4.2. Una Política De Colonización Poco Definida. Sus Repercusiones En
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Por tanto, la política colonizadora, como dice A. J. Sán- chez López, aparece oficialmente motivada por la convergencia de los intereses económicos (^iroductividad) y sociales (colonización)... donde se deben conjugar también la productividad y el objetivo social, tratando de conciliar una imagen del campesino, propia de sistemas de agricultura tradicional, con una orientación productiva dirigida hacia el mercado (17). Dicha imagen supone mantener el modelo de «buen labrador», cumplidor, honesto, fiel, padre de familia, etc., y que desde el punto de vista profesio- nal se someta a los «usos y costumbres», aceptando las nor- mas que rigen la agricultura de carácter tradicional. En el caso de Extremadura, esta imagen toma forma en el modelo de labrador-yuntero, cuya única vía de promoción social es la de integrarse en el sistema de la aparcería vigente en los grandes latifundios, como ya hemos analizado en el 2.° capí- tulo, o aceptar los acasillamientos en las parcelas del INC. Sin embargo, a pesar de este esfuerzo de sublimación, la realidad con la que se enfrentaba la política agraria en el tema de la colonización era bastante diferente a la creación ideológica. 4.2. Una politica de colonización poco defmida. Sus repercusiones en Fxtremadura (1940-1952) En este período, la política de asentamientos definitivos de los yunteros demostró ser mucho más dificil de llevar a cabo que los asentamientos propuestos por las «leyes del trigo», comentados en los dos capítulos anteriores. A este res- pecto, se pueden distinguir dos tipos de directrices en torno a la resolución del principal problema que se le planteaba al (17) Sánchez López, Antonio J.: La colonización y el mantenimiento de la de[^endencia entre gran y pequeña firopiedad: el caso del Viar, en Agricultu- ra y Sociedad, n.° 17, octubretiiciembre 1980, pág. 75. 373 Nuevo Estado en Extremadura, a la hora de remediar el pro- ceso de proletarización de aquellos: - por un lado, las proporcionadas por la Ley de «laboreo forzoso» de 1940 y los decretos de intensificación de cultivos de 1946. - por otro, las leyes que podíamos llamar «genuinas» de colonización, con la instalación fija de colonos en fin- cas adquiridas por el INC, sobre todo, a partir de la Ley de «expropiación forzosa de fincas rústicas» de 1946. Centrándonos en esta segunda vía, la llamada «coloniza- ción de secano» tuvo un desarrollo que podríamos calificar de escaso en virtud de sus resultados. Sin embargo, hasta ahora los análisis de ésta, sobre todo en Extremadura, se han limitado a una mera cita o a una descripción de los resulta- dos, sin tratar de profundizar en las causas de la precariedad de su desenlace. La colonización de esta primera fase tuvo sus apoyos jurí- dicos en un conjunto de normas que, en términos generales, justificaban la expropiación de tierras por el motivo princi- palmente alardeado en toda manifestación política o en todo preámbulo de leyes y decretos: «el interés nacional o interés social». Así, pór ejemplo: a) En la Ley de 26 de diciembre de 1939, referido a la Golonización y Repoblación Interior o de Bases para la Colo- nización de Grandes Zonas (18), se justificaba la futura acción del Estado en esta materia, partiendo de las orienta- ciones que regían la doctrina política: Ha de ser el ^rimer paso, así lo señalan repetidos textos de José Antonio y el Caudillo, la colo- nización de grandes zonas del territorio nacional, especialmente de las ya dominadas por el agua esperan hace años el riego que han de fecundar sus tierras. No sólo los intereses, a veces legítimos y res^ieta- (18) Ley de 26 de diciembre de 1939 sobre Colonización y Repo- blación Interior, o de Bases para la Colonización de Grandes Zonas. Preámbulo. 374 bles del cá^iitalismo rural, sino también otros bastardos, han dado lugar en los tiempos pasados, amparándose en el Estado liberal y parlamentario, a que la transformación más revolucionaria que puede hacerse en el suelo, el riego, se dilate por decenios enteros, impi- diendo la obtención de inmensos beneficios económicos y sociales para la Nación entera. Este fin, «el interés nacional», es justificado en relación con los costes que supuso el triunfo del Nuevo Estado, en la continuación del preámbulo: El clamor de los combatientes y del pueblo y de la sangre derramada por los ideales de «la nueva revolución» exigen no sólo la desaparición de los obstáczc- los que a ello se opongan, sino la colaboración de los diferentes intere- ses para llevar a cabo, con ritmo acelerado, la colonización de gran- des zonas regables (...) y la realización de otros trabajos de alto inte- rés nacional en el secano, que han de tener ^ior consecuencia un ingente aumento de ^rroductividad del suelo español y la creación de miles de lotes familiares donde el cam^iesino libre, emplee esta libertad en sostener y defender, si es ^ireciso, la de la Patria, colaborando a la vez con el trabajo de su engrandecimiento. b) En la Base l.a de esta Ley define lo que llama «coloni- zaciones de alto interés nacional» como aquellas que, trans- formando profundamente las condiciones económicas y sociales de grandes extensiones de terreno, exigen para su ejecución obras o trabajos complejos que, superando la capa- cidad privada, hacen necesario el apoyo técnico, financiero y jurídico del Estado. En este tipo de colonización se incluyen tanto las que se realizan en zonas de secano (apartado A, base l.a), como las que se lleven a cabo en grandes zonas regables (apartado B, base l.a). En las bases 4.a y 19.a de dicha Ley se legitima al INC para realizar cuantos estudios e investigaciones considere precisos, para el cumplimiento de sus fines y proponer la zona así como su proyecto de coloni- zación. c) El Decreto de 23 de julio de 1942 del Ministerio de Agricultura, sobre Colonización Interior, autoriza al INC la adquisición de fincas afectas a dicho Instituto en arrenda- miento forzoso, por el cual se le dan las atribuciones necesa- 375 rias para proponer aquellas que se encuentren en zonas declaradas de interés nacional, a partir de los estudios y tra- bajos realizados en estas zonas con arreglo a la Ley de 26 de diciembre de 1939. También, en el artículo 5.° de dicho Decreto, se autoriza al INC comprar por sí mismo, o en parti- cipación con entidades públicas, aquellas fincas que, por su importancia social, propongan adquirir Diputaciones, Ayun- tamientos u Organismos Sindicales. En este artículo se reco- ge que el Instituto deberá actuar con arreglo al Decreto-Ley de 7 de enero de 1927 del Ministerio de Trabajo, Comercio e Industria, que autorizaba a la Dirección General de Acción Social Agraria para la adquisición de fincas rústicas con fines de parcelación. Este decreto había quedado en suspenso por el Decreto de 12 de abril de 1932, al presentarse ante las Cor- tes el proyecto de Reforma Agraria. Sin embargo, como apunta Nicolás Ortega, el decreto de julio de 1942 no a^iortaba elementos operativos que ^iermitiesen espe- rar una aceleración del ritmo colonizador: se limitaba, en definitiva, a facultar legalmente al INC para que pudiese actuar como un ^rro^ietario más y para que, en consecuencia, pudiese realizar directa- mente en las fincas que adquiriese algunos ensayos de colonizadores -en la limitada medida posibilitada por sus escasas disponibilidades financieras- que, sin proponerse en ningún momento afrontar aque- llas completas colonizaciones que la Ley de 1939 decía pretender, pudiese ayudar a disminuir, de forma tan colateral e insignificante como susceptible de ser argumentada para incrementar la credibili- dad de las expuestas intenciones colonizadoras del nuevo Estado, la absoluta ino^erancia de los procedimientos articulados en aquella Ley de 1939. Ya que, la iniciativa ^irivada, no estaba interesada en asumir la com•pleta colonización de grandes zonas de las que se hablaba (...). Tal decreto parecía constatar, implícitamente, la inutilidad práctica de la Ley de 1939 (19), y N. Ortega, citan- do a Alejo Leal, corrobora este hecho al decir que: la coloniza- (19) Ortega, Nicolás: Política agraria y dominación del espacio, op. cit., págs. 131 y 132. 376 ción de grandes zonas requerza estudios, trámites e inversiones consi- derables y, por tanto, un relativamente largo plazo para su efectua- ción... y optaba por facilitar un jrrocedimiento de intervención esta- tal que, posponiendo realmente las colonizaciones de grandes zonas de las que insistentemente se hablaba, no hacía más que reactualizar las fragmentarias viabilidades colonizadoras de la ^olítica dictato- rial de los años 20; viabilidades que se concretaban en el hecho de que el 1NC ^ttdiese comprar algunas fincas (voluntariamente vendi- das por sus pr-opietarios), y realizar en ellas, mediante ^»-euia parcela- ción y posterior venta á^ilazada, algunas aisladas experiencias de asentamiento de colonos...) (20). 4.2.1. Los asentamientos en la primera etapa, y cómo las fincas llegaron a manos del INC en Extremadura Hasta la segunda mitad de los años cuarenta no se abor- dó de manera seria el problema de los asentamientos en fin- cas de secano por parte del INC, y es durante esta época cuando coincide la intensificación de la guerra soterrada entre yunteros y grandes propietarios en relación con los lan- zamientos, como ya hemos explicado. Este conflicto espolea las acciones del Instituto que, de una forma no planificada, comienza un proceso de instalación de yunteros. Dicho pro- ceso en Extremadura más que ser dependiente de un progra- ma de política orientada a la colocación de aquéllos en fincas previamente estudiadas y en función de su «interés social», estuvo más bien sujeto al azar del ofrecimiento de fincas por parte de los propietarios y a la rentabilidad política, es decir, desde nuestro punto de vista fue un programa sometido a los avatares de la conveniencia política local o regional, sin pla- nificación ni orientación definidas.