LA GUERRA DEL 47 Y La Resistencia Popular a La Ocupación
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GILBERTO LOPEZ Y RIVAS LA GUERRA DEL 47 y la resistencia popular a la ocupación EDITORIAL NUESTRO TIEMPO, S. A. Colección: Teoría e Historia © Editorial Nuestro Tiempo. S. A. Avenida Copilco 300 Locales 6 y 7 México 20. D. F. ISBN-068-427-7 Primera edición, 1976 Segunda edición, 1982 Derechos reservados conforme a la ley Impreso y hecho en México A ALICIA, LA COMPAÑERA A NAYAR Y ALI, El. FUTURO SIEMPRE BRILLANTE. AL GENERAL MANUEL MIER Y TERAN. ILUSTRE MEXICANO, VICTIMA DE SU HONRADEZ, DE SU AMARGURA Y DE SU PRO- FUNDO AMOR POR SU PATRIA. ÍNDICE Pág. Introducción 9 CAPITULO I Generalidades del expansionismo territorial norteamericano 30 CAPITULO II Vicisitudes del establecimiento del Poder Norteamericano en las Provincias mexicanas 63 Las provincias del Norte de la Nueva España 65 Las provincias al Norte del México Independiente 76 La conquista del Norte de México 87 91 California Nuevo México 98 Texas 104 CAPITULO III La Resistencia 117 La violencia en la historia de los chicanos 117 La resistencia durante la guerra entre México y los Estados Unidos 126 La resistencia durante la guerra en California y Nuevo México 139 California 146 Nuevo México 157 La resistencia contra el poder norteamericano esta- blecido 173 INTRODUCCIÓN I La guerra de conquista emprendida por los Estados Unidos en contra de México en 1847 no sólo brindó a ese país la posibilidad de extender mi territorio hasta alcanzar la trascontinentalidad ambicionada, fervientemente por los venerables «padres de la república», no sólo dio un impul- so extraordinario al comercio, a la industria, a la minería, a las Empresas agrícolas y ganaderas capitalistas, en suma, a toda la estructura económica de los Estados Unidos; también, trajo como consecuencia la formación de un grupo nacional explotado, ocasionó el surgimiento de una minoría incrustada en el territorio de un estado extranjero y la existencia de un problema nacional, cuyas caracterís- ticas esenciales de desigualdad y de explotación económi- cas, de discriminación social y cultural, han subsistido has- ta el presente. En el proceso de conquista de las tierras mexicanas, los Estados Unidos establecen un sistema de estratificación —sobre la base del origen étnico y nacional de la pobla- ción— en el que los mexicanos y los indios pasan a ocupar el nivel más bajo de la escala social. Estos son explotados de la misma forma que el resto de los sectores laborantes, aunque bajo condiciones de diferenciación y preferencia. En el transcurso de este proceso, los mexicanos se ven des- pojados de los medios de producción mis importantes, son desplazados de la dirección de las principales actividades 9 10 LA GUERRA DEL 47 económicas y obligadas a integrarse en el sistema capitalis- ta como asalariada» y como subordinados en las empresas de los patronos norteamericanos. Desde los primeros años del establecimiento del capitalismo norteamericano, las re- laciones de dominación del grupo extranjero hacía la po- blación mexicana se imponen en todas las esferas de la vida económica y social. Estas relaciones son mantenidas por medio del ejercicio constante y sistemático de la vio- lencia y la intimidación, asi como a través del control ideo- lógico y político de la población mexicana. Paralelamente a la integración del grupo mexicano al sistema capitalista como asalariado, el poder norteameri- cano no hizo el menor intento por integrar cultural y so- cialmente a los mexicanos, y, al mismo tiempo, se opuso al desarrollo de tus instituciones y desvalorizó sus contri- buciones culturales. El socorrido modelo del «crisol» nor- teamericano de la asimilación cultural, ha sido puesto en práctica únicamente con los emigrantes europeos conside- rados de «raza blanca», y con aquellas élites, previamente «reeducadas», que han sido útiles en el proceso de domi- nación de sus propios pueblos. La clase dominante mexi- cana en los territorios perdidos, jugó un papel histórico en la conquista del «Suroeste»: 1 fue el elemento amortigua- dor en el conflicto entre anglos y mexicanos, sirvió para sancionar la legitimidad del poder norteamericano y para mediatizar los movimientos de protesta, de rebeldía 0 de reforma, dirigidos contra ese poder. El factor de la alianza de clase por sobre las barreras nacionales tuvo una gran importancia en condicionar el bajo nivel político y organizativo de la resistencia mexi- 1 Por Suroeste nos referimos a loe territorios mexicanos con- quistados por los Estados Unidos en 1836 y en 1847, anexados «oficialmente» a este último país por medio del tratado de Gua- dalupe Hidalgo, firmado él 2 de febrero de 1848. Estos territo- rios comprendían los actuales estados de Texas, Nuevo México, Arizona, California, Nevada, Utah y parte de Colorado. INTRODUCCIÓN 11 cana, tanto durante la guerra de 1847 como durante el proceso de la conquista efectiva de las tierras mexicanas, ni sembrar la división interna, el derrotismo y la pasividad para lograr o mantener beneficios de clase. Sobre estas ba- ses, el poder norteamericano establece en las perdidas pro- vincias norteñas un sistema doble de opresión y de explo- tación sobre el grupo mexicano, un sistema de explotación y de opresión a la vea clasista y nacional. Desde esta perspectiva, consideramos que los factores que intervienen en el Surgimiento histórico de la minoría nacional chicana en el siglo XIX son, por un lado, la dife- renciación socioeconómica que el poder norteamericano instituye, siguiendo las líneas del origen étnico y nacional de la población y, por el otro, la resistencia constante de los mexicanos ante este esquema de dominación. A este respecto, circunscribiéndonos a los límites temporales que hemos fijado a nuestro estudio, aproximadamente desde principios del siglo XIX hasta las cuatro primeras décadas que siguen a la terminación de la guerra de 1846-48. CON- QUISTA y RESISTENCIA son los procesos fundamentales que entran es juego para condicionar la aparición de las ca- racterísticas que habrían de constituir las rasgos peculiares de un grupo nacional distinto de nuestro conglomerado nacional al sur de la frontera. Sin embargo, no obstante la existencia de estas peculia- ridades, producto de una realidad objetiva e histórica que toma un rumbo propio a partir de la conquista norteame- ricana, México reforzaría constantemente, a lo largo de más de un siglo, toda la gama de instituciones culturales de la minoría nacional chicana a través de la emigración ininterrumpida de mexicanos hacia las áreas rurales y ur- banas del Suroeste, favorecida por la cercanía geográfica de estas áreas con México y la dependencia económica de este país con respecto a los Estados Unidos. De este modo, visto desde una perspectiva histórica, los factores que se interrelacionan íntimamente en la forma- ción de la nacionalidad chicana son los siguientes: 12 LA GUERRA DEL 47 a.) La guerra de conquista y el establecimiento del po- der socioeconómico norteamericano en el Norte de México. b) La resistencia de la población mexicana a la inva- sión y a la dominación extranjera. c) La emigración ininterrumpida de mexicanos a los Estados Unidos y principalmente al Suroeste. d) La cercanía geográfica entre la comunidad nacional chicana del Suroeste y la comunidad nacional mexi- cana de la frontera. El factor de la emigración cobra fuerza a partir de la primera década de este siglo, con períodos en los que el éxodo de trabajadores mexicanos a los Estados Unidos al- canza cifras impresionantes (en la década de los veintes, por ejemplo, se calcula en 436 733 el número de personas que emigraron legalmente; entre 1900 y 1968 se da una cifra de 1448 017 de emigrantes mexicanos, debiéndose tener presente que en estas cifras no se incluyen los emi- grantes sin documentos). Este hecho ha sido enfatizado mucho, al grado de pretender conceptualizar a los mexi- canos de los Estados Unidos como una minoría de emi- grantes y tratar de minimizar los acontecimientos históri- cos ocurridos en el siglo XIX. Sin restar importancia al fenómeno migratorio y a las implicaciones que éste pueda tener, consideramos que los millones de trabajadores pro- venientes de México llegan a una situación socioeconómica definida de antemano por el prolongado conflicto entre anglos y mexicanos que expondremos a lo largo de nuestro estudio. Los emigrantes «heredan», por así decirlo, una realidad histórica marcada por la violencia, la discrimi- nación y la explotación de carácter a la vez social y na- cional, que tuvo sus orígenes en el proceso de conquista al que nos referiremos extensamente; el recién llegado es si- tuado en un sistema de relaciones que ha sido articulado durante decenas de años de conflicto y de dominación, dentro del contexto del sistema capitalista. INTRODUCCION 13 De este modo, sí desde un punto de vista estrictamente formal e histórico los chicanos podrían ser definidos como una minoría nacional resultado de un proceso en el que participaron un núcleo de población autóctono y una masa de emigrantes, a la luz de nuestros argumentos, el primer elemento cobra una importancia sociológica indiscutible. Así, a pesar de que se calcula que sólo el 15 % de la po- blación chicana actual es descendiente del núcleo original de la población mexicana del Suroeste, por las razones ex- puestas y con fines clasificatorios, definimos a los chicanos como una minoría nacional autóctona, es decir, como un grupo nacional históricamente constituido y filo en un te- rritorio determinado. Igualmente, sobre la base de nuestra argumentación, sostenemos que para comprender la situación actual de la población chicana, para descubrir los mecanismos estructu- rales e ideológicos que la mantienen como un pueblo opri- mido, es de importancia primordial tomar en cuenta el análisis histórico de los factores, de las condiciones y de los acontecimientos específicos que determinaron los proce- sos de la conquista y de la resistencia del norte de México. II Un sistema teórico se mantiene o se cae, no sobre la base de dogmas pasados, sino por su capacidad en captar los nuevos problemas a medida que se presentan, y en darles soluciones viables.