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Gandhi espiritual

No hay caminos para la paz, la paz es el camino

Selección, traducción y versión de Josep M. Duch i Plana Con la colaboración de Artur Martí i Gili Gandhi 15/5/06 11:36 Página 4

Título original: Gandhi Upadesha. L’ensenyament espiritual de Gandhi © 2005 Josep Maria Duch © 2006 de la edición española: mtm editor.es Barcelona (España) E-mail: [email protected] Web: www.mtm-editor.es

Traducción: Loto Perrella

PRIMERA EDICIÓN: Mayo 2006

Cubierta y maquetación: mtm editores

ISBN: 84-95590-91-3 Depósito legal: B-FALTA-06 Impreso en España por Gramagraf s.c.c.l.

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede reproducirse o tramitarse bajo ninguna forma o por ningún medio electrónico ni mecánico, fotoquímico, electroscópico, magnético, incluyendo el fotocopiado y la grabación, ni por ningún sistema de almacenamiento y recuperación de información, sin permiso expreso por escrito del editor. Gandhi 15/5/06 11:36 Página 5

A mis padres Josep Duch y Maria Plana. A la cultura y a las gentes de la India. Gandhi 15/5/06 11:36 Página 6 Gandhi 15/5/06 11:36 Página 7

ÍNDICE

EL IDEAL DE LA NO-VIOLENCIA 9

PRÓLOGO 13

Capítulo I GANDHI ERA UN YOGUI. BIOGRAFÍA ESPIRITUAL DE M.K. GANDHI 17

Capítulo II BREVE SELECCIÓN DE TEMAS CLAVE 41

Capítulo III CARTAS A LOS DISCÍPULOS Y AL DIRECTOR GENERAL DE LA UNESCO 59

Capítulo IV UN DÍA EN LA VIDA DE GANDHI. SALUD INTEGRAL POR MEDIOS NATURALES, EL SERVICIO Y LA MEDITACIÓN 89

Capítulo V LOS MANTRAS, LOS HIMNOS Y LAS ORACIONES DEL ASHRAM DE GANDHI 97

Capítulo VII EL ALIMENTO DIARIO DE GANDHI: EL BHAGAVAD GÎTÂ (II:54-72) Y EL ISHA UPANISHAD 115 Gandhi 15/5/06 11:36 Página 8

Capítulo VIII LA MEDITACIÓN Y LA VIDA INTERIOR 123

Capítulo VIII GANDHI VISTO POR… 129

Capítulo IX DIARIO ESPIRITUAL: UN AÑO CON GANDHI 149

EPÍLOGO EL LEGADO DE GANDHI A EUROPA: LANZA DEL VASTO Y EL ARCA 165

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA 171

GLOSARIO 179 S

9 T EL IDEAL DE LA NO-VIOLENCIA EL IDEAL DE LA Los servidores quisieron adelantarse al castigo que le daría el monarca, y La piedra que golpeó el árbol e hizo caer la fruta era un objeto inerte, y de La piedra que golpeó el árbol e hizo El karma, creador de extrañas situaciones, conspiró para que ese día coinci- El karma, creador de extrañas situaciones, Pero el gozo que sintió por haber conseguido algo que le calmara el hambre el Pero para demostrar su lealtad impusieron la pena capital a quien había ofendido la para demostrar su lealtad impusieron la pena capital a quien había ofendido un persona del rey de tal manera. El ministro de justicia formó rápidamente al rey. tribunal y allí mismo condenó a muerte al pobre hombre por agresión ninguna de las maneras hubiera podido evitar al monarca, sino que le cayó en ninguna de las maneras hubiera podido salió disparado y quedó todo deshe- la cabeza, y el turbante que se la cubría en su juego con las consortes, no se preocupó de concentrado cho. El rey, de su turbante, pero sus cortesanos sí lo aclarar las causas de la mala suerte Buscaron al insolente y hicieron: era un insulto al rey y no se podía tolerar. jugosos encontraron al pobre hombre que todavía se estaba comiendo los mangos. dieran en el mismo bosque el más pobre de los hombres y el soberano del país. dieran en el mismo bosque el más pobre la muerte, buscaba algo, lo que fuera, para El hombre pobre, en los límites de de una comida real, buscaba la som- satisfacer su hambre. El monarca, después el rato jugando al ajedrez con sus esposas y bra fresca de los árboles para pasar de la proximidad del otro. ministros. Ninguno de ellos era consciente hizo que no pensara en la dirección seguida por la piedra después de tocar los hizo que no pensara en la dirección de alegría vez ha alcanzado el objetivo la piedra cae. El momento mangos. Una ímpetu de la piedra la elevó hacia el cielo del hambriento era grande, pero el antes de caer al suelo. Un hombre afligido por la pobreza caminaba por un bosque. Tenía mucha bosque. Tenía por la pobreza caminaba por un hombre afligido Un tiempo de mangos y en el tres días sin comer nada. Era hambre, porque llevaba deliciosa era demasiado estaban cargados de fruta. La fruta bosque los árboles agarró una piedra y la así que el hombre hambriento tentadora para ignorarla, par de mangos. La cara del hombre se ilu- lanzó a un árbol. Cayeron al suelo un y su boca empezó a segregar saliva. minó de alegría cuando los recogió, Gandhi 15/5/06 11:36 Página 9 Página 11:36 15/5/06 Gandhi Gandhi 15/5/06 11:36 Página 10

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Este, mientras tanto, había terminado el juego e inmediatamente el ministro de justicia le comunicó que el insolente había sido severamente castigado por el ultraje. —Traédmelo —ordenó su majestad, y el pobre desgraciado fue llevado ante el monarca, que le interrogó: —¿Por qué lanzaste la piedra? —Para conseguir un mango. —¿Dónde la lanzaste? —Al árbol, señor. —¿Y conseguiste el mango? —Sí, majestad. —¿Te lo has comido? —Sí, majestad. El rey se volvió hacia el ministro de justicia: —El pobre hombre tenía hambre —dijo—, lanzó una piedra al árbol para con- seguir un mango y se lo ha comido. Otra vez le habló al hombre: —Ahora contesta a esta pregunta: ¿Cuánto tiempo aguantarás antes de volver a tener hambre? —Unas veinticuatro horas, majestad. —Es suficiente. Ahora dictaremos sentencia. Todos esperaban. ¿Puede haber algo peor que la sentencia de un juez? El rey habló: —Ordenamos que a partir de ahora, y hasta que se cumpla la vida de este hombre sobre la tierra, recibirá de nuestra tesorería la cantidad de dinero nece- saria para poder mantenerse. Así se comunica para su ejecución inmediata al ministro de finanzas. Todos quedaron sorprendidos. ¿Qué tipo de castigo era ese? La reina pensó que ella era la responsable de esa decisión. La buena disposición del rey se debía a su influencia, se sentía generoso y por eso había recompensado al pobre hom- bre. Entonces rio con fuerza. —Querida —le dijo el rey—, dime, ¿el árbol es un ser sensible o insensible? —Insensible, naturalmente, señor. —¿Y yo? —¡Qué preguntas haces, querido! El hombre, que es la corona de la creación, es un ser sensible y tú eres una joya entre los hombres. En verdad, eres divino. ¿Quién te sobrepasa en sentido común y en sabiduría? S

T 10 SWAMI SIVANANDA

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11 T El ideal de la no violencia El ideal —Señor, tú eres realmente un dios en esta tierra. ¿Quién más, aparte de Dios, tú eres realmente un dios en esta tierra. —Señor, Los ministros, los servidoresLos ministros, los a los pies del monarca, y la reina se postraron —¡Escucha! Este pobre hombre tocó el árbol con una piedra y este le dio una hombre tocó el árbol con una —¡Escucha! Este pobre —Mi señor, tú eres mucho más digno que todos los hombres en hechos y en digno que todos los hombres en tú eres mucho más —Mi señor, —Entonces, querida, ¿no es acaso justo que yo, un ser sensible, demuestre que un ser sensible, acaso justo que yo, querida, ¿no es —Entonces, hubiera mostrado tanta compasión en una situación así? Señor, en virtud estás a en una situación así? Señor, hubiera mostrado tanta compasión los grandes santos y sabios de todos los la altura de Buda, de Jesús y de todos y el éxito de vuestra majestad reine por tiempos. ¡Viva! ¡Viva! Que la sabiduría solamente los gobernantes como tú pue- muchos años sobre la tierra, porque el amor cósmico y el dominio de den inspirar a la gente a cultivar la compasión, ejemplo, los hombres se amarán y se ayu- sí mismos. Inspirados por tu glorioso manera permanecerán puros de corazón y darán los unos a los otros. De esta para que podamos ser tus señor, se transformarán en seres divinos. Bendícenos, dignos servidores. besaron el polvo de sus pies y lo glorificaron: besaron el polvo de fruta deliciosa para comer, que le sació el hambre por todo un día. Luego la pie- le sació el hambre por todo un día. que comer, fruta deliciosa para ¿No he de demostrar mí: estaba decidido que me tocara. dra cayó encima de orden que se cubran esta razón he dado que este árbol? Por que soy más digno hasta el final de sus días. todas sus necesidades sabiduría. Pero ¿por qué me dices todas estas cosas? ¿por sabiduría. Pero soy más digno que un árbol insensible, de esta condición que me ha sido conce- condición que insensible, de esta que un árbol soy más digno Dios? dida por Gandhi 15/5/06 11:36 Página 11 Página 11:36 15/5/06 Gandhi Gandhi 15/5/06 11:36 Página 12 Gandhi 15/5/06 11:36 Página 13

PRÓLOGO

RECORDAR LA PAZ, Shantismriti Buscaré la paz y la quietud, evitaré el griterío, el ruido y la discusión. Intentaré establecer la armonía entre los que pelean. Intentaré hablar sin rudeza ni agresividad, pronunciando siempre palabras amables y verdaderas. Intentaré ser conciliador y no ser fuente de conflictos para los demás. Ojalá aquellos que viven agobiados encuentren la paz que anhelan. Ojalá pueda yo librarme de los vicios que me agitan. Ojalá la paz consiga liberar mi corazón. TRADICIÓN BUDISTA

Para mí, monje tibetano, el ha sido siempre una gran inspiración desde mi infancia, y su explicación de la no-violencia ha sido también muy valiosa. Era un hombre de pensamiento profundo y de vida sencilla, como dicen los ingle- ses. Yo nací en el Tíbet, pero como consecuencia de la invasión china estuve refu- giado en Nepal, y luego viví exiliado en la India. Tendría yo siete u ocho años y todavía recuerdo que por todas partes, en las calles de la India, había fotos del Mahatma Gandhi, y me sorprendió su sencillez. Sin embargo entonces yo todavía no conocía en profundidad su mensaje. Gracias a mi karma positivo, ganado en vidas pasadas, un niño de la calle me condujo al lado del Dalai Lama, del cual recibí formación y afecto. En sus charlas el Dalai Lama siempre ponía ejemplos de la vida del Mahatma Gandhi sobre el pensamiento correcto y positivo, no ser egoístas, el trabajo de grupo… La tarea de Gandhi, así como la del Dalai Lama, es inspiradora mundialmente. Recuerdo que en la escuela, en la India, también aprendíamos aspectos de la vida y de las enseñanzas del Mahatma Gandhi. Gandhi es el padre de la nación y su figura se compara con la de Buda y la de Jesucristo. El Dalai Lama ha dicho que es seguidor de Buda y de Mahatma Gandhi. El Dalai Lama no pudo conocerlo personalmente, S

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y siempre dice que en esta vida se ha perdido una cosa importante, y es que no ha podido saludar y estar al lado de Gandhi cuando este aún vivía. Gandhi era hijo de un comerciante hindú, estudió en Inglaterra y trabajó en Sudáfrica. Supo conectar con la pobreza, los problemas, el esfuerzo y el desa- rraigo, y estas experiencias le fortalecieron y le ayudaron en su lucha por la no- violencia, con la filosofía de la , para liberar la India del dominio inglés. Su mensaje tiene mucho predicamento entre los tibetanos. En la lucha de este pueblo contra la China, nuestra única arma es ahimsa, la no-violencia. Con Buda, el Mahatma Gandhi y el Dalai Lama, los tibetanos somos optimistas. El Tíbet per- dió su independencia en 1959, sin embargo, en comparación con lo que tardó la India en recuperar su libertad, estos cuarenta años no son mucho tiempo. Mientras la verdad y las enseñanzas del Mahatma Gandhi y del Dalai Lama sigan vivas, en la teoría y en la práctica, habrá esperanza. Porque en la idea budista no hay lugar para las armas, ni para las matanzas, ni para la sangre. Dice el Dalai Lama: “Una conducta no violenta será una conducta física o verbal motivada por el deseo de ser útil, de ayudar a los demás. La motivación de una acción es lo que determina la no-violencia o la violencia de un acto.” El Mahatma Gandhi es un ejemplo para todos aquellos que buscan y que quie- ren vivir en paz. Para proteger a su país perdió la vida. Quería armonizar todas las creencias religiosas con oraciones interreligiosas, y un fanático lo mató. Los malos atacan a los buenos, no se atacan entre ellos, y los grandes pensamientos y los ideales de bondad corren peligro. En este mundo hay que pensar bien y en positivo, y la tarea es difícil, mientras que la negatividad, con menos esfuerzo hace mucho mal. Yo mismo no soy hinduista, sólo soy un monje budista normal y corriente, pero el pensamiento del Mahatma Gandhi me ha inspirado, y él tiene para mí un gran valor. De hecho, tengo su foto en mi habitación. Hoy día se habla mucho del diálogo interreligioso, pero Gandhi lo llevó a la práctica. Este diálogo no intenta hacer cambiar de religión a nadie, sino que su función es enriquecedora, para aprender de otras religiones, para saber qué dice cada religión, cada escuela y cada tradición. Para aprender y aplicar todo lo que es positivo. Tengo en la mente una imagen asociada a Gandhi, es la de sus tres monos. De pequeño me gustaba y me inspiraba. Me gustaría ponerla en la Casa del Tíbet, bien grande, en el vestíbulo. Los tres monos contienen una enseñanza valiosa. Nuestra mente no descansa nunca, es como un mono que siempre se mueve arriba y abajo. El primer mono se tapa la boca, el segundo las orejas y el tercero los ojos. El primero nos enseña a hablar y criticar menos. El segundo S

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Prólogo

nos enseña a no escuchar tantas noticias negativas: fracasos, desastres, muertos, sangre, accidentes… Las cosas positivas y espirituales no son noticia en este mundo ni sirven para vender periódicos. Hemos de escuchar las cosas positivas y no las negativas. El tercer mono nos pide que nos tapemos los ojos, quiere que miremos ejemplos buenos y hacia nuestro interior, de lo contrario los ojos se nos van y nos llevan al consumismo que nos descontrola la mente con la envidia y los celos. Si no tienes y te obsesionas por tener, mal te va a ir. Recuerda, los tres monos nos enseñan las cualidades espirituales: no critiques, no veas las cosas negativas, no las escuches. Ahora puedes entender por qué de niño, a falta de juguetes, la imagen de los tres monos me atraía mucho. Gandhi me ha inspirado mucho, con su vestimenta sencilla y su mensaje pro- fundo. Si todas las naciones y todos los políticos pudieran pensar y actuar como el Mahatma Gandhi, y se basaran en sus teorías y en la práctica de la no-violen- cia, el mundo sería mucho mejor. Si sólo decimos: paz mundial, paz mundial… pero seguimos compitiendo y somos orgullosos, no alcanzaremos la paz mun- dial, será muy difícil. Si por medio de este libro sobre las enseñanzas de Gandhi se puede llegar a la gente religiosa, a los políticos, a la gente que no cree pero que busca la dignidad humana y la esencia de la vida, su mensaje de pensar bien, actuar bien, hablar bien y vivir bien mejorará el mundo. Su mensaje es para todos, no sólo para los hindúes. Om shantih.

VENERABLE THUBTEN WANGCHEN

Casa del Tíbet de Barcelona c/ Rossellón 181, bajos 08036 Barcelona Tel. 93 207 59 66 http://www.casadeltibetbcn.org S

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Capítulo I

GANDHI ERA UN YOGUI BIOGRAFÍA ESPIRITUAL DE M.K. GANDHI

Allá donde la mente no conoce el miedo y se lleva la cabeza erguida; donde el conocimiento es libre; donde el mundo no está fragmentado por estrechas paredes caseras; donde las palabras brotan del fondo de la verdad; donde el esfuerzo incansable alarga sus brazos hacia la perfección; donde la corriente clara de la razón no se ha perdido en el seco desierto del hábito apagado; donde Vos conducís la mente hacia delante, hacia la vastedad constante del pensamiento y de la acción. Oh Padre, haced que mi país despierte en ese Cielo de libertad. RABINDRANATH TAGORE, Gitañjali 35

Y que nadie se crea que el mundo lo ha estado esperando como a un Mesías. GOETHE

Mohandas Karamchand Gandhi (1869-1948) era más conocido entre sus seguidores como Mohandas Gandhi: “el fragante (gandha) servidor (das) del cau- tivador divino (Mohan)”, y por el resto del mundo como Mahatma Gandhi. Este título aristotélico de Mahatma (gran alma), le fue concedido por el poeta Rabindranath Tagore en 1920, inspirado en un himno de los antiguos Vedas. Sobre este título no solicitado Gandhi escribió, lleno de humildad: “A menudo el sobrenombre de Mahatma me ha entristecido profundamente, y no recuerdo ningún momento en que pueda decir que me ha alegrado”. De su primer ape- llido, Karamchand, dice Lanza del Vasto que es la versión gujarati de la palabra sánscrita karmachandra, “la acción de la luna”, es decir nutrir con néctar la tierra e iluminarla por la noche. Para sus discípulos era Bhapuji, diminutivo respectuoso de “amado padre”. S

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Gandhi nació en la ciudad portuaria de Sudamapuri, la ciudad blanca, más conocida como Porbandar, el 2 de octubre de 1869. Su familia pertenecía a la co- munidad modha bania, una casta de comerciantes frugales y ahorradores del estado de Gujarat. Esta subcasta estaba formada por hindúes que adoraban a Krishna, y por jainistas “vestidos de blanco” seguidores de la no-violencia, que creían que la mujer tenía la capacidad de alcanzar la liberación. Su madre, Putlibai, muy piadosa, pertenecía al grupo de los pranamis, que unían las ense- ñanzas de Krishna con la visión sufí del Corán, y daban mucha importancia al vegetarianismo, a la abstención del tabaco y el alcohol, y a los ayunos purifica- dores. Los modha habían hecho una síntesis espiritual basada en este vaisnavis- mo, universalista y abierto, con el jainismo de la zona, basado en la ausencia de agresividad y en la austeridad. Este grupo religioso practicaba el servicio a todas las criaturas, inspirado por el amor al Señor. Tanto el abuelo, como su apasiona- do padre, desempeñaron importantes cargos en la administración, siendo pri- meros ministros de la corte del pequeño principado de Porbandar. A Gandhi, aplicado y tímido, lo casaron a los trece años, según la costumbre de la época, con Kasturbai, una niña analfabeta de la misma edad, rica e inde- pendiente, aprovechando la boda de un hermano mayor. Gandhi siempre repro- bó estos matrimonios prematuros que lanzan a los niños al remolino de la sensualidad sin que haya la madurez que les haga de timón.

La buena semilla plantada durante la infancia Gandhi había nacido en una familia que armonizaba las fes vaisnava y jainista, con las que se familiarizó desde la infancia. Su primer gurú fue la vieja criada Rambha, que cuando era pequeño le enseñó el tarakamantra, el mantra salvador de Shri (Ram, Ram, Ram), que aleja todos los miedos y transmite alegría. Este mantra lo recitó a lo largo de toda su vida hasta el momento de su muerte, cuan- do bendijo a su asesino con las manos, con una sonrisa y con la repetición de su mantra tres veces: He Ram (Oh Dios). Su segundo gurú fue el contemplativo jai- nista Raychandbai, a su regreso de Inglaterra. En aquella época se vivían con intensidad los altos ideales del movimiento del renacimiento hindú, de fuerte raíz bengalí. Basados en un universalismo de prin- cipios, en el respeto y en la recuperación del individualismo hindú, bajo el lideraz- go de grandes personalidades políticas y espirituales, como Raja Ram Mohan Ray, Dvarakanath Tagore, Devendranath Tagore y Keshab Chandra Sen, fundadores del Brahmosamaj en 1828; Swami Dayananda Sarasvati, que fundó el Aryasa- maj; Shri Ramakrishna Paramahamsa y Swami Vivekananda de la Ramakrisna S

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Gandhi era un yogui. Biografía espiritual de M. K. GANDHI

Mission, con finalidades sociales y espirituales, y personajes como el gran yogui Shri Aurobindo Ghosh y el poeta Rabindranath Tagore, entre otros. Cuando se presentó la posibilidad de ir a Inglaterra a estudiar derecho, una parte de la familia se opuso, porque jamás ningún modha bania había cruzado el océano —las impuras aguas negras—, y cuando finalmente Gandhi decidió ir, tuvo que prometer ante su madre y el monje jainista Becharji Swami, perteneciente a la comu- nidad, que no comería carne ni bebería alcohol y que permanecería casto. Los ortodoxos, molestos por su decisión, expulsan a Gandhi de su casta, y así, libe- rado del peso gravoso de la casta y protegido por su compromiso, atravesó el océano en 1887. Como Buda, dejó esposa y un hijo. Era el pequeño inicio de una expansión de alcance mundial.

Los años de estudio y de fortalecimiento en la Inglaterra victoriana Gañid estudió Derecho en la facultad londinense del Inner Temple, y después de perder el tiempo intentando convertirse en un gentleman, descubrió el cristia- nismo anglicano y algunos cristianos con conciencia social, las logias ilustradas de la teosofía, los restaurantes vegetarianos, que le salvaron la vida, y las activas sociedades vegetarianas, de las que se hizo miembro. No se hizo cristiano, pero adoptó principios cristianos y valoró muy positivamente la espiritualidad de los cuáqueros. En Londres visitó la Blavatsky Lodge, donde entró en contacto con la misteriosa Madame Helena Petrovna Blavatsky, fundadora de la Sociedad Teosófica que había escrito La Doctrina Secreta, y con Annie Besant, posterior presidenta de la sociedad, y con los teósofos Sir Edwin Arnold, influyente escri- tor orientalista, y Henry Salt, un combativo vegetariano anarquista, con el que colaboró en el semanario The Vegetarian. El papel de la teosofía inglesa fue muy importante para su desarrollo personal. Le abrió las puertas del vegetarianismo científico y le hizo redescubrir la majes- tuosidad de la India y de sus joyas espirituales, como las enseñanzas de Buda y del Bhagavad Gîtâ, que lo confortaron en su camino. Moralmente hubo una gran sintonía. Es suficiente leer La Escalera de Oro, de H.P. Blavatsky, para descubrir muchos de los principios gandhianos: “Una vida limpia, una mente abierta, un corazón puro, una inteligencia des- pierta, una percepción espiritual sin velos, un amor fraterno hacia el condiscípu- lo, una disposición rápida para recibir y dar consejo e instrucción, un sentimiento leal del deber hacia el maestro, una obediencia voluntaria a los mandatos de la verdad, un soportar valiente las injusticias hacia uno mismo, una declaración de S

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principios intrépida, una defensa valerosa de los que son atacados injustamente y la vista siempre fija en el ideal del progreso y la perfección humana que la cien- cia secreta nos enseña… Esta es la Escalera de Oro, y sus escalones llevan al estu- diante hacia el Templo de la Sabiduría Divina.” La teosofía quería el resurgimiento de la India, pero como una autonomía dentro del imperio británico, y propugnaba un budismo esotérico ad hoc como religión mundial. Entre los objetivos de la sociedad también estaba el estudio de las religiones y de los fenómenos psíquicos, el desarrollo de la fraternidad huma- na, la recuperación del papel que en el pasado había tenido la Gran Diosa, y la lucha por los derechos de la mujer. Gandhi fue un simpatizante de la Sociedad Teosófica, pero jamás se hizo miembro como lo hizo el Pandit Nehru. Cuando finalizó sus estudios en Londres se despidió de los teósofos y regresó a la India, pero el lema de la Sociedad teosófica: Satya nasti parodharma (no hay religión más elevada que la verdad) lo acompañará siempre. Las relaciones posteriores entre Annie Besant y Gandhi en la superficie fueron ambivalentes, como también lo fueron las relaciones entre Annie Besant y Krishnamurti y Rudolf Steiner. En el bufete de Gandhi en Sudáfrica trabajaron varios teósofos, con la foto de Annie Besant presidiendo la sala, y también cola- boraron en las campañas contra la discriminación racial. En 1901 Gandhi visitó a Annie Besant en Benares, pero en 1916 criticó a los ingleses, a los maharajas cha- queteros, y a Annie Besant en un mitin donde se encontraban todos reunidos. En 1921 tuvo lugar la separación pública de Gandhi y Annie Besant, que entonces era presidenta tanto de la Sociedad Teosófica como del Partido del Congreso Nacional Hindú, fundado en 1885 por el inglés A.O. Hume, al cual pertenecía Gandhi. La causa de ello fue el proyecto independentista y la estrategia no-violenta, aunque siguieron colaborando y siempre conservaron la admiración mutua por la lucha a favor de la India y de la dignidad de la mujer.

El duro principio de realidad vivido con la integridad del karma yoga Gandhi regresa a casa. Sus padres han muerto y con ellos se acaban la influencia y los contactos que la elevada posición social paterna ofrecía. Lo espera su espo- sa Kasturbai con un hijo, y Gandhi ha de sacar provecho de su título. Estudia la legislación hindú y empieza a trabajar en un bufete de . Desgraciada- mente no puede hablar en público, su timidez de adolescente le bloquea la voz y pierde los clientes. Le sale un caso en Sudáfrica y vuelve a cruzar el océano. Estamos en el año 1893. S

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Allá Gandhi se encuentra con una situación arquetípica que podríamos llamar “el complejo de Antígona”, es decir, el enfrentamiento con un poder tiránico para conseguir vivir con dignidad, la dignidad que no tenían los ciudadanos hindúes emigrados a Sudáfrica. Muy pronto, en el tren que lo lleva a Pretoria, se dará cuenta con el cuerpo y con la mente de que Europa no es cristiana, ni tampoco lo son sus leyes. Estas justifican los intereses del Raj británico y de los blancos que se benefician de ellas. De abogado pasa a ser activista, y el boyscout inventa el boicot no-violento. Nace el movimiento , la fuerza de la verdad. En diversas ocasiones se enfrentará, con la no-violencia basada en la verdad, al general sudafricano Smuts. Este incumplirá repetidamente los compromisos, pero Gandhi siempre volverá a emprender la actividad negociadora. El general tenía la arrogancia del león, el Mahatma la no-violencia del cordero. El general, como Heráclito, creía que la guerra es el padre de todas las cosas. Gandhi, por el contrario, conoce la prisión, organiza la Cruz Roja India para ayudar a los soldados del general en dos gue- rras, y funda un hospital. En 1901 publica un diario, el , y sigue con su campaña contra las injustas leyes racistas del gobierno. Su tarea tiene éxito y en 1915 regresa victorioso a la India, después de veinte años de lucha y de as- cetismo. Unos años más tarde el general Smuts será conocido por su política segregacionista y por la aportación del concepto “holístico” al campo de la filo- sofía y de la psicología, pero se olvidará de aplicarlo a otros campos… En 1916 en un acto público en la Universidad de Benares, Gandhi le pide al virrey que abandone la India, y ataca a los ingleses, a los políticos locales corrup- tos y a los líderes teósofos: empieza a gestarse el héroe. Entre el público se encuentra el joven . En 1917 se integran en su movimiento los sikhs akalis, que se ofrecen desarmados y en oleadas rítmicas a ser apaleados despia- dadamente por los soldados, siguiendo los ideales del compromiso con la verdad (satyagraha). Muertos los dos líderes tradicionales del Partido del Congreso Nacional Hindú, G.K. Gokhale, el patriarca moderado que le enseñó el lenguaje suave y las lenguas nativas, y Lokamanya B.G. Tilak, el extremista que consideraba legí- timo el uso del terror, Gandhi se hace responsable de la situación en 1918. Ambos lo apreciaban mucho por sus sentimientos humanitarios, pero Gandhi seguía comprobando que los actos armados contra los británicos acababan con la vida de muchos hindúes y musulmanes. Introduce grandes dosis de sentido común y ayuda a los campesinos de Champaran y a los proletarios de las ciudades, actuando de mediador. En 1919 tiene lugar la masacre de Amritsar, S

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donde los manifestantes indefensos son ametrallados hasta la muerte, y el movimiento satiagraha se extiende como una mancha de aceite, toda la India se une en un día de oración, ayuno y huelga general llamado hartal. En 1930, con la marcha que dirige contra el monopolio de la sal, despertará la autoestima de un pueblo y lo condenarán a seis años de cárcel, pero un año más tarde se encuentra en Londres en la Conferencia de la Mesa Redonda, sentado con seguridad en “el sillón del peligro.” Durante el viaje de ida conoce al místico sufí Meher Baba, y de regreso pasa por París donde visita al pacifista francés . Este, impresionado por el personaje, escribirá su biografía. Lo vuelven a encarcelar y otra vez sale libre. En 1935 recibe la iniciación del kriyâ yoga de manos de Paramahansa Yogananda, medita cada vez más y lucha por la independencia. En 1943 muere su esposa Kasturbai a causa de la malaria mientras se encuentran arrestados en la ciudad de Poone. Esto le parte el corazón pero se recupera con coraje. Sus ayunos, marchas y discursos serán seguidos por millones de hindúes, asombrados por la potencia espiritual que emana de su persona. Pero él no quiere sólo la independencia. Antes de alcanzarla anhela la madu- rez de un pueblo que pueda permanecer unido en la diversidad y vivir libre del modelo económico occidental: “La característica de la civilización moderna es la multiplicación indefinida de las necesidades humanas. La naturaleza puede satis- facer las necesidades humanas, pero jamás los deseos de unos cuantos”. Ante el modelo depredador de Occidente nos recuerda la posibilidad de vivir de otra manera. Su ideal político queda truncado el día de la independencia, el 15 de agosto de 1947, el día en que tiene inicio la guerra fría y en que Camus publica La Peste, cuando el gobierno inglés subdivide la India en tres partes con dos gran- des religiones: el Pakistán (el país de los puros) musulmán, la República India, y Bangladesh (la tierra de la Diosa Bagala), también de mayoría musulmana. Poco después, mientras se dirige a orar por la paz entre las comunidades hindú y musulmana tres tiros de pistola del joven fanático hindú hacen que se escuche el mantra a Rama que le había enseñado su niñera y que había lle- vado guardado en el corazón durante toda su vida. El cuerpo de Gandhi cae sin vida. Tenía setenta y nueve años.

La purificación transformadora de la vida en el ashram ¿De dónde sacaba Gandhi su idealismo, su integridad y su coraje? Para com- prenderlo tendremos que remontarnos en el tiempo y regresar a Sudáfrica. La S

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lectura de la obra del conde Tolstoy, El reino de Dios está dentro de ti, y Hasta el final, del crítico de arte , le despiertan un impulso hacia la vida sencilla y comunitaria, que se amolda muy bien con las antiguas ermitas de los bosques (ashram) de los sabios de los tiempos védicos. Sin perder tiempo fundará el primero de una serie de ashrams: la granja Fénix, dedicada al renacimiento espiri- tual. Rodeado de firmes seguidores y en la paz del campo experimentará con el naturismo occidental (dieta vegetariana, ejercicio, trabajo físico, contacto con los elementos naturales…) y con la sabiduría védica (estudio de los textos tradicio- nales, meditación, repetición de mantras, ayunos…). El estilo de vida sencilla tenía un objetivo a corto plazo: la salud. Pero un devoto apasionado como Gandhi no podía confiar sólo en el zumo de limón y los rayos del sol. El dicho hindú: “Dios es el médico más grande” se abre paso en su pacífico espacio mental. Todo el aprendizaje anterior y la sabiduría que el manantial interior le ofrecía, abierto con la meditación del yoga, se convirtieron en un ideal de trabajo para el bien del prójimo o . El modelo familiar de implicación en los asuntos del mundo (por parte del padre), junto con el estilo austero y piadoso (de la madre) aflora- ron y se materializaron en su cuerpo. Más adelante escribiría: “Cuando trabaja por un ideal, la persona se vuelve imparable”. Esta purificación y expansión espiritual formaban parte de un proyecto edu- cativo más atrevido. Por esa época el movimiento educativo alternativo hindú era muy variado: la Universidad de Benares, nacida del impulso teosófico de Annie Besant y del Pandit Malavaya, irradiaba el conocimiento tradicional; las escuelas para huérfanos de la Ramakrishna Mission llevaban la luz en la oscuridad de la pobreza; el proyecto identitario de Swami Pranabanandaji (Bharat Sevashram Sanga) transmitía el ideal de la fuerza de carácter y del servicio a la comunidad, especialmente a los peregrinos y a los lugares sagrados; la Yogoda Satsanga de Paramahansa Yogananda combinaba el currículo escolar con los métodos espirituales basados en el yoga; Shantiniketan, del poeta Rabindranath Tagore, se ocupaba de la sensibilidad estética… La escuela de Gandhi seguirá un método basado en la ética y en el trabajo: “Desde la mano y los sentidos al cerebro y al corazón; de la escuela a la sociedad y a Dios”. En el Mahatma encontramos a un educador que no deja de ser un idea- lista práctico. Quiere formar para liberar, y ansía formar a seres autónomos y dignos. Sus proyectos educativos se basan en el compromiso con la verdad y con la no-violencia. Enseñar a los hindúes a amar en la acción diaria será el objetivo crístico de Vivekananda, de Gandhi, de Vinoba Bhave, de Teresa de Calcuta, de Vicente Ferrer… S

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Las pautas éticas de una vida perfecta No es suficiente cambiar la dieta y purificar las células del cuerpo de sus toxinas, también hay que cambiar el contenido de la mente, hay que modificar el anima- lillo humano y convertirlo en un verdadero zoon politikon. Los deberes morales del ser humano (dharma) en la India antigua son muy parecidos en las distintas religiones. Comparemos dos sistemas: el hinduista y el budista theravada, tal como aparecen en el Mahabharata y en las Leyes de Manu XII.

Budismo Hinduismo

Tres acciones Abstenerse de matar No destruir la vida de los corporales demás seres Abstenerse de robar No robar Abstenerse de una conducta No poseer la mujer ajena sexual negativa

Cuatro acciones Abstenerse de palabras No hablar con rudeza de la palabra hirientes Abstenerse de mentir No mentir Abstenerse de calumniar No airear los errores ajenos Abstenerse de conversaciones No participar en malas frívolas conversaciones

Tres acciones Pensamientos de renuncia No codiciar los bienes ajenos de la mente Pensamientos de buena voluntad No herir a los demás Pensamientos de compasión No desconfiar de los Vedas

Esta coincidencia ética permite en el país una buena base común para socia- lizar al individuo en el espíritu, sin fisuras. Gandhi, que era un estudioso de las religiones, se fijó también en la moral del yoga y del jainismo. En el capítulo II de los Yogasutra de Patañjali encontramos los cinco deberes morales bajo el epígrafe de yama, la abstención de las malas acciones, y de los cinco niyama, las acciones que se han de potenciar. Gandhi aceptó los cinco preceptos del yama, S

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pero modificó los cinco niyama aceptados por la tradición. Los substituirá por los siete votos adaptados a su proyecto regeneracionista y son la parte activa del ideario y, al mismo tiempo, sirven de base para los cinco primeros. Por ejemplo, el control del paladar es la base para el control de la sexualidad; el trabajo físico y el uso de las manufacturas caseras son la base de la no po- sesión y del no robar; respetar por igual todas las religiones es la base de la verdad; el valor y la libertad de los descastados es la base de la no-violencia. Gandhi unió estos principios y los convirtió en los once votos del satyagraha. Estos once votos del satyagraha, o del apoyo a la verdad (término que, etimológicamente, procede de la palabra gujarati satya, la verdad basada en el ser, y agraha, sostener con firmeza) se asumen siempre en un espíritu de humildad. Los compromisos, vrata, del satyagraha son: 1. La no-violencia, ahimsa. 2. La veracidad, satya. 3. El control de los sentidos y el celibato, bramacharya. 4. El no robar, asteya. 5. La no posesión, aparigraha. 6. El trabajo físico para ganarse el pan, yagna. 7. El control del paladar, rasajaya. 8. La intrepidez, abhaya. 9. El respeto ecuánime para todas las religiones, samadharma drishti. 10. Servir al prójimo y hacer uso de las manufacturas caseras, svadeshi. 11. Luchar por la libertad de los intocables o descastados, harijanmukti.

Para entender el nivel moral de Gandhi recordaremos una anécdota de su vida. Una mujer fue a ver al Mahatma con su hijo y le dijo: —Mahatmaji, dile a mi hijo que no coma azúcar. —Regresad en tres días —contestó Gandhi. Después de tres días la mujer volvió con su hijo y Gandhi le dijo al niño: —¡No comas azúcar! La mujer le preguntó: —¿Por qué nos hiciste esperar tres días para decirle esto? Gandhi le contestó: —Hace apenas tres días que no como azúcar. Consideremos los tres primeros principios morales con más detalle: S

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1. Ahimsa, la no-violencia El movimiento de la no-violencia nació en la India antigua cuando sabios iluminados de distintas tradiciones espirituales (jainistas, yoguis, budistas…) se negaron a par- ticipar en los sacrificios animales a los devas y a dejarse llevar por la ira. En el Mahabharata se pregunta: “¿Cuál es el deber más importante del mundo?”. Y el buen rey Yudhisthira contesta: “Abstenerse de hacer el mal (ahimsa)”. El yogui Baba Hari Das entiende ahimsa como: “Abstenerse de causar dolor a cualquier ser vivo, incluidos nosotros mismos. Cada acción, palabra o pensamiento que genere dolor en los demás —todo pensamiento que contenga odio, codicia, luju- ria, o apego— es una forma de violencia”. En el budismo se hace el voto de avihimsa, negarse a realizar conscientemente actos crueles, y el voto de avyapada, no odiar a nadie. Para los jainistas, ahimsa no es sólo abstenerse de herir a los demás, sino que tiene un aspecto activo, la compasión (karuna/daya) hacia todos los seres. Antes de poder aplicar con serenidad la no-violencia en la vida diaria enseñaban a rea- lizar un trabajo interior, es decir enseñaban a desarrollar la ecuanimidad, la amis- tad, la alegría y la compasión. Gandhi definió ahimsa en estos mismos términos jainistas: “Ahimsa significa amor infinito, y eso significa una capacidad de sufrimiento infinito por aquello que se ama”. Himsa significa “herir” o “violentar” y está en la conducta del león y de los demás depredadores animales. La condición superior del ser humano debería alejarlo de este tipo de conducta. Sobre este tema Anselm Turmeda nos dice: “Sabio es el hombre capaz de atemperar su ira”. Nos hemos de frenar y hemos de limitar nuestro gozo para posibilitar el crecimiento de los demás y de nuestras potencialidades. La reflexión moral gandhiana no se limitará a una esfera intrapsíquica aislada del mundo de las relaciones humanas. De hecho la mayoría de estas relaciones, incluso las afectivas, puede contener un regusto instrumental y unos tintes económicos. La ética, para ser tal, se ha de basar en el intercambio humano centrado en el otro. Su discípulo Lanza del Vasto des- cubrirá detrás de toda violencia hiriente, tanto individual como colectiva, la pul- sión thanática disfrazada por la sofisticación y la tolerancia cultural. La violencia y la guerra han aumentado a medida que avanzaba la civilización: “La causa pro- funda de la guerra lleva estos tres títulos: posesión, poder, justicia. Puesto que la posesión es un “derecho” sobre las cosas, y el poder es un derecho sobre los hombres, y que toda actividad del animal racional se traduce en términos jurí- dicos, se puede poner todo bajo el epígrafe de justicia. La no-violencia tiene como finalidad liberar al hombre de las cadenas de la violencia legal y de su lógica infernal”. S

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Gandhi escribirá: “El principio de la no-violencia exige una completa abstención de cualquier forma de explotación. La no-violencia es la ley de nuestra especie, así como la violencia es la de los animales. La no-violencia y la cobardía son incompa- tibles”. Ser moral es negarse a explotar a los demás y cambiar esta pulsión por su opuesto. De acuerdo con Kant y con Erich Fromm, ser moral significa querer que el otro crezca y hacerlo posible. Y esto será así cuando desarrollemos estas tres cualidades: “Autocontrol, caridad y coraje, que son el fundamento de la no-vio- lencia”, escribirá el Acharya Vinoba Bhave. Gandhi las aprendió las tres de su es- posa Kasturbai. “La mujer es la encarnación de la no-violencia”, nos enseñará el Mahatma.

2. Satya, la veracidad Satya es afirmar lo que es de una manera honesta, y al mismo tiempo abstenerse de mentir, de la exageración, de la apariencia, de herir con la palabra, de las racio- nalizaciones inconscientes motivadas por la vanidad, la pasión o el odio. En el Mahabharata le preguntan al buen rey Yudhisthira: “¿En qué está establecido el Sol y en qué busca refugio el Cielo?”. El sabio contesta: “En la verdad (satya)”. Si la verdad tiene tanta fuerza a nivel cósmico, también la ha de tener a nivel humano, afirman los yoguis de la India. Así en el Shrimat Bhagavatam Satyabhama, la esposa de Krishna, lo ayuda con su poder de manifestar la verdad a liberar a dieciséis mil princesas —las cualidades divinas interiores— aprisionadas por un ser perverso, Narakasura. Gandhi había tenido una precoz intuición infantil sobre el valor de la verdad (satya) como motor del desarrollo del ser interior, y describe esta experiencia en su Autobiografía, mis experiencias con la verdad, capítulo VIII: “Cuando todavía éramos adolescentes, un pariente y yo empezamos a fumar. El motivo para hacerlo no era que nos pareciera una cosa buena, o que el aroma del cigarrillo nos gustara, simplemente nos gustaba sacar bocanadas de humo. Mi tío tenía esta costumbre y cuando lo veíamos fumando nos parecía que debería- mos seguir su ejemplo. Al mismo tiempo, como no teníamos dinero recogíamos las colillas de los cigarrillos que mi tío tiraba. Pero no siempre conseguíamos hacer- nos con las colillas y muchas veces era muy poco lo que conseguíamos fumar. Así que empezamos a robar monedas de los bolsillos de los criados para poder comprar cigarrillos hindúes. Mucho más grave que este hurto fue el del que más adelante me confieso cul- pable. Las monedas de cobre las robaba cuando tenía trece años, pero el otro robo tuvo lugar cuando tenía quince. En este caso robé una pieza de oro del brazalete de mi hermano. Pero aquello era mucho más de lo que podía soportar S

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y decidí que nunca más volvería a robar. A continuación empecé a prepararme para explicarle el hecho a mi padre. No me atrevía a hacerlo de palabra, y esto no era porque temiera que mi padre me pegara —no recuerdo que mi padre nos pegara jamás a ninguno de nosotros—, lo que verdaderamente temía era causar- le un disgusto. Pero al mismo tiempo sentía que había de intentarlo: no podía aclarar nada si antes no hacía una confesión completa. Finalmente decidí hacer una confesión escrita pidiendo perdón. La escribí en una hoja de papel y yo mismo se la entregué a mi padre. En mi carta no sólo reco- nocía mi culpa sino que además le pedía que me aplicara la pena correspondiente, y acababa pidiéndole que no se considerara responsable ni se culpara por mis fal- tas. Además le prometía que a partir de entonces nunca más volvería a robar. Le entregué la confesión a mi padre temblando. Por aquel entonces mi padre sufría de una fístula y estaba en cama. Le entregué la nota y me senté delante de su cama, que no era otra cosa que una simple base de madera. La leyó hasta el final, mientras las lágrimas le rodaban por las mejillas y moja- ban el papel. Cerró los ojos unos instantes como si reflexionara, luego rompió la nota. Para poder leer se había incorporado un poco, luego volvió a tumbar- se en la cama. Yo también lloraba viendo el dolor de mi padre. Si fuera pintor aún hoy podría pintar toda la escena, de la gran impresión que me causó en el recuerdo. Aquellas lágrimas de amor limpiaron mi corazón y borraron mi pecado: sólo el que ha experimentado un amor así sabe lo que es. Como dicen los himnos: Sólo aquel que ha sido alcanzado por las saetas del amor conoce su poder. Esta historia fue para mí una lección práctica de ahimsa (no-violencia). En aquel tiempo no vi en ella más que el amor de un padre, pero hoy sé que aquello era puro ahimsa. Cuando la no-violencia se vuelve tan universal transforma todo lo que toca, su poder no tiene fronteras. Esta especie de perdón sublime no era una cosa natural en mi padre. Yo había pensado que se enfadaría, me reñiría y se golpearía la frente, pero era todo lo contrario, estaba completamente tranquilo, y llegué a la conclusión que se debía a la confesión abierta y sincera que le había hecho. Una confesión públi- ca, acompañada de la promesa de no volver a cometer el pecado, si se hace ante la persona que tiene el derecho de recibirla, es la forma más pura de arrepentimiento. Sé que mi confesión hizo que mi padre me tuviera una con- fianza total y su afecto por mí aumentara grandemente.” Experiencia de la adolescencia que transmite integridad, y que con el tiempo se convertirá en la base del edificio gandhiano: “La verdad es mi Dios”. La ontología S

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hindú estará de su parte: “Los mundos se han edificado sobre la verdad”, dice el Mahabharata, y también: “Sólo la verdad triunfa”, lema védico que se inscribirá en la bandera de la India libre. Este Dios de la verdad, Satyanarayana, o Dios entendi- do como verdad existente, o existencia verdadera (sat), será la clave y la piedra angular, el objetivo y el método de su praxis espiritual o política, para decirlo en términos escolásticos. El pensamiento de la filosofía del vedanta no-dualista, que Gandhi conocía bien, le apoyará: “La verdad es Dios, la falsedad es maya. Todo se puede realizar si nos atenemos a la verdad… Mantenerse en ella es una prueba tremenda, y es nece- sario un sacrificio terrible”. Había escrito Swami Turiyananda, discípulo de Shri Ramakrishna; y otro discípulo suyo, Swami Premananda, ponía énfasis en el mismo principio con relación a la espiritualidad: “La primera cosa que se necesita para ser espiritual es la sinceridad de propósitos. Nunca abandones la verdad a lo largo de toda tu vida. Dios es la verdad en sí y sólo se somete al devoto de la verdad. La espiritualidad es imposible si no practicamos la veracidad de pensamiento, de pala- bra y de acción. Si eres veraz todas las demás virtudes te vendrán por sí solas”. Ahora bien, la verdad se puede mostrar plural o relativa, y ser causa de pro- blemas. Pilatos ya lo intuyó. La filosofía vedanta hace una triple clasificación de la verdad: a) Las numerosas verdades descubiertas en estado de vigilia. Son verdades relativas siempre en estado de cambio; b) Las numerosas verdades descubiertas en estado de ensoñación. Son ver- dades imaginarias. c) La verdad única descubierta en estado de sueño sin sueños. Es la Verdad. Evidentemente, cuando Gandhi habla de la verdad se refiere a este último tipo. Ya antes se había dicho mucho al respecto: “Yo he nacido y he venido al mundo precisamente para esto, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es hijo de la verdad escucha mi voz” (Juan 18:37). Esta verdad se alcanza por medio de una metodología espiritual o del yoga meditativo, como nos aconseja el proverbio persa: Busca la verdad en la meditación y no en los libros hermosos. Mira al cielo si quieres ver la luna, y no al estanque. La verdad da frutos abundantes porque se basa en la interconexión de toda vida. Sólo hemos de pensar en el impacto producido por la figura y el mensaje del Mahatma en Sudáfrica o en la India. “Cuando se está firmemente anclado en la verdad, los frutos que dan nuestras acciones se pueden recoger inmediata- mente”, dice un aforismo de Patañjali. S

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3. Brahmacharya, la conducta divina Desde antiguo, en todas las corrientes espirituales hindúes se ha entendido la brahmacharya como el respeto del propósito divino contrapuesto a la búsque- da de los placeres de los sentidos a través de la sexualidad. Para los casados impli- ca la fidelidad y la lealtad a la pareja durante una vida de moderación. Para los monjes y renunciantes significa la abstinencia sexual de pensamiento, de palabra y de obra. El Bhagavad Gîtâ habla de nishkama o ausencia del deseo de los sen- tidos, más próximo a la base psicológica y menos preocupado por la conducta célibe que puede convertirse fácilmente en hipócrita y malsana. Algunos autores han visto en Gandhi un ferviente puritano y han advertido del peligro de división interior en la práctica de la castidad. Gandhi pedía este voto de brahmacharya a los satyagrahis, que había de estar motivado por el deseo de servir a la comuni- dad y no de conseguir poderes o para vivir tranquilo y no ser molestado. La cas- tidad permitirá no dispersar energías y tiempo en objetivos hedonistas centra- dos en uno mismo, y acumular vitalidad para ponerla al servicio del bien de la comunidad o sarvodaya. Un gran yogui contemporáneo, Swami Chidananda, lo sintetiza así: “La bramacharya es al yogui lo que la electricidad al ascensor”. La tradición ya lo había descubierto, será suficiente volver a leer el texto fundacio- nal del yoga para recordarlo: “Cuando la continencia de aquel que vive en Brahman está firmemente enraizada, adquiere un gran vigor”, escribe Patañjali en su Yogasutra II: 38. Paracelso coincide con él: “La castidad otorga un corazón puro y la capacidad de aprender las cosas de Dios”. La brahmacharya es el motor que une el nivel teórico de la verdad con la práctica de la no-violencia. Este es el eje ascético gandhiano, que se activa con un compromiso nacido de una potente reflexión sobre el deseo sexual (episo- dios como la muerte de su padre mientras él hacía el amor con su mujer emba- razada con la consiguiente muerte de la criatura, y la influencia negativa del amigo musulmán Sheik Mehtab adicto a la prostitución, lo conducirán al ascetismo) y se materializa en un estilo de vida, incluida la dieta, que suavice las pasiones y transforme las pulsiones. No se trata de reprimir sino de transmutar. Como en el pensamiento platónico, se trata de un cambio en la dirección del eros, del que nos lleva a perdernos en la pluralidad infinita hasta el que nos eleva hacia la unidad liberadora y que nos hace volver al mundo para ayudar a la humanidad afligida. Leonardo Boff está de acuerdo: “El voto de castidad, si se entiende bien, no es un voto de desamor, sino que es de un exceso de amor”. S

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El currículo autodidacto de Gandhi “La verdadera educación consiste en sacar lo mejor de uno mismo”, decía Gandhi, y él se aplicó con coraje al estudio de pocos pero buenos libros y a llevar a la prác- tica lo leído. Veamos ahora el currículo o svadhyaya gandhiano de lo que estudió a lo largo de su vida:

Occidental: 1. Espiritualidad: El reino de Dios está dentro de ti y Epítome del Evangelio del conde ruso León Tolstoy; el Nuevo Testamento, especialmente El sermón de la montaña; el Corán. 2. Política: Hasta el final, cuatro ensayos sobre los primeros principios de economía política del crítico victoriano John Ruskin, influido por el utilitarismo de Jeremy Bentham y el utopismo de Richard Owen; Walden y Sobre el deber de la desobediencia civil del escritor norteamericano H.D. Thoreau; Ensayo sobre la política de Emerson. 3. Filosofía: Apología de Sócrates de Platón; Así habló Zaratustra de F. Nietzsche. 4. Naturismo: En defensa del vegetarianismo, Los derechos de los animales y La humanidad de la dieta del teósofo anarquista Henry S. Salt; Hacia la dieta perfecta de la Dra. Kingsford, también teósofa; Regreso a la Naturaleza de Adolf Just; La dieta ética de Howard Williams. 5. Historia: Sobre el héroe, la adoración del héroe y el elemento heroico en la historia, Historia de la revolución francesa de Thomas Carlyle; Las vidas de los sucesores de Mahoma de Washington Irving; Muchas pruebas infalibles: las evidencias del cristianismo de Arthur Tappan; Declive y caída del imperio romano de Gibbon; El nacimiento de la república holandesa de Motley. 6. Otros: ¿Qué es el arte? y ¿Qué hacer? de León Tolstoy; Corona de olivo silvestre de John Ruskin; Hojas de hierba de Walt Whitman; Manual del arte de la declamación de Bell. Gandhi tradujo al gujarati Hasta el final, cuatro ensayos sobre los primeros principios de economía política y Apología de Sócrates.

Oriental: 1. Obras clásicas: La luz de Asia o la gran renuncia (la vida de Gautama Buda) y La canción celestial (El Bhagavad Gîtâ) en la versión personal del teósofo Sir Edwin Arnold; el Bhagavad Gîtâ y el Mahabharata de Vyasa; el Ramayana de Valmiki; el Ramayana de Tulsidas; el Isha Upanishad; Shakuntala del poeta Kalidasa. S

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2. Enseñanzas espirituales: El Evangelio de Shri Ramakrishna de Mahendranath Gupta; la obra completa de Swami Vivekananda; En los bosques de la autorrealización de Swami Ramatirtha; la obra del sufí persa Ansari. 3. Teosofía: La clave de la teosofía y La Doctrina Secreta de H.P. Blavatsky; Por qué abracé la teosofía de Annie Besant; El camino perfecto de Manitland. 4. Cultura hindú: ¿Qué nos puede enseñar la India? de F. Max Müller.

Algunos de los maestros espirituales de Gandhi 1. Krishna La inspiración de Krishna es omnipresente en el pensamiento de Gandhi. Recor- demos su lucha por el bienestar de toda la humanidad y de toda la naturaleza, mensaje que le viene del Bhagavad Gîtâ bajo la consigna del bienestar universal o loka samgraha. El modelo antropológico gandhiano también se inspira en el men- saje de Krishna en el Bhagavad Gîtâ.

2. Buda Sobre Buda, que conocía y apreciaba gracias a la obra del teósofo Edwin Arnold, había escrito: “Las buenas maneras, la palabra adecuada, la conducta justa y el porte apropiado conformaban el estilo de Gautama Buda. Él nos ofreció la clara ley (dharma) de la familia humana. Su amor, su amor ilimitado, abarcaba por igual desde el más nimio de los animales inferiores, desde las formas de vida menores, hasta los seres humanos. Buda insiste en la claridad de la vida. La pretensión de que el ser humano sea el dueño de las criaturas menores es un ejemplo de arro- gancia”.

3. Cristo Sobre el Cristo que conoció a través de los Evangelios, escribió: “Cristo era de Asia y su mensaje fue transmitido por distintos medios, pero cuando esta reli- gión recibió el apoyo de un emperador romano se convirtió en imperialista, y así ha permanecido hasta hoy. Evidentemente, hay excepciones brillantes, pero son raras. Creo que Él pertenece no sólo al cristianismo sino a todo el mundo, a todas las razas y pueblos, sin que importe demasiado bajo qué bandera, deno- minación o doctrina sirvan, profesen una fe o adoren al Dios recibido de sus antepasados. El cristianismo forma parte de mi teología. El Cristo es una res- plandeciente revelación de Dios, pero no la única. Yo no lo veo sobre un trono solitario…”. S

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4. Shri Ramakrishna y Swami Vivekananda El Mahatma tenía una gran veneración por estos dos gigantes del mundo espi- ritual hindú y de la India moderna. Siempre decía que su obra ejercía sobre él una atracción irresistible y visitaba los ashrams de la Ramakrishna Mission. Gandhi escribió los prólogos de La vida de Shri Ramakrishna y de La educación, de Swami Vivekananda. Se expresaba así: “Nosotros deseamos una educación formadora del carácter, que aumente el poder de la mente, que expanda el intelecto y que permita que todos se mantengan sobre sus propios pies. La fina- lidad de toda educación, de todo entrenamiento, es la de formar hombres. Hacer crecer a hombres. El entrenamiento que permite que la corriente y la expresión de la voluntad estén controladas y sean provechosas, se llama edu- cación. La educación es la manifestación de la perfección ínsita en el hombre”.

5. Raychandbai, contemporáneo reformador del jainismo Gandhi reconoció públicamente el impacto espiritual que le causó la austeridad y la prodigiosa capacidad mental del laico Shri Raychandbai: “He conocido muchos maestros de religión y muchas personalidades religiosas notables. He procurado conocer a los jefes de las distintas fes, y puedo afirmar que ninguno me ha causado una impresión tan honda como la que me produjo Raychandbai”. Él lo liberó de la religión ritual institucionalizada y le mostró el camino del ayuno, de la moralidad, de la tolerancia y de la meditación emancipadora. Durante diez años fue su modelo ideal y su consejero.

6. Swami Ramatirtha, matemático y yogui, que llevó el vedanta, la filosofía no- dual, a Occidente. De él escribió: “Las enseñanzas de Swami Ramatirtha han de ser divulgadas. Él fue una de las almas más grandes, no sólo de la India, sino de todo el mundo. Adoro sus ideales”.

7. Swami Kuvalayananda, médico y pionero en la investigación científica del hatha yoga. En una carta escrita en 1927, Gandhi le escribía a su profesor de hatha yoga: “Te dije que haría la aplicación física de estos ejercicios de yoga por la confianza que te tengo. Quiero hacer una prueba en profundidad porque, entre todos los tra- tamientos médicos, son los que me parecen más libres de riesgo. Por favor, más adelante envíame más instrucciones si lo crees conveniente”. Swami Kuvalayananda, científico y patriota, le contestó: “Estoy ansioso de ver cómo S

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recuperas, en estas condiciones, la vitalidad perdida, tanto para tu propio bien como para el de la nación”. Gandhi no fue nunca un difusor del hatha yoga (el yoga de las posturas) porque era consciente de que en la mayoría de los casos el practicante queda atrapado en la dimensión física de esta práctica.

8. Paramahansa Yogananda Gandhi recibió de Paramahansa Yogananda la iniciación en kriya yoga (la medita- ción basada en el control de la energía vital) en 1935. Después de este hecho, Gandhi se reservó todo un año de retiro para profundizar y regenerarse espiri- tualmente. La relación entre ellos, de alma a alma, era tan estrecha que, a la muerte del Mahatma, una parte de sus cenizas fueron enviadas al ashram de Yogananda. Reposan en el santuario del lago —Lake Shrine en Los Ángeles—, rodeadas de belleza natural y de las estatuas de Kwan Yin, la Madre Divina de la compasión, y de Bhagavan Krishna.

9. León Tolstoy Las obras literarias y humanas, así como las cartas de Tolstoy, tuvieron un gran impacto en la vida y el ideario de Gandhi. Su presentación de un cristianismo esencial, ligado al compromiso personal, despertaron su alter ego indostánico que aplicó el cristianismo ruso, como remarcó Shri Aurobindo, con toda la capa- cidad ascética del yogui hindú. Tolstoy fue su gurú cristiano. Se puede concluir, después de examinar la pluralidad de las influencias espiri- tuales que recibió y los Maestros que buscó, que, tal como afirmó Lanza del Vasto: “La religión de Gandhi era un fondo cristiano rodeado por una cortina transparente de lianas de la India”.

El Reino de Dios en la Tierra, ramarajya La política clásica hindú, tal como la expone Kautilya en el Arthashastra, se basa- ba en la experiencia natural, que hace que el pez grande se coma al pequeño. El reinado de Shri Rama (ramarajya) o el del rey budista Ashoka (buddharajya) demostraron que era posible otra forma de hacer política. El rey Shri Rama y el pacífico rey Ashoka, habían observado en la India la degeneración del orden espiritual en las cosas de los hombres. Sus métodos de reinado, basados en la justicia amorosa y la paz todavía flotan sobre las aguas del imaginario hindú. Gandhi tenía en su mente la descripción utópica que el Ramayana de Valmiki hacía al final del sexto canto: S

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“El reinado de Shri Rama se caracterizó por el fácil y espontáneo respeto del dharma. La gente se había liberado de todo tipo de miedo. Ninguna mujer se quedó viuda, no se temían los ataques de los animales salvajes, la enfermedad era des- conocida, en todo el reino habían desaparecido los bandoleros y los ladrones, se desconocía el sufrimiento y los viejos no habían de hacer funerales a los jóvenes. Durante aquel tiempo todo el mundo era feliz y virtuoso, nadie intentaba ningún acto de violencia por respeto y amor a Shri Rama, de quien siempre se hablaba. La gente vivía hasta los mil años y tenía muchos hijos. Todos disfrutaban de buena salud y estaban libres de la enfermedad, los árboles de raíces firmes siempre ofre- cían flores y frutos. Las nubes daban la lluvia necesaria y el viento soplaba de manera agradable. Cada uno estaba satisfecho con sus negocios y seguía la voca- ción que prefería, nadie mentía y todos tenían una mirada de optimismo, tenien- do el dharma como luz que los guiaba”. Gandhi y Shri Aurobindo, por caminos distintos buscaban otra oportunidad de dar cuerpo al dharma, de atarlo a la Tierra. Había que actuar inmediatamente y se pedía la ayuda de todos, también la del poeta Rabindranath Tagore. “¿Qué habéis hecho por el hombre que saca agua del pozo?”, preguntaba en 1921 un Gandhi preocupado a los escritores que participaban en una conferencia literaria en el Gujarat. El nuevo Reino para todos se había de basar en los principios de prosperidad, autonomía, satisfacción de las necesidades e igualdad divina, lo cual nos recuerda la compleja aplicación del ideal ilustrado europeo que buscaba la igualdad, la libertad y la fraternidad humanas. El Mahatma vio claramente que no hay un verdadero Reino de Dios sobre la Tierra:

a) Si no hay paz entre las religiones. La oración y el diálogo interconfesional son los caminos que escogió Gandhi para alcanzar la paz entre comunidades religiosas. Pero a pesar de practicar- lo, el diálogo interconfesional puede quedar reducido a un estéril y aburrido ejercicio que sólo activa el hemisferio izquierdo del cerebro, que se complace demasiado en el análisis de las diferencias doctrinales y que consolida las peculiaridades diferenciales. Por el contrario, orar juntos puede unir los corazones por afinidad y experiencia. Otra tarea que nos encomienda Gandhi es saber orar. “La oración no es más que el anhelo intenso del corazón. Te puedes expresar por medio de los labios, puedes hacerlo en la intimidad o en público, pero para que sea genuina la oración ha de salir de la soledad más profunda del corazón. Todos estamos tan indefensos como S

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Draupadi, porque todos estamos llenos de impurezas y de deseos negativos de distintos tipos”.

b) Si no se purifica la religión de los elementos históricos no esenciales. Gandhi acepta el hinduismo, pero lo quiere limpiar de añadidos posteriores deca- dentes e injustos. Así se entenderá su defensa de los harijans, los descastados o hijos de Dios. Con anterioridad, Swami Vivekananda ya los había defendido lla- mándolos daridranarayana, “el Señor como pobre entre los pobres”. Su lema era: “Ayudar al pobre y al desvalido hasta la muerte”. Sólo en la India, hoy son 160 millones los oprimidos, o dalits, como ellos prefieren llamarse. Todavía queda mucho trabajo por hacer, y su número no para de aumentar.

c) Si no se alcanza un nivel de autocontrol e integración interior que permita la soberanía basada en la autoridad moral. Gandhi, como Confucio y los antiguos maestros espirituales de la humanidad, apunta a una excelencia humana conse- guida a través del autoperfeccionamiento.

La muerte de Gandhi Gandhi murió asesinado por un integrista hindú del partido R.S.S. cuando se diri- gía a una oración interconfesional. Su cuerpo fue incinerado en el Raj Ghat de Nueva Delhi, al lado del río sagrado Yamuna, donde se incineraban los antiguos reyes de Delhi. Mucho antes de su muerte Gandhi había escrito: “Preferiría morir destrozado antes que dejar de reconocer a mis hermanos de las clases maltrata- das. No deseo volver a nacer, pero si hubiera de hacerlo quisiera renacer entre los intocables, para compartir sus ofensas y trabajar para su liberación”. Y pocos días antes había dejado escrito: “No quiero morir de una parálisis vil de mis facul- tades, como un hombre derrotado. El proyectil de un asesino puede poner fin a mi vida, le daría la bienvenida. Pero sobre todo desearía consumirme cumplien- do mi deber hasta el último aliento de vida”. El día anterior a su muerte se dirigió a un padre que había perdido a su hija y, nos atrevemos a añadir, también a sus seguidores y admiradores que lo iban a perder pronto: “No sufras, la muerte no es más que una apariencia. Muere el cuerpo, no el alma. Existía ayer, existe hoy y seguirá existiendo mañana. Sigue cumpliendo con tu deber como lo hacías antes, y no estés triste”. Poco después le preguntaron a Krishnamurti sobre la muerte violenta del Mahatma, pues estaba en conflicto con el aforismo de Patañjali que dice: “Cuando S

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se está firmemente asentado en la no-violencia, se renuncia a toda hostilidad en su presencia”. Krishnamurti contestó desde su posición de la búsqueda interior: “Me pregunto cuál fue vuestra reacción cuando escuchasteis la noticia. ¿Cuál fue la respuesta? ¿Os afectó como una pérdida personal o como una indicación del curso que tomaban los acontecimientos mundiales? Los hechos del mundo no son incidentes independientes entre sí, están relacionados. La causa real de la muerte extemporánea de Gandhi hay que buscarla en vosotros. Vosotros sois la verdadera causa. Con vuestro espíritu de grupo fomentáis el espíritu de divi- sión —por medio de la propiedad, de la casta, de la ideología, de las diferentes religiones que seguís, de las sectas, de los líderes—. Cuando alguno de vosotros se llama a sí mismo hindú, musulmán, parsi o lo que sea, está produciendo un con- flicto en el mundo”.

La influencia de Gandhi en el mundo político En la India actual ha sido más venerado que seguido. Muchos políticos han rele- gado su memoria a los museos, vitrinas y memoriales, otros, mientras preparan bombas atómicas, lo responsabilizan de la división del país. Muchos de estos polí- ticos hubieran querido una repetición de los modelos políticos del pasado, cuan- do luchaban contra los invasores musulmanes. El sabio aconsejaba y dejaba a los guerreros la tarea de cortar cabezas. Como ejemplo tenemos al místico Ramananda dando apoyo al guerrero Shivaji, o el sabio Shri Vidyaranya, que fue el artífice del imperio de Vijayanagar. El sistema de Gandhi no encajaba. En la actualidad no hace falta preocuparse por el trato que le puedan dar. “Mi vida es mi mensaje”, decía para incitar a la acción comprometida, basada en la ver- dad no violenta (satyagraha). Fuera de la India fue seguido por muchos activistas, que adaptaron su ejemplo a las situaciones de cada país y a campos muy dife- rentes. En Occidente su mensaje encontró un terreno abonado: las enseñanzas y la maestría de Cristo, de los cátaros, de Francisco de Asís, de fray Bartolomé de las Casas, de Erasmo, de Lluís Vives, de los Cuáqueros, de Tolstoy… Su ejem- plo pacífico y su valoración de los medios limpios para alcanzar metas ideales se dieron a conocer y se aplicaron en todo el mundo. Su luz se puede apreciar en el campo de la pedagogía, de la política, en los objetores de conciencia, en los movimientos de cooperación y de no-cooperación, en los métodos de resolu- ción de conflictos, en estrategias sindicales… Como decía Lanza del Vasto sobre los líderes y los seguidores comprometidos: “No han escogido su lucha, pero sí sus armas”. Por citar sólo algunos: S

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1. En Occidente: Lanza del Vasto (Shantidas) en Francia y España; el sociólogo Danilo Dolci en Sicilia; el sindicalista Lech Walesa en Polonia; Maïread Maguire en Irlanda del Norte; Jean Vanier en Canadá; Oscar Romero en El Salvador; Martin Luther King, César Chávez y Rosa Parks en EE.UU.; el poeta Rogerio Favio Hurtado en Cuba; y Desmond Tutu en Sudáfrica; Kenneth Kaunda y el jefe Luthuli en Zambia.

2. En Oriente: el Acharya Vinoba Bhave en la India; Abdul G. Kahn, el Gandhi del noreste, en la India musulmana; el Dalai Lama en el Tíbet; el monje budista Thich Nhat Hanh en Vietnam; en Birmania; Benigno Aquino, Jr., en las Filipinas.

Hablemos ahora de Vinoba y de Lanza del Vasto, sus seguidores más conoci- dos. El primero era un brahman preocupado por la justicia social que inició varias campañas: bhoodan, o de donación de tierras; gramdan, o de donación de escri- turas para repartir la tierra con equidad; y jivadan, o la entrega personal a la causa. Fue una reforma agraria no-violenta en la que los grandes propietarios, 700.000 en total, ofrecían una parte de sus tierras (8.000.000 de acres) a los jornaleros y descastados que no poseían tierra de su propiedad. Vinoba hizo cambiar la legislación y consiguió galvanizar todo el subcontinente. Jaya Prakash Narayan, líder del partido socialista, abandonó la vida política para entregarse a esta campaña. En cuanto a Lanza del Vasto, fundó en Europa “La comunidad del Arca”, escri- bió obras de espiritualidad y de concienciación social, y participó en huelgas de hambre y en distintas campañas para pedir cambios en la Iglesia católica, a favor del pacifismo y en contra de la bomba atómica y de la energía nuclear. Todos conocieron el sufrimiento y la alegría del paso adelante. Todos fueron valien- tes demiurgos que modelaron la variable y al mismo tiempo rígida arcilla humana y política, siguiendo el ejemplo del Mahatma, y todos comprendieron las dificulta- des de Moisés cuando buscaba la Tierra de Promisión con un séquito imperfecto. Confiamos, sin cinismo y por necesidad, en que los políticos, los sindicalistas y los distintos agentes sociales consideren la figura, el legado y la metodología de Gandhi. Confiamos en que inicien por la senda de la propia mejora y del cultivo del ser inte- rior. Confiamos en que sepan salir, cada uno individualmente, de la oscura y nihi- lista caverna platónica y del titanismo nietzscheano antes de querer ser tutores que lideren una transformación social. Confiamos en que les inspire la buena volun- tad y que la integridad se manifieste en todos y todas. S

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Terminamos este capítulo después de despertar en los lectores el anhelo de paz que sugieren los siguientes mantras, y con el deseo de que hagan una inmer- sión en las palabras de inspiración del Mahatma que llenan este volumen. Om, que el mundo celestial, el mundo intermedio y la Tierra tengan paz. Que las aguas, las plantas medicinales y las selvas tengan paz. Que la paz de los devas esté con todos. Que la paz divina esté con todos. Que la paz cósmica esté con todos. Que haya paz. Que todos gocen de una verdadera paz. Om, paz, paz, paz.

Que la luz amorosa del Mahatma ilumine el corazón de las naciones y de los individuos. Que su sueño de un mundo unido se materialice ya. ¡Que su espíritu nos bendiga a todos con la visión y la fuerza para realizar, en la vida de cada día, sus elevados ideales de verdad, pureza, no violencia y fe en la Divinidad! S. SIVANANDA

Josep M. Duch i Plana Escrito en Porbandar, 25 de diciembre de 2003. S

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