9 El Acento Latino Actual En El Béisbol
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184 LATINOS EN EL BÉISBOL 9 EL ACENTO LATINO ACTUAL EN EL BÉISBOL Dada la importancia de los jugadores hispanos y lati- noamericanos, parece que el béisbol va a tener cada vez más un acento hispánico. Los columnistas de béisbol John S. Bowman y Joel Zoss.1 Hoy, los jugadores latinos y afronorteamericanos forman más de un tercio de los participantes de las grandes ligas. Más aún, casi siempre están a la cabeza de las ligas en varias categorías del juego. Un vistazo a cualquier nómi- na de cualquier equipo de grandes ligas o de las ligas menores muestra un sinnúmero de apellidos latinos. Sea que los aficionados se den cuenta o no, los nom- bres conocidos que aparecían en las temporadas —acor- tadas por las huelgas de 1994 y 1995— eran solo algunos de tantos latinos destacados, algunos nacidos en los Estados Unidos, que enriquecían “nuestro pasa- tiempo nacional”. Entre ellos se encontraban los que encabezaban las dos grandes ligas: ganadores del título de bateo como julio César Franco (1991, Liga Ame- 1 John S. Bowman y Joel Zoss: ob cit. Además del libro de Bowman y Zoss, este capítulo se basa en Dan Gutman: ob cit.; Leonard Koppett: The new thinking fans guide to baseball, Nueva York, Simon and Schuster, 1991; Michael Oleksak y Mary Adams Oleksak: ob cit.; Benjamin G. Rader: ob. cit.; Andrew Zimbalist: Baseball and billions, Nueva York, Basic Books, 1992. EL ACENTO LATINO ACTUAL EN EL BÉISBOL 185 ricana), Edgar Martínez (1992, 1995, Liga Ameri- cana) y Andrés Galarraga (1993, Liga Nacional); bateadores de poder y líderes en carreras impulsadas como José Canseco (ganador del título de jonronero en 1988 y 1991 de la Liga Americana, título de pro- ducidas en 1988), Juan González (dos títulos conse- cutivos de más jonrones en la Liga Americana en 1992 y 1993), y Rubén Sierra (título de carreras impulsa- das en 1989). Los latinos se destacaron también en el pitcheo, con gente como Steve Ontiveros, quien ganó el título de menos carreras admitidas de la Liga Americana en 1994 y como Dennis Martínez (ver el capítulo 7). Los reyes latinos del ponche incluyeron a José Rijo de la Repúbli- ca Dominicana, líder de ponches de la Liga Nacional en 1993 y jugador más valioso de la serie mundial de 1990. El venezolano Wilson Álvarez comenzó su brillante carrera con los Medias Blancas de Chicago en 1991, lanzando un juego sin hit. José Mesa, nacido en Florida y lanzador de silbantes bolas rápidas, esta- bleció un récord de ligas mayores, en agosto de 1995, con los Indios de Cleveland, al salvar 37 juegos, en otros tantos intentos en una sola temporada. El 3 de junio de 1995, en San Diego, el dominica- no Pedro J. Martínez, de los Expos de Montreal, se convirtió nada menos que en el segundo jugador en la historia en comenzar un juego y lanzar un perfecto sin hit más allá de la novena entrada. El pítcher derecho de 23 años permitió un doble al empezar la décima en- trada y fue reemplazado por el artista dominicano de la bola de tenedor, Mel Rojas. Rojas, fuerte lanzador de relevo con diez juegos salvados o más en cada una de las tres temporadas anteriores, terminó el partido de un 186 LATINOS EN EL BÉISBOL hit, que ganaron los Expos 1-0. Seis semanas después, el hermano de Pedro, Ramón Martínez, lanzó un juego sin hit por los Dodgers contra los Marlines de Florida. Mientras tanto, los latinos bateaban y corrían las ba- ses tan bien como siempre. En junio de 1995, el jugador de Colorado Andrés Galarraga, nacido en Caracas, Ve- nezuela, se convirtió en el cuarto de ligas mayores en jonronear en tres entradas consecutivas. Dio una paliza de 11-3 a los Padres de San Diego en el Jack Murphy Stadium. En los play offs de postemporada de 1995, el campeón de bateo Edgar Martínez, nacido en Nueva York y educado en Puerto Rico, emocionó a los televi- dentes de toda la nación con sus extrabases, incluidas un jonrón de campo al jardín central con las bases llenas, en la entrada extra que enterró a los Yanquis. El sensacional novato de los Marlines, Quilvio Veras, encabezó las gran- des ligas en bases robadas con 56 de ellas. La lista de estrellas latinas es demasiado larga como para proporcionarla aquí, pero un vistazo a los regis- tros de 1995 incluían estos nombres conocidos (el pro- medio de bateo en 1994 o el récord de ganados y perdidos está entre paréntesis; se pueden encontrar es- tadísticas más recientes en las guías de béisbol que se publican cada primavera): Rick Aguilera (1-4 y 23 juegos salvados) Sandy Alomar, Jr. (.288) Roberto Alomar (.306) Moisés Alou (.339) René Arocha (4-4) Bobby Ayala (4-3) Carlos Baerga (.314) Gerónimo Berroa (.306) EL ACENTO LATINO ACTUAL EN EL BÉISBOL 187 Bobby Bonilla (.290) Andújar Cedeño (.263) Will Cordero (.294) José Félix (.303) Félix Fermín (.317) Álex Fernández (11-7) Tony Fernández (.279) Andrés Galarraga (.319) Juan González (.275) Luis González (.273) Ozzie Guillén (.288) José Guzmán (2 2) Juan Guzmán (12-11) Roberto Hernández (4-4) Roberto Kelly (.293) Javier López (.245) Luis López (.277) Pedro A. Martínez (3-2) Pedro J. Martínez (11-5 ) Ramón Martínez (12-7) Tino Martínez (.261) Raúl Mondes (.306) Bobby Muñoz (7-5) Pedro Muñoz (.295) Rafael Palmeiro (.319) Mélido Pérez (9-4) Luis Polonia (.311) Manny Ramírez (.269) Henry Rodríguez (.268) Iván Rodríguez (.298) Rey Sánchez (.285) Benito Santiago (.273) Luis Sojo (.277) 188 LATINOS EN EL BÉISBOL Sammy Sosa (.300) José Viscaíno (.256) Omar Vizquel (.273) A medida que se ha “latinizado” el béisbol organiza- do, el Departamento del Trabajo de los Estados Unidos y el SIN (Servicio de Inmigración y Naturalización) han desarrollado cierto sistema de cuotas. Este limita a cada equipo a menos de 24 visas de trabajo al año para jugadores extranjeros que “ocupen posiciones, las cua- les según ellos, no las pueden llenar los ciudadanos de los Estados Unidos”, ya sea en las ligas mayores o en las menores.2 Los columnistas de béisbol Michael Oleksak y Mary Oleksak han hecho notar que esto es igual que los trabajadores inmigrantes agrícolas que re- ciben visas temporales para irse al norte a complemen- tar la fuerza de trabajo local”.3 Casi nunca hay visas suficientes para satisfacer la demanda. En 1994, 13 de los 48 candidatos principales para el juego de las estre- llas eran latinos, ¡un significativo 27 por ciento! Si las puertas de migración pudieran alguna vez abrirse más para los jugadores latinos, es posible que se convirtie- ran en una mayoría entre las estrellas. Esto puede parecer imposible teniendo en cuenta la oleada de inmigrantes que inunda al país. En 1995, hubo nuevas propuestas de leyes en el Congreso que reducirían de manera radical el número de inmigrantes y les quitarían derechos que se les habían otorgado bajo leyes anteriores. Pero los dueños del béisbol actúan como 2 Según Rob Ruck: The tropic of baseball: baseball in the Dominican Republic, Westport, Meckler, 1991, p. 85. Ver también Alan M. Klein: “Culture, politics, and baseball in the Dominican Republic, Latin American Perspectives, 22:3, verano de 1995, p. 119. 3 Oleksak y Oleksak: ob. cit., p. 215. EL ACENTO LATINO ACTUAL EN EL BÉISBOL 189 los dueños de las agroindustrias de la nación. Buscan, y casi siempre consiguen, tratamiento especial para “sus” inmigrantes.4 A pesar de la gran presencia de los jugadores latinos, incluidos superestrellas, el racismo no ha muerto en abso- luto. En 1987 y en 1992, dos escándalos que implica- ban observaciones racistas por parte de algunos altos ejecutivos del béisbol llevaron a los aficionados a la deses- peranza respecto de la posibilidad de integrar verdadera- mente alguna vez al béisbol. El primero ocurrió en el año del centenario del establecimiento de la primera barrera oficial del béisbol en cuanto al color de piel, y el día en que se cumplió el cuadragésimo aniversario del año en que Jackie Robinson fue novato. Al Campanis, vicepre- sidente y gerente general de los Dodgers de Los Ángeles, concedió una entrevista a Ted Koppel para el programa Nightline de la cadena de televisión ASC. Koppel le preguntó a Campanis si los prejuicios eran la razón de que hubiera tan pocos administradores, entrenadores y ejecutivos negros. “No, no creo que sea el prejuicio —contestó Campanis—. Creo en verdad que quizá no tengan algunas de las cualidades para ser, digamos, un entrenador de campo o quizá un gerente general”. Asombrado, Koppel sugirió que esto sonaba como la “basura que escuchábamos hace cuarenta años acer- ca de los jugadores”. Campanis respondió con una se- rie de comentarios divagantes que solo empeoraron las cosas: “No, no es basura, señor Koppel, porque yo ju- gué en un equipo universitario y el jardinero central 4 Para mayor información acerca de los problemas de los trabajado- res migrantes y de la inmigración, ver “Sanctions against legal immigrants”, Hispanic, junio de 1995, p. 10, y James D. Cockcroft: Latinos in the making of the United States, Nueva York, Franklin Watts, 1995, caps. 1,3y6. 190 LATINOS EN EL BÉISBOL era negro... ¿Por qué los hombres negros, o la gente negra, no son buenos nadadores? Porque no tienen la viveza... Nunca he dicho que los negros no son inteli- gentes... Tienen gran talento y una gran musculatura... Son ligeros, y esta es la razón por la que hay muchos beisbolistas de ligas mayores. Ahora bien, en cuanto a tener los antecedentes para convertirse en presidentes de un club, o presidentes de un banco, no lo sé”.5 Se produjo un alboroto nacional.