Bibliografía De Jorge Luis Borges
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UNIVERSIDAD DEL SALVADOR FACULTAD DE HISTORIA Y LETRAS DOCTORADO EN LETRAS NOMBRE Y APELLIDO DE LA DOCTORANDA: Lic. Alicia María Zorrilla NÚMERO DE LIBRETA UNIVERSITARIA: 971 984 FECHA DE INICIACIÓN DE LA CARRERA DE DOCTORADO: 14 de octubre de 1996 FECHA DE REGISTRO EN LA UNIVERSIDAD: 26 de mayo de 1997 TÍTULO DE LA TESIS DOCTORAL: ESTRUCTURA Y SIGNIFICADO DE LAS ORACIONES SENTENCIA EN LA OBRA DE JORGE LUIS BORGES DIRECTORA DE LA TESIS: Dra. Norma Beatriz Carricaburo de Martínez Cuitiño FIRMA DE LA DOCTORANDA:....................................................................................... FECHA DE ENTREGA: 6 de septiembre de 2000 Buenos Aires, 12 de julio de 2000. Señor Decano de la Facultad de Historia y Letras, Esc. Juan C. Lucero Schmidt De mi mayor consideración. En mi carácter de Doctoranda en Letras de la Universidad del Salvador, me dirijo a usted con objeto de informarle que el 9 de septiembre de 1999, entregué, en la Facultad que usted tan dignamente preside, el PLAN DE TESIS sobre el tema ESTRUCTURA Y SIGNIFICADO DE LAS ORACIONES SENTENCIA EN LA OBRA DE JORGE LUIS BORGES. Como me han comunicado que aquél fue aprobado el 10 de abril de 2000, presento ahora el “Proyecto de Tesis” para que, de acuerdo con el Reglamento del Doctorado, sea evaluado por quien corresponda. Lo saludo muy atentamente Lic. Alicia María Zorrilla ALICIA MARÍA ZORRILLA LA VOZ SENTENCIOSA DE BORGES 2002 Dedico este trabajo al amor de mis padres, de mi hermana y de mi esposo. Mi agradecimiento a los doctores Alan D. Deyermond (Queen Mary and Westfield College. University of London) y Barry Taylor (British Library). Mi afectuoso agradecimiento a quienes leyeron y evaluaron este trabajo: doctor Pedro Luis Barcia, doctora Norma Carricaburo, doctor Néstor Cipriano, doctora Ofelia Kovacci, doctora Gloria Martínez, doctora Alicia Lidia Sisca, doctora María Celia Velasco Blanco. Me gustan las palabras, me gusta estudiarlas, pero espero que haya algo más allá de ellas. Jorge Luis Borges INTRODUCCIÓN No hay ejercicio intelectual que no sea finalmente inútil. Jorge Luis Borges En el capítulo «La poesía gauchesca», contenido en la obra Discusión, de Jorge Luis Borges, encontramos estas palabras que comienzan a iluminar el camino de nuestro trabajo: En mi corta experiencia de narrador, he comprobado que saber cómo habla un personaje es saber quién es, que descubrir una entonación, una voz, una sintaxis peculiar, es haber descubierto un destino.1 Y en el capítulo «La felicidad escrita», de su obra El idioma de los argentinos: Ya he declarado que la finalidad permanente de la literatura es la presentación de destinos; hoy quiero añadir que la presentación de una dicha, de un destino que se realiza en felicidad, es tal vez el goce más raro (en las dos significaciones de la palabra: en la de inusual y en la de valioso) que puede ministrarnos el arte.2 ¿Quién es Jorge Luis Borges? ¿Quién es este hombre que –según propia confesión–, extraviado en la metafísica3, ejerce el difícil oficio de cambiar en palabras su vida y la vida, ese juego infinito, en el que sólo le queda el goce de estar triste4; que escribe para distraerse de la presente condición de los hombres5, y al que pocas cosas le han ocurrido y muchas ha leído6? ¿Se siente, acaso, distinto de los demás, perdido en un mundo vasto y plagado de espontaneidad y sorpresa, pero a la vez plagado de monotonía y reiteraciones7, perdido en el inmenso y resplandeciente laberinto que es el universo, en esa estructura enmarañada de caminos unidos, que desgasta circunstanciadamente el tiempo? 1En Obras Completas 1923-1949, Tomo I, Barcelona, EMECÉ Editores, 1989, pág. 181. 2Buenos Aires, M. Gleizer Editor, 1928, pág. 45. 3«Nueva refutación del tiempo», en Otras Inquisiciones, Obras Completas 1952-1972, Tomo II, Barcelona, EMECÉ Editores, 1996, pág. 135. 4«1964 II», en El otro, el mismo, Obras Completas, Tomo II, ed. cit., pág. 298. Borges escribe: «Diálogo de muerte y de vida es nuestro cotidiano vivir, tan hecho de recuerdos...» («Al tal vez lector», en Jorge Luis BORGES, Textos recobrados. 1919-1929, Buenos Aires, EMECÉ, 1997, pág. 219). 5«La Biblioteca de Babel», en Ficciones, Obras Completas, Tomo I, ed. cit., pág. 470. 6Dice Borges: «...yo soy Alonso Quijano también, ya que la lectura me ha deparado tantas felicidades» (Jorge Luis BORGES y Osvaldo FERRARI, «La política y la cultura», en Reencuentro. Diálogos inéditos, Buenos Aires, Sudamericana, 1999, pág. 158). 7Waldermar VERDUGO-FUENTES, «Los primeros pasos (Última conversación)», En voz de Borges, México, Offset, 1986, pág. 24. No se detiene nunca la caída. Yo me desangro, no el cristal. El rito de decantar la arena es infinito y con la arena se nos va la vida.8 ¿Cuál es, en realidad, su cosmovisión9? Se considera un agnóstico10, pues declara inaccesible al entendimiento humano toda noción de lo Absoluto, y un escéptico en cuanto a valores últimos: Yo no entiendo a Unamuno, porque Unamuno escribió que Dios para él era proveedor de inmortalidad, que no podía creer en un Dios que no creyera en la inmortalidad. Yo no veo nada de eso. Puede que haya un Dios que desee que yo no siga viviendo o que piense que el universo no me necesita.Después de todo, no me necesitó hasta 1899 cuando nací. Fui dejado de lado hasta entonces.11 ...me atrevería a decir que hay un Dios, pero no creo en él [...]. Yo diría que creo en Dios a pesar de la Teología.12 Aunque, a veces, quiera demostrar que está lleno de la ausencia de Dios13 –frase con la que él se refiere a Virgilio– y sólo anhele morir eternamente, en cuerpo y alma, advertimos que la búsqueda del Ser Supremo habita, sobre todo, su poesía: ¿Qué sucedió cuando el inexorable sol de Dios, La Verdad, mostró su fuego?14 ...Dios quiere andar entre los hombres y nace de una madre, como nacen los linajes que en polvo se deshacen, y le será entregado el orbe entero, 8«El reloj de arena», en El Hacedor, Obras Completas, Tomo II, ed. cit., pág. 190. 9Dice Borges: «No sé si tengo una concepción de la vida. Yo no soy católico y no estoy seguro de ser cristiano» (en Esteban PEICOVICH, Borges, el palabrista, Madrid, Letra Viva, 1980, pág. 162). 10Dice Borges: «No podría definirme como ateo, porque declararme ateo corresponde a una certidumbre que no poseo. A fin de cuentas, el universo es tan extraño que todo es posible, hasta un Dios que es uno y que es tres» (Ibídem, págs. 32-33). Dice Santiago Kovadloff: «El agnóstico no afirma ni niega, se sostiene, oscilante, en el dilema de la incertidumbre, no quiere afirmar, porque entiende que la complejidad de lo real excede la docilidad de las afirmaciones; no quiere negar, porque su incertidumbre no ha desembocado en el escepticismo, opta por la tensión y en la tensión encuentra la identidad» («Los griegos en Borges», en El universo de Borges a ocho voces, Buenos Aires, Secretaría de Cultura de la Nación, 1999, págs. 70-71). 11Richard BURGIN, «La literatura como placer...», en Conversaciones con Jorge Luis Borges, Madrid, Taurus Ediciones, 1974, pág. 156. 12Ibídem, pág. 157. 13Roberto ALIFANO, «La Divina Comedia», en Últimas conversaciones con Borges, Buenos Aires, Torres Agüero Editor, pág. 130. 14«Baltasar Gracián», en El otro, el mismo, op. cit., pág. 260. aire, agua, pan, mañanas, piedra y lirio, pero después la sangre del martirio, el escarnio, los clavos y el madero.15 No le basta crear. Es cada una de las criaturas de Su extraño mundo...16 ...piadosamente Dios nos depara sucesión y olvido.17 No cree en Dios18 –según dice–, porque considera que la Teología19 y Dios son ramas de la literatura fantástica20. De ahí que leamos: Pido a mis dioses o a la suma del tiempo que mis días merezcan el olvido...21 Y en otro poema, «Adam cast forth», de El otro, el mismo: ¿Hubo un Jardín o fue el Jardín un sueño? Lento en la vaga luz, me he preguntado, casi como un consuelo, si el pasado de que este Adán, hoy mísero, era dueño, no fue sino una mágica impostura de aquel Dios que soñé. Ya es impreciso en la memoria el claro Paraíso, pero yo sé que existe y que perdura, aunque no para mí. La terca tierra es mi castigo y la incestuosa guerra de Caínes y Abeles y su cría. Y, sin embargo, es mucho haber amado, haber sido feliz, haber tocado el viviente Jardín, siquiera un día.22 Sin embargo, a los veintinueve años, escribe en El idioma de los argentinos («Un soneto de don Francisco de Quevedo»): ...en trance de Dios y de inmortalidad, soy de los que creen. Mi fe no es unamunesca e incómoda; mis noches saben 15«Juan, 1, 14», ibídem, pág. 271. 16«Él», ibídem, pág. 276. 17«Edipo y el enigma», ibídem, pág. 307. 18Dice Borges: «He escrito mucho sobre Dios, incluso he escrito una demostración casi humorística sobre su existencia. Pero al fin de cuentas, no sé si creo en Dios... Creo que algo, no nosotros, está detrás de las cosas» (en Esteban PEICOVICH, op. cit., pág. 43). 19Véase Federico NIETZSCHE, El Anticristo, en Obras inmortales. Traducción de Aníbal Froufe y de Carlos Vergara, Madrid, EDAF, 1969, pág. 254. 20Waldermar VERDUGO-FUENTES, «Sobre la idea de Dios», op. cit., págs. 40-41. 21«A un poeta sajón», en El otro, el mismo, op. cit., pág. 284. 22Ibídem, pág. 312. acomodarse en ella para dormir y hasta despachan realidad bien soñada en su vacación. Mi fe es un puede ser que asciende con frecuencia a una certidumbre y que no se abate nunca a incredulidad. [...]. Ya escribí alguna vez que la negación o dubitación de la inmortalidad es el máximo desacato a los muertos, la descortesía casi infinita.23 Ese «puede ser» lo encadena a la duda.