Adiós a una casa de muñecas’ on apenas veinte años, la La actriz repasa sus romances con intérpretes como y actriz Claire Bloom (Lon- C dres, 1931) hizo su pri- en un relato autobiográfico en que describe cómo consiguió la independencia y mera aparición importante en la gran pantalla. Fue de la mano de destapa el carácter controlador y manipulador de su último ex marido, el escritor Philip Roth Charles Chaplin, en Candilejas (1952), y aquel papel de una jo- irreprimible” hacia la sensación ven bailarina la confirmó en un de “estar atrapado en el matri- camino que había comenzado monio”, un “temor a perder su en la escena londinense y que a autonomía” y “un profundo re- lo largo de los años la llevaría a celo del poder sexual de las mu- compartir protagonismo con ac- jeres”. “Reparé en las señales de tores como Richard Burton, advertencia, pero pensé que, na- , Yul Brynner y turalmente, la situación sería di- Rod Steiger. Con todos ellos ferente conmigo”, confiesa Blo- mantuvo además romances de om, quien reconoce también mayor o menor intensidad que que el hecho de que “una mente reflejó en su libro de memorias como la de Philip Roth se fije en Adiós a una casa de muñecas. Pu- cada uno de tus gestos y palabras blicado en inglés poco después es intimidante y muy halagador de su divorcio del escritor Philip al mismo tiempo”. Roth, de quien realiza un retrato Bloom y Roth no tardaron en despiadado como hombre con- hacerse pareja y los primeros trolador y manipulador, la obra conflictos no tardaron en apare- ha sido ahora editada en caste- cer. A Roth no le gustaba la pre- llano por la editorial Circe. sencia de la hija de Bloom en el Desde los difíciles años de la domicilio que compartía la pa- Segunda Guerra Mundial hasta reja y la actriz terminó cedien- el agrio final de su relación con do. En una decisión de la que Roth, la autobiografía repasa los Rod Steiger, su esposa Claire y su hija Anna, 1965 Philip Roth con su esposa Claire Bloom en su casa ahora se arrepiente –aunque di- principales momentos –y ro- ce que pudo superar después las mances– de la vida de una actriz que la actriz recuerda el recelo consecuencias para la relación que brilló en el cine, en obras de con el que la trató siempre, años entre ambas–, Bloom pidió a su teatro como Un tranvía llamado después, la segunda esposa de hija que se marchara de casa deseo y en roles televisivos como Burton, la célebre Elizabeth cuando la joven tenía 18 años. el de Lady Marchmain en Retor- Taylor. Los primeros años de la rela- no a Brideshead. Al mismo tiempo, la carrera ción con Roth fueron, pese a to- Nacida en Londres, la primera de Bloom en la escena londi- do, felices para Bloom, aunque de los dos hijos de Elizabeth nense se iba consolidando y con atisbos de lo complicado del Grew y Edward Blume –original- pronto recibió una oferta de Sir carácter del escritor. La actriz mente Blumenthal–, la infancia Laurence Olivier para trabajar ofrece abundantes detalles de su de Bloom estuvo marcada por con él en Ricardo III. Nombre vida en común, así como de las las penurias de la guerra y el con mayúsculas de la escena in- enfermedades en las que lo abandono de su padre poco des- glesa, y uno de los mitos de ado- acompañó –una operación falli- pués del fin de la contienda. Des- lescencia de Bloom, Olivier se le da de rodilla, otra a corazón de muy joven le fascinaron el ci- reveló como un hombre con un abierto, una profunda depre- ne y el teatro y, siendo una niña, carácter muy distinto al de sus sión…– y del “insulto” que cons- hizo sus primeras incursiones en personajes de Heathcliff o Ma- tituían los términos del acuerdo el mundo de la interpretación xim de Winter. “Pragmático en prematrimonial que Roth le radiofónica. Después se formó grado sumo, con una sexuali- Junto a Burton durante el rodaje de Alejandro Magno, 1955 obligó a firmar cuando decidie- en la Escuela Central de Educa- ron casarse en 1990. ción del Lenguaje y Arte Dramá- Este segundo matrimonio no Dos años después del matri- tico y, con apenas 18 años, su pa- llegó a durar cinco años, pero le monio, sin embargo, Bloom em- pel protagonista en La dama no es “La presencia de Richard Burton permitió algunas de sus más bri- pezó a notar que “la confianza” para la hoguera supuso el doble en el escenario era hipnótica”, llantes interpretaciones sobre de Roth en su relación se tamba- hito de atraer la atención de las tablas, en obras como Un leaba. Fue el comienzo de un Charles Chaplin y de hacerla recuerda Bloom, que mantuvo con tranvía llamado deseo y la Casa de largo distanciamiento que ter- coincidir con Richard Burton, a muñecas de Ibsen a la que hace minó en divorcio y que estuvo quien, en retrospectiva, califica él un romance extramatrimonial un guiño en el título de su auto- marcado por una recaída del es- como “el más grande” de sus biografía. critor en la depresión y una lar- amores y “el único hombre” al ga batalla legal. “Cierta vez mi que se ha entregado “por com- “dad fría e imperso- teresante e inteli- El gran escritor americano amiga Vita Muir me dijo que to- pleto y fervientemente”. nal que no armoni- gente”, “buen mú- Liberada de la relación con do divorcio termina con una pe- Cuando se conocieron, Bur- zaba con su apostura sico y fotógrafo”. Elkins, Bloom se cruzó un día lea para ver quién se queda con ton acababa de casarse con su latina” y con pocos Pero la relación de por las calles de Nueva York con la mesita auxiliar. El mío no fue primera mujer, Sybil; pero a me- intereses “fuera de más trascendencia el escritor americano Philip distinto: me quedé sin ella”, re- dida que avanzaban los ensayos y la esfera de su genia- que Bloom entabló Roth. Él acudía a una cita con su sume Bloom. la obra, entre ambos actores lidad”, su magnetis- en Estados Unidos psicoanalista y ella a tomar un té Empezaba para ella “una nue- pronto surgió un intenso víncu- mo sobre el escena- llegó a finales de los con su maestro de yoga. Ambos va etapa en la vida” en la que, “a lo que se prolongaría durante rio era sin embargo cincuenta, cuando se conocían desde hacía unos fin de seguir adelante” se vio años. “Su presencia en el escena- innegable. Y cauti- conoció al también años, pero fue en aquel encuen- obligada a “hacer inventario, rio era hipnótica”, recuerda Blo- vada por esa aura, actor Rod Steiger al tro cuando nació una relación abordar el pasado para com- om, quien cuando rememora Bloom vivió con él coincidir en una de más de quince años. A ella, y a prender mejor lo que sucedió y sus primeras impresiones del jo- un breve romance, producción en Bro- su final, Bloom dedica casi la mi- cómo sucedió, asumirlo y, lo más ven Richard Burton alude a la aunque reconoce adway. Aunque la tad de su autobiografía, en la difícil de todo, aceptarlo por “belleza fascinante de sus ojos” y que “tan sólo” confundió al joven actriz llegó “convencida” que retrata sin piedad a Roth co- completo”. A fin de que su relato al “esplendor” de su voz. Aún hi- “gran actor” con “alguien que de que “de ningún modo” po- mo un hombre controlador, ma- sea útil a “otras mujeres” que se zo falta que coincidieran en otra resultó ser prosaico en un grado dría sentirse “atraída romántica- nipulador y en ocasiones cruel. encuentren en una situación si- producción para que ese vínculo sorprendente”. mente” por Steiger, el encuen- La actriz pronto reconoció la milar, Bloom recoge en su auto- se transformara en un romance, Después llegaría un papel en tro terminó en boda. Y la rela- rigidez en el carácter del escri- biografía unas vivencias tras las intermitente pero intenso. A la película Los hermanos Karama- ción, de la que nació su hija An- tor. También era consciente de que, como la protagonista de la partir de entonces, la relación zov y un breve romance en Holly- na, se prolongó durante una dé- que en Mi vida como hombre Roth Casa de muñecas, consiguió abra- con Burton, en paralelo a su ma- wood con Yul Brynner, al que cada. Hasta que Bloom conoció no sólo retrataba a su ex mujer zar la independencia. trimonio, marcó a Bloom. Y pa- Bloom elogia y describe como al productor teatral Howard El- Margaret Michaelson, sino que rece que también a Burton, por- un “hombre poco común”, “in- kins. revelaba “una rabia profunda e Beatriz Rucabado