LA REVISTA DE LA MUJER INTELIGENTE

Como ayer los prejuicios, escar­ necen hoy a la inatcrnidad, el hambre, la enfer­ medad, la gnena, el absolutismo.

Padecemos u n régimen económi­ co-político, ene­ migo de la Vida.

VICTIMA INOCENTE, cuadro de D. Carr. ANO VI ­ BUENOS AIRES, JUNIO 15 DE 1939 ­ No. 71 Cuando usted, lectora amiga, ha manifestado su repudio o indiferencia por la iglesia, voces airadas le habrán replicado: —Toda mujer debe creer, debe ir a la iglesia. Conteste con argumentos sólidos a esta tonta aseveración. "LA INQUISICIÓN EN ESPAÑA EN EL SIGLO XVI" Colección de cuadros históricos Jíel pintor flamenco FRANZ KASPER HUBERT VINCK

Y "ANALES DE LA INQUISICIÓN EN LIMA" Por RICARDO PALMA

Y sabrá que toda mujer debe despejar su mente, huyendo de las mentiras de una institución enemiga del pensamiento libre

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Nada que fuera contra la vida, nada que lesionara a la humanidad, encontró nunca acogida simpática en VIDA FEMENINA.

Nuestra tribuna, — muy modesta, — ha levantado siempre su voz en defensa de los grandes intereses humanos.

Como al que más, nos consterna el problema doloroso de la despoblación del país, pero cansadas de oír la queja de miles de madres que en un país rico preguntan angustiadas, ¿y qué les doy hoy de comer a mis hijos? ¿cómo los mando hoy a la escue­ la?, está convencida que tan urgente comos arbitrar medios para fomentar la proliferación, es conseguir el respeto a las leyes exis­ tentes, y hacer nuevas leyes que garanticen la vida de los seres ya creados.

Estamos seguras, y lo afirmamos sin ignorar todas las abe­ rraciones que padece hoy la sociedad, que apenas se consiguiera un medio social más apto para la vida, un ambiente más respi­ rable, más tranquilo, la cigüeña tendría más viajecitos.

Entre las indudables conquistas que podemos apuntar en esta época tenebrosa hay una que podría enunciarse así: mayor sentido de responsabilidad en los padres.

Y ésta no es una conquista despreciable. Pág. 4 VIDA FEMENINA s1 uíeres La Paz La frase latina, tantas veces repetida: Si vis pacem para bellum —si quieres la paz prepá­ rate para la guerra—, puede hoy ser modifica­ da: Prepárate para el hambre. Tal es la terminante conclusión de Mr. J. G Para E Winant, actual director de la Oficina Interna­ cional del Trabajo. El estudio objetivo de la situación económica mundial ha conducido al autor a las más pesimistas conclusiones. La paz armada es para los pueblos tan funesta en por Alicia algunos de sus aspectos como la guerra, pues produce un empobrecimiento de las clases des­ heredadas, con todas las consecuencias previsi­ bles: desnutrición, aumento de la mortalidad por enfermedad, disminución de la capacidad productiva, etc. Dice textualmente Mr. Winant: "El rearme hasta los zapatos y las conservas. Un mundo no puede continuar con su actual ritmo sin de intereses, una masa enorme de productores, llegar a absorber una parte tan elevada de los un número mucho más reducido de aprovecha­ ingresos nacionales de numerosos países, que dores vive de la preparación de la guerra. se torne intolerable. Los gastos de la defensa ¿De dónde pueden los Estados modernos ex­ llegarán a un nivel que provocarán un ver­ traer las sumas fantásticas que inflan sus pre­ dadero estado de hambre entre las clases po­ supuestos de guerra y marina? De los impues­ bres. Es de esperar que antes de que eso ocu­ tos y de los empréstitos. Algunos se permiten rra se llegue a un acuerdo general, de índole otra fuente: el saqueo. Se resuelve, como en internacional, que resuelva esta situación. Alemania e Italia, que una parte de la pobla­ Deseamos que la buena esperanza de Mr. "Wi­ ción está fuera de la ley y se la expolia, pero nant no sea defraudada. Ya sabemos que la aun cuando se la sangrara no podrá esta fuente esperanza es tenaz; quedó en el fondo de la de recursos ser otra cosa que una ayuda mo­ caja que Pandora, movida por la curiosidad, mentánea; al atacarla se la destruye. abriera un día, según la leyenda griega, dejan­ Queda el hasta ahora inexhausto manantial: do escapar todos los males que hoy aquejan el impuesto, ya que todo empréstito ha de ser a los hombres. pagado también de los recursos generales y Si la lógica guiara a los hombres en sus re­ éstos salen del impuesto. laciones nacionales e internacionales, la espe­ No cabe duda que el régimen impositivo ranza de Mr. Winant tendría algún fundamen­ tiende, por efecto de poderosas causas, a ex­ to. Pero, desgraciadamente no es así. La hu­ traer dinero de los ricos tanto como de los manidad no ha alcanzado aún, en conjunto, un pobres, pero los primeros tienen una capaci­ grado suficiente de inteligencia. dad de resistencia muy superior a la de los ¿Son necesarios voluminosos tomos de esta­ segundos. No influye igualmente sobre la sa­ dística para hallar la conclusión del jefe del lud y la vida un impuesto sobre los automóviles B. I. T. 1 De ninguna manera. El simple y y otro sobre el azúcar o el pan; la población vulgar buen sentido permite comprender que no es amenazada por igual por un impuesto la producción de lo que un ejército moderno sobre los aparatos de radio o sobre los mate­ necesita debe ser pagada. ¿A quién? A los in­ riales de construcción, cuyo efecto forzoso es dustriales, que producen desde los armamentos el aumento del costo de la vivienda. La gran Pág. 6 JUNIO, 193!) Prepárate... Hambre Moreau da Justo

masa trabajadora es la que más sufre las con­ secuencias de esta locura bélica, porque sien­ QUINCENA PATRIÓTICA do su salario apenas suficiente para el man­ —Y qué más quiere? no le dieron una careta tenimiento de su vida, todo lo que lo reduce para gases asfixiantes? ' se hace forzosamente a expensas de ésta. el juego de las fuerzas políticas, aquellas que "En Alemania —dice el informe que comen­ forzosamente conducen a la guerra. tamos— se restringió el consumo mediante un Hemos asistido al nacimiento de la Sociedad rígido control de los salarios; por la limita­ de las Naciones, hemos seguido las fases de ción en el pago de los dividendos; por el au­ su breve vida y la hornos visto siempre impo­ mento de los impuestos y la reducción de la tente para realizar lo que quiere Mr. Winant: provisión de artículos de primera necesidad." "un acuerdo de índole internacional", siendo Esto no hace sino confirmar la frase ya famo­ el organismo creado para eso. sa : Cañones en vez de manteca, lanzador por el obeso mariscal, al cual ésta no debe faltar, y Hemos visto el fracaso de las conferencias que pasará a la historia como muestra de la del desarme, cuya función parecía ya tan ne­ estupidez humana. cesaria en aquellas épocas en las que los pre­ supuestos de guerra no abrumaban a los pue­ La gran masa trabajadora es también la que blos en la nysma proporción, ni la amenaza de ha de dar. la mayor cantidad de carne de ca­ guerra era, como hoy, el cruel interrogante ñón, esa sustancia que, según parece, las muje­ de cada día. res ya no quieren producir con igual abundan­ i Podemos esperar el sensato y salvador acuerdo cia, hecho que indigna a los estadistas. internacional de gobiernos que, cegados por la de­ Y nuestro optimismo difiere del de Mr. Wi­ fensa de los intereses de su clase, los anteponen nant en que esperamos que la locura termine a los intereses de toda la nación, con tal miopía cuando esa g*ran masa productora despierte o incapacidad que no pueden prever y menos de­ de su peligrosa inconsciencia. tener acontecimientos que simples ciudadanos No es que ella no comprenda el peligro de son capaces de predecir? la guerra, que no la tema y que no aplauda to- El desarrollo del fascismo y del nazismo no do lo que asegure, aun momentáneamente, la hubiese sido posible sin el consentimiento y el paz. dinero de la clase conservadora y los financis­ De lo que aun es incapaz es de despistar en (Sigue en la pág. 7) Pág. fl VIDA FEMENINA

LA CALEFACCIÓN EN LAS AULAS ESCOLARES

El Estado debe satisfacer esta viva necesidad de nuestras es­ cuelas comunes, para que educan­ dos y maestros no huyan del aula como de un lugar de tortura.

Para VIDA FEMENINA. ello mismo, más proficua la labor docente. La mera enunciación del problema de la ca­ La estación invernal, que es ya inminente, ac­ lefacción apunta una necesidad hondamente tualiza el problema de la calefacción en las au­ sentida en nuestras escuelas; necesidad que se las escolares; y la prensa en general, en estos traduce en perjuicio de la salud de educandos días de intenso frío, ha vuelto a colocar el y maestros y, por ende, en detrimento de la asunto sobre el tapete. obra educativa de la escuela. Por ello mismo, Por mi parte, al abordar el tema, me limitaré surge evidente el deber de los poderes públicos a glosar el articulado y los fundamentos de de propender a la mayor eficiencia de la escuela un proyecto que presenté al Senado bonaerense primaria, para que dé los frutos que de ella se en junio de 1936, estableciendo que el Poder esperan. Ejecutivo, por medio de la repartición corres­ pondiente, procediera a practicar el estudio pertinente, a fin de implantar el sistema de calefacción que se considere más adecuado para las aulas, en todas las escuelas „ provinciales. Los días crudos del invierno, especialmente Se establecía igualmente en el referido proyecto en algunas zonas de nuestra provincia, hacen que todo edificio de propiedad fiscal o particu-­ que las aulas permanezcan desiertas, acentuan­ lar destinado al funcionamiento de una escuela do así el grave mal del ausentismo y la deser­ primaria, creada o que se creare, debería con- ción que aqueja a nuestra escuela, mal que tar con el correspondiente servieio de calefac­ tiene su origen en diversos factores de índole ción. social y económica. Y hay otros motivos que militan en favor de nuestra tesis. Es de todos conocido el estado en que Es indudable que las comodidades que pue­ se hallan los edificios en que funcionan la dan proporcionarse a los educandos durante las mayoría de las escuelas primarias. Edificios horas de clase son factores que concurren a ha­ viejos, carentes de toda comodidad, cuando no cer más grata su permanencia en el aula y, por de lo más indispensable para que los alumnos JUNIO, 1939 JMg. 7 y el personal docente puedan cumplir sus ta­ a él algunas cooperadoras se han mostrado dis­ reas al abrigo de los rigores del frío. Aun más: puestas a no omitir esfuerzos para darle solu­ al ambiente desapacible del aula se suma la do­ ción. Pero esa solución sería parcial desde que lorosa circunstancia, tantas veces comprobada no todas esas beneméritas instituciones de cola­ y denunciada por el cuerpo médico escolar, qne boración escolar están en condiciones de afron­ una enorme cantidad de alumnos asisten a clase tar la erogación que supone instalar el servicio enfermos, mal vestidos y peor alimentados. de calefacción, ya que sus recursos son total- Y no es necesario ser versado en pedagogía mente reclamados por otras necesidades de las para comprender que esos nifíos torturados por escuelas y los escolares: el vestido, la merienda ei hambre y el frío "no podrán afrontar las exi­ y los elementos indispensables para la ense­ gencias de los programas, ni resistir las disci­ ñanza. plinas de la organización escolar". Es, pues, De ahí, entonces, que se debe insistir en la evidente que en tales condiciones —que depri­ conveniencia de que sea el Estado quien satis­ men el ánimo de los maestros y de los alum: faga esta viva necesidad de nuestras escuelas nos— la escuela no puede llenar cumplidamente comunes, para que educandos y maestros no hu­ su misión educadora.. yan del aula como de un lugar de tortura... La calefacción en las escuelas constituye una necesidad que urge satisfacer, pu$s los hechos con su brutal elocuencia demuestran que ella El problema de la calefacción en las escuelas no sólo se traducé en perjudiciales consecuen-, —implantando el sistema que técnicamente se cias para la salud de ,1a población escolar/ sino considere más adecuado atendiendo al tipo de que, como queda expresado, es factor determi­ construcción y característica de los locales esco­ nante de la inasistencia escolar, cuando no de lares— es de una importancia incuestionable. la deserción del alumno, contribuyendo- de tql Por ello el Estado debe afrontarlo decidida­ modo a agravar el mal del analfabetismo, que mente, sin reparar en los recursos que deman­ tanto estorba ya al progreso de nuestro pueblo. daría, por lo mismo que la solución de este .pro­ blema comprende un aspecto fundamental de la obra de asistencia social en pro de la escuela Felizmente, este arduo problema que se plan- primaria. tea en nuestras escuelas no ha sido indiferente Juan NIGRO. a las sociedades de cooperación escolar. Frente Tandil, 1939.

SI QUIERES LA PAZ PREPÁRATE (Viene de la pág. 5

tas franceses e ingleses. Hoy, atemorizados por voluntad. Pero está apresada en un armazón la guerra que amenaza arrasar sus vidas y sus tan hábilmente forjado, que no puede defen­ fortunas, ante el peligro inminente no se de­ derse. Es como esos gigantes de los cuentos tienen. Los diarios nos hicieron saber que el infantiles: un cuerpo enorme, una cabeza pe­ gobierno francés, cediendo a la presión de la queña, y las artes de un enemigo reducido bas- opinión pública, prohibirá la exportación de tan para dominarlo. Y agreguemos que esa cabeza ha sido tan hábilmente atiborrada de mineral de hierro del Marrueéos francés a Ale- creencias, supersticiones y convencionalismos, mania y pedirá a Rusia que suspenda sus ex­ que ya ni el simple pensamiento de la propia portaciones de petróleo a la misma. / salvación puede hacerse claro, ni puede animar Los negocios son los negocios y jamás un una voluntad firmemente dirigida. productor, de material que pueda ser utilizado Sin embargo, en él está la única posibilidad para la guerra ha dejado de venderlo al po­ de salvación, pues el pueblo es el único que sible enemigo de su patria. nada gana en la preparación de la guerra y Es esa gran masa ciudadana que no tiene todo lo pierde por ella. En él también está la interés inmediato en la exportación de mine­ rinica fuerza capaz, en un momento dado, de rales ni de petróleo, la que puede imponer su decir: Ni armamentismo, ni guerra. Púg. 8 VJDA FEMENINA

El profesor y distinguido jurisconsul­ to español, don Ángel Ossorio, dicta en el Co­ legio Libre de Estudios Superiores, un curso sobre FEMINIDAD Y FEMI­ al cor NISMO. En cinco conferen­ 2 cias, abordará los temas: La mujer en el Ho- gar; El matrimonio; La maternidad; Derechos los civiles de la mujer casada; Alegato contra el divorcio; El trabajo en la mujer; La mujer en la política, temas éstos, muy tratados, pero generalmente sin mayor hondura. A veces las conclusiones parecen apuntadas tan sólo por los instintos, y otras veces por el deseo de ocupar una tribuna. VIDA FEMENINA procurará que sus lectoras se enteren de las conclusiones o pen­ samientos expuestos por el doctor Ossorio, que muchas pruebas ha dado ya de pensar y sen­ tir honda y altamente este problema.

tV # i? La gente se asombra por nada, o sino se asombra por exceso de ignorancia. Con el asunto ese del cambio de un jugador de foot-ball, que acepta concertar un team italiano con otro brasileño, he podido presenciar los más injustificados asombros. 2 Total ¿qué? Los italianos piden por el jugador 500 bolsas de café, y con ello le hacen un honor; seguramente lo tasan tan alto porque no es italiano. ¿No sabe el mundo entero, que en Italia un hombre, un ser hu­ mano cualquiera, es una bolsa, y nada más? Hay en el orbe, bolsas de harina, bolsas de papas, bolsas de azúcar, bolsas de arroz, bolsas de café, etc., etc. En Italia hay bolsas de sangre, hueso y carne. A estas bolsas se las trae, lleva, tira, patea y escupe, — en Italia, — tan impunemen­ te como cualquier ciudadano mal educado y desaseado, escisge entre nosotros, en un andén cualquiera, una bolsa de papas. Los países ricos, queman y destrozan bolsas de trigo, de maíz, de café. ¿Pretendían que Mussolini se achicara? ¡Cómo no! Él quema, aporrea, destruye bolsas humanas. ¿Y? Cada uno destroza lo que le sobra y estorba. En el mundo impera la ley del león. Vivimos en un mundo magnífico, estupendo. Lo han hecho así, tan bello y bueno, los hombres. Es una muestra del talentazo masculino. Ahora los hombres se enojan y tienen razón. Parece que las mujeres no fabrican bolsas en la proporción necesaria, jCaramba!

Y esa desidia de las mujeres no tiene perdón. ¿Cómo es que las mujeres descuidan ese trabajito? ¿Esperan, acaso, que Dios vuelva a su vieja faena de amasar barro y soplarlo? ¡Qué mal vamos! 3 A mí me indigna la falta de previsión de las mujeres pobres, es­ pecialmente. ¿Qué se han creído? ¿No saben que si ellas no dan hijos y más hijos, van a dejar sin ocupación a sus hermanas en el señor, las mu­ jeres ricas? ¿Y no piensan un poco en lo que esto significaría? No tie­ nen un poquito de consideración. Bueno, ¡son tan brutas! Seguramente, ninguna de ellas ha comprado revistas elegantes. De haber tenido algu­ na revista chic en sus manos, se habría quedado boquiabierta, contemplando los trajes mag­ níficos, y los rincones feéricos de la fiesta dedicada al Enfermo incurable. ¡Qué despliegue de elegancia y buen gusto! ¡Qué derroche de espiritualidad y refi­ namiento! (¡y qué estupenda lección de confraternidad en la miseria!, me decía un filósofo. JUNIO, 1939

Ahí las tiene usted, desnuditas, a pesar de sus millones; desnuditas como las pobres). Y con todo eso, buen gusto, refina­ rerde miento, lujo, luces, lección igualitaria y demás hierbas, ¡qué alegría para los tísicos y leprosos! Si no hubiera miserables, las damas ri­ cas perecerían de ocio. Deben saberlo las mu­ días jeres pobres, y tener 10 ó 12 pibes.

La grande y muy orgullosa ciudad de Buenos Aires, está amenazada de perder par­ te de estos atributos bajo los montones de papeles de diarios que dejan en libertad alegre y feliz los señores basureros. ¿Qué pasa? Pasa que pasan los basureros tarde, mal o nunca por algunos ba­ rrios, y en pos del carro mal cargado, juguetean papeles, hojas y toda cla­ 4 se de desperdicios, saludando su liberación imprevista. Hay que cuidar esos detalles, señores ediles. Ustedes están, en estos momentos, como siempre hemos estado las mujeres: sometidas al ser y al parecer. No basta con que sean repre­ sentantes del pueblo de la Comuna. También deben parecerlo. No salga por ahí algún totalitario, diciendo: éstas son las bellezas de los cuerpos cole­ giados.

-fr & TwT El mundo está en lucha abierta. Se engaña el que quiere engañarse. Los términos son: absolutismo o democracia. Las fuerzas cavernícolas agrupadas alrededor del primer término, tratan de abatir 5 a la democracia, régimen que hace posible la evolución. Los caminos abiertos a todas las posibilidades humanas de superación, molestan a los retardatarios, miopes morales que sólo ven al amo, que sólo oyen al amo. Ellos tratan de desacreditar, por todos los medios, a la democracia. Hay en la democracia fallas gruesas, ya lo sabemos. Pero corrijámoslas; no pretenda­ mos matar la obra porque ella no nació perfecta. La democracia padece las dolencias de los individuos, porque es el régimen que con­ fía en las fuerzas humanas. Pero, también, tiene todas las virtudes del ser humano. A acre­ centarlas, pues. Y no olvidemos la lección magnífica dada en la Cámara de Diputados de la Nación, el miércoles 14 del corriente, por el doctor Repetto. Lección de integridad, hermosa lec­ ción de fervor democrático: "Yo creo que sería una medida prudente de esta cámara pa­ ra aventar todos esos rumores y para consolidar la situación de todos nosotros y la posición de prestigio de la cámara, que ya que estamos ahora ocupándonos de la comisión investiga­ dora de los medicamentos, podríamos aprovechar la circunstancia para hacer una investiga­ ción acerca de las actividades profesionales de los diputados y esto podría hacerse sin apelar a medidas inquisitoriales, sin colocar en el banco de los acusados a los legisladores, obligán­ dolos a hacer confesión. Hay todo género de recursos que nos permiten establecer cuál es la actividad que cada uno de nosotros desempeña en los tribunales, en compañías, en empresas, en directorios y esa investigación bastará por sí sola para señalar la posición de cada uno de los legisladores y para dar también a la opinión pública una medida justa de la aprensión que en este instante la agobia", Pág. 10 VIDA FEMENINA Postales de Viaje Para VIDA FEMENINA Sobre el fondo del horizonte, el arco-iris se abre, bello y ma­ Al paso' jadeante del vapor, jestuoso, como el pórtico triun­ el mar bonancible se abre en fal de no sé qué cruzada. abanico para refrescar su fati­ ga. Embravecido, es látigo que* golpea la proa remisa. 25 de Mayo en el océano, ru­ ta del mundo. ¿Por qué la dis­ ¡El Mediterráneo es el pasa­ tancia nos acerca más a la pa­ do y el Atlántico el porvenir? tria, y en este día la triple pro­ * clama de libertad del Jiimno Volvemos a ver la Cruz del hace latir más fuertemente JUAN ANTONIO SOLAR! Sur. Se presenta al espíritu nuestro corazón? * lista de sus hijos, ostenta la angustiado ante el drama de cruz que parece abrir sus bra­ Banderas de todos los países, Europa como un signo de pa;^ zos en vano!... y fraternidad, esto es, antici­ hombres de todas las razas, idio­ mas de todas las latitudes. Pe­ pación de América. ¿La guerra? ¿La paz? Es ro, en todas partes, los seres * una pesadilla trágica que ago­ libres y dignos se reconocen Sentado sobre su caja de he­ bia a los pueblos. ¿ Conformis­ iguales en el dolor y en la es­ rramientas, un inmigrante tra­ mo, resignación fatalista? Las peranza. ta de aprender español. Yo lo multitudes marchan silencio­ saludo, emocionado y cordial, II sas, sin dejar traducir su in­ como a un hermano. quietud. ¡Y son millones y mi­ ¡ Qué poderoso afán de saber, llones de hombres silenciosos Los'muchachos que en Dakar de investigar, de superarse! que pueden, sin quererlo, mar- se arrojan al mar, junto al bar­ Bibliotecas, laboratorios, uni­ char a la muerte! co, son estatuas de ébano. Ad­ versidades ... Y, al mismo tiem­ mirables por su recia anatomía po, qué terrible acechanza: en­ y su destreza. Lástima que lo ¿'Dictadura? ¿Democracia? sayos de defensa pasiva, movi­ hagan todo para recoger un La lucha se ha entablado, una lizaciones, usinas de guerra a franco de entre las aguas tur­ vez más, en el curso de la His toda jornada. El estudioso, d bias del puerto. toria. Confiemos en que el mun­ sabio, el profesor ¿podrán olvi­ do no renegará de sus destinos dar su condición de hombres y, En la llanura el sol tiene y que los pueblos no espera­ quizás mañana, de soldados? rán la hora sangrienta para li­ fueraa «readora. Su ocaso es * el de buen labriego que merece brar su batalla. el descanso. En el mar, sin sa­ La llama perenne sobre la ber qué hacer entre tanto cielo tumba del soldado desconocido III y tanta agua, da la impresión —en el Arco del Triunfo en de un coloso perdido entre se­ París— ¿logrará alguna ve/ —¿Cuánto cuesta el Louvre? das. Al irse, todavía las nubes iluminar la conciencia de los —preguntó un millonario nor­ juegan con él a las escondidas. pueblos llamándolos a la reali­ teamericano, refiriéndose al dad de sus deberes? Museo francés. Llueve en alta mar. Cada go­ —Dos mil años —respondió ta se marca en la inmensa su­ Pueblecito pequeño, perdido el hombre del pueblo. perficie salobre y queda como entre las montañas. Es casi una un pequeño grano de arena. aldea. Pero, en el monumento Admiro la cultura media de A poco, el océano azulado se­ a los muertos durante la gue las poblaciones europeas, su meja un desierto grisáceo. rra pasaba, ¡qué interminable (Sigue en la pág. 27.) JUNIO, 1939 Pág. 11 LA ISLA

Dios y el Diablo, Sociedad Limitada, es el nuevo que los náufragos han tomado tierra en su residen­ libro del fecundo e insjpiradb escritor uruguayo cia, pues la mujer aún conserva el encaracolado Montlel Ballesteros. Es una bella pieza de teatro, de la permanente en su cabellera dorada y al hom­ con profunda intención social, agilísima y nutrida bre recién comienza a sombreársele de barba la de frases picantes. cara. •En La época actual, en que el autor sitúa la ac­ ELLA viste traje de baño justo, muy escotado, ción, Dios y «I Diablo, y las 40 cartas de las bara­ con pantalones brevísimos. EL lleva envuelto a la jas comunes, podrán lucir su ironía, inquietar e cintura, apenas cubriéndole el cuerpo, un retazo de intrigar desde un escenario? género de vivos colores, a rayas, sostenido por un (El libro termina con el microdrama Juan, donde, pedazo de liana. •—al comenzar la visión—, todo es como un poema. Los dos descalzos y con la cabeza descubierta. Y se explica. Alli, en la campiña bien amada del Un día maravilloso de luz y de color. autor, en la fértil y dulce campiña uruguaya, todo IE1 mar y el cielo cumplen una justa de ser cada es como un poema, igual que en la campiña argen­ uno más bellamente azules. Las palmeras lucen ese tina. su paradógico aspecto dual, especie de Ímpetu vi­ .Cuando pasa Juan guiando su arado, que rotura ril del tronco áspero y enhiesto, desleído en la vo­ la tierra en la prima mañana, la mente se puebla luptuosidad de la claudicante curva de sus verdea de visiones de grandeza y amor, porque allí como hojas. acá^ todo es maignífico en la vasta llanura, vientre El sol dardea una transparente y dorada lluvia de repleto de trigo y centeno, todo, menos la miseria luz y fuego. física y moral del desdichado Juan Pueblo. A un costado, en el suelo, hay un racimo de ba« Perfumadas de amor, ennoblecidas de compren­ nanas, unos cocos, algunos de los cuales rotos por sión, ambas obras dicen un bello anhelo de reden­ la mitad, conservando su agua. ción 'humana. •Como los personajes han buscado la protección 'Hacemos a nuestras lectoras el regalo de la pri­ de la sombra violeta de una palmera, están relati­ mera Estampa de La Isla, primera obra, del libro vamente aproximados. que comentamos. ELLA se siente ganada de una dulzura lánguida. (ESCENARIO : Al principio, de pie, con movimientos armoniosos y lentos, va y viene; más tarde se sienta. La conocidísima isla imaginaria de los mares tro­ (RL, semi-desnudo, viril y sano, aunque su vida picales, a la cual van a parar, muy sumariamente sedentaria anterior tendiera a desfibrarlo, o por vestidos o desnudos del todo, la pareja de sobrevi­ eso mismo, experimenta una euforia y una exalta­ vientes del naufragio. ción física de planta encerrada en un zótano, que de pronto se encuentra en pleno aire vivo. AMBIENTE: Ambos, demasiado habituados a la vida social, viven aún —inconscientemente—• «o comedia hu­ Cielo. Mar. Arena áurea. Rocas coralinas. Bana­ mana. neros. Cañas. Todas las palmeras y los cocoteros que admita la decoración. ESCENA ÚNICA PRIMERA ESTAMPA: ELLA.— ¿Entonces ya no nos queda nada por Debe haber transcurrido muy corto tiempo desde intentar? PAg. 12 VIDA FEMENINA

EL. — Continúan abiertas todas las posibili­ ELLA. —¡Pese a mí... durmiendo —o velan­ dades. do—• al aire libre! ELLA. — ¡Cómo! ¿Cree usted que resta alguna EL. — Bueno, todo eso es para exaltarse de esperanza ? lirismo, vivir en poeta, amar la vida! EL. — Todas, señorita. ELLA. — ¡ Y morirse de frío y necesidades!... (Transición. 8e vuelve insinuante y coqueta): ELLA. — ¿ Bromea usted! ¿Su sensibilidad queda limitada a eso? EL. — Hablo con la más absoluta seriedad. EL. — Vaya... nó... siento los amaneceres, Vamos a empezar. Estamos como en la primera los crepúsculos... los pájaros... los cocos... las blanca página del libro de la vida. Lo que es la­ bananas... y... las tortugas... Las tortugas, mentable es que no seamos más jóvenes! que deben ser deliciosas y que se pasean, tan ELLA. — ¿ Por qué pluraliza ? campantes como inocentes, entre las piedras, ig­ EL (Disimulando su concepto con una galan­ norando nuestro civilizado apetito... tería). — Porque, junto a la Primavera, el Estío ELLA (Despectiva). ¡Muy poético! es viejo. Usted es la mañana, aunque no ya el EL. — ¡ El caldo de tortugas es tan suculento alba. Yo soy la tarde... y nutritivo como exquisito! "Primo vívere", en ELLA. — Aparte la lisonja, que se agradece, latín más o menos macarrónico'... Usted ha ¿por qué me une a usted en un común destino? constatado mi solidaridad. Usted se desesperó y EL. — Disimule el retruécano: porque nuestro yo tuve el honor de consolarla... Usted tuvo destino será común. hambre y sed y yo tuve la suerte de poder traer­ ELLA. — (Mira el cielo). — Yo debo aguardar le frutas y agua: ¡ todo lo que he podido encon­ con confianza. Usted conoce mi historia: yo iba trar! Le prometo además, que, para variar el al Japón, a encontrarme con mi prometido, con menú, pescaré más tarde... Me confió usted que quien debía casarme. era una señorita seria y honesta de la mejor so­ EL.—Lo compadezco. ciedad de Filadelfia y que su novio, alto em­ ELLA. — ¿ Por ser mi novio ? pleado de la "Takurama Yatusaco, Kimonos y EL. — No. Todo lo contrario. Casi por no serlo. Lacas Ltd.", la aguarda a usted en Yokoama, ELLA. — Y tengo el presentimiento.. para contraer enlace. Y yo le contesté que no "EL. — Perdone la interrupción.. La urgen ignoraba mis deberes de caballero! He secunda- cia de las circunstancias me obligan a llamarle do todas sus ingenuas e ilusas tentativas para la atención que, sin la palanca del apoyo mutuo, llamar la atención de supuestos navegantes, con —indispensable entre nosotros—, lo que va a con­ gritos, silbidos y señales, agitando diversas pren­ seguir su dichoso novio, —si es que dan con das de ropa, que ¡ ay! nos arrebató el viento! nosotros,— es encontrar en la isla algunas ins­ ELLA (Amonestándolo severamente). — ¡Pjfr cripciones grabadas en las piedras y dos lamen­ su criticable descuido! ¡ Por su imprevisión! tables esqueletos! EL (Confuso). — ¡Era tan frágil la caña que ELLA. — ¡ Qué pesimismo más macabro! formaba el mástil de la improvisada bandera! EL. — Es la descarnada lógica de ]a realidad. ELLA (Insiste con enojo). — ¡A cualquiera se Con este clima y la sobriedad a que nos conde­ le hubiese ocurrido mayor precaución! narán los escasos productos naturales del mu­ EL. — Falta de experiencia de náufrago, se­ dio, yo entiendo que se puede vivir muy bien... ñorita. ¡ Estoy en mi primer naufragio! Pero usted ha constatado que las noches no son ELLA. — ¡ Lloro por mi camisa! ¡ Era nada benignas, refrescan mucho, y creo no me impe­ menos que de mi ajuar! dirá velar por su preciosa salud... y por la mía EL. — Desde el punto de vista füosófico, no ELLA. — Es usted muy altruista... muy filan­ participo de su sentimiento.. Cuando mi ca­ trópico. misa voló al mar —y lo hizo primero que la su­ EL (Disimulando la ironía). — Señorita, usted ya, dándole el ejemplo— sentí inundada mi alma perdone, es un impulso natural, espontáneo. de una inmensa alegría! Me llené de optimismo En este ambiente, con este aire delicioso, frente y de esperanza. Recordé el hombre feliz, que al paisaje estupendo, a la luz, al color, al mar, no tenía camisa. ¡Qué jubiloso-augurio! Le con­ al cielo, ee le despiertan a uno —hasta casi sin fieso que me asaltó la tentación —que contu­ quererlo— buenos sentimientos.. ¿Vio la pe­ ve— de invitar a usted a despojarse de esa drería estupenda del firmamente estrellado , de prenda fatídica! ¡El viento se adelantó a mi anoche t anhelo! JUNTO, 1939 Pftg. 13

ELLA. — 4 Y si eso hería mis convicciones 1 ELLA, — Celebro que lo compmida. ¡imagí­ i Parece que usted tuviera la intención de pres­ nese! Al ponerme la ropa de dormir. .. cindir de mil EL. — Sera esa —para su comodidad— una EL. — ¡Al contrario! ¡Está usted en el pri­ pasajera preocupación. mer término del orden del día. Por éso, vol­ ELLA. — No tengo por qué variar mis cos­ viendo a nuestra historia, recordará que subí, tumbres. con usted, a la roca más elevada de la isla, me EL. — Me guardaré muy bien de propender encaramé a una palmera y, con mucho traba­ a ello... Pero.. pero.. . jo y grave riesgo, ¿eh? —porque aún no tengo ELLA. — ¿Pero qué? nada de gimnasta o de acróbata— me puse EL. — El tiempo... el tiempo la hará desis­ —obedeciendo a sus instancias— a buscar bar- tir... Como su guardarropa no consta más cos en el horizonte, deporte que no termina de que de ese traje de baño, de lana y seda, de entusiasmarme... Además, en el momento cul­ existencia tan precaria... minante de su desesperación, le prometí cons­ ELLA, (8e mira, piensa, lo confirma). — truir una balsa... ¡ Horror! ELLA. — ¡ Pero no ha cumplido tal promesa! EL, (Intencionado). — A menos. .-. que re­ EL. — Exclusivamente por carencia de herra­ curra a los trajes de Eva... mientas y material... Y agotadas esas tentati­ ELLA . —'• ¿Habrá por aquí higueras para fa­ vas, en la seguridad de nuestro aislamiento, nos­ bricar los delantales de que habla la Biblia? otros podríamos... EL. — No es probable... En consecuencia, ELLA (Demostrando inquietud, lo interrum­ antes que crezca su cabellera lo suficiente para pe). — ¡¡Qué! ¿Qué pretende usted de mí?! cubriría y abrigarla, dfeben extinguirse unos EL. — Convencidos ambos de que aquí trans­ cuantos inviernos. currirá lo que nos resta de vida... ELLA. — ¡ Uy! ¡ Con lo friolenta que soy yo! ELLA (Con ansia esperanzada). — ¿Qué me EL. — He leído que las cavernas son muy exige usted ? Eecuerde... abrigadas. EL. — Constatado nuestro exilio del mundo... ELLA, (Transigente). — Vaya con sus origi­ ELLA (NO soportando más la tensión nervio­ nalidades ... ¿ Entonces hará una cueva ? Su­ sa). — ¿Qué quiere? ¡Basta de rodeos! ¡Habla­ pongo que la construirá con dos habitaciones. rá por fin! EL. — Con una sola. Mi ciencia ingenieril EL (Mientras ella espera una revelación). — no va más lejos. Que... que me dé... que me dé... que me dé ELLA, (Tomando el asunto con espiritualidad). una manita. — ¿Colocaremos un biombo en el medio? ELLA, (Desilusionada). — ¡ Ah! EL. — Haremos en el piso una raya con un EL. (Fingiendo no percatarse de su proceso hueso de pescado, al igual de Balzac, que dibu­ psicológico). — Observe usted cómo me he in­ jaba las alfombras/ en los pavimentos de su geniado para fabricar un cuchillo con un arco casa vacía. de barril. Debo construirlos más anchos, de ELLA. — Es usted tan erudito como práctico. manera que, con uno de los cuales, si a usted EL. — Noto en el giro de sus expresiones, no le resulta demasiado engorrosa la tarea ha­ que comienza a ser razonable. Bien, mientras remos una cueva. usted se industria en conseguir sacarle filo a mi ELLA, (Eludiendo el plural). — ¿Hará una rudimentario cuchillo... (se lo alcanza)... que cueva 1 nos servirá, entre otros usos,, para despedazar EL, (Como intentando hacerse perdonar la las tortugas... insignificancia). — Una cuevita... ELLA, (Interrumpe, sensible). — ¡Ay! ¡Po­ ELLA. — ¡Una cueva! ¡Una caverna! ¡Ho­ bres animalitos! rror! ¿Y piensa vivir en una cueva? EL. — .. .Yo buscaré una madera dura y una EL. Con usted... En su amable compa­ madera blanda para, por frotamiento, como lo ñía ... hacen aún los indígenas de Australasia, tratar ELLA. — ¿¡Conmigo!? ¿¡En mi compañía!? de conseguirnos fuego. ¡Usted me ofende, caballero! ELLA. — ¡Fuego! ¿Fuego? ¿Y para qué EL. — Le presento mis más amplias excusas, fuego? señorita y retiro la invitación. Es muy plausi­ EL, (Como consigo mismo). — ¡La conquista ble ese propósito de defensa de su intimidad. (Sigue en la pág. 32). VIDA FEMENINi Pág. 14 EL TRIO ZOLA* CEZANNE-BAILLE Por CARLOS ROVETTA;

(Véase el número anterior de mometo de los abandonos. Decretan, quienes VIDA FEMENINA.) adoptan esta posición excéptica, la quiebra de este valor moral por excelencia, que es la amis­ VIII tad y proscriben del corazón de los hombres uno Los dos grandes obstinados —obstinados: en de los sentimientos más genuínos en los seres el trabajo, obstinados en un afán de transparen­ verdaderamente humanos. cia de la realidad— ya no existen. Dos acciden­ En Emilio Zola y en Pablo Cézanne, la amis­ tes, igualmente triviales, rompieron el hermoso tad había sido algo más serio que la vulgar cos­ mecanismo de sus dos vidas, a principios de tumbre de estar juntos con que suele manifes­ este siglo. No es una vulgaridad sentimental tarse. La habían anudado •—lo hemos visto ya— preguntarse cuánto no hubiera producido toda­ allá por los años de la infancia, en Aix. Y una vía el genio de Zola si un escape de gas no hu­ idéntica ternura de sus corazones habíanles pre­ biese terminado con su vida en 1902, y cuánto servado de todo motivo de malquerencia hasta más no hubiera realizado Cézanne sin esa pul­ la edad madura. Habían reñido a moquete lim­ monía contraída precisamente en momentos en pio, de niños; habían discutido, de grandes, que su terquedad de gran .trabajador desafiaba, acerca de grandes cuestiones; pero esas riñas y en pleno campo, las inclemencias del tiempo. esas discusiones habían tenido el feliz epílogo La muerte, que privó a Francia de dos de sus de las buenas corazonadas que hacen a un lado grandes hijos, encontró separados a estos dos los malentendidos y mantienen firme la adhe­ hombres que habían estado asociados por el más sión leal. En ellos, la amistad era un sentimien­ vivo de los afectos, durante más de treinta años. to de defensa frente a los comunes peligros y Esta ruptura, fue, quizás, en medio de dolores y una necesidad de estar juntos en la lu­ las dolorosas decepciones que les iba de­ cha, que es el sentimiento conservador de la parando la vida, uno de los dolores más amistad. Eran dos corazones a latir juntos: el intensos. Dos seres de excepción, que por del "buen Emilio" y el del "buen viejo Cé­ encima de las diferencias de su carácter, zanne '' tienen una idéntica pasión por la vida —y pasión Así la vemos nosotros que sentimos el deber por la vida es obsesión por sus tareas, apetito de ver en las cosas de estos dos talentos con el por sus bellezas, amor por cuanto hay de huma­ pudor de quienes se acercan a ese mundo de namente ideal en ella— no se separan así nomás, bellos sentimientos y de tiernas efusiones que al cabo de una amistad probada por las mil y constituye la amistad de Zola y de Cézanne. una infinitas miserias que la acechan. Toda A la caza de miserias personales no han deja- enemistad eá un desgarramiento para quienes do de aparecer; los biógrafos saturados de par­ en ella han puesto todo el tesoro de sus corazones cialidad que han aceptado la leyenda de un y se han dicho alguna vez aquellas hermosas pa­ Zola desleal y egoísta, "parvenú" al cual la labras de Zola a Cézanne, en 1860: "Cualesquie­ fortuna literaria engríe y lleva a la ingratitud. ra que sean los decaimientos de tu ánimo, cua­ ¡Pretendidas miserias del gran hombre! ¡Co­ lesquiera que sean tus errores, serás siempre el bardes fallas con las cuales se pretende quitar mismo para mí". estatura a la figura gigantesca del genial escri­ La gran fiesta de los buenos y grandes cora­ tor y eminente hombre civil! zones es la amistad y se miente acerca de ella Función de orden inferior que no hará más cuando se cree que quienes alguna vez la han grande la personalidad de Cézanne ni más pe­ pactado, puedan permanecer indiferentes en el queña la de Zola. JUNIO, 1939 Pág. 15

que "ellos no han dado, sin embargo, una expli­ cación satisfactoria acerca de la separación". El autor de "Una página de amor" ha resul­ tado, para ellos, un hombre mediocre, preten­ íioso y urgido por impaciencias comerciales. S. ha puesto en oposición a éste ser egoísta, calcu­ lador, desapasionado con un ser de excepcional bondad y sencillez, un Cézanne poco menos que arrojado de las reuniones en la casa de Zola poseído de prejuicios burgueses. Se ha escrito la pueril leyenda de un ser de abyección y de un ser angelical de la cual reirían a carcajadas los dos amigos, si la leyesen como en los buenos tiempos de la miseria en co­ mún a través de los desvanes de París. Poco ha costado a Gerstle Mack destruir esta } leyenda, con las cartas de Cézanne a la mano. A través de estas cartas Emilio Zola se aparece como un amigo leal, generoso, paciente y com­ prensivo. ¿ No lo hemos visto, acaso, inundado de simpa­ Retrato de Zola al comenzar el asunto Dreyfus. tía por el amigo, abriendo crédito ilimitado y dándose sin reservas, al amigo en dificultades? IX 'Se ha mencionado otra de las actitudes "an­ Este capítulo de la separación de Emilio Zola tipáticas" de Zola, en su incomprensión de la y Pablo Cezanne ha sido tratado honestamente pintura de Cézanne. Zola habría pertenecido al por Gerstle Mack, en su libro sobre Cézanne. número de los "ignaros" que en la incapacidad No se podrá argüir parcialidad en un autor que de apreciar la pintura del amigo se sumó al no disimula su admiración por el gran pintor grupo de los detractores, en una actitud de so­ solitario y cuya obra trasunta cariño por la lapada pasividad. pintura y ía vida de Cézanne. No se ha querido ver en esto —como lo se­ Estas páginas de Gerstle Mack nos han traído ñala Mack— un distinto modo de ver en mate­ tina sensación reconfortante después de la lec­ ria artística, que no llegó a producirle fastidio tura de tanta Iiistoria parcial e intencionada a Cézanne que, por otra parte, tampoco demos­ del género de las que andan por allí. Descubri­ traba un gran entusiasmo por las novelas de mos en ellas intención veraz y una visible re­ Zola. pugnancia por los argumentos sin la base seria Llegados a la madurez, si estaban en oposi­ de la documentación. Esto proporciona a la obra ción en asuntos artísticos y literarios, seguían de Gerstle Mack una sólida armazón de hechos aceptándose con la buena, voluntad de dos ami­ cuidadosamente establecidos, con ¡un afán de ,gos que no dejan lugar al despecho y que se minuciosidad que hace de la misma una biogra­ sienten tan solidarios como Sandoz y Claudio fía inapreciable de Paul Cézanne y un intere­ en "La Obra" sante estudio sobre el medio artístico en que le Es Sandoz —el mismo Zola— quien en esta tocó actuar. novela autobiográfica que se suele mencionar A esta altura de nuestro ensayo sobre el trío como causa de la ruptura, anima al pintor, Zola, Cézanne, Baille no deberá parecer, pues, presa de dolorosa crisis de decepción y amarga­ extraño, que nos tomemos un poco de la mano do por la sensación de la impotencia. Si San­ de autor tan concienzudo como honrado. Lo doz insinúa tal o cual observación a los cuadros comprendemos un guía seguro y lo sabemos ena­ de Claudio no se halla ausente, en cambio, en las morado como nosotros, por igual, de esas dos • batallas artísticas que libra éste en los salones vidas a las cuales Francia y el mundo debe oficiales. Nada más tonificante que esta presen­ tanto de bello y ejemplar. cia del buen amigo en los salones en los cuales ' '.Parcialidad violenta" encuentra Gerstle logra exponer Claudio, en medio de la rechifla Mack en las versiones proporcionadas por dis del público amotinado. tintos biógrafos de Zola y Cézanne. Y confiesa ¡Pretensiones burguesas! En la elección de PAg. 16 VIDA FEMENINA

pasta", escribe Mack, quien admite cierto fasti­ dio del pintor por los "hábitos burgueses" de su amigo, pero no incluye este motivo entre los que provocaron la ruptura de ambos.

Se pasa revista a las posibles causas de la ruptura y no se encuentra ninguna que la ex­ plique de un modo claro. Quizás haya que resignarse a aceptar la hi­ pótesis menos pretenciosa, pero más humana, de un entercamiento de los dos amigos, de uno de esos enfriamientos, cuyo origen no se puede pre­ cisar y que suelen terminar en disgusto defi­ nitivo. "Tú no has conocido a Cézanne; nada puede obligarlo a cambiar de opinión, había respondido alguna vez la señora Zola a Denise Le Blond Zola. Este Cézanne, terco, lleno de asperezas, se halla admirablemente descripto en una carta juvenil de Zola a Baille: Intentar probar algu­ na cosa a Cézanne, sería querer persuadir alas Zola llamando en vano a la puerta de la Academia torres de Nuestra Señora a ejecutar un rigodón. hasta romper el cordón de la campanilla. (La. Silho­ Probablemente dirá que sí; pero no variará una nette, 1891). línea. Y observo que la edad ha desarrollado en él la terquedad, sin darle motivos razonables agravios contra Zola no podían faltar aquellos para obstinarse. Está hecho de una sola pieza, que pretenden hacer aparecer al escritor como raído y duro a la mano; nada le place, nada un ente industrializado, rebosante de egoísmo puede arrancarle una concesión." excluyente, en medio de las comodidades y del "Mi plan de conducta —continúa Zola—es lujo que le permitían la venta de sus libros. bien sencillo-. no contradecir nunca su capricho, Ganar dinero decorosamente y rodearse de las darle indirectamente todos los consejos posibles, cosas que le son gratas a uno, ha parecido cosa remitirme a su buena naturaleza para la conti­ nefanda. La lógica de los impugnadores del nuación de nuestra amistad y no forzar jamás "burgués" Zola exigiría este pretexto para exhi­ su mano a estrechar la mía; en una palabra, bir al hombre en contradicción con el escritor. eclipsarme completamente, acogiéndole siempre Se querría al escritor pobre, decorado por la con alegría, buscándole sin importunarle y aco­ bohemia y glorificado por el hambre. Hambre modándome a sus gustos, para la mayor o menor y literatura parecieran hacer la -nica pa­ intimidad que él desee entre nosotros". reja digna en el sentir de estos impugnadores Se puede pensar que llegado a la madurez, escandalizados por el hecho de que el autor de Cézanne se endulzara? Tenía en contra esa ob­ "Germinal" hubiese llegado a ser propietario sesión del artista que se busca incesantemente, en Medan y recibiera a sus amigos con magni­ la oposición de los círculos artísticos y más de ficencia. En "El dinero y la literatura", el un fracaso. mismo Zola ha sostenido el derecho del escritor \ La enemiga del medio lo llevaba a esa defi­ a percibir los recursos necesarios para realizar nitiva posición del artista que no conoce otra con tranquilidad y entera independencia su obra cosa —tarea, pasión, placer, objeto— que su literaria. oficio. Extraño a todo lo que no fuese la pin­ Cézanne, de hábitos frugales por tempera­ tura, debió hallar, más de una vez, un poco in­ mento, sobrio y poco aficionado a las reuniones soportable a ese buen Emilio que, convertido en ruidosas ha sido utilizado para mosjtrar, 'en un severo historiador de su época había termi­ dramático contraste, al escritor rico con el pin- nado por enjuiciar en sus novelas a todo esa tor austero y simple. La atmósfera febril en que Segundo Imperio que había de derrumbarse des­ se agitaba el gran escritor habría resultado as­ pués de Sedan. fixiante para Cézanne. "Cézanne era de otra ¡'Cuánto no debió parecer disonante a Cézan­ JUNIO, 1939 Pág. 17

ne el Emilio Zola de esta época que cada patria de Delacroix que ¿1 —el niño de ayer vez más conquistado por el impulso militante que a los doce años manejaba ya su caja de del escritor que se da en sus libros, como colores— quería enriquecer con el nombre de otros se dan en las tribunas o las barricadas! otro gran artista. Sentía el predominio de Ja El estado de franca militancia, natural en vocación y le resultaba extraño que hubiese gen­ Zola, combatiente en constante crispación, espí­ te que, como Emilio, derivase sus preocupaciones ritu de lucha incapaz de la fatal adaptación que literarias hacia las grandes cuestiones sociales. ha puesto fin a tanto talento, debió parecer a Quizás apresuró e] proceso de la incompatibi­ Cézanne un contrasentido. lidad entre ambos una distinta posición espiri­ El artista era en él, ante todo, un hombre tual. El escritor en perpetuo combate, cada vez de oficio que buscaba el modo de realizar su más hosco cuando más combatido y execrado, tarea sin estorbos, en la completa entrega a la a medida que la orientación positivista de su función creadora, recelando el tumulto de las obra interrumpe las plácidas recreaciones de los querellas que se ventilan afuera. Egoísmo de medios clericales, concitando contra él a los trabajador entercado, que no se apasiona sino frailes y a los que se cosen a sus sotanas. El por su tarea. artista acelerando la marcha en un sentido in- No era un neutral de los que dejan que truene verso: mayor religiosidad, más fiel observancia con tal de que se les deje roer en su rincón; de las prácticas religiosas. ni un indiferente a los dolorosos planteos que A la edad .en que la amistad puede ser el ca­ complican al problema social. Era el artista y pítulo cordial que se abre a hora propicia entre nada más. Tenía ya la inspiración de los gran­ dos turnos del gran combate, se separaban de­ des maestros y le sobraban alientos para serlo. finitivamente. Se dice riña. Se podría agregar Lo demás se lo pedía a su soledad 'poblada de rencor. Digamos malentendido; incompatibilida­ actividad. Sin quererlo, sin proponérselo, era des, pequeñas cosas que entre los niños duran un conservador que se dolía de haber tenido que breves instantes, pero que entre los hombres romper alguna vez con las academias oficiales, a abren abismos. No se llegaron a odiar. Y a la las cuales quizás no perdonó nunca el haber he­ muerte de Zola, en 1902, el "querido viejo", cho -de su actividad artística un estado de gue­ lloró amargamente al "buen Emilio" rra perpetua. Imperio o República, Francia era, para él, la FIN.

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Por Enrique ANDERSON IMBERT

Para VIDA FEMENINA.

Los impulsos de la pasión sexual, reprimi­ dos, atormentados, desviados por el fanatismo y cerrazón de la moral vigente, se vuelven contra los intereses biológicos del individuo y lo sumen en la infelicidad. Sólo una educación inteligente y sin prejuicios, conducida hacia oJ pleno y armonioso desarrollo de la vida, puede librar a los hombres de los extravíos que pa­ decen. Esta educación debe impartirse desde la más tierna edad y continuarse hasta la ma­ durez. No es posible -dejar que los ciegos im pulsos del sexo, desorientados por los desórde­ nes nerviosos que provoca la moralina, destru­ yan los elementos más preciosos de la perso­ nalidad humana. Es deber de la nueva pedago­ gía velar por los intereses vitales de la huma­ Enrique Anderson Imbert, como lo ve Guinzo. nidad y capacitar a las nuevas generaciones para su propia superación física y espiritual. ha frustrado como hombres. ¿De quién es es- El sexo, tema "tabú", prohibido y abomi­ to ?: "Detrás de todo fracasado hay un pro­ nado. blema sexual mal resuelto". ¡ Claro! Son som­ ¿Por qué? bras humanas, fantasmas viciosos o enfermos, ¡Cuánta pérdida de energía, cuántas volun­ sin voluntad, sin carácter y sin dignidad. ¿No tades deshechas, cuántas desdichas y tormen­ es un deber de la sociedad evitar estas desdi­ tos no ha provocado en el mundo la ignoran­ chas que nos afectan a todos? Y la enseñanza cia sexual! Vivimos peor que los salvajes por­ debe comenzar desde la niñez. Nunca es tem­ que no tenemos el candor de las tribus. El prano para educar. Una señora le lleva, no sé saber científico de los problemas es substituido si a Pestalozzi, un niño de tres años: por la malicia vaga pero dañina. Y los pedago­ —Quiero que lo eduque usted d*sde peque­ gos y padres observadores saben el mal que ño —dice la madre. causa a los niños y adolescentes —y aun a los Y el gran maestro le contesta: hombres— la malicia sexual de los ignorantes. —Lástima, señora, que haya perdido usted La mojigatería tradicional es una fuente de tres años. neurastenias y de perversiones. Si no enseña­ Sí. Al niño hay que educarlo desde que na­ mos a los jóvenes muy tempranamente lo que ce. Y sin descuidar su desarrollo sexual. Hay es necesario para la salud propia y colectiva, una sexualidad infantil que es preciso encau­ los abandonamos al aprendizaje degradante de zar hacia la luz. ¿Para qué cerrar los ojos a la calle o a la pedagogía tortuosa de los fa­ la evidencia? ¿Hemos de seguir prefiriendo náticos. Y de este sistema de cosas surg'en esos la corrupción, el vicio, la práctica de hábitos muchachos que han de marchar para siempre enfermizos, la neurastenia y la degradación equivocados, cayendo en prostíbulos o en dis­ moral y física de jóvenes a quienes educamos, pensarios, llevando en sus almas y en sus cuer­ no castos ni pudorosos, sino hipócritas y per­ pos los estigmas de una ignorancia que los vertidos? JUNIO, 1989 Pág. 19

-LA SED Tengo sed, sed ardiente! —dije a la maga, y ella Me ofreció de sus néctares—. Eso no, me empalaga! Luego, una rara fruta, con sus dedos de maga, Exprimió en una copa clara como una estrella; Y un orillo de rubíes hubo en la copa bella. Yo probé. —Es dulce, diulce. Hay días que me halaga Tanta miel, pero hoy me repugna, me estraga. Vi pasar por los ojos del hada una centella.

Y por un verde valle perfumado y brillante, Llevóme hasta una clara corriente de diamante. —Bebe! —dijo—. Yo ardía, mi pecho era una fragua. Bebí, bebí, bebí la linfa cristalina... Oh frescura!, oh pureza!, oh sensación divina! Gracias, maga, y bendita la limpidez del agua! DELMIRA AGUSTINI Pág. 20 VIDA FEMENINA

| Por FRANCISCO La Italia Fascista I FROLA Para 'VIDA FEMENINA"

ni El fascismo no llegó de un solo golpe a la ac- Sual organización sindical. Procedió por etapas, LOS SINDICATOS pasando a través de una larga serie de expe­ riencias, modificando francamente, según la si­ Para entender la situación económica de Italia tuación, su actitud frente al problema sindical, contemporánea, es necesario tener una idea negando hoy lo que había afirmado ayer. exacta de los sindicatos fascistas, los únicos que Mussolini, el 23 de marzo de 1919, cuando tienen facultad para representar a los traba­ fundó los "fasci", declaró: "Debemos ir ha­ jadores italianos. eia el trabajo. Debemos, pues, aceptar las con­ Una de las razones esenciales de la consolida­ diciones de la clase trabajadora. ¿Quieren los ción del fascismo fue la destrucción sistemática trabajadores una jornada de 8 horas? ¿Pedirán y completa de toda forma de organización de le pensión para invalidez y vejez? ¿El control clases y la creación de instrumentos de los cua­ sobre las industrias? Nosotros daremos satis­ les se sirven los patronos para imponer su vo­ facción a todas estas exigencias pues queremos luntad a los trabajadores. Estos instrumentos acostumbrar a la clase obrera a dirigir las em­ son los sindicatos fascistas. presas. Democracia económica, éste es nuestro Mussolini, en un discurso pronunciado en el lema." Senado el 11 de marzo de 1926, cuatro años Estas palabras están contradichas plenamente después de haber tomado el poder, decía: "El por la acción fascista posterior: no sólo el ré­ sindicalismo fascista reúne hoy a dos millones gimen fascista no realizó la democracia econó­ de individúes, ya sea campesinos, ya sea obre­ mica, sino que la simple e ingenua democracia ros. Es una fuerza imponente, una gran masa, política perdió su derecho de ciudadanía y so­ que d fascismo y el gobierno controlan comple­ bre su "cadáver putrefacto" pasó el carro del tamente, una fuerza que obedece" triunfador. Desde entonces hasta hoy, en esos doce años, Pero en 1919 Mussolini no estaba todavía en la masa que está controlada por el fascismo y el el gobierno e intentaba, con el cebo de la de­ gobierno fascista, o sea la "fuerza que obedece", magogia, la conquista de las masas trabajadoras. aumentó considerablemente. Según el Anuario Hay que decir que desde la iniciación del Estadístico Italiano, (Roma, 1937, pág. 168), los fascismo, se unieron con Mussolini varios orga­ sindicatos fascistas agrupan a más |de cinco nizadores provenientes del movimiento sindica­ millones de hombres, de los cuales. 2.387.521 lista (casi todos anarquistas individualistas) trabajan en la industria, 2.392.748 en la agri­ que recibieron el impulso hacia la defección poi cultura y 431.530 en el comercio. el deseo incontenible de subir. Así hicieron Mi­ Estos cinco millones de trabajadores no re­ chele Bianchi, que fue uno de los cuatrunviros presentan la totalidad de los elementos "acti­ de Ja "marcha sobre Roma", Edmondo Ressoni, vos " de la población, que son 'más de 18 millo­ ya expulsado del Brasil (Estado de San Paulo) nes. Pero los sindicatos fascistas ocupan una como anarquista peligroso, Leandro Arpinati de posición de monopolio absoluto en el dominio de •Bolonia, Mario Gioda de Turín, etc., etc. La la organización del trabajo y no sólo los que presencia de todos ellos en las filas del fascismo, están contra ellos, sino también los que están en vez de aumentar su fuerza, representaba una fuera de ellos pueden quedarse sin alguna posi­ defección pues el proletariado, con razón, los bilidad de ganarse la vida. consideraba como traidores pasados al enemigo. JUNIO, 1939 PAg. 21

Se puede decir, pues, que el sindicalismo fas­ dores italianos. No sólo alimentan osta aspira­ cista, hasta octubre de 1922, época en la cual ción los viejos obreros, sino también Jos jóvenes el fascismo ocupó el poder, representó una crecidos en la Italia fascista. fuerza de poca influencia. "II Maguo", órgano de los sindicatos fas­ Mussolini, jefe de gobierno, comprendiendo cistas de Turín, en fecha 5 de enero de 1938, que con la persuación no hubiera podido sepa­ escribió: "Los jóvenes creen que la defensa, de rar a los trabajadores italianos de la antigua los intereses materiales de la clase trabajadora "Confederación General del Trabajo", dirigida podrán estar mejor asegurados por la huelga y por socialistas, instauró el sistema del monopolio los medios con loe cuales hasta ayer se comba­ sindical. lía en los eonfjetos del trabajo, más bien que Los sindicatos fascistas son los únicos reco­ con la legislación sindical que fue creada". nocidos y representan legalmente a todos los La preocupación fundamental de los directo­ trabajadores, ya sea inscritos, ya sea no inscri­ res de los sindicatos fascistas es la de garanti­ tos. Pues todos, inscritos o no, deben pagar al zarse entradas siempre mayores. Esto lo obtie­ sindicato correspondiente una contribución, que nen con el aumento de las cuotas que los traba­ es entregada directamente por los patrones en jadores deben pagar a la caja del sindicato. Es­ las cajas del sindicato. tas cuotas, como ya hemos visto, son pagadas Obtenido el monopolio de los sindicatos, el por todos los obreros, estén o no inscriptos, y fascismo organizó su dominio incontrastado so­ los patrones las cobran directabente sobre los bre ellos. Todos los funcionarios sindicales, en salarios. todas las etapas sucesivas, desde las más humil­ En 1937 las cuotas sindicales llegaron a la des hasta las más poderosas, son nombrados por cantidad muy importante de 351.771.000 liras. acuerdó ministerial y su nombramiento puede eer anulado en cualquier momento. De esta cantidad, el 10 % pasa al Estado pa­ ra el funcionamiento de los órganos corporati­ Las organizaciones sindicales locales están so­ vos, y el 90 % se emplea en sueldos y grati­ metidas a la vigilancia de los Prefectos (repre ficaciones en favor de los funcionarios fascis­ sentantes del Poder Central Ejecutivo) y las de tas de los sindicatos. carácter regional o nacional están controladas por el Ministro de las Corporaciones. Bien ee puede entender cómo los trabaja­ dores italianos, atados de pies y manos en una La huelga está considerada como un delito y organización sindical de este género no están la ley prevé penas muy severas para los huel­ en condiciones de defender sus intereses. Es- guistas. Esta ley comprueba, de una manera to permitió al fascismo reducirlos a un nivel definitiva, cuáles son las relaciones entre traba­ de miseria y embrutecimiento hasta ahora des­ jo y capital en el régimen fascista. Consagra conocido en la historia del proletariado euro­ ella la subordinación absoluta del primero al peo. En contraste con la realidad, el fascismo segundo. ^ en la propaganda colosal hecha en el extran­ Si un grupo de obreros entra en conflicto con jero, proclama haber resuelto el problema de 8u patrón, no tiene otro recurso sino el de diri­ las clases trabajadoras. girse a la "Magistratura del Trabajo" solamen­ Mussolini, el 27 de noviembre de 1922, po­ te la cual tiene el derecho de pronunciarse so­ cas semanas después de su llegada al Gobier­ bre la aplicación y la interpretación de los con­ no, proclamó: "No habrá en Italia una políti­ tratos de trabajo, que formula nuevas condicio­ ca antiproletaria. Ni por razones de orden na­ nes, etc., etc. Los jueces de la magistratura del cional ni por cualquier otro motivo. No tene­ trabajo están nombrados por las autoridades fas­ mos absolutamente la intención de oprimir al cistas. proletariado y volverlo a conducir a condicio­ Si el obrero "rehusa u omite aplicar una nes de existencia que ya tuvieron su época, o decisión del magistrado del trabajo., está pe­ bien que son humillantes. Por el contrario, es nado hasta con un año de reclusión y 10.000 nuestra voluntad elevarlo material y moral- liras de multa" (ver Virgilio Feroci "Diritto mente" Sindícale e Corporativo", pág. 190). Después de 16 años, esto es lo que el fascis­ La reconquista del derecho de huelga es una mo dio a los trabajadores italianos: esclavitud, de las aspiraciones más fuertes de los trabaja­ miseria y guerra. Pág. 22 Vil DA FEMENINA

Doña San titos

POR

Marta Brunet

9 O

Tenía la cara rugosa, pequeñita y el cuerpo enormes y chirriantes. La acompañaba, picana endeble, de garfio tembloroso. Un pañuelo ne­ al hombro, un muchacho. Su hijo, tal vez. gro atado a la cabeza le ocultaba el pelo, for­ Venía a verme porque le diera un remedio, mando visera a los ojos grandes, cuencos de atraída por mi fama de curandera. Luego de agua clara inexpresiva. Por la hendidura de la mucho pedir disculpas y saludar y tornar a las boca asomaba un diente único, largo, torcido, disculpas y a los saludos nuevamente, me expli­ amarillo de soledad. La nariz bajaba en busca có su mal. del mentón. Arrebozada en un chai obscuro, iba —Es un gurto que se me pone por aquí, por delante de ella, tanteando, un bastoncillo de el eostao y lueguito se me le corre pa 1'espalda quila. y en d'ehí me agarra Pestomo y después se me le Había oído decir que ''era vecina nuestra, fija en el corazón. Y casi mi'ahogo, iñorita. Ya dueña de un terrenito en Cohineo. Se llamaba hacen como cinco años qu'estoy sufriendo d'este Santos Poblete, pero todos, cariñosamente, le mal. Hey tomao cuanto remedio se pu su mer­ llamaban doña Santitos. cé figurar. Me han visto toas las meicas cono­ Llegó en un carretón de familia tirado por cías de por aquí y hasta los doutores de Cura bueyes, uno de esos carretones que fueron el Cautín y de Victoria. Ninguna ha podía ali­ orgullo de nuestros abuelos. Era una especie de viarme ni así tantito. Ya tenía perdías las es­ casita con su puerta trasera y dos ventanas la­ peranzas, cuando m'ijeron que su mercé era tan terales, con cortinillas de percala a pintas, todo güeña curandera, se lo ijeron a Saldaña onde ello verde rabioso y empingorotado sobre ruedas Juan Campos, el que su mercé mejoró de la JUNIO, 1939 Pág. 23 fiebre mala y tamién onde Rosamel Pérez. Y de maduros. Hablaba, hablaba, hablaba. De entonces Saldaña mi'animó pa que viniera a ella, de mí, de Saldaña, de su agradecimiento, molestar a su mercé. ¡ Ay!. .. ¡ Bte gurto me de Saldaña. v'acabar con la vía! ¿Quién sería Saldaña? La miraba perpleja, pofque el "gurto viaje­ Era una tarabilla. Pregunté interrumpién­ ro" no estaba en el catálogo de las enfermeda­ dola: des que conocía. Pero no me arredré. Le hice — Pero ya no siente el bulto? un examen prolijo, matizado con preguntas va­ —No, iñorita. Es como si me l'hubieran qui­ gas. Y acabé por diagnosticar, muy seria: tao con la mano. Y hay que ver los años que —Lo que tiene usted es gurtitis, una enfer­ llevaba fregándome, con permiso de su mercé y medad muy rara, pero fácil de mejorar. Espé­ disculpas por la palabra. ¿No es cierto, Sal­ rese que vuelva con el remedio. daña? Fui al comedor, hice unas bolitas de- miga de El muchacho dio un gruñido que bien podía pan muy bien amasadas, las puse en una caja, sí o no. Parecía un perrazo nuevo, grande, des­ les eché encima canela en polvo y volví al es­ mañado, con una cabeza enorme y ojos buenos critorio donde la vieja me esperaba paciente­ de lealtad y cariño. mente, dando suspiros y ayes. —¿Saldaña es su hijo? —Aquí tiene, doña Santitos, son unas pasti­ —M'hijo... ¡Bah, iñorita! Las cosas... Sal­ llas especiales para su enfermedad. Tiene que daña es mi marío. tomarse dos todas las mañanas con un vaso de Abrí los ojos abismados. Pero... leche, vuelta para el lado sur, y rezar después —Sí —prosiguió la vieja—, es mi marío, es tres Avemarias. Verá como mejora. Pero no decir, casaos no estamos, ni falta qui'hace. Vi­ vaya a olvidarse de estar cara al sur y de rezar, vimos así nomás, ya van pa los tres años. Es porque entonces el remedio no le haría efecto. sobrino de uno de mis finaos, del tercero, por­ que con Saldaña hey tenío cuatro maríos; es Me miraba, asintiendo a cabezadas, con los sobrino y muy güeno, de los cuatro es el que ojos iluminados, temblando de ansia las manos mi'ha salió mejor. sarmentosas al coger la caja. Me dio las gracias. El muchacho dio un gruñido que bien podía ser Repitió las disculpas. Volvió a decirme cómo en la expresión, que no fuera cariño. Y la vieja Saldaña tenía fe ciega en mi poder curativo. —más y más locuazmente confiada— siguió di­ Me contó nuevamente el itinerario del bulto, con eiéndome en voz baja: estaciones y paradas. Di otra vez mi diagnósti­ —'Güeno, con el primero me casé por too lo co y repetí mis instrucciones. Las repitió ella que hay que casarse y viera cómo me salió el para bien aprenderlas y al fin se marchó con condenao...- Estaba seguro de 'qu'hidiera lo el bastón buscando el camino donde la esperaba qu'hiciera siempre sería mi marío amparao por la carreta y el muchacho, contenta, mostrando la ley y por 1'iglesia. Su mereé sabrá que tengo el diente único, badajo de su sonrisa. una hijuelita que vale sus pesos. Por na no —Las leseras que inventas... —me reprocha­ 1'embargaron pa pagar lo que debía. Me aban­ ron en casa. donaba. Se iba pal pueblo a remoler. Se cura­ —¡Bah! — contesté. — Bien puede que me­ ba. Me trataba pior que a perro. Hasta que al jore. cabo se murió. Entonces juí yo y m'ije: "No, Y no hubo más comentarios y me olvidé de pue, Santos, no habís de ser más lesa. No te doña Santitos. volvai a casar. Si querís otro hombre, vivís así A la semana apareció otra vez en su vehículo no más con él. Hombre necesitas, pa que cuide colonial, transfigurada, con un rebozo a grandes 1'hijuela más que no sea, pero tenelo así. con el cuadros, un pañuelo rojo en la cabeza, la sonrisa interés de ser agradoso pa gozar de tu bienestar tajeándole la cara y los ojos en baile de gozo. y con el susto de que como no es tu marío, el Detrás venía el muchacho con un canasto con día que te canse lo echáis puerta ajuera". Y verduras, un pato y un ramo de cohiles. a«í lo hice. Viví con otro qu'era bastante güe­ Había mejorado y aquello era su presente de no, pero no .tanto como Saldaña. A los cuantos gratitud. años se enredó con una china de Quilquilco. Yo Me quedé estupefacta. La vieja hablaba ma­ lo supe y l'ije que enredos no y que se juera. noteando'.' Me hacía sopesar el pato, constatar Se jué. No supe más'd'él. Después viví con don las hojas prietas de un repollo, admirar los gra­ Saldaña, un poco porfiao y otro poco aficionao nos del maíz, oliscar los cohiles que reventaban (Sigue en lo pág. 26). Sobre I

y llovió y hasta púsose frío un día de enero. Coincidencia y no maravilla. Pero en el caso de la pérdida de Fenia Chert­ koff de Repetto los niños debían efecti­ vamente sentir frío, porque desde enton­ ces perdían el calor de un gran corazón, un calor maternal en el más bello, grande y noble sentido de esta palabra que signi­ fica creación y amor. Ellos no lo sabían: lo presentían. Había muerto una de sus mejores amigas.

FENIA OHERTKOFF DE REPETTO Fenia Chertkoff de Repetto pertene­ ció al número de mujeres selectas, en las Han transcurrido ya once años desde que las virtudes femeninas adquieren la aquella M E mañana en "que los rjestos categoría de cumbres y se imponen como mortales de Fenia Chertkoff de Repetto altas manifestaciones de humanidad, pro­ eran despedidos para siempre, en el hogar clamando la igualdad potencial, en ellas que su espíritu iluminara durante años, real, de los sexos en este universal senti- por largas filas de niños ataviados con sus delantales blancos, el candido unifor­ do. Porque se comprende la desdicha de me escolar de los Recreos Infantiles; ni­ la mujer reducida a belleza de la que es ños cuya expresión azorada traducía el juez el más contrahecho física y mental- presentimiento que embargaba a sus al- mente de los hombres; o cuando, para mas y la convicción que nos oprimía a afirmar su personalidad, debe convertir­ todos: un alma noble no tendría ya más se en amazona y mutilar su gracia como encarnación que la de la obra cumplida, lo ha querido una mitología de profundo ni más vida que la del recuerdo, más per­ sentido filosófico; reservándose para el durable sin duda que la vida misma. hombre el privilegio de no ser juzgado sino por sus obras y de gozar sus dere­ ¿Por qué serán tan fríos y tan tris­ chos como un atributo más bien de su tes los días que registran algún infortu­ espíritu que de su muchas veces cuestio­ nio? ¿Acaso nuestro propio espíritu, em­ nable fortaleza. La igualdad de los sexos pañado por el luto, así los siente y ve; o no está, pues, en la igualdad de las fun­ la naturaleza se asocia a las desdichas ciones, ni de sus caracteres, creados por humanas? La leyenda así lo quiere. Di­ las funciones específicas mismas, sino en cen que cuando murió Jesús el mundo se su calidad de complementos absolutamen- entenebreció. Yo recuerdo que cuando llevamos a Justo hacia el lugar donde sus restos se convertirían en cenizas, siendo la época de los soles magníficos, se nubló MANUEL Fcnia Chcrtkoff

Nítitr.six de la i •onfcrcnrúi- dada en la Casa dd Pin•Ido el día 1" de j unió reeordwndo el W anivf.r xa-rio del fallecimiento di la funtladora del (,cutí o Ho< ialista Fe­ etto menino de J>ucnos ,Aires.

te inseparables pava el logro de un fin ta como su mejor monumento: los recreos trascendental con relación a ellos mismos: infantiles; fundó escuelas para educar a la humanidad, la vida. ¿Quién podría de­ los trabajadores en la verdad; y supo cir, respecto del fenómeno "agua", que alentar a todos los que llegamos hasta el importa más el oxígeno que el hidrógeno umbral de su casa, abriéndonos sus puer­ o viee-versa? tas, sentándonos a su mesa, partiendo con nosotros* su pan y animándonos con su Como tantas otras mujeres cuyos nom­ cariñoso estímulo. Luchó por los dere­ bres constituyen un patrimonio del que chos de la mujer y ella se reservó, para se enorgullece la humanidad, F e ni a sí, el cumplimiento de más deberes que Chertkoff de Eepetto fue, antes de todo, los que ya bastan para calificar una vida. una mujer, una madre, una compañera y, por fin, un cuidadano. Sensible y abne­ gada, culta y bondadosa, iluminó un ho- gar que era remanso en el curso de una lucha, donde se rehacían las energías al calor de los afectos, sin cuya bendición la lucha misma deja de tener sentido huma­ no,fin humano, y adquiere el aspecto de lo perentorio y de la selva. El hombre civilizado y bueno, combate por un gran amor, y sólo por amor a algo: a la justi­ cia, al progreso, a su pueblo, a la huma­ nidad. . Poseedora de una vasta y envidiable cultura, con sentido artístico y gusto mu­ sical; conocedora de varios idiomas e ins­ truida en las letras; dama de calidad por todo ello, perteneció a los mejores de ver­ dad y lo probó con modestia: abrazó las ideas socialistas para trabajar a favor de las pobres mujeres que en su posición quizá hubieran dado en la frivolidad y el orgullo; trabajó por el bien de la infancia sin recursos y nos legó una obra que bas-

P A L A C I N MANUEL PALADÍN Pág. 2« VIDA FEMENINA

te, ninguna puerta del diablo, se han dedica­ ¡Mujer, puerta del diablo, eres la pri­ do con un empeño febril, coronado por un éxi­ mara que tocó al árbol de la ley de Dios, to rotundo, a la tarea de satisfacerlo, y cada eres la que persuadió a quien el demo­ día tenemos un decreto, una ley o un convenio, nio no se atrevía a atacar de frente, eres que abre das compuertas del llanto mujeril, la causa de que el mismo Hijo de Dios mientras se exprimen las despensas, aumentan haya debido sufrir y morir! las armas homicidas, se derrumban las pare- des de los hogares, encanállase el género hu­ Piropo de Tertuliano. mano, o, en un periquete, lo vuelven una ma- sa sanguinolenta. Su risa habrá llegado a los límites extremos, Desde su butaca de preferencia, allí en el (ya lo veo comprimiéndose el vientre con am- alto cielo, a donde llegara laureado por sua bas manos) cuando con armas y soldados ben­ esclarecidos méritafc, ,!Tertul¿ano, el inspirado decidos por el Vicario de Dios, las legiones de doctor de la iglesia, se restriega las manos go­ Mussolini desvastaban los hogares infieles de zosísimo y se relame de gusto. Yo lo veo cla­ los etíopes, y en la España tan creyente otro­ rito. ra, desmenuzaban catedrales, monumentos y TERTULIANO, RÍE Por MARÍA L. BERRONt>O

Por lqs rincones todos 'del mundo, andan vidas humanas, en una sacrosanta cruzada en las mujeres tal cual él las quiso ver, siempre contra del maldito comunismo. en duelos •' j/1 en harapos. ¡ Cómo habrá reído Tertuliano desde la ce­ Y no me contradigan los eternos contradic­ leste ventanita por donde asoma su afiebrada tores. No procuren hacer trastabillar mis vi­ testa repleta de geniales y regeneradores pen­ siones y mis acertos, diciéndome que hay mi­ samientos, al ver por los aires visceras de mu­ les y miles de mujeres que se adornan el cue­ jer y de niño, y al oir los alaridos enloquece­ llo, los dedos y las orejas, con dijes que repre­ dores de las madres que quedaron sin amor sentan una fortuna, y pido que no me argu­ en la tierra, y con poquísima fe en la justicia menten con argumento tan flaeucho, porque, y el amor extraterrenales! teniendo bien meditada mi réplica, no quiero Nada diré del gozo supremo del hombre de dejarlos en el campo de batalla, tristemente la maldición gitana, al contemplar los campos vencidos. Si alguien se atreviera a insinuar ese de la desvastada China. Allí se deshacen infie­ pobre argumento, le diría: ellas son las más trágicas harapientas; UeVan en harapos, los sesos y el corazón. ¡Mujer, deberías andflf siempre en Gracias a los buenos oficios de esos angeli­ duelo y en harapos, ofreciendo a las mi­ tos a quien el demonio no se atrevería a atacar radas tus ojos llenos de lágrimas de arre­ de frente, marchan las mujeres en duelo y en pentimiento, para hacer olvidar que has harapos, por el Asia, la Europa, el África y perdido al género humano! la América. Los gobernantes del mundo, —entre los cua­ Otro piropo del mismo. les gobernantes,—• no figura, afortunadamen­ JUNIO, 1939 1'á.g. 27 les contra infieles, y las causantes de que el Ahí tienes a la madre del hombre, agobiada mismo Hijo de Dios haya debido sufrir y mo­ bajo el peso de tu terrible maldición. rir, habrán pensado que al fin la falta de ló­ Ríe, Tertuliano. Ríe hasta que tus mandíbu­ gica de los hombres, nos vuelven en un todo se­ las queden envaradas, y las lágrimas salten de mejantes a sus deidades, porque en eso de su­ tus ojos. frir y morir, ni pizca de envidia que le tene­ El género humano ha sabido vengarse muy mos al hijo de Dios. bien de la Eva insinuante que embaucó al ino­ La maldición ha cuajado en frutos ácidos cente Adán. por doquier. En el mundo pululan los tiranos. Hoy, en el vicio, cientos de miles de muje­ Hoy la humanidad es para los tiranos, cual la res dejan su salud, volviéndose en seguida, un tierra de la huerta para los rabanitos: madre harapo peligroso para la salud de la humani­ amorosísima, de inigualada fecundidad. Y allí donde los tiranos mangonean, las mujeres an­ dad. dan en duelos y en harapos. ¿Es porque los ti­ Tertuliano, ríe. ranos arremente sólo contra las mujeres? No, ¡Qué precio tan fantástico, el de aquella por cierto. Pero las mujeres, a pesar de todos manzana! los Tertulianos que en el mundo son y han si- Tertuliano de todos los tiempos, ríe. do, no pueden olvidarse de la manía de dar Que tu cara sea, cual la cara grotesco-dolo­ hijos al mundo, y las mujeres, heridas en sus rosa del Mroe de Hugo. hijos, —los hombres,— (porque los Tertulia­ Ríe, hasta llorar de risa... nos son hijos de mujer, aunque parezca men­ Y cuando puedas ponerte serio, y la medita­ tira) sufren tanto como heridas en sus propias ción purifique tu frente, procura escuchar con carnes. benevolencia, un ruego. El mundo, Tertuliano príncipe, es una ca­ Tertuliano, oye: ravana de mujeres que van ofreciendo a las Si no hay otra manera de conseguir hom­ miradas ojos llenos de lágrimas. L bres para la tierra, como no sea a través del Extenuadas, jadeantes, salen de JUs fábri­ vientre de las mujeres, ayúdanos a redimirnos. cas, —sucursales del infierno en la tierra,— No esgrimas tus máximas teológicas y filo­ miles y miles de mujeres, apretando avaras, el sóficofascistas, para sumirnos en la bestialidad. mendrugo que no alcanza a aplacar el ham­ No te opongas a nuestra marcha hacia la luz. bre de sus hijos. ¡ Es todo lo que dejan en sus Y te lo pedimos, como siempre, en nombre de manos, a cambio de sus pulmones, los diablos nuestro derecho de seres humanos, y en nom­ modernos! bre de nuestro anhelo de dar hijos incontami­ Tertuliano, ríe. nados de servilismo y disimulo.

ciudades brasileñas. Es siempre POSTALES DE VIAJE la misma fotografía, con la (Viene de la página 10) misma laudatoria leyenda. No creemos que tanta popularidad esclarecida conciencia nacional, do, hoy en manos de déspotas haya convencido a Mr. Roose­ sus preocupaciones sociales. Pe- y de cancerberos del gran capi- velt para acordar los emprés­ tal? ro, más allá de las propias fron- titos solicitados. teras, parecería que el mundo * es otro para ellas, que son otros En el Panteón Hugo y Zola El odio racial sembrado por problemas, que son otros hom- descansan bajo la misma bóve- si nazismo encuentra cultores bres, que las divisiones geográ- da, uno frente al otro. Más allá, en nuestro continente. La J ro- ficas acentuáranse, hasta for- Jaurés, Voltaire, Soufflot... ja que los emigrados del terror mar divorcios espirituales y Del modesto sarcófago de Rous nazi ostentan en sus pasaportes, morales cada vez más profun- seau una mano ofrece la antor­ indicando que son judíos, es dos. cha inmortal. ¡El símbolo nos una orden para la policía bra­ pareció una acusación! sileña. ¡Esos hombres no pue­ ¿Llegará alguna vez la hora IV den bajar del barco en los puer­ de - los pueblos —compenetra- tos! dos de su fuerza y de sus de- El retrato del presidente en­ rechos— en el reloj del mun- galana todos los negocios de las Juan Antonio SOLARI Pág. 28 VJDA FEMENIN A DOÑA SANTITOS (Viene de la pág. 23). al trago. Pero en fin: trabajador y honrao. —Y yo lo tengo también por el interés de Murió de una lipidia. Lástima que l'iñorita no que me cuide l'hijuela y me cuide a mí. Esta­ 1'hubiera visto pa que me 1'hubiera mejorao. mos pagaos. Pero más vale que no, porque así di con Saldaña, — ¿Y usted qué dice, Saldaña? este de agora, qu'es tan güenazo, tan trabajador y que me apreeea tanto. ¡ Je! —¿Yo? —y dio otro gruñido de perro, in­ —¿ Y nO tiene miedo que siendo, como es, tan- inteligible. to más joven que usted, se le enrede por ahí —Mire, iñorita —se interrumpió doña Santi­ con alguna chiquilla? los para decir al muchacho: —Saldaña, anda —'¡Je! Pior pa él. Si s'enreda con alguna espérame en la reja —y luego continuó dieién­ lo echo. Pior pa él, giielvo a repetirlo, ya que dome misteriosamente: — Favor por favor: su con naiden tendrá la vía más descansa que con mercé me mejoró de mi gurto tan doloroso. Yo migo. le voy a dar a su mercé el secreto pa ser feliz. —Pero entonces quiere decir que si vive Es mi verdá aprendía en tantos años de expe­ con usted es sólo por el interés. riencias. A los hombres, pa tenerlos seguros, hay qu'agarrarlos por el mico a encontrarse cualesquier día sin mujer. No hay que icirles nun­ ca sí ni no. Hay que icirles siempre quizá. Créame, iñorita: Cartel Cooperativo la mujer que no tiene al hombre sobresaltao de recelos está per­ día. Créame, se lo igo yo que por decir una vez sí, estuve cin- Comprad y ahorrad en co años penando y por decir quizá, hey pasao el resto de mi vuestra cooperativa en vía muy contenta. vez [deffavorecevZa los Seguía mirándola abismada. que se ríen de vuestros Debía hacer una figura tonta­ mente ridicula, con un pato que esfuerzos y esperanzas. aleteaba en una mano, un ramo de cohiles en la otra, las verdu­ ras en ringla a los pies. Pero la vieja había termina­ do sus confidencias y me habla­ ba otra vez de su enfermedad, de su mejoría, me daba las gra­ cias, manoteando, se despedía y ai fin se marchaba. El mucha- cho se le juntó en la reja del parque y siguieron hasta la ca- Obrero COOPERATIVA rreta, delante ella con el bas­ DE EDIFICACIÓN toncillo tembloroso que parecía CONSUMO decir: Quizá; atrás él, sumisa­ Y CRÉDITO mente en la duda. MARTIN GARCÍA 465 CANGALLO 2070 MARTA BRUNET. (De la revista "América". Habana.> JUNIO, 1939 Pág. 29 DESNATALIDAD SUS CAUSAS y REMEDIOS

Una estadística demográfica ha traído a el acertar con el título que componer el texto discusión el importante tema social de la dis­ de los artículos. Necesariamente, debemos in­ minución de los nacimientos, en el país, desde teresar al posible lector con la muestra. Es hace varios lustros. El tópico está ilustrado un engaño de tinte infantil, pero benevolente. en muchos artículos periodísticos y algunas Hecha esta disgresión poco encuadrada, pero conferencias públicas. En ellos se han señala­ dentro de lugar, prometo la más estricta sínte­ do algunas de las causas que originan el mal sis que mi saber y entender me proporcionan. y se insuman varios paliativos que puedan Cuando Malthus, en 1798, exhibió su teoría atemperarlas. de limitación de los nacimientos, tuvo en cuen­ Es un problema vasto en sus consecuencias y ta, como principal tesis, la superpoblación y la de difícil resolución con las fórmulas que la subcarencia de alimentación. Fue en una épo­ actual organización social nos proporciona. Es ca en que la técnica agrícola e industrial, pa­ un asunto que requiere un libro para su di­ ra la producción extensiva, aun no se vislum­ lucidación, o al menos un folleto, para expo­ braba en los horizontes terrestres; ni la co­ nerlo en síntesis. ¿Pero quién se atreve a gas- rriente migratoria cruzaba la superficie del tar pólvora en chimangos? Estamos en la épo­ globo en todas direcciones con la celeridad que ca de la velocidad, de lo sintético y los com­ se hace hoy; ni el intercambio comercial ma­ promidos. A los lectores (con vocación de ta­ rítimo hacia cualquier puerto del mundo, don- les quedan muy pocos) no se les puede instar de las mercancías son requeridas, entraban en a que les hinquen el diente a más de una o la imaginación del hombre. De ahí que Mal- dos páginas de una revista. Signo de progreso thus ha sido, entre todos los teorizadores de precipitado y mal distribuido. Por eso, los que doctrina, el que más estrepitosamente ha fa­ tenemos el sincero y descomercializado gusto llado. Todos los supuestos en que se basaba su de que nos lean, nos da más inquietud menta! lógica deductiva han marchado en sentido con­ trario al que él indicaba. Los medios de sub­ sistencia y demás artículos de consumo sobran, aunque media humanidad no pueda usarlos por faltarle medios numerarios de adquisición. Cuanto más población, decía, menos progre­ so, menos arte, menos civilización. Todo ese acervo de cultura humana florece en las gran­ des urbes y se apaga en los despoblados. Si queda en pie algo de su andamiaje, no es precisamente por las razones por él conje­ turadas. Es por la pésima y torcida distribu­ ción que la actual organización social hace de las riquezas consumibles. Donde Malthus y sus discípulos fijaban la -carencia total de artícu­ los de consumo, hace tres décadas se. acenttri el fenómeno contrario: desocupación, por ex­ ceso de producción; inutilización de mercan­ cías para evitar saturación en los increados e impedir la baja de los precios. Son oirás1, muy variables y múltiples, las

Dibujo de Ligner. VIDA FEMENINA Pág. 30

causas concurrentes a la subnatalidad en casi 2. Clase media: Imitación a la aristocra­ todas las naciones. En algunas habrá motivos cia; Sibaritismo; Por seguir en el empleo. reales que eximan de culpa a los autores de 3. Clase obrera: Estrechez económica; limitación voilutntaria, pero el 95 % son in­ No dar carne de cañón; Imitación a las clases fluenciados por causas externas, inculpables superiores. a los grupos humanos, en sus tres aspectos 4. — Para evitar desgaste físico. principales: económico, moral y espiritual. 5. — Para no ser blanco de pullas denigran­ Francis Place ha sido el más entusiasta apo­ tes, producto de la moral actual. logista de Malthus y sus teorías, y en "Ilustra­ 6. — Deportismo, elevado al fanatismo. ciones .y pruebas del principio de población", 1822, página 165, dice: "... Si pudiéramos im­ 7. — Comercialización de las causas en con- pedir la concepción, lograríamos detener la junto. población en una proporción superior a los me­ REMEDIOS. Ideario del Socialismo: dios de subsistencia con que cuenta; se ataja­ 1. — Campaña sistematizada, por dibujan­ ría hasta* un punto verdaderamente asombroso tes, escritores, periodistas, enalteciendo la ma­ el desarrollo del vicio y la miseria, se pondrían ternidad y satirizando el modismo en las cla­ en práctica los planes de Mr. Malthus y Mr. ses ricas y la tontería en los pobres, de imitar Godwin y otras personas filantrópicas, des­ los vicios de la aristocracia. arrollándose y aumentándose cada vez más el 2. — Conjurar l a s causas con medidas de bienestar, la inteligencia y la conducta moral gobierno. Legislar sobre la vivienda y alqui­ de las masas" leres con relación al valor del inmueble y obli­ Hay una disparidad de concepto entre los gación de alquilar, con primacía a los con hi­ moralistas, discípulos de Malthus y los actua­ jos. Colonias agrícolas, subdividiendo los la­ les, que si no estuviéramos curados de espanto, tifundios e instalando, con preferencia, matri­ nos caeríamos de espaldas. James Mili, míster monios jóvenes. Contribución progresiva a los Godwin, Roberto Dale y George y Charles capitales que excedan de cierto límite y en pro­ Drysdale, hablaban de, moralizar a las masas porción ascendente del menor número de hijos. para que limitaran la procreación. Hoy, Casal 3. — Control estricto del Departamento de Castel y los que con él creen que las incuba­ Higiene, de la función amoral del gremio mé­ doras deben ser los proletarios (tal vez basa­ dico y obstétrico. dos en la etimología del término), hablan de moralizar a las masas para un fin opuesto al 4. — Enaltecer a la madre prolífica, y no que perseguían los sociólogos tipo burgués del deprimirla como actualmente se hace, asegu­ siglo XVHI y XIX. ' rando la supervivencia cómoda para los hijos. Casas cunas. Las causas directas e indirectas de la mer- 5. — Pacifismo, anulando la excusa de no ma de nacimientos se aproximan a un cente­ criar hijos para el matadero. nar, pero vamos a señalar las siete principa­ 6. — Tendencia firme a nivelación. les, para igualarlas en número a los siete vi­ cios y siete virtudes de que habla la doctrina 7. — Aplicación de los métodos científicos cristiana y que los católicos, hace 3939 años, para el parto sin dolor. en su intención de extirparlas del alma huma­ El punto 6 de las causas encierra una gra­ na, las han elevado al cubo, haciendo de sus vedad extrema. Hoy el deporte ha sobrepasa­ templos comercios y de sus altares mostrado­ do los límites medios y está rayando con el res, de sus ministros diplomáticos incitadores fanatismo. La mitad de los contratos matri­ de guerras civiles y de conquistas de pueblos moniales se realizan bajo la palabra de honor libres por los fuertes, y violando el 59 manda­ que las líneas de la gravidez no lleguen a di­ miento de la Iglesia y ley de su Dios. bujarse, pues no es de la moral actual presen­ tarse en los campos de deporte fuera de línea. CAUSAS. Gajes del capitalismo: íQué muchacha ciclista (y hoy son más de la 1. — Aristocracia: Sibaritismo; Imitación mitad) acepta casarse, sin que el novio, bajo seve­ de París; Un hijo por Estancia, o por cada mi­ ras penas, renuncie al creced y multiplicaos? llón, un hijo. Este punto está dentro de la esfera de los crí­ JUNIO, 1939 Pá«. 31 ticos de la moda el subsanarlo. Hace no me- nos de diez años, era de buen tono que las señoras sacaran sus niños a la calle en brazos MANOS DE HRDR... de niñeras. Entre las amigas y vecinas se pe con Esmalte pava uñas dían prestada la mucamita para poder salir a MILXON paseo a tono con la moda. Ahora se pide pres­ Ottruntlzamon BU ralUlnd aupe­ rlor. — No «leBOasoar». -1- I-o» tado el bebé para hacer de mamá, por unas mas variado» tuno« de moda: Cristalino ,••••, horas, empujando el cochecito cuna. Es el im­ CremoBo o nacarado perativo de la moda. Ya ven, señores escribi­ dores de la actual época, si hay posibilidad de que Vds., del oficio, moralicen las costumbres en sentido patriótico.

Alejandro Sux, contestando a 37 cartas con Lápiz labial permanente sugestiones de ciudadanos argentinos, ha dicho SALÜTARIS . KlSIAÜNo que Buenos Aires tiene la culpa, y coincide con­ En sel» magistrales pupertonos laminosos y radiantes, uno para migo en conjunto, pero no en detalle. El cul­ cada color de rostro . $ 1,20 color novedad: CYCLAMEN. pa en conjunto. Yo a los grupos directores, gubernamentales, económicos y espirituales. Las clases trabajadoras están exentas de toda cul­ pa. Si siguen la declinación que comentamos, es porque las arrastra la avalancha del medio ambiente, derivado de las causas ya señaladas. Esto es lo que atañe a la capital y grandes centros de población. En diez provincias y en las diez gobernacio­ nes, ¿quién se atreve a aconsejar a los traba­ jadores y a la llamada clase media que proli­ feren más, puesto que en ese sentido dan un coeficiente elevado y en el cual el pauperismo y negativo estado sanitario se enseñorean con una mortalidad infantil e ineptos"adultos para el trabajo y servicio militar, que es una ver­ güenza patriótica? En los dos tercios del territorio argentino, principalmente, hay que aplicar los remedios que señalo y enllavo, con el sistema guberna­ mental, único en este momento de la historia, capaz de poner coto a tanta estulticia. El último punto que señalo, el alumbramien­ to sin dolor, en la Rusia soviética ha dado un positivo resultado. Aquí, un 10 % de los ma­ trimonios tienen un solo hijo; pregúnteseles por qué y la contestación será fínica: para evitar los sufrimientos del parto. ,Y para evi­ tar esos dolores, se recurre al médico de la familia, a la partera a cuyo consultorio se es­ tá abonado al solo efecto, y en numerosísimos EN VENTA en todas parto casos, a los propios artificios abortivos. Los y en los Perfumerías Av. SAN MARTIN 2625, RIVADAVIA J0H5, 7083 y 8825 resultados de todos esos manejos extracientífi­ BOEDO 919, NA/.CA 2369 y CABILDO 1984, Bucm» Airo cos y extranaturales son de fatales consecuen­ LABORATORIOS I.KMAIRE cias. Luis Oómei Alvar*» Juan Peo. ESPINO. Baperanza «488. V. T. 50-3013 Pág. 32 VJDA FEMENINA

LA ISLA (Viene de la pág. 13) del fuego! ¡ Qué hermoso es esto! Yo creo que EL (Volviendo con un brazado de ramas y olvida vertiginosamente la civilización. ¡Va a hierbas). — ¡El porvenir es nuestro! terminar por hacer una espléndida e impecable ELLA, (Curiosa, levanta la vista de su labor). mujer primitiva! ¡Una salvaje auténtica! — ¿Nuestro, qué? ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? ELLA, {Irónica). — ¿Acaso intenta usted ins­ EL. — Rectifico: el porvenir es suyo. Punto talar calefacción central en la isla? y aparte: el porvenir es mío. Evitemos confu­ EL, (En el mismo tono). — Desayuno, al­ siones y delimitemos situaciones. muerzo y cena calientes y te de las cinco, mi ELLA, (Sonriendo). — No hay que exage­ amable amiga. rar. .. ¿Qué sucede? ELLA, (Alborozada). — Tendré donde calen­ EL. — He percibido una bandada de patos tarme las tenacillas para rizarme el pelo! hacia el lado oriental de la isla... Eii. — Entre tanto traeré ramas secas, hojas ELLA, (Interrumpiéndolo). — ¡Interesantísi­ muelles, musgo y penachos de caña. Unas para ma la noticia!... alimentar el probable fuego y otras para que nos EL, (Impertérrito). — ... He constatado sirvan de blando lecho. que losKpalmípedos vuelven a su residencia y el ELLA, (Parece que fingidamente ofendida). corolario es que, aparte de carne de ave, hasta —¿De lecho ha dicho? nos podremos regalar con un colchón de plumas. EL, (Apaciguándola). — Puede usted plura­ ELLA, (Escandalizada). — ¡ ¡ Uno!! lizar... Pluralice, pluralice... Dos, dos le­ 'EL, (Corrigiéndose; hace señas con los de- chos. ... Mi propósito es fabricar dos lechos... dos). — Dos. Luego, además (Con énfasis), colocaremos una ELLA. — Ah, mejor. Así resultará más blan­ mesa de luz ancha, ancha, entre ambos! do. Muy bien... Tengo que felicitarlo por sus aptitudes y su fertilidad de recursos. ELLA, (Tranquilizada). — ¡Ah! Así, sí. EL. — Atribuyalo a mi instinto. Me están 3 Así, sí! surgiendo inesperadas condiciones de Robín­ EL, (Cambiando de tono; con,cierto enérgico son Crusoe. ¡Las sorpresas que tendrán los que aire de mando). — ¡Con que... manos a la tíos descubran! En invierno nos tejeremos ves­ obra! tidos con fibras vegetales. A usted le sentará (Medio mutis, para agregar, mirándola). muy bien un traje de hawaiana... Y en vera- ¡Por qué no habremos naufragado antes! no, en verano, como nadie nos ve... (Mutis). ELLA, (Interrumpiéndolo). — ¿Qué se le ELLA, (Procurando afilar el cuchillo en una ocurre ? piedra). — ¿Cómo se hará esto?... ¿Por qué EL. — No encontraremos mejor oportunidad no nos darían en la universidad lecciones de para practicar el nudismo. afiladoras? (Contempla el rudimentario uten­ ELLA. — ¡Le prohibo proponer esos proyec­ %ñio). Como quien juega con fuego... él me tos inconvenientes! pone en las manos el arma! Quizá para conse­ EL. — Pero, señorita, eso está muy en moda. guir el equilibrio entre mi debilidad y su fuer­ ELLA, — Está en moda donde sobran los ves­ za .. Pero no; no es esta mi fuerza. Lo extra­ tidos, no donde faltan. ;ño es que a veces ni siquiera me mira! (Tras EL. — Lo impondrán las circunstancias... una pausa, en J#<:que continúa afilando el cu­ Luego es un proyecto de futuro. chillo). ¡Qué hombreí Y aquí no valen recur­ ELLA. — Yo me ruborizo por adelantado. sos. ¡Siquiera hubiese ^naufragado con dos! ¡Es EL. — Ahórrese tal emoción ante un hecho en balde, nosotras sin los celos y la probabilidad improbable.. Pero me temo que si no nos en­ de darles una cita y no concurrir a ella o el cuentran antes de tres semanas... recurso de las cartitas o el teléfono, estamos per­ ELLA. — ¡Me ofende usted con esa suposi­ didas! (Pausa). Además, a momentos, me re­ ción! sulta demasiado correcto, .demasiado persona EL. — Perdone. Ofendería al traje de baño, bien educada. Entre paréntesis, y exclusiva­ al cual no puedo pronosticarle más larga exis­ mente para mí, fuerza es confesar que en lo que tencia. Esa tan graciosa como elegante prenda no hay duda es en que es, realmente, un buen de lujo, llevada y traída de la mañana a la no­ mozo! che y de la noche a la mañana, no podrá so­ JUNIO, 1939 Pág. 32

portar la ofensa del tiempo, para decirlo poéti­ EL. — Comprenderá que es por uno» instan­ camente. tes.... AJquí —• por desgracia, porque donde ELLA, — ¿Será posible? ¡Qué espanto! Me- hay sorpresa y peligro, hay encanto—... aquí nos mal que lo ha expresado en una forma tan Qo se corre riesgo alguno. No existen ni si­ delicada... ¡Me voy a entregar a la desespera­ quiera (ésos legendarios mono» que raptan a ción más extrema cuando llegue ese momento! las sabinas rubias. Confío en su discreción y su reserva. ELLA, (Coqueta). — ¿Cree usted? EL. — ¿'Con su novio del Japón? EL. — ¿En qué, en los monos? ELLA. — Espero que no me mirará. ELLA. — Nó. En que una mujer sola, así... EL. — ¡Tanto como eso! Señorita, piense qw podríamos decir desvalida, en una isla, no co­ si se propone condenarme a la ceguera, anula rra peligro? usted sus probabilidades de defensa. ¿Quién 'EL, (Con artificiosa indiferencia). — ¡Ab­ buscará — entonces — nuestra tortuga, núes­ solutamente ! tro coco y nuestra banana de todos los días? ELLA. — Usted es un hombre joven. ELLA. — ¡Áy! ¿Y entonces? EL. — Regular. EL, (Intencionado). — A menos que usted ELLA. — Luego la soledad... el estío... el lo economice... Que lo reserve sólo para las vi­ perfume de las flores.. el arrullo del mar!... sitas. Una no sabe... ¡Se ven cada cosas! ELLA, (Resuelta). — Haga usted la cueva li­ Eh. — Sí, las precauciones nunca están de­ gero. más ... EL. — .0 que cuando se le gaste, yo le preste ELLA. — Por lo cual... confío que no me mi traje... pues debe preservarse de que la dejará usted tan abandonada! intemperie atente contra su belleza. EL. — Cuente conmigo. ELLA, (Halagada, pero súbitamente espantan­ ELLA. — ¡Es usted un perfecto caballero! do, de quedarse fea). — ¡El aire salado! ¡El sol! EL. — ¡Ay! ¡Lo sé! Pero confío olvidarme EL, (Con entusiasmo). — ¡El sol la va a do­ formal y definitivamente de la civilización! rar como a una fruta! Luego el vello suave, ELLA, (Pregunta con fingida ansiedad). —> •aterciopelado1... los) brazos, las piernas de ¿Tengo que asustarme? bronce!... EL. — En ese caso, me reclama.. Ahora, ELLA. — ¡ Caballero, cambiemos... si usted lo permite continuaré en mis activida­ EL, (La interrumpe). — ¿De qué? ¿De traje? des de socio industrial de la firma... Hasta pronto. ELLA. — Nó; de tema. (Hace mutis) EL. — Gustosísimo. Continuaré mi búsque­ da. Au revoir. ELLA, (Siempre cuchillo en mano, al verla (Medio mutis) alejarse, lo saluda auspiciosa y graciosamente) t ¡Bye!... ¡Bye!... ELLA. — ¡Cómo! ¿Me va a* dejar sola? ¿Me abandona ? TELÓN

POÉTICA Y ToTOORAFI A EPIGRAMA

Robaron a un jorobado Un frac hecho a su medida,

CASA ATENDIDA POR Y la pérdida advertida PREPARACIÓN EXACTA ÓPTICOS TÉCNICOS DI DE LAS RECETAS DE LOS PLOMADOS — ANTEOJOS Se puso muy enfadado. Sres.MEDICOS OCULISTAS LENTES — CAMARAÍ Revelaeíone/ FOTOGRÁFICAS Mas, como no supiera quien y copiar SUCURSAL Pudiera ser el ladrón AV.DE MAYO 667 RlVADAVIA 5354 U.T. 35AV57O4 DuenoS ííircJ* U.T. 60 Cas.4.126 Le echó aquesia maldición: ¡¡Ojalá le venga bien. ..'! Pág. 34 VIDA FEMENINA El Rincón de los Garbanzos UN LLAMADO A LAS DUEÑAS DE CASA

En números anteriores he hecho algunas ob­ cén de la esquina, pide la harina o el aceite al servaciones al trabajo de pastelería. En este comerciante y, éste, con el afán de lucro, en número nos ocuparemos de algunos artículos lugar de entregarle la harina tripe cero (000), de cocina. Je entrega la harina llamada "Especial", que Cuando un profesional toma la responsabili­ es la más inferior, y el aceite, en lugar de dad de escribir en una revista para que las darle aceite puro de oliva, le entrega aceite dueñas de casa practiquen en sus hogares las de maní o de otras semillas que son muy poco recetas que en ella expone, lo hace con el pro­ agradables al paladar. ¿Cómo subsanan esto las dueñas de casa? Haciéndose cooperadoras, pósito que salgan bien hechas las mismas; por porque en las cooperativas no existe el interés eso se aconsejan siempre la mayor atención en de engañar, ya que ellas entregan los comes­ el desenvolvimiento del recetario y la aplica­ tibles a sus propios dueños. Siendo cooperado­ ción de buenos materiales. ras tendrán la plena seguridad que los artícu­ En la cocina, para condimentar un plato, por los que pidan serán exactamente los que de- sencillo que éste sea, debe procurarse siempre seen, al mismo tiempo que tienen_ también la usar artículos de primera; por ejemplo: un seguridad del peso, cosa que no sucede en los buen aceite, buena harina de trigo, buenas le­ almacenes particulares. gumbres. ¿Cómo obtenerlos? Se aconseja, para Por eso aconsejo a las lectoras de VIDA FE­ hacer tallarines o ravioles en casa, que se ob­ MENINA que se asocien en las cooperativas, tenga para su fabricación harina triple cero; seguras de no ser engañadas y de que sus pla­ para que la comida sea bien condimentada y tos serán de un sabor exquisito, porque en ellos de un sabor superior, se requiere un buen acei­ emplearán artículos sanos y de primera calidad. te. ¿Pero qué sucede a veces? La dueña de ca­ Existe una gran cooperativa: El Hogar sa, para conseguir estos materiales va al alma­ Obrero.

BIZCOCHUELO cuándo está bien batido, basta jarlo lo menos posible. levantar el batidor y si lo que Esta pasta así preparada se Materiales: escurre de éste.queda sobre la vierte en moldes adecuados un­ 12 huevos. pasta sin perder la forma el tados de manteca, o en plan­ 400 gramos de azúcar. batido está hecho. chas apropiadas forradas con 400 gramos de harina. Aparte se tiene ya prepara­ papel; si se hace en planchas, Preparación: da la harina tamizada y se la cuando se enfrían el papel sa­ En un tacho o recipiente se adiciona al batido, muy des­ le fácilmente. Debe cocerse a ponen los huevos y el azúcar y pacito, moviendo ést e conti­ horno bajo. El bizcochuelo es­ se baten con un batidor de nuamente con una paletilla de tará cocido cuando, clavándo­ alambre hasta formar una cre­ madera hasta adicionarle toda le un palillo escarbadiente, és­ ma consistente.c Para conocer la harina, procurando traba­ te sale seco. JUNIO, 19?9 Pá*. 36

POLVORONES SEVILLANOS MILANESAS PORTEÑAS bense servir calientes y la car- ne se debe cortar muy fina pa­ Materiales: Materiales: ra evitar que el queso se de­ y% kilo de harina tostada. Carne de lomo. rrita al freirías. % kilo de harina natural. Queso cuarterolo o Mar del Vfc kilo de grasa de cerdo Plata. LENGUA A LA MARINERA (que no sea rancia). Huevos, los necesarios. Materiales: 4 huevos. Sal, ajo, perejil y pan ra­ 2 lenguas de vaca. 1 copa chica de alcohol. llado. 2 vasitos medianos de viuo 20 gramos de carbonató de Buen aceite. tinto. amoníaco. Sal. 1 cucharadita de café de ca­ Preparación: 1 cebolla regular (de cabe­ nela molida. Se corta la carne muy finita, za) . 1 cucharadita de café de cla­ como para hacer milanesas, te­ 100 gramos de hongos. vo de olor molido. niendo en cuenta que hay que 100 gramos de manteca. Un poquito de ralladura de poner dos trozos en cada mila­ 50 gramos de harina. cascara de limón. nesa. Algunas rebanadas de pan El queso se corta también frito. Preparación: en rebanadas muy finas, para Preparación: Para tostar la harina se lle­ colocarlo entre los dos trozos Se cuecen las lenguas a fin va en una cacerola al fuego y de carne, en forma de sand­ de poderlas despellejar; una se remueve continuamente has­ wich. vez limpias se cortan en rode­ ta que ésta tome un color do­ Una vez cortada la carne se las y el caldo que sirvió para rado; ésta harina habrá que sazona con el ajo, el perejil y cocerlas se cuela, dejando más dejarla enfriar bien, pues no la sal y se deja así preparada o menos 3|4 litros de este lí­ 6e puede trabajar caliente. durante media hora; después quido, desgrasándolo bien pa­ JVIezcladas las dos harinas se se preparan en forma de sand­ ra quitar el sabor del sebo. forma sobre la mesa una coro­ wich dos pedazos de carne con Hecha esta operación, se na y en el centro se ponen to- una tajada de queso en medio echan sobre él las rodelas de y se moja todo en el huevo, dos los demás ingredientes, los lengua y los hongos. Aparte se preparado previamente; se cu­ cuales deberán ser muy bien fríe la cebolla a un color do­ bre luego con pan rallado por trabajados antes de mezclarles radito y se adiciona al caldo ambas partes. Una vez así pre­ la harina. y la lengua, como también el paradas las milanesas se pone Después de hecha la masa, vino y la sal necesaria; se deja el aceite al fuego y cuando es­ se corta en pedaeitos y se ha­ al fuego hasta reducir Ja salsa. tá bien caliente se fríen en la cen con éstos bolitas del tama­ Una vez reducida en parte, se forma corriente para cualquier ño de medio huevo, se ponen le adiciona la manteca, que se milanesa. Estas milanesas dé­ en latas de hornear polvorea­ habrá mezclado con la harina, das de harina y se llevan a) dejando cocer el todo hasta horno de temperatura baja . que se obtenga una sa's'a espe­ Deben sacarse con color claro. sa. Las rebanadas de pan fri­ Esta masa puede guardarse to se colocan en los platos al por mucho tiempo, cuanto más servirse las lenguas con la sal­ vieja mejor. Conviene, para su sa. Se sirve caliente. mejor conservación, envolver­ \ l lo uno a uno en pape] satinado. Isidoro AYALA. Pág. 36 VIDA FEMENINA

EL CUENTO DEL 15 L U I s A POR F E 0 O R

DOSTOIEWSKI Clement Moreau Transporte de prisioneros

Durante mi estancia en un presidio de Sibe­ superable para parodiar la expresipn del sem­ ria, adonde fui a cumplir diez años de trabajos blante de cualquiera, desfigurando cómicamen­ forzados, conocí y traté mucho a un tal Baklu­ te el suyo, lo que provocaba entre nosotros chin, penado de la sección particular, en la que frecuentes y desopilantes carcajadas. Lleno figuraban los condenados a alta reclusión tem­ de vida y de ardor, se mostraba servicial es­ poral o a reclusión perpetua. Me acuerdo per­ pontáneamente. Y, aunque muy bromista, no fectamente de él. Los compañeros1 le llamaban se dejaba atropellar por los misántropos, por el "Explorador", y era el más alegre y el más lo cual le respetaba todo el mundo. campechano de todos. A decir verdad, no per­ Desde los primeros días nos hicimos los me­ tenecía al número de los que se dejan hacer jores amigos. Leía los libros que yo tenía, y una mala partida, y muy particularmente no me dirigía muchas preguntas acerca de San podía sufrir que alguien se mezclase en sus Petersburgo, en cuya guarnición había prestó­ asuntos. En suma, sabía defenderse. Pero sus do servicios militares. Por él supe de sus an­ pedencias duraban poco, y me parece que los danzas en el ejército. Entró do niño en un demás le apreciaban, porque se le recibía bien regimiento, y fue soldado en el de Explorado­ en todas las secciones. Era un mocetón alto, res, donde algunos jefes le distinguieron. de unos veinte años, de abierta y franca fiso­ Un día, poco antes de Navidad, vino a to- nomía y bastante guapo. Poseía habilidad in- mar el té conmigo, y produjo la risa de todos JUNIO, 1939 Pág. 37

los presentes, relatando que el teniente M... dera carátula, y no le faltaban ahorros. Yo, había reñido con nuestro mayor por la maña­ al principio, me limitaba a pasear por la calle na. Me anunció que probablemente tendríamos de Luisa, rondando por debajo de sus venta­ una función teatral en el presidio. Los deteni­ nas. Pero no tardó en conocerla y en tratarla dos proyectaban dar un espectáculo escénico directamente. Hablaba el alemán con soltura, por Navidad. Ya se habían elegido los acto- KÍ bien ceceaba un poco. Era muy linda, y. res, y se preparaban las decoraciones. Algunas cuando llegamos a la intimidad, le pedí que personas de la ciudad habían prometido pres- ésta fuese pecaminosamente absoluta. Pero tar, para la representación, trajes de mujer, y Luisa me contestó: se esperaba que uno de los asistentes propor­ —No, Sacha, eso no. No me propongas que cionase un uniforme de oficial. ¡Con tal que pierda mi pureza. Quiero conservarla, para ser al mayor no se le pusiera en la cabeza prohi­ digna de ti. bir la fiesta, como el año anterior! Pero aque­ lla vez hallábase de un humor de mil diablos, Y todos los favores que me concedía redu­ por haber perdido al juego, y por haberse pro­ cíanse a caricias afectuosas, entreveradas de movido, en la cárcel, un escándalo mayúsculo, risas alegres. 7 este año acaso no se mostrase tan severo. Fue la misma Luisa la que me incitó a que Bakluchin aparecía exaltado en grado sumo, la tomara por esposa, y me disponía a solicitar j se comprendía que era uno de los principa­ el permiso del coronel. De pronto, me encon­ les organizadores de la farándula. Su júbilo tré con la sorpresa de que Luisa no acudió a ingenuo me conmovió, y de una plática en otra, una cita que Te había dado. Le escribí, pero acabamos por hablar con gran franqueza. no obtuve respuesta. ¿Qué ocurriría? ¿Sería que Luisa me engañaba? Pero la conocía de­ —No sólo he servido en San Petersburgo — masiado, sabíala incapaz de mentir, y no me expuso —, sino que me enviaron a Riga con explicaba su comportamiento. ¿Había salido el grado de sargento. Y de allí me traslada­ de ella el propósito de romper nuestras rela­ ron aquí. ciones? ¿Se trataría de una intriga de su tía? —¿Por qué? — le interrogué. Lo cierto es que no me atrevía a ir a verla. —De seguro no lo adivinas: por enamorado. En mi desesperación, le escribí otra vez, con­ —¡ Bah! Por eso no se destierra a nadie to­ minándola con que, si no acudía a la nueva ci­ davía — repuse, sonriendo. ta, me presentaría yo en su casa. Advertida —Es que, por causa de mi novia, maté a y medrosa de la amenaza, acudió, y, entre lá­ un alemán de un tiro. Pero ¿merecía la cosa grimas y suspiros, me comunicó que un ale­ que se me mandase a trabajos forzados por un mán, relojero, hombre adinerado y lejano pa­ alemán? Dilo tú mismo. riente suyo, la había pedido en matrimonio. —¿Cómo ocurrió eso? Refiéreme la historia, Hacía tiempo que la amaba, pero muy poco que debe ser curiosa. que se había resuelto a revelarle su inclinación —Bastante. y designio. •—Tanto mejor. Cuenta. —Ya lo ves, Sacha. Es rico y puede hacer­ —¿ Lo quieres así 1 Pues oye... me dichosa. ¿Querrás privarme de un acomo­ Y escuché la historia de un asesinato. No do tan bueno? era curiosa, pero sí rara en extremo. La miré y se echó a llorar. Luego me besó —He aquí lo que sucedió — empezó Ba­ y me abrazó con pasión, mientras yo murmu­ kluchin —. Llegué, ascendido, a Riga, una raba entre mí: grande, bella y elegante urbe, sin otro defecto —Sóbrale razón a la muchacha. ¿Qué ven­ que el de que en ella viven demasiados ale- taja sacaría de casarse con un militar sin claro manes. Todavía gozaba del afecto y de la pre­ porvenir? dilección de mis superiores. Presumía en gran manera, llevaba el gorro de cuartel echado a Y en voz alta exclamé: un lado, y pasaba agradablemente el tiempo, —¡Vaya, Luisa, adiós! ¡No tengo derecho a festejando a las buenas mozas. A una de ellas, sacrificarte! llamada Luisa, le "gusté mucho. Vivía con una Pero, antes de abandonarla, inquirí, curioso: tía suya, y ambas eran planchadoras de ropa —¿Qué facha tiene tu prometido? jEs joven fina. La vieja ostentaba por rostro una ver- y bello? Pág. 38 VIDA FEMENINA

—No, es ya maduro y con una nariz muy una botella de vino y un frasco de aguardien­ larga. te. Luisa y su tía, vestidas de gala, ocupaban Y acompañó estás palabras de una carcaja­ el sofá. Enfrente de ellas, el alemán, acomo* da estentórea. dado en una silla, peinado en toda regla, de Me separé de ella, pensando que debía con­ frac y muy eleg'ante, desempeñaba su papel de formarme con mi destino. novio. Algo más allá, comparecía otro alemán, Al día siguiente pasé por junto a la tienda ya viejo, gordo y de pelo gris, que permanecía de Schultz, pues Luisa me había indicado dón­ en silencio. Al verme entrar, Luisa empalide­ de vivía. ció. La tía se incorporó de un bote, y volvió Miré a través de los cristales, y vi, arreglan­ a sentarse. El alemán montó en cólera. Levan­ do un reloj, a un alemán, vestido con frac de tóse, y, yendo hacia mí, me preguntó: cuello recto. Aparentaba unos cuarenta y cin­ —¿Qué desea usted? co años. Su nariz era aquilina y sus ojos sal- Confieso que no hubiera sabido qué respon­ tones. Al contemplar su desastrada figura, es­ der, si no me hubiera prestado ánimos la ira cupí con desprecio, y tentado estuve de rom­ que llevaba en el corazón. per los cristales del escaparate. Pero reflexio­ —¿ Qué deseo ?... He venido a visitarte. né y consideré que no valía la pena. Acoge a tu huésped, y sírvele una copa de Anochecido, me fui al cuartel, me tumbé en aguardiente. el lecho y me deshice en llanto. El alemán meditó un momento, y me dijo: Tres días transcurrieron sin ver a Luisa. Pe­ —Siéntese usted. ro supe, por una comadre, que el alemán, co­ Obedecí. nocedor de nuestros amoríos, había resuelto —He aquí aguardiente... Beba... Se lo apresurar la boda, no sin hacer jurar a Luisa suplico. que no volvería a entrevistarse conmigo nunca. —El aguardiente será bueno, ¿eh? También me participó la comadre que el ale­ Mi irritación crecía por instantes. mán había invitado a la tía y a la sobrina a —Bueno es. tomar café el domingo próximo, para ultimar Bebía y gruñía al observar que el alemán el asunto, en presencia de otro pariente po­ me miraba por encima del hombro. Y lo que bre, encargado de una taberna. más me mortificaba era qué Luisa estaba allí. Al enterarme de que el domingo se cerraría Bebí y repliqué: el trato, me entró tal furia que hubiera devo­ —No tienes por qué portarte groseramente rado al alemán vivo. conmigo, alemán. Hagamos conocimiento, pues El domingo por la mañana permanecía aún he venido a tu casa en plan de amigo. en completa indecisión. Pero, apenas hube oído —No puedo ser sm amigo, porque es usted misa, me envolví en el capote, salí corriendo un simple soldado. del cuartel, y me dirigí a casa del alemán. Ig­ Entonces estalló mi indignación. noro qué idea oculta me llevaba allí. Había —¡Ah, monigote! ¡Majadero! ¿No sabes cargado, y metido en el bolsillo una pistola, que estás a merced mía? ¿Quieres que te le­ que más bien era un juguete que un arma. No vante la tapa de los sesos con esta pistola? pude menos que pensar que, al llegar a la casa, Me levanté, saqué el arma, y apliqué a la rne expulsarían, que el alemán me injuriaría en frente del alemán la boca del cañón. Las mu­ tono airado, y que entonces les asustaría a to- jeres estaban como muertas. El viejo, pálido, dos sacando la pistola. temblaba como la hoja del árbol. En el domicilio del alemán no había nadie El alemán quedó sobrecogido de sorpresa. en la escalera. Los allí reunidos estaban en la Pero pronto recobró su sangre fría. trastienda, y la criada había salido. Atravesé —No me causa usted pavor, y le ruego, a el almacén, y vi que la puerta del interior se fuer de hombre bien educado, que ponga tér­ hallaba cerrada. Oon el corazón palpitante, mino a esta burla. Le aseguro que no me ame­ me detuve y escuché. Oí hablar en alemán. De drenta. una patada abrí la puerta, y ante mí apareció —¡Mientes! ¡Estás lleno de susto! Ni para una mesa servida. Sobre ella había una cafe­ moverte tienes fuerzas. tera, cuya lámpara de alcohol hervía, y, en una —No osará usted' cometer la barbaridad que gran bandeja, salchichón, arenques, bizcochos, afirma. JUNIO, 1939 Pág. 39 qué no? Su vaticinio se cumplió por el momento. Du­ —Porque está prohibido por las leyes, y su­ rante dos semanas, nadie me molestó, ni nadie friría usted severo castigo. sospechaba de mí. Acaso no lo creas, pero ¡Imbécil alemán! Si no me hubiera desafia­ aquellas dos semanas fueron las más felices de do de aquella forma, estaría vivo aun. mi vida. ¡ Como que veía a Luisa a diario, y —¿De modo' que crees que no me atreveré ella me juraba amor eterno! Entre besos y so­ a hacer lo que digo? llozos, me aseguraba: —¡No! —Si te destierran, marcharé contigo. Por —¿Que no me atreveré? ¡Ahora lo verás! seguirte, lo abandonaré todo 1 Toma! v Tanta lástima me inspiraba la pobre Luisa, Disparé, y el alemán se desplomó de su que llegué a pensar en suicidarme. Pero, al asiento. Los otros comenzaron a chillar. cabo de dos semanas, me prendieron. El viejo Volví a meterme la pistola en el bolsillo, y, y la tía me habían denunciado. al acercarme a la fortaleza, la tiré entre unas No pude menos de interrumpir a mi com­ zarzas próximas. pañero. Me tendí en la cama, y pensé desolado: —Me parece, Bakluehin — le hice observar —No tardarán en venir a prenderme. —, que por semejante delito no podían impo­ Pero las horas transcurrían, y nadie llega­ nerte más que diez o doce años de presidio, y ba. Por la tarde, sentí tal pena, que salí. Que­ en la sección civil, y veo que estás en la sec­ ría ver a Luisa a toda costa. Pasé por delante ción particular. No lo comprendo bien. •de la casa del relojero. A la entrada, había un grupo de gente y algunos policías. Fní en —Eso es harina de otro costal — replicó Ba­ busca de la comadre, a la que ordené que lla­ kluehin —. Al comparecer ante el Consejo de mase a Luisa. No tardó en presentarse ésta, Guerra, el capitán relator me llenó de denues­ que, llorosa, me echó los brazos al cuello. tos ante el tribunal, y me dirigió las palabras más soeces. No lo pude resistir, y le grité: —Mía es la culpa •— declaró —, por haber hecho caso de mi tía. —¿Por qué me insultas, mal hombre? ¿No Me contó que, después de la terrible escena, ves, canalla, que te miras en un espejo? su tía había regresado a su casa, y se había Esto cargó un nuevo proceso sobre mí, y por puesto enferma. Por ella nada se había sabido. ambos delitos me condenaron a cuatro mil la­ Tampoco podía saberse nada por la dependen­ tigazos y a la sección particular. Por cierto cia de Schultz. A la sirvienta la había enviado que, al pasar por entre las dos filas de sol­ a la calle con un pretexto, temiendo que, si dados con varas verdes, encargados de aplicar­ veía a Luisa, arañaría a su futura suplanta­ me el apaleamiento de rúbrica, tuve el consue­ • dora en una casa, cuya dirección creía de su lo de saber que se llevaban también al capitán. •exclusiva propiedad, como ocurre con todas las Había sido degradado, y se le conducía al Cáu­ criadas viejas. En cuanto al pariente anciano, easo en calidad de militar sin graduación. llamado a servir de testigo en la consumación Terminado su relato, Bakluehin adoptó la del acuerdo nupcial, era un cero a la izquier­ más tranquila de las actitudes, me miró sere­ da, acostumbrado a no meterse en nada, y ha­ namente, y, cuando salía, me dijo con voz afec­ bía hecho mutis con la misma discreción y re­ tuosa: serva que su tía. —'Hasta más ver, querido amigo... Supon­ —De seguro callará también — añadi ó go que no dejarás de asistir a la función de Luisa. Navidad. l \ OKTLIEfltc Hijo TECHOS CHALETS OLLEROS 3938 ti. T. 54 - 1393 ZINGUERIA Pág. 40 VIDA FEMENINA Desde donde se trabaja y sufre.,.

ün amigo consecuente de VIDA FEMENINA, remitió a un colono del Chaco el número de abril; el campesino de tan lejano lugar, co­ rrespondió a la atención de su ami- go de Buenos Aires, con una carta auspiciosa, de la cual transcribi­ mos algunos párrafos, ligeramente modificados, por aconsejarlo asi, nuestra MODESTIA.

Colonia Pcia. Uriburu, mayo 13 de 1939. Qué prósperas, qué ricas y sobre todo qué Ciudadano Demetrio Buira. —• Buenos Aires. felices serían miles de pobres familias hoy am­ De toda mi estimación: bulantes en nuestra patria, si a cada una de He recibido la revista VIDA FEMENINA, ellas se les diera un pedacito de tierra, que lo que usted con esa bondad y actividad que en­ supieran bien suyo, para amasar con amor y op­ cuentra tiempo para todo ha tenido la bondad timismo el terrón, que formaría el nido feliz! de mandarme. Ella es interesantísima eii todas Esto está lejos aun, no podemos los que cono­ sus páginas, a esto agregue que soy un gran en­ cemos la durísima realidad vestir nuestra alma amorado de la lectura, es mi única distracción, de rosa, no podemos alejar ni a manotazos bru­ de tarde y de noche después de terminadas las tales ese como velo negro con el cual nos cu­ tareas de chacra. bren los insaciables, el desamor de esas gran­ Lo que usted me señala para leer es realmente des damas, que no saben lo que es amamantar la realidad actual, cruda, desnuda. Pareciera que un hijo, que por sobrarles la ropa, como un su autora hubiera palpado, sentido en carnes pro • sarcasmo o castigo, sienten deleite, orgullo en pias las injusticias, mezquindades, que las cla­ mostrarse seminudesnudas hasta en el templo, ses privilegiadas tienen con las familias cam­ de donde el gran maestro Socialista sacó a sus pesinas. antepasados, los fariseos, a chicotazos; esas que Es la realidad amarga y cruel. ¿Dónde van antes de tirarle un mendrugo al humilde, al a edificar los campesinos? ¿En los postes, como huérfano, prefieren llevar en brazos un perrito nuestro admirable hornerito? No, señor; hasta muy costoso, y que con las golosinas que le esos postes tienen dueño! Ya encontrarían los brindan sobraría para un desheredado! A mí legisladores, celosos guardianes de los latifun­ me repugnan, entre ellas y el perro me quedo distas, el modo de aplicarles un rendidor im­ con el perro! puesto ! En esa revista, en la sección "Al correr de JUNIO, 1939 Pá«. 41 los días", he leído una cosa que parece escrita Si para nosotros, que hemos luchado a brazo por usted: tierras para el iridio! Siempre que partido, este año es de verdadera calamidad, puedo me ocupo de ellos. Tiempo perdido, po­ puede usted figurarse lo que será para estos po­ bres diablos más abandonados que nosotros. bres chacareros indios I Es un abandono y mi­ Siempre que vienen algunos a verme, exponer­ seria increíbles. Con la nueva legua que no han me sus quejas, les digo para consolarlos, dar­ sido capaces de explotar ellos mismos, lo que les esperanzas: De repente creo que van a ve­ han hecho es endeudar más la Beducción. Creo nir esos mismos diputados que les sacó aquel que nada más que al comercio local y vecino bárbaro; pedirán que se les dé a cada uno de deben más de CIENTO CINCUENTA MIL. El ustedes un pedazo de tierra, útiles y que se los 80 por ciento se lo han comido ellos, y creen, deje libres; que les saquen de encima esos re­ pretenden, prometen pagar con el trabajo y dentores ... Y se van contentos* y esperan. producto del indio!

Cualidades indispensables en

Un escritor inglés ha expre­ una mujer recerse a un eco que no hable sado de una manera muy ori­ más que cuando le hablan a él, ginal algunas verdades incon­ pero no debe como el eco, tra­ testables. tar de hablar siempre la última. Hay tres cosas, dice, a las debe hacer como este animal, Y finalmente, debe ser como cuales debe parecerse una bue­ que lleva sobre su cuerpo lo el reloj de la ciudad, de una na mujer y a las que también que tiene. exactitud y regularidad perfec­ no debe parecerse. En segundo lugar, debe pa- ta; pero no debe como el reloj En primer lugar, debe pare­ hacerse oír en toda la ciudad. cerse al caracol, que guarda GD ("El Inválido Argentino", constantemente su casa, pero no año 1868.)

CONDE &Cía. • OBRAS SANITARIAS • GAS - INCENDIO PERÚ 84 - U. T. 33, Av. 9907 Pág. 42 VIDA FEMENINA LECTURA PARA NIÑOS a irara I Tanque Anua

"Había un cierto país muy seco, cuyo mos que sacar para daros a beber, vosotros, pueblo tenía angustiosa necesidad de agua. vuestras esposas y vuestros hijos, tendréis Y no hacía otra cosa más que buscar agua que darnos dos peniques, y la diferencia se­ desde la mañana hasta la noche y niuchos rá nuestra ganancia, ya que si no sería por perecían porque no podían encontrarla. esta ganancia no hubiéramos hecho esto por No obstante, había otros hombres en esa vosotros y habríais perecido todos. tarea que eran más astutos y diligentes que * a -Ü los demás, y juntaron grandes cantidades Y a los ojos del pueblo pareció bien, por­ de agua donde otros no pudieron hallar na­ que eran lentos para comprender, y ellos da, y el nombre de estos hombres, era ca­ llevaron agua para el tanque durante mu­ pitalistas. Y aconteció que el pueblo se lle­ chos días, y por cada balde- que llevaban gó hasta los capitalistas y les rogó le diesen los capitalistas daban un penique a cada agua de la que hallaron para poder beber, hombre; pero por cada balde que los capi*­ porque su necesidad era apremiante. Pero talistas sacaban del tanque para darle dé los capitalistas les contestaron, diciendo: nuevo al pueblo, ¡mirad!, el pueblo daba a —¡Vaya, qué tontos! ¿Por qué debemos los capitalistas dos peniques. daros el agua que juntamos para estar lue­ Y después de muchos días, el tanque de go como vosotros y perecer con vosotros? agua, que era el Mercado, sobrepasó el to­ Pero mirad qué haremos por vosotros. Sed pe, ya que por cada balde que el pueblo nuestros sivientes y tendréis agua. volcaba recibía tanto como para comprar Y el pueblo dijo: medio balde. Y a causa de este sobrante —Si nos dais a beber solamente, seremos que dejaba cada balde, fue que desbordó el nuestros sirvientes y tendréis agua. tanque porque el pueblo era numeroso y jos. los capitalistas eran pocos y no podían be­ Y así fue. ber más que los demás. Es por eso que se * -ü * desbordó el tanque. Los capitalistas eran hombres de enten­ Y cuando vieron los capitalistas que el dimiento y sabios dentro de su generación. tanque se desbordó, dijeron al pueblo: Ordenaron en grupos a los que eran sus sir­ —Veis que se ha desbordado el tanque, vientes con capitanes y oficiales y coloca­ que es el Mercado, ¿verdad? Sentaos, en+ ron algunos cerca de las fuentes para va­ tonces, y sed pacientes; porque no nos ciarlas, y a otros los hicieron acarrear el traeréis más agua hasta que el tanque esf agua y movilizaron otros para buscar nue­ té vacío. vos manantiales. Y toda el agua fue lleva­ ir -d * da a un lugar, y allí los capitalistas hicieron Pero cuando el pueblo no recibió más un gran tanque para guardarla, y el tan- peniques de los capitalistas por el agua que que se llamó Mercado, porque era allí don- traía, no pudo ocmprarles más agua a lqs de la gente, tanto sirvientes como capita- capitalistas, porque no tenía dinero con Jistas, iban a conseguir agua. Y dijeron los qué comprar. Y cuando los capitalistas capitalistas al pueblo: vieron que no tenían más beneficio porque —Por cada balde de agua que traigáis, ningún hombre les compraba agua, se afli­ que podamos verter en el tanque, que es el gían. Y enviaron hombres a los caminos, Mercado, ¡mirad!, nosotros os daremos un atajos y a los vallados, gritando: penique; pero por cada balde que tenga- —Si alguien tiene sed, que venga al tan­ JUNIO. 1939 Páf?. 43 que y nos compre agua, porque está des­ de sus padres, cuando la tierra estaba abier­ bordando. ta para ellos, para que cada uno buscase Y se decían entre ellos: agua por sí mismo, ya que los capitalistas —Ved, los tiempos son malos; nosotros se habían apoderado de todas las fuentes, lo vemos. , los manantiales, las carretillas, los recipien­ Pero el pueblo contestó así: tes y los baldes, para que ningún hombre —¿Cómo podemos comprar si no nos pudiese ir por agua más que al tanque, que pagáis; en qué forma tendremos dinero con era el Mercado. Y el pueblo murmuraba qué comprar? Pagadnos, entonces, como contra los capitalistas y les decía: antes, y nosotros muy contentos comprare­ —Mirad, el tanque rebosa, y nosotros mos agua, porque estamos sedientos, ¡y no morimos de sed. Dadnos, entonces, agua necesitáis que lo digamos! para que no perezcamos. Pero, dijeron los capitalistas: Pero los capitalistas contestaban: —¿Os pagaremos por traer agua cuando —Así no. El agua es nuestra. Vosotros el tanque, que es el Mercado, está ya desbor­ no beberéis de esto, a menos que nos lo dado? compréis con dinero.

Y así, porque los capitalistas no le paga­ Y lo afirmaban con un juramento, di­ ron más por traer agua, fue que el pueblo ciendo a su moda, "los negocios son los ne­ no pudo comprar el agua que ya había traí­ gocios". do, y porque el pueblo no pudo comprar el Pero los capitalistas estaban inquietos agua que ya había traído, los capitalistas no porque el pueblo no compraba agua, por­ le pagaron más por traer agua. Y se exten­ que no tenían ninguna ganancia y se ha­ dió el dicho: "Hay crisis". blaban entre ellos, diciendo: ir te * —Parecería que nuestras ganancias han Y grande era la sed del pueblo, porque detenido nuestros beneficios, y a causa de ahora no era como había sido en el tiempo las ganancias que obtuvimos, no podemos 44 VIDA FEMENINA tener más ganancias. ¿Cómo es que nuestro fan de nosotros, porque parecería que cuan­ provecho se ha vuelto improductivo para do un hombre no está harto, nuestra sa­ nosotros y nuestras ganancias nos vuelven biduría aparece ante él como vacuidad. pobres? Entonces, enviaremos por adivinos, Pero, dijeron los capitalistas: que puedan interpretar esto por nosotros. Id a buscarlos. ¿No sois nuestros emba­ Y los mandaron buscar. jadores? Y los adivinos fueron a buscar a las gen­ tes y les explicaron el misterio de la super­ producción y cómo era que ellos debían Ahora bien, los adivinos eran hombres morir de sed porque había mucha agua, y eruditos en obscuras frases, que se unieron como había mucha agua y cómo era que a los capitalistas a causa del agua de los ca­ no podía ser suficiente porque había dema­ pitalistas, que ellos podrían así tener y vi- siado. Y de este modo hablaron al pueblo vir ellos y sus hijos. Y hablaron al pueblo, refiriéndose a las manchas del sol y también en nombre de los capitalistas y fueron sus embajadores, ya que los capitalistas no eran a que esas cosas les sucedían por la falta de gente de rápida comprensión ni apta para confianza. Y fue, que así como los adivi­ discursos. nos hubieron hablado, su sabiduría pareció al pueblo vacuidad. Y el pueblo los insultó, Y los capitalistas pidieron a los adivinos diciendo: que les explicasen por qué era que el pue­ —¡Vamos, vosotros pelados! ¿Os burláis blo no les compraba más agua, aunque el de nosotros? ¿De veras la abundancia en­ tanque estaba lleno. Y cierto adivino con­ gendra el hambre? ¿Cierto que de mucho testó, diciendo: se obtiene nada? —Es a causa de la "superproducción". Y tomaron piedras y los apedrearon. Y alguien dijo: Y cuando los capitalistas vieron que el —Es plétora. pueblo seguía murmurando y no hacía oí­ Pero el significado de las dos palabras es dos a los adivinos, como temían que llega­ el mismo. Y otros dijeron: sen hasta el tanque y tomasen agua por —No; pero si la causa de esto son las fuerza, trajeron ciertos santos hombres (pe­ manchas solares. ro falsos sacerdotes) que decían al pueblo Y todavía otros contestaron diciendo: que debía estar quieto y no molestar a los —Ni es a causa de la plétora, ni tampo­ capitalistas a causa de su sed. Y estos hom­ co de las manchas del sol, que ha sucedido bres santos, que eran falsos sacerdotes, ase­ esto, sino a causa de la falta de confianza. guraban a todos que esa aflicción se las en­ Y mientras los adivinos disputaban, de viaba Dios para salvación de sus almas, y acuerdo a su costumbre, los hombres de que si ellos la soportaban con paciencia y no ganancia, cabeceaban, hasta que se durmie­ codiciaban el agua, ni molestaban a los ca­ ron y, cuando despertaron, dijeron a los pitalistas, acontecería que después que hu­ adivinos: biesen exhalado el último suspiro, entrarían Es suficiente. Nos habéis hablado agra­ a un país donde no habría capitalistas y sí dablemente. Ahora id y hablad amablemen­ abundancia de agua. Sin embargo, había te también al pueblo, así estarán en paz y también ciertos profetas de Dios, verdade­ nos dejarán también en paz. ros, y éstos tenían compasión del pueblo y Pero los adivinos, aunque eran hombres no profetizaban en nombre de los capitalis­ de funesta ciencia —así eran llamados por tas, sino que hablaban casi constantemente algunos— estaban poco dispuestos a ir a contra ellos. buscar al pueblo, por temor de que los ape­ dreasen, ya que el pueblo no los quería. Y dijeron a los capitalistas: —Señores, es un misterio para nuestra Ahora bien, cuando los capitalistas vieron sagacidad que cuando los hombres están que el pueblo todavía murmuraba y no se hartos y sin sed y viven tranquilos, enton­ calmaría ni con las palabras de los adivinos ces hallen agradable nuestro discurso como ni con la de los falsos sacerdotes, se adelan­ vosotros. Pero si están sedientos y vacíos, taron hacia él y pusieron las puntas de los de- no lo encuentran agradable sino que se mo- dos en el agua que desbordaba del tanque y JIMIO, 1939 Pág. +5 se humedecieron las yemas y desparramaron que eran llamados agitadores porque exci­ las gotas sobre el pueblo que se apiñaba al­ taban al pueblo. Y ellos hablaron al pueblo rededor del tanque, y el nombre de las go­ diciéndole que debían asociarse y así no tas de agua era "Caridad" y eran sumamen­ necesitarían ser sirvientes de los capitalistas te amargas. y no padecerían más sed de agua. Y a los Y cuando los capitalistas vieron que ni ojos de los capitalistas, los agitadores eran por las palabras de los adivinos, ni de los malos ciudadanos y los hubiesen crucifica­ santos hombres que eran falsos sacerdotes, do con gusto, pero no se atrevían por te­ ni tampoco por las gotas que se llamaban mor al pueblo. caridad, se acallaría al pueblo, que se en­ Y las palabras de los agitadores que ha­ furecía más y se amontonaba sobre el tan- blaban al pueblo eran: que como si quisiera tomarlo por la fuer­ za, se reunieron en consejo y enviaron —Vosotros, tontos, ¿hasta cuándo seréis agentes secretos al pueblo. Y estos hom­ engañados por una mentira y creeréis en bres buscaron a los más fuertes del pueblo vuestro perjuicio que no lo es? Porque, ¡mi­ y a todos los que tenían habilidad para la rad!, que todas las cosas dichas por los adi­ guerra, los llevaron aparte y les hablaron vinos y capitalistas son fábulas astutamen­ astutamente, diciendo: te inventadas. Y lo mismo que los hombres Venid, ya, ¿por qué no echáis vues­ santos que decían que es "voluntad de Dios tra suerte en manos de los capitalistas? Si que seáis siempre pobres, miserables y se­ aceptáis ser sus hombres y servirles contra dientos, ¡ved!, ellos blasfeman de Dios y el pueblo, para que no rompan el tanque, son falsarios a quienes El juzgará severa­ tendréis agua en abundancia, y no perece­ mente aunque perdone a todos los demás. réis vosotros y vuestros hijosj ¿Cómo es que vosotros no podéis acercaros Y los hombres fuertes y los que eran ex­ al agua del tanque? ¿Es porque no tenéis pertos en guerra escucharon este discurso y dinero? ¿Y por qué no tenéis dinero? ¿No permitieron que los persuadiesen,! porque es porque recibís un solo penique por cada apretaba la sed, se unieron a los capitalistas balde que traéis al tanque, que es el Merca­ y se transformaron en sus hombres y coloca­ do, y debéis dar dos peniques por cada bal­ ron espadas en sus manos para defender a de que sacáis y así los capitalistas pueden los capitalistas y golpearon al pueblo cuan­ tener ganancia? ¿No veis cómo por este pro­ do se apiñaba junto al tanque. cedimiento el tanque debe desbordar, es­ ü 6 & tando colmado por vuestra confianza y Y después de muchos días el agua descen­ creando la abundancia fuera de vuestra va­ dió en el tanque porque los capitalistas con ciedad? ¿No veis también que por más du­ el agua hicieron fuentes y estanques para ro que trabajéis y por más diligentes que peces y se bañaron allí ellos, sus esposas y seáis en buscar y traer el agua, será peor y sus hijos, y malgastaron el agua por placer. no mejor para vosotros a causa de la ganan­ Y cuando vieron los capitalistas que el cia, y así por siempre? tanque estaba vacío, dijeron: •ü ir * —La crisis ha terminado. Y buscaron al pueblo y le pagaron para De este modo hablaron los agitadores que trajese agua para llenarlo otra vez. Y durante muchos días al pueblo, y ninguno por el agua que el pueblo llevaba al tanque los escuchó, pero sucedió que después de un recibía un penique por cada balde; pero tiempo el pueblo prestó atención. Y con­ por el agua que sacaban los capitalistas pa­ testaron y dijeron a los agitadores: ra devolver al pueblo cobraban dos peni­ —Vosotros decís verdad. Es a causa de ques para tener ganancia. Después de un los capitalistas y de las ganancias que ellos tiempo, el tanque se desbordó como antes. quieren; ya que por su culpa y sus ganan­

bras de los adivinos. Pero ved, los capitalis­ —Elegid hombres para que entren y sal­ tas son duros y sus compasivos favores son gan, dirijan vuestros grupos y ordenen crueles. Decidnos si conocéis algún medio vuestro trabajo, y estos hombres serán lo de librarnos de nuestra servidumbre. Pero, que eran los capitalistas; pero, mirad, no si no conocéis algún medio seguro de libe­ serán vuestros amos como los capitalistas y ración, os rogamos que calléis y nos dejéis sí vuestros hermanos y oficiales que harán solos para que podamos olvidar nuestra vuestra voluntad y no obtendrán ganan­ miseria. cias sino que cada hombre tendrá su parte Y contestaron los agitadores: como los demás, que no podrá haber más —Conocemos un medio. amos y sirvientes entre vosotros y sólo Y dijo el pueblo: hermanos. Y de tiempo en tiempo, cuando —No nos engañéis, porque esto ha suce­ lo juzguéis conveniente, eligiréis otros hom­ dido desde el principio, y nadie ha encon­ bres discretos en lugar de los primeros para trado el camino de la salvación hasta ahora, dirigir el trabajo! aunque muchos lo hayan buscado cuidado­ Y el pueblo escuchó y le pareció todo samente, con lágrimas. Pero si sabéis un ca­ muy bien y no les pareció nada duro. Y a mino, decídnoslo rápidamente. una sola voz, gritaron: —¡Entonces seamos como habéis dicho, ya que lo queremos! Y entonces los agitadores hablaron al pueblo del camino. Y dijeron: Y los capitalistas oyeron el vocerío y era —Mirad, ¿qué necesidad tenéis de estos el pueblo, y los adivinos también oyeron, capitalistas, para que estéis rindiéndoles ga­ así como los falsos sacerdotes y los fuertes nancias sobre vuestra trabajo? ¿Qué gran­ hombres de guerra que estaban para la de­ des cosas hacen ellos para que les rindáis fensa de los capitalistas; y, cuando oyeron, este tributo? ¡Ved! Es solamente porque temblaron en tal forma, que sus rodillas se ellos os agrupan, os dirigen, disponen vues­ golpeaban, y entre ellos decían: tras tareas y después os dan un poco del —¡Es nuestro fin! agua que vosotros habéis traído y no ellos. Y como había ciertos verdaderos sacer­ ¡Ahora ved cuál es la manera de salir de dotes de Dios que no profetizaban por los esta servidumbre! Haced vosotros mismos, capitalistas, pero tenían compasión del pue­ lo que es ejecutado por los capitalistas, a blo; cuando oyeron los gritos del pueblo y saber, la ordenación de vuestro trabajo, la lo que decían, se regocijaron con inmenso dirección de vuestros grupos y la división júbilo y dieron gracias a Dios por la libe­ de vuestras tareas. Así, no necesitaréis de ración. los capitalistas para nada y no les propor­ cionaréis ninguna ganada; pero todo el fruto de vuestro trabajo lo compartiréis como hermanos, teniendo todos lo mismo; Y el pueblo fue e hizo todo lo que los y así el tanque nunca se desbordará hasta agitadores habían dicho que hiciera. Y todo que cada hombre esté satisfecho y nunca pasó como los agitadores habían dicho, to- más agitaréis la lengua y después haréis, do de acuerdo a sus palabras. Y no hubo con el exceso, agradables fuentes y estan­ ningún sediento en ese país, ninguno estu­ ques para vuestro deleite como hicieron los vo hambriento, ni desnudo, ni sufrió frío, capitalistas; pero éstas serán para el placer y cada hombre dijo a su compañero. "Mi de todos! hermano", y cada mujer dijo a su camara­ da, "Mi hermana", porque así eran entre Y el pueblo contestó: ellos, como hermanos que viven juntos y —¿Cómo haremos esto, que nos parece unidos. tan bueno? Y la bendición de Dios cayó sobre este Y los agitadores contestaron: país, para siempre." EDWARD BELLAMY PROFESIONALES

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