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Poesías y Prosas de

EX LIBRIS VALA. HEMETHERH VALVERDE TELLE2 ÌilAMOiSC Episcopi Leonensis

Edición Ilustrada.

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» Tip. "El Reg Capìììa Alfonsina Biblioteca Universitaria 40454

Habiéndoseme agotado los pocos ejemplares que me quedaron del fo- lletín en que dio á lu? este librito "La Linterna de Diógenes" en 1901, me atrevo á hacer una segunda edición, animado por la bené- vola acogida que se ha servido darle la T^eal Academia Española. Casi todas estas composiciones fueron escritas del año 58 al 68 del pasado siglo, en RATOS VERDIDOS y, por lo regular, horas tristes de mi vida, y he omitido muchas relativas a asuntos pasajeros ó de circunstancias especiales, que carecerían ahora absolutamente de interés y actualidad, y si he hecho ligeras correcciones y cambios á algunas de ellas, no he alterado su forma y fondo primitivos, para acomodarlas á mi modo de ser y circunstancias presentes, porque las desnaturalizarla por completo y \eria necesario rehacerlas ó suprimir- las todas. La primera edición salió plagada de errores y faltas por la premu- ra del tiempo en que fué dispuesta, las más veces, sin que yo hubiese revisado las pruebas, en que me había reservado dar la última mano á aquellos borrones, que en parte habia publicado allá-en los primeros años de mi juventud, en hojas sueltas de periódicos de esta ciudad. Sólo pongo de nuevo en esta edición, ó he reformado, las tres últi- mas composiciones de A ELLA.

EL AUTOR.

FONDO 8*®L 003147 ÍIEAL ACADEMIA

cuya vida guarde Dios muchos años.

Madrid: 4 de diciembre de 1903.

EL SECRETARIO, M. CATALINA. (una rúbrica)

Sr. D. Francisco J. Zavala.

Méjico-Guadalajara—Ocampo, núm. 22. Un fm «le mío.

i.

Bajo el trono de luz en que fulgura La gloria de Jehová tres veces S3nt0, Esfúmase un anciano cuyo manto A todas las criaturas sombra da. El modera esa luz que abrasaría Con su urente fulgor á los querubes, Haciéndola llegar por entre nubes Al Empíreo y al cosmos material.

Mide con su cetro micrométrico, Del éter las sutiles vibraciones Que en un instante ondulan por millones, Y el curso parabólico del sol. No se escapa un microbio á su dominio, Ni el dolor, niel placer, ni el pensamiento, Y cuanto admite duración ó aumento Rinde pleito-homenaje á su reloj. Sólo al Eterno su poder no alcanza; Pero el ángel le dobla la rodilla, Porque si libre está de su cuchilla, Pasa por él á la eviternidad. Nadie pudo hasta ahora definirlo: Kant le llamó "la forma de la idea," Condición esencial de lo que dura: Y el divino Tomás opina, sea Mientras haya una sola criatura, Lo primero creado, nada más. Habrá en sus actos antes y después. Ese anciano de siglos á millares Tiempo y e?pacio son dos abstracciones No pierde su vigor y lozaiva, Que sólo existen de hecho en lo finito. Y jamás su clepsidra se vacía Y que, aunque el hombre viva en su circuito, Y ni baja siquiera de nivel. Darles no puede plena explicación. Un grano va á caer de su arenero, Porque ¿qué es el presente que no dura Y ese grano es el año agonizante, Y se escapa y se pasa en el momento Que no puede siquiera un sólo instante Que quiere analizarlo, el pensamiento, El universo todo, detener. Y sin embargo, nunca pasa en Dios?

La ampolla superior se mira llena Quizá por eso nuestra vida misma De un futuro caótico y disyunto Es un rayo fugaz, estrella vaga Que pasa del presente por el punto, Que atraviesa la atmósfera y se apaga Más rápido que el sol por el cénit: Sin que quede ni rastro de su luz. Vivimos de esperanzas y recuerdos Como una chispa eléctrica instantánea Que no tienen su sér más que en la mente, Que brilla y se despeña en un abismo. Que sólo enlaza el hilo de un presente, Muchos años vendrán; pero este mismo Que carece también de magnitud. Nadie podría hacerlo revivir: El pasado no existe sin recuerdo, Como una ola tras otra, del océano Y es lo mismo que nada si se olvida; Sin dejar otro rastro ni memoria, El futuro tampoco tiene vida, Que una frase monótona en la Historia, Porque deja de ser luego que es. Que á la postre también se ha de olvidar. El presente es el punto en que se tocan Y sin embargo pretender borrarlo, Esos dos misteriosos enigmáticos Reducirlo á la nada enteramente, Que son como los puntos matemáticos, Ese es otro imposible: hay una Mente Obscuros y muy claros á la vez. En que el pasado vive y vivirá.

Pero EL TIEMPO ¿es tamañoó movimiento Que se mide á sí mismo en su carrera. ? ¿Si la Tierra su curso detuviera, Dejarían los siglos de correr? — El tiempo no es substancia; pero es algo, Del tesoro del culto se apodera, Proscribe ceremonias y hermandades, % Y en nombre de funestas libertades, II. Condena la del voto y la virtud

Había un mundo antropófago y abyecto o Que al ídolo adoraba de la guerra, Y Dios compadecido de esa tierra, III. A sus playas manió la Ley de Paz. El apóstol cumplió su cometido: ¡Adelante: pasad años futuros, Famélico y descalzo predicóla, Venid á recoger lo que os destina Resonando en la América Española La insatisfecha cólera divina, La palabra de vida y de verdad. De sangre, de rapiña y de opresión! Pero el colono, aventurero sórdido, Pasad, pronto pasad: que nuestra historia La falseó con ética avaricia: No recorra la hipérbola porcuna Su caridad es lúbrica sevicia De Juliano, Marat y la Comuna, Y su nobleza, tiranía vil. Y luego el salvajismo más atroz: Entonces el feroz Huitzilopoxtli Que se sacie la furia asoladora Recobró poco á poco su dominio, Del dios á quien rendís pleito homenaje, Y el ángel infernal del exterminio, Y hartos de bacanal y de pillaje Alióse con el genio de Caín. Tornad á vuestros antros otra vez. Que pase cual turbión vuestra avalancha La lúe de Simón llegó al Santuario De traiciones, de anarquía y de lodo, Provocando el escándalo y el cisma, Para ver si despunta otro periodo Y la Impiedad con tóxico sofisma En que el sable no sea única ley. Confundió los abusos con la fe; Y fingiendo atacar esos abusos, ¡Oh Dios de los ejércitos! aplaca Proclama libertades y reformas La santa indignación de tu justicia, Que de progreso en deslumbrantes formas, Y que el ángel del odio y la nequicia Sólo encubren hipócrita avidez. Envaine su felónico puñal. El ara ensangrentada romperemos. Echa abajo los templos y los claustros Que alzó Chimalpopoca á la matanza, Y secuestra hospitales y colegios, Y cantares de amor y de alabanza Penando como infandos sacrilegios Se alzarán á tu nombre en su lugar. El porte de sotana y de capuz. Es sólo ir dando vuelta á ese camino De nacer y penar para morir: Si sus miembros no pueden otra cosa, Cediendo á sus instintos naturales, Que seguir procreando otros iguales Que recorran esa órbita fatal. Pero si el mundo es máquina sublime En que todos los seres se encadenan Hasta llegar al hombre á que se ordenan, ¿Cómo, sólo él, un fin no ha de tener? El sol y demás astros en sus giros Hacen que la tierra dé sus frutos: Con estos aliméntanse los brutos, Y todo, el hombre lo aprovecha en sí. ¿Cómo, si el resto pues, del universo, En la vida, pasajera Con harmonía unísona camina, Temporada hay de ilusión El hombre solamente desafina En que el hombre, incauto espera Y no es útil ni á sí, ni á los demás? Otro tiempo, otro mejor. Vemos que el poder más engreído, Y las horas se deslizan Llámese Marat ó Caracalla, O se arrastran, según son; Tiene que temblar bajo su malla Pero nunca realizan Al recuerdo de Booth ó la Corday. Esos sueños de arrebol. Y aquel que se fatiga y se desvive ¿Dónde existe la morada Por el oro, la gloria ó la hermosura, De h dicha, dónde pues, Si logra conseguir lo que procura. Que jornada t^as jornada, Sólo logra una amarga decepción; Más se aleja cada vez? Porque ¿qué afortunado de este mundo ¿Qué es el alma qué es la vida, Después de poseer lo que quería, Y la muerte qué cosa es? No sigue deseando todavía ¿Es un sueño, una partida, Y persiguiendo un nuevo MAS ALLA? Es la nada ó renacer? * Nadie de tantos que la copa apuran * * Del placer que á los lejos les deslumbre, La humanidad es círculo vicioso, Ha podido llegar hasta la cumbre Es cadena sin fin, si su destino Donde ya no haya anhelos ni inquietud.

UNIVERSIDAD DI NUEVO LEON BiMloíeta Velrnde y TeUez Si fuera, pues, del circo en que luchamos, ¿Es un instinto falso un torpe engaño No hay una dicha, una presente gloria, Que emponzoña al mortal desde que nace, Aquí es sólo un sarcásmo la victoria, Y cuyo último y sólo desenlace Una bufa ironía y una traición. Es un poco de polvo, y nada más?

* * * Cuando ha pasado de la infancia el joven, Echa de menos la su edad primera, Y á su vez el impúber desespera Por ser adulto y como tal, vivir: Entra en el mundo, áurea mariposa, Creyendo hallar floridos horizontes. Y allá, atrás de los cerúleos montes Piensa estrechar al ángel del placer; Y en laberinto incógnito se intrinca Sobre subterráneo plutonismo: A un lado, el imposible; al otro, abismo, Y al frente, un infinito MAS ALLÁ. De la virgen que vive idolatrada m En el paterno hogar, el caro sueño Es, en los brazos descansar de un dueño, So cabaña de flores y bambú. Arde, por fin, de Himeneo la antorcha, Pasa la primavera y el estío, Y en la estación del inclemente frío Esa antorcha no da luz ni calor. Y el magistrado envidia la labranza, Y el labrador del: foro los azares, Y el de tierra suspira por los mares, Y el marino la playa por pisar. Pero esta aspiración de varias formas, Satisfacción entera nunca alcanza, Pues vive de recuerdos ó esperanza Y nunca en el presente halla quietud: He creído mirarla tras la nube Con que á veces el sol en Occidente Suele ocultar su moribunda frente Cuando el ave le da su triste adiós; Y en la voz que se escapa del desierto, Gigante, magcstuosa y solitaria, He escuchado el rumor de una plegaria Que sube por Bolívar hasta Dios.

Acaso la deidad del Nuevo Mundo Es Bolívar Héroe de los héroes Que mora en sus boscajes y florestas, Y patriarca inmortal de la victoria, Colocó en la más alta de sus crestas El sol de libertad, el sol de gloria La campana de sacro somatén; Que en el cielo de América se alzó. Y el solemne tañer de esa campana He escuchado en la noche unos sonidos Oyóse resonar de monte en monte, Que murmuran las selvas y los mares... Y una estrella se alzó en el horizonte, Son el eco tal vez de los' cantares La de la Buena Nueva de Belén. Del ángel que á Bolívar custodió. El ángel del valor vistió su cota He visto por las tardes en Oriente A ese genio mimado del destino, Dos hermosas estrellas enlazadas, Prestóle su arrebato el torbellino, Y a' campo de sus luces argentadas Y su aliento de trueno, el huracan; La cifra de su nombre descubrí. Su consorte fiel fué la Victoria He buscado su sombra misteriosa Ornada con los lauros del guerrero En el valle, en el monte, en las praderas, Que, al levantar su electrizante acero, Sólo en un viejo bosque de palmeras Le ceñía invisible talismán. A la luz del crepúsculo la vi. La libertad en su radíente carro Tirado por el dios de la batalla Apagó los volcanes de metralla (1) Inserto aquí esta composición de Abigaíl Lozano, porque Que en torno vió del adalid arder prendado de los vuelos y arranques que tiene, preciosísimos, Sobre el mármol, Bolívar, de tu gloria pero que se deslucen con algunos descuidos, flojedades é in- No levanta sus nubes el olvido, correcciones, la reformé como si hubiera sido mía, cambián- Que el laurel que á su margen ha crecido, dole hasta octavas enteras: reformas que el inspirado vate Cuando lo quema el sol, vuelve á nacer. suriano tal vez rechazaría. RATOS PERDIDOS

Porque es tu nombre faro rutilante Y Dios llamando á su ángel favorito, Que brilla como un sol en el espacio, Le enseñará una nueva melodía Iluminando el áureo palacio Que te arrulle en tu sueño noche y día Que en América alzó la libertad. Al lado de su fúlgido dosel Y la pléyade de astros que circundan Como aureola, su esplendente llama Tu porvenir, Bolívar, son los tiempos. Sus satélites son que el mundo aclama, Las coronas de Dios son tus coronas; Porque tu luz les da su claridad. Y el inmenso raudal del Amazonas, Las aguas que fecundan tu laurel. El viento de la envidia tempestuoso. Ronco rugió sobre tu egregia frente, Mas no pudo su soplo maldiciente El lauro marchitar de tu virtud. Cuando este siglo trémulo y caduco Vaya á exhalar su aliento postrimero, Dirá al que venga:—guarda este letrero, Nombre de un héroe, en la Cruz del Sud.

Y cuando todos queden confundidos En los yertos escombros del pasado, Entre nubes de incienso irá llevado Ese tu nombre, en triunfo ante el Señor. Y El mandará grabar sus letras de oro En las tablas de vida de las arcas, Donde el suyo eternizan los Patriarcas, Con esta subscripción: "LIBERTADOR."

Seco ya de la vida el ancho río, Vuelta la Tierra al primitivo caos, Dirá una voz de trueno ¡levantaos! Y una palma á las nubes se alzará. Sobre la fronda de su glauca copa Bajará una paloma de los cielos Que, de negra tiniebla entre los velos. Tus hazañas gloriosas cantará. De la margen de tu río Y de sus frescos jazmines, De tus huertas y jardines Guardo mil recuerdos mil!

Y de tus noches 'TIV.MO, De serenata? En que la luna (Letra para una habanera.) Se ve lucir, De tus canciones Eres cestillo de flores Y tus sonatas En hamaca de verdura Nunca me olvido, Mecido por aura pura, Tepic! Tepic! ¡Oh reina del Nayarit!

En mi tedioso Triste retiro Sólo me agrada Soñar en tí; Ya me parece Que te respiro Cuando en tí pienso, Tepic! Tepic!

Los cristalinos arroyos En que juegas y te bañas, Las pintorescas montañas Que te hacen cerco gentil;

Y tus praderas, Tu verde Loma Que se tapizan De oliente anís; Y tu aire rico Con tanto aroma, Te hacen un cielo, Tepic! Tepic! Cada ser adorándole á su modo, Porque al imperio de su fíat fecundo Emergió de la nada el mundo todo. De El dependen los reyes y raciones Que hunden ó yerguen la soberbia frente; Sólo, al través de mil generaciones, La voluntad de Dios es permanente. Perecerán aquellos que en su insulto -Saluto ;<;<;<((. A otro dios ó á otra ley den preferencia; Sólo los pueblos que le rinden culto, Ya" que los buenos la alegría sienten Le tendrán de su parte y por herencia. Y del divino amor lo dulce saben, Tendió Jehová la vista desde el cielo Que á Dios imploren y su nombre mienten Y de Adán en la prole la fijó: Y su bondad y su grandeza alaben. Miró de su pensar, audaz el vuelo, ¡Confesad al Señor llenos de gozo. Y todos sus designios penetró: Y al cielo vuestra voz sea llevada Fué para El, como arista la pujanza, En cantares de místico alborozo El oro y los ejércitos, mentira, Y en arpegios de música sagrada! Y ni huyendo cual rayo hay esperanza Cantad á Dios cuya palabra recta De libertarse del poder de su ira. Es de las almas el sabroso pan, Pero al que Dios su corazón entrega Y cuyas obras de verdad perfecta Fiándole las llaves de su suerte, Siempre fieles á su ley serán Le hará esforzado en la mundana brega Cantad á Dios que á los humildes ama Y vida le dará en la misma muerte. Y los campos más fértiles endona: En Tí esperé, Señor, cansado y triste, A aquel que de la nada al cielo llama Y á Tí la voz alcé en mi desconsuelo; Y con miles de soles lo tachona; Y Tú mis esperanzas complaciste Al que encerró las negras tempestades Tendiéndome la mano desde el cielo, Que vagaban sin rumbo en el espacio, ¡Gracias, Señor!, .y borra en tu clemencia, En la mar, y con mil preciosidades De mi vida anterior las huellas malas, Hizo un museo de ese hidrofilacio. Cubriéndome tu santa Providencia Con el amor de sus divinas alas. Que ante su nombre se prosterne el mundo, Y si te apago á tí, luz de mi vida. Para mí como el sol y muy más bella, ¿Dónde el fuego encontrar de Prometéo Que de nuevo tus ojos encendiera?

(Deja la lu{ en el suelo) OTHEl/O. Cuando tus flores marchitado hubiere ¿Cómo, otra vez, tan vivas y tan frescas (TRADUCCION LIBRE DE SHAKESPEARE.) Volverlas á poner? Sobre su tallo Es preciso aspirar la dulce esencia.

MUERTE DE DESDEMONA. (La besa) A la misma Justicia avergonzada Una alcoba .—Desdemona dormida en su lecho.— Tentaría tu aliento de pureza, Entra Othelo con una bujía y una espada en A destrozar su espada, y de rodillas la mano. Adorarte, creyendo en tu inocencia, ¡Otra vez más aún! (La besa) Matarte puedo, OTHELO. Pero ¡oh fatalidad! ni cuando muerta, Ni nunca he d^ poder .. .sino adorarte. Por eso, sí, por eso; porque mi alma — ¡Otra vez nada más—la última sea! Mas ¿habré de decíroslo; ¡oh estrellas! (La besa) A vosotras tan limpias y tan puras? . ..¿Y he de verter la sangre de sus venas? ¡Que jamás en el mundo habrá ni ha habido Y su nevada piel tan transparente Una fatalidad más dura que ésta! Cómo alabastro y, como rosa, tierna, Debo llorar y lágrimas muy crueles ¿Habré de desgarrar? ¡Oh, nunca, nunca! Que en mi alma triste como plomo pesan. ¡Tenerla que matar siendo mi vida! ('Díja caer la espada) .. .¡Pero debe morir! ¡Que otros no sean DESESPERACION DE OTHELO. Víctima como yo de tanto hechizo. OTHELO. (;Tausa) Mirad tengo una espada: otra más buena Si yo soplo esta luz, la llama vuela; No ha colgado del cinto de un guerrero; Mas si después que sople me arrepiento, El día recuerdo que me abrí con ella Otra vez á encender puedo volverla; Vosotros lo sabéis;—pero no es eso. Paso por entre cientos de enemigos. Si alguna vez al historiar proezas, Pero ¡vana fortuna! quién pudiera Habíais de mí, pintadme como he sido: Adivinar tus cambios—No así ahora; Decid que fué frénetico y sin meta No me temáis, aunque la lleve puesta. Othelo en el amar; mas, que amó tanto, Llegué al fin de mi viaje: aquí mi nave Que sin ser muy ligero á las sospechas, Al imán de la brújula tropieza. Dominar se dejó por un esclavo; ¿Os vais atrás?-Es precaución inútil, Y como cierto avaro de Judea, Pues ya no tengo ni valor ni fuerza: Que por ponerla á salvo de un pirata. Tended un junco al corazón de Othelo Botó á la mar su más valiosa perla: Y le vereis que para atrás se pliega Hablad de un desgraciado cuyos ojos. Cual si la vida prefiriera á todo.... Empedernidos antes en la guerra. ¿Dónde irá Othelo ahora... ¿qué le queda.. ? Más lágrimas vertieron que la Arabia —¡Tú mirada es de mártir! Si en el cielo, Ha goteado bálsamos y esencias: Donde espero encontrarte, una como ésta Y después de eso y más, agregareis Se leyera en tus ojos ¡Desdemona! Que un rico comerciante de Venecia Al infierno huiría para no verla Fué una vez en Alepo maltratado Fría como la estatua del recato Por un turco sin ley y sin conciencia Estás, amada mía. ¡Maldito sea Que desolaba la comarca toda. El instante fatal en que di crédito Y que al fin, de e.se turco hice yo presa, De Yago vil á la envidiosa lengua! Y asiéndolo del cuello, con mi espada Por compasión, ¡oh Furias infernales! Su pecho atravesé de esta manera Arrancadme de aquí; donde no vea (.SV mata) Esta escena que mi alma despedaza: Llenadme de suplicios y de penas, Sumergidme en acero derretido, En pestilente azufre é hirviente brea; Pero lejos, muy lejos-¿Desdemona? ¡Oh, para siempre, para siempre muerta!

SUS ULTIMAS PALABRAS.

OTHELO.

Una palabra oidme solamente: Al estado serví sin recompensa, Otros, parece, viven felizmente Agotando el placer que á mi me hostiga; ¡Quiera Dios les perdure el aliciente Que del mal que yo siento les abriga! Yo vivo de pasada y como en viaje, De verdugos recuerdos escoltado Y trayendo la gloria en mi equipaje, A (M'BsS, De haber lo peor siempre apurado.

(IMITACIÓN DE BYRON. ) —¿Y cual es lo peor?—Oh! no lo inquiera Tu curioso interés. Es el abismo Tu sonrisa de plácida alegría En donde Satanás se desespera, Contrasta con el ceño de mi frente Y humano el corazón lleva en sí mismo. ¡Ojalá que no venga triste día Que tengas que llorar inútilmente! ¿Quieres saber el íntimo secreto Que corroe mi juventud y mi alma, Que me tiene insensible á todo objeto Y ni siquiera tu cariño calma? No es odio ni ts amor, ni de la gloria La funesta ambición lo que me apena Y nubla con sus sombras mi memoria Y de fastidio, sin cesar me llena: Es el cansancio que me causa cuanto Enantes excitara mi deseo; Para mí la beldad no tiene encanto, Y en tus ojos un rayo apenas veo. Es la fatal, inexorable suerte Del Judío de la fábula, errabundo, Condenado á no hallar nunca la muerte Y á vagar sin descanso por el mundo. ¿Cómo huir de sí mismo el desteri ado Y apagar su memoria en un momento, Si á dondequiera le persigue airado Su demonio incansable-—el Pensamiento? La mujer la comparte y la mitiga Y la premia de sobra en el hogar: Mientras que sufre con valor heroico El anatema que tocóle, sola, En aras del amor ella se inmola Hasta exponerse á desastroso fin. Ella es la gloria, la virtud, la patria; Y si es dulce morir por esos seres, Es porque gloria y patria sin mujeres No es posible siquiera concebir.

Esposa, madre ó virgen de los claustros, Hija sumisa ó cariñosa hermana, Siempre será de la ternura humana, La expresión más perfecta, la mujer. El hombre es el rigor inexorable, La vindicta, el talión y la sevicia; Y la mujer cual celestial caricia, Compasión y dulzura siempre fué:

Siempre enjugando lágrimas ajenas, Templando de la vida los rigores, La suya gasta en esmaltar de flores La senda triste que á la muerte va. Condenado el varón desde el pecado, A adquirir el sustento con fatiga, Por instinto obedece á ese resorte: Bien puede del amor errar el norte. Pero no independerse del arnoi : Es ley ineludible de las almas. Como el astro sigue una en su camino, Como el bruto siente otra en su destino, Porque todos la suya han de tener. Por eso no formóse al mismo tiempo II. Al hombre y la mujer su compañera, Para que aquel, en tanto, comprendiera *X AMOR, Que so.'o y sin amor, no estaba bien. Como el humo de incienso que se eleva En hélices azules á los cielos, Así el amor en atrevidos vuelos Levanta al hombre y lo asemeja á Dics; Es aquel soplo de virtud suprema Emanado del seno de Dios mismo Que animara á las aguas del abismo, ,Y al Empíreo, de ángeles pobló. El amor es la fuente de la vida. El que formó ron su poder al mundo, Forque Dios es amor, amor fecundo Que de la nada hace brotar la luz; Y el que animara con su aliento al hombre, El Autor de lo bueno y de lo bello, En su es] íritu puso ese destello Para marcar su noble celsitud. Perfume que los ángeles respiran Como elemento de su dicha inmensa Y de que Dios por su bondad condensai Un grano en nuestro pobre corazón. Por eso en el torrente de la vida, Descenderá al odioso salvajismo De las tribus del Africa central. Faltaba la mujer, faltaba ella, De todo el Paraíso la alegría, Paitaba el hechizo y la poesía III. De su dulce mirar y sonreír. Y aunque rey soberano en su planeta m, PARAISO. Fuese Adán, sin rival y sin contrario, Era un rey errabundo y solitario, Y de todos, el sér más infeliz. ¿Que podía faltar al rey del mundo Y aquel Edén cuajado de prodigios, En medio del Edén de las delicias, No pasaba de un páramo desierto Para que echase menos las caricias Donde todo callado, todo muerto, Que no pudo siquiera imaginar? Era tan sólo triste soledad. ¿Acaso no tenía en esos sitios El dormido murmurio de la fuente, Aves y fuentes, árboles y frutas, La fresca sombra de la enhiesta palma. Altas montañas y sombrías grutas De la floresta la anodina calma Con cascadas de líquido cristal? Sólo sueño podían provocar. ¿Faltaban por ventura auroras bellas, O siestas con zureos de palomas, Tardes llenas de efluvios y de aromas Y noches de argentina esplendidez.' Faltaban, á la brisa su frescura, Luz á los astros, á las aves cantos? Si faltaban!—Faltaban los encantos De esa flor de las flores, la mujer-,

De esa flor tan preciosa para el hombre Que, al trepar lo escarpado de la vida. Con la mano sangrienta y aterida La llega entre las peñas á alcanzar; De esa flor que si torpe la profana Como objeto de impuro sensualismo. Tú eres la Hermosura del Tiesto. La Venus que al Amor hizo vivir! (1) Sólo quiero acordarme que eres bella Como de Dios magnífico presente, No la que engendra ese áspid comburente De que hizo un dios la antigüedad gentil.

Fuiste un sueño de Adán, pero tan puro Como el beso de un niño, como el cielo. Por eso del rudor el cauto velo No había menester tu candidez. Pero Satán, el odiador terrible, (2) Por envidia sedujo tu inocencia, Haciéndote creer que con la CIENCIA, Igual á Dios, el hombre llega á ser.

IV. Y empañado con su hálito corrupto El diáfano cristal de tu alma pura. Jchova entonces, tierno padre, mide El paganismo, sólo tu hermosura Su liberalidad por su cariño: Material, en un mármol conservó. Quiere que al despertar el hombre-niño Caístes! — y dos mundos recibieron Le sorprenda un obsequio digno de él. La tradición genésica en su historia: Y sonrióse de amor al contemplarle El mundo de Luzbel guardó tu escoria Como á su imagen, de perfecta hechura: Para rendirle idólatra ovación: Y ese sonreír fué una criatura Y los hijos de Dios te dieron vida Que Adán al despertar llamó mujer. En la mujer del divinal Esposo, ¡Eva. (1) madre, mujer, sueño sublime. Que era la Madre del Amor Hermoso Centro de admiración del Eliseo,

(1) El tipo plástico de la mujer es Venus, de donde sale ve- (1) Eva antes del pecado fué llamada /sha que el intérpre* nustas, que significa la hermosura de la forma. Deseo se dice te latino traduce virago, es decir varona ú hombra (hembra). De •irago se formó la palabra virgo, en español, virgen. La pri- en latín cupido, que fué el hijo de Venus y que es llamado Amor. mera mujer, después del pecado fué llamada Hava que signi- (2) Satán en hebreo quiere decir el que odia, de la raíz sa- fica madre. tán odiar. Y la santa esperanza de otro fin. [1] ¡Jova pater ó Júpiter excelso! Tú que nos diste en la mujer arrimo, No formada de espuma ni de limo, [2] Sino del propio corazón viril. Perdona á nuestra raza degradada Si dirigió su instinto de ventura A fa ¡iarlo en la estética hermosura, Por sí sola, sin vida y sin virtud; Ya que caída la Eva primitiva De belleza y bondad casto modelo, V. Más pura que los ángeles del cielo Fué otra mujer, más limpia que la luz. MARÍA,

Miriam la Teotokos, microcosmo, O trasunto del mundo en miniatura, Superior á cualquiera criatura Del orden material ó espiritual. ¿Qué gloria puede haber, qué maravilla W Que no brille en el halo de su nombre? Ella salvó con su entereza al hombre, Con su pura y divina caridad. El ideal sublime femenino, Ella restableció con su modestia Pisando la cabeza de la bestia [1] Mater pulchrae dilectionis ac sanctae spei. (Ecl. XX, IV, 24). Que habíalo convertido en deshonor. Nótese que el amor concebido por esta otra madre es dilectio, Ella es la harmonía del universo que significa amor racional ó por elección, á diferencia de cu- En que Elohím el Alto se recrea, pido, que es codicia, amor material y sensual; y que la hermo- Y que si cupo en la divina idea, sura que aquí se menciona es pulchritudo, de pulcher, plus No la abarca la humana concepción. \churus, más querido, y no de venustas. Ella es la Mujer por excelencia, [2] Se dice que Venus fué formada de la espuma del mar, I/.i virgen y la madre al tiempo mismo; por lo cual se le llama Aphrodita. Rvm« pedidos. 41

Pero jamás á su hijo, madre alguna Dos formas acabadas de heroísmo, Por el ajeno bien sacrificó. Dos tipos superiores de mujer. Eva es el tipo del amor liviano, Ella, por el amor de Dios al hombre. De ese amor que, frenético, arrebata Del plan de la creación es fiel compendio, Y que nada respeta: quema y mata, Y al mismo tiempo es el más puro incendio Guiádo por torpísima ilusión. De amor á El, y celo por el bien. María es el tipo del amor divino Su epopeya de mártir sin segundo, Que heroísmo sobrehumano inspira La cantaron desde antes los Profetas; Del que sereno, sin orgullo ni ira, Un arcángel y un rey son sus poetas Por cumplir su deber sufre hasta el fin. Y la Aguila de Patmos, campeón. Eva por el logro de un capricho, El Egipto y la Hélada tan fértiles De insana rebelión alza la enseña En héroes y en hazañas grandiosas, Y en abismo de males, no desdeña No imaginaron una, entre sus diosas A la humana familia sumergir. De tal abnegación y tal valor; Y María, la reina de los mártires. De esa noble humildad de la que sabe Asiste entre enemiga muchedumbre, Que está sobre los ángeles del cielo, Sin lujo de valor ni pesadumbre, Que al corazón domina y mata el celo Al infame suplicio de Jesús. Que pudiera excitar su excelsitud. De pié, (1) sin arrebatos ni desmayos. Y como todo su poder lo emplea Sin lanzar un reproche ni una queja, En proteger al infeliz y al niño. El sacrificio consumar le deja El mundo se proclama con cariño, Entre oprobios y burlas, en la cruz — Subdito de la santa hija de Kuth. ¡Eso no hacen las madres de los hombres! Verosímiles son esas mujeres Si no hubiera más prueba, ésta sería Que con lloros, intrigas y pasiones Suficiente por sí, de que María Han jugado con reyes y naciones Es la madre del Verbo Redentor. Como piezas de juego de ajedrez; Por eso me descubro ante tu estatua, Se pueden comprender las Cleopatras Y al pronunciar tu nombre de aureola Y á Safo y á Lucrecia con su idea: Se dobla mi rodilla por sí sola Es posible la heroica Macabea Adorando en su trono al mismo Dios. Y la valiente timidez de Esther; Pero nunca en la historia ó en ficciones (1) Stabat mater. -~Stare, significa estar de pié. Una virgen obscura hizo fortuna, El recibió la vara misteriosa De raíz de Jessé, que fué su esposa.

La vara de Jessé que vió Isaías (1) Brotó en su mano el lirio del Mesías.

¿Qué se pide á José que no conceda? ¿Qué se puede pedirle, que él no pueda?

Se conmueve ternísimo á los ruegos De los pobres obreros y labriegos. SUSTIO rs SUELTOS Jesús le amó y obedeció en su vida: ¡/lie cayeron de aeróstatos, en la festividad ti- ¿Podrá negarle ahora lo que pida? tular de San José, el año de De jefes de familia fué modelo 181)4, en Zapotláu. Ei que tuvo á su cargo al Rey del cielo-

No quiso Dios por padre á un soberano. Amó Dios á José de tal manera, Prefiriendo mejor á un artesano. Que por hijo á su Verbo le cediera. ¡Gloria al modesto oscuro carpintero Eligiólo Jesús para su padre, Cuyo nimbo ilumina al mundo entero! Y sujetóle hasta á su misma madre. Ennobleció el trabajo y lo bendijo ¡Cuál su acendrada castidad seria. Sosteniendo con él, de Dios al Hijo. Que el Cielo le confió la de María! (1) Hé aquí las palabras del Profeta: Et egredietur inga de Creyó de Dios, el fruto de su esposa: radice Jesse, et /los de radia ejus ascendent. "Saldrá una vara de ¡Ni la fe de Abraham fué tan pasmosa! la raíz de Jessé y una flor se levantará de esa raíz." Por eso Sin la fe del esposo de María, se representa á San José con un tallo de azucena en la mano, Toda la Religión vacilaría. y este tallo con una flor en su vértice. La leyenda, de que materialmente floreció en su mano una vara seca, es una con- Fué el Gran Sacerdote, fué el Patriarca fusión de esta alegoría misteriosa y, de otra manera, subli- Que de la Nueva Alianza guardó el Arca. me. La vara que floreció en su mano sin el concurso fecun- dante ordinario del terreno, es María, y la flor ( flos en Fué por su misma castidad fecundo: singular) es Jesucristo. Padre llamóle el Hacedor del mundo. 44

Si el seno de María fué relicario, El guardián fuiste tú, de ese santuario.

Este pueblo te aclama por patrono Y su abogado, ante el excelso trono.

¡Santo nutricio del divino Niño, Acepta de tus hijos el cariño!

Protégenos, José, bajo ese manto Con que cubriste al que es tres veces santo.

Zapotlán te proclama acordemente Patrono de su iglesia y de su gente.

Eres patrono de la Iglesia entera; Mas de nosotros, de especial manera.

¡Sea bendito el nombre, una y mil veces De aquel que oye benigno nuestras preces! 44

Si el seno de María fué relicario, El guardián fuiste tú, de ese santuario.

Este pueblo te aclama por patrono Y su abogado, ante el excelso trono.

¡Santo nutricio del divino Niño, Acepta de tus hijos el cariño!

Protégenos, José, bajo ese manto Con que cubriste al que es tres veces santo.

Zapotlán te proclama acordemente Patrono de su iglesia y de su gente.

Eres patrono de la Iglesia entera; Mas de nosotros, de especial manera.

¡Sea bendito el nombre, una y mil veces De aquel que oye benigno nuestras preces! MM MUNINJS. i.

I)ON TEODOSIO.

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PROVERBIO YANKEE.

He aquí mi hombre: es un vejete Limpio, afeitado y cumplido, Correctamente vestido, Y exacto como un reloj. Porta sombrero de seda, Bastón con el puño de oro, Y tiene acento y decoro De marcada distinción.

Cuanto trae es exquisito O de mérito secreto, Por ejemplo, algún objeto De Carlomagno ó del Cid; Y aunque sean sus botones Tiene siempre algún resabio Tan falsos como su frase, De sarcasmo y de doblez: Todo el mundo les da pase Un dejo de suficiencia Como de fino zafir. Y alta opinión de sí mismo, De disfrazado egoísmo En su traje algo anticuado, Y de encubierto desdén. Aunque siempre muy severo, Se advierte pulido esmero También á primera vista Sin notable afectación. De su porte y elegancia, Igualmente irreprochables, Parece de la más rancia Por no decir superiores. Y atildada calidad; Son las prendas interiores Pero en su fondo se notan De nuestro hechizo milord; Ciertos rasgos muy distintos De sus plebeyos instintos Sin que por esto se entienda Y de su estofa vulgar: Que fuera el hombre modelo De los ángeles del cielo Residuos de otros ambientes Por su acendrada virtud; Que por más que se corrigen, Pues que las prendas del alma, Denuncian siempre el origen Aunque tengan igual título, De la primera raíz: No caben en el capítulo El periodo en que la oruga, Tan rastrera como inválida. Del guardarropa ó baúl. Va pasando de crisálida * • * A mariposa gentil.

Don Teodosio no charla, No sé muy exactamente Porque es hombre de negocios, La escalera y el momento Y emplea, á lo más, sus ocios Qué, el héroe de mi cuento, En repasar su bilán. Para ascender escogió; Ni chancea ni se ríe, Si albaceazgo ó tutela Pero su vista aquilina, A su celo confiada, Aun al soslayo adivina O si quiebra simulada El valor de cada cual. Fué su primer escalón.

Y aunque càndida parezca Dicen algunos que estuvo La sonrisa de su labio. De mancebo en una tienda Obran por mano segunda O que empleado en Hacienda De algún agente discreto Se ahorro un buen capital; Que da su golpe en secreto, Otros que de matutero Pero con diestra segur. En pequeña y grande escala Así es, que esa mala raza Dió más guerra á la alcabala. Compone una gran familia Que Federico Bastiat. Que se busca y que se auxilia Cada cual en su aptitud. Mas respecto de su origen, Se pierde como el del Nilo, Uno de esos caballeros Porque se enmaraña el hilo Que de todo saben algo, De la informe tradición, Buscaba un segundo hidalgo Si bien las variantes todas Para hacerlo su factor. Sobre su patria y su nombre Uno de esos de que dicen Convienen en que nuestro hombre, Que son como los halcones, Los subió á tono mayor. Porque cazan dos raciones: Para ellos y su patrón. Y además, algunos rasgos Aceptóse á Teodosio De su primer biografía Como primer dependiente, Se conservan todavía Mas su mérito creciente Con toda su limpidez. Le dió la firma, además. Se cuenta de un personaje, Coincide en esos días De esos de bancario influjo La época vertiginosa Que viven con mucho lujo De la guerra religiosa Sin aclararse de qué; Y Reforma liberal.

De esos que saben el feble Su principal fué Ministro De todos y de cada uno, Y él quedóse como socio Para en el caso oportuno Manejando un gran negocio Tocarle el muelle real. De objetos del exterior. Cuando estos grandes psicólogos; Recibía comisiones De las pasiones y vicios' De toda clase de trastos, Prestan algunos servicios, A que cargaba los gastos No es por liberalidad. De legal internación, Siendo que él introducía En quiebras de alto valor. De balde esas comisionas, Contaré aquí un episodio Con armas y De aquellos en que no se halla Que se hacía pagar bien Quién sea mayor canalla, Por los otros del partido, Si el robado ó el ladrón. Y asoldaba en el Congreso Quien defendiera el exceso Queda por ahi una mina De derechos de arancel. —No importa decir en donde— Que en sus entrañas esconde Mas en punto de intereses, Mucho precioso metal. Eran de bando contrario: Los dueños y dependientes. Don Primo, reaccionario, Todo el mundo prosperaba, Y Teodosio, liberal. Porque ella daba y más daba. Logró, por lo mismo, el uno, Sin que llegara á borrar. Que era devoto del clero, Quedarse con el dinero Mas á la bonanza rica Que un cura pudo escapar. Sucedió borra completa: Un día falló la veta De ese encargo fiduciario, Sin saberse la razón No hay las pruebas necesarias, Se emprendieron galerías, De modo que el Doctor Arias [1] Grandes desagües y tajos, Nunca pudo dar con él. Nuevos tiros y trabajos Mientras tanto, no sólo esto De fabuloso valor. Ocupaba á Teodosio; A todo esquilmo y negocio Pero nada! Estaba en quiebr Le abría Debe y Haber: La mina y la compañía, A grado que no podía Denuncios por mano ajena, Las labores proseguir. Colusiones de empleados El director, por su nombre Y créditos simulados Juraba estar agotada, De suerte que, abandonada Se llegó á dejar al fin. [1] Era Provisor y Juez de capellanías de este Arzobispado que tenía rara penetración y habilidad para husmear y desen- Pasó el tiempo que la ley terrar capitales de la Mano Muerta, hasta el último tomín. . De no trabajar concede Baño, dcspacho, comida, Y en que una mina se puede Y una que otra caridad, Por desierta denunciar, Etcétera, haciendo todo Entonces Don Teodosio Con gesto tan halagüeño, Con otro de su calibre, Que parece el desempeño La obtuvieron como libre De inclinación natural. Y desamparada ya. «Es un ángel de mi guarda Se hizo ruido y vocerío Que me inspira y aconseja;» De que un perito extranjero (Exclama una pobre vieja) Buscaría el criadero, «Estudió el expedientón Porque el ademe, el talud.... «De una herencia intrincadísima Y otros muchos tecnisismos, «Que no valía un adarme; Tratando de que el asunto «Pero, por no avergonzarme Se embrollara, y de que el punto «Con limosnas que me dió, Se viera baja otra luz. «Hizo que me la compraba Epílogo—Al poco tiempo, «Por medio de la Señora, Después de mucho trabajo, «Y con mano bienhechora Se dió por el sezgo, un tajo, «Me sostiene en mi vejez » Que otra veta descubrió. Siendo que el ángel citado. Pero dicen malas lenguas, Adquiere al tanto por ciento, Así, de oído en oído, Deudas que cobra al momento Que fué valor entendido Y con compuesto interés. Lo de perderse el filón: Hace suyo el intestado Y el director que extraviara, Con el propósito noble Aunque le dieron un premio, De quedarse con el doble Para apartarlo del gremio, De lo que á los deudos da. Lo mandaron á París, Lo mismo pasa en las quiebras, Embobándolo estos pollos Que si el nudo no desata Con tal astucia y tal labia. Y los créditos remata, Que se quedó comó en Babia, No se llegan á arreglar. Rascándose la nariz. E infeliz del que repliqu% e • Pero volvamos á mi hombre: Siempre con la misma vida: Las objeciones que aclaran 0 en el arreglo le ladre, Al modesto pretendiente, Que además de que es compadre A su tío ú otro pariente, De algún alto juzgador, Algo que se exige de él, Tiene siempre á su servicio Leguleyos y notarios Por supuesto que, expresado Sin soltar ninguna prenda; Con que hacer á sus contrarios Mas de modo que se entienda Perder con un juicio, dos. Lo que se quiere obtener. Y si se mudan gobiernos A casa, al sancta sanctorum O cambian instituciones, Donde anidan los polluelos, Tiene siempre relaciones "No entran obscuros mozuelos, Con el nuevo timonel; Estudiantes,—no, Señor; Por eso con él se trata Granujas de poca ficha, Para que aparte el castigo Aunque decentes de facha Del pariente ó del amigo Y da costumbres sin tacha, Acabado de caer. Buenos maridos no son."

Si el joven recién sacado Cuando alguno le sorprende, De las aulas del Liceo De esos que infunden sospechas Necesita algún empleo De saber hacer endechas, Para empezar á vivir, Pero no maravedís, El tío lo cuenta á Santos En el zaguán de la casa Para decirlo á Tomasa, Liquida todo el asunto Que tiene entrada en la casa Sin moverse de aquel punto Por cierto zaquizamí; Ni convidarlo á subir.

Quizá por eso las niñas, Y al mes va á Don Teodosio Si bien un poquito hurañas La voz del peticionario Y con maneras extrañas Por el quinto intermediario De impertinente altivez, De aquella solicitud; Son como lirios del valle Y al otro mes de su fecha, Qué, sobre áspero rizoma, l'or los mismos eslabones, Derraman un cierto aroma Recibe las objeciones De voluptuoso interés. El que ha de hacer su debut: w

58 RATOS PERDIDOS

Y con sus finos tocados, Mas haríame interminable Cual ricos escaparates, Si quisiera en un bosquejo Son piedra en que nuestros vates Pintaros la col del viejo Han solido tropezar, Y sus hojas de al redor, Creyendo que se acomoden Y seguir á cada paso Mejor al arte poética, Y en cada nuevo pimpollo, Que á las reglas de aritmética Sus medros y desarrollo Que les enseña papá. Hasta plena floración. Los que les hacen la corte Concluyo pues, este cuadro, Son millonarios asmáticos Haciendo notar que mi hombre Cuasimodos ó venáticos No tiene en el mundo nombre, Hijos de algún gran Señor; Porque es un tipo ideal; O bien gente j'üargira Muy conocido, por cierto, Y avezada á la bajeza Aunque variando librea, De rendir á la riqueza Pues se metamorfosea La más fina adulación. Según el tiempo y lugar.

Es decir, que son variantes Puede bien, ser muy afable, De nuestro tipo primero, Ignorante ó instruido, Sectarios del dios Dinero Rezador ó descreído, De un modo incondicional; Reservado ó parlanchín: Porque una de las industrias Nada importan las variantes, Que practican estos bichos. Con tal que el fondo no alteren: Es prestarse á los caprichos Sean los medios que fueren, Del que quieren explotar. El lucro es su único fin. Aceptan la que les dejan, Con verrugas ó bigote, Porque si aporta su dote Lo mismo es Lía ó Raquel. Pero llevan la alta y baja Con el cálculo más justo, Del capital del vetusto A cada nuevo vaivén.... Y correcto criado quita ó llena Las tazas que vaciándosele van.

Tose el pretendiente, haciendo un gallo Al apurar un cáliz de Chablís, Y acude ligerísimo lacayo Para prestar auxilio al infeliz. Pañuelo de blanquísima batista Por los labios se pasa el que tosió, Y en voz de sí bemol, baja la vista: —«¿Qué esperanzas, Garita, da el Doctor?» II. Sonrojo y cortedad en la doncella, EL TE. Y mirando á papá:-«¿Qué dice usted?» El desgraciado rueda una botella Mas, callandico entremos en el templo Al querer su postura componer. De uno de estos héroes del haber, A la hora de que toma, por ejemplo, —«Nada fué, deje usted, que esa bicoca, Con un amigo de confianza, el té. No pasa de mil duros por barril, Según factura de la barca Roca Estamos en la sala. No hace al caso Que acabo en este mes de recibir.» El soberbio moblaje describir, Y desde luego á presentaros paso Una pausa.-La cónyuge rolliza A uno de sus próximos beau-ftis. Del último que en antes se escuchó, Atipla su palabra romadiza Es su expresión., .¿cómo diré Dios mío, Para decir: «Contéstale al Señor.» Si es que la suya puédese expresar? Mejor será dejar esto en vacío, Se observa que el Señor la frente arruga Que padecer error tan substancial. Para encontrar variante en su magín: —«Decía que con la sangre de tortuga ¡Oh mesa! al contemplarte, mi alma siente Pudiera usted, alivio conseguir.» Supersticioso insólito terror, Pues tú no has visto en tu redor más gente —«Estoy al?o mejor.—Mamá, mañana Que la que adora sólo al dios Millón. Ya podré ir á la misa de las seis.» —«No vaya á convertírsete en terciana: Escuchemos!—silencio—sólo suena Mejor será que vayas á las diez » De argentina vagilla el chasquear; 62

Hasta que pudo remojar su sopa Como ellas, lo miraban, como loco, Don Paquito Andurriales y Charol: Delante del papá y de la mamá. —«Aquí no sé por qué, pero en Europa Aunque él es como aquellos trovadores No es matinal el mundo comm' il faut.» Que servían de gaya entretención Un oído sutil percibiría, En los medioevales comedores, Allá entre las amigas, murmurar: Y no exige un respeto superior. —«Matinal significa algo de día; Sigámoslas, lector, á ver si aciertas Lo en inglés no comprendo que dirá.» A escuchar lo que opinan del Don Juan... Entre tanto, Don Paco entusiasmado ¡Pero nos detuvimos! y las puertas Y creyendo el murmullo, aprobador, Cerraron ya, para ponerse á hablar. Sin cuidarse de ver si es escuchado, Yo te diré que en estos conventículos Ha seguido espetando su sermón: Se dejan los postizos y el corsé —«La mañana es rival de la hermosura Y los demás molestos adminículos, Y disputa su encanto á la mujer; Como la afectación y timidez. Será porque en la luz clara y obscura Se olvida aquella Cándida inocencia Se pierde la limpieza de la tez. Que nos hace creer que ángeles son, «Los pómulos se abultan, sombreados, Pues adoban la más leve ocurrencia Y al redor de los ojos, cierto azul Con sales y picante tentador. Y en el centro sin brillo y papujados, Y desquitan su afasia y sus ayunos Como haciéndole gestos á la luz. Mordiendo toda especie de manjar, «Todo es pugna mortal con la belleza: Desde bromas y motes importunos, Y esa leucocitemia de la piel, Hasta prójimo y carne de rival. En desorden casero la cabeza, Hace el donaire natural perder.»

Como fantasmas, cual chinesca sombra El joven bello sexo se escurrió; Sin duda lo mullido de la alfombra Hizo imperceptible la evasión.

El caso es, que se fueron poco á poco, Dejando á Don Paquito disertar. CUATRO SONETOS No temas, no, preciosa proyectista, Que mi empeño de amor te comprometa Si voy alguna vez á la retreta (1) i. Y en tu rica toilette fijo la vista; Perdóname, bellísima torcaza, No hay que temer que en cortejarte insista Si, olvidando mi pobre suerte oscura, Espantando esa pobre gallareta Quise aspirar á la soberbia altura Que con todas tus artes de coqueta En que brilla la firma de tu casa. Te has propuesto cazar, maquiavelista.

Es costumbre en las gentes de tu raza Inútil es, por tanto, tal exceso Que conocen tan bien la horticultura, De disgusto mostrar al encontrarme, Abonar con estiércol y basura Para hacerte valer ante tu Creso. Sus matas de mastuerzo y calabaza. Yo valgo lo que soy, sin un adarme; Mientras que yo, engolfado en el lirismo Y ustedes se valoran por el peso. De la más candorosa poesía, De esa almoneda pues, debo alejarme. Como á ángel te adoraba y te creía

Tan lejos del reptil mercantilismo, Como lo está la luz del medio día, De los lóbregos antros del abismo.

(1) Así se llama en Méjico á las serenatas que se dan en la plaza principal por las músicas militares á la hora de este toque de Ordenanza. IV.

Me agrada tu doblez: te lo confieso, Ya que así me libré de un compromiso III. Que alcabo alguna vez era preciso Deshacer con mi honor menos ileso. Pasaron dos sonetos, y el tercero Voy trabajando con el mismo apuro; Era un dogal atado á mi pescuezo Pero éste afecta un poco á tu futuro, Que reteníame esclavo como un suizo; Ya que el pasado se pasó y es cero. Y aunque tácitamente casi se hizo, ¡Oh tú, que culto rindes al dinero Yo estaba en respetarle hasta el exceso. Y que aprecias en más un fuerte duro Pero (fuera el escrúpulo) es el caso, Que un afecto leal, te lo aseguro: Que tu modo de obrar es generoso, No has de encontrar cariño verdadero! Ya que tu tipo es de nobleza escaso,

¡Quiera Dios que el farol de tu riqueza Y habría sídome azás embarazoso Por el camino del honor te lleve Seguir siendo Quijote, y dar el paso Y que siga alumbrando tu belleza Que hiciera de la Mancha á la Toboso. Sin hacerse pedazos muy en breve. Quiera Dios que tu artística cabeza No se cubra jamás de luto ó nieve! Mejor sería enlazarme Con una mujer preciosa, Siguiendo el sistema ibero No precisamente hermosa, Sino de precio en dinero. Que después pondré un serrallo, Si logro llegar á exarca, Haciéndome gran vasallo De poderoso monarca, EL :MMO, Aunque empeñe á un usurero De la vecina comarca, Sea mi boca un rosquete, Mi provincia por dinero. Mi busto, joroba y panza, Y si monto á Presidente, Mis piernas como ti-anchete; Haré mis tretas y tratos Y mi andar como de danza; Para espumar á mi gente, Con tal que todos mis peros Por mano de diestros gatos; Pesen en una balanza, Y mandaré al extranjero, Y en la otra mis dineros Mientras que pasan los patos, Que otros cacen prez y honores Con sigilo, mi dinero. En torneos y batallas, Son horribles las viruelas, Usen cintas de colores Los reumas son infernales Y cruces y faramallas; Y más el dolor de muelas, Por mi parte sólo quiero Y se dan dolencias tales, Buen acopio de medallas, Que hasta ruborizan; pero — Pero de puro dinero. Capoteanse estos males Si llego á echarme la toga, Con talegos de dinero. No ha de picar mi conciencia Si los amigos me bufan Patrocinar una droga En vez de darme un saludo, En secreta connivencia O las niñas se me atufan • Con quien maneje el pandero, Poniéndome ceño rudo • Para que den la sentencia [_ Cuando en gustarles me esmero, Partiéndonos el dinero. Ni por hipótesis dudo Pero para no arriesgarme "" Que es'por mi poco dinero. J Por vía tan peligrosa, El estudiante que ronda Por ver la novia, se alegra De que ella le corresponda, Sin contar con que la suegra Lo que quiere es caballero, Que tenga la cara negra, Pero blanca de dinero. En fin, si soy provocado Evito toda porfía, Porque me acuerdo y persuado De lo que decir solía Napoleón el Primero, Que la guerra se hace hoy día Con dinero y más dinero. A i/AURA. No hay que entregarnos pues, al platonismo De Patria, Libertad y Amor sincero, Es la hermosura como flor de un día ¡Y que viva el actual positivismo Que el cierzo de la tarde desbarata. De Judas Epiceno, ó de EL DINERO.' ¿Y sobre base tan fugaz y débil, Asiento busca tu soberbia insana? Pues ni siquiera una belleza tienes Que te pudiera conquistar la fama, Una de esas insólitas bellezas Que hacen se olvide que tan pronto pasan ¿Qué son unos cabellos abundosos, Ojos y un cuerpo que á los cuerpos habla?. Eso con juventud es algo apenas, Pero sin tierna edad, no vale nada. Naturaleza, previsora en todo, En prodigios estéticos es parca, Y por eso se ven de siglo en siglo, Después de atravesar regiones vastas; Y todavía, si á la Historia acudes, Te debes convencer, querida Laura. Que jamás es notable una belleza Si carece de vida su mirada. Es decir, que la forma, por sí sola, Que por sí solo es cual moneda falsa, No constituye la hermosura clásica, O mejor dicho, cual dinero bueno Por más que el tipo y líneas se afinen, En un desierto donde todo falta: Si no es que se tratara de una estatua. Como tierra feraz que sin labrarse Sordo-mudas se encuentran, deslumbrantes Se cubre de maleza y de alimañas: Que no llegan amás á ser casadas: Sin cultivo y afán de nada sirve, Luego hay algo, además de la figura, Y sin virtud es fuego que devasta. Hay mucho, mejor dicho, que hace falta Para qua una mujer amable sea La mujer no es llamada á empresas grandes, Y pueda hacer entre las otras, raya. De esas que genio ó gran saber demandan: ¿A qué pues, engreírse por tener Su misión es hacernos más ligei'a Negros los ojos, dulce la mirada, La carga del vivir harto pesada, Provocantes los hoyos de la boca Y por eso la ciencia de agradar Y saber sonreír con fina gracia? Es la que más le sirve y la realza. ¡Tal vez tiene la Química gran parte El dinero, es verdad, disfraza todo En la mórbida tez de tu garganta! Y lo que no disfraza, lo resalta; Y el precio de tu artístico vestido, Mas también como todas, esta droga La tiene en tu atractivo y elegancia! Vale muy poco cuando viene aislada, ¿Y por qué has de pagarte de un tributo O en tal copia, que venga es necesario, Que se rinde á tu afeite y á tus gasas? Como es también casualidad muy rara. No niego que eres rica y que tus padres ¡ Pero también presumes de ingeniosa Pertenecen á nuestra plutocracia: Y por eso te ostentas tan ufana! Mas no creo que tu soberbia fundes Mira, querida, si á talentos vamos, En la inconstante y aleatoria plata, Es quizá más difícil tu ganancia, Primero, por lo dicho, y en seguida. Que para que el ingenio tenga ley, Porque no es tu opulencia una montaña. Se necesitan muchas circurstancias. De esas que imponen por su sola altura No confíes en esa prenda, amiga, Y suelen desteñir algunas máculas. Que es traidora, además de ser muy rara. El ricacho de pueblo es sólo un quídam, No sé por qué, la sabia Providencia, Cuando va á la ciudad, lleno de mañas; Los dones en que el hombre no trabaja Y en París valen menos nuestros Roschilds, Para adquirirlos, nunca los prodiga. Que un indio retratista, verbigracia. Debo decirte del ingenio, Laura, Por donde vemos que la tal riqueza Lo que te he dicho ya de la belleza, Es trapacista, irónica y precaria, Conque, en pocas palabras, resumamos: . Si no es, como asegura el Evangelio, Si tüs bellos contornos imitaran Levadura de vicios y desgracias. La correcta Asunción del gran Murillo Hoy vemos en harapos al que ayer Con toda su limpieza y elegancia;. En magníficos trenes paseaba. Si tu mirada como de ángel fuera El padre del barbero de la esquina Y tu sonrisa, sonreir de una hada; Fué patrón de un Ministro, y mi criáda Si fueras genio y además la suerte Es madre natural de un millonario Tuvieras, que á los genios da la palma; Que se cambió de nombre por negarla. Si el poder de una insólita opulencia, No te canses, querida, las riquezas Como mágica vara manejaras, Muy poco te han de dar lo que no valgas, Fuera tu presunción menos impropia, Tan sólo la virtud y aquellas dotes O podría pasar sin ser notada, Que su asiento lo tienen en el alma Si bien que hasta en los vástagos reales Pueden corazones conquistarte Nunca de sobra la modestia se halla. Y pagar tu trabajo en cultivarlas. Tu natural tan bueno ha falseado, Es la mujer, nos dicen los poetas, De la lisonja respirando el aura, Como una flor preciosa y delicada: Y has creído verdad los galanteos Agrédanos tal vez por su figura, Que se dicen en baile ó de pasada, Pero más sus colores y fragancia, Palabras que se venden, como todo Y si es como la rosa, útil y bella Lo que tiene demanda y bien se paga. Y con un rico aroma perfumada, Oye pues, la verdad que en estas lineas Entonces la buscamos con ahinco Un amigo sincero te consagra, Para altares, festines y guirnaldas. Verdad que si difícil es decirla Flores hay, es verdad, cual la camelia Es tan sólo por serlo el escucharla: Que sin tantas virtudes son preciadas; Figuras cual la tuya hay por docenas, Pero que á la filaucia y al orgullo, Y eso que grande no es Guadalajara; A un puñado de polvo... .polvo de haba, ¡Y cuántas superiores á la tuya, Se rinda adoración: que á una muñeca, Que por tener una fortuna escasa Maniquí de las modas, ó á una estatua No pueden competir con tus adornos, Se le llame mujer—eso sería Ni dar valor á sus sencillas gracias! Un barbarismo en la habla castellana. Pero aunque fueras una maravilla, Porque se ama lo bueno; sin bondad O mejor dicho, por la misma causa, Real ó, por lo menos simulada, Buscaríamos sér menos perfecto Será instrumento de placer, si bella; Que á nuestras deficiencias se adecuara; Y si no lo es, una pesada carga. Porque imperfecta fué nuestra madre Eva E imperfecta siguió la humana raza. La riqueza por fin, es un menjurje, Amamos la mujer, hembra del hombre, Que de tal modo el juicio nos embarga, A nuestra imagen hecha y semejanza; Que créemos tener precisamente Es decir, con flaquezas y lunares Aquello que de cuajo nos faltara: Que hagan menos sensibles núes* ras faltas, Las tardías de oído, tocan piano Para que perdonemos mutuamente Y las gangosas de seguro cantan Sin tenernos que echar muy mucho en cara. Por eso tú me agradas, Laura bella, Porque un ángel, mi vida, será un ángel, Bien que tu buena cualidad disfrazas Que para amar á Dios tendrá ventaja; Haciéndote pasar por non plus ultra, Mas para amar al hombre defectuoso, Cuando tan bien estás siendo mediana. Con todos sus achaques y sus lacras, Gracias le doy al bondadoso Cielo No hay como la mujer de carne y hueso, Que dispúsote así proporcionada, Sin pretensiones de ángel ó de hada. Y ruégole se digne concederte, Nos contentamos con hallar mujeres A más de las que tienes, esta gracia: En la acepción vulgar de la palabra, Que si algo de humildad ó de modestia De aquellas que su parte de labor Te pudiera faltar,r-te lo otorgara. No desdeñan, y enjugan nuestras lágrimas; Y no es poca fortuna, te aseguro, Que cuando se anda de ángeles á caza Se corre gran peligro de encontrarse Con ángeles que son de mala casta; Por eso soy amigo de los medios, Y los más, como yo, los medios aman, Ya que los extremos, por ser tales, Aunque de perfección, nos empalagan. Una mujer muy sabia y talentosa, RSJFI^R Es casi siempre fátua y charlatana, Que echa á perder las onzas de su mérito Con arrobas de insulsa petulancia. Si es guapa y que todos se lo digan, Se llega á persuadir que eso le basta Para ser superior á todo mundo Y para ser con todo el mundo ingrata. M UN S>AH,£. II.

i. SOLO,

ENTRE AMIGAS. También me hace el amor ese borrico, Como si no tuviera otros mejores ^-¿Cómo arreglaste tu libreta, Clara? Que procuran con ansia mis favores, —Bastante bien, con pocas excepciones; Orgullosos de alzarme el abanico. Porque dejé unos huecos con tapones Para impedir que la basura entrara, Con los ojos me dice: "harto me explico Para que tú comprendas mis amores; Y coloqué á Prudencio de mampara Mas queriendo evitarme los rigores Con el fin de evitarme explicaciones De tu altivez, callado te suplico." Y poder operar substituciones Según que la ocasión se presentara. Tiene miedo de un no, y á una repulsa, Opone la prudencia necesaria. —Pero vas á tener que dar receso Yo burlaré su precaución insulsa A tus más decididos pretendientes — Perdona, tocayita; nada de eso; Poniéndole unos ojos de plegaria Para que venga con su voz convulsa Que los voy á dejar siempre pendientes, A cantarme de plano toda una aria. Aunque sólo á uno de ellos dile acceso, —¿Pero á cual?—Al Petrarca de los lentes. IV. III. CUADRILLAS. VALSANDO. ,—Al tocar vuestro ramo, el corazón — Tú le diste una flor y me lo niegas. —A quién? Si no es el único; son siete. Se estremece con gozo sobrehumano, ¡Cómo había de amar á ese pobrete Y al sentir en mi mano vuestra mano, Obscuro mercachifle de Venegas! (1) ¡Paréceme del cielo esta mansión! .Perdonad que os declare una pasión Con los celos, Junípero te ciegas, Que ocultar por más tiempo fuera en vano: El militar ha echado de ribete ¡Una sola palabra!... .—Tocan piano Que al salir hace poco del retrete Mi abanico rompió entre las refriegas. Y usted habla con tanta animación!....

El poeta su empeño disimula, -Cuando os llevo la mano á la cintura, Aunque me siga á misa y al paseo; Al través de mi guante y de las gasas En sus versos platónicos me adula, Que adornan vuestra angélica hermosura, De un fuego encantador siento las brasas... Y cambia de color cuando lo veo —Hora usted, caballero, á la figura. —¿Pero tú correspondes á esa muía? —¿Y cuál es la que sigue?—Calabazas. —Es mejor con dinero el himeneo.

(1) Así se llamaba el mercado principal de Guadalajara, que ahora se llama "Corona." V.

ANTESALA.

—Por fin, hasta que me hice de un asiento! —¿Es que usted pertenece al ecarte. —Estoy fatigadísimo ¿y usté? —Yo?. .Siempre fastidiado-;Pues lo siento!

Mire usted á Pepita ¡Qué portento! —¿Aquella del peinado con café? ... Es contra los usos, y el moiré Es de un gusto infernal para el momento.

Los volantes y manga á la isabela No deben afollarse con satín. Y ese modo de atar la tucinela

Está en oposición al figurín, Y que sirvió otras veces nos revela —¿Baila usted esta polka?—Tengo splin. V.

ANTESALA.

—Por fin, hasta que me hice de un asiento! —¿Es que usted pertenece al ecarte. —Estoy fatigadísimo ¿y usté? —Yo?. .Siempre fastidiado-;Pues lo siento!

Mire usted á Pepita ¡Qué portento! —¿Aquella del peinado con café? ... Es contra los usos, y el moiré Es de un gusto infernal para el momento.

Los volantes y manga á la isabela No deben afollarse con satín. Y ese modo de atar la tucinela

Está en oposición al figurín, Y que sirvió otras veces nos revela —¿Baila usted esta polka?—Tengo splin. UNA -S

Cuando descubro mi ardorosa frente Al beso refrescante de la noche, De estas noches espléndidas de marzo, Siento, como si mi alma despertara De torpe embotamiento en que yacía, Sensaciones de insólita ventura: Un blando estremecer que va sacándome De aquel estado de abrumante tedio Que el comercio del mundo comunica. Ligero un movimiento delicado De tristeza y ternura mi alma cruza, Como si echase menos un objeto Que poder inundar con su cariño- Y siguiendo pasivo, aquel impulso, Me dejo conducir como en un lago, Entre islotes de flores y verdura Y paisajes undívagos, con hadas Que se miran ligeras, vaporosas, Como la leve espuma de los rios, Travesar aéreas y venustas De sílfides y ninfas ó de encantos Formando ramilletes y guirnaldas: Que refieren los cuentos de los árabes. Así vense pasar nuestras beldades Siento un acorde resonar en mi alma, Con chorros de azahar en el tocado Süave, melodioso, indefinible. O con airones de nevadas plumas Como el eco lejano de una lira Que las hacen más leves todavía: Que allá en los cielos desflorara un ángel, Como ondinas de lánguida mirada Como las notas de melifluo cártico Que electriza al cruzarse con la nuestra; Que modularan invisibles genios. Como esas fantasías que la mente Es que la luna, el aura, las estrellas, Imagina vagar en los espacios Esas nubes de polvo de diamantes Cuando la argéntea luz de la luna Que el astrónomo llama nebulosas, Purifica el azul del firmamento, La atmósfera sensual que nos embriaga O bien aún, como visión de virgen Con polen de magnolia y de naranjo, Que sueña con los coros del empíreo; Esas jóvenes bellas, excitantes Y pasan inclinadas muellemente Que regueros de amor pasan vertiendo: Entre sí, murmurando dulces frases, Todo forma un conjunto de harmonías De que suele alcanzar alguna nota Que vienen á fundirse en una sola. Quien desfilar, absorto, las contempla. Girad y más girad niveos númenes, Todo es enervante y voluptuoso. Y que el delirio de mi mente suba; Todo produce una embriaguez olímpica: Yo guardaré vuestra impresión gratísima, La música de Norma que se extiende, Para daros después, cuando me duerma, No en el recinto estrecho de un teatro El fraternal saludo que las almas, Que la hace estrepitosa y resonante, En el mundo se dan de los ensueños. Sino que sus arpegios limpios se oyen ¡ Que consuelo es amar! Quiero engañarme Como la queja triste y lastimera Dejando al corazón que se adormezca De un amante infeliz que al Cielo clama Un momento á lo menos, entre flores; La luz adormecida de la luna ¡Tanto contener su raudo vuelo Que presta á los objetos nueva forma Y los renuevos arrancar que el alma, De contorno indeciso y á lo lejos Por todas partes, como planta, brota! Parécennos cual seres de otros astros: ¡Oh inspiración de irresistible encanto, Las flores de los prados que derraman Sentimiento dulcísimo, harmonía, Su concierto de aromas tropicales Abandonarme quiero á tí, del todo, Al mecerse en sus tallos con molicie Aunque seas arroyo entre verdura, Cuando las besa enamorado el céfiro: Que corre al precipicio del torrente: Todo nos traslada á esas regiones 88

Creo que mi destino es entregarme A los cristales de tus claras linfas, Y que puedo prestar á mi delirio Las tenues alas de la brisa pura Para que vaya á murmurar humilde, Como blando zureo de paloma, Un reclamo siquiera á sus oídos.

II.

¡Gratísimo es soñar y abandonarse, Meciéndose en la dicha que se sueña, Y entre jardines de óptica halagüeña, Forjar idilios de un amor feliz! ¡Es muy grato soñar, soñar despierto, Dejando al corazón que cante solo, Como el harpa melódica de Eolo Que el viento tañe, cual tañía David!

¿Veis esa niña juguetona y linda Como rosa botón de primavera, Que sale apenas de la edad primera, Y ya queman sus ojos cuando ve? ¿Esa que luego al corazón se anuncia Antes de halagar á los sentidos, Porque son telepáticos los fluidos Que parece emanar todo su sér?

Esa es la misma aparición traslúcida, La Lorelei que tanto me recrea, Y que al oír su voz de melopea Me embarga como eléctrica emoción. Ella es la diosa que del cielo baja Cuando la luna en el silencio brilla, Y me toca con mágica varilla Y me saca de mi álgido torpor.

Es el esbozo que al plegar la tarde Sus alas de oró y nacarada bruma, En los cirros blanquísimos se esfuma Sobre fondo de fuego y de carmín. Es su nombre el que trinan los jilgueros Al hacer su melódico derroche, Y el que los ecos de dormida noche Con dulcísimo timbre hacen oír.

Y sígolo escuchando en todas partes Mezclado con mi propio pensamiento, Sin saber si me causa sufrimiento, Su atractivo magnético, ó placer. Pero al dejarme el éxtasis hipnótico De esas horas de magia, encantadoras, Vienen aquellas otras tristes horas SU NOMBRE, En que el mundo se mira tal como es! (IMITACION DE VICTOR HUGO)

alomen aul numen!

De un lirio los efluvios cuando abre su corola, La faja de colores que deja el huracán Y el sol entre las nubes triunfante la tremola, Los mil gratos murmullos del alba al despuntar;

La nota postrimera que vaga por el viento, La queja cariñosa de reconciliación, Aquel adiós pianísimo del último momento, El raido que hace un beso, purísimo de amor;

El timbre conocido de voz inesperada, Del niño que despiértase, el blando estremecer, El íntimo secreto de virgen consagrada, La brisa entre las flores jugando, del vergel;

El cántico que el cisne modula cuando expira, Y todo cuanto alcanza de más sublime el hombre En su almo pensamiento—es menos dulce ¡oh lira! Y menos harmonioso que el ritmo de su nombre.

Pronuncíalo en voz baia cual tímida plegaria, Cual símbolo sagrado de ángelica virtud: AMO! Que sea en mi desierto la quieta luminaria Que alumbre mi camino con su bendita luz. Quise huir de tu amor, cual de un abismo Que ante mis piés la desventura abría, Que en todos mis azares, velado de misterio, Y al refugiarme en lo hondo de mí mismo Mi musa le consagre sus cánticos de amor, Mas amada y amante te veía. Y sea en mis oídos, cual voz que un cementerio Repite hasta perderse su ténue vibración. ¡Tú has luchado también! Pero las almas Que las liga esa mística cadena, Si así como esos nombres que el universo admira, Se tocan desde lejos cual las palmas, El suyo casto y virgen quisiera yo cantar, Y sienten á la vez la misma pena. Y el tesoro que en mi alma se oculta, si mi lira Quisiera prodigarlo con notas de cristal, ¿Que importa del destino el ceño torvo Que se empeña en mostrársenos rehacio, Sería necesario, cual música del cielo Si nuestras almas contra todo estorbo Que se oye de rodillas, que fuera mi canción, Se lanzan á estrecharse en el espacio? Como zumbo que ángeles en invisible vuelo Hicieran con sus alas al remontarse á Dios. ¿Que importa la distancia á los que se aman Y el tiempo con sus cómplices azares, Si en el silencio de su fe se llaman, Y la esperanza alivia sus pesares?

Cuando libre tu virgen pensamiento, Con recuerdo de amor en mí se fije, Levanta tu mirada al firmamento, Que á tí mi pensamiento se dirige: Levanta tu mirada por la altura Y mándame en el viento algún suspiro, Que alcabo yo conozco en su dulzura Que trae algo de tí cuando lo aspiro.

m UN ALBUM.

Si hubiera yo nacido mariposa, Mis alas de azul y oro esmaltaría Y al redor de tu mano volaría Hasta que me cogieras amorosa;

Y si planta no más, me esforzaría Por reventar en exquisita rosa De colores y aroma primorosa, Y al sentirte pasar me alargaría;

Y si fuera yo el sol, la luna, el cielo, Con mi aurora, mi luz ó transparencia, Placerte no más, sería mi anhelo;

Mas clavado en la cruz de rni impotencia, Sólo puedo ofrecerte en mi desvelo, 3)e esas bellas palabras la cadencia.

•UN ryr

Niña adorada Con tu mirada Que hace feliz: Con tu mirada De tierno encanto TUS OJOS. Que tiene tanto Poder en mí. De esos tus ojos Negros y bellos Niña de los negros ojos Parten destellos Que penetran hasta el alma De ardiente amor. Que dan ó quitan la calma Ay! no me mires, Según está su expresión: Porque me inflamas, Que con un furtivo guiño Si tú no me amas, Entusiasmas ó amedrentas, Como á tí, yo. ¡ Disipa ya las tormentas De mi pobre corazón! Pues cuando fijas En mí su foco Y esa mirada de cielo Me vuelvo loco Con que me arrullas y enciendes, De gratitud; Dime por Dios, si la tiendes Y me extasío Sintiendo amor tú también; Porque yo creo O si caída al acaso, Que en ellos leo Necia ilusión me embelesa, Que me amas tú. Y la tomo por promesa, No siendo más que desdén. Es tu mirada Que alumbra y quema Todo un poema, Todo un edén: Epitalamio De dulces trovas Con que me robas La sensatez.

Vuelve á mirarme Las dictaría el rubor ¿Qué me importa ese mensaje Si otro manda el corazón, Si todo tu sér me envías En tu mirada de amor?

Al verte otra vez, olvido Tu altivo y duro desdén Y de tu falsa conducta La negra y amarga hiél, Y paréceme de todo, La culpa, mi timidez. I. Entonces yo soy el torpe, ¿Daré crédito á tus ojos El exigente, el falaz; Que me prometen la vida, Quisiera poder entonces O á la respuesta homicida Decirte que he obrado mal, De tu mensaje de ayer? Y pedirte de rodillas ¡Como espina envenenada Perdón por mi ceguedad. En mi pecho se ha clavado Y el claro cielo ha nublado Pero al encontrarme solo, De mi esperanza y mi fe! Cambia todo de color: Tu sonrisa y tus finezas ¡Que no me amas!—y tus ojos. Se vuelven burla y traición, Con la luz de sus miradas Y me siento sumergido Me bañaban en cascadas Otra vez en el dolor. De diamantes y rubís, ¡Que no me amas!—y tus labio;. El rotundo monosílabo Con que al Amor electrizas Viene mi tímpano á herir Me engreían con sonrisas Como un agudo sarcasmo, Que murmuraban que SI.... Como un rispido buril. ¿En donde buscaf nobleza II. Si no se la encuentra en tí? Pero quizá tus palabras. Se apodera de mi espíritu Un desencanto mortal, Un desgano por el mundo Que me hace desesperar. Si en tí, lealtad no existe, ¿En dónde se encontrará? DESTINO.

Dispuso Dios que un día Te encontrase en mitad de mi camino Y me arrastrase á tí tal simpatía. Que fuera mi destino Errar tras de tu huella, Celia mía. Una fuerza invencible Ató mi corazón, y fué imposible Borrarte con la esponja del olvido, Como se borra un fugitivo sueño, O sentirme de tí correspondido, De tus hechizos y de tu alma dueño. Muchos días siguieron á ese día, Muchas vueltas ha dado la callada Luna alumbrando mi tenaz porfía Sin poder resolver aquel dilema Que es de mi ingrata suerte el anatema. Si á mi razón y voluntad tan sólo Hubiera consultado en aquella hora, Sin duda, la distancia abrumadora Que de tí me apartaba habría medido, Me habría detenido Ante la tenebrosa perspectiva De un suplicio de Tántalo constante. En que la sed se aviva Con el agua fresquísima delante. Y aunque á veces se alienta mi esperanza Creyéndote alcanzar amante y bella, Otras tantas se estrella. Y les das el contento ó las afliges, Perdiéndose en oscura lontananza Según place á tu arbitrio soberano, El intangible disco de tu estrella. Tú calmarás el lancinante anhelo Triste, desconcertado y sin aliento, De un corazón que en arrebato insano, He vuelto á comenzar como la luna, Equivocó el infierno con el cielo. En giratorio, eterno movimiento Mis fases de una en una: Mi perpetuo luchar por olvidarte, Mi vuelta á confiár en la fortuna. ¿Será que tú también con penas muchas Me buscas y me llamas, Y en secreto también sufres y luchas Porque en el fondo de tu pecho me amas? ¿O desdeñado acaso el amor mío, Amor ajeno escondes, Y mientras yo contigo desvarío, A otro amante dichoso correspondes? >.. .¡Atroz incertidumbre! que me obliga A vivir en caótica locura Con penosa fatiga, Pasando de una en otra conjetura, Desde risueño cuadro de ventura Hasta el más desperante desengaño; Y tal ha sido de mi vida el curso Hora tras hora, y año tras otro año, Sin encontrar para salir, recurso, De mi funesta duda y de mi engaño..., -V Tú tan sólo, Señor, de mi alma el fondo Has podido leer, y noche y día Has presenciado este minante y hondo Penar del alma mía; Tú mi constante amigo, tú, que riges De las almas el vuelo Rugió la tempestad, cimbróse el trueno, Y quise entonces de la tromba huir; Mas, desatando el rayo de su seno, Fulminólo traidora sobre mí

I,A ! (ADA DE LA TARDE,

(IMITACION DE GOETHE.)

A la luz del crepúsculo expirante Una figura entre los nimbos vi Que aérea, voluptuosa é insinuante, Parecía mirarme y sonreír. Oí su voz que remedaba el viento: "Yo tengo encantos y caricias mil; Te arrullará mi enamorado acento Y en mi regazo dormirás feliz." Detúveme perplejo en la llanura Dudando si pararme ó si seguir; Y extendiendo sus brazos la figura, Semejaba llamarme junto á sí. ^ Llegó la noche: la deidad de Norma, Sobre la blanca nube vino a herir; Y ésta, perdiendo sn encantada forma, Engrosaba, avanzando hacia el cénit. SAN OLAS.

i.

Baja el sol, diríase, recogiendo La luz que derramó durante el día; Mas las nubes su velo interponiendo. Se la disputan con audaz porfía;

Y la luz las penetra y las inflama Al hallarlas opuestas á su paso, Antes de extinguir su última llama En la región vecina del ocaso.

Llega el globo del sol hasta el espejo Tersísimo del mar, y baja y sube, Hasta que se hunde al fin, y su reflejo Se queda como incendio entre la nube.

¡Qué arreboles tan suaves á la vista Forma el irisado etéreo tul! Parece que el Supremo Paisajista •Juega con oro y nácar sobre azul.

Todo yace en reposo en mi presencia; La tarde tibia y sin sonidos es, Y la mar con monótona cadencia Desenvuelve sus olas á mis pies Que, boga y boga, desparece luego Con el eco de alegre cantinela. La luz y las tinieblas disputándose Y al perderse las formas indecisas El campo de los cielos con afán, Y las lejanas notas de sus violas, Parece que se mezclan, ignorándose Vase quedando sólo el de las brisas Si es sombra ó luz lo que en su lucha dan. Tenuísimo rumor, y el de las olas.

Al lado de estribor hay una roca ¡Qué grato en estas horas de misterio De carcomidos y escabrosos picos, Dar rienda al sentimiento y suspirar, Y la ola que empinándose la choca, Sustraerse del mundo y de su imperio, De polvo de cristal hace abanicos. Del mundo tan difícil de agradar!

Y al través de los palos de las naves. II. Entre plantas acuáticas y espumas, Inmóviles se ven marinas aves Ya la tarde expirante, entre sombras, Que el pico esconden bajo de sus plumas. Nos dispensa una luz moribunda, Y la noche avanzando, circunda Luego, en la media luz indefinible Mar y tierra con fúnebre tul! Que engendra mil fantasmas en la mente, Una brisa ligera y serena Se descubre á lo lejos, apacible Que en las ondas su aliento humedece, Deslizarse una barca hacia el poniente. Mi cabeza agitada estremece Quizá alegre pareja, en el recreo Con su grato, apacible frescor. Voluptuoso, se entrega de la tarde, El espíritu queda suspenso Esperando que al fin de su paseo Y tan sólo sensible á la influencia Descanso sabrosísimo le aguarde; De la dulce y sensual complacencia Que nos causa esa brisa, beber. O tal vez son dos jóvenes amigos, Esos que allá se ven en lontananza, Un consuelo el que sufre, aquí alcanza, Que huyendo de negocios y testigos El olvido es sin duda su origen, Departen de sus triunfos y esperanza. Pues se borra el pasado y no afligen Los cuidados del mundo social, De súbito, del lado del Borrego Se ve alejar poblada barquichuela Sin sentirlas, se pasan las horas, Cual si fueran brevísimo instante, Contemplando al Pacífico atlante En su eterna y reglada moción.

Se comprende que existe un sistema, Una ley general á los mundos, De misterios ignotos, profundos Que aun no es dado á la ciencia rasgar.

Pero el hombre aquí á Dios se aproxima Que en sus obras nos tiende su diestra, Y elevando nuestra alma le muestra Océanos de vivida luz, Que revelan de modo tangible, Con su forma convexa, como éste, CONTICINIO. La mecánica toda, celeste, Siendo globos la tierra y el sol. Coelum, undique el undique pontni.

Pero ¡oh Dios! cuán pequeño es el hombre VIRGILIO. Que entre tanto grandor se despeja, ¿Oyes tú la micrófona queja Oyeme; noche, y en tu amiga sombra, Que piedad te demanda de aquí? Que las miserias del dolor oculta, La epifanía sepulta Sí la escuchas, Señor, si la atiendes! De mi debilidad. Y en tu solio cuajado de soles Pesa menos la ley de esas moles, Mi voz te turba mientras todos duermen; Que una tierna filial oración. Y cuando á todos brindas tu reposo, En pié, mustio y quejoso, En mis horas de tedio y hastío Yo solamente estoy. En que mi alma rendida desmaya, Buscaré en mi recuerdo esta playa Hallo en tu extenso pabellón desierto Y la mansa quietud de este mar; Algo que iguala al pensamiento triste: Lo negro de que viste Este cielo, este libre horizonte: Tu inmensa soledad. La natura sin velo ni afeite Que producen un raro deleite, En la vida monótona y pesada Como impulso feliz hacia el bien. Del que carece de valer y amigo, Que más ó menos tardan; Encuéntrase un abrigo Pero vienen y van. Bajo tu domo azul. Mas un crónico mal siempre constante, Cuando el niño no alcanza su deseo, Nuestra paciencia y energía agota, Por instinto animal sus ojos baña, Como pausada gota, Y dóblase la caña, Que taladra el valor. Si sopla el vendaval. Cuando recapacito que mi vida, Tenemos de amarguras un depósito Lucha no más con la desgracia ha sido, Que se va recargando gota á gota, En que sólo he obtenido Y rebosando brota, No perecer aún: De nuestro pecho, al fin. Cuando recuerdo que en la ingrata brega Se descansa accediendo á la flaqueza, No he tenido halagante un episodio, Abriendo al corazón, de sus pesares, Violento como de odio Cual contenidos mares, Me salta el corazón. Un amplio bocacaz,

Como quien presa de maligno absceso, ¿Qué sería del campo de los cielos, En la túmida piel se hace una herida, Si su cóncavo inmenso apareciera Dando fácil salida Sin astro ni lumbrera Al corrosivo pus. Que le prestara luz?

¡Que salgan pues, las contenidas lágrimas ¿Qué hubiera hecho, sin tierra do posarse, Que ante el mundo que triunfa se reprimen! La cansada paloma del Patriarca, Porque llorar no es crimen, Lanzada desde el Arca Como en Getsemaní. A mares sin confín?

Es natural de la miseria humana ¡Así me pasa á mí! Sólo descubro Sentirse contrariado algunas veces Agua y más agua, mientras más avanzo; Por tumbos y reveses Y nado sin descanso, Que alternan con el bien: Y nado más y más!

Una sola esperanza me sostiene, Vicisitudes propias de la vida, Como luz que agoniza allá á lo lejos: Que más ó menos equilibrio guardan, Me quedan los reflejos De mortecina fe.

La fe, que es aquel ángel misterioso Que enseñaba á Jacob á hacerse fuerte Contra su propia suerte, Contra el brazo de Dios —

.... Hay algo en el dolor que es verdadero Que cumple la promesa bienhechora: ' 'Bendito es el que llora íWMAVEllA. Porque hallará solaz." Ya el ceniciento césped se sacude: ¡Oh, noche, augusta noche, entre tus velos, Cúbrese el suelo de naciente grama, Mi confianza y lágrimas envuelve, Y á gorjear el pajarillo acude Y mi antifaz devuelve Sobre la verde rama. De noble impavidez!.... El aire se dilata y purifica, Nada quiero! Después de haber llorado Corre de nuevo una aura vegetal, Al opaco fulgor de tus estrellas, Ostentando otra vez su pompa rica No queden ni las huellas El sol primaveral. De mi debilidad. Tiernos pimpollos en los negros chopos, Borraré de mis ojos las señales Apuntando en los lirios el rizoma, Que puedan denunciar este momento, Y amarantos, lobelias y heliotropos Y el mustio y macilento Meciéndose en su aroma. Semblante, compondré, Todo vuelve otra vez con más fortuna, Para irme á confundir entre los otros Después de cierto plazo, en la pradera; Sin hacerme notar por lo sombrío; Pero el alma no tiene más que una Si lloro ó si me río, Risueña primavera. Si soy ó no feliz. El aura es tibia, la cigarra canta, La abeja zumba y el rosal florece; Sólo el alma se agosta y desencanta Y jamás reverdece. El arrullo del viento en la arboleda, Y las flores, y la hoja que se bulle, De una hojilla al caer, el leve ruido, Y la alhondra que trisca en el cereso, El trino grácil de avecilla leda: Y al entrevernos huye? Todo es grato al oído. ¡Gallardos lirios de sin par frescura, Hay una fuerza de indecible encanto, Dalias amigas de color de esperma. Que la atención y el pensamiento doma, Vuestra vista me causa una tristura En el sentido y compasado canto Que al corazón enferma! De la torcaz paloma, Un sol de fuego las montañas dora Que me produce dulce complacencia, Inundando el paisaje de alegría; Aunque mezclada de algo que lastima, Mas todo lo sombrea y descolora Cual si recuerdos mil de otra existencia Negra melancolía! Viniéranseme encima.

Antes, jugando en la húmeda verdura Cogía, ya la espida, ya el racimo, Y me iba á reposar so la espesura De perfumado limo,

Y recostado sobre el duro tronco, Gozando de risueña perspectiva, Cuidaba si á mis trampas algún bronco Saltaparedes iba.

¿Qué hay de común entre la edad primera, Tiempo feliz que nunca vuelve el mismo, Y la alegre y »alana primavera De corto periodismo?

¿Por qué, esos días gratos de la vida, Esa égloga, esos cuadros de la infancia. Como un recuerdo de quietud perdida Me trae esta fragancia?

¿Qué relación existe entre todo eso, RATOS PERDIDOS.

Que satisface más que la alegría, Y comunica temple más viril:

Momentos en que el alma es un santuario De elevación sagrada y religiosa; Y en qué, como de pétalos de rosa, Lluvia de paz desciende al corazón.

Sentir en la memoria me complace, Mis primeros cuidados y mis gozos, Mi primer despedida, entre sollozos, Del carísimo seno maternal.

iVK il'ÄCiiiU/IO'M. Recuerdo mi entusiasmo en los recreos, Mis sueños de oro y nácar, mis amigos; Fugaces labiintur dies. Y hasta las privaciones y castigos HORACIO. Matizan esos tiempos, de arrebol.

En los pliegues recónditos de mi alma, ¡Y luego las soñadas vacaciones! Como arcaica ruina se ha quedado De mi madre al llegar, el mudo abrazo, Un sentimiento vivo y delicado, Y, apenas mal probado su regazo, Congerie de ternura y gratitud Nuevo intenso dolor para partir.

Sentimiento en que vienen á fundirse Sus recomendaciones y consejos Los sagrados recuerdos de la infancia Tenían para mí tanta valía, Que con grata, aunque triste resonancia Que me daban esfuerzos y osadía Reviven todo un mundo para mí. Para trepar las cuestas del deber.

Siéntome transladado á aquellos días El contento purísimo de su alma Que acometí temblando, mi carrera; Por mis lauros y triunfos de colegio, Y cual náufrago entrado á la ribera, Para mí era tan grato y tan egregio, Hoy contemplo la mar que atravesé. Como la más espléndida ovación.

Porque hay una tristeza bienhechora, ¡Jamás me olvidaré de tantas cosas! Bendita y celestial melancolía Y en la edad de los duros desengaños,

« A la dulce memoria de esos años, Mi espíritu rejuvenecerá.

Hoy cambia el escenario de mi vida Y se abre para mí, nuevo camino: ¿Cuál mi suerte será? ¿Cuál mi destino?. ¡Cúmplase en mí la voluntad de Dios!

MUERTA .DE M( MADRE.

Solo estoy en la arena de la vida, Los vínculos de mi alma se han ya roto, De mi nave soy dueño y soy piloto Sin que á nadie su suerte dé interés.

Erato bondadosa, en otros tiempos Me prestaba su lira algunas veces Para templar el tedio y arideces De mi oscura y aislada juventud.

Con ella atravesé yermas distancias Y, aunque torpe y sin alas de poeta. Me elevaba á fantástico planeta Alumbrado por lunas de color.

Mas, como esos viajeros que trasmontan Primero un pedregal, luego un pantano; Después de una montaña, árido llano Sin arribar á término feliz.

Así yo en mi camino: siempre cruzo Un presente más duro que el que pierdo, Y, junto al lecho en qup nací, de hinojos De modo que al mirar en el recuerdo, Recibir su postrera bendición — Suspiro por volver á lo de atrás: Ya no puedo sentir como otras veces, La estación de las aves y las flores, A cada golpe de la suerte insana, La de cielo azulado y trasparente, Esa melancolía, ese nirvana, Es para mí, de nublos solamente, Que nos aisla del mundo en el desdén. De duda, incertidumbres é inquietud:

Perdido el ideal de una creencia Ya no siento como antes, un alivio Que sirva de objetivo á las acciones, En confiar mis penas á la pluma Sin un norte en el mar de las pasiones Y convertir en elegiaca bruma Se queda nuestro mísero bajel. La negra tempestad del corazón.

Miro las cosas de diverso modo: Pero, oculto en el fondo de mí mismo, Despéranme los golpes, y á mi alma Como dormido estaba un sentimiento Ya no puede llegar aquella calma Que pasé inadvertido, hasta el momento De grata y resignada morbidez. Que al rumor de una queja despertó. No sé lo que me pasa al contemplarme Era el acento de muriente cisne Como extraviado en la llanura inmensa Que al recibir una mortal herida, De una mar sin salida y sin defensa, Hace oír su cantar de despedida Sobre leño sjn velas ni timón. Al nido que dejó en el matorral. ¡Oh tú, lira de mis días tempranos, Era el esfuerzo de amorosa madre La confidente de otros sinsabores Que al sentir desprenderse de este mundo, Que yo juzgara entonces, los peores Quiere imprimir su labio moribundo Que en la vida del hombre hay que apurar, En la frente de su hijo, última vez.

Era el acento de esa voz dulcísima Yo quisiera volver á ese pasado Y de nunca olvidada resonancia, De que tanto anhelara emanciparme, Que se oye en los recuerdos de la infancia. Y en medio de todo él arrodillarme Como arrullo de tórtola, gemir. Para decirle dolorido adiós;

Y vine á recoger su ay postrimero, Evocar las imágenes sagradas La mirada más tierna de sus ojos Con que tanto he soñado y he vivido: Abrazar esas sombras que he querido, Y marcharme otra vez lejos de aquí!

¿Por qué no he de poder, siquiera ahora Que he tornado á pisar el suelo patrio, Visitar de pasada, antiguo el atrio Donde otra vez fervientemente oré?

¿Por qué no he de poder antes que parta, Saludar mis penates, los de niño, Que tantas veces mi infantil cariño En horas menos tristes frecuentó!

¡Ya no me arrobará la blanca luna Que tantas veces refrescó mi frente En mis veladas de delirio ardiente, Deteniendo mi pluma en el papel!'

¡ Ya no me dormirán sus amapolas Pensando en pasatiempos y en cortejos, Fiado en que velaba desde lejos LA VIDA. Maternal providencia sobre mí! r. Para la madre, siempre es niñoel hombre, Siempre lo cree sencillo é inocente, De tibia noche en el solemne arcano Y todo hombre, otra vez niño se siente Se ciernen vagas y dispersas notas Cuando vuelve al regazo maternal. De suntüoso festival lejano, Como despojos náufragos de flotas ¡ Ya nunca estas estancias solitarias, Que rodando en el túmido océano, Este antiguo solar, cuanto hora pierdo, A las regiones llegan más remotas; Avivando su vista mi recuerdo, Y en los ecos murientes de esos sones Mi valor hasta el polvo han de'abatir! Vienen también fantásticas visiones. .... Vóime á vagar por el tortuoso mundo ¡Dulces escenas que la mente nombra Lejos estoy; mas la brillante orquesta Y veo aparecer en cada sombra, Se puede adivinar desde mi estancia, Os digo para siempre: ¡adiós, adiós! Y los más culminantes de la fiesta Con todo su aparato de elegancia; Para esos favoritos de la suerte Mi estado psicológico se presta , Que todo lo consiguen sin esfuerzo, A sentir igualmente esa fraíicia ¡ftx- Y resbalan su vida en goce inerte, Voluptuosa, que forman los olores Zánganos del panal del universo; De exóticas esencias y de flores. Pero de esto, á la lucha con la muerte Y á la desperación, que es más horrible, Revolotean en volubles giros No hay ni siquiera parangón posible. Enlazados donceles y doncellas: Ellos de cupidos y vampiros, Allí está el porvenir, rico paisaje Y como diosas y vestales ellas, De conquistas y glorias y algazara, Murmurando palabras y suspiros Como oasis, del árabe paraje Que son de amor requiebros ó querellas En las caldas estepas del Sahara, Ahogados en la música lasciva Que se divisa entre óptico celaje, De una danza habanera con voz viva. Cual un sarcasmo de la suerte avara; Porque la linfa que á lo lejos veo Allá detrás, un corazón celoso Es tan sólo del aire un espejeo Cree atisbar en la confusa danza, Una pareja, en vals vertiginoso, Se entumece mi frente, de alegría, Que entre las otras, rápida se lanza, Y si mis sienes zumban sordamente, Y sobre el hombro del apuesto mozo, Es que un arrebato de poesía Ella la frente, lánguida descansa, Suspende mis sentidos y mi mente, Tratando de obtener con gracia y arte, Sin envidia, sin celo ni ironía, Algo más decisivo de su parte. Ya que todo el que vive es combatiente, Y el soldado, en el puesto que le toca, ... Y así por lo demás,—que esa es la vida Debe morir más firme que una roca. De los que no conocen sus rigores, Y la ven deslizar siempre adormida, ¿Se divisa en confusa lontananza, Como manso arroyuelo entre las flores; En el fondo del caos, limpia y bella Y donde todo, hasta el placer se olvida, .Una luz asomar de venturanza, Para dar el lugar á otros mejores. Como el disco luciente de una estrella? ¡Así es muy fácil sin falacia alguna, —Y qué! ¿No es suficiente á la esperanza Someterse á la ley de la fortuna! Levantar sus miradas hacia ella? —Es verdad ¡Todos tienen el derecho De arder su corazón dentro del pecho! Bello es el mundo, como lago terso, Adelantemos, pues!—Animo!—Vamos! Sin murmullos, sin altos ni pigricia Para rememorarnos el tributo —Pero es fuego la arena que pisamos Debido á su rival, á la asesina, Y el semoun del desierto nos asfixia: Que nos viste la túnica de Neso Quedémonos aquí!—Nada; sigamos! Antes de desposarnos con su beso. Que á la postre no hay suerte mas propicia, Que cumplir cada cual con su destino Sin desmayar á medias del camino.

II.

¿No habéis pasado aquellas largas horas, Que de la noche en la quietud inmensa, Pesan sobre nuestra alma, abrumadoras Como muda, dejándola, y suspensa, Porque insisten más negras y traidoras A medida que en ellas más se piensa; Y que vamos bajando hacia un abismo De desesperación y excepticismo?

Es un mar sin ribera el pensamiento A que el alma se entrega delirante Para buscar remedio á ese tormento Peor que muchos que describe el Dante; Y navega sin brújula ni viento Por esa inmensidad desesperante, En que no se halla tierra ni una roca Donde descanse la mirada foca.

Vese la vida malograr sin fruto, Y en su lenta sarcàstica rutina, Que nos clava minuto por minuto, De su diastole y sístole la espina t

¡Otra vez negro afán, otra vez llegas! En vano al corazón pensé haber hecho Como un claustro de paz dentro del pecho, Donde no penetrara ni un rumor:

En vano por la cuesta de la vida, Como Sisifo voy con mi basalto; Cuando creo llegar á lo más alto, Hasta el abismo vuélveseme á hundir.

1 En vano entre la guasa y el bullicio Aturdir he querido mi existencia, Donde algo amortiguada la dolencia, Curado me creyera de mi mal:

Mas mi herida, cerrada sólo en falso, Guarda virus oculto que retoña, RATOS PERDIDOS.

Y cada vez esa letal ponzoña Necesita cauterio más sutil.

Se piensa que podemos fácilmente La coraza vestir del estoicismo ¡Es verdad! pero sordo plutonismo, Sigue voraz minando el corazón.

/

Cámbianse las vistas en cada acto De este drama de estólidas variantes, Nuevos tipos de formas discordantes Se revuelven en rápido trajín.

Ya una fiesta, un estreno, una promesa Ai¿ Que la lisonja ó el capricho azula, Y todo cual matiz de libélula, Es de pura apariencia ó falsedad.

Ha cabídome en suerte la desgracia Que las más impensadas excepciones, Las más negras y sórdidas pasiones Hanse despeñado sobre mí.

Y eso fué evaporando mi esperanza Y extinguiendo el vigor de mi cabeza, Porque la llama que alumbrando empieza, Acaba por quemar y demoler.

Y cuando luego á contemplar me pongo Todo aquel entusiasmo y ardimiento, Aquellas construcciones en el viento, Tanto vano proyecto y tanto afán,

Me convenzo que todo es resultado De la alucinación de un espejismo Que en la imaginación forma uno mismo, Sin poderse librar de la obsesión.

Y veo claramente el campo estéril Y el ímprobo trabajo de mi vida Que he gastado corriendo á toda brida iWOUft'ROOS, Sin haber avanzado de un lugar. De antiguos tiempos ¿Quién, después de cansancio tan baldío, La grata historia, No siente depresivo desconsuelo, En mi memoria Y dejando caer su esteva al suelo, Vaga sin fin, No se sienta en el tedio y la inacción? Y mil recuerdos Conmovedores Por mi parte, rendido de fatiga, De días mejores Y sin hallar á mi comedia asunto, Vienen á mí. No le encuentro en resumen, ningún punto Que vivirla, pudiera merecer. Como un suspiro, Del aura erránea, Y si hallara á mi alcance algún brevaje Como instantánea Que me hiciera perder toda conciencia Súbita luz, De mi anterior inútil existencia, Cruzan mi mente Yo lo apuraría sin vacilar! Notas y escenas De horas serenas De juventud:

Ecos perdidos, Fantasmas bellos, Febles destellos De astro que fué. De ciertas horas Ay! De los hombres Halagadoras Sería la suerte, De una ilusión, Eterna muerte Es el efecto Sin ese bien, De una morfina Que nos propina Sin los ensueños Insano amor, Aunque fugaces, Locos, falaces Lúcida estela De ardiente amor; Del pensamiento, Sin el hechizo, Fugaz momento, De esos engaños, Ritmo feliz; Sin esos años Es Lorelei De animación. De la memoria, Voz delusoria Y ¿qué es la aurora, De aleve hurí; Con sus rumores Y sus colores Clisé de un cuadro Y aura gentil? Que se nos graba, Y del arco-iris Y como lava Que Febo pinta, De igneo volcán, ¿Qué es de su cinta, Queda en la mente Vivo el matiz? Petrificado: Es el pasado, Y del fulgente Es nada ya. Límpido cielo, ¿Qué es ese velo Diáfano azul? Del verde prado ¿Qué es la alegría? —Flores de un día, Juegos de luz!

Así el encanto ANGUSTIA. Cuando ya me resigno á que la muerte, Con la helada anestesia de su manto, Cubra mi mal y embote mi quebranto Llevándolos conmigo hacia su fin,

¡Todavía me asedian los recuerdos Como bandas de blondas hetairas Que en ánfora de impúdicas mentiras Me brindan embriagante seducción!

¡Todavía pretenden en mis ojos Colocarme su prisma diamantado Que refringe las luces del pasado Con alucinadora falsedad!

Y si allá en lo cerrado de la noche, Un rayo de esperanza á veces brilla, Es como esfuerzo en ruda pesadilla, Que sólo se consigue encrudecer. Y si logro aplacar la negra angustia, Hay otra vida!-Allí los que sufrimos Y otros lauros vislumbro en mi delirio, En ésta, por el mal que hayamos hecho, Que no sean la palma del martirio Quizá ya encontraremos satisfecho De obscura y dilatada abnegación, El saldo de esa deuda de expiación.

El descarnado tarso de la muerte ¡Oh, sí mil veces, mi esperanza es esa! Cabe mi lecho de dolor crepita, La que siempre es verdad: la que se alcanza Quien con sonrisa irónica maldita A medida que menos esperanza Hasta esos fuegos fatuos hace huir. Ponemos en el bien de por acá.

Y establécese allí, como la fiera Que, teniendo á su víctima segura, Prolonga su ansiedad y su tortura Deleitándose en verla terrecer.

¡Hiere pues, de una vez, Parca inhumana. Y termine, por fin, este combate Que, á cada nuevo desengaño, abate Mi espíritu y mis fuerzas más y más!

Y tú, Ménade, sombra del pasado, Que aumentas los objetos y afecciones Con formas de falaces proporciones, ¡Retírate, retírate de mí!

Al cabo de esta vida que se escapa, Todo ha sido espejismo y vano empeño, Y sólo de la muerte el frío sueño Tiene consolante realidad.

Mi suerte malogré desatinado, En el monte jugándola del mundo, Y al fin de la partida, sólo inmundo Un presente, me queda que perder. CON FÍAMZA.

Muchas veces desperado, Maldije de mi fortuna, No hallando salida alguna A mi negra situación; Muchas veces bajo el peso De angustioso sentimiento, En un solo pensamiento Mi alma fija se quedó:

De vigilia horribles noches En que en silencio se llora, Y sorpréndenos la aurora En inmóvil actitud. ¿Por qué no elevar entonces, Nuestro espíritu hacia el Cielo Para buscar el consuelo Que hallan tantos en la Cruz?

El que rocía las plantas Y á las aves teje nido ¿Sólo al hombre desvalido El socorro negará ? •—No puede ser! Mas espera Que el punzón de la desgracia Nos haga implorar la gracia De su ósculo paternal.

Confianza! He aquí el secreto. El eje de la existencia: Confianza en la Providencia Sin reservas ni temor! Y así vendrá lo más propio Para nuestro bien completo; O el ambicionado objeto, 0 santa resignación. ¿Por qué, del corazón la paz tranquila No he de poder hallar, Dios soberano, Si tienes las fortunas en tu mano Y la paz y la dicha tuyas son? ¿Por qué desconfiar de tus bondades Fomentando la duda y la tristeza, Cuando haces la opulencia de pobreza Y el Gólgota conviertes en Tabor?

¡Oh Dios, eterno Dios, á quien me arrimo Como al enebro, lánguida la yedra, Sostenido por tí, nada me arredra: Ni olvidos, ni traiciones, ni escasez! Vendrá de nuevo la estación florida, Sus gayas mariposas y sus frutas; Pero al áspid oculto entre las grutas, Con experto temor evitaré.

¿Dudo acaso?—¿Y es duda filosófica La que en mi pecho, vergonzante anida, O es la fétida Arpía del suicida. Esta que aletea cerca de mí? ¿O es la vergüenza, y el temor al mundo, Lo que toma la máscara de dudas: De ese mundo que vende, como Judas, A los que le aman, con vileza ruin?

No; tan sólo es impía desconfianza De que haya una tan grande Providencia Que tenga voluntad y omnipotencia Para cambiar de un átomo el correr. Pero ¿quien da y destroza las coronas, Infunde la salud y ese valiente Impulso razonado de la mente. Que héroes y genios en el mundo es?

¡Tú lo das, es verdad! La Desconfianza. VOTO, Que retire de mí su torvo espectro; Y, empuñando otra vez áureo plectro, ¡ Que como en tiempos de recuerdo hermoso, Himnos te cantaré de bendición. Mi pecho se dilate, Madre mía, Al pronunciar tu nombre misterioso! Más pura otra alegría, Diríase que el ángel de la vida Ni esperanzas más gratas y risueñas Ha rozado mis sienes con su ala, He alcanzado después; ni puede el hombre Pues siento por mis venas, que resbala Henchir su corazón con más ternura, Fluido de suavísimo calor. Que al repetir tu nombre, Símbolo de bondad y de ventura. Quiero otra vez tenerte por consuelo, Y para ello en tí cifro mi confianza, Pues queriéndolo tú, Reina del cielo, Mi tedio misantrópico y mi duelo Se tornarán en fúlgida esperanza. ¡Mi suerte he merecido! Y esta voz que resuena en mi conciencia Como de otro, sentencia, En vez de provocar odio y rencores RATOS PERDIDOS

Contra aleve enemigo, En tí, Señora, la esperanza fundo Háceme conocer, de mis errores, Que Dios me limpie de la ganga impura No ya la necesaria consecuencia, Que dejan los amores de este mundo, Sino el digno castigo. Cuando se convierten en locura; Despéñase, es verdad, por culpa mía, Y si llega á atraerme alguna cosa, El cúmulo, ¡oh María! Algo que bello y muy preciado crea, De males enconosos y dispares Por el motivo sea Que alejado de tí yo he resentido; De poderlo á otro amor sacrificar. Pero es tan radical y hondo el estrago Haz que respire mi cansado espíritu Que han hecho en mi moral tantos pesares, Aquel suave contento, aquella calma Que necesito, Virgen, que me ampares Que los niños respiran, Bajo el armiño de tu dulce halago; Como si fuera oxígeno del alma; Y que, cual madre tierna, Y extirpa de mi pecho Más que la madre que meció mi cuna, Este nido de víboras y helmintos Recibas por tu cuenta mi fortuna, Que tanto mal me han hecho, Y la negra caverna Porque este hervor de pésimos instintos Cierres de ese pasado Y acre misantropía, Que, sólo imaginarlo renovado Tan sólo por la acción restauradora Causa el vértigo mismo De la que se levanta como aurora, De atracción, que la boca de un abismo; Se puede convertir en alegría. Y alumbre mi horizonte infortunado Pido tanto, Señora, porque siento La bienhechora luz de tu exorcismo. Que sin un cambio radical por base, Tú lo puedes muy bien, lo puedes todo Como pluma de nieve desharase, Con un ruego no más, con una queja, Al tibio soplo de contrario viento, Porque á tu voz la tempestad se aleja Mi confianza y mi fe. Y en bonanza se trueca el fiero mal. Mi deseo es vivir en tu refugio ¡Compasiva y poética María! Glorias no ambiciono, ni poesía Si no se alcanzan con tu santo amor. Quiero quedarme en tu materno asilo, Abandonando todo asilo humano, Y recibir tan sólo de tu mano El bien que satisfaga mi ambición. ¡JMAVET.UÜ

¡Morir, morir! Miseria más enorme No se puede alcanzar, ni más profunda. ¡Quedarse reducido á masa informe De sucias larvas y materia inmunda!

Si sólo fuera abandonar la vida Y pasar á la nada por completo: Aunque inmensa la pérdida sufrida, Para sentirla, no habría sujeto.

Pero bajar desde la excelsa cumbre En que el hombre se encuentra sublimado, A la más repugnante podredumbre Que imaginar se puede en lo creado,

Es pasar más allá de lo postrero Quedando de inferior aun á la nada, Es un descenso más allá de cero A que la impía muerte lo degrada.

Ante tal abyección y desventura Que admitir 110 se puede, aunque se vea, Que el ángel de la muerte lo avasalle, Se siente sublevar nuestra natura, Y á que en él mismo la guadaña cebe, Sin llegar á avenirnos con su idea. Y á que en los que ama, su furor estalle. Nada iguala al suplicio de la muerte, Y es terrible, si llenos de energía Puesto que sucumbe el moribundo Con violencia de tromba nos derrumba, Que antes, sobreviviera á todo suerte Y más, si con lentísima agonía De males y tormentos de este mundo. Nos arrastra, cruél, hasta la tumba. Es horrible morir ¡oh Dios eterno! No hay una angustia superior á esa, ¡Yo no quiero morir, oh Jesús mío! Y aunque tenga esa deuda por herencia Y por eso la pena del infierno O en uso de mi débil albedrío, Es una muerte eterna: que no cesa. La puede condonar tu omnipotencia. Hay indudablemente un gran arcano ¡Yo no quiero morir! Morir me espanta En tan descomunal desequilibrio Y me hiela de horror la sepultura; Que obliga á presentarse al sér humano, Ya Tú pagaste con tu muerte santa, De todos los demás, hecho ludibrio. Toda nuestra deuda, con usura. —Dios es la vida. Aquel que lo reniega Y si por atavismo la contraje, Y no quiere bebería de su fuente, Con la concupiscencia y el orgullo, Por su soberbia voluntad se entrega Pertenezco también á otro linaje: A morir, y morir eternamente. Soy hijo de tu amor, soy hijo tuyo. Si por una estulticia pervertida Yo no quiero tener ese delito Quiso llamarse Dios, el primer hombre, Que consigo trae tan dura suerte, Negándose á deber á Dios la vida; Yo no quiero morir ¡oh Dios bendito! Por usurpar ese inefable nombre, Y Tú puedes librarme de la muerte. El sólo fué el autor de la sentencia Porque esa negra gangrenosa lacra, Que lo convierte en despreciable escoria, Tan sólo de la herencia se deriva, Sin medir la funesta consecuencia Y tu misericordia puede, sacra, Que habría de traer su vana gloria. Restituir mi natura primitiva.

A ese fallo fatal, el hombre debe Yo no acepto esa herencia tan tremenda * Que no es la de mi Padre que me ha criado; * * Tú eres mi única herencia, Tú mi hacienda, Y no la de la muerte y el pecado. Permite pues, se calme la locura Que en el delirio del pavor blasfema Queriendo substraerse á la natura, Renunciaría para ello hasta el cariño Que nos impone esa expiación suprema. De los que Tú me diste como guías, Si bien yo te haya orado desde niño Por su eterna salud, todos los días. No me imputes, Señor, lo que te digo, Transido de un terror que me extravía; Si sólo por la muerte he de ir contigo, Dígnate perdonarme si he faltado ¡Venga la muerte y toda su agonía! Amando á una criatura con exceso, Porque si es la verdad que mucho he amado, No es con el amor que á Tí profeso Me esfuerzo en comprender que es necesario Para ver de tu faz la limpia lumbre, Purificar el alma y su sudario Yo te adoro, Señor, porque en Ti encuentro Que la culpa manchó de podredumbre. Ese calor que el hombre necesita. De dulce protección; Tú eres el centro Sólo te ruego ya, que en esa hora A cuyo derredor mi alma gravita Que te hizo horripilar hasta á Tí mismo, No me deje tu mano protectora Por eso al contemplarte con la idea, Despeñar hasta el fondo del abismo. Como grano de cera en tí se funde Y en deleite infinito saborea Que contigo ella se une y se confunde.

Yo te busco, Señor, porque en tu ambiente, Siénteme en mi elemento, con holgura, Como el ave en la atmósfera se siente, Como el pez, de los mares en la anchura.

Tú lo sabes muy bien, siempre te he amado, A pesar de mis necios devaneos Y que en mi corazón te he levantado Un altar sobre todos mis deseos....

í

DOLORES.

I.—1881.

En mi camino lleno de escombros Morir me siento de lasitud: No puedo solo, sobre mis hombros Hasta los Cielos llevar la cruz;

Contigo encuentro bendita calma Que es un carisma, cual don de Dios, Pues de mi madre tienes el alma, (1) Que tú heredaste con su candor.

No son deliquios de amor fulmíneo, Que vive y muere con el placer, Lo que yo busco; sino virgíneo Corazón de oro, como el tuyo es.

(1) Era nieta de mi madre. Tampoco quiero amor extático Que es todo, menos, realidad: Desengañado, soy un fanático Por lo sencillo, lo natural.

Un nombre obscuro, mi nombre pobre Es cuanto puedo darte yo á tí: Es una joya, que aunque de cobre, Sólo tú puedes reproducir. (1) II.—1909.

No habrá distancia que nos divida, En mi camino lleno de escombros, Ni habrá secretos entre los dos: Aire me falta, me falta luz; Será mi vida junto á tu vida Sin tí no pueden solos mis hombros, Y junto al tuyo, mi corazón. Hasta los cielos llevar la cruz. Cual de una fuente dos arroyuelos, Como dos rosas que da un rosal, Sonriendo estabas y en santa calma, Jamás tendremos orgullo ó celos Aunque hecho trizas el corazón, (*) Por diferencias de calidad. Al ausentarte; pero yo el alma Tengo hecha trizas y la razón.

Si el mismo origen hemos tenido, No eran deliquios de amor fulmíneo, Llegar podremos al mismo fin, Ni voluptuoso muelle placer. Como palomas del mismo nido' Sino atractivo puro y virgíneo Que allá en el soto vuélvense á unir Lo que tus ojos sabían verter

Me aislé del mundo con ceño apático, Del mundo necio, falso y venal, Pues me enseñaste tú á ser fanático Por otro mundo, y otro ideal.

(1) Llevaba mi apellido materno. (*) Murió de una fulminante afección cardiaca. A tu sepulcro, mi pobre nombre Es cuanto llevas, cuanto te di! Tu ángel no quiso que entero otro hombre Lo recibiera de mí y de tí.

No hubo distancia ni distintivo Mientras vivimos, entre los dos; Hoy que te alejas yo muero vivo, Y tú en mi mente vives y en Dios.

Como dos hilos de un arroyuelo Como do.s rosas en un rosal. Así nacimos y ahora el Cielo Pone entre ambos foso fatal.

Somos polluelos del mismo nido Queá amarnos fuimos á otro jardín; ¿Quien te manda, santísimo recuerdo, Si hoy separarnos Dios ha querido-, Que en mis horas mortales de tristeza, Es para unirnos en El, al fin. Cuando inclino abrumado la cabeza, Riegas mis sienes con rocío de paz? ¿De donde vienes tú, nuncio celeste. Telefonema que en la luz cabalgas Para llegar á mí, como esas algas Que de otros mundos acarrea la mar?

Tú eres el rayo de una luz divina Que disipa de mi alma la negrura Y forma cou sus juegos la figura Que caricia fué siempre para mí. Cuando parece que mi fe se hunde Porque está naufragando mi esperanza, Cual faro te diviso en lontananza, Como estrella polar del porvenir. Y si la negra soledad me hostiga No puedo desprenderme de aquel cuadro, Como inútil y estéril sacrificio, De aquella despedida "HASTA LA GLORIA" Mientras me tienden el placer y el vicio Esculpida la llevo en la memoria Las redes de su encanto seductor, Con tu acento inspirado y tu mirar. Te miro en sueños, lúcida como ángel, Parece que me sigues complaciente Y oigo tu voz de arrullador zureo A aquellos sitios en que tú solías Y en la virtud y en sus milagros creo, Acompañarme, como en otros días, Cediendo la maléfica obsesión. Solícito, amoroso ángel guardián. Cuando gastada del valor la fibra, En el templo, en el campo y en la calle En el combate del vivir desmayo, T Dondequiera te finge mi deseo, De tus ojos sonrientes párte un rayo Y me consuela, cuando no te veo, De amor que fortifica mi moral, La idea que en el Cielo estás, feliz Y si el cansancio que me agobia llega Pero al volver á nuestro viejo nido, Hasta orillarme á aborrecer la vida, Que hallo desierto,. .á sollozar me postro Te revelas á mi alma dolorida, Bajo la luz que irradia de tu rostro, Y la vida otra vez me haces amar. Pidiendo á Dios me lleve junto á tí. Al quedarme mirando tu retrato, Sale dél un efluvio que me calma, A veces, una especie de hipnotismo Que de la eternidad me manda tu alma Me quita la conciencia del presente De tu santa y viril resignación. Haciéndome olvidar extrañamente Y es tu recuerdo lámpara perene Que todo un mundo media entre los dos. Que arde de mi mente en el santuario, Paréceme que te hallas en tu huerto Siendo mi corazón el relicario Entretenida en arreglar tus flores: Donde se guarda tu postrer adiós. Que estás cerca de mí ó en tus labores, Y que nada ha cambiado entre tú y yo; ¡No he podido olvidar aquel momento... Y el castísimo beso que me diste! Mas al salir de ese morboso sueño HASTA EL CIELO, sonriendo me dijiste, Y darme cuenta de mi actual estado Levantando los ojos hacia él. Y de que ese espejismo es el pasado, Esa cita de amor, esa promesa El pasado que nunca ha de volver, Es la que guardo con avaro anhelo, Todo el presente se me viene encima, Y es la que me hace levantar al cielo, Y un silbo de serpiente que me quema, Para esperar, los ojos de la fe. Me rechina infernal el anatema De que jamás á verte volveré. ¿JAMAS? ¿NO HASTA EL CIELO. ?—¡ Que infa- (me mentira Que pérfido zumbo, que atroz maldición! Mis nervios se crispan, mi mente delira, No sé lo que siento, no sé donde estoy.

¡Conque eso es el hombre: un poco de lodo Que se echa en la tumba como á un albañal! ¡Conque eso es la muerte y aquí acaba todo, Y nunca he de verla y no hay más allá!

¿Quien esa blasfemia vibró como dardo, Y luego en la sombra, traidor se ocultó? ' Satán-VADE RETRO-TÚ mientes! Yo aguardo: Yo creo el bendito RESURGAM de Job.

Lo mismo me expresa el rostro querido Que en ese retrato veo sonreír; Y en sueños un eco murmura á mi oído: "TE ESPERO EN EL CIELO PIDIENDO POR TI." SOBRE SU TUMBA ,

Vengo, sobre tu tumba, amiga amada, A orar por tí, que es mi único consuelo Mientras no rindo toda mi jornada Y me voy á reunir contigo al Cielo.

No cesarán mis escaldados ojos l)e pagar su tributo á tu memoria, Hasta que no descansen mis despojos Bajo esta misma lápida mortuoria. Sobre tu frente pálida de lirio Mis labios estampé por despedida: En mi p$ado tácito martirio, Ese postrer adiós no se me olvida.

¡Nada me queda ya de entre la fecha Que conservo en tu anillo de himeneo Con cifras de oro y de brillantes hecha, Y la de mármol de este mausoleo!

Pero falta otra aquí. Mientras se labra Dejo en vez de ella, estas humildes flores, De ese poema orlando la palabra, Que es su primera y última, DOLORES. Sobre tu frente pálida de lirio Mis labios estampé por despedida: En mi p$ado tácito martirio, Ese postrer adiós no se me olvida.

¡Nada me queda ya de entre la fecha Que conservo en tu anillo de himeneo Con cifras de oro y de brillantes hecha, Y la de mármol de este mausoleo!

Pero falta otra aquí. Mientras se labra Dejo en vez de ella, estas humildes flores, De ese poema orlando la palabra, Que es su primera y última, DOLORES.

PERSONAJES.

D. SEBASTIAN D. NESTOR ACTO UINICO. SERAFIN JULIANA MATILDE La escena pasa en la ciudad de México. El foro está re- partido en do? compartimentos, el de la derecha representa PETRA una sala decente con dos puertas á la derecha y una ventana UN CRIADO Y que da al otro compartimento, el cual representa una calle, que se cruza con otra que pasa por detrás de la sala. TRANSEUNTES. ESCENA I.

D. NÉSTOR, JULIANA Y MATILDE.

NÉSTOR. Pero, Julianita, esV. muy severa en con- denar los bailes, solamente porque les va- rones tocan la mano á las señoritas y pue- den hablar de algo que no deba decirse con toda libertad delante de papá y mamá. La sociedad tiene precisión de conceder algunas ocasiones en que los jóvenes de ambos sexos traten de ese asunto, que á V. le parece tan importuno é indecoroso: es decir, de cosas de amor. Porque si es lícito, si es necesario que haya matrimo- no está en ese caso, debería opinar y ex- nios, lícito y necesario ha de ser que los presarse de otra manera. matrimonios se concierten, y esto, no de JULIA. Yo si hubiera querido, hace quince un modo clandestino y excusado, que pue- años estaría bajo la coyunda de Himeneo. de prestarse á muchas inconveniencias. Me han sobrado proposiciones; pero no he JUMA. Se permite V. conversaciones tan libres, estado de humor de aceptar. que no pueden sostenerse por persona de NESTOR. V. asegura no pasar de cuatro lustros. buenos principios, y costumbres morigera- En el primero ¿ya tuvo V. pretendientes, das, ni es decoroso entrar en las discusio- Julianita? nes que provocan. Yo digo que los bailes JULIA. Ah! eso es. (Se me olvidaba) Como él nú- son sumamente peligrosos y no sirven pa- mero quince sólo se diferencia del cinco, ra nada bueno, según la expresión de Mon- por un uno, los confundí al hablar. Quise señor Segur, Arzobispo de París, y otros decir, hace cinco años varios escritores sagrados, porque se ha- NESTOR. ¿Y á nadie ha amado V? cen cosas que no debe saber siquiera JULIA. Una señorita no debe casarse sino de que existen, una niña recatada y de fina treinta á treinta y cinco años, cuando me- educación. nos, para que comprenda sus deberes y MATILDE. A mi me agradan mucho los bailes, con- pueda desempeñarlos. fieso mi pecado, y prometeré á mi papá NESTOR. Y entre tanto ¿qué deben hacer con sus cuando me lleve, no hacer ninguna cosa instintos y con su corazón? mala. JULIA, Las chicas de quince á veinte abriles son NESTOR. De modo, Juliana, que lo prohibido y unas locuelas que no saben lo que se dicen condenado debe ser ejecutar esas cosas ma- y ni siquiera que tienen corazón. Sus ins- las; así como es prohibido y condenado ha- tintos por ese lado son vagos, sin el escán- cer cosas malas en los templos; sin que por dalo de las novelas y de los espectáculos eso podamos decir que está prohibido visi- teatrales (Matilde se ha ido á la ventana tarlos. y, entre tanto, se presenta en la calle Serafín, JULIA. A mi no me agrada eso de noviazgos y que se sitúa en la esquina opuesta, y de ve? en descaballamientos. cuando va para un lado y otro, y habla con un NESTOR. Pero, ¿condena V. el matrimonio? gendarme: todo mientras le llega su turno de ser JULIA. Todos los hombres son perversos. oído en la escena.) NESTOR Eso dicen las que no han logrado nunca NESTOR. ¿También proscribe V. la lectura y eí tener un pretendiente. V., que me parece teatro? No te incomodes, hermanita; yo lo decía por lo que tú me recomiendas, cuando me JULIA. y los hombres las embaucan fácil- explicas la Doctrina, que debemos, com- mente. padecernos de los pobres! NÉSTOR. ¡Oh! En cuanto eso, es verdad que las ja- Petra Petra (Llamando.) monas son las que embaucan con la más fina sagacidad al primero que se les pone ESCENA II. delante. Lo digo, porque aquí no hay quien pudiera ofenderse, puesto que usted, que PETRA Y DICHOS. es la hija mayor del primer matrimonio del Sr. D. Sebastián, apenas cuenta vein- Mande V., señorita. te abriles, si bien cualquiera diría que a- Saldrás al momento y dirás de parte de mansa treinta y cinco.... la niña, á un pelafustán que anda rondan- JULIA. ¡Qué descortesía tan incivil! do la callc, que es un belitre indigno de e- NÉSTOR. (Continuando) por su discreción y buen 11a, por su origen, por su porte y por su e- juicio para conocer á los hombres y preca- ducación. Que advierta que con sus imper- verse de los peligros. tinencias no la deja asomar á la ventana (Bajando la vo? para que v.o oiga Matilde.) Que JuuA- (Dirigiéndose á Matilde) Matilde ¿qué ha- pertenece á otro su corazón. [Alto] y, pol- ces en la ventana? Ya debe andar por ahí lo mismo, le suplica la deje en paz, ó de lo ese descosido miserable. Te he dicho que contrario, se verá obligada á quejarse con no puedes dirigir los ojos por donde él esté. papá. MATILDE. Te aseguro que no le dirigí la vista; si- no que él se colocó en dirección de mis o- Voy al^m mentó. jos. Si te pregunta por mí, díle que no estoy en casa. Ten cuidado de no olvidarte que JüLIA Pero tú - le pones un semblante muy ala- no estoy en casa, eh? Pero mira: me- güeño jor será que le ¡lames hacia las ventanas MATILDE. ás que hago, no me puedo incomo- Por m de la vuelta, y yo estaré por ahí, detrás dar, ni poner cara airada, porque alguien de la celosía, para escuchar lo que digan. me mire. (Deteniéndose en la puerta antes de salir.) Ma- JULIA. Debes persuadirte que es un quídam tilde, hazme favor de ver si han echado MATILDE. QU^SFNÍE^™-ERTO. alpiste á los canarios. (Sale la criada)

JULIA. ¿ESTO MÁS? {LEVANTÁ)¡DOS¿Y ^ El Sr. D. Néstor es de confianza y per- mitirá que le dejemos un momento solo todamente hacia ella, la trae hacia donde estaba, con yjstor. {Bajo, á Matilde que ha llegado junto á ella.) Ya te he dicho que debe buscarse un pre- \Tausa\. Ciertamente; aquí hay un elemen- texto para no quedarse á solas con un hom- to preciosísimo para organizar una diverti- bre- pero tú te haces siempre la olvidadi- da comedia Ese novio, ese pelafustán za y disimulada (Salen ambas.) según le llama mi celosísima Argos Orientémonos con él mismo para ver de ESCENA III. qué y cómo puede servir (Se acerca á la ven- tana al tiempo que Serafín vuelve riendo y hacien- NÉSTOR en la sala Y SERAFÍN en la calle. do pantomímicas contorsiones.) SERAFÍN. ¡ Yo calabaceado sin saber cómo, ni por NESTOR ¡Habráse visto mujer más gazmoña! quién! Esto es heroico, esto es sublime y Siempre hablando mal del sexsomasculi- digno de una epopeya que prometo cantar no y haciendo ascos al matrimonio, cuan- entre tapón y fondo de una botella lue- do bien se trasluce que no desea otra cosa, go que caiga el primer duro á mi bolsillo. Es fortaleza que se rinde sin condiciones, NESTOR. A juzgar por lo que se ve, no le ha es- al primero que ¡e haga una demostración. camado mucho la filípica de despedida. Si no me repugnara tanto, haríame menos Este es un cortejo é pedir de boca sordo á sus indirectas. Su mal éxito, se Hola, amigo, amiguito! ha convertido en furor matrimoniaco, en o- SERAFÍN. Eh? ¿qué sucede? dio y tirria contra mi persona. NESTOR. Por aqui. SERAFÍN ¡Qué veo! Aquella ilustre oficiosa pare- SERAFÍN. ¡Otra catilinaria! ¿Es Y. por ventura, ce que se dirige á mí (Haciendo seña« como •el amo de esta casa, padre de una beldad para interrogar# si le llaman.) Es particu- lar! Quizá mi suerte ha cambiado. tan hechicera como desdeñosa? NESTOR. No padre, pero sí tío, y que trae á V. ¿Será que rri ángel guardián me quiere muy buenas noticias. hablar por su boca? Probemos la aventu- SERAFÍN. ¿De Don Sebastián? ra Tal vez sea una conquista (Se va NESTOR. Del mismo. por la calle que se supone tras de la sala del pros- SERAFÍN. Me han llovido mil infortunios y era ya cenio) . tiempo que lo hallara, porque experimen- (Que ba estado paseando). Si, Señor, es ne- NESTOR. to una necesidad absoluta, imprescindible ' cesa-io una venganza. Es preciso inventar de recursos, para salir de tantos apuróse un modo de dar una broma á Juliana pa- La policía ra hacerla menos hostil y que me deje el NESTOR. campo más libre para declararme á Matilde De eso se trata, de sacar á V. de apuros yaparte) (Es peor de lo que yo necesito. mendado, agradecería me facilitase una ¡Hablar de dinero antes de Saber de qué corta suma, y me tendrá á su disposición se trata!) Juliana está enamorada de V. para todas las travesuras que le acomode. Es cierto que yo he ido y venido por es SERAFÍN. Precisamente las bromas y chascarrillos ta calle en busca de una persona, que mu- son mi fuerte y pago por intervenir en e- cho me interesa y tengo idea de que vive llos. por este barrio, y de paso, no he podido NESTOR. Es que se trata de que venga V. vestido menos de admirar con verdadero entusias- y acicalado como un lechuguino, en solici- mo la encantadora f gura de una preciosa tud de la mano de la señorita Juliana, pi- joven que iluminaba esta ventana ... pero diéndola con toda solemnidad y ceremonia, ,... yo pretendía al señor su padre. NESOR. Repito que no trato de oponerme á sus* SERAFÍN Si no es más que eso, cuente V. conmi- pretensiones; antes por el contrario, de go; pero ¿y si admiten? favorecerlas á un grado que V. no puede NESTOR. ¡Vaya V. allá, azacán! Ya se viera haberse podido atrever á esperar. Sola- V. en esas!—Se casa V. con ella — con mente que exijo una pequeña modificación •doscientas mil águilas. en sus planes. Al cabo, lo que V. busca es SERAFÍN. ¡Cáscaras! Pero yo no trato de casar- dinero. me. SERAFIN- Si, Señor, exactamente, lo que yo nece- NESTOR. Ya le he dicho que soy hermano de la sito es algunos fondos. ¿Será V. por ven- cuerda, amigo mío! No crea V. que le a- tura, pariente de mi familia ó acaso el ceptan; y si tal sucediera no saldría V. mismo D. Sebastián? Hace varíes días que perdidoso, ó ya tendría mil medios para trasteo por estas calles, pregunto y me escabullirse. informo, sin haber logrado noticia de él SERAFÍN. En fin, ya está dicho. Venga la plata, porque cometí la torpeza de olvidarme de y después veremos lo demás. Si la niña su apellido — ¿Conque, por fin? es lo que parece, me caso y San se acabó. NESTOR, ¡Qué parientes ni qué cuernos! Si me Pero en todo evento, yo devolveré á V. lo querrá V. hacer creer que soy su tío de que ahora tenga la generosidad de prestar- Indias. Hablemos claro, que he sido del me. arma. Yo le doy á V. dinero para el bol- NESTOR. sillo y le visto, con tal que se preste para Chit! que vienen. Tome estas onzas, una travesurilla inocente. despeje y vuelva pronto. (Le da unas mone- SERAFÍN*. das.) Otro tanto después del pedimento Ya que no es V. mi pariente ni me da de Juliana. razón de la persona con quien vengo reco- SERAFÍN. No olvidaré el nombre; pierda V. cuida- MATILDE. NO, papá, nadie tehabnscado. D. Nés- do, y desempeñaré perfectamente mi co- tor estuvo aquí hace poco, y como de cos- metido, sur,que corra peligro algu.ia de tumbre, él y Juliana se pusieron á dispu- mis costillas Hasta luego. (Vase Serafín.) tar; pero tuvimos que dejarlo solo un mo- NESTOR Siempre será bueno ver á dónde va éste- mento, y salió diciendo que volvería luego, (Sale Néstor.) porque lo habías invitado á almorzar, pero que había dejado algo pendiente que lo es- ESCENA IV. taba inquietando, SEBAST. cierto, aunqne se me había olvidado, MATILDE. (Entrando poco pespués que sale Néstor.) ¡Qué desgraciada soy! Hacer que las porque quería hablarle de un negocio; pero gentes me aborrezcan, cuando tal vez ni estoy ya temiendo pnesinos frecuenta mu- han reparado en mí. Yo no sentía niugu - cho, él y Juliana lleguen á ponerse de a- na inclinación por ese pobre 'joven, que cuerdo, porque los caracteres qne parecen bien es verdad, su traje no está recién he- más opuestos, son los que mejor se avie- cho; pero después que lo han avergonzado nen. Mi Juliana es de genio discreto y por mi causa, siento me parece algo disimulado, poco afecta á fiestas que le soy deudora de alguna indemniza- mundanas, pues prefiere los templos y so- ción. Juliana es muy cruel. Yo aposta- ciedades de beneficencia; mientras que ría que ese joven no es tan ¡despreciable Néstor es calaverón, despreocupado y des- como ella se lo supone, y revela ser de créído, muy golpeado del mundo, como buen corazón. ¡Pero, está hecho! Yo no que ha vivido en varias ciudades de Euro- debo pensar en tales cosas puesto que mi pa, derrochando en sus aventuras, su sa- hermana, qne al fin, es mayor qne yo, y lud, su fortuna y hasta su moral. Un muy instruida, dice que son malas y muy hombre como él, aunque cree tener gran mal vistas por Dios y la sociedad' experiencia, no podría hacer feliz á una esposa, porque está erizado de reglas y ESCENA V. proverbios para todo: desconfía del mundo entero, y tiene rudas prevenciones contra D. SEBASTIAN Y MATILDE. las pobres mujeres, suponiéndolas á todas, maliciosas y falsas. SSBAST. Dime, hijita, ¿no se hapresentrdo en ca- sa, mientras yo he estado fuera, un joven MATILDE. Parece que has trabajado todo el día, qne me recomendaron de Zacatecas? papacito; si quisieras tomar aigún refres- co. te lo iré á preparar ó á que te traigan ESCENA VI. algunas frutas.

SEBAST. No, ángel, te lo agradezco infinito, por- DICHOS, ÜN CRIADO y luego SERAFÍN. que perdería la apetencia para la hora de comer, que ya se acerca. Y tú, por tu CRIADO. Señor, un caballero desea hablar con V. parte, ¿no deseas algo que yo te pueda SEBAST. ¿Ha dicho su nombre? dar, alguna golosina, algún adorno ú ob- CRIADO. Serafín Candela. jeto curioso? SEBAST. Que pase, que pase, y dile que he esta- MATILDE. Nos han referido que la gente se divier- do esperándole. Es el joven de que te ha- te muchísimo en los jacalones de la Plaza, blaba. (Sale el criado) hijo de un antiguo porque reina el más irreprochable buen compañero de colegio, que vive en Zaca- humor, y que en algunos de esos tablados tecas entregado á sus grandes especula- se trabaja con mucha limpieza, poniéndose cionee mineras, y que manda á Serafín pa- piececitas jocosas y divertidas. Si tuvie- ra que practique el comercio á mi lado, ras la condescendencia de llevarnos algu- porque no ha querido concluir sus estudios na vez, yo creo que estaríamos muy con- (Serafín íiace uva profunda reverencia al entrar, tentos. deteniéndose en la puerta) Bien venido, amigo SEBAST. ¿Por qué no te pones de acuerdo con Ju- mió, (Aparte) (La misma cara de Nicolás) liana? y si la convences No se necesita tanta ceremonia para en- MATILDE. Ya conoces á mi hermana, papacito. No trar á la que, de aquí en adelante, será la gusta de esas diversiones populares. Cuan- casa de U. do más, acepta alguna ópera ininteligible, SERAFÍN. (Algo cortado) Tanta bondad, señor del Nacional. antes de saber el objeto de mi visita! SEBAST. Sí que lo sé; puede U. contar conmigo para todo, dinero, relaciones, cuanto se ofrezca. SERAFIN. (Aparte) Vaya un suegro como man- dado hacer! Ojalá fuese deveras, es de- cir, ojalá y la chica me aceptara. Pero que veo! (Reparando en ¿Matilde) ¿Esta es la señorita hija de U? SEBAST. SÍ, Señor, y tengo el honor de presen- társela. Es preciso que se acostumbre U. á tratrarnos con la confianza debida. H- NESTOR. Pero ¿qué es esto que yo no comprendo! ja, este es el joven de que te hablaba ha- —Aquí hay algo extraordinario, nuevo al ce poco (¿Matilde tace una inclinación) Ven- menos: póngame U. al corriente. drá á vivir con nosotros. SER. y SEB. No, Señor, nada tan extraordinario, pa- MATILDE. [¡Qué transformación. Dios mío! ra causar sorpresa, porque sabrá Bien decía yo, que no debía ser sujeto des. NESTOR. ¿Pero qué es esto! preciable. SERAFÍN. Que me caso con su recomendada, con SERAFÍN (t/¡p.) Estoy en Jauja—Yo sueño des- la hija del Señor, con la hechicera Julia- pierto: novia envidiabilísima, novia que nita ¿no es así? (Dirigiéndose á D. Sebastián) haría á cualquiera suicidarse por ella si SEBAST. Pero, si debe hacer muy poco que se en- prefiriera á otro: suegro amable, rico, ge- cuentra U. en Méjico; unos odio días, neroso y que se adelanta hasta ahorrarle cuando más, según mis cartas, y no alcan- á uno la molestia de decirle: ' Señor yo no zo cómo, en tan poco tiempo hayan podido tengo por ahora con que sostener una ca- ustedes ponerse de acuerdo sobre el par- sa." (Sale Matilde) ticular Pero en fin, si Juliana con- siente, no seré yo quien le desconponga ESCENA VII. este partido. SERAFÍN (Ap.) Esta es la mamá, seguramen- D. SEBASTIAN, SERAFIN, D. NESTOR Y JULIA. te {Vacila) Ah! si, no hay duda Como que no puede ser otra: necesito a- SEBAST. Bien venido, Néstor, tengo el honor de blandarla (Arrodillándose á los pies de Julia- presentarle á D. Serafín Candela (£>. na) ¡Oh si Señora, por piedad! Consienta Néstor saluda al presentado) U. y seré del todo feliz; y prometo ha- NÉSTOR ¿Conocía U. antes al Señor? cerla feliz; jamás me olvidaré del gran fa- SEBAST. ¡Toma si le conocía! cuando hace dos mi- vor, de la agradable sorpresa que debo á nutos que se me ha presentado Ja apreciabilísima familia de U. SERAFIN. (A D. Néstor) ¡Oh, amigo mío, porque JULIA. (Con coquetería) Pero yo no sospechaba wy*. N. debe ser mi mejor amigo, mi genio siquiera. Como U. no me había dicho ni protector: todo está arreglado ya. Defi- escrito una sola palabra, según se acos- nitivamente me quedo en casa por ahora, tumbra como un hijo de la familia; mientras no NESTOR. Qué ¿Don Sebastián lo habrá tomado á me establezca por mi solo. ¿No es verdad, lo serio, él tan de calma y sensato! Señor. SERAFÍN. (Sigue arrodillado) Toda mi felicidad de- pende de los labios de U., sólo U. no de- que somos algo parientes. ¿No es verdad, cide en mi favor, cuando el Señor (Seña- tío? lando á ¡Néstor) me había dado todas las se- SEBAST. Bien, bien; yo vuelvo: hasta luego! guridades NÉSTOR. Yo no he dado seguridades ningunas, yo ESCENA IX. no conozco á U. SERAFÍN. (Aparte á D. ¡Néstor) Ah! me olvidaba que SERAFIN Y D. NESTOR. le había prometido guardar el secreto. JULIA. Bien, si, yo no me opongo pero SERAFÍN. Pues Señor, hay apuestas de apuestas necesito pensarlo un poco No creo y compromisos de compromisos. Este lo que sea cosa para decidirla en un momen- acepto en todas sus partes: beberé el cá- to.... (rase) liz del matrimonio hasta las heces—Y nun- ca olvidaré que es á U. á quien debo una protección tan inesperada, comó misteriosa ESCENA VIII. y decidida. NESTOR. En cuanto á eso, no llega hasta tanto el Los MISMOS MENOS JULIANA. compromiso que U. ha formalizado conmi- go; aunque tampoco estoy por oponerme á SEBAST. Ya lo oye U. eaballerito: es una respues- que se cueza esta empanada. ta muy en orden, que yo apruebo y ratifi- SERAFÍN. Cómo! ¿Luego U. no está realmente in- co. Pero comprenderá U. que mientras teresado en mi favor? tanto, no puedo alojarle en mi casa; si bien, no por eso. se enfriará mi buena NESTOR No tengo por qué, según entiendo; pero disposición hacia U.; y en prueba de ello, repito que se puede U. llevar con toda mi le suplico se quede á comer con nosotros aprobación á la pichoncita; por el contra- ahora. Voy á dar algunas órdenes para rio, esto tal vez secundaría mis planes de que nos sirvan, y espero no se sentirá, si establecerme con la otra. lo dejo un momento con el Sr. D. Nés- SERAFÍN. ¿Cuál es la otra? tor. NÉSTOR. ¿Cuál ha de ser! Matilde. SERAFÍN. SERAFÍN. Descuide U., ya he tenido el honor de Ignoti uulla cupido. Cedo, en cuanto está decirle que este caballero es una anti- de mi parte, á Doña .Matilde. gua NESTOR. ¿Antigua? SERAFÍN. Relación de Familia, y aún me parece ESCENA X. ESCENA XI.

DICHOS, Y D. SEBASTIAN. DICHOS, MATILDE.

SEBAST. Perdonará U. la comida dilatada un po- SEBAST. Hija ¿tienes la amabilidad demandarnos co; y sería bueno entretenernos en algo», servir un ajenjo? yArreglando las piezas) para olvidar el hambre que no deja de irse Eso nos dispondrá mejor el apetito explicando ya.—¿Juega U. ajedrez? Un juego de ajedrez no está completo, sí SERAFÍN. SÍ Señor, no muy bien (

SERAFÍN. ¡Ah señor D. Nicanor, ó como quiera se efectuaría. Tero debe U. contar con que U. se llame, ¡Ojalá que no fuera el que las doncellas cuando llegan á cierta e- mismo Serafín, para no verme en tales a- dad, apechugan con el primero que se les prietos! ¡Tenga U. piedad de mí! que en pone delante, no sin protestar lo contrario, mala hora inventó esta chanza, y que yo se entiende. Y á lo que veo U. no .es tan en peor aún, secundé, debido á mi igno- mal partido para la que corría serio peli- rancia y al apremio en que me hallaba. gro de quedarse de modista de imágenes. NESTOR. Eso no me incumbe ¿Pero qué prue- (Entran D. Sebastián, Juliana v ¡Matilde.) bas tendría U. para ser D. Serafín Cande- SERAFIN (Siempre arrodillado y stn reparar en los que la? entran) ¡Tenga U. compasión de mí! SERAFÍN. ¿Una prueba?—El mismo D. Sebastián no tanto por D» Juliana sino que yo que conoce á mi padre. quiero deveras á Matilde amo á Ma- NESTOR. ¡Quita allá! Pero no conoce á U. tilde y me moriré si U; se casa con SERAFÍN. (Como inventando un medio y registrándose los ella Al cabo U. no siente amor por bolsillos) Aquí tiene U. mi boleto de dili- Matildita, puesto que lo que pretende, es gencias; que fué lo único que me dejaron salvarse á cualquiera costa del desastroso los bandidos, á fuerza de ruegos para po- y mortífero solterismo en que anda nau- der continuar él viaje, con la circular de fragando alojamiento y comida que contiene. NESTOR. (Viéndolo) Efectivamente, este aturdido no puede ser otro, que el tal Serafín; co- mo que no podía haber previsto antes el caso de suplantación para venir tan preve- nido. Pues ahora, mi amigo, no hay más, sino que se casa U. con Juliana y yo con Matilde. SERAFÍN. ¡Pero eso es una doble crueldad! Yo le ruego á U. hagamos una permuta! (Se arrodilla) NESTOR. No hay permuta que valga. SERAFÍN. ¡Pero si Juliana no me quiere! NESTOR. De santos se diera U.: el matrimonio no de. Al fin de todo, vale más la que se nos inclina, que cualquier otra,

ESCENA XVII. (Yendo al medio de la escena y dirigiéndose al publico, tomando de la mano a Juliana) D. SEBASTIAN, JULIANA, MATILDE Y DICHOS. Me salve de un precipicio. Por fortuna, sí Señor; SEBAST. ¿Pero, qué es todo esto? No comprendo Que casarse por amor una sola palabra de tanto embrollo. Ma- Es divorciarse del juicio. tilde se casa con U. (c/í T). Cuestor) con (Como el anterior, Iterando á Matilde. fesando que prefiere á Serafín, U. (sa para ofender Con la sonrisa en los labios á nadie, haber padecido esta equivocación. Vendrá á ofreceros su amor. Rectifico pues, á U. mi demanda, supli- SERAFÍN. Las dos el duro rigor cando á ella revoque el si que por mi tor Olvidáis de los agravios, peza había favorecido á mi rival. Y con sonrisa en los labios MATILDE. (Se junta con él y le da la mano) Si, papa- Nos concedeis vuestro amor cito, quiero mejor al Señor, que á D, Nés- NÉSTOR. Y toda mujer es tal tor. En su terca condición, NESTOR. (Picado y dirigiéndose a Juliana) Y yo pre- fiero á Julianita mejor que á Doña Matil- Que para que éntre en razón, Preciso es tratarla mal.

SERAFÍN. y tú, mi vida, eres tal, En tu bella condición, Que me otorgas tu perdón Cuando te he tratado mal.

CAE EL TELON

DESCONFIANZA Drama de salón en tres actos / y en verso. Que para que éntre en razón, Preciso es tratarla mal.

SERAFÍN. y tú, mi vida, eres tal, En tu bella condición, Que me otorgas tu perdón Cuando te he tratado mal.

CAE EL TELON

DESCONFIANZA Drama de salón en tres actos / y en verso. Este pequeño drama fué escrito con poco [tiempo de an- ticipación al día en que debiera representarse en una casa particular, de intento, con pocos personajes, jóvenes todos, ninguno de carácter odioso ó ridículo; costumbres y trajes sencillos y de la época, y escenario conocido y fácil. ACTORES

AMELIA CLARA LUIS GAXIOLA ALBERTO ANDRÉS VENEGAS Acto primero.

Vista de la plaza principal de Méjico. —Es de noche.

ESCENA I.

Luis Y ALBERTO sentados en una banca.

AL. ¿Por qué, retraído y serio, Con los amigos no vienes? Algo te pasa: tú tienes Reservado algún misterio. Luis. Nada que tú no sabrías. AL. ¡Imposible! Tú que has sido Tan bromista y divertido, Dado á zambras y alegrías; Hace poco, es !o contrario, Escabullirte procuras 211 210 RATOS PERDIDOS.

De aquellos en que se apiña Sin contar tus aventuras. Gente en el templo, una niña Taciturno y solitario. Oyó junto á mí el sermón. Tú incubas algún proyecto, Por más que quise apartarme, Aunque protestes y jures Por no profanar el acto, ¿Has perdido en los albures? Sentía el leve contacto Luis. No es el juego mi defecto üe su aliento electrizarme. AL. Es, que sabes bien que cuentas, Llena estuvo Catedral Por si carecieres de algo, ese Día de Difuntos, Con lo poco que yo valgo Y al salir, nos fuimos juntos Y lo que valen mis rentas. Hasta cerca del Portal. LUIS. Conozco que eres sincero La manera respetuosa Y lo agradezco infinito, Con que me porté en la misa, Pero nada necesito Valióme dulce sonrisa Por ahora de dinero. (Pausa) De despedida afectuosa. AL. Adiviné, ¡que canario! AL. Insinuante, sola y bella Conforme todas tus trazas, Era Venus disfrazada Te han dado unas calabazas LUIS. De la turba en la oleada, Pero de esas.... [Haciendo señas de grandes] La madre perdió su huella. Luis. Al contrario. Vine después, por la noche, Mi desgracia, buen amigo, Al Zócalo, de paseo, Proviene de que en amores Y á poco, bajar la veo Es pródiga de favores Con una amiga, de un coche. Doña Fortuna conmigo. Había tanto donaire Ya que mi dulce secreto En su porte y en sus ojos, Con tanto celo rastreas, Que me vinieron antojos Lo diré, con tal que seas, De echar una cana al aire; Como se debe, discreto. Porque, aunque era tan hermosa, Tu excepticismo punzante Como guapa y como lista, Y tus sarcásmos deploro, Parecía su conquista Aunque está engastado en oro No mucho dificultosa. Tu corazón. Fueron pasando semanas AL. Adelante! En aquel escamoteo LUIS. Un di ' de gran función, De guiños y coqueteo De afectación ó de estudio. Por jardines y ventanas, AL. Aun supuesto ese candor, Hasta que entre aquellas y éstas Sabes tú, si sus parientes Vino feliz accidente, LUIS. ¡Que me importan otras gentes En que hubimos verbalmdnte Contando yo con su amor! De hacernos mutuas protestas. AL. Por todo esto, á lo que veo, Pareces pobre novicio No vendrás á mi visita. En esta clase de asuntos; LUIS. A las ocho tengo cita. Y ese Día de Difuntos (tAmbos ven su reloj y se lenanta Al.) Te va á trastornar el juicio. AL. Acompáñame al Correo, Como tienes la manía Y te queda un cuarto de hora De créer lo que deseas. Para volverte á esperar. (Salen) Temo que víctima seas De esa hija de Samaría. ESCENA II. Y annque sepas ciencias muchas Y hables de Plauto y Cantú, AMELIA Y ANDRÉS que llegan del brazo, conversando No tienes tamaños tú Para esa clase de luchas. AN. Voy á tomar un refresco. ¡Si es un jilguerillo tierno AM. Pero, donde? (Sentándose) Que del nido aun no se aleja! AN. A la Concordia. Por lo mismo que no es vieja, AM. Si mamá llega á saber Te va á poner como cuerno. Que en la plaza me abandonas Te aseguro que hay tramoya AN. Y quien se lo va á decir! Y no es su primer ensayo, No me tardo un cuarto de hora. Y que tu no eres el gallo AM. Espérate, por lo menos Que ha de llevarse esa polla. A que vengan las Ochoa. Se equivocó tu experiencia AN. o4ll rtght, (1) pero mientras tanto. Y tu profética chispa, Voy á decirte una cosa: Que si es viva como avispa, Mi mamá me preguntó Es ángel por su inocencia. Hace poco, si eras novia Del Edén son un preludio De un cierto pega-petardos Los claveles de sus labios Sin los chocantes resabios (1) Se pronuncia olrait Que por nuestra calle ronda. ¡ Conque tú le das entrada! Yo no le he visto siquiera, Dices que tiene otras novias? Pero mamá está furiosa. No novias, precisamente. También á mí me riñó La que visita á deshora. Y no sé qué hacer ahora, Tener puede otro carácter. Porque luego, á confesar, ¿Acaso será su esposa? Me condujo á la parroquia; Tal vez, ante el Cura Zao Y el Señor Cura me dijo Afirmarlo no me toca. Que era obra pecaminosa Lo mejor es que le dejes. Aventurar de esa suerte ¿Será posible tal cosa? Mi felicidad y mi honra: ¡Vamos! Si será posible! Que yo no estaba en edad Digo, que haya una persona Para dirigirme sola De tan bajos sentimientos En esta clase de asuntos Y de conciencia tan sorda. Y que sé yo cuantas cosas. Pídele las esquelitas Mas ¿quien es el pretendiente? Que con mano imprevisora ¿Es elegante, es persona Le hayas puesto, y los retratos De la buena sociedad? Que tengan dedicatoria, Se llama Don Luis Gaxiola. Y de barato dar puedes ¡Ah vaya! ¡Conque ese tipo! Alguna piedra preciosa, No tiene más que su ropa, Que en relicario ó cintillo, Caballerito de industria Se te fuera, y duerma ahora Que fuera pobre no importa En algún monte piadoso Pero es un literatuelo Vete pues, á la Concordia. Que hace el oso á cuantas topa, Y si insiste ó refunfuña, Y ninguna que se estime Avísame sin demora. En valor de una alcachofa Yo me encargaré del resto. Puede dar cabida á ese ¡No, por Dios! Déjame sola Lagartijo de accesoria. Y yo te prometo Andrés, Sería preciso tener Dar pronto fin á esta historia. Reblandecida la cholla Para echarse á navegar. En tan podrida canoa. ESCENA III. ¿Qué te puso tan mustia, amada mía, AMELIA sola. Al oír el relato de tu hermano, Que, de tu bella mano AM - NO es posible ¡Dios eterno! La pulsación se altera? Que haya un hombre tan infame: (Se la habla daado desde poco antes) No comprendo que no me ame, Am- Que estuvieses tan cerca, no creía, Si me lo jura tan tierno. ni que alguien nos oyera. ¡Virgen sagrada María, Luis- Vine á darte este ramo, y el acento Eres tú mi única ayuda, A escuchar de tu voz tan dulce y blando Socórreme en esta duda Con que otras veces muestras el contento... Que destroza el alma mía! Am- (^P) ¡Cómo podré decirle! ¡Que tu pureza me alumbre Luis- Que te causan las flores que te mando. Y me dé valor y calma, Me parece, en tu ausencia, que mirándote. Porque se sumerge mi alma Cesará la inquietud que me devora: En un mar de incertidumbre! Te llego á ver, y esa inquietud traidora (Se queda como abrumada) Se aumenta más y más. Mi deseo es entonces acercarme ESCENA IV. Para decirte lo que mi alma siente, Y dar pábulo al rogo que en mi mente AMELIA Y LUIS, que llega con un ramillete de Enciende tu mirar. flores en la mano. Pero llegando á tí luego enmudezco, Y olvido las palabias que traía; Luís. Con cielo azul y brisa que adormece, Paréceme tan sólo que apetezco, de hinojos á tus pies, En una mar tersísima de plata Pedirte me perdones mi osadía Que los peñascos y árboles retrata, , Am En un momento, todo se obscurece - Muy pronto vuelve A ndrés Luis Y condénsase negra tempestad. - Vagando por el campo, embelesado, Así en tu frente pura, Como al azar, entre floridas yerbas, Fuése alzando una nube de tristura Luz deslumbrante y aire perfumado, Hasta cerrar el broche de tu ceño, Un momento olvidé penas acerbas, Y tu semblante alegre y halagüeño, Y de tu imagen sólo, entre aureolas, Llenóse de amargura. Me acordaba extasiado; y á mis solas Un mundo imaginé de maravillas. Cortaba al paso espigas y frutillas Haciendo tosco ramo Te hagan caer con muquiavélico arte. Que, con flores agrestes y sencillas, Pláceme verte atravesar los prados Parecióme expresar lo que te amo. Cual rápida ilusión, Estas de cáliz rojo, van al centro Mandándome en tus ojos encantados, Rodeadas de acantos y de palma, de amor, dulces recados Retratando los ímpetus de mi alma, Que á lo lejos recoge el corazón. Que espera conseguir pronta victoria Pláceme oir el harmonioso acento Fiáda en el amor; De tu voz seductora, Y estas de limpio azul, color de gloria Porque en ella trae, cómplice el viento, ¡Perdieron su frescura primitiva! Palabra halagadora Cual si fueran presagio de que el cielo Que me embriaga de dicha y de contento, También ha de cambiar de perspectiva Aunque á oídos extraños sólo sea Tras de pesado y ceniciento velo. Destinada á otro objeto y á otra idea. Me agradan las silvestres amapolas, ESCENA V. (Toma el bonquet) Mucho más que las flores de invernáculos. DICHOS Y ANDRÉS que ha llegado por Camelias y jazmines, detrás sin ser sentido, y pone á Luís Que se siembran y dan en los jardines la mano sobre el hombro. Para adorno de muertos y espectáculos. Quizá prefiero el descuidado fruto AM. Vuestra infame socaliña De cimarronas plantas, Tan vulgar y descarada, Por ser espontáneo su tributo! Está muy manoseada, Hay en tu corazón terrible lucha Y sólo á una pobre niña Que se adivina en tu lenguje triste Se la hará pasar por culta ('Pausa) LUIS. (Volteando) Perdone usted, caballero.... ¿Ppr qué ayer no viniste? AN. Sepa usted, Don Majadero, ¡Si vieras lo que siento Que mi hermana no es estulta; Cuando pasa el día sin mirarte! Pero si usted se imagina, Me persigue funesto pensamiento: En su necia petulancia Paréceme que está cercana la hora Procurarse la ganancia En que me han de obligar á abandonarte, De una opulenta tontina, Porque en red traidora Es también empeño necio De que bien puede excusarse; RATOS PERDIDOS. 2'21

Consentiré que sea ella Quie os dé el toque de marcha. Amelia no ha de prestarse (A Am.) Hace poco, á lo que entiendo, A semejante adefesio. Estabas por despedirle; Su edad y poca advertencia Puedes por tanto, decirle Han dado margen acaso, Que ya bien puede irse yendo. A creeros en el caso De estar en correspondencia; (Pausa) t Pero la niña os rehusa: AM. He sido, un poco — ligera — Esta es toda la verdad; Ingenuamente lo digo (Se detiene) Y si algo ha dicho, —su edad AN. ¿NO basta con eso, amigo? Será la mejor excusa. Luis. SU respuesta no es entera: Luis. Estoy perplejo y turbado, Toda la frase reclamo. Ni dar puedo explicaciones AN. Os vais poniendo exigente! Contra las acusaciones (A Amelia) Dile entonces, netamente. De que me habéis abrumado. AM. (Como violentándose y titubeando) Lo principal de mi falta De ver as, Don Luis, no os amo, Es mi falta de fortuna Y aun cuando fuera al revés, AN. La defensa es importuna, No puedo en mi corta edad, Pero la audacia es muy alta. Contrariar la voluntad Luis. Mi amor á Amelia es tan hondo, De mis padres y de Andrés. Que vuestros cargos desdeño AN. Prescinda usted de su empeño, CAE EL TELON. 0 de mi paz no respondo. LUIS. Caballero, yo he sentido Que vinieráis por detrás AN. Amigo, no hablemos más, Este es negocio concluido. LUIS. Yo confieso en este punto, Haber sido algo imprudente Pero Amelia, únicamente, En tan delicado asunto, Es quien pudiera AN. (Ap) Ya escarcha! (Alto) Por no alargar la querella, Que vienen de ellos. Fui imprudente con Luis Hasta el exceso, Sin reserva ninguna En los paseos; Pues aunque yo siempre andaba Con compañero, Cómplice lo hacíamos De nuestro empeño, Diciendo palabritas De doble intento, Acto segundo. Cuando el uno del otro No estaba lejos; La misma vista del anterior, con las variaciones Y de alguna distancia, Eran telégrafos, que requiere el transcurso del tiempo. Ya con miradas tiernas Y movientos, ESCENA I. Ya con sonrisas dulces Y hasta con besos, AMELIA Y CLARA sentadas en un banco. Que, con un disimulo Poco discreto, Grato y sin sombra alguna Dábamos á las flores Es el recuerdo Y á los pañuelos. Que de aquellos amores Lo mismo en los teatros Guarda mi pecho. Y hasta en los templos; Catorce años contaba Todo para nosotros, Por esos tiempos; Era terreno Edad en que se vive Propio para señales Como en el cielo, De amor eterno Sin temor á peligros Mas todo eso — pasó Que no entendemos, Cual fatuo fuego Ni observar conveniencias Si imprudente y ligera Fui con exceso, Dominar me dejé En un momento Es un escéptico. Por importuno rapto AM. Así va siempre el mundo, De necio celo, Contra el deseo. Que he deplorado mucho, CLA. Son sus declaraciones Mas sin remedio! Como entre velos ¿No has tenido después De bromas y acertijos. Otro cortejo? AM. Será recelo No he tenido otro amor De que tú le desaires, Como el primero: Y deja abierto Si el pretendiente es rico Siempre, de otra salida O de alto puesto, Algún sendero, Elegante, gallardo Negando, verbigracia. Y de talento, Que sus requiebros Halaga al amor propio Fueran una propuesta. Ser el objeto CLA. Será por eso, De finas atenciones Y se pasa semanas 0 negros celos: Sin ir á vernos. Se ama con la cabeza, Necesito explicarle Mas no hay aquello Cada suceso, Que al corazón inflama Para que no interprete Con dulce anhelo. Mal mi manejo. Tú podrías casarte AM. No me parece bien No lo deseo; Que lo hayas hecho. Helo intentado á veces, Si realmente le amas Pero no puedo CLA. No lo comprendo: Porque ninguno me ama Cuando me pongo seria Como yo quiero, Y no me esmero Porque es harto difícil... En tratar de agradarte, Pero tratemos El, con empeño, De algo que te interese.. Me busca y agazaja. ¿Qué dice Alberto? AM. Pues, gran remedio, No puedo dominarlo, Según ese diagnóstico Que tienes hecho, ESCENA II. Es quemarle la llaga De orgullo necio. ALBERTO Y LUIS llegan del brazo. Admite de algún otro Los galanteos, Y á Alberto rendirás Igñoro si eres dichoso ain mucho esfuerzo. Con tu genio de poeta; CLA. Veré si en adelante Pero cualquiera coqueta Trastornará tu reposo; Jugar yo puedo Esa doble partida Y las ricas elegantes AM. Me comprometo De afectada aristocracia Son las que hacen con más gracia A darte unas lecciones, Renegar á sus amantes. Y al poco tiempo ¿Cómo es posible que creas Verás como se cambia Con todo tu buen talento, Del todo, Alberto. Que Amelia por un momento, Que para lo futuro Comulgue con tus ideas? No haya secretos En esa inquieta destricia Entre nosotras dos. Que todo espíritu siente ('LA. Te lo prometo. Al salir del inconciente AM. ¿Me verás con frecuencia? Periodo de la puericia, ¡Cuánto te quiero! (Se besan) Busca la niña al acaso CLA. Se me olvidaba que hoy Algo que ignora de nombre, Es el concierto En casa de mi tío Y se adhiere al primer hombre Don Anacleto. Que se le presenta al paso; ¿Vienes conmigo, Amelia? O es como esos colibriés Yo te lo ruego! Que arrebata loco anhelo, AM, Gracias, Clara querida, Y van con rápido vuelo Pero no puedo: Del mirto á los alhelíes. Tengo que estar en casa, No dudo que ser tu esposa Porque hay enfermo. Pensara de vez en cuando Vámonos en mi coche, Amelia; pero pensando. Y allá te dejo. (Salen y queda Llegó á pensar otra cosa. un momento la escena sola.) Soy un soñador, es cierto, Para en momento oportuno Saber de mi suerte el fallo. Un iluso incorregible; ¿Y qué has visto de su parte? Mas mientras sea posible, La más cruel indiferencia: ¿Por que no esperar, Alberto? Ha evitado mi presencia AL. Pero ¿tu esperanza dura Con disimulo y con arte. Después de tan largos años? Y como ahora dispongo El mundo y los desengaños De un diario de renombre, ¿No corroen tu armadura? Disfrazando sólo el nombre, Luis. Pasada cierta querella, Sentidas trovas le pongo: Amelia mandó decirme, Trovas que no duda nada Que aunque su amor era firme, Que para ella las escribo. No pensara más en ella. Pues bien sabe que recibo Quiza afrontándolo todo La vida de su mirada. Con ruegos y humillaciones Es el romance más triste Habría hallado ocasiones Tu quijotesca constancia De un favorable acomodo Por una broma de infancia, Pero haciéndome violencia, Por un amor que no existe. Como quien quema su mano. Desata, por Dios, tu venda: Resolví cortar de plano Quien pretende á tu ex-futura Aquella correspondencia. No estudió literatura, AL. Eran puras niñerías. Pero tiene rica hacienda. Luis. Y para evitar un yerro, Poco exigente y celoso, A esperar fuime al destierro De aventuras mujeriles, La aurora de nuevos días Es una especie de Aquiles AL. Tanto trastorno y suplicio Como rival para esposo. Por tan fútiles amores! Y en eso de tirar cuentas LUIS. Hay sentimientos mayores Amelia no es nada turnia; Que cualquiera sacrificio; Prescindirá de la alcurnia, Y Dios premia con usura Pero jamás de las rentas. Tener fe en su providencia, Me asfixia la horrible calma, A más de que esa creencia La sarcàstica ironía Es de suyó una ventura. Hace poco que aquí me hallo Con que haces esa autopsia Esperando sus veintiuno De las vergüenzas del alma. AL. Pues hombre, AL. Sufres engaño profundo. Para eso te recomiendo. Luís. Tal vez; pero yo no envidio (Pausa) Tu lento y atroz suicidio Luis. Vamos! De un modo me caso: De dudar de todo el mundo, Mañana mismo le escribo Viviendo desesperado \. Amelia. Si no recibo En un desolante tedio. Contestación, ó si acaso (Pausa) Usa de frases ambiguas Ai. Voy á ofrecerte un remedio Que dejen el puuto oscuro, Que te saque de tu estado. Desde ese momento abjuro Tengo por ahí una prima, Mis ilusiones antiguas. Pero prima primorosa Que podría ser tu esposa ESCENA III. LUIS. Pero, hombre — ¡me causas grima! AL. La hija de mi tío Antonio, Dichos, VENEGAS. Es muy guapa no lo dudes. LUIS. Tiene talento y virtudes VE. ¿Qué dices de nuevo, chico? AL. Propias para el matrimonio. [T)a la mano á Alberto ] Y si no fuera tan bella, Al- ¡Y qué á propósito llegas! O yo tan desconfiado, Vamos, cuéntanos. Venegas, Mucho tiempo ha, que casado La aventura de Perico. Estaría yo con ella. VE. Y tú, Gaxiola, ¿qué tienes? Hazla y hazte tú feliz, (D ndo la mano á Luis) Dejando tu quijotismo, Luis. Concertábamos un drama Porque en el fondo es lo mismo Que versa sobre la trama Dulcinéa y Beatriz, De «Para el amor desdenes», Clara es de buen corazón, Y tal vez tu gacetilla. A pesar de ser muy fría, Verídica y jocoseria Y la que más se avendría Nos suministre materia Con tu genio y condición. VE. LA Pedro es muy sencilla: Luis. Pero sí, según entiendo, (Se siénta) No conoce ni mi nombre, Una beldad de patente, Y es ridículo De esas de ojos celestiales Y formas esculturales, Y tuvo que irse de viaje Se fijó tan dulcemente AL. Ja-ja-ja-ja. Qué frescura! En los ojos de Corella, ¿Conque dinos, Luis-el-bueno, Que Corella perdió el juicio Vas á meterte de lleno Con semejante artificio, En otra igual aventura? Y se dió á correr tras ella. ¡Por Cristo! yo no me arredro Gastaba buenos doblones De que se ría el mundo: Para seguirla al paseo - Haz capítulo segundo Alquilando de recreo De los amores de Pedro. Ya tílburis, ya frisones. Con fé tu martirio abarca, Abonaba su luneta Que allá te lleva el destino. Con sacrificios y enojos ¡Tienes abierto el camino Por clavar sus anteojos Que dió la gloria á Petrarca!.... En su adorada coqueta. VE. Pero ¿Porqué esta filípica Rondaba como una mica, A nuestro amigo Gaxiola? Cambiando siempre de lado AL. Porque hiciste carambola Para evitar ser notado Con esa tu historia típica. Por los deudos de la chica. LUIS. En una palabra, Alberto, Y creyendo casi cierto Y tregua á esta escena rara, Que lo aceptaría Amelia, ¿Podrás presentarme á Clara? Arrojóle una camelia AL. Esta noche en un concierto Por un balcón entre abierto, Que hay en casa de las Ramos. Y para acabar mi historia, VE. Que sean ramos ó flores, Otra noche, un ramillete Acepto de mil amores Con perfumado billete Si me convidas. De tierna declaratoria. LUIS. Pues vamos! Lo sé de boca de Julia: Fué irrisión aquella esquela De toda la parentela : CAE EL TELON. Y cuotidiana tertulia. * Lleno Pedro de coraje Por tan agudo sarcasmo, Fué víctima de un espasmo Acto tercero.

Una sala de recibir regularmente amueblada. Puertas laterales y en el fondo.

ESCENA I

CLARA, Y AMELIA.

CLA. Estoy tan perpleja, Amelia, Que ni á describir acierto El grado de desconcierto Que mi alma siente esta vez. Yo no sé si el desengaño U otra idea me fascina; Consentí en ser visitada Mas hay algo que me inclina Y escuché su pretensión. Por lo menos á dudar. Es joven, fino y galante, Pero ¿tú amas á ese joven? Y de talento muy claro; La verdad, no experimento Pero tiene algo de raro Aquel grato sentimiento En su áspera ingenuidad. Que puede llamarse amor. Pudiera ser más flexible Yo comprendo que á su lado Su cortesía afectuosa Mi vida será tranquila; Le falta no sé que cosa, Pero mi pecho vacila. A lo menos, para mí: No—no me siento capaz Aquel empeño amoroso ¿Desde cuándo le conoces? Que aunque se oculte ó se venza, Hace un mes, en un concierto Por temor ó por vergüenza, Fué á presentármelo Alberto Lo adivina el corazón. Sin anterior prevención. AM. ¡Pobre Clara!—Si es sincero, Cambiamos sólo las frases Si por tí se ha decidido De la común cortesía, Y es tan fino,—buen marido Y mi primo, al otro día, Será,—no lo dudes tú. (Tausa) Se me declaró por él. CLA. Me ocurre una idea. Es decir, por su conducto, AM. ¿Cuál? Mandó don Luis ofrecerme CLA. Hoy es día de visita; Su mano y venir á verme. Precisamente es la cita Mediante mi voluntad Entre las cinco y las seis. Pero debo confesarte AM. La media. (Viendo el péndulo) Que me sentí lastimada CLA Desearía De que de tal embajada Que presenciaras cubierta Fuera Alberto portador. Tras del store (1) de esa puerta Sin demostrar embarazo Toda la conversación. Me formó la biografía (Llaman con timbre) De Luis, á quien conocía AM. Tocan. De muchos años atrás. CLA. ES él, es Don Luis! Yo, sin dar ninguna prenda Que me comprometa á nada, (1) Se pronuncia stor. No ofrece gran aliciente Por el amor que me abrigas Mi enturbiado porvenir. Te ruego, Amelia, me digas Me sonroja proponeros Con verdad tu parecer! Una mano tan vacía AM. Pero si ya estás resuelta CLA. Llena para mí estaría CLA. Aún vacilante estoy Con el corazón, don Luis. Al ver que recibo y doy Un perfecto caballero Un golpe de ingratitud. De acrisolada conciencia, Si por lo que pase, opinas Que aunque lo sea de herencia, Que debo admitir, te quedas; Lo es también por convicción: Pero si una silla ruedas Un buen amigo que instruye Y te presentas aquíj Y deleita con su trato, Como que entras de improviso Es para mí muy más grato Cortándonos la palabra, Que tren de gran esplendor; Sin esperar á que te abra, Y más grato me sería Será contraria señal. Una amistad libre y pura, (Sale Amelia) Sin esa legal premura, Que tiene la esposa, Luis. ESCENA II. Luís. Soy ingenuo por carácter; De lo de más, yo carezco, CLARA y Luis que hace al entrar una Pero en el alma agradezco inclinación respetuosa. Que lo supongáis en mí. CLA. Podéis entrar, caballero. Alentadora confianza LUIS. Muchas gracias, señorita. oe respira á vuestro lado, Si interrumpe mi visita Un perfume delicado Más amena entre tensión De virtud y de bondad. CLA. Ninguna, Señor Gaxiola. CLA. Ni la virtud ni el talento, (SÍ sientan) Ni el oro, ni el poderío LUIS. (Sonriendo) Soy un novio muy avieso, Pueden llenar el vacío Clara, es verdad, lo confieso: Que el amor debe ocupar. No puedo inspirar amor. Luís. El amor! es una llama Literato á mi manera, Que se enciende poco á poco, Político independiente, Comenzando por un foco Es pretensión semejante De amistad ó gratitud. A que haya espectro sin prisma, El amor es una hoguera Es preferir un sofisma Sin razón ni precedente, A !a estética verdad. Que se enciende de repente ¡Fantasía quimérica! Como la eléctrica luz. Y sin embargo, yo creo ¿Es decir que nada vale Que los lazos de Himeneo Lo mucho que yo os estimo?... Convendrían á los dos, Os habrá dicho mi primo Porque la amistad sincera, Que yo os aprecio también; Vínculo de alma con alma, Y comprendo lo que obliga Nos dará esa dulce calma Vuestra oferta generosa; Que es el verdadero amor. Pero un matrimonio, es cosa (Tausn) Que exige más maduréz. CLA. Pero entonces ¿qué os festina? El amor balbute apenas, Podemos tranquilamente Por eso infante se llama, Luís. Quiero irrevocablemente Y comunica su llama Mi suerte fijar aquí Sin tener casi que hablar. Tal vez algún vano escrúpulo Lo que nosotros sentimos Os haga entrar en temores Uno por otro, hasta el día, Ci A. Explicaos. A lo más, es simpatía, Un principio'de amistad. Luis. Otros amores. No pretendo, bella Clara, Algún capricho infantil. Que sintáis de luego á luego Porque nadie de este mundo, Aquel ardoroso fuego En lo azul de su pasado. De una primera pasión. No descubre algún nublado Esas luces boreales Que turbe su claridad. Son radiación de la infancia, Pero despreciar debemos Y tienen tanta inconstancia Esos amores de escuela Como los iris del sol, Menos firmes que la estela Y si quereis que esa aurora Que deja un barco en la mar. Con sus ígnicos colores Nada importa lo que el alma Matice las blancas flores Allá en otro tiempo quiso: De la corona nupcial, La fuerza de un compromiso Sólo alcanza al porvenir. No quiero hacerme ilusiones, Ni yo engañaros pretendo. El matrimonio es un lazo ¿Qué ganaremos fingiendo Que debe atar la experiencia Los dos, un amjr febril? Con nudo de conveniencia, Yo también mi época tuve Si no de vil interés. De romántico absoluto, Y los dos tenemos algo ¡Yo también pagué el tributo Que nos acerca y nos liga, De luctuosa decepción! (Pausa) Perdonad, querida amiga, Era una niña inocente Tenemos algo comün. Que parecía, extasiada, CLA- (Picada,) Está bien! (Se oye ruido de Cantarme con su mirada sillas.) ¿Pero estáis cierto Todo un poema de amor. Que aquella mujer no os ama ? Pero ese ángel de inocencia, ¿Está extinguida la llama Con estudiada falsía, De la primer juventud? Rendido amor me fingía (Sale Amella por detrás de los interlocutores, Por jugar y por reír. sin ser vista por ellos) Pasó, por fin, esa crisis Do su juguetona vena, Y me dejó—tan serena— Cual se deja un manequí. Yo en modesta medianía, Estudiante sin influjo; Ella con el tren y lujo De elevada condición Hay suertes tan desiguales, Que unirlas fuera delirio: O bien perpetuo martirio, .W^R O un insensato candor Pero pasó!—y en vos hallo Inesperado consuelo.... Ahora, gracias al Cielo. Mi suerte es otra también. 244 RATOS PERDIDOS Que en su pecho conservaba ESCENA III. Con amor vivo y constante ¡Mientras que yo delirante, AMELIA y dichos Con vileza la ultrajaba! (Se precipita á socorrer á Amalia.) Luis. ¿Me creeis á mí tan necio, CL. Ya vuelve en sí. Dadnos viento; Que á miserable coqueta Abrid pronto los cristales. Mi albedrío yo someta? (Luis abre el balcón y vuelve junto á Amelia.) Esa mujer la desprecio! Sentémosla. AM, Ah! (Vacilando y como aturdida) Luis. ¿Teneis sales? CLA. Gracias á Dios que vienes! Traédselas al momento. Sale Clara ¿Pero qué es eso Vacilas, (Corriendo á socorrerla) ESCENA IV. Y se nublan tus pupilas! (Sosteniéndola) AMELIA Y LUIS . La primera como aturdida ¡Amelia, Amelia, ¿qué tienes? al principio, cubre sus ojos con Luis. (Ap.) Nos escuchaba sin duda! un pañuelo, pero se va reponiendo (Alto) Jamás habría pensado poco á poco. Que me hubierais preparado (Clara quita á Amelia el prendedor y Luís, Crucé procelosos mare3, su pañoleta ó adorno del cuello, que De dudas y desengaños, entrega á Luis por no tener á mano Y al través de mil azares otra parte donde ponerlos.) Alumbraba mis pesares Broma tan seria y tan cruda. La luz de felices años. CLA. Vuestras sospechas acerbas Muchas veces sofoqué Os hacen ser temerario El desaliento en su cuna, E injusto. Porque impávido y de pié Luis. (Que ha estado examinando el prendedor.) Orientaba con la fe Este relicario La barca de mi fortuna. Contiene unas secas yerbas Y al llegar al puerto mismo Tras la imagen de María Mirando casi la orilla, Por el reverso, un retrato Me arrebataba al abismo, Borrado casi ¡Insensato! El traidor escepticismo Mi antigua fotografía! ESCENA III. Que en su pecho conservaba Con amor vivo y constante AMELIA y dichos ¡Mientras que yo delirante, Con vileza la ultrajaba! Luis. ¿Me creeis á mí tan necio, (Se precipita i socorrer á Amalia.) Cl Que á miserable coqueta - Ya vuelve en sí. Dadnos viento; Mi albedrío yo someta? Abrid pronto los cristales. Esa mujer la desprecio! (Luis abre el balcón y vuelve junio á Amelia.) AM. Ah! (Vadiando y como aturdida) Sentémosla. LUIS CLA. Gracias á Dios que vienes! ' ¿Teneis sales? ¿Pero qué es eso Vacilas, Traédselas al momento. Sale Clara (Corriendo á socorrerla) Y se nublan tus pupilas! ESCENA IV. (Sosteniéndola) ¡Amelia, Amelia, ¿qué tienes? AMELIA Y LUIS. La primera como aturdida Luís. (4p-) Nos escuchaba sin duda! al principio, cubre sus ojos con (Alto) Jamás habría pensado un pañuelo, pero se va reponiendo Que me hubierais preparado poco á poco. (Clara quita á Amelia el prendedor y su pañoleta ó adorno del cuello, que Luis, Crucé procelosos mares, entrega á Luis por no tener á mano De dudas y desengaños, otra parte donde ponerlos.) Y al través de mil azares Broma tan seria y tan cruda. Alumbraba mis pesares CLA. Vuestras sospechas acerbas La luz de felices años. I Os hacen ser temerario Muchas veces sofoqué E injusto. El desaliento en su cuna, LUIS. (Q_u¿ ha estado examinando el prendedor.) Porque impávido y de pié Este relicario Orientaba con la fe Contiene unas secas yerbas La barca de mi fortuna. Tras la imagen de María Y al llegar al puerto mismo Por el reverso, un retrato Mirando casi la orilla, Borrado casi—¡Insensato! Me arrebataba al abismo, Mi antigua fotografía! El traidor escepticismo De funesta pesadilla. Me convencí que falso era Pero tú, que de bonanza Que pérfido me engañaras, Eres celeste presagio, Mas, de cualquiera manera, Disipas mi desconfianza No quise que me esperaras Y me vuelves la esperanza Hasta que libre yo fuera. Salvándome del naufragio. Pero jamás he podido ¡Cómo, que fueses tan pura, Romper los sagrados lazos He llegado yo á dudar, Que á tí me habían unido, Cuando en tus ojos fulgura Y siempre á Dios he pedido Una luz y una dulzura Poder morir en tus brazos. Que no pueden engañar! (Se abracan) Perdóname la falsía LUIS- Se goza más con la aurora de un momento de arrebato, Cuando horrible noche se alza Pues yo te amo, vida mía, Am- por un error fui traidora. Como te lo repetía Por engaño he sido falsa; La expresión de este retrato. (Se Perdóname pues ahora! lo entrega Lüís- Tu obediencia y tu suplicio ¡Tú pedirme á mí, perdón! No son falta que merece A mí que fui la perjura, Perdón, como el torpe vicio; La que con negra traición Fueron noble sacrificio Abriera en tu corazón Que á mis ojos te enaltece.... Un manantial de amargura! Ya no del abismo se hable Mas fué tan hondo el quebranto Que atrás dejamos los dos. Que sufrí por mi flaqueza, Perdonarte no me es dable, Que mira, [enseña el retrato] he 11o- Porque tú no eres culpable (rado tanto, Ni ante los ojos de Dios, Que se borró con mi llanto El perfil de tu cabeza. ESCENA FINAL. Y las flores que trajiste Del campo, azules y rojas CLARA, ALBERTO y dichos. Y que en hora aciaga y triste Como un símbolo me diste, (Con ironía) Son'estas." pálidas hojas. Te has mejorado, que es estupendo. AM. Tan mejorada que soy feliz! C. Pero tan pronto! Yo no comprendo.. súplica, pero al mismo tiempo, risueña) AM. Luis es mi novio, Luis es mi Luis. Clara perdona: yo lo asegguro. (A Luis) C- ISonriendo) ¿Pero tan pronto? Hoy que del Cielo baja á torrentes AL- Sí. Para nosotros, vivida luz, AM- Sí. Que no dé sombras á amigas frentes Luis. Pe triste luto, negro capuz. Sí. (A Alberto) AM. Y sin recelo ni desconfianza A ambos os quema secreta llama Que tantas penas hacen pasar, Y á ambos consume vano temor, Coronaremos nuestra esperanza Pero el que abriga sospechas, no ama, De dicha eterna, con azahar. Y el desconfiado es el traidor. Si la pie^a se pone coi* músic, can- (A Clara que llora con disimulo) tan los cuatro á tiempo este cuar- Mas en vosotros no hay nada de eso, teto.) Su esceptisimo no es radical CAE EL TELON. AL. He sido un sandio yo lo confieso, Y soy la causa de todo el mal Creí que Clara no me aceptaba Sino á defecto de otro cualquier En fin, yo quise ver si me amaba Y necia duda satisfacer, Y hela ofendido

Clara me ha abierto Como á una amiga, su corazón Luis (Interponiedose i interrumpiendo) Alto!-En castigo, yo impongo á Alberto Que de rodillas pida perdón: AL. (Arrodillándose) Perdón, primita, que yo te juro Haberte amado más que tú á mí. AM (Viendo á Clara con expresión de

I

UN PLACER

Don Rafael de Lebrija era un viejo español, recio de facciones, cargado de espaldas y zamborotudo, vestido con pantalón y paleto de casimir del país fieltro maltratado y zapatos burdos; había asistido como marinero al combate de Trafalgar y fué solda- do del Rey mi Señor en las guerras de nuestra Inde- pendencia . Yo lo conocí en Tepic por el año de 1862 en que la dominación de Lozada se extendía como chapa de fierro mohoso, sobre lo que ahora forma el Territorio, siendo el dicho Don Rafael jefe de gari- ta en que se cobraba una especie de peaje ó aleaba" RATOS PERDIDOS. 255 254 KATQS PERDIDOS

jutores, los adulaban ó aplaudían, para disfrutar de la adl,h establecer á los paniaguados üum que pIug0 cierto fuero de impunidad, dominio y manos libres. de Don Manuel, los cuales se ingeniaban para expri- Don Rafael era uno de esos vividores, pachorrudo mir de todos modos á los pueblos caldos en sus ga- y acomodaticio, que sin estar animado de tirria y rras, después de que los de pelea mataban ó asende- mala voluntad hacia nadie, se había declarado ma- reaban álos varones, saqueaban las propieda- cuaz, porque era el partido más productivo y de ma- desy violaban á las mozas que hallaban á su pa- yores probabilidades de superioridad durante largo so. tiempo, bien pesadas las circunstancias; y había Inesperadamente me cogió en aquella ciudad el re- conseguido el empleo de alcabalero que. por su con- molino del Dos de Junio en que sorprendieron y des- dición de alienígena y carácter pacífico, podía desem- trozaron á la pequeña guarnición de milicianos que peñarlo con menos susto de los causantes y más pin- allí había dejado el Gobierno de Jalisco, después de gües productos para los dominadores, porque na- los tratados de Ogazón; de modo que durante laépo- die se atrevía á pasar por las garitas mientras es- tuvieron ocupadas por matones de á cabal lo eructan- ca imperial que vino en seguida, fué aquello una verdadera cena de negros, una bacanal de canibalis- do insolencias y erizados de puñales y pistolas. mo sin comunicación ni dependencia de los centros Por desahogarme un poco de la reclusión forzada civilizados del resto del país, en que se daba caza á y llena de privaciones que me imponía aquel estado los del partido llamado de los Changos, por los Ma- de sitio y alboroto en permanencia, íbame algunas cuaces, de que se había declarado directora la casa veces por las siestas, que era cuando solía haber mercantil de Barron Forbes y C" , filiada en el ban- menos santiaguitos y trabacuentas en las calles, á do conservador. Todo ese tiempo Tepic presentaba saborear el café de la modesta sobremesa de Don el aspecto de una plaza tomada por asalto, en que Rafael convidándole, por mi parte, una breva de ta- os cuadrilleros tenían derecho á apoderarse de cuan- baco escogido de Chila, para hacerlo referir algunas to querían y a maltratar y vejar á todo el mundo no de sus aventuras truhanescas ó de sus pasadas glo- siendo menos crueles y temibles, los políticos que sin rias militares, que narraba con verba inagotable haber bajado de la Sierra ó formar parte integrante siempre que se daba cuerda con un trago de pousse- de la gav, la, se organizaba, en permanencia para café ó que lo entusiasmábamos sus oyentes, que éra- explotar al vecindario y vivir de los despojos y del mos un lejano pariente mío su compañero de oficina, trabajo de los vencidos. y el que esto escribe, con aplausos y excitativas, de vez en cuando, para que siguiera espantándonos el sue Mucho era lograr entonces, los reputados Chan- ño pesadísimo de esas horas de tedio y de bochorno. gos o los neutrales, arrimarse á la sombra de algún Ya nos había descrito varios episodios de Trafal- macuaz manso que, sin pertenecer precisamente á gar en que había tomado parte activa como tripu- los indios de la gavilla, ó ser de sus primitivos coad RATOS PERDIDOS 257 256 HATOS PERDIDOS

simplemente refiriendo el suceso, cuando fuimos al- lante del San Antonio, y nos había pintado la herra- canzados por una cuadrilla de insurgentes, superior dura de batalla que habían formado los barcos espa- diez ó doce veces á nuest?-o grupo; y aunque trata- ñoles, en presencia de los ingleses, las disidencias mos de resistir y nos sostuvimos largo tiempo sin con el Almirante francés y el nombre, arqueo y ca desorganizarnos, poco á poco íbamos mermando y ñones de cada una de las naves combatientes. Des- sintiendo el pánico y el agotamiento. Eramos los pués nos refirió algunas de sus correrías por la Nue- realistas diez ó doce v contábamos ya tres muertos va España, sus triunfos y derrotas de insurgentes, V otros tantos heridos seriamente, que no tomaban en que había trafagado desde Nueva Vizcaya hasta parte en las faenas; mientras que del resto, ningu- Choapan, y desde la Veracruz hasta Valladohd, ya no estaba enteramente exento de contusiones y des- solo, ya en conserva con su regimiento ó en carava- calabros ó de fatiga, que nos imposibilitaba de se- nas de diversas clases, etc.; etc.; de cuyos lances guir haciendo resistencia. Fuímonos separando fa- conservo mny pocos rasgos, así como de los nombres vorecidos por la obscuridad, hacia diversos lados, y de personas, lugares y fechas que citaba y describía yo me aproveché de una de las acémilas en que traí- con minuciosidad y gracejo admirables. Desgracia- amos víveres y vestuario, que ya no era dable salvar. damente no se me antojó entonces tomar apuntes Lis animales estaban hambrientos y cansados, por- de una de esas relacianes, en que apenas me fijaba que habíamos corrido sin detenernos todo aquel día de momento, preocupado como estaba por los suce- y no había sido posible atenderlos - pero de todos mo- sos de actualidad que se desarrollaban en ese tiempo dos. valían más los cuatro remos de un solípedo- por todo el territ >rio nacional, y principalmente en que los dos míos semibaldados y ateridos, y más" nuestra localidad, que era como si dijéramos, teatro •cuando llevaba remolidas las costil'as d"l lado sinies. de une batida continua y de las más insólitas peri- tro por un hondazo qué qabía recibido á corta distan pecias. 'cia, disparado con diez ó doce culebras por un tarau- Conservo, sin embargo, después de luengos años mara aceitunado de mugrienta cotona, que yo inte de aquellas conversaciones y sucesos, los puntos sa- rrumpí con la explosión de mi mosquete y á quien lientes de una de esas relaciones que nos hacia cuan- dejé atarantad^, mientras que yo. azotando y talo- do ya me trataba con más confianza; habiendo con- neando á babor y estribor mi cabalgadura me apar- venido entonces, en aprovechar un claro de aquella té cuanto antes del teatro de la lu -ha » enredada y comprometida trifulca, para hacer una expedición dispuesta con los elementos correspon- «Anduve toda esa noche sin respiro, azuzando á mi dientes, en busca de una guaira que nos haría más macho en silencio con Diés y manos, porque párecia- ricos que á Montecristo; pero no llegó á realizarse. me oir on las ráfagas del viento, carreras y retintín «Andábamos entre lo que ahora se llama Durango de «gachupín tiznado» v otras jaculatorias, figurán- y Zarctecas, dijo, no recuerdo si citando fecha ó dome que me alcanzaban y me hacían picadillo ó me degollaban, como estuve á pique de serlo eiv las Ba- ( Por la tarde, y-i muy avanzado el dia, hostigado por la sed, me sentí trastornado por una especie de rranqueas de Guadalajara.» •desesperación que me hizo desentender de todo pe- «Al aclarar el día, después de haber errado largo ligro, para saiir en busc i áe algún refrigerio ó alivio trecho por un bosque, tratando yo de meterme por de mi mortal situación, que si se prolongaba, ten- lo más espeso para rto ser vistodesde alguna distan- dría necesariamente el peor de los desenlaces « cia, oí el relincho de un caballo, no muy lejano, árai derecha. Viéndome ya casi descubierto y que mi «Pero el sobresalto y mis heridas no me permitie- montura no daba señaie3 de actividad, y sin gobier- ran disfrutar de un largo sueño como se disfruta no. por no venir más que con jáquima y montado en en los casos ordinarios después de una noche de hol- el aparejo, creí más conveniente abandonarla y es- gorio y de verbena, sino que calculo que allá por la currirme á pié por entre unos breñales, pasados los media • oche ó poco más. emprendí de nuevo la mar cuales y como á veinte pasos de distancia, tras unas- cha, aguijoneado por la idea de que era preciso ha- viejas higueras, encontré' una covacha entre los re- llar cuanto ant-ís una salida á mi situación —» cortes de un paredón, en la que me introduje: no sin- Omito por innecesaria á mi propósito, la narración gran trabajo, encorvado y lastimándome horrible- de tres dias con sus noches en que Lebrija anduvo mente mis chipones y arañazos.» errante por cerrros y hondonadas, desiertos, lomas «Efectivamente, apenas había logrado ponerme á y vericuetos; -sin huellas recientes de humanidad, en cubierto en mi escondite, cuando sentí que llegaban 3as tortuosas esc brosidades de la Sierra de Alira ó algunos al sitio en que había abandonado mi mulo, y •del Nayarit. que se alternaban y mezclaban varias voces terribles- •Despn^s de mucho vagar, padecimientos y peripe- y amenazantes que se disputaban mis alforjas, en que cias, llegó nuestro hombre á un espacio despejaco llevaba mendrugos de galleta, queso, cigarros y otras •donde distinguió adosada contra el recorte acantila • baratijas.» do pe un ribazo, una especie de choza formada de «No sé cuanto tiempo tjveque tener en suspenso- hacinados pedruzcos y cubierta con sarmientos de la respiración, temeroso de ser descubierto por su cuamecaie y escobilla, que aunque temió fuese el compás, que pareciáme muy ruidoso y po.iia perci- aduar de algún hnichol salvaje, revestido d te- birce á los 60 ú 80 palmos que me separaban de mis merario valor, se encaminó hacia ella con la terribles enemigos; aunque ahora reflexiono que tal esperanza de encontrar allí un modo de reponer- vez no eran beligerantes, porque se notaban en el se, ó siquiera de exhalar el ánima á la vista de un orfeón, flautas de chic^y de mujer. Pero el miedo' hijo de Adán. y las circunstancias son linterna mágica que repro- Su valor subió de punto, cuando divisó que el pro- duce los objetos con formas y. tamaños formida - bable propietario ó uno de los moradores de aquella Wes.»- •cabaña, era un anciano de barba larga, espesa y ca- ásperas serranías y soledades, y acostumbrado á ha- na, cubierto de pieles, pero no á la manera de los cer frente á sus inclemencias, ya por el hábito de indios que adornan con ellas su bronceada desnudez.. sentirlas, ya por estar provisto >le lo indispensable Bino más bien como de un sejeto que ha conocido los para desafiarlas.» usos sociales. «Avancé más, siguió diciéndonos, sin que aquel De la relación de mi tertulio, en que entraba la mascarón diera muestras de temor ú hostilidad ha- desdripción de los trebejos que componían el ajuar cia mi persona, hasta que pude dirigirle la palabra de la cabaña y sus alrededores, se deduce el concep- implorando su compasión y pidiéndole hospitalidad to que él se formó del propietario. Había cerca, un en la estrecha y angustiosa premura á que me ha- pequeño manantial de agua limpia, y prosperaban á bían reducido mis descalabros, cansancio y carencia la vera de su corriente algunos frutales y hortaliza. de todo, en aquellos desiertos tan abruptos y perdi- No lejos, pistaba á sus anchas, un asno viejo y sar- dos; y con poca dificultad, después de varias pregun- noso. en un enciso de maíz y frijol recién cosecha- tas, y mediante algunos informes sobre mi prove- dos, nencia y motivo de encomrarme allí, me ef recio de Era el Paire Jacinto, según le llamaba Lebrija, buena gana el anciano, todo el amparo que podía uno de esos eremitas semilegendarios de las vidas impartirme en sus circunstancias, aunque con enco- del Santoral que poblaron la Palestina y la Tebaida gida reserva y sin darme á conocer ni entonces ni en los primeros siglos del Cristianismo, y que sólo después, nada relativo á su persona y condición,» era verosímil en el supuesto que él se hacía, de ser «Me tendió sobre unas hojas de maíz bajo de una aquel anacoreta, un jesuíta escapado de la expatria- manta de fibras de maguey, me proporcionó unas po- ción decretada por Carlos III, por no haberla podi- leadas preparadas cón polvo de maíz y unos cachos- do obsequiar de pronto, sea po-que hubiese andado de burda torta del mismo cereal; lavó mis desgarra- de misión por aquellos contornos, sin haber llegado duras y heridas, ungiéndolas después con un bálsa- á tiempo á su noticia la Real Orden, sea por otro me aromático. De modo que por mi parte, aunque motivo; y se había remontado en aquella sierra con con gran curiosidad por saber quién era aquel sér el ánimo de llevar vida regular y libre, al mismo misterioso, separado del mundo, de tan correctas tiempo, de la presión de las circvnstancias, pues se- maneras y no inculto de lenguaje, me dormí luego, gún Lebrija, todo lo aue había observado y oído de sin cuidarme por entonces de otra cosa, que de apro- aquel hombre, le había inducido tal convicción, in- vechar mi presente acomodo.» cluso un pergamino viejo en latín que conservaba, así como sus referencias á personas y sucesos de que, •Al día siguiente fuimos entrando en nuevas ex- atando cabos, se podía colegir que no se trataba de plicaciones más completas y francas de mi parte, un simple colono lego en busca de fortuna, ó de al- por la confianza que me inspiró aquella especie de gún proscripto común, ya que no tenía familia y lo ermitaño que parecía bastante familiarizado con tan habían respetado y dejado en paz, los indios bozales mo día un saco de oscuros preduzcos, que puso en que indudablemente habían tropezado con él vanas un hoyo revestido de lajas y cubrió con gran fogata, veces; lo que prueba que les había prestado impor- los cuales se convirtieron en planchas de plata pura; tantes servicios. Hacía poco caso de las comodida- y montando de nuevo en el borrico, se alejó durante des y no se guarecía en aquel tugurio, sino en casos dos días de la vivienda, .volvienúo provisto de los ob- extremos, pues desaparecía desde el alba para no ¿ecos deseados, y que'fueron entre otros, un jamel- volver hasta muy en.rada la noche, y a'gunas oca- go. un sarape, zapatos y un puñado de reales en efec- siones, durante la estancia de Lebrija, permaneció tivo, habiendo reservado algo para sí, como sal. un ausente dos ó tres días seguidos, dando á entender azadón y no recuerdo que otra cosa. muy claramente que deseaba estar solo y que le mo- Don Rafael tenía la idea que el criadero ó mina de lestaba la compañía, es decir, que su huesped debía donde el jesuíta extraía tan fácilmente aquella ri- ausentarse tan luego que se sintiera restablecido pa- queza, no distaba ni tres millas de su morada, por el ra seguir su camino, ó que de lo contrario, cambia- tiempo que dilató en transportar el mineral, á no ser ría él su residencia, como ya lo había hecho otras ve- que ocultara algún depósito para tenerlo á mano en ces, cuando había sido descubierto por personas que cualquier evento, lo cual es muy posible, tratándose lo inquietaban con sus visitas y consultas y que te- de un sujeto prudente y precavido. El solitario ja- mía'denunciaran su retiro, En una deesas excur- más quiso revelarle ni su verdadera condición, á pa- siones habia traído sobre el asno, un ciervo cuya piel sar de no haber llegado á negar formalmente qus estacó, y adobó sus carnes de manera, que se con. fuése sacerdote, y mucho menos se prestó á indicar- servaron algunos días, De otra ausencia volvió con le el lugar, distancia ó rumbo de donde había traído un paquete de azufre que servía para encender luz, las piedras argentíferas, porque se excusó con que mediante el procedimiento de eslabón, yesca y pe- ponía en peligro el secreto de su subsistencia, hizo dernal, único entonces conocido. Parecía además, prometer bajo juramento á su favorecido, desper- que aquel hombre no había tenido un sólo lugar de tando codicias; y antes por el codtrario, que jamás residencia, sino que la cambiaba de tiempo en tiem- revelaría ni su presencia en aquellos lugares, ni el po quizá para desorientar á los que lo hubiesen des modo con que había sido alojado y atendido, ni mu- cubierto, ó bien por convenir así á sus propósitos é cho menos la existencia de mina, de metales precio- inclinación. sos ó tesoro, que pudieran dar margen á una invasión Pasados algunos días, cosa de un mes, en que ya de buscones denunciantes que le frustraran su propó nuestro realista se había repuesto, tuvo que dispo sito de permanecer por allí con toda libertad, ignora- ner su retirada, de acuerdo con su benefactor, quien do del mundo y dedicado á la santificación de su alma. le ofreció las provisiones indispensables para su lar- «Como de entonces á acá, agregaba nuestro penin- ga y riesgosa caminata. A ese efecto, llevó el mis- sular interlocutor, han pasado cosa de cincuenta a- ños, creo que no existen ni restos del Padre y de su expedición, sufragando yo los gastos y siendo guía celda. Me considero; por consiguiente, desligado el mismo autor del prímimitivo drama, para ir rec- de mi juramento; pero estoy seguro de que si me tificando y rehaciendo sus recuerdos sobre el encontrase otra vez frente á aquella perspectiva que terreno, á fin de encontrar el tesoro; pero no pudi- conservo viva en mi imagi ación, ó cerca de ella" mos por entonces verificar el viaje, por que el esta- por el camino que traje al salir de allí, reconocería luego el paisaj J y me orientaría en las principales do de revolución no lo llegó á permitir, hallándose direcciones, no siendo cosa imposible encontrar des- toda la comarca infestada de fascinerosos y bandidos pués el surtidero de plata de aquel santo varón, y dominada enteramente por las huestes feroces del donde debe háber también un rico placer de oro, «Tigre de Alica,» que apenas me toleraba en sus por que al despedirme por última vez, y dar la posesiones merced á ciertas combinaciones diploma vuelta á un cerrito que limitaba el horizonte de aque lia posición, sac3 de su cuera unas pepitas de oro ticas de una pudiente casa de comercio que me favo- de cosa de diez ó doce onzas de peso, y me las rega- recía. Era pues, una temeridad aventurarme entre ló diciendo que hacía mucho tienpo las conservaba, sus mismas guaridas, no ya de paso, sino el tiempo y que no le servían de nada, porque no había queri- necesario para ejecutar el reconocimiento. Y si hu- do venderlas ni permutarlas en a'guno de los pue- biéramos podido llegar al sitio deseado descubrien- blos vecinos á donde iba de vez en cuando á hace1- alguna compra, por no despertar sospechas que pu- do algo, aquella gente se habría adueñado de todo, dieran serle funestas; pero que á mí, podrían ser con mas razón, para no perdonarnos entonces ni la útiles aquellas piezas para, que no me encontra* vida, y sin que se hubiera sabido después, la suerte ra sin recursos al téamino de mi viaje. que hubiéramos corrido, ni en dónde hubiesen que- Esto es lo que he podido reconstruir, después de dado nuestros despojos. mil sucesos y preocupaciones de toda especie que me han sobrevenido consecutivamente, absorbiendo A los dos ó tres años murió el tío que me servía mi atención, de la encarecida confidencia que nos hi de vinculo ó de intermediario en mis relaciones con 8) el ex-marino español, habiéndoseme escapado va- Ton Rafael, á quién no volví á tratar después del rios detalles é incidentes en que se detenía, siempre periodo agudo de la dominación lozadeña en Tepic; que nos trató de esta aventura, y sobre todo, he y luego tuve que salir de allí, ansioso de otra atmós- perdido lo9 nombres propios de personas y lugares* las fechas y el leguario, por que al escuchar la re- fera y de otra sociedad sin ocuparme por entonces, lación no me pareció de importancia fijarme en e- •ni rememorar en mucho tiempo aquella relación, va llos, ya que estábamos en hacer los tres juntos la •que no era posible intentar nada. RATOS PERDIDOS

Supe, entre tanto, de la muerte de Lebrija, que á su vez se había establecido en el Rosario, después II. del derrumbe final del cacique Alicantino; y con mu- cha posterioridad consigno estos recuerdos, aunque vagos, respecto de la ubicación de la guaira, porque á mí me sería ya imposible sacarles provecho, y pa- ra, si fuese dable, que otros reconstruyan la histo- ria de ese buen religioso, desaparecido entre las ruinas de dos huracanes. Ocupado Tepic por la banda Lozadeña, después del inesperado y pérfido albazo del Dos de Junio de 862, no había orden ni seguridad ninguna para los habitantes, especialmente para los que no habían promiscuado con la gente alicantina. Casi nadie circulaba por las calles, á no ser por premente ne- cesidad de procurarse víveres ó por otro negocio im- prescindible; pero en los pequeños intervalos de quietud que dejaban los colorados de Corona, solía- mos sacar las narices de nuestros escondrijos y pe- nosa reclusión los que por circunstancias inelucta- bles teníamos que permanecer en aquel nido de odios y salvajismo, desafiando el peligro de tropezar á ca- da paso con algún pollo de la insolente gavilla, que nos hiciera pagar caro la incontinencia. Era una tarde ardiente y abrumadora del mes de agosto de 63, de aquellas en que en nuestros climas costeños se suspenden las lluvias por varios días, se ausentan los nublados y queda el cielo más azul y transparente que en el resto del año, porque no hay una mota de polvo que enturbie la atmósfera, y el sol chispea sobre pisos y paredes redoblando su bri- llo y fuego abrasador. 268 269

Habíame conquistado un valioso y buen amigo, D. bato, los tiros y atropellos iban mermando poco á Julio Pérez, empleado de la plurimillonaria casa poco. mercantil de Barron, Forbes & Co, que congeniaba La tarde á que ne refiero, era de las más pesadas conmigo por su afición al estudio y á la literatura, y y silenciosas, porque habían transcurrido varios dias me visitaba algunas veces que sus labores se lo per- sin borrego, y mi amigo Pérez me decidió á acompa- mitían, como cuando tenía que pasar por la calle de ñarle á su excursión á Jauja, donde leníaque trans- mi alojamiento para ir á la fábrica de hilados y te- mitir algunas instrucciones al director Fowler, per- jidos de Jauja, que dista cosa de un kilómetro al ñor sonaje de cuenta, yankee de cierta ilustración, pues oeste de la población, á transmitir órdenes ó desem- que había sido administrador general de Correos en peñar otra comision de su3 principales que eran los Nueva York, y solía invitarnos con instancia á su dueños de aquella negociación. mesa, que era muy bien provista y servida, porque mascullábamos e! inglés y él no entendía una jota Como la casa de Barron estaba aliada con el ca- de castellano. Es decir, nos agazajaba como no lo becilla serrano, los agentes y dependientes de aque- acostumbran los de su país, porque lo poníamos al lla, gozaban de inmunidad entre los cachorros del tanto de lo que pasaba en la ciudad, de lo que se ru- Tigre y tenían curso libre y sin riesgo, aun en las moraba acerca de la Intervención, y charlábamos de ocasiones de alboroto, llamado allí borrego, que eran sobremesa c >n mayor libertad y confianza que con peligrosas aun para tos mismos macuaces. Borrego los paisanos sobre la política y acontecimientos del era la alarma y pánico que se difundía instantánea- día, pues en otras partes se temía siempre tropezar mente cuando alguna partida ó merodeadores suel - con algún favorecedor encubierto délos latro-inter- tos de Corrona, penetraban dentro de! caserío, tiro- vencionistas. teando y acuchillando á los macuaces que hallaban Se le servía la sopa pjco después de las cinco, y al paso y llegando á veces hasta los puestos de guar- esa tardo nos detuvo á tomarla porque tenía invita- dia y Casa Consistorial, para regresar después á dos á D. Flaminio Agassini y á Mr. Marshall, em- su campo, cuando ya más no podían, no sin dejar pleados superiores de la fuclory, y nos obsequió, ade- aquí y acullá algún muerto ó maltrecho de ellos mis- más de lo ordinario, con ostiones frescos, un mag- mos que no pudieran recoger, y á los vecinos llenos- nífico pastel y champaña, pues tenía á su servicio ele alarma y pavor, sumidos en lo más recóndito de- un excelente cocinero negro.» sús viviendas, porque los lozadeños, durante largo Por mucho que quisimos levantarnos de la mesa tiempo seguían correteando á pie y á caballo por to- lo más pronto posible, saboreando apenas un sorbo das las calles, ebrios y furiosos, arremetiendo, cin- de café, al encender un habano, emprendimos el re- tarcando y desvalijando á todo el que encontraban,, greso ya agonizando el día, y caminábamos á toda cual si fuera beligerante enemigo, hasta que el re- prisa á fin de atravesar á buena hora las calles su- la ponía insolentemente entre los dos ojos, hice como burbanas que eran las más expuestas, por obscuras que tragaba un sorbo, empinando la negra y babo- y sin casas habitadas; seguimos las ondulaciones del seada limeta, y se la devolvía, dándole las gracias rio y hasta nos olvidamos del riesgo con el magestuo' cortezmente; pero el indio malcarado me la rechazó, so rumor de su corriente, que serpentea entre pie- diciendo: dras y rompientes, y respirando el embriagante per - fu.,ie de los jazmines silvestres que bordan la otra — Eso no e3 nad»; apeehuge hasta

Dábase por muy valido en Tepic que este célebre bandolero, adherido después al partido conservador, era hijo natural de un hacendado y de una moza in- dia de sus rancherías, lo cual explica que fuera el hombre, ladino y astuto como los mestizos de núes tra plebe, y muy zorro, reservado y camastrón como lo3 macuaches ó indios de raza pura, y eso también da la clave de la facil.dad que tuvo para escapar de las uñas de- la policía, en sus primeras hazañas de depredación y asesinato, hasta ir adquiriendo expe- riencia y ejercicio en mañas y arterías para seguir ese camino impunemente, por tan largo tiempo. Las aciagas complicaciones de nuestras disiden- cias políticas y guerras de religión, cooperaron á la elevación de memorables bandidos, que aunque fue- ran de muy baja extracción y sin elementos para haberse encumbrado en otra época, se arrimaban á uno de los band >s que les cubría con su nombre, ó los mismos partidarios los llamaban y se apoyaban en ellos disimulándoles y aun excitándolos al de o - den y crueldades. Así se elevaron Rojas, Simón Gutiérrez, Pueblita, Julio García &, que en otros tien PJS y circunstancias habrían acabado en un pa- fíbula, ó por lo menos en la obscuridad de un infec- del Estado, con las personas más comprometidas, to rincón de alcaicería. pues no había municiones y las armas, equipos y to- Loza Ja fué el más prominente de esos bravos que do, estaba en pésimo estado. aunque ignorante y analfabeta, si no se hubiera en- En segundo lugar, la noche antes de la batalla, canallado por conrpleLo en su vida doméstica, tenía destacó Lozada á D. Plácido Vega con una fuerza estofa para llegar en nuestras revueltas hasti la si- regular para que ocupara la ciudad, y éste, tocado lla presicíencial, como Guerrero, Juárez y algún otro, de ceguera, creyó que estaba guarnecid i y se detu- pero no trepó tan alto, porque afortunadamente vo en la garita del Carmen, cuando no había más fracasó en la mojonera y no entró á Guadalajara ei? que una guardia de particulares bajo la dirección de 73, La divina Providencia se apiadó de fa ciudad que D. Antonio Chávez, que vigilaba en los Portales y las hordas de aquel habrían llevado á sangre fue- cuidaba de los presos de la Penitenciaría, pero dis- go y orgías salvajes como trataron á Santiago Ix- puesta á acatar las órdenes del primero que se pre- cuintla en 56; y esto debido sin duda á las oraciones sentara. de las personas virtuosas y santas que moraban en su recinto y que desarman la cólera divina, pues me- En tercer lugar. Corona fuá vencido en la Mojo- dió una serie de inexplicables casualidades, que no nera, como lo había sido en machos délos encuen- pueden ser, sino providenciales ó verdaderos mila- tros que había tenido con Lozada, quemando sus úl- gros que la salvaron de esa chisma. timos cartuchos de cañón, envueltos en los paños de sol de sus soldados, porque los tiros estaban apoli- En primer lugar, Gorjón jefe político del 12. ° ilados y rotos, y se incendiaban al tratar de in cantón, supo por casualidad, aunque con pocas horas traducirlos en las piezas. En seguida la caballería de anticipación, que se acercaba un gran grupo- ar- Lozadeña lo arrolló por completo, como si la Provi- mado, que imaginóse tener sólo por objeto caer y ro- dencia hubiese querido patentizar que la salvación bar á Tequila, é improvisó una defensa, obstruyen- de Guadalajara no se debería al esfuerzo humano, do el paso del cerro que es casi inexpugnable, y dió pues Corona tuvo que retirarse con unos pocos, pi- parte al gobierno, pidiendo auxilio; pero á poco, que cado y hostigado por Domingo Nava en todo el ca- rectificó la noticia respecto á la clase efe invasión de mino por Zapopan, hasta llegar á Guadalajara. don- que se trataba, recibió orden de resistir hasta el úl- de se dirigió á la casa del canónigo Verdía, en que timo extremo, con lo cual detuvo á-Lozada dos días había dejado oculta á su frmilia, corno en un asilo porque éste no traía artillería gruesa, v entre tanto' que respetaría el enemigo cuyo lema era RELI- la guarnición de Guadalajara que había entrado en GION. Allí supo poco á poco, que Lozada había la mayor consternación y pavor, se previno cuanto retrocedido con toda su fuerza, abandonando el cam- pudo para simular resistencia, mientras se disponían po, y que él (Corona; había sido el vencedor y po- y ausentaban por otro lado, los altos funcionarios día re ogerlo. El cacique, engañado por Vega, que también se puesto no es envidiado, viéndose mejor como un car- había retirado, creyó que Guadalajara estaba preve- go concejil. En las elecciones municipales de ese nida y fortificada, y como sus chusmas no tenían ya !iño, tuve la sorpresa de saber que había sido elegi- víveres por la detención de Tequila, (Los indios sa- do regidor, y no obstante que hice gestiones pira lían á campaña con un morral á la espalda en que evadir el nombramiento, porque repugnaba incor- portaban el maiz tostado con que se alimentaban porarme de cualquiera manera á la mesnada del Tigre, determinado número de días, el cual consumido, re- y mucho más en la intervención extranjera, no me trocedían hasta llegar á donde pudieran reponerlo) fue aceptada mi renuncia, significándome el Prefec- se retiró con el grueso de su ejército, mandando or- to que al insistir en mi empeño, se ine tendría como den á Nava para que cejara y le siguiera á retaguar- enemigo de la administración y cuando menos, no dia. podría seguir residiendo en la comprensión del de- De aquí párte el derrumbe desastroso de este for- partamento, si no es qua se me siguiera otro perjui- midable reyezuelo, que de seguida abrumó el Gobier- cio más serio. no cargándole todas sus fuerzas y elementos, va Como por otra parte, aquel carg , no se rozaba con liándose de cohechos y felonías y evplotando sus ba- •a política activa, ni teníamos que ver nada con e] jas y groseras pasiones. Cuartel General (con esta palabra se designaba á Lo- Pero Lozada en 65, estaba en el apogeo de su glo- zada) para nuestras humildes funciones, me resig - ria y poder, era todo ungeneral de división, es decir, né á desempeñarlo, escogiendo, al efecto, las comi- un mariscal del Imperio; si bien tenía la modestia siones, más ajenas á la política, como la de diver- siones públicas. y el buen sentido de no gastar charreteras ni tricor- nio emplumado á pesar de no ser republicano, aunque Impulsado y secundado por varios amigos entusias. se daba terrorífica importancia cor. su ajuar de cha- tas y extraños también á la política, inicié el pro- rro todo plateado y galoneado, haciéndose seguir yecto de reconstruir el teatro que había sido arra- por las calles de dos ó tres de sus más fieros sayo- sado hacía tiempo, por un incendio, quedando redu- nes, además de su secretario, v en las pequeñas cido á un montón de escombros y letrina pública. temporadas que pernoctaba en la capital del Naya- Formóse una compañía por acciones, con que reuni- rít se le dedicaban festejos y le rendían serviles ho- mos un pequeño fondo, encargándose Gabriel Casta- menajes, la guarnición de la plaza, las autoridades ños de la construcción y dirección de la obra, casi y funcionarios, los cuales só o de nombre dependían gratuitamente, como ingeniero muy entendido que del gobierno imperial, pues él los ponía y quitaba á era, acabado de llegar de Bélgica, donde había hecho su antojo, sin consultar á nadie. sus estudios y adquirido el título. Unicamente desdeñaba imponer á los individuos Terminada la obra con miles de esfuerzos y tra- del Ayuntamiento, que por no disfrutar sueldo, su bajos, por que el dinero escaseaba á cada paso, y los elementos y materiales de que se podía disponer ta la última hora, ni mucho menos que Su Excelen- en Tepic eran muy limitados, inauguramos el coli- cia iría precisamente á mi platea para presidir el es- seo con la mayor pompa y solemnidad que fué posi- pectáculo en mi compañía. Con m ás esmero que de ble, en una velada literaria, en que el que esto re ordinario aunque algo inquieto é indeciso, acabé mis fiere, pronunció el discurso de apertura. preparativos para asistir á la función y me dirigí Se solicitó y contrató en seguida, una compañía con toda prisa al teatro, para no faltar ni un minu- de recitado que actuaba en Mazatlán y que era de to, haciendo esperar á la concurrencia; pero muy lo mejor á que podía aspirar una población de orden ajeno de lo que iba á suceder. tan inferior como la nuestra; pero á fuerza de ver- ba, de bombo y sugestiones de todo género, lográba- El patio, las plateas y galerías, estaban llenas, de mos tener ¿asa llena, las más veces. espectadores; señoras y señoritas lucían elegantes Por mi parte, había mandado decorar mi palco trajes, y primoiosas alhajas, que en aquel lugar abun- de privativo, con alfombra, colgaduras & y dos ele- dan y son muy ricas debido á la tradicional y, antes, gantes sillones nada más, para invitar solamente á opulentísima aristocracia de origen composteleño que alguna persona de respeto que me acompañase en arranca desde los primeros conquistadores, aliados la presidencia, presentándome yo siempre de frac, con las hijas de Doña Leonor, la reina de Jalisco. guante y corbata blanca para dar lustre á las fun- (1) Se habían multiplicado las luces y adornado la ciones y atraer de todos los modos imaginables la glorieta y palcos con festones y cortinajes, en artís- mayor concurrencia posible, no sólo del recinto de ticas combinaciones. La orquesta moduló la ober- Tepic, sino de los pueblos vecinos. tura de Norma, y dada la hora indicada por los pro- gramas, el telón no se levantaba, esperando sin du- Pero los independientes habíamos contado sin la da la llegada de Su Excelencia; pero inmediatamen- huéspeda, porque la camarilla oficial de la adminis- te hice taasmitir la orden, so pena de multa, para tración, seguida por esa masa incolora de negocian- que la representación principiara. tes, agricultores, industriales & que está siempre á disposición del que manda, sea quien fuere, arregló Estaba ya muy adelantado el acto, cuando sentí que se diera una función dedicada á Su Excelencia, rumor por mi espalda y chasquido de espadas qne y le pusieron un propio á su residencia de San Luis, chocaban en el piso, hasta que al soslayo vi llegar invitándolo con toda instancia y las fórmulas del un individuo, de baja estatura vestido de pantalone- más rendido vasallaje y adulación, á honrarla con su soberana presencia. 1. Fué bautizada con ese nombre, y como el ce- tro pasaba por la línea femenina para que hubiera se- Yo había estado ausente algunos días de la capi- guridad en la sucesión, los españoles más encopetados tal con motivo de un negocio profesional, y no ha- solicitaban con empeño la mano de estas ricas hem- bía tenido ocasión de saber aquella ocurrencia, has- bras, y sus descendientes fueron perdiendo cada vez mas. el tipo indígena. 282

ra plateada, chaqueta y pistola al cinto, que ocupó y que al afecto, se me ofreciera el primer puesto de el sillón á mi lado, pues había sospechado lo que pa- su administración política. saba y no quise darme por entendido de la recepción. Aquella revelación, en vez de halagarme me llenó Por el contrario, tomé mi sombrero y abrigo, y de zozobra y desagrado, pues consideré desde luego, sin saludar ni gesto alguno, salí del palco, dejando al rehusar, me echaba encima una enemistad mortal; en él á otros dos charros y á un oficial de uniforme, pero evocando todas mis fuerzas y energía, dije á de pie, tras los dos asientos. Nadie me detuvo ni me D. Pascual que manifestara qne no podía aceptar, dijo una palabra hasta que llegué á mi casa. presentando mis excusas de que no me creia capaz por mi poca experiencia &. para desempeñar aquel A pocos días estuvo á visitarme mi amigo y pa- puesto, si bien le rogaba, no expresara que me ha riente, D. Pascual García, persona fina, caballerosa, bía hablado sobre el asunto con toda claridad, sino de posición social muy independiente y que, aunque sólo de un modo hipotético, pero que él había com- no tenía liga con aquel orden de cosas, era muy prendido la disposición de mi ánimo, sin necesidad amigo de la casa de Barron. Hablóme al principio de hacerme proposición en forma, á fin de que no de algún pequeño negocio y luego de asuntos indife- se tomara mi resolución como desaire ó como una rentes, hasta que el giro de la conversación fué á protesta de ser enemigo de la administración. dar, como naturalmente'^ sin intención álo que ha- bía pasado últi-namente en el teatro. Aprobó y Algunos bandidos salidos de la clase ínfima del aun aplaudió mi conducta, manifeatando admiración pueblo, suelen tener partidas y razgos que no alcan- de que me hubiese expuesto á un contratiempo por ser zan los politicastros de oficio. La casualidad, iba á consecuente con mis ideas y sostener mi dignidad decir, la Providencia despeñó después á aquel mag- hasta que, con motivo de no sé qué frase, me dijo en nate hasta volverlo á su miserable condición primi- tono resuelto y ya sin rodeos, que se había valido tiva y permitió se elevaran otros iguales ó peores de él, un amigo, como de persona que me trataba que él, que todavía en los tiempos de Lerdo le hi-

con confianza, para explorar mi ánimo, á ver si Vo cieron la corte y fueron á San Luis de Lozada á aceptaría el nombramiento de Prefecto político, que implorar su protección y alianza, que él desdeñó Lozada estaba dispuesto á conferirme, pues aunque al principio se habia amostazado mucho por mi arro- gancia y desplante. reflexionando, habia elogiado mi caracter, dic.endo á los que lo instigaban á maltra- tarme que as/ agradaban los lumbres, que él los ne- cesitaba de ese temple, y que ojalá yo me hiciese de su partido, para lo cual debía atraérseme por bien -

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IV.

Sea lo que fuere, los franceses no llegaron á en- señorearse de Tepic, ó mejor dicho, no se estaciona- ron allí tropas francesas, ni alguno de su nacionali- dad ejerció el mando, lo cual hizo menos odioso el dominio del culebrón que lo estorbaba. Yo seguí en mi puesto de munícipe, aunque no de- Jaban de escapárseme algunas burlas y manifesta- ciones de desafecto al gobierno de Su Magestad, como sucedió, por ejemplo, en una asistencia oficial para solemnizar la Independa. Tenía yo un her- moso perro, juguetón y travieso que me' había se- guido inadvertidamente hasta el foro del teatro, donde comenzó á corretear y dar saltos entre los empingorotados funcionarios, y me vi precisado á sacarlo de allí para hacerlo salir, llamándolo por su nombre que era Maximiliano, lo cual provocó sofoca- da hilaridod entre los concurrentes D. Manuel Ri- vas, que era el Prefecto político y presidía la festi- vidad, creyó de su deber amonestarme por aquella pública falta de respeto al monarca, y yo le mani- festé con afectada cortesía, que aquel perro era de raza regia, king Charles, por cuyo motivo sin duda, el primitivo dueño, le había puesto ese nombre, qu¿ yo no había podido cambiarle después, porque el que se instalaron, parte en el convento de la Cruz animal estaba emperrado con aquel título y no que- que está en las afueras del caserío, y el resto en las ría entender de otra manera. lomas y llanos adyacentes, no sin rodearse de pre- Con esto, la hilaridad cundió haciéndose estrepi- cauciones con guardias y centinelas y abocando ar- tosa, por el patio y galerías, sazonada con aplausos tillería hacia el poblado, como si se tratara de esta- y voce3 de aprobación, que interrumpieron largo blecer un sitio. En Tepic no habían quedado sino tiempo el orden, porque mi king Charles fué ovacio - algunos guardas mnnicipales y policías, porque el nado por todo el coliseo, resultando una verdadera desconfiado cacique se había llevado su gente de cencerrada al Imperio. guerra, en previsión tal vez de alguna dificultad ó El año de 66, cuando á ese orden de cosas se le vino sorpresa, dejándonos á la merced de los pintores- el mundo encima, no ciertamente por los esfuerzos de cos y fachendosos huéspedes. Pasaron allí unos tres los liberales (que muchos se habían pasado á figurar ó cuatro dias proveyéndose de víveres, pasturas, en él, y los demás, con raras excepciones, no sacaban acémilas & para hacer sn travesía por los despobla- la cabeza por el territorio nacional,) sino por la dispo- dos y montañas que tenían que cruzar hasta llegar sición de los Edos. Unidos, Lozada se declaró neutral, á Guadalajara; y entre tanto, por las noches, solían en espera, decía en su manifiesto, de los aconteci- descolgarse algunos soldados y oficiales sueltos, en mientos futuros que aclararan la voluntad de la Na- busca de chichisbeos y parrandas en que satisfacer ción, y las fuerzas francesas que habían ocupado á sus lúbricos y desvergonzados apetitos de erotismo Sonora y Sinaloa, como todas las demás que inva- brutal. En la segunda ó tercera noche de su per- dían el país, tuvieron que concentrarse, para salir manencia. parece que habían arreglado una especie de Méjico en el plazo que se les había señalado. De de bacanal, con gente, del mismo calibre y de rom- sembarcaron en San Blas y pidieron permiso á Lo- pe y razga, que es la que se presta ó simula pres- zada ó le notificaron cortézmente que tendrían que tarse á secundar esas orgías. Los cupidos se exce- atravesar el territorio de su jurisdicción. No co- dían en la bebida llegando sin duda, al estado de lo- nozco las comunicaciones que mediaron, pero pare- cura y postración, y sea que haya habido camorra, ce que el Indio manifestó no oponerse, oomo no £se ó solamente por patriotismo y mala disposición de opuso después al paso de Corona, imponiéndo única- aquella gentuza contra los invasores, dieron cuenta mente la condición ó haciéndoles ¡a advertencia de con tres ó cuatro de ellos, que aparecieron otro día que las tropas no se alojaran en el interior de la po- muertos á navajazos, tirados en puntos distantes blación para evitar conflictos y disgustos, ] como de donde probablemente habían pasado los sucesos. cuando pasaron en 64, y marcándoles el camino que habían de seguir. El hecho llegó á conocimiento del jefe francés, Eran cosa de dos mil franceses y argelinos que entró en violenta excitación de soberbia y cóle- ra y mandó al Ayuntamiento una grosera y tronan- te comunicación en que significaba que si, para las les el condigno castigo; pero que la desgracia trae- doce del día no se le entregaban los autores y res- ría su origen de la inprudencia de los occisos, tan- ponsables del delito, él procedería á tomar satisfac- to por haber penetrado en la población, contrarian- ción ahorcando á doble número de los principales ve- do el acuerdo que se había tenido sobre el alojamien- cinos de la ciudad en los fresnos de la plaza de ar- to de las tropas, como por los desórdenes á que se mas habían entregado con gente de la más baja ralea. Por más que aquello pareciese una fanfarronada, El me interrumpió diciendo: una especia de conminación ad terrorem para descu- brir á los culpables, se convocó á toda priesa al cuer- —Ah! Conque habéis matado á mis hombres por po municipal, que acordó nombrar una comisión pa- haberse atrevido á dar un paseo en la ciudad sin ra que se acercara con dicho jefe á darle una satis- vuestro permiso! Yo os lo pediré colgando doble facción ó explicación de lo sucedido, y que pusiera número de los vuestros. el negocio en conocimiento de Lozada; procurando —Nada de eso, Señor; os hago esta manifestación se interesara y tomara parte en nuestra defensa. solamente para que os convenzáis de que no es res- Fuimos nombrados para desempeñar esta comi- ponsable solidariamente el vecindario, de la triste sión, D. Fernando de los Rios que se preciaba de ocurrencia, pues si la autoridad hubiese tenido cono- mantener buenas relaciones con el Amo, y el que es- cimiento á tiempo de que vuestros soldados desea- to escribe, en atención á que se expresaba en frar- ban pasear por la ciudad, habría dado órdenes para ees con alguna facilidad; é inmediatamente nos diri- que hubiese sido vigilada su seguridad por la policía gimos al hotel de «La Bola de Oro,» donde estaba y para que se les advirtiese de los peligros á alojado el comandante de las fuerzas transeúntes, que podrían exponerse penetrando en ciertos lu- con su estado mayor y un retén de treinta ó cuaren- gares. ta hombres. —Eso no me satisface. Si no se me entrega á los Despues de algún tiempo de serjanunciados por un criminales antes de medio día, cumpliré lo que ten- edecán, salió á recibirnos al corredor que da á la go dicho. plaza, delante de varias personas que allí se encon- —Señor, los procedimientos judiciales no pueden ca- traban, y sentándose con altanera y despreciativa minar con tanta rapidez, hasta poner la causa en arrogancia, sin ofrecernos asiento, hízonos una mue- únas cuantas horas, en estado de- declarar quienes ca de interrogación, á lo cual, tomando yo la pala- fueron los culpables y aplicarles la pena que merez- bra, comencé por decirle que la policía y la autori- can; si bien, se está trabajando con toda la actividad dad judicial se ocupaban con todo empeño, en inves- posible . tigar el paradero de los culpables de los homicidios, Pero el francés apenas me dejaba hablar, inte- que la ciudad 1 amentaba hondamente, para aplicar- rrumpiéndome á cada frase con la intimación de daba un resultado contraproducente, cambié de to- mandar suspender de los árboles de la plaza de nr no, diciendole. mas, doble número de víctimas, y acompañando sus —Podéis hacer de nosotros lo que queráis, ya que palabras con gesticulaciones y gritos descompasa- hemos tenido la debilidad de creer que escucharíais dos; y como entre tanto que estas cosas pasaban, la razón, y hemos venido á entregarnos en vuestras se había reunido gran multitud en la calle adyacen- manos; pero os aseguro que las voces de afuera no te, ansiosa por saber el resultado de nuestra emba- son hostiles; aunque si tocáis un solo pelo de nues- jada, por que se había difundido rápidamente la no- tra cabeza, no respondo de lo que sucederá; tal vez ticia de la ocurrencia por todas partes, y hacían rui- ningqno de vosotros salga de aquí con vida. (Ha- do, daban voces y preguntaban lo que sucedía al ver bía mejicanos en el mismo corredor en que teníamos desde lejos la mímica del francés, exaltado éste, la conferencia, y muchos también en el patio del que no entendía lo que decian, creyó que lo burla- hotel.) ban ó amenazaban, exclamó: —Mis soldados reducirán á cenizas en un momento, -Si no manda Ud. retirar en el acto toda esa cana- vuestro insolente villorio (hameau.) lla, les arrojaré vuestra cabeza por encima de la ba- randilla. —En los^alrrededores hay competentes fuerzas me. jlcanas para atacar vuestras posiciones y en todo Me revestí de serenidad y sin mostrar turbación, caso, no saldríais muy bien librados por entre nues- le dije que las voces de los que estaban abajo no tras montañas y 'barrancas, donde pagaríais muy significaban amenaza ni falta de respeto á su hono- caro vuestro capricho, porque es un verdadero ca. rabilidad, y que en nuestro propósito, al irá hablarle pricho, una exigencia imposible de satisfacer, el que y darle explicación y satisfacción por lo sucedido, en un momento se descubran y pongan en vuestro pidiéndole tansolo un plazo prudente, no había en- poder los delincuentes; mientras que nosotros sería- trado la más mínima idea de amenazarlo ó injuriar- mos unos miserables cobardes y criminales, entre- lo, y que por lo mismo, no habíamos sospechado si- gándoos para que los ejecutarais, á cualesquiera ino- quiera que peligraba nuestra vida, desempeñando centes ó personas que no fueran los verdaderos au- aquella pacífica comisión. tores del delito. Sois un hombre ilustrado y no po- déis menos de saber que un proceso no se instruye Pero las voces mezcladas con silbidos seguían, y el gabacho cada vez más sobrexcitado, profería gri- y termina en unas cuantas horas Permitidme tos y juramentos, acompañados de señas conmina- por de pronto, calmar á la multitud, manifestándo- torias é incorrectas. Ríos se había retirado á la ba- le que estamos á punto de entendernos. randilla, procurando satisfacer la curiosidad de los Y como no me dijera ni si, ni no. aproveché aque- que le interrogaban pidiéndole informes, y yo, no- llos momentos de indecisión ó perplejipad para in- tando que nuestra actitud humilde y suplicante nos clinarme sobre el balaustrado y rogar á los amigos 292 RATOS PERDIDOS.

que estaban abajo, trataran de llevarse á la gente, no tanto por el peligro que los de la comisión corría- v. mos, sino porque amenazaba una hecatombe, pues que los soldados del hotel iban á hacer fuego sobre los que no se retiraran inmediatamente. El pueblo comenzó á irse por diversas direcciones. El francés se calmó. Nosotros nos despedimos ba- jo la promesa de entregar á los culpables al día si- guiente, que creíamos concluiría el proceso; aunque todo quedó en promesa, porque al día siguiente los Voy á consignar aquí un rasgo, ó más bien dicho, franceses levantaron su campo. un hecho histórico muy significativo, concerniente á este personaje que ha sido tan aechado y discutido por todos los partidos políticos de nuestra patria, sin haberse logrado aún, poner en claro su verdadera condición y valía, por las diversas exigencias de la pasión y el pique y despique de tirios y troyanos. Podría referir además, alguna otra anécdota de diverso caracter, realmente bochornosa y que lo po- ne en caricatura, que me fué trasmitida por quien intervino para salvar á la víctima; si bien, difícil sería decidir qué sea más ignominioso, si el rebajar- se á hacer esos rufianescos obsequios, ó el aceptar- los no tanto por incontinencia, sino por ser deferente con los sostenedores á la vez, que explotadores déla sede gestatoria, ya que las bajezas se engendran y corresponden recíprocamente, perdiéndose la liber- tad de negarse á ejecutar cada vez otras peores. Por lo demás, las tunantadas de los hombres pú- blicos, pertenecen indudablemente á la historia, porque su vida privada explica y determina su con- ducta oficial y cívica, sin poderse separar ¡ una de otra tan netamente, como si se tratara de dos per- sonalidades distintas. 292 RATOS PERDIDOS.

que estaban abajo, trataran de llevarse á la gente, no tanto por el peligro que los de la comisión corría- v. mos, sino porque amenazaba una hecatombe, pues que los soldados del hotel iban á hacer fuego sobre los que no se retiraran inmediatamente. El pueblo comenzó á irse por diversas direcciones. El francés se calmó. Nosotros nos despedimos ba- jo la promesa de entregar á los culpables al día si- guiente, que creíamos concluiría el proceso; aunque todo quedó en promesa, porque al día siguiente los Voy á consignar aquí un rasgo, ó más bien dicho, franceses levantaron su campo. un hecho histórico muy significativo, concerniente á este personaje que ha sido tan aechado y discutido por todos los partidos políticos de nuestra patria, sin haberse logrado aún, poner en claro su verdadera condición y valía, por las diversas exigencias de la pasión y el pique y despique de tirios y troyanos. Podría referir además, alguna otra anécdota de diverso caracter, realmente bochornosa y que lo po- ne en caricatura, que me fué trasmitida por quien intervino para salvar á la víctima; si bien, difícil sería decidir qué sea más ignominioso, si el rebajar- se á hacer esos rufianescos obsequios, ó el aceptar- los no tanto por incontinencia, sino por ser deferente con los sostenedores á la vez, que explotadores déla sede gestatoria, ya que las bajezas se engendran y corresponden recíprocamente, perdiéndose la liber- tad de negarse á ejecutar cada vez otras peores. Por lo demás, las tunantadas de los hombres pú- blicos, pertenecen indudablemente á la historia, porque su vida privada explica y determina su con- ducta oficial y cívica, sin poderse separar ¡ una de otra tan netamente, como si se tratara de dos per- sonalidades distintas. Me concretaré á referir algo que no le es realmen- yo de aquel hallazgo y para aprovechar más leccio- te deshonroso, y que no raras veces acontece, por- nes, me esforzaba por acompañarlo, proporcionán- que lo que se hace y se piensa al pisar los dinteles dole la.entrada á todas partes y mostrándole como de la eternidad, es nuestra verdadera convicción, y buen Cicerone, cuanto era digno de verse entre no- no aquello que ejecutamos por proporcionarnos los sotros, tartamudeándole alemán, hasta donde me regalos de la vida, por respetos humanos ó por el era dable, y pidiéndole las correspondencias hebreas, orgullo de aparecer firmes y consecuentes con nues- que él se complacía en trasmitirme, viendo mi afi- tras pasadas flaquezas, aunque en conciencia las ción á la lengua del Talmud, y refiriéndome á cada reconozcamos tales. paso, según venía á cuento, anécdotas de su vida El año de 1888, cuando aquí se inauguró el ferro- anterior, hablándome de 1 s lugares que había visi- carril que nos enlazó con el centro de la República, tado en sus múltiples viajes, y haciéndome la bio- hubo gran entusiasmo por las excursiones en uno y grafía y retrato de los personajes notables que ha- otro sentido, viniendo á visitarnos á Guadalajara, bía tratado ó conocido. personas que jamás habrían pensado emprender ese viaje en otras circunstancias, de modo que los hote- El Sr. Berson había sido el médico de confianza á les y casas de huéspedes estaban llenos, y todos los quien comunicaba especialmente D, Benito, sus do- vecinos nos veíamos obligados á dar hospitalidad á lencias y afecciones, recibiendo dócilmente sus re- nuestras relaciones, ó á los que estas nos mandaban cetas y consejos para dominarlas; y por lo mismo, pira que los atendiéramos. estaba muy al tanto de lo que el gran repúblico pa- decía y de todas sus costumbres higiénicas y en re Por mi parte, y entre otros, tuve alojado en mi lación con su salud, el cual, me dijo, que desde al- casa, por recomendación de un conterráneo, compa- gún tiempo antes de su muerte, venía experimen- ñero de estudio y buen amigo, á un Sr. Berson, Dr. tando ciertos achaques que me nombró y describió en Medicina que era catedrático de la Escuela Pre- técnicamente, pero que yo no repito aquí, tanto por- paratoria de la Capital, judio alemán muy perito en que han escapado de mi memoria sus detalles, cuan- su profesión é instruido en lenguas antiguas y mo- to por temor de equivocarme y errar en algún pun- dernas, y que, por esto, simpatizamos desde el pri- to de importancia, como acontece de ordinario á los mer contacto, pues siempre he sido afectísimo á ese profanos en la ciencia de Hipócrates. Aseguraba ramo de estudios. Conocía el hebreo como se conoce que el Presidente había ido decayendo poco á poco y el idioma natal, dando los sonidos diferenciales de por el proceso común de su enfermedad, hasta lle- letras y sílabas semejantes, como en el Kamet katuf gar á situación alarmante y de verdadera gravedad, y el Kamet patach, y explicaba perfectamente las sie- en que el mismo Berson le aconsejó pedir la opinión te formas del verbo, que no tienen correspondencia de otros facultativos; pero que ni el círculo de ami- en los idiomas de nuestro occidente, &. Prendado gos y oficial que le rodeaba, ni él mismo había que- rido hacer público su estado para evitar dificultades tiempo, que para sostener la intervención del poder políticas y manejos que pudieran ocasionar trastor- civil en la disciplina eclesiástica, al montar á la tri- no en los planes é intereses de la reinante camarilla, buna, comenzaban haciendo su profesión de orto- y de la causa que encabezaba. doxia, que pretendían ser compatible con las doctri- No fué pues, según Berson, una enfermedad re- nas liberales. pentina, subitánea é imprevista, la que llevó á D. Juárez tenía en su casa un sacerdote que era el ins- Benito al sepulcro, aunque aquel opinaba que había titutor de sus hijos, había favorecido el cobro de sido festinada artificialmente y de propósito la que diezmos durante su gobierno en Oajaca y jamás se sufría, y orillada á una violenta crisis, por el miedo le oyó contradecir ó burlarse de los misterios del que se tenía, en vista de las disposiciones del enfer- cristianismo, como á los intelectuales de la época mo. de que diese el escándalo de renegar de su obra y presente, porque la impiedad progresa y se desarro- ante .-edentes, hasta devolver los bienes eclesiásti- lla naturalmente hasta la incredulidad absoluta, ya cos que había adquirido, al impartirle los auxilios que tiene que ser consecuente con sus negaciones, que con insistencia manifestaba estar dispuesto á de las cuales unas engendran á las otras. El libe- recibir, y poniendo en berlina á todos los que se ha- ralismo de ahora, no es el mis no que el liberalismo bían aprovechado de esa cucaña ó granjeria, ya que de antaño. el jefe principal desertaba cobardemente de sus fi- La narración pues, de Berson, de que Juárez al las. Su alcoba y departamento estaba guardado y morir quiso reconciliarse con la Iglesia y recibir los vigilado constantemente día y noche por los Herma- Sacramentos, así como de que se lo negaron é impi- nos del mandil, que le cortaban toda comunicación dieron los que tenían interés en ello, ocultando con con el mundo exterior á menos que no fueran de la todo empeño y secreto aquella disposición, no sólo carnada, entre los cuales era conceptuado Berson, es verosímil, sino muy natural y probable, porque por su confesión de israelita, aunque no disfrutando es lo que pasa y ha pasado en muchos casos, sobre de la plena y absoluta confianza del círculo, á pesar todo, en personas de cierta instrucción y anteceden de reputarlo libre-pensador y amigo ó, á lo menos, tes y que no se han depravado por completo en sus neutro, por lo cual, era acompañado siempre en sus costumbres, aunque no todos consiguen bañarse en visitas, por algún otro más caracterizado de la co- la piscina de Betsaida, ni mucho menos que el Amo fradía. les diga que. sin hacerlo, carguen su lecho y suban al Cielo. Esta versión es tanto más creíble y acep- Juárez era liberal, enemigo del clero y afecto á table, cuanto que el Doctor me la hacía como mo- la desamortización, al desafuero y á la exclaustra- fándose indignado de la debilidad del épico campeón ción; pero conservando cierto fondo de cristianismo de la Reforma mejicana, que no había tenido cons- y de los dogmas más fundamentales de la Religión, tancia y energía para sostenerse decentemente en como lo hacían los liberales censtitucionalistas de su 298

el sitio á que se había encumbrado. Para él, Juárez, se había rodado de su pedestal, como el ídolo de Nabu- co y perdido todo su mérito, al querer cantar la san- ta palinodia á última hora, como lo hacen, decía, VI. los hombres vulgares, ignorantes, cobardes y llenos de preocupaciones. ¡Nadie puede penetrar loj recónditos secretos de la Providencia! ¿Propondráse mostrar que no siem- roña, pre se alcanza el perdón cuando se solicita á última hora, habiendo dado pérfido y contagioso ejemplo de rebelde contumancia?... .¿Será para hacer ver dón - de está el error y dónde la verdad, por la inconsis- tencia del uno, y lo avasallante de la otra....? Conocí algo á fondo al Jefe del llamado «Ejército De cualquier modo, ¡Ojalá que el arrepentimiento de Occidente,» porque lo traté con alguna intimidad, del indio guelatense haya sido sincero, y que Dios lo pues me nombró secretario •<•]pasa r por Tepic, en haya acogido al fin, en su santo Reino! 1866, (ÍUando se vino de Sinaloa para el interior, des- pués de los franceses, para proseguir la campaña contra el Imperio. Corona era hombre sencillo, sobrio y de buenas costumbres, con regular talento, pero sin más ins- trucción que la que la que se adquiría entonces en las escuelas de primeras letras. Si había mandado sacrificar al Padre Ojeda en Santiago, era porque habíasele arraigado honda prevención contra los sa- cerdotes, á quienes miraba únicamente como cóm- plices de Lozada y de sus inmundas fechorías. La felonía del Ceboruco, de que milagrosamente escapó, y la del Dos de Junio, lo predispusieron á represalias sangrientas que no tenían, por cierto, fundada ra- zón ni objeto, ejercidas contra personas inofensivas y muy ajenas á aquellos sucesos; pero era de carac- ter firme y sosegado, al mismo tiempo que de áni- mo esforzado y decidido, lo cual vale más que otras dotes en muchas ocasiones, para inspirar respeto, adquirir dominio sobre los demás y elevarse en tiem- tanto, conversábamos de todo, haciéndome él mul- pos de revolución y desorden político, como pasó en- titud de preguntas sobre política, Derecho Público tre nosotros en aquella época. y Militar, historia etc., de que él apenas tenía ba- Si Lozada lo venció en algunos de los encuentros rruntos ó ignoraba del todo, aceptando humildemen- que con él tuvo, fué por la superioridad de los ele te mis respuestas como si fueran lecciones, y á su mentos de que dispusiera, pues tenía mayor nú.nero vez me confiaba sus ideas, sus afectos íntimos y has- de hombres, y loobedecían como autómatas, entran ta sus aventuras eróticas, pues era muy sentimen- do y acometiendo ciegamente á donde él les ordena- tal y en otras circunstancias habría sido poeta. ba. No había que repartírseles prest ni municiones, Tuve que abandonarlo en Morelia, porque no pude porque todo lo llevaban consigo, corrían como ga- sobreponerme al maltrato de aquel trajín en que á mos por barrancos y serranías haciendo jornadas veces pasábamos sin alimentos días enteros, pernoc- doble3 de las ordinarias del soldado, etc.; mientras tando al aire libre ó bajo una choza de paja en el que los de Corona, aunque eran gente del pueblo y rigor del invierno, enrollados en un sarape, y por mi campesinos, estaban menos avesados á aquel duro parte, ni aun así, porque en las horas en que los demás tratamiento. Lozada y sus capataces se dejaban reposaban, era precisamente cuando se abría la co- en calzón blanco al entrar en los combates, para rrespondencia, se hacía el acuerdo y se contestaba, confundirse con los demás indios y correr menos pe- librando las órdenes á las tropas y á los gobernado- ligro; al paso que Corona y sus oficiales vestían de res de los Estados que estaban bajo la dirección del manera que los exponía á ser cazados señaladamen- Jefe de Occidente. te por los enemigos Este, con escasos recursos, te- nía que mantener á sus fuerzas constantemente so- Una afección reumática de intenso dolor llegó á bre las armas, y aquel volvía á sus hogares á los que privarme casi del movimiento y tuve, aunque contra no empleaba en el momento. mi voluntad, que volverme á Guadalajara. No de- ploro aquel contratiempo, porque he comprendido Pero Corona y los suyos metieron en cintura á los en eso y en todo lo que me ha pasado en la vida, la franchutes en Sinaloa haciéndoles morder el polvo acción de la Providencia que rige nuestros destinos en Veranos, Ciqueros. Palos Prietos, etc. á pesar de nosotros, y siempre para nuestro propio Desde Guadalajara, después de la Coronilla, cami- bien y en relación con el de los demás. Joaquín Es- nábamos de ordinario juntos, con dos ó tres ayudan- coto me remplazó, de modo que si mi enfermedad tes á corta distancia, pero separados del resto de no hubiera sobrevenido, tal vez yo hubiera sido en las tropas, para no ahogarnos en el polvo que levan- su lugar el asesor del consejo de guerra que conde- taban, las cuales iban repartidas á vanguardia y re- nó á Maximiliano, que yo haoría repugnado ó que taguardia y por senderos laterales, á fin de preca- lastimaría mi memoria todo el resto de mi existen- vernos de sorpresas y golpes inesperados, y entre- cia. RATOS PERDIDOS 303

Sin embargo, Corona y yo seguimos manteniendo bastmn Lerdo directamente le participaba que, ha- nuestras relaciones, y aún conservo algunas de sus b,endo Jileado el Sr. Juárez, él se había hecho cai- cartas en que me participaba con llaneza y confian- go de Ejecutivo Federal, en su calidad de Presiden- za las peripercias del sitio de Querétaro; pero des- pues se fué enfriando nuestra amistad, por motivos que aquí no viene al caso referir, principalmente - Está todo en regla, le dije; no podía serde otra por nuestro distinto modo de ver las cosas de la Re- manera. ¿Qué tiene esto de singular? ligión, si bien él no era un redomado increyente, -¿Qué tiene esto de singular? Que yo no puedo, tanto que en sus últimos años tuvo asomos de ver- no quiero reconocer á Lerdo como Presidente, y que dadera piedad, y si al morir no se reconcilió públi- es precso contestar este telegrama, de modo que no camente por medio de los Sacramentos, fué porqué me comprometa en ese sentido. le paso lo mismo que á Juárez; un círculo de yerro -Pero ¿qué pretexto habrá que poner para resis- se formo á su derredor que le impidió la comunica- tirse a obedecer á la ley constitucional y á recono- ción con quien pndiera consolarlo y absolverlo cer al gobierno que ella impone? El 20 de Julio de 72, un ayudante del General, -No hable Ud. de leyes ni de musarañas. Ud. sa despues de buscarme en mi alojamiento sin haber- be que en las pasadas elecciones yo he combatido me encontrado, se echó á inquirir mi paradero, por con todas mis fuerzas la candidatura del jesuíta toda la ciudad en los lugares que yo solía frecuen- sost.niendo la de D. Benito que era de todo mi gus- tar para comunicarme el llamado urgentísimo de to. Aliviado estaría si en>ste remolino de la fortuna, su Jefe. Por fin, logrólo á cosa de las diez de la yo me hiciera lerdista en un segundo, facilitándole manana y yo me dirijí luego á la calle, entonces, el modo de anularme y destruirme, como indudable- de «La Merced», donde estaba instalado. mente lo hará, si yo me pongo en sus manos. -Qué pasa, mi General, le dije, tendiéndole la -Pero ¿qué piensa Ud. h cer? mano. —Que Ud. me redacte una contestación, como -Lo necesito urgentemente, compañero, 'dábame Uds los abogados saben hacerlo maravillosamente, ese t.tulo por agazajo y como muestra de afecto) algo ambigua y sin declaración terminante de que lo me contestó, introduciéndome al fondo del gabinete reconozco ó desconozco, para ir dando tiempo, en- después de despedir á los que por allí se encontra- tretanto, á meditar y confabular loque debemos ha- ban y dar dos vueltas á la llave de la puerta de en- trada. cer. Ya Ud. ideará lo que podrémos decir al Go- bierno, á la Nación y á los compañeros de pelea pa- —Vea Ud. este telegrama. ra legitimar y justificar la actitud que tenemos. Lo consideré algunos momentos sin hallarle nada Cuento "con el apoyo de cosa de 12000 hombres, aun- de extraño ni sorprendente, á no ser porque D. Se- que sólo tengo unos 4000 bajo mis inmediatas órde- nes; y si nos ponemis de acuerdo con algunos otros gún punto en que no pudo menos que concederme la jefes de segunda importancia, le ganamos la mano á Escobedo, que sin duda aspirará á la presidencia, razón, se fué quedando callado y pensativo, mur- porque no crea Ud. que reconoce á Lerdo, antes de murando de vez en cuando palabras sueltas y entre- saber mi decisión. cortadas, al pasear pausadamente por el aposento, — Mi querido General, va Ud. á volver á la Nación que era su escritorio; y yo, aprovechando aquellos al caos y al abismo de que acaba de salir y á que momentos de vacilación, tomé la pluma y escribí por su causa se derramen rios de sangre, siendo har- una respuesta de reconocimiento y felicitación á D. to difícil que Ud. pueda legitimar su anómala posi- Sebastián, por su ascenso á la primera magistratu- ción y hostilidad al Gobierno legal y convencer al ra. público de que la asume con razón y justicia y no —Firme Ud., compañero: esto es lo que pide el por ambición personal. Se le puede venir todo el honor y la conciencia, que Ud. jamás ha desoído. mundo encima, y concluir Ud. su carrera como un —Pero, Licenciado, por Dios! piénselo Ud. bien. pronunciadillo vulgar de que hay tantos ejemplos —Estas cosas no se piensan, ni se miden por la en nuestra historia. Por el contrario, si reconoce conveniencia, Dios ha inspirado á Ud. para llamar- Ud. á Lerdo, poniéndose á sus órdenes con presteza me y consultarme, y yo siento que faltaría á mi de- y galantería, antes que Escobedo y algún otro jefe ber, al papel que la Providencia me imparte en es- superior, él se unirá estrechamente • con Ud., apo- tos solemnes momentos, consintiendo en que Ud. yándose en su nombre y popularidad, y al poco tiem- obre de otra manera. Pronto y no vacile Ud., por- po será Ud. su sucesor; no puede ser de otra mane- que el mérito y la oportunidad se perderían, ra — ¡Oh r.o lo crea, Licenciado! Ud. no oonoce á ese Maquinalmente firmó Corona aquel recado, que jesuíta; me halagará de pronto, y por debajo, cuan- tomándolo de la mesa, estrujaba convulsivamente do ya esté fuerte y cuente con los otros, me hará la entre los dedos, de donde se lo arrebaté rápidamen- guerra y destruirá. Esté Ud. seguro que si yo no te y corrí hacia la salida, torciendo la llave. El me aprovecho esta coyuntura, cualquier otro jefe se- alcanzó cogiéndome el faldón del chaquet, que por cundario y de poco valer la explotará y derrumbará poco dejo entre sus manos, pero logré escapar, re- á Lerdo, ocupando el lugar que nosotros debiéramos volviéndome como para detenerme, con lo qué, en- tener. Lerdo no es querido del ejército, y el ejérci- gañado, me solto; pero yo me precipité por la esca- to entre nosotros es quien pone y dispone de la silla lera de caracol que quedaba en seguida, y no paré presidencial. hasta llegar al Telégrafo y urgir por la inmediata Seguimos algún tiempo el mismo tema con diver- trasmisión de aquel mensaje. sas variaciones, y habiéndolo hecho titubear en al- No tengo más prueba documental de esta ocurren- cia, que el original de ese telegrama, escrito de mi 306 RATOS PERDIDOS.

puño, el cual debe obrar eri el archivo de esa ofici- na ¡La suerte de la Nación estuvo en mis manís por un momento! • ERRATAS. La Providencia se vale de instrumentos insignifi- cantes é ignorados, para realizar sus fines. En efec- P. L. Dice Debe decir to, yo erré, pues en vez de Corona, D. Porfirio Díaz derrocó á Lerdo y se ha momificado en una presi- 3 21 A ELLA DOLORES dencia autocràtica, yankipositivista. ¡Quién dijera 11 2 ceremonias procesiones que yo he tenido la culpa de ese diptongo! ¿Porqué, 13 22 Al recuerdo de Recordando á Macrino el uno y no el otro? Booth Solamente Dios puede contestar categóricamente 14 12 al ángel la diosa esta interrogación; mientras que nosotros nos per- 15 2 emponzoña seduce demos en diversas y encontradas conjeturas y expli- 17 25 radíente radiante caciones 18 6 llama llama; Quizás la Señora Romero Rubio entró por algo 22 13 fieles fiéles en los designios del Omnipotente, como lo decía una 76 33 todo mundo todo el mundo vez el Señor Arzobispo Labastida, con motivo de 86 9 cpacios espacios cierto conflicto, que ella tomó parte en conjurar. 126 3 francia fragancia 157 1 A ELLA DOLORES 159 1 DOLORES ENLACE 161 1 DESENLACE 164 15 Fe revelas Te revelas 168 178 168 282 27 presentido presentado 183 11 pne si nos que si nos 186 25 N. debe ser U. debe ser 193 29 sacarroneria socarronería 204 18 Señorica Señorita 205 5 salve salvé 210 33 Un di Un día 217 15 daado dado 218 25 lenguje lenguaje 218 27 ¿Ppr ¿Por 308

P. L. Dice Debe decir 249 12 Si la pieza se pone (Si la pieza se pone con con música cantan música, cantan los cua los cuatro á tiem- tro á un tiempo este po este cuar(teto) cuarteto) 256 33 Zarctecas Zacatecas 257 22 gabía había 259 18 esc brosidades escabrosidades 259 23 pe de 260 3 sejeto sujeto 260 22-23 bálsame bálsamo Prólogo I 264 5 imagi ación imaginación Advertencia 3 265 2 autor actor 263 3 Alicantino alicantino VARIAS. 271 6 s enta sienta ,, 22 al orrarme atiborrarme Un fln de año 7 277 32 re ogerlo recogerlo Más Allá 12 283 4 y 5 luego, al rehu- luego, que al rehusar Bolívar 16 sar. Tepic. 20 285 10 Indepencia Independencia Salmo XXXII 22 285 17 concurrentes D. concurrentes. D. Othelo 24 291 9 ningqno ninguno A Inés 28 303 30 tenemos. tomemos. La Mujer 30 Dísticos sueltos 42

SATIRAS Y EPIGRAMAS.

Ecce Mundus \ ' 47 El Te 60 Cuatro Sonetos 62 El Dinero 68 A Laura 71 En un baile 76

/ Su Retrato 153 EROTICAS. Sobre su tumba 167 Una Serenata...! 85 Su Nombre 91 DPAMAS. Te amo 93 En un álbum 95 Una Carta de recomendación 171 Desconfianza 207 Tus Ojos 96 No 08 Mi Destino 101 DE MIS MEMORIAS. La Hada de la tarde 104 Un Placer 253 INTIMAS. El Aguate 267 Lozada 275 La Intervención 285 San Blas 107 D. Benito Juárez 293 Conticinio 109 Primavera 115 D. Ramón Corona 299 Mi Recepción H8 Erratas 307 Muerte de mi madre 121 La Vida 125 Sisifo 131

Quejas 133 Recuerdos 335 Angustia 139

Confianza 143 Deprecación 145

Voto 147 ¡¡Mavethü j

DOLORES.

ENLACE 159 Desenlace