Atlas Municipio Colón Estado Zulia
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
ATLAS MUNICIPIO COLÓN ESTADO ZULIA Alexis Fernández Prólogo, Compilación y Curaduría Abril 2013 Lino Meneses. Antropólogo y Arqueólogo. Museo Arqueológico Gonzalo Rincón Gutiérrez. Universidad del los Andes. Francisco Santiago. Ing. Geól. Francisco Santiago Sistemática Avanzada. Postgrado en Botánica Taxonómica Neotropical. Centro Jardín Botánico de Mérida. Facultad de Ciencias. Universidad de Los Andes David Mejías. Biólogo. Coordinador del Grupo de Investigaciones en Acuicultura y Zoología Aplicada de UNESUR. Orlando Escalona. Físico. Universidad de los Andes. Ángel Uzcátegui Blagdimir Labrador. Economista. Gerardine Parada. José González Ender Urdaneta Samir Nasser Ing. Agropecuario -Agroecologia aplicada Ángel Watt Doctor en Innovaciones Educativas. UNESUR, Álvaro González Alberto Güerere Domingo Labarca Prieto Manolo Silva Artemio Cepeda Sumario Presentación. …………………….. Prólogo ……………………………………………………………………… Caracterización de las capas geológicas del Sur del Lago. Janeth Navarro Arqueología e historia de los pueblos originarios del Municipio Colón. Actas fundacionales en el siglo XVIII División político territorial del municipio Colón Características Demográficas del municipio Colón Símbolos Municipales Esta tierra de prodigios: El farol del Catatumbo La cuenca hidrográfica del río Escalante Economía surlaguense/ Blagdimir Labrador La ganadería de doble propósito El plátano El cacao Piscicultura Universidad UNESUR INSULAC Testimonios (crónicas, narrativas, ficciones) Personajes y Oficios Gastronomía Bibliografía General Fundamentación o Prólogo ¿? Alexis Fernández “Es que el cronista y su quehacer (o su suspicacia) es escritor incómodo -por inclasificable- pues se mueve con irrespeto por la propiedad en los terrenos de la certidumbre y la incertidumbre, roza la lucidez perfecta y el delirio exacto...su verdadero ingenio: ese arte de revelar la minucia preciosa de lo local, lo fragmentario, lo inmenso íntimo, la esquina de un país, el apellido de un pueblo, la familia de una nación, el paisaje individual, personal de cada uno, el ayer y el hoy embrollados de enredadera, pastizal, chubasco y verano, follaje de árbol genealógico o de libro de nacimientos y de defunciones” (Crespo L.A. en El País Ausente). He escuchado con frecuencia y he leído en forma reiterada la expresión imprecisa, gastada y arrebatada por un dejo de nostalgia y en muchos casos de indiferencia, cuando de referir el origen de uno de nuestros coterráneos se trata, la siguiente acotación: “…él es del Sur del lago”, “…él es del remoto Sur del Lago”, “…eso queda muy lejos, hacia el Sur del Lago” “…ellos se fueron muy lejos, imagínate se fueron para Santa Bárbara”. “Andan para Colón…y eso si queda lejos, eso queda donde se regresa el viento” “… ¿San Carlos de Zulia…? como que queda cerca de Santa Bárbara…en el Zulia, qué sé yo”. En otras ocasiones, por contrapartida a ese eco distanciador e indiferente, se contrapone la visión idealizada de un pasado pletórico en abundancias, “La despensa verde de Venezuela”, “De Zulia son los mejores plátanos y el mejor queso…las mejores carnes…”, “Santa Bárbara, esta zona se hunde en riquezas, tu lanzas una moneda a las riberas del río y nace una mata de plátanos…te devuelve un racimo de plátanos con queso rallado y todo…aquí los crotos son árboles gigantescos…la carne, el mejor lomito del mundo…el pescado, el mejor pescado de agua dulce…” son expresiones pautadas al calor de una abundancia que ha permitido el enriquecimiento de unos pocos en detrimento de la gran mayoría trabajadora. Apartamiento acunado desde el centro hacia la periferia, en una clara manifestación etnocentrista, alejamiento espacio–temporal idealizado como categoría fija, invariable, que segrega y condiciona las potencialidades que posee esta zona conocida como sur del lago, municipio Colón. Sólo 470 km. vía terrestre, 25 minutos por vía aérea de la Capital del estado, 1 hora y 15 minutos desde la Capital del país (esperando se restituya esa anhelada como ansiada línea aérea). Hoy inequívocamente una nueva visión intenta recuperar esa memoria disgregada, anulada, por los más disímiles intereses de clase que ha pretendido sepultar en el olvido cruentas décadas de exclusión y en algunos casos de la más oprobiosa negación. Aproximados en tiempo y espacio las potenciales condiciones de esta entrañable tierra lucen infinitas al sólo recorrer sus vastas extensiones, sus venas fluviales, sus posibles destinos turísticos, sus posibles encuentros culturales, su incesante interacción con municipios aledaños y laderas andinas. La meritoria labor de historiadores y cronistas ha recuperado para la comprensión de nuestro propio proceso histórico y nuestra ubicación geopolítica la escritura que reivindica nuestra memoria colectiva. La crónica como escritura que nos nombra, que nos caracteriza como ente histórico y social: “Suma de ejercicio escritural que intenta conectar la dispersión, reunir la estructura vertebral del pensar, actuar, sentir, lúdico, mágico, religioso que soportan los perfiles ideosincráticos de nuestra identidad como nación. Ejercicio que escudriña contra la desmemoria y el olvido, contra el desamparo y la agresión. La crónica que es escritura de la memoria nos relata de ese pueblo invisible…” (En Fernández, A. 2005) Las obras de Alberto de Jesús Güerere, “Biografía del distrito Colon” (1951), las obras de Bernardo Villasmil “Memorias de Santa Bárbara” (1995). “Cuentos y Crónicas del sur del lago” (2007) así como los documentados trabajos de Manolo Silva, periodista, cronista, historiador y la encomiable labor de Domingo Labarca Prieto, docente y promotor cultural, han permitido luchar contra esa desmemoria y ese olvido acumulado. Orígenes que se remontan a la facienda Coimbra, en los inicios del siglo XVII, convenida en extensos cultivos, sobre todo el cultivo del café, en los predios merideños, según nos relata el entrañable Bernardo Villasmil. Referencias a sus propietarios, Nicolás Da Buyn y Xuana de Oña, cuya hija fue bautizada con el nombre de Xulia y sus afanes en la búsqueda de nuevas rutas para el trasporte del café y otros productos hasta aposentarse en el sur del lago. Sus descendientes (Xulia y Josef Reginaldo Lizárraga, en 1707) crean el Mesón Coimbra, dedicados a la agricultura y a la pesca…relatados en “Memorias de Santa Bárbara” (Villasmil, B. 1995) y en la recién presentada obra “Cuentos y Crónicas del sur del Lago” (Villasmil, B. 2007:88). Una visión parnasiana y bucólica del medio, de ese medio ambiente donde Xulia y Josef Reginaldo Lizárraga construyen con arrieros, campesinos, indios, la genealogía de la historia venidera, visión bucólica dije, pero no menos real, veraz, eficaz, ciertamente encantatoria, la que nos ofrece Bernardo Villasmil en una de sus páginas: “La providencial feracidad de estas tierras, siempre impertérritas anta la erosión, el bucólico paisaje de sus prados y bosque salpicados por trinos de canoras aves: el incesante navegar de nenúfares y algas por el río y el caño como ánades en procesión; las trémulas campánulas colgadas de flexibles lianas, adormecidas ante el paso de la fresca brisa, embalsamada por el aroma de las flores silvestres; la fragancia de los eucaliptos y las albahacas y el perfume del orégano quemado por los indios en los predios cercanos, formaban un conjunto armonioso que ascendía a los prados celestiales del Olimpo”. (Villasmil, B. 2007). Gracias a ese meritorio oficio podemos referirnos a las tres sucesivas fundaciones de San Carlos de Zulia. Tres actas de fundación registra San Carlos Del Zulia: 23,27 y 28 de marzo de 1778. En esa memoriosa “Recopilación histórica del Distrito Colón”, de Manolo Silva, leemos: “En la nueva fundación de San Carlos de Zulia, a veintiocho de marzo de mil setecientos setenta y ocho años. Los señores Don Ramón Hernández de la Calle, Teniente de Infantería y segundo comisionado para la expedición y Población Motilona, por el Rey Nuestro Señor y Don Nicolás José Antúnez Pacheco, Regidor Depositario General de la Ciudad de Maracaibo, dijeron que para concluir y formalizar la entrega y posesión de tierras y casas de las que hay concluidas hasta el presente, que son en número de trece, exclusive la del cabildo y padres Capuchinos, pasaron tales señores a los respectivos terrenos y casas de habitación y en presencia de los testigos y asistencia de los interesados en nombre de su Majestad, les dieron posesión de unos y otras, con arreglo a lo prevenido por Reales Leyes y a lo dispuesto por el señor Gobernador y Comandante General de esta Provincia, en su Superior Decreto del catorce del que acaba. Y quedando enteramente posesionados, ofrecieron cumplir las obligaciones a las que se han constituido, y sufrir las penas a que de lo contrario se hacen acreedores. Pásense a manos de su Señoría el señor Gobernador, las diligencias originales actuadas hasta este día, con copia de las dos instrucciones que por separado les quedan al Alcalde Ordinario y Cabo de esta fundación, Don Rafael Echeverría y Don Ignacio Mota. Y por esta que Sms. Proveyeron, así lo dijeron, mandaron y firmaron por ante testigos, por defecto de Escribano Publico de que certificamos, (Firmados): Ramón Hernández de la Calle, Nicolás Antúnez Pacheco. Testigo Francisco Sánchez. Testigo: Ignacio José de la Mota, José Echeverría, Ignacio de Estrada”. (Silva, M. 1998:78) Época de arduo y fatigoso trabajo de construcción de ese proyecto de ciudad que se llamará San Carlos de Zulia en una de las riberas de río Escalante. En la otra ribera como bien acuñara el maestro Manolo Silva, la ciudad gemela, Santa Bárbara. Terruños ribereños levantados a pulso ante las inclemencias de un hábitat hasta entonces selvático, de ríos y ciénagas, de tierras anegadizas y aluvionales, de fértiles y grandes extensiones llanas. Tierra del relámpago del Catatumbo y de los infinitos ríos del sur en busca de sus cauces hacia el gran Coquivacoa. Vastas extensiones donde la flora y la fauna, el invierno y el verano, se expresan en una exuberancia que raya los límites de lo imposible. Ese otro maestro de la crónica, Alberto de Jesús Güerere, nos describe con puntualidad la crónica del día a día de San Carlos en inminente interacción con Santa Bárbara: “Para atravesar el río, existía un pontón que partía de la calle Bolívar.