Música Grabada
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MÚSICA GRABADA LA FERIA DE LAS FRIVOLIDADES Jordi Bianciotto Crítico musical de El Periódico de Catalunya ENTREVISTA Antonio Guisasola Presidente de Promusicae (Productores de Música en España) Mark Kitcatt Presidente de la Unión Fonográfica Independiente (UFI) 1. PANORAMA GLOBAL DE LA INDUSTRIA DE LA MÚSICA 1.1 DISTRIBUCIÓN DEL VALOR EN LA INDUSTRIA MUSICAL 1.2 MERCADOS DIGITALES 2 LA MÚSICA EN ESPAÑA 2.1 MERCADO DE LA MÚSICA EN ESPAÑA 2.2 LAS DESCARGAS DE MÚSICA ANUARIO SGAE DE LAS ARTES ESCÉNICAS, LA FERIA DE LAS FRIVOLIDADES MUSICALES Y AUDIOVISUALES JORDI BIANCIOTTO. CRÍTICO MUSICAL DE EL PERIÓDICO 2010 DE CATALUNYA La feria de las frivolidades JORDI BIANCIOTTO. CRÍTICO MUSICAL DE EL PERIÓDICO DE CATALUNYA La música como objeto de negocio, profesional, de progreso, con incidencia social y ambi- ción de mover el mundo, vive en el torbellino, y es improbable que ese sea el mejor lugar para reflexionar. Parece que estamos en un largo, doloroso momento de transición hacia un nuevo orden del que aún lo ignoramos casi todo. En el camino estallan tormentas de ideas y se formulan máximas propagadas con velocidad en los medios de comunicación, que dejan poso y configuran un estado de opinión. Algunas contienen trampas clamoro- sas: detrás de pancartas adornadas con conceptos-golosina como “democratización” y “libertad”, celebran un alegre y decidido retroceso a las cavernas. Cuando hablamos de consumo musical, de discos y grabaciones, existe un pequeño catálogo de ideas frívolas con punch mediático que quisiera repasar. La más grosera es la del gratis total. Intuyo innecesario dedicar demasiado espacio a hun- dirla o ridiculizarla en las páginas de este anuario. El porqué del éxito, más en España que en ningún otro estado europeo occidental, de una tesis tan peregrina, la de pretender que los discos (y no los whiskies de malta, las faldas escocesas o los frigoríficos de colores) deban tener coste cero para el consumidor, es un enigma en cuya resolución deben intervenir sociólogos y psicólogos. Son quienes aún compramos discos los que financiamos a aquellos que se los bajan gratis de Internet, ya que alguien debe pagar todo esto. Y no habrá expre- sión musical alguna sin que exista, en paralelo, un modelo de negocio. Es un esquema de fácil comprensión, pero violentado a diario por cierta opinión pública alimentada de un dia- bólico mix que mezcla vestigios de cultura antisistema con un hipercapitalismo sin reglas, de regreso a la selva. Dejémoslo aquí. Otras ideas merecen ser comentadas. Luego tenemos la celebración del do it yourself, máxima punk que en 1977 dio cobertura a la creatividad con pocos medios, en una época en que parecía que solo los virtuosos fichados por multinacionales tenían derecho a hacer discos. Ahora se loa la grabación doméstica, que es una gran cosa porque permite que cada cual pueda montarse su obra en casa. El problema es que, al paso que vamos, solo habrá grabaciones domésticas. Las otras habrán sido exterminadas por imperativo presupuestario. Eso tiene consecuencias artísticas: discos que suenan cada vez más parecidos, de bajo perfil, resueltos con ProTools u otros ingenios tecnológicos, sin productores, ni ingenieros de sonido, ni arreglistas, ni instrumentos reales, que dan el pego, por supuesto, y que siempre servirán para que un músico exprese su talento si es que lo tiene, pero finalmente cortos de posibilidades, riqueza y matices. Quizá algún día añoraremos, si no lo hacemos ya, el sonido singulariza- do de las producciones de otros tiempos. Hoy no es posible un The Dark Side of the Moon (Pink Floyd); ni siquiera un Berlin (Lou Reed), con aquel ejército de colaboradores (tengo el álbum de vinilo en las manos: cuento catorce músicos a las órdenes del productor, Bob Ezrin). Y eso nos lleva a otro punto. 4 ANUARIO SGAE DE LAS ARTES ESCÉNICAS, LA FERIA DE LAS FRIVOLIDADES MUSICALES Y AUDIOVISUALES JORDI BIANCIOTTO. CRÍTICO MUSICAL DE EL PERIÓDICO 2010 DE CATALUNYA El descalabro del show business como motivo de deleite y algarabía. Pues, oigan, es bueno que haya de vez en cuando un disco del que se vendan dos o diez millones de copias, algo cada vez menos frecuente. Aunque sea un producto artísticamente discutible. Es una loco- motora que arrastra a todo un sector y financia (o debería hacerlo) otras aventuras. El pro- blema, cierto, es que hace años que esta última función perdió grosor en los plannings anuales de las majors, cada vez más obsesionadas por repetir fórmulas de éxito y dejarse de filantropías. Y ahora más que nunca, con la que está cayendo: cuanta más caída del negocio, menos riesgos y más objetivos de trazo grueso. Sí, amigos, la piratería ha contri- buido a bajar aún un poco más el listón artístico discográfico; a banalizar, quizá sin reme- dio, el superventas. El star system ha tenido siempre su lado circense, su folclore de limu- sinas y camerinos pintados de rosa, y sus estridencias financieras (aunque seguramente no superiores a las de otros sectores sociales vip: futbolistas de élite con fichas galácticas, triunfadores de la empresa privada). Pero a la sombra de aquellos gigantes operaba un vasto campo de cultivo del que crecían cositas: un King Crimson por aquí, un Camarón por allá… Otra opinión de gran audacia que se oye a veces, y a la que rindo honores dejándola para el final, es aquella que festeja o desdramatiza el hipotético fin de la grabación, porque, verán, el estado natural del músico es el escenario, y lo demás son caprichos de artista egocéntrico con afán por imprimir su huella sobre la Tierra. Y que si quiere discos, que se los pague. Bien, defender que la música grabada es el efecto de un anómalo paréntesis his- tórico y que es bueno recuperar el “contacto directo con el público” como hacían “los tro- vadores de otros tiempos” es negar de un resoplido la noción de progreso, los avances tec- nológicos, la Revolución Industrial y la más elemental idea de urbanidad. Sí, algunos pare- ce que disfruten imaginándonos a todos en la Edad Media. Aparte de otorgar al sector de la música en directo un poder que no tiene: las giras no compensan la caída de la música grabada, en particular en los artistas de pequeño formato, los más necesitados de protec- ción. Pero hay algo más. Apuntarse a esa demagogia contra la grabación supone menospreciar las propiedades mismas de la música cuando es cazada al vuelo y registrada para que pueda ser reproducida en cualquier momento y lugar, y modificar así las vidas de quienes la escuchan. La música tiene ese poder: alterar una escena de tu vida poniéndole un acen- to quizá emotivo, vivaz, melancólico, confidente, liberador, introspectivo o emprendedor en función de la pieza elegida. Una canción puede arropar una declaración de amor o arruinarla; puede colorear una reunión familiar o convertir una estancia ordinaria en una habitación con vistas a Copacabana o a un cabaret de Berlín. Y desde hace años, gracias a los reproductores portátiles, toda realidad puede quedar alterada a tu paso: esas calles por las que caminas cada día revelan perfiles inéditos si las miras a través de la música de Caetano Veloso o de Metallica. Y también esas canciones cobran otras formas cuando se escuchan en otros contextos. 5 ANUARIO SGAE DE LAS ARTES ESCÉNICAS, LA FERIA DE LAS FRIVOLIDADES MUSICALES Y AUDIOVISUALES JORDI BIANCIOTTO. CRÍTICO MUSICAL DE EL PERIÓDICO 2010 DE CATALUNYA Ignorar todo eso con tales exhibiciones de frivolidad indica que nuestra sociedad es dema- siado vulnerable a ciertas consignas de choque. Hay que destinar energía a la comunica- ción porque no podemos permitirnos esa alegre apología de la destrucción que se propa- ga en algunas tribunas. Seguimos en el torbellino, y por algún tiempo. Pero es necesario reordenar las ideas que se mueven en torno a la música, no sea que cuando amaine ya sea demasiado tarde. 6 ANUARIO SGAE DE LAS ARTES ESCÉNICAS, ENTREVISTA MUSICALES Y AUDIOVISUALES ANTONIO GUISASOLA, PRESIDENTE DE PROMUSICAE 2010 (PRODUCTORES DE MÚSICA EN ESPAÑA) ANTONIO GUISASOLA Presidente de PROMUSICAE (Productores de Música en España) Los datos son devastadores. De cada 100 canciones que se descargan en España, 96 llegan a su destinatario de forma ilegal. Antonio Guisasola, presidente de la asociación Promusicae, que representa a más del 95% del sector musical, alerta sobre el fin de la indus-tria de la música española si no se pone remedio en un plazo máximo de tres años. Frente a países como Francia o Reino Unido, España carece de un marco legal para que todos los operadores cumplan por igual. “Aquí hay dos tipos de problemas: la piratería concentrada en páginas que ganan dinero con ella, y que evidentemente se encuentran fuera de esta discu-sión y que claramente debemos acabar con ella, y luego el intercambio de archivos P2P”, aclara Guisasola. En la búsqueda desesperada de nuevos mercados, la patronal discográfi-ca se ha lanzado al área del directo y de la gestión. “¿Por qué los conciertos son rentables? Porque hemos conseguido que la gente no se cuele, si la gente se empezara a colar masi-vamente sin pagar, tendríamos un problema parecido, pero finalmente también lo que mueve el directo es el lanza- miento de un nuevo disco, nadie va a ver tres veces seguidos a un artis-ta que no ha sacado canciones nuevas”. 4 España soporta casi un 96% de índice de piratería musical en la Red, lo que supone pér- didas de 1.300 millones de euros pese a las tiendas y portales de los operadores lega- les. Tal y como están las cosas, ¿considera que hay oportunidad para desarrollar un negocio sostenible de la música en Internet? ¿Las descargas legales qué representan con respecto a las ventas? Tal como están las cosas, no hay salida.