EL I~1USEOCANARIO.

sUSr ~) a EL MUSEO CANA1IIO,

REVISTA QUINCENAL, ÓRGANO DE LA SOCIEDAD DEL NIS1YJO NOJYJBRE

ESTABLECIDA EN

LAS PALMAS DE GRAN-CANARIA,

PARA EL ADELANTO

11E ~ CIE~G1A&L~~E~RABY L~AR~E$.

TOMO II.

DELl DE SETIEMBRE DE 1880 AL 22 DE FEBRERO DE 188!.

LAS PALMAS.

IMPRENTA DE LA ATLÁNTIDA, á cargo de Antonio Cabrera y Quintana—Santa B~’bara,19. $880.

~LMU~O ~A~) ~ ~CA

A~oI 1. ~s I~i~ í~i~lii Mill l~7 Dl l8’~O NL1\l 1 EL MUSEO CANARION

EXPEDICION Á GUAYADEQUE. (*)

III. Volvimos al dia siguiente d Guayadeque d con ti— nuar nuestros trabajos de exploracion; y apellas lic— gamos, deseosa nuestra gente de ganar tiempo, suben los enriscadores por un terreno de ditícil ascenso por lo pendiente, hasta llegar al pió (le un risco que se destacaba perpendicularmente y cii cuyo sitio se des- cubrió una cueva qUe 110 liabia Sido visitada. Para penetrar en ella, uno de los trabajadores tu- vo que dominar unas escarpadas rocas, colocar dose ~muna respetable altura sobre la Cueva, y lijando tilia cuerda, se deslizó por ~l1acon l~as111os~1ligereza has- ta llegar ú la entrada, penetrando no sin alguiia di- ficultad. A poco le Vin105 salir y nos hizo la señal conve- nida de que babia encontrado objetos (le importan- cia; y acto continuo arroja una cuerda, se tiende la escala, y nuestro teniente coronel de artillería ascien- (le intrópidamente, desplegando ú poco todo el teló— grafo cii señal (le satisfaccion, y p0~este hiuslo ha— llazgo la denominamos la cueva del Artille’o. Siguió- le Grau Bassas y varios enriscadores. Veamos la descripciou que ini colega Grau l3as- sas, me facilitó acoinpafiándome un cróquis de aquel recinto: «Tiene la cueva en su interior, inicia la derecha, «otra pequeña cueva con salida al exterior y separa- ((da de la primera por un muro tallado en la roca. «La pequeña cueva parece haber estado destinada ú (*) Véase el número 6°

To~iou.—! * EL MUSEO (~ÁNARIO. «depósito rcservad~y en ella se encontraron los res— «tos mejor conservados. La mayor tiene siete metros «de largo por cinco de ancho, y en uno de sus lados «exisle una ventana. En su interior se ven dos poyos «de metro y medio (le altura, uno el! el forillo y otro «ó la derecha. 1 lallabanse los esqueletos paralelamen- ((te colocados; y todos, sin exeepcion, cubiertos con «envolturas de juncos, teniendo algunos sobre éstas, «otras (le 1del. En el suelo no se encontraron vesti— «gios (le sepultura, llamando mucho la atencion las «especiales condiciones del local para el ohjeto ~t que «se babia destinado. Las tres aberturas se encuentran (((le tal manera dispuestas, que sea cualquiera el tiein- «po que reine, se produce constantemente una fuer— «te corriente (le aire)). Hecogi~’ionsecon el mayor esmero y cuidado to- dos aquellos despojos que se descolgaron ei sacos y cestas ~propusito, deposiL~ndosepara trasladarlos lue- go al pueblo del Ini genio. 1 ~asóse luego al ex~uinende otra nueva cueva, cine el misiuo (iran I3assas describe en los siguientes tér— 11111105: «Estú formada de dos compartimientos iguales ((tallados en la roca y sostenidos por tres columnas. «La parte anterior i~ai~ecehaberse hundido, dejando «sólo las columnas y urna porcion pequeña de las cine— «vas; y este liundiunento lo comprueba la circuns— «fancia de haberse encontrado algunos esqueletos en «la misma entrada, y otros fuera de ella; no parecien— «do natural que los indígenas, tan celosos de la con— «servacion de los cadítveres, los fuesen ít colocar cii ((sitio tan expuesto á los agentes atinosf~’ricosy á las «aves de rapiña. En esta cueva no es posible pene— «trar de pi~nl causa de la poca elevacion de su techo. «Los cad~iveresse 1 iallahan iguahnente envueltos en

((tejidos (le junco y algunos adenuís ~ pieles adoba- «das. Indudablemente esta cueva, lo mismo que la «anterior, y la que le sigue, estuvieron destinadas ~t «sepulcro coinun, pues se encuentran esqueletos de «hombres, mujeres y niños todos mezclados. Se ob- «serva tambien que no depositaban los cuerpos en EL MUSEO CANARIO. «contacto con el suelo, sino sobre lechos formados ~con nstillas de tea». Debajo (le esta cueva exsiste otra t’t la que pu- de subir, gracias ti los esfuerzos de los amigos. Allí encontrauios un nuevo necrópolo, y al ver que se hallaba casi á la intemperie, pude observar que en aquel sitio se habian operado grandes desprendiniien- tos y que finicamente á ellos era debido semejante estado. Dl principio á las operaciones; pero como la tar- de estaba bastante avanzada, se suspendieron los tra- bajos para continuarlos al siguiente dia. Cargamos las bestias, y regresamos al pueblo del Ingenio, (1011- de pasamos la iioche, despues de convenir en la hora de nuestra salida al siguiente dia, para continuar nues- tras investigaciones. Así lo lucimos, y bastante temprano, emprendi- mos la marcha, daiido prilicipio con mayor empello mí nuestros trabajos. Verdugo y Grau l3assas subieron p01 las escalas, é instalado yo en ini cueva, descubrí, i~ormedio de excavaciones, numerosos cadáveres de lionibres, mu- jeres y nifios colocados unos sobre otros del modo más irregular, á tal grado que inc fuó de todo punto imposible extraer un esqueleto completo. A las cuatro (le la tarde habíamos va c )llclnldo nuestras más importantes operaciones, y sb’~ndonos necesario retornar mí Las Palmas, dimos Úrdeu á los trabajadores para que continuasen las excavaciones, indicando el mnt~todo(JUC liabrian de seguir, y nos pusimos en viaje para la capital á donde llegamos á las diez de aquella noche, satisfechos del resultado de nuestra expedicion. Podernos decir, sin temor de equivocarnos, (J1IC nuestro Museo se ha enriquecido con el producto (le esta exploracion mí Guayadeque, bajo el pLm1ito antro- pológico y loipográlico; que nuestras colecciones Sol! de tal importancia que bastan á suministrar datos suficientes para hacer un estudio que pueda con(1 u— cirnos de un modo cierto y seguro al conocimiento del antiguo pueblo canario; y que nuestra Sociedad EL MUSEO CANARIO.

(1 che atender principa1me1~te~t recabar ar])itrli }S para llevai’ fi efecto l)erio icamente excursiones de esta índole, no sólo en esta isla de Gran—Canaria, sino tambien en las demás del Archipiélago, fi un de ir completando con objetos de inesliinahle vah)r las ahlmdantes colecciones que iioy ~0S~t110Sy que tan- ta luz habrán de dar para la historia de nuestros abo- rígenes y estudios antropológicos. De esta exploracion á Guavadeque, podemos de- ducir dos hechos históricos de culminante interés: ~ que el pueblo de Agü nes, que todos nuestros Insto— riadores dicen haber sido el antiguo Argones, tan cé— lebre en la historia de la Gran—Canaria, no es otro sino Guayadeque; pues á presencia de loS hechos y del exámen detenido de aquella localidad no queda la me- nor duda para así asegurarlo. Y ‘2.°que al contrario de lo que hasta hoy se ha ercido, no sieuipre los pri- mitivos canarios colocaban los cadáveres aisladamen- te y en una misma direccion, con separacion de los sexos; pues los liemos encontrado en considerable número, con sus propias vestiduras, en diferentes di- recciones y mezclados unos con otros, sin la separa— c.ion, ni el órden Y simetría que todos nuestros his- toriadores dán como constantes en aquellos indígenas. Du. CHIL y NAR4NJo. EL MUSEO CANARIO. 5

AGRICULTURA.

(Conclusion). •IV. Inqerto de á)’boles fr~tttes. Est;e es uno de los mtts grandes secretos que el hombre allú en los primitivos tiempos de su mdi— montano estado supo, sin einl cirgo, arrebatai’ t~la sabia y misteriosa naturaleza. En efbclo, o] servando el hombre que los ~rholes se desarrollaban tardia— mente y sin robustez, y que sus frutos eran escasos, pequefios y de insípido sabor, observando tambien que en los animales, p~rmedio del cruzamiento de las razas, se mejoraban las especies, hubo de ociir— mirle que, cruzando del mismo modo los émbolos qm~ tuviesen cualidades a nélogas, habni;ui de uie~orar sus condiciones de existencia y tructificacion; y no se equivocó en su lógico raciocinio. ( ~Ío]i repetidos en— sayos y laboriosos experimentos en a(u/ie)~H~de varios modos estrechainenie entre sí íuholes con iguales condiciones fisiologicas, obtuvo el sorprenden te fenó- meno de que aquellos ulismos érholes, antes perezo- sos y desmedrados, se (lesarrollasen cOli P’~°~y ex~i- herante ve~etacion, rindiendo tí poco tienipo abundo- sas y ricas frutas, como las que an tialmente recogeiiios. La época cii que esta evolucion tan felizmente conquistada se reah zara, estmi velada con el tupido manto de los siglos; pero los pueblos agrícolas, por medio de una prmíctica constante, nos la han trasnn— tido; y los sabios agrónomos de los modernos tiemil— ~OShan perfeccionado esa adherencia, o cii términos técnicos, el ingerto, modificando los métodos y re— 6 EL MUSEO CANARIO. glas, los cuales, como los m~iseficaces y seguros en el uso com~uide la arboricultura, son tres. hay sin embargo, otros 1n(~todosde ingertar en determi— liadas circunstancias, que por m~’tsde un concepto puede considerarse como alarde de lujo en arboricul- tura; p~osi hubiera de explicarlos hoy taiiibien, ha— ria muy difusa esta conferencia, y para evitar tal ex- tremo, me concretard á analizar los que generalmente en nuestro país se usan, que son: Ingerto de escudete al vivir, ó al dormir. ~ Ingerto de pua, ú cachado. 3° Ingerto de corona. El ingerto de escudete ó á ojo dormido, se hace siempre en ~rholes de uno á dos años; y si los troncos son viejos, se ponen en ramas de un año, ú se cor- tan aquellos, para que broteii y puedan ingertarse sobre nuevos; en estos casos las co’rtezas tiernas y llenas de jugo, abrazan perfbctamente el escudete, y la juventud y fuerza de aquellas contribuyen ti que prenda t~ste.Todo íirbol admite el ingerto de escu— (lete, y podrti iligerirse desle que llegue ti tener el grueso del dedo meñique hasta de una pulgada de dhinietro. El esciulete al eici~~se pone en los meses de Abril ti Junio, d inmediatamente se corta el patron ~icuatro ú seis dedos sobre el ingerto, para que se (lirl]all los pigos inicia la yeiIla, la obliguen ti bro- tar y (lesarrollarse brevemente. i~iesewiete á qjo do,’rnido se pone en Junio hasta Setiembre, y no se diferencia del printero Sino en que ti dste no se le corta la guia del patroi~hasta principio de la Primavera siguiente, en cuyo tiempo se suprime la parte superior del tallo ~ la misma al- tura que se ha dicho en el escudete al vivir, y brota luego la yema pi~endida. 1 ‘ara que la operacion quede bien ejecutada, y para que los ingertos prendan, es necesario que el patron sobre que se pongan sea huevo, sano, vigoro- so, y que esfd cii toda la fuerza de la savia. Un dia sereno, que no corran vientos, ni llueva, es tarnluieru, muy provechoso. EL MUSEO C~NMlIO, 7 Las ramas para ingerir se eseoger~in nuevas, sa- nas, derechas Y bien formadas, cmi vas ycin as es t~nini— tridas y lustrosas, y que sean tainbien de un árbol de buena casta. De ellas se sacaii los escudetes; para lo que se cortan las hojas, de~jihidolesun i~code cola ó pezon junto al tallo. Para. e~tra.erla. l~cilla. ¿; es- cudete que va a. servil ile macrIo, es preciso antes requerir el árbol: examinar si la savia está Ú no en circulacion: si no lo está, híeil es de conocer ponjiw haciendo cisuras en la corteza, ~ encontrándola fuer- temente adhertda ú la albura del íirhol, deiiiiiestca que la savia todavia iio circula: ~ r el con tivirii i, cuan- do ha llegado la época de la circulacion, 1 asta una pcu~1eüacatadura lara (lesprelid erse la 1 ii ilma que se quiere cortar. Entonces, y antes que la yema Ile— rezca, es la ocasion oportuna de evtra’r el escudete. Esta operacion Se ejeci ita cortando la corteza u— rededor y á tres lineas si dure la. yema. d 1)0tui i, de modo que principiando en la parte opuesta de la ye- ma ó base de la hoja, formen ángulo niuv agudo, que con el primer corte venga. á resultar u ni riángu- lo. Hecho ésto, se separa la venia de la niadera, ui giendo el escudete, se examinará aquu Ita, observando si hay hoyo 6 vacio cii la parte interi r del, escudete; porque .i lo hay, es sefial que al despreiulerse la cor- teza del leño, dejé pegada la venia a la varita. de que se ex trae, y en este caso se al and ma. el ese udc te, porque le falta el gérineii i)~inLproducir el Huevo árbol. Desprendido el escudele, y exiuuiuiada la. vei 1 la, se practican dos incisiones en el i~tren, la una ho- rizontal, y longitudinal la otra, á fin de dar al todo la figura de una T ordinaria. Se introduce en la ifici— sion la espátula de ingertar, dirigiéndola de arriba. abajo para levantar la corteza (le un externo u otro. Despues se va acoplando el escullo por debajo de los labios de la corteza, haciéndola. descender hasta que encuentra una ligera. resistencia. Si 11(1 se ha 1uodido introducir la lámina de corteza, se corta la part e su- perior al ras de la iiicisioii horizontal. El boten o ye- ma del escudo ha (le CO ricid ir exae lau ien te co u el punto del pati-on en que se destacé la yema. 8 EL MUSEO CANARIO. Colocado el escudo, se liga con cordon de lana, d fin de conservar el contacto con la madera del pa- tron. Si éste es mu~71vigoroso,conviene aflojar la atadura, asi que prenda, para evitar extrangulacio— nes: cii caso contrario se conserva hasta el invierno, en que se corta la cabeza del patron, ya inmediata— mente por encima del piuito (le iiisercion, va dejan— (lo (dli tocoii de 10 á l~icentímetros por encima, que se destaca cuando el i,ngerto ha adquirido bastante fuerza para sostenerse por sí mismo. Jm~e~1ode pila. se hace cuando el ~irboleinpie— za ~tmover la savia, que seril poi Febrero ú Marzo, y aún en Setiembre: este ingerto no puede hacerse en ~ir1~oles(lébiles Ú delgados. Cuando es una sola pwt, se coloca cii el lado del patron expuesto al me- dio dia, para que afluya m(is la savia: es preciso que las auipiitaeiones 5C practiquen con cúrtes 1 iinp~os no lucran las yemas, iii la parte d~corteza que conviene conservar. Cuando s° íngerta cii Setiembre, se cortan las i~~ascii el nmomneiito de servirse de ellas, suprimien- do las hojas, aunque dejando la base de los peciolos. Para hacer el ingerto de hendidura ordinaria, se cor- ta el tronco ú rama ~i la altura que se desea, va al ras del suelo, ú ~i algunos centímetros por encima cii los tioneos bajos, ú ~i ~ll~:6 .‘ 5O.~cii los troncos altos, practicando la hendidura en el centro hasta la profundidad de 3 á 8 centímetros, segun el menor ú el mayor diúnietro, y irianteniéndola abierta lor me- dio de una cufla de madera ú hueso, á fin ¿le intro- ducir con holgura y facilidad el trozo de vareta, pro- visto de dos o tres ojos, y cortado en ~‘ pute inferior en forma de hoja, de cuchillo, en una longitud que varia desde uno y medio fi cinco centímetros, segun la fuerza del patron y del ingerto. Se corta tainhien en forma (le cufia, de fuera fi dentro, salvando la cor- teza. Al introducir el iugerto en la hendidura, se cuidarú que su zona generatriz cuincida fu mejor po- sible con la ([el patron; l)O~flltCcuando no se verili— ca el contacto entre estas dos zonas sobro algun pun- to, suele fracasar la soldadura, EL MUSEO CANARIO. 9 Cuando son gruesos los troncos, conviene colocar dos puas en la raja, introduciendo entre ellas una pieza de madera, á• fin de evitar se compriman y estrujen los ingertos al tiempo de cerrarse la hendi- dura. Siempre que se opera sobre troncos de poco diámetro, se atarán con un junco ó una tira de tela de lana, para mantener el ingerto en contacto con el patron, y se cubrirán las cicatrices con ungüento pre- parado con arcilla y boñiga de res vacuna, á fin do preservarlas del agua y del aire. Si el tronco fuero grueso, y si se le hubiese de poner dos, tres ó cuatro puas, se corta horizontal; y si solamente se le ha de poner una, se corta en pié de cabra, siempre por aquel punto en donde la corteza sea más lisa y lus- trosa: en seguida se afina el corte, se arregla la .pua cortándola abajo en forma de dufla, y en los lomos ó partes que quedan sin cortar conservarán la corte- za, para verificar la uniori. A la porcion (le pua que se introduce, se le dá una pulgada de largo, cuya pal— te debe estar lisa y dispuesta de modo que quede bien ajustada en el corte ó hendidura. Por fin cada pua debe tener dos yemas por las cuales ha de brotar luego que se verifique la union del ingerto. El de corona, ó de entre corteza y madera, es muy Útil en los árlI)oles viejos, principalmente en los olivos. Para hacer este ingerto, se corta el árbol, se afina y limpia el corte, del mismo modo que queda dicho para el anterior, cuyas puas tendrán tambien dos yemas. Por debaj.o de la Última, pero sólo por un lado, se corta al modo de una pluma de escribir; luego se torna una cufla de madera, so introduce suavemente entre la corteza y la albura, é ininedia— tamente se coloca la pua preparada en aquel espacio que la cuña ocupaba; pero de tal modo que su ma- dera quede sentada y asegurada por todas parLes en la albura del patroni. Procediendo del misn~omodo, se ponen dos, tres ó más ingertos, segumi -sea nece- sario, guardándose de que no sean espesos, porque esto causaria mucho daño, tanto al patron como mí los mismos ingertos: luego se atan, ligándolos con sima— vidad, y se cubre todo con. la masa de barro y estiér jo EL MUSEO CANAP~IO. col, y se tapa con un trapo, para que se mantenga sobre el tronco, y evite el derrame de los jugos. Con lo expuesto, he cumplido mi tarea; y si bien hubiera sido conveniente explicar otras operacionés que en la poda ó ingerto deben practicarse, y dar ademas á todas ellas la misma amplitud con que los sabios agrónomos nos las han trasmitido en sus obras, habría tenido que llenar muchas más páginas; y esto, fuera de que es muy estrecho el círculo de una con- ferencia, habria sido abusar demasiado de la consi- deracion que os habeis servido dispensarme. Sin em- bargo, me permito todavia añadir que, corno las operaciones que quedan explicadas son de recono- cida importancia, he creido indispensable, para pre- sentarlas con la precision y claridad posibles, extrac- tar si no todas las reglas que dirigen la arboricultura, las más esenciales operaciones que comunmente se practican. No soy agricultor, ni arbolista; pero si apasiona- do como el que más, porque en nuestros campos se propague toda clase de árboles; PilOS como vosotros, tengo la convicciori de que sin ellos rio hay agricul- tura; y sin agricultura la vida de los pueblos será siempre trabajosa, ~r, con raras excepciones, abyecta siempre. A poco que meditemos, liemos de persuadirnos de que la mísion que los árboles cerca de nosotros desempeñan, es, á la par que importantísima, absolu- tamente necesaria para los múltiples usos de la vida. Veámoslo. Los árboles son nuestros más cariñosos compañeros, y ¡cuántas veces nos sirven de solaz en nuestras cuita~sy desgracias! ellos con su benéfica influencia modifican constantemente las condiciones climatológicas y meteorológicas de la atmósfera: con su risueña presencia nos atraen las fecundantes lluvias: con su verde y aromático follaje nos cobijamos para esquivar los ardientes calores del estio: en determi- nadas épocas del año, nos regalan sus ricas y varia- das frutas: durante su vida, y aumn para despues de su muerte, nos legan sus despojos con los cuales tantas y tan variadas necesidades á cada instante Sa- EL MUSEO C~NAflIO. 11 tisfacemos: en fin, los ~trboles son un fecundo y pe- renne manantial de salubridad y riqueza pi~hlicas. Si tales son los beneficios (JUC pródigamente nos dispensa, debemos por lo mismo interesarnos en el mejoramiento de su cultivo, y en propagar su plan— tacion, siquiera sea en los terrenos haldios que, con su triste desnudez, son otros tantos elocuentes carteles que, desde muy lejos, acusan la censurable negligen- cia nuestra. ¿Será posible que todavia hayamos de permanecer en ominoso quietismo, cuando por la destruccion de los montes, estamos va sufriendo gran- des niales, y otros mayores que allá en lontananza nos amenazan y que indefectiblemente habrán de sobrevenir, para coiisuinar nuestra perpétua ruina? Nó. Levantérnonos, que si queremos, tiempo nos sobra para conjurarla. 1-lagamos, donde quiera que el terreno lo perimif~,plantaciones de árboles, piles dan. do vida á estos pacíficos y bienhechores séres, habrá de llegar el fáusto dia en que la Gran-Canaria torne á adornarse con el helio timbre de Afortunada, que en este mismo siglo de las luces tan inicuamente se le ha arrebatado. JUAN MELlAN y CABALLERO. 12 EL MUSEO CANARIO.

ORACION INAUGURAL PRONUNCIADA EN LA SOLEMNE APERTURA DEL CURSO ACADÉMICO DE 1879 Á 1880 POR EL ~R. D. TEÓFILO MARTINEZ DE ESCOBAR

CA’rEDRÁTICO DE METAFÍSICA EN LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA. Excmo. é Rimo. Señor:

La seduccion sensible es Ufl hecho tan palpable y frecuente en la historia de la filo~ofia;es tan uni- versal en momentos determinados, y entraña vigor tan poderoso, especialmente si va unida en maridaje inseparable con las locuras de la fantasia, que arras- tra en pos de sí las mejores y rni~sselectas fuerzas de nuestro espíritu, esclavizando con absoluto despotis- mo, no va tan sólo los sublimes instintos del pensa- miento racional, sino, lo que, si cabe, es in~tsdolo- roso, todo el movimiento reflexivo que nos ennoble- ce, y esencialmente nos coloca en el miís alto rado entre los séres de la creacion. Por eso, cuando lle- gan las épocas de grandes conquistas experirnerita— les, en que la naturaleza parece abrirnos su fecundo seno, reveléndonos los maravillosos secretos que se hablan escondido á las generaciones anteriores; cuan- do las ciencias físicas y naturales enriquecen sus do— minios, para ofrecer luego ~ílas artes un tesoro de mi- lagrosas aplicaciones en la industria, en la navegacion y en el comercio, economizando el esfuerzo del lioin- bre, sembrando de comodidades la vida y trayendo con los placeres sibaríticos y con la euervacion moral y material que éstos producen, la vanidad del sen- sualismo que desconoce, Y tal vez por indolencia des- precia y condena como inaccesible el oHgen divino del progreso; nacen entonces los extraviados sistemas EL MUSEO C~NARI0. 1 empíricos cori sus negaciones y sofísticas doctrinas, para arrastrar inteligencias no advertidas por las tor- tuosas sendas del error, engañándolas con esplendo- rosas apariencias hasta hundirlas en las m~sabsur- das y deletéreas consecuencias en todas las esferas de la vida. Estas consideraciones sencillamente formuladas ti la simple vista de los hechos realizados hoy en el desenvolvimiento de una parte notable de la ciencia, nos muestran cada vez con mós profunda conviccion que no hasta en la enseñanza de la juventud, en ese sacerdocio que ejercen sólo cori acierto y fruto los llamados por especial vocacion de Dios, para prepa- rar las generaciones futuras ti una nueva existencia intelectual, en esa segunda paternidad que engendra y alimenta y vigoriza la vida del espíritu, haciéndo- nos miembros titiles y necesarios para la patria y pa- ra la humanidad; que no basta, repito, dar ti conocer la verdad, sino que es de todo punto indispensable señalar y combatir el error que atosiga y mata la ciencia: deberes ambos esenciales é inseparables, porque tambien eh la humana ciencia el error es im- separable de la verdad, como la sombra de la luz, y el límite del ser contingente. ~Ádónde, si rió, llegaria por más laboriosa y re- flexiva que se piense la juventud, sin la enseñanza viva del maestro, caminando por entre los opuestos sistemas que se disputan en lucha tenaz y continua el exclusivo dominio de la inteligencia? ¿ti qué tér- mino le conduciria la marcha tortuosa de su des- aconsejada razon, empujada por todo viento de doc- trina, sino ti la funesta sima, en donde se precipita- ron, como torrentes impetuosos, tantos alucinados por el desenfreno de su individual criterio? La histo• ria de los errores filosóficos con elocuencia persuasi- va nos señala esos abismos en que la religion, la nno-. ral, el derecho y los más caros y sagrados fines de la vida cayeron, derribados por el escepticismo, dejando al espíritu por una parte entregado al estímulo inna- to de sus aspiraciones al saber, y por otra abrumado entre las amarguras de la duda y las tristísimas nega~ 14 EL MUSEO CANÁflIO. ciones de la certeza y la verdad. Yo bien entiendo que la verdad no se conquista sin angustias ni trabajo; que la razon en su desenvol- virniento reflexivo avanza paulatinamente y por gra- dos, respondiendo siempre y por la ley de los con- trastes á desarrollos parciales de un principio y á exclusivistas aspectos de una ciencia, otros entera- mente opuestos que nos ensefian, cuando menos, la insuficiencia de los primeros y al par la de ellos mis- mos, para llenar cumplidamente el fin científico; que asi nuestra ingénita aspiracion ti la verdad, como el estado de vacilacion y duda ti que nos lleva la lucha de los opuestos sistemas, nos estirnula y obliga á en- sayar nuevas indagaciones más reflexivas y racioria- les, donde con crítica severa y análisis concienzuda aprovechamos la parte de verdadhallada, ordenamos y sistematizamos toda oposicion bajo sólidos principios y ti la vista de los términos del conocimiento; y que linainente por este camino, aunque sembrado de pe- ligros, llegamos ti alcanzar nuevos y más altos grados en la ciencia. ¿Pero se pueden, por ventura, librar esas batallas arriesgados á la natural intemperancia de quienes rio se contienen en los justos límites de la austeridad filosófica, sino que se dejan arrebatar de la impetuosa insania de una imaginacion irreflexiva y ardorosa? ¿Qué harán al encontrar embarazado su camino por esos sistemas y doctrinas que todo lo alla- nan fácilmente, negando lo trascendental, halagando la indolencia espiritual y dando riendas sueltas al sensualismo, para estrechar los horizontes que antes irician tan dilatados y risueños ti la inteligencia y su progreso verdadero? En buen hora que el pensamiento filosófico, ini- rado en su continuidad histórica, se muestre siem- pre razonado en un fundamento universal y absoluto, y que al sentirse vivificado en su indagacion y desen~ volvimniento por un rayo de aquella inefable luz que ilumina ti todo hombre que viene ti este inundo, pa- rezca descansar en el seno de la paz, como gozoso de poseer la plenitud de la ciencia; mas el anhelo de penetrar los arcanos de su propia esencia, de la natu• EL MUSEO CANARIO. 15 raleza que ~e rodea y al parecer le encadena á sus fatales leyes, del espíritu que se siente lii)re y dueúo de sus actos, y de Dios mismo, cuyo poder, sabidu— ria y grandeza se revelan aún en los propios iiiiste- nos que le estimulan y aguijan para seguir pensan- do, no tardarán en despertarle nuevamente, haciendo renacer la duda, los errores y hasta el escepticismo que le encadenan y limitan, cuando se aparta y des- camina del principio fundamental dela ciencia, razon y causa primera de todo sér, lazo misterioso que liga lo ideal con lo real, lo absoluto con lo relativo, lo in- finito con lo limitado, y lo eterno con lo mudable y temporal. A ese funesto extremo conducen hoy la ciencia cuantos pretenden encerrarla dentro de la mezquina esfera de lo fenomenal y relativo, alejándola así de lo infinito y absoluto, centro de la armonía universal, fundamento de su unidad y de sus interiores relacio- nes, para precipitarla luego en el ateisrno mnaterialis— ta y por último en el más irracional escepticismo: que no otra cosa envuelven todos los sistemas positi~ vistas con sus multiplicadas negaciones, con sus comi• tradicciones é inconsecuencias, en una palabra, con su desvio de aquel que es fuente de toda verdad y principio de toda ciencia. Desde ese punto de vista, puesta nuestra consi— deracion en el sagrado deber que nos liga á las mio- vas generaciones que noblemente aspiran á ilustrar y desenvolver su inteligencia en la pura enseflanza de las ciencias, y haciéndonos intérpretes de la idea y sentimientos de este centro oficial de instruccion pú- blica, vamos, siquiera ligeraniente, ~juzgar esas teo- rías que, á pesar de su extravagancia, han consegui- do alucinar Éi espíritus superficiales y amantes de la novedad; previniendo á la juventud con la sinceridad de nuestros paternales consejos, para salvar escollos que levantan los enemigos de la verdadera ciencia, cuando niegan el único absoluto fundamento que da luz, movimiento y vida progresiva á la razon huma- na en la laboriosa indagacion de la verdad. Y al prepararnos en esta solemne hora inaugural 16 EL MUSEO CANARIO, de nuestros académicos trabajos, para llevar á viles- tras jóvenes inteligencias la preciosa semilla que m~s tarde será con vuestro eficaz empeno árbol frondoso que extenderá sus ramas y fructificará en la sociedad, sensible es en verdad que no se deje escuchar otra voz más autorizada y persuasiva que la mia, vigoro- sa para imprimir en vuestro espíritu el amor á la ciencia y el deseo de purificarla siempre del error y la mentira; pero á un honroso llamamiento, aunque de todo punto inmerecido, es fuerza responder cuan- do un mandato superior lo ordena. (Continuará). EL MUSEO CANARIO.

SOBRE LA TUMBA I)E D. JOSE DE VIERA Y CLAVIJO. (*)

Soneto.

¿Esta es la tumba del insigne Viera? ¿Este su grande y digno mausoleo? ¿En dónde están la trompa, el caduceo, La lira, y el laurel que antes ciñera? Ay! todo es sombra ya: nube ligera Que el aire disipó. Quien fud recreo Del orgulloso Ailanto, era es trofeo, Pero grandioso, de la Parca fiera. Oh Virgenes! llegad; derramad flores Sobre este humilde túmulo sagrado Donde descansa uit sabio sin temores. Decid, decid con labio inmaculado: ((De todos los poetas y oradores El más florido al Eter ha volado.» RAFAEL BENTO Y TRAVIESo.

VIDA Y MUERTE.

eÉ C 1 M A. Cuando te miro me muero, l’ero si me miras, vivo; Y vida y muerte recibo, Pues no quiero verte y quiero. No só que ventura espero Viendo mi ilusion perdida; Que el alma de pena herida Ay! no alcanza á descifrar, Que querióndome matar Mc mires por darme vida. A. M. de E.

(*) D. Rafael Bento y Travieso, nació en Guía (le esta isla de Gran—Canaria en i78~?y falleció en 1831.— l’oseemos algunas com- posiciones im~ditas de este inspirado poeta que iremos dando á conocer á nuestros lectores. ‘Fij’~ioii.—2. EL MUSEO CANARIO.

CRÓ1~TICA. aI:8]~.TTÍFICA..

Tub~rcu1oscomestibles de una nueva solanacea.—E1 ANTRACNOSE de la vii~a.—iSitiadospor hambre!—Un elefante de padres cau- tivos. La patata comun, ó sóase el solan-um tvljerost~rn, únicamente vive en los suelos ligeros y moderadainen— te húmedos. En los terrenos arcillosos ó margosos y en todos aquellos expuestos ó. inundaciones periódicas languidece la planta y sus tubérculos se maceran y desorganizaii bajo la accion continuada del agua; de aquí que ese benéfico fruto, llamado por algunos con usticia el pan del pobre, pues, desde su introduccion por primera vez en Francia, bajo el reinado de Luis XVI, ha hecho frente en Europa á las grandes crisis ([el trigo, no pueda adquirir toda la extension que re- quiere su necesidad é importancia. M. A. De Saint— Quentin, en el Rulletin mensuel de la Société d’acli— matacion, nos dá á conocer nuevos tubérculos comes- tibles de especie correspondiente á la misma familia de las solanáceas, existente en Las Mercedes de la república oriental del Uruguay; corresponden los tu- bérculos á dos variedades, diferentes de las de Europa, en la abundancia de sus frutos que se suceden á nu- merosas flores azuladas y que exhalan un caracterís- tico olor á fresa. El tubérculo, en una variedad, es cordiforme y en la otra es esférico. Prospera perfec- tamente en los terrenos bajos y margales donde lo ha cultivado durante tres años con excelente resultado; dándose el notable caso que los naturales del país, llevados de una infundada tradicion, lo hahian con- siderado hasta entonces como venenoso, abstenién- dose, por lo mismo, de ensayar su consumo. Aunque todavia no se ha introducido esta nueva especie en Europa, pues la imprevision de no remitir semillas y la circunstancia de haber llegado en mal estado los tubérculos, han impedido el ensayo, puede EL MUSEÓ CANAIilO. 19 asegurarse, por comparacion, que tendrá huenas~y ventajosas aplicaciones en los sitios donde la especie coinun no puede vivir.

No es sólo la Phylloxera vaslati’ix el único azote de la vid. Entre las muchas enfermedades que la persi- guen y están representadas siempre por animáculos y plantas microscópicas se encuentra el Aut~aenase (antrax carbon, y nosos enfermedad) ocasionado por un microscópico hongo, Sphaeeloma ampetinum. Por una serie de invasiones sucesivas debidas ít sus nu- merosos organillos reproductores penetra aquella clip- tógaina hasta en el interior de la corteza del sarmiento. Tomando una gota de agua de la que se haya aplica- do á la herida producida cii la p!a~tapor la enferme- dad indicada, y dejándola caer sobre una hoja ó tallo verde de una cepa sana, se tiene la seguridad de pro- pagar el mal. Los caracteres del Anfaacnose son bien claros y precisos, no costando dificultades el conocer con cci— foza cuando una viña está atacada poi~esta enferme- dad. Los sarmientos tiernos, las hojas y racimos pre- sentan manchas pardo—negruscas, (le forma redonda ú ovalada y con bordes perfectamente limitados y más oscuros que el fondo; las manchas se unen á veces en- tre sí por sus bordes y forman un todo casi continuo, especialmente en los granos del racimo, y siempre se distinguen de las que produce el Ohliuni por ser las de éste menos oscuras y con bordes más difusos. Las manchas del ~*ntTaeaose en su principio Son de un pardo claro que se vá haciendo niás negrusco y carbonoso así que aumentan (le extension y se (lepli— men en su centro. En este estado el tejido de la plan- ta comienza á desorganizarse desde sus regiones más superficiales hasta las más profundas y la mancha se convierte en una herida penetrante, siempre negrus— ca en su interior y tapizada de células muertas. Cuando la enfermedad empieza por atacar un sar- miento, la necrósis desorganiza priijlero el paienqui— ma de la corteza, excepto el tejido fibroso que (luedla bajo la forma de hilos blanquizcos, recubriendo en te las heridas negras que llegan hasta 1) profundo del sistema leñoso; y entonces suelen avanzar hasta la médula, ocasionando casi siempre la nuierte de la cepa. ‘20 EL MUSEO CÁNAEIO. ~u acrion sohre las hojas es análoga á la corteza; sólo ([UC como el tejido es más delgado, cada mancha (leterinifla un agujero que taladra las mismas. Si en la época de la floracion la criptógama se de— posita sobre el pistilo, impide por completo el clesar— rollo del fruto; y si lo hace en éste, su pérdida será más ó menos completa segun el período cte desarrollo en que lo encuentre; pei~oen ninglin caso la deja aci— (luirir el tamaño que le correspondia. Los medios que hasta hoy se han aplicado con mejor éxito i~ai~icombatir aquella enfermedad con- sisten en el ácido siilí’firico (liluido, y mejor aún en el sulfato de hierro, que desde hace mucho tiempo se ha empleado en suiza. Antes que la planta entre en ve— getacion, en 1 ‘rimavera, se frotan los sarmientos afee— tados con cepillos empapados en una disolucion de sulfato de hierro, en la proporcion de medio hilógra— 1110 (le sulfato por un litro de agua.M. Ecl. Prilleux, en La M~u.~ou(le Ca n~pa~jrme,número P2 del año cor- riente, aconseja además que antes de la operacion indicada se saCriÍi([UCdl y quemen todos los órganos de la vid iue durante el invierno presenten señales de estar profandaniente atacados, para evitar que en esta estacion el agua de llui ias siga propagando la crip- tógama. Las lociones indicadas, bajo el punto de vista prác- tico, pueden sin gran dificultad verificarse en Suiza, (tondo los piés de cepa apenas tienen uno ó dos sar- mientos. Pero ¿,sucede acáso lo mismo en esta isla, en que cada pié de pI~tntasostiene un número consi- derable de tallos? Conliemos más qne en el remedio, en la suerte que hasta aquí nos ha librado de este azote.

Como si no fueran bastantes las enfermedades de los árboles frutales, la pérdida de las patatas, el oiclium y la phijlloxern. de las viñas, los pájaros, las ratas, las langostas y orugas, las epizootias, los alu- viones, los ciclones, el granizo, la escarciia, etc. etc. que son otros tantos niedios de destruccion de las sustan- cias alimenticias de nuestra raza, hoy se nos viene encima otra calamidad más funesto, que habiendo cm- pez~icloen el Medioclia de Rusia, granero principal de Europa, corre al occidente, y amenaza concluir con Eí~MrSEO CÁ~’ÁRlO. 21 las cosechas cte los trigos y centenos. Veamos lo que sobre el perI ieular nos dice el pe— rióclico Le Te’rnp de 1 ~ (le Agosto último, en la si— guíente carta:

~~nnJ~i’/í ~1)uf7o~ ~l~~ÜSIO. «Lina plepa mucho niós (lesestrosa que el nihilis— »rno invade actualmente la liusia y ~ausa serias preo— »cupaciones. La oa~op1LaaLLsIriaca destruye la ter— »Gera parte de las cosechas. Es una mosca mucho más temible que la langosta nóiiiada, portue se per— »petU~1en el país cjue devaste. No sólo se ha apode— ))raclo cte tos terril-orios del Medioclia y del Este, sino »del mismo centro del Imperio. La agricultura se ha- ~ha amenazada (le n1uertc. El pehi~ro es tanto más »grancle cuanto que la J nn’iopiin se aclimata en las »provincias más lértiles. La Taiiiidi, el te1TitO1~iOdel »I)on, las provincias de Ekaterinoslav, (le (~harkof, ~Pultava y tecla la Besarabia se hallan aIlij idas por »aquel azote. lince cies años que el insecto apareció por prime- ra vez en el Mecliodia (le Rusia, (leUde causó pérdidas »valuadas en cien millones (le rublos. En vaim los mI— ntivadoies y los :e~icstcos han luscado et 1110(110 do »comhatir el enemigo. Tud ha suio inútil, ú pesar (lo »que hubo pro\nincia ([Ile ~estó hasta ciento ci~icuenta » mil rublos destinados á comprar agentes que fuesen ))pocterosos para destruir totalmente la Á oasoplia. 1 ~05 » labradores pobres concibieron la idee de ahuyentar— »la cte SUS propiedades, pasando repetidas veces una »larga cuerda sobre los talicJs tic los cereales: consi— »guicron su objeto; pero los insectos se pasahiii al ncampo vecino. 1~as reclamaciones (11(0 se siguieron, )>iuoiiv~ronla ley de Mayo (le 1879 prohibiendo el uso ))cte la cuerda. »El mal ha seguido progresando Cli proporciones »espantosas: en 1878 sólo losufrieron cuatro l)rO~~incia5, »y hoy son ya diez y ocho las invadidas; sin incluir la » Rumanja y las fronteras austriacas que se hallan »amenazactas. Si la Europa no toma precauciones, »deritro de dos años quedarán sus campos asolados, »porcjue este período de tiempo es el (lU~necesita la »Anasoplia para la evolucion de nuevas generaciones. »Dos profesores de entomologia MM. Lindeinaii y Portehinsky encargados de estudiar el insecto y pro— 22 EL MUSEO CANARIO. »poner los medios de extinguirlo, no han encontrado »otro recurso que ci difícil y de dudosa utilidad, de »aconsejar que en vez tic trigo y centeno se siembre »maiz, colza y lino; 1eI~oestos doS últimos productos no pueden criarse en tierras esquilmadas y faltas de »abOflOS)).

Un hecho reciente viene ír destruir la creencia has- ta el cija consignada por todos los naturalistas, de que el elefante no era susceptible de procrear en es— tacto cte domesticidad. En Filadelfia, entre los elefan- tes que actúan en un circo bajo la clireccion de M. Craven, Ilebe, elefante hembra, de veinte años y que pesa 8,000 libras, ha ciado á luz una pequeña hembra, un poco maor que un perro cte Terranova y provis- ta cte su pequeña trompa. La falta de observacion habla hecho asegurar hasta aquí que la gestacion cte la elefanta era (le. flhIts de (los años Y que la pioie SO valía del apéndice clic~italpara mamar á la manera que lo hacen para beber. Las dos aseveraciones son inexactas. La preñez, segun manifiesta La GazeHe i1iustrc~e(cte Leipzig~,no ha pasa[o de veinte meses y veinte chas, y la recien nacida mama perfectamente por la boca. Las señales de regocijo cjue dió ¡Jebe fueron tan expresivas, cjne rompió la cadena que la sujetaba en las cuadras, destrozó cuanto objeto como chimeneas, andamios etc. encontró al p~°,y cogiendo en la trompa á su pequeña, la paseaba triunfante por el patio del circo; al fIn y con mucho trabajo logró el guarda calmar los trasportes de alegría cte ¡Jebe. A. NAvÁnno ToiraENs. EL MUSEO CANAIUO. 23

EN UNA NOCI-IE DE CONCIERTO.

C II 6 ~u i S. Un servidor de ustedes hacia el modesto p~Lpelde Ciee’one de un anngo recien llegado á Madrid de paso para Francia. I-Iabiainos comido en el restaurant de Foritos, y, con el último sorbo de eafb en la boca y nuestro ta- baco encendido, nos prepaníbainos á partir. El reloj que babia en una de las paredes de aquella estancia confo~t,acababa, pausada y len tanien te, de dar las nueve. ~Las nueve! . dije ro á ini buen amigo.—Esta es la hora en que dan principio ~‘nMadrid todos los especUleulos veraniegos. ~Ádónde vamos?.... —Tá diriís Te encargo de la (lireccion A mi me es indiferente cualquiera El caso es pasar la noche agradablemen te. —1 hies bien—afladi—es miírtes d ¡a de moda en Price y concierto en el Retiro En el Circo estuvimos anoche , y 110 luis visto los .Jardines La eleccion flO ofrece duda... ¡Al Retiro! —Bueno... allá, l)1~les contestó Luis, que así se llamaba, adhirióndose en nr todo ú mi proposicion. Pagamos, nos pusimos los sombreros, salvamos sin dificultad los pocos escalones que dán acceso ;í dicho entresuelo, y liétenos va en la calle de Alcalá. El dia babia sido caluroso, y la noche era c~ílida, tranquila: una noche tropical. El rutilante Febo, co- irio dicen los poetas, se despertó con un humor de todos los demonios, y se entretuvo durante el dia en fastidiarnos, arrojándonos sincolnpasion, hasta cipos- trer adios, tina metralla de encendidas saetas como en el más horroroso bombardeo; y la tierra, recibiendo 24 EL MUSEO CLNAIUO. desde las cinco do la maflana hasta corea de las ocho de la noche aquellos torrentes de calor, ethnlaba va- pores de fuego. En la calle de Alcalá, it pesar de los continuosriegos, so levantaba una densa nubede po1. vo,átravés de la cual, como si fuera esposa bruina, se divisaban, ya las luces elktricas de la Puerta del Sol, ya las otras de esa gran calle; y sobre esta atmós- fera tan insoportable, descubriase un cielo azul, pro- fundo, bellisimo, digno mil veces de competir con el de Italia, tachonado iior estrellas sin número, surca- do por las fajas blanquecinas de las nebulosas, y en- cendido por la luz pálida, romántica, de una luna llena del mes de Julio. Esta fué nuestra primera impresion al asomar las narices fuera del portal. Mucha era la gente que ve- nia de todas partes, descendiendo hácia el Prado, con ánimo sin duda de tomar el fresco que no Ss— tia. Aquello parecia una avalancha —;(‘nánta gente!.... dijo Luis, atónito.—jPorqué os esto?.... —Porque como las casas de Madrid más parecen colmenas que viviendas de sóres humanos—4e con- testé—todos nosotros, insectos que las poblamos, desde que el sol Iraspone el horizonte, nos declara- mos en huolga, buscando un sitio que proporcione descanso it nuestro cuerpo fatigado, y un poco de airo puro que alimente nuestros pulmones. Además, esta es la hora de ir it todos los espectáculos—anadL En esto llegamos al Prado, despues de tropezar en nuestro camino, con esa variedad inmensa de II- sonomias y de caracteres como encierran las grandes poblaciones. En el Prado..... ¡ay, cuánto polvo!.... Volvimos nuestras caras al lado opuesto, como hu- yendo de ese destructor de nuestras vestidos en ve- rano, y seguimos nuestra marcha. Hemos llegado al Retiro..... Aproximémonos al ventanillo..... Un pollo se nos adelanta. Le conozco ya it fuerza de verlo en todas partes. Pertenece it la eterna familia dQ los gomo- sos..... Es bajo de estatura: representa unos veinte EL MUSEÍ) CANA1II’). 25 y cinco años de edad: no es mal parecido, re~~osi po~~simpético: lleva quevedos y usa chuletas ~tla austriaca, hoy de moda rigurosa Viste americana azul y sombrero de copa alta (;oli! esto es muy in- glés pero muy feo) pantalon gris—oscuro , gran corbata de listas amarillas y negras, P~’~’(~O11coque- tería en cuello parado li~iciaarriba y otras me- nudencias que es imposible no olvidar. En las frias tardes de invierno pasea é pié por la Castellana y el Retiro, y hace el OSO inútilmente é las (le los carruajes. El saluda ú todas las marquesas y condesas íjue cruzan ante su vista como relúmiipagos, aunque sólo las conozca de nonibre Las menos veces le suele acompañar algun amigo de los que se 1llleçle decir: tal pai~icaal. Nuestro almibarado Adonis, COil aquella voz dé- bil y ronca que le caracteriza, pidió dos entradas ~í la vez que arrojaba desdeñosaimiente una iiioneda. de dos pesetas. Se las dieron: las tomó; pero, aún 110 habia llegado al dintel (le la puei~ta,cuando el del ventanillo coiiienzó ú gritar (lesaforadanlemmte: —~Caballero!.... ¡ Caballero!.... esta nioneda es falsa A estas voces, ú las repetidas citaciones de otros que iban detrés, volvió la cabeza, y miO tuvo otro re- medio que dirigirse al que despachaba las entradas, diciéndole: —La una no puede ser ro le lic dado ú V. una moneda buena —Pues, caballero,—replicaba el otro—tómela V. y mnírela bien aquí no se estafa ú nadie y, ademmís, no me queda duda que V. me la ha. dado. —13 ueno—replicó mm poco al)ocllorrmado—le daré ~Y otra Esta me la acaban de (lar en el café —Pues, devuélvasela Y. mí quien se la dió De eso yo no tengo culpa En esto, el sietemesino metia SU mano en el bol- sillo; pero ¡oh dolor! por mus que buscaba no pudo dar con otra moneda ¡ Si 110 tenia’ Y volvién- dose á su compañero le dijo: —Cmtrlos, traes tú dinero? 26 EL MUSEO CANARIO. —Yo nó, ni un cóntimo Ya te lo habria da- do —Por vida de —prorumpió contrariado á la par que daba en el suelo violentamente con su pié, pisándole á otro el callo no sé cuantos.... El p~iblicoque á la sazon llegaba it tomar sus en- tradas, iba agrupándose en torno del ventanillo, y empezaron á oirse algunas voces de los mús impa- cientes, que decian: —~Caballero!... ¡Caballero!.., haga Y. el favor de dejar tomar los billetes En tal conflicto, que, no hay duda, pone ú cual- quiera en un brete, volvio su angustiado rostro liá— cia atrús en demanda de proteccion, y cual no sería su contento al ver aproximarse á un amigo suyo. ¡Oh desdichado amigo~ ¡En que mala hora lle- gaste ¡Un sablazo de dos pesetas en estos tiern— pos calamitosos!.... Vamos que hay lior~ihresde tan mala sombra, que siempre llegan en el momen- to crítico de pi’estar un favor, aligerando el peso (10 su bolsillo. Dicho y hecho: el último mono siempre se ahoqa pero los otros se salvaron.

Inmediatamente detrús de éstos, penetrábamos nosotros en los Jardines. La puerta de entrada, dando su frente á la Cibe- les, estaba iluminada, como de ordinario, por las blancas bombas de cristal cuajado. A nuestros oidos llegaban los sublimes ci’escendos de la obertura de Cleopatra, de Mancinelli. Seguimos el sinuoso pa- seo, que pinos, acacias y adelfas sombrean, y llega- mos al otro extenso paseo circular, en cuyo centro se destaca el elegante kiosko. A ini amigo Luis, que, dicho sea de paso, es uno de esos caracteres minuciosos y observadores, pero francos y expansivos, sorprendió agradablemente el golpe de vista ofrecido por aquel caprichoso conjun- to, que forman las luces, los árboles y las personas. y cii verdad que tenía razon sobrada. No se ne- cesita ser muy amante de estos efectos de vista para comprender todo el mérito, toda la belleza del cua- EL MUSEO CANSEIO. 27 dro presentado ante los ojos de todo el que lo ad- vierte. Pero, yo declaro con franqueza, que, ápesar de ser muchas, muchísimas, las veces que he pene- trado por ahí, jamás me halda fijado ni un instante. Aquella observacion de Luis, fué para mi en ex- tremo provechosa: de lo contrario, no podria declros- lo hoy. ¡Admirable contraste en verdad! Despues do atravesar, aún durante breves instantes, por en me- dio de aquella enramada espesa y apenas alumbra- da, á través de la cual no llega la iluminacion cen- tral, aunque si el vago rumor del público que asisto al esl;ecMculo y las armonías (lo la orqursta, se ¿les— emboca de pronto en aquella planic’ie, en la cual so dibujan á la vez, con ese atractivo de las medias tintas formado por las sombrasy las luces al confun- dirse, las parejas que pasean, los animados eorrilios de los que trasladan allí la tertulia do su casa, los parterres reuniendo y combinando las mil llores de matices opuestos y de varias esencias, las copas de acacias, de los plátanos, de los pinos, destacándose sobre nuestras cabezas y velando la extension azul, el Pálido disco de la luna surgiendo á travt~sde la ar- boleda entre blancos celajes, y aquellos ramilletes de luces blancas, cual si fueran de azucenas, envian- do profusamente sus destellos lo mismo á la encen- dida rosa, que se alza entre otras flores y se incoe al suave beso del vientecillo, con ese cabeceo tan volu- 1)10 que parece una solirisa, que á la hechicera nUla ¿le negro cabello como el azabache, 6 de rubia cabe- llera como paja de trigo tostada por el sol de estío, ataviada con sus sedas, sus gasas, sus encajes, que vacila, siento una extrafla convulsion, so ruboriza, al tropezar su mirada con la de algun ser querido, 6 al sentir en sus oidos la extrafla vibracion producida por la primera frase de amor..... El confesor me dice que no te quiora, y yo le digo: Padre, si usted la viera..... —iEsto se halla muy concurridol—dijo Luis— 28 EL MUSEO CANARIO. ¿y todas las iioche.s sucede lo mismo?.... —No; es mayor la concurrencia en las noches de concierto—le contesté. —Mira mira ¿conoces tú ~ esas dos que van ahi —añadió, llamfindornc la atencion sobre dos jóvenes morenas, que vestian de blanco, y lleva~ han unas chaquetillas de color graua encendido ca- yéndoles sobre la enagua, ti la manera que los cha— quets que nosotros usarnos. —Sí, hombre, sí ¿quié~nno las conoce’~ Son Julia y Enriqueta, (los entretenw~s ¿,Te gus- tan, eh?.... Y adverti que aquellas dos mujeres, que sin ser ningunas bellezas, son, sin embargo, suficientemen— t.e sirnpá~icasy tienen atractivos bastantes para cau- tivar la atencion, y mfis que la atencion de algui viejo ó de algun pollo; y advertí, deeia, que hacian furor aquella noche por su manera de vestir tan es- pecial, tan rara, tan extravagante, con aquellas casa- cas como los cornetas de la Guardia civil. Pues, fmi tal la espectacion que produjeron—y no exagero na- da—que se velan las cabezas del bello sexo y del sexo fuerte volverse para mirarlas y las seguian con la vista. El movimiento general pocha compararse fi esas olearias que produce el viento sobre un campo sembrado de trigo. Se propusieron exhibirse y lo consiguieron con exceso Y las risas, los comenta- rios, las exclamaciones de los unos y de las otras fue- ron tales, que alteraron por un momento la mnonoto- nía del paseo, si es que las beldades sin número que pasan ante nuestra vista, pueden fm alguien causar hastío.... (Conc1uir.~i). J. DE QUINTANA Y LEoN. EL MUSEO CANARIO. 29

~7ISTA~ ~

Mis penas.—Setiembre.—REvISTA DEL FORO CANARIO—LA COR- RESPONDENCIA DE CANARIAS.—VC1aC1OS eTc Guía—Asuntos vi- tales—Un cuento—Lances de honor.—Coleqio de Aboyados de Santa Cruz de Tenerife y de la Layuna.—Hartzcnbuch,—-- El Pino.—Xoticias.

Casi, casi se quedan mis lectores sin revista, ayunando cua- renta cijas como el Dr. Tanner, ó lo que hubiera sido más doloro- so para mi pobre humanidad, casi se quedan sin Mauricio, que ha sido presa, durante esta quincena, de uno de esos andancios estacionales que periódicamente nos visitan, y á quien el pueblo bautiza siempre con nombres tan gráficos y oportunos como el Denyue, el Trancazo, el Afilador, el Fielatero, ó el Fiscal de imprenta. He estado malo, muy malo, y con la mejor intencion del mun- do decidido á darme á todos los diablos, pues aún no tengo en mi cuerpo hueso que me quiera bien. Pero otro din hablará yo de mis penas, que lo que es hoy de sobra tendrá cada uno con las suyas. *

El mes de Setiembre ha entrado con agua. El din 1.0 hizo su debut con un buen chaparron; y por la noche los y las bañistas se vieron obligados, más que de prisa, ádejar las saladas aguas del Ocáano buscando bajo techado refugio contra las celestes duchas Estos son los preludios del Otoño; estos parecen ser los anun- cios de que el Estio piensa pronto retirarse á sus cuarteles do invierno; pero esto mismo me hace temer que al batirse en reti- rada, nos arroje sus más ardientes dardos y nos derrita. Por lo tanto sigan Vdcs. sudando el quilo, que cuando el frio asome las narices, ya estarán Vds. frescos y tendrán el cuidado de avisarme. *

Me acaban de dar una noticia agradable. La acreditada Revista del Foro Canario que salia á luz en es. 30 EL MUSEO Gí~NARIO. ta ciudad y que suspendió su publicacion á fines del aí~oúltimo, reanudará sus tareas dentro de breves dias. Nos debemos felicitar por ello; porque la Revista del Foro Canario, que tanto crédito adquirió y cuya importancia es reco- nocida, como el único periódico de su clase en esta Provincia, ~ie- no á llenar de nuevo un vacio, y una necesidad en extremo sen- tida dcspues de su suspension. Dícese que aparecerá como órgano oficial de este Colegio de Abogados, y eso aumenta su importancia. Sea bien venido el colega.

La Correspondencia de Canarias al entrar en el quinto año de su publicacion ha aumentado sus dimensiones, introduciendo mejoras de importancia sin variar por ello ci precio de su sus- cricion. El primer número de su nueva série lo he leido con gusto, que es bastante decir, teniendo como tengo yo un gusto tan fino. Basta que V. lo diga, caballero.

Sentí en el alma haber venido de la ciudad de Guja el 22 del pasado Agosto, privánclome de asistir á la Velada literario-musi- cal que por la noche tuvo lugar en el Casino con notable resul- tado. Me escriben que en la noche de mañana se celebrará una se- gunda Velada, y es un nuevo sentimiento de mi parte; porque tengo verdadera simpatia por aquella ciudad, que cuenta en su seno elementos de prosperidad; y que tan digna es de que todos sus hijos, alejados ya de las rencillas de partido que ningun bien producen, se asocien y procuren introducir toda clase de mejoras morales, intelectuales y materiales. Adelante pues, por la senda del verdadero progreso.

La gente anda muy ocupada en estos dias con la cuestion do elecciones provinciales. ¿Qué sacarán de eso?.... En cambio, otros asuntos de mayor interés ocupan la atencion pública como asuntos vitales para el país. La introduccion de nuestro tabaco en la Península con iguales dereóhos que el de Cuba; establecimiento del cable telegráfico; modificaciones para ampliar el beneficio de las franquicias de nuestros puertos, y Ii- quidacion del déficit; depreciacion de la grana y medios de evi~ EL MUSEO CANARIO. 31 tar los males que esa deprceiacion produce; etc. etc. Es de elogiar el interés con que nuesira Sociedad Económica de Amigos del País se ocupa de todas estas cuestiones, corres- pondiendo siempre y no olvidando nunca el fin y objeto de su instituto.

Entre col y col, lechuga; y vá de cuento. Me han asegurado ayer garantizando la verdad del sucedi- do, que en un pueblo del interior de esta isla un muchacho ena- morado como un bruto, hace tiempo estaba mortificando á su pa- dre con la exigencia ~Je que quena casarsc; pero que necesitaba diez mujeres por lo menos. El padre comprendió que su hijo andaba chiflado, y despues de mil reflexiones que lo hizo, transigió al fin casándose con una. Consideren Vds. que tal le iria en el matrimonio, cuando á los seis meses se presentó al padre y le dijo: —Padre; si mis dos li~rmnanosdesean casarse, que no busquen mujer, que con la mm hay para los tres. Me parace haber oido este cuento antes de hoy, y aunque el cuento es bueno, creo que no es nuevo, por más que no dude que haya podido repetirse en estos modernos tiempos en que tantos chiflados conozco. *

Como tanto se ha hablado en estos pasados dias de lances do honor, hemos sabido que de sus resultas: Dos médicos se batirán: á cual mata más enfermos en más bre- ve tiempo. Dos abogados á quién defiende más litigios con menos concien- cia y más clilacion. Dos maestros de escuela á quién más pronto se muera de ham- bre. Dos comerciantes: á quién haga más capital, con más perjuicio de los consumidores, depositarios ó consignadores. Dos padres de familia: á quién eduque peor á sus hijos. Dos jóvenes elegantes: á quién se conduzca peor en sociedad. Dos recien casados: á quién logre hacer que su consorte mal- diga más pronto al cura que los casó. Dos artesanos: á quién cumpla peor su cometido. Y por último, dos periodistas: it quién mienta más en menos tiempo. * 32 EL MUSEO CANARIO. El Sr. I)ecano del 1. Colegio de abogados de Santa Cruz de Te- nerife nos ha envíado la lista de los letrados que lo componen en el presente año económico; ~formando su junta de Gobierno los Sres. siguientes: Decano, Dr. D. Antonio Dominguez Alfonso; Di- putado 1.0 Dr. D. Isidoro García y Hernandez; Diputado 2.° Lic. 1). Pedro Schwartz Matos; Tesorero, Lic. D. Miguel Villalba 1-lcr- vás; Secretario Contador, Lic. D. Emilio F’ernandez Oliva. Doce letrados ejercen la prot~esionen aquel Partido judicial. La Junta de Gobierno del J. Colegio de abogados de la Laguna la componen: Decano, Dr. D. Domingo Dormanin; Diputado 1.0, Dr. D. Manuel Angulo y Laguna, Diputado 2.°, Lic. D. Juan As- canio y Nieves; Tesorero, Liç. U. Mateo Alonso del Castillo. Se- cretario, Lic. D. Elias Gonzalez Espinola. Docena y media de abogados ejercen allí la profesion.

En el número pasado no inctité posible noticiar la sensible per- dida del Patriarca de nuestra literatura D. Juan Eugenio liartzen— buch.—Las letras españolas están de duelo. El Imparcial de Madrid publica una carta de D. José Zorrilla dedicada á la memoria del que llamaba su insigne maestro. * Mañana se celebra en la villa de Teror la popular fiesta dedi- cada á la Virgen del Pino. Yo saludo á todas las Marías del Pino y á cuantas lleven el nombre de la Natividad de Nuestra Señora. Sirvan estos renglones de tarjeta de felicitacion. Veremos que tal se portan cuando llegue mi dia.

Vino el correo; y cuando me solazaba con la esperanza de que hubiese tenido efecto la suhasta del cable telegráfico de Cadiz á estas islas, recibo el disgusto de que no se ha verificado por falta de licitadores. Esperanzas perdidas. Para mayor disgusto, no he encontrado en los diarios ninguna noticia sólida; todas son liquidas. Aluviones é inundaciones por todas partes: lo mismo en Europa que en Asia, en América que en Occeania.—De África nada sé. Las pérdidas en tierra son in- mensas; los naufragios innumerables. La noticia que me ha complacido es la de haber sido aprobado el nombramiento hecho á favor de D. Domingo Bello y Espinosa como vocal de la Comision central de pesca de esta Provincia. MAuRicio. AÑo 1. L~ Ir~IAs, SEFIEI\IlmE 2’? uE 1880. Nr~r. 1 EL MUSEO CANARIO.

Priinero.—~ÁQUÉ GAU5Á~SE PUEDE ATRIBIJIR r~ FRECUENCIA ACTUAL DE LA TUBERCULÓSIS en esta Isla? Seg~tndo.—~EsCON’rxGIosA LA TÍSIS I~ULMONAB? 1. En todos loS países donde las estaciones anuales se presentan y siguen su curso c~n regularidad, es un fenómeno patolóaico constante la aparicion en cada una de ellas de (leternhilIa(Jas enferniedades, cine forman un coiijii 11 Lo (le car~ícLerespecial que SO designa con el nombre de COn~ti!acion nu~cIicarei- /U( fl!C. Igual lenomeno se observa bajo la mu nencia de los diversos climas fisicos y aún en varias localidades, segun la naturaleza del suelo, su altura sobre el in— vel del mar, la configuracion del terreno, su cultivo, vientos reinantes y otras circunstancias de situacion y exposicion. F’uéra de este órden, casi regular, se ~ ta Ti tambien de tiempo en tiempo, sin causas aparentes, algunas enfermedades (JLIC duran períodos iu~só me— nos largos y suelen al cabo desaparecer ~ (lar lu- gar á otras, como si se hallasen sujetas al caprichoso influjo de la moda. - Concretando los precedentes datos ~t esta isla de Gran—Canaria, podemos asegurar que en el primer caso, si se exceptúan las afecciones catarrales, que indistintamente se desarrollan en todas las estacio- nes, es difícil sefialar entre nosotros ninguna cons— titucion médica reinante: lo que i’t nuestro modo de ver depende de la exigua diferencia termométrica entre unas y otras estaciones. En el segundo caso sobresalen las intermitentes To~ion.—3. EL MU5EO C~XA1UO. palildicis Y u veces las fiebres tifiídeas. En el tercero son varias las enfermedades que han tenido SU época, y 110 pocas las que no habien— do antes reinado en el país, se han hecho por des— gracia bastante coiniiiies. Así, por e~eiuplo,en prin- ~ipios de este siglo eran frecuentes las apoplegías y lici ni plegías, (‘11 tal gnLdO qi.ie, de los ~O afios cii ade- lante, i~oc~personas dejaban de morir de aquella dolencia . Lo propio acontecia casi por la misma ~po~a, aunque sin tanta generalidad, con las ascitis ó ludropesias abdominales, la hipocondria y el lis— terisino. Estas eliferlTiedades han teruiiinado casi en absoluto y han sido sustituidas por unas que antes no eran conocidas en el ~ como la difteria, el crup, la a ugina de pecho, el tétano trauinú Lico y la ataxia locomotriz progresiva; 6 por otras (~li(~ante— non nicul e escasea)~an y huy son frteuentes, cuino las jaquecas, el asma esencial, las gastua~ias,la In— dropesia pleurítica, la sífilis, los hérpes, el reuma— tisiiio cróiiico, el escrofulismo y la tísis pulnionar, I~stai~Itiinadolencia, objeto (Tel presenle artículo, tiene actualmente el fhtal privilegio de atraer la pú— laica atencion por su considerable aumento. Sus (ansaS son, en nuestro concepto, tan comp1e~asque es tarea casi imposible la de patentizarlas, y niuclio u uuís quizíis la de reinovenas ~ian~ulibertar á nuestra uventimd de la horrible sentencia de muerte que so- bre ella pesa. No nos lisonjeamos, pues, de alcan- zar tan honrosos propósitos, que obtendrán á no du- darlo otros prúcticos inús ilustrados; pei~o,no por eso dejaremos de consignar algunas reflexiones que sir- van como de introduccion ú otros trabajos de mayor importancia. La tuberculósis 6 tisis pulmonar apenas era co- nocida cii el país hasta bien avanzando el primer tercio de este siglo. Un tísico cii aqnella época era un fenómeno raro que lionia en espec.tacion á todos nuestros antecesores. Huian del pobre enfermo cu- ino de ini apestado. Los muebles (le su uso se ini— raban con recelo, y á su muerte se condeñaban á las llamas todas sus ropas, camas, sillas y mesas; se que— EL MUSEo CANARIO. iiiaha p’olvora cii Sil 5 lial >ita(i oiles; SC laval ~i 1 (iii li’j la las ni aderas; se ~ pi r el fuego los 1 teila- jes y hasta se picaban las paredes se eulilcia 11 de nuevo, cunio para evitar que en la masa de cal liii- hieseii penetrado algunos iniasnias. A pesar de i’stas precalu iones, l~Lcasa, conlo si ti lela 1 natditn, ~it ~la a (lesliahi l~adapor esl)acio de muchos afios. ¡Tal (‘Rl (1 temor del coiitagio ~ el horror (1111’ por su extiai nL- i iaria rareza prod ucia la enterme(Iad! ( °onel transcurso del tienipo, la lisis se fil i” ita— ciendo ma~(olliun, las prc(’ittleio)IIes illellores Y U ie— nur tainlneii la ilnpreSioll que cii los ~iiuiiios inasio— naha. hoy por desgracia es la t~tlercitldsis la enferme- dad ~iiielleva al sepiilcio tilia lnitYolia (le los .1 ooveiics de ambos sexos desde la edad de los 1 •~¿~los ~ nios; Sin que por eso dejen de oh servaiso’ ilgu nos raso s cii flWiiOl’ (‘dad ~ hasta cii personas prox nas ~i la anda- 11 id~td. Si la tisis no es contagiosa cono ahirina la ma— vor paite (le los pr~iCticOs, ¿qio’ circiiiislaiiiiis han variado en unestui país para que aqi iella cii Ieii 1 1(’( la 1 fuese muy rara cii los piiuieros afios ile es{ e siglo y actualmente sea la predominante cii u nestia ji rreii- tud? Aunque es dificil la res(iii tiioii (id jirol dei ima, 11 u- poita mucho para la investigarion di’ lab causas ie— vistai nuestros actuales 1i~lutosy costitimibres y las enfermedades cuya prop~ugaciom1Y aumento coiiciden c in la mayor frecuencia de la tísis pulmonar. Todo lo (jiR’ durante iiiedio siglo lti’u 105 ~ui~tilo Cfl civilizaciori Y (‘Rl tura iii idee itial, lo liciiios per- dido en el vigor de la constituciou física de nuestro cuerpo. Si fijamos la vista en la generacioim (Inc ha de sustituirnos, el ~ininio se con tiista al descul ui r unas naturalezas hinguidas y eiimpohirecidas, por cu~(is urganos parece que circula sangre incolora Y (‘It) sistema digestivo se atasca (‘011 el mus leve exceso del r~giinen habitual. I)ifícil es encontrar cii mi uestia juventud otro temperamento (lite III) sea el linfuítico— nervioso, fuente de donde niaiman, al menor desarreglo EL MUSEO CXNÁIIIO. de la vida, la anemia y cloro—anemia (J1IC entre nos— otroS imprime Sil fatal sello ti CtIS1 todas las eufer— inedades. ¿,Es qLi(’~han variado las circunstancias climati~ri- (~LS y felúrwas de la Isla? No , seguraiflen te sólo han vari~u1onires iros Ilól) itos, nuestras costunibres y II tiestio mudo de vivii. El origen del rna! que lamen- tamos hay que empezar ~ buscarlo en los enlaces matrimoniales, continuar investigándolo en la edn— caejon que recibe la juventud y fijar nuestra vista en las enferrriedades que han coincidido C( ci la pi~opaga- don de la tuhere tilósis. No iios ocupareitios (le la costumbre tan con un como pelinciosa de los inatri nonios. consanguíneos, repli d>ail s con j ustisinia razon por las lees civiles y (ai~oni~as,aunque tolerados qiiiziis con excesiva iuditlgencia. Los referidos ciilaces, causa concomi- tante de la depauperacion de llllestra raza, son el tlefcctu general de Lis pohlacioiies cortas, y auncjue

1mí’iidieiales, 110 sería f~ciloponerles, corno fuera de apel ((e’, miii veto absoluto. I~erova que este remedio sea difícil o tal vez un- l)Osil)le, ¿,(Ju(” pre’aimciones se toman para contraer loS m na Lii 110 (1h05 te han de ser la lIase fundamental de la salud y robustez de la futura familia? Ninguna, absoluta mente ninguna, (O1llo no sea las (le los bie— iies de fortuna que al matrimonio liau de aportar los coritraven fes. Poco importa cii el ánimo de los pa— (lles tjiie la familia de que procedan los próxinlos ~imosos se ludie contaminada de los vicios sifilítico, escrofuloso, herp(ti co, etc., (1 que sus an Lecesores ha- van fallecido tísicu~,6 víctimas del desastroso cáncer ó de otras ‘nferinedades cuya disposicion orgánica se hereda; y sin embargo, esta funesta herencia ha de piodircir iii6s temprano 6 unís tarde esas desrnedra— (Lis (1iatulas, (asi aniquiladas, porque perturbados sus ó1gallos por la accion del elemento morboso, apellas se nutren m~ísque lo bastante para sostener tinas existencias enfermizas y harto precarias, desti- nadas desde la cuna al preinatulo sepulcro. Ni es posible esperar otra cosa de padres que guardan en su EL MUSEO CANARIO. 37 ~icouoiiiia el gerilien de graves d((len(ias: asi (0111)) enlerino 110 liitv del úrliol 1ue esperar fatos sanos. M uclio HiOHOS Se fi~a la atell(ioll eii la cali titiela moral Y g(’UlerO (le vitia (l(~1~(5 (1110 aspira ti la 11111011 conyugal, iii en la de la faiiiilin li’ qtc pi cuco: Si (1(S(OliOCit’iallH)S (‘1 1)o(lticS() li)ll(ij( (1) 1)) moral solure lo fi sico cii la. uit ti iraleza Ii lilia iia. La illteInl)eraIleia de las rr~l)lilaS, de las orgías, le la relajacion habitual de cosI nul res, trae consigo, 11) 50)10 la (legradacion iiioral y física del Iioi iii re y su eiiihruteciniieuto, SillO ~ii( tiltetaulu, p ui los iuputi— (105 excesos del r(~giu1e1l (le Vi(la , tualu ) el sist(iii~i di- gestivo, la nutruioii se 1tcivjertc Y tos organuus en— formando 111105 (1051)1105 (it’ otros dan lugar it diversas y graves dolencias ~jtie hait de ser el fatal pa fn o (1110 de los desgraciados sucesoreS. Y iiiiiy lelices lo~lii— JOS Si Sol)) heredan los pa(le(iflhiellt )~ lkiu (~ \ 11)) sa- can de SUS ~ las nnsi nas peniliciuSas i 11(lilla(i( lles, 6 si el iuaJ ejeiuiplo (file han enitio ~usu vista no les eoutanuna Y deprava. La su ((jedad en buces, Ni VPZ de ciudadanos iitiles, ad(Julier( nloilsriuos uu ue la trasb ornan y desgarraii. Por iiltiiio, si litera posil de levantan tina estadus- tica de las (‘ulfenlule(la(les (1110 siendo 1011111 nes las fauiilias, en las líneas (1 irectas y en lus ~udat erales, se trasunten a la desccuideuicia , aul(Juuinialliuus el triste coiivencii 1 lien lo de ipie nhi11s ta apatía en aquella u i~- poralulte iiivestigatioui, (‘5 Itilil (le las (alIsas, V 11)) la menor, (le la (lelo llperal 1011 org~í11 i(~d ~‘ it utesbra ac- tual juventud qu te ucasioiia la. d isposicioii u contraer la tísis pu1111o1111r. D0MINuO Josil ~xvxiiimo. EL MUSEO CÁNA1I1O.

A1~ÚF1~ISITILOIDEX EN EL CLiÁNEO DE LOS GUANCHES DE G1—CANA1i1~.

Siendo la Anatomía la cieiicia de fiservacion ~ (~XLleI1CiiLY ilirigidudose las illvi’stii~acionesdel lioni- fice a buscar la verdad en todos los ordenes de cono— (uiT1ieiltoS, ha ptn~trado eii los orgaii i511105 y a Iii Iii yist0 lo íjue Sil imagiiiacion 110 lial ~ poilido conce- lCr hasta entontes, lialiifuadü, coiiiO se hallaba , fi una sdrie liTnLoia de coiiotiitiieiitos, por 110 tener ]ase fi, 1 a de ijtie p~ii~tii’para (ial iazon Y (‘xpljclr de uii niodo claro y terininar~etodas y cada una de las lo llciOIlCS fÍsi( 15 6 1 iitelecLuales de la liunianidad. ~ q~’(011 niZ(i)n ilite (1 1u’oíesor de la facul— tad (le 1 ~lL’í5 Mr. SaplleY eii Sn uy table ol ira de ana— fionia: 1~s(‘111 el í~raiilibro (le la naturaleza doil(iO ))eS ln~eciso1 iuscar la historia fiel y exacta: al lionibre )) debe estudifirsele (01 el lioiiihri’ iii isnio» . 1 Iov la at encion de los sal (loS se halla fija S( doe lo rnfis iii— sii~ni fhiaute (fUO presiuite eualqiuei’a de las partes del organismo, pues sufriendo ?tlteracion el edificio he— nen que sufrirla las funciones para que ha sido cons- truido, y (le am la iillportaiici a (le Li osteologia pa ca el autropoIoi~ista. El estudio osteologico de los Gitanclies (lialu tai 1— tes primitiVoS de las Canarias) tiene que s~rLino de los docuinen tos mfis seguros y 11H15 positivos para coilolel’ (On prccisioul este ptiel )10, cuyo oil~eiiliceo- cupa hoy fi los hombres dedicados d esta clase de iii— vestinaci (lles. 1 ~or lo que fi ini hace y deseando contribuir, atol- (IILC poco Sea, fi reunir algunos materiales que pile— dan dar luz acerca del orí~eu de los Guaue/ie~Ca— iuuioos, me lic dedicado al estudio de los crfmeos EL Mt SEO (IXNXIIIO.

P°~’ iiiiesti~ii i\liisí’ii, lLaLi(”nd)lIlc llainad su— iiuiiiieiite la at”ncioii las paI~oiilaiidades p o’ Ite en— (OJl1t1~d()cii la ((/)ó/iS (.5 (‘St(/O Í(/P(7. Entre los huesos go e ruia el col iieii se halla el temporal, Y al estwliar Sil (~i1~iiilerior, lo pi! I1lel’o (IIIC inc ha ll;uuado la ateiicii iii lii sido el gran desam- n)1lO (le la indIcada aleLisis. 1 lii liase “sta sil nada en la cara i ileiioi Ú guI imil de la .oca 1 io ia ~ulelaiii y inicia deiitco del aglijelo esl ilu-iiiastoideo, siendo Sil diratcion (le airiia al)ajo y de iti~s ide!aiite, ioii bastan te oblicuidad; su bise se italia htertei neo e ce- iTiida por delaii te 1e)i la proli iilgacii 111 (le la pared iii— lerioi del (ondileti ainli t iVi (‘\ cii lo; ~iOi( in~ao01 que se terno na por ini le rde cort uit 1 ia~nado ((Jó- ~ ~ (le Li (~HEí/iS/~(~u,1Oí(((’((. Sabido es que la (fpo/hus es! i/oíf se (lesaIT ~01 1(11 SOL) punto (Ti’ osWc:icioii \ 5’ ilili’ luiR larde al ~r~iiiei~,aitiiiilibiilose muchas veces le liii nijdo iiiio~il,pal lo iiio’ cii gran iidiii ro ib’ l(relllrlcolles anatoiiiicas se ile~preiideY iiu hípica cii (1 (‘siJileleti , al ~itSO (jltC cii los aiiiinales 5’ halla sel)arada tuisti- tuyendo el Li /1 eso es! ¡(o í/eo. Las diiiiensioiies de esta apíii~ises genemalnienh’ ile Id unlínietios ile largo, Y en clii se iliseitali los músculos estilo-Ii ijoi’leo, eS!ifO-íJ loso y estilo-/ii ín - (Je), (01110 tainhi’ii los 1 i~iii iieiitos (~5/?lO—II!JOU/cO y (‘~1 ilo—in ((Jifa e. 1)e lo dicho se i1e~hiicela iuipoilancia de esta ap(lhisis en los organismos, pi iest que la vemos en (‘1 liouibre servir no silo de 1)10110 (le iseicioii u iiiúsculos, sino ul iiganieiitos qili’ ieilen Li 11l~5(Ti lee— la accion s hre los actos fisii lo~oos(le la faringe y de la lariugi’. La proporcioiiada relac Jo ql e guarda u los oii~iinosi-’iitie sí (011111 tve el iirtlen lisioi( ico (l peiiLcto estado de salud: alioia bien, iiialqmuiera les— ploporcion cii los Úrgauos dii Ligar ani unahas; r coi no hasta el presente no lic leido cii ninguna o] ra iii lic visto cii niugun Museo de los que he visi ltdo ap’— tisis tan (lesarrollallas como varias de las ipie~P°~~’ inos, 11am)) la atencion de los anatomuislas, lisiologis- tas, patologistas ~- antropol gistas sobre un hecho que ‘(O EL \IUSE() CANARIO. puotio (~Xp1i~~a1~111U(~11OS YoUú1Ilel-1OS cuyo origen hasta Ltl1Oi5L S~(1eSc01)(~e. I~s(liulellsiOlles de las que Se eneueiitian en varios er~iieos de los Guanches 5011 las siguientes: (‘i’~íneosntlrn. 1. 2l~miliinclros. id. » 3. 57 id. » 7.0 » jO. » S.L jO. )) ~8. » jO. » 01 .35 1(1. » 167 .0 » Materia es (~stade estudio para los saLios, y solo por lo qili-» ~i1111 toCa ]1a11~ pi~~5e1lte,que el siStell1a OSOSO (le los (~uanelies de ( iran—( ~anaiia es siti ua— 1 noii tI’ acen tI tadi i, presentando caraoteres os1eo1oi~ieos Iiit’1l (Ieterlninados. 1 ~or (‘1 ostiiilio (le esta itpiilisis, (l~e()(JIlO Se ~ItC— (100 (lOdUCil’ (‘OIISCCI1CIICULS org;í 1110(5 y fisiulúgicis de suola t lstseeu(lenei a; pu esto q tie 1ia1l~i0(1050 siL oil a (‘11 los animales, eOnstitILx01100 1111 hueso 1il~to~Lda1~, y est;uiW en el hlou u re nipis adherida nl orOneo ([111’ (‘11 los otros iuauiíleros, paree que ouauto 11105 (liii— (Li (‘si d y iliOs desarrollada se eiioueiitre, fi 11111311(10 ini todo (‘011 la VOC((, pi~dicailiOs en fav r de la pci- i’e~eii111 1111 inaHa, el )flSI i tiivenil o una (~S0al3 grallun 1 (UVO tIrlil 110 (‘S el lo 11111 ile. Dii. (II1L Y NXI1XNJO. EL MUSEO CANARIO. 41

OliACION INAUGURAL PRONUNCIADA EN LA SOLEMNE APERTURA DEL CURSO ACADÉMICO DE 1879 Á 1880 I’OIt EL DR. U. TEÓFILO MARTINEZ DE EscoIw CATEDRITICO DE METAFíSICA EN LA UNIVERSIDAD DE LA IIABAN.~.

((ontiniiacion) 1. I)e la misma manera que sobre los Ócholes afmo— SI 15, despojados va (10 SuS ramas y verdina , iiaceii y viven las l)a1~sitas,aseniajando 110 evainenfe revestir- se el ÓliLlo nsqueletÁ) le p1~0piavegetaci al y lozanía, asi tainln en ciertos sisH nas filosÓlicos, va eran) a ti— nos y aniquilados, inrccemi revivir transb rinamks en OtroS íinte se preseiitaíi , afecta 11(11) ftirnias va riadas, se~tiiilas circunstamlcias del 1110111011 to, y coiiloiiue a las tendencias de ~a época. El canie ter de novedad con que alucinan, y 5( )l )U0 todo la pomuposidad con se anuncian, feruian siempre un eoiitraste muy notable con la austeridad y lno(ieraciOn que impr lflOfl Ó SUS indagaciones aquellos otros, cuya iioblez~n arranca desde muy antiguo y que Ial ~oriosainente han venido atesorando sus conquistas cientílicas con un criterio mesurado, pero firme y seguro. Y en verdad que si no fuese preciso, s netiéndonos Ó las leyes de la erseflauza Y nie la (liScuSion imparcial, descender al análisis concienzuda de su contenido y demostrar los errores de Sil principio y consecuellcias, bastaría aquel signo de oropel y ligereza para convencerlos de falsedad: porque el trabajo de la razori fria y severa jamás puede confundirse cori las aventuras de la fan- tasía, forjadora tal vez de suefios y delirios. Por OSO, EL MUSEO CANARIO. euaiido en ri Lies t~r~s dias lien ms vis (o lanz~trsed todos los vientos de la publicidad los sistemas positivistas, y haciendo el ina~orruido Posible y queriendo dei’— rll)ar y llttlverizar toJo lo antiguo, pretende eriseflo- rearse ellos solos de la razou humana, iio podemos coflteii tamos cüii el silencio, ~iiieacaso sigiiifi~ ría i~- la algunos el túcito consentimiento de doctrinas esericbdinente liemiativas bajo ci anillalo tic 1111 título Inteco y engañoso. Pres~ntasedesde lo ego el Posi tivisino como la. gran iiovedad de nuestro siglo, coiiio la. iiltiina pal~— 1 ra de la ciencia, fundado en Fraiw ja, com aseguran SU5 discípulos, por A. ( ‘01flF(~, V P11 Inglaterra, seguli la vmd icacion de 1 Imdev (1), p ir el esr~ptico Ijurne que logró despertar al ciii isista Kant del sueño dog— iiii’tt ((O en (lUfl lial da vivido; procl~ui11aSe coi iio una neesidad (1 el deseuvolviniento ci cii ti lico, npuesto 1)01’ Ulla lev de la Iiistoriii, ~ viche ¿í la escena de la vida en el 111) )niefl lo preciso en tjiie tl el)P llegar; apa— rece (‘ollo una gran luz desde li~iceniedio siglo ~ despues de los teiiehros s tu’mpi (5 en que la Teología y la Metafísica no han hecho inús que amontoliar lii— pótesis y errores, balo cuyo imperio ha vivido tir~íni- cameute el pensamiento; cii fin, ci 1 ~ositivisnio se anuncia tomo el emancipador de la razon, aniqmu lan- do todo despotismo ji npuesto cii nombre de l)ios o de la filosoña, borrando esas ideas de lo infinito y absoluto, y lievítiidoiios a la pOSesioIl real y efectiva de los hechos, finico y exclusivo objeto (le Itria ciencia. llenos, pues, trasladados por la sabiduría de los inspirados reveladores d 1111 iIUCV() mundo, entera— mente velado u las desgraciadas generaciones que OOS pi’ecedieroii cii la instoria; d la mdgica aparicion de’ estos genios extraordinarios se abren (te par Cli

(1) Confer. de Edimburco, traduc. en la Revista de Ciencias y Filosofía de Sevilla, tomo 1. p. 23k). (‘a) A. Coin te publicó su ~Sodewn (le política VOS itiva en 1 S~, y ensayo explicar un curso de Filosofía positiva en 18?6, cuyo trabajo, SUS pol~niicas con los sansimonianos y otras causas le atrajeron al e’unos accesos (le enajenaeion mental. No obstan te, ca 1S í~terminó el sexto y último tomo de su Curso de filosofía positica. EL MUSEO (~ÁNÁf41O. pal’ las pLieltas del gral-L leinpl d’ la ieiwia, y la liii- niaaiidad ~ ~ ~ 1)01 ellas, C( (penada IOn los Ij)lafldeles ~ iri’adiaii de si i l~enleh 15 ap~sleles (le esa verdad (leseoneel(la hasta el presente. Atriís las tenebrosas edades en que la Teología l)1a)(l~l1i1aha a 1) ies Ceflie el l(rili(ipi() (le la eieiieia, V (‘11 (11W la Metalísica llIiidaha 5115 lII(1ll)ra(ieIles SI )1 (re le ahselii— le; atras esas Iiipetesis esruraiitistas que a nublan la mteligeueia y eue~elenanla uidagaeien (ienPfiea. No nii~slijes, ni alma, ni infinite, ni absoluto ~jiie sen otras tan las 5111)1 (sieleIles giait iii las que Ita u (‘XtnLViii— (le el ~ )lle(iIllieIlt() Y le han eiitreipide cuinptela cien- te inerme u 5 tI ‘011 eos y h ~s nietatisices: (le 1 u Iv l1i?~5, les lietlies, iini(;ulIelIte les heChos seu~nel ~o’— ilesis y funolauiente de la eieneia hiuniana. Asi ¡tabla el ~ V (‘11 511 deliiio de u veobel y original peiisaniieilte (leiriha oto’ ini solo) golpe el si doerlllo iilioflhlIlleflt.) (~11e((011 taiile ti~oIoaje (‘OUti(aieIl genios ~ pincel orolen, nIel onjas soipeiieies opie llena— 1011 el inunde ion su faiiia. 1 ~e1() ¿es verdad qIlo’ esa !ilesefoa ~° osi va lIaoe; avei? ¿es cierto que antes ilel siglio XIX esa ~leeliiiia de loo J’e(ü(u’e, esa ~io’iieiuide les Ieiiobiieiies iie se hiahia eili (‘litar siquiera? Ah, sefieres, (‘11 la enesl len preseiit’ el iieiubie i111 1)(OPt1L oIiai iole, sienoloo el co citen do o el lflisflho o, apare— (~‘ eii la hiteseftt (:151 olesde Ol pIiliOipiO( (le! iuiiiooiial (lesellvelvinieilte . .i\luís ole (111 1111(11 Les ateos antes de J. (‘., 1 leraeli le fundaba su diesi ofia s hore la )‘e1u ti— (‘i(!(~1(/, sobre la ooioo)sieio oii Y la iiitid~tiiza,~uya (a usa es el destino o; en la edad inedia, cna iule les Noun i na- 1 isLas o’usefiahuuii (fi te las iiooi enes universales eran intitiles con ue elojete de las ciencias, 1(0)1 earecei (le realidad el)] etiva , que las ideas universales peoliaii ceiisiderarse CO (1110) pIlles ieiioeptoos sin realidad hiera de la iiit eligenc ia , y en fin que la ieali dad o ol )j eti va (‘xelnsivamente perIeneee al si’r i inIivid i ial, las ti ‘e— rias pesitivistas recibieren ini nueve iii ipulse; Y ~ despues, flogerio l3acoii , iii luque al ile tulio liii evoos \ (Illafaolos 111 )rizontl’s ~ la iiidagaeioii tilo isOhica, (‘vago— raha (‘1 1)lbtede exj)erimentat hasta diofiar ilota bIen len- te la síntesis y dejar, por censiguiente, iiieoiiipleta EL MUSEO CANARIO. la niarclia del espiritu en el conoeiiiiienío de la ver- dad, haciendo progresar de tina manera harto nota— Me aquellas mismas doclrinas. No hay duda que el sabio religioso de Oxford tra- bajó afanosamente y con éxito para elevar los coi~o— cirnieii los físicos ~t una altura asombrosa coii relacion á su época; que su método experimental, sin ser el empirismo cerrado y exclusivo de los modernos po- sitivistas, sino la observacion apoyada en las ideas miiversales intuitivas de la razon, teniendo por tér— mino la iIl(luccion de los couoei mietilos generales, proltijo tambien iw~starde y trás de una revolucion científica, la aplicacion del mismo método ti la espe- culacion filosófica, completando en la historia de la filosofía cuanto hasta entonces liahia obedecido ¿í las elucubraciones de un puro idealismo; pero desgra— ciadarnente, Y por una neceSidad de la. reaecion, pre— cipitó la iidagaeion analítica, haciéndola favorable al desenvolvimiento del materialismo. Esta obra fué iniciada por su homónimo Bacon de \erulanu o, so- bre cuya (lLEra y tunarga crítica contra. los tral)a,los de las generaciones anteriores, ~ haberse calcado las negaciones antililosóficas y los ataques inj ustos, cuando iueiios, tie la escuela qtie combatimos. I)e aquí arranca el sensualismo de Hohhes que llegó ~í las funestas é inmorales coilsecuencias (le! placer ma- terial como fin (le la vida, de la guerra ColliO estado natural del hombre, y el entronizamiento del despo- tismo como el nimicu medio de conciliar la p~z• rUodavia. 1105 ofrece inglaterra otros antecedentes (fUe de una manera más directa é inmediata pi~epmti~iii el advenimien to del novísimo Positivismo. Siguien- do las leyes de la vida y por una necesidad de reac— cion , determinóse un nuevo llloviIl1iento hácia el lado del sensualismo, desde que I)escartes arrojó de la Filosofia el conocimiento sensible, con red iéndole un exclusivo valor al racional, y aparecen entonces las investigaciones empíricas con que el autor del Ensa!/o sobi’e el entendimiento hnma no abre un nuevo camino al sensualismo de la época moderna. Locke no admite otro fundamento de nuestras ideas EL MUSEO C.~NXlUÚ. (~~ela exl)eriellcia: porqite el alma es a manera de una tabla rasa en la cual no hay nada escrito, y aun- es verdad que la reflexion combina y forma por abstraccion otro órden de ideas, éstas, sin eriihargo, nacen y se sostienen por aquellas. Ahora bien ¿cuá- les dehian ser las ro)nseruenrias de esta doctrina? ( ~ou los nombres (le Berkeley, 1 turne, Kant y finalmente A. Cointe la historia lm~s consigna: el 1(1jlUOi’() dirá que, siendo los sentidos y la sensacion nuestros mini— ces medios de conocer, toda realidad externa no e~, Iii p~~deser otra rosa, que una representaciou del espíritu; pero represenLaci oii que tien e su fi tuda— monto cii Dios; de modo (JIIC el inundo viene ;~ser el conj unto de las ideas divinas, cuyo Úrden y armo- nía constituyen las leves de la naturaleza. Sobre este idealismo seusual~staavanzará (~lSegundo, negando no solo la existencia del mundo exterior, Sino leda certeza y todo fundamentú obj (~iVO de verdad, COlfl— batiendo los pri~ipiosde la razon ~ especialmente la idea de causalidad, y aniquilando finainiente la libertad y el dereclm, la naturaleza de 1)i s, la 1 ~ro— videncia y la inmortalidad del alma. Por último, ven- dr~í Kant á establecer la imposibilidad del conoci- miento objetivo frascenden tal, linut~ndoloal sultjc- tivo inmanente, y concediendo á lo sumo un valor representativo al t~’orneno; pero de ninguna manera ~ila sustancia, á la cosa en sí, al noamnenos que per- manece separado del conocimiento por tilia barrera infranqueable. Con tales antecedentes ¿potlréinos ci invenir en la originalidad de Comte, Littré, Stuart Mill y tantos otros que cada dia van nutriendo las filas de la escue- la positivista? ¿Sus afirmaciones y negaciones no es- tán ya dadas y contenidas en las leonas que acaba- mos de citar? Oigamos ahora las consecuencias nigo- rosamente légicas que un filosofo espaúol deduce de la crítica kantiana, combinada con la (lialéctica lic— geliana, ideas capitales que á sim juicio forman la ba- se de la doctrina positivista, y las encontraremos roni- pletamerite acordes con las aseveraciones de ésta: «negacion tic todo lo absoluto y por tanto de todo EL MISEO CANARIO. principio onL)lJgicu (~ifets/)IO); reduccion de la vida al pu ro suceder y de la (‘ieneia al eon ie i ajen lo sen- sible de fenduienos contingentes (~ensiui¡uunO) y c( unpleta ignorancia de las esencias de todo ser; I)01~ tanto de 11050 tros liii511105, (JIte SOttl( is mi nú U InC/? O~ ignoto que se inanitiesia en determinaciones 1 ciii po— raJes, producidas aparentemente por lo único vivo y con fuerza que experinientanios, la niatelia (ilíate— lUlf~S)ilO))) (E). El Ateisino, el Sensualismo y el Materialismo, l111~,SOn las necesarias consecueiicias de CSflS nega- dones, exclusivismos y extravios (jiTe, reduciendo la ciencia ti ini pino empirismo en SU nit~todo,y ti una suma de fenúmenos, cuyo fundamento se ignora, en su punto (le partida, y destruyendo en rigor la cieii- cia, puesto que no es posible va considerarla coiuio un conj unto armúnico de verdades, conocidas co on entera certeza y fundadas en un principio, nacen de la irracional Ilegacion de lo infinito y absolu lo, de la expulsion de 1) ios, causa piie~a y fund amento (le toda ciencia. Lo unico cognoscible, porque es lo fmi- co observable y positivo es el hecho, dicen los apús— t( des del lluevo seilsualismno; todo lo que no sea reu- nir lucimos lmomog~neos1ua1~encontrar otros unís generales y si nides li;tsta descubrir su Ie~, (5 incier- to o” noaccesihle al conociun iento: la ciencia estol iii— capacitada do oci qarse cii esas en Liolades fa nttosticas ~irm~fueron del donnnio de la ~ y de la Mcta— fisica, CUYOS reinados ~ saron dejando el señorío de las iii teligeucias al 1 ~ositivismo. Este fallo stipieiiio y absoluto, lanzado coii mi dogmatisuio sin ejem- plo en la historia del desenvolvimiento racional, lle- va en si la contradiccion nitis palpable: porque al es- tablecer que nada miv cognoscible fut’ra (le los hechos, ~ que los principios absolutos no deben ocupar el prceni inente lugar qn e la ciencia co )llstantenmente les loa designado, el Positivismo no hace mus que dictar otro nuevo principio tan absoluto como los negados.

(1) Revi’ota (le Folosofia, Literatura y Ciencia, de ~eviI1a;t. V. EL MEJ~EOCANARIO. 47 Al lado de esta primera contradireu)n surgen otras mucho flhi’tS graves, origi iiadas poI~la fuuesta llega— cion de lo absoluto, que no tan solo iiiiposihilita el coiiociillien Lo de las leyes ti (IUO ol edeceii 1 5 fenó- menos, sino lo que todavia es mas, impide directa ~ inmedia tamneute su agrupacioli Yclasificacion real. En efecto, todo fendmneno coitio singular y encerrado cii sí, todo fLecho en cuanto particular y propio, nada [lOS expresa de sus relaciones y coi iltt ndad c( ci otro, sien• do éstas poi~lo tan Lo, o put~aiiiente subjetivas ~ crea- ~ po~~nuestra fantasía, y en tal caso iaada significan, en la realidad objetiva del conocimiento para la (005— tritecion cien tífica, ó tien{-’n un fundainen O) reti, y entonces trascienden del hecho, y buscan su orígeli en ct uceptos superiores al puro empirisu 10, cuya 1’ei0 lidad úos interesa descubrir, y entranios en el doini- 1114) de la Metafísica que es la ciencia de los principios y, como dice un eminente orador cristiani 1 fl, rice íf e fc absoluto. No, no es posible redttcir la ciencia ti u u puro pensar nuestro, d una opin ioii que en vano pre- tenderla el asentimiento y convircion (le los deni;~s;y ti. tal extremo llegaríamos irreuiisibleineu te, si lo ab— sonto no fundase y fecundizase lo condicio iitl y re- lativo, mii la Metafísica luese la ciencia primera, la filosof~afundamental que imos suministrase los cini— cel)tOs reales y las relaciones de los hechos, ti la vis- ta inmediata de la trascendencia y la realidad del s~r. Aquí es preciso venir mí buscar todo principio y toda solueiou, en las grandes cuestiones ít qt te constan te- menLe SOIflOS llevados, qi i~iibni)slo ó no, (‘11 la i ntla— gaciori íilosohca. La agrilpacion de los hechos, su homogeneidad ~ la lev cine los rige, penden (le los principios absolutos, y ¿quién no observa lo contradi- tono de negarlos por UIIa parte, y por olra afirmar la ley, cuyo concepto envuelve desde luego la idea de lo peri~~anentey absoluto entre lo variable rela- tivo de los hechos, por ella y segun ella del en ni nados? (ConUnuard).

(1) P, Felix. Confei’enias do Ntia. Sra. do Paris. Quinta (lii WO 18ífl. EL MUSEO C1~NÁRIO.

INSTRUCCION PRIMARIA. (*)

III. Los Jardines de la infancia. Si el plan y el principio de toda obra es la enes— tion más árdna para el artífice, en la grandiosa obra de la educacion, el plan comienzo no es la tarea niíts fíicil para el educador. Que la educacion del hombre debe empezar des- de la cuna, ¿.quit~n lo duda? ¿,Quh~n ignora~ que las primeras nociones, los primeros hábitos físicos inte- lectuales y morales ~jue recibimos en los primeros años dejan en nuestro sér huellas profundas en di— reccion del bien o del mal? El mútodo del mantenimiento y las costumbres ~ imprimimos en la primera edad, contribuyen cii gran manera á modificar las cualidades del áni- mo y del cuerpo: lié aquí porque no conviene aban- donar al azar las primeras horas matinales de la vida del lioinbre. Pensar que en la vida de familia puede propor- cionarse al niño la educacion integral sin concurso extraño, es una utopia; porque difícilmente se en- cuentran padres sin energía suficiente ~r firmeza de carácter para educar por sí mismos mí sus lujos como corresponde; iues su ciego cariño y demasiada blan- dura no les deja ver en sus pequeñuelos sino perfec- ciones. La educacion no súlo es obra de desenvolvimien- to, sino tamubien de represion y extirpacion. No todo

(A) Vt~anselos números 5 y 6. EL MU~E)(XNÁIiIO. lo í[It(’ hay 011 (‘1 11(11111 (FC 05 1 ((tollO, (01111) ~LfiF111~Jfl algunos i’1 gos; Li 1111) ieu so io (cm en (‘1 u iala 5 ~11- cliiiacioiies (fIEl’ deheii extirpa.use , tiestit 1115’, (‘11 U iia. paIL1h1~l,ariiuicailas desde iunv tIul)luli( ~ ini— pedir que con su cred ni idiLo ti iogtieii las It el 1d5 dispoSiciones (1110 se (‘11(lIelitrluIi (‘11 (‘1 hiÑo. El uIogO(’i() iiuís iIlhl(0l[illht(’ (le L:( \ ola. es (‘1 (Te la. edwa.eioii, Y 1°1 ta.iii o, los (‘iia.~aT(s (le la iii Ñ(’z no deben peidoiia.1 iiiedio que s ‘a e )u(iweli e i~n liii ani grande. No (‘abc duda. que ~‘t la. lfllL!lI1’ (orI(e~p(11tl(’lii4’~ tauiieut’ Lan sIci~utisiiiio(lel)N (lulailtI’ los i ~ años de la vTa. de los niños; orqiie, (1(1111) 0 i~o104 esciiloi’ llotable, ni nadie inleresa. tanto (01110 1 la. «inadie la tianquilidad, (‘1 ltieiiesta.r y el poiVellir (11’ «stis hijos; nadie eoiio~ ella. poca. (0I1i1(hOn’lel ~ ah-- «vinar sus iiuplesiolies, asi 00111) para iI1st(iIall(’5 h «que debeii 1ia.c y, Pulule solo (‘11415 5111 i(’ii (‘1 S~’( ‘1 «de ilisinuarse y tllH)(ll’lVlrsu’ tic sus }OVI’iieS ( caz nes»; pero por des~r1uia.la eduicacio~ique recibe hoy la mujer no (‘5 l)ltStliIit(’ ~iL11(q~ iuela. llenar ([Ini— plidaiiiei ite 1 ea 1 (iellca.(Ta. tarea La hilta de ona. Inicua. (‘duiciciolI cii nuosica. lien inosa mitad j untaitiente (((11 los dolores y (OC(’i115 e ve es escandalosas de las familias, e (ilvellcieroll Froehel de que la edueaci u 1 del ita qta.i 110 1 (-isLa 1 (a. por sí sola para. Luiprilihir la. ililalicia una. di rece ioii solida y ~anupleta. Pre( ten paW ( (14’ la. necesidad (le una vasta Y proluiida. reloriiia de la cd ucaeluli ~ de la ensefianza, comprendió que deltia. eiiipezar pol la base; es decir, p~rla pIililerit edad. Tal es el (rigen de la iristitucion de los Ja ~‘c1i,~es(fe la in/hncia. Verdad es que 110 putlo realizar eiiipresa. Lii 11 (0— losal Sirio i~trueque de (Tillas plivaciolles sacrilir los sin cuento; pues llegó liaste, verse en el duro trance (le tener que dormir al aire lii (re. Vios(’ tauiihieii t’ii— vidiado y persegui o: cosa que no iios extraña, por— que la ignorancia y la envidia ~on los dos escollos en que casi siempre nattfragiui los bienhechores de la humanidad. En cuanto fi las privaciolles l~e~soes contPsar, To~ioii.—’t. EL MUSl~() CANAfl1~~). aunque (Of! liarLo dolor, que los apostciles de la en— sefianza 110 haii tenido oíro patrimonio, por regla ge- neral, que el desprecio y la miSeria. Froel id 1 iaiit 1ZI’) ~ sus ese Lidias de ji~rvulos con el gri!(iosO 110111] )i’(’ de (fe la ¡~o/~i)Ie/((, por— (Jite coi-isideralia u los 10(105 001110 plaiitas Iiurii~uias que u ecesital an para su desarrollo de un u iedio apn — piado cii que vivir. A este pri’iposito 110 liemos podido resistir la ten- t id! (U de ~opi oc Ii teral iriente el si guien te pasaje que 1). 1 ~edro de AIi~iiitara( ~areia toma u’c SI! vez de uiia obra (le Froehel mti LIila(la L~ EmTX(:IoN DEL HOM— nita: «\osotros, dice, que recorreis los jardines, los «campos, Lis praderas y los bosques, ¿por (11111 110 «al (ns loS olos (le vuestra inteligencia? ¿.Por qu(~no «~‘scueliak 1) (JI! e OS dice y OS enseña la naturaleza «en 5(1 1110(10 lenguaje? Esas pluuitas que desdeflais y «(jiie Ilat llaiS iiia la verba han crecido conipli midas, ((al iogadns, dejan do apenas adivinar lo que hubieran «podido II eí~ar~ ser. Si 11 id d era sido dado encontrar— «las dilatondose Y CX! endi(~ndosecii VII espacio libre, (O u ivutd~i5 (Vi 1111 (di í1~O,(‘11 Un cuadro elevado (le ((1111 j(lrdiii, las ~ visto ostenlar u nuestra vista ((1100 natural eza rica ~ exuheran te, una abundancia «de yola (‘sp~rcidaJO (1 todas sus partes. ((AS! sucede respecto de los nifios que teneis coui- «1uiniidos, eucerríindolos en condiciones que estumn ((cii oposi1 i( (11 evidente con su naturaleza, y que Jan- «gtudecen hoy en torno vuestro abrumados de en— «Ibruiedades morales d fisi cas, mien tr~s que tanihieu «hubieran podido llegan u ser s~~rescompletamente ((deseuvueltos y dihumtarse en el jardin (le la vida». Estas frases explican bien el sentido elevado y la significacion que tienen los ~Ja)~(l///esde la infancia. En niiestr articulo anterior descubrimos aunque muy u la lieera el car~ieterY marcha del int~todoin— tuitivo; procede exponer ahora, siquiera1roebel basasea ensubossis- temaquejo,Ylassusbasesingeniososy levespi~ocedimen que Flentos; aunque bien comprendemos que tal y tan importaiite estudio es materia para una obra e~peciaJy que el asunto bien EL MUSEO CANARIO. merece otra piLlina mas ejercitada y rníis eloenente que la nuestra. rçodas las cosas de este mundo tienen 1w destino que cumplir, y un fin que realizar. El destino del hombre cii este mundo es hacer el USO conveiueiite de las facultades e( n que 1) ios le doto, conkrine ~i las reglas invariables de la moral, y el fin ~ilti no para que ha sido criado, segun dicen los iiioralistas, ha sido para realizar el bien en general, que consiSte cii la conformidad de las acciones con la naturaleza del s~rque las e~ceuta, o mejor dicho, el Último fin del hombre, como dice el Catecisnio, sera servir, conocer y amar fi Dios en esta vida y verle y gozarle despues en la eterna. Preciso es reconocer una causa l1riJI1e~~que no haya sido efecto, si fl( queremos adnntir el absurdo de una sórie infinita de efectos. El colijunto ile creen- cias que el hombre abriga acerca de esa pr nera cali- sa 6 de ese Sór superior fi la naturaleza humana, es una enseñanza couiun a todas las edades; porque la religion no trata sólo de las verdades especulativas, sino tambien de las prfietic~~s,y (le todo lo que direc- ta 6 indirectamente pueda mover la voluntad. ~sí es que sin el conoc uiento de nuestros deberes re- ligiosos, nuestra conducta í1uedaria sin 1 iniou en el agitado mar de las p~tsiones,y entorpecidas nuestras potencias y sentidos, nos seria imposible praci icar por nosotros miemos el bien; siendo en este caso mil veces peor que si huhi~ramosperrnamiecido en la ig- norancia. El desarrollo del sentimiento religioso es el deber principal y más importante del Maestro de iustruc— Ciofl ~ pues educaiido al lionibre 1111 )rahne u — te se le dispone fi que adquiera lifihiitos de virt 11(1, honradez, laboriosidad y de órden. La instruccion y los talentos, cuando la concien- cia moral no se halla por lo inf~nosal mismo nivel, son dones flmestos al que los posee Y fi Li suciedad de que forma parte; porque la instrnccioii cii niani iS de un sór corrompido, (‘5 1111 arma t’inih de de la qi.Ie se vale para el logro de sus nialóvulas intenciones. EL MUSEO CANMUO. En res~imen,el oljeto inlnediaL() de la edueaeion es el cultivo y pE~fe~io1i~1i~lieiitode todas las facul- tades del hombre y de las buenas disposiciones de éste y el objeto final ponerle en estado (le alcanzar el idtiino fin i~’’~(f~te fu~cria(lo. Por lo (Ticho se (‘ inpreiident que’ la base del sis~ tema y in~’todode educacion de Fruchel, tiene su punto de partida cii 1)i s, S~rilinice y eterno en el que la natuialeza y el hombre tienen sa FuANclsco (~lut1~1-~xy RwJluouEZ. EL MUSEO CANARIO. 33

L.4;~T A ‘1’1 í~1~L)1~.~ 1) 1’. 1’

A. BERILO.

(on ropajes que á sombras se asemeja La tarde sigue al sol, ~jue cii el Ocaso Roia bandera deja; El silencio la sigue ~ ~ paso. Y juntos se Sentaron En la desierta roca; y se abrazaron Al ver que el carro (le la noche oscura Ha[)ido corre, y ~cntis so levanta, Y la estrella de amor con su luz pura ~Iis plan tas iluniina misteriosa, Mientras la brisa canta (‘un su voz rni nurosa En la yedra ~ las ramas ondeantes: Y se inirami las sombras a nibulan Les Que parecen espíritus que giran en torno de los ttiiiiiilos suspiran. - l)espr~ndese una luz del alto cielo Que el astro (le la noche cmi róudo vuelo sol) re ini fien ti mcii urna e ny ia, ~ U e ni 15 o~os hIan (laincu te Iieria. Dulce reflejo ile ese globo en llama Oh rayo encantador! di ¿qiu~inc ([nieles? ¿1)e nii peeho abati do el nimeci o eles Y el fue~oenvias que mi hielo inflaina? ¿.1Laj as iev eInrimie los iuofu olos Misterios de la esfera, De esos inmensos mundos Que Iii vuelves á ‘r viniendo el dPi? ¿ ti acaso se creyó ini fantasía- Que una sabia y secreta inteliencia Te ordena visitar al (lesi~raciadO l)errain and o en su sci io ji ialfiadado 1 u rayo (le esperanza y (le clemencia? ¿.0 descorres el velo ó lo fu tuco, Y el corazon dudoso que te minplora Veri~. rayo divino! cmi tí la aurora De aciuel dia sin he, janiós oscuro? Mi corazon tu caridad i~ihlania, Y en mí sic i tu un ardor desc 11 ocidi ; Yo creo ver á los que antes han vivido ¿Es su alma tu luz, divina llama? ¿Estos menes dichosos EL MUSEO CANARIO. En el cercano bosque anclan errantes?. Que su imágen revista tus brillantes Luminosos destellos, Y entonces me creerá más cerca de ellos. Aid si vosotros sois, Manos queridos, Mostraos ohsecjuioso.s, -v venid cada noche, sin los ruidos l)e este mundo viviente A conversar con mi exaltada mente; Y hablaremos de paz, y amor vertiendo Consuelo de mortal jamás gustado, Y de dulzor bañado Qucdaré cija! la tierra recibiendo Sobre las llamas (le abrasado Estío La bcn~íicalluvia riel rocio. Venid, sombras amigas densas nieblas Suben del horizonte, y presurosas Cubren tu luz y ráfagas hei’mosas Y ya todo es horror, todo tinieblas. GRACILIANO AFONSO.

LA PATRIA.

E! que cansado de la amarga vida Ya no alienta el amor ni la esperanza; Cifra todo su bien y su ventura En su querida Patria. Aquel que en viae por el triste inundo La voz tierna de madre no le halaga, Otra voz cariñosa lo consuela; Es la voz de la Patria. Yo estoy en este inundo sin amigos Yo á mi madre perdí, perdí á mi amada; Solo Uli amor me alienta y por él mueio El amor do la Patria. Yo adoro aquesta tierra bendecida; Ella arrulló la cuna de mi infancia; Y cuando muela, entre sus dulces brazos Me acojerá la Patria.

A. M. L)E E. EL MUSEO (~~1~1O.

EN UNA NOCHE DE CONCIERTO.

O 11 0 Q U 1 5. (Conclusion). rç1.;ttl~)s lue(~ode sentarnos, ¡ Xt n~zcoii!licto! l3uscar una silla en noches como nr n’Ua , era poco Illelios ([10 tratar (le Ii) g~ii~al f~do .\ 1 un ion tos au Les 11111)0 Ufl pequeño tumulto originado p r unos 011111- tos lJastOilaZ(1)S que si’ repartieron liii sefu r Ya niadit- ro y un pollo, porque ¿‘ste le pedia aquel una le las tres sillas ([110 ocupa] a cali su persuiialidad 1111V robusta, sus ~ y su s )lnl roca. —No puede ser: yo las necesito—della el señor en un castellaiio chapurrado. —Aquí nadie tiene derecho res sillas Ialhuido p~u~LLel pdblico—replieal a el •j dven. —Para (‘SO las he pagado. —A luÍ 110 1110 iflij)urla. Lo iIliSlIl0 vale tina (IUO tres. Yo tení~oel derecho de sen tarine eii la silla (filO esh~~ Y de palabra en palo] ra , vino el u1 iomento del prit~iet liastoiiazo. No S)~ (fui 11 lo dio; pero es lo cierto, ¿inc la pareja de urden público vino i ninedia— taineute, lle~fiiidosefi los dos coiiteiidieiiles fi la pie— vencion del distrito. Nosotros, agobiados por la fatiga, calIsa(la la vista de tanta iuvestigacion estf~ri[ en busca de una silla (le Vitoria, Y el olfato relaj ad~1)a causa de aq tiel tas oleadas de pOpO/lar, /~O¿el ¡//íJlest7, !/l(í)l—~/ila)/~‘~/, y otras esencias, que dejan tuis si las bellas, dmios por fin con nuestros cuerpeci tos en unas sillas que dejaran libres unas señoras. ¡ Qu~blandos nos pare- cieron entonces aquellos asientos tan duros! ¡ Q u~i EL MLSEO CANA1IIO. je~](jd~j~. exlamahauios los dos la vez. Una vez traiitjitilo por la paz de mis piernas, iu~ ~ui~’ de echar una ojeada general ~l ini vecindad, que, ~ rio dudarlo, era buena y variada. i)e todo Iia~

Lia ~~orallí . La flia.lli(~ postiza ijne se ilorinia (‘5— e ueliaiido las iiielod~astiernas, apasionadas, de Belli— en una fautasi a de 1 Pu ‘itani, y recordaba en sus suefios Ics buenos tiempos en que ella, tan jóven (‘OiflO Elvia, aunque 110 tau rorn~uitica,p01’que OSO ti(~roman ticisnio, que entendia á su manera, la ita— (‘ja tiaño . rccorilai ~a, etiando ella trn ia revuelto ~ mecho Madid (011 5(15 cucan tos. Y otros (‘XC 505. Quit~utOllOS (‘1 sombrero aui te las (~tIiíl5honrosas de aquelb s h (h’oes (le! ü~ano que se descubren allil! ¡ Oh! niaestros de ese uela qu~csi ti lime ci (11egaei ((11 ¿Qn ic”u es el lortor Tanner, el ahora fairioso /J(( n/~ee (le los cit~neiita(luis de ayuno, ante vosotros, que avincais cuarenta semanas?.... 1 ~ornuestra espilda, en un corrit1( de po!it IC( s, ini- nisteriaJes ti (1)5, y r lo mismo alegres, decidores, ~ttidhciic (5, se Ita](la ¡(a de la cire atar de ~a ~asiit li roniih”s fusionistas de pioXi nejas, e ni ocasiolu de la prúxiina lucha eteetoi~l~a.Fit reuovaeion (le las l)i— pu lariones pn (Y uci ales, de las coi 1 tes ccu nes reci— 1 udas de niumelios (le ellos favoral des la altstencioti (le las ventajas i icouveni entes que pudiera traer ~i la iliieccion po 1(1 id el re trai tuenLo (le es te pavtulo /t j/to; y coirio Se discutiera (‘sto y al~oni;~sron algun ralor, uno de los 5O(I( is, de i(igole (aliO, (‘011 ~ te- los, m que dijo mciv alto:—Qcu” 111(5 vciigaii ¿1 lbS— otros los tiisojinstas coll aI(steluj( iules. 1 1(11 sal en (‘1105 (fui’ IIOS 111 Iltortali 10 [(Y ~( ((O 1)1(11 An Polio es el grau hombre; hay c~uie (lesel-lgaflarse y su vista tropezo (‘Oil Sil soLer] tic barriga. A nitestra izqu urJa lial di otro (OiTill( , que no 1 cii ia un O de con tacto con el ai i ter (r. Era una agradable reuuion compuesta (le ellos y ellas. Estas, t’ran cuatr o cinco amigas de la bueiia. sociedad, asiduas concurrentes todas las noches, rubias unas, JIloiellaS otras, de ojos negros, de ojos de color, sim— paticas, graciosas, alegres: dignas, en fin, de un hier— EL MUSEO CANAT1E). ~JI inoso ramillete. Las mamas de esas ruñas, dos seño- ras cincuentonas, en un tiempo hermosas, sostenian una animada conversacion distinta de la de los jóve- nes. Entre éstos, recuerdo so fué rodando la materia hasta tropezar con la ñltinia zarzuela estrenada en el Teatro. Uno (le los pollos, dirigiéndose ú una de las pollas, (lijo: —Amelia: ¿ha visto V. el Juicio de P,~’in~Y —Sí: la noche de su estreno. —;~Yle ha gustado a —A mí nada al soluia mente. N~ he visto na— da. hUíS 5050 —~,Yqiiii”li es Frín(?—interrninpió una de las i tras sefiori tas. —Lna romana ~i([ni”li acusaban 110 sé por qué causa —Ns , .1 nanita, est~ís eqii ivocatia: no es romana que era griega ~ifia dio ¿ti’a. —Ihen, Amelia: ¿y le ha gustado ;í V. la Del- gado? ———No ¿‘sta mal per( 110 le ayuda la VO? ¡Oit! si le avudara sería rompida. —~odecía d50 pr ‘iSa.lllefl te smi qué le ha. Inirecido la Delgado al (leSllUdarla ante los jueces?. Es una Iuiujer escultorica, ¿11(1 (‘5 verdad? —llaY niucho de evageracioll ¿‘hl dSO 1 ~ii~t liii tieiie 1111 defecto ~nuide.

~ ‘mil es? —Qne (‘S //? lt?/ if/~~~/ Y por i’ilti fu), li nuestra ¿lererlia esta baii si ti nulos tris señores, dos ile los que, ~i i~’s~Irde sus at~’ites SUS piiitunis dli l)~trlaiy pelo, no podriaii aultar los años que hallan visti trascurrir insi’usihteuiente. ~\iiguuo de (‘1105 cuinplia va 1o~cilicilehi fa, El efecto de las ;u’rngas es atn ¿7 ¡ Qiu’ calann dad! Y siii coi iiposicioii posible que es 1 peor. Pero lo cierto es que estos buenos señores, que diariamente van ;~la peluquería ;i arreglarse el ~ ó mucho pelo que les resta, que van sujetos il la (fe)’— i~ier més rigurosa, que ¿hiii el quien vive á una distancia respetable por llevar encima toda una perfu- EL MUSEO CÁNÁIiJO. inería, auii se consideran t~O1flO el 1)0110 de Veíii te y (~ifl(o~‘tlreiflta años, ~ hacen el oso con taiito o iiiayor inter~’sque ellos, y sueñan C0ll un amor que les tras— torna el seso, creyendo ¡hasta en la felicidad de su amor!.. ¡qué locura! cuando apenas vuelven la espal- da les poiieii un sustituto júven y guapo... No hay tipo en la s~eiedaml ni ln(s gracioso, ni niús ridiculo. —Mira aquella rubia, Paeo—decía el que llevaba ])ar])a sin teñir á mio de los otros. —4)eliciosa —Ya lo creo Es una mujer hasta allí ¡Vírgen de Atocha, qie” mujer!... —Sí, ¿cli? —Sí, señor: una inuj er con un talle flexil de co— 1110 011 hinco, V irnos ojos que al mirar matan, y unos Ial uos que son dos claveles; y un Vamos, viunos, ¿O ÍJ11C 110 te atreves ú hacecla umi guiño? —Ya lo creo muiralo. —ATe coiitcsta? —~ Se iiiarclia! . . . . Me voy (letras de ella. —~Ay! si lo supiera tú mujer. —Chist.... silencio eso es artículo (le contra- bando. ~‘~)tenias la tengo bien acostumbrada.

Y cOliI() mmi >i(”m»aiiios va descansado lo Lastan e, y cii el sitio que ocupi~hamosno era natural (JUC SC diese riada nuevo, lo mejor que hicimrios fu~adoptar el partido de levantarnos, paseando en los instantes en que el concierto tocaba á su término. Tiempo suhiciente tuviinos aún p~uadar iii ud 105 vueltas, hasta que, al pas~lren una de ellas junto ~ la salida, nos llamaron unos amigos y nos sentamos con (-‘los en monientos en que, allít en el kiosko, dirigía lJretou, con ese aire especial que no adver— tnos en ningun otro director español, uno de los \vals de Kanlich mús bellos, titulado, Sileños (le am o i’. Cerca de nosotros, una polla, que rio iJertei~eciaá la cre~nay nata de la sociedad madrileña, coque- teaba y se mecía con negligente descuido al pié de EL MUSEO (iANAIIIO. tillo de los faroles. Su iiiaiiid se distrajo a iiieuwlo, con Ú sin inteucion—no quiero s~rlnaIi(’u)So—v ello aprovechaba tales distracciuues para, en el va~y—vt”ii do SU silla, acercar el Oi(I0 ¿‘i la boca de 1111 1)0110 (le media peto COIlIO ella tjiie la hablaba poi’ detrás. El aparecía nuty enaiii rado: ~t ella, la ví i]i;~s(le una Vez solireirse ~t linrtiidi has ~‘on ini teniente dO In— faiitería que paseaba. Tal vez sería olgtiii primo. ¡Qiu~primos se v~nen ocasiolies en Madrid! Pero ciii esto resonaron los filtitiios aphil usos. El kiosko (‘oiIielIZÚ d tjuedti’se ¿‘t oscuras y desiertt de

, y en ipezú ¿‘i ¿‘SO prof sores el inniieroso puf dot1~P~’~° Y 1’))11 sumaItt— jar los Jardines, tleslilaiido 11111V ~ (hificultad por aquellos ~ IS (Ji e (011(1 uceu ~ ier• la (le salida. Toeole ltieii pronto el tuirmio Olinipia. La inauiní

~‘ en pie eoloeñiiilose st titie it ¿5 lo ¿tul iit ¿s su nial Iiegro. Olimpia hizo otro tanto; pero al loutai’ el su— yo del espaldar de la silla, oí que decía iiiuv bajito; (‘t ¿11 gran Itasuil: —~Ah!repítenie que inc ¿unas. 1 lasta la iiiuerte1. Y ‘co ver’ )rdaha ¿u~utel tai~tal’ de Lun ji u» ile un e que dice así: No inc di ras citie me quieres! Calla, y pru~hametú autor, Y no te enhides mañana ~i hallas marehita la flor.

En conclusion: en los Jardines del 1 ~tu en 1•teti I’O hay tie todo: bueno, bonito y barato ¡Y mucho cuidado con lo que so miente! ¿Q iu~ni~tsespechuculos qnei’eis~ Pites todo esto dii de sí una. peseta cii ci verano.

.1. ui; QcINTxis~.Y Li’;o~. Madrid: Agosto do 1880. EL MUSEO CANARIO.

REVIST.A. QTJINCEN.A~L.

]Ii.s cf as.—E1 Ateneo.—Una icapaiieiofl ~j nna dP.sapaiiciolL— ¡“justas—Lina excucsion JliStói’ico—Ciefltificn.---—i\’uPstrO Ga- binete de historia na(ural.—_Yombramieo to.—~t(lelas rusos. —~NuevoDr. Jner.—Noticias ~ cientos. Suenen trompas y clarines, Dejen todos el oficio; Y los nusmos adoquines Celebren hoy con festines Los cijas cte San Mauricio. 1ioy es para mí un c,’ran din. Comienza el Otoño; entra el Sol en Libra; y debiera todo el mundo vestir gala con uniforme por ser ci (lbs (le mi santo. Segun mi costumbre ccharc la casa por la ventana. ¡Que viva Mauricio!.... jViváááá!! (iracias, amado pueblo. Como yo no soy político; como yo anncpie de impolítico quiera tacharseme, lo prefiero mil veces á signilicarme en ninguno de esos partidos que infestan hoy la sociedad y hasta la atmósfera, sobre lo cual debiera adoptarse algunas medidas lugbnicas para combatir esas liebres politicas cjitc causan más estragos que el contagio más tena2; como 30 soy un alma de Dios que me llevo á bien con todo el inundo, no habrá parecido extraño que hayan venido á felicitarme hombres públicos ~mujeres uing1inas~de tod~ts las opiniones habidas y })01’ haber, y cine mi casa se haya visto convertida en verdadera torre de 1)ahel donde se han hablado los idiomas más iaros y exc~ntricosque puede imaginarse. Aquí tengo la lista do las personas que me han favorecido con sus visitas, clasificadas segu n sus opi niones y mr ñrdemi allah~— Leo. Callará los nombres porque hay mnitchos cjcie están afiliados á media docena de partidos, y hay otros cjue, con solo una llave, pudieran comprenderse en todos ellos. Oi~anVds. (‘anmpi.stns, (‘rowei.~lns,(‘anoeis/as-ei’es,l unte, Carti4ns. (~‘en- trnlistas, (‘onicinista.s, (~ serrado res, Coas ,rndores—Cnnoris— tas, (‘ossserrmdoi’es — liberales, (‘onstiltuaonales, Densócratas, Deomócrntas—proqi’esislas, Din ástiros, Faswnista.s, Interiiaeio— nalistas, Liberales, Liberales—dinásticos, Modeiados , Mode— i’ados — !cistórcco.s, P~Ionárqctieos, Oposiciínis(as, I’osibili.slas, Radicales, l!en(Cio))arioS Sagastinos , Socialisias, Triidiciona— listas, Ultra — revolucionarios , Union iSlaS, y como apándice, Darwismistns, Luteranos y (~alrinistas. Se me figura á mí que la abundancia del gánero, es causa de Eh MUSEO CANXIIO. (11 la baja de la cochinilla. Se me figura tanihien que torios ellos es— tán tenidos con no ilion. Siendo así, el color no es firme ni con— sistente y tiende it la baja. Por este corleo escribo it Bárcia para que me husque el orinen etimológico de esos quiebra_cabezas. Yo creo que el origen eh— molón’ieo de todos ellos se cncnent ra en el estóionrjo. Siendo así han de venit’ de t’asta de lonibi’ices. Pero veamos lo ocurrido en es tos primeros quince dms de Di— ciembi’e, de lo que pueda bucnanien te deeii’se. que así (‘orn’) hay Imijeres feas (le las que tengo la (lebilidad de no ocuparme mm— ca, hay cosas tambien tan feas que inc hacen toreci’ la rata y eS- tornudar. Por eso no (lirro que madre es muerta; pero si diró que se lic— ~aron la escribaiiia de plata que se hallaba en el salon de sesiones riel Ayuntamiento de Santa (‘ritz de ‘l’eitei’i fe.

En la noche del 9 del corriente y en junta celebrada en los salones del nuevo teatro bajo la presidencia del Dr. 1). Antonio Lopez Botas, quedó definitivamente aprobado el i’eglarnento (le la nueva Sociedad el Ateneo. En la primera rcunion se procederá it la eleccion (le cargos,

Corno lo anunciamos, ha reaparecido la acreditada Reri.sta del Foro (‘aoario, órgano del litre. Colegio do abogados de esta ciudad. Le saludarnos. Sin anunciarlo ha desaparecido el periódico El Ioq)[(O’inl it la temprana edad de un mes. Lo sentimos: pelo no podemos llorar.

Con los tradicionales fuegos artificiales, procesion, música, pontifical, ilurniuacion, feria, ventorrillos, curiosos episodios y muchas cosas más, se celebró este año en la villa de ‘l’eror, la po- pular fiesta de Nti’a. Señora del Pino. Tambien se ha celebrado en el pueblo de San la Brígida el dia 14, la llamada fiesta del Cristo, con fei’ia, bailes y jaleos. Y ayer en el pueblo de San Mateo la de su patrono. muy concurrida y animada. En esta quincena he tenido motivos de divertirme; pues heme convertido en caja de turron y no me ha quedado fiesta it la que no haya asistido, coronando hoy mi entusiasmo con la satisfac— cion de haber llegado it celebrar los dias de mi santo, saludable, contento y perfectamente acondicioqado. Cuánto he visto en estos diasL. A mí que 1110 ha gustado siem- pre verlo y escudriñarlo todo, divertíame con los juegos improvi- sados de los Ruleteros que con su charla y artimaña escamotean it las gentes cándidas y sencillas de nuestros campos; parecíame oir it cierto perillan que, nace poco, vi en un pueblo de la Península, y que buscaba su vida mostrando varios animales curiosos, y al dirigirse al concurso decía en un lenguaje chapurrado: «Cui si troya, siñori cavalleri, il tigro de l’Hircania: animalc nóbile é manso, ma molto feroche; cómo ji carne crudo; ten un rabo longo, cuatro patte corte con vane coyuntura, 6 non fa mal- dita l’abilitate. Habla en siete lingfie, ma tute in español, per u (3:2 EL MUSEO (‘.A~NARIO. piú gran commodo del auditorio. »

Nuestro compañero el Dr. Chil, Director del Gabinete de his- toria natural se halla en esta isla, de vuelta cte su exeiirsion i’c la vecina de Tenerife, para donde se embarcó el $ del corriente, con el Un (le hacer algunos estudios y comprobaciones sobre los primitiVOS bubi tantes de aquella isla. El Si’. Chil desea ocuparse con el mayor acierto cTe este parti- cular en los Estudios /i istóiieos, rliinalolóqicos y pato1(~ieos (le e.stp.s ~s1as,que actuaIment~publica.

El Museo ranario se ha enriquecido últimamente con varios objetos regalados por los Sres. Di’. 1). Manuel Gonzalez y Gonzalcz y 1). I”raucisco de l~.(irosa. Tambien se han recibido de Paris algunos minerales debida- mente clasificados. Y últimamente ci Sr 1). llamon 1”. Castaíleyra, residente en la isla de F’uertevcn tora, que tantos servicios ha prestado ó las cien- cias y ó la historia con su ilustiacion, actividad y conocimientos, nos ha remitido preciosos objetos que ya figuran en nuestro Musco. Dispcnscme el amico; pero no puedo resistir ii la tentacion de publicar algunos p:b’rafos de su carta, reflejo de sus buenos de- seos y de su carinosa solicitud. I)ice así: dteciho El Mosco (‘anmio, ilustrada Revista que sirve de ór- «gano ú la Sociedad del mismo nombre establecida en esa Ciudad « para el adelanto de las ciencias, las letras y las artes La lee— « tora de los interesantes escritos de tan útil publicacion me de— «uiuestra c~cie\ds. persiguen con a ten fo y solio lo empeilo el «conocimiento del origen cte los primeros habitadores de nuestras « islas. valiónclose para ello de los medios que ofrece el estudio de «los esqueletos, eii particular cte los crílneos, y ci juicio compara— « tivo de sus casas y (le sus útiles. La arqueología y la autropolo— «cía en consorcio amigable se han propuesto en los presentes « tiempos disipar la niebla que aún oculta ti la perspicaz in~esti— «cacica de los sabios los horizontes tic tan laudable propósito, y «es muy posible que sus esfuerzos se vean coronados por el tixito «mós satisfactorio.—Tambien yo modestísimo obrero, he querido «desde mi reducida esfera contribuii’ clin mi grano de arena ti esta «hermosa obra, no en la forma que Vds., analizando, comparando «y emitiendo juicios, porque nada entiendo ni nada só; pero si « buscando materiales que por personas competentes puedan ser «examinados. Así es que he tenido que hacei’ excursiones ti dis— «tintos sitios de la isla cjtic no han resultado del todo infecundas, «pues he adquirido noticias y objetos que mi respetable y csti— «inado amiL’o Mi. l3erthclot ha visto con gusto, figurando Fuer— «teventura bastante bien con sus cosas de antigua cerúmica y sus «piedras lapidarias en el Gabinete científico de Santa Cruz, del «cual tengo la honra de ser socio corresponsal—Allí cstíi. todo lo «que he podido conseguir. (‘on intencion de no desprenderme de «ellos, conservaba como recuerdo los objetos que hoy le remito «para que y., si los considera útiles, los ofrezca ti su Museo, y «ocupen un puesto en la seccion que tengan destinada ti Fuerte— EL MUSEO CANAISTO. (~ventura.Estos consisten en «2 cuchillos de piedra (fragrnentos~. «~pedazos (le madera para sacar ftiee~o. «Cuentas con que se adornaban los Maxoreros. «1 caja que contiene restos escavados en una cue— «va descubierta el año de 1579 en la (‘05ta de Tu meje. iiay un «cráneo que considero muy útil—Nada más poseo y nada más «puedo dar. Si Vds. quedan satisfechos, quedará muy contento su «amigo». La Sociedad de El M~sseoCammi’io d~ilas gracias á los Seóores que así la favorecen. El cráneo á que hace referencia el Sr. Castañeyra es notable por sus dimensiones; como lo son tambien un fémur ((liC eiivia y mide metros 033, siendo ci término medio aproximado de los té— mures de los indígenas (le Gran—Canaria 0’’»5.—Eutre los demás huesos hay una tibia de 045, y un peroné de 0’ ‘i3: son dinicnsio— nes verdaderamente extraordinarias.

Si~uendola Sociedad en sus deseos de mejorar y conservar su Gabinete de historia natural, ha nombrado olicial conservador del mismo á D. GabrielGaraehico, cuyos conociniientos como dise- cador, el publico ha tenido motivos cte apreciar.

ha llegado una compañía de atletas rusos. Ahora todos son rusos y todos atletas. Trátase (le euestion de equihibros. En el mismo hipódromo (le París he visto yo á los mejores equilibristas del inundo, sufrir cada batacazo (es palabra muy castellana aunque no sea «usa) que al~onoshan quedado muy á mal con sus costillas. Con que ¡cuidado!!

Tambien en esta ciudad hemos tenido un nuevo Dr. Tanner; pero con la particularidad (le que este Dr. no sólo no se ha ali- mentado durante más de cuarenta chas; pero ni siquiera ha toma- do azua. Puede justiflearse este aserto por mecho (le prueba testifical. aunque creo que mis lectores no lo pon~an en duda al saber que el nuevo ayunador ha siclo un hermoso qato que estuvo encerra- do durante ese tiempo en un cuarto, cuyos (lueños se hallaban de temporada en el campo. Qué escuálido y cari—acontecido salió el animalito! Sentimos no poder dar á luz su estampa antes y despues del ayuno como lo ha hecho La Ilustraeion con la del Di. Tanner, y y como lo hace Matias Lopez con los que Loman su chocolate.

El 11 del actual ha dado á luz la Reina una robusta niña. Lo ocuriclo en Logroño á uno de los batallones del regimien- to de Valencia es lamentable. hiallábase preparada la inau~uraeionde un puente volante so- bre el Ebro y al entrar el batallon en el puente batiendo marcha, 64 EL MTJ~EOCANARIO. sobreVino tui huncliunien o y los soldados se sumergieron en el rio. El ntiniero do caclñveres exiraidos pasa de 9t) y lis aguas han arrastrado otros muchos. La consternacion ha siclo grande. ha fallecido en Madrid el Director de El Dernóeeata, 1). Gon- zalo Calvo Asencio. En la isla de Cuba en la Vuelta—ahajo ha habido un terremo- to; pero afortunadamente no ha habido des~raciaspersonales. Corno en los Diarios que he recibido no encuentro nitis ([ile noticias politices yo le tengo horror ti la política, creo que lle- no mejor liii cometido (laudo ti mis lectores cotiocimiento ile un documento curioso cjue ha llegado casualmente ti mis manos so- bre uua clii gciicia ile embarco; y es como sigue: «hacemos embargo y real aprehension ile... Una tapicería con Tn personajes de bestias. Unas mesas de comer viejas de pino. l colchen para dormir sin [ana. ¡T~ banco ile madeia con piernas de carpintero. Una toga para ahogado ile seda. Un miriñaque de niña ile ballena. Uuia gallina con diez pollos. Una mariana con 4 id. Varios juguetes para niños ile carton. Dos cubiertos para co- mer bordados ile plata. Varias ropas ile vestir entre ellas una si- lla ti La floyal y una jerezana. Una tierra urbana ile pan llevar, en el ile esta villa. Un burro pardo para depositario se nom- bra ti 1).,.» Yo he visto otros docurfientos de esta clase dignos de figurar en un Museo de barbaridades; pero este puede ocupar preferente lugar. Y ahora por barbaridades recuerdo el cuento ile aquel asisten- te ti quien envió un oficial ti enterarse del titulo de la comedia ciue se ejecutaba en el teatro. La obra anunciada era Angelo. IiraTmO de Pddua.—--Y el asistente anuncio ti su amo que se representaba «Angelo tirando de Ptiula». Y otra barbaridad es la que acabo de leer en un periódico que anuncia que una jóven desea encontrar un caballero donde eolo— carse. La precavida sirvienta añade, que tiene la cartilla limpia. Por hoy no más cuentos ¡Ah se me olvidaba decir que ha llegado ti ud noticia que el bey ile Argel tiene una verruga en las narices. MAL [(lelo. Axo 1. Lxs Ir~rx~-,Oc’ruI3nE 7 DE 1880. NÚ~r. 1 EL MUSEO CANARIOI

Pri~inero.—~ÁQU~CAUSXS sE PUEDE x’i’ituu:in r~ FREGUE~ÇCIXACTUXL DE LX TUBEIIGULÚSIS en esta Isla? Segundo. —LEs CONTXG1OSÁ LÁ TÍSIS PULMOXAIt? II. No menos influye en la frecuencia de la enferme- dad que nos ocupa, el sistema de edncacjon que se si- gue con los niños desde la infancia hasta la. pubertad. Nuestra larga practica nos ita convencido de que el exagerado cariño conduce á las madres á tornar con sus hijos precauciones desacertadas que léjos de favo- recer empobrecen su naturaleza. Apenas durante la lactancia les conceden un po(o de leche aguada ú alguna insignificante p~tpiI1a;con cua práctica el estÚmago no se robustece, y se hace más tarde refractario á otios alimentos más sustan- ciosos y vigorizantes. Los bafios de limpieza, que debieran ser ú la teiu— peratura natural del agua para fortalecer la piel y co- municar energía u los organos interiores, se les orde- na tibios, que, obrando como emolientes, dan á la mis- ma piel una impresionabilidad morbosa y debilitan la economía exterior é interiormente. Meses y meses se pasan sin que las tiernas criatu- ras salgan del aposento en que nacieron, ni se cuide renovar el áire interior, por temor (le que se consti- peri; y aunque la estacion esté calurosa, no se libran de que las envuelvan en diversas telas que, ti mús de enardecerlas, coartan con sus repliegues y fajas los movimientos de la respiracion y de las extremidades, tan necesarios para el desarrollo del organismo. Por igual temor, casi nunca sacan al aire libre á los infantes; sin tornar en cuenta que los séres orga— Tono n.—5. EL MUSEO CANARIO. nizados, plantas y animales, languidecen, enferman y aún llegan ~imorir si se les priva de la accion vivi— ticarite de los rayos solares y de los embates de la at— mósfera que dán tono y vigor á la economía. No son pocas las madres que tienen la preocupa— cion de creer que la sarna, los hérpes y algunas erup- ciones propias de la infancia no han de curarse por- que purifican los liun ores de los niños. Este es un error que debe coi batirse: las enfermedades tienden siempre á destruir ú cuando ménos á depauperar el organismo; y si se trata de las anteriores que con la picazon y escozor que producen impiden el sueño, se comprenderá la necesidad de curarlas con la pruden- cia y precauciones que aconseja la ciencia. Igual preocupacion suele reinar con respecto á las diarreas que son frecuentes en la época de la den ti- cion: creen muchas madres que son ventajosas ~ no tratan de corregirlas. Las criaturas van perdiendo sus fuerzas, se aniquilan; y si afortunadamente llegan ;í vencer la dolencia, quedan con tina perturbacion di- gestiva que tarde ú nunca llega á disiparse. No terminaremos estas indicaciones sin llamar la atencion sobre el abuso de los vomitivos y purgantes, (litO tanto suelen prodigarse á los niños en sus mús leves indisposiciones: esta práctica nociva que ha in— trociucido el cliarlatanisnio, es de funestas consecuen- cias y deja lauientables vestigios que duran toda la vida. Cuando el niño pasa de los tres años; cuando tic— iie natural necesidad de correr, saltar y gritar; cuan- do necesita alinientarse con frecuencia para atender al rápido crecimiento de sus órganos; entonces se le envia á la escuela y se le obliga á estar sentado cua- tro ó cinco horas por mañana y tarde en un mal apo- sento donde no respira otro aire que el cargado del hálito de sus numerosos coinpafieros. La inaccior entumece sus miembros y debilita los tejidos; la cir— culacion pierde la viveza que corresponde á la edad; la hennatósis se vieja por la escasez de áire puro; el estómago sufre porque carecede sustancias digestivas, y todo el organismo se depaupera, transformando en EL MPSEO CANARIO. (17

POCO tiempo un s~riteno de vida y actividad cii una naturaleza endeble y enfermiza. No se crea por esto ~jiie tratamos de sacri tirar el desarrollo intelectual al lisico; lejos de nosotros se— mnejan te ahsurd o. Lo jite ])re tOildei nos es qi te 110 em- piece la instrLtccion hasta d pues de los cinco aÑos y ~jiie se efeefile paulau flamenle, proeurand( qn e al ter- nen los ejercicios iii telect uaies cmi los corporal es, sin olvidar el precepto ile 1 loracio... (lelc(f(( 11(10 J)((— ~i Iei~q~iemoneiuío. Pretendemos taiuljieri t~iie110 51’ fhtigue la inenioria de los j(iveiies (‘011 lee iones que 110 coinprendeii y lialr~ii de olvidar, iii con precep- tos que soii superiores u su iiteligencia. Qucreini s, en fin, que haya completo aci lerdo Y ari iionía entre la educacion espirituat y la corp~iral. I)espues de estas leves ~i1di( tcic~Jesque liemos apuntado, como causas que predisponeim mí la tuljercn- losi~,rí’staiios averiguar si cxi si e alguna r(’l~Lcio1Ien- tre aquella misma eufPrmnedad Y o tras qn e Iiaii coimi— cidido con su extraordinario aumento. En iniestro concepto la sifilis, los lu”rpes ~ el es- croltdisino son copiosas fheiites de la tisis pmmiuu iouar. 1 lasta termmiiadi t’l pri iiier cimark) de este siglo, el país estal a casi virgen de alecciones sifiliticas: iles— de entonces acu’t soil PO ~ las p~’rsoilias que por he— rencia 6 por adqinsi 10fl no se hallan c iutaniinadas. Este es un hecho, y los hechos 110 necesitan lurutel(mt. Una larga expendida de casi medio siglo ha acre- ditado que numerosos casos de tisis pnInmomi~trhan reconocido por causa el vírus sifilítico; y 110 5011 po- ros los facultativos que viendo va imiiciada (‘11 t1lIeS casos la tuberculdsis, han restituido la salud íu varios enfermos con el uso de los mercuriales. Estos ltechios prueban cuando m~’nosque el vicio sifilítico puede muchas veces ocasionar la tisis. En paridad de circunstancias se encuentra el her- petismo. El aumento (le esta enfermedad daLa casi (le la misma fecha que la ~nteniory actualmente se lu~hecho casi general. El h6rpes se fija con mucha frecuencia en la mucosa faríngea, y si se descuida, pasa ~i la la- ringe donde da lugar ~ula tisis laringea y ñ la. tuhercu— os EL MIJSEO CANARIO. lósis puliiionar. Los ejemplos de este hecho patoló— gico 110 s ~nescasos y Lieiieii niucha gravedad, poi’íiiie el herpetismo es más difícil de curar que la sífilis. El eseroluljsiiio aluinda más de lo que parece en nuestro ia~~Aiiuq ue 110 SOil muchos los eiifernios que ofrezcan todo el cuadro patológico de aquella 011— ferinedad, son sin einliargo nuinerosisimos los que se ludian afectados de la diat(~sis escrofulosa puesta en evidencia por los carácteres funcionales p°~la iiiar— ca(la disposicioii al infarto de las glándulas linfáti- cas. Y es natural que así sea, porque, como liemos dicho y SO halla á la vista de todos, el temperamen- to linfático—nervioso es hoy el dominante entre nos- otros, y mien tras no se corrija el prehoniiii jo del mis— mo sistema linfático sobre el sanguíneo, las natura. lezas einpohreei4as pi~opeuderáii¿í contraer las enfer- medades de carácter astudico como las escrófulas. En el concepto (le los mejores pr~icticosel escro- fulismo es el más acre(litado orígen de la tuberculó— sis; de manera (fUC si á las anteriores causas unimos ha de aquella dolencia, va no nos sorprenderá que la tisis haya venido producieiido sus estragos desde me- dio siglo á esta fbclia, porque del mismo período da- tan tanbien los efectos (le las causas que hemos enu— merado. Antes de ternnnar estas indicaciones, debemos decir algo sobre nuestro actual gudero (le vida; y pa- ra el mismo objeto creemos oportuno copiar aquí el paralelo que estal decimos entre las costumbres de nuestros antepasados y las nuestras en los Ensayos patolof»cos ~/ela ls/a de G’an-Canai’ia, que con- servamos inéditos. Dice así: «hasta tocar casi el segundo cuarto del siglo pre— «sente, aunque algo se liabian modificado las cos— «tumbres, 110 era notable todavia la diferencia respec— «to á los antepasados del siglo anterior; pero hoy. «/qaantu)n m ata/as ab ¡1/o! Nos hallamos tan le. «jOs de aquellos, que formamos un puelilo entera— ((mente nuevo. Es verdad que las luces de la civiliza- «cion y el gusto por el cultivo de la inteligencia han ((Cundido entre nosotros; pero en cambio de esta ri- EL MUSEO CANARIO. 69 «queza iri telechial, liemos adp iri W na consl ¡ tucioii «física d~Li1,enfermiza, (JuiZ~Sraqiutica, (j1t~lies (O— «loca, iu~dieaineute considerados, cii escala muy iii- «ferior i~L la de nuestros asc(iidiclltes, pesar de su ((ruda ignoralicia, de SUS preoclllaciolles y de sus de- «sastrosas epidinias. «~\U~Si1~(iSproiiefl i LoreS V~Stit111 inodestaiiiente «muchas de las telas fa}n~eadascii el país, Sil! recia- «zar ni inodií~arlas exfraii]eras. Eran í~ugalescii las ((comidas y pi1rc~S en laS 1 (e (idas. ~i Ls Iral (ajos lite— «rari OS, con eor~as y un iv lo~nn saS excei (ci 0fl~»s, se «rcdueiau ú leer algoiios libros de (levocioli Ú de mo- ((cante recreo; i~co d nada se ciii dal cm del n ¡1! ieii ((gul)eInalueutal; dediíl anse ~i la (Itreccion ile 505 «familias. El mundo terno naPa ~ ellos cii las pla- ayas de su Isla, y lonan del trato Lic los extuilijeros, «porque atrwelieraulos en su sencilla fi” caí (dica, le- ((111ian ei~ci(u rai- en c~i1 a extraño un ir”prol o o un «liere~e que los (0111(011 lIase. «losotros sostenemos liii fPuisto superior, 1~llhi— «chas veces, a u ruestros ha] u’res. L(l /~O(f~I eleíja ~ fc «(le Pa;’is es una necesidad iuuipiesciuidihle de las «fani i 11(15; \‘ para sosteiierta ~aj.~111b05crecido 1 rihul o 1(1 iuidustria exftaiijera que nos acreí ata casi (oilo «ci friiio ile nuestro trabajo. «\a nuestro cxl regulo Iu11a1111r 110 se contenta con « la retinada cori na extrau~eiau, i pesar de 5115 varia- «dos platos y (a)ndnhu eiilu s; es necesario (1111’ el c~’l’ «hire Morton contribuva t;ull])ieui toii sus mmi lLilPr- «mes productos cii ci ii~erva, cmi sus ardientes sal- «SaS V SUS cáusticos eiiciirtid s: amin asu no queda— (lInos satisf~chos,sino devoramos el pesi b’ro (~uje-

«i’e, d el C/? C51’C (‘0111 5115 11U1flOi~OS(IS gusaulos, u el iu - «cante IfoÇIUefo?~tc11yO5 uncí ices de (leseoulposicion «compil en con el mas vistoso aspe. ~uti’stros liminuu— «des VillOS nacionales son bebida ide]1eYa cii c (lulpara— «cion del agutanoso y lspero ¡Jo ~feíí lcr, un inculilica- «Pie Ru/u, del agrio (Yui tea ?(—JJ0’ ?e/O 6 del ~ii~tiíieiuil ((Ch (()fl»(Uj fle. Y aún lodavia, Si qllel’elíi( s ser brin— (dres de buen gusto, en tic s (rilo Y 5) (11)0 de ronce] u— «trada iufusioii de caú’, lttv que incendiar las LInces 70 EL MUSEO CANARIO. el estomago comi el (fjPfl jo,. el cóqnac ú el c/ui~- ((f/~]18(~y concluir por envenenarnos con la nicotina «de uii enorme veguero. «Nuestra ilustraeion, por buena y extensa que sea, «se califica de vulgar, si mio i~)Squemamos las pesta- ((HaS en descifrar la logomaquia de la filosofía ale— «niaiia, o si no pasanos repetidas vigilias cii coni—

«pretidei~ las transtoriuarioiies tic la ces Leula , del ((»)~otop1usnu(d de la ~oi~ei~a,siguiendo á 1 )arwiii ((V sus sectarios en la complicada historia de la /rans- «in/(f(1C?oR (Ir (~S eSJeCie~.por~jimesaber Si 111011(1 «se hizo 1101] ibrí’ o el hombre es iiiono, (‘5 el non «))Ill.5 del sal)er. «La creencia cii los misterios más santos ven los « imiilagros ~jue los confirman, es una antigualla que «rechazan la ciencia y la razon; pelo sin agraviar ít «estas, podemul s creer en los inislerios de las mesas gi- «ratonas Y cii los milagros del espiritismo. «A nosotros nada nos importa la dificil ciencia (le «saber gol )t11~111lr11OS, 111 la de gobernar nuestra falni— «liii: lo (lIte it11})Oi~t~Les gol ((~V11R1~1111 (~Sti~()pueldo, «utiest ra provilicia Y iiiiestnt nacioli. La p >lí tira e~ ((nuestro ilistin lo, ~ )11i0 la tela eS el instinto de la «anafia. ~ p~racumplir coii sus preceptos es necesa— «rio que 1 s liondmres se hostilicen y se destrocen, no en «guerra de principioS siiio de perso11~1s,poco vn le ~jiie «las familias se eIie]Ilisteli, tjime los parientes rifian, «que los amigos se separen, que los puel ilos se per— ((titnijen, que se pase lilia vida agitada de tciiiores y «desconfianzas, de ilusiones y desengaños: lo indis— «pensable es que cada partido tenga un representan— «te fi su devocion y no á la del 1) istrito que lo elige. «Por último, ~ alcanzar el coinplen lenlo de la «actual perfeccion, es (le rigor salir ti tomar algunos «baños al sena, cuidando de recoger el j~~’eeioso((U’- «noque al(luida en la ciudad de Paris. A la vuelta, «todo lo nacional debe despreciarse y buscar en los «e~tranjeros el modelo de costumbres, nmoralidad y «religion. «Quizás se iios culpe de exagerados ~ de haber lic— «elio una canieatura en vez de un retrato: podrá ser EL MUSEO CANARIO. 7’ «asi; pero 110 por eso es tfli’~1i0Seiei’Lo que niiulies ca— iu’ieatulas son verdaderos re tratos. «Esta vida, ípie piidi(~r~uniis llamar arti{ieial, a~tii. «j OUC{UTi~L~ estíinitl s fkie )S, momios 1’ i titelect ita— ((los, ~t(~(11~O~(~ l( (5 OVCTICS mnia ez preii i~luma (~0i1 todos los achaques que le son inherentes; Y rellueii- «dO el ejeinplo sobre los Pupu]a’ros, los inspira el at- «dieu te deseo de lionil (rear, mjnel iraiitand Con per— «jUiCiO de su salud todas las sal)ias prese ipco )11CS de «la naturaleza. Y h~iI([Ut una (le las fuentes de don— «de salen osas (oflstitlui( oies fisoas, endebles y en— «ferinizas que abundan en nuesfta mnoderiia suciedad, «y esas iiiaginaeiones exaltadas jtie tanto se apnxi— «man a la delllellela» (‘reeu~ns,Pi1~s,que no sin lazoil lteiiios iiiiluad (file Lis citliS:iS (101 autneiito (ollsiderahle (le LIS tisis puluioiiar en nuestro país, debeii liiisi;uise en 1~i\~I~- (1011 de uuest los loihitos Y (í)stullllhres, Y (‘11 la (‘111ev— neda des tji te han coi 1Ui d do cuii it P1~O1)~t~tt11(11 de la inisnia tisis. 1) IM INCO •Josd Nxvui no. 72 EL MUSEO (iSNSIUO.

• EL DR. PEREZ Y SU SISTEMA DE AGLIMATSCI0N P1IÉYLL.

Para que una semilla germine, es preciso que en- cuentre un terrenoapropiado, pues de lo contrario no podrá desarrollarse hasta que el terreno adquiera las condiciones necesarias para que la germinacion tenga lugar. Esto mismo acontece con las ideas; y por verídi- cas queéstas sean, hallan siempreuna oposicion conti- nuada y sistemática, necesitítndose un valor y una constancia decidida para llevar It feliz término el peti- samiento iniciado. La historia de las ciencias asilo confirma. ¿Cuán- to no sufrió Jenner al querer introducir la vacuna co- mo medio profiláctico para impedir los estragos do la viruela? La lucha fué terrible; pero al fin la ciencia venció. Esto mismo acontece It nuestro ilustrado ami- go y compañero el I)r. 1). Victor Perez al presentar su método de aclimatacion para evitar la fiebre ama- riLla 6 disminuir su intensidad. hallándome en París en 1875, tenia que asistir al Congreso para el progreso de las ciencias, que aquel año se celebraba en Nantes, y en su seccion de cien- cias antropológicas habia de tratar sobre la época de la piedra en Gran-Canaria: sabia que mi antiguo coni- pañero, desde que cursaba en la Facultad de medici- na, se dedicaba con ardor 6 Inteligencia It todos aque- llos descubrimientos que se iniciaban y que daban lu- ~ It grandes debates no tan sólo en los Cuerpos cien- tíficos sino en la prensa. Tenia noticia que era incan- sable en sus investigaciones y además poseia datos muy interesantes sobre los antipútridos que ha dado It conocer en varias publicaciones, y le supliqué asistie- se al Congreso. Provisto de todos estos antecedentes, presentó una memoria sobre su sistema de prepara- cion para evitar ó disminuir la intensidad de la fiebre EL MUSEO CANARIO. 73 en los emigrantes ~t uba, que fuó leida en aquella i’eunion, en sesion de ~i6 de Agosto, seccion de Cien- cias médicas. Esta memoria llamó mucho la atencion del cuerpo médico; especialmente ~ los facultativos de la Armada y del Ejército, q~e hi~hianprestado sus servicios en las Antillas y Costa de Aftica, lo~~~uese propusieron cx— periineiitar el plan preservativo del Dr. I’erez. lic— cuerdo siempre que un amigo y ini maestro que fué de medicina operatoria ci 1 )r. Verneui 1, hoy 1 hofesor de Clínica quirúrgica de la Facultad de medicina. de Pa- ris, me habló ([el modo Iu~Isfavorable (tel fliétO(lO ex- puesto por Pcrez creyendo (IUC daiia resultados se— gulos. Mús adelante ini ~jIicrido ~( )ffi P~ñCiO ple.sen té ú la Academia Médico—quirúrgica de Canarias una mnenio— iia titulada «sistema (le aclimatacion prévia para cvi- tar la fiebre amarilla 6 ilisininuji su inI ensitiad Es— ta luminosa iiiemoria (lié lugar 6 una tarea (lts(IIsioll en la que nuestros (lign()s compañeros (le Teneiit~es- tuvieron 6 gran altura, y les felicitamos le todo co— razon ~Oi el brillo i~iie6 la ~aenc~ade curar dieron en aquellos notables (ichales. bu este trabajo, el 1 )r. ¡Arez pieseimta miuinerosos hechos prúcticos en apoYo (le ~il 1 éSiS y ~pie ron tirman su doctrina. Emplea como ]nO(li1 irai 1o1’es (le la ec imio— mía, el arsénico, los li1~plradloslén ¡ros y el café al ¡ u- teru )r, y cxl cii orineni e en vap~)res, el aceite (le liii 1 la, la henzina ~ el iviisino 6cido fl’miico. Con (5105 medios, continuados por al~rin1 ienipo, se v6 prd’p)iafldo pali— latinainen te el oren nisi imo al cain Ido {ia cii él se bus- ca para resistir 6 las 1 nlluencias (leletéreas (te los cli- mas donde ejerce sus estragos la liebre amarilla. 1 Ioy ci sistema. (le] 1 )i. Peiez se v{r arredilando con infinidad (le herImos 1 mr6ct icos; y tan es así çue la (o— mision nombrada 1)01 l( s Estados—1 nidos (te Ainéiica para estudiar en Cuba las causas de esta elilbrmNlad, se ha dirigido desde Nueva ( )rleans 6 nuestro compal rio— la pidiéndole explicaciones sobre su trabajo. Dadas (s- tas, la expresada Cornision est 6 preparandl( una me- moria higiénica con (Ieslí.no 6. los trabajadores que han de emplearse en la apertura (le! istmo de Panamú, turnando por l)a.Se las obseivariones, las (XJRriei)tiils y el plan preservativo establecido por nuestro (tigilo compañero. EL MUSEO CXNA1UO. ¿Y nosotros qué hacemos en España en presencia de la enorme cifra que arroja la estadística de clefun— cion de los soldados y emigrantes que van á nuestra grande Antilla? \/erg’tienza cl~tel decirlo. ¡Nada, abso— ~utamente nada!! La idea la sembró su autor en el Congreso (le Nántes ya ha principiado á germinar en los Estados—Unidos de América, pueblo grande, li- bre é ilustrado. ~Adelante I)r. Perez, siempre adelante! tencis el puesto más noble y más elevado que el hombre puede apetecer en este mundo: vencer la enfermedad y resta- blecer la salud. Nadie os arrancará esa gloria, y nos- otros os felicitamos como hijos de estas rocas Canarias y como compañero. Du. CHIL Y Nxnxxjo.

~etieinbrc 1880. EL, MLSEO C~NA1(I0.

I~OCAS DE GItAN—CANAItIA.

La (iran—Canaria, con sus risueñas llanuras, pro- fundos barrancos y elevados picos, no ha sido estii— (liada, aún con la escrupulosidad que otras del grupo á (fUiCfl CId el nombre. Su orogi’aha especal quizás permita C5tUCIiLir con niénos diticultad que en (Jiras los (liversos trastornos y las épocas pi’oltahles á que es debida su formacion. Si los ilustres investigadoi’es Berthelot, Cordier, F’ristch , St. (‘laire—Deville, llar— tung, se hubiesen lijado cietenidaniente en el estu(i ¡o de la (~raji—Canaria,hubieran hallado un (‘amito inés extenso, señales mucho más evidentes donde compio— bar sus estudios. En esta de (‘an-Canaria l)~~~’eceha— llarse más abiei’to el libro de la naturaleza fi la con— templacion dci hombre; iC~ segun dice un distingu i— do consocio y sáh)i() naturalista’, la Gran—Canaria su— p~a en interés teórico á OtlLis islas por preseu ño’ JHés ~ u exteodi(lo~ los nialerta les (le ¡el/la más ami- tiqun, así como los más m’i’cien te, eit. la mi/O que Iüs Iám’— J(1 ¿(1 O~flm e(i ¿OS (le la séite C~’O)(V/áfj ica-~--líinihwmt (‘it e!!~ i’epiese’nta(lo.S,—soo. los iomnpomienñu casi excitt. ros ile la se~jumida (C ran—( aa Como el liii único que se propone nuestro MFSF:o es poner ft la vista del sabio investigador todo cuan- to á las Islas se refiere, facilitándole el estudio (le las Canarias no siempre asequibles pom’ mil y mil cii’— cunstancias que cortan el paso al atrevido viaj ero, ([lic de remotas tierras llega á nuestro suelo en demanda de ciatos iiai~ila ciencia~ proc ira este centro (le ms— truccion ir dando á conocer lo que posee j~ai’~i(Tite sil’- va de guía al curioso investigador. Muchos sabios via- jeros han i’ecogiclo i’ocas en (~ran—Canaria;pero no creemos que en número tan variado como las que po—

(*) Calderon, reseña de las iocas vo1c~ínicasde Gran-Canaria 1876, EL MUSEO CANARIO. seernos, cuyo catálogo comenzarnos hoy á publicar, y continuaremos á medida ciue se vayan clasificando: CA T Á LOGO DE ALGUNAS ROCAS DE GRAN-CANARIA.

FONOLITAS. N.° 4 Fonolita. — 9. F. tránsito á la andesita. — 13. Fonolita. (Vmieriod~). — 18. F. (íd.) — 24. F. (íd.) — 31. F’. (Id.) — 35. F. (id) — 41. F. (id.) 42. F. ~id.) — 43. F’. pasando á andesita. RIJOLITA.

— 19. Bijolita. ANDESITA.

— 66. Contacto de la andesita COfl la fonolita. — 2. Andecita arifibólica, (Variedad). — 14. A. » (id.) — 37. A. (id.) —. 38. A. » (id.) 40. A. » )i~l.) — 61. A. » (Id.) — 65. A. (id.) — 3. A. Obsidiánica. — 10. A. empastando otras rocas. — 26. A. brccha. — 33. A. alterada \Vacka. — 20. A. alterada. — 8. A. augitica — 12. A. » (Variedad~. — 15. A. » (id.) — 16. A. » (íd.) 21. A. » id.) — 22. A. » lid.) — 44. A. » (id.) — 46. A. » )id.) 62. A. » lid) — 63. A. » (Id.) — 64. A. afin á la porfirita.. 25. Roca andesítica descompuesta. — 55. II. )) ZEFRITA.

— 16. Zefrita. BASALTO. — 59. Basalto, (Variedad). EL MUSEO CANARIO. 77 N.°23. 13. (\TCTjp(~C!) — 5. 13. feldespático. — 11. B. (Varibid). — ~9. 13. » (icL) — 52. 13. » (id.l PIROXENITA.

— 34. Piroxenita. ESCORIAS BASÁLTICAS.

— 60. E. 13. alterada. LIMI3URGITA.

— 48. L. lava moderna. — ‘i9. L. » » (Variedad). — 50. L. » » ~id.) — 51. L. » » (id.j — 57. L. lava olivínica moderna BREO hA5. 6. 13. volcánica microscópica. — 17. B. andesítica. — 30. B. id. (Variedad). — 39. 13. andcsítica microscópica. — 3’2 13. » » — 58. 13. » » — 47. 13. » » 45. II. microscópica do diferentes rocas volcánicas. — 67. 13. » » — 14. 13. sedimentaría con pólipos microscópicos. ROCAS SEDIMENTARIAS.

—. 27. Caliza sedimentaria. — 28. Toba. Tal es en resúmen la nota de rocas que exponemos hoy pór carecer de espacio para más. Continuaremos el catálogo, y ya procuraremos ir presentando para que se forme completa idea de las rocas de la isla, los basal- tos recientes y antiguos, las capas fosilíferas, las’ tra- quitas oligociásicas y las masas tobáceas y de congio. merado, que constituyen la base primitiva de nuestras islas, y los materiales de reciente formacion; todo enca- minado á probar más y más la grandiosa teoría de Leopoldo de Buch, tan atacada por el no mónos dis- tinguido Lyell, que tanto ha estudiado esta isla y á quien se deben observaciones de un mérito inesti- mable. J. PADILLA.. 78 EL MUSEO CANARIO.

DOS PALABRAS SOBRE ALGUNOS PUNTOS 1)E LA OBBA ANTIGUEDAI)ES CANARIAS,

POR 1). 5. I3EL&THELOT.

Una larga ausencia de mi país natal ha sido cau- sa del retraso con que ha llegado fu ini poder la fulti— ma obra que Ira salido de la pluma del conocido y respetable escritor 1). Sabino Bertlielot, titulada A u- lijÑefafcs Ca2ra~ic1s;obra que conocia línea por u— inca niucho anteS de su p~~1)1iCacion;pero como se italia escrita en francés, y en [onces eran cortos mis cni-iocimientos del idioma y no babia visto los graba- dos que la ilustran, no me cnt posible tampoco jtlZ— gana en todos sus detalles. ho que conozco un co infis aquel idioma y que pon lo mismo lic podido estudiar la obra con mayor exactitud y in~ísa cofl— ciencia; hoy que recuerdo haber oido repetidas ve- ces fu su autor, que la dania ¿í la prensa para que la criticasen, inc lic pernntido tomar la pluma, no pa- ra censurarla, que mis fuerzas no alcanzan u tanto; pero si para hacerme cargo de algunas apreciaciones que por lo que lic visto y he observado de los plintos ni que se retiereri y que inc son muy conocidos, care- cen de sólido fundamento, y por lo mismo las deduc- ciones no deben considerars ecoino muylógicas, cuan- do se deniban de teorías que no han sido ni pueden ser aceptadas, ni tienen visos de certeza, ni siquiera de aparente probabilidad. No creo que se inc califique de atrevido ni rné- nos que lo que voy fi decir se torne en son de crítica; deseo sólo que so haga luz sobre ciertas cuestiones, que por ser del dominio de la historia, conviene se traten con la mayor calina y prudencia, sin dejarnos EL MUSEO CANARIO. ‘19 llevar por los arrebatos de nuestra poética imagina- clon, tan dada á hacernos ver lo que en realidad no existe ni ha existido nunca, presentándonos nuestra fantasta en cada sitio y tal vez en cada piedra restos de ant4wos monumentos santificados por la nacion l)rimftlva que pobló la isla de Canaria. Y A la verdad que el trabajo del Sr. Berthelot es esencialmente notable por su lado poético; encierra bellísimas ideas dignas de la inspirada imaginacion de su autor, que demuestran que, á pesar de su avan- zada edad, no se ha extinguido aún el fuego de su pa- sada juventud; pero bajo el aspecto cientitico i~his- tórico es un conjunto, una recopilacion de noticias y datos tomados de autores diversos, que revelan cono- cimientos y una aplicacion constante respecto A todo cuanto al estudio de nuestras islas se refiere. De nuevo suplico al ilustrado anciano y al respe- tado amigo me disimule; pero st” que no le molesta- ran mis observaciones, hijas del mejor deseo, y de mi dan de poder ser dealgun modo útilAmi pais, A lo menos procurando que se fije algo más la atencion en el estudio de ciertos lugares que los indigenas Ca- narios habitaron, haciendo aplicacion verdadera del fin y objeto A que estuvieron destinados. Pundado en esto mismo, suplico tanibien ti ini buen amigo 1). Agustin Millares no lleve A mal la ex- posicion de mis ideas referentes A la montaüa de las Cuatro Puertas en la Gran-Canaria, donde ha colo- cado el Saatwwio de ¡lumiaya. poblándolo de ¡la- rirnaguadas ó Vestales delprirnilivo culto. Sobre este particular, el Sr. Millares ha facilita- do datos al Sr. lierthelot para su obra; y el Sr. I3er- thelot ha aceptado incondicionalmente las poéticas teorías del Sr. Millares. Prescindiendo porhoy y reservándome para me- jor ocasion hacer algunas otras indicaciones sobreva- rios particulares delas Ántógüedades Canarias, ocu- paréine de la descripcion que so hace dola montana de las Cuatro Puertas y sus deducciones. Antes que todo, yo creo que el historiador no de- be ser otra cosa que historiador, razonador severo, so EL MUSEO CANARIO. verdadero filósofo, concienzudo investigador de la verdad, y riada más. Y siendo así, no alcanzo á coni— prender como el Sr. Millares, separándose de la opi- ll~OI1(le an iguos auiores ha podido inferir, ¿‘t su en- trada. en la cueva de las Cuatro Puertas, que se en— coritiaba cii un recinto sagrado de los ind~geuasCa— llanos, que dicha cueva se halla abierta en una tobo /~‘~iiqinosade coloi de san 1p,e; (JflO el pa~a~ees— trocho que se observa en el ángulo sudoeste, ha de— ludo tener probablemente un destino relatico al culto; que existen signos grabados en la parte late- ra! de la explanada que imitan tres grandes U enla- zadas de dimensiones desiguales, con trazas cte acentos por encioia y por clebajo, horrados por la accien del tiempo; que cii la parte que mira i~Agili— mes y en la. primera cueva existen tres pequeñas Ib— sas de ~Ocentímetros de ancho sobre 7~de profundi- dad por ~ metros de largo, y que esta l)~trtede la non tafia pudo haber dado asilo d cincuenta personas, siendo aquel, seglin su opiuion, el sitio que habita- ban las /Iarilna(Juadas, Vestales del prin~itico culto; que ~fvanzandopor las crestas de la montafia inicia el jitar, en direccion sudeste, el suelo aparece tallado en escalera conduciendo mí otra cueva llamada de los Papeles, pequeña excavaciou con una abertura del lado del abismo que ofrece en su interior una al- coba que probablemente ha sercido de luqar cte reposo, y que adornaban con pieles de cabra ó de oc~ja;que en dicha alcoba se encuentra un ríncon ahumado, donde sin duda se colocaba la lá~npa- ra de tierra cocida y á dos mechas. Infiere de esto mi amigo el Sr. Millares que aquel fué un lugar saqrado que debió se.!’cir de santuario; ujne las excavaciones de la cueva de los Pilares fueron habitaciones de las IJari)na(j ua das; que la de los Papeles pudo luther servido de residen- cia al Faican ó uiinistro del culto, y la cueva de la Audiencia ú lo que su prOpio nonibre indica. Y que respecto it los sigilos que apareceil grabados so- bre la roca, pueden representar el nombre de la Di- vinidad, que, segun la tradicion, sólo la casta sa— EL MUSEO CANARIO. 81 cevdotal lo sabia leer; Sic/it/O (le/ante de aquellos si(]nos ~‘ene,ados /O/u/e (lebia PO~flJ)C1O~~el e~ZSO (fe U)~Ctfl(((Jile conteiita 1(1 feche ))U/~C( /a~fib~cio- flE’S /))~ese)ll((’facon~oofrenia. (oincidiendo la excursion del ~r. T\lillares ~i la inontafia de las ñiat»o ~ con otras que en distintas dpocas he hecho en busca de una especie de lid Le que me illteresal)a bastante y que ho figuia en la eoleceiou del Museo Canario, puedo asegurar, en honor de la verdad, (JUC al entrar en aquellas cue- vas nada ví, ni encontrd en ellas los menores vesti- gioS que me indicasen que pudieran haber servido de santuario ó de asilo á las Ilariinaguadas, tal vez porque el estudio de nuestra historia me demuestra lo contra- rio, tal vez tainhien por la idea que tengo de que los titileoS santuarios se hallaban situados en los riscos in~is altos que los indígenas invocaban en sus juramentos, existiendo uno en Li parte \orte de Li isla donde ha- in~iui Tuona, en el ti’nnino de ~\gaete, ~ otro al ~ur en Tirajana que lleva el propio iioinhirc de Ji/unia- qa 6 Riscos blancos. ~sí lo relata (iouiez Escudero y tanibien el Dr. Mann y Cubas; y ~j bieii las des- cripciones de estos historiadores alejan toda idea de que en la uiontafia de (‘uatio I~aei~fasestuviese 1 luunaya, algunos con Leinporihuieos han figurado cii aquel sitio un asilo de Ilanimaguadas, en su deseo de buscar alguna tradicioii para aquellos sitios que con- sideran vencraudos. De suerte que no es i~o~la tradicion por la que se investigú el local, sino que la existencia de dste indujo fi buscar una tradicion. Por eso, al visitar yo la inontafia de Cual~o~ tas, nada vi cii ella que llamase ni i atencion; vI sÚlo una ~ueva, como otras muchas, que no se halla abierta en toba ferruginosa, sino cii una arenisca conipacta de color gris—mate, sin que en las diversas uiaterias que la componen exista ~ria siquiera que la haga tomar un tinte rojo, pues aunque tenga la conviccion de que en sus componentes entra el hierro, puesto que todas las rocas eruptivas lo contienen en maor 6 me- nor cantidad, tanihien estoy convencido que no es TOMO n.—O. 82 EL MUSEO CANARIO. este elemento el que predoinina en la montaña en cuestioii y menos en el lado que mira á Teide, pues en el contrario, si bien una gran parte de la monta— ña se compone de esta arenisca, abundan los basaltos que, aunque de color algo rojo, no por eso puede de- cirse que la cueva de Cuatro Puertas se halla abierta en toha color de sangre. El Sr. Miliares cree que aquella cueva es el recin- to sagrado que los indígenas llamaban Iiumiaya, er- ror en que cayó tambien el Dr. Chil en sus Estudios históricos clirnatolóqicos y patológicos cte las is- las Canarias; pero que rectiíicó en su misma obra, cuando leyó y meditó la historia del Dr. Mann y Cc- has y encontró en ella la situacion del risco de 1--fu— miaya en la altura de Tirajana, en un punto deterini- nado y conocido. Por lo tanto, preciso es confesar que la cueva de Cuatro Puertas, por n~níscuriosa que pueda considc— rarse, no tuvo aplicacion conocida que nosotros sepa- inos, y aún las medidas tornadas en mi presencia por el Dr. Verneau difieren algo de las que el Sr. I3erthelot consigna en su obra. Así corno el Dr. Cliii, obrando corno verdadero historiador, rio tuvo inconveniente en rectificar y cor- regir su error, fuera de desear que tambien el Sr. Bertlielot, en vista de lo que nuestros cronistas han expuesto sobre la verdadera situacion de la montaña de Humiaya, rectificara el suyo. rFal vez esa cueva tuviese un destino que no ha si- do posible adivinar, áun caso de que su construccion date, como parece probable, del tiempo de los indí- genas; pero es lo cierto que no existe tradicion alguna referente á ella, y las imaginarias que se han creado carecen todas de verdadero fundamento. No hace mencion el Sr. Millares de la explanada que se encuentra á la entrada de la cueva, que mide 16 metros de largo y 10 metros ~n su ancho, tornan- do la medida desde el pilar del centro, y de los lados 6 metros. Se notan en esta explanada algunas peque- ñas circunferencias iguales rl las de la explanada de los signos, y cuyas circunferencias lic visto en el inte- EL MUSEO CANARIO. 83 rior y exterior de otras muchas cuevas de la isla, ha- biendo sido formadas, al parecer, por el choque conti- i~uodado con otra piedra en el msmo sitio; y me in- dina ácreerlo asi, que en lugares frecuentados por nuestros pescadores y donde machacan ó trituran la ceba con la sardina en putrefaccion para hacer el engodo, con que atraen Alos pescados se encuentran circunferencias enteramente iguales. Si se visitasen las cuevas de la Montaneta en San Francisco de Páula, las de Salvago, las de la Caldera de I3andama, las de las Huesas, las de Siete Puertas, las del Barranco de los Balos y otras muchas que se hallan en la isla do Gran-Canaia, de seguro se en- contrarian en ellas, como yo he encontrado, los mis- mos vestigios que en la de Cuatro Puertas, sin que puedan atribuirse It tiempos remotos, atendiendo It que esas cuevas sirven hoy de albergue it los pasto- res pie buscan en ellas abrigo contra la intemperie. En fin, yo no haré un análisis de la cueva de las Cuatro Puertas para destruir las teorías consignadas en la obra del Sr. Borthelot con relacion al Sr. Mi- llares; pero cAsi puedo decir que en lo único que es- toy de acuerdo es en la desigualdad de dimensiones de los signosque se ven en la creMa de la~montana y en la pared lateral de la explanada, puesto que miden metros O’46, O’59, O’44, 048; pero no lo estoy tam- poco en lo dp la U enlazada, porque existe una. arista saliente 22 centÍmetros que separa los signos; como tampoco estoy de acuerdo con los vesti5ios de acen- tos por encima y por debajo de dichos signos, porque no descubri tales vestigios. Como sové, mis observaciones sólo llevan por ob- jeto desvanecer el error consignado en la obra del Sr. Berthelot, de llamar montana de liumiaga It la de Cuatro Puertas, cuando esunhechoprobado que só- lo habia en la isla dos riscos sagrados, Tirnza en el Reino de Gáldar, y ¡Nacos blancosen el de Teide donde se hallaba el Atinogaren de Huiniaga. Sin duda por esto me decia el Sr. J3erthelot que publica- basu obra para que la criticasen, comprendiendo que tenis algunos puntos vulnerables; y tan es así, que he 84 EL MUSEO CANARIO. encontrado varias inexactitudes hasta en la l)l~oe’~J~~fl- cia de ciertos objetos que figuran en su obra, pues muchos de ellos, facilitados por el mismo que traza estós lineas como perfenecientes á la coleccion de su paisano D. Juan de Quezada Déniz, los atribuye ~ la coleccion (le 1). M. Matliotte, é ignorando su p1~oee— dencia los supone corno de la Villa de Gáldar. Cuando se escribe la instoria y 110 existen datos para poder inferir el origen de una cosa, es necesario tomarla tal cual es; sin idealizarla al gusto de nues- tra irriaginacion, especialmente si se trata de cuestio- nes sobre las cuales se han ocupado nuestros cronis- tas de un modo afirmativo. La montaiTia que ha dado orígen al presente arlí— culo es sólo un risco minado de cuevas en buen esta- do de conservacion y donde el ojo más perspicaz no encontrará de seguro los menores indicios que den lugar ít formar hipótesis sobre el origen sagrado que quiere atribuirseles, existiendo como existen en la Gran-Canaria otras iiiuchias cuevas en condiciones enteramenle anúlogas. El Sr. Berthelot, al publicar sri trabajo para que fuese censurado, casi inc ha autorizado para hacer estas ligeras observaciones, con reserva de ocuparme más adelante, si me fuese posible, de otros puntos contenidos en ~u obra Antiqüedades Canarias, que tampoco se hallan en completo acuerdo con la histo- ria ni con la ciencia.

D. RIPOCHE y TORRENS. Paris.=1880. EL MUSEO CANAIUO. 85

ORACION INAUGURAL PRONUNCIADA EN LA SOLEMNE APERTURA DEL CURsO ACADÉMICO DE 1879 Á 1880 POR EL DR. 1). TEÓrICO MAI1TINEZ DE EsCoBAR CATEDRÁTICO DE METAFÍSICA EN LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA.

(Continuacion).

Añadamos todavia otra observacion: cuando en la vida nuestros actos más insignilicantes van, por de- cirlo asi, impregnados de la espontánea aplicacion de esos principios, cuya existencia se 1105 revela el dia OB (JilO el espíritu vuelve sobre sí misnio y se piensa (reflexiona); cuando en ese dia se expresan ba- jo una fórmula, y se consignan con su propio carácLer de absolutos, ¿no es cierto, á pesar de todos los solís— mas, que el empirismo SO muestra verdaderamente incapaz de haberlos producido, aunque los despierte y determine? ¿quién podi~afirmar, sin infringir las ieyes de la lógica, que la experiencia, i~’~repetida y larga que se la suponga, no es siempre limitada y por consiguiente incapaz de llegar á una conelusion que traspasa su dominio propio? Serán innumerables los hechos observados, pero jamás producirán por sí so- los uno siquiera de los principios absolutos que sieni- pro y en todo caso, sin cm ciencia ó con ella, aplica- mos desde la niñez en nuestra vida. Mas aún: ¿es posible la demostracion sin los prin- cipios universales y absolutos? De ninguna manera. Faltando ese lazo de las inteligencias, esas verdades evidentes é indemostrables en que se une y confunde toda razon individual, expresando nuestra unidad de naturaleza y la presencia permanente de la verdad eterna é inmutable de Dios ante la razon humana, 86 EL MUSEO CANARIO. no es posible el razonamiento bajo ninguno de sus aspectos: porque el razonamiento se funda y obtiene firmeza por todo su desarrollo cii los principios no dependientes de la relatividad y condicionalidad de los hechos, «~,Cómoes posible, pregunta á este propó- sito el sabio orador de Nuestra Señora de París, que una ciencia tuviese por base mfis que principios in- mutables y absolutos? ¿Ni cómo podria verificar— se su desenvolvimiento, sino por medio de silogis- mos, ninguno de los cuales puede Seguir SLT marcha, ni llegar á su fin, sino por la virtud y el poder de lo absoluto?» (1) Pero, sin dejar aíin este punto de vista importan- tísimo, observemos una nueva contradiccion que traspasa los~límites del extravio intelectual, y coloca ti la Escuela positivista fuera del sentido coinun. Donde el razonamiento parece brillar con toda la energía de su imperio, encadenando rigorosamente á la idea el pensamiento, es sin duda ninguna en la ciencia matemática: allí las verdades se imponen ab- solutamente, rio se doblegan jamás á condiciones de lugar o tiempo, son por su naturaleza eternas á in- mutables, y ante su autoridad tenemos que liunnilar la frente, reconociéndonos impotentes para la rebel- día; ¿y qué experiencia produce las verdades niatemít- ticas, cuando precisamente ellas se imponen á la ex- periencia? ¿qué nos podrán decir los hechos sobre las propiedades del triángulo ó de las paralelas en el es- pacio, cuando ni los sentidos han visto triángulos ó paralelas, ni mucho menos han conocido sus propie— dades, ni siquiera el espacio, porque son concepcio- nes puramente racionales? Y sin embargo, la Mate- mática es la primera ciencia positiva. Se me dirá, ¿có- mo se compadece dentro de esa escuela la riegacion

(1) P. Félix. Loc, laudato. Mr. Claudio Bernard que es auto- ridad por cierto nada sospechosa para los partidarios del empiris- mo, dice en su introcluction it la medicine experimentale: «El razonamiento no sirve más que para dar una forma á nuestras ideas, de suerte que todo se refiere primitiva y finalmente it la idea. La idea es lo que constituye el punto de partida ó el prilnuln morens de todo razonamiento cientifico, y es igualmente el fin de la aspiracion dci espíritu it lo desconocido». EL MUSEO CANARIO. 87 de lo absoluto é infinito con la existencia de las Ma- temáticas (fliO SO!! la afirmacion i~leriay entera de esos mismos conceptos? «Sin duda alguna, dice el P. Felix, ha sido preciso que á los fundadores del positi. visnio les haya faltado el sentido filosófico, para no haber visto el íntimo y esencial himeneo que une a1 axioma matemático con la verdad metafísica, y p~ir~~ haber concebido la singular idea de levantar sobre las ruinas de lo absoluto y de la Metafísica, un sistema (~Cdo grado ó por fuerza descansa en la Metafísica y cii lo aLsoluto~ ¿Qué extraÑo, empero, es que ni el razonamiento lugico, ni la deniostracion mateinática sean posibles sin los princi1)ios absolutos, cuando aún los hechos mismos no llegan ti ser conocimientos sensibles si las ideas que los avaloran y ordenan? Si nos fuese da- do ajuilizar cmi sus más delirados detalles, romo llega— O riuar el conocimiento sensible, desde el pitu - to Cli que la sensacion nos instruye de la mira modi— licacion del sentido, hasta que nace el coiiociiniento (le la realidad objetiva, por una série (le funciones y operaciones i~itelertuales,inostraiido la interven— cien de las ideas o conceptos que desde Aristóteles, ~ aún Omites, desde que el Nyaa o sistema lógico de (lotaina apareció en la filosofía india, hami recibido el non ibre de cateqovias, convertiriamos en cátedra escolar, la que solamente está consagrada en este rija para expresar el sentido y espíritu de la Universidad en el terreno de la ciencia; pero quede sentado que i~ilas sensaciones, imro pasar y suceder de estados subjetivos tan variables como los individuos, sus es- tados y condiciones, ni su agrupaeioim que bien pu- diera ser un caprichoso enlace, realizado cii la miste- riosa continuidad de la conciencia, pueden darnos el conocimiento real de los hechos, ni mucho menos el de la le, cuyo concepto trasciende absolutamente á los sentidos y la experiencia, pudiendo «aíirmarse, con Mr. Bernard, que tenemos en el espíritu la in— tuicion ó sentimiento de las leyes de la naturaleza».(l)

(1) Loe. lauci. 88 EL MUSEO (ANAIUO.

“- Con los datos que ligeramente acabarnos de apun. tar, no sería dificil reivindicar d la Metafísica de los furiloindos ataques de la Escuela positivista; eero quedaria incompleta esta defensa, sino la exteiidiése— mos á otra ciencia que, como estrechamente enlaza— (la con aquella, ha sido tainbien anatematizada pot’ los adoradores de la materia. hablo de la Psicología. Ya se la considere como ciencia experimental, cuan- do se levanta del análisis atenta y delicada de los lic- chus (le conciencia, esencialmente opuestos á los Ib— númenos fisiológicos, hasta hallar su causa y razon en las facultades del alma humana; ya se la mire co- mo una ciencia especulativa que deduce (le la natmt— raleza y esencia espiritual de ese principio integrante de nuestro ser sus atributos, facultades, actividad y hechos determiiiados: la Psicología ha ocupado siem- pre los talentos ui~isdistinguidos, los gónius de pri— mcc orden que peiietraroii con mirada. cscudrifiadora hasta los senos más pmofttiidos de liueStr() pensamiell- tu, los ~lclicados repliegues del sentimiento, los ilhiS— teriosos resories de la voluntad, par~tvenir hoy ((los materialistas vertiginosos y verdaderauiente lamió íleos, mí arrojar de la tierra el dogma del alma y la. creencia en lo inmaterial, haciendo á nuestra humanidad, en nombre del progreso inimano, mm ultraje unís, para. dejarla en nombre del progreso científico una ciencia menos» (1) Y entióndase que no hablo aquí solamen- te (le A. Comte, mí cuyas doctrinas no siempre han perumanecido fieles sus discípulos, confundiendo la Fisiología ú más bien la Frenología con la Psicolo- gía, cuando mí lo menos por su objeto se diferencian completamente; sino que protesto con toda la ener- gía de mi razoii contra aquella Psicología que, lle- gando mí rcdncirse al sP/Zt?meflta1~srnounas veces, y otras al te11onenis~~~o, (1 estruye cmi último tórnnno su verdadero objeto, dejando reducida el alma á una lupotesis o mí un puro ente de razon, cuya realidad es

(1) P. Felix. Ioc. Iauíl. EL MusEo CANÁRIO. absolutamente inaccesible al c~~nocimiento luiniano. rFal es el Positivismo inglés que, si nienos grosero, es tan peligroso para la ciencia corno el fl~anc~s. En ef~cto,afirmar que, «si ~ palabra espíritu quiere decir alguna cosa, siguilica i ndudal de mente aquello que Siente)) (1), ¿no es por ventura, (lestru ir la esencia de nuestra alma, rednci~ndolaal puro sen— tniento? ¿qué conocimiento, pues, qué voliiion no serén producidos por los feuónienos sensibles? ¿Dón- de encontrarónios el orígen de todas nuestras ideas y conceptos, sino en los sentidos y Ni las sensa— ciones? hay in~is:¿qn~’significa para Stuart Mill (JUO el espíritu es aquello que siente? No esperemos hallar aquí urna sustancia que sea causa (le los di- versos sentimientos, ni razon fundamental u e todos noestros actos, no: el espíritu no es cosa distinta de us feu~menos actuales de conciellclo, sino en cuanto éstOS miran á la rcahzacion \~mutabilidad, nuentras aquel es el conjunto ile estos unsmos fcuióineiios no realizados, en su perinainente posibilidad, como la materia es la posi1 dii dad pero ian ien te de no estras sensaciones, con cuya teoría el espíritu y la materia quedan reducidos ~ una entidad vaga, á un coiicepto fon tós Lico de realidad probleinií tuca. Stuart Mill, sin embargo, no pudo niénos de ver una gravísima dificultad que desde luego surge (le su teoría, ul saber: ¿cómo se unen y relacionan los he— dios de conciencia? Si les lenomenos fornan un todo contínuo, ¿dónde está el lazo que los eneadena? Pero, oigamos sus propias expresiones, que ellas mejor ÍJIIO nada nos enseüar~ínla debilidad de la base en que descansa toda esa filosofía: ((Que hay alguna cosa real en este lazo, tan real como la.s sensaciones mismas, y que esto no es un simple pi’oducto del pensainiei~to, sin nada que se corresponda, esto lo tengo por indu- dable. La naturaleza exacta del procedimiento por’ el cual hayamos de conocer esa cosa real, es asunto que puede discutirse ampliamente Por mi parte no

(1) Stuart Mill, Lógique. VI, e. IV ~ 1.°traduc, de Pcisse. 90 EL MCSEO (LtZ4SIUO. trato da resolverlo». ~1)Ahora pregunto yo: ¿esta ir• resolueion del filósofo inglés no arguye impotencia de parte de los sistemas exclusivamente empíricos para el estudio completo de la ciencia psicológica? ¿no ha de conducir it los adoradores del Positivismo al ex- tremo de condenar despóticamente toda indagacion trascendental, ahogando la ciencia dentro del circulo de hierro que forja it su capricho ese empirismo irra- cional? Sin duda ese es eltérinino, it donde fatalmen- to conducen las negaciones arbitrarias de la parte más esencial (le la ciencia que expone los principios fun- damentales y, sobre estos, la causa prunera, la razon suprema as! de lo permanente, como de todo lo va- riáble, que es el Ser Supremo, infinito, absoluto, eterno óinmutable, de cuya ciencia ilimitada?’ incon- dicional la humana es un reflejo y inia revei.acion permanente, cifrada en los principios de la razon por una parte, y determinada en los hechos de todo ór- den y grado por otra. La Psicologia inglesa, pues, se reduce it un puro experimentalismo que nunca llega it la causa y razon fundamentales de los fenómenos, sino, cuando más, it una suma 6 conjunto de hechos, ante cuyo enlace la observacion se detiene ~ calla, no atreviéndose it salvar el abismo que la misma indagacion se finge, imra no arrojarse, como dice esa misma filosofia, en los extravios y despotismos do la razon (2) conforme ha sucedido it los metafísicos. hay no obstante, que conceder ñ la Psicologia in~ glesa un desenvolvimiento admirable en la teorla de las sensaciones, aunque reducido it los limites de la experiencia, y it pesar de su exclusivismo y horror it la Metafisira: que la filosofía no debe despreciar nunca los progresos de un sistema parcial, sino por el contrario, darles su verdadero valor dentro del sis. tema universal científico. iContinuará).

(1) Rlbot. La PeIoológla Inglesa contemporánea. Traduo. do Mariano ASe. 1. 1. p. 196. (2) Itlbot.Op.óIt.t.ILp.3lyeIg. EL MUSEO CANARIO. (ji

LA NAI)A. (*)

¿Quó es la nada? ni lo só Ni la puedo definir, Y, si vamos al decir, Ni se palpa ni se v~. Si pienso en la nada, á fó Que nn’is y ¡nós me confundo, Pues en mi pesar profundo No descifro esta charada: ¿Cómo si la nada es nada l)e la nada se hizo el mundo? ~o mismo, aunque poca val(o), Nací, me palpo, soy cosa, Me casé, tengo una esposa; Luego sin (ludo soy algo. Yo camino, y entro y salgo, Y es verdad mSs (file probada Que estoy en esta velada, ¿Y cómo entonces decimos Q nc de la nada s:iltinos Y volvemos u. la nada? ;Ay! cuando la duda empieza Y el alma en dudas batalla, En vez de la nada halla La verdad con (lije tropieza. ¿Es mentira esa certeza? ¿Puede acaso suceder, O se puede comprender QUe el sér no tenga existencia, Y conservando su esencia Siendo sér deje de ser? Yo ije visto quien asegura Que cuanto este mundo encíerra, Es humo, es polvo y es tierra, Y es la nada en su estructura. Eso es atroz impostura De algun sér torpe, imperfecto, Que ignortc que hasta el insecto Y hasta el reptil iné~sinmundo, Por algo vino 5. este mundo Que sin causa no hay efecto.

(*) Esta eomnposieion fué leida por su autor en la velada litera- ria que celebró la Sociedad EL MUSEO CANARIO en la noche dci 5 de Julio último. 92 EL MUSEO CANARIO. Para mi es una gran prueba Que el mundo de algo se hizo, Saber que hubo un paraiso, Que hubo un Adan y una Eva, Mas la razon se subleva Al descubrir la emboscada; Pues es cuestion ya probada Y que con frecuencia escucho, Que siendo una cosa mucho Se dice siempre: no es nada. Llora una jóven y el ciclo De su semblante se empaña; Su madre la vé y extraña Tanta angustia y tanto duelo. La presta dulce consuelo Y la pregunta alarmada: ¿Qué tienes? contesta: Nada, Pero ese nada es mentira, Porque de nuevo suspira Esa niña está chiflada f~radadice el comerciante Gano yo con esta venta. Y este nada representa Mil por uno y no es bastante. ¡Ay nada, dice el amante, Podrá apagar el ardor De mi cariñoso amor! Y ese nada viene á ser La esperanza de cojer Una doto al pormayor. Yo riada pam mí quiero, Dice el avaro ambicioso Que atesora presuroso En sus arcas el dinero. Este nada considero Que se traduce de un modo: Yo por nada me incomodo, Mi Dios es el egoismo, Mi ambicion es un abismo Y nada para ini es todo. ¿Qué hace Usted? dice asustada A un atrevido una niña, Componiendo su basquiña Pero él le contesta: Nada. Tal vez la pobre confiada En que aquello nada es Conceda mucho, y dcspues No alcance á cojerlo un galgo, Y el nada se cambie en algo Es decir nada al revés. ¿Cuánto se debe? gregunta El cliente á su abogado; Y éste mostrándole agrado: Nada; le dice, y apunta. ¡Ay! qué este nada barrunta Para el infeliz su ruina; EL MUSEO CANXRIO. 93 Ya tiene mecha la mine. Y habr:~de ser tal su apuro Que ni el pellejo, es seguro, Salva de la chamusquina. No ha SidO nada, decimos Si nos ddn un pisoton; Y ese nada es xnalclic-ion Porque las estrellas vimos. Muchas veces nos sentimos Morir de causa ignorada, Se angustia el alma apenada, El dolor al pecho hiere, Y de repente se muere, Aunque se muera de nada. Pide limosna el mendigo Al que es rico, mas se expone A oir un «l)~osse lo perdone Que nada llevo CoflmiaO». Este nada, yo lo digo, Es verdadera maldad, Es negra inhumanidad Del maldito que avariento No le dé pan al hambriento Y niega la caridad. A todos reto uno Uno A que me digan que es nada: Una palabra inventada Sin fin ni objeto ninguno, Y por no ser importuno Siendo el nada innecesario; Diré sin més comentario Que en un rasgo de heroismo Inspirado, anoche mismo La horré del Diccionario.

A, MARTINEZ DE EscoBAn. 1880. EL MUSEO CANARIO.

REVISTA. QUI~CL~L~.

Nueco p opagrn (lis .—Bínios minerales.—Compnñias dramá- bca y de ¿zcióbafas.~—El Ateneo—El Seminario Conciliar. —El coi’reo.—Ju.sto tributo. —~Quiénes? —Soy yo, señor, que vengo á enseñar á Y. la aparicion (le Ntra. Señora de Lourdes. —~,Laaparicion de qui~n~ —De Ntr’a. Señora de Lourdes. Nada costará ñ Y. verla. —Siendo así, veamos. Y mi bendito hombre descarga una caja que traia al hombro, abre una pequeña puerta y descubre la Santa Virgen, y en la puerta aparecen pintados enfermos y más enfermos que han cura- do con el agua de la fuente milagrosa. —Mire V.,señor; esta Santísima imágen se apareció óuna niña de diez años, la que corriendo á su casa refirió á sus padres lo que babia visto; pelo no creyendo aquellos á la niña, é insistiendo ésta en la verdad de su dicho, fueron los padres al lugar señalado y vie- ron la Virgen eanta que ordenó á la niña tocase ea una roca, de donde instantáneamente surtió la fuente milagrosa, cuyas aguas tantas curas asombrosas han operado. Esta yerba la toma \T•, la coloca dentro de una botella con agua, la tapa muy bien, y á los pocos dias verá y. como la yerba reverdece y crece; con el agua se curan todas las enfenineclaclm. Estas medallas, estos ro- sarios y estas reliquias son hechas con la roca misma donde se apareció la Virgen. Compre Y. compre Y. pues su importe está destinado á decir misas en el santuario, y tanto que si V. desconfía de mí, puede Y. entregarlo al Sr. Obispo; porque yo nada gano por lo que se venda, pues vengo pensionado por el Santo Padre con 12 reales diarios. Este rosario grande vale cinco pesetas ó lo que es lo mismo cinco misas; este otro tres pesetas ó tres misas, esta nuez que tiene dentro una imágen de la Santa Virgen y la pintura de su santuario vale diez pesetas ó diez mis Compre Y., compre V. que yo nada gano, pues el Padre Santo me ha comisionado para esto y vengo ganando 12 reales diarios. Para que el agua surta el milagroso y apetecido efecto deben rezarse cinco Padre nuestros y cinco Manas. Yo mismo he sido curado de una enfermedad peligrosa, mal de nervios, con el agua santa; y bien sabe V. que de esa enfermedad nadie cura. La compra do cualquiera de estos objetos es provechosa para todos los que ha- bitan en la casa. Si Y. toma este rosario deberá ponérselo al pri- mero que muera en la~casa y enterrarle con él. Tenga Y. tenga Y. y compre, que aquí tengo yo la lista de todas las personas piadosas que en esta ciudad han comprado. Sepa Y. que para mí nada es, porque yo vengo ganando 12 reales diarios por el Padre Santo. Oí- EL MUSEO CANAIIIO. ga V. la oracion que voy it rezar ahora para bien de todos los (le la familia. ¿Cómo se llama Y? —Mauricio. Se arrodulla, se persigua, alza los ojos y las manos al cielo y exclama: —Yir~’enSanta, por la cievocion del Sr. Mauricio y it hn de que so curen con el agua santa todos los de esta casa —Pero miro Y. que yo no compro nada do esto, le dij o al ver— me caruado de rosarios, medallas, escapularios, pilitas de agua bendita y otras mil cosas más. —~,Cómoque no me compra V. nada de eso’? Cutonces Y. no tiene f6, y aquí tiene V. este papelito que dice nois vale ‘no rom— prvr que comp~arsin fé. Deme V. todo eso acá, porque Y. no tiene fi’. —No, hombre, lo que yo no tenro es dinero. —No seilor; Y. no tiene té y duvuélvame Y. la yerbi la que no se regala sino it los cine compran; por más que á mí roe importe POCO que Y. compre ó nó, porque vengo subvencionado por el Padre Santo con i~reales diarios. Y recogiendo y guardando todo precipitadamente, lió los bár— tules y se fué con la música it otra parte. Q uedéme estático y casi desvanecido con tanta charla, por más que no me hubiese costado nada; poro compadecia do veras al po- bre que cayera bajo la fúria de semejante ciclon. De seguro que muchos de mis lectores y lectoras habrán tro- pezado con ese ente que recorre nuestra poblacion, con el san- to fin de repartir jaquecas it todo ci inundo, tal vez para que se experimenten los efectos de su milagrosa agua.

Y ya cine de aguas hablo, la concurrencia en el presente año it los baños mineros—medicinales de Azuage en l”írgas, en esta isla de Gran—Canaria, ha sitio numerosa. Los benelicios que producen estas aguas á la humanidad doliente bien merecen mayor atencion por parte de nuestras autoridades que al principio se mostraron tan entusiastas y que hoy pci ianeeen tan indiferentes. En Teror y debido ó la iniciativa particular, se está constru- yendo una casa de baños en la fuente acídula-carbónica tan co- nocida y celebrarla, y de cuya agua se han hecho ya pedidos riel extranjero. Los extraños saben apreciar mejor que nosotros la bondad de las aguas que poseemos. Es una triste verdad; pero es verdad. *

hoy que tenia que hablar de los trabajos de la compañía dra- mática dirigida por el primer actor D. Francisco Lopez Valóis y en la cual figura como primera actriz la Srta. D. Gertrudiz Cas- tro; cuya compañía debutó el ~?del actual con la comedia (le Ca- bestany, El esrlavo de su culpa, siguiéndole luego los dramas L’ hereu de los Señores Retes y Echevarria y ci Nudo Gordiano de Sellés; hoy que los espectáculos públicos están á la órden del dia y it la de la noche, pues tenemos tambien la compañía de acró- batas de Mr. Feeiey; hoy que se observa gran movimiento por tu- (las partes especialmente en los molinos de viento; hoy me han dejado it mí en blanco pues mo falta papel p~fmaseguir esta re- vista que pudiera ser muy interesante, si estuviera yo de humor (Jo EL MUSEO CANARIO. y charla como el propagandista tic Nfra. Señora de Lourdes.

Pero amante del pro~resocientífico en nuestra pohiacion; de- bo consignar que el A feco se halla ya constituido, formando su Junta de Gobierno los Sres. si~uientes: I’res~deiitc, D. Eufemiano Jurado y Dominguez.—Presidente de la seccion de ciencias sociales, literatura y bellas artes, 1). Antonio Lopez Botas—Presidente de la seccion tic ciencias ca- turnles ‘tj exactas, 1). Luis Navarro Perez.—flibliotccaiio y Di— lector de la Reristn, 1). Agustin Millares—Depositario, 1). Juan Navarro Torrens.—Secretario general, II. Isidoro Padron.— Vo- cales if Secretarios de las Secciones, 1). Ambrosio hurtado, D. Manuel Quevedo lujosa, D. Domingo Guerra y D. Fernando In— glott. *

Con la ina~or solemnidad tuvo 1u~arel 1.°del corriente la apertura del curso académico de 1880 á 1881 en el Seminario Con- ciliar tic esta ciudad. I’rincipió el acto con la misa del Espíritu—Santo, y el discurso inaugural estuvo á cargo del Rector del Establecimiento Dr. 1). Juan José hidalgo, combatiendo las teorías Dar~vinisLas F’uinios atentamente invitados al acto, y tuvimos el gusto de visitar el establecimiento y sus ~abinetes de física é historia natu- ral que se han enriquecido con buenos y notables objetos.

El correo ha llegado con bastante retraso y nos ha traido agua. Efectivamente hoy ha caido un soberbio chaparron, cesando el viento sur que ha reinado en estos últimos dias.

Al cerrar estas líneas, cumplimos con un triste deber, dedi- cando un doloroso recuerdo á la Srta. D.a Sofía Inglott y Navar- ro, que falleció en esta ciudad en la madrugada del 5 del cor- riente. La Srta. de Inglott tan querida del público de Las Palmas por sus virtudes y por su talenLo, ha sido generalmente sentida y por todos llorada. Al pasar la procesion fúnebre por el teatro, la orqucsta de la Sociedad filarmónica colocada en el átrio, nos fizo oir una mar- cha, cuyas notas impregnadas de verdadera melancolía conmovie- romi las fibras del ~fibljco sentimiento. El Sr. Presidente de la Fi- larmónica deposito una corona sobro el féretro, y otra los indivi- duos de la compañía dramática que actúa en nuestro teatro. Sofia era aplaudida profesora de piano y socia do mérito de la Filarmónica. Reciba la desgraciada jóven el espontáneo y cordial recuerdo de nuestro profundo sentimiento. Reciban sus inconsolables pa- dres y cariñosos hermanos, nuestros ilustrados consocio~,lo mis- mo que todos los individuos de su apreciable familia el pésame más sentido de cuantos forman parte de El Museo Canario.

MAURICIO. í’c~o1. Lxs PALMAS, ()CTuBIIE ~2 DE 1880. N~i. 16. EL MUSEO CANAR~OI

Jime~o.—~~ÁQU1~ cxusxs si~1~u1:DE x’i’iuiuie j~ FRECTJEN6IA ACTUAL DE LA ‘I’UBEIICULÚSIS Nl esta Isla? SeJu~/u/o.—~EsGONTA(IIOSA LA TiSIS PUL\10NA1~? III.

¿Es contagiosa la tisis pulinona~~? 1-Ternos dicho (jLle nuestros aiitecesores Lenian tifla idea exagerada del contagio tic la tísis pulmonar. Esta creencia no era peculiar del p~s; f’ní general en Europa porque se apo aba (Dl la opinion ele iii~’— dicos de gran nota corno ~ennert, Riviere, llart— inaimu, Van—den—Bosch, Morgain, Raulin, Sareoiie, )llorton, \Tan S\vieten, Lurde, iMaret, Meízger, Lan- mes, Luzuriga, etc., atrincherados en la eonfbriiii— dad de sus repetidas observaciones. En cami )i0 Bosquillon, Cullen, Starck, Portal, La~rinec,llroussais, Mavgrier y casi todas las cele- bridades in~dicasde este si~lo,opinan en sentido contrario; creyendo únicamente algunos que si en ciertos casos se trasmite la tuhereulúsis pulnioiiar de un enfermo u un sano, no es por su caruicter conta- gioso, sino por la cualidad irritante de los vapores que se desprenden de la espiracion y de los esputos de algunos tísicos. La cuestion, sin embargo, ha sido muy debatida, corno generalmente acontece con casi todas las en— ferrnedades que se han ercido contagiosas; pelo al fin vino t~decidirse en favor de los que niegan el contagio, por el hecho de que los repetidos eusay~s para inocular la tisis puhirionar han sido iní~ructuosos. Hoy con los progresos de la observaeiou y de la experiencia vuelve ui suscitarse la duda, vuelve ú sos— pecharse el contagio; y como la cuestion eutraiía gra- Tono im.—7. 98 EL MUSEO CANARIO. víSima importancia proui1~ictica, nos creemos en el debet de 1I~iillar sobre ella la ateiicioii de iiiiestios lectores. Tal vez iios expongamoS ~1herir el sosiego de las familias; pero entre todas las consideraciones, es la primera en nuestro concepto la de S((IUS j)O—

Antes de ‘utrar en mat(‘ria, creemos convenien- te recordar algunos hechos. ~\u (lehellios olvidar que la disposicion u. contraer la tuhereulósis es hereditaria, no sólo en la línea di— recta ó de padres ~Llujos, Sino tambien en las colate- rales; Y ~-~-“ cLIanlo los padres tengan hueiia sa— liud y nunca lleguen d contraer la tisis, pueden pade- cerla los lnj os liereditariainen te, si sus ascenó en Les, úun h )S lej anos, sufrieron aquella enfermedad. Este hecho patológico se explica bien por los fenómenos del atavismo. Jgualnui’nte d-’be observarsí’ que los lujos de pa- dres afectos de virus constitucionales, salen con fre- cuencia dispuestos ít adquirir la tisis pulmonar; lo que puede atrihuirse ;í que la carencia de energía or— g~hiicaque 1 teredan, es causa de que se alteren todas sus funciones y con especialidad las digestivas y las iii u ~ importantes de la hematosis y de la u u trieion. Debe tauibieu tenerse presente, si liemos de dar cródi tu ~í niuchios autores de reconocida opiflion eH— rupea, (lite cuando se creyó en la eficacia curativa de la leche humana, muchas de las nodrizas que ama- mantaron tísicos contrajeron la misma enferme- dad. (1) Tampoco dejaremos de recordar lo que ya liemos indicado; es decir, que son muchos los casos que re- fieren diversos prúcticos de personas sanas y sin dis— poSicion mí la tuberculósis, ciue habiendo respirado los vapores de la espiracion y de los esputos de al- gunos tísicos, han experimentado muy pronto los ~intoirmas de infeccion tuberculosa; y aunque los an— ticontagionistas traten de explicarlo por la accion irritante que los ~aj~o~’es f(Ci’(~S, picantes /1 Casi

(1) Dietion. des scien. médicai.—Torn. /~i,pag. 160. EL MUSEO CANARIO. 99 cáusticos producen en las cólu]ns ~ulinonares del hombre sano, (1) no nos parece sattsfactoiia dielta explicacion. (ion estos antecedentes vamos á ver ahora que la ineficacia de la inoculacion, argumento principal di los que niegan A la tuberculósis la cualidad contagit). sa, pierde mucho de su fuerza con los modernos ex- perunentos. La Revista Clin¿ca de Málaga en el número 6 (Junio de 1880) refiriéndose al Io.uizal dv’ JJéde- cine et de Chirurgie pra.ctki.ens, dice: cM. ‘I’ous- «salid acaba de demostrar A la Academia de (‘bu- «cias de Paris, por una st”rie de oxperhnentos, la po- «sibilidad de la infeecion tuberculosa por iugestiou 4 «inoculacion en los anhnales. «Para sns experimentos eligió el cerdo, por ser «uno de los animales másrefractarios A la tuberculó— isis. A unos les Ita dado A comer pulmones de va- «cas tuberculosas: en otros ha practicado inyecciones «subcutáneas con un liquido vroeedente de la mace- «racion prolongada do ganglios tuberculosos, y en «otros ha hecho la inyeccion con sangre de cerdo «tauibien tuberculoso. En todos ellos so desarrollé la «tuberculósis A pesar de los diferentes procedimien— «tos. Sus experimentos han demostrado además que «la tuberculósis asi producida es siempre aguda co- «mo la galopante en el hombre». Veamos otros hechos que tienden á probar la in- feccion tuberculosa. «Ha confirmado la experiencia que las vacas su- «fren A menudo la tuberculósis pulmonar. Este he— icho ha guiado A M. Peuch A averiguar si la leche y «el jugo de las carnes de las vacas tisicas pueden «trasmitir la tuberculúsis A la raza humana; y por «una série de experiencias se ha decidido porla alir- «mativa. «II. Bouley, ocupándose del mismo asunto, con- «firma la trasmision de la tuberculósis do las vacas «porel uso alimenticio de la leche y del jugo di” las

It) Diction. des stien. unédlcat—Tom. 4?, pax. fi y sUr. loo EL MUSEO CANARIO. ((carneS crudas. «En Alcilian ja se han obtenido id~iiLicos restil La— ((dos euii iguales experimentos. «El peligre es pites real, ó importa mucho que se «examille escrupulosamente el eslado de salud de las ((vacas y que no se haga uso de su leche ni del j migo (((le las ii~iie~ 501 51 ijetarl;is la corí’ioiis - (E.it~ic— lo de fa sesion (le ~ (le .Julio df(ii~o (fr fa ~1ea(le— nua (le Cieflcias de Pa~ísJ. M. de \lusgrave—Clav en ciento once observacio- nes acumuladas, demuestra el contagio de la lísis pul- inoiiar, siempre que las relaciones que existan cii tui el sugeto enfermo y el sano tengan cariíeter de inti— iflidid. Confirmando el mismo hecho, i\l. Ilernain—\Ve— her refiere el caso de un marino afectado de tubercu- lósis, (jue coiitt~íLjOinatrimoni poi~primera vez d los ~ afios de (dad y pertilio suecsi~aiiiciitceLlatro 11111— jeres tísicas, sin ~jue llinguiia de ellas tuviese dispo— sicion hereditaria ni ~i (ista ni ~i otra enfermedad ~ín~ Les de casarse. El marino despues de la muerte de su ci~arLa muj ci iu uno (le tu] erc ulósis ci infirmada por la autopsia. A este proposito, pretende M. (itibler explicar el contagio del nutrido á la mujer por la ac- cion contagiante del feto tuberculoso sobre la ma- dre. (1) En el concepto de los indicados profesores, re- sulta; 1 Que los individuos jóvenes son los mm’is susceptibles de contagio. ~?. Que ~íuncuando el con- tagio de la tisis tiene más probabilidad cuanto unís avanzada esté la enfermedad, esto no excluye que el mismo contagio sea posible en las primeras fases. 3.°Que la tuberculosis trasmitida por contagio pre- senta casi siempre una evolucion muy rápida. Y 4•0 que la separacion completa del sugeto iniciado de contagio del enfermo contagiante, ha dado en algu- nos casos uiaraviliosos resultados. (Jo ¿t~’w1 (16 11J~— decinq).

(1 Todos los pr~icticosmodernos nie~anla tnberculósis en el feto. Patología interna de Kuuze. Trad. piia. 211i. EL MLSEO CANARIO. lO! El Dr. IJollinger de M(’)liaco coiifirina con ini— merosos expernienJos que la ingestion ~Tela. leelie de vacas ttIl)erctitOSaS prorIti~ela tnhercnldsis. El ini smo p1»~clico ev i deiic i~tla i deiitidad de la tul(erculusis de la raza liuniana toli la de la especie 1 )OLI111L. ~~poya el contagio cii los experiineiitos siguien- tes. 1.0 ( ‘tiatro puelcos (le lies seiiianas de (dad SO alillleutRrOIl diez seiUitlIilS 0011 Pche (le ~iiet tlII(el- culosa. Los giíuglios del ctl(hl0 St’ iiifrlaioti (leSdio luego, y fi la edad de cinco meses justilicd la autop- sia en los cuatro ierdos la (iberculosis (‘11 alIo arado. ~2.°1~u pU(1(() joven alil1mell alTo (IU~11C~dias con le— clic de vaca tuberculosa, (‘liii (Jilecid ~ 1 IlflrilJ tu res S0111111h15 tltl(ercnloso. 3.° t’uatro cerdos caiioiies fue— 1011 alimentados del iíiisiiio modo, dos (1 )fl 1 e4lie liei- villa \ dos toii la 1 imisuila (ruda. Los dos 1(1:11 uterl ¿5 se conservaron salios: ln~selm(indos, (‘1 0111) 1(1)1110 1111(11— enloso y el oLio euleriiio giaveumeute ¿le la Inisula cii— Ierinedad, ~01O mio ha] da it cierto la fbclia de la ob- servacion. t.°El inisitio pr(dbsor refiere iuii caso no- talde observado 1)01 el 1 )r. ~ oir. 1 ti 11101) de (111(0 11005 (1110 liul 111 ucd U) pr~)l( ligad o uso de la leche de una vaci 1 iiherciilos~i,11111110 tul ¿eretiloso, Sili (JItO SO pudiera atribuir la eutbriiuedud ninglira otra causa. El iimenci nado M. llolliuaer cxaiiuiuid la leche de las va cas ti ti ercub ¿sas y no 1 ialld nada anormal ni en su ~oniposicion jilÍillida lii en sus caracteres nncros— (f)picOs. tExtr~icLode la 1 ievista La (7ío ¡ca (le iJ~- fa ~ niimero ~ de Julio de ~3ft. Es tOS Curiosos y nioderio 15 (Xpeli ulleli tos dan lu- gar a i nportautísinuas refIexb ¿lles. Si el cerdo, SieIld( ¿ el aid i imal 11 ias retracta— rio fi la tisis piilnionar eS susceptible de infeccion e i noculacion de aquella enfermedad, ~i io liahrií razoui bastante pu~~sospechar que con los 1111511105 proce- dimientos se inliccionarfi (‘ iU( ¿ciilarií la raza Ti iiiia— na? Parece iju’ el sano criterio debe mcli iariws es- ta consecuencia. Luego, pierde fuerza el argo 1 neiuto de los í~tiesostienen el 110 contagio por lii iieficaci~t de los ensayos de jimoculacion, 1 OQ EL MUSEO CANARIO. Si 110 es contagiosa la tisis, si no ohedece, al in~nosen algunos casos, á la presencia (le 1111 germen morboso trallSlfliSil)le, ¿cómo se explica que la ah— mnentacion con los pulmones dafiados, con el jugo de la carne y con la leche de las vacas tuberculosas pue- (la producirse esta enfermedad? 3.~ ¿Por quó la leche hervida de las menciona— (las vacas es inofensiva y la cruda i~olo es? Lógico parece creer que la tuherculósis deba en estos casos su orígen ~Lun gm”rmen nnasmni~tico, ó u ini ser org~’i— nico Inicroscopico que pierde su vida y queda 1110- fensivo 6 la, temperatura de 100 6 m6s grados. 4•~ El caso del marino tísico que, segun refiere llernam—\\Teber, inficionó cuatro mujeres, sin que ninguna de ellas tuviese antes de casarse (fiS/)OSiC~?Ofl. b e.~e(fita)~iani ~ la tube.rculós,s ni (~ n in[J una oli~ienfe~nelac1,induce d sospechar que algo tras- misible habia en el mismo marino. Este hecho ad— quiere mayor probabilidad con la infeccion de aquellos individuos que, hallúndose conipletamente sanos, han contraido la. tisis pmilu~oi~ai~por respirar un dia tras otro los vapores de la espiracion y de los esputos del enfermo. No se crea por lo que llevamos dicho que consi- deramos la tísis tan contagiosa que pueda adqLlirirse por el solo contacto del enfPrino 6 de sus muebles. Estamos muy h~josde dar cr(~dito6 aquellos cuentos ridículos de las cuatro inonja~que sucesivamente murieron tuberculosas en una celda por haber usa- do el mismo cordon de la cainpanila que inanejó la primera que falleció tísica; ni el de los Jesuitas que 1erecieron de igual enferruedad poi colgar el rosario en un mismo clavo. Estos y otros ninclios cuentos son exageraciones inadmisibles: pero de aquellos con- tactos al roce mnti no y pe/~enne,hay una eiiorine diferencia. Do~1INc1oJosl~Nxvxmumo. EL MUSEO CANARIO. 103

ESTUDIOS ANTIIOPOLÚCI(:OS EN r1lENE1UF~E

En la iiecesitlad (le mvestiL~n y (it) (‘StUhilar euau— to p~idiei~tcoiidueirme al ni~s exaito cínociimeiito de las razas priuitivas que Iia]iitaron en estas islas, ~pu~ (le examinar los cróiieos Y huesos (pie po— seeinos eii el Museo Canario, extrai(los de los en ter— raiineiitos de 1(15 ( lianclies (Te esta isla, resolví pa- sar ~i la Te Tenerife para hace en sus Museos idón— ticos estudios d los que en esta liabia praci icado; pues iio ile ()tTa suerte podia, si no (lar cuna mis tialia- jos, a lo iiieiios torinariiie iiii~Lidea, mediante tui es— ludio ~iiipara Lvii, iii lts pm’ldos que luabi tarun el Arcli i piólago. Iioy inc congratiilo (Te haber einprei-idiW ini viii- j e que nie liii ~ (porcionado 1 ;t Sil tislatcii (fl de haber con1ir~nado plenainente la idea íiue lial da ioriiiado de la raza Guaiieliinesca de Teii ile (‘11 cuanto u la parte antropológica Ioipogrdlica. V no pudia ser de iitia Si uerte, piles rue los varios piuiitos dt’ coiituteto q~ tenia con los indígenas de Uran—Cuniaria, de- toan acusar un oiíí~eiie unu u, ainique cmi modifica- ciones si no esenciales, ¿1 lo niónos accidentales; mo— thiicaeiones que deluan influir 6 influ eron en grau manera en su organismo; y de aquí en su vitia social. Sabia perfectamente, antes de salir de (iramu-Ca— nana, que no iba u encontrarme soto en mis iiives- tigaciones, sino que distiuguidos couipaiíe os y cnt— ditos aficionados d las ciencias naturales, especial— mente á la geología, ui la paleontología y ¿‘u la antro- pología, liahiian (le iliisti’arine en mis trabajos. Así aconteció en efecto y tengo la satisfaecion de decir que, gracias u tan poderosa cooperaciou, hice en quince dias una sórie de estudios cuyos resultados 10 ~ EL MUSEO CANARIO. serdn harto ventajosos i~i~ala historia. El Museo antropolúgico de Sa.iita Cruz de rllelle_ rife contiene una coleccion completa de cr~neos,en- VO ni’irnero pa~de quinientos, posee varias iiiomiaS bastante bien conservadas, grau caiitidad de huesos articulados unos y aislad )S o tr (5, col i i1nendiéndose entre los cráneos y los huesos varios llevados de las otras islas; numerosas piezas de cenílniea, pieles y telas de todas clases; una l~ípida funeraria de Fuer— teventura qu(» aiim no se ini podido descifrar, moli— nos de mano de diferentes construcciones, morteros, agujas, anzuelos, algunos de éstos 0011 sus empates de cuerda, numerosas tahonas, mugados y garrotes. 1 hiidlanse tuinbien otros objotos no u ienos ciirli sos y que llauiian la afenrion del observador, un s6— lo poi su clase y cantidad, sino por su pu eelh’ucia. ~on éstos unas grandes masas (le la materia lia.ls~inica que los (Juanclu~destinaban para embalsaniar los ca- dítveres, siendo algo uas de ellas (le grandes diniensio- nes. ~egun se u nc uianilesto fueron encoiu tradas cii una cueva cuyo suelo y p~ii’edes estaban iln~u~eg11 a- (las de aquella sustancia; lo que me livé i~deducir que los G tuaiiclies (II Tenerife tenia 11 lugares desti— nados exclusivamenfe para la confeccion de aquel iuílsamo; mas como la tradicion que hasta nosotros ha llegado nada nos dice acerca de quienes fuesen los en- cargados de aquella opeiac¡011, (le aquí la dwla. que surge inmediatamente de si era la casta sacerdotal la que u ello se dedicaba é estaba aquel trabajo en— comendado d una clase abyecta y despreciada como la que en Gran—Canaria cuidaba, de la extraccion de las vísceras y del inmediato enihalsanianiieuto. Mis coinliafleroS V luiS amigos l)arLiciPa1~onde la iuiisina duda, 5i11 que 1IIOS sea dado ~ hoy tui secreto (JUC jaiu~si~’elaroimiii ~ alguna los Gnauches (lUO sobrevivieron u la (oluquista de Tenerifb. 1)el estudio que practiqué sobre los crúneos de a quel ~1 tise oh ini resi iltadu (fUe 0011 1ílZOfl ~Iebe llamar la atencion de los antropologistas, puc~huabien- do Illedid O unís de cuatrocientos, no logré encontrar entre todos ellos uno que fuese b1~aquicéfa1o,sino EL M1~SEO CAN X1UO. 1O~ que todos sin exeepeioii eran fof?coc~fa!o.s;(‘11 ViS- ta de esto, todas las investigaciones (lePen dirigirse d los (10 1Lcoc(~falos, llegando algi inos de ellos hasta (~iesca/bc~fa/o. Ademas eiitoiitre ni varios rr~i1iros los caracteres propios de aluiitias razas preliis[6iiras muy seuaeJalltes , no tan solo en sus detalles sio en su conjunto, d la raza de Neandertlial (I)olico. ])lat~Jc(falaJunos, y otros ~ la de (‘ro-inugnon (Do- IiCOc!J)‘tOc(f~7la). Al eiiroiitrar en rçeef TUi hecho idlcii tiro al que he observado en los (r~ineosde los ( ualidlies de Gran-( anaria, seguil se puede ver en varios de tuis escritos, podemos part u va (le 1111 punto lijo para di- rigiriloS íi la ~‘poca geologira e ita ten iaria , de la (‘dad pa1eoiito1og~~’ade los gnandes u iainítbros que han ter- ini nado, y al período ar~[Ue dugieo paleol 11(0 V neo— 1 ítieo, cuyos preciosos e,~eiuplaiesp al i ii s ven en el Musen ile Las Palmas y ‘ii el de la Laauua. I)e santa (rnz pas’ ~í T;ieoronte, pata visitan el antiguo Museo de ( asilda, que ltov pertenece al ~r. 1). ( iírlos Le] n’uni. Ln “l ha ma prine ¡ pali u en e la atencion el ndinero (le 111 (atil i ls; 11111 (Itas de el las pi ‘~‘- fectamente conservadas, las cuales of recen un o] je- to (le (‘iil’i0S[S1I11C) (‘St udio ~ l( (5 aiitropologist as (“ 1auarios, lii) si (‘udonie pi (Sil de entrar liisi )riadores ( ú descril (rin tada una (le ellas y ni adn las pniliripa— les, porque seria un tral)ajo deiiiasiado larg y can- sado, espeei almen te liah eiido oh isenvad O que mii gil— na de ellas pi~semit~tel luj O tle (‘1111 ialsaiiiaiiii i’iito iii

la delicadeza de las pieles (ll1~las (‘flVll i-’lven , (((111(1 las que examind y deseribiú, liare algiiw s años, liii amigo el Liteiiciado 1). Eniihiano i\Eartíiiez ile Esco— bar, y fueron ene intuidas i’ii uno de los paii ti ‘1 )I1CS di ‘1 1 arranro de (i uavadequ e. Ademn~’is se ven allí pi’les, tejidos, itiagados, ta- honas, garrotes, collares Y jarros (le varias t~rinas, en- tre los cuales hay uno muy notable por los adoi11( is que tiene, procedente de la isla (le la 1 ~almna. Pero de todos los nl j etos, perteneci (‘lii (‘5 (i u s Guanches, que encierra la vecina isla (le Tenerilb, ninguno, ~i mi entender, tiene tanto mn(~niLo eolito el 106 EL M1’SEO CANARIO. que encontró en el gabinete do Historia natural del Instituto provincial de la Laguna, consistente en una azada de piedra pulimentada, con su mango de madera, con la particularidad de que éste no se halla introducido por un ojo, como hoy se usa, sino suje- te á la piedra por una cuerda que se enlaza al man- go, de un modo admirable, estableciendo tal adhe- rencia entre el mango y la piedra que parecen for- mar un solo cuerpo. Llamúme mucho la atencion la materia con que se halla torcida dicha cuerda, y it la verdad no me fué posible designar que clase de filamentos la cons- tituyesen, poro me indino ú creer que se halla for- mada de los de la raiz del drago, por tener yo ale- itas muy parecidas de aquella materia. A mi amigo D. Mariano ltevrnundo, profesor de Física del Ins- tituto Provincial, 6 quien debo singulares atenciones y el que mo ensené aquel precioso objeto, le encar- gué encarecidamente lo estudiase y me coiwtnicara su modo de pensar en este punto, como asimismo el que se tomase la molestia de investipr de un mo- do cierto, que mio deje lugar it duda, si efectivainen- te wjuel objeto procede de los Guanches de Tene- rife o de las otras islas, tanto más cuanto que es el único ejemplar de su clase que haya llegado hasta nosotros. Antes de terminar este articulo debo dar las más expresivas gracias it mis buenos é inteligentes amigos de Tenerife, que no solamente me han franqueado con la mejor voluntad, galanterla y finura, cuanto ha estado it su disposicion y ha sido objeto de mis estudios, sino que me han ayudado con sus conoci- intentos en unos trabajos que sin su auxilio hubie- ran quedado incompletos. Da. CmL ‘r Nasxtuo. EL MUSEO CÁYÁ1UO. 107

AGUAS MiNERALES.

Las aguas minerales ofrecen it la medicina útiles recursos, y algunas veces un poderoso concurso, os- peoiahnente en las afecciones crónicas. Su empleo re- monta it la ntús alta antigüedad; y en todas las (‘po- cas y en todos los pueblos los lanos han sido consi- derados como un excelente medio h4iénieo y las aguas minerales como un elicaz remedio para com- batir un gran número ile males. Sin ir tan lejos y concretúndonos it los itonianos, vemos la importan- cia que daban it aquellas aguas en los suntuosos edi- ficios levantados por ellos, y cuyos restos admiramos hoy, en todos los Plintos donde encontraban algunos saletiferos manantiales que un eran pocos en la vas- ta extonsion de su inmenso imperio. La Gran-Canaria es rica en aguas minerales, al- gunas conocidas desde muy antiguo; y sin embargo, salvo algunos análisis, se conservan hoy tan olvi- dadas como cuando so descubrieron. g5 un error suponer que en general el agua sola os el medica- mento que produce su efecto; concurre un conjunto de circunstancias que obran sobre el organismo y contribuyen poderosamente it los efectos favorables del agua: asl el suelo, la atmósfera, los alimentos, método de vida, impresiones físicas y morales etc. etc. que rodean al enfermo son necesarios it su ae- cion terapéutica. Y si esto es una verdad, no com- prendemos como hasta el presente nada so ha he- cho, 6 al menos no ha pasado de ensayos, para auxi- liar los efectos del agua, creando establecimientos balnearios, solicitando del Gobierno la declaracion de utilidad pública de estas aguas y aprovechando cuan- tos medios la ciencia hidrológica nos enseüa para 108 EL MUSEO GANxHIO. que su empleo SCU útil y beneficioso. Exceptuando las aguas acidulas de Teror y Fír— gas, las del Valle de S. Hoíjue en TeIde, euros ami— lisis úieron hechos por los Sres. Orilla y Leliieu, las ile Azuaje en Firgas, y de Santa Catalina en esta Ciu- dad analizadas por los Sres. Mdliii y Lasógue, en Pa- rís, y por el Sr. Casares, la primera, en España, las dermis son casi desconocidas, y sin embargo existen otras igualmente in ipurtautes cmi muchos puntos de esta isla. Tenemos las aguas ú~rrugiuosasdel ( aidero de (luía y en la jurisdiccion de (Jilidar; en Teide, las sulfo—potiisicas llamadas Marcimanas cerca de Melena- ra, las de Marfú en el Ingenio, las clonuro—súdicas de las ( ;~tci~iH~is,las de la Montaña del llapador y Ti— noca cmi la costa de Lairaga y otras muchas que no tengo l1resent~. Expuestas estas consideraciones, inc ha parecido conveniente traducir del fraucds, y puli1i~mren esta 1 le- vista d~l~ esto> ( 1XNX1>u) el 1 flóliSUS ‘le la.s (1(JUf(.S (le Sta. Catalina y (le Gaao’aliipe po~el D~.JI~— ha Fa ~ acea lico (Le! líos))tía ~ ‘~l ~ Pa ~~ÍS) COU lina 11011(1(1 (ICC ca ile! USO ile (I1CIUIS (H/1U1S por el Dr. (‘It. Lasé~uePIOt~’SOr(‘Ii la Fadlllta(l (le MC(liCt/ta (le Pa ns, cuino medio de vulgarizar Su conocimiento y estinntlar t~los profesores en cien- cias medicas p~tm~i(lite puhliqueim una s(’rie (le o})Ser- vaciones, que su prmíctica les suministre, emicamnina— das mí apoyar ú modificar las apreciaciones teúricas contenidas en el trabajo (fue publicamimos, pues real- mente amin falta que la experiencia sancione lo ijue St’ deduce de los anmilisis ( 1IIÍIIIiCO5 y la conmparaciomm de estas aguas con sus anúlogas fiel extranjero.

- Anuxs DE Sxxi’x CATÁcINA. A )láIjSIÍ$ (id lic. Me/itt. El agua de Santa Cabdiiia se presenta cmi un po- zo abierto ti ci meo metros de profundidad y en una roca, mi 85 metros de distamicia de la ribera del niar. El agua es tiliundaiife, perfectamente di~tfaua,iii- cobra, inodora, de un sabor salino nuuv pronunciado EL MPSEO CANA1UO. 109 ~r no est~tsujeta ú la influencia de las mareas. ~u reacci n es alcalina; devolviendo el color azul al p~tpelde tornasol cilla)] ecido. Su temperatura, tomada en el husmo ~ es de ~ 10,33 Reaiun nr Ú ~G°, GIl ecu t igrados. Su densidad, deteriniiiada por el iiui~tododel fras- co, es de 1,00718 fi la temperatura de 15 grados cen- tígrados. A la temperatura ordmnaria y expuesta al aire Ii— 1)re, el agila pierde poco ~ poco su trasparencia, de— j ando liii ligero depúsi to cari onatado, y dii omígeli al desprendimiento de algunas burbujas de gas que, por medio del agua do cal, se reconoce ser ~cido earb(~- ‘lico. (1alentada en iuma vasija de vidrio o de platillO, pierde paulatinammiente su iícido carhonico lii re y el de los carbonatos t~rroos,forinúndose tun sedimento calcúreo y uuaí~nf~sico. Un l~ili’c~.de esta ai~iua,,eco~ida(llirante el vera- no de 1 8Gi, y evaporada lentamente hasta sequedad cmi una c~’qsala (le platino, fi una tenuperatura infe- rior ú 1000, ha dejado un sedimento de 8 gr. 42. Ca- lentando el residuo hasta una temperatura fija de 1800 lic obtenido, con el agua recibida en Marzo de 1 8GtJ, 8 gr. 47~27y 8 gr. 51, y operando ú ha teinpe’— ratura del agua hirviendo, el resíduo pcs~1i~19 gr. 07. La excesiva propiedad luigrouif’trica del residuo hace que sea difícil pesarlo, y esa causa hastaria por sí sola p~u~aexplicar las diferencias, aunque poco no- tables, de los resultados 8 gr. 47 y 8 gr. 51 Es in dudable que, operando fi una temperatura elevada en corta cantidad de líquido, el úeido (ariH’)- nico (le los bicarbonatos efilcieos y inagnf’sicos imo se desprende tan perfb@tameiite, y el resíduo pesa un po- co iiufis que cuando se opera en grandes cantidades de agua. ( uand~1 se pasa. de 180°se pierde entonces otra. P1 )rciorm (le úcido carbonico, (le]dda fu 1 ¡u dcsconiposi— cion de los cloruros nuagnesico y cúlcico i~u la pre- sencia del sulfato magnúsico. Con el objeto de apreciar con exactitud la canti- dad de sales que contiene un kilóg. de agua, las lic 110 EL MUSEO CANARIO. reducido a sulfatos, y para ello lic evaporade 230 gra- inos de agua de Santa ( atalina ú una temperatura Laja, con el fin de evitar el desperdicio del líquido durante el desprendimieiite del gas; en seguida he tomado dcido sulfúrica puro, diluido y ú la tenipera— tui’a ordinaria, que he ido echando gota d gota hasta que hubiese tui ligero exceso de este ~icido;luego he hecho evaporar el liquido hasta la sequedad, y por iiiltiino he llevado la sequedad hasta el calor roji, elevando paulatinamente la temperatura. 1)isuelto de nuevo este residuo en agua destilada, he observado que no ejerce ninguna accion sobre el l)apei de tor- nasol y que no contiene cloruros ni carbonatos. Su peso, suponiendo un kílóg. de agila, es d~9 gr. 955 Otra experiencia ha dado 9 gr. 965 Por tórmiiio medio 9 gr. 9G, cuyo dato seri~mu útil pura ~tpreci~u~ peso de los metales alcalinos. En todas estas experiencias, cuyos resultados que- dan consignados, las 1esadas se han verificado per el iiu”todo de stistitucion, en una balanza ~ sensible uí un iiiilígraino. Los filtros eran (le papel de Suecia, fino, blanco, lavado prin ero cii ácido clon- (Irico y luego en agua destilada; y quemados da] ian sólo ‘~inílígranios de ceniza, por gramo de pap~en- ~ cantidad se ha tenido en cuenta en las experien- cias. El agua que me ha servido para los ensayos era trasparente y filtrada por el papel de Suecia, con el ol~jetode aislar los hagmentos de los taliones, las arenillas y las p~trtícilasorg~1nicasque pudiese con- tener. El agua que lic recibido en el mes de Setiein— bre (le 1 868 inc ha dado el mismo resultado que la que nie remitieron en Marzo del siguiente afio, re- cogida en mej ores condiciones.

J. PADILLA. ((‘00 tinunr~i). EI~MUSEO CANARIO. ‘II

XC1RICU LTUI~A.

El Noqal. Es el Nogal (Juqians ~‘eq~a,Liii). (Nll~j~uJlans, Turnef.), originario de Persia, uno de los ~rbo1es inris titiles al hombre. VerdaderainenLe r~giopor lis ~xce— lentes cualidades que en i~lse reunen .—1 ~ertenece ~íla monoecia poltandria, familia de los (e~ebutt~ceas Lin. ) — Familia de las amentáceas j,ujlaiuleas, (Deeandolle) , ~trbo1grande, de tronco robusto, cuya corteza es gruesa, de color de ceniza y las hojas com- puestas. El fruto conocido con el nombre de nuez es carnoso y contiene un cuesco con una sola celdilla y una semilla. Este úrbol reune circunstancias tan recomenda- bles que difícilmente podra hallarse otro que le aven- taje. De elegantes y grandiosas fbrrnas, sus hojas son de un color verde agradable y su sombra es la tmnica que no hace daño, seguri dicen muchos labradores, advirlendo que en otros países se tiene por nociva. Estas encontradas opiniones, hijas de tradiciones ab- surdas, vienen ú demostrar que ninguna de las dos aserciones es verdadera y que la sombra del nogal es tan útil y tan nociva como la sombra de cualquier otro ~írbol,si no se guardan las debidas reglas lugi~nicas. La madera del nogal se aprecia mucho en ebanis- tería, para construir muebles de lujo, por su precioso color y durarion. Su corteza y sus hojas secas se uti- lizan corno medicamento astringente, diur6tico y pur— garito; el cocimiento pasa como un específico contra las moscas de caballo y las chinches.—Sus hojas tier- nas exhalan un agradable olor y sirven, así como la corteza del fruto (pericarpio) para medicina y para 112 EL SiusEo CANARio. tui te, (laudo á LIS maderas un bello color OSCUfO y muy firme. El h~iitoes tan estimado cii el comercio que re— Pr~e1itainiiiensas SWIIaS, se utiliza para extraer de él un aceite sutil empleado en las artes, en medicina y como eoiidimento.——-La sdniilla tiene cabida, como alinieuto, lo inisiiio en la mesa del magnate que cii la frugal del pobre; las nueces verdes SC utilizan en repostería y se hace de ellas azúcar y aguardiente. Por ese instinto del vulgo it respetar todo lo gran- dioso y bueno, y ~ creer que lo bueno debe preservar de lo malo, y viendo en el nogal un árbol superior á los demás, adi ni te en él virtudes sobrenaturales; así se vé con frecuencia it la nuez de tres piernas acoinpafiar constan teniente it imichas pe1~so11as; se pone al cuello del Hiño atada it un cordon Ilara que le facilite la denticiou; se cuelga al llavero par~tque evite de ladrones; los preocupados adultos la atan en algu- na parte de SLT cuerpo para l)1~se1~arscy curarse de mnmaleficio y hasta en los ccstureros de aristocráticas señoritas tiene cabida y dá buena suerte. 1 ~or instinto pues sabemos que el nogal es un ár- bol de benéficas condiciones; pero aún nos falta dar- nos cuenta razonada de sus verdaderas bondades, sa- cando de él todo el pi~ovec1io que está llamado it dar al hombre. En las dos zonas eliniatológicas menos estimadas en nuestro suelo, puesto que no se producen en ellas los productos y plantas de mayor rendimiento y ex— portacion como la cochinilla y el tabaco, vive el no- gal; así pues, considerado bajo el aspecto de que pue- de utilizar un terreno considerado por su lsi~on de poco valor, debe ser por este solo hecho de una bu— portalicia inestimable. El nogal se pi~odicebien Ini cualquier terreno de estas zonas, sufre las sequías y no tente las extraordinarias lluvias. Afortunadamente algunos labradores y pro1iieta— nos han comprendido la importancia de esta planta Y 51’ apresuran it cultivarla; pero de desear es que, Pe1~- suadidos todos de las ventajas que piodtiee y que de- jamos anotadas, tomasen con empeño el cultivo (le 1~LMUSEO CÁNXIIIO. 113 tan ritil vegetal, puesto (lite SUS considerables rendi— inienlos, su mérito y aplicacion ile SIL trufo, le ions— tituve en artículo apreciable ile exportacion para iiiiestro conlercio. Cada ilegal puede irodneir en muy p( ~ añOs, lo incites cinco pesetas en cada fruto, libre de unstos, y es muy COlflhtU eneou ftar (‘11 nuestras islas lI ~ proi~mos cii las iiiedian biS y cumbres con terrenos suficientes l~rael plantío (le mil nogales; lo que c( nis- tituve una verdadera riqueza, si procuraseii el plan- tío Y Sil eonservacion CCC verdadero cnpe]1o. El plantio del nogal requiere bien poca destre- za. En un pedazo de terreno fresco y hieii abonado se plantan las nueces d inedia vara de distancia unas de otras, cuhriéiidolas con (los dedos de tierra, y pro- curando que la seunlia sea reden caida del urbol: dii- rante el verano del sigI tien ti’ año se ~ilII ‘u los lic— yos á una vara de profundidad, d fin de que la 1 ier- ra sufra las influencias al uiosI~ricas,y d pr!ucno del invierno se tras1dan tan los jóvenes bri )oles. Es prúc- tica de nuestros labradores colocar cii el fl)ndo del hoyo una piedra grande y plena con o] (jeto (le (jIiC la raiz central profundice inénos y se adelante iiiés el Iii’] iül. Plantado de esta suerte basta atenderle lo ne- cesario para. que viva, cuidando de podarlo cuando lo requiera. Al reCoger el fruto debe desterrarse la lic— civa costumbre de ilesprenderlo d palos, como suele hacerse, pues esto produce la caida (le las yen as flo- rales de el año proximo, lo cual aniinora el producto. Si se procnrara poblar las cumbres de nuestras is- las, tan feraces y que permaneceii incultas, COIl 1111 arbolado productivo como el nogal y el almendro, de- dicando los terrenos de las costas al plantío del nopal y los de las medianías al del tabaco y frutos ordinarios, replantando nuestros vifiedos y procurando SU adelaii- to Y conservacion por todos tos medios que of cee n 1 a bondad de nuestro clima y de nuestros terrenos, de se- guro que no tendríamos que temer esas crisis de que con frecuencia nos creemos amenazados por la de— preciacion de la grana en los mercados extranjeros, por To~ioii.—8. 1i~ EL MUSEO CANARIO SCF (‘~Síeel Único artículo de exportacioii que hoy po— seeii~~s. V si 1‘ien no podemos esperar que tui solo cultivo pue(la SustitUir al del nopal, P°’~los ren(Ti— 111] (‘11 tos (JU(~ (‘~SLe ofi~ec ~i consecuencia de la perfec- ce n et(u (JU~se conserva, cela y se acoiidiciona la co- elun lila, es i eJ udalde qi te destinando al pial! U 0 del un (olado esas grandes extensio u es de terreno cinc per- manecen imie utitas en nuestras cumbres y al plan tÍO del tabaco y (le las viñas las medianías, dedicando S~- lo les terrenos de riego de prilliera clase en las costas al del nopal, eonstituiriaii todos ellos otros tantos ia- iiios de ni(jLLeZa y (le expontacioii mLlcllo lfltís iurodticti- vos qn e el de la coel nuilla, atendiendo al bajo precio ti que hoy se (OtiZtI por razoii (le las tintes iiiinerales ~l1~(‘u!Ipl~iLi industria. Ilasta para ello fij arse en lo que queda di~liore— leren e al cultivo del nogal, tuyo reudi ni ento ~5 un 1 ecl tu probado, ~ e o produe tu es ud etilo de tanta aplicacion en todas parLes tan eStii1ado. Víc’roit Gitxi~BAssAs. ~~c1i~iuihie ~(( de 188(1. EL MUSEO CANARIO. 115

INSTRUCCION PRIMARIA DE ADULTOS.

La instruccion primaria de adultos 6 la instruc- cwn reparadora, como la llamaba M. Villemain, no solamente es indispensable á los que no han fre- cuentado las escuelas elementales en sim i~riinc’nt edad, sino taxnbien á los jóvenes que habiendo asisti- do á ellas poco tiempo y con irregularidad, no alean- zaron A completar su instruccion. Para lograr que estos jóvenes, cuya educacion ha sido descuidada, reciban la instruccion que no pudie- ron recibir en la edad escolástica, es necesario tomar medidas para que esa ensenauza de que se les ha pi1- vado en sus primeros anos, se les proporcione en los siguientes. De aqul la necesidad de diversas institu- ciones consagradas A la instruccion primaria de adul- A juzgar por la necesidad de esta enseflanza, na- turalpareceencontrarlas clases de adultos entodos los tiempos y en todos los paises; pero fuera de algunos ensayos aislados que han pasado desapercibidos, es- tas instituciones apenas cuentan cincuenta anos de existencia y Aun en nuestros dias están en bosquejo en gran número de paises. Esto no obstante, es un hecho importante ya la unanimidad con la cual la opinion reconoce hoy la ensenanza de adultos co- mo indispensable, en el estado actual de la instruc- cion popular, bien sea para llenar los vacies que ha dejado la escuela primaria, 6 bien para completar y afirmar con un suplemento de instruccion los beneil- cies de la primera enseflanza. No hablaremos en este articulo de todas las ms- 1 10 EL MUSEO CXN~flIO. tituciones que piiedcii ser eoflsi(leradas emmo sirviell- do á la instruccion de adultos: Sólo 1105 concretare- mos u las escuelas nocturnas de prilliera enseñanza. España ha sido una de las primeras naciones en iieluir en la lev el p11 ncipio de eiisefiaiiza de ad ni- tos: y 5ii1 ci ni)argo, en Espafia es (lolIde con ini~s lentitud ha niarclindo esta clase de enseñanza. Los artículos 10U y J 07 de la lev de 9 de Setiem- hre de 1 831 dicen: «El (iobieino ~1eIiefbnienlar el ))estahleenlnenfo de las escuelas de adultos los do— ))iiiingos, para aquellos cuya edueaeion haya sido des- ))euidada () quiecail ~tdelaiitar cii ella, aSÍ ~0fliO el (le »las lecciones de noche pami los íjue no puedan con- »currir u las diarias, de las cuales liahríi una al nió— »llOS en los lu~ieh1osque lleguen ~í [0.000 almas, y » ademi~suna de (11h111 liiea 1 y de adorno)) Confbsauios ing(”illlallldnte que las Escuelas noc- turnas se hallan en extremo (lescuidadas en casi ~o- dos los pueblos (le esta isla, ~ pe~i~de las exliortacio— lles del Gobierno: y cii muchos de ellos que pueden costear escuelas de adultos, sabemos que se han su— priinido por ttna mal entendida economía para los pm~esttp~mestos6 qtnzu por cuestiones personales entre Alcaldes y Maestros. De esta manera, es decir, supri- mniendo esencias, es como demuestran la Juntas lo- cales su celo en favor de la enseñanza, Y así es coiiio renmue\-en los obst~’iculosque in~is6 ni~~flo5pueden afectar ~t la instruccion, base de la cultura, civiliza— cion y moralidad de los pueldos. Se comprende que Alemania no tenga cursos de adultos propiamente dichos. En un país donde el Coronel de un reginmento de uno de los Estados in~ís pequeños, ha]deudo encontrado en u u contingente de 800 reclutas cuatro hombres que no sahian leer, este hecho ~ bastante extraordinario l~al~anece- sitar una infbrinacion ó prueba judicial. Si el tal ( ~oronel viniese revistar, no decimos mí los rechitas que al m~nosson disculpables, sino u los Ayuntamientos de esta Isla, tendría que llevar al ca- labozo u~mús de cuatro alcaldes y mí mús (le euaren(a y cuatro concejales por no saber leer ni escribir. EL MUSEO CANARIO. 117 1 ~aroe(’ nient ira, per iiada infis ciork para inen— gua de España, doiide Ita ]iabialo ptiellos ([Ile liaii gritado 1(~Fu(’~rael Maesfto! ¡ Mitera el silabario! Que 11OS qiuteil la escuela!» Vergfieiiza (111 (Jilo so diga, sognu afirma un repu— ido escritor (1 (/(C)~ihi/~! ¡J ,uf~, )) U fl (la! ¡Pa q 110 lo 0(1? 01/ (~/11/O (~/11/ p1 ~C~S?//O.~¡fIn ))(le1)/Onio! LOS 6/1101)5 (‘1 ((l1’U1~ ?/ (~1~e(/a1~q las ))cIvlcas (~/HI(H’ (~I(( /OPÜ ((~St! ))\ no inandahaii los luj )s ;~ la escuela, y niiral aiii ))al Maestro (011 grau l)1eV~110i011, sobre 10(10 (‘1 I~l— ))O1Llde Y ~(Petario, Y Va 05 lo)1l(’j5 1igni~rtle t~ite ~buena galia l)~~flan la cuse ilaluza)). No ereaii 11 tiestr tS le toro tjite exa,1 erain s: no Iiaceiiios Sino copiar da tos (filO nsLiii(all la pí ~ ji us- traeion ~ el ori~en de las peiia lidades ~le1)5 Maestros de escuela. ¡Ojaltí llegue ~1~)1ifo) el dia ~jtienos aiutincia el Si. Fron 1 u tira; pero ni is n ‘ce qi te nos i re nios al olio 1111111(10 onu Li ~5p(’1~ ilZ~i (1)’ que: «( itutiido, giaeuis u )uilla larga s~iiedo años de l~ y reposo, los (lobier- )) nos puedan dedirarse ooui ellipeño it ruo’sti ou de )) 1115 cuestiones, (ful’ (‘5 la le la iliStr000il ii pul iuia, 501] t’ OliOS 110) SO’ dai;í el ejeuiiplo de qn e ini Maesi tú »tle esonela se niucra de Iiainl oio, ni Si’ YeiiíiI aullO- setos do escuelas Yutea ittes 0011 ~2Ot)pese! as al iño, o 56011 11111105 todavía, y 11) seruí, ~Mor ro onsigutieiite, el s tral a~odel Maestia de ostuebi el que iiias uulezqut— »uiaiiieiite se retribuva 011 España». 1)esengafl~inonos,uuiieii tras ~ite la eiiscñauiza pci- niaria 110 tenga ( o! ros protectores qio la~ X1(ild(’s V Juntas locales, el sueldo (le los Maestros sieniple se— cuí iiiezquiuo y lo co daraifu despites fW’ estoii iid doc- tas todas las atenciones niunicipdes, tí pesuir de qn e la ley ordene ojun’ 110 51’ pulgI LO’ 1 01 ugiul (llipleuodo municipal sin llal)ec satisfeilio antes el sueldo (le los Maestros de (‘S(Ilelut.

Fiuxxcisro (‘niiuuiux floiii~ituu~z. 118 EL MUSEO CANARIO.

ORACION INAUGURAL PRONUNCIADA EN LA SOLEMNE APERTURA DEL CURSO ACADÉMICO DE 1879 Á 1880 POR EL DR. D. TEÓIqI..o MARTINEZ DE ESCOBAR CATEDIL~TICODE METAFÍSICA EN LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA.

(Continuacion). III. Esas deletéreas enseñanzas con que la Escuela positivista 1~avenilo ~ perturbar la Filosofía, influ— ven tarnbieu de una manera lamentable en la cien- cia (le las costumbres, trastornando los conceptos fundainenta les, las leves m~’isiinportanfos de la vida y las reglas prácticas (le realizar el bien. En vano buscareis ~i la Moral conio ciencia p1~opia,dentro del legítimo Positivismo, el fundado por A. Comte: io~~— que las funciones mo»ales ~ intelectuales no soii si- no propiedades cerebrales, anexas ~i las diversas par- tes del encófalo, curo estudio forma una seccion de la Craneoscopia; y ~mnnel mismo Littró que, no con- forme con la divisioni de la ciencia, hecha por el maestro, inventó otra, la ha comprendido con la Es— fotica y con la. Ideología dentro de la Sociología, dari• do con esta innovacion un nuevo paso li~íciael error, al enseñar que los deberes del individuo derivan de los sociales, como si el hombre no fuese un sér nno— ral ior su ~ropia naturaleza, sino por la sociedad, ~t la cual (leLe el sacrificio de sí mnisino, preceptuado en la legislacion espartana. Corrompido de esta manera el sentido de la cien~ cía moral ¿,qué habremos de pelisai con respecto d la lev de nuestra vida? ~en dónde buscaremos el criterio (lC~ nioraliílad para discernir la bondad 6 malicia de EL MT~iEí) (N~\IiIO. 119 nuestros aclos? El Positivismo 1105 contestará lo de siempre; hechos /J )/G (la ))/ ós (/ ve hech os; ese es el PUhltO (le partida. Los l~lio~ 9fl(’ la liuniiiui (la(l ini. veiiidu le~LliZ~lfldOen su vidn , lbs iiiu’stiaii (le una manera indubitable, cual es el ideal y las leyes de su evolucion, que para hablar en el 1cngu~jede la cien- cia tonia el iiüiiil~rede ~iíi a ni¡ca ~oca/, judite y origen del progreso, ante cuyos altures el iiidividimo debe prosteruarse, ofre’ieudo en lo iii i~ni(Sto sus t dencias egoistas (a !tI’u?sn/o), priviindose li~isIa de los placeres inocentes, 51 lii) tep fttan algiiiin. uf unTad o les demOs, y cuidando con especialidad de c~nser- var la buena higiene: puujiie los seiituineiitos au— inen Lan O dismi i uyen en la i uedi la del estado (II’ los urganos, donde tieiieii Sil asiento; oino (1 ~r0gn’50 y eivilizacion es en ttltiiiio aiiOlisis el desenvtdvi— miento de nuestros atributos lmuinaiios sobre los un- males y puramemi te org~iiie~s, el Ii~iii] ne del e saeii— ficarlo todo ú la utilidad di’ los demu~sque es la suya proina: a ~ (e pl ¿b~ aa n ine, nec nie u ¡si J)/ 0/)- te~le: principio f’tuii.laineutal de la Moral posil iv isla, que de hoy niús liabrú Ile sustituir O aquel otro: (II/crí facías qe o1 fil» /iei ¿‘is, (lesteuTado II (liii) (‘i~(liS- Ui. y por e iisigiueiite iiiuiioi~d.Asi (.uuti(’ el (‘((liii- risino positivista; asi aiu iqui u la la 1o’rsolla Ii(liull 111111 a— na, destruye la libertad ~ iliviiuiza el (les1(ut iSIIl() social, por iiegar sistetuOtieanieiute1 rus elart1iibicipios, ~ euirausa,Sil nuestrariur a] solutovida; asiquederribarigiuladehilesSil litute asiento el uiol~— yo desinteresado del deber; asi boira de la mazun y la conciencia hunmaima la ley eterna del liten (lite esiril dO Dios con caracteres indelebles, para entronizar el cii- tc’rio de la utilidad social y el (lesellVolvilliellto de los atributos humanos , cutva interprel ncc ni [ teJa librada al juicio particular del i hldi\ iduo, sol re la su- cosion y enlace de los hechos lusLl’(ric is; asi, final- mente, confunde y trastorna los conceptos le lo loie- rio y de lo malo, de lo justo Y (le lo inj iuslo, (luíll(loles una naturaleza relativa y varia] de, e mci lo (‘5 el sen- timiento de donde un cen; porq ute (len ¡(de la Escuie- la los únicos lbnóuieiios obseryaldes soii los (llid se 120 EL MUSEO CANARIO. refieren ~t la sensibilidad y á los sentidos. No se crea por esto que la Escuela positivista in~ glesa, ;umqiu’ extiende el dominio de la expericilcia a los feut~meiios(le coiicierieia, (Tele de 1I1eU1T1V en los inisiiios ‘rrores ittiulamentales reSpecto ~‘Llos ele- vados conceptos ~tie sirven de liase ~ínuestros actos. ~tttarL Mill no es fatalista, pero tampoco defiende la libertad nioral y áun cuando reconoce que nuestro carficter y conducta pueden y del )efl inejorarse, nada resi telve sol re esa facultad (fL1J~ preside en nosotros al pei~ieccioii~miiento,ni tampoco nos señala la idea típica, conforine ít la cual haya de realizarse la modi- licacion de la conducta y del carácter. Ademas de esto, el utilitarismo es su criterio (le moralidad, apare- ciendo iiuevaniente, aunque con ligeras modificacio- nes la ari 1 ini’tica moral de Bentimam, distinguh’~ndoso la cuantidad y cualidad en el cñlculo de los place— res (JUC debenm ~ propoi’cionarnos como nuestro fin, y ludiando por el umt’~toi1opositivist~tla le de la vida en la experiencia de los hechos que proporGioimai~la felicidad; experiencia ~ segnu lien iert ~ acutuu1~iidise lentamente por herencia en el trans- curso de las generaciones, dii por resultado funda— mentales intuiciones que ap recen conmo ing(~nitas ti inconscientes en ni testra naturaleza. No hay, ~ cii esta Escuela un concepto de moralidad y (le bien, superior ti la experiencia, que- dando siempre insoluble la cuestion del principio que sirve de base u la. agrupacion (le los hechos ofrecidos por la experiencia, y la realidad de las relaciones en- tre esos imsinos hechos; es inútil, ademas, pregun- tarle por una lev moral, cuyo orígen trascienda de u uestra humana naturaleza: porque el positivismo (‘5 en todas sus variantes repulsivo al trascendentalismo, tiene un horror irresistible ti todo lo absoluto y su— prasensible. Yo no quicio llegar hasta las degradantes conse- cuencias con que Mr. 11am ha patentizado los absur- (Tos (Tel utilitarismo (le Sti Escula, enseñando (lite el criterio nioral depende de «las leves promulgadas por la sociedad actual, las cuales proceden de un honi— EL MUSEO CANARIO. 121 bre que fué investido en su tiempo con la autoridad de un legislador moral», entregando la conciencia liumaiia esclavizada ~t la voluntad de los tiranos, cii— yo azote ha venido i~caer so] re los puel)los ignoran- tes, para convertirlos frecuentemente cii ciegos ado- radores de sus criminales I~Siones.No; ¿,rúmo ha— bria yo de discutir siquiera el derecho de protestar en nombre de la razou y la verdad contra los errores y desafueros que en ópocaS determinadas de la insto— ria invaden las legislaciones, coiidenaiido ~i los ~ue— bbs al arbitrarisiiio de los déspotas? ¿Podríamos aceptar como criterio de moralidad las lesgislacioues de Licurgo, Solon, Btidlia, Confucio y Mahoma, la rebehon y excesos de la Iieforiiia, y la embriaguez de la revolucion francesa.? ¿seria tan fOrd convencer ~t los hombres pensadores (le que ((la conciencia es una iuii tacion dentro de nosotros mismos del gobierno que existe fueraD , sin que nos contestasen iimedia— tameii te que las leyes proniulgadas cii 1 in m (liii en to histórico son el resultado de ini trabajo lento, nacido en la conciencia individual, hasta llegar ~i conveiti se en corrientes de la po] dica opinion y (le terminar la aparicion y aceptacion del hecho? lIi(lLldal)leIlielite que no, y por eso al levaimtarse la conciencia indivi- dual y formular leves l)~1rticu1~Lrescontra o fuera de las legislaciones dominantes, afirma positivamente que ella no eshi calcada sobre los gobiernos que existen fuera. No negamos, sin embargo, la influencia de las costumbres y las leyes sobre los motivos de obrar; pe- ro de esto d enseñar que la aceiou (le los motivos sensibles, unida O la espontaneidad central del siste— ma nervioso, como dice Ilain, e~la causa. y razon de nuestros actos, 6 que la. suma de los motivos explica la integridad de nuestro ser sobre sus determinacio- nes, hay una diferencia notabilísima: pues el j iiirio y deliberacion de los motivos son arguniento irrefra- gable de nuestro señorío sobre nosotros iuisinos. Empero la inflexibilidad lógica de los sistemas es tal que, áun cuando por sus exeprionales inconse- cuencias el Positivismo francés haya sido llevado ~í 1 ~2 EL MUSEO CANARIO. lanzar sus anatemas contra el egoismo, para ensalzar exageradamente el altruismo; la Filosofía inglesa más enlazada y consecuente con sus principios, in- tenta conducirnos á la Moral utilitaria, para preci- pitarnos finalmente en la negacion de la libertad, tras de emplear inútilmente sus fuerzas en discutir el fundamento de nuestros actos. Es evidente, pues, que los fenómenos no pueden ser objeto de la ciencia, y que la experiencia no bas- ta por sí sola y con exciusion de lo inlinito y absolu- to para indagar la verdad con inquebrantable certe- za; que las multiplicadas contradicciones en que ne— cesariamente incurren los pai~tidariosdel empirismo absoluto, manifiestan la imposibilidad de negar el po- der que ejercen en el dominio del conocimiento los pn~i~icipiosá pviori; y ~O1~último, que las negacio- nes de los sistemas positivistas, siempre en guerra 1erma1~e11tecontra 1)ios, fundamento de toda cien- cia, principio de toda verdad, fuente de toda vida, ideal de todo progreso humano; coiiira el alma, (les— tello del Ser Supremo , reflejo de la divina esen- cia nnisteriosainen te expresado en la posesioii de las ideas supra—sensibles, causa y razon consciente y li- bre de todo pensamiei~to, sentimiento, voluntad y acto; que esas negaciones, repito, en vez de ennoble- cer al hombre, lo degradan envilecen, en lugar de enriquecer la ciencia humana, le arrancan sus in~ís preciaiias conquistas la destruyen, llevándola ibrzo- samente, no al dominio positivo de la verdad, sino al n~im’msp~~’or0Soescepticismo. íConclu i ~•á). EL MUSEO OANARIO. 123

VISTA. Qt3I1~fC.~L~.

¡La mar!. El vapor STELLA MARIS.—FesiPjos——flesqracias.— Otras noticias—Un cte feasor cte los intereses C~aiiario,sen la. isla. de Cuba.—IJn J ~RDIN CANAiiIo.__~\mnes1roCabineie de his- toria ymtural.—Pedidas.——-Bienceyi ida.

Ya á mí no me marean las cosas de la mar; las que me marean son las cosas de la tierra; porque á la verdad pasan tales cosas en tierra, que ni entre los pulpos ni calamares pasan ~ p~~’-de ser gentes de rejos. (Hablo de los calamares de la inar~. Me gusta tanto la mar, qu cuando menos debí de haber naci- do tortuga; sin embargo de que en la tierra conozco yo tambien cada galápago!... Cuando me encuentro sobre el líquido elemento, estoy tran- quilo, y vivo allí sose~adosin temor á ladrones ni asesinos; sin pensar en si se ciucmará la casa del vecino, y sin que inc moleste el ruido de los muchachos de la calle que enlodan las paredes de mi casa y rompen los cristales de mis ventanas, y sobre todo sin

(jllC vengan los corchetes á tocar á mi pucr;a para entregarme las papeletas de contribucion y recargo, y lo que es más ai’in sin que los ingleses me importunen, ni los pobres me asechen, ni las pedigiie— ñas por~ganen peligro mi virtud, ni los moscjuitos me piquen, ni nadie turbe la santa paz de mi litera por cuyo ventanillo distingo las alegres toninas y los peces voladores que convoyan la embar— cacion. Desde que pisan mis phis la cubierta de una de esas flotantes habitaciones me convierto en otro hombre; más bien, dejo che ser hombre para convertirme en marino; el hombro do la mar no es corno el hombre cTe la tierra; es más grande; parece que ante la inmensidad del mar, ála presencia del peligro y al cncararse con los elementos, participa de esa misma grandeza y de toda esa in- mensidad. Desde que respiro el aire de la mar, mis pulmones so dilatan, mi frente se desarruga, mis ojos brillan con el fuego del verdadero placer, mis lábios sonrien, y la paz más saludable baña 124 EL MUSEO CANARIO. mi espíritu. Ni hay pesares que me desvelen, ni desgracia que me aflija, ni contratiempos que mc angustien, ni disgustos que tur- ben ini apetito ni interrumpan mi cligestion. Nada temo; y me parece que cuando me muera, si tengo la felicidad de morir sobre el mar, mi alma en vez de volar al cielo, se quedará nadando sobre las aguas saladas como un salmon. 7 La mar es para mí.... la mar7 Pero una mar de La mar delicias y de encantos; un piélago de felicidad y de olvido, un Océano de satisfacciones continuas, donde la vida se desliza sua- veinente y donde al compás del hélice del vapor siento girar el hélice (le mi corazon.

El dia lé del corriente mes disfruté ~O (le ese placer; pasé to- do el dia sobre el mar, y ese dia debió de ser eterno—Dejen Vds. que hable un rato (le estas cosas, porque bien poco agradables son los sucesos (le la quincena; déjenme Vds. decir que mealegré, y que nunca olvidaré la galantería, el cariño con que nos recibió á bordo del vapor francés Stelin ~uaiis su digno capitan Mr. Ilusson, cuyo noble carácter tanto simpatizó conmigo, con el pobre y humilde Mauricio. Varios amigos y consocios me invitaron ese (ha á (J1IC les acom- pañase á bordo dci expresado vapor, que, procedente (le Ponen, se hallaba fondeado en nuestro l)~IeI~to,(le paso para la vecina costa de Africa á tomar el pescado fresco y eonducírlo en hielo para su consumo en las poblaciones de Francia. Recuerdo que en el año de 1878 comí yo pescado fresco en Marsella y en París del que ba- bia llevado desde la vecina costa el vapor Rafael, conservado por el mismo procedimiento. Tenia deseos de examinar el medio em- pleado al efecto, que aunque no es nuevo, yo no babia tenido ocasion de verlo. Se realizaron mis deseos y aún más que mis deseos; pues des- pues de un bien condimentado almuerzo que se hallaba preparado sobre cubierta, á popa del vapor; y cuando ya principiaban á aca- riciar nuestras cabezas los vapores del Burdeos, del Champagne y del Charireuse, y los brindis se sucedian como fuego graneado, y sentiamos ya la necesidad de aspirar el amoniaco, bajamos al de- partamento ( este gas sometido á una gran presion se coinu— nica por tubos á los grandes receptáculos y al volatilizarse produce tau baja temperatura que el pescado allí depositado se congcla, y parece que se petrífica por la accion del frio. Yo no sé explicar el procedimiento; pero si sé decir que babia EL MUSEO CANARIO. 1 2,~ acabado de comer pescado cojido en Terranova hacia cuatro me- se~,ytan fresco como si en aquel mismo instante hubiese salido de la mar. Es de ver como en aquella masa dura, colocada al ai- re s~produce ci deshielo, y aparece la carne brotando la sangre en toda su pureza y frescura sin el menor síntoma (le corrupcion. Oh! si fuera posible conservar en hielo al hombre con todo su aliento vital y dentro de algunos años deshielarlo y volverle á la vida, de seguro que entonces nos agradaria quedarnos más Inca que difuntos! El Stella rna.is es un buque recientemente construido al obje. tú que se dedica, y sus espaciosos salones destinados á la prepara— cion del pescado, y todas sus dependencias merecen ser visitadas, admirándose el órclen en que todo se encuentra y lo escogido de su tripulacion. Una de las más ilustradas y distinguidas damas de nuestra so- ciedaci nos neompañó en ese dia, en union do su esposo que ocupa entre nuestras autoridades un elevado puesto, y por la tarde otras dos señoras visitaron el buque, y teclas quedaron prendadas de la amabilidad y exquisita galantería con que el mismo capitan Mr. I-Iusson, se prestó á acompañarlas haciéndoles explicacion de to- do cuanto veían en sus menores detalles. Nada diremos hoy de esta nueva industria establecida bajo auspicios muy favorables y á cuyo fomento y desarrollo debemos todos contribuir, no sólo por la ocupacion que clá á nuestros rna— rinos de la pesca, sino tambien por los capitales que emplea en la compra del pescado. No debe olvidarse que esta industria es uno de los ramos principales (le riqueza de nuestras islas. Nos despedimos, ya muy entrada la noche, y cuando nos hallá- bamos en la falúa, el capitan y los oficiales desde á bordo, nos saludaron con tres ¡hurras! espontáneos, ir cine contestamos con teclas las fuerzas de nuestros pulmones. *

Veamos ahora lo que ha pasado en tierra durante la quincena. Fiestas y desgracias. Por cada placer mii disgustos. Narremos: El dia 9 festejos en el Puerto de la Luz, con alguna riña; pero sin accidentes desagradables de mayor cuantía que lamentar. Al dia siguiente festejos en el pueblo de Sta. Brígida, con mú- sica, globos, ft~riay bailes. Todos tranquilos. La compañía dramática nos ha puesto en escena La [loan Ama- rilla, Inocencia, El Noveno Mandamiento, (~locura ú Santidad, La Mendiga, La Campana de la Almudaina, y otras obrasque no 126 EL MUSEO CANARIO. recuerdo, debiendo hacer especial mencion de la funcion dada en la noche del 20 dedicada á la memoria del malogrado escritor Ade- lardo Lopez de Ayala, ejecutándose una de sus mejores produccio- lies El tanto por ciento, que obtuvo favorable éxito, y en cuya no- che se leyeron varias composiciones alusivas al acto que se con- memoraba, y que fueron aplaudidas. En cuanto á la compañía cTe atletas rusos de Mr. Feeley parece que ha trasladado su pabellon á la villa de Arúcas, despues de habernos entretenido con su trapecio áereo Miss Mollie Feeley, y Miss Clara Neumann en la cuerda Ravael, y despues de haber sal- tado y brincado todos los de la compañía, pero no de contento.

Capítulo de accidentes desgraciados. En la villa de ‘l’cror ha sido atropellado un niño por una bes- tia, sufriendo heridas de gravedad á causa del haber caido de una pared de bastante altura. En la misma villa de Teror un ladron al verse cojido in fragan- ti por el dueño de la propiedad, en el acto de consumar un robo de maiz, asestó al propietario una terrible puñalada, muriendo és- te á los pocos dias. Un pobre hombre en esta ciudad, llevado, segun se dice, por los celos, tambien dió una puñalada ic su esposa, sin que la herida ofrcsca gravedad. En cambio, otro hombre en la ,illa de Arúcas dió una puñalada it una mujer con quien vivia, falleciendo ésta en el acto, y Con ella una desgraciada criatura que llevaba en su seno. En Valsequillo parece tambien que se ha consumado un acto brutal contra una pobre mujer que fué maltratada de obra. Esto amen de algunos robos, lesiones menos graves y otras fc. chorias por el estilo. *

Pasando á otro órden de noticias. El i!i del próximo Noviembre inaugurará sus tareas el Ateneo con un discurso que pronunciará su presidente D. Eufcmiano Ju- rado y Dominguez, continuando todos los sábados las conferen- cias en dicha sociedad. El 15 por la noche dará principio El Museo Canario á la 2.~ série de sus veladas científicas y literarias. Los periódicos de la vecina isla de Tenerife han dado cuenta de la velada que con motivo del aniversario de la conquista cele- bró la Sociedad Instructiva de la Laguna el 27 del pasado Setiem- bre. EL MUSEO CANARIO. 127 El Sr. Estévancz (D. Patricio) presiclia el acto teniendo ásu de- recha al Sr. Gobernador de la Provincia y á su izquierda al Sr. Juez de 1. a instancia del Partido. El discurso del Pi-esidente fué notable, y muy aplaudidos los de los Sres. D. Alonso del Castillo, 1). Pablo Pebrer, D. Mariano Reymundo y D. Tomas Zerolo; le- yéndose composiciones poéticas de los Sres. Gil Roldan, Taba- res Bartlett, Pulido, y Estévanez (D. Nicolás,) Lo he dicho en otra ocasion y lo repito hoy con verdadera sa- tisfaccion. La Ciudad de la Laguna que tantos elementos de ms— truccion encierra está dando señales de vida y camina por la sen- da de la verdadera ilustracion. La Real Sociedad Econóniica de Amigos del País de la misma ciudad nos ha remitido la Memoria que acaba de publicar sobre lascausas de la actual decadencia de estas islas y medios para evitar su ruina; memoria cscrita con co- nocimiento de la cuestion y sobre cuyo trabajo la misma corpora- clon ha solicitado de las demas Económicas emitan su dictónien. *

En la Ciudad de la 1-labana y bajo la díreccion de D. José A. Perez Carrion ha principiado á publicarse, con el titulo El Teide, un nuevo periódico de ciencias. artes, literatura y noticias gene- rales, consagrado á defender los intereses canarios en América. Este periódico, scgun sus redactores indican viene á llenar el vacio que dejó El Mcncey, publicacion que tanto y tanto trabajó por el bien de nuestra Provincia, y que sostuvo tan rudas bata- llas en la cuestion de los vapores—correos de las Antillas y otras muchas de igual importancia. Indudablemente, todos los que se precian de buenos canarios deberán contribuir al sostenimiento de un periódico que viene á dar honra y prez á nuestras olvidadas islas, y á todos los cana- rios hacemos especial llamamiento para que correspondan á nues- tra excitacion. El cuerpo de redaccion lo componen los Sres. D. José Feman- dez Tripland, 1). José de J. Márquez, D. Juan Carboneil y Martí y D. R. Perez y Rodriguez. Siendo colaboradores los siguientes: Lic. D. Amaranto Martinez de Escobar, Lic. D. Pablo Trujillo y Fragoso, LIc. D. Francisco A. Figueroa, Presbítero 1). Elias San- tos Lorenzo, D. Nicolás Estévanez, D.Patricio Estévanez, 1). Julio Rosas, D. Miguel Miranda, D. Elias Mujica, D. José Salgado, 1). F. F., D. J. A. P. G., D. Francisco Moreno, 1). II. (1, D. J. M. y D., D. Domingo Santos Lorenzo, Dr. D. Simon Zequeira, D,’ Ra- mona Pizarroso y D. J. Urquijo. * 128 EL MUSEO CANARIO. Fiemos sido favorecidos por D. Elias Zerolo, Director de nues- tro apreciable colega la Revista de Canarias, con el segundo yo- lúmen do la flibloteca que publica y que lo constituye una obra del distinguido naturalista Dr. D. Domingo Bello y Espinosa, su título Un Jardin Canario; obra apreciable donde el autor descri- be la flora Canaria en la foi~rnamás amena, que hace agradable en extremo su lectura. Al mismo tiempo que damos las gracias al Sr. Zerolo por su obsequio, felicitamos al Sr. Bello y Espinosa por un trabajo que le honra y honra á nuestra Provincia, y cuya lectura hornos re- petido con el mayor placer, puesto que ya habíamos tenido el gusto de leer sus ilustrados artículos en nuestro citado colega la Revista de Canarias. *

Nuestro Gabinete de historia natural continúa enriqueciéndose no tabicroente. El Dr, D. Víctor Perez ha enviado últimamente los objetos si- guientes tic los depósitos de Solutré en Francia, que, segun los am tropologistas, cuenta 10,000 años. La parte porosa de un hueso temporal. La frilange de un elefante. Un inctartasiano. La muela de un rumiante. Un pedazo de silex ciue parece haber sido destinado á instru- mento. Tambien D. Jerónimo Cabrera y Cabrera nos ha remitido des- de Lanzarote algunas conchas recogidas en aquellos mares. La Sociedad EL MusEo CANAruo se halla reconocida al aprecio de dichos Señores, y les envia la expresion de su agradecimiento. *

Ccrraré mi revista con dos lamentables noticias dadas por los periódicos de la localidad. La pérdida del Sr. Arcipreste de esta Iglesia Catedral D. An- tonio M.a Botella ocurrida el 15 del actual, despues de una larga y penosa enfermedad, y la de D. Pedro Guerra y Vallejo Director del periódico La Nueva Palma, natural de esta ciudad, que falle- ció repentinamente en Santa Cruz de la Palma el dia 3.

* Nuestra bienvenida al Excmo. Sr. Capitan General de la Pro- vincia D. Valeriano \Veyler por su feliz regreso é. eslas islas. MAURICIO. AÑo 1. LAs PALMA~,NOVIEMBRE 7. ~t88O. NOM. 17. ~ aitiso~ , cANARIo.~

: )~mero.—~ÁQU~ CAUSAS SE RUEDE ATRIBUIR ~LA *hEOUENCIA ACTUAL DE LA TUBERCT SIS en esta Isla’? .&~gundo.—~EscONTA&Io5AL~ ~rÍsis PULMONAR? Iv. Guiados por la sospecha de que la tísis pudiei~a eu algunos casos ser contagiosa, (mucho ántes de te~ iie~no Lieja de las modernas investigaeiones~eons~- n~mosen nuestros Ensayos patológicos inédit lo que sigue: «La tuberculósis, en el concepLo de la inmensa «mayoría de los pnicLicos, no es contagiosa: todos los ~ezisayos que se han hecho para inocularla, han si- «do ineficaces. Los ejemplos que algunos médicoshan «citado en contra, no son decisivos. Sin embargo, el q~blicopaciente, el publico observador ante el cual wasan los hechos que conserva indelebles en su me- «mona, y los compara y los juzga, afirma. con te- «naz insistencia que la tisis es contagiosa. Los he- 4tø~qu~ese ~iosrefieren de presuncion de cont~a- «~o~casi siempre que fallece un tísico, dobemos con~ «Te~arlo,tienen, cuando ménos, la apariencia de v~ ~rosimi1itud. «APero no hay razones bastante poderosas para «n~g~rro~uud~mentey en todas circunstancias el «e~tagiDde la tuhereulósis? La ineficacia de la mo. «pul~ioni~onos satisface; porque repetidas veces ha «fallado ~iUa sflllis, cuyo carácter contagioso es in- «~iabLe;~ueie fallar en el vtru~vaeun.o; y ~n los ~an~te~aø~sco~t~gLo~osson n~uchaslas personas que

~Por ot$~pvte~,¿puede compararse con la piel la «sÉ~ornon~r t ~ahsorbentey tan dispuesta TOMO ii.—9. 130 EL MUSEO CÁNARIO. «á recibir con el aire los distintos gases, los mias- ((mas, los vapores y los corpúsculos animados que «con él se mezclan? ¿J.ienen igual capacidad todas las «vías absorbentes p~ii~ala recepcion de los contagios? «Si hay entre ellas, como parece, diferencias nota- «bies, sospechamos que la opinion pública general «sobre el conlagio de la tisis, pueda tener algun lun- «darnento, especialmente en aquellos individuos en— «tregados al trato y roce íntimo con los enfermos. ((Son muchos todavia los secretos que nos oculta la «naturaleza; y pudiendo ser uno de ellos, cii ciertas ((circunstancias, el biencionado contagio, opinamos «que debe respetarse la creencia pública para que to- «me todas las precauciones de seguridad que le dicte «su conciencia». Esta opiniori que ratificamos y apoyamos hoy más que ayer con las modernas investigaciones, la cree- mnos tanto más fundada cuanto que hasta hoy nada claro se ha dicho sobre la patogenia de la tuberculó- sis. Sólo sabemos que esta enfermedad depende de la formacion, crudeza, reblandecimiento y ulcera— cion de los tubérculos: ¿,pero cuúl es la causa que los origina? No es seguramente la irritacion de los va- sos del pulmon y de los gánglios linfáticos como cre- yó Broussais; porque muchas veces se irritan aque- llos órg~uiossin pi~ociucirtubereulósis. Tampoco es una disposicion general que disminuye la nutricion, corno opinaron Bayle, La~nnec,Chomel y Louis; porque la falta de nutricion es cornun á muchos in- dividuos que no son •tísicos. En igual caso se halla la opin ion de Roche sobre la escasez de nutricion y inerma de glóbulos rojos, corno causa predisponente y la irritacion corno ocasional, porque muchos ané- micos sufren irritaciones pulmonares que no origi— nari tuberculósis. Nada explican Magendie y Cruvei- lluer con decir que el tubérculo es el producto de una secrecion morbosa, porque, ¿cuál es la causa de es- ta secrecion que sólo obra en algunos individuos y en determinadas circunstancias? Más conformes es- taríamos cori Andral que supone debe preceder una pred~sposicionespecial para que la irritacion con- I~LMU~E0CANARIO. 131 gestiva produzca los tubérculos, si flOS dijese que la dicha predisposiciori estai)a constituida por un v~ru.~ ~suigeneris~ aunque se ignorase su naturaleza, como se ignora la de otros virus específicos. En este caso nos liariarnos partidarios francos de la trasmision de la tuherculósis en determinadas circunstancias. Aquí debiéramos terminar este modesto trabajo, si nuestra conciencia niédica no nos impulsase á pre- tender sacar algun provecho práctico, añadiendo cier- to iu:imero de consejos lugiénicos que puedan servir de guía á los jefes de familia i~arapreservar en mu- chos casos m’t sus hijos de contraer la tisis pulmonar.

EPÍLOGO HIGIÉNICO. J~vitaren lo posible los matrimonios consanguí- neos. Cuidar que los contrayentes no procedan de fami- lias que hayan sufrido la tisis pulmonar. Investigar silos mismos padecen vicios constitu- cionales y obligarlos á curarse antes del casamiento. Dar mucha importancia ti la conducta moral que hayan observado y mí los ejemplos que hayan tenido á la vista. La madre enfermiza ó de naturaleza empobreci- da no debe criar sus hijos. Emplear mucho esmero en la eleccion de nodri- zas, no sólo con respecto á sim salud, sino á los ante- cedentes de familia. Sacar con frecuencia los reden-nacidos al airo li- bre y mí la accion del sol. Mientras no estén enfermos lavarlos cada doce horas en agua mí la temperatura natural. Durante la lactancia acostumbrar lentamente los infantes mí algun alimento sustancioso administrado con prudencia. Se corregirá en los mismos las afecciones do la piel y las diarreas tenaces (filO suele ocasionar la den- ticion. No habituar los niños mí vomitivos y purgantes. Desde que anden con seguridad, de~arInscorrer, 132 EL MUSEO CANARIO. saltar y gritar al aire libre. Terminada la lactancia, se les administrará cada tres ó cuatro horas alimentos que en corto voiñmnen nutran y fortifiquen sin fatigar el estómago. No permitir que empiece la instruccion hasta pa- sados los cincos afios. Los primeros ejercicios instructivos deben ser len- tos, dando más lugar al juego y al alimento que ~‘ila enseñanza. Nunca se fatigará á los niños con estudios prolon- gados mn con largas lecciones de memoria. La varie- dad en las materias de la enseñanza instruye sin can- sancio. Debe procurarse que el alumno ame la instruc- cion amando á sus maestros. Desde la infancia hasta la pubertad deben los ni- ños tomar la cama poco despues de anochecer y le- van tarse desde que amanece. Los colchones han do ser más bien duros que mullidos, y el abrigo arreglado mí la estacion. Desde que los niños salen del lecho se les dará un corto baño general de limpieza mí la temperatura natural del agua: se les vestirá luego, y se les dejará un buen rato corriendo y saltando al aire libre. Cuando han pasado de los siete años, deben que- dar metodizados mí tres comidas diarias, sin permitir. les en el intermedio níngun alimento. La alimnentacion debe tener por base la buena car- ne, los huevos, la lecho, algun pescado y pan bien confeccionado; sin dejar de añadir algunas sustancias vegetales cocidas y las frutas en sazon. Los embuchados, encurtidos, salsas picantes, car- mies y pescados salados, vinos carbónicos, licores es— pirituosos etc., son muy perjudiciales mí la juventud. El agua fresca y pura y muy poco vino tambien puro, son la mejor bebida. Es mala la costumbre de fumar que se empeñan en adquirir los jóvenes: la nicotina que contiene el tabaco afecta el sistema nervioso, promueve la exce- siva secrecion de la saliva ~ origina dispépsias y es- casa nutriciomi. EL MUSEO CANARIO. i33 Los adelantos en los estudios nunca deben ser obstáculo para que los jóvenes jueguen 6 hagan ejer- cicios de gimnasia, de báile, ‘sgrima, equitacion y natacion. Cuando esto no fuere posible 6 no lo per- mita el sexo, se suplirá con la gimnasia de salon tan útil como inofensiva. Las tertulias, los Miles, los teatros y demás es- pectáculos nocturnos son sumamente nocivos it la ju- ventud. Con la edad de pubertad suele empezar en losjó- venes el inmenso peligro de adquirir la fatal disposi- don it la tisis pulmonar. La vida entonces concenIra- da en los órganos respiratorios lleva it ellos los graves efectos de todos los excesos. Nuuca será bastante la vigilancia paterna para notar en sus hijos los más leves signos de depaupe-. racion corporal 6 de perturbacion funcional. Enton- ces deben mvestigarse las causas con mucha pruden- cia y mayor dulzura, atrayendo la confianza del jó- ven yhaciéndole ver que de su franqueza depende no sólo su salud, sino talvez su vida. Son muchas y muy variadas las causas que pue- den deteriorar la constitucion de los jóvenes, y casi todas ellas, aunque obran con lentitud, son funestas A la vida si it tiempo n~se corrigen. El respeto y muchas veces el temor, que nunca debiera inspirar un padre, influyen en ~ueel jóven se encierre en una reserva perniciosa, liste mal sólo puede evitarse procediendo los padres de tal manera que los hijos vean en ellos sus mejores amigos. Cuando llegue el caso desgraciado de cuidar ti un tlsico, deben adoptarse algunas precauciones; pero nunca las tan ridiculas como inútiles do separar cu- biertos, vasos y loza que despues de lavados nada pueden retener y si contribuir A aumentar la sospe- cha y natural desconfianza del enfermo. Lo mismo debe decirse de las sillas, mesas y demás muebles que use accidentalmente. En ningun caso se permitiráque los jóvenes es- tén en roce intimo con los tisicos; pelo no por esto se ha de apelar ti la crueldad de prohibirles el trato l3~ EL MUSEO CANARiO. fanijijar tan humanitario y consolador, como inofen- sivo cuando se emplea con prudencia. Las persoi~asque asistan á los tuberculosos, evi— tar~mnen lo posible respirar directamente su aliento, recibir su sudor y los vapores que se desprenden de la expectoracion. Un aseo exquisito es el mejor de los preservativos. En fin, mientras la ciencia médica no pronuncie su fallo detinitivo, es prudente adoptar el sái)io con- sejo.... ii~dubiis pars tittior.

Do~1INGoJosií NAVARRO. KL MUSEO CANÁ1UO. 135

AGUAS MINERALES. ANÁLISIS DE LAS DE S.sns CaTsI.Ixs.

(Continuacion). Materias orgénicas. Calentando lentamente, hasta la temperatura del rojo oscuro, el sedimento que resulta do la evapora- clon del agua de Santa Catalina se observa que no se oscurece ni se carboniza, lo que indica que no existo una cantidad notable de materia orgánica. Naciendo estas aguas en un terreno volcánico y sueco, no era probable que contuviesen una cantidad apreciable do sustancias orgánicas. Peso dei cloro. En un kilógr. de agua de Santa Catalina he echa- do, poco á poco, ácido nitrico puro hasta que que- dase bastante ácida y despues de haber afladido un ligero exceso de nitrato argéntico puro, he agitado la mezcla. Desde luego se formó un abundante precipi- tado de cloruro argéntied bhuico y grumoso, quo co- locado en un filtro de papel de Suecia, se le lavó con agua destilada todo e! tiempo ~ue ésta precipitaba por el ácido clorídrico. El precipitado insolublo de cloruro argéntice se secó en una estufa, se despren- dió del filtro y se colocó en una hoja de papel vito- la. El filtrose incineró en un crisol de porcelana, con el objeto de destruir las materias orgánicas, du- rante cuyaoperacion una corta cantidad de salargénti- ca se redujo al estado de plata, que se la trasformó en nitrato, mediantealgunas gotas de ácido nitrico, ydes- pues en cloruro por medio del ácido clorldjico que en 136 EL MUSEO CANARIO. seguida luce secar. Esta corta cantidad de cloruro y el que obtuve por la filtracion, que sometí á la accion lenta del calor, los puse en un crisol hasta obtener un principio de fusion y luego los dejé enfriar. La difr~— rencia de peso entre el crisol vacio y conteniendo el cloruro argéntico, será el de esta sus tancia. Un kilógr. de agua de Santa Catalina d~í15 gr. 78 de cloruro arg(~ntleo:otras experiencias hahian dado 15 gr. 765 y 15 gr. 76, cuyas cifras son muy aproximadas á la anterior; y adoptando la de 15 gr. 78, resulta que el peso del cloro, contenido en un kilegr. de agua, es de 3 gr. 9014~. Peso del ((CULO slllfK(/~iCo. Al estado de sulfato barítico, insoluble en los úei~ dos minerales diluidos, ha, sido como he pesado el ácido sidfúrico (le los sulfatos. A un kilégr. (le agua de Santa Catalina se añade ácido cloridrico puro, en cantidad más que suficiente para saturarlo: despues se trata con un exceso de di— solucion de cloruro barítico, y entonces el liquido vil cuíurbiándose y produciendo un desprendimiento de gas, se. vuelve lechoso y al fin deposita un polvo Man- co que no es nuís que el sulfato barítico. Este sedi- mento se deja en reposo durante ~ horas, al cabo de cuyo tiempo, tanto el líquido como el precipitado blanco , se van echando, por partes, en un filtro de papel de Berzelius, lavando luego dicho sedimento con agua destilada mientras que, evaporada ésta en una lámina (le platino, deje un residuo apreciable. El precipitado se seca en una estufa y (lespues se se- para del filtro, el cual su reduce á cenizas en una cápsula de platino. A estas cenizas se agrega el sulfa- to barítico que se hiabia recogido, se calienta el todo hasta la temperatura roja y se pesa despues de haber. lo dejado enfríar. Cada kilógr. de agila dii 1 gr. 690 de sulfato baríti- co , 6 séase () gr. 580~?6de ácido sulfurico anhidro. Otra experiencia dió por resultado 1 gr. 70~2de sulfa- to barítico, que so aproxima al anterior. En la primera remesa que me hicieron, varias EL MUSEO CANARIO. 137 botellas exhalaban Un olor característico (le liidri,ge— 110 sulfurado. Algunas sust~uicias orgíinicas (yerbas, cortezas, hojas) iii~isó 1ll(”1105 ~lescoiiipuestas lOd)iafl ocasionado la reduccioii de los sulfatos trasforiniíndo— los en sulfuros, los cuales, por la accion del ácido car- bónico, desprend bm Iiiilrógenii S ulftirado. El agila de la segunda rein esa, recogida confor— iiie i~t las prescripciones que yo liahia indicado, no presentó el más itisignificante vestigio ile ilescoiiiposi— cion, á pesar de que liitliia estado uuiuclios meses cm- botellada. Es, pites, no sólo fácil, sino necesario pre- ven ir esta alterac ioii lenta pa ca lo eital ~oiiv i cii e pre- servar el pozo (le los despojos orgáiiicos por ini’dio de una cubierta convenieiiteinente dispuesta. Peso del (~cu/o ca~~bónico.

No teniendo it ini disposicioii siiio agila eiiihote— 1 ~a liada hacia muchos nicses Y que ha 1~~i~liduuna parte de ácido calJ)(’)lneo en la operacion ile llenar y tapar las botellas, (Ilti’ Se pni~ticóú cierta (1 istaucia del po~o~no ~ineW i d etenni n;i r la verd ~olera can ti— dad de ~ciIo carl óiiico jne contiene el agua ile San- ta ( atalina. Al brotar (“Sta, parece que está salitrada de ácido carbónico, pero iiecesariaiiiente ha de per- der una gran parte de (‘1 cuando se la enibotella, ‘e otra por~1ontainbien coiisider~tbleal tiempo de tra— segarla; asi pues, los resultados íiiie voy u dar á c’Oiio- eec no son sino aproximados y proba hlenienl e muy ditbrentes de los que liuldera obtenido cii el sitio mistno cmi (lon(Te nace el agila. 1) (~S1)ties de ha Lcr destapad o ni ud tas de (‘Sta 5 bo- tellas y pesádolas iilIiie(liatailJet1 te, lic etltado cii ca- da una de ellas umi exc so ile una disolucion de dom- ro barítico adicionada de amoniaco puro, citva diso— iticion estaba preivu~mdmnhacia algun tienipo, y notó que el agua se enturbió inmediatamente, y mas aún al cabo de ~í horas, (lespues tIc u aLem cerrad o lier— móticamente las botellas y colocáilolas en un sitio bas- tante caliente. Recogido el precipitado, resguardán— dolo de la accion del ácido carbónico, se lavó con agua destilada recientemente hervida, se secó, se separó 138 EL MU5EO~0AIÇSHiU. del ifitro y se calenté it una temperatura menor que la roja. Del peso del carbonato barltico, obtenido por este procedimiento, he deducido el peso del sulfito baritico que corresponde it la cantidad de agua, y de esta manera he obtenido el peso neto del carbonato baritico; de éste he sacado el peso del ácido carbónk co multiplicándole por 0,2236 (100 partes do carbo- nato baritico contienen 22,36 de ácido carbónico). Es- te cálculo demuestraque cada kilógr. do agua de San- fa Catalinacontiene 1 gr. 819 y 1 gr. 889 de ácido nr- bónico. El sedimento que resulta de la evaporacion del agua de Santa Catalina produce efervescencia con los ácidos, lo que prueba que una parte del ácido carbó- nico queda combinado, principalmente con las bases térreas. El conocimiento exacto de la cantidad de ácido carbónico que encierra el agua en el pozo mismo, no tiene, bajo el punto de vista terapéutico, sino un in- terés secundario, bastando saber que el agua so en- cuentra en su origen saturado de aquel gas, it la pie- sion ordinaria. Peso dei ácido silícico (sílice). So evaporé en cortas porciones en una cápsula de platino un kilógr. de agua de Santa Catalina, adido- nada de ácido cloridrico puro, cuya operacion se prac- ticó con suma lentitud en una estufli, de manera que el liquido permaneciese siempre A una temperatura inferior al lluzito do ebullicion panevitar el derrame del liquido. La desecacion se verificó luego it una temperatura más elevada; pero con todas las precau- ciones convenientes para evitar la decrepitacion que se presenta en los cloruros, y por lo tanto las pérdi- das de materia: estas sales saltan tan Mcilmente fue- ra de la cápsula, elnJ?leando ci ácido cloridrico, que en algunas experiencias he sustituido este ácido por el sulfúrico y he obtenido sensiblemente los mis- mes resultados. Desprendido por completo el exceso de ácido y expuesto el sedimento it una temperatura de 200’, lo EL ~\1(JSEOCANARIO. 139 disolví cii agua destilada, despues en agila cargada de úcido cloridrico puro, y lo expuse luego a una tem- peratura moderada para separar del sedimento silí- ceo el sulfato c~t1cicoformado durante la operacion. Recogido el precipitado en mi liltro, lavado, secad» y tostado, pes~ihaO gr. 107G. Otra experiencia dió 0,1 03G; y otras varias casi las mismas cantidades. No abandonar(’ esta euestiou sin hacer ol servar, que sieiiipre que lic (‘Vaporado el agila de San la (ia— talma en c~psulas de por~e1~i1~l,el residuo si liceo, obtenido con las mismas condiciones descritas, ha pes~idodoble y amin imís (~ ~3 ceiitigranios por Li— ti’o de agua q~ecuatidi) lic operado en cíipsu las de platino; lo que depeiide de (IUC los elementos, que (‘11 tran (‘11 la com ilpoSici 011 (le esta agila, tienen la pro- piedad de atacrir los silicatos como el vidri la por- celana, principalmente ¡í la teiuperatura de la ebtilli— cien largo tiempo sostenida, Y ~ ~ di’ esto no es lulLible que la sílice o] deuiila haya sido cedida iii agua por las botellas que la encerraban Peso de la cal // (le la /nayI~es¡a. Cal. t)espimes de haber tratado tui kilógr. de agua con ~icidoclorídrico, se la evaporó len tanien te cii una ciípsula de pla tino, hasta conipleta sequedad; luego se elevó la temperatura hasta que cesó el desprendi— miento de vapores , ecluandose el resíduo en agua destilada, y se filtró, quedando sílice insoluble en (‘1 filtro. El líquido filtrado y el agua del lavado de la. sílice reumiidos se saturaron de aiiioniaca tamni len viI— ro. El amoniaco 110 p1oduio mniigun precipitado, lo q~ demuestra la no evistencia de la aldw,na, y tra- tando luego el líquido con una disolucion (le oxala- to amóniCo, se fornió un precipitado blanco ile oxa- lato calcico. Este piecipitado se expuso en mi sitio caliente durante -24 horas, despues se le recogió cii un filtro, se lavó con agua destilada y se secó. En es- te estado se le separó del filtro y óste se intineró en uua cúpsula de platimio. El precipitado de oxalato c~il—

cico se calentó ~. una temperatura roja para cambiar- le en carbonato cuubico, apreciando ininediatamen- 140 EL MUSEO CANARIO. te su peso. Como una parte del m’icido carbónico bu- hiera podido deSapaCer durante la calcinacion, huimie— deeí el residuo caleiireo con una disoluciou ile caiho— nato (le amoniaeo, y efecttI(~la ilesecacioii ~i una teni- peratiira rnoderi~tilay stijeti~(leSl)UCS el residuo i’i UflU temperatura inmediata u la roja. En fin, en caso iie— c•esario añado carbonato de amoniaco hasla que dicho resíduo haya adquirido un peSo invariable y que en contacto con el agila 110 (levlielva el eolor azul al P~ pci de tornasol eflrojeeido. Algunas VeceS lic operado cii (1 agua natural, un- tes que se hubiese evaporado, y el resultado ha sido el mi sino, con ligeras difbrenci as. Reíirieiido ú UI! kil(íp. los resultados ()1)telii(lOs con cantidades de agua mii variables, 1)ii(’de decirse que rada Ri IÓgr. de agua de ~an ta (‘a latina cmi tiene

O gr. 3’i8, O gr. :i~, o ~ :i~,o ~. ~, o gr. :i~ O gr. 3G0, y por t(’riniiio medio 1) gr. 35~de carbo- nato calcico. Estas variaciones han consistido en el uuTastre (le una (orta (~iiitidad ile 1 i1~Lii1 (‘Si a Maqneia. El líqi u do (‘11 el cual se fornid el oxa- lato rubrico, se. ra 1 d con el b sfato ai 1 idiii co y unO)! Iia- CO liqiudo se agitó ru~pii1anieiite (011 tilia val-it la tic vidrio, cui(lando (le 110 layar las paredes del vaso. Al instan te se fornid 1111 precipitado 1 t1~iiittt, iiactrailo cristalino, de fosfato magii(’sico y amoniaco hidral a- do que dejé’ reposar durante ~2~ horas, Jh satlas las cita— les lo ecln~(‘11 un filtro de papel de ~uec ia, le lave’ ron agua destilada (jUC contenia la cuarta pa i-t~de sil volumen de amoniaco líquido p~m lt~u~L~ el sedi— imiento fuese completo1ontiuu~y lueveilluegoir la redlav~inloloi SO Inc lo!!ulien—p~1l- ti-ascial delqueprecipitiolo.una gota de( (‘sIe líquido, calentado 1 tasta el roJo en una planclia de platino, 110 dejase resíd II ( ) mI— gi[110.El filtro, (lespues de lial terle separa do el prce i]) — lado, se secú cmi una est iifa Y Se ilci]lerd cii un (risol de platino ít una teniperattiru 1 uis tau te elevada, cuya ~l~ra~ioi~ ¿liir(~ algun tií’liipo. En soguid a mí’zch’ el precipitado de fosfato anionico—inagi ldSicO, (JU(’ SO’ hmabia separado anteri orinen te, con el resíd ito rl e las l~~LMUSEO (~NA1tlO. 1~ cenizas, y los soniet E ~ UIm temperatura moderada ~fin de que perdiese todo el amoniaco y el agua: despues su] o graditalineii Le lii 1 t’I iipei~it ira, por u iediü del So- ple Le de g~IS, hasta (fui’ LII ‘SÍ’ 1) iitv altit pitia ttas1~,r— niar el residuo (‘u pirof~sfato llIagIu”sieo, tjue tiene una (~O1iipOSiCiOfl~)l1oei(1~1. Eii algunas ocaSiolles, an Les (le precipitar el lIcor rnagl1(~sicoi~o~mcdi 1)11(1 fost~ilo ~tinoiiieo, u le liahia (lesel 11] taraZado (1(1 (lolitIrat)) iLIiIdni(o y (1(1 ()\{ilat() aiiiúnicu poi la accion del (alOl, itt (jiTe di~niavor pit u (hiCti). Estas Operacioiies, repe idas gral! u iiinero de ve- ces, inc han dado resul Lados qi e (lii iei’en poe~en- tre sí. (ada kildgr. de agtia (1;í 1 gr. 7~i9, 1 gr. 7.~1, 1 gr. 7G0 de jtirofitstitío magu(’suo, V pi ti ti’iiiiiii~ nietijo 1 gr. 7~3.Esta i’iltiiiia cantidad multiplicada por O gr. :h~O3G((JITe representa la taiitidad di’ 1 na gnesia pura it te (tui ti (‘Ile un guau!)) de pirofosfato1atalinamagin’sicoti gr. 13317dít por uada. kil6gr. de agila de Santa ( de niagilesia pura aol 11(1ro. .1. I1ADILLA. ((‘on / Ot ita ~). 142 l~LMr~EO(~ANAR1Ó.

ORACION INAUGURAL PRONUNCIADA EN LA SOLEMNE APERTURA DEL CTJRSO ACADÉMICO DE 1879 Á 1880 POR i:I~1)n. D. TEÓFILO MARTINEZ DE ESCOBAR CATEDRÁTICO DE METAFÍSICA EN LA UNIVERSIDAD DE LA HABANA.

(Conci usion) Iv. Excmo. é Ilimo. Sr., hora es ya de terminar, aunque conozca que ni i discurso sobre ser lÓnguido y falto de amenidad queda incompleto en el plan: ~ entiendo que yo no debia haber sefialado el es. eolio positivista, donde la ciencia por precision han— fraga, dej ando la peligrosa sirte del idealismo germ~’t- nico, donde tortuosas corrientes del pensainieiito ra- cionalista proLuceri unas veces nebolusidacles iinpe— netrables ~t los espírItus indolentes, y otras envene— iiada seduccion ií las inteligencias aventureras, un— das de creaciones ilusorias, y que frecuentemente equivocan los desenfrenos de la. fantasía con las ra- cionales intuiciones y las construcciones á priori, para anegar, por último, la ciencia y la razon en un funesto panteisino. Estos sistemas son los que en realidad trajeron como contraria reaccion las llega— ciones positivistas y las exageraciones empíricas, sien- do COSa. notable que ambas opuestas direcciones na- cieron de un mismo tronco, el escepticismo (Ile Un— inc ú el criticismo de Kant, y ambas tainhien han caido en idéntico desvario; el evolucionisumo de Ile— gel. El mal es tuí en los dos extremos, y es necesario evitarlos, empleando en la indagaciou científica las leves del método en todos sus proceíhiuiientos, sin EL MUSEO CANARIO. 143 exelusion de ninguno, para no caer en parciaIid~i~’s (Te escuela (1). Sin el procedimiento analiti(’o, la sín- tesis es pi’ecipiuttla Y muelias veces yana; sin el pro—

(‘edinhiento sirifetico, el an~ilisises infitil ~‘ incoinple- to. La, verdad no estd vinculada cii los hechos, cuan- do se les considera como un pasar sin fundamento en el ser y la, esencia, iii fa nipoco en la sola id ‘a que á lo inris vendria ser una pura posibilidad sin ma— nifeslacion en la vida. La Metaftsica, po!’ consiguien- te, siendo la ciencia fundamental, un pitetle quedar en el aislamiento y sin relaciones con las (letn~s,an- tes por el contrario, como ciencia primera y finida— merital (plnlosoplna prootee), abraza y contiene los principios de todas, y su conocimiento flO Se alcan- za sin gradual educacion del espíritu, ~r sin prepara— cion anticipada en la experimental y analítica; por eso la Filosofía que es la, ciencia de los principios arifiufi icalnen te ordenados, un ret~liaza. 11 iIigUl io de los criterios científicos, sino que los adnute todos en SLI propi~tesfera y condicion sin exclusivismo alguno ~r en relaeioii y armonía con los demas. ¿,IIa negado, por ventura, ni lo li;i pretendido jan iíis, la necesidad y competencia del sistema empii’ico para el estudio de las ciencias experimentales? ¿Ignora, acaso, que d ellas debe nuestra civihizacion y u uestro siglo los pro- digiosos triunfos del g~nio?(itanido ~isu vista se han abierto los inconmeusural des espacios del cielo, pa- ra ser escrupulosamente calculados; citando el teles- copio ha esti’ecliado las (listanciaS Pura estudiar la conforinacion de los mundos, y medir sus moviunien— tos ~r someterlos á las pnieaS n~ísrigurosas y fi las unís delicadas observaciones, induciendo la unidad

(1) «Véase corno se expresaba (Iioc’er fiaron) con respecto á este punto, dos sirios antes que fiaron de Vci’ulainio aturdiese al mundo con su celebrado in~todo(le induccion: da Ciencia (‘xperi— »nental se halla descuidada por el vulgo de los que se dedican i~i tilos estudios; sin embargo, dos son los modos de conocei’, á sa— »her, por ai’gninentacion y p01’ experiencia. Sin la (‘xpei’iencia »nada se puede sabei’ suficientemente, El argnmento concluye, »pero nu da ccii za, iii quita la duda, tic n,anera que ultscanse el »:inirno en la intuicion de la verdad, á no ser que se halle por la »via do la experiencia». 5. 1’, Zeferino Gonzalez t. 1. p50 144 EL MUSEO OAflRlO. de las fuerzas y la unidad de la naturaleza; cuando ha conocido, mediante el análisis espectral, los ele- mentos materiales que. entran en la composicion de los cuerpos celestes; y en fIn, cuando traspasando tal vez los limites de la esfera experimental, ha presen- tido la identidad del movimiento y de la vida en el universo entero, ¿no ha respetado la Filosofía los do- minios del enspirisuioi’jno le prestó la razon misma su poderoso concurso? La tierra sintió un dia estro- mecerse sus entraflas, cuando, sorprendiéndola el liont’e en sus secretos, y arrebat4ndole las fuerzas de su imperio, encerró el vapor en cárcel de hierro, para borrar el tiempo y el espacio, y para realizar hasta los caprichosos pensainientos de su industrioso ingenio; cuando quitó al rayo su vibradora poten- cia, para envolver al mundo en misteriosa red, y ha- cer que la humanidad en una hora se conmoviese al contacto de una misma idea, y palpitase bajo el imperio de un mismo sentimiento. ¿Y no han sido, por ventun, las ciencias naturales las que realiza- ron estos prodigios, y las que al presente y en las edades futuras irán poniendo al lionibre en posesion ¿le la tierra que Dios colocó bajo sus piós con el fin de que la dominase? No es posible negarlo. En va- no las candentes arenas de los desiertos y los im- penetrables y mort(fews bosques querrán impedir las exploraciones científicas; en vano los perpótuos hielos del po1o pretenderán levantarse como barre- ra infranqueable á los atrevidos navegantes; en va- no los inexplorados continentes esconderán la cima de sus montes, el exuberante vigor de su vegetacion secular; la admirable riqueza do sus florestas, la ex- tension de sus yermos, la variedad inmensa de sus animales y la fiereza de sus pueblos bárbaros; en va- no los ños esconderán sus misteriosas fuentes y los insondables mares ocultarán en su profundo seno los maravillosos tesoros de sus rocas y valles cuajados de arborescentes algas y conchas d~preciosos cani- biantes, de inmensa variedad de vivientes que con prodigiosa fecundidad bullen por donde quiera; ni podrá callar el secreto con que en el transcurso de EL MFSEO CANARIO. los siglos infinidad de insectos van construyendo des- ile el fondo del Occeaiio innumerables islas, don- de iii~tstarde ~e levaiita la niansion del hombre, ni eii SUS l))l\~0r05aSsoledades, ruando la naturaleza sr vea hostigada (l revelarnos sus secretos nietereoldgi— cos, se escitcliará el laiinento (le los tristes náufragos, condenados ;~ una muerte segura 1~ajoel influjo de los furiosoS huracanes o de las eternas calinas; en vano queri~tencerrar el gb] o en sus entrañas la liis- turia de sus convulsiones, de sus violentos cataclis- mos ~r de sus horribles inundaciones ~orqite las cienCiaS experimentales, mediante la indagacion sen- sible, leerán en la nat tiraleza como en ini libro, y darán cada tija iiuevo iii ipiulso á los conocimientos de la industria y de las art es. No, señores, no; nosotros 110 negamos su valor propio al criterio de los sentidos: porque, como es- cribe el Angel de las escuelas, «en la deuda natural y física debe asignarse el conociniieuto il los senti— tios, de nianera (fue fOIliWi flOS ji 11(10 de las cosas ~a- titrales segun el 1 estiinonjo de t~stos.‘i (‘1 que en las cosas naturales descuida el test inuonjo de los sen ti(1OS, incurrirá en error». Ç 1 ~i~) (‘1 error de los Posi tivis- Las, cuino el de todo sjstei itas ensualista o iiiaterialista, consiste en proclai nar (Oi no exclusivo y unico el (O— nociniento sensible, olvjdaiido así la. naturaleza ile (‘~ste,como la de la sensae io u, la 1 iatsc ‘iideiicm a del conocinnento s bre el dali si’nsil de, y iwis que 10(10 la s(irie de conceptos y principios absolutos tjiie la razon muestra y ensefia ~íla conciencia y al eiitenW— nuento pani interpretar, discernir, aclarar ~ en órdeii todo coriocunjento nuestro. Ellos olvidan que el hombre es un s~rde armonía, donde nada existe aislado y sin condicion, sino todo ligado en adiniralde orgaimisino 1ni~jola unidad de nuestra ita— turaleza racional. Todo desenvolvinieuto, pues, que ronipa esta unidad y armonía esenciales, separ~iiidosedel tunda- inento de la ciencia, olvidando nuestra naturaleza y

(1 Opuse. 10. Cuest. i. ait. 2.° ‘1~)T~1011.--—— lO. 146 EL MUSEO GA2~BIO. sus ilinites y desoyendo la voz de la razon y la con- ciencia que proclaman á Dios como su principio y causa, donde radican eminentemente la ciencia y to- da perfeccion, y donde esencialmente están las ideas como atributos suyos infinitos y absolutos, ni es ra- cional, ni por lo tanto científico, hasta quo se sonieta al concierto exigido por la unidad y armonía del co- nocimiento plenamente verdadero y cierto. A vosotros, jóvenes escolares, la más preciosa porcion de nuestra sociedad; ti vosotros, los de nobles aspiraciones, de sentimientos generosos, y de volun- tad no pervertida por las incitaciones falaces de un materialismo vergonzante que en sus deletéreas cor- rientes envuelve la vida y mata grandes y nobles ideas de la generacion jfrosonte; it vosotros, mucho más que ti cuantos honran it la Universidad en estos solemnes momentos, se encaminan mis adverten- cias, hijas de la au6tera verdad que en la presencia de Dios y de los hombres ha formulado ini pensa- miento, aunque sin brillo ni atavio do elocuencia. Yo os lo digo aqui, ante l)ios que nos escucha, ante los hombres que nos atienden, y ante la historia que nos ha de juzgar: no existe, no puede haber ciencia sin l)ios; no hay, ni puede haberciencia sin el cono- cimiento de nuestro espíritu en toda su integridad esencial do naturaleza, distinta de nuestro cuerpo, aunque ligada y armonizada bajo la unidad de nues- tro Sr humano; no hay, ni puede haber ciencia, don- de la moral no ~ ahora en l)ios y en la ley eterna, vista por nuestra conciencia, y libremente ejecutada en nuestra vida por motivo recto y desinteresado. Vosotros, hijos de este belio país, descendientes de un pueblo quo fu?” grande, y que todavia alienta en su pecho un espíritu vigoroso, un pensamiento noble y un amor sin limites it todo lo que es bueno y verdadero, un día dejareis de frecuentar estos cláus- tros, de asistir it estas titilas, de escuchar la palabra que os ensefla y advierte con paternal amor; pero no dejeis do realizar en ese mundo, cuyo porvenir y es- peranza sois vosotros, las ideas de progreso y engran- decimiento dentro de la real armonía de la fr en 7 EL MUSEO CANARiO. 1 ‘i I)ios, (le la firmeza en los principios alisolu tos que (lesde el cielo irradian sobre nuestra alma, (Te la ex- periencia (liligilla y or(lellada por la ie ta razoil, y se— guros estamos que al volver 1i~’ieiaatrás la vista para recordar los mejores dias de vuestra vida, desde el fondo de y tiestro ser seutireis eleraise un peiisaiiiien- to de gratitud y amor para (‘SOS respetables I)uc Lores íiue fueron vuestros queridos maestros cii la cieiicia en la virtud. 118 EL MUSEO CANARIO.

LA GIIATITUD. hz. Excito. Sn. D. DoMNeo J. NAvARRo. Olvidar en las horas do prosperidad los beneficios recibidos en la desçacia, es un pecado mortal que no absuelve la conciencia. Esta castiga al ingrato re- bajándole it sus propios ojos, y cada instante le re- cuerda la in~çratitudque ha cometido: y cuando el hombre se siente rebajado ante su conciencia, está en peligro de perderse. Por el contrario, el que es agradecido forma un culto de su propia honra y al par que so honra it si mismo, honra tanbien it los demás. Razones son éstas bastante valederas paraqueV. me permita desahogar mi corazon que, inflamado por la gratitud, le ama con tal extremo que no en- cLiontro palabras con que expresar lo que entiendo y lo que siento. Sus severos consejos me han marcado siempre la senda del deber de la cual be procurado no apartar- mo; porque entiendo que el hombre que es esclavo do su deber tiene asegurada su verdadera libertad. Despertando cii ini alma el amor al estudio y su- fragando en gran parle los gastos de ini instruccion, ha contribuido eficazmente al cultivo y perfecciona- miento de mis facultades intelectuales: uf es que la poca instruccion que poseo la debo en realidad it su distinguida persona. Cuando me escribia it ¿Madrid dónde estába per- feccionando mis estudios, inc con.movian sus cartas por el interés que por mi humilde persona se toma- ba. «Culdate mucho, me decia en una de sus cartas, «y no abuses de estudiar.... Yo gozo verdaderamen- «te con tus adelantos y }~rosperidadcomo gozarla con «un hijo on idénticas ru,cunstancias it las en qne ttk «te encuentras. F:L M t~5I(() (XNXItli). 1 ‘~9 «Sieuto l[U~ 110 hayas pohiiI~eItluplir tu íleseo ~ 1~tl11~~eu este ta is 1)()1 ire liii- «liaei’~eagrilflellsoc, P° »])i(’ra sitio p~l1(t ti aqlI(dia piofesion tul ]tueii alixi— «Ii ¡ir; pero 1w ~ ie st fn n nt iii t(~5niiiai it in los rev&~s<’s «ile la Suerte. i( Evita las halas ~((11 i~(afi las íp te e pu (‘(len ((iii— «dUcir al ViCO i~eiIiiiente. ~\ttla 1 lii’ eXilaíla de lo (~l1e ~ rLíi e1’~(II’ los (O(0.5 ile ¿ ‘Sa (~t’)YLe. l~11 1111 «país COl 11(1 (‘1 (I(~IIU(5l id. tan tui eiida y d nsgia iada « ~ doiide no hay a tui st’giiiitlati (‘11 los (alili— (dios ni eii los campos y doitile [OS C/(OS~O~Se lepi- (dell coii fiecuencía, 110 cii las ddeis, si no en 1tohli - ((Ciolles iiiportantes, 11(1 hay ¿1iie e\liaflar el latrinuito «indiisLial (le las ~randes I0)i)ld(O(tl1(’5, donde (‘11 1111’— ((tilo (le iiiittlia rojiteza Y lti]o, hay taitiltitit ituttliisi— «nut miseria y tlepiatvation. Nadi de (‘sIl) es iiiievo iii «lo seri~nunca, si i)ios no lo ieiiiedia,... lu tita de «esta ~eiiiaiia pasai~por lii l~seii~ha para y ci (‘1 esl a— «do en ¿itie la tiene tu stistitolo, ponjite supongo (JflC nder~i 5115 servicios, tió ~ (10 liOlfll)re agratlee’ido. ~ieiiipre lic creido que la graiitwl es el seutiunen- tu que tiche estar mi~sarraigado en el cerazen del ho’inhre; p~ieslos ejemplos de ingratitud, lejos tic mo- ver la voluntad lúicia el bien, detienen ó desaiiijiiun la benelicencia voluntaria; mal por cierto bien pci— judicial ít la sociedad. NO pei~tenezcoyo al ni’tinero de los í~ue concet en los honores de in~ixiinaít la falsa creencia de que (‘1 nial es la única recompensa del bien en la. tierra, y tjtic quien siembra Lenelicios recoge ingratitudes. Es cierto (JITO hay On el corazon humano eiert LI propension al mal; pero puede formar el hombre Sil eorazou por’ medio (le la virtUd, sacudiendo el Yugo de las pasiones, Y Iiuveiido de lo (JitO puede apartarle del cumplimiento de ~u deber. ¡Ay de nosotros si estuvidrenios convencidos de que un bien con iiii nial se paga! No perimnta Dios que (legradeiflOS itiies- ira naturaleza hasta el punto de hacernos unís insen— sililes que los animales, pu~ dstos dan muestras de gratitwl ít quien les dispensa beneficios. ~atural es la lev del agradecimiento, y ltov teiigo yo la mayor satisfacciou cii cumplir con tan sagrada ohi igacioni. Acepte Y. esta prueba de acendrado cariño que le tributa su respetuoso F1iux~ciscuUXII1IETIX R0DRI&1EZ. EL MUSEO CANARIO. i~iI

~SO F 1 x

(11111 SUS bellos ojo ~—~oal) iteran la Vil la Y Pi6 II rin 0)1 (1(3 11)11(1(3 ~i 1(31 (111(31 (lO 111 1) 0111, ‘I’O(l1) (Iii 1(3111)1 (1(31 1! nIel Sonrojo. ‘lan sol,) (31111 1101111)11!tI1S (011Tan11111(t))51(11) 5115proflth101’op)i~ Re~r11ban1115 i)1(’jilIltS 110 10)4 1011 fO11105 (‘(5(3)11(1)4 1~lii)titi (11(d)) hal) Ial)! 11. (‘nando III 1)111(3110 (liFlIdIl 1 ‘oso su L31ll’i’a fria E)) el \‘Í1O_~’i)1CO5011(1 l)~ila 0’/,liCOnll iiilida, Y fu~llIoltIlO Iii) 1(30110 La (‘UnIl (le la 111113), Mai’es de 11i111l1i~0 11211110 ‘10(11)4 todos veil jan. Y lluiefltl115 tan Lo el 11i’lOOI 011 P’1~CillIl 111 0)~11i11, 1111Li)’) 11134 tI11111(35 3111)4, Y Cii 1)04 (10 an$iadas djcha~ 1 (50111111 (‘1 (II (‘10..,., Alegro soni’eia! B.tMON ()io ItOlLIAN.

EN UN ÁLUUi\I.

A UNA FLOR. 1-’iocwsa lloi Ijue on los 1ardiiies creces Con (‘11(3011fo y l~li 111’)1’, Y en cali’í perfumado nos ofi’cces El (31111Z (lO! 111111)1’: Yo niii’o tu corola en la inafiana llaiiai’se de p111001’, 132 EL MUSEO cR1ú. Y al grato ambiente de la brisa ufana Yo te miro mecer. Mas de repente al golpe desastroso I)el sañudo Aquilon, Ile de ver inarehitarse tu oloroso Y pulido boton. Tal (le la vida los prim~osanos 1)ichosos pasarii.n; Pero pronto vcndrán los desengaños Cual terrible humean. JosÉ ALJ~EANy TALAVEHA.

EL L\.NA1~1O.

Lindo Canario, que entre mil rejas ‘Fu~iris [es quejas al viento (las, Nó tus (lestilioS míausto llores NÓ tus innoves perdidos vá. Ante iu~ahalla de lindos ojos Nó lOS e u uJ os podrás can tau, Que fascinado por su hermosura, Esa (‘lausura bendecirás. Al verte fuiste y enamorado, Ella u tu lado siempre estarui; La blanca mano tu jáula hermosa Con u nivii) y rosa, adomnarui Y alla un su seno, tal vez dormido. 1 )e aiuoi’ el nido recordarius. 1)el Edeui mismo con tus caricias, Tú las delicias disfrutarás, Y de los bosques la suave brisa, Con tu sonrisa te hará olvidar, Lindo Canario. ¡ Cuán feliz eres! ¡ Cuhntos placeres podru~sgozai’! Yo troearia por esa suerte, ¡ lasta la muerte mi libertad. A. 1~LMUSEO CA~R1O, 1 ;:~~3

C~Ó1TIC~A~CINT±PICA..

ica.— ieji(Jii ~ial.o)’i~l(le lo.’~peces.—1 ~ l)sciiu- .ui.—Ti~.s/biacioii de pl iila.s.—---—l~ i del Pa— cu(JUaiJ.

Uno (le los aitíciilos 1i(i5 Cliliosos (jUU publica el ¡ioletin de la ~5ociedw1 (»ojr;í/icri norinaiida eS el via- jo de 1>aul Soleillct al Adrai, desde Diciembre de 187t) á Mayo (10 1 8t~(),C0lli() iiiícinliio cte la Conusion nom— Liada para el estudio de una vía férrea de Argel al Senegal, por el interior del Sudan. Dicho viaje est~’i lleno de djíos en extremo curiosos acerca (te la vida y cOSLUIllbIes de iniiucueiables naciones que habitan el interior del Africa, Y sobre 10(10 cte los países que tu- Vo que atavesar la Uoinision, y los cuales, segun la iflisilla nianiuiesta, soii susceptibles cte modificaciones y de adelantos que hariaii variar laxoral demente las condiciones climatológicas de una gran p:iiie del nor- te del lion tinente africano. De desear sería que hoy que las Naciones todas del inundo parecen interesadas cii estudiar y conocer el vecino continen te explotando las riquezas ~iue contie— nc y civilizando pacílicamente aquellas tribus, no olvi— (laso nuestra Nacion el establecimiento de factorias en la. costa occidental, ciadas sus buenas ielaciones con el imperic) de Marruecos, y cuyo estableciin iento piodit— cnía henelieio~inc.a.loulal.)les ~‘inuestras islas y á una de sus principales industrias, la pesca de salpreso. De lamentar es que en tanto vemos que hacen es- cala en nuestros puertos buques (le todas las Naciones de paso al Africa, enriqueciéndose con los produtctos ó industrias que saben explotar con acierto, no VC0IflOS t~iuno solo que enarbole el pahelloii (le Espafia que l.)raetidiue esas negociaciones mercantiles, que son ver~ daderas riquezas para los pueblos emprendedores. 141. 1ILS1@O (LIXÁLIIO. Bajo el epígrafe de Funciones de la vçjiya sialato- ti& de los peces, publica el I3oletin de aclimatacion do Francia un trabajo del cual extractamos lo siguiente: l. La vejiga natatoria es un Órgano que regula la emigracion do los peces, y por tanto los QUO ~iven constantementeen el fondo del mar carecen cte dicho Órgano y no emigran, encontrándose en mares poco profundos y en aguas por consiguiente tibias. Por el contrario los que emigran so hallan provistos do la expresada vejiga; viven en aguas profundas y frlas y salen 4 la superficie para depositar sus huevos en otras más S.liclas. 2. La vejiga natatoria do los reces es perfecta- mente cerrada: lacantidad de oxigenoque sodesarrolla aumenta en razon directa de la profuncticLad. Los pe- ces no suben 4 la superlicie corno un tw.Iion, sino que establecen una lucha con ayuda de sus nadaderas con- tra la influencia de su vej4~anatatoria y por medio cte continuados movimientos combaten las influencias pa- sivas debidas 4 la presion hidrostática, cuyas infLuen- cias son temibles para los mismos peces; puesto que aquellos que so pescan 4 grandesprofimclidados y son traldos 4 la superficio con rapidez, llegan con la veji- ga rota. 3~ La vejiga natatoria produce en los pescados unadoble instabilidad: una de nively otra de posicion. En efecto, hallándose la vejiga colocada en la region ventral, el centro de gravedad se halla bajo del centro de presion, y los pescados se vén amenazados de vol- verse de abajo arriba; así es por lo q~otornan esa po- siclon cuando mueren 6 se hallan moribundos. hste ejercicio continuo contribuye sin duda 4 hacerlos fuer- tes y ágiles. * 4* La Revista 1’Ithtiug dá cuenta de una planta su- inamente útil y cuya introduccion en esta isla produ- cirla grandes y positivas ventajas. La I.Mclwgara, co- mo así se llama, porque aún no ha recibido nombre botánico, es originaria del Turquestan en el Asia cen- tral, en donde se cultiva en grande escala. Los ensa- yos hechos en Polonia han dado los siguientes resul- tados que demuestran la utilidad y aplicacion de esta planta; pites 100 lIbras de semilla sembradas en una fanegada polaca de tierra, producen 2.800 LIbras de EL ~1ISF~e LANXRIO. 1 t~rafloy una enorme cantidad de paja que el ganado come COfl avidez. 1 ~es turcomanos emplean su harina como aliu.~en— l~pL1~~~e1~osy ~ cal VLIIOS, y ~ inuiere tan grande al- tura la ¡)schuja~a,que se puede sar en eslado Ver- de cuando ha llegado al tercio (le SU tamaño normal pro(lueienck) una fanegada de tierra una masa (le for- raje suficiente para alimentar doce reses vacunas (tu— ramile un mes. Existe. una variedad de e~.devejetal que madura á los tres mes:is, y bajo el c~ina(te ~)desa se desarrolla Lii) bien (01li() en su país ()riuinario. El an(ilisis ([el grano d~tel resultado siguiente:

i\[aLeria Lr1a~-u 1~lniidu 1 ~ rina y :~ú~a. 1

l’~hiina .

(~onibinaciniii’spiot~iea~... 11) 1

(eniza . [U 1 )e este anL~disisse (lesprellele que la planta que nos ocupa se asemneja ii. la avena y ~ a cehada, y (te aquí SUS cualidades alimneiilieias tanto para el hombre co- mo para iOn animales.

Es sabido mjtie algunas (Le las plantas (le tronco ú 1101 as comes iii) les, sobie 1 O( [(1 las ijue Se eniplean en ensaladas, ganan sustray~’ndo1as~t la accion de la luz, y al Husmo 1 ielllpO ~‘~‘ el [Olor verde dismniminye, tus— ininuyen tanibien los ptiuucipios acres, y la planta se ha- (C más agradable al paladar. 1 ~oi este mismo sistema llegan á veces á hacerse insípidas, á tal suerte que ne- cesitan la adicion de otros (oIldimefltos 6 yerbas (le sa- bor acentuado cOil)0 el pemegil, perifollo, etc. para ha— reilas acept ables. Los sres. Pailleux y liois han practicado (liVersos experimentos en un cuarto cerrado Y completamente OScilO calentado por una estula, y habiendo plantado raices en cajas llenas de arena, los resultados obteni- dos han siclo interesantes. ¡ ~n gran número de esas pLuitas que crecen en cualquier parte y que jamás se hahian utilizado en la alimentacion, ofrecieron por este medio á la industria 156 EL MUSEO C~NABIO. hortícola productos que han amenizado el ramo cte las ensaladas. Una completa sustraccion de luz, un pequeño es- pacio, una temperatura telflI)laCIa, uno ó dos metros de arena ó tierra cernida, y un poco de agua, son re— (1uisitos bastantes para dar un satisfactorio resultado; la temperatura no tiche pasar de ~ Pueden citarse muchas piantes susceptibles de es- ta transformacion; pero las que más agradan al pala- dar son la alcachofa, el cardo, la manzanilla, el hiiu - jo, el perifollo, la inen~tay otras varias.

Se ha descubierto al norte del Paraguay en las ori- llas del rio Apa, hácia los confines del Brasil, una nue- va viña que se enreda en los mayores í~rholesde los bosques vírgenes de aquella apartada region. Esta planta difiere de todas sus congéneres en sus hojas de un verde oscuro y lisas, sus frutos sentados y su semilla única y aplastada como la de calabaza. La corteza de los sarmientos es de color Oscuro Y la parte leñosa es blanca, esponjosa y rodeada de una corona de libras vasculares de un color negro azula- do; las mices son fuértes ~ cada corto espacio se hin- chan en figura de rosario. Los frutos se hallan dispuestos en espiral y son del tamaño de una avellana: su pulpa es consistente, in- colora y con un ligero Viso verdoso, y su gusto es pa- reciclo al mejor albillo lino.—--El color de la piel tIcE fruto es de rosa violado como el del Tokay. Esta plan- ta es vigorosa y produce dos grande.s cosechas al año, una por Primavera y otra en el Otoño. 1)ada la semejanza del clima entre el Paraguay y Canarias, es probable que so produzca en Islas, y fue- ra una hermosa aciquisicion á causa del abundante y doble producto anual. EE~MUSEO CANARIO. 157

PLErVISTA.. QLT I~cN.A.I..4.

Los cicos y los ~nu( tos ~~T~ulC (le pT tic~l~i.—Unareclifica— C~Ofl 1] nuevoS dono (ivos.—L. CmuiEsPoNoEncIA DE CUBA.— Uno sirvienta con lo cartilla limpia—Las iij~rasde Arlan. —El correo. Todos los periódicos han dedicado en los primeros dias de es- te mes un recuerdo ~L los muertos. Todos ellos h~LI1intentado llo- rar sobre las cenizas (le los que fueron, cuando mejor debieran llorar sobre las cenizas de los que somos, si es que de los que somos habrán (le quedar cenizas. Los muertos descansan en paz; pero á nosotros los vivos ni si- c1uiera so nos d~jadescansar. ~i se me antojara establecer un paralelo entre los muertos y los vivos, de seguro q~ielos primeros se llevarian la ventaja, solo fue- ra por no verse apremiados por la contribucion de sal; por no verse perseguidos ni atormentados por los impuestos directos ni inclii’ectos; y po1’~j~1ees seguro que si todos nos manáramos, ci arrendatario de consumos tendnia que presentarse en quiebra, á menos que no pusiera los fielatos exteriores en las puertas del ce- menterio. De cualquier modo que sea y sin entrar en honduras, yo ase- guro, y basta que yo lo diga, que los muertos son más dichosos que los vivos; que aquellos no sufren, mientras ástos penan; y que es ocurrencia original que nosotros nos esforcemos en rogar por los difuntos, cuando somos nosotros los que tenemos más ne- cesidad de oraciones y de ruegos; en fin cuando son los muerfos los que debieran rogar por los vivos, y cuando es muy posible que dentro de poco los que más vivos andan sean los que más muertos están. Y el que es hombre que me la vuelva por pasiva; pues como dijo muy bien el otro: Ningun sábio satisface Esta duda que me hiere: EL MUSEO CANARIO. ¿Es el que muere el que nace, O es el que nace el que muere?

Tan escasa ha estado la quincena de diversiones y acontcci— mientos que á no ser las funciones que cii nuestro teatro nos cló ]a compañía que dirige el Sr. Lopez Valois, nos veríamos obliga— dos todas las noches á ir á Lomar fresco en ci parque de San Tel- mo, ó tal vez á sudar el quilo jugando á hilo oscuro. ;Si Vds. vieran lo divertido (JUO es jugar ó. hilo oscuro! La eompañ~ase vá; pero en cambio tendremos las compañias ecuestres de Gaston y Ferroni y otra de acróbatas y se nos pre- sentará oeasion de admirar acontecimientos, si es que á alguno se le antoja romperse la cabeza. Por lo demás, sólo se habla en plazas y corrillos (le sucesos CjUe no llegan, de deseos que languidecen, de esperanzas cjue no se realizan, y ya ha sucedido que al eneontrarse dos personas y al querer hablar se han quedado con la boca abierta.

*

Y con la boca abierta me quedé yo cuando al leer impresa mi I?eeis!a quincenal del número anterior, al reseñar los objetos en- viados á nuestro Museo por el i)r. D. Víctor Pcrez, me encontré con la parte porosa de un hueso temporal, en vez de decir la par- te petrosa (le Ufl hueso temporal, de cuyo error deduje que el ca- jista que compuso aquellas líneas ó tal vez yo debemos tener po- rosos los huesos temporales. Por lo que respecta á mí no lo dudo, que porosa debo tener yo hasta el alma. A acjitellos objetos de tanto mérito debo añadir los últirnamen- te enviados de Paris por uno de los Socios fundadores 1). Diego Ripoche á quien tanto debe el Museo Canario, y el cual ha remi- tido 312 ejemplares de conchas marítimas y terrestres debidamen- te clasificadas. Tainbien D. Francisco Rodriguez Reyes, ha enviado de Gáldar algunas petrificaciones de mérito y un sello, aderezo ó amuleto de los que usaban nuestros indígenas canarios. Cuantos concurren con tan valiosos donativos al progreso y adelanto del Musco Canario, son dignos de nuestro agradecimien- to y del agradecimiento de todos los Canarios amantes de la ms— truceion.

La Correspondencia (le Cuba, periódico que se publica con EL MUSI:o OÁNARIO, 1 ~9 aceptacion en la ciudad de la habana. ha principiado á dar á luz algunas cartas dirigidas desde esta ciudad (le Las Patinas, donde con acierto se tocan cuestiones que nos interesan; y tengo veNia— (lera satisfaccion cii as! cousii~narlo, porque ello (lemiiestra que no POF todos se irliran con indiferencia ciertos asuntos cJllo pod— mos Ilamai (le vida ó muerte para la Provincia si no se procura su remedio. Li corresponsal se hace eco de urestra (lítica situa— cion con motivo del decaimiento de la grana P~causa (le los tin- tes artificiales, y cree que el cultivo (le! tabaco en gran escala puede en parte sustituir ii la cochinilla como artículo (le exporta— cion, lamentándose de la desanimuacion que en el cultivo de esta planta se nota y el retraimiento por p~urtede los colonos y arren— dalarios, que no disponiendo de capitales para satisfacer desde 1ue~’oel importe de sus arriendos, no pueden hacer efectivo el ar- ticulo con la actividad de los (lemas que recolectan, por razon de las (Ti versas operaciones que es necesario practicar para ponerlo en estado (le venta. l)ehe complacemos que los periódicos de Cuba y de todas par- tes se Ocupen de nuestros asuntos ya que nosotros Husmos por desgracia, los miramos bajo tan diversos criterios, que en vez de esforzarnos (U buscarles solucion, nos empeñamos en entorpecer y en angustiar nuestra situacion llevando hasta ese lamentable extremo el espirítu de las cuestiones (le partidos. Si, senores, por ver á otro tuerto, conozco yo alguno que se sacaria los dos ojos, sin comprender, ci tonto, que, ciego, no lo vena.

Acabo (le leer en un periódico el anuncio de una jóven que de- sea encontrar- un caballero don di’ colocarse. La precavida sirvien- ta añade que tiene la cartilla limpia. Si á trasuntar fuera yo anuncios por el estilo, ya tendria pa- pel que llenar; pero mc hizo gracia el anterior, y espero que nin- guno de mis lectores se entusiasme, porque es fácil que la tal sir- vienta haya encontrado ya colocacion con SU cartilla limpia y todo.

Un ami~omio que la echa de medio antropólogo hace pro- fundos y curiosos estudios para averiguar de que materia eran las primeras tijeras de que se hizo uso en el mundo. Despues de revolver libros, y de aglomerar datos y más cIatos se ha fijado su atencion sobre diversos cuadros que representan la feliz inansion (le nuestros primeros padres, y en que aparece foÚ 1~r, MUSEO CA~ÇAHIO. Eva con el polo largo, muy largo, y Adan pelado. Esto le ha hecho raciocinar del modo siguiente: ¿Quién peló i~ Adan? ¿Con qué lo pelaron? Si fué con tijeras: ¿de qué materia es- tahan fabricadas? Ya pudieran al~unosde nuestros an tropologistas ocuparse del asunto en las próximas veladas del Museo, que bien merece el punto ser tratado. No es guasa.

¡lace más de dos horas que estoy hojeando papeles del correo, sin encontrar una noticia gorda que poder comunicar :1 mis lec- tores; y más de dos horas hace tanibien que estoy aspirando el humo de un mayúsculo veguero que debo á la generosidad (le un amigo mio, que al leer estas líneas tal vez saboree alguno de sus COflg(ifle~’eS. En vista (le estos insulsos periódicos que inc aburren, y delel— tándome con mi habano, pienso en eso que se llama hoy el sistema tic las conipensaciones, y me pregunto: ¿qué Irruían los fumo— drn’es antes de que se conociera el tabaco?.... Vamos, vamos no sonrian Vds. que la cosa no es pai~rtanto. De otra manera: ¿Qué harian los lectores (le periódicos como éstos, no tenien— do un cigarro habano para compensar el hastío tjue sri lectura produce? Envienme Vds. la contestaciou por el próximo correo. Ya se podrá juzgar de las noticias de interés por las siguientes: —-ha llegado Moyano. (Quizás él querria que no se supieroj. —A las cinco menos cuarto han salido para París los príncipes bábaros. (Más vale que publicasen las listas de pasajeros). —Prepáraso un proyecto tic asociaciones. (Me alegro mucho). Paris 19—El príncipe Jerónimo Bonaparte se niega á abdicar’ su derecho. (Lo mejor ciue hace). Roma 2O.—Jacolini reemplazó áNina. (~Yfr Nina quién lo reem- plazará?) l’aris ~5.-—El frio es intensísimo; 9 grados bajo Cero. (Pues cuiciarse bien, abrigarse y no constiparse). Esto aparte (le las noticias de buques que sé pierden, puentes que se hunden, desbordamientos de rios y otras por el estilo, pues tienen los periodistas un gusto especial en dar malas noticias. Yo por el contrario quisiera darlas siempre favorables.

MAURICIO. AÑo 1. L~sPALMAS, NoVIEMBRE 22 DE 1880. NÚM. ~8. EL MUSEO CANARIO.

LA CERÁMICA ENTRE LOS GUANCHES DE GRAN-CANARIA.

Uno de los datos més seguros 6 interesantes de que debe valerse el historiador para conocer el esta- do de cultura de un pueblo, es siii duda el arte cerá- mica, cuyo estudio tiene que fijar mucho la aten- cion de todo aquel que procure que sus deducciones sean lo inés exactas posibles. Sabido es de todos que el hombre, en las prime- ras épocas de su existencia, arrastraba una vida mise- rable; privado de toda nocion que no fuese la de cortar una piedra para defenderse de los animales que le ro- deaban, sin que muchas veces lo lograse, siendo pas- to de ellos, no conoció otras armas hasta más tar- de en que echó ruano del palo, y despues de las armas arrojadizas, entre ellas (le las flechas y de la onda, constituyéndolas, no sólo corno medios de defensa, si- rio como instrumentos para la caza (le todas clases. Cuando encontró el fuego, y quiso aplicarlo á la coccion de los alimentos, comenzó tanibien otra série de necesidades que aquel hallazgo trajo consigo: nos referimos á los utensilios necesarios para la prepara— cion de esos mismos alímentos, la conservacion de los líquidos y su trasporte de un lugar á otro, con toda seguridad. La marcha de la humanidad ha sido idén- tica en todos sus inventos: la necesidad prirriero, la comodidad despues, y por último el lujo. La cerámica nos ofrece el ejemplo más palpable de ese progreso; pues comenzando por el tosco plato de barro cocido al sol, hemos llegado á través de muchos rujies de aflos á la fabricacion de objetos que por la materia con que están confeccionados, por sus dimensiones y TOMO ji.—! 1. 162 EL MUSEO GANALIO. por S1IS riquísimos adornos, alcanzan un valor ~tque solo pueden llegar las más colosales fortunas. La raza Ui tanclie de Gran—C~aiiaria, an nq nc encer- rada (‘11 1(11 territorio u iiiv limitado, debió tener uii principio rudimentario y un progreso hieii Inaicado en el arte cerámica, llegando, por decirlo aSÍ, hasta una altura que, atendida su situacion, sus conoci— inieiit os y los escasos medios de que dispoinaii, pue- de afirn iarse (lItC alcanzaron al luj o y al buen gusto. Así lo demuestra la coleccion de o] )j etos de barro q”~posee el Museo Caiia~io,cuya coleecioii se cnn- q~iececada dia con nuevos y preciosos presentes, de- bidos ~íla aficion que por los estudios antropologicos se ha desarrollado en tic iiosotros. Y á la verdad, si algo hay que pucIa llenar el vacío inmenso que nuestros antepasados, y en especial los conquistadores del ar— chipiúlaeo, han dejado en nuestra historia respecto del coiiociiiiieiito de los U nanclies, nada como el e~— 1 iidio de los restos que la casualidad ha salvado y que 1iuestra ánsia de saber va desenterrando y ponitíndo~ los de iiiauifiesto ít la generacion presente. Si fu~’raniosá hacer un ánalisis detenido de los objetos (le cerámica q~~ep~seeiiios,sería preciso ile— iiar nuiclias páginas, aunque desgraciadamente sin mi resultado satisfactorio 1~tra el hombre amante de nuestras antigüedades, por la falta lamentable de no tener entre nosotros un artista que reproduzca esos objetos en cromo—litografía: no de otra manera pueden estudiarse y apreciarse debidamente los pro- gresos de una~industria, cualquiera que ella sea. En la imposibilidad, pi~s,deTiaentrarde losciiobjetosese trabajode ceránii—deta- llado,ca queliaráhan unallegadobreveti reseinuestro poder. 1)ebennos decir, en lioiior de la verdad, que exa— niiriando así los objetos completos que poseemos, co— mo los üaginen tos de otros, que por desgracia han lle- gado il nuestras manos en aquel estado, es muy difí- cil, si rio imposible, (lesigllar por ellos ~poeas determni- riadas: dos tinajas una (le ellas de 0,55 centímetros de altura y de 1,30 de circunferencia en su mayor an- cito, y otra un poco más pejireiia ofrecen un aspecto EL MUSEO CANA1IIO. 16 ~3 mús tosco (lite el resto (le los que existen en el Jlusco. Su division la podernos hacer eii (~IlSO1~Sdesl ma- (lOS para la preparae1oii de los alimen O s, segiui pu e— (lo ohservaise por estar algunos de el los aliuuiiados, ~1~0S011 taiido uiiia figi 1 la (le 111 testros ac oiles (a1d~r((5 (011 SuS correspoiidientes asas, iiiuclias de ellas (11 Ii— gula de pico y pocas rectangulares. Los hay tauihien destjnados para líquidos, Y (“stos de cuello unís esi re- elio que el de las ollas: fi eueu adei nas ini ~ a uJe— reado que se levanta c~isiperpeiidiciilaniiente o la bu- ea tenieiido su alTanqule (‘11 la parte i mis ;uiclia: (~01i10 las ollas tieiien sus asas. Las jarras y tinajas estaban dedicadas ~rla conservacioii del (/o/io de los higos pasados, segim he tenido ocasion de verlo en una (‘Y— traida de una cueva (Sil la j un sdiecion de Mugan, ~ e todavia contenia algunos lugos secos. 1 4a variedad de los jarros es grande, por su figura y P°” su ta— inafio: 111105 smi redondos, otros en 10111111 de cono truncado, siendo en (“stos la parte 1 niís ancha la qu ie sirve de base. Entre los den ias ~}j eLos que dobian destinarse ~‘tp°”~”los aliinei~los exisí eh de varios Pi— maños y formas. En toda esa (oleec 011(11’ (‘el’iíliiica se u ota 1111 ca- r~tcter especial, un gusto general iZ~l(1o del ~l 11’ 110 prescindian, por variada que fuese la figura (J iii’ 50 les diese y el destino u que los dedicaseii, siendo de adver- tir (JilO todos estuín ierluiwiit adus, (‘xceptu 1111(1 (le luí- bnica uiíis tosca. \otase ((iii verdadei~tadiniracioii la perfecta redondez, así de las bocas conio de las (le— IldlS partes i’t que se les ha dado (‘50 (orLe, y que en varios de (~1lO5el reborde est~ttan bien cortado y pu— lido que no se hace mejor en ninguna de las f~l1uicas actuales cii que se construye esa clase de cerúinica. No se contentaron los G itauclies de Gran—( ‘ananli con desplegar todo el buen gusto en los objetos irieii- cionados, sino que llegaron hasta el lujo, adorii~uiido— lOS al exterior COl! (lilmujos variados, pites (‘U III]’) SO observa una s~’riede triuíugulos invertidos, desean— samio sus bases sobre una faja que rodea el borde. Estos triuíngulos tienen dentro líneas iori~rlelasú la base ó u’, uno de los catetos. En otros, los mismos 164 EL MUSEO CANARIO. triángulos descansan sobre fajas oblícuas, interrum- pidas alternativamente por una escalera oblícua, tamO bien y con sus traviesas crí armonía con la perspecti- va. Obsérvase en otro una série de líneas paralelas á la base que suben hasta el borde; en otros sólo se ven fajas formadas de dos ó más líneas paralelas, á igual distancia unas de otras: los hay que, en lugar de los triángulos ó fajas, estén adornados alrededor con manchas circulares, ya en fajas ya alternando unos con otros esos círculos, de suerte que no quedase el inmediato superior sobre el inferior. Existe un frag- inento de jarra cuyo adorno, segun puede deducirse, consistia en una série de líneas ondulantes y para- lelas entornb del jarro. Es verdad que esos adornos tienen todos el mis- mo color encarnado, efecto de la tierra de ocre que poseemos en abundancia, por ser acaso la única, que aplicaron á esa clase de industria. Pero no se conformaron únicamente los Guan- ches de Gran-Canaria con fabricar aquellos útiles pa- ra los usos domésticos, sino que de la misma mate- ria lucieron juguetes y otros objetos de adonio de los cuales poseemos algunos. Entre ellos una olla con su tapadera que se ajusta perfectamente á la boca por medio de un rebajo circular donde entra el borde y no permite que la tapa se caiga; esta olla mide una altura de dos centímetros poco más ó menos. rllan~ bien se ve una pequeña cazuela de tres centímetros de largo con su asa por uno de los dos extremos. Igualmente se encuentran sellos de varias figuras, triangulares, redondos, cuadrados, etc. etc. De lo dicho se deduce que el arte cerámica en es- ta isla llegó á una altura que con justicia llamó la atencion de todos cuantos en la Exposicion Univer- sal de París en 1872 tuvieron ocasion de ver los ob- jetos que allí se presentaron, y que, comparados con otros de la misma materia encontrados en Egipto, en Siria, en Caldea, los descubiertos últimamente en Troya y en las ruinas Américanas de Palenque, oh- tuvieron la primacía los de nuestros Guanches. Dn. Crni~Y NARANJO. MUSEO CANARIO.

ESTUDIOS DE ETNOGRAFÍA BOTÁNICA.

En las sepulturas Peruanas de Ancon (1) se en- cuentran fragmentos de especies vegetales peculia- res ti la flora de América, COIflO frutos, semillas, ho- jas, troncos ~ tubérculos, mezclados con fragmentos pro~niei~tesde la industria, utilizados en otro tiem- po por los habitantes cuyas mómias (~)yacen sepul- tadas bajo una espesa capa (le arena. El estudio de estos restos ha estado casi olvida- do hasta el dia á pes~itrde que puedo suministrar- nos datos muy curiosos sobre la alimentacion, la lii— giene r la industria de un pueblo que no existe y cuyo moviliacio fúnebre nos muestra una civilizacion relativamente avanzada (3).

(1) Ancon es hoy dia una ciudad de baños cuya poblaeion se eleva en el verano á 1301) habitantes, y está situada sobre una ba- bia á 33 k. de Lima. hasta hace poco tiempo no era más que un pueblecito de pescadores y del cual no hacen meneion los Espa- ñoles. Los trabajos para el ferro-carril de Lima han descubierto nu- merosas sepulturas. El Dr. Ilamy en una conferencia dacia en el museo Etnográfico el 19 de Febrero de 1878 ha demostrado que la mayor parte de las tumbas descubiertas en las excavaciones de Ancon no pasan más allá de la prilliera mitad del siglo XVI: algu- nas otras pertenecen á una época anterior. (~)Las momias de Aneon son de las llamadas momias blan- cas por no haber sufrido ninguna preparaeion antes del enterra- miento, conservándose sólo á causa de su permanencia en la are- na. Las verdaderas momias son acjuO11~scnque se ha ejecutado una opcracion especial que las hace inmunes ála eorrupcion: ~s— tas no existen sino en el alto Perú (Dr. IIam~). 3) El único autor que ha dejado algunas noticias respecto á la Flora Peruana es el Dr. Saffray. (Periódico La Naturaleza, 1876— núm. 401 y siguientes: Ar~tigüedaclesPeruanas en la Exposicion de Filadelfia). Sólo indicaciones muy vagas so hallan en los autores antiguos EL MUSEO (~ANARIO. ~ic(r (id olvido es tos instructivos fragmentos de plantas, iinlicaudo los frutos y las semillas que ser— vian de alimento fi los antiguos habitantes de Ancon, las fibras con que tejian SUS vestidos, los colores con que tefuan sus telas, nos parece el complemento in— (lispeflSalJle (le los estudios etnogr4ficos de AnCOH cuya, riqueza es el objeto de estas líneas. Para llegar fi este resultado liemos examinado las piezas (lite formaban l~~rtede las magníficas colee— (iones tecogidas por el Sr. de ( 1essae y nuestro dis— tiiiguidn amigo y compañero el Dr. Ludovico Saya- tier, colecciones que se podiaii admirar el año ami— terioi en los salones del Palacio de la Industria (1). Inútil es decir que les objetos que liemos exami- nado 1am sido clasificados y iiiiniteiosamneiife (0111— parados con los tipos (le las especies ac ~uules. En ciiaiito 4 liis (uestioiies puramente etnogr4fi— (aS iieeesarías icira licItaS aelanuiomics, no pi ((1 cmos menos que sacarlas de la conferencia dada cii el Pa— laeb (le la Industria el 19 de Fe] rero de 1 8~Ñpor el Dr. hlamnv. Las especies períeu (‘(it~1!tes ft la llora de las se— inilturas de Aneon pueden ilividirse cii (105 giaiides gruiios.

1 •° Plan tas aliuieu ticias y medicinales. O ~ industriales y tiimtúreas. Las espeei es (lid p~in1ergrupo SOIl bastan te 11 LI- nierosas y se eiieueiitrami en tan buen estado de con- servaciomi íjiie sus carac teces específicos no pueden dar lugar 4 (1 u ilas. En lo toc;tiite al segundo grupo, la textm ira ile los utensilios, orinas, etc. como tanihien los colores con q’’~estfin ten idas las telas, 11OS han permitido icen— i~ocerlos vegetales que han servido i~’~’~la fhhrica— cien de estos objetos. A rnfts la presenci~~de algunos

que sin enihar~’oson it (lles, y que lendreinos cuidado de anotar; pero son insulieien les para darnos una idea cencral de los vegeta— les utilizados por los aii Liunos Peruanos. (1) Esto demuestra que 4 pesar (le la creencia (le Mr. de MorO— lid, el i\[inisterio no esperó la Exposicion de 1~75para exibir las riquezas arquteoluigicas recogidas en el cementerio de Ancon. (Pc— riódico La \rlt( raleza, 1878, i~4g•~79). EL MUSEO CXNÁRIO. 167 fragineiitus (le hojas, truiicus y frutos Ita velli(1() eonfiriiuar nuestras stlposiciolles. L\.ntes de exaiíii uai cada t’specie, segU n el Úrdleii anteriormente estaLlecido, collvieIle exponer el cat~- logo me todico y al lado (le (~tda1] ((1111 re, el uso qu se ha da(1() ~t cada planta y la ca utidad en qtu’ se en— t~ITC1I tve. lE. (1at’ilogo general (le las ~ ¡ ~ e ~( u 11 [)O11(Ol la f1 tra de las sepul tiias de ~ueon d stril ni las en 3 ~ f ij~~peitcneci (‘11 (‘5 ~ ‘É g(’uelos y iepreseli— ta(la ~ )r ciutUeli t(L (‘5 ~ (‘S (1). 1~riuriei~tfanulia. l3ixin~i,1Çtum~1i. Pineda incaua. (It. y Pay. . Iiidtistiia (a.) ~2[ala1. lila 1 vaccas, 1 . lml( )] II. (Jossvpituii peilLviaiunll ((~tv.. Industria. Çni. a.) 3 lani. fltiitiluiteis, 1\iiiltll. I3oiiu}uu ceiba (Liii.) Judu~iiia.(tu. a. ~ fani. Ternstr;i’uuícea, 1). (4~ ArisíuLelia tuaki iL. 1 [ciii.) ¿dinicuticia. (e.) ~ (~u~tileras,.lttss. (~aiciuiainangestaua I~in..aliiiieuticia (nl. a.) Gudova o)va[a It. y 1 ~av. industria. (a.) G 1’~rifliinxviet, I\t tU Lli. Ervtinxiliiini cita. (1 ~iu.) lii editiiial. ni. ti.)

— ri~idilitun 1). (‘.~ — (a.) 7 Ri pind~bea, J uss. SaitilitilIs Ipollalia. (L.) alinlenti(ia. (a.)

8 \qttifeliaci, 1). (1 Ilex [)((r1)~llarielISiS. (1. liii.) tiieditinal. (e.) () J~re1 ntlll(ea , .Ittss. Poilicia livgiouletrica 1~.Y 1 1iav.~Iiidtistria. (a.) JO Papi liou~icea,End 1 (uulteria liiicLoiea (11. Ii. y KitliLh.( 1 inldiea e.) l~Iiaseo1usstiptilaris )Lani.) aliiueiitnia. (lii. a» iiinl[illuris (Willd) (ni. a.)

— p~tlhtr)Mo1.) — e.)

(1) La lelia (a.) indica abundan Ls (111. a.~muy abundante (e.) escasa. 168 EL MUSEO CANARIO. Mucuna inflexa. (Dec.) medicinal. (e.) 11 Mimosea, Endi. Inga feuillei (D. C.) alimenticia. (m. a.)

— fasciculata. (Willd.) alimenticia. (a.) 12 Cesalpínea, Endi. Andira estipulacea (I3eulthe) medicinal. (e.) Arachis hypogea, (L.) alimenticia. (m. a.) 1 3 Lithr~írica,Juss. Lafoensa acuminata (D. C.) tintórea. (m. a.) 14 Melastomácea, R. Brom. Melastoma fulva (Rich.). tintórea. (a.) Microlicia inundata (Schr.) industria. (m. a.) 15 rnyrtacea, E. Broin. Campomanecia lineatifolia (D. ~C.)alimenLieja. (e.) 16 Cucurbitácea, Juss. Lagenaria vulgaris (Lin.). Industria. (m. a.) 17 Fouquieracea, Kurith. Fouquiera formosa (FI. 13. y Kunth.) tiiitórea. (a.) 18 Portulacea, Juss. Ullucus tuberosus (Caid.) alimenticia. (e.) 19 Rubiacea, Juss. Rubia nitida (II. B. y. Kunth.) tintórea. (a.) 20 Sapotea, Juss. Lucuma lasio-carpa (D. C.) almenticia. (a.) 21 I3ignoniacea, D. C. Bignonia chica (FI. 13. y Kunth). tintórea. (e.) 22 Solanacea, Juss. Capsicum annuum (Lin.). alimenticia. (a.)

— pubescens E. Pav. (a.) ‘23 Acanthacea, R. Bron. Dicliptera hookeriana (Ness.) tintórea. (a.) — peruviana (Joss.) — (a.) ‘24 Chenopodea, D. C. Chenopodium quinoa (Wilcl.) alimenticia. (a.) 25 Prote~ícea,Juss. Rhopala ferruginea (Kunth.) tintórea. (a.) 26 Laurinea, Rich. Persea gratissirna, var. oblonga (Gaert). aliment. (a.) 27 Monimiacea, Lindi. Pavonia paniculata (Cay.) Industrial. (a.) 28 Piperacea, L. O. Rich. EL MUSEO CANARIO. Piper asperifolium (It. Pav.) medicinal. ka.) ~c1ii1Ieria lineata (Kunth.) tintórea. (a.) ~9 Musacea, Lich. Musa paradisiaca (Lin.). alimenticia. (e.) 30 Canriea, II. l3rorn. Canna edulis (Hez.) alimenticia. (e.) 31 Amarvilidea, II. l3roiu. Agave americana (Lin.). Industrial. (a.)

Feurerova fiBtida (1-lay.) — (tu. 3~2G-iclantliea, Port. Ludovia palmnata (Pers.) Industrial. (a.’~ Plyteleplias iinacroearpa (it. Pav.) Industrial. (mu. a.) 33 Palmea, J uss. I3actris ciliata (Pers,). Industrial, (a.)

Guilielma speciosa (Mart.) — (a.) 34 Uraminea, P. 13. Zea mais (Lin.). alimenticia. (mii. a.)

— rostrata (l3onaf.) — (iii. a.) Examinaremos ahora estas diversas especies Se- gur! la division que liemos llYcllO anteriorinen te.

(Con tínmwrá). 1)ii. A. F’. 1)1~ltÍ)CI1EI3RITN E. Paris.—1880. 170 EI~MUSEo CANARIO.

EL MAIIABTJAHATA.

1.

Fantasía indiana.—lniciadorcs del esl~iidjode sus monumentos.—- El Mahabharata.— Necesidad de principios que sirvan (le cri- terio racional——Precedencia cte la epopeya al género lírico.— Aplicaciones á la India—Poesías religiosas. En aquellas regiones del Mediodia del Asia coili— prendidas entre el Indo .y el Gánges, donde la na- turaleza brinda con una exuberante vejetacion; cuyos montes jamás han siclo hollados en su cumbre por la planta del hombre, y cuyos nos más parecen dilata— dos mares, no ha podido ser débil la fantasía. Mués— tranos la India en todos los géneros literarios monu- mentos imperecederos de la más fecunda iinaginacion. Sólo la elocuencia no ha podido tener en este suelo desarrollo alguno, efecto ole las instituciones sociales, políticas y relígiosas que han determinado la vida pú- blica de sus moradores. Moderna, casi contemporánea es en Europa la afi— cion á esta brillante literatura. Sesenta años apenas hace que la Alemania se dedica á estos estudios con ardor, noventa y tres que ha visto la luz pública en lengua europea la primera traduccion del Sa.~c~ito, debido á los esfuerzos de Mr. \Vilkins, que publicó el episodio del Mahab/carata, que lleva el nombre de flha- qavac/g ita. En 1790 se publicó en Europa por el P. Wesdin la primera Gramática para aprender este idio- ma’, y gracias á los trabajos ole Jones, Schlegel, Franz, I3opp, Lasseu Y otros (jUC le han seguido P°”este ca- mino, hoy nos es algo más accesible el conocimiento de sus bellezas literarias. Pero si la literatura indiana es actualmente objclo, en todos sus géneros, de la curiosidad (le las civiliza- ciones occidentales, llama preferentemente la atencion EL MUSEO UANA1I1O. 171 el épico sobre los demás en sus dos principales monu— montos: el Ramaijana y el Mahahhaaata. Al ocuparnos de este último en los presentes artí- culos, no entra en nuestro ánimo hacer un juicio crí- tico de esta notable pioduccion, ni empeñarnos en resolver problemas que han sido hasta la fecha objeto de profundas investigacioi1es pala los orientalistas más distinguidos; Inuévenos sólo el (leseo de llamar la atencion sobre este género (le estudios, haciendo lige- ras consideraciones y atreviéndonos tal vez en alguna ocasion á emitir nuestro juicio, ífiie, por mUY (lesauto— rizado ~jiie parezca, p1~(11~11e1U05sieniple que sea conlorine con los principio.s de la rn~issana cnt ica. Graves dilicul lados han hallado siempre por delan• te los que han coiisagiado sus talentos al estudio de la literatura indiana. Y 5~fl(1110 por ello tratemos de menospreciar sus eruditos trabajos, puede hacerse en general una afirniacion, ~ ~ q~-’~se han aventurado COn hLlrta fiecuencii conclusiones que carecen del apoyo i~ue(101)011 piest arles sólidos antecedentes. Nos referimos al hecho de haberse viato por algunos en la India la coniradiccion de los principios que servian de criterio en las (lemas literaturas. \ no es que censu— reinos el abandono (le pninciph)s cua falsedad se ha- ya evidenciado, sino (Elle, apoyados tan sólo en conje- turas, porq~ie tales son lodo lo que ha podido !brmar— se de la literatura indiana, se dén por falsos, principios comprobados á la luz de todas las ciernas, donde por fortuna no reina la tenebrosa oscuridad (1110 en la asiá- tira. Aceptado se halla (01W) criterio racional en las in- vestigaciones literarias el que las primeras manifesta- ciones (101 génio poético habla que buscarlas en la epo- peya: dábase en lodos los pueblos este fenómeno cons- tante, y tratándose de motivarlo y íle hallar su razon, se encontró fundado en la naturaleza misma. 1 ~a in- fancia de los pueblos, se l)ieilsa acertadamneiite, se ase— meja á los primeros años del hombre, en los que pres- ta todo su asentimiento á fantáslicas creaciones. Esti- mulado casi exclusivamente por los datos sensibles, sólo atiende á aquello que hiere vivamente sus senti- dos; y al par que crédulo, sencillo, se siente conducido á la cre~cionde extrañas concepciones, elevando, so- bre todos los demas hombres, aquellos que han llega— do á regir los destinos públicos, ó que más se han 172 EL MUSEO CANARIO. distinguido en los combates. Tal es el carácter de la epopeya. Por el contrario; la poesia lírica se ha considerado como producto de la virilidad do los pueblos. siendo su carácter distintivo el revelarse en ella la personali- dad del poeta, y vista nacer siempre en los momentos en que los pueblos adquieren conciencia de sí mismos cantando cada cual el amor de que su pecho se en- cuentra poseido ó los sufrimientos que contristan su espíritu, no ha habido dificultad alguna en dejar asen- tado el principio de que la poesia lírica aparece des- pues que la epopeya ha llegado á alcanzar su más per- lecto desarrollo. Pero al ha.llarse la crítica frente á frente de la le- yenda épica El Itlahabliarata, y juzgando, por varias razones que tendremos ocasion de exponer, que su redaccion es obra relativamente moderna, pues que parece redactada con posterioridad á los escritos I3rah- mánicos, y sin examinarla en su totalidad con la ne- cesaria delencion, he aquí que no se ha temido abando- nar principios comprobados á la luz que derraman otras literaturas, ni asentar con demasiada ligereza, á nuestro juicio, pues la verdad no está aún dilucida- da, que el género lírico es la primera manifestacion de la fantasía. ~i por las razones que dejamos apuntadas estamos dispuestos á considerar inexacta esta afirrnacion que rio concuerda con la naturaleza humana, mayores mo- tivos tenemos para no admitirla respecto á la literatu- ra de la India. Y es que si la aparicion de la epopeya, como primera manifestacion de gónio, responde en to- dos los pueblos á leyes naturales que conciertan con las condiciones humanas, leyes de que no puede sus— traerse, ni contrariar, debe responder con mayor ficle— lidad en el Mecliodia del Asia, donde el individuo tien- de á empequeñecerse al contemplar aquella naturale- za gigantesca, y quizás se vó forzosamente obligado á anonadarse en presencia de las ramificaciones del himalaya. ¿Son eslas condiciones á propósito para la aparicion del género lírico, como primera manifesta— cion de la fantasía? De ningun modo: tenemos fé en los principios asentados, y, confiando en ellos, liare- mos, á reserVa de comprobarlo luego, la afirmacion de que el género épico ha debido preceder, en la Tu— tija como en todas partes, á la poesía lírica. EL MUSEo CANARIO. 73 1>rocuraremos comprobarlo en lo sucesivo. En nuestro sentir puede lener orígen la afirma— cion contraria, en atribuir el carácter de líricas á com- posiciones que realmente carecen de él. Suelen dividir los críticos el estucho de la literatu- ra indiana en (los grandes perí(~dlos: el Vedico y el Sanscrito. Ahora bien: ¿párle aquella afirmacion de llamar líricos ~ los signos, fórmulas Y ritos conte- nidos en los Vedas en sus distintas sec~onesSainhi- ta, l3rahmánica y Sutránica? Pudiera ser así etecti- vaniente, y por ello debemos dejar consignado, que siendo el carácter de estos libros puramente religio- so, no entran en lo~dominios de la lírica, cuyas notas distintivas hemos ligeramente señalado. Si la índole cte este trabajo nos lo permitiera, ve- ríamos corno los Sarnhitas del Rik—Vecla son en su totalidad himnos destinados á implorar la proteccion de la Divinidad; los del Sama—Veda y Yagui—Veda, versos tomados del ilik, y usados, con especialidad los del primero, en los sacrificios del Soma. Tampoco puede atriliuirse tal carácter á los Samhitas del Athar- va-Veda, en que contemplamos un libro de época más reciente y que contiene los himnos del período l3rah— mánico. Y finalmente, hallaríamos (jUC las brahmá- nicas sólo significan la union cTe los himnos con la práctica cte los sacrificios; así como las Sutránicas son colecciones de minuciosos detalles acerca de las fór- mulas contenidas en aquellas. Sólo puede aplicarse á ésto el nombre de literatu- ra sagiacla ó poesía religiosa, que, de conñirmidad con los estímulos propios del suelo, ha podido adquirir allí un desarrollo anterior {~.todo otro género, lo cual viene de nuevo á comprol)ar la verdad de los princi- pios que nos sirven de criterio racional; mas en mane- ra alguna puede aplicársele el nombre de poesía lírica, ([110 es, repetimos, la expresion cEo los propios senti- m ientos. EDMUNDO M. DE AGUILUL Madiid.—1880. EL MITSEO CXNARIÚ.

AGUAS MINERALES. ANÁLISIS 1)E LA~ hE SÁN’rx (~‘1’ALIN.i~.

(Con tinuacion).

investiqacion y ~CSO (le las sales de metales alcalinos. Despues de haber separado sucesivamente, por el método anterior, la sílice, la cal y la magnesia, eva- poré el liquido hasta sequedad y lo calenté hasta una temperatura roja. No quedando va sales amoniacales, el residuo, perfectamente soluble en el agua, contie— nc las sales de metales alcalinos al estado de sulla— tos, de cloruros y de fosfatos (~ícausa del exceso de fosfato amónico empleado para precipitar la magne- sia). La disolucion concentrada de estas sales no pre. cipitó cori el cloruro platínico néutro . 1-laciéndola cristalizar muchas veces, observé que las úlliinas aguas madres de estas sales precipitaban débilmen- te por el bicloruro platínico, sobre todo en presencia del alcohol, de lo cual se deduce que el residuo sali- no estaba formado por las sales sódicas y que el pre- cipitado producido por las sales de platino era una sal doble de platino y (le potasio. Tenia á mi disposicion el producto de la evapora- ciori de 50 litros de agua de Santa Catalina verificada junto al mismo pozo. El líquido incoloro y las sales depositadas en el fondo de la botella pesaban 1,001 gramos. El depósito blanco (sales insolubles) lavado en agua destilada pesó, despues de seco, 91 gramos. A fin de determinar la cantidad de sales de pota- sio contenidas en este líquido, lo evaporé cmi el baÑo~ maría, con las aguas que sirvieron á lavar el precipi— EL M1’SEO (IANARIO. 175 tado, Y fl0t(’~ iiiie se fornió ~0C0 ‘t POCO iifl depósito cristalino de cloruro sodico, y agila madre ligerainen— te coloreada de amarillo; no colltenien(lo sin embar- go señal de hierro, cuYa coloracinn eS (lehid~L[i alga— 11 as st us iaiicias orgi~Ui cus ca ¡ tias cii la vasija desi inada u~la evaporacion. Itecoipdo (‘1 clorum súdico lo sometí ¡í una nueva crisfalizacioii, y como este prod(tcíí) 110 50 seca ú (atT- se del cloruro c~ílei eO y ni agiiús ICO (fil e coii tiene, io lic disuelto en agua (lPSt i lada, ¡í cuya. di solucit tu , ¡i la temperatura de la el) u llici tu, lic añadido carbonato sódico puro, cii cantidad sit!icieii ~ ~ra precipitar to- das las sales túrreas; hecho lo cual lic separado los carbonatos cúlcico y inaglI (“5 iCO, y oh) 1 ~‘rigo,por me- dio de la evaporacion del líquido, unís de ~20()gramos de cloruro súdico casi puro y seco. Reunidas todas las aguas madres las lic cttncen- trado, y (1 epositen aún saI i uar ma u np tira q te lic se- y lavado con alcohol. Todas las sales obtenidas an terioruiente 110 smi pi~cipitad~tspor el bicloruro phtímco, aún cuando se eiiipleen soluciones saturadas y se les añailit despues alcohol, lo que demuestra que no con tienen 110 tasa. Las últiuias aguas madres, ;~ las que lic añadido el líquido alcohólico que sirvió para lavar las sales an- tenores, se evaporaron de nuevo, y el (0flj tirito dió 110 gramos de sales secas, de las cuales tolfl(” la mi- tad (55 gr.) las tntt(” cori un exceso de bicloruro ph— tífico y alcohol, y se forunó tlfl precipitado amarillo, granuloso, cristalino, que djú al ¡‘tire durante dos dias, al cabo de cuyo tiempo recogí 8 gr. ~2Gde clo- ruro doble de platino y potasio que sequé ~ la temn— l)eratula (le 100°, i~~erepresentaii ‘2 gr. 70 (le cloru- ro potúsico, ó séase 5 gr. 40 por 50 litros de agila ó O gr. 108 por litro. Este cloruro doble de platino y potasio lo des- compuse en un crisol de poi’c~lanay ú una tempera- tura elevada en cloruro potúsico y en platino, para lo cual fué pr~cisocalcinarlo muchas veces y aúii afia- dii úcido oxr’dico, y á pesar de todas estas precaucio- mies no obtuve sino ~2gr. 46 de cloruro potúsico, en 176 EL MUSEO CANARIO. vez de los ~gr. 70 indicados por la teoría; pero es ne- cesario tener eii cuenta que el platino indicaba conte- ner restos de sal alcalina, y que una temperatura muy elevada y sostenida ha debido volatilizar algunos cen- tígrarnos de la misma sal - El cloruro potásico fué luego analizado por me- dio del epectróscopo, no tanto por cerciorarme de su naturaleza, cuanto por ver si encontraba partículas de rubidio y de cesio; pero no observé ninguna (le las rayas características de estos metales. hice en segui- da precipitar el cloruro potásico por medio del biclo- ruro platínico, lavó el precipitado con agua destilada hFrviendo, de manera que se rodisolviese en el filtro la mayor cantidad posible, y descompuse á una tem- peratura elevada el residuo de cloruro doble por el procedimiento expuesto, y en el nuevo cloruro alca- lino sólo se notaron las rayas características del po- tasio. Para apreciar la cantidad de sales de sódio en un kilógr. de agua, debe recordarse que el peso del re- siduo de la evaporacion de un kiiógr. de agua en presencia del ácido sulfárico es de 9 gr. 96, cuyo re- siduo contiene cal, magnesia, sosa y potasa al esta- do de sulfatos y ~dernás sílice libre. Calculando las cantidades de cal y de magnesia encontradas en un kilógr. de agua en el estado de sulfatos, se obtiene: O gr. 3558 de carbonato de cal=sulfato cálcico anhidro, O gr. 4839 o gr. 6317 de magne~iaputa=sulfatomagnésico anhidro 1 gr. 8951 Ácido silícico 0 gr. 1076

Suma. . . . 2 gr. 4806 El precipitado obtenido en los experimentos pe- sa 9 gr. 96. Itesta para los sulfatos de sosa y potasa: 9 gr. 96—2 gr. 4866=7 gr. 4734. Luego, O gr. 108 de cloruro potásico correspon- O ~i’. 108 x 1090 . den a 9339 de sulfato potasico~0gr. 1261. Queda, pues, 7 gr. 473~—0gr. 126l~7gr. 3473 7 ~r. 3473 x730,4 de sulfato s~dicoque corresponden a 887,2 EL MUSEO CANARIO. .177 de cloruro sódico ó sea 6 gr. 0487. Por otra parte, O gr. ‘108 de cloruro O °‘r. ‘108 x/i’i3,2. potasico corresponden a ~330 de cloro, ó séa O gr. 031~?S Y 6 gr. O’i87 de cloruro sudico con- 6 cr. 0487 x í43.2 tienen (le cloro. 3 gr. 6703() El cloro de estos dos cloruros pesa. 3 gr. 7~158 El cloro de un kilógr. de agua . . . 3 gr. 901’i’i

Queda pues (le cloro. . . O gi~1798J Luego: O gr. ‘17986 de cloro conibinados con el O gr. 17986 x 69~,2 calcio, dan de cloruro calcico, o sea O gr. 28131 x 62~ O gr. 28131 que corresponden d o O gr. ~5363 de carbonato n~’iitrode cal. En cada kilúg. de agua existia O gr. 3558 de car- bonato cálcico n~utro;queda O gr. 3338—0 gr. ~3363 =0 gr. l0~2I7 de carbonato cálcico poi~coinlunar con el ácido carbónico. Tainlueii resulta que O gr. 38O~G(le ;ícido sulfú- rico anhidro, encontrado en cada kilóg. de agua, cor— O gr. 8026 x )O .

responden a ‘ de sulfato inagnesicu anht— dro, ó sea O gr. 87039, ~jiiecorresponden tarubien fi O ~r. ~8026x 2~O un peso de magnesia anhidro igual u =0 gr. ~270l3. Combinado todo el ácido sulfúrico con la inagfle— sia, queda O gr. 63 [711—0 gr. ~27013=()gr. 361381 de magnesia anhidro por combinar con el ácido car— 1)Único. O gr. 361~8Ix 800 O gr. 36i~8Ide magnesia arihidro~ de bicarbonato inagn~sico=1gr. ‘13706: y O gr. l0~2l7 O gr. 10217 x900 de carbonato neutro de cal igual a de

bicarbonato cálcico=0 gr. 1471 ~. No queda ya ni sosa, ni potasa, ni cal, m~inagne— sia, ni cloro, ni ácido sulfúrico; pero sí ácido carbó. nico. Con efecto: ToMo ii.—12. 178 EL MUSEO CANARIO. ~ gr. 15706 do bicarbonato magn6sico=i gr. 15706

—0 gr. 361581 de ácido earból)ico= . O gr. 705479 O gr. i’i712 x 550 o gr. l’i712 de bicarbonato calcico=

(le ácido carbóflico = . O gr. 089906 El ácido cabónico de estos bicarbonatos= O gr. 885385 Si del total del áCidO carbónico que SC liii eva— luado en 1 gr. 889, se resta O gr. 885385, ó O gr. 885, (Itleda 1 gr. OO’t de ácido carbónico libre. Luego, un litro de ácido carbónico á la tempera- tura de 0.° y it la presion de 7(30 milímetros, pesa 1 gr. 9805, que representa 507 centímetros cúbicos de ácido carbónico libre en cada kilóg. de agua. En resilutien: cada kilóg. de agua de Santa Cata. talma, contiene: Cloruro sádico . 6 gr. 04870 potásico O gr. 10800 Peso de las sales 2813~anhidro: 8 gr. — cálcico. O » O » ~ 72018 por kilog. de Bicarbonato cálcico 1 » 15~06 — magliósico O » 87039 agua. Sulfato magnésico. O 10760! Sílice 1 » 00400 Ácido carbónico libre. 990 » 275$~ Agua

Multiplicando estos ni[tmeros por 1, 00718 que expresa la densidad y el peso (id litro, se tiene el peso de los eleineiitos mineralizadores anhidro por litro: Cloruro sódico 6 gr. 0021

— potásico O » 1088 — cálcico o » 2833 Peso de las sales Bicarbonato cálcico O » 1482( anhidro: 8 gr. 7828 — magnósico 1 » 1651 por litro de agua. Sulfato magnósico O » 8766 Sílice O » 408’o Ácido carbónico 1 » 0112 Agua 997 » 3860 Peso del litro. 1007 gr. 1800 El peso de las sales obtenidas por evaporacion se t’levaba it $ gr. 47 por kilóg. Evaluando, en la fór— EL I%Ii1’SEO CANALIO. t~7í) inula anterior, los bicarbonatos de cal y de rflagneSia al estado de earhoiiatos nótitios, la cantidad (le las sales es de 8 gr. 28. A primera vista parece que la pérdida debida (t las operaciones practicadas es de 0, 19; pero una temperatura superior ~í 180°buhe— ra hecho bajar eSta cantidad de ~, 4~, ~ qtie P°~ la accion de una bhupara de alcohol, durante ai~n— nos minutos, se redujo ;í 8 gr. 3G, lo que dcinues— tra que la diferencia entre ambos resultados es insig- nificante. Ademds nada puede garantizar la pórulida total del agua en el residuo elevado ~‘t 80°,iii la re— duccion rigorosa de los carbonatos al estado de cal— bonatos ne’utros, y es sabido (JUC nunca sucede con el carlionato niagn(”sico. La presencia del cloruro cdlcico explica la deli- cuescencia del residuo de la evaporaeioll del agila natural. Los bicarbonatos c~tlcico y maglu’sico, perdieiido úcido carbónico al ~iirelibre, y inris r~pitlaiuenteatul duran te la evaporar ji ui, ~~an al esLado de carie ciato cdlcico néutro ~ de carbonato i1Iagu~’sieo1 iasico ~uese ilepositaii; y LISI es que SÍ’ observa un sediuieii t( ah u u- (lan te desde que se Si)11J{.’~e esta agua d la aceiou d’l calor.

- .1. 1~xnuiix. f(’on tiwziLi,). 180 EL MUSEO CANARIÓ.

LA GRAN ANTILLA.

COLEGIO DE PRIMERA Y SEGUNDA ENSEÑANZA DE i.’~ CLASE INCORPORADO AL INSTITUTO PROVINCIAL DE LA HABANA.

Dentro de los límites de nuestra modesta REvis- TA cabe no sólo cuanto directamente interese y se relacione con las ciencias, las letras y las artes en nuestra Provincia, como elementos (le la piPilica ilus- tracion y del verdadero progreso, sino tainhien cuan- to á esos propios ramos se refiera en donde quiera que sea, y muy especialmente si el desarrollo é iii— cremento de la más esmerada instruccion se deben á la iniciativa y cooperacion (le ilustrados paisanos nuestros (jUC al honrar altamente su nombre, lion— ran tambien el de SU querida patria. Poco más (le un año hace que el Dr. D. rlleófilo Martinez de Escobar lujo de esta Ciudad y Catedrá- tico de Metafísica de la facultad de filosofía y letras en la Universidad de la 1-labana, fundó en aquella capital, en union de algunos otros señores, un Co— legio de prii~eray segunda enseñanza con el título La Grao. ÁnWla, siendo nombrado el Dr. Martinez de Escobar Director literario del expresado estable- cimiento; y desde su instalacion, aquel centro de en- señanza ha merecido de la prensa y (le todas las per~ sonas ilustradas (le la 1-labana los plácemes más sin- ceros, no sólo porque nada deja que desear en su parte material y económica Y en su organizacion in- terior, sino que puede decirse que es uii verdadero Colegio modelo en cuanto al método y sistema de enseñanza, dándose, así la elemental y superior, co- mo la instruccion secundaria cori validez académi- ca, carrera comercial, idiomas, clases de adorno, EL MUSEO CXNA1LIO. 18I gimnasio ~ repaso de todas las asignaturas urtiversi— tarjas. Puede decirse que es ho el primer estaldeci— miento de su clase en la isla (le (tuba, y su resulta- do ha respondido al peiisai i iento (le sus fundadores el expresado Dr. ~l artiiiez de Escobar, 1). Justo 13a1— bós, L). Lorenzo i\Iestres y 1). Eiirtí 1ii e ( ~iI quienes al hacer pllI)li(a man if~stacion(ltd 1(roye(10, lo PXpli- ~~tronen los siguientes h’rini nos: «Tres puntos principales ocupan nuestra ateneion, los cuales responden al pensamiento que preside a la fuiidaeion «id 1 ustitu— Lo La Gran 4 nl (un; atender con especial esiiieiO á la enseñanza pri111ar~, dotar á los alumnos cid conociiiiicnto «le las lenguas vivas y oraanizar (le una manera completa la carrera comercial. «‘l’enemos el convencimiento cine nos ha dado el ejercicio (idi itiagisterio durante una s~rie continuada (le años, de considerar indispensable la perseve anda tic un in~t0(iO constante y precie— terminado desde cjue se conhieiizan los primeros estudios, para que pueda despues el jóvcn. al eatiar en los superiores, obtener el fin Lo deseado. Con el objeto de llevar á la esfera de los hechos esta er’encia, establecemos la ms truceion primaria completa ~ am— plitci~, (lividi~udolaen cursos con la graduacion correspondiente al adelanto del alumno. (ada curso que pasa dispoiu al niño ti ampliar los com)c ini ien tos ad tjni idos, y al fi ial izar sus estudios posee las nociones piceisas pitul loS usos de la vida y la cdii cacion intelcc Pial y litoral tic todo hombre ciii Lo «1)os grandes ven taj as repor La es te m~todo; los cjue entran cii la segunda enseñanza tienen adquirido el hábito de estudiar y pueden satisfacer ti los proerainas oficiales; los ({ilC 110 se dedican ti carrera profesionales, poseen ya elementos suficientes para no dejar ea lo adelante inaetiva su intelirencia, quedándoles, si so entreran ti la indolencia, el triste pesar, el cruel remordimiento de los que (tejan de cumplir el fin más noble y elevado (le Sil vida ~UO consiste en el desenvolvimiento (le SU espíritu. ((De mirar con indiferencia estos primeros estudios resulta (lite la enseñanza claudiea por su base y los esfuerzos del jóven se es- trellan ante la falta de preparacion pma adquirir verdades supe— riores. «Con el estudio gramatical y práctico de lencruas vivas creemos corresponder ti una necesidad que (le hoy en adelante se sentirá siempre con más fueria y pedirá inmediata satisfaecion. ((No es una conccpcion fantástica, sino verdad próxima ti en— 18~2 EL MUSEO GA.NÁ1UO. carnarse en la realidad, que Cuba, por su posieion geogrr~fica,es- tá llamada á ser punto de encuentro de las civilizaciones de am- bos mundos. «Cuando el isfino de Panamá dentro de pocos años desaparez- ca ante los esfuerzos del g~nio,dejando á los dos grandes mares confundir sus olas y mezclad sus ecos armoniosos, la Isla de Cuba con SUS puertos como lugares de recalada para embarcaciones pro- cedentes del viejo y nuevo mundo será sin duda el centro donde se encuentren corrientes distintas de cultura. Esta tierra bendecida por la Providencia y protegida por la Naturaleza, donde niejor re- flejado estará el espíritu del hombre para asociarse rl. su semejan- te y do consuno cumplimentar el destino humano, recibirá la vi- sita de todos los pueblos, y se encontrarán sus habitantes en la necesidad de colocarse á la altura do las condicioncs geográficas del país. El conocimiento do los idiomas se hará entonces impres- cindible, respondiendo rl.. esta situacion, además del beneficio que rcporta siempre la lectura do la obra en ci idioma de su autor, con- tribuimos á la satisfaccion de esa necesidad, haciendo en nuestro Colegio obligatorio y gratuito para los alumnos internos el estu— dio de las lenguas inglesas y francesas, durante una sñrie de años, hasta adquirir la costumbre de oxpresarse en ellas con pro— piedad y correccion. ((No puede ocultársenos tampoco ci prestigio que debe darse á la carrera comercial. La importancia mercantil de la Ilalana y al- guna de nuestras ciudades marítimas sobrepujará, realizada la co- municacion de ambos Occ~anos,á las do las primeras del mundo, y se hace necesario cjuo nuestros comerciantes posean los requisi- tos precisos al desempeño concienzudo de su puesto, que además de la actitud requiera estudios especiales. Muchos de los que des- cuellan por sus condiciones naturales y logran ocupar lugares distinguidos, preparados por la instruccion, nada tendrán que en- vidiar á los comercíantes extranjeros. «Deseando, pues, centribuir al desarrollo del comercio, oiga— fizamos de una manera completa los estudios mercantiles. «I)isponemos de perseverancia y celo, con que contribuir pci’ nuestra parte al fin y vocacion (le nuestra vida, y si obtenemos la confianza y proteecion de los padres de familia para lograr de la juventud los resultados apetecidos, nada nos resta que desear en nuestra desinteresada cinprcsa~. Que no ha sido vano el pensamiento; que la rea— lizacion del proyecto ini sido un gran bien para la isla de Cu]a que tanto tiene que agradecer á un lii— EL MUSEO CANAISIO. 183 jo de la Grau—Canaria, lo confirma el resultado ven- tajoso obtenido en los exáineiies ordinarios del pasa- do curso, y sobre todo el acto solemne de la disiribu— cion de premIos que Lauto ha elogiado la prensa cu- bana y cuya acto 1 iivo lugo el 19 (le Setieiiihre i’iltiuiw. La 1)iscus ion, diario (le la 1lahaiia, (‘11 Si 1 lilIIUP— ro del ~ del expresado mes, (Tice al dar citenl a de ~~ptella SOlPflhllidad «En el Colegio La Gran .1 nl ¡Ita se ha yen ficado el donungo último, el acto solemne de la adjudicaeion de premios u. los alum— fl05 it cjiiienes se designó al efecto en los exitinenes que cerraron el anterior curso ~tcad~inico. « La geremonia fu~presidida 1)01’ el Lector de la 1 Tlli\ei.si(l.l(l Literaria, l)r. 1). Nicoluís Jou~(lulierrez, y de sus ulanos i’ecibie— r( in los al ornnos de La Cia) 1 11 / itla las u ie (hill 05 y (11plonias que habiaii eonquis todo con su apli(‘uic ion. El ~i’. Escobar, 1) lee c del Colegio, i nau gui’ó el oclo c ni un notable d seuliso J1C fuL es— cuchado con (‘omplacencia por las allis selectas pei’s0n~5 de mies— b’a sociedad ca las ciencias y cii las letras. «En seguida, y Cuando todavia se oían las fiases (le elogio al ~‘i’. Eseohai’, se piocodiit it la t’ntrera y repai ticion de los pi’eiiiioS (1(10 lo~jitvenes alo rnnos aceptaban llenos de eniocion, einocion que iba it repercutii’ CFI 5115 earuíiosos pu~dres, entre los que (listin— gUilli()5 ~d gran clin leo 1 )r. (Lu’alt, l)i’. 1’elix, ( atedr~ítieode Pa tu— ioe’ía inídiea (le nuestra Universidad, ocupando scLi~dado lu2~l(’it la derecha del liector corno vocal (le la Junta (~ell~”l’al(le Ifenefi— cc’ncta cii su Seeeion (le Gobierno. «Es tos actos cuando se realizan (‘Oil la soleninidad que lo ha efectuado La Cian etn bito conmueven el alma y dejan un recuei’— profundo cii la memoria de esa •j iivenlud esperanza (le la patria, contribuyendo poderosamente al adelanto de las ciencias y al (les— arrollo de las inteligencias. «Adjudicados los prennos ~e sii’vió it la escogida eoncuui’i’eflcil( un excelente refresco; y allí en la rnits alegre expu’esion vimos it aluin— nos y profesores; it pad~’c~L hijos, it todos, en fin, los que liaban asistido it esa solemne fiesta (le la inteligencia, que ainenizit con sus marciales acordes la banda milital’ del Cuerpo de 1 o gen idos» Por nuestra parte pu] )licarenlos P11 el prúxi 1110 1fl~- u’ero el !ilosútico discurso del Dr. i\Iarlinez de Esco- bar Director literai’io de La (~‘an 1 n 1iI/a, ;í pl IPII enviamos, como Canarios, la feliri tacion m~iscordial. E. i\l. ‘i’ C. 1)l’~ T\1. 184 EL MUSEO G~NARIO.

1 L U S ION.

No te apartes de mí, llega ~ mi oiclo; Te necesito ta~~to. Que el inundo todo está descolorido Privado de tu encanto. Paréceme que escucho cautelosa Una voz indecisa, Pronunciar una frase misteriosa Que el alma diviniza; Es un blando murmullo, vaporoso, Que á un nombre se parece Lo escucho con delicia y con reposo, Y mi estupor acrece. Bien sé que tu promesa nunca es cierta, ¡Ilusion engañosa! Mas, ay! si á la desgracia estoy despierta, Prefiero en ci letargo ser dichosa. Ven, que en mi soledad y desvarío Miro lo que no veo, Y siento que al latir el pecho mio. No explico mi deseo. Miro en torno de mí, nada percibo: Mas cerrando los ojos, Una forma contemplo tan al vivo, Que cuadra ~ mis antojos; No me muestra la dicha su scmbIant~’, Sus ojos soñadores, Me miran con amor un solo instante, Y calman mis dolores. ¿Soñando estoy tal vez? es imposible, Que escucho en la distancia, Ese rumor del mundo tan temible, Esa cruel disonancia! EL MUSEO CANARIO. 18~ Y huyo do la verdad, y brisco ansiosa La ilusion que me halaga: Con ella llego á ser casi dichosa, Pues mis afectos paga. ¿Por qui~sueña el poeta con la gloria Que el mundo no le ofrece? ¿Por quó burla la fóbula ó la historia. Que tanto se engrandece? ¿No vemos para el hombre dicha tanta Que deslumbra la vista; Que enaltece el orgullo y nos cspan ta Y nuestra fó centrista? Es que la dicha (le grosera esencia Que en sombra estó formada, No puede combinarse ó la existencia Del alma delicada. Las plantas y las llores necesitan Adecuado terreno: Allí donde las zarzas mós se aei tau, halla el lirio el veneno. ¿Mas por qiló (livaear, si la amargura En el mundo se encierra, Ki sólo la ilusinu ó la locura Es riel alma la ~rierra? El alma riel poeta comprimida, Penuncia al desvarío, Y buscando su esfera ya perdida, ~e encuentra CII el vacio. ¡Ay! la decoracioa cambia de escena, Y al mirar descubierta La triste realidad, con honda peridi No Sd~sí estoy despierta! A~oEI.rM,\zzlNí. 186 EL MUSEO CÁNAItIO.

C~ó:NICA. CI:E~TT±:FICA.

EL fotófono .—El eTiZO.—Apa~’ato8 elóctr,cos .——Color netjro ina1te~’able.—Papel embalaje para /~los.— La Vijoña y el Guanaco.

El fotófono es un aparato en el cual los rayos lunn- nosos son los encargados de trasmitir y reproducu~ claramente los sonidos en ci lugar donde se halle el receptor. Se sabe que el cuerpo llamado selenio tiene la pro- piedad de ser más ó ménos conductor de la electrici- dad, segun haya estado ó nó sometido á la accion de la luz. Por consiguiente es fácil de comprender que si se introduce un trozo de selenio en un circuito eléctrico, en el que haya un teléfono, las alternativas de luz y (le oscuridad harán variar la fuerza de la corriente, y es- tas variaciones pioducirán un sonido en el teléfono, de manera que las vibraciones luminosas modifican la conductibilidad del metal selenio y estas variaciones de conductibilidad afectan la longitud total de la cor- riente y se manifiestan por la produccion de un sonido en el teléfono. E~profesar 13e11, en una conferencia que clió en Inglaterra hace dos años, afirmó cjue tenia con- fianza en poder oir poi este medio el paso de una som- bra por una lámina de selenio. i-loy el Sr. Graham Beil dá á conocer su invento y el instrumento de que se vale para telegrafiar á favor de un rayo luminoso, es un espejo plano de una sus— tancia flexible, •tal como mica plateada ó vidrio usado cii los espejos de microscopio, el cual sirve para refle- jar el rayo luminoso que ha siclo concentrado por me— dio cte una lente. La persona habla con la cara vuelta hácia la parte posterior de este espejo c~ueentra en vi- bracion y comunica sus vibraciones al rayo luminoso; el rayo de luz reflejado por el espejo atraviesa una segunda lente y es recibido en la otra estacion sobre EL MUS10 CÁN~ItIÚ. liii e~-ipcjO parah(Ii(0, Cii el lOCO (tel cual se ha coloca do un cleliliento tIc SCI(’(liO en el círculo de iina pila lo~ cal y de un teléfono. hasta hoy la mayor (listancia á q’~’~se han obtenido comunicaciones es la de 213 me— tros.—Cree el sabio 13e11 que pueden obtenerse resul— taclos i~icualquier distancia; pelo esta asurrion mere- ce comnprohanse por la experiencia.

1 flO (le los animales que con mayor interés debió— riii~osprocurar liii rO(luciI en islas es el erizo: este pe- (JUCñO cuadrúpedo poeta ~i’andes servicios ~t la agri— culhira; se alinien a de orugas, cig~urones, ci rara— chas, 1 )ahos s, ratas, etc., y en cainb [(.1 11k) produce da- ño alguno. 1 ~n animal tic (‘SI a clase i~uet~ui1obien hace con la destruccion ~le insertos dañinos, seria conveniente (1]. extremo, pues en varios puntos (1011(10 se lvui iii— troducido hai pro(llicidO favoma! des resultados.

1)icc un periódico que los conocidos ópticos Barce— loneses Dalnian han recibido elicargo (Id Ministerio de marina para inst alar en la flagal a de guerra Sa— (J (lo lo los aparatos elórtticos convenientes para su minacion, en igual ú)!mna (j lid los tieiien est ahiecido las fra~atasVictoria y Xo oeiocui. La prensa de esta localidad se ha ocupado en dife- rentes ocasiones (le suist it liii el act ual alumbrado (le petróleo por otro mós claro, y aún se han hecho pro- posiciones á alguna empresa (le gas; y ile seguro es— tana ya establecido este último alumbrado, si la cm— i~resano tropezase con la dificultad (le lo muy exten- so de l~ip01)laCioli respeCto á las pocas hicos que de- be (lar. Pues bien, el alumbrado por medio de la luz eléctrica carece de los inconvenientes que arredra ~ la empresa de gas, y siendo cierto como se asegura que la luz eléctrica es más económica que ninguna otra, ninguna ocasion tan favorable para pedir informes respecto al particular, y procurar tal vez con mayor economía un favorable adelanto á la localidad.

El tinte de anilina, tan usado en tintorería para teñir los tejidos produciendo colores (le gran persis- tencia, invariabilidad y brillo, se aplica tambien para 188 EL MUSEO CANARIO. dar color negro á las maderas, observ~tndoseel si- guiente procedimiento aconso~ado por Goclefl’roy: se prepara una disolucion acuosa de clorhidrato de ani- lina á la que se agrega una pequeña porcion de cloru- ro de cobre, con cuya preparacion se dá por medio de un pincel una capa fi la madera que se quiere teñir de color negro; y clespues se pinta de nuevo ó se im- pregna con una dlisolucion acuosa de bicromato de potasa que se aplica con una esponja. Repitiendo es- ta operacion dos ó tres veces se consigue dar á la ma- dera un hermoso color negro, de duracion indefinida é inalterable por la humedad, é inalterable tambien á la accion cte los agenles físicos y químicos (JUC habi- tualmente suelen obrar sobre la madera.

hoy iba se recomienda preparar el papel que ha (le servir para envolver los frutos destinados al em- barque, cuya prepL~raCi0nconserva mucho más el fru- to que los sistemas ordinarios. Las hojas de papel fi- no destinados al embalaje se sumergen en una cliso- lucion de ácido cilícico y se secan luego perfectameii— te. La ctisolucion del ácido cilícico se obtiene por me— dio del alcohol muy concentrado, diluyéndolo luego en agua todo lo que sea posible sin que llegue á de— terminarse la precipitacion. Las islas ( ‘anarias están llamadas fi ejercer esa industria y la única causa que ha impedido el que hoy se halle establecida en gran— cte escala es la dificultad cte conservar los frutos, cli— ficultacl (fllC hoy desaparece con la preparacion iiidi— cada.

En todos los países adelantados se trata con swno interés la cueslion de alimentacion tanto cte especies vegetales como cte especies animales. hoy se procura en Francia la aclimatacion de la Vigoña y el Guana- co especie cte cabras salvajes que viven en la corclille- ra de los Ancles á 3.000 metros de altura. La Lama y la Alpaca viven á mucha menor altura y se clomesti— can fácilmente. Por la lana se distingue la ~igoña de la Alpaca y del Guanaco, aquella es extraordinaria- mente fina y objeto de un importante comercio, y se fabrican con ella tejidos muy apreciados y de alto va- lor como son las mantas que los naturales llaman poncho: algunos de estos ponchos alcanzan el precio ~L MUSEO CANARIO. 189 (Le ,~•oQoreales, siendo el de los ordinarios con trama (le hilo de 800 reales. Mas para proporcionarse esta lana es necesario matar el animal, y la especie va cus— minuyenclo de una manera visible, como ha sucedido a con la Chinchilla. Las Vigoñas que en las moniañas se alimentan de una verha particular, se acostumbran domesticadas, ó. la alfalfa y 5. cualquier oleo forraje. Lii una palabra puede decirse que comen de lodo: se domestican con una facilidad extraordinaria, son eminentemente fami- liares y lle~an5. hacerse hasta incómodas. Al pasar del estado salvaje al domési ico, no su- fren sin grandes dilicultades el cambio de alimento. Las Vigoñas, los Guanacos ~ las Alpacas lo mismo que las Lamas se alimentan con facilidad en las parles montañosas de Francia lo mismo que en la cadena del Atlas argelino, y con cuidado pueden vivir 5. cualquier altura y serán uno do los mas bellos ornamentos de los parques y grandes propiedades, por su hermosura, gracia y familiaridad. En América y al pié de la corcli- llera (le los Andes, se ven con frecuencia considei’ahles ganados de Alpacas; este animal es el piodldiclo del cruzamiento de la Vigoña y el Guanaco, y al contra- rio de lo que sucede con los mulos, este nuevo indivi— tino se reproduce perfectamente. Los trabajos riara la aclimatacion en Francia se han perfeccionado y estudiado hasta el punto de que en cuarenta y cinco dias pueden ser trasportados des- de sus moradas en las montañas 5. Francia: quince dias se necesitan para tra~portarlos5. Buenos—Aires y de allí á Francia los conduce un vapor en veinte y cin- co ó treinta dias. \ícvon Gnu F3ASSAS. 190 EL MUSEO CANARIO.

EVISTA QI3I~ONAL~.

Noticias—El Museo y el Ateneo—Un hombre viboia —La ex— poSieiofl de Matanzas. —En el Parque.—I3nenas nuevas.— Tristes floticias. Somos felices. Tenemos ya funcionando el Circo ecuestre de Mr. 1’erroni y por tercera vez la Compañía de atletas rusos. De esta vez, los equilibrios van á ciar miedo. A pesar cTe que no hay dinero, todo el mundo concurreáesos espectáculos, sin ciue les retrai~a ni la baja de la cochinilla, ni la crisis laboriosa porque va pasando ]a Provincia. Oigo ?t todos la— mentarse de ciue no cobran; pero á nadie oigo larncntar,sc de que no page; y este es uno de esos sistemas modernos de compensa— cioii cjue yo tanto admiro. Pero sin embargo, ni esos que no co- bran, ni esos que no pagan han dejado ni una noche siquiera cTe concurrir al Teatro á aplaudir á la Gertrudis Castro, ó al Circo á ver á la Reina del aire Miss Kattie Feeley, y á Miss Clara Nen— mann cjue tiene unos dientes envidiables, y á pasar ratos cliverti— dos con las ocurrencias de los clowns y sus pantomimas. No parece sino cine mis paisanos fabrican dinero para que otros se lo lleven ó han descubierto tesoros enterrados. De cualquier modo que sea, la verdad del caso es que somos felices, y para colino de dicha se acabaron los pleitos; porque di- cen cine los abogados ya no trabajan, y esto si que es el non picas ultra cEe la felicidad. 1-lace tiempo sabia yo que muchos de estos Ahogados no tra- bajaban por (b~ficitde pleitos; pero ser Abogado con negocios, y no querer despachar; es decir, no cjuerer que la gente pleitee, es la más sublime de las abnegaciones. ~Loor al grcmio~

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Aparte de esta noticia jamás oida, pocas son las que tengo que comunicar de la presente quincena; porque el Museo (~nnarioha diferido la celebracion de su primera velada para uno de los cijas de la presente semana en que prnuneiarán discursos los Sres. Na— vario y Torrens, Chil y Naranjo, Millares y Martincz de Escobar y se leerán algunas composiciones poeticas; debiendo tener lugar el acto en los Salones del nuevo Teatro, prévio aviso á domicilio. En cambio el Ateneo celebró su sesion inaugural en la noche del 14, segun estaba anunciado, leyendo un bien meditado cliscur— so sobre las ventajas (le la asoeiacion su Presidente ID. Eufemia— no Jurado Donmin~ucz, debiendo celebrar el mismo Ateneo en la EE~ MUSEO CANARIO. 19~ noche del viérnes próximo nueva sesion en que principiará á dis— cutirse el tema referente á si todos los hombres tienen derecho á intervenir con su voto en la gohernacion del Estado.

Es curiosa la siguiente noticia que trasunto íntegra de un pe- riódico de Méjico, aunque es digna de puliese en cuarentena: «En el pueblo de Cuautla, perteneciente al canton de AuLlan, existe un individuo cuya escamosa piel es completamen te i gua! á la de las víboras, hasta ea el color verdoso; teniendo además la propiedad (le mudar esa misma piel cada año cii la estacion pie— sente, cfccluándose tal fénon~enode una sola vez y no por partes; de suerte que deja lo que se llama vulirarniente zic ion desde lo~ piós hasta la cabeza, la cual no tiene ni un solo cabello. «Una hermana de este individuo, que murió hace poco, mani- festaba los mismos fenómenos con más el de que fué cegando paulatinamente, porque la nueva piel iba limitando el párpado (le los ojo~,en forma circular, hasta cubrirlos (lel todo; lo cual está sucediendo tainbien al hombre que vive, quien tiene ya apenas unos pequelios círculos que le permiten ver y distinguir con tra- bajo los objetos, presentando así la repugnante figura de una ca- beza de víbora. «En Cuautla se conoce m’c estos infortunados séres con el noni— bre del hombre y la mujer víboras, y se atribuye tal fenómeno á que la mujer que les dió vida comió con exceso carne (le víbora pai’a curarse una enfermedad de la sangre. «Sea lo que fuere, el fenómeno es digno (le estudio, y ojalá q~iepudiera hacerse venir á esta ciudad u. aquel pobre hombre, para que se estudiara su enfermedad por nuestros médicos y pro- íesores~. Así se explica el periódico (le Méjico, y aunque parezca extraño el ver hombres con escamas, no es tan difícil encontrar por aquí muchos que andan escamados.

Hace muy pocos dias hemos recibido el prospecto ó instruccion para la Exposicion ~P°~clebeiá abrirse en Matanzas, Isla de Cuba, el dia 20 (le Diciembre próximo, sin que nos haya siclo posible comprender el motivo porque se ha hecho circular con tanta de— mora la mencionada Instruecion, imposibilitando de esta manera el que de esta isla puedan remi tirse algunos productos, por la falta material de tiempo. Tal vez nuestros paisanos residentes en la Gran Antilla com- prendiendo que nosotros nos hallamos en contínua exposicion, no habrán querido que nos expongamos aún más. Tienen razon.

A pesar de que las noches están ya algo fria~, no faltan algu- nas niñas que, tal vez buscando siempre el sistema de las cornpen- saciones, ván á solazarseal I’arque de San Telmo y allí paseando ó sentadas se entregan á amistosos ó amorosos coloquios. En una de estas noches en que la clai’idad de la luna apagaba el brillo de las más ardientes miradas, una señorita acompañada de su mamá se hallaban sentadas en un banco. Al lado de la jóven (por supuesto) se hallaba un galan que la dirigia tiernas, ardien- tes y melancólicas miradas. 192 ~L MusEo CANARIO. —~Quéhermosa está la noche! exclama de pronto ella. A mi me gustan mucho las noches de luna. —Eso le sucede á V., replica el jóven, porque es Y. muy poé- tica. no lo crea V.; si me gustan las noches de luna es por- que en ellas se ahorra la luz. Este diálogo me hizo sospechar que la tal jóven ha de tener algun parentesco con nuestro Municipio abrigando pensamientos tan afines.

Un pediódico de esta localidad nos dé. algunas nocicias, que son de agradecer; entre ellas las de haber aprobado la Diputacion provincial en principio el restablecimiento de la escuela de comer- cio en esta Ciudad (le Las Palmas. Siento por lo que á esta noticia se refiere, que haya sido en principio, pues hubiera querido más que hubiese sido en fines. Andando el tiempo diré los motivos. Otra noticia: llaberse acordado el aumento de ‘15 á ~O camas en el hospital de San Martin de csm ciudad, y la consignacion de una cantidad para adquirir instrumentos de cirugía para el mis- mo establecimiento. Hubiera querido tambicn que se hubiese fijado definitivamen- te el auniento, y respecto á la consignacion para la a(Iquisicion de instrumentos quirúrgicos, hubiera deseado saber la cantidad, por- que me temo ~ se consigne poca ó ninguna, ó que se consigne y no se cobre; y nos quedemos sin instrumentos; poi’que como so debe tanto á los establecimientos de beneficencia y no se les pa- ga, podrá ser muy dil’ícil que se llegue á recaudar dinero para los tales instrumentos, y como yo tengo mis motivos para temer- lo, ya mí. su tiempo los diré. Otra noticia es que impuesta la Diputacion del excesivo adéu— do de algunos Ayuntamientos á los fondos provinciales ha dispues- to emplear todos los medios coercitivos para su cobro, sin con- templaciones (le ningun género. llace tantos años que estoy oyendo lo mismo, que de entonces acá me han salido canas, y me temo mucho que le salgan á mm ehiquitin y el pobre oiga lo mismo tambien. Más adelante diré á Vds. las razones que tengo para explicar- me así. A pesar de todo, siempre son de agradecer en estos tiempos las noticias que no son muy tristes.

Nuestro querido Presidente clDr. D. Domingo J. Navarro llo- ra la pérdida de su anciano hermano 1). Luis Navarro y Pastrana que falleció en esta ciudad en la noche del 9 (101 actual. El Sr. D. Luis Navarro contaba ya la edad de 90 años, y en su larga vida mereció el aprecio y distincion de todos sus paisanos. La Sociedad del Museo Canario se asocia al dolor de su apre- ciable familia y envia el pésame más sincero ú su digno Presidente. Otra triste noticia. Nuestro socio honorario el súbio naturalis- ta Mr. Sabino Berthelot, autor de la 1-listoria natural de estas is- las y de varias obras de ciencias, ha fallecido en Santa Cruz do Tenerife, El mundo científico llora su pérdida. MAURICIO. AÑO I.Lis PAL1\rxs, flIG1EMIUU: 7 rn~ 1 880. Núi~i. 19. EL MUS~ØCilARIO.

UN RECUEIU)O Á I3EflTHEI~()T.

i3erilielot ita nnuerto. Las Canarias han perdido al eminente escii ter que hizo popular su Instoria en el mundo científico; la Francia, uno de sus hijos m~isilustres; la llama— u idad, una de esas ahiias creadas para la inivestiga— Ci011 , el estudio y el amor las ciencias y las letras. Nacido en Marsella el 4 de Abril de 179 ‘í, en me- dio de esa atmósfera republicana, cuna del nioviinien- to moderno, manifestó desde luce una aficion deci- dida á las ciencias naturales, y al ex~uueuy (lesclip— ClOil de los cuadros (fue la tierra ofrece la conteiu— placioii de aquellos ~iue saben coiiipreiider y auali— zar sus bellezas. Ignoramos si la obra de Mi. de St. ~incent, iaddi- cada en 1 801, 6 el viaje de 1 ~ticli ~‘tlas Canarias, y an- tes de éste los de Fleurieu, Pingre, \erdltn y flor— da llamaron su atencion inicia el archipiélago de las Afortunadas, ello es lo cierto, que en 821 lo (‘ticen- tramos va en la Orotava, donde al cia al pimblico ini Liceo \r Colegio de eiiseña niza privada, ci npresa qi te exigia en aquellos tienipos oscuros y calamitosos, 111111 fuerza de voluntad tan inquel irantable, y un amor fn la propaganda literaria tau decidido, qtte por s[ so- los revelaban cii el jóven muiarsellés una constancia, laboriosidad 6 ilustracion, precursoras de mayores triunfos.

La vista de aquel amen ísinm valle cori su es — pléndida vestidura tropical; la sombra del gigantes- co Téide, que se dibujaba constan temen te sobre el azul del Cielo, las riquezas que la flora del Arci tipié- lago ostentaba en aquellos inexplorados barrancos y ToMo u.—13. lo,’ EL MUSEO CAN~RIÚ. escondidos bosques, y los tesoros que en iuiueralo— gía ofreciari las elevadas montafias ~jue Ibruian el in- menso circo de las Cañadas, todo el conjunto de es- te magnífico espectáculo, hacía latir el corazon del jó- ven naturalista, que sentia despertar en sí mismo las dormidas aficiones de sus estudios clilsicos. Por esíe tiempo llegaba. ít Tenerife, despues de haber explorado el grupo de la Madera, el s~’ibichoti’t— nico Mr. P. Darker—\VeI b, y coinprendi endo am] )O5 que de la lísociacion (le sus trabajos podia resultar la obra, que cada uno hacia tiempo soñaba, formaron uii plan uniforme, se clistri]iuyeron entre sí las ma- terias, trazaron su itinerario, y emprendieron juntos esa larga ~ fructuosa campaña por estas Islas, que liabia de enriquecer la ciencia con la obra monumen- tal, que luego se piih1ie~en Francia, bajo la protee— cion de aquel ilustrado Gobierno, pu])lieaeion que tuvo lugar de 1836 ~ 1 8~íO, con el título de ¡listo— »ia Nalu~,’al(le las Islas Cana.eias. Esta obra, desde su aparicion, colocó á Bertlielot en el puesto eminente que le sefialaba la opinion pú- blica, Insta apreciadora (le las nuevas y curiosas iii— vestigaciones, históricas, científicas y literarias, que respecto mí este Arcbipi~’1agose encontraban en sus p~Igiuas. Prenno de su m”rito fué el Consulado que se le ofi~eeióy admitió entonces, viniendo á estas islas mí ejercerlo, por los años de 1848 á 18~9.Fijo ya su do- inicilio en esta Proviicia, 110 descansó un solo iris— tante el ilustre sábio en sus trabajos de investiga— cion, que sólo liahia de interrumpir la muerte. Extensa seria, y ajena de nuestro propósito, la simple enitmeraciou de las obras, fhhletos y memo— rias en que ejercitó sim incansable actividad, sólo re- cordareinos, como complemento mí su grande obra antes citada, la que recic’nternente l~i1)~1blicad0 en Paris, y liemos podido todos estudiar, bajo el iioin— bre de A n tií/i~e(la(i~esCan~ti~ias, enriquecida con profusion de grabados, que ilustran y aclaran el texto. ~uantos viajeros, desde la publicacion (le 5U Ilis— toria natural, han escrito sobre este Arc1upi~1ago, 1~LMUSEO CANÁnIO. 195 han saqueado ~t manos llel1aS el tesoro de sus p~gi— nas, rindiendo algunas veces el debido tributo d la vasta ei’udicioii de Sil iiiitoi’, j)or(jLie i~ I3CrLlielOt SO delio la parLe descriptiva y de llarracioli historie, geologica, l)ililiügrdfiea y filológica de aque]la grande obra. rI~1nhl)ien, todos lo que se han honrado con su amistad han podido apreciar cii su j us Lo valor los ~ mn timos de aquella elevada inteligen— cia, Liii entusiasta P°’~los ~~oiitínitosp1~0g1~50sdel sa- ber y t~uidispu sta Siempre ¿í ¡ lustnir coiii su reco criterio, cualquier asunto que SO PelaCiullala cmi el pasado y por\enir de la patria querida de su adop— (iOll. El qn e consagra este d (‘1) ji recuerdo u Si i un ‘1110- ria, ptwde asegurar que en la extensa correspouidencia que de ói posee, no hay una sola carta donde no se revele su acendrado amor u estas pobres rocas y su culto profundo ú las muís elevaduis nianiL’staciones (JIlO hoy agitan al mit udo do la ciencia. En el campo sin límni es de las especulaciones na- turales, en la po11 tica y cmi la religiuui , si is ideas se encontraban siem ~ipie a la altura de su u privilegiado talento, que los afios 110 llegaron nunca ~t debilitar, ni aún, por 1111 solo inom lien Lo, ul oSctlrecN. S~aiiospermni Lelo, como lioui ienaje Lii] ni Lailo ~t st! niemi ria, y en co 111 pn d ac ion de lo t~ue(lc~¡iii 105 ex— lme~o,C( ipia r y tui ducir un puírrafo de una de sus irinelias caiLas, en la que el no]de aliciano niauii fies- ta con toda claridad y firum tera. sus leales conviccio- nes cien tíficas: creo en el translbrnusnio, nos decia eu de ~ oviembre de i 87~l)ios no ha creado especies, góneros ni variedades, lan sólo ha creado g~’rinenes que, en los diferentes ehuias donde se han esparcido, se han desarrollado bajo la hilli uneLi del iuedio iii 11- biente, con todos los caracteres típicos que la ley de la herencia por generaciones 6 atavismo ha perpe- tuado en seguida. Ya lo afirmo yo en nuis ~Aiitigüe- dades Canarias». El inundo ini sido creado 1 majo tina unidad (le conlposic 1011, iflás 1den que 1 nij Oil na tui i — 196 EL MUSEO CANARIO. dad de ereacion. Soy poligenista. Nunea se l1egar~i~ la síntesis de la creacion, porcjue se ignorarún siem- pre los verdaderos elementos que constituyen y com- ponen los séres. Esa esencia divina que se llama es— pttita1~dacI,esa alma universal, esa rn~aritalis es inmaterial, es (lecir, es invisible ¿3 i neonipreusible. El espíritu humano 110 puede salvar esa frontera; pretender hacerlo es caer en el vacío. Conten t6i~u— nos, pues, amigo mio, con el estudio filosútico de la naturaleza que nos proporciona tantos goces, y pres- ta tan tas satisfacciones i’t nuestra razon, que ya hoy posee bastante virilidad para hacer brotar esa reli— gion del porveiI~r,que germina tanto en vuestro co— razon como en el fl1~O)~. Este era I3erthelot. Gloria á su nombre, que será inmortal en las Ca- narias, mióntras haya entre sus hilos inteligencias que sepan rendir culto ¿t la patri~t,á la ciencia y (t la libertad.

AGUSTIN i\IILLARES. EL MUSEO GAZ4AIUO. 197

PLANTAS ÜTILES QUE DEBIERAN PItOPÁGAESE EN CSXLIUAS.

Árbot dci pan. El árbol del pan (Ártocarpus incisa), ori~inm’io de las islas de la Oceanla, fue introducido primera- mente por los ingleses en sus colonias de la India, donde so habla tenido noticia de ésta curiosa planta por lasrelaciones de Bougainville, Cook y otros via- jeros. H(zose célebre tambien por el terrible episo- dio del (3apitan l3ligh, enviado por el Gobierno in- glés á la isla de Otahiti, en 1788, en busca del pre- cioso vegetal para trasportarlo it la India. El 6 de Enero tecaba Bligh el puerto de Santa Cruz de Tenerife, donde so detuvo cuatro dias para hacer refresco, volviendo it hacerse it la vela el 10. Ya en el Cabo de Hornos, it causa de los malos tiem- pos y lo adelantado de la estacion, hubo de cambiar de rumbo, diri~ióndoseal Cabo de Buena Esperan. za, adonde llego el 23 de Mayo. EL 1. de ¡Lillo vol- vió á la mar; y dospues de una corta detencion en la tierra de Van Lhemen, avistó por fin it Otahiti; desembarcando en la babia de Matavai, el 26 de Se- tieinbre, despues de un viaje de 27,086 millas. Detúvoso Bligh en aquella islahasta el 4 de Abril de 1789; en cuyo dia emprendió el regreso, cargado su buque con más de mil ejemplares del apetecido árbol, Rlantados en macetas y cajones, con abundan- te provision de agua para regarlos. Pero la tripulacion, desmoralizada con la holgan- za de aquel paraiso y los fáciles goces de la vida in- dia, se le rebeló, it los 22 dias de viaje, capitaneada 198 EL MUSEO CANARIO. por el segundo de u bordo, Mr. Christian, alzumndose ecu el buque y abandonando en alta mar al capitan Iiligh y 17 compañeros en una lancha provista de víveres; concesion debida tal vez á un resto de afec- to Ú ~i1i’eirioidiinieiito del infiel oticial, á quien el comandante hahia distinguido mucho en su trato y amistad. rIler1~ihleera la situacion de liligli y sus con pañe- ros abandonados á los azares del mar en tau fr~gi1 emliarcaeion. Sin einluirgo, pudo llegar fi la isla de Tiuioc, flespues de un viaje de 1,200 leguas. Vuelto illigli fi Inglaterra, emprendiú liii Scgull— do viaje con dos buques; y pudo entonces llevar fe- lizmente fi su destino unos 1 ,20() ejciiiplares del uír— lot del pan. i)csde entonces se ha iiiultipheado mu— (110 cii todos los climas calidos y templaW is.

~\) es solamente éste firbol, magnífico pa~~ador— III) 1101 Sil denso Ibilaje (oluptiesto ile hojas de dos pu’~s medio de largo, recortadas en E 1 , 1 3 d mmifis tiras, forinaiido elegantes rosetones, sino que es de mucha utilidad por sus frutos. ~ou ihstos de fbrma globosa, de unos 20 centímetros de diámetro, coiiipuestos de las llores ieiiieiiiuas soldadas entre sí fi la manera (le las pifias, ~ llenos de una pulpa blanca y compacta. La variedad fértil, que constituye el tipo de la. es- pecie, lleva los frutos cargados de semillas parecilmis a las castañas comunes, y se comen cocidas, aunque el gusto es más iiisípido que el de éstas. La variedad estéril 110 dfi seimnilas; sus frutos cocidos se parecen fi nuestros ñames, ú más bien uí batatas algo desabri- das, peio (le una pasta muy lina. En la India y en la Oceanía se les piepani de otra manera: se les corta en tajadas gruesas fufes de llegar el fruto uí su coni- pleta madurez, y se asan sobre 1 irasas o cii el horno; raspada despues la I)arí(’ carbonizada, queda la pu1— pa, que se conserva blanca, y tiene el sabor de pan de trigo, segun se dice, coli algo del corazon de la alcachofa. Este es el alimento cotidiano ile los indios de la Oceanía; y tarubien, como el árbol está cuatro EL M~SF~0(ANARIU. 1 90 meses en el afio sin frutos, los otaliitianos prei~iraii con éstos una p~s~w~wfarnionta, sin volverse iícida mucho tiempo, y les sirve para confeccionar su pan al horno. Las dos variedades casi iio se dist lgueu al exte— rioi Sino por la ft)rlIia del fruto, ~jiie es erizado do i~iasblandas en la planta f7’rt u, y liso con aréolas poligoiiales (restos de las flores constan tomento afa e— taITas) en la plaiita estéril, o ¿pie no d~isemillas. Esta SO inul tipliea fíOi Iineo te por separacion de las ralees, y la otra, Senibralido las castañas cwuido aún estúii frescas.

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El ~rhol del paii , ¿le castañas, es casi silvestre en la isla de Puerto—itico, Y la otra YOiie(lad, llanmada (le fa 1wii~t,se 1 ma ni uit i ph cado con anta fao ¡1idad, que dentro de poco tielilpí) sr’ liarií taml 0011 silves- tre. (10100 casi todas las plan tas lechosas, iio exige terrein ¿s hueiios iii riego. Es tilia planta, cii liii, que prosl(eraria oil iiuestio suelo, y sus frutos serian un gran recurso iu ea la gen e pobre, va coci dos, o usa— (los Oil rebanadas, va extravendo la léciil~i () harina para hacer 10111 (1 LIFilli te (‘1 iliYi erno. (~niio plan la de adonio (‘5 ulUle ifal¿le, rei tuiiend~ ademas la ven— Laja de smi riípid() ¿‘recunieiito. 1 ~ero seguraineni e no prosperaria en los parajes donde el frio del invierno se ha ce sentir mucho.

o vamos a (nuparmios de la plaiita (ollolida en nuestro país (011 (‘sto iioiiil(ie, y (‘5 tIna de las ~ ie en las Antillas es 1)aflolas s’’ llamríaii qa a ¡las y 11/ (1 fan—

~‘~• Ilahlareiiios de los verdaderos fianies, ~I111’ SOlI IiflhtS plai~tassarnien losas, de la familia de las Dios— CO)’eáCe((S, parecidas las 1 ¿ittatas eii el raiulaj Y (‘11 el modo mie echar los tubérculos emi las ra ices. Púln— tanse tanuhien 001110 aquellas, y sim cultivo es couuio el de las patatas, ~t las ¿JUO sustituyen cii nuestras An- tillas. Cultívanse especialmente tres clases: el ñame de EL MUSEO CANARIO. (iiiinea (Diosco~ea cayei~neusis), el ñame de agua (D. al(IIQ) y el mapuey (Ji. ti~t/ida)(*); ~Ste último con tu1)~rcuIosblancos ó morados, segun las varieda- des. Estos fianies, que los naturales de Puerto—Rico prefieren ;‘t las patatas, y son mucho mús productivos (fue (‘~stas, Sili estar sujetos á ninguna clase de en— fermedades II i enemigos, de] )eriall propagarse en nuestras islas, corno reuglon muy importante de ali~ inentacion. ‘[‘eos ¡,ito. Llaman así eti Francia una ntieva graillíllea un— giiiania (le (~itaIvmnala(B.ea na 6 Eae/i tacita lu~a— ~ians), (lite (‘5 la planI~Tforrajera por excelencia. Su porte es parecido al (lid Ulaiz, pero crece hasta tres metros tTe alto t~ty ahilii iiiitclio (lesde la 1 ctse, con la gran ventaja de ser vivaz; sus tallos son azucarados y cons~ituvcnini excelente forraje. Nueslru clima es el niás ú propósito para sim cultivo, Y por d~pronto P° deuios asegurar que las senullas nacen con la m isnia facilidad que fas del niaiz, y se les vó desde luego la tendencia ;t ahijar apenas nace la idanta. Por esta ra- zoii hay que ~a~ner las semillas bastante sepatadas, imes que (ada mata forma una espesura de más de un metro de ancho. (**) 1)oulNuo BELLO Y ESI’INOS~.

(*~ Los iioiiibics vul~arcs son los usados en Puerto—lico. (**) Tenemos entendido que de alEun tiempo á esda parte se cultiva esta planta en el Botánico de la Orotava, correspondiendo en lozanía á las descripciones que cTe ella se hacen. EL MUSEO CANM-tIO. 201

EL \1A11~\flhJA1L\.TA.

TI.

I’rineipaIe~Cuestiones (file se susei(aii ~ los oiieiitli~tiei.—--Upi._

niones aceeea del objeto de es te polilla .—---( i~tiia Ile 10-1 miS— mas. —Epoca (le su redite ion. —Es mdio cii tico solue este pun—

lo-—Juicio de Lassen . —( i la de \Vebcr. hechas en el artículo prece~lente las o] ceraciones indispensables para proceder con el 1)Osihle acierto en lo sucesivo, y esta]decidos lo~pri ilcipios capitales que nos han de servir (le criterio racional en nuestro estu- dio, debemos va enunciar las dos cuestiones principa- les que haii ocupado la atencion (le los orientalistas respecto del poeiiia en cuesí ion; á saber: ¿Cuál es el objeto del Mahahharat a? ~ ¿,Cuál es la época probable tic su retlaccion? Los críticos que se han dedicado al esi tidio (le esto pocli~, piensan de muy distintos modos acerca de la primera. Unos, entre quienes figura el docto Lassen, piensan que el Mahal ihaiata 1 iene por objeto cantar una guerra de exterminio que debió tener lugar eii tiempos imiv remotos entre el reino de Rurus y el do los Pankalas, conducidos por la familia (lo Pandus. Otros, clcspties de varias consideraciones que exanli- naiemüs á su tiempo, manifiestan ~1(lO Cli efecto pare- ce revelarse en su fondo una encarnizada lucha; mas, dada la época en que colocan su redaccion la amis- tad que reina entre los pueblos mencionados, conclu- yen no ser posible aceptarlo como verdadero, conside- rándolo sólo como una cleacion de la fantasía. Veamos si es posible formai juicio acerca de un asunto en que se han expuesto tan encontradas 01)1— niorlos. Los sostenedores de la última han colocado la épo- ca de su redaccion durante el reinado de la familia do 202 EL MUSEO CLN&BIO. los Pandus (siglo V antes do Jesucristo hasta III do nuestra oraf, despues, por tanto, do la literatura brah- mánica; y habiendo visto consignado en ésta que los dos reinos so hallaban 4 la sazon unidos en estrecha amistad, rno ¡tallando nada con posterioridad quere- velo esta guerra de exterminio, concluyen que el mo- tivo del Mahabharata es una fábula inventada con el (inico fin de haLagar ol orgullo do la familia reinante en diferentes comarcas do la India. EL enlace de las dos cuestiones anunciadas es evi- dente. Por eso tenemos quehacernos cargo de la se- gunda, y resuelta, hasta donde nos sea posible, volve- remos A ocuparnos de la primera. ¿Es motivo suficiente para colocar la total redac- don del Mahabharata entre el siglo Y antes, do Jesu- cristo, y 111 do nuestraera, el hecho de encontrar á la familia de los Pandus reinando en este periodo? (‘roe- mos que no. La familia de Pandus, aunque en dicha época reinan, pudo muy bien ser la que condujera en otro tiempo 4 los Pankalas A la victoria sobre los Ku- rus; hecho que debia traer por consecuencia su en- grandecimiento y pudo haceile accesible al freno en otros distintos reinos del Indostan. Añaden los críticos que es sumamente extraño que Megasthenes, que fué por muchotiempo einl)ajacLor de teléuco en cuadragu~ita,no haya tenido conocimiento do este notable poema, que los viajeros posteriores pudieron conocer It. pesar de ser su paso transitorio. Al observar la estructura del poema que nos ecu- pi, déjase ver desde luego que hay en él una parte que revela mayor antigüedad. Respecto 4 la materia poética, nótanse tambien diversidad de asuntos de donde hapodido colegirse con razon que el Mahafiha- rata, en el estado en que 4 nosotros la llegado, es una gran coleccion donde se han Ido ordenando poemas varios para tenerlos reudidos en un cuerpo. Titn im- portante es esta observaclon, que nos atrevemos 4 pensar que ha servido y~servirá para resolver gran número de dificultades. Todo lo que hace relacion 4 la guerra entre los Kurus y los Pankalas no compone en totalidad una cuarta parte del Mahabharata; veinte mil glosas próximamente, y el resto son, en general, himnos y composiciones del género épico destinadas 4 cantarse en las fiestas de los Reyes 6 que narran el combate de los dioses con los demonios. EL MUSEO CANARIO. ~O3 hay una circunstancia especial muy digna de te- nerse en cuenta por la crítica; y es que se contiene en el Mahabharata un fragmento puesto en boca (le Vais- hampayana, duran te la celebracion del sacrificio de las serpientes, ofrecido poi Jonainejaya y sus herma- nos: fragmento escrito cii ~ro~i que acusa la in;~sVe— iierable antigüe(I:ul ~ CUYO ()b~etOes la narracion de la mencionada guerra. ¿~Esésto explicable pensando que la reclaccion total (101 Maliai)b;lrala ha tenido lu— gar eii ~na época relaliva~iienle mo(lerna? fl(’ tanto peso es esta Ol)servacion, IIiIe tu hecho (leCiF 1~Alber- to Wreher, que ini a conf eciiuien lo no o]de debe ha] er sohreveni(lo en la familia (le los Paraixitas, que (le— hio llamar la al cncioi 1 loda\ la C’1~los 1 irlilpOs eii ([110 Inc rC(laCt o (lo el U rau iiana—\ C( la; pelo ( ~ue se ignora eu(i 1 fuera ésta. 1)e ls antecedentes exj )uestos poíienlos dediici r: que la obra (filO con el noiiP Ile (le ~\ialiahharat a ha llegado hasta nosotros no es, en manera al~uno prodllcto de la imauinacion (le un solo hombre; y au iique se seña- la como sit autor ú Vvasa ¡ ~arasarva, lo cual se cIes— prende (tel texto (tel ‘i’ait 11 rivo—A ran\~Ika,don( e apa— rece oque1 n~mli ire Ui iiclo al (l( \aisli in— Payo CIa, no obstante, éstos debieran ser incios compiladores. Yo de otra manera se explica la variedad (le mal erias y leyendas que le componen y qii~acusan por la ex— tructura lexicogrídira muy (hstinta antigitedad. \dnii— tida esta hipótesis, ~ies que tal flOmiil)le puede d~rse- le, debe va hacerse explicacion (le por qué Megasihenes no se ocupa ([el Mahohhaiata, pUC~sno se babia (oleO- cionado en su 1 ieIflpo, Y (01110, ( lespui es de formada, constituyendo va un monumento notable, Juan podido darnos noticias acerca (le ella los viajeros de la India. Y tanto menos extraño sei~’iel silencio ([el embajador de Seléneo, si pensamos que esta epopeYa, quizús, no llegó ~ obtener gran número de lectores, ni llamó la atencion de los indios mientras no apareció formando paite cte la coleccion, lo cual parece tener completo apoyo en documentos posteriores cine consignan ha— bei sido en algu n tiempo la lectura favorita. Pero haciendo gracia (le las consideraciones ante— riores y suponiendo aún lo que no es posible Slit>( )ner, que el poema aislado tuviese desde un principio tanta importancia como la coleccion cte Vyasa pama (leber’ ser conocido de Megasihenes, nosotros preguntamos: 20~ EL MUSEO C~N~RIO. ¿es realmente justa causa de extrañeza la que Weber expresa? ;,lIay suficiente motivo para afirmar que poi~ no haberse mencionado por aquel, el Mahabharata no debió liallarse escrito en su tiempo? Para contestar á esta pregunta bastará pensar en una sola circunstancia que no se ha tenido en con— sicleracion por el distinguido orientalista: y es, que siendo Bahar la ciudad de los filósofos y hombres tic letras para quienes fué mandada edificar por Krishna segun las tradiciones de la India, y hallándose esta ciudad, donde muy prohah1eii~ei~tese redactó el poe lila, á gran distancia de la desembocadura del (lán— ges, donde la edite y las escuelas brahmánicas tienen su asiento, y siendo muy difíciles las comunicaciones por entonces, puede muy bien explicarse que Megas— thcnes no tuviera conocimiento de di y que los ~‘scri— tos brahmánicos guarden el silencio que tanto le lla- ma la atencion. i ~o que no vemos por nuestra parte motivado es, p~i~tanto, la extrañeza (101 crítico cjue 110 se extrañalia de que flerodoto, poi estas mismas c~r— cunstancias, no nos clescriba más que los países situa- dos sobre el Indo v los septentrionales cte la peiiínsula cte allá del Ganges. Nada, por tanto, hallamos hasta ahora (lUC pueda motivar el aserto de ser retal ivainente moderna la epo- peya en que se canta la destrucrion del reino (le hu— rus. Nos haremos cargo, no obstanle, en el curso (le nuestro estudio, de algunas otras consideraciones en ([110 ha querido hallarse por los críticos motivo sufi- ciente para deducir tal conclusion. Pero clejanclo de antemano asenlado que no se puede hablar de la redaccion ([el Mahabharata, fijándola en determinado períocto, porque ha sido obra de gran número de ingenios, sino tan sólo cte la agrupacion en un cuerpo, habremos quizás encontrado la llave para ciar solucion á una gran muchedumbre de cuestiones. Por falta de atencion d esta circunstancia, es por lo que se han visto con mucha frecuencia distinguidos críticos en presencia (le (lificultades i~L~ vista insuperables. No poseyendo á lbndo el sanscrito y re— husanclo, al propio tiempo, el trato de los que, no va á la forma, sino á la extruchira graniatical han consa- grado su talento, no se hallaron en camino para venir á soluciones satisfactorias. Para nosotros, la clificul— taci está vencida por medio dic la fórmula propuesta. El. MUSEO GAXAIIIO. 20~ Tanta es, á i1ue~tlo ~uieio, la tI’ascen(lelicia (le 110 haberse valido los (Tílicos de principios fijos que le sirviesen de norma en ~us especulaciones, que el mis- mo Lasseii, cuya antoridad nos es tan respetable, no ha podido cvit~ir(1 es sus efed os, cayendo en con— tradiciones, en su hucii sellti(lO, iiiexplicaldes. Es Opi— iiion de este autorizado orientalista que en los iiiás IT- niotos tiempos debió exi~tir una lucha entre los (LOS reinos ya tan nombrados (le Kurus y Pankalas, lo cual constituye el objeto principal del Maliabliarala. ¿Y cuál no deberá ser, por coiisiguiente, la extrañeza ([el ({1TC atenLunento le esludia, al verle consignar, tal vez olvidado de lo ~jue en otro lugai doria, (fue el 1 )atta— nntra, Rey de los Jayanas griegos, que tomaron parte en la lucha principal, debe ser J)emnetiio, cuyo i’eina— do tuvo lum~’arunos doscientos afios antes (le J esUcris— lo, seglili se cOniprUel)a por una ii~scripcioiidel siglo 11? La identificacion (le estos dos peisoim es exigia que Lassen hubiese deiiiost rado la existencia de la lu- cha por tales tiempos; ~ esto es, no sólo lo que no ha- ce, sino lo que ahiertaineiite rechaza. Ya lIemos hecho notar en otra paite las d ificulta— des f~ueá \Veher se pre~~11(Lfi)Lt11al fijar la época de la redaccion de nuesiro poe1nLl, pensaiido P~rpunto ge— neral que debió ser p sterior á la hialinián ica; y alio- ra deheiniis :isiiiiisiflo roeti licai una 01 ~inion que fun— da cii las observaciomies (le 1 ~assen. Este Inihia (lid io en resúmen: Iden t iíica lo el 1 )attan 1 it ni ([el Mahahha— rata con el Demetrio de los griegos, la ieclaccion del poema, fi pesar de la remota antigüedad ([UI) revela, debe ser posterior al siglo JI ~antes de ~Jesueristo). Y ~Veber, mas lógico sin ([lTda alguna, ha sacado esta nueva conclusion: Dando p01 cierta la identiiicacion de Lassen, y hallando i~oreste tiempo ~ Post CliOl— mente unidos por estrecha amistad fi ios Kiirus y los l~ankalasno es posible pensar que la lliclla haya teni- do existencia. Y luego añade: rf~U11hie11pudo sticedee que las cosas llayan ocurrido de nmu distinta inane— ra y que la victoria, en liii hiio caso, fuera pala los Ku- rus. Confesamos sinceramente que no hemos podido al- canzar cual sea el motivo de la segunda parte (le la conclusion de Weher, (jue, fi nuestro tncio, sólo de- muestra una vez más los extravios fi que puede dar lugar el abandono de principios (file sirven (le criterio 206 El. Mt’SEO (ISNABIO. racional. Asi, pues, la época en que fué redactado el poema en que se canta la lucha de estos reinos, no es suscep- tible de fijarse por sólo ION datos que actualmente po- seeznos: puede, si, afinnarse, que ésta debió haberse verificado en un tiempo en que no ha logrado ver con claridad el ojo del historiador; y que la solucion de os- te problema no puede hallarse sino con el concurso (le los tral)ajos lingttisLicos que en lo sucesivo se prac- Liquen. Otra do las razones expuestas por Weber en apo- yo do su opinion, se expresa por él en los siguientes términos: En los brahmanes se menciona con fre- »cuencia un sacrificio Naimishiya. En la segunda re- citacion del poema hay un sacrificio semejante que aha debido tener lugar en presencia de su Bhaunaka. ‘Pues bien, aliado, en las brahmánicas no aparece to- ‘mando parte en él Shaunaka alguno; y es absurdo »suponer que el Mahabharatafuera redactado con an- »terioridad al sacrificio citado en las brahmánicas.. Weber tendria sus razones para pensar así, y es lástima que no haya aclarado su pensamiento. Nos inclinamos (t pensar que la Idea que en Wc- ber ha dominado es la hnpobibilidad de que, siendo más antiguo el Mahabharata, se consignase en él un sacrificio que los brahmanes hubieron de introducir. Mi es esto y aparte de la distincion hucha en el párra. fo anterior, pensamos que Weber no ha debido pasar por alto un período de másde diez siglos, quenesesita- ron los Aryos para dominar completamente é Imponer el brahmanismo al Indostan; y que si la época brah- mánica como es consiguiente, no ha de contarse á partir desde su primeras incursiones, sino muchos si- glos despues, no seria extraflo que los países primera- mente sujetos hubieran adoptacfo su culto, mucho an- tes de que la literatura brahmánica alcanzase su apo- yo y~esplendor. En el artículo inmediato tendremos ocaslon de ex- planar nuestro pensamierto. EDMrx]rn M. DE AnIlLAR. Madrld.—1880. 1’t. \tIJSEO CAN~v1iJo.

1)11 S C U R S O DILFIO P011 1). JUAN ALVARADO EN LA SESION (:ELEIIIIAI)A POR LA ECONÓMICA MATBITENSE, in. G DE NOVIEMBRE DE 1 880, SOBRE PESQeERÍAS EN LA COSTA ((CCIBENT Al.

DE AFRICA. 0)

SEÑORES: ~\Jelevanto d usar de la palabra oil esta noche con profuiiclo disgusto. En las anteriores, bien lo vísteis, hube (le lilI1itarlUe, de una paiLe, ti encareceros la importancia del asunto y la necesidad de’ que apoyt[t— seis con verdadei’a decision lcts pretensIones (le las SociedadeS de Caitarias; V (le otra, Ii manifestar, en nombre de la Econúinica de Las Palmas, cuya inme• recida representacion ostento, nuestra ~ratitutl Vi— vísima, nuestro reconocimiento sin límites, liÓcia tl)~ doS los que han participado de estos de] ates y singu- larniente lidcia los señores 1 [ernaniiez Iglesias y Ca— (*) Al piiblieat’ en las j)óUiniSS (le nuestra flevista el (115(11150 5r. Alvarado, lo ha- ceniosde nuestrocon ibisverdaderoLiado colaboradorc’usto Po1(luey paisanodeseamosel sea conocido de nuestros lectores, ya que la 1 ~reIIsa de Madrid con lauta razon co— mo US (jeja no le ha escaseado merecidos elogios: y IilU~ especial- mente cuando el asunto jtebaticlo en el seno de la Económica ma- tritense, por cxcitacion de nuestra patriótica Sociedad de Am i~os del País, interesa tanto ó las islas Canarias, y (le el se han ocupa— (lo con verdadero empeño la misma Piensa de Madrid y la de esta Prov iLIeja. El malogrado mnarqu~s(le la F’lorida, en las Córtes (le 1 87~,y Con motivo del die1~ineni’cla~ivoal proyecto tic ley sobre aban- dono del Pcñon de Velez de la UoInei’a, presentó uit voto particti— lar sobre cumplimiento del articulo 8.° (Id tratado (le Vad—llás ce- lebrado en Marruecos en ~ii de Abril de PifiO, y entonces el Minis- tro de Estado Sr, Martos ofreció hacer cuanto le fuera dable para CIUO tuviera efecto lo pae!ado en el contrato, y esa misma cues— tion es la que hoy se acita, y á la que se refiere el (lis(’UI’sO (filo publicamos, con motivo de las piraterías de los niot’os de la Cos— la con los buques de nuestras islas que ejerceli la industria (101 208 EL MUSEO CÁNXRIO. ñalnaque; mi~ntras que ahora, voy ó discutir opo- niendo argUmentOS ~Largumentos y razones a razo— nes, seguro de persuadiros á votar en consonancia con lo solicitado por la Económica de Las Palmas. Y mi disgusto creee al yerme frente it 1~entedel se— fior Cafiamaque, cuyo dictanien está redactado con tal arte, que si el perico Lo conocimiento cmi el asun- to no cerrase en mi espíritu toda entrada ;‘t la van- lacion y á la duda, do seguro inc arrastra S. S. ~t atacar sus conclusiones con mi (l(~])ilpalabra prii~~e— ro, ccii ini voto m~starde. Antes de entrar de lleno en el fondo del asunto, peritiitidiue declarar que no hay provincia que exce- da en amor á la patria, en amor d Espafia, á la pro- vincia de Canarias. Nosotros sostenemos con Ingla- terra, por ejemplo, relaciones comerciales importan- tísimas, cii 1873 sumaron los cambios con aquella nacion cerca de 80 millones (le pesetas, nuestro CO— mercio con Espafia 110 llegó en el mismo afio m~ cin- co millones; nosotros tenemos coimiunicaciones con Inglaterra por líneas de magníficos vapores que lle- gan á nuestros puertos una y dos veces por sema- na, nuestras coniuuicaciones con Espafia se verifi- can por (los vapores, ineiios que medianos, que lle- gan mí nuestros puertos cada quince dias; nuestros ri—

salpreso en aquellos mares. Ya nuestro ilustrado paisano el Sr. Alvarado en discursos an- teriores babia demostrado la importancia cTe nuestra industria pes- quera y la necesidad imperiosa de que los intereses Canarios y las vidas de nuestros marinos industriales fuesen debidamente protc_ giclos por un crucero en los mares de Africa, que tuviese a raya los desmanes de las rebeldes Kabilas, apoyando las justas y legí- timas pretensiones de nuestra Económica de Amigos del País; y segun vemos en La Epoca de 13 (le! pasado Noviembre, en la no- che anterior habia terminado la cliscusion del voto particular del Sr. Caílamaque, cuyo voto fmié retirado por su autor, siendo este acto unánimemente aplaudido; procediéndose á la discusion del (lictámen, concreto á que la Económica de Madrid solicite del Go- bierno el exacto cuniplimiento del tratado de Vad—liás y la funda— cion de una pesquería en Santa Cruz de Mar-Pequeña, con los de- más detalles que constan en la solicitud de nuestra Sociedad de Amigos del País. Como Canarios cúmplenos dar las gracias á todos los indivi- duos de la Comision Permanente en Madrid, que con tanto cmpe— ño y patrioOsmo han apoyado en el seno de aquella Económica J~LMUSEO CANARIO. ~2O9 005 proi1ui~tosagiírolas i»iic ieiitran 1d~i1salitLc (‘n los iriori~acTositiglesos, (‘11 los inoroados (‘s])~f1oles I)OUUS Soil couoeidos; Ingla (Ul~tOS gia udc, plOSpeIil, 1iC~ los produetos de su industria Llenan los increados del inundo, SUS 1 )UÍJUCS pUeblan los 1ll~U(~S,jainds vit’~1 a historia iniporio Coinlotrahio u SEt ulilporio; España OS p)IJre, d(hil, deoadei 10, sil! liJE istria, casi sin ulari- iia, y sin embargo, soiiores, 11 las gutinlezas (le Ingla- terra, lienios preferido siciupie las (IOsdi(liltS (le Es— pafla 1 >or tanto si aquÍ SO tratase (lo iu ~reses do Canarias (OU trapE testos a i u terese do Esj)añu(, ~o, inc elivailozco de luther lla(id( E (u tita (11 a q u’— has herniosas islas, (UVut ililuígeil Vive pordural de eii mi memoria, no titulu’aria liii lIlOUlOll tI) OU (le iros: Señores (le la Eeoi iúiuira 111 atriteiiso aii topEined 1 s iiitereses de una provimia los intereses iiifis altos do la naeion. Mas, por fortuna pu1t~ini, que 110 mu veo o]digado á acallar n hihisiulos seil finiieii0 5, 1’) qne Canaria pide, lo exige fI grito herido el porvenir (10 )el’llulllt(’S.1 España, tan olvidado pol’ 11 tiestros ~~» Esta iuestion ha adquirido en los i’ilti iiios din s iiiiportancia extruu)r(1maria. ¿j 1or tlu(’? ~ 1°(1’ que la exposicioil de la Ee)11(’)liliea de Las 1 ~almas haya revelado fi iiiiulios tos grtuides bou ell(i( S (lElO España reportaria de esta] Eleror eii la tu sta (etideli— nuestra instancia, lo niisiuo (~iieii los (lemiís seíjores (file (oii sus conocimientos y la fuerza de sus riizonauiien tos han cüi~iyitvailo ó que se (le Ufl ~ cil~OS resultados un pueden Indios de ser favorables para ci Areliipi~la i~o si se ciii (UI)ido eu iupl ni ien Lo al tratado de Vaci—Ilós. Creemos oportuno insertar ii con tinuacion ci juicio que i la Prensa de Madrid ha uiereci (lo ci O ise u eso que pilO Ii cahilos: LA COIO1ESPONJ)E’ccIA DE ESPASA.—(El Si’. Alvarado en un cor- recto ciisdurso, (fue fu~eseu eliado con ninc i a aten ci oIl, (1e a citer— do con la~conclusiones del (lict~iniendel Sr. ¡ Eeriiandez 1 efesias, inanulesto que era nereo te y liecesario i los iiiLejeses del pa~que se mandase un crucero u las costas de Marruecos donde los cana- rios vciiÍican la pesca, ~ qu~se ohluuiie al Saltan al citiliplilinen— lo del tra lacio de 18 hO, por ci tuu tos ] u edios esLi~u al alcuiii ce del Gobierno, estableciéndose tauibien lilia pesquería y fueOria en San La Cruz de Mar~Pequeiia» EL C’úna~o.—iiElSi. í\lvaraclo, individuo di’ la cciii ision de la Económica de Las l’alrnas de (iuan—( ‘anaiia, pronunció, un bello discurso, en contra del voto particular, insistiendo en la necesi- dad (le cxi~ir dii Sidtan de Marruecos el cniiiplinnento del traf a— rç()\I() ir.—l ‘i. 210 EL MUSEO CANARIO. tal de Africa una pes(fllería? No ioco liii. coil InI w iil este hecho; pelo cii el fundo de este asunto hay, a lo ha dicho ini (listiliguido amigo el Sr. Llano y Persi, grandes intereSes políticos, que la 01)1111011 P”- blica cree eomproiueti(Ios. Un oficial prusiano, co— iiocido por anteriores notables obras, dii á Ii iz iui libro en el qite ro tundat nen te se afirma ~ii~ieEspaña está dispuesta á vender á Alemania el derecho d san- la Cruz de Mar-Pequeña. Y lo mismo asegura u Le Jkíppe/ y otros periódicos conocedores de b ~ssecre- tos dip1oin~ítics; ~r ha. poco el más it uportiul te de los periódicos iniuisteriales, (‘1 p rta—estandarte de cien— tas clases, el organo niiís autorizado del l)~u~tii1o(011— servador, La E»oca, publica larga sónie de notahi— lisiinos artículos en que con innunieras razones, eni- pl~íid~is,á (lerechiaS unas YeC~eSY ti tuertas otras, pre- tende demoslrar lo conveniente que sería ceder San- la (~ruz de i\tar—Pequefia ti canibio de una gi~uesa ?)((IC)flhi/~c(C~o)?C/? (li?C)~O,lo (jue consti 1 tve verda- dera venLa, ó tui cuando el Sr. (‘añainaque lo nie- ~ue coii decidido elupeflo como acaba de hacer en esta n id ie, pues desde el instan Le mismo en que 5C reconoce qu te it nestro derecho es real, efectivo, per- fecto, iiosotros podeiios seguir uno de estos tres ca— liii lbS ~ spreiidernos (le ól ~‘ (~derlograciosa—

(lo (le V(l—11h15, y (lefendieado (011 calor la conveniencia de C(flIP los informes que se (lc~n al Gobierno á lo que en es te particular pide aquella Sociedad. El Sr. Alvarado estuvo elocuente y mere— cm los aplausos de la concurrencia que fiu 11(11 erosa)1 LA EpOCA,—~-l(En correcto y brillantísimo discurso se expresó en contra (id rolo particular el Sr. Alvarado representante (le una de las Económicas de Canarias, siendo la SÍnteSis (le SU pe— roi’acion las suincientes conclusiones que un buque (le guerra proteja :1 los pescadores de Canarias y que se establesca una pes— quería en la ensenada de lbS, punto (lesi~i’nado por la coniision bispan0—1 1111 ri’oq(li Er, fliniócncr~s.-—El Sr, Alvarado, consumiendo el tercer tiir— no en contra de la en niienda d~lSr. Cailamaqu e, pronunció u 11 discurso elocuente, en que i’ehatió una p01’ u~ia,con razones bac’— tas, todos los extremos (1 aquella. En la altei’nativa de tener que lcacer indicaci unes muy 5(0111’; (5 Sllb re tul a i it ‘resan te trabajo. ó de apia/uIt’ (‘ecu ellicIlteIlI(’tlte su (Xi’ulI(’ll, pi’efei’incus lo scc~uiido, tune rosos de ico dar ilica exacta (le SU atinada crí tica, Ii init ~in~lo— (lOS 11 con-o mar SUS conclusiones (JUC fueron: « 1.~’Servicio de un crucero de guerra que proteja los intereses EL MUSEO CANA11IO. ~1 E itien Le, ei i (‘ti yo ~‘aso u a] )relIlos veril u’atlo ti ua (1 ilia— i’i@ii, i~(‘(‘dello tE (‘tullí iio de o LI’() teiTi tono, Y lial (~1 il( (5 verificado una pei’iii ttta, 6 eeilei’lo P~1’11 ~ (‘0111 idad cualquiera V lialircíiios verificado oua venta. Estos pci ilcipios son tau SC11L’111OS, tau (‘lelileli tales ~ 11— sistieiido os iiifeninia grave ((felisa. Y entro ile lleiio (‘11 el exdiuieii ilel voto pantu’uhtr.

Tres soti SUS t’ouilusiones: 1 .‘ peri uit La ile ~cui La (ritz de Mar-Pequeña pot’ cabo del \gua; ~!.‘envio ile liii crucei’o (le giiernii d las aguas fteeoen Ladas pui’ Ii (A peseailores canarios; y 3. adqu isu’ioui (le La isla ile ~ug1ti u para estabi i~er(‘U (‘1 la it U~L¡((‘Si l(IÁ’ría. La penin ti La (le ~au La (ritz de Ma i’— 1 ~ ‘q icfia p01’ calio del Ai~uatiene cuatro illeonveuien es: ¡ .° desde el iiioineii fo inisnio (‘11 (p0’ iiosotn S 1 r quisi “SOl lbS al SoPan nueva base de irreglo, reír ccdeniaiu is E la vispei’a del ti~Lado d( Vad—1bis, (‘~ d (‘(ir, pei’d(‘ría— itios los trabajos hechos en ve ile ~fios o1i~ (‘0111 [nIlo estitdio; ~h°tropezaníatiii (S (‘011 la i iiaia ib del Su lIen, (‘eliSa pl’ililCl’a (te ~ la bandeja ~tta1da y roía no oii- ilee iiijevaiiienb’ t’iu la allí icija Saii1e (i’itz;i.° II pro- tesLa de 1 uii~latercaq te va cii i’idí) 1 eelar6 ufir ui st ~ a (iii creo sw’ oficialuten O’ q tic ronsuler;oj’ia ((tses he- /li la adijiiisicioii 1(01’ Espada tít’ i’iialijiuei iiiti’vo tei’- ritorio en el Mediciranco; ~.“ la oposuton (le l’i’an— i’ia ~UC 110 litede (‘0115(111 ir ijile tute ili(’l0Ii (‘(1~ deLen~aso deselTollo (‘11 Ái’~ie1UI. Fi’ai ((‘II, (Jite P11’ la iiisi~nilicantey 1 alelE citeshon de T juez eclio italia, su natural ahaJe, (‘11 braz s de sus eneiui— í~osen los inoiiien fi ~S liii SOlOS (‘11 que fuJí~ura1ciii (‘11 Oi’ieu Le los reld Ii ipa~s de ni te vis g erres; ;,liaI Ja de

(OlIseli 1 que España, ~ li 1 undei’a espafo di se alzase en los COIiíil.l(’S de Xi’~elia?~Vadenids, ~eu Vii’— 1 ud de ijue extraño y l)eFeL~I’i1i(1 (lereel lo, ESpLUl~( qi te tiene por occidente ahierlo d SUS evpb racioi ies vas~

(le los pescadores canarios. «2 Cumplimiento ile los tratados. «3.’ Establecimietito de la pesqileria fleepialld() la (IlSieIIaea)fl (le la coni O ion iiiix la lii~ lo—loarloquí para cviiat’ ui(mi ales e i i — harazos. « Su (liscurso fu3 escuchado con verdadera al enejolu, meree ii~ui— do los Pl~cdfllCSde la concurrencia». 2 [-2 EL MUSEO GAN~UlIO. tís~mo~ferri toiios exentos i1(~ extrañas ()11 15I(iollOs iria, abandonando este’ illiniSterio civilizador, i~ 1 iini— tar cii el Norte el í’reciiiiiento y desairollo de otra ng- cioii europea? En uan o al segundo extremo no puede haber (Ti5(~itSiOii. ~a en iio~iies anteriores os dNfloSt1’~’ la urgencia ile enviar un crucero de guerra ti las aguas frecuentadas i~orlos pescadores canarios y riada nipis lic de añadir hoy 1iiiiiL~ndorneti expresaros mi deseo de que sea ese el primer extremo del dictimnien defi— finitivo (le la exposiciOn al Gohierno. rFe1~erinulto del voto ptti~ictilar: pesquería en la isla de Arg un. Yo iii) combato esta medida en si misma, la combato por haberla el Sr. Cafiamaque contrapuesto la peticion (le la Economica de Las i-~a1inas.( ~reo fitil, es unís, treo necesaria una pesíjtti’ ría en las inmediaciones de cabo Blanco, en Argitin, en Cintra, cii San CiprIa, cii cualquier otro sitio; pero tn’o prefbreii te el eUlTipliluieli Lo del trata ílo de 1 SilO. Todas las razones aducidas por el Sr. Cafia— maque contra Sari la (ritz de Mar—1 ‘equeña, todos los argutuen Los po! 5. 5. dichos soii igualmen Le aplica— Hes ti C tialqiiier estal deeiuiiento cii plin to inferior de la (‘dista africana, regiones ~ridas lialiitadns por tribus inliospil alarias Son, segun el Sr. (~afiamaqiie,los ter— ritorios de Sus y ( ~uad—Nnn. ~Y qn(’? ¿Cric 5. 5. que las regiones inferiores son oasis habitados por literalos 6 1)01’ acad(iincos? ¿,Qu~1es,afianiaque~?sefiores,iialte—]h’anla isla de ~rguiniio lasublimadanombra; porLe elfo Si.11 T (la( Monde, nota] ulisima obra aún no termina— d ~ (J110 consta de 19 tomos, tanipoco la menciona; La )‘ oa sse en su Grau Diccionario En cie lop(dico, (Ji- cc guie es peligrosa la navegacion por aquellas aguas y reetmei-da el terrible naufragio de la Meditsa~acae— cilo el 1 de J u] lo de [81l~.La Enciclopedia JJi~itá— aiea, li~unís extensa y perfecta que conozco, halda de las tortugas y de los arrecifes ~‘ornolos dos carac- teres mús notables (le la citada isla. A ocho leguas de Cabo liltiiieo, Cli una (Blata- da boina, cii] re el 1 anco de su nombre y la costa, la EL MUSEO OÁNARIO. isla l(~Ai’~iiiii fttc” tlt~s&’uJ)i(’I’Oi. (‘11 (~lsiglit X ~ ~ 0)5 ~ quienes (‘OiisLl’iE \ en in tu 1inei’te Y itigin— lbs Lii] ilies a}iniidoniiiidolit i~°’°1101’ (‘iluSas ~iiias, pasú 1ue~od poder de los lIoIall(Ieses y por ú1 Liulo ma - 1105 (le los f~a11(0505, que la 111) i (it dtj ae in (le f~’etueii- (aria 111) iihsLai-iO-’ i’sOin’ InicIa (‘11 el (‘~nh1iu() de S~ui Luis. S~segitu el ~1(lagi() elgo llene el igitil (011)11(1)) a beiidiceii , alg~) leiidr;i la isln (le Aigi liii (‘1 LuIdo 111 ahaiidoiiau tres llaci000 ~ (1’ e\( 1~iii’in(Oi01liZ~1dO— ras. rç~(1fl~Sil cuita, sil ]oevtsiiua (~LÍOlisioli, ]fl (liS- tancia (file la separa de I~uiii~iii,~inaridez, el esI~i’ l’ode(jlL de (lueci les CLOe (Ti Ii(’itltau cm iideiiieiile l~t llavegacioil. ~() hay diid~aque (‘11 (5105 sil os pes— (a es Unís al(luidallte (fIlO (‘11 los iiinees VOCIlIOS (a- llanas; 10) hay dieTa (fifi’ 0101 peSquería en Arí~uin podria i’eiidir ui~ivoresi)ei)eli(i( 5 iiiiiiedi~tIosijite 1)1111 pesjiiel’íiL en S;uiOi (cuz de ~\Ini—J‘([ilefn); pero un estahleiuiieiilo eh es0~l~hhi(1 lIhie 111 (olliercio (le (ianaiias, aLio LII (OlilOt(I(( (‘spillTlOl ii~ís (TiLO ad( IS ho- lIZOIb Les. hay singular empeño en no (~igiI’el (‘cliliplilnieIl- Lo (Tel tilíetilo 8.°(Tel 1 III ultt de 1800; 011 (l1i~la hui- (lera (sj)tflol1 110 ondee en SanI i (haz de ~\lai—l~e— (jileüt; y si eieeis exagerada esta ;tíiriiiaeioii luía ~ 1 lhieu es en la cutid tIC’ a del (~u] uerno, en las deel iTa— (iones de L Epoe’i rJ~JL~(d(011 lis lJil(us (le ( oid— se le ha tlielio iien veCes al (iohieiiio. ¿\ (111d ita (‘011 testado’?: Ituposi]de; los u lis sencillos pnini’i— pius del derecho lo 1 einaeiot ial 11)15 u iipideii iecouo- cci’ la iiidependeiieia di’ snnditus di’ una udt’iufl ami- ga. Pues, entonces, exi]ainos el euuipliniieulo del tratado de 1 800.1aÜaiIlaquY con testane: ¿pi elia ((flal;o]iieIIlosi el YSub-í1 tauE/)o—110 ejerceca y elitrisdict’iouSr. ( eii los terni 0)nios qite (Leil al stit de calu ~\ini? Es dcci’, seÑores, (ji le aquí O abs los i’ainwos, el de la derecha y el de la izqtueiila _‘oudii— ecu al mismo pi iii Lo; es deci i’, que toi las las preuli— sas, las que afuman y lis qi te niegan, nos llevan O la misma couclusion: la hiaudeia espaÑola 110 1 u’eniolard jaililus en la costa occidental de Africa; aquel imudn— so desconocido impel’io OLIVOS (‘OJiIliIOS smi los coiili— ~?1 ‘r 1~L MI~SE() iios del desierto, no serít ganado para la eivilizacwii ~ gentes nacidas en tierra de Espafia; los (jUC 011 el siglo XV hicieran surgir del seno de los mares tui I1UOVO inundo, 110 pueden en el siglo XIX hollarcon su plan La un muhiflo conocido, abierto u SuS explorut— ciolies por la luiSilla naturaleza. La ífpoca y el ~ ( ~af1a1I1aqLre(110011: ¿(le qnt~nos sirve la posesioii de ~auta( ‘ruz de Mar—Pequeña? ¿,de (fUI” 1105 SiVV~U11~Lpes(JUe1~a,pues sólo Pc jilería 1105 0) uu’eden los tratados, en aquellos sitios arenosos, iulio~pi alanos, habitados poi’ tribus seinisalvaj es, en ~ ~ ~ ha podido estal )lecerse? Qu cargo tan grave contra los Gobiernos tpic se han su- cedido Cli l~spafia(les(le 18GW ¡qu(” cargo tait gra- ve, con 1ra el ( o] u ieniic) qi re (‘nvÍñ oil J H~7(‘1 Ii/asco (fe Ga )Yt la (OsLa (le Africa, si lo dicho ~oa La EJ)oca f[Wnl exacto! Veinte rlXIOS 101 iiecesitado et Uo] domo ~ ma ver que era coinpleia mente in i’dil el doncel io que 1 il1( tras otro dia 1 ia recia it OId)) ~las por fortuna en esas (lescril)cI()nes hay i~iunliode tantu~sti— co; nos lo dice cii pri roer 1 rugar el ciupeiTio de o tras 11 aciones en esta])leeer Jact orías en esos pun os; nos lo (lieeu las eulipresas de (ilass, (ochelet, 1 )avidssou, Delaporte, (olieii y ~[ackeusie; nos lo (100 i\1. tlielot (I(1~señala oua1ro lugares propios para (‘1 esta- blee in icuto de ~ nenias, siendo 1(110 la deseml oea- dura (101 l)ndi; nos lo dice el uiiisiiio señor Fernandez 1) uro, qu e des1)u es (le llai)erse decidido por Ifni, a íia• de ~jue huy otros lugares coii (ol1dieiOlieS tOpOgr~ííi— cas igualinente firvora](les. En cuanto rl la hostilidad de 105 ]e)~u105 (‘5 natural, es lo~ic~coiiseeuencia de la coiiduc La obs”rvada por España. En distintas ocasioueí~,lit’)flSt’ p1e5e11tI1t10 SO- licitaiid ) nuestra amistad, pidiendo riiiesiro amparo, demandando de nosol ros socorros rthinieutiieioS ít SUS ruegos u sus sirpl ie’us liemos respondido 0011 sohe- rano desprecio. ¿,Q un” hicin~os(‘11 1 8G() ~ aprove— e] iar las ofertas de ben— Li eiru k? ¿Quó liicinios cii 1 8G3, cuando Ilossa ini nos of~ecia su amistad, cii— xiar sus hi’os Madrid y amparar u los españoles que visitasen su territorio uí cambio de algunas fane— EL~ \IVSI0 (~.\N \l~I~. gas (l(~trigo (011 (liL(’ acurrar ~ las ¡ iifal ií(’S II1)Iis (JLL~ tIguuiz~ll)aude liawhre ¿,Qu~lwiiios hecho? ile iios desoido estos ruegos, lien i~srol(us! ecido (011 nues- tr( 15 ~i(tOS V (‘011 liii (‘5 tLaS P~ial ras Li ai it )ri 11 ~ul 11L’1 Sii1~Liii, al)ar(i(1( 1 Si(’I l~)i’(’ u u1iíio (l(~las 111)115 ial )eI— (l(’s y. 11 liii 1105 (fuiajailIos (II’ (JIL(’ (‘St Lis 11)5 5P1111 liosti— Ii’s. 1 1recisa, s~iTioi’e, que 1 jutfct se (011 veiiz~t(le (fil e Sil pru~e~h~(‘Si (‘11 la pu ~uia dal ~uuIfan 11 ei las trí— bus (la (~uiad—~iii. 11(1 u1(’(’(’si alilos V(’li1i(’iit Hill— guil acto i~i~ quia la (1 iSP) (((1¡a. si Lija y ja’tsista . Esas tribus, ciad is (11’ SiiV(( la Iul(lej)P11(le11(ia, 11(1 ra(ou1O- (‘(‘t’~ill ~aiiius tic hueii t~iadciLt auutoi:iilaii ulel ~HILiii, Cliii (‘UVaS trullas lien 505001010 iuuuuiiaiosas sauUrian— tas batallas; prdbs-ui it it 11 (01 1)) ((‘1101110 (IUP (1’i’c(’ (liariluLlita, oiuii~aula~a SOpUTOIL tos (‘l101111(’5 i111 1(ut(’Sk)S (011 ([10’ ci Hultaii trava la ‘y1)orLj(1011 (le llieIc~UcaiS ~Oi (‘1 i~”~°de ~‘Tíur~idoi. l~st)aña lene (011 L’SLa plaza, c:ipi0ii iii (‘1c’luiI ji ([(‘ darituu’ais, ((u— iiIUili(a(WU diiacía (i(’S)I(’ (pu 01; ¡auia al sur las (a— lianas, : siii (‘ulicirgo, safioras, dal loillarcio u1’ Mo— gadui, (JLU’ cii los (hez ~Í1OS LII i lbS asceiidiui O (i1l(11(’Ili iiiillunes Te Ijaucos (orresluollule el (~poi, 1 (JI) ¡nula LPYIa, (‘i ~20O Fiaiiaia ~ (~l((tallo 1)01 (1(01- [o les ~ui Le O las utias naci no ‘s ~ eii 1 Fi’ ellas !‘Tspaiia que Ugura eui las (‘sial(slicas (‘Oil cilias iuiliiores O las ilu’ 1~ortuugal. Las hilutis de Guiad-Noii, las tribus de Occidente PH SIL totalidad. L’Stiuii iuiteresadas (‘11 ~ 5(’ abra salí- (111 a SUS pruilicios pu~raldulil puerto al sur dI’ ~10giL— don; pues no tenuliia 11 u~°atravesar las euunuiies (lis— taucas quie huy reeuiieu; (1PS)le Tiiiil uuiii’1 II, desde Teiidrak las rices caravanas sa d iniginian O Occidente cii vez de diriginsa al ~\orle; lillraudusa adenias di’ los enormes de palios aun q e el suil in gravi sus niereauc as. Ya conocen los hal iiases la ti ipuitalici a de estos hechos. ¿Qin” otra cosi SIULI ilica ese fui Osi i- co lerrui—carnil desde1onsiSu uitti Losina~O~QTun]u O, ulasortO?Ialacj(y des—lieS (jie(le r1~iillIluiu iOliCpiocuiado1•i O ( (‘Stahlecei’ (‘11 ti(’ 5111 1 ~tiusy Tin- boncid? Y esto que Fraiicia mcdiii y prepara iio se 2 liS EL i\IiSE(J UXNAII1O. atreve d verificarlo EspaÑa por reSpetos al SuILaii, por respetos u quien ninguno le guarda! Y en este punto surge la cuestion magna. ¿Dónde en qw” sitio ini de levautarse la pesquería? El Sr. Cañaina que denia: «El Sr. M ijares qn e asegura con - cer el sitio en que estuvo Santa Cruz (le i\lar—Peque- Ña, ha puesto una pica en Flandes; pues 5. S. es el único que liabrul podido resolver ese problema». Pues bien, señores, 51 (‘1 Sr. M liares liii pueSto una pica en Flandes yo lic puesto ilos, l~ q’~°S(” todavía ini~s, l0)1a.lLi~Sí’, porque (OI1OZCO el sitio en ([lii’ ini de le— vantarse la pesqi (ería espaÑola. ¿Sabe el Sr. (aflaina- (fue, tan alaruuido 1)01 la cuestion del lugar (le la antigua Santa Cruz, quien me ha dicho eso?, pues me lo ini (lid 1)) pi’ihlica soleinneniente el Sr. 1). Ma- nuel Silvela iiiiuistro de Estado (le la. liacioli espa— f~ola. En la Sesioli de 7 Abril de 1 ~78 contestando á preguiitas hechas l»)1~tui diputado (le O~O5jdhOfldecia pono in;ís (‘) iiii’iios lo siguiente: «l)esf Le 1 8(h() ti 1 8(7 hubo llegocianiolles; en 1877 enviamos comisionados (1110 (le acuerdo cOil los represeiltalltes del Sidtan de- signaron un sitio sobre el que han de versar las suce- sivas llegociticiolles)). \ea pites el Sr. Cañainaque co- 1110 (‘Sa. (uestioli estit resuelta, (~1110110 hay va nece— cidad de devanarnos los sesos en husc de la antigua Santa Cruz; la. prinlelal l)tlrte de la clt’wsula 8.~del tratado (le 1 8(il) se ha cumplido; los comisionados es. icuñoles y los represeiitaiites del Sultaii han designa- do de (01111111 acuerdo un sitio; el Gobierno español es- tá en el caso de exigir del Sinitan que le ponga (‘11 qn ieta y 1~ict1ic’a~ de aquellos 1 uigares q nc es— Pl obligado it entregar poi’ pacto solemne e ineludible. ¿,Saln”is, señores, por (1~11~es grande nuestra iii— si~teniia(111 el asitiito de las l)eS(htierÍas, P°’ (JUá por.— ha Canarias con lauto eiiipefio? Porque (anarias (Jt1(1 se opuso eiií’rgicauieii te en el pasado siglo ~ilas ten— 1 ativas do Glass, que hoy mira con (‘recielite (lisgus— lo la eiiipresa de Mackensie, no quiere verse cii el (11110 Irance de auxiliar it (‘xtralljeroS íjue hagan on- dear banderas de otros pueblos cii aquellos lugares I~I~M(~S1~U G1.NXIII(i. reservados por la naturaleza para que España lleve d ellos la civilizaeion europea, sobre los enales tiene España derecho anterior superior al (lerechio que puedan ostentar o tras liaeioii (‘5. ¡ Que’ d ift’reiiein. entre La eoiiftiicta de 1~spaíiay la (le liiglaterr~! España paeta , esei’ihe tratntlos, envia eoi]iiiSiolles cieiitítieas, redaeta luiniiiosas flieiinorias que pruehaii nuestra poi’teuiosa aptitud para discnr~ nr so] re enalesqiiiera iiiaterias; y en 1 ie tau Lo, 1 ngla— teiTa Olivia ~t 11110 de 5115 liflos, (bOldo (le seIlti(10 pr~eti co, q ~ie es 111(1 la (‘1 to’rreiiu y prepa rn capitales y coniniiiea con las tribus y apercibe iii des Y Ira] inja- dores para construir una fac b irla en la costa abicana, y arrojado 1)01 los un Inrales del sitio t~iteprilliera— mente oeupaia, se dirige ~i ollO y reanuda los iutet— runipidos trabajos, alIuiIlciaii(1o esa rata eoiistaiieia (JUO e! ilia en que el leoii ~~pnüol despierte del sueño letárgico en íjue le vela SItUhi(lO (‘11 atterioles noches nuestro sabio amigo el Si. 1 b’boIledo y quiera liaren eii las costas africanas i°°i’sOis ~l su alcaiiee por la naturaleza, sus garlas reshnlanuii sobre las pititi— elias nietttlicas coloradas por los mercaderes ingleses.

1h~l)IGHO. ‘218 EL MUSEO C~\NARIO.

1) 15 C U R 50 PliONt~NE1.tDOPOR EL 1)n. U. TEÓFILO MARTINEZ DE ESCBAR DIRECTOR LITERARIO DEL CoI~Eno «LA GRAN AN’rILI~»EN LA CILDAI) DE LA hABANA EN EL SOLEBNE ACTO BE LA DISTRIBL( ION DE PREMIOS. (*~

1LLMu. S~soii. A VOS que tanto lialicis trabajado (lhirali te Vuestra ‘vida por el pro~1eSoe in tífico (le este ~ ~ OS ha visto nacer; ú VOS que, aun cuando la nieve de los años corona vuestra noble fien te, os afanais incansa- ble por elevar la enseñanza al rango y altura que en Ópoct no distan te de nosotros alcanzara; ~t vos que tanto amais ~íla estudiosa juventud; os estaba reser- vado recoger las primicias del placer inefable que d todos DOS inunda en este dia melIloral)le, distribu— vendo á los mi’is distinguidos alumnas de este plan- tel literario la merecida recompensa que en dificil certíunen conquistaron. Yo me complazco en significaros un gratitud por este honor tan señalado con que nos liaheis distingui- do. A vosotros tambien, Señoras y Señores, que con vuestra l)rese1~ialiabeis querido dar nuevo reaice y es- pleIRlol~á esta tiesta de familia, os tributemos unes— tras sinceras gracias; mas, per]niti(lIllO ~jtie,ante esta incoiriparable alegría que maestros y discípulos expe- rimeiitamos, y que, envuelto en plirísimo aroma de Uli recíproco afecto, sube hasta el corazomi de los sÓ- res dichosos que ti los que tanto alilaITios lOS dieron la existencia; perrnitidrne, repito, que o me valga de vii estra presencia en este sitio conio de poderoso al’— gurnento contra la opinion tan vt’dida, aun entre per—

(*~ Vease el número anterior. La G’an A nl ¿ha. ~ 180, EL 2.1 USE).) LANAHIO. sunas ilustradas, (JUC afirnia sin razon plausible que el magisterio es un martirio, o uit sacrificio por lo me- nos, w~~° pi~odiieesino augiis~ias: errónea ereeneia Su ~ )1l (el) rse 1» u i i enes lic ((111 iren~ dcii la iinsioii IJell(led(la ile lus lIallla(lus u (lihilidir la ciencia eu esas ~eiiei~iciones (fi ie se pre~utra11 recibir algini (lid de mniestras i1l~l1I0S lii’iii ulas el ini- peno cieiitiíico del inundo. ~o,Señores, Ile; (JU2 no se repitan (‘11 este lugar Y i)l1 te Vi isí)tr~)S, asi’Veln(i( (Ile ~iuit iiilats í[iie, SO l)I’et(edo (TI’ ha! 1 (utell(li(la (( (llipiL— SiOli, mueren gnlve ofensa co~iia (‘std ud de lude— sioii, ~)~tl~111cp0de1~(’)5íS11i~del ~)rOgreSosocial. Ot~’nsut he dicho; olensa, lo repi te: ponj (12 esa ut1~iiiaciou (‘llVLlelVe la idea de que al Vez jniede el liast ~o la iii!Tolellcia Orlilail (‘1 ltii~iiiesi’iVa’lo a la (liligelI(ia, cilipelTio Y tittisiuisii~i poi el jnu~’ieso Y soli(tez de la (~11SeñaIlZu1¿Y (‘(‘(1(10 (‘5 poSible, si 25 Lo fi ie- 1~l YCi(lii(l, que vosotros (‘Si ilvu”seis’upií, lioniuludo- 1105 (011 viiestnt pieselicin, ~ que iiosidios 1[di(’se— 111(15 piesenLilrOS ~liiiiiiios lisi iIIUIii(l0S, ~iiiiL íjiie les conozcais (0111) iiiodelos (le lLl(1ic~I(i0ilY de (Oi](IiI(LuL 110 (OlillilleS? ¿Iii (omo puede sei que el ~niino cai- ga, que falte la energía ~ que la aciividad se enerve, si adeiiiits de luiher sen 1 Li la i nspiracioii sagrada, la vucacion providencial (fue 1105 gil ¡a por la senda (le nuestro destino, Y u veces irresistihleniellte nos ar- iastra al cumpli i nieni o del deher; nos encon 1ra~nos (‘ada dia eii p1’~seiica de i nieli~enciasescogidas, ilvi— das de a 1)121 ider, Y (fil fieciteii e 11211 te se ntici ~1t11li nuestro p(’l1S1ti11ie1lto), eI1ll(llj~l1dO1d)S, fbi (Teci rio a ~, PilPil que avaiiceiiios por el canlillo qii e elLas 11 iisnias fuellitan ~ Prel(t1i~1i1? Es verdad que, eun ndo 11(1 se coi 1 l~fl‘11(1 en, ni se (‘stuTi en condicioii de entenderse, las satisfacciones que van unidas ~i la enseña iiza ; (tiaIId() iii se ha nacido para ejercer este sacerdocio venerando que guard a relacion es tau íntimas ci )11 la ia terllid a.d CUai1dO flO SC ha Seil tido la voz iii ten en qn e, al lla- marnos á la vida, nos señala el puesto que liemos de ocupar en el armonioso concierto (le los seres 1111- inauos; cuando falta., por consiguiente, ese espín— 2’20 EL MUSEO C~N~RIO. tu que penetra hasta el fondo del alma del nifio, Y sabe leer allí todas las impresiones, ~ inlerpreLar to- dos los pensamientos; cuatido, finalmente, no hay ar- te para doni iar suaveineli te el (orazon, mediante el sentimiento, inauilestarion pr~~ne~ade la vida, y en- volver en ropaje de cariÑoso afecto los 6ridos razona— inientos (le la ciencia y las pi zaiites espillas de la verdad; DO OS f6cil experimentar las dulzuras (101 ma- gisterio, y hasta es posil ile que se caliíiqu e de extra— vagantes 6 insensatos O los Ii(1111])reS entusiastas y (le— seosos de extender los conociiiiieiitos adquiridos. ~ iii einhar~o, señores, la realidad lial da con tau eloci ten te lengi taj o, qi te no es posil lb negarla. Si pre- guntais á los verdaderos maestros de la ciencia, os contestarOn con la sinceridad niús franca: que se en— cue11ti~tnsatisleclios; que sienten p01 ist~uitesreilo— varse la energía y tenacidad de sus prop6sitos; (jnie cada nuevo sol los despierta dispuestos para prose- guir con nuevo aliento la empresa comenzada; y si inquirís todavia sobre el fundamento de los inefa] des gOCeS de su nmitiiio, onlles:— 1)e la niisiua manera. que el naturalista, (iespues de una observacion asi- dua, trata de sorprender el gran secreto (le la vida en las fuerzas moleculares, y con unrada atenta sigue el procediinieiito de la c6lula, cuando agitada. por mis- terioso resorte empieza O desenvolverse i~araIliLilti— plicaise hasta fbriuar el s6r completo; nosotros pei~— tramos con investigacion inOs delicada, si cabe, y más atenta, cii los ocultos repliegues (le aquella iii— teligencia todavia reconcentrada en sí misma, y (011 intiiria irituicion presenciamos el despertar de aque— iba alma que ha dormido hasta entúnces en el pensar uhrecto ~ p~~ode sí propia. Por la virtud de la pala- bra que desciende sobre el alma inocente del niño Co- mo suave rocio, vernos entreabrirse las primeras ho— jas de aquella delicada flor, en cuyo seno juiltos COn la presencia de Dios, se agitan los conceptos puros de la razon, que al contacto del inundo y de las sensa- ciones irán haci6ndose visibles, y determinOndose me- diante la reflexion. !COnCltI. 66) EL MUSEO CXNARIO.

APIJRO~.(~

Me obligan á hacer versos, y cii Vano lo procuro; 011011011 t ro u ii pensuro i en Lo, no ten co i li~p11110 iD i, ¿Cómo salcl cd yo airoso (le seinej ai~Le apuro Cuando anoche las mientes he puesto en infusion? ¿Cududo he dado mil vueltas y he dado niil revueltas Ca ii sado y recansa(lo (le tuu Lo jo0(1i tui r, Sin POIlcI fl~Ulla idea de 11111 tuis cjue auiduin suellas 1 ‘o 1 ni ós esfueizo 5 que ha co II curarla ó suj e Lar? Cudu tas veces sucede, SonorOs, y no es cuento, Que escribe 1101) y Se afulna ronipidiidose el magin, ‘L aunque cii tortIlla ~ouig~ Sil 1)01)10 pensainientc Eu vui 110 alcalIzar quicio sil proyec 111(10 fi 11. Y í1aCia cjiie u’u los Postres el infeliz coulsicra Lo mismo c~mieel fanioso períneli Lo (150111 tor, Que quiso UI) Sulli Ciistól~il hacer de una gran viga [u Sun (iis tóba1 cte (1505 (le LaIlut Sll[ )eiior; Y apena en posesion se encuentra del madero Principia 0011 la azllela pedazos 1í. sacar, Y quedó de la viera tul Illalio de 1111 iliortero, Y ved el San Cristóbal uí. que vino u’t parar. Pos ena[ius de lo uoisnio u’u ini me ha sucedido; Preparo papel mucho, y en loco frenesí Me pO[1[~O Id escribir versos. y luego que lic leido, Ile jiuero no le saeo siquiera tanto así. 11 ay Lerl Udes in(1111(11)11)S cml ciuie un seereLo i mpnlso, Emanado tal vez del gduu io de algnmi mal, Convierte el muíS fecundo pensani iento en insulso, Y en mi ya se vuí haciendo la roerla general. Por eso muchas veces cansado de luí 111151)10 ‘I’en go miedo a la pluuiia, no toco u i el papel Y al mirar tanto y tanto poetastro Sinapismo Recuerdo al San Cristóbal y al escultor aquel. Ya no invoco u’u las Musas, que fuera golleria Pretender que esas niozuis me inspiraran uí miii, Cuando es tal la epidemia de la verso—manía Que tantos trovadores uDS tienen hasta aquÍ. hay mil escribidores, y yo secó (1 priniero Qile eseril)en niuchio y mal; y ven uí lo mejor Cambiarse en San Cristóbal CII niano de mortero Como hoy sucede ti dste su atento servidor, AMAOANTO MAIIrINEZ DE ESCOBAR.

(*) Leida en la velada científica y literaria duda p01’ el MusEo en la 1)001)0 del ?~ide Noviembre. 09-) EL MUSEO EANAP~JO.

PLEWISTA. QJI]~TCE~N.A.L.

~elade (id Museo.—utctos ~flstrUCLic().S.—Ideifl (le TPC co—Algo (le ?,/o.——_Vueces prLblicflriofle.S.—VOiJ ~í le flestn. Inauguró el MUSEO CANAIrIO la segunda série de sus veladas cieniiíicas y literarias en la noche del ~ (Tel 1)~isadoNoviembre, en los salones del nuevo teatro (le Tirso (le Molí no, cori asisten- cia de una escogida concurrencia. POr ausencia (le! Sr. Presiden- te 1)r. 1). l)omingo .José Navarro presidió el acto el Sr. Vice—pre— sidente 1). Andrés Navarro y Torrens, y despees de algunas pala- bras referentes a! acto que se celebraba, el Sr. Secretario general Lic. 1). Amaranto Martinez de Escobar hizo exposicion (le la En— portancia que cada dia adquiere la Sociedad en la realizaeion ile su fin científico, haciendo una 1)citriótiea excitacion para que t((los concurran al adelanto y progreso de aquel establecimiento que tanto nombre y honra esté dando ni país. Usó luego (le la palabra el Dr. 1). Gregorio Chi! quien (liscetó con preciSion sobre las teo- rías de la Atiéntida de Platon, o[rceiendo ocuparse (le la misma materia en conferencias sucesivas. El Lic. 1). Andrés Navarro y Torrens, hizo una curiosa é histórica reseña del arte (le la jar- dinería, debiendo ser objeto de un segando tema la propagacion en nuestro privilegiado suelo (le las plantas exóticas que en estos últimos años se han introducido. El conocido escritor 1). Agustin Millares se ocupó é su vez (le lris diversas teorías soi~rela íorina— cion geológica del archipiélago Canario; y el mismo Señor y el Sr. Martinez de Escobar rlieion fin al acto con la lectura de varias composiciones poéticas que merecieron elogios (le los presentes. En. Musno, cuya fundacion ha merecido los picícemes (le torIos los hombres (le ciencias y de letras, y que indudablemente ha ve- nido é llenar un fin laudable, rio 1ra querido concretarse tan sólo á recolectar objetos cuyo valor é iniporiancia son reconocidos, si- no que, ensanchando su esfera, presta, al mismo tiempo que ms— truccion, ilusirac~nuy reerco it scrs socios cori sus veladas periÓ— clicas tan rieseadas y tan aplaudidas. it L M USEI) G~NXl(lu. ~23 J)urante los quince días que han transcurrido, despues de ¡ni últinia revista, no ha dejado la ciudad d Las Palmas de dar se— iTales de movimiento y vida. En la noche dei 23 luibo con fereitcia en e! lenen, it cargo del Lic, en medicina 1). Manuel Quevedo. quien hizo exposiciun (Te las itia1(’i~istjuí’ h~tbt’i~(le Iratat’ et~conferencias sucesivas sobre los instintos, los sentimientos, las pasiones y la locura. El 2h inau~’uróla Seecion (le ciencias soci~dessus discusiones sobre el lema acordado de si todos los ltoinbt’es tienen i ~ual de— reclio ti intervenir Con su voto cli la írubel’rmci 01) iii’! Es atrIo, Ita— cien(lo USO (le la pitlabi’a en pi’ó el Lic. 1). 1 )omi tígo Guei’ra, y en contra el Lic. 1). Ambi’osio 1Iuui’tiido (le Mendoza, habiendo (‘Oliti— miado esta diseus ion el viei’nes 1 del actual, en que terciaron en el debate los Sres. Dr. 1). Tomt~sGarcia y el mismo 1). 1)otningo Guerra. Dignos fueron los expresados seuiores de los pl~~cetucsque i’e— (‘ihieron.

A titubí (le estos actos itisti’iictivos ha habido Otros de pui’o entre leninueit lo y recreo; la Sociedad Filarmiotica nos obsequió con uit magnifico y vtu’ittdo eottciei’lo en Itt noche (le! 21 del últi- mo mes; la (oiopaí’íía de Mr. \E. I”eeley cotítin ita atrayendo al pú— hii co cotí su tuco ecl es[le y loS trabajos (13 Ii gele za y ñu rza’, y en la plaza (le la 1 )e ni oc ‘tícitu, lo co ti piti’i la celles be y acrohii tiea (Tel Si’. Gastun tambien Ita (luIdo principio “t sus espectuieulos, y todo el mundo aprovecha la 0(’ílSiOn (le tlistt’aei’sc ‘ divertirse.

Yo soy el que ni me tlisti’aigo tu me divierto. Paso la vida nii’ts majadera (filO Vds. pueden fígurarse, con una idea fija; la idea (Te hacerme poeta; porque it u revistero que no tenga sus ptin tas de poeta, no vale nada; y p01’ fluís que se di- ga (filO (le ~t (inico, poca ?J loco. fonios lcnení 0.5 ((0 poco: yo ten— (ir(~mucho de 1) último, y nada (le lo dumas, ú lo menos nada (10 poeta; poIqute lo que es de iia~dico,segun d’Aleinhert, es fuíeil (f0~ tene’a mucho, atendiendo á que los planes caritativos tic esos lii— ~OS (le Galeno no son otra cosa que palos (le (‘iCgO. «1 ~anaturaleza humana, ha dicho, sostiene tenaces luchiíts COfl las en fe i’medades. VienC 01) C i1’(/O ai’ntado de pali) (el itt idico) y trata (le poner paz entre todos los elementos que pugnan; si con los primeros consejos no lo consigue, levanta su palo, y tiescaruvi moriales golpes. Si atí’npa la erifetinedad la mata (li’(fldOflOS la sa— ií~LMUSF~OCANAR1Ú. mcl; si atrapa la naturaleza, la mata, dándonos la muerte». Pero en cuanto á ser poeta, ya es más difícil por más que abunde mucho el género. hoy todo el mundo, excepto yo, es poe- ta. Son tanto los vates cilio no alcanzo á adivinar donde se habrán vendido tantas liras. Verdad es que muchos cantan con lira ajena y de esa manera cualquiera es poeta. Por lo tanto yo que tengo ganas tic enderezarle una pocsia mayúscula á una niña que yo me sé, voy á ver si, aunque sea plagiando, ó lo que es lo mismo, si- guiendo la moda, puedo hacer algo. Allá vá eso: Niña, yo juró querer T Con pasion desde que su P, Que tu madre Doña Pa K Tiene una casa en las Cru C U. Si tu amor pruebas me cxi G Tu mismo amor me sedu U, Que no te adoro de bol [) Y sieflipre apego te tu V. Yo te llevare á la (Jo ‘1’ A Paris y á Guadalu P en tren, en coche ó en bar K Pasarás momentos dul C U, Y aunque yo soy algo po O La paslon que á. fi inc indu U En el pecho estar no pue 1) Y á la chola se inc su E. Yo te caniaró la .1 Jugaré contigo al tu 1’ Y si mi suegra quisi 5 Conio soy mozo de empu U Si conmigo ella se aire V Sepa ciue no me sedu U. Creí que esto de hacer versos fuera cosa más fácil, pero me he quedado sudando como un gallego.

liemos recibido los dos primeros números del JJoletin de la So- ciedad Económica de Amigos del País de Tenecite en la Laguna. Tambien hemos recibido los primeros números de un nuevo periódico que con el titulo El Ii’is ha principiado á pubhicarse en Santa Cruz che la Palma. Saludamos á los nuevos compañeros en la prensa. La ilustrada Recísta del Foco Canni’io órgano del 1. Colegio de Ahogados de esta Ciudad se ha principiado á publicar como órgano tambien de la 1. Sociedad Económica de Amigos del Pais.

Por hoy no digo más porqu~~oy á la fiesta de Concepcion en (~inámar. Y ahora que inc ocurre, á Ginónmac no le encuentro consonante. MAIJIICIO. AÑO 1. LAs PALMAS, 1)iciEi\rm-tE ‘2~2 DE 1880. NÚM. 20.

EL MUSEO CilARIO1

PL ~TO\ Y SI TIM l~()

AguaSe eii los cii’culos científicos, espeeia1n.~enLe cii los geológicos, paleontológicos, antropológicos, loi- pogritficos y geogríLlicos, una cuestion de no pe(1ueria. importancia para la cielicia niiiy especialmcii te para la historia. Esta cuestion no es coiupletiunente nue va, cuenta algunos siglos, nada menos ([lic desde Ph- Lon hasta nuestra ópi)ca; ciiestion qn e se del(aLió 11111— elio cii el siglo XV, (lespues del (leScJtl(ii[IllefltO y con- quiSta de nuestro Aicliipii’Iago. Los sal (ioS (jitO SEtJI~e- ron lo relativo ~ilos pci ini Livos habitantes de las Ca- narias Se acordaron y volvieren u leer con atencion un libio que hasta cii Loi ices ni ichos lialdan coi isidera- (lo como pcot icto (le la iua~nuaeion(le un sabio cnn- nente, el ‘[lineo (le i~l~ti (U, y vieron en el grupo (le iluestras islas los restos (le la un tigila Atlfiu 1 ida. Los geógrafbs Se ciiii ten tan (U P°~entonces con decir qn e las porciones ile tierras descul (iectas eran una con ti - nuacion de la gigantesca cordi 11era (Id Atlas, pero los geólogos pro tendieron pciitero y alirmaioii (les pu es que las Canarias oliecian todos los caractóres de ha- ber sitio formadas por levan taniiien to. ( u~ilde esas escuelas tiene razon? hace pocos afios se vienen pu- blicando libros, folletos y artículos de l)eii(’(LlicoS ijue rio han resrielto el problema. Esto, no o] stante, 1 ian traido descubrimientos cien tíficos de importancia. por el estudio que se ha hecho (le. nuestra f~una,de nuestra flora y (le nuestro suelo, por los naturalistas y geólogos. No es esta la ocasion, que va llegaruí, de entrar en el ex~une.nde esa sórie de instructivos es— To~roii.—l5. 226 EL MUSEO C~NABIO. tudios: basta por ahora d liii ~V0PÚSj te dar una idea (le Platon, de su época Y (le SU Tirneo. Platon, el filósofo in~íseminente que registran las p~Iginasde la Iiistoria de la lilosofia, nació (‘II Ateiias el SeXto (ha tiel ilies de Tliaigehou (~1 de Mayo) del tercer aflo de la 8~.° Olimpiada (‘ubi aÑos antes de Jesucristu). ~ u padre, llamado Aris 1) ni, deseeudi a do Codrus, y su madre, Peryctiona, liaHa reinen Lar su estirpe nada ineiios que d Sobo , el e~lehrelegisla- dor; de niodo ~ LC 1)01 (lilbOs progeilitores ~ de familias que liahiaii dado gran brillo ~t su patria l10t~ el talento, por el sal er y por el valor. Llamabase AristoLeles, nombre que le ha] dan da- do pi r noinbrarse así su tio, y mas tarde l’laton í causa (le la ainplit ud (le sus espaldas y de lo esbrelo— so do su hermosa y (iespe~adafrente, donde se tiesta— cal)an los rasgos del g~iIio(lite tlebia alimibrar d la ]iumaiiida(l, y este nusnio nombre es aun notable por 1 taherle sido dado por Sorrates, la figura inús colosal que iiiís se haya levantado eiitre los deinas hombres. La tiricia, o mis bien el Atica, coiistituia en eso período el Estado imias floreciente, y se liallalat entou- ces en el apogeo de la gran eivilizae ion; eran sus con- teinpoiíiiieos t~ofocles, Eltrí1(Ides, ~\ristófanes, Me— nandro, Tucídides, Xenofonte, Praxiteles. Este liom- bre fue discípulo de ~6crates, coiidiscípiilo de Alci- bíades y maestro de Aristoteles; se lialló en las con- dieiones de haber u~Toen su j miveutiul al extraordi- nario hombre de Estado, Pendes, cuyos lujos en la elocuencia has t~ila piesei~te feclit 110 han encontrado rival, pues la oportmundad de no Ciceron, los ai’ran— ques impetuosos de un Mirabeau, la prufusio~~de flores (10 un Castelar soii pílidas luces al lado de ese esplóndido taro de la antigüedad, cuyo nombre ab- sorbió una ópoca, puesto que se le eoiioc~ ho con el nombre (le Sijfo (le Pei~ic¡es. En smi j uventmmd cultivó la poesía d( )fl gran brillo y comumpuso uin poenia ói(idO, en el que q Luso igualarse nada menos gime d 1 boniero; puesto tille en 1111 certúmen (fUe SO tele] (raba, segun costuiaul (re tic aq ud tiempo, se llevó el iiii 1 ner prei mijo. EL MUSEO (L~NkfltO. ~27 EuI iisiasiiiadlo COli este i’~Xitopeu1S~)i1etTic~tisuial ~iiero lírico. Cuando ~ los veinte años hizo contici- miento coii Surales, a1~a.udtoid toW s los sistei iius ro— Iloei(loS \ sigilio la esriiela (le wjuel grau iiiae~Lrori [- ViL 1 ~usef 11 uI(i~Line11talÍ’1~i1 11 iei tiato 11(01 Li) fl ioral de ((los 1111(01 tI irus de la ~u ir(ia.d humana ~ I.at inerte tn’ugica de Sdcrales tlispersó ~‘isus dis— cípulos, llevando cada uno ese iii incuso can i;d de sa- 1 InJuria sni cuyos riIllielltos a(mn hoy csl arlamos ni la 1 iarl )arie. Tr~lsl)asado 1 el (10101 el (( iia.Zui1 d 1 la- Ion, y ~ alma desgarrada por el pesar, mio jido vivi i ya en Atenas y se inarclmd Ii Megara, y j unto con Eu1- desenipefidclides f unió enla escuelala ami 1 icitedadMegariana,i\Iilsquetardetanviapgra upip~oveel Egipto, por el Africa y por la ~taIta, y en (idas partes adtjuini uiiievos ~ iiioc imnient S, poni(’iulose en rda— (01)11 con it s liomlires einnientes y enriqi uecieiido OIl P- Ha (~d)eza,Ya. r~[uiísiuii;i, t’oui rl (lestell() del góiiio. De Italia paso ¿u Sicilia, donde teiiua mio ¿uutiguo discípolo ~ amigo llamado 1 )i iii, avori lo del tirano fi Iii 5a.ZOfl rei ial ta. 1 1re~eiito1eéste ¿~ 1 )i Oi ISIO por el que fo~ (aliñoSitlilellte aroido, l~’f0 coi 1(1 los coIiSe~oS de tui !ilósofti 110 potliaim estai (le actucrilo toii los Vicios (~t(~iodeaii (01)11) Liii laii ul u los uiauos, le condenó ui inmuertt’. (barias ¿1 la. influencia de i)ion, piulo salvarle 1~tvida fu~vetid ido coi 110 esclavo. 1 boo- nocido 1)01 1111 discipulo le rcscatú, le restil lvi’) u’) Sil llatrili y luiidó la Acadeiiua, la( 1ue se llenó de (liscIpu- los ulvitios de salter, siendo entornes cutainio dii) ptiii- (o~uiofi escribir las iiuuieros’is obras, que iuov ati liii— ramos Y que comi jtista razon le li~uic~ulqutisi ¿ido el nombre del Di?ino ma Ion. Entre sus pri tueros escritos nos oc~pareu flo~del Timeo, obra donde se hallan reunidos todos los ele— iiieiitos de una verdadera Enciclopedia de ciencias físicas, unateunfuticas, naturales y in(’dicas, de la anti- güedad: se expresa en forma, de diuhlogos, y procl~uiiuL el mótodu experi nental emuido dice: «Es preci so quue ((la experiencia sirva de base fu todos nuestros dis— «Cursos)). 1ritias nos re— En el difulogo entre Sócrates y ( 228 EL MUSEO CANARIO. flere que Solon, al viajar por Egipto, llegó it la ciu- dad de Sais, donde fué espléndidamente recibido; in- terrogó it los Sacerdotes más instruidos sobre la his- toria de los antiguos tiempos, y este hombre extraor- dinario confesé que su ciencia y la de sus coinpa- triotas no era nada: quelos Sacerdotesle manifestaron que los Griegos eran jóvenes de inteligencia y no po- seian tradiciones ni ciencia alguna, venerable por su antigüedad: que un Sacerdote Egipcioentró en gran- des consideraciones para probarque en Grecia no se hallaban consignados los hechos que ellos mismos habian llevado it cabo, y mucho menos losde los otros pueblos, revelándole que antes del desastre causa- do por el diluvio, la ciudad de Atenas sobresalia en la guerra y era célebre por la perfeccion do sus leyes; quesus hechos y su gobierno eran superiores it los de las demás ciudaaes que se han conocido bajo el cie- lo. Despues le añadió que desde la fundacion de la ciudad, sus libros sagrados hablaban de un e~paciode ocho mil años, y entre otros detalles le refirió uno de los más notables, y era que Atenas destruyó un poderoso ejército venido del mar Atlántico, que inva- dió atrevidamente la Europa y el Africa, porque en- tonces ese mar era navegable y tenia delante del es- trecho que llaman las (1olumnas de hércules un ter- ritorio más extenso que la Libia y el Asia, formando un verdadero contineute. Aquella isla Atlántidaseha- llaba gobernada por Reyesde un poder maravilloso y se extendia ~mrla Libia, el Egipto y la Europa, hasta el mar Tirreno. Estos reyes se coligaron subyugar «nuestro pzils, el vuestro y los demas pus- bIos mas acá del Estrecho~..En esta circunstanciafué donde brilló la pericia y valor de los Atenienses, pues, abandonados por los Helenos, ellos solos arrastra- ronlos mayores peligros conteniendo la invasion. En- tonces erigió trofeos y libertó it los pueblos de la es- clavitud. Una sMc de grandes temblores de tierra y (le inundaciones abismaronel territorio en un solo dia y en unasola noche fatal, y todo lo que habia de va- liente. La isla desapareció bajo el mar y éste dejó de ser navegable por la gran cantidad de lodo (pie que- EL MUSEO CANAIIIO. dó en el local donde existia la At1~ntida. ¿Serán las Canarias, las ~zores, las de Cabo Ver- (le, Madera, Puerto Santo, Salvajes y deinas esco- llos, aireeili~sY bajos qn e 1~tehl~tu(~St~1parte del Oeóa- 110 resto de ese coii Liiien (e, y Sl IS ha]u tan E eS los des— eeudientes de los ALta u Les, (‘Ii ÍOIVOS (lefalleS entra largarnen te Platou?—\ si estas islas salieron espon- túneaineiite del seuo (le los niares ¿de dónde vinieron tixjuellos alaorígeiies? 1)esde este eseri tor hasta iniestra “poea es inerei- Ide (1 ndliiero (le tral)a]oS que sí’ han plihi ieado so- bre esta cuestion, Y iiosotços pode~1105 (hividirlos en tres grupos: unos que aceptai1 (‘1 relato tal cual lo esciihió el cólehre filósoh AÍniPilse, Y (hall ~0lI10 cierto y positivo lo qi ie reíilaer( el los ~uei~IoÍ es le Sais á Solon en su ~iaje u Egipto. Otros iii (‘~i~Uipor col iple Lo el relato de PIah iu, y elltOliCeS da mii interpretaciones, cada tiio segIui 511 criterio sobre ese illiSillo tenia; y por di tno viene grau numero de filúsolos \ llattl(alistuls, (‘tiLle (‘1105 .1111 iulies de duna u ni versal,1~mhiflguhla(0 mo \olopiiiioii,E ure y ullititaniu—- boIL, (lu1í’ 110 se (IL’CiddIl P° III aniliestan las P~1Z011~t’ii ~pie~e fundaron pt11~t no decidirse en pní iii cii e uit va de tan jiuport ante enes! ion. En otro nffiuero trataren os este asunto.

1 bu. (‘nia y NxnxNJo. 230 EL MUSEO CSXA1UO.

PLANTAS Y FLORES.

1. La Jarclinerta.—Ojeada histórica sobre la misma. Los límites de la ambicion del hombro no se cir- cunscriben á llenar aquellas necesidades que, por in- dispensables á la conservacion do la existencia han merecido el nombre do físicas 6 materia!e;. No son menos exigentes 6 imperiosas las llantadas murales, áun cuando 110 tengan aquel carácter, pues sin ollas el hombre no ocuparía el primer lugar en la escala do la creacion. Muchas son las comprendidas en esteór- den, pero nos limitaremos á considerar alguna de las que, hijas natas del sentimiento de lo bello, le impelen, ya que no á crear por lo menos á imitar la Natura’. loza, penetrar cada una de sus bellezas, asociarlas unas con otras, comprenderlas á veces todas en una, buscando siempre un efecto agradable y armonioso. Como la espontaneidad de la creacion es tan varia- da y tan múltiples y heterogéneas son sus obras, de aquí que la inutacion verse sobre distintos tenias: de aquí que el arte haya croado al pintor, al escultor y tambien al Jardinero 6 Floricultor. En todos estos ca- sos el arte no busca precisamentelo útil, lo provecho- so y especulativo, sino que, rindiendo tributo al senti- miento de lo bello, toma de la Naturaleza lo que más le agrada y encanta 6 intenta reproducirlo en todos sus detalles. Para inspirarse en sus obras, el Jardinero 6 Fon- cultor tiene que asociarse al poeta; necesita mirar desde muy alto lo que es objeto de su imitacion darle más amplitud á los sentidos, para que éstos puaan r netrarso con exactitud del mistermoso y armónico or- den que la Naturaleza guarda en lo creado. No siem- pre hade Imitar al arquitecto que empleaen sus cons- trucciones líneas rectas, que simetriza las distribucio- EL 11 rsl:() (1\NXII (. lies, lalla y pulimenta las piedras para que la (toPil i— dad de mieslros (enanos pueda ahiazau’ de una sola ojeada lodo su dominio; p~u~ique las diversas de— })Üfl( [enrias y accesori as (1~’la nioia ( la estn i’i fil (‘si ro alcance; y por últino para (~Oll(0(lar SI i obra íi Li exi- una cxl (‘flsiOfl (le 1o~5(01 i( [i~ ([(‘1 tacI () Y (le la \ isla. \o; la ~\aturalez i. 10) ocei [e así; no 1 leude en sus operaciones d pr )O1CR)llLiI exclulsivalnellle LiS (‘OlI\’e- nicucias (Le la. especie liitiuiana sino la de todos los sé— res del 1 ~l1iVerso; eni re éstos ex isiei sirio lIC lepeii— (telinas recíp rotvi 5, por iTIId(-~ (~lii’ on iii 1 ó i( L>~ed 1 )PiiflC- ra vista (i la limitada peneliacion humana, al~’cLenla forma ([e (olil rasles y apai’enl es (0111 rdic(iones; el elPclo le ullanle (le las mnullipies ~ iiu’steriosas relacio- nes entre lodos, conslli uve las 1 lal1nol~lsa romo ías (le la :\a.luial(’:a. Fsla, cii (‘l~S1o,(uiami(.E) crea una roca la llena. (le uiriel ~ Y ptiiita s, la (‘sr u a. Y rai’(oule (011 la limiia. del ¡coipo, \ la coloca, mio precisalllellt(’ iii me- (ho (le bosques o praderas, sino ial vez (‘II (‘1 (tesiel’h ~ ó en la.. illflIelIsi( lad (1 ‘ los iiui les 1):lra (jite sirva (le remejo it los h tbita.ii1c~uit aire ó del auua. ~> cortó con Ii aeis rip lutos las c s~ias de los ()ceé1105, las (le; () iri’eaiulares Y (oit tEOSOs, l()llndll(l() holmios Y (‘useilaulas, Palo iu~’las ilumelosas leuiones de ~(‘re~, (nrlIunlleli allí meliueio en las pu;ima.Ees 1)1)1 lascas. 1 ~0s mios, antes de (leslnl)oclr, ser}(elli(’ali cii ilizaimdo (liversas (o— ludir ds, V 5115 dlii ciii es a u iiietii un o (lisiO ~flhIYCfl la ve- iociu ial (le 5115 uueuos, sepu mi seaoi los l)1111 los de ini ci— seccioli cii nlvela( L s Ita o uiiis o escarpadas peiidieiites. Las erandes teinpesl aules de los mares ohslruiiian las desemhocadura~ (le los nos si las Islas pluvi(tli les no les pr Iporcioiiaseii cu nal fO )s (‘11 u li\ ersos ( lirecc i( mes. 1 Ms séres \ i\ ienles 110 SC eiic ieiilron tampoco reparÉ i— dos al azar, sino disi rilundos (11 las zonas utiie mejor cuau hou su Oigan izacioli. El (1 iacal en el u lesieil o, la liebre en la pradera, el 1 ~ io cii la osc 1 mu Lid; la i °‘1— mora en la llanura, el 111115120 eii la ~ el hongo en la caverna. Cambiad ait ¡1ini alnien e (si e 61(1(01, a lic— rad esta. disposicion de las leves oit uiru les, Y os resul— 1 ai~una de esas })io( luccioiies (le la iii mli asía, uno do esos ridículos (lenIuUlo5 en (j nc se 1 diii rau claveles so— Pro hojas de mirtos, granadas s (PIe espinos, azaleas sobro tallos do eolia. l~1ingeilio de la especie tmuimiiana 110 consiste piecisainente sinO (‘11 el mej 01’ fli( (([0 ile imitar la Naturaleza; y 110 podemos (lar 1111 solo paso 232 EL MflSEO CANARIO. fuera de sus pi~ceptossin desvariar 6 perdernos. Como todas las arles hijas del sentimiento, la Jar- dinería, ha de estar tainbh~nsubordinada á las reglas dictadas por las leves naturales. Al copiar en mi jar— din lo ({UC en otra parte recreó nuestra vista, lIemos de rodearle tic todo lo que en aquella contribuyó á encanto. El majestuoso roble de inmensa copa, que admirábamos en una altura, (luedaría sin efecto colo- cado en una cuenca 6 sitio bajo. El lago artificial no lo podemos situar en la cumbre, pero si en la llanura; sus bordes no han de ser festoneados con el pii~oni nogal sino con los ciperus y bambús. En l~sgrul as o cavernas no intentemos establecer el jaziiiin y el rosal, sino el musgo ó l’)s helechos. Las ruinas (le Ufl 11101111- meato no deben figurar en medio de un hos juecillo, si— flO ([TIC li an (le aparecer asiladas, porque o eresitan algo (le soledad y desierto. Las estatuas Y todas las obras ([el ingenio no tienen su lugar ni cn la selva ni en el piado, sino cerca de alguna conslruccion; pues lo que es producto humano ha (le lialtarse cerca del hombre. Imitando pues lo natural, nuestra obra en sus dedilles Y Cfl su conjunto recreará los sentidos Y (lespertalá el mismo inefable sentimiento contemplativo que. la Na— turaleza (lespierta. La historia de la Jardinería es tan antigua como lo cs la del hombre civilizado; ha luchado con las mis— mas dificultades y encontrado los mismos Iropiezos ({UC otras artes como la pintura y escultura. La .1 ardi- nería consistió en su principio, mas que en una imita- cion de la Naturaleza, en una tendencia á dominarla, á modificarla; pues por más ([110 á primera vista pa— resca extrafio, es una verdad que al hombre le ha cos- taclo menos en las arles el inventar que no el imitar lo natural. Y decimos esto porque refiriéndonos á las tradiciones más antiguas de los j árdines de Babilonia que Diodoro de Sicilia y Estrahon tlescril)ell, consis— tian sólo en planos regulares con líneas rectas y figu- ras geométricas muy distantes cte los que en el cha 50 conocen con el nombre de jardines ingleses ó natu- rales. Se encuentran en aquellos fuentes y kioscos ro— deados (le pirftrnitles de flores, lo mismo que grandes tableros (le rosales, tic mirtos y jazmines circunscri- tos poi vallados de rígidos cipreses. 1 )e aqui sin duda tomaron los griegos la idea tic los Jardines que, trasmitidos á los romanos, llegaron á EL M15i0 CÁNAR1O. ~233 convertirse en suntuosas creaciones. En efecto, traza- ron inmensos pata i UC~donde se encon tra])all rcu fli( los todos los objetos Y obras (10 arle coIi([llistadOs i~sus eneini~os.En Id célebre villa (11’ Adriano, sitio do re- creo del nii~uno,cii el Ca.iliiflo [el rrivolv se enconiral a rennidr~Íc~(Ir) lo i ir~ i~rdn(1e,1ierIlI{ )(~r) y e~-~1~nt11(10 que aún hoy es po~iliieconcebir en este helio arle. Toclavít en nuestros tilas son testiinomo de ello los restos del templo (le los Estóicos, dci (11’ Vénus, 1 )iana y Apolo, (tondo fi té cii con Irado el celel )1C de IJe 1 1)e(Ic- Ce; las launas del T~al~o inaríl lino; ntiiuei’osas está— 1 itas y heas nionti~i~ei~hites.1lii \ ez de los ~ jileñes surI idores (le los Orlen 1 aks y aún de los (rie~os, el agua figumal )~conio un ornato esencial ~ era. ohj (‘ti) de co~lososfmnasobras; colija V \ oilcaba cii giandes niasas sohee ara( latías s )hl ej 111 estas fo ifli 111(10 casca— das (le tUl efecto iúa.lco y soipienileti (e; (;l las veces cia vertida p 1 nionstitiosos ilIones 6 bien hiotaha de artificiales ~rutas, encclIán( 1~se 1 tie~oen espacio- sas ljalsas; y condiad la cii otras ocasiones con (lis— pendiosas gastos ([e piinlos al k)5 y lejanos toniaba. la forma de inniensos st trtidra~para deshacerse luego eii copiosa lluvia. hasta aquí el arte, si bien provisto de cierta seve- ridad, ya. ~jue no rigidez, pro~1uciaun electo agrada- ble y armonioso; pero en la época (le la decadencia del Imperio, la Jardinería tanhi )ien se resint lo; los tem- Plos, las estátuas, la esineiada iii neacion (le los 1 ciscos, lodo cayó en (iesus(), y las plantas sólo se utilizaban para sacar (le ellas id [ículas y (lelPrnies mutaciones (le estátuas, templos inónstruos otros objel OK. Todo lo (fil e antes era i )el lo p o cuan 1 o se acerca 1 ua á lo na- tural, dejó de serio lité susti tu i( lo ~ ir caprichosas creaciones (file pronto per(iieroll su al raci ho. 1 .a épo- ca del ltenaciiniento trajo de nuevo para 11 ahia el buen i~ustoy elegancia en la Jardinería, recobrando la su— pren~acíaen este arte, como lo comprueba los eélehres J diclinos de l3óboli en Florencia en 1 ~ debidos á la inspiracion (10 los I3roxini y Ituontalenti, que reunen en conj 01111) y cii (letalle lodo lo más apetecible y en- cantador, ‘~ CU~os seculares cipieses sorprenden huy por su magnitud al viajero; no son menos de admirar en ellos los grandes terrados accesibles por graderias y desde donde so domina las más bellas comarcas de Florencia; el célebre Pilon de la Isla en cuyo centro 23% EL MUSEO (~NX1-iIU. aparece un gran tazon de púi~Íic1ocon cst~ituascolosa- les, lo mismo que los variados mOillImenlOs dis~rihui— dos en los cruceros de los paseos (file, tinas veces espaciosos Y dilatados 501) bañados por la luz del sol, y otras forman somhi’ios senderos (le abovedadas en- cinas. Bajo el sefloi’io de los ~1édicis todavía aumenté el refinamiento del gusto p~t~lo que respecla á los Jarcli- nes, pues aum~ue 1)000 generalizada la ini i’oduccion de aquellas plantas exóticas que por su follaje y [lo— i’es ~)rodlujeran variados conlrastes, se sacaba patudo del hoy simulando (‘011 61 arabescos, armas, letras y capi’icliosas figuras; el paviniemito se tapizaba con pie- drecillas de COlol’, pi’oduciendo á cierta disiancia y al- tura el eñ’eI O (le un p1111050 inosáico; al tei’al am la monotonía de las muchas estátuas y vasos, p01’ medio de naranjos perfect ainenle (‘enselvados en cajas p01’— tátiles y (jitO ocupaban siempre uii 1 ugal’ pie [‘ciente áun despues íjiie se generalizaron los rododend roo, azaleas y camelias, superiores desde luego en flora— cion, ~ que no competian con el elegante y frondo- so follaje de aquellos ágrios. Todos los jardines de lialia, más ó menos poste— riores á ailucila époCa corresponden al ini sino género y así pudiéramos citar el de Pati’oli no (le Florencia, lugar favorito (le la célebre Blanca Capello, el Triun- fo de Galatea trazado por Rafael, los muy nota bies de la Toscana y do los alrededores de Roma. El) ellos el arte ha ingerido formas más 6 menos capricho- sas, censurables algunas en detalle, pero siempre att— mii’ables en su conjunto; no se olvidaba el iniilai’ fortalezas con cañones qtie vomitaban agua en vez de fuego, y en casi todos ellos se establecian las lla- madas (]únuira.s (le! baño, 6 séanse salones de piso movible, donde el descuidado visitante se bundia pa- ra reaparecer completamente bañado, así como em- parrados y asientos que, convidando al descanso, lo rociaban con lluvia menuda procedente (le surtidores secretos; y otros objetos humorísticos que en nues- tros dias serian de mal gusto pero que las prácticas y costumbres ile aquella época los liacian tolerables. Como la segunda época del arle ~de los Járdines despues de la Italiana, hemos (le considerar la (jllO marcó en Francia bajo Luis X1V el célebre Mr. Le— Notre. Es la época del estilo clásico simétrico y cor- iL \i 15E() 0XN~l.RIO. recto que ha tOma(lO el nombre de estilo francés; fiió imitado en casi todas las (~órtcsy aun hoy se conser- va en su fuerza en muchos sil los. En realidad be-No- tre brilló, más que por la originalidad, por la ejem— sion; ésta es efeci ivainent e grandiosa y las clistrihu— clones vatiaclas y helIos; la tijera y la cuerda fueron i nstrumcn los de delalle COn (fil O dicho arquitecto de— terminó aquella fórma regular (le los ~rbo1csy las espalderas de rigluosos planos; eti la (lislril)iicion (le las aguas se vé o clásico con fi nd ido (Oil lo tui alavi— 1 loso, y testigo de ello son las fuco Les (le \ersa lles, el gran Trianon, los pa ~iiies (le ~aint—(~ioud , Villas— seux, ~ceanx y (hanlillv. Admui:acion (aimsan los iii- Incusos (lispendios pie 1)aj() el susodicho 1 ~uis XIV se emplea ron en a quel las i tu u osas cons 1 i~icci(1105. 1 ‘ata completar los lies g~iieros Ofl (file (o1i(itil-~ mente se (lividefl los .1 a1(1110s nOS resto o(ul)atnos (le los llamados 1 iugleses 6 no (u role ~. 1~sto~ discrepan po~eeuu pIel o de los anl eriores. En el los no se Irala (le superar, de ir mas allá de la naturaleza, sino por (‘1 cOl)tramo (10 iiiii lacia, de liad 11(i1 con (‘1 Orle lodo aquello (~iIOmás nos (leleita encanto; reunir el bos- que, la selva, el piado, la griilo, los animales (1011165- tices y (wn los salvajes, las casas riislicas y los pa- lacios, los rus y los lagos, los nuonuinentos, las es— tál itas y luast a las mi tIas. 1 ~os J ardi(les ingleses s ni verdaderos Edenes (loilde se encuentro lodo (le lodo, donde cada objeto 1)01 más ~~ne difiera en 511 esen- cia del que está préxi no, aparece colocado con nal it— ral udad; sorprenden siempre agra lablemeul e, y por lo mismo huyen del anianeranuento y del rebuscado estudio. 1 n jardin inglés representa una copia del natural donde está reunido aquello ~pie más plue(le cautivar nuestros sentidos. )e OÍ1UÍ (1110 este estilo de jardines sea de muy (lifíci 1 ejecucion Y (fi te re— (huera más (filO de las severas reglas del ari~uibefo, las del ingeoio y buen gusto. \ no se crea que al imitar la Naturaleza, la imitacion ha de ser servil; nó, el Jardin que asi trazáramos I~rmmiaríael mismo con- traste con lo natUral (JITO el (le un cuadro fol ogmático con otro (le Vela zqti ez . El mérito (le (‘5105 jo r(li nos consiste en la bella Naturaleza sin violencia ni con— fusion, pero con la espontaneidad que le es propia; las montañas, las pmfueñas cordilleras, las llanuras, las grutas, etc. no han de revelar que fueron fabrica— 230 EL Mt5E0 CS2tSB10. das por la mano dol hombro. El arto, una voz eje- cutada la obra, debe esconderse, ocultarse, aparecer como que no ha existido. Sin embargo do llamarse Ingleses estos Jardines naturales, hornos cte consig- nar que el verdadero nombre que les correspondo es el de Chinos. En efecto, en i730, citando ya en Ingla- terra estaban bastante generalizados dichos jardines, unos misioneros venidos do la China hicieron en Eu- ropa relaciones y aun trajeron planosdo los i~iese en- contraban establecidos en aquel Imperio desdeTnlclo,uny tiempoen oliosmuchodominabamMelantiguomismoqueestiloen deel Itelno-Tgrandes prade- ras, bosquecillos, paseos tortuosos, logos, etc. etc. No podemos hablar de los jardines españoles co- mo constituyendo un nuevo estilo pues en ellos se han reproducido sucesivamente ci Italiano, francés 6 Inglés superando muchas veces las copias á los ori~ ginales á causa de la feracidad de nuestro suelo. (‘o- mo tales, pasando por alto los célebre4 y preciosos de la Alhárnbra y Alcázar cte Sevilla, que hin duda to- maron los árabes de los orientales, pudiéramos ci- tar, refirléndonos á la (‘órte, el Prado, el Buen-reti- ro el Botánico, los suntuosos janUnes de Aranjuez y fa Granja, los Squares de la plaza de Oriente, de la plaza mayor, del Progreso, do las (tetes, de Isabel segunda y otros. Entro los parques de propiedad par- ticular pudiéramos tambien hacer mencion de los del Duque de Liria, do Villa-hermosa, Medinacoli, Mar- ciucees de Casa Riera y Alcañices, Platería de Martl- nez y otros muchos ndtabilfslmos por más de un con- cepto. Recorrida á grandes rasgos la Historia de la Jar- dinería, nos quedan pendientes las aplicaciones pit- ticas que de tan brillante arte pudieran hacerse en este suelo que, por su feracidad, d16 el nombro de Afortunadas á sus Islar tanto ésto, como una breve resefla de las nurnerosisimas plantas que en él se han Introducido y aclimatado,serán objete de otro ar- tículo. A. Nivano ToiuucNs. EL MUSEO tiPiSMO. 237

EL MAHABHARATA. III. Continúa el estudio aoorca do su objoto.—Apreolaclonea do Wc- ber.—PasaJcdo! mismo y su crítica racional. Nos hallamos ya en el caso de regredir en nuestro estudio para volver 4 hacernos cargo de la primera de las cuestiones en un principio formuladas; Ti sabor: ¿Cuál es el objeto que sirvo de materia al Malaabhara- ta? Para lo cual podremos ya auxiliamos de lo que dejamos consignado en el artículo anterior. En tal sentido podemos afladir; que los objetos son varios, como continente de producciones diversas, escritas en tiempos tal voz muy remotos. Mas, concre- tándonos 4 la epopeya principal do esta coleccion, he. mos de sacar consecuencias muy distintas de las que hunos visto deducir 4 Mr. Weber. Pensar con este crítico que la guerra en ella nar- rada, 6 110 Ita debido tener lugar, 6 haber pasado las cosas de una manera completamente contraria, no nos parece acertado. Y nos fundamos al consignarlo asf, en los mismos motivos que este distinguido orientalis- ta tiene para tomar tal direccion; 4 saber: la estrecha amistad que (segun se desprende de documentos escri- tos en laépoca 1)ralunánica) existia entre dos pueblos en el tiempo 4 que reliere su redaccion. No se alcanza 4 nuestra mente, Çy dicho sea con todo el respeto que el distinguido critico aleman nos merece), cómo existiendo esa cordial amistad entro dos pueblos, se escriba un poema de la naturaleza del que se trata, en que, como hemos dicho, se canta una lucha de exterminio. Para nosotros no existe hecho alguno en la historia que pueda considerarse aislado, sin relaoion íntima con otros acontecimientos: y la re- daccion de la leyenda en cuestion está revelando una honda enemistad. Pensar de otro modo es pretender que la fantasía pueda dejar de ser en sui obras un po- der humano: la fantasía, es verdad, se eleva 4 la con- cej%ion de creaciones que no han tenido realidad his- ~?38 EL MI~EO CANARIo. Úrica; pero no puede marchar en aislamiento, clivor— ciada de los ciernas poderes y facultades del espíritu; en toda creacion ~OÚi ica han (le hallarse motivos totales (iC in[e~és para a~1 iC1I1[)0, Y ciiaiido su materia no e~ Un hecho histórico ([UO hilagtie el sentimiento nacio- nal, ha (le ofrecer pasto 01 nI ndante al senliniicnlo ~ ma elevarse fi regi o mies do aJe el ~ ~ ¡ tu pt ~ ~ como su temporal aspiracioli. ~ decimos (JIte la obra poétie 110 puede aparecer en otras condiciones tIifi~— cites, porque la natuialeza humana lo mechazo; por— ([Un el poeta sieni e en sí IOIlHflI() tal re~)ugnanclo; Y porque no hay ninguno que se empeñe en una obra de ingenio en la evidencia de ser rechazado por el sentiiiiiento pfib lico. La api nion (le \Veber, por tonto, no cabe, en mo— (lo alguno, dentro del furip [jo criterio que la crítica debe pm~viaiiienteestablecer. 1 na hipótesis pudióriilllos hacer ([entro de oLio (ritelio muy esi recho, si no para just ifliar, pa~~tole— rae al menos la opio iOn (101 orientalista aleiiian; y es i~~ela redaccion (le la leyenda fuese ú nicmnienle mo— ti vado poi un odio persomd del poeta lificia el reino (le Nairus. Pero LillO CII este caso ¿es lógico suponer se empeñase en it ini. obra ~jite babia (le rechazar el buen sentid) de sus co eniporfineos? ~( (mio 11111 neran recibido óstos liii po(’ilii. ([lIc VCI11Ll fi herir en -ni fibra inús delicada fi un pueblo amigo? ¿.Quó actos no Provo- ca una obra de tal índole, pol parte ([e al~iie1(IUC ha— jo una forma extraña se \ ó humillado y herido pro— fundainenie en su dignidad? Asi, pues, la primera parte ile la opinion o’iui tida 1)01 A Iberio \\el )C1, 1105 parece, no sólo desprovista (le fuimotamento, sino nando tainhien con las coiid clones de que el lionibre se encuentra rodeado. No pasa de distinto modo la segunda parle (le SU aserio, que tiene evidentemente mayor gravedad y trascendencia. ¿Qué motivos le man inspirado el pen- samiento (le (IO1C las cosas han podido Oduilil (le una manera totalnien e contraria? Por niuclia que ha sido nuestra atencion al texto de su palabra, no liemos po— (lidO encontrarlos. Escucliémo~le:«El Mahiabharata nmismno nos ense— «ña que en lunar de lo~doscientos mil versos ((lIC foi— «man su actual contenido, habla allí un piiinilivo poe- «ma compuesto solamente de ocho mil. Ademas se i1~MFSE() (~aN\IlI0. «co1i~cCOfl iiuicha Ver()siluiliLU(l ([U(~ (‘fi las ocho ni~l «glosas que despues (le es’o es neeesaiio segl’egar, y (tondo pudo haberse (les(ri lo Ii lucha del reino de

U 1 S C U II S O PFION15NCI~.DOP011 EL Lic. 1). AMARANTO MARTINEZ DE Esconxit EN LA JNATJGIJRAGION DE LA 2.~sÉRU~ DE LAS VELADAS CIENTÍFICAS Y LITEIIARIAS DEL «Musioj (~N~utIo».

S1~oI1Es:

(hiando el hombre ha entrado en el ~iltiino tercio de la vida; cuando mira alrededor (le SÍ y v~que han desaparecido las rnfis caraS afecciones de su alma y no siente palpitar su corazon al dulce halago del pla- cer; cuando al remover las cenizas ~e pasados i~cuer- dos las encuentra 1ii~iuiedas1)01 el rocio de continua- das penas; cuando siente que se amortiguan los lati- dos de Sil corazon jadeLllI te va del CRillillO de la vida; busca saludable descanso al cariñoso rescoldo del amor de la patria, y todo su afee) y todo su s(~rpa- rece que se reconcentran para consagrarlo í~la iiiadre coman que nos recibió en sus hrazs cuando naci— mas d la luz del inundo, y cinte 110 flOS miegani siete piós de tierra palin dornur el sueño de la eternidad. A esa edad en que la sangre circula ni~islenta— mente ~ nuestras ~e•nas y cii ~ji~eel helado soplo de una madura experiencia apaga el ardor de nues- tros años juveniles, sentimos, Como fuéra de nos- otros y lejos de la pasion del egoismo, ini tierno afec- to, una vanidad que nos enorgullece, un !ilitntrópico impulso (JUO nos llevaria hasta la heroicidad del su— criticio, cooperando ~t las glorias (le nuestra patiia y aminorando sus infbrtunios. Despojados de todas las ilusiones, procuramos pe- netrar en los abismos de la ciencia; la investigaciou de la verdad nos atrae, y al llegar il levantar una p1111— ta del velo que nos oculta tantos inipenetrahles milis— rll()\iO n.~1e 2 ~2 EL MUSEO CANXnIO. terios; al (‘erciorarnos de lo limitado y estreclw del enteiidirniento huinaito que no ha alcanzado á des— cubrir ni mí concebir la menor idea (lel acto de, la eteacion ni de la nada; que desconoce la. puerta por (1011dm’ se entra y por donde se sale del ieatro de la existencia; compadecemos fi aquellos que nos habrán de reemplazar ocupando nuestro asiento en ese mis- mo Lea1ro don de para cada generacion se representa y se repite de u iievo el amargo drama (Te la vida. Pero eouio el lioinl re investigador camina sieiu— pre te, como anibi(iolla el 1 den liária delan 1)~1rmt sus semejantes, (01110 es uno de sus pril1cipale deberes allanar el eaiinno mí los que le suceden; por eso pro- curamos dejar una grata memoria tras la Iniella de un beneficio; para (JUC (‘11 medio de tan ta. dec(-’pcion y de tanto desconcierto que estigmatizan el siglo cii ~ vivimos, algo bueno, algo útil, algo grande y al- go digno sefiale nuestro p~tsopor estas auia’las rocas (jmie liaii protegido unes ira cuna, devolvidndoles agra- decidos, el Lien que nos han hecho al compensar los (Tolores (Te la vida con las tiernas afecciones que han recreado nuestra amin. 1 Id aquí porque p10c1I1~11)0S con tanto empefio enaltecer esta ciudad (Te Las PaTinas; hó aquí por- que (leSeaI1ios ijue en esta isla de la Gran—Canaria florezca el jardin de las (iellciaS, de Tas letras y de las artes, para que la eusefianza y la instrtceion más finiplias se difundan, segnu lo exigen, las necesida— (les Soi’inl(.’5; lid aqi it ~)oi (11C’ liemos creado esta So- ciedad (TI’! ((Museo Canario» con legi Limo orgullo y con fiui(ladds (‘sperailzas de (jiTe, adunimndose todas las voluntades con el infis patriótico interds, consigamos por medio de (‘Se admirable mecanismo de la fuerza comun niarcliar fi un fin útil y evitar iinserables dis— (‘ordias ule mal entendidas pasiones ~jimeseparan fi los individuos, dividen las fuerzas, pmii~t1izminel influjo de las ciencias, detienen el curso y el desarrollo de las artes, nnpiden el p~mso al progreso, son rernora para la enseñanza y la itumstracion, y p~°l~.~”la ig- norancia y la reaccion. lid aquí por qud anhelando separar la vista de nuestro olvido y de nuestra (les— EL M1~SEO (~~..NA[Li0. ~raeia, tratarnos (le reparar anteriores extravíos, y no sólo nos esfo~zaniosi~orhacer inanifestacion exacta lIC’ 10(105 1o~adelaiitos y deseiibriiiiieiitos (11W (ILiria— mente nos eIlSWfla el UiUUl(T0 ~ieiiLi(t 0, SillO í~1tepo!’ nuestra parte trataiiios tIc a~iidar i~la grau obra, iter— iiiaiiando las antiguas tradieiuiies (le iiiiesti’o p1115 eoii la (“poca actual, 1 gando las generaciones ptsadas C( iii la presente; y para tener vivo el recuerdo de lcd- giras ‘pop(’as, (‘St’ iuisiiio Museo, sirve de panteuiu ~ illiestios aborigeiies al 1fliS1l1() ieiupo (llt(’ (le aliO’!’— gue a la. ciencia; Y pani. (‘110 (011 los u lejores deseos y con los niavores afanes, liemos venido reuniendo y atesoranW) cti autos nl jetos, por medio (le acertadas y hieji (lirigidus investiga(’l( (lieS, liemos eIl(o]ltrad() eii las ciievits Y (‘fl yemas ijite fueron test ig((5, hasta, liare cuatro siglos, de las patriareales escenas de la vida de los antiguos canarios. ( ~oriseguido nuestro o] jeto, parece (file 11 nestra amia. (1ese~u1saY Se sal islace. Verdad es, y (le] 0 siellipre conles~u1uy hacer de ello pftliliea 1 iiaiiid’sl acioli, ~pte ú la proteccion (lis— peiis~~id~t~ ~ ~ ~ P~(1 (‘1 \1 linicipio, se debe (‘11 grau I~n1’Leel favoiald e resultado de 1111 (‘sll(( ~(e1l— sauueuto, y es tute la ( ljonacion lIltIllitilOil (a)ltl— prefldi() desde luego i~tii’110 (‘ra iii pOtl Iii ser (‘Ii iiiera una istitucioli basada cii la iazoii Y (‘1! Li it ilida.d coniiui; y ti esa. prot(’c(’i( ti del ieiiios que iios halle— inos lu)V congregados (‘11 (‘st (‘ lugai para halel (‘xliii— eaeioii de iuiesLros senti uteutos y de ititestros traba- jos ~jiie, {(U ui~ue~( ((o iigan, son al menos significa— non de unestrus graudes dese(~s;y yo, el uIt mil) (It’ los socios fuiida(1ores, el 1 Ui’l~(lesti utorizado ile toilo~,(le- bu ti la bondad de uds coilipa fieros el que sea el jui— niero que al iIlaugItiLirse la sr utida s~’riedI’ nuestias veladas, nie levante, invocaiido Sil 11011 ibre y el noni- bre de u itestro digno 1” ilustrado Presidente, u qn icu tina reciente y laiiientahlc desgracia alej a de u uestro seuo, para excitar el amor ](tí trio de todos los c~uu1rios u fin tle qii.e secunden u uestro pro 1~~sit0(‘Ol15it~1li(’i1— do consolidar un instituto cuya bondad ha sido ensal- zada y justamente aplaudida. EL ML’SEO CANARIO. Y es verdad, tratándose de un pi’iblico beneficio, como es dotar á la ciudad de Las Palmas de un cen- tro de estudio y de ilustracion que tau alto ha puesto su nombre en todas las localidades del orbe científi- co, no es posible creer que existan entre nosotros personas que no siendo, porque no pueden serlo, re- fractarias á la ciencia, iinanezcan indiferentes; por- que esa indiferencia seria censurable, seria una falta del leso—patriotismo, una falta que la ley no castiga; pero que no ~or eso es menos censurable, porque la sociedad puede y debe exigir cuenta de las faltas que la lev no puede castigar. ¡Cuántas consideraciones pudiera yo hacer en es- te punto!—~Cuántas fihras pudiera yo tocar para que encontrase eco mi patriótica excitacion! Pero falto de autoridad para ello y sin fuerzas para tanto, apelo al mejor de los recursos, invocando el amor de la pá- tria á la que todos debemos consagrar nuestros servi- cios de buena voluntad para mostrarla engalanada con las preseas de la ilustracion y de la ciencia, y pa- ra que nunca pueda acusársenos de ingratos y nuestra memoria ~ p~~t~d~tser vilipendiada ni maldecida. Y á propósito, Señores, esa misma falta de auto- ridad por ini parte, la carencia de méritos para ser atendido, despojado completamente como imie hallo del respeto que impriiueil la ciencia y el saber, nm obligan á unir m~ mis frases, las respetables de un ca— miario que tanto se desveló ~ el bien d~su país y cuyo nombre y cuyo recuerdo pi1ra~mí son tan sagra— (lOS, COfliO que bendigo en ellos á aquel á quien debo el sm”r, el cual al hacer la más justa defensa de los de— rodios de nuestra querida pátria, invocó aquellos su- blimes versos de Ovidio: Xescio qua natnle soluni dtileedine cunclo.s Dttcit, el innne~nores,non sin it essc sui. Y que tan bien y fielmente interpretó en los si- guientes conceptos: ¿Por qu~la patria en lazo misterioso Dulcemente á los hombres encadeno? ilnfelice de aquel que aleve, ingrato, Al desprecio y olvido la condena! EL \1 (sE( (~~NAitIt). ~i; no basta solo no olvidar d la pLttri~L,sino ípie es pr~isoenaltecerla y honrarla, para que su en— grandecimienLo y prosperidad la hagan estimable ~t todos, figurando entre los piwhlos (liflos ( ilustrados. Así SeI~ Si (0(1 tuiuainos (Onstail (5 Y (011 igual entu— siásino en u uestia empresa; y si pu segtnnios 11 les— tras exploraciones en estas 1 ierras que tau t((5 OJC~itI1()S del P~0~0esconden, tal ~ezpO(lríí llegar dia en íjtie (]espert~ndosecomo SC \~ídesp(’rtalid() la curiosidad (le los s~il)i( (5 respecto al orígeil (le los iwii uit ivoS ha— } u tau ~esde estas islas, Se e le})r(’ en sta ini (ongie— so An tIop( dogno y 1 ht’li iStolico que, ~OiflO ha (li{li( iui iiotahle escritoi y allIlgo nilo, 1). Mniiiiel ~a1es y Fer1(~,(Ir~Idias de gl( (~Utí las t ilarias y particular— iiieu Le ~ los fundadores del ~1usen an tropologieo. En- toiires si que laiilieiiios tener la satisfaceioii (le liiber llenado nuestro cüiiietido; entonces sí (jflC podi~iiios desea nsai tranquilos, y las futucas generaciones leo- nocidas regar~tticon 1)end ici’ nies de gra ti t ini las flores le u urs io recuerdo.

IlE DICHO. 210 EL MUSEO CANARIO.

AGUAS MINERALES. ANÁLISIS DE LAS DE Ssra CsTALnS. (*)

(Continuw,Ion). Iaeestigaciois del Arsénico, del flitor, del Ácido fosfórico, del Aluminio etc. Anduko. Evaporé 1500 gramos de agua de San- ta. Catalina á una temperatura baja, y cuando so ha- liaba reducidaála vigésima parte próximamente, aña- dí gota á gota ácido sulfdrico puro, frio y diluido en agua. Concluida la efervescenciaquesoproduce, ¡u tro- duje sucesivamente porciones del liquido en el apa- rato de Marsh, que habia estado funcionando hacia media hora y no produjo nin~unamancha arsenical sobre la porcelana. lntroducido el líquido restante en el ~irato, continuó funcionando sin que la vena de gas inflamado diese la menor senal de arsénico. En esta experiencia la cantidad de sales (al estado de sulfatos) era poco más 6 ménos igual á 15 gramos. Veinte gramos del residuo insoluble, que proce- dian de las sales producidas por la evaporacion de 50 litres do agua hecha en el pozo mismo tampoco han producido manchasarsenicales. De estas experiencias se deduce que el agua de Santa Catalina no contiene combinaciones arsenicales. 1.’tuor. El producto de la evaporacion del agua de Santa Catalina es alcalino, y sometido á un eril- men directo, me ha parecido que no contenia fluor. A fin de confirmar este resultado negativo lic te- iuado 20 gramos de sales insolubles, de las que se produjeron por la evaporacion del agua en el sitio donde está el pozo, y los sometí it una alta tempera- tura; despues los frató con un exceso de ácido acético, (1 Véaso el núm. 18. EL MUSEO 0XNX0IO. sequ~’la itiasa en nia e~ipsula,colocada cii una esta— fa, hasta que desapareciese el olor del ácido, volví d lavar el resíiliio eoii a~tta(lesLil:ída, lo sejile, 14) P°~ Cli Uhid c~ípsula(le pial iiio y le añadí ~íaidsitllñrico (‘Oliteil t~idoY ~l1 U), (le 111011 (‘U~(~IIt’ h )flUaSP una pa- pillo. iboIii~ Itteí~oun vidpio cuidarlo (le lela fundida cii su parte convexa sol le la a u al liabia trazado al- gimas letras t’oii 1111 (‘Sl ud)’ de (‘0l)re, Y presentado vapores )~SU (011 vexid ad u los acid ~sqi u’ se d1oeii- dian (Ii~la ()~l)51lla, (ful’ (‘SIaL:) soinH ida una ratura suave, el vidrio 110 tija atacado y por 1) 1(11 0 110 flpOle(’ii’) nuicuna de la:; letras que li:dua trazado. Adeinuis, habiendo ((lalitad) hasta la lusion, el residuo iiisolu]de del ~iia de ~nta (atalina, ¿‘it un 101)0 (le vidiio coli i~siilÍiito SOdi(O, 11)) (LO iiiiiuutti VttpOl corroSivo (fil)’ 1(05)’ el vidrio (fuedaildo t’ste iII Loa to. 110V ¡1101 (‘1 el 0~)Ia II) Kan la (al al ma. ~1Liu~ocuf~/u~/QI’i(O.110 EiilS( 111 el ~I(id() II (sIútico, 1 por Illalio del iiiolihdato (le aiiioliiaco, y ~ P°~el lierc1~r1ll’)b’rriao ~ el a(etato súdico, y 110 dieron si no r’sliItaú)s ilegal U os, La mito oprrai ido en el resi— dtto iiis’diihle aonio cii las s:iles (lisileltas.

/1(1 )‘~t(/, .1 1~LoU/fi, Eíf ¿‘Q)/C/ü1/f/. El resíditio de cena de 3~litios de aai ut de Santa (‘i tahiiia, iisoluhle en al agua Y eti el ujaidl) ¿loiídiito, 1)1)’ ftiiidido en uit crisol de plata c’oii ((1011)) (1 tunco veces su i~’~-de poLos ~aitistica . 1) urau le la tuision, le añadí u iua (01— ta caii Lidati de nitrato i°duísiati para destruir ali~mmiias p~Lrl[cillaS oraúni(aS. Lit 1 hOZO iiiaiiteiiida cii 1iiSloii (luraulte ~i()11111111 tos la hltrú y lavií con agua destilada. El residuo lo (lisolYl (ii útido clorídri(() y añadí a la (lisolusion ini volumen igual de alcoli) ¿1 y (it’ acido hitlro—fluo-silícico, que ~ ~ (le itaberlo dejad)) (U reposo todo 11111 tija, 110 piodtijo ilingun precipitado de ludio—II uo—silica Lo han lic)). habiendo t’vapolJd)) 1(110 j)01UiOli ioiisideial;le (1(1 líquido, le añadí 11110 solucioii (OllceltliOda. (1)’ SIl italo cúlcico, y no se filo(J tice ningimu precipitado (It’ sitifa— tu (le (‘SLlOllcialla. Despues de lialier (lisuelto en ~iiido clorídrico I~i~M ~SEO C\NAIUO. muchos gramos del residuo insoluble en el agua, y aüadido ti esta disolucion cloridiato de amoniaco pu- lo, amoniaco y suluidrato de amoniaco amarillo, lo coloqiie cii iui tubo que cerré herun”ticamente deS— pu~~de lleno, y iio se lorinó nirigun precipi~idolue- go no existe ali’ini~nani manganesa. La (IiSO1UCiO1I concentrada de las sales tampoco precipitaba en estas Ñltimas condiciones.

El agila (id pozo de Santa Catalina pericuece al grupo de las cloruradas sódicas, ricas en prilicipios inineralizadores de gran cantidad d.c 1 icarbonatos, priflcil)allIielite del bicarbonato inagilésico, y (le ~ct— do carbónico libre que contiene cii aI)undaneuu, la ha- cen IlláS agradable disminuyendo el sabor salino, y muís ligera para el estómago que las aguas (le este grupo que no est~ntan cargadas de gas y de 1 )ierl uoinitos. Esta agua tiene, l)0d0 II1ÚS ó iui(’nos, la misma can- tidad ile cloruro sótlico IIUe la de Mttnster y r1~le dorslialle de Kreusnacli (Prusia itenana) y que la de F1aullirimnen de \Vieshaden (Nassau), pero tiene mus magnesia y inés gas y es ménos calcérea que éstas. Por su composicion se aproxima mucho muís a las aguas de l3alaruc (Francia, Ilérault) tan célebres en el inediodia de la. Francia. Comparada con las aguas de l3ourhonne-les-Uains (Francia, haute—Mame), es un poco inés rica en clo- ruro sódico y en sales magnésicas ménos rica en principios calcéreos, aunque su temperatura es muy inferior d la de estas Últimas. Los manantiales de San Luis en hlomburgo (Ilesse—Ilombourg, Alema- nia) y las de San Nectario (Pnv—de I)óme) forman palle del mismo grupo, p’1o mucho ménos niinerali- zadas, sobre todo en cloruro sódico. El agua del mar (que se le acerca y pertenece al mismo grupo) es, pOCO fliéS Ú niénos, cuatro veces inés nnnerahizada; pero no es potable, su composi— cion difiere bastante y su temperatura media es muy i nfí~rior. J. Pxnura~x. (Conf inv~irá~. F;L i\IU SEO GANXIIIO. ‘19

1) 1 S (T IT 1 ~ U PR0NFNt\Ia.) Pon i:n Un. U. TE(nlLo Mxn’u1NI~zl)E ESR0HAR 1)iiu~croi~LITERARIO DEL COLECIO «T~Unx~ ANIILIA EN LA ElE fIAD DE LA 11 U3ANA, EN EL EOLE\INE ALTo DE LA l)Js’rnhIfICION DE (‘fo EMIO~.

((‘onc1u’oion~.

~qiti tLlleis, eh sefioi’es, las dIiieíSiIn:15 j)lilno’raS ~dei~ríasud maestro que en eiertu uuioolo ~opera con (1 H~r Supreino. (‘01110 iuteriiiediano euitr~’la ¡d~ty la naturaleza, p1r~mdar el primer impulso la iimtehi— gellela humana. liajom la mirada paternal del inaestio, CSe flifio que hasta en tóuees ha Ha vivido para sí, em- pieza u vivir para 1 )ios, para sus semejantes y para el mundo; ese nifio se prepara para ser hombre, y su existeiieia 110 (tueduiii~ (dvidada, ((1110 1~Ide tantos otios (loe pasan deseoiioei dos, y 11 dejar tras sí la. huella (le su ularcila por esta tierra. En (dhctO, esa inteligencia 1 ia empezado su labo- rioso desenvolviniien lo, y desde en tuimees (1(’(e gresivailleli te, sueedHiidose. una s~rie110 iiltelTtl u ipi- (iii de 1 Iuhithstaeioii(’s (Jume cada ~ez trae 11 imevas exi- gencias de parte del (use ipitio a 1lSi05~ de apiender, ul las cuales respoiide constaii te y agriulul de empeflo del maestro por dilatar los liorizantes del ~ ien- to de su alumno; y si el agricultor, despues de 1mabei preparado la tierra y depositado en su ieeu11(10 sello la semilla, se siente enajenalo de placer, mHntras sorprende el primer destello de la vida, en el tT~nne verdor que coloca su cmipo, y couteinpla como van creciendo poco ít poco vuístagos y hojas por toda la extension que con solicitud cultiva; y si la gentil da— na que con delicada mano ha dispuesto el precioso tiesto donde escondió la pua del rosal, goza y espera 250 EL MUSEO C~~AIiIO. ansiosa el momento feliz en que las yemas broten, y recibe con dulce satisfaccion las primeras hojas, y con indecible alegría los pririieros botones que es— conde delicioso perfume cii nacarado broche: ¿por qué con goce niás profundo, rniás puro y desinteresa- do, no habrá de rebosar el alma del maestro, cuando siente los primeros destellos de una inteligencia que él ha preparado cuidadosamente; y al contemplar co- mo se desenvuelve y deteianinan las ideas, cómo se ensauchan los conocimientos, cómo de verdes hojas y gayadas flores se va cubriendo el atnia que coites— ponde á tanto bien con la príictica (le la virLud, con la asiduidad del estudio Y con la (1olee sonrisa de la imís franca gratitud? Ah, señores,~dejadme eoniteinplar esa nueva pa- ternidad nacida al dulce calor de los uiisterios de la ciencia, esa generacion espiritual que se fhnda en la homogeneidad de la razon, ose divi io lazr~que eliCa— dena el pensa~nientode los individuos todos en la unidad de la especie humana, y hace que los siglos pasados se con tini’ieu insolublemnen te con los pn~~’11- tes y futuros; dejadnie que yo considere en el discí- pulo un lujo, COiflo (“1 nura en (‘1 maestro su seguild() p~n1I~que sí el 1)~1~’1ole dió la vida individual, produciendo y aumentando con él los séres de SIm misma especi~,el segundo le engendró en la vida de la inteligencia, y vino mí completar la obra maravillo- sa de su incorporaciomi mí la familia lumniana, ennoble- cida por el ejercicio de la razon que esencialmente le distingue de los demás séres animados. Mirad ESOS dos espíritus que se comunican por una doble corriente (le ideas y de afectos; ved como se trasmiten, mediante la palabra, el uiútuo pelisiL— miento y se extasían en la riqueza inagotable de las ciencias; cómo vuelan en alas de las concepciones más altas, hasta determinar los más bellos ideales (‘11 la Literatura y cii la Poesía, las más ptmns y exactas formas en la Matemática, los más recónditos y mis- teriosos conceptos y relaciones en la Filosofía; unas veces analizan la expresion de la idea en el lenguaje de los pnme1~los sábios; otras buscan las leyes de la EL M1~SE() G.~NMiI0. 2~1 Providencia en la vida de las naciones, jildagando su origen P°1~entre las tinieLlas (le los ieinotos siglos, estudiando SUS (O)Stunhl)1es y sus insi ituciones, los C8— pleiidores (le SU poder y l~ismiserias de la ruina; va se lanzan ú las proliulididlldes del espacio para seguir la ordeiiada carrela ‘le los inao tu is; va se itund cii en las entraüas de la tierra y en el seno ile Io~mares pa- va S( rprender los arcanos ¿u’ la nal ti raleza cii si ts 1 iitís reci’inditos Ld)oratoru (5; inir~olh ~s, linali nente , (UW( subeii hasta p01 cuna (le lo ~isilile \ 1 ial (‘rial para rendir esa razon que tauLo alcaiiza, al 1d’ del luouio (lel Altísiiiio, aoL’ 1i~ iul~uitoV alisolittíi Ijiie es Su (1l1t5~t,Y fLiIidLuliellLaI priui(ipio (1i~tO(lR ciencia. ¿,Es 1iosihle pensar satislaecion fluís gra La que la ¿pie sien- te el Iioiiihre iiaciilo pai;L Li ii(’ii~ia, (‘11 la ¿uiiliuiica— (1011 (le los Ciiiioiiiiiieiitos, ioi la i11(ia~a(’I01ide Li verdad, (I1~u1dose reii liza t’ii tiiiioii de esas intel gen— cias i~tieliemos (‘(l1i(~oOcoii Ludo ceI \ paterii;it ca- laño? ~\O, SeflOreS, ud; \OSOtiOS sois tesl ¡gos, y los ti e 110 111 e esc ud oui, 11 inat ni dereclio t teiien para dudar del en titsiasuio ini neo so que llena en este di ~t fl ti i’sl 10 pecho, dilO u do, (1 espites de uii curso entero aetddiiiici en ~jiie illaestroS Y rliSdípttlOs lieiiios re— corrido 11111 tos los pli nieros pi idiplos de la cielida 1105 encon tramos hoy reuiuiidos para Si leuinizai el pri iiier aniversario de iittestuos ioiiiii iies t’sttidii iS, y (lispuestoS para eiiiprenier ~le iiuevo iiuestias 1111)0— liosas tareas con el Livor del cielo.

1 Dios aquí, Illi tio. Hr. , esperando (le vOS el pO — blico testiitionio ile Su tiplicacion y estudio, Y de liii eStlu satisfaccioii ieg icilo. Sí, jóvenes ahiiiiinos ile esi a iiutestra qi terida es— (‘ti cia, VOSOtros Ii:tl eis colTesporldiio ci ti npi¡ danien te O nuestros esfu erzos, (Luido O Y ttestros 11 iaest ros la recompensa mnOs ~uisiada CLI liii certOineu difícil y lle- vado ti cima con noble eiruilacion y con tenaz cHipe— fio. De hoy ilitis, va sabemos cuanto tenemos dere- cho O esperar de vuestra aplicacion ó inteligencia; pe- ro entended que no hablo solamente ti aquellos que ostentarOn dentro de poco la insignia y el diploina que justifique su laboriosidad y nierecinnento; hablo EL i\1 SF:O (~XNÁ1tIO. tambien a cuantos asiiiraroli ú este honor: porqtte han tiado á entender qu.e aprecian en lo iiiuclio que valen estas luchas de la inteligencia, y saben buscar la senda por donde se cam ila ~t tan sefialada distin— don: yo lo espero; ellos tanibien llegaran adonde ile— garon otros. rFalrll)ocu en este ilia debo escasear luiS palítbnts, (~U1fl0I1UflCR escaseo illis consejos, ul aquellos de mies— tros alumnos (1119, 110 Si11tli’~11d0secon fuerzas suficien- tes, faltaron ~ la cita del certiunen. Para vosotros 11111v esperialineiite teiienos reservado inagotable te- soro de esperanzas; ~spertad la ell(”rgica voz de vuestros colflpaíieroS que aIlIi(dLuIi eOuIIl)iJ1~t11i5 (011 ellos los triunfos del estudio; que su est [1111110os aui- me ~iniarcliar ~( r la gloriosa senda del saber, y estad seguros que taruhieii i~ir~~vosotros ha] r~[ mi dia de satisfaccion cumplida, Y C011 (~1preulio de vuestra cpb- cacion recil dreis los p1~ieeinesde vuestros Il1aestrus, y lo que vale iuiuelio iuii[s (IW1 todo, (‘1 regOcijo ilicOlli- pai~i1de de vuestros p~1i~sque tanto se afanan y des- velan P°’~pIopolciollaros un dichoso y seguro por- venir. Por último, Sefiows, el Colegio que t~u1 go la ini ile- recida honra de dirigir, os tributa las unís expresivas gracias a todos cwíiitos haheis contribuido con vues- tra asistencia ~i soleuinizai’ estos actos: pulque con ella ]ialwis manifestado (fue no es indiferente para vosotros todo lo que tiende ~ expresar un sen tiniieu— •to de amor d la enseñanza de las deliciaS, que es hoy para todo pueblo esplendor vivísimno de su civiliza— cion y feliz augurio de progreso en todas las esferas de la vida.=IIi~ 111(1110. I~L MUS1i0 CANARIO.

1~1~1 TL~L41

Cuando hanado en azuladas ondas De fi’ilLrido esplendor, De nñcar y olo sus cortinas abre El horizonte al Sol. En 1 alborada que riente asonfli. AIIj la miro yó. Cuando en las noches claras y serenas De diófano crespon, )it~ovibrar (le esos lejanos mundos 1 os 10111 t iCOS de amor, E ntre las no tas que apenadas caen. Tanibien 111 Siento yó. Cuando en el valle y la montaña umbrosa, Su pi’idieo arrebol 1)s LaVestidaperfiunadaostentaflor,cii niatizados p(~t1i En el aroma ~iue sus hojas hnotan.... ‘itinhien la siento )ó. Cuando la brisa con su dulce aliento De re~ralado ob i, SUS alas tiende y aeanieia el éter ~on t~iaa fui icion l~nlos susl)iro~ que d los Cielos lanza. Tanibien la siento yó. Cuando eseiu ho de ardien te poesía El cadencioso son, Que en cascadas armónicas apa~a La se 1 del cocazo u, Entre esa lluvia de canoros versos.... Tate bien la siento yo. Si Beethoven en niósica divina ~o5 (leja oir su voz, flecuerdo (le esos cñnticos sublimes Que sólo inspira l)ios, Al vibrar en la atmósfera sus notas Tainbien la siento yó. Sombra adorada, que dó quier me sivucs, ‘1 en rara Perleceio a, ‘Fus contornos dibujas en el aire Que cruza alrededor, Si murmuras palabras i~mi oido Tainbien las oit~oyó. AGUSTIN MILT~itF~4. Noviembre 2;3 (le lR(~O. JI~ MISE() CANÁIIIO.

P~IVISTA Qt3I~cr~L~.

Lo que se c(~.—Loque se oije.—Lo que se gstn.—lwia.--—No

lluene.—Me uoy. —Donatico.—Niiec’os pe)’iÓdieOs.—Se fué. — Eirela.

Examinándose un estudiante de zoologia, le dijo su catedrático; —Ponga V. el ejemplo de un animal. —Usted, respondió el escolástico. Los oyentes princip~ai’on!i. reir, mientras el profesor murmu- raba por lo bajo:—;Tiene razon! Pues no, señores, el animal soy yo que deponiendo toda mi se- riedad y mi apariencia de hombre grave, me he dejado tres veces seducir por los amigos, y tres veces lic tenido la calma de ir al circo de Mr. F’eeley, y otras tres al del Sr. Gaston para ver repe- tidas otras tantas, los mismos juegos y los mismos saltos y ca- briolas y las mismas suertes. Pero como en la anterior quincena ha sido lo único cjue ha ha- bido que ver, ha sido preciso ir aunque sólo sea por la concur- rencia, el mal olor y el polvo, por’ más que á veces el polvo no nos permita ver ni á la concurrencia ni álos trabajos Es igual.

Tambien ha habido algo que oir. En las noches del 30 y del ‘20 nuestra Sociedad fllai’niónica nos ha dado dos variados y aplaudi— dos conciertos en el primero (le los cuales se hicieron notar las Srtas. 1). Maria de los i)olores y 1). Cristina Caubiri en el T)uet— to de tiples (le la ópera O/ello de ltossini. En el Ateneo continúan las conferencias y discusiones con bas- tante brillantez en la scccion de ciencias sociales. ITitimamente han terciado en aquellos debates los Sres. 1). Eufemiano Jurado y el Dr. 1). Luis Navarro y Perez. El Museo Canario prepara la segunda velada de la 2. série para inañanr~2:3 del corriente. Y en las Sociedades (le Recreo han dado ya comienzo los bailes de máscaras.

4* E~.MUSEO CANARIO. Y veudr~n las Pascuas de Navidad, con sus i~~osy pasteles. ¡Pasteles! Les he tomado horror hasta ~l los que confecciona Agustin, porque me he llevado tantos pasteles en esta vida, y se confeccionan tantos pasteles en este mundo, que ,jam~she visto tantos pasteleros. En la posteridad ya no se ilainard al siglo XIX, siglo de las la- ces, sino .siqlo de los pasteles-. 1-Insta los cajistas hacen pasteles Empastelarse, en t~rl1)illOscte imprenta, es descomponerse una forma, ó lo que es lo mis-oto, nr— marse un zafarrancho de tipos y palabras al caer 6 sufrir un percance una composicion de letras de molde—hecha esta cxpli— caeion 1 los que no saben d~ in~ts-pasteles que de los cTe la paste- lería, veamos otra clase de pastel hablado que c-onfeceionó dias pasados uno ciue babia dado en la flor (le prometl~rselasfelices con cierta gallina ponedora. Dióse un din de nianos ~lboca con el gallo de la siluacion, y acusándole sin duda la conciencia saludó— le turbado: —,Señor, como está usted (le Lopez? —Muy bien perfectamente:—~yusted? —No tengo Dios, glacias- á novedad.—~Labuena familia? —Si señor. —Pues póngame usted el favor de hacerme 1 los pies (le la se— ñara y de dar un niño ñ los besos. Ile ahí un verdadero cumplido empastelado.

En cuanto á pavos lectores,—la c:osa no trae lnnhieia;——clue con sus casacas negras—y gorras de grana fina,—por calles y plazas vcnse,—moviendo atroz gritería,—--—soldados del Regimiento—deli- cioso de paría—Con un piquete (le doce—individuos cte esa invie— la,—arrogante, suculenta. —y bizarra iii fanteria,—la fortaleza más fuerte—yo it so. frente asaltaría—Pueden mucho docepocos—Se- ñores, en estos dias,—y iuits marchando yo nl frente—dirigiendo la partidn;—y si hay pavas ¡ oh! sí hay pa\’~t5,—111C voy che cola— batido.

En estos dias ha soplado mucho viento; pero no ha llovido; lo l’inieo que ha llovido ha sido una denuncia sobre nuestro colega la Rerista del 1-oro Canario. Para bien sea. Tambien llovió unas puñaladas en ‘I’eror; siendo victínia un EL MrSE() (~XuI~. infeliz del chaparion. *

Por hoy no ser(~más extenso porque me voy al campo pa~~no oil’ los graznidos tic los pavos y pavas, y porque quicio escurrir el bulto á los podiqüeíios (le .lfj 1 iiialdos. Cuidado (fue C5 peor que la fiebre amarilla la invasion de criarlos y criadas, ama de llaves y Adora que le desean uno felices Pascuas, cuando basta la avalan- cha de felicitaciones para ser uno aleo más que desgraciado. Y lije— go, los carteros, los serenos y guardias municipales, al~uacilesde todos los Juzeados, sobrinos, repartidores, mendigos y el inundo entei’o se creen con derecho á lincee á uno infeliz en tales dias. Esperen Vds. un poco: ya mi mujer inc acaba de decir, con verdadera cara (le Pascuas, que tiene que Comprar tres pavos para el maestro, la 1)irectoia y el médico, y que no olvide al aguador y á la lavandera á quienes es necesario (lar una propino en los próximos dias. —Ilija, le be contestado, el almanaque anuncia en este mes tres eclipses, dos (le sol y uno de luna; pues anuncia tres por que yo tambien me eclipso, y abur, Perico.

Fn nuevo donativo ha recibido nuestro Musco. El Si’. 1). Juan de la Puerta (‘anseco de Santa Cruz de Tenerife ha envíado por el último correo •~Oespecies (le conchas clasificadas. Por mi condecto, que es conducto bastante autorizado, la So- ciedad dá las gracias al Sr. Canseeo, y como rabemos que dicho Señor es aficionado á recolectar objetos (le historia natural y (le antropologia, le i’ogamos no olvide ó sus amigos.

1)os nuevos periódicos han visto la luz pública en Santa Cruz de Tenerife, uno hebdomadario La Moialidad, y otro diario El (‘01-reo. Ambos de intereses generales. Les deseamos salud y pesetas.

*

Se me olvidaba; el Conde de Fahraquei’, Vizconde de San Ja- vier se ha eclipsado para la Península en uso de licencio. Se acabó la guerra. MAITRICI0. EIsIs~’rA.—Enla página 21G del presente número, y en la línea 13 se cometió el disparate (le decir que Platon se llamaba A iis— tóteles que era el nombre (le SU Jo. Yo no eonncí al tio (le Pla— ton; pero (enselvo el árbol mrenealógico (le la familia, y se llama- ba A iistorles. Por lo tanto, Iéase en la línea 13 (le la expresada pácina 2~W,A ri.stoeles en vez (le Ai’istóleles. AÑo 1. L~sP~u~IAs,ENF~1to7uE 1881. NúM. ~I. EL MUSEO CA~ARIOI

1~LATONy j&~ \~rI1J(~NrçI1) A.

II. En mi anterior articulo hablé de Platon, (le su época y de la Grecia, (fue constituia entonces el es- tado más floreciente, y se hallaba en el apogeo de su civihizacioii. Seguramente nuestra adiniracion cre- ce rnieritras fluíS se examina aquel periodo, que sem- bró los gérmenes de nuestra cultura actual. Sócra- tes, proclamando el mejoramiento moral del hombre, noslia traido, corno consecuencia, la ineludible nece- sidad de la mstruccion; y así vemos que los pueblos, cuyo gobierno dirige su atencion á este ruino de la adinirnstracion y pone al fiente el talenLo y el saber, son los que ocupan el primer rango, sin iieeesidad de apelar á otras c~rcunsIiancias.——~,Quiéii110 admira ;‘t la Bélgica y á la Suiza?—;~Quiénnó á la Aleniania, é la Italia, al Austria, á la Inglaterra, filos Estados-Unidos Norte Americanos y especialmenTe fi nuestra herma- .na tnayor la Francia, cuyo actual presripuesto pura la instruccion, sabiamente distribuido, asombra por lo colosal? El pueblo, donde la instruccion ocupa el pri- mor puesto, Será sieumipreguuide, y donde sea un ac- cesorio irá de decadeiieia cii decadencia hasta que desaparezca para ser absorbido por otros; tities vn— torices impeiu la adulacion, la bajeza, la preocupa— clon, el fanatismo y todos los elementos propios pa- ra prostituir ini Estado, para disolverlo y colocarlo en el caso de ser conquistado por otro, aunque me- nor en fuerza, inés ilustrado. PlaLon, sentando fa observacion de los hechos, nos ha traido el despojarála historia de sus patraÑas y rfEnro n.—!7. 2~8 EL MUSEO CANARIO. ~tla filosofía (le sus múltiples errores; y si los liom— bres le hubiesen estudiado, se habrian economizado nos de sangre con que se ha amasado parLe del edi- ficio de nuestro estado social actual, y cuyas pied~~as sudan lágrimas, pesares, desesperacion y niuerte. Aristóteles lleva al terreno práctico la experimen- tacion, y iFi entonces otro giro á la ciencia, encausán- dola poi~SU CáifljflO propio, Y cada vez que nos lie- mos separado de (‘1 liemos siempre caldo en el er- ror. Ib todos le siguen, y de ahí los progresos en las Matemáticas, m’n la Física, en la Q imirnica y en la historia natural, que nos han traido los adelantos que contemplamos en las naciones civilizadas, y de cuyos beneficios se ludian privados los pueblos; unos por falta de criterio, y olios porq~~~su urganizacinil in- ferior no les permite comprender las vastas concep- ciones (le las ciencias y el encanto y belleza de las letras. De modo que de aquella semilla sembrada en el campo de Li inteligencia por Sócrates, Platon y Aris- tóteles, ha sido preciso l)iusmir de creencia en creencia, de revolueioii en revolucion para llegar á nuestro es- tado aclnal, el que aún sufre, sin embargo, los rudos conibates (le añejas preoc1Jpaciom~es,cuya teflacidad mus Lien re]ma~jaal lmOiIil)ie en ciertas coiidiciones que le eleva en su dignidad. ¡ (~uán tu adulador rodea á los grandes! ¡ ( 1uánta deguadaciun en las antesalas de nues- tros Ministerios!! Y cOlll() el puesto flí) se halla ocu- pado como corresponde, acontece que el más adula— (br de la persona de hoy, cuando ósta cae es el más que la vitupera, y entonces el caidu, se trasforma (m su vez en adulador. A la Grecia tocó la suerte como mí todos los Esta- dos: entró la corrupcion, .fué conquistada y ha pasa- do de mano en niano hasta que por los afios de 1 8~ se luzu independiente de la Turquía, y hoy forma una nacion que principia mí dar señales de vida mí recor- dar SUS antiguos tiempos, imes la instruccion se halla en un pi(~bastante floreciente. Manifest~’en el articulo anterior el pasaje más importante para nosotros, y es el que refiere Platon EL MUSEO CANARIO. 2~9 cii su Tu-neo. hoy me pro oiu.~otratar la euestion (le la Atifintida. ¿Existiú 6 fi) ese continente? ¿,Las Canarias, las Azores, las de Cabo-Verde, la Madera ~ Pcerio San- to, las Sal~ajes y los nhlinerosos escollos, arrecifes y bajos que pueblan estos mares, son restos de esa famosa isla que forniaha p01 sí sola. ini continente mfiS extenso que la Libia, el Asia y Li Einopa di’ aquel tielUpo? ¿,lJehii tomar el relato de J)latoii cuino niia bella colIlpOsieiOfl Ii teraria, fruto (le Sil leriiiiila imaginacioli , cuino una ffii (alo, o c’omiio liase (le imita idea geológica reinan Le en aquella ~poa? ¿Qll(” tun— ilamento tuvieron los Sacerdotes Egipcios para, re- ferir ú Solon, respecto de la (irecia, lo que Platon nos trasmite? El sistema oio~rfiliei)de las Islas cuya ba- se eS el Teide ¿es proporciolnoio fi la p1~otui1d1d~tdile sus mares, i la exteusion de las islas? ¿( ~uarda rda— cion con las cordilleras del Atlas en Africa y las de— infis q~ese encuentran en el Atlántico? ¿Qui” nos dice la geología, la pali’untologia, la flora, la l~íimnay la antropología con referencia fi ese hecho tan no- table? Longino no vela en el relato (le Platon sino muia Lelia produccion literaria. Anielio, creia descubrir en la destroce ion de la ALbín da una represen taco am terrestre del com] afe de las estrellas iij as con los pla— llel Is. N unierio, la lucha del 1 cen y del noii. Oríge- lies, la pugna entre los malos y los 1 cienos gmíiiios. Proclo la el(‘rna O~0S~Ci0i1de la materia y del espí- ritu. En la edad media y en nueslros dias 5C 11011 emitido 010 UiOlleS 1 i1~S6 lllf’1l( IS 1 n~logas. Desde los tiempos del u tisnio Platon los hubo que aceptaron el Timeo: tales f~ieron, Posidoiiio, F1iloii, Crantor, Marcelo y otros. 1 ~roclo, comentador de 1 ~la- ton, afirma que Cran tor, que lb recio tres siglos des— j~ues(le Solon, liabia encontrado (‘11 Sais UIIOS (‘st(~t((5 llenos de inscripciones, y que al descifrarlos los Sa- cerdotes Egipcios le liabian dicho lo nusmiio que Solon, y cine Platon refirió. Pero hoy casi todos api’— lan á la geología, á la paleontología y fi la antropob

gía . El prilTlero (file trató esta ciiestion, bajo (‘1 PUhI fo 260 Ef4 MUSEO CANARIO. de vista geológico, fué Bory de SaintVincent, quien á principios de este siglo, no tan solamente creia que el relato de Platon era un hecho veridico y exacto, sino que levantó la carta conjetural do la Atlántkla; y para explicar el fenómeno, con vista de docuinen- tos geológicos, observó que el Mediterráneo fué en los tiempos primitivos un verdadero lago, sin comunica- don con ningun otromar. Además está hoy probado que el Sahara era un mar interior, que una de las convulsiones de la tierra, tan frecuentes, se levantó delfondode ese mar interior ylas aguas buscaron una salida, segun la ley general de los líquidos, y las vertió en lo que es hoy el desierto de Barca, entre Tripoli y el Egipto. Volcada esta gran masa de li- quido en el lago Mediterráneo, instantáneamente au- mentó de tal modo su volúmen, que sus diques na- turales no pudieron contenerla, y entonces rompió porla lmrte que monos resistencia ofrecia, que fué por el estrecho de las flolumuas, llamado hoy de (3ibral- tal’: entonces las aguas en su impetuosa carrera ar- rastraron las masas flojas que formaban el continente Atlántico, quedando sólo esas islas, bajos, vigias y es- colios que pueblan hoy estos mares. Los trabajos que se practican en el Sahara, para ver si se puede formar un mar interior, llevados á fe- liz kSrmino lor el célebre ingeniero francés monsieur Lesseps, confirman ese hecho, pues sus arenas noson otra cosa sino vestigios de proíucciones maritinias, y tambien sehan encontrado conchas enteras de maS- cos univalvos y vivalvos; yla pruebade ellola tenemos en nuestras arenas de Santa Catalinay en las de las is- las de Lanzarote y Fuerteventura; porque arrastradas aquellas por los vientos del Norte y del Esteson pre- cipitadas al mar y llevadas por las corrientes en dis- tintas direcciones. Todos los naturalistas están de acuerdo en que la organizacion viviente tiene un foro de formacion, perfectamente determinado, y afirman que las floras terciarias de Europa y de la Amórica septentrional han tenido un solo punto de partida, y herr al ver la analogia que existe entre la flora de los Estados-Uni- EL MUSEO CXXX1t1O. dos y la miocena (le la Europa central, sostieiie que podrian conservarse, fi no haber sido las perlitrhacio— nes que produjeron los medios pliocenos y cuaterna- rios, puesto que se encuentran esas mismas plan- tas cii los medios pliocenos de la Europa, en la ‘po- ca terciaria, cine en la actualidad existen en la Auif’— rica del Norte. El estudio de las conchas terciarias (le los Esla— dos—Unidos de Arn~rieaguardan gran seiliejanza con las capas anfilogas de Francia. El exiuinen de los iii— sectos tarnliieii ha demostrado su identidad cii Lic las opi iestas riberas del Atifin tice; numerosos \ ettehra— dos fósiles se han descrito, cuya semejanza es palpable en ambos continentes. Todas estas analogías, que se obServan iio tan sola inente cii los gi”neros si iio i’u las especies, hacen sospechar fi los zoolo~oscontu— nicaciones muy fáciles e]ltre los conti lentes tercia- rios; de modo que el estudio de las lloras y fttnnas I~- siles ha hecho sostener á los zoologistas la l1rese1~ia de un continente Atlántico terciario. Adeiníis los es- tudios geologicos conlirul an ese hecho, pues nada menos que Veriieuil y Colloinh sostienen que la Atlán ti da (lehió estar it nida fi la España y al Sur de Francia, durante la época terciaria, porjue los grandes (lepositos lacustres que se hallan cii esa region, con- firman la existencia de inmensos nos que vaciaron sus agitas, lo que indica la certidumbre de un gran contiente; Y sobre este partictilir se han escrito un— merosos tratados llenos de datos de simia impon— taneia. Dii. Ciiir, y Nxhc~NJo. 262 EL MUSEO OSNÁRIO.

DILATACION VARICOSA l)E LA RED LINFÁTICA DEL ESCROTO.

La observacion exacta y sin ideas preconcebidas do los hechos, ved ah la gran palanca do todas las ciencias naturales y de la medicina en particular. To- dos los adelantos modernos á eso se deben; y para que el trabajo hecho no sea inútil es necesario conti- nuar del mismo modo. El camino trazado por Hipó- crates es el único que conducirá seguramente á la solucion de los problemas numerosos que aún están pendientes en el arte divino de curar. Acumular he- chos, cuando no se puede hacer otra cosa, debe ser el fin último de todas las tendencias; y al cabo la luz se hará, como se está haciendo en las localizaciones cerebrales. Sólo con el objeto de hacer público un hecho in- teresante y unirlo it la lista no numerosa de los publi. cados, meatrevo á escribirestas lineas, confiando en que se me dispensarán, dada mi impericia, las faltas que seguramente no podrán menos de deslizarse du- rante su exposicion. El enfermo objeto de mi comunicacion es de edad de 25 años, soltero, henero-mecánico y nacido en la Habana. I)espues de haberse hecho tratar du- rante largo tiempo en su pais sin resultado definitivo, le aconsejaron viniese á pedir al clima benigno de nuestras Afortunadas un favor que su suelo natal no quena concederle. La casualidad, por consiguiente, nos ha suministrado la ocasion de estudiarle y en- contrar una enfermedad que si bien es de un pronós- tico benigno con relacion á la vida del enfermo, no pierde por oso nadade su rareza y curiosidad. Nacido de una madre que ha presentado varias EL M LS1’~1 (~tN~\1110. veces maii 1 testaciones seras (11’ Li diátesis Ilerp(’tica, pero (JITC O la PITad de ‘10 a ÑOS 110 ha slIIrid( nin— gLma ()t1~(incomodidad, el c’iifertiio IIOS aSegina (l(IP iii SU padre ni lliligun miT ivi(Ill() (11’ su fitnnha hiau padecido alguna COSR 110 aljie lu (11(1’ si’ 5(’lITej e le- inotanien te ~ su enibri iiedol. El presenta un telillia— ni inei 1 (o IiotO Ii (‘1 1—11 (~i~\i( )S( 1, 11111 III ICI lI (‘01¡SO ui oii Y 111111 (‘oluplexiolI bastante robusta, aiii1qtie su piel algo pdlida se asi’nu~jaal color de la aiieiiiia (le cor rieros, prol (ahielueli te ~ (alosa Te sus oci ij¿a~’ioues. En efi~cto,(lespiles de deseinpeíiar (TI ira iite II tati’o años el cargo (lo tenedor (le lih~os,va fuese ipii’ (‘Sta vida. sedentaria 11(1 le (‘OliVi 11 (‘Se 1) 1)01’ iaiZ( ¿lies eroiioiili— cas, el enlerino dejó SuS QCiI~fl(’I0fleSde aliiiareii ~a- iii hacerse herrero-~iii’eaiiico, o(’ ti paH 01] (~itI’ 1 ia (‘oil- servado (luran te S~(‘Le años. Es a, part iC 1 tlarida 1 es digna (le notarse y nos evpliea (JuizO , ti causa de la

1)051c1o11 (‘01150111 te ([11 (‘ giULI(lal) 1( (S (JI1(’ lia(’eli estos trabajos, la disposii’iou al desarrollo de la enl’el’lne(Ia(] Esta. priiicipió hace siete años. I)espiies (le ha] ~ei’ trabe jado todo ~‘1(ha, se 1(añó por la tarde, todavia en sudor. Ilácia las nueve de la noche se sintió mal, tuvo escaioñ’ios, vomitos, dolores luiiihares inii’nsos, fiebre intensa, y notó ademas que las bolsas se luncliabati enrojecian. Sm (IIIC pued~t(lar graiides detalles, el enfermo tiñade ~iite el lr~damieiito consistió dIIrttIi Le qu~~~’’(haS P11 friceioiies (‘011 algunas poi nadas; que pasad este tiempo, le adnunistrai’ou algunos iin’di— ctmieutos internos, ~ que’ tres meses desplies estaba completamente restablecido. 1 Ii año trasetirrio siii cjue u irigi iii accidente tu rba i’a sim salud; pei’o al año siguiente, casi en la misma ~“poea~ Sill (‘tIlI5lt ninguna

aparente, los mismos f’enónienos se pi’e’se1~tt11’on~‘ dii— raron mes y medio. La línica (Tilerenria del año an- terior fmi la forniacion de un pequeño ahceso en la parle inferior de la mitad derecha del escroto, que fué abierto. Todos los años por la misma esta(’ion, iguales accidentes inflamnat orios se preseimtaii acoin— panados del mismo cortejo de síntomas generales. Otros dos abcesos se han formado durante estos pe- ríodos, y todos estos abeesos han dejado cicatrices 26 ~ EL MVSEO CÁNi~R1O. fllUy p(’r(~0pLibl(’s~ deprimidas con relacion a la pa- red restante del escroto. Durante esta exposicion he hablado siempre de las bolsas sin ocuparnie de los testículos. Esto lo he hecho porque creo que este órgano no ha tomado ja- más parte activa en las inflamaciones y abcesos, co- mo io jirtieba ci no encontrarse induracion ninguna, iii siquiera en la ca] eza del epidídimo, ni adheren- cias con el escroto. El segundo año, una vez pasados los accidentes inflamatorios agudos, el enfermo se apercibió que quedaba algo que no desaparecia: el escroto coriser— yaba un volúnien niavor que el de costumbre y los caracteres de esta tumefaccion eran los mismos que pi~seiitahoy Y que describiremos m~ísadelante. En esta misma época empezaron á aumentar de volñnien las venas del miembro inferior izquierdo Y ~ m~tstarde en el derecho. \/earnos ahora los caracteres del tumor del escro- to y de las vftrices de los miembros inferiores. Estando el enfermo de pió y el escroto completa— mente, libre parece fi prime~~vista que se trata de una elefantiasis fi causa del volfimen considerable del tumor ~ las abolladuras que presenta. La forma ge- neral del escroto está conservada. La altura, signieli— do el rafe mediano desde la raiz del pene hasta la parto inferior, es de It centímetros ~ medio á 1 ~centí- metros. En la parte más ancha mide lo nusino, ini— tad para cada bolsa. Las abolladuras son mnús ó ménos grandes; las mayores son como pequeñas almendras. La piel presenta una coloracion normal excepto cii las cicatrices; pero es brillante como la piel distendi- da por la linfa. En el origen de las bolsas se ven al- gunas venas, sobre todo del lado izquierdo, que des- criben flexuosidades muy marcadas. Al tacto, se per- cibe la sensacion de un tumor liquido con fluctuacion en las dilataciones 6 abolladuras; pudiendo hacer pasar el líquido de una ihilatacion á otra por las par- tes más estrechas, teniendo entonces la sensacion que se percibe cii los liydróceles enquistados y en for— ma de rosario del cordon espermático 6 en los quistes EL MUSEO (ISNÁIUO. riziformes del puno. En la túnica vaginal no hay na- da; pero el testiculo izquierdo tiene el volúmen do una nuez aunque blando 6 indoloro como el tumor externo. El cordon del mismo lado es másvolumino- so que de ordinario, y aunquo muy blando no da al tacto la sensacion de lombrices enredadas que pre- senta el varicócele. El testiculo derecho está un po- co más voluminoso tambien que de costumbre, poro mucho menos que el izquierdo y presenta la consis- tencia ordinaria: el coMon de estelado es normal. Antes de exponer los sintomas acusados por el en- fermo, creo ÚLU decir algo de lasdrices de las pier- nas. Están mucho más avanzadas, conto ya lo lic di- cho, en el lado izquierdo. Mu! las venas ademas de dilatadas, describen flexuosidades numerosas y pre- sentan fiebólitos en las dilataciones que ocupan la parte externa de la pierna. Cerca de la articulacion Minoro-tibial dos troncos cruzan la parto anterior de la pierna, la faz interna de la tibia, suben un poco para desembocar en la vona poplítea. En la regmon ingui- nal izquierda existo debajo de la piel una dilatacion ampollosa que mide 3 centlmetros de largo por 4 de ancho; pero en el muslo no hay nada. Una pun- clon con la geringa de Pravaz demuestra que so trata de várices venosas y me autoriza á hacerla, para es- clarecer el diagnóstico, la naturaleza dell umordel es- croto. En la pierna derecha las venas están tainhien algo dilatadas pero sin flexuosidades ni fiobólitos. En la region inguinal derecha existe ademas otra pe- queña dilatacion como la del lado izquierdo aunque más pequeña. Quizá no será inútil hacer notar que la pierna izquierda vá siempre delante en el oficio del enfermo, que ella es la que hace los mayores es- fuerzos y que cuando las venas superficiales presen- tan várices tan pronunciadas, las profundas deben estar afectadas del mismo modo como lo ha demos-. frado Mr. Verneuil. En cuanto á los sintomas funcionales, veamos lo que nos dice el enfermo. Cuando está en pié durante largo tiempo, la piel del escroto se distiende mucho y percibe una sensacion de peso y una gran incomo- 26G EL MUSEO GANARlO. didad: el volumen del escroto adquiere entonces su mdxiinum. Esta sensacion se debe, me parece, á la compresion. excéntrica de los Liletes nerviosos termina- les. Durante la marcha, las bolsas adquieren tambieri un voldmen grande, pero la incomodidad 110 es tan grande. Sentado, el voli’imen disminuye; pero sobre todo, acostado, puede decirse que recuperan SU yo— lfimneri normal, aunque la piel queda siempre un po- co gruesa, hasta tal punto que por lii niafiana al le— vantarse ercería cualquiera que estd bueno. Los tes- tículos recobran tami den en tunees su vuli’mmnen flor— nial, y las viírices dü las piernas, inutil es decirlo, desaparecen. El fijo produce el irnsmo efecto; así cuando estd en sitios frios el volúiueu del eScroto 110 aumenta tanto. Varias veces le ha sucedido, dice el enfermo, de pie ir con un alfiler una de las al olladti- ras ílel escroto y ver un verdadero surtidor que con- tinuaba derramando líquido mien tras estaba cii y que cesaba, sin hacerse riada, acostimndose. El líquido ~~uiesale es un poco opaCo, 1 danquecino—aniarilloso, dejando al enfriarse un eo~guloen el fondo del reci— merite ~ produciendo cii la ropa el mismo eíbcto (J ue el almidon y ddndola un color amarilloso. Otra vez, vendo fi caballo, perdió tanto liquido por causa de la rotura de una de las abolladuras que todo el pantalon y la silla quedaron como si se hubieran lavado. ( ~reo que con estos caracteres hay suficiente para creer con fundamento en una li nforragia. nial es la observacion sin comentarios y expuesta con la imparcialidad necesaria en todos casos. Ahora

permitaseme no hacer un estudio completo , sino prcsem~taralgunas consideraciones. Y antes de nada debo hacer notar la rareza de la enfermedad. Los autores que se han ocupado de la cuestion son solamente Breschet, Fetzer, Beau, lic— inarquay, Michel, C. 1)esjardins, Thilesen y Binet, que. hizo un estudio bastante completo en una t~sis de París del ~8. En segundo lugar nútese que las condicioues etio- lógicas son las misnias sefialada.s por Fetzer etc. re— lativamente al clima y edad. Pero el caso piesentc 1~L~\1tsi;o i~4~N~\It1o. ~G7 inc parece eselr’cer otro puii o de la etiología que es considerado por muchos como iiiia pura Ilil)otesis; (lUierü hablar de la inllamaciun de los vasos lin1~iti— COS y de los gdiiglios. En efecto, el enfermo acusa el a fui una 1 jI 1 lall0i tis de toda la red (Tel (‘sefoto, y solamente despiies de lLal)erse pi’es~’mi~tdopor se- gunda vez al -aÑo sigo i’ntu’, (‘5 citando nota que las bolsas collS(’rVali omm voluinien nimís considerable. (onlieso IJIU la o] Serva i’ioii se pu’es~i’~i~íeoiusi- deracioiies mliv inI “cesantes; pero cii ol jeto era si ni- plemnen te hacer con ocer el caso. (ocio iio cien sea posible la daula (‘U el diagumost i(O por los rar~uteres va niencionarios 1 111) lil(’ parali’ IaI 11 P~~(‘Oen su es- tudio. 1)eho 111) oh istaimle iria nifi’st ar qi e quiizñ inmeda sospecliarse cmi este caso (1110 se tulia ile 1111 plillcipio de elefantiasis: Sili (‘ulbargo OteJl(lidOS los (‘;ualteres de la piel del escroto, inc parece di líci 1 que hoy por hoy se pueda defender esta o1onion con raz mes (le al- gumi valor. S()Iamuieli te lIria 1 ermnuiar dm’ (jite el i’unco trata— iTtieiii lo Ú llIlej (ir di mliii 1 nedi o contemitivo local que aconsejó al enfermo fuó íjiw llevase ini suspensorio elústico, idea que ti (‘11(11’ al i flislilO ol )j eto ([lic el cfi- pico de medias elústicas (‘11 las várues venosas (le las pielnas. Lii tra tariiieuto cu~rativoinc parecia fuera de propósito porque el estado del eiileriiio no lo exi- ge y porj~iele baria correr riesgis inÑtiles. liii. J. lIEi(NANi)l~Z. Aiúeas, Noviemhr~ I~(le SSO. 268 EL MUSEO CANARIO.

LAS ISLAS AFORTUNADAS POR Mr. LECLERCQ. Acaba de ver la luz pública en Fiaiicia un libro sobre estas Islas, cuya aparicion no debemos pasar en silencio. No conocernos sir autor; más felices en Santa. Cruz, pudieron tratarle cori intimidad, sefialándole las lielle- zas naturales de aquella Isla, cuyo suelo recorrió pro- vechosa y extensamente. En Las i~alinassólo perilla- neció algunas horas, visitando en tan breve plazo nuestros mejores edificios públicos, entre los cuales hace especial é interesante mencion de la Catedral, que considera, con justicia, corno el in~íshermoso monumento religioso de las Canarias, y una de las más suntuosas basílicas, entre todas las de Espana. La obra consta (le ‘21 capítulos, de los que, sepa- rando los dos últimos consagrados á Gran-Canaria y Lanzarote, los demas se dedican á dar á conocer á Tenerife, nó científicamente, sino cori esa ligereza, gracia y donosura, que hoy se pide al viajero en sus rápidas excursiones y narraciones mí vuela pluma. No exijamos, por tanto, en el turista francés, mm~s de aquello que naturalmente se exije en esa clase de obras, nacidas para vivir un dia, esto es, calor é interés en las descripciones, belleza en la forma, verdad en el fondo. Algo de esta última cualidad falta, sin embargo, á la obra de que damos cuenta mí nuestros lectores, y rió por voluntad del autor, sino por la rapidez con que verificó su viaje, por la carencia de estudios an- teriores respecto á estas localidades, y por esa cua- lidad inherente ti todo viajero, de abandonarse mí la primera impresion que recibe, y generalizar sus ob- KL MuflO CANARIO. 269 servaciones, sin tener en cuenta que siempre debe desconfiarse de toda afirmacion absoluta. Sin entrar nosotros en el exáinen del libro, cuya lectura recomendamos, porque ocupartamos un nú- mero de páginas de que no queremos ni podemos dis- poner hoy, nos paroce, sin embargo, que es de nues- tro deber liamar la ateneion sobre los das capitules ~ue consagra su autor al Pico, porque, á nuestrojui- cio, son los másbellos de la obra de Mr. Leclercq. Al interés que inspira siempre la subida al Tei- de, por más conocido que sea el camino, áun it los que no lo hemos recorrido niaterialrnente, se auna en esta narracion una naturalidad y sencillez en la frase, con una poesia, por decirlo as!, tan espontánea, que arrastra y seduce al lector, y le lleva con inde- cible vlacer ae la Orotava á Tigaiga, de las Ganadas it la Estancia, de Alta-vista á la cima del Teide, en compaflia del entusiasta viajero, á quien nada arredra ni fatiga. Sin pretensiones cientificas, sin hacer ostenta- cion de teorias más ó menos exactas, ni de conoci- mientos fuera de lugar, nos presenta un cuadro com- pleto de esa notabiisima montafla, cuya celebridad tanto ha contribuido á que se conozcan las Canarias en el extranjero. Sus descripciones de Santa Cruz, Laguna, Oro- tuvo, Jardin Botánico y Puerto, las de los Realejos, Icod, Garachico y las Ramblas, su interesanta via- je por las cumbres, valles y desfiladeros de Anaga, su revista del Museo de antigüedades de Tacoronte; las observaciones propias con que ameniza aquella fiebre de locomocion, que tan pronto le lleva it los campos como á las ciudades, it las montañas como it los bosques, produce un interés creciente, que hace amena 6 interesante su lectura. Sentimos que twa persona tan competente pa- ra juzgar y traducir con paltas los cuadros de la naturaleza, no hubiese dividido sus horas entre Te- nerife y Canina. Y no declines esto, porque cii nos otros haya ningun pensamiento de baja enmlacion ni de rastrera envidia, pues deseamos que Tenerife 270 EL MV5EO (IÁNSIUO. sea conocida más ymás en todas las comarcas del Globo, sino porque creemos, que si del mismo mo- do fuera tanibien conocida toda la Provincia, seria de mayor utilidad y de más conveniencia ‘ara el país en general. Bellezas ¡ial urales tiene cada una de las Islas de este archipiélago, que las recomiendan al estudio del sabio, y á la atencion del turista. La caldera de Eceró en la Palma, la sombra que proyecta el nom- bre de Colon en la Gomera, los recientes volcanes de Lauzarote, las formaciones geológicas de Fuerte- ventura, la caldera de Tirajana en la Gran-Canaria, sus campos, valles ~ poblaciones, sus antiguedades y recuerdos históricos, y su espléndida vegetacion, circunstancias son todas que constituyen un centro ¿Le atraccion en esto reducido grupo, para el cual desgraciadamente no ha sonado aún la hora de su importancia geográfica. No somos nosotros, no obstante, los que debemos quejamos de Mr. Leclercq. En las breves horas que estuvo éste en Las Palmas, nos dá twa idea aventaja- da de esta poblacion, que puede condensarse en los siguientes Párrafos. «Las Palmas se halla construida en anfiteatro, re- cordándonos it Lisboa, y presentando una vistaseduc- tora, que ¡no dejó encantado..... Cualquiera creerla alverla que estaba en unapoblacion oriental..., sólo su calle mayor tiene uncarácter europeo, reconociéndo- se desde luego, que es el centro de los negocios, y siendo indudablemente más bella y animada que la calle mayor de Santa Cruz, por lo que se adivina que en Las Palmas se encuentra la actividad industrial y comercial de las Canarias..... En la plaza de mer- cado he pasado revista it todos los frutos del pais. A su lado se levantan las Pescaderias, precioso edifi- cio que en su género no tiene igual en Francia La Catedral es el más hermoso monumento religioso de las Canarias, y puede compararse con las más sun- tuosas basílicas de Espafla. La fachada, que no está aún concluida, es de un estilo clásico, que revela una gran pureza. El interior, que pertenece al siglo XV!, EL MUSEO G~NXHIO. 271 ofrece un carácter gótico iiiu~roriginal. Esbeltas co- lumnas, apareadas, sin capiteles, se lanzan inicia la bóveda, y allí se dividen en iuia multitud de moi— (luras O filetes de una (leli( tdeza y gra(ia eflean Lado— Las Painias es la lu)1)lacioIi nifis inipor~aii1 e del arcl1i~)i(~1agocallarlo, eueiita unas 1 5,Ü~Uamias. Aunque el (iapilaii General reside en Santa. Cruz, Las Palmas, que cii otro tiempo l1t(” la capital de esta pro- vincia española, ha eoliseryad( todos los privilegios de su antiguo ratigo, y en ella ieueu sil asiento el Obispado y la Audielicia)) Indtil es continuar Las ~ pues las expuestas IIOS prueban sulieien Leinente el cariño coii que nos visitó Mr. Leclereq, y la importancia que su libro tiene cuii relacion u Las 1 ~utlinas, por niús cortas que sean las ~ que ~t esta Isla tiedira. La obra forma un tomo cii 8.0, impreso en París ~ el conocido Editor Plon. Al final se encuentra una nota ]iibliogr~uicacon los títulos de las obras que pitedeii ser consultadas sume estas Islas. La nota es peíji mefi a, ()SC i ira é incoi u pleta, pero al menos algo dice, contrihuvendo, añn cii esa harnia, á llevar la luz sobre asunto tan importante y dese ulO- cido generalmente cii E uropa, y respec II> al cual sa- bernos y nos consta, que principia u despertarse la curiosidad (le las personas inteligentes, dentro y fue- va de España. Así set. AGUSTIN i\IIL[xRES. 272 EL MUSEO c~ANARIO.

EL MAIIABIIABATA.

lv. Consideraciones —Conquista del Indostan por los Aryos.—Ligc— reza con que se ha procedido al afirmar silencio en las brah- mánicas respecto del poema particular del Mahnbharata.— Conjeturas en contrario.—Divinizacion de sus personajes en los escritos brahmánicos.—Enemistad de los Kurus y Panka- las probada por el Atharva-Veda.—Proceso que ha seguido la creacion poética, segun algunos críticos en la lndia.—Criti— ca del mismo.—Conclusion. No dehiamos reducir nuestro trabajo á la crítica de ajenas opiniones. Aunque es todavia muy oscura la historia del pueblo indiano, no lo es tanto que sea imposible formar ningun género de conjeturas. Sin pretender, pues, dar á los hechos una precision que no puede fundarse en sólidos apoyos, dacio el estado actual de la ciencia histórica en lo que á la India se refiere, expondremos lo que con grandes probabilidades debe haber acontecido, respecto á la leyenda particular con- tenida en el Mahabharata. - Parece cosa averiguada, que los Aryos, que ocupa- ban la region comprenchda entre ci Cáucaso y el lago Caspio, corriénclose en los más remotos tiempos al Me- diodia del Asia llegasen á ocupar el Inclostan, que, segun el testimonio de Megas thenes, hallamos ya todo brahmánico en tiempo de Pendes. No otra cosa se desprende del Rik—Veda—Samhita, donde vemos que el pueblo indio se hallaba establecido primero en el Penjab, al N. O. de la India, y quizás en llubha, en el Cabul. No es posible fijar, por la escasez (le datos históri- cos ciue acerca de este pueblo poseemos todavía, la na- turaleza de la lucha que para obtener tal resultado hubo de sostener el pueblo Aryano, ni los cambios y EL MUSEO CÁNAItIO. 273 transformaciones porque el Inclostan atravesara hasta llegar ~t serle impuesta la religion de I3ralima. llahi— tacto antes de la conquista por razas incultas y salva-

~ dispuestas ~ (tefon(ler su territorio liasi a morir, ¿eliÉl1 110 (tel)iÓ SC~ lL~(‘olislaliria ~ esfuerzo (le los in— vaso es para sujetar i~tsu (loflhiflio una extension (le trescientas millas ~cegitlicas? ¿,Y cu(tl puede con jetu— rarse que fuera la obra de los invasores con re1~eioii d las comarcas ([tic’ iban ocupando, (lurante un largo período de si~1o~,hasta que el Ilialinianisnio 1 legó doniiii~i’po!’ (‘ollipleto 1 an adel iitadas rep ioiies? 1~ties lic aquÍ un evtenso período ~‘t ~ue pueden referí rse 111111 titad de hechos, que, referidos á otro inoineiito luis- tórico, no tienen explicacion satisfactoria. Mas si en el terreno de la negacion es posil de apre- ciar las paniculares opiiiioiies emitidas hasta hoy, va— liéndonos tic (latos ó prilicipios que !1a11 lu~radopro- ducir alguna luz, 110 SUCC( le lo mismo en 1 rat~indose cte hacer afirmaciones concretas, por lo cual nos ve- mos en la necesidad (le p~’occ’dercon gran circuns— peCcion y cautela. Mas si, ~i la verdad, el camino es doblemente escabioso, 110 poi’ eso lleiflos de sci’ hasta tal plinto reservados (lUfl hayamos de omitir la expo— sicion cte ideas, (l1lC si pueden estar aún iiiiiy distantes cte lo verdadero, ptiedeui, asimismo, sel’ indicaciones no (tesprovistas coinpietauiente de alguna utilidad. Llama, en primer ténmnimio, la ateiicioiu (te los orien- talistas que el Ma/ui bha cala no se halle t’ilado en (10— cumeuitos anteriores á los escritos Ijialumi~nhicos;~ se aríade, si alguna vez se encuentra usada esta pala- bra, no es cuino desigiiacioii del poen~u,sino como apelativo de cada uno (te los distintos llharatas, lates como Jabala, liastihmela, lo cual puede notarse en Pa- ni. A nuestro entender, la. ol)servacion tiene escasa importancia, l)~lC5sólo podi’ia. servir i~a.i’aconjeturar la época en (jUO fueron coleccionactas las diversas le- yendas que cii él se contienen; mas el problema que se ha tratado de resolver es ya distinta), pues se re- fiere, no á la coleccion misma, sino á la principal le- yenda en el contenido, cuyo nombre ignoramos cual fuese, hasta la fecha, y que bien puede estar citado sin que nos apercibamos de ello. Y tanto es esto iiuis pro- bable, cuanto que en el mismo Panini se hallan niencio— nados nombres que pertenecen á la indicada tiadi— To~ioii.~l8. 27 ‘~ EL MUSEO CANARIO. cion, tales como Indhisthira, lIastinapura, Arjuna, Andhaka, Vrislinayah y otros, lo cual revela, en sen- tir de Weber, que la Iradicion clebia sci’ ya existente y aún existir bajo una forma poética. (~,‘?~ Pero no es suficiente todavía; cítanse en los escri- tos bm iní~nicospersonajes que figuian en aquella leyenda; bien que en aquellos aparecen como séres colocados fuera de la esfera de la humanidad é inclui- dos en el númer de los T)ioses. Y bien: ¿no piietl~de- ducirse, en vista de tal observacion, la antigüedad (le un paenia que como hombres todavía los considera? Esa elevacion (i. la cate~oiíade séres (uvillos, ~~iieho SC r~ntlizasino mediante un largo período de 1 iempo, ¿no revela do idéntico modo la grandeza de sus haza- ñas? Y negada la realidad de la lucha entre el reino de Kurus y los Panhatas: ¿cu~iles el motivo de la divini— zacion? ¿Qué hazaílas son estas que en ninguna par- te Se narran, que en niiigun docuniento encontramos consi~nadas?\ si tales preguntas, dado supuesto, no pueden ser sal isfactoriamnenle contestadas, ¿qué razon plausible pudi ma ya alcgarse pat~aconsiderar COlliO tina fábula la 1 ~‘adicion en ninguna parte desmentida, y ijuizás confirmada en los escritos Védicos? liemos ya consignado anteriormente que uno, (1Ui— zás el principal de los motivos que han determinado dicho aserto (le los críticos, (S el encontiar citados cii lo ~e~critos brahmánicos á los reinos (le huras y Pan- halas canto unidos á la s nzon por estrecha amistad. Y aquella afirinacion, que no hubiera podido hacerse atribuyendo al poema más reineta antigüedad, i)~u’ece (lespl’OVista de todo npü~, despue4 de un curioso pa- saje de los hiini~osdel Xtharva-Veda. Veamos en que consiste. La Mahisimi, priii~et~iesposa del príncipe que ofrece el sacrificio del caballo, debe, para obtener un hijo, pasar en vela la noche entera, rodeada de las de— más esposas, tinto al caballo mencionado, colocando el shikuam do éste sobre su propio upasthian: pues en tal ocasion, SO p01~1~por el Athiarva—\eda en Loca do dicha mujer las siguientes significativas palabi’as: ~O Amba, Ó Amnhika,ó Ambaliha, nadie inc trai fbrzosa— mente jan lo al caballo, pero si á ~l no inc acerco, la jo feme ~II l1iad’~,que lic bife en Ka oipiia El Kampila qne se cita en el Atharva—Veda, es una ciudad del reino de los Panhalas: y la Suthadra que se menciona, es pi’eckamente la esposa de su monar— EL MUSEO CANARIO. ca, lo cual encuenha quiz~ts confirmacion, notando en el mismo Ma/ia /iarata figura lambien este mis— mo personaje como esposa del lie~’Arj una. I)e~puesde tan elocuente ~estiinonio, paréeenos que al ver coiisigiiado cii los d cuiiientos hialiniánicos la exisieiicia de niisiosas relaciones entre aiid)os pile— bios, debemos sólo atribuirles uti valor i’elativo, pen- sando cii la diferencia (le épocas á que f~stosy a1uel pa~~jese icíleran. Para eoiic~uirel plaselite tral )ajo, liecesi 1 autos de— teneiiios (t examinar, siquiera sea ligeiaii tel it ~ ~1116 valor real tenga la ueneiaciomi de los ruar óics de persOilajes i~~~iosPw 1i~tmrau cii la poesía 6pica de la India, segun se nos ha niosftado pci críl ¡(os iiiu autorizados, á niediados (tel presente siglo; y (le tanta inayOi iinportanc ir lo ciceino ~, ecian o titie pi ti, el itt do, se~iuiel cual el Incito ha tratado de (‘\p1icais~e, palero 1 enderse al estal) Ieciniieiito tic uit (cii (P10 hIlC puede origi tiar, desde a dci a la csft ca e los princi- pioS, errores ~‘uva ix C~iíicacion se liare más (lilici1 ci contemplar su congruencia con ellos , sin tener cmi cuenta que no Ji ata sido establecidos c utio dcbiecai i, en virtud tic un piocedituiemilo atialílico. So nos hace notar tjiic los personajes dci i\htiial)ILI- rata no son in~iividiialitladesliiinuutc~,Y que bajo tal forma so han de cofl~i(lerJiCOmO Cr~’:tcI01ie5l)0(t1( as.

‘~ para explicar este e, ráctei, sr añat [e: ‘ Lii lo~It ini— «lbs dci Bilc-Veda so de~,cri1 ~cii lo ~ (oilli)~tt(5 Ile 1 ir— ((lien lui~crentre la luz \‘ las liii ieljI:e~,biei~ cuasiW— arados como hec h )5 u ~1tire les ó iepreseiit ~Wi.s coiiio «Séres (liviflOs. I)esciende más larde (‘51 e hecho á la atierra y entra en el doiniitio moral. E lliiiiaitieiiit’ di ((combate entra cii el do~iiiiiio(le la lusi oria, pr setil 6 mi- adose sobre la tierra ~\rvana». Si en todas ocasiones lacios luchado, cuando tra- tamos (le emitir propia 0ii inioii, tdllieml( lo (le t~ente críticos tan famosos cüiiio los que (he tal ittaiicia se expresan, nos con i~samosI)eii)lejos cii ésta soltre lo— (las, y casi nos negaríanios á eiiiitirla, si 11(1 \ iéseiiios en el párrafo trascrito (Idi iltistre nuenil no de la \ca- deuda de Berlin que los principios se liaren scivir It los hechos; ~ que sin estar éstos bien delemin ¡ nados todavía, se formulan proposiciones totales que, lejos de conhrmarse por la experieiicia, se eiicitent man en la oposicion á lo que la iazon piensa en órden á la ma— 276 EL MUSEO CANÁIIIO. ncra como puede desenvolverse la fantasía. Aparte de que es sobremanera extraña la forma en qi~el párrafo trascrito se encuentra redactado, pues no es fácil formar concepto de como descienden ó en- tran en el (lOnhinio (le la historia los hechos engendra- dos en las regiones cte la fantasía, procuraremos qui— latar ci valor de aquel aserto. Partiendo, decimos de la hipótesis de ser la leyen— ~ P~’’~~del MahaL~harala, hasta cierto punto, creacion moderna y de fabuloso contenido, se hizo ne— cesamio ver en las luchas de la luz y las tinieblas, descritas en los himnos del Eik, manilestaciones pri- meras de la inlaginacion (‘rl el género épico, lo erial, con el mayor respeto, nos negamos á conceder. Estas luchas, descritas cii et ltik—Veda, entre fuerzas totales de la naturaleza, son, á no dudarlo, expre~ioncte un podei generalizacloi, ac 1 uanclo sobre hechos indiviclua- les y concretos con anteriorictacl percibidos; i~ar otra cosa es pretender que la percepcion cte lo abs- tracto y general preceda á lo determinado y empÍricO, pues aunque así sea realmente en el órden inetafísi— co, sucede cte inversa manera en el histórico. Prueba lo expuesto, en nuestro juicio, lo que ya desde el principio lucimos observar á nuestros lecto- res: la taita cte alencion á prir1~~piostomados de la misma realidad, sin los cuales flO es posible ciar paso alguno, sobre todo, en las ciencias crítico—filosóficas. Atendiendo á ello, chiemos finalmente, que al peri— sar fabuloso el ob jet o del poema, ~‘‘ ~lI1~nos hemos ocupado, habria éste de referirse á tiempos anteriores á aquellos en que fueron escritos los himnos del ilik— Vecta, en que se canta la lucha entre la luz y las tinie- blas, ya considerados como séres naturales, va perso— niíicaclos en séres divinos, pues así lo piden cte consu- no la naturaleza del poder creador humano y la mdc— fectibilidaci cte los principios filosóficos. EDMUNDO M. DE AnuhI~AIl. i~[acliid —1880. EL M I~SEO C~\NÁflIO. 277

~TAS MINE1L\J~ES. ANíLISIS i)E L~5 Di~ SXNTx (~vrx]Ixx.

(( on tinuacioli). i~ojíe1afc~ie)~(t))(’fti((i~;?)O) cf I))~.(h

El agua iliintTat de S~uit~tCatalina se aprox it na iiiucho, por su Coltiposiciuli, cierto 11t’t1l1C~Otl(’ ilgitas unnerales (le 1 ropa, lis iiieiite ((~lel)rLS, pii1~t(jite Se pueda prej uzgilr SI 15 i(rOVie(1~Ide5trpt~uticas. Con tttnios en Francia ~ aguas en las jiie pre- iioiiiiiie (‘1 cloruro sodlico asociado, en d iversas pro— porciones, las sales CIt\~L presencia 5(~(leLilLleSLra ior el análisis en las de santa Cataliiia: por el con— tracio, los i)aflos cuyas aguas deben su cucada ~iI huSillo iiiotlo de riiiiieidizaeion, 5011 iiiuhiei~0sos cii Alemania, dunde atraen cada aflo una grande ah ten- cia de enfermos. Así su accion medicamentosa está perfectamente determinada. r1l~(laagua inirieual que ni tenga de ( mi 8 gui— 11105 de cloruro Súdico por litro, ohra esti niulando las funciones digestivas. rIl()lililda mí la dúsis de tres ti cuatro vasos, ~ iii— tórvalos aproximados, prodir evacuaciones tdvinas más o menos ab andan Les. Adunrnstrada eH (lúSis iiI.áS cortas Y intt~rvalos más largos, solicita ifleiios el intesti ho: por lo que es posible graduar sus efectos. Bajo este punto de vista, las aguas cloruradas gozan de una propiedad que taiuitier Se encuentra en algunas sustancias vegetales purgantes y túnicas, corno el ruibarbo y el áloe. Difieren siii embargo de las aguas ricas en sulfatos sádico y magnésico, que EL MUSEO CÁ~XI11O. deben prescrihirse COli el objeto de i~i’ovoc~1r(‘va(ur— ciones, pues de lo (011 tracio no son bien toleradas. La preseilcia (Id bicarbonato y del sulfato nlag— fl(”Si co, in~saloiuda.n te cii el agua de Sari ta Catalina que (‘U 1~Linay)r para’ d(’ SUS anñlogas, liaee Supo— nec q~’la accion purgativa ~ ~ ~‘ p~o~ticida por ing(’stic(n (le una d’sis menor. La. evlc’rieneia sola puede proii U1i(’ iar so])PC este ~i1flLo y ~ ~er deci- siva debe tenerse en cuenta, ademís de las condi— (‘ioIiCS de adnunistracion (lite se acaba u de indicar, las apti tu(leS patol6gieas (le los enfernios. La ~ de la Silice, (‘11 p11 porrioll notal(le, le dá liii IIUCVO ele~(((‘rito. La experieiicia. ha confir- liTad)) ([TIC las aguas si1iea.ta.da.~del)e1I toi iiai’Se (‘011 alguna precaucioli, puesto que Lis digestiones se 1 ia- ecu generaliiieute con inOs lentitud, y vaIi~’ndonos de tuiia expresioll vulgar, estas agrias son ni~ts~C5T1TitS ca ci estúinago, pelo cii canildo gozan de prop ¡e- dades especiales. Sin tratar (le los (dcc tos íisio]a’gicos y ti Iii)tumndo— ni )S solo al eiiipleo tcrap(’ntico, ni )s parece (liii’ el agua de Santa ( talma está indicada en las siguien- tes alece joules:

.° ~1fecciones (tel tubo (lUJeStIeO en las que predominan los desarreglos iii testinales. Esta afee— cion, tan coinun y más frecuente que la dispepsia put’a, existe () (‘01111) enfi’rmedad prlliti\at O (‘01110 consecueiicia (le otras pei’turhacioiies morbosas. Los primeros se caracterizan por alt ernativas de i’oflStipaeioii y diarreas, por sensaciones muís hieii molestas que dolorosas, que sol)1’evi enen poco des— pues de las comidas, y por flatulencias intestinales. Sueled presen tarse de una manera iii termi tente, pe- ro (‘011 recaidus m~is~ nu”nos frecuentes y duraderas, conclUyendO por llegar u ser constitucionales, y en- tonces vienen acompañados de stntomas s~’cundtirios, COillO cefaluulgias, jaquecas, v~’rtigos,tristezas y pre— (lisposicion á la liipoeondi’ia, (‘OIlStitLIVen(10 lo que los mn~’dicosalemanes del último siglo (lesign aLan cori el nombre geuí’rico de veutosedad abdominal. En los climas del norte y más raramente en los del EL Mi ~SE’.~ ~~NXIi1~. ~279 inod o oil El, Sí’ 001 l1J)1 100 0011 las lii’1110lllJiil OS. Lis sr’cundarias so l)00S011 00 00050)0 tivanien te ¿í gran núollero do estados niorhosos generales o loca- les del aporato di~stivo,bono los diolas pI)l(lga— das, VatioS afi’etus ¿lol Ji 011) 1) ili’ O] 005 tinos de— peiidlieii tOS del (‘St 111,1 go, lii W aireas lii ivooi 15 excesos ile ri~tiiiIon, o ~ rioilquiin otra oaiisa, se— rindes (le c uistipae iones pertilijices. ~e preselit;uI taiuhieii i’ii el corso (11’ la (Oli)~lS;011 al~i]i11iseiivalc~ oeucias p01105115, (‘11 (1111’ los (‘U 1001 015 10) 50 1111 0011 por falta de lic] nial ib lo; ‘I~riiios digestivos; al principio de la iibeiciilosis, oh qno el estado gilie- ral so cle~iiiiiiep1011 tu; en las iiii~jeresi’\(ellleOIlls por el cml )000Zo 6 por la loe nielo, y en L olas las anemias en qw’ ib lI0~0exeitacioii. En (‘sIl s casos, que c iii 1retu.eucia se presenta o en la pr;dtic~i, lis agitas do ~~:1Ii(:1 (‘at;i tilia son mente útiles. ~iii cmb i111i~0, (‘OLP] ( i]OiLiIllllc 111115 (11 Lis lieJIles contínlIes y reniiten es, en Lis personas l)re11i51~te5tosi] colitis (liSeIlk’ill’as, (‘II las iITit;WiO- lios dol ni testilil) giuí’Si, y oit los afi e]1)5 del sistei 110 ilervioso (liii’ 51’ 00110(011 1011 (1 1101111)10 ile (1(1151101. ~t’ (‘Ilcuentoi]] (11 Li pr;íetiea gT;1]) iblililelo de en- ferinos (‘II los que la digest0)11 Pitesl in;tl se li;teo nial, y q~esin eiiibrirgo no pin’~len (onaprellderse 11~ Oil la clase OLIVOS p0111011111 les (a1acteres lieiiius Lles— (rilo sucintamente, ni eii otras bien detinidas; en estos e:isos ifli solo siii ioin;i 1iieduiiii no iite, y 01 VO va- /0011 111111 tomiiu—iiatoIo~ica 10) 5)’ revela abiertaiiieiite, sirve para earai terizar la (‘hlIolllbedad , Y así es ijite hay constipaciones y diarroas (lEVO (illiSi e~í nilo (‘1— niiti;id;i Y (~L’lleí~aii11 0)115] ¡tajo (‘510(105 habituales contra los iiiie se itiiplei 1111 ír;itiiiiientu empírico. loa 511111(10 indigesl 1011, 1111 (‘liflialil iento 6 tina ~01lL1Ll0ici0n iierviosa, piiedeii c:uisar ti iarre:is (JIlO 50 proloii gori y pIo)dt10011 1111 (‘lliciOlles pioli nulas (11 la. salud. Los astringen tos, el opio y loilas las i nedoto— eioiies itifis racionales sueleti ser u ilpoten es: sus— penden la enfermedad pero 11)) la 0110011. (1 u;uido osP s medicamentos se han empleado im11’iLiltnOl) te oouvie— nc recurrir fu los purgan les túnicos vegetales, ú fi las 280 EL MUSEO CANARIO. aguas minerales en cuya cornposieion entran las sa- les alcalinas y el cloruro sódico. En cortas dósis y empleadas con prudencia, sea antés de la comida 6 despues del medio dia, estas aguas son con frecuencia muy eficaces, pudi.endo cu- rar una diarrea crónica sin haber provocado~evacua- ciones. La constipacion se establece bajo la influencia de causas muy variables y son conocidas bis consecuen- cias no menos numerosas que puedeii producir. El problema terapautico consiste en encontrar un mcdi- cameri to que active las secreciones ó las contraccio- nes intestinales, y que pueda usarse largo tiempo sin producir irritaciones intestinales o gástricas. En es- tos casos el agila de Santa Catalina tomada en altas doSiS, ~‘tlo rrienos en los pr neros dias, producirá los mismos buenos efectos que las aguas análogas de Alemania y Francia. Tendrá~, cuino los medicamentos similares, la ventaja de activar las funciones de los iii testinos sin irritar la mucosa. Las constipaciones no sólo desapa— receri’in, sino que, aún antes que los intestinos fun- cionen con regularidad, ceden los afectos secundarios, observándose cori frecuencia que antes de la prii~ner~ semana , los doJ ores de cabeza, las f)esadecS del estómago , las flatulencias gastro—intestinales ceden igualmente, y aún las indisposiciones que se presen— tan en órganos que tienen poca relacion con el apa- rato disgestivo, como las opresiones, los vértigos, la flojedad en los miembros inferiores, etc. Para las mujeres, en las cuales la constipacion habitual es con frecuencia causa de los cólicos, de los dolores lumbares y del abultamienlo de vientre du- rante el periodo menstrual, estas aguas, empleadas á dósis purgantes, producirán buenos efectos, a pesar de que es preciso usarlas con ciertas reservas, sobre las cuales es inútil insistir, bastando recordar que las aguas cloruradas sódicas poseen la propiedad de au- mentar la menstruacion, y asi es que las mujeres predispuestas tí congestiones activas utero - ováricas deben abstenerse de usarlas y no emplear sino aguas Ei~MUSEO C~NXItIO. 281 purgantes no estiimilaiites. ~2.°Áftccione$ )‘eum(~ticasy qotosas. Se pue- de asegurar que estas agitas no est~ui(iesprovistas de utilidid en los Ci1SOS eH que la diatesis gotosa fl() se haya local izado, mani festóndose sólo por perturbacio- nes en la digestion, como flatuosidades abdominales y desarreglos en las evacuaciones alvinas. ~itcede íi los i’eu inó licos y golosos que los traía— 111 ien tos largos, el al11150 (le las prep: raci (ities dI’ cdl— chico y lii iuisina eiiferniedad, les )easl onan iiid ispo- siciones de vich tre lr( sta ti te graves, (fue ~ ccii alteraciones pro!niidas cii la ct)IlstituciuIl, lu’s’~1tóu- doSO la anemia (‘Oil c(let 1l~L (‘Special, Y (‘~ [(riellOS 011 los ah 1 nent is que no pitedeii ser repara(lores inien— tras la nutricion sea i (eriecta. Se o] )sel’va11 ]ell(c 11 ( ‘iios anúlJ)gos en h ~s (‘11 ciii 1(15 atacados de alece ¡mies tic lien cii cran su ti ¡1iti id coii la geta y el retniiatisi ile crdii iru, algunos de los fine p~u1eceiide Iici in (FV( )i( les ~ de cierta clase (le (‘Iii ~ 1— lies rebeldes, que se desigiia u con el nonil le (le a ti’ífic’as Y (l11~soii una (le tantas inaiiifestacioiies de afeetos inós generales, ete. En es tos (‘~tS1(5 (‘5 11111V 1111 l)01’t~iti Le (1(11’ la mcdi— cacion rcconstititvenl e no de erinine constipaciones pci~j~rliciales,p~iralo ciial (‘5 necesa miO ol (re (‘01111) laxante. 3•0 Afecciones esciofi~’1osas.La exl(eriellcia ha (lemoslla(lo amnphianiente (1111’ las aguas salinas son eficaces en (‘1 1 i’atainjento (le las escrol ulas en todas sus inanilestaciones; por II) tanto es inútil insistir so- bre este particular. ~\denl;~s, la pleselicia do la síu— (‘0 (‘11 las aguas de San fa ( ~ talma nos a titoriza d atribuirles una vid ml ~cn’ticnlar y activa (‘entra es- tas enfermedades. El estado escroftdoso, liten sea. ílU(’ Se preseiite bajo la turnia de infartos ganglionares o de lesiones máS pi’ofrimias, 50 lllOdi(lcal’(( t~iiifo Illelor (‘tia.llto las funciones digestivas se hayan Illoditicad() ventajosa— mente por la accion de estas aguas. Debemos llamar la atencion sobre la necesidad de combatir,. desde su principio, una diátesis cuya EL MUSEO CXNARIO. marcha es lenta y cuyos resultados son con frecuen- cia desastrosos. Como el estado escrofu’oso hace su explosion en un período limitado de la vida, perteiie~eá la clase de enierinedades llaIna(Jas (le e eo1,u~ion; pero ini— cióndose en una edad favorable (~su desa irollo, lo verilica con síu touias Uli e el 1 u~’dico puede ap~iar. Así es que, á los niños llaiiiados vulgarinente liuláti— cos, ulla inedieacioii opur~unaevitaría el desarrollo de la enfermedad. En aquellos en que los trastornos 1ft1e~lei1sobrevenir en la époa del desairollo, convie- ne emplear una agua mineral como la de Santa (a— talma que ofrece tan L~L analogía con muchas de las mas e~lebres(le Europa recomendadas contra el eS— crofulisino. Las esciófulas cii los adultos, que se manifiestan principainiente por erupriolles tenares, pueden ron— liatirse ehicazmeu te con el mismo tratamiento. Estas sucintas indicaciones se aplican exclusiva— iiieiite al agua eiiipleada al interior. Tomando las precauciones convenientes, el agua de Santa ( ~ata1i— na es (le aquellas que no pierd~iisus propiedades por el trasporte, Y como no hay necesidad de toniarlas cii gran cantidad, puede hacerse uso de ella fuera del establecimiento. Ikino~. Administrada en baños, el agua de Santa Catali— na puede procui~irmunchas aplicaciones. Siendo algo baja su tein peratuura, convendrá po lo comun calentarla artificialiriente; elevándola bas- tante será útil, como sus análogas, en el reumatismo crónico, y á una temperatura moderada, cii baños prolongados y de 1)~5C~~, estará indicada en las es- crófulas cutáneas y en las ulcerosas de la misma na- turaleza. El uso de los baños constituirá un coadyuvante eficaz en las distintas afecciones contra las cuales se prescriben con venit~tjalas aguas de compusiciun aná- loga. Además el Establecimiento de Santa Catalina se EL MUSEO CXNAIUO. ‘283 C1I1(ilCfl ~ra (~l1U fl~Si tuariuii (‘x(ep(~ioI1a1,de la enal puede sacarse giali palti(T() pal 511 l)1UXilflida(T al mar, (Tel (alal dista meiias de 1 U() 1 netios: esto 110(0 í~lle Sea la (lfliea agua 111i11(1at (allolida Oil coii~i1niiar el ti~itU1ii(’11 f( iii t (‘lior (((11 105 1 (ilfi( )s del 1 flOr, Olivo tiataiiiieii t() 5(1111 11(11V (ficIz (11 los 11 fios 1inl~tti~osO 05(10.111! lusos, (‘11 105 (‘111011005 (1(l)iIeS y en aquellos qUO (1051)1105 (11’ 511 (LI t.1lC~t)l1 (101 OIl ein1deai exeilailtes mus eie’rgieos. (un veinlria disponer el Es- tahleeiiiiieii tu (le man (‘1~ LItIO esi a (101)10 aeeion tora- p~iiftapudiera iitilizamse. ¡ IPI eiiúiit~s (ieulistall(ias (‘O11Ve11(11ia asotiai ilI(’Llita(1( )1lO5 (1111’ 1(11011 01(111 IClIS i ud 10110 ¡ 1)0(5! .1. 1 >Al)1IL~. 284 EL MUSEO CJ~NA1UO.

¡ ESPERANDO!

«El que espera desespera» I)ice un adagio vul~’ar. Y yo digo c~ueel adagio Falta un poco á la verdad. No desespera el que espera Mientras esperando está, Que el que está desesperado Es quien cesa de esperar. Esperar si i esperanza, Aunque lo afirme el refran, Y aunque al~unsábio lo apoye No i~ui~íeocurrir jamás Si ambos conceptos confluyen A un solo ponto esencial. El que de amante blasona De alguna esquiva beldad, Y tolerando desdenes Repetidos sin cesar, Auoniza y pide gracia, Y redobla en eie~oafan Las muestras de su ternura, Pensando así conquistar El eulazoIl de la ingrata Duro como el pcrdcnal; Dirá:—» ¡Estoy desesperado!» Pero ¿deja (le esperar? Quien funda en el premio gordo Futura felicidad; Juega siempre y siempre pierde, Y otra ve, vuelve á jugar; Y aunque la fortuna ingrata Nunca propicia le está En atraparla se empeíía, Siguiendo su veleidad; Y años tras años se pasan En infecundo luchar, —»~Desespero!¡desespero!»— Sin duda que exclamará; Pero en tabla otra jugada ¿No espera en ella ganar? Ved un buque arrebatado Por furiosa tempestad Que titánica lo empuja A los abismos del mar, EL MUSEO CANARIO. Donde choca infortunado Contra el escollo fatal, Y hecho mil pedazos, logra ~o1o una tabla flotar. Esta (le ella asido un homlne; ~ii (l~’SCn(ajada faz 1 lorrible iuieustia revela, I~evelaainarLra ansiedad; Ci’rb rele la 1)1a n ca espuma; Muí~een toruo el hui’aeau, Sa(l(ii~ndolelas olas ( ‘OfliO 1(1 polvo el vendaba!: Nada visluiubraii 5115 OjOs Que auxilio le pueda dar, Y 01i1Lfld( todo li falta Denianda al Cjdo p edad 1 ‘ero lucha, lucha Sieiupl’e, i)esaleo lado c~uizi~s ¿Le fal tar:~la esperanza Mientras dure su luchar~ El buin ilde peda eo~ro QRe, como reiob a su a fan l’oi’ (lifundir la cultura En bien (le la humanidad, Encuentra viles desprecios, 1 ‘el’SeCu(‘iOn en in u al, Sii’vieiido d veces (le escal’tiiO A la inj iista sociedad Que, cual macli’astra le niega 111(5ta un lid lazo (le pan 1‘ara aliii ieu lar sus hijos, Cuando ~l bondadoso d:~ A los hijos de los otros El alimento moral, (‘on des~au’radorlamento Exelaula: — « ¡No puedo mus! » Y elevando i Dios sus preces —s~IluicuaSotu voluntad!» i~dade,y sigile la Selidul Del Calvario, sin pu~u’ai’. Este mu~rtirdel des tino ¿Sin esperanza estiii’iii El cesante jue v~un alio Y otro tras ofro inai’cha u’ lloba11(11) SUS lusiou ies, Que cian todo su caudal, \ cual aslixian te nube, Crecer la necesidad Si~que asomo CII lontananza Un cambio ministerial A cuya sombra algumi diui Logre los reales sentar, Su tribulaeion ti’oeando Por dulce prosperidad, Milagro que se origina De una buena credencial; 286 EL MUSEO CANARIO. Sumido en honda tristeza Ayes mil exhalará, Renegando de su suerte; De la justicia oficial; De los ingratos ministros; De toda la humanidad, hasta qn e mortal fatiga Postre su aliento vital. Peio en tanto la existencia Le dure, ¿No esperari~? Yo, que estoy acjui aguardando, lince ya una hora cabal, La visita de Don Lesines. ~eíior que cii puntualidad 1~reLen (le la P~1 nacta Y no inaba (le llegar: Me impaciento, refunfuño, Acuso ¿ la urbanidad I’orclue no cumple sus leyes En todo tiempo y ligar: Pero abri oto la esperanza De cjue :1 la cita venclrñ, Y clarñ estñ, que si espero No puedo desesperar Aunque demanda inc ponga El mal fundado refran. Y tu tau) 1)ie 11, (aro ~lDli~O, hastiado ya de aguardar A cjuie mi (buda solvente, Al cli ah!o inc eny iar:~s Pensando cpue ya lic (lejado De ser uu el, ¿co formal. ‘i’e equivocas, ¡Voto u, Sanes! Que nunca supe burlar I)e un amigo la esperanza: m ~lo~ ~ ics, tarde y inny mal, Mandu~nclotces tos len glones Que mi cuenta saldar~~n. Y mira, un desesperes’, Porque es mejor esperar; Que el hombre vive esperando Y espera en la eternidad. Jl’AE DE LA P[ETt~1A C!ANSILC0. Sanf’i Cruz de ‘Tenerife, Diciembre 12 de 1880. E1~MtTSE) (iANApIO. 287

REVISTA QUINCENAL.

Sequ/a.—1880—1881.-—-La Ieliíjencia eo /os »o~s.—Lo in/elipen— cia en la cobeza.—Jaola (li’eclica.—Uo cable. =P. [). Siete dias van pasados del nuevo nilo (le 1881, y hasta ahora no se ha di~nadoenviarnos un bc’n~ficorocio. 1~it cosa no ha e mali e~ pero si semej no te es lado con tioua, no bastarán las lá.~riinasde mies tros ojos á fecundar nuestros cali— ~OS ya a~ostado.s. No me corresponde í’t mí, cii mi cualidad (le llevistero, entonar las lamentaciones (le Jerennas, iii enumerar las cansas producto- ras del alejamiento de las lluvias de nuestro suelo; el mal está hecho y seria predicar en balde, porcpie en este mundo donde ca- da u io f) roeura It ~cei’ 511 Sa1)10 ~‘itsto, l~resci ndi endo rIel (le 1o~ (lernás, no hay más reto edio cj e ci c’J ars ci ii ~Oi’ la corriente; vivir mientras se pueda, y cuando no se pueda más, inorirse. ‘1’ 0(11) esto (10 ere clec ir (111C 1)0 ha 110V (lo.

Por lo demás. el nilo de 1880 murió, naciendo (le suS cenizas el de 1881, que no sabemos si será portador de buenas ó malas nuevas. Por lo lo ha burlado las es pe1’~mzas del comad ron que ci’eia sería un nino muy llor’on; pel’o me parece que el tal ni- ño no llora, pcim ni tina, 1)0rl indo tani 1)ie u acjuel pu p ular adacrio cTe niño cJUO ‘0(1 1/mci ‘00 ‘0ldooO. La transicion de un nilo á otro se ha hecho sentir por los apu— ros de muchos CIliO 00 han podido saldar’ las cuentas de comer- ciantes, bol 1car~os,sastu’es y zupaleros; lo que no ha sido obstácu- lo para cjne ya públicamente. ó en los hoteles, ó en (‘1 5C00 (le SUS familias, haya procurado (‘ada uno ahocar las penas pasadas en inmensos mares che licor, y brindai’ con idem por el nilo nuevo.

Tal vez ese mismo deseo de ahonar penas, ha siclo causa de que principie la animaelon en los bailes de nuestras Sociedades rIo i’eer’eo’ El (~aluinc/e y el Casia o (fu’ JulStl’1((Ci00 1) Recreo, ofrecen á sus Socios divei’sion y entretenimien o. Y micniti’as en sus salones se clá movimiento u. las piernas, en nuestras Sociedades científicas se dá movimiento á la inteligencia.

EL MUSEO celebró sil segunda velada científico—literaria en la noche del 23 (Tel pasarlo 1)iciembre. que estuvo á cargo de los 288 EL MTJ~EO CANARIO. Doctores Grau, Padilla, Chil y del inteligente profesor de instruc- cion primaria D. Francisco Cabrera Rodriguez, habiendo leido el Secretario 1). Amaranto Martinez de Escobar una preciosa Colilpo- sicion poética cTe 1). Juan (le la Puerta Canseco (le Santa Cruz de Tenerife, que fud muy aplaudida, y otras orieOiiales el Sr. Milla- res (1). A es tiu) y el ini 51110 Sr Mar tui ez de Es (‘ohar_ La 1~’ecisla del .11(1501) irá publicando opoi’tunruneute estos tra- bajos. En ci 1 lenco continúa los viérnes la discirsion pendiente ea la seccion (le ciencias sociales, habiendo tenido el e’usto tic oir cii la noche del 2’i al Sr. Navarro y ‘l’orrens (1). Juan) y al Sr. tic Zárate y Morales; terciando en el debate, con la nusina brillantez (l11~los clemas Señores, 1) José M. l’iilrdo Director (le! acredita— do periódico (le Santa (~1uzde ‘l’erierife El .1Ie oio,uotl u iii. En la noche del JI consumió turno el letrado 1). Francisco Acosta, Relator de esta Audiencia, sobre e! 111iS100 a’uinto cTe si todos los hombres tienen i~ual (lerechu á intervenir con su voto en la gohernaeion del Estado, rectificando otros Señores que ha— bian hecho uso de la pal~tljraen noches anteriores.

Eh las elecciones verificadas por la sociedad EL MISEO CINA— 1110 en la noche del 26 del pasado I)icicmhre, quedó constituida la Junta directiva para el presente año en la siguiente forma: J’i’p.sideuilc.—Excmo. Sr. 1). 1)omin Eo J. Navarro. —I~u’unerVi— (‘e—presi(lenle, 1.1. Andrés Xavai’ro y ‘l’orrens.—Sotj 00(10 Vice—pro suleole, 1). Ai,~ustiiiMiliares. —50)-lela rio. II. Amaran to Martinez de Escobar—Tesorero, 1). Juan Melian y Caballero.—Dii’ectou’ (101 MISEO, 1). Gre~orio (‘liii y T\araojo.—Cou.sei’ctolor del Mu- SEO, 13. Victor Grau ltassas. ITibl ioleeai~o,1). Juan Padilla. P,ioi eu Vocal, 13. José Ch:unpsaiu’.—Sep uiulo Vocal, 1). l”ei’nan— do lnclott y Navarro.

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Como no llueve y el tema de todas las conversaciones es hoy la sequía y ya se ha dado órden pai’a que se pitIa agua al que qui- zás no la (lé porque nonos conviene, inc ha ocurrido un gran pen- sarniento, que basta ser niio i~arat~iiesca ~r’ande. ITecordaráa mis lectores aquel cable submarino cii proyecto c tic habria tic ponernos en coinhrnicacion con la madre patria, y e cuyo proyecto dccia yo que encontraba más fácil el estableci— miento de un cable de la tierra á la luna; pues yo creo que lo más conveniente hoy pai’a los Canarios seria el establecer un cable de aquí á las nubes, como si se tratara de la constitucion de una ser- vidumbre forzosa de acueducto. Veremos si nues,ros Diputados abogan por nosotros y por la realizacion tic este pensamiento allá en la (‘órle celeslial (Tondo ac- tualniente se encuentran, Amen. MAURICIO.

P. D. Un nuevo tiesengaño. La lista de la lotería nacional Ira llegado y me ha dejado con la boca abierta como los judíos en la mañana de Pascua. AÑO 1. LASPALMAS, ENEIU) 22 ii~ 1881. Nú~i. 22. EL MUSEO CAllARlO.

ESTUDIOS DE ETNOGRAFÍA I3OTÁNICA. (*)

(Con tinuacion). III. Plantas alimenticias y me(ijdnales. En esta primera categoría estún compreud idas ~2G especies, de las cuales ~2Oson alimenticias y 6 medi- cinales. Entre las más conocidas se notan dos clases de rnaiz. Las pjfias, unas veces encontradas en ~)eqI1ef1os sacos de tela de algodou, otras cii cestos de espalto, conocidos con el nomi)re de Petacas, haliian sido (~S- tudiadas hace mucho tiempo. IIa\vk 1~las describe de la nianera siguien Le: «The ancient Perut~ans placed iiext lo 11w «cOPpse, sn/alt sauks f~í11of 11/e ears of Iuo sons «of COPfl, ve)’!J vare, O/le, t//M ea r of WlUc/? ¡8 «shont, (tr/J, nial a id/e C?LPCe(í al ¡lic poinl; fue «othev, wtti (he can lo/i(J, ti/bit, wdh Iar(Je «gratns, almost iranqalar cd (he »OHit, 1’en~/ «7nuch tunned, wtth (lic qvatns coeeninfj. it li/w ((the tiles ofa roof The celehi’ated en(JItsh hotanis- (de, Robert Brown , posesses one of Ihese ears, «in a state of pe1r~factionwhich was foami iii «a Peracian rata. T/~tsspecies (~aiíedZea ros— «trata, hy the celebrated wrter on niaize 11011db— «fous) a~well as the othen Wc hace nameci seen~s (*) Véase el núm. 18, pág. 16i de este tomo. ~i) M. E. Rivero, and J. 1. von rfsc1~1dj Peruviín~sna iqui— ties translated in to Enqlish from the ori~jina1Spanish Op Pan- cis ílnwh, in-8.°New-Ywk 18.53, p. 262. To~ro~ 290 EL MUSEO CANABIO. «(O be a natice of Pera». En esta deseripcion es fácil reconocer, la Zea nia~z,Lin. y í~ost rata, Ilonaf Representa la pl’imera una variedad idicada por Weddell (1), el maíz mo— rado Ú cuili de las ayiiiaras, teniendo el color de la mora. En efecto, el tinte rojo oscuro de estos granos, que de ninguna manera es debido al largo tiempo que han estado en las tumbas (2), es el iinieo car~icter que lo distingue del maíz ordinario. Este car~icterde variabilidad, que va existía ~íesa 6poca, demuestra que era cultivado por los antiguos puellos de Am~ri- ca, y que su introduccion en Europa es posterior al descubrimiento del nuevo mundo (3). La (‘lase vost)’ata, Jiollaf. más abundante que la precedente, difiere de la que se cultiva en Europa por sus proporciones in~sfuertes y por su rusticidad, si así se nos permite expresarnos. La cantidad (le niaiz encontrada en las sepulturas de Ancon nos hace pensar que esta gramínea entraba Cli gnui ])al’te cii la aiim entacion. «Los peruvianos, nos (Tice I’escor ( 4 ) , conocian bien las diferentes «maneras de preparar el niaiz, aunque parezca no «haber hecho pan, sino cii los dias (le fiesta (5).» Cuando estudi ~~liosel pan emmcon trado en las se- pulturas, veremos lo que debe pe~~a~sey deducirse respecto al particular. La A rachís 1HJJ)orJ/rct, Liii. ~iene en segundo 1u~ gar. Algunos autores, y entre ellos Mi’. (lerinain de Saiu t—Piei’re G), la consideran como de origen des- conocido, (liciendo que varias especies del mismo g6- nero son esponbmneas en el Brasil; nosotros creemos que su presencia en las sepulturas de que nos ocupa—

(1) Voya~eclans le noul de la Bolivie, jn-8.” París 1853, p. 116. (2) Dr. Saffi’ay, loe. ci t. (3~ Gei’niain de ~aint—Píerre, Nouv~Dici.de BoL G. in—8.°,Paris 1870, p. 623. )li) Ilistoire de la conquéle du P~rou, precedíe d’un tableau de la civilisation des Incas. ‘I’rad. aiwl. pal’ Porel. Ed. in-8.°,Paris liruxelles, 1861 p. 1 ‘iG. (3) El nlaiz tostado ((ancha) servia renerainiente de~,~lin~ei~to ~ los indigenas.—Mateo Paz, ~oldan du P~i’ou. 1 8150, p• 13. 6) Loe. cii. EL MUSEO CANARIO, 29! mos viene en apoyo de lo que ha dicho De-Candolle (1 ): «Herba americana cal. unde Hl África)fl, «Ásiarn, i)flO in Elld~opamaast)~alio)’erncUita)). Ignoramos si las propiedades OleagiflOSas (lO la arachidea eran conocidas por los hahitantcs de An— Con; sea lo que sea, era incontestablemente aliinenti. cia. ¿No la vemos empleada como tal, y en muy vasta escala, en las diferentes regiones donde ha sido introducida? En la misma seccion se encuentrami las dos espe- cies del género Jiuja, conocidas comi el nombre de Pacaq poi~los Perixvianos, y aún hoy tija con el de Pacay amarillo: «ab incolis ¡u hoi~tisPera eie «Su?pe cultts, sflbsta)2tia s])onqiosa seminas iii co— leus, saj~oregrato (2)». rIlres clases de Phaseolus acompañan las especies precedentes; el stijmlaris, Lam. domina por la abundancia de granos. No lo excedo en abundancia el nutlt~/lorus, JITild. u pallar, Mo!. Dejemos d nmm lado el P. ni ultiflorus, del cual nos ocuparemos luego: el P. pallar debe interesar- nos particularmente. M . II. A. Philippi (3) nos dice que despues de Mo- lina (178-2), ningun hotuunico hahia uhsemvado esta u— dia de origen perIt\iano, y qime antes (le la comiçnisfa española los indígenas la cultivaban. El hecho de su cultivo, señalado por Molina, pa- rece estar confirmado por la presencia de dos solos granos que liemos podido estudiar ~ q~’~coiTespon—

den en terarneu te con la desrripcion de M . 1 ‘hi iii p «Grames compriinées a eec une tache rouge iwire (sic).» El autor no puede adoptar la OpiilioIl (lO 11110 de los colaboradores de Gav, que tiendo ~ reunir el P. pallar al iniliflorus. No conociendo m~íscjume los granos, no podemos dilucidar iii resolver, en uno ni

(1) Prodrornus regiO vegetabilis, t. II, p. 474. (2) Nova genera ac s~)eciesiplant. ~ in rcr. Peruv. leg. el curn S. Endlicther cd Pappig, t. III, mf. MDCCXLV. (3) 1Tober dic Chilenisehe Pahne und den Pallar niolinals (110— taiiiseh Zeílung, N.°43 de 1 8~9,28 oct, 185t), p. 361—3(4). Extr. hill. Soc. Bol. France (revue ]3ibI., t. VII, 1860, p. 127—118). 292 EL MUSEO CANARIO. en otro sentido, la cuestion; sin embargo la pequefia diferencia que hay en los dos tipos, solamente carac- terizada por el color (carácter que tiene inu~ poco valor y sobre todo en el gánero Phaseolas) corno tambien por la forma más comprimida en uno que en otro, nos los liana reunir. Lo mismo que las especies precedentes, los frutos de Garcinia mangorioma, Lin., Sapindus sapona- ria, Lin., Lucama lassiocarpe, D. (7., Persea gra- tissima, Gaert. se encuentran acumuladas, mezcla- das 6 separadas en los sacos ó Petacas. Los frutos de Garcinia muy pocas veces se hallan enteros; casi siempre están cortados en dos mitades, estas dos mitades están reunidas. De los de Persea 1) no resta más que los cotyledónes planos y cori— vexos, habiendo desparecido por completo la pulpa que funde; lo mismo pasa en las Lacumas, cuyos gra- nos se han conservado tan brillantes como si estuvie- sen acabados de salir de la planta, gracias á su corteza barn izada y crustácea. I-Ioy dia todas estas especies son buscadas por la calidad de sus frutos. A éstos es necesario afiadir la Áristoteiia maki, 1’ lierit. y Campomanesia línea— tifolia, D. (7., para las que Ruiz y Pavou (2) dan la nota siguiente: «Incol~ande ut pote gratis aporis fructus edunt». Los Capsicum v~lgava~,Lin. y pubesceus, 11. y Par, son las solas especies empleadas como condi- mento que se ha encontrado en las sepulturas; el Pi— per ctsperifolium, fi. y Par. han tenido un uso pura- mente medical (3). Los frutos de Capsicuin á pesar de que se en- cuentran deteriorados han conservado integrainente sus colores. La platanera, Musa paraclisiaca, Lin., cultivada en las comarcas initert~opicales,estaba tambien con-

(1) Hemos tenido cuidado de anotar en nuestro catálogo, que los ejemplares de Persea pertenecen á la variedad oblonga Oaert. (2) Systemavegetabilium fi. Peruvianm t. 1, an. MDCCXCVIII. (3) Ilanks loe. cit. p. 1 ‘iO et seq. sous le nom de moho moho. EL MUSEO CANARIO. 293 siderada corno de orígen incierto (1). Segun Preseott (2), «es un error creer que esta planta 110 era origi- naria de la Ami~ricadel Sur, puesto que sus hojas SO encuentran freeueuteriiente en las 1 iiiiibas peruvia— has» . Este (]escuhrilliien to 110 presnpone nada, ~ to que la textura de los tintos que liemos exitiiiiiiado, indica claramente que esta planta se cultivaba; las semillas características en el eslado espori L~iieofaltan completamente en el (~Iu’nopoli~iiquinea, lYiid., igual mcii te deseoiit ei (lo (‘Ii (‘1 estado espon 111P), ser- vía de alimento (‘U el Pei’i’i anteS del (leScuhi’imiento de Arni~rica.\eremoS huís tarde que la harina extrai- da de las semillas era empleada, ya para fabricar el pan, va para coniponer la Tocera (coca (~)en colnpa- fija (le otras plantas. independieritementí’ de los li’utos y seini[las que hemos pasidt) cii i’evista, los )‘1~i~O/)/üS (le (‘an eduiis, Cali. y los tub~’i’cidos de 1 7/iicus tu be.°osu$, Keí’. • eran empleados coino alimento. La pruel ~ala encoi1 ti’auios en algunos ejemplares recogidos. Es sabido íjue el (llacas, se cultiva huy diu en gran escala bajo el nombre (le nu’lloco, chaco, y que los Americanos (‘( )Ull’fl estos tui ;(“l’(UIlOS, ya cii su esta- do natural, va prep~iradosen el ch uno,’ prepilracioll (jUC se aplicaba á varias especies de raices feculen- tas (‘t). Entre las especies medicinales, ahstracciou hecha del Pi»ei~a s]x’)~,fchiu m, de que liei nos hablado, del ilIucuna ¡~i/le~’a,Dcc., cuyas seni illas raspadas en— cierran 1111 principio purgativo, y (le la A )ldH’a stipil— lacea, Beni., fruto empleado todavía en el Perti como

‘~‘~íf.go , colocaremos el E~jt/o.~yiun coca, Lin. cuya abundancia bastaría para caracterizar las sepulti tras. Este arbolillo, que se ha hecho c~’le]n’eti causa de la iniluencia que ejercen sobre el sistema nervioso las hojas mascadas, es en el Perii y la Bolivia objeto

(i) Germain de Saint—Pierre, loe. cii., p. 6~8. (~) Loe. oit. p. 145, noto infr. par. (3) Prcscot, loe. oit. (4) P. Duch., Diel. univ. hlist. nat. de D Urb., t. XIV, p. 183. 29 ~ EL MUSEO CANARIO. de un comercio considerable. Lo mismo pasaba en la época de Ancon. La Tocera ~ocaj era formada de una mezcla de hojas de Eryih~o~!Jlanty cal enpol- yo, ~ las que se les añadia la fécula de C. qainoa~. Con las hojas de E. coca (Ócatis, areola tis, membranaceisj (1) se encuentran las de E. ~iqicLu- lum ~l1ipticis, obtusis, bais s ubcuneatis, viqidis, areolat~s,subías pcillidisj (~)y las de Ile~rI~ara— quanensis, S. ¡Iii. cuyas propiedades estimulantes son casi idénticas. Los restos de pan, que se encuentran raramente en las tumbas, afectan la forma de peí~uefiosdiscos lenticulares, de cuatro ~ídiez centímetros de ancho, sobre uno ~t uno y medio centímetros (le espesor en el diúmetro mayor, y SOU hechos de una pasta homo- génea, y en la que el m~’tsdébil microscopio deja ver pedazos do granos de maiz de un amarillo cobri- zo, mezclados con otros més pequeños y de color blanquizco, que provienen de las semillas (le C. qai- noa, y el todo, groseramente triturado, parece no ha- ber sido cocido. Estos panes 6 galletas, COIflO lo observa Prescott (3), no dehian servir de comida ordinaria; eran proba- blemente amasados en ciertas fiestas, 6 en dias me- morables, y su presencia en las sepulturas puede sin duda ser considerado como la mnanifestaciori (le un ri- to funerario. 1)i~.A. F’. DE Ft(JCHEBRUNE. Miembro de la Sociedad Liuncana de Burdeos. Concluí~á).

(1) De (‘aodolle, loe. cii. (2, De Candolle, loe. cii. (3) Loe. cit. EL M~SEU CANARIO. 2~J5

\~Efl~IF~B1~Xio~- ~XNA1~l(~ (P1I:1~LunnuJ;s).

~i al Suliii’ fi iiuestras mus altas montaítas halla- mos en el corto espacio (le i ,~Ui iie tros las especies vegetales superpuestas luis unas luis o~cas pulla vivir cii aqiicllos eleiiieiitos que (‘5íu~i1 cii arnioiiia (011 SU O1gaIliSi1lO, V1St1LU(J0 los 11uI fleoS tic luis (iii it Ves con esas especies eiid~uiicas, que soii la un] ni iraeioit de los extrauleros y el ii iuís 1 inri noso vestiiario ile es- tas lujas del Atlúntico; si desee~ideinos la vez fi las orilles de ese Oef ano llantado 1(01 lo~alitiglios i/(H~ 1e/1etn~üSO,encoiitrareiiios eiitie sus revnellas olas, nuevos caracteres, íjiie vfiu fi 1 levar las Formas pro- pias (lO nuestill especial iiatnrudeza al centro del mundo de los mares; y aH liudiareinos cuelo cii las destempladas regiones d~ilas cumbres, sf’res endibni- cus, hermanos gemelos (‘11 ieculiaritlad u los cons- tantes moradores de los bosques y las ciiias. Q itisi(~ramos detenernos fi estufi iar esas cohortes (le aves viajeras (JIW el inst imito ti la iiecesitlad ar- rastran mí travfis de los descunocitios (~iill1iIOSdel cie- lo, o esos arribos u uiiierostts de pe’s ile pmts~(1L1t1 cruzan el profundo Atlumn lico, para venir fi gozar en eStOS mares de la heniiosa y rina vegetacion su] i-ina- rina que vive cii nuestras aguas, si la reducida ex— tension de un artículo y la lalta de observaciones y especiales no nOS detuviesen por hoy en este género de estudios, ci cimnscni oendo nuestro corto trabajo fi relisar suci i tutlllelite las preciosas es- pecies peculiares que viven cii nuestro fecundo sue- lo isleño. Las Canarias, como todas las islas oeeúniicas, ofre- 296 EL MUSEO CANARIO. cen, por lo comun, fáunas y floras especiales y re- ducidas; esto no es de extraÑar, pues la extension de los mares detiene la dispersion geográfica de ciertas especies, y el clima modifica las formas de las que llegan á salvar estas barreras naturales. En- tre los vertebrados, ~ ejemplo, únicamente los pe- ces y las aves poseen medios propios para atravesar grandes espacios ocupados por las aguas, así en estas fáunas los mamíferos y reptiles se hallan represen- tados por corto número de especies; pues necesitan- do de medios artificiales de trasporte ó formaciones geológicas especiales, que no siempre ~oueurreii COIl los elementos comunós d la vida de los sóres, sus arribos y establecimiento no son fiecuen Les. En Canarias no hallamos mamíferos especiales, (il siendo los pocos que habitan el Archipiólago importa- dos, úun los qre existen en estado salvaje; pero en las aves va encontramos preciosos pájaros peculiares de nuestro suelo (~),corno el Pinzon del Te!Jde espe- cial y solitario morador de la alta y destemplada region de las retamas, el Pínzon (le ener(f~ lier— lioso y vistoso compa]Tiero de la verde zona de los bosques lauríferos, así como el Palom o torcaz de arrullo melodioso y vida apacible, ademas el vulgar Canario, el Pipi Caminero dedicado por el emi- nente Bolle al sabio I3erthelot (3), el Pavo de l~ne-

(1) Mamíferos en estado libre.—QUEIROPTEROS.-—- Vespemli- ho pipástrehlus.—Plecotus harbastrel1us.—CARNICEROS—F~— tomius furo. — Canis famihinris.—Calus fcrus —-ANFIBIOS.— Catocephalus eitvhinus.—ROEDORES.—Mus rahius.—Mus de— curnanm1s. — ]ltus smjlcaticus.—Iepus cuninculos.— CETACEOS. —Bala3na nu/sticetus. (2) Aves peculiares de Canarias.—Fringihla teydeu.—Frin— rjihla tinhihlon.—Palurnbus laurworn.—Sernius canarius.—An— tlius f3erihelohii.—Parus violaceu.s.—S~jluia[einekeni.—Cyp— sehus unicolor.—IIa?rnatopus Moquini. — Puffinus columhinus. —Thalassidroma hypoleuca.—La ornitológia canaria consta hoy de 174 especies que hemos clasificado en dos grupos y ocho sec- ciones. )Vóase Reeisla de Canarias, tomo 2.0, página 135L (3) Mr. Sabino HcrtheJot~Cónsul de Francia, hijo adoptivo ile Santa Cruz de Tenerife; miembro honorario del Gabinete Cientí- fico do idem: autor de varias obras do ciencias y de geografía acaba de bajar á la fosa despues de una larga y laboriosa exis- tencia. Su edad, su anable trato, su vasto saber y su entusiasta amor á las Canarias, fueron los rasgos característicos de su vida, EL ~1t~SF~U (NXIU). 297 rife que reconoció Maug~en las florestas de la em— dad de la Laguna, la Cui~ica(le caheza negra que habita las eiiraniadas y (leseolloeió 1 lintiholdt oil los jardines de la Orutava, el 1 ~eflcejO Oseulo, tan (UnO— (~id0(‘U el país con el noln])re (le J I/(fo1~ina, Y (11W clasi íieó J ardin . En e uantu i~las aves marinas y (lo ribera, sefialarcinos sucintaineiite al O~í.eeeo(fe i/o— rj 111)1 IIIUY e~initn en la Graciosa, el Pctí’el (o/orn- () tan iioe ttnul() (((1110 veleio, Y el ‘I1~((1(755¡(11’o))( O pet)~e1 (JIIC toii los anteriores eoiii~u~neiiel guupu do las aves llamadas (ane~i. Entre los reptiles, con11) 1ll~S 010111 ‘ro o Su (‘sta— blecimictito en el Areliipi1ago, 110 ita ti solo adn su- ficien temen le mol iticados por el cina ~ las eotitli— ciulles de vida para aceptar roo u especies peciil jales, al Lruja.°to(fe Te/e)7/~(l (fe Ge 1/uf, ( 1) it 1e’en— quen Ó GeI(O)~1i() y ~ la. 1k, iia (fe los deboles, por inús (1110 se les crea variedades (‘Spec íííets. Los l’es, rut 11(1 las ay(‘5 de II 105 ra ¡u 71)1(1, SO dividen 011 \aI,ií)S i~’inp0S, it sal eP cii viaj (‘I( 5 Y sedentarios, errantes y p(’euliares; pero d nicaniente de óstos anotaremos algunas especialidades como el Seeea lo de Crine eias (~),conocido eiilre nuestros

y hoy al tornar de nuevo la pluma, despues de su monede, (ene— unos ci honor de tributar al sabio y al ami ~o el doble homenaje cjue Se debe al talen Lo y la annstmul. 1) Reptiles de Canarias.—~~Ql lH~ÜNIO5.—--f1melooLa 10 ijilas. —Sa.LJRIllS.—í~areo1a(hmlI [i——I~nrm’1a(ne1/nlos. — LLI?C0(a ni— riclis.—Gocho fjeialrmn(ii.——lbVl’IXCI )S.——f1mmo;m eii(1is~—fTmJ1a a ,hoeeo. (2) Pncm:s peculiares de (~an:uias.—Serratos a o ¡a os.—— Sol— 10(1(5 (Ylar(il(aI,S.———Jlflr1m IlO’S ¡10/ial os.—1 1 JosCoplIS bufo. —brOma ro cf ,s.—-(omloina ( mio s.—Pmi.s!ípommma. (‘OIl- chus .~—PILs1ipoomricirO?ommse m—helioaijrmm.s lhí’mHmrlo/i.:es mimo iq ¿III!—J’ayrus((5 —--hl¡fuJi—)(JU5 (Ja.—Paqm’llusv’t11ia.—~Samqu(caoariao.sis.—Iho!u~’(Cmil ms-—-—J /ílosmcs.——-—”me mo/nanmn ~%‘eb— hii.---Crius I~e,’l/me/o!ii.— ¡hi;i 105 ~i~’iiai. ———(O’ pmilus )OÚ100— tOUs—Anucl0fPR (/mmc(oI. ---(~oao.va mnhis.—(’lilma.s clmuiioOS.-- I~rmbiu~11 1,jlus.——lcammlhmo/a/amom ro(omiilu,s.—, lcamm/hmola/ous 10 ‘nlCl’uS.—JtfliS (u/(JaiiS.—Julis »lo’o.—h[elniramoJm/o(s 1h10h05. —A1sellu.s C0Il0TLOlLSiS. —~lIOLlOu? ((1-1 Sc1?’I()lifO mil 1lS.—SOlla 8C?i— ha .—(1O(/asb’? t%ohh ¿011 llS.—.1rU/ll ii/a c’mna Cantil ES (JalliflUlrt.—Pt000/)lat(0 cano li(flSf 5.—Vm0O1 0(100 ube— lates—La Icthyoiouía Cau~rio consta de unas II b especies dividida en los si~uientcs órdenes: Acantopterigios 80 eSpecies, Malacopte- rigios abdominales 8: Malacopterigios subbranquios 8: Malacopte- 298 EL MUSEO CANARIO. pescadores, por Cachov~o,así corno el Pejea)~a¡la, (‘1 (J~anoscopio llamado Sapo, dos especies de Uin- brinas, otras dos de P’istipornas y el Helia~ses, que conoce la gente de mar con el nombre de Cas- tañeta. En los barrancos y charcas vivo la conocida Anguila de Canarias, de la cual tuvo noticias el c~’lehrePlinio, y en los mares profundos son muy notables, ya por sus formas, va por SU ferocidad, los llamados Obispo, Manta y Tibu~°on:además cita- remos á la Nonmb)~aniade ~Vebb.y al Ci~iusde Jier— thelot, por llevar los nombres de los ilustres autores de la His~romvNXTUHELLE DES ISLES CxxxiuEs. Al tratar de los peces, esos habitantes especiales de los inmensos mares, sentimos no poder describjr en extensas líneas las notables y variadas curiosula— des que cii el mundo de las aguas han observado Mo- quiD y Valeneienes, Ú llevados por las magníficas descripciones de liertlielot, asistir va en el aput— rium natural de Taganana al interesante con ibato entre los pulpos y cangrejos, ó en las agitas de Lan- zarote, contemplar la desesperada lucila, del feroz 1~yqav~’jocon el monstruoso Estueion, si la índole de este corto artículo no nos impidiera ampliar este sucinto trabajo.

LEXNDRO SERnA y ~\toRxTIN.

Santa Cruz, Diciembre de 1880.

rigios apodos 3: Lofobranquios 1: Plectoñatos ‘~:Esturiones 2: Se- lacios ~. (Véase la obra de los Sres. Wehb y Berthelot, Iethyolo- gía por Valencienes). EL MUSEO CANARIO. 299

AJJSORCION VEGETAL.

No es nuestro ánimo hacer una descripcion com- pleta y detallada de esta funcion: nos luwonomos solamente exponer las diversas sustancias que en contacto con el vegetal contribuyen A su crecimiento y desarrollo, y el diverso modo de obrar ¿lo cada una de ellas. La absorcion tiene por objeto apoderarse el vege- tal do las sustancias asimilables que se hallan en con- tacto con él y activan su nutricion; los principales puntos por donde se efectúa son lashojas y las raices; pues aún cuando las domas iartes vegetales tamnbien contribuyen A esta funcion, lo verifican en una esca- la muy reducida. El agua, la tierra, ol aire y los abonos son los cuerpos de donde sacan las plantas los productos ne- cesarios para su asimilacion; veamos como se com- porta con ellos y el modo de obrar que tiene cada uno de por si. Toda parte verde vegetal herida por los rayos so- lares se apodera del ácido carbónico, existente en la atmósfera, lo descompone en sus dos elementos apro- piándose todo el carbono ypM~tedel oxigeno, despren- dieúdo la otra parte. Aunque el ácido carbónico es necesario para el desarrollo del vegetal, uo quiere de- cir esto que A mayor abundancia de este compuesto, tengan las plantas más vida; si se halla en exceso es sumamente perjudicial la influencia que sobre ellas ejercen, pues no tienen actividad suficiente pandes. componerlo. El oxigeno tiene una accion distinta; las plantas carnosas lo absorben; las restantes absorben una par- tay la otra es convertida en ácido carbónico por iii- 300 EL MUSEO CAMBIO. terinedio del carbono que contienen; unas y otras expuestas al sol verifican una série de fenómenos in- versos á los anteriores, es decir, el ácido carbónico que han formado se descompone y vuelve de nuevo á presentarse el oxigeno. A esta propiedad exclusiva de las partes verdes se denomina inspiracion y espira- cion; las demas partes vegetales no haçen sino ceder carbono del que resulta ácido carbónico por interine- dio del oxigeno, el que se disuelve y es retenido en sus jugos. La cantidad de oxigeno absorbido por las raices es mucho menor, lo extraen del aire que existe inter- puesto en el sitio donde se hallan adheridas; de ésto se deduce la utilidad práctica que se consigue remo- viendo la tierra al pié do la planta, lo que le dá ma- yor vigor y lozanla. La accion que tienen los frutos verdes sobre el aire es mucho más enérgica que la de las hojas; esta propiedad van perdiéndola segun llegan al periodo de madurez. Lo expuesto anteriormente demuestra que una planta no Ruede ¿lesarrollarse sin el intermedio del oxigeno. bm embargo, colocándola en una atmósfe- ra de este gas, prospera menos que si estuviese ex- puesta al aire debido It la formacion de un exceso de ácido carbónico que no puede ser elaborado, y tam- bien que el azoe, áun óuando no tenga accion qulmi- ca sobre la planta, posee la propiedad de disminuir los puntos de contacto con el oxigeno. Este gas se apodera del carbono que se desprende de los focos animales y forma ácido carbónico, los vegetales lo descomponen It su vez apropiándose todo el carbono y desprendiendo cierta cantidad de oxip- no; esta doble descomposicion, origen de la nutricioji vegetal, es el medio de que se vale la naturaleza para mantener el equilibrio entre los elementos atmosfé- ricos. El papel que desempefla el agua en el desarrolkp de los vegetales es importante; por una parte cede, contribuye It su nutricion, cediendo los principios la constituyen; y por otra, obra como vehiculo disol- EL MUSEO CANARIO. soi viendo los jugos. La absorcion de este agente se ve- nuca por las raíces cuando el suelo está húmedo, elia minándose el exceso por las hojas; pero si el suelo es seco, entonces las hojas se apoderan de la que existe en la atmósfera en estado de vapor. Los abonos obran por intermedio del ácido carbó. nico que se desprende en la reacion de sus elementos, 6 bien por la combustion lenta del carbono que con- tienen: suministra tainbien los jugos asimilables que se forman por su descomposicion, sirviendo como di- solvente do ellos el ácido carbónico que se desprende de los mismos. El terreno tiene una accion muy marcada en el desarrollo de las plantas, debida á la temperatura, el agua y los abonos; teniendo una parte muy impor- tanta las sales que entran en su coinposicion; las so- lubles son absorbidas por las mices disueltas en cierta cantidad de ~ua y llevada al seno de la planta para formar parte integrante de las mismas. Últimamente, la presencia de algunas sustancias insolubles en las cenizas de las plantas, so explica porque los elementos esenciales de los abonos las colocan en condiciones de hacerlas solubles, sufrien- do despues do asimiladas una descomposicion por la cual vuelven it hacerse insolubles, fijándose en oste estado en ciertas partes del vegetal. Estas sonlas diversas descomposiciones que veri- fican los vegetales con los cuerpos que se hallan en contacto inmediato y el modo de obrar que tienen con los mismos. J0AQUIN Biazwo. Arúcas, 4881. ~O2 EL M1~’SEO CANARIO.

RUINAS DE PÉRGAMO.

1-labiendo tenido ocasion de visitar en el riles de Mayo del ñltiino año (1880) el Museo Real de Berlin, riada nos llamó tanto la atencion, entre las innumerables riquezas de arte que contiene, como los famosos restos del altar de Júpiter recientemen- te descubiertos en el sitio donde fiié 1-~érgarno.Ja— más habiamos visto representados en el mármol la vida y el movimiento ccii tanto lirio y tanta poesia co- mo en aquellos altos relieves de figuras gigantescas. Desgraciadamente son p~~islas que rio se hallan más ó menos mutiladas; y fragmentos á millares cu— breri el suelo de aquellos espaciosos salones. Algunos años atrás liahiamos admirado en el Museo Británico de Lóndres, precisamente por aqile- has mismas calidades de ejecucion, un arco que re- presenta un combate de Amazonas y Centáuros; pero las dimensiones de ese arco son cortas, y las fi- guras pequeñas; mientras que en el monumento per— gainés, todo es grande, todo es colosal. En cuanto al famoso friso del Partenon, que se encuentra allí tamnhien, es necesario ser inteligente para admirar- lo; nosotros no lo somos, y así, mí su vista, sólo nos impresiorió tristemente la idea (Tel despojo que se lii- ciera á la infeliz Atenas, á lo que no se ha querido dejar siquiera el recuerdo de sus antiguas glorias. Si las figuras gigantescas del relieve exterior del grande altar (le Párgamno, que se ven ahora tendi- das en el suelo, dislocadas, sin su enlace original, nos impresionan tanto:por sus briosas actitudes, por sus formas acabadas, no es fácil comprender el efec- to que debió producir aquel grandioso monumento (Te mármol blanco, en su conjunto, cori el armónico EL MUSEO CANÁRIO. 308 contraste de la cotuposicion prinhiti~~a,colocado al aire libre en la cima del Acrópolis, cerca del magní- fico templo (JUO ocupai)a la cuspide, ~T eS objeto tani- hiel de las actuales investigaciones. La obra de recoiistruccion será larga y laboriosa. (iornbiiiar tanta figura, y sobre todo, tanto peqtleflo fragniento, de modo que resulte, al menos aproxi- madamente, la fornia original del conjunto, es itria tarea capaz de arredrar á los lionibres unís pacien- tes. Sin embargo, no solo se ha empezado á ajustar algunas planchas, simio que ya so tiene una idea ge- neral del conjunto y sus dimensiones, a lo cual ha contribuido mucho el hallazgo de los cimientos de la obra. A pesar de todo, 110 dudamos de que la pacien- cia y la inteligencia de las personas que de la recons— truccion se ocupan, lo traigan á feliz término, ven- ciendo todas las dificultades; y ~j no del todo comn— pido, porque esto es imposible, l3erlin tendrá la gloria de poseer el gran aliar de Júpiter, desenterra- do de las ruinas de E ~érganio, uno (le los monuinen— tos más grandiosos (le la antigüedad. (~reeinosque los lectores de Ei~Musi~o(~N,~muo verán tou iii Lerés una breve reseña del descubri— miento y disposiciou (le la obra, que extractanios de la Memoria pi~eseiit~olapor el Sr. Alejandro Comize á la Academia Real de ( ~iencias(le i3erlin, en la se— sion pública de ~9 de Enero del afmo ditililO. «Al desc abrimienLo del ~iIt ís en Olimpia y de las ruinas de rçI~ova de Micenas poi~el Sr. Selilti— niann, cuyos magníficos resultados venimos sigttien- do con tanto iiterés, durante los cinco años últimos, Se ha agregado, desde aflo y medio á esta parte, otra ilivestigacion arqueológica cii Pérgamo, comenzada por el Sr. Cárlos Ilumann en Esmirna. El fruto precioso de este trabajo se vé en esas bellas escultu- ras que el Sr. Ilwnann ha arrancado á la tierra y al olvido, y se estudian hoy para comprender el sig- nificado y la disposicion del inmenso material que se tiene á la vista. El punto de ~artitla y objeto principal de estos ~O4 EL MUSEO CANARIO. estudios es la grandiosa obra de un altar al aire li- bre que existia cerca de la cúspide del Acrópolis de Pérgamo. Pero desde que los Sres. Bohn, Kilier, Raschdorff y por algun tiempo, Lollinos, so asocia— ron al trabajo en la misma localidad, se han descu— biírto otras ruinas ~ otros monumentos. Primeramente es de notar el templo que ocupa- ba la cima misma del Acrópolis, cuya planta primi- tiva con sus riquísimas formas de órden corintio se proniete el Sr. Kihier reconstituir, estudiando sus muchos aunque mu y rotos y deshechos escombros. Segun imabian opinado ya los Sres. Curtius - y Adier, ha resultado que este templo es el mismo que se vé grabado en las antiguas monedas de Pérgamo, como emblema del pueblo, el Sebasteion, el tem— plum A iujust~et u~bis ilomae, de cuya fundacion habla rIlácitE) dos veces, y sobre el cual escribió Te1e~ fo, gramático pe~amés,dos volúmenes que desgra— ciadameute se han perdido, como su Periegese so- bre Pérgamo. A bastante distancia de este templo, inicia el Sur y en la pendiente del Acrópolis, se han hecho exca- vaciones que han mostrado evidentemente los restos de un Ginmnasio del tiempo de los Romanos. Mu— dios viajeros anteriores se habian ocupado ya de es- tas ruinas. Sin remover los sitios, sino con buenas vistas fotogrúficas tomadas en la localidad, se han exami- nado, adormís, otuas súries de ruinas, especialmente se han estudiado las murallas del pueblo en sus distintos estados seguri las épocas; de modo que en la actualidad podernos formarnos una idea mucho más exacta de la antigua Pérgamo en sus diferen- tes vicisitudes, mereciendo primicipahimiemmtc la aten— cion los restos que se conservan del tiempo de la Ciudad Real de los Atáhidas. Sobresale entre ac~uellosla magnífica estructura en mármol blanco del altar que ocupa la cima~de la montaña; el cual, mí pesai~de su estado deteriorado, nos sorprende taI1tO más, cuanto que se hiabia perdi— do casi del todo la memoria de su existencia. EL MUSEO CANARIO. Es la montaña una de las mayores en que en tiempo de los Griegos existian Acrópolis por el estilo del Acrocorinto ó del Itoine de Mesenia, sobre la cual estaba construido el altar ú la altura de unos ~25Ome- tros sobro el nivel del mar, húcia el borde del Oeste, (loininúndose (lesde allí con la vista todo el valle del Kaikos hasta el golfo de Elaia. huy la montaña del Acrópolis está abandonada y cubierta de 1 aSul’aS, cori algun cósped y algunos arbustos de retama; los monumentos y edificios de la antigüedad estún rasoS con el suelo ó han desaparecido bajo los (‘seollibres. Solamente se notan las hileras de las antiguas mura- llas que fueron construidas en diferentes (~h)octs~ defensa de varios puntos de la montaña, todas asi- mismo en ruinas. Jiistínguese una entre ellas poi~ su espesor de unos seis metros. Comienza ~‘stali~iciael Oeste, en la pendiente que mira al valle del rio Seleico, y se extiende por el I~stehasta el precipicio (JRO dá sobre el valle del rio Ketios, cuya tunralla fu~prol~able— mente construida pai~dominar el declive que por la parte oriental renten ta suavemente hasta la cima. Todas las demás lii leras de mitrallas (‘stálm cdi íicailas sobre cimientos del tiempo de los Griegos. Solamen- •te aquella presenta otro aspecto, y parece poi~Sti 00115- truccion una de esas poderosas f un fieaei emes ijue la necesidad impuso á los Itomnanos de Oriente y Oc- cidente para defenderse, como último recurso, con- tra los bárbaros del ~\orte. Es probable que cuando se levantó esa muralla existiesen aún aquellos IIlag— nificos edificios del mundo antiguo que tocaba u su fin; pero tambien lo es que ya cii aquella época estu- viesen ruinosos, y tal vez derruinbánidose o derrwii— hados en parte. Los operarios que hubieron de construir aquel muro colosal de defensa se vahan del material que encontraban á mano. 1)erribaban estátuas en un si- tio para llevarlas mí otro apilarlas una eiicinia de otra; colocaban las coluninas unidas por hileras y sujetas por ganchos de luerro; pi~parahauuna arga— masa excelente con las mismas piezas de márniol To~moii.—20. 306 EL MUSEO C~XÁRIO. para rellenar los huecos. Así fabricaron unas fortifi- caciones magníficas para su objeto; y aunque no sa- bernos si lo llenaron, el hecho es que liaii resistido por siglos al diente roedor del tiempo ~ d los esfuer- zos de las generaciones subsiguientes que buscaban allí el material pa1~tsus ffthricas. rl~oc1~i1el añO 1871 entraba el profesor Curtius d la parte superior del Acrópolis por una abertura de esta muralla. (ion- ducíale el ~r. 1 Iuuuaun que habia estudiado en Berlin con mucho ahinco las esculturas de los Museos, y examinado detenidaiuen te, durante una larga per- manencia en 1 L~rgamo,la masa (le aquella muralla, en la que encontró grandes trozos de altos—relieves. Pudo sacar algunos que regaló al Musco; desde entonces se formaron varioS proyectos para explorar el sitio, ofreciendo al Sr. 11 timaun su ayuda y tra— Lujo personal para la. obra.. El resultado ha sido una comhinaeioim que ha sacado fi luz los materiales de que nos ocupamos. Un escritor muy oscuro, llamado Ampelo, que cormipiló fi principios del siglo II una meuloria sobre fl/ ¡)~(i1)171(1 J/? 111/di, citu cii (~S~tobri tu, ó sea colee— cion de las maravillas del miuido, un gran altar de mfirunol en Pcigaino, de •~Opi~~sde altura, con es- culturas colosales representando una gigantomaquia. Ahora bien; los trozos de relieves que 1 Iuumann babia i’einitido fi este Museo, pet~teneci~tn,cuino niugun arqueólogo dudaba, fi la representacion de una bata- lla de gigantes. A juzgar por el tamaño, no podian ser restos (le un edificio ó templo, pei~oSí, peazos del friso de un enoruie altar 6 (le su parte inferior, como podiamos figurfirnoslo por la deserilleion que hace Pausanias del altar de Juipi ter en Ohm imp1 a, aña- diendo cmi la misma, que ~‘ p~ueeianiucho al altar de Iforgaino. Esta coincidencia ptitho va imidicarse al Sr. IIii~ mann como guia p~mniSEIS trabajos, cuando fi fines del verano del 78 se le dió el encargo de procurar el deSculninuento de nuevos restos de aquellos gmamides relieves, V SÍ posible fuera, el mmmi 1111 mento mi si no de que formaban parte. EL MUSEO C~NAIt1O.

El ldnes O de ~etiel1lhreile 1 8~p1i1leipi(~el ~. Jluintnn dasharal u’ aqitalla ulurall)I, da la ‘iial st’ ha] 1 iali Sa(’a(l() los j(1’i 1 1101’ (5 1 tOZOS d&’ los 1’(’lIa\ (‘5. ~-.;t! aguda 1)al pi(oLai)L l(~sligit’i(( 1)1 i(laa (11’ ([11(1 011 iiiateri al tau ~CSa.(lo 00101) ai~cte[las ilaiialias 111) VI- iii~t de muy h~os, ~ que S( ll’itIlleiltC 110 SC ha]1aiii-ja hiaiilargadoC’a latlJ~,desdeYahajo(‘00 idZOid la 1 amia101110 datSO VIO‘I’()[H(lis.(laSj)( ‘~‘‘l itiia 1)a(JUaIIiL ‘lavii~’ioii(Ial Sibil) al pI” IllisliO) (11’ 1)1 ob i’alla, por la parto supai’ioi’, l~Hla sai’ 11111V hieii al sitio CII (f00 ha] iia eslado 0011 o:tdo el alta i’. Va al se- gando (ha COi’Ca dt’ ailoelte(ai’ poil ian distingo ¡ isa (‘u ia iuiii’alla dos plau(’Itas (‘01111) (11’ dos naO lOS da litigo aun ial javas, ao loo olas aii al jaLai’i u’ da ap! ha, sohro el borde mus augosi 0, (011 los relieves 1 aia adentro. (ada (lid, Sagitii Se fbi ilasi lib 011(L) al auerpo de lii lbiUi’dila, So i~’esamiiahan((tras plailallas larecidas ~as prilliaras, ~ los tra]ia~adun’s,(filO p10- curaban pi’oliuidizar, (‘11(’oIILra ion ti ailantos fctertas y i’oinpaabos. IP Jal 1 ~ da Sal ieiahi’a ~iot’[a iioclie 1111(10 i’a(’lllji’se va (‘1 SigltiaIii(’ tel”dl’al)ld: rl la- ~dlutdos00)0 gi’audas i’eliavas la iiiai 1’ palta da fi— «guras (‘litaras, ti’aiii iii lazoS sttt’i[os al altai 11115- «1110)). ~adit’ ~5i)a1’~1~~ tu (‘\ito tau fiivoralda. (pta’ los comentos desaiiinat’kn aran los lot uliiai’, ha rasult;i- do ser positivo; halIa~aahora arpiiasto lii -aísla al fuudauienro da la Id (rl, la idiai (1) d lilailaS (11’ IiI1’~) ion’ [7de ancho, loritiadu da uuii’allas ([(0’ se (‘i’IlZali (‘11 angulo reato Y (‘Oil los intarva los rallanos la tiai’- va y escombros, sin (Jiladar aasi mali del i’ava~- ¡mriieuto (le lil(’il’IIIOI, 1)OCS qw’ insta las i’oaas y (‘1 granito del asico tu han sido al toados a~~iti\‘ idI 10 It’ los habitantes de la. loaididali 011 (“poOas postactoas; ~(11’0siempre es iti 11V 11ill(orLaJl te (‘0111(1 10’l(’] 01 ilal sitio (‘11 (ole estuvo el altai’. Si el pi’iii cipio de la 0ifl~i’0Sa1 o 1 ini proi It 0 (‘51’ feliz i’esii!ía,do, 110 lo lii)” IIIOIIOS al del tm’ahajo lua 1)01’ espacio (le UlI año se (‘)e(’(ttO, as(’ai’l 0(11(10 (‘1 SIlO- lo y deshaciendo la o iin’aIla. ( tanda li a” la alaglia del Si’. 1 IUII-laflhi (‘(atildo (losan] (111) (‘11 Muivo da 1 8~fI las planchas (i011 el grupo de la 1 I/~’,ue,y (‘11 1 la 308 EL MUSEO C4NARIO. Julio, el imponente grupo del Zeus lanzando sus ra- yos contra tres gigan tes. Ilalláronse estas planchas en la parte oriental del cimiento li~iciael Norte, puestas de canto mia al lado de la otra, probable— mente en la misma posicion en íjiie fueron colocadas despues de arrancadas de sti sitio, quizas para alguna obra iiisiguificau te; porque no solaii iente incrusta- dos en aquel muro de fortificacion, Sino eSparcidoS poi todo el recinto de ese gran fundamento, al Nor- te, Este y Sur, menos al Oeste, se encontraron tro- ZOS de los altos—relieves y otros esco~nbrosy restos pertenecientes en pai~te tal vez al altar, pero en su mliayoría, Iraginen tos de arquitectura, de figuras y de inscripcioneS de otros monumentos. Grande era el gozo de los hombres científicos ocupados en la loca- lidad, por el hallazgo de los gloriosos restos que sa- caban del olvido; pero grande era tambien el dolor que les causaba la terrible destruccion (le tanta be- lleza. De la palle superior del altar súlo se hallaron dos piedras formando escalones al Este en el sitio y co— locacion que tuvieron prinhi. tivainen te; todo lo de— mn[is estaba derribado, arrastrado, destruido, mutila- do, arramado para fúbi’icas, principalmente para la coimsLrucciori (le la gran muralla; pero tainbieii, co- iiio el grupo de Ze~isy de Athene, para usos mez- quinos de la po1 re y desmoralizada genl e que hiabitó cii la localidad hasta los últimos tiempos (Te la Era (izan tina. COflll) de Ui. iflmellSO palimpresto mon u— mental, hay que ii sacando de las trasformaciones posteriores los caracteres del original, (fue es lo (lflC tiene valor para nosotros; y tambien se encuentran restos, in~tsantiguos to(lavia, de edilicios que Ocupa- ban el sitio anles de la creacion del altar. Serd el mayor múri t del arquitecto Sr. I3olm, si se pudiere reconstruir el enadro completo de aquella construc— (ion iuonumeutal, dii ica por su magu ífica ornainen— acion, (OH seguridad casi perI~’ctacii todos los deta- lles del cuerpo superior, pro] cibleinen te inexacto aún en el plano. No juu~ioadelantarme ~i publicar el plan de re— EL MUSEO CXNXIIIO, 309 constrticcion del ~4r. fl()l111; ~C~() no puedo menos que (lar en breves paLi liras ma idea (le la forma ori- ginal del coi 1J un Lii. Sobre un asieii Lo 1 iaj o, (‘Sca u ~i adi en ciii toriio, se levantaba la parte i níerLir dci inou timen Lo for— mando liii ewi (110 de 01) i)i(”s (3‘É InC ftUS) de Li(lo. En la parEe superior, donde se 1ia lid a sin di ola el al- tar en (Jite se liacian los sacti Eiiiiis, 1 le\ iii~l ti II;I lera íjue entraba por un hilo (1 ividn’i Ii lolo cii doS l)ttIt~iguales. LOS cuatu i lados liasi a la al tira de ~ metros 50 ceiituillett’üs esta]uni reves! idos al ez tenor cori la inagiiiiica Coliil)OSiciOll i’ti alio-relieve, repte- sentando el eran conihaie (te los di scs y 1 gie;’ li- tes. De estos altos—relieves it a n 11 ecl Te a liii i’si no po- dei 9d trozos gr~iii~les~ ini siii i~ñiiieno(le flagnieli- tos que se procura i’oord~iiarY (‘alocar en sus SitioS respectivos. Aun no ha sido ~( isibit’ ioitiiai 1111 ti ido conipleLo; pero se lien viiii lii ya algo nos IIlauel tas ile las que deben ir conscciiiivauieiiie, (‘11 Liii c:iso liosia seis, presentando algunas partes (om1iplei~is. Encina de los relieves ItaLia ~tiia(0111isa colosal volada, en cuyo hueco es iaban en tallados los noni— lires (le los dioses (J (ti’ liga iraii cii el ciii nl iate. Soii los pljn(’ipa les el de 1/li (‘ii«, llevaífcs, /~o~sej(foI/

~-1ni ph ¿t)’ite lJ T)’itOO , I})/l 10(1/te ¿J 1)iO,,e, ~li’~’~ J~]11~J0,Thieiuis !/ L(’t0; el de la nialltl’ ile los gigan- tes, Ge, (ILI~(‘Stil liguiado en los relieves, con 1~t(01— litici pia al lado, ci iiiuo su ilE iii iii ti), Si Ii ‘cdi idi’ la t ¡elia coii SUS largos rizos do calu’llo y las u tani s levtnii a— das al c (‘lo en señal de dolor y (le qne~a.Al lado, donde arrastra A lLene por el cabello [i LiTiO de los terribles gigantes de cima tro alas que lleva eiiroscaila la culebra de la diosa, (‘stuí inscrito su nonilire en la planclut. HalEronse desde (‘1 principio i ni iii tos iii ini- bres de dioses y ninguno de los gigantes; pero des— i1ffl~se encontrd prime’raiiiemit’ cii un peqiieñii Irag- men to el nombre del gigante (J/ 1 Ii onopli ~jfos, y luego cii otros pedazos otros 11011 dues que 110 se 1 u— da sean de los gigantes de los relieves, como Ifi’~1si- ehlhon, Pallenes etc,, de los cuales hasta ahora no se han encontrado sitio palle de las letras. El Sr. 31 () 1~L i\11~SEOGXNAIUO. 1 loltii (0d( ita u S iriLiIIIleIl tos ~~uellevaii los 1 ioinbres de los gigante 011 la porte inferior del relieve. En itn lugar adonde 110 puede s~guirsela cornisa con los nombres, u causa de la escalera que corta el relieve, Si’ entiteii tui inscrito eii este lfliSfl io el iioinhre del eigante, al lado de la fii~uraque lo representa. Xii (file (le ~U5c~~1)0~0l1C5lual)hainos, diremos taui— 1)1011 que en la coriliSa iifbrior, in~s abajo de los noiiihres de los gigantes, ~eel1cuentnaul asíinismo reS- O (5 u t’ los ni milures de los artistas autores; pero itas— ta aIim ira no se ha podido 000i(Tina r ninguno de (~5f05~ EH el alto de Júpiter de Olimpia, del ujite dice

1 ~ai isimuas (‘iii ~O~ecido al (le Pórgamo, lodo el cdi - 1 iioo se red teja a la pianta hoja, a la cual se llegal)a por escaleras, Y oil cuya plal afornia SO levou aLa el ~erdadero al a t (1(10 servia para los saci’ificios. La huSillO seiici lb e~trnetma i~°’~La en sus formas el L~IO11 altar de 11 it~i’o 11 cii 5110(01150, OlivoS restos se Italiau ni cero i de Serna di rllalco E ~erode l( 15 Ira g~ itieii tos Y 1 o izos (‘1100111 rados eu 1 ~órgan io resulta qn e 110 sólo lialjua ese cran (‘11101nado adorno ib de ala u— des relieves, sino lallll)leu i’iiciiiia de aquel, u ma- 1iiena11111110sde deini iírdeiiuit i co enj diii1(0(111000,(o. Se han1 lHii(‘110011(1(1ileraillo oleraendetancola- nl iuiidauici a rest s de este peristilo, qn e en el Museo 51’ (SS i’l arreglo 11(1(1 liii trozo (‘01) ipleto íji te contieiie 1 res coluiinias. El [eolio (101 peristilo era plumo, y 1 leval mii, coin reu in oc i 6 el Sr. liohim 1 por los vesti- gios de sus asieil tos, pequefuas figuras prouluciendo (‘1 efecto de acroteras. Ilaluia tanuluen sobre la pla— laforuua, auiujiue no liii podido averigulaise en giom si- 1 io, iuii gran número (le estatutos c ulosoles, la mita or parto de peis~uiiutjesdel sexo fenien no, de las (110— les se han Italluolo 1 i’ov~us oil 1 astotute eau mIad. Ade- muís, debió i’Xisti SO] re la pial atornia imor la parte iii tenor dam lila frente al verdadero alLar de los soen- lien (5 colocado en ella, otra sdnie (te i’elieves (le 1 nicho 5ii (‘elltiulletiu)s pnoximauueute. de altura, de los que teiueiuii (5 1111115 30 pluiclias y 1 tozos cnauides, Va el Sr. Lolltug, que se hallaba presente cuando se m’xliuuuaron lis pnihuienas (le estas plauiclias, reconoció EL ~\I[~SEO (xN\I~I0. que aii~~iiiasde las esceiias represeii ladas (‘11 (‘5105 re— lieves no perteneeian 111 COlI iliate de lOS dioses V 11)5 gigantes, sirio al unto de TeIelh, fahuloso pio~’eui- tor de h)s 1Je1’iZ~1meses; (011 (‘1 lielImpo seu’t pi sil ile aclarar SIL significado. (1 0) pelteIleILcIl tos ¿í 1111 esto lo distiii tu íle poesia , fii’iieii ~ p2q110f105 relieves Uli I’)~(te1’1 tiús i(lilo’o Y l)resell tau coito O( (IIti~ISÉe COfl las fi (NulaS iiraluiiosa 5 (le los giiainl i’S. En i’l luis— 1110 iflOil uiiwii to Sí’ eclma (le vei la va 111’)! a(l (le! I~I(‘11- tu de los artistas creadoies. Lii (lialitO al verdadera altai (II’ 11>5 Salli 1 u iOS, (Jile (lehid OCtI par el cetitio (101 1110] llIllielito solire la ~ tafhriiia, solo saheiiios ~or la l)reve ulleulcioli ([Ile hace Pausa nias, (11(0 (‘5H10] lh1’I1l~il1o (lo las cenizas de los aiiiiii~les sOcli íic?O1OS. 1 11 iii lar io ir (‘StO (‘5! lo y bastante Lien (‘OilseIVa’lo, si’ ha (I(’S(Hlilei’!0 oil i- inamente (‘11 ()linipia. Entre la iiiii.ltilttd le I’ragiiieiitos tiozos (1151W- tos, ijiií’ si liten si’ i’iiioimlraroii iii el 11115101) sitio, hay qn’ (‘valillilar todavia i11i111llioSaii (‘11 te pal-a ave- riglial Si 1o’rlí’hlecell 11(1 al uiisnio Iii) (111(1] meiuto, se Inillami ili)l)iefl lies i)!anclias (‘11 lis que se nonilira (‘11 ~r~uides letras un rey, hijo del rey Xla lo, !uiim~ dador ile ini ü)lal/1í’)fl(( (Sacil licio~ Zeus y .1

Ki fuera cierto i~uieeslIL iiuscriiiiíoiu se 1i~ulluilriemi el 11(11(10 (lel altai de cenizas, di’ lo cual no hay has- ta ~dmuraiIl(ll(10 lii ~(I1L(’hfl~llg1I11~i, Si’ podria ilcdwir, (‘1)11 r’teiencia al (-ollteniil(i y i nntei de las letras de aíjtielLt, lo ([Iii’ p01 varios titotivos l~~í’ tIlOS INI ile: mine iji ní’ii hizo ioiisl ru ir (‘1 111()11l1l11O11 lo liii’ el rey Et’iinenes III 11)7- 1 ~P)a. (‘a; el t tiisiiio iey [111’ Ya p°~ (‘1 coito relato i1i~la historia di’ los reves ile Ih’rgaiuio que nos hace EsI ial o 01, ijial’ece ci iuuio el Sa— 10111011 de ~‘safamilia diiuiíslicii, ‘sto es, cono> i’l ccv que despues de lial ier aun 110 dii ~11 ii idos lailies y (‘OllIhiateS, el poder de su reino, enmlo’llecid coiu uilag— iii íleos (‘diíiciOs y monumentos el asiento de so iiii• peno»

1). BEmuai Y Esl’1NOSX. 3[2 EL MUELO CANARIO.

¡i)ESESPERANDO!

.k MI QUERIDO AMJ&O DON JUAN DE LA PUERTA CANSEGO. Como obsequio al afecto cjue nos uno Y á mis constantes ruegos obligado, De una dulce esperanza que no aliento Mc dirigiste tu sentido canto. Sin duda tú no sabes, caro amigo, Que mi pecho de penas lacerado Ya no encuentra consuelo en este mundo, Y decirme que espere es un sarcasmo. Que espere yo que con la vida lucho, Cuando no espero ya ni desengaños; Cuando en ci mar del mundo ni un madero Adonde asirme en mis angustias hallo; Cuando al recuerçlo de más dulce vida Ayes de angustia en mi pesar exhalo; Cuando perdidas todas mis delicias Del amargo dolor soy tributario; Cuando no siento de una madre tierna La cariñosa voz, y el beso santo COn que secaba en mis ardientes ojos El húmedo rocío de mi llanto; Cuando tan sólo (le un amor querido Cenizas frias dentro el alma guardo Si las delicias de mi vida han muerto, ¿No quieres que yo estó desesperado? Así lo comprendieron los cajistas, Que al componer tus versos, dedicados Al amigo que traza estos renglones, De propria auctoritate eliminaron Mi nombre que pusiste á la cabeza, Y salieron á luz descabezados. EL MUSEO CANARIO. 313 i\Ias de cuakjuier manera, amigo mio, Conste que los acepto de buen grado; Conste que desespero en este mundo, Y conste que de otro inundo yo no hablo; Porque siendo cual soy un tanto viejo Temo mucho ~i,la muerte; te soy franco. Y temo que los siglos me consuJuan, Y que al sacar mi cróneo ya pelado, hallen acaso en ~llos antropólogos Al prehistórico ser prediluviano, Y mis huesos entonces empaqueten En los salones del Museo Canario. Si volviera mi espíritu á la tierra Y oyera en los con resos ó los sabios Discutir si mis huesos son de Antonio. O (le I’edro, ó de Juan, ó de Leonardo; Les dijera con VOZ dci otro mundo: «Esos huesos que veis son de Amaranto». Ya ves lo que me aguarda; di si tengo flazon para estar desesperado. A~Iut.~N’roMARTINEZ nE Escoiaui. 1881. 3!’~ EL MUSEO cANÁl-tIO.

CR.ÓIsTICA. CI:BITT±:FICA.

El Soyx ij sus cualiciade.s.—Enfennedad del naranjo ~ ~e1neCl1O.—Ti?tteS ni~ineralesque pueden sus- tituir á. la coc/iin ¿Pa i~sus malos ‘redtacios. Las dos variedades de legumbres oleajinosas lleva- das por Mr. de Montigny de la China á Francia son completamente diferentes. La primera tiene los gra— nos pequeños y verdes, los de la segunda 5011 lTlayores y amarillos.—Esta planta prospera en todos los tinTe— flOS Y se produce con buen éxito en los medianos are- nosos Y calizos y crece perfeclamente en los valles, dando excelentes cosechas en las montañas. Las 2ran- des hojas de que estím adornada ~ ~la~~i constituyen un buen forraje, y segmuaniente estfi destinada fL pres- tar importantes servicios ñ la agricultura por sus se- millas como industrial y alimenticia. Esta planta llamada Sopa se cultiva en grande escala en los campos del norte de la China: en las l)rovinciaS de Onam, Canton y Channsí, se hallan vastas extensiones cubiertas de estas lerumbres. El china (le esas legiones es muy parecido al (le las pro- vincias llamadas frias. En China es objeto de un considerable comercio que tiene por base los productos que se obtienen de esa semilla. Su aceite es muy usado y es pret~ridoó. los aceites (le colza y nabet, solamente tiene un sabor á legumbre seca, pero no es desagradable, al contrario de los otros que tienen un sabor acre. Añadiéndole grasa (le puerco, se asemeja á los aceites (jUC vende el comercio como cte olivo de ~2. El residuo (le su fabricacion se utiliza para en- gordar el ganado y como abono; el estiércol, es muy útil pal~alas campiñas. Esta semilla oleajinosa constituye en China un gran alimento para el pobre y un apreciado condimento para el rico. EL MVSE) cÁNAIIIO. 31 Se prepara con ella una pa~aKemejante (t la del (JUCSO blanco llamado alajn cii Francia, y se condi— menta haciéndola [ceje en el aceite (le! husmo grano. El condimento para el rico se prepara con m~tscuida- do y mayor esmero culinario: la pasta se soitiete á la ferinen tacion (lesilues ([e añadirle pimienta negra, sal y polvos de ho) a de laurel y de tomillo, con otras pl~iiiLisaromn~ttícas: dur~uile la fernien tacion se haña cori aceite del fusilo grano Y (‘11 I)O~{)S (Ibis (st~ la pasta en sazon. Este queso es un 1) )(leroso oligesi iVO. Dice Mr. de Fremnv: El aceite que prodi ice este grano tiene una gran senie)amiza i’i nuestro aceite co— mestihie: de olor y s u )OC 1 ns ante ai~radalle se lii iii— za para la combusi i()11 : el oxígeno ole la al nióslera lo pesa con bastante iaipidez, y piie(le coiisideiarse en- tic lo.s aceites secantes y siislitmmir al de linaza en lo- das sois aplicaciones. Est a seiiii ha parece contiene 18 P~ (le aceite». 1 )ice Mr. 1 ~achaiiine pn)lesor de ai~riru1[ura: ul)e— seando piosemnlir liii 5 experiillenh)s sol uy esta nueva planta prar tiqué la siem1 ra ~ raya, y la gerimi nacion se dcclud id los ci iico (has, al mes se trasplani aromu varios piés sin hal er sulri( lo mm a la la pl o nta, y el creci- miento se (‘l~ctu(con ha~taiiteprotiiíitiid. A los dos me- ses y medio la planta lenia 0,11) niel tos y conmenzaha ~ florecer; por lin, ít los cuatro y medio meses henia la planta 0,90 de alio y e~tahaen fruto». En resúnien este ve~etales una adquisision de su- ma importancia (fue ha hecho la a~mririiliiiiaEuropea, aplicable ii nuestras Z( tmias altas. ( orno semilla oleaj i— nosa es (le gran u 1 iliolad y remnlintiento, romo suistrun— cia alimuent icia para las clases poco arOnmdii(las de una importancia extraordinaria, y como leguinl ~re es de gran eslimacion: cocida solamente rom u agua y sal tiene un agradable gusio ~ .1 udía , aumenta en un do— hle su volt’inien y es muy tierna y de fdcil digestion. Así pues en atencion d las 1 ellas cualidades ~jiie llevo enunciadas, es esta p1~intadigna (le ocupar toda iities- tra atencion.

1)esde algunos años ac~tse viene observando que los naranjos y limoneros son víctimas de una especie de insecto microscópico que concluye por (lestrmur— los: sin embargo se ha notado que cuando se plan- 316 EL MUSEO CANARIO. tan Eucaliptus en medio de los naranjos éstos que- dan preservados del mal: rociando los naranjos y limoneros jóvenes cada quince ó veinte dias con agua, en la cual se haya puesto en infusion un puñado de hojas de Eucaliptus, se preservan igualmente del mal manteniéndolos en buen estado.

*

Termino esta revista con una noticia que debe llenar de júbilo á los agricultores en general y á los habitantes de las Canarias en particular. Los periódicos científicos que antes se extendian en inmensas ala- banzas del tinte que sustituye ~ála cochinilla, hoy lo tratan con menos calor y aún reconocen que los colo- res que de él se derivan, si bien resisten todos los experimentos á que se sujetan, recien aplicado el co- lor, no resisten lo mismo á los agentes atmosféricos; y los tintoreros no se atreven á emplearlo en sedas y la- nas finas en vista del resultado observado. Procuraremos tener al corriente de cuanto se sepa sobre este importante particular, pues es de una ex- traordinaria importancia, y cuando las revistas cientí- ficas se ocupen cte casos prácticos que vengan en jus— tificacion de los antedichos enunciados procuraremos hacerlos públicos.

Da. GRXU BASSAS. EL MUSEO CANARIO. 17

P~E~VISTA.Q1J I~aT&L~.

IL LEONE DI CAPRERA. —No llueve—Enfermedad tIna—La inteligencia se mueve—Una censuro—Noticia de Pehin.— Otra noticia sobre el origen de ciertas cosas—Otra foltela sobre agua. El suceso más culminante de la quincena y de que se han ocu- pado con detalles todos los periódicos de la localidad, es sin duda alguna el arribo á nuestro puerto, el 9 del actual, del pailebot ita- liano it Leone di Caprera que salió de Montevideo el dia 3 de Octubre de 1880, tripulado solamente por tres hombres. Verdad es que, dadas las proporciones de la tal embarcacion, imposible es que pueda contener mayor número de tripularios. Es más bien un esquife que tuvimos el gusto de ver atracado á nuestro muelle, pudiendo admirar las particularidades de su es- pecial construecion. Los tripulantes son el capitan D. Vicente Fonclacaro, 1). Or- lando Grassoni y D. Pictro Troccoli. Los diai’ios de Montevideo habian anunciado la salida con bastante anticipacion, juzgando que ci objeto de los expediciona- rios era sólo el deseo de juear la vida exponiándola en la inmen— sidacl del Ocáano, energia de ánimo, exaltacion del amor propio y fanatismo por un hombre político. No comprendo, en verdad, que móviles semejantes hayan im- pulsado únicamente á los atrevidos navegantes á sufrir las pena- lidades de tan azaroso viaje, en una cáscara de nuez que mide solo ~7 piós de eslora, 7 y medio de manga y 3 de puntal, con po- co más de 3 toneladas de registro. Puede asegurarse que es raro, altamente raro, hallar tres hom- bres que voluntariamente se impongan una condena de 95 dias de la más molesta prision, á más (le la que á estas horas estarán sufriendo á traves del Atlántico y del Mediterráneo antes de lle- gar al tórmino de su viaje. El capitan Fondacaro y sus compañeros han siclo objeto, du— ~f8 EL MUSEO CANARIO. rante los dias que han permanecido en esta poblacion de las mayo- res atenciones y obsequios. Visitaron algunos (le nuestros edificios y establecimientos pú- blicos, entre ellos nuestro Mtcseo anlropológico ?J (le historia ~nntiual, donde dejaron un autógrafo concebido en los siguientes términos: «Los infrascritos (ripuian~esdel bajel miniatura de tres tone~ «ladas llamado El Leon de Caprera, que salió de Montevideo pa— «ea Roma, arribó ít la isla tic Gran—Ca:iaria el 9 de Enero (le 1881. «Visitando el Museo de esta inolvidable ciudad, dejamos este au— « tógrafo en señal de amistad y estimacion y en memoria de la «sincera y franca hospitalidad recibida tic los ilustres hijos de esta «isla.—Vincentu) I~’ondacaio.—OrlandoGras.soni.—Pietio Troc- « rol ir. Segun tengo entendido y en señal tic recuerdo y de gratitud han donado la baudera italiana que tremolaba en el palo mayor de su buque al Gabinete literario, y una de sus anclas al Museo Ganarlo. A las cinco de la tarde del din 13, entre los víctores y apláusos de la multitud que llenaba la esplanada (le nuestro muelle, á que contestaron los tripulantes desde rl. bordo con (lemostraciones y saludos de afecto y agradecimiento, zarpó la ligera enibarcacion con destino á Barcelona, de donde se dirigirá á Caprera, y de allí á Roma, siendo Nápoles el término de esta célebre expedicion.

Sin embargo, pasa el tiempo y las lluvias no vienen á regar nuestros agostados campos. Ni llueve agua ni llueve dinero. En los dias de este año no ha entrado en caja ni un céntimo, (se entiende en la mio, caja) y si las cosas siguen así, será preciso cobrar la suscricion con apre— UhiOS. Sólo al Gobierno se lo habia ocurrido esto hasta hoy, pero co- mo ad exemplum reqis tota cornpor’ritur orbis, y á mi cara ini— tad le ha entrado hace tiempo la rnania de enviar todos los dias rl. la Plaza de mercado, y allí no fian, y es cuestion (le estóniago, como si dijéramos cuestion apremian te, no hay más remedio que apremiar como si se tratara del impuesto de la sal. Ahora es cuando empiezo yo á sentir de veras no figurar en el Presupuesto del Estado, POrtGm para los presupuestívoros siem-

pre llueve, *

Añadan Vds. rl. esto la enfermedad que ha atacado á las reses vacunas en algunos (le los pueblos del sur de esta isla, y que las EL MUSEO GANARlO. 319 maa en pocas horas, y ya tendremos entretenimiento para un rato. Parece que se han tomddo medidas para evitar la prOpagaciori del mal; pero no sc~si la cosa sigue, y si personas facultativas han reconocido é informado va sobre la tal enfermedad, propo- niendo las mcd idas iiecesiirias para c~ilar sri funestos electos. Yo cr o que todo se reincdiaiá qiiei’iendo Dios: que no hemos de estar siempre llorando lástinias.

44 Entretanto si~ueentre nosotros el movimiento (le la intelicren— cia. En el Ateneo continúa la (liscuSiOn sobro el derecho del su— fragio electoral con bastante allimacion por ~ (le los con ten— dientos. En uno tic los dias de la próxima semana celebrará el Museo Canario su tercer velada científico—literaria en que tomarán parto los Srel. 1). Anclr6s Navarro y Toireiis, 1). Francisco Acosta y Sar- miento, 1). Gre~orioChil y Naranjo, D. A~us1iim Millares y 1). Amaranto Martinez de Escobar. S~leerán tambien alc~unascom- posiciones poótieas y la velada será entretenida y amena. El 16 (le este iiusmno me~ha inaugurado de nuevo sus trabajos la Acadeniia mi~dicocjuirúrgica de Santa Cruz de Tenerife, y en el Gabinete instructivo de la misma ciudad se principiará á dis- cutir la cuestion de Puertos ]‘rancos. Siempre cjue iflC 0(111)0 (le estas noticias, siento veidadeia com- placencia porqu demuestran que la intel icencia entic nosotros no duerme y ha en tracio cii un período de actividad que indica que las Canarias son dignas de figurar hoy por su ilmistracion en- tre las poblaciones más importantes del globo.

Me (lisgusta á veces tener cine escribir mi Revista á vuela— pluma, como me sucede hoy, ~ me expongo á sufrir la críti- ca de algunos de mis lectores, que las ealiliean de escasas de inte- n~s;1)010 como no siempre csti uno ~n I’O~ fi CI) (~1laC1er,flO es extraño que mis Revistas salgan iumas torculos y otras coiohad~is, no debiendo olvidar mis lectores la máxima aquella que dice que los que pretenden que sus escritos tengan siempre mucha sal, les sucede lo que á ciertos manjares, que cuando tienen mucho dulce empalaíran. ‘I’cnga.n, pues, paciencia, cjue no está uno siempre pura fiestas. y mucho menos en la presente época en que tau mal andan las cosas, y ya tendrán tiempo (le cndulzarse la boca con el cultivo de la caña de azócar.

4* ~2O EL MtJSEO CANARIO. Acabo do leer en un Diario extranjero la noticia de haberse for- mado en Pekin una sociedad de Seguros contra lances de honra en provecho de la empresa. ((La compañía, mediante una módica retribucion, asegura con- tra las consecuencias que puedan resultar en daño de sus asocia- dos á causa de esos que so llaman lances de honor á fines del siglo de la cultura, de la civilizacion y de las luces. «La sociedad cuenta con di1~rentesconciliadores especiales, que han dado ya repetidas pruebas de saber arreglar, satisfacto- riamente para todos, esta clase de desagradables asuntos. «Si el duelo tiene por origen una bofetada, por ejemplo, un agente de la empresa se obliga á recibir otra del ofendido por cuenta del ofensor, el cual puede decir muy satisfecho a/ii me las den todas; así queda terminada la cuestion, pues el ofendido consigue descargar en alguien su furia sin peligro. «Teniendo lugar~el arreglo, la empresa se hace cargo de cos- tear el almuerzo; si el duelo es inevitable, uno de los agentes se bate por poderes. «La compañía se reserva el derecho de elegir sitio, dia y. hora así como de cargar las pistolas y elegir los sables ó floretes». Parece que esta Sociedad trata de establecer sucursales en to- dos los pueblos del mundo.

Hoy que se procura averiguar el origen de todas las cosas, me ha hecho gracia lo que dice un periódico referente al origen de los eidrios de aumento, cuya invencion se atribuye á un avaro que quena hacerse la ilusion de que las medias onzas eran onzas enteras. El n~bano, dice, es indudable que estuvo plantado en el panal- so terrenal; siendo prueba de ello, que cuando Adan se dejó sedu- cir por su compañera, cometió una torpeza tomando el rábano por las hojas. Respecto mi. la manzana añade, no hay nada que decir, puesto que nadie puede poner en duda que fué contemporánea mi. la crea- cion. Y es indudable, porque si no fuera por ella ~quó felices se- riamos!!! * Acabo de recibir carta de alg»u~masde las islas vecinas; en que me participan que por la Gomera, hierro, Palma y Tenerife han caido algunas lluvias, habiondo sido torrenciales y causado algu- nos destrozos en la primera. Por el contrario, en Fuerteventura y Lanzarote, la sequía es csp3ntosa, y en esta de Gran-Canaria ape- nas han caiclo algunos rocios que el tiempo sur ha secado en se- guida. Y basta de noticias, y hasta de Revista por hoy, y hasta otro dia. M~tumiiciQ. AÑO 1. LAs Pxr~iÁs, F~EImi~iw7 DE 1881. Núi~r.~23. a ~US~OCilA~!OI

ESTI’I)IOS Dl~En11\O(iH\~FÍ\~~ Ç\Çj( 1

((oiicl USiOn). lv.

¡~Iantas ¿~n(lusti~u,ies ij t/n loi’eüs.

Los utensilios y las armas de inadcra, lo ii ismo que los objetos en fibras ~e~etales, reunidos en Aii— coii, Soil iiotables por su variedad y por el arte ijiie li~ipr~cetiidoi~lSU faliricaeioii. 1 ~OS tihj~ulores gian con cuidado el ~ir}iolo la planta adeeuatb )S al g~— nero de trabajo que quedan (‘jedlitar. Para las j airas esculpidas, las cuche uas culi i ilan— ges adornados de (libI lj o~cii relieve y lOS ídol s, era necesaria una madera blanda y resisLente; y utilizaban la Paeonia paiHduf(1 f( (u e. qn reune esbis ci ni- diciones y era preferida eTas Lis tras. 1 Li re los bastones de uso jndeter~niiiade y telares, la Poi’fu’i’a h~jp’oinetr~ca,fl. ~ Pa ~• u~ia’ofrece una madera lige- ra, mientras ijue la C~oJo 1ju ()hoiWiU, U. Y P(( e. Gui1~etma s])ecioeet, 1/uit. y Viii (u/u inca .oa, U. y Par. que tienen las fibras u eras y uinitias, serviali para

fabricar puntas tic lanzas , i’ouupe — cabezas , mazas terminadas ~o~’una bola en lerma de estrella en bron- ce, etc. etc. La Pavonia paniculata servia tainhien para los discos de madera que se encuentran suspendidos cii las orejas de las momias y los nuitierosos eolios en- contrados y que quizi’i tuvieran el un isiuo uso. Ciertas copas y j irras destinadas ~i ciiiiteiier la Tocei’a, eran hechas con los frutos leñosos ile Lay’— nuria ~‘aljaris, Liii. TOMo ii.—’,iI. 3-22 EL MUSEO cANARIO. Ademas (le las plaiitas textiles, las cOiTehuIelaS, que provienen de los peciolos de Ludoria pa/mata, (e~s.,les servian para trenzar las Petacas, especie de cestos rectangulares, verdaderos neceseres de trabajo donde se hallan acumuladas las formas tan variadas de husos, cuyos mangos son de Jlactpis C,f?at((, M(( ~1. Y SUS discos algo iias veces SOil extraidos del albo— inen ebúrneo de los frutos de P/~jtefep/msmaci~o— ca)7)a, fi. y Par. Las alpargatas eran hechas de fibras leñosas de Fauvcnçja f~íatu/a,JJ~7e. mientras m~uelas de rlfJü ~C Ámej~icana,Li/b. y los tallos flexibles de iIic~o/icia ‘11W/UIata, SC/H~.entraban en la colnposicion de cuer- das de varios gruesos, cestos y esteras que eiivolviau alirunas momias pobres. Si los artistas de ~\ueoi-i ti-abajaban con t~dentola madera (le Gu ,/,etma í~pew~sapara construir los dientes LiC ciegan íes peines, no olvidaban los mate- riales mus conocidos; tan es así que de pequeñas ra- mas de Pm e(la inca~oa inantenidas por una trenza doble de cuerda de alg olon, 6 de pelo de 1 ama, cada una armadas de Liii c~)~osO,componian peines gigan- tescos y aderezos groseros (lestulados sin duda ít los menos favorecidos pol la br Luna. Los frutos de (~oss~jpiuinPehtela)) am, 1?. y Pa e., y probablemente varias otras especies del mis- mo gunero, lo vii ipleal ~aii cuino algodon, que simple- mente hilaban y envolvian en ovillos o lo taj jan, 6 en estado natural, y bajo la fbrina de voluminosos conos, lo aplicaban al pecho de las momias. El aJgodon (Tel fruto del /Jomha,x ceiba, Lin. te— fha por pi incipal objeto envolver con ~‘llas hJ~l~1eñas estuttLias de barro cocido que imitaban. las lamas y de este modo figurar la lana, las conchas de .spondy/as y las muñecas en tela; servia tainbien pai~~adornar la extremidad libre de ciertas hondas, Segun nos lo demuestran algunas semillas que se han encontrado entremezcladas con el algodon. Las telas de algodon y de Tana, hemos dicho que estftu teñidas de colores, cuya tinte llama la atencion si se toma en cuenta el largo tiempo de su enterra— FL MrSF~o (~ANAHIO. miento; las l)l~1nfasbastab~ui irira dar LOdOS los tu- nos de colores empleados en las telas (1). El ibsen— brimiento de los frutos de Iiiqiw~iachica, JI. II. y de Cou 1te~ia1 ¡ncto,~’ia,II. 1]. !J KanIh., de ralees y hojas de Rubia nith/a, JI. /3. ¿j Jtanth. de corteza de R/wpa la feiriuj in ea, apoya la Opiili( iii nieliciolia- da por el Dr. ~affrav.

Las hojas de Sc// i11eí~ialineala, Kiu~t/~. de I)i— cl)ptel’a Hooke~eiana,.JIes,q. y /~(‘)~il¿iana, fuss., de Lafoensia acain¡nata, Dcc. suiniiiistraban los co- lores amarillo y azul, cuya mezcla dahn. el verde; los frutos de Ii/qnon ¡a c/i ¡ca, 11. y 11. daban el r~jo de ocre; las raices y hojas de Había n ¡tic/a, II. II. y Kanl/~el rojo vivo; los frutos (le (‘oulle.eia lincloi~ia, II. /3. q Kant. y la corteza de /?/wj.iala fci~ujinea Kunt/i. el negro. Las nnsinas plantas son hoy diii. ei upi cadas io r los habitan Les del Penit (2).

y. Despues de haber hecho lo posible para demostrar la adaptacion de cada especie ~t las diversas necesi— ibades de un pno] )lo que 1 ia d esai ~recido, lo )s resta ~ concluir, exaunuar el valor (le una opi 111011 (‘liii- tida sol re una de las especies que tbruian parte de nuestra llora. Hemos explica lo en la primera nota de llUestri) primer artículo, que las sepulturas de Aucon debiaii en general datar (le la pci tiiera tui tal W ‘1 siglo XVI, y que por consiguiente, eran en parte posteriores ~i la conquista espafiola (3). No tenemos necesidad de reproducir aq mi las pruehas que han servido al Dr. Ilaniv y it \l. de Mor— tillet para establecer este hecho; solainen te nos pa— lece útil dar su justo valor it una de las 1ritehas su- ministradas pom este nltimo, que creei nos errol iea, y como el error procedente de mi sal ib autorizado

(1) Dr. Saftray, loe. cii. (~) Dr. SafÉray, 1o. cii. (3~ Dr. Ilamy, loe. et 1. 32 t EL MUSEO CANARIO. se propaga y se perpetúa, debemos señalarlo. Mr. de Mortillet en 1876 primero (1) y luego en 1877 (2), queriendo demostrar que: «el vasto ceinen— «teno de Ancon, que sirvió ú los indígenas del Perú, «mucho antes del descubrimiento de América, ha «durado alguni tiempo despues del contacto de los «Peruanos COlI los Españoles)), apoya su tésis en he— regias bohinicas como las siguientes:

~ .~ ((Las tumbas de Ancon no solamente contie— «nen jarras, telas.., sino tambien semillas, frutos en- «tre los que se encuentran judías, legumbre que 1~er- «tenece esencialniente al antiguo continente (3).

~.“ «Las sepulturas d’Ancon, en medio de su mo- «biliario funerario , contienen con frecuencia sus— «tancias alimenticias. Se encuen tran allí Lodos los «frutos y legumbres en uso. (101110 es natural, estos «frutos y legumbres son productos casi exclusivos «de la América; no obstante en medio de estos pro— «ductos, ~e encuentra algunas veces la grande ,judia «inai’inórea que jiosotros designamos con el miom— «bre (Te ~jiid(cí (le Espaéa, y que como el jarro para «agua (4), ha sido importado por los Españoles des— ((de España u América (~)». De esta última cita se deduce que para Mr. de Mortille t, la jil día n (i ‘ni ó)~ca,Jiul (a (le EspaJ~a de los ]ardineros, Phaseo/us rn ult(/lo1~usde los botúni- cos, eS una planta eSpalola Y 110 arneiieana; y que es espaf/ola, porque los españoles la han trasportado mí América. Esta manera cómoda de resolver una cuestion de origen, no estuí fundada en bases sólidas, y es lo que vamos ~t demostrar con la ayuda (le autores cuya existencia ~ que ignora M. de Mortillet. Para esto algunas l)~~lah1~asbastarén.

(1) Le cirnetí~recI’Aueon, 13u1. Soc. An(hropologique de Pa~ rís, 1876. (2) Le cimetiire dAncon au Pcrou, Journ. L.& NtTUIIE, 1877. (3) Loe. cit. Bul. Suc. Au(1i. de Paris, t. II, 2.” s6rie. Seancc cia 10 jr’,il 1876, 1)• 185. cm seq. (fi) l~njarro para agua de vidrio de origen europeo, que no tiene ninguna relacion con las judías. (~ Loe. cd. Jorr,’n. L~NAncE, 5.” aon~e1877, p. 283, col. 1. EL M I~SEO CXNXItIO. La autoridad de De (‘andolle (1 iTe i\Ii\I. Dw’lia— tre (~),I3euthaui (3), etc. no se poiidi’~ien duda y se- ria por consiguiente inútil el ir fi beber en (tras fuentes. Eso supuesto, tolos estos autores estfin uiiít— nimes en designar el Pha.seolu.s ni ilhti/lo)’us (ju- día de Espafia) como oi’iginaria (le las palLes (‘Oil i(hts de Anif’rica.

Esta ,~u(lÍa 110 ha pi elido ser i n trodi (‘1da por b Espafloles 011 Ulla regioli (1011(10 existia antes ile Sil. llegada, lo ~iiie destiuve la. (i/i)’fll ((ClOn (le ~\l de Mmliliet, afirma(‘iou qi te no tiene u ego 11 funda— meuto, puesto ijue reposa (‘11 1 11 (1(’g() (le pLltl(I’aS. En seguiido lugar \[. ile ~\loiti Ile! sien 1(1 CO)fl O »)‘tnci»iO. que las 1udias smi legiiiiihies que perte- necen esencialniente al antiguo t’oiiliiieiile. Esta nueva ((/7I’))la (10)1, (‘((1110 la P ~‘~‘‘ (l’11te, (‘StiL establecida sin pl’iiel(S; pues la sola ((pililoil (le M de Mortillet no del )0 hacei’ lev: siendo adu 1 )o (cii— dolle quien ensefia ~ con! uu’io (~~. En efecto: 5~especies de IV1((SeOf((i, tle judíOs), están descritas en la iii leed 1 lecloil EsI (‘ 11 muelo, 11 tOs (~luesuficiente, da ‘tO especies ile origen ciei’to y 1 1 de origen desconocido. En LI’e las esto cies dI’ origen cierto, 9 1u’rL’n~’e1i al Asia, 3 al Africa y 3 ~ fi Anii~rica; estas cifras es— tán 1e~osde ir cii favor del l(l’i Ilcipio Seli tado. Se flOS o] ij (‘tarO sin duda las 1 Pa 1/al u/nota? Consillerf’rlioslas P II’ 1111 111(0il(‘U to, si se (Iuiel’e, Co- mo africanas, aunque fuera. más na! ural ( y es lo prolialde) como asiáticas, pues! (1 qtit’ (‘051 tod~isde- rivan del Pha.seolus ealja,’’is, Lin . originario de la Iiidia; tendremos entonces 1 ~especies (le Africa con— •tra 3~tde Anif’riea. Vamos unís lejos, reunamos el Asia al Africa, y obtendremos ~23especies p~1’a(~l(()ili~/aOcontinente ~ 3 ~ ~ el nuei’o; el resultado como se vi’, es siem- pre el mismo; las cifras demuestran que las pi’ticltas

(1) Prociomus rcg. veget, vol. II. (2 fiel. dIIist. nal.. de d’Urbigny, t. VII, p. 3(1. (3 13e Leguminosarum generibusaun din wiener mus, vol. II. (4 Loe. oit. EL MUSEO C~NA1tIU. dadas por M. d~Mortillet no tienen ninguli valor. La flora del cementerio de Ancon 110 puede ser- vir para datar estas numerosas sepulturas; pero si es- ta (l(~lJilventaja le hace falta, en cambio ofrece un interés etnogr~’iIieoque creemos indiscutible. Decíamos al conienzar que su estudio conipleLa— ría los datris que las riquezas arqueed~gieas ya ha— mali suministrado sobre el puel)lo de Aiicon. ¡ Ojal~iliayaiiios alcanzado este resultado!

I)it. A. F. DE ROC}IEBBFNE. Midnh])1o de la Sociedad Linneana (le Iiurcleos. F;L MCSEt) CANARIO.

LO~ MUSli~OS.

Los M aseos, en Li oxttic a acepc[uli (le la. itia~ 1)ra~no son nuevos, ~ de ( lnsiguieide eii La 1 sentido 110 delio s1prenderi!os la clealion I1I’1 (jite ~ si hico ha 1o 01 plillIo (le Vi5Li que 1011)11’ (1)’ l)ltSi(le— rarEo, es de sintui y íiascenileii la 1 1 lupor iuia. 1 tu- Lo al piiiicipio veida.tleia necesidad (le oriiiai 105 Museos para Ludiar, eii los objetos allí colectiona- (los, la geoh)gia, la iloia Y la lilaila (1)1 COlas los 1a~— SOS conocidos, o liJ~aquí el oiigcui (TI’ tus Museos ile historia natural, done unlian los sabios, los (leseo- sos de aprender y cwuitos tenian ~US[O por las cien- cias, ti exaunuai, o t1irtui tidlillrtlr (‘11 los Lies rol- nos de la naturaleza, uiiaulo ule rico, uuirioso y adini— iable (‘ilcicria iluoslio t~lol)o.i1SLO ([1(0 ho pilluelo una curiosidad le los sabios, fiu~ 111’i1 l11~I1L~una iiec’s~dadp~nt la euse~nza, ~ el 1~stal1o, toutuau- do sobre si el encariio do proveel ¿1 las lscuelas de (Ol000iOtl(’5 001111)10 las (le iii ji iera les, vegetales y ani- iiales , fon nó esosgrandes Mu iseos que son la adnii— caobo de citan tos los cotiLlO tipla Ii 0011 05 de Cii lio- so observador. Italia, la tienni. cldsica de las Bellas Xrtes, cccii por su parte otia clase de M ulseos: la pliltiuti, la es— cultura y las antigüedades encontraron allí un asilo digno de ellas, y siempre, eii todos tietuipos y tic todos los paises, han acudido los lioitihies Intel igen— tos y la juventud estudiosa ~L admirar tiiios aprender otros, en los grandes modelos, la Lelleza del arte y sus progresos. \o no debo oini Lii aqi ti un homenaje de respeto y gratitud, en nombre de las Artes Y de la 1 listonia , fi la capital del oria’ catuilico donde se han reunido a(JneIlaS riquísimas coleccio— EL. J\I[SEU (IXABIO nes de pintura, escultura y antigüedades que se ad— iiiirau cii SUS grandes M Liseos, gracias u los cuales 110 tenemos hoy (fue lamentar muchos Yacios, impo- sihie de llenarse si tantos objetos y riquezas hubiesen desaparecido. Gracias u tan generosos esfuerzos se puede decir que linina, sobre todas las otras ciuda.— des de Italia, es tu i\ ti iseo admirable. Este ejeiiiplo fué seguido despues por las \acio— lles 111(15 cu titas de Europa, siendo Francia la que muís se distinguió, hasta el punto de que la (1onveu- cion Nacional, fi quien tanio útil y grandioso se de— 1 ~e, deere(o la. forman omi de un Museo ~\Ltciui1al, que S~lO auguní el i () de Agos Lo de 1793 en la gran gale- ría del palacio del Louvre. Desde aquella época han venido form~íudose con sorprendente rapidez, ~Iuseos de todas ciases, y hasta. poblaciones insignificantes abrieron los suyos, eiiii— qu~iéiiibdos cela dia con nuevos objetos. A (~Sto contribuid po(l(~ros~uneilteci gusto y la aficiou que se ha desarrollado por el esLlIdb) (Te las ciencias en todos sus ramos: la inaiclia rfupida de una acertada civilizacion no podia meiios de traer consigo la crea— cioii de esos ceo Lros, ulonde se iba poco ~ poco colee- cionando cuanto pudiera llevar al lionibre ft un exac- to conocimiento (le cuanto con él se relacikcia y junto fi lo que baTirla pasado tantas veces sin advertirlo si- quiera. Nosotros liemos sido testigos, y todavia lo sernos, de esa liebre del saber que lleva fi muchos sabios hasta hacer el sacrificio de su propia vida pci enri- quecer la ciencia con uu nnneral, un vegetal ó un animal desconocidos, pero de cuya existencia se te— nia noticia. Nuestras islas han sido ~ieii veces ex- ploradas, visitadas y cruzadas en todas direcciones p~’~sabios viajeros que siempre han encontrado algo nuevo que llevar fi Europa Ú América. Soldados de la ciencia han escalado nuesLras infis altas moiltaílas y descendido fi los i IlfiS proimindos valles y salvado los mfis pehgrosos precipicios, volviendo triunfantes cuando, despues de tanta fatiga y tanto trabajo, han logrado poseer un pedazo de inineral, una planta ó EL MUSEO (ANÁHIo. :329 una concha. ~J-racias~t ellos, las Islas Canarias son coiiocidas, en SUS 1 ueiiores (letalles, eii los centros científicos del iiiuiido entero. Sin embargo, han i~— sado mUChOS años antes (fue llosotrOS, los (1110 Ofl ellas liemos imacido, los que hemos admirado sus campoS, escalado sus locas y ])añ~i(lolios en sus ma- res, hayamos 1li’g~ido ~‘i(ollocer, 110 óir( todo, SiliO una parto (le SUS riqueZas naturales. 1 las ta ahora euan Lo se 1 Ial) a lie ho p ~r nuestros paisa nos era pequeflo, caSi isignilicante, y si algo hubo, que lo buho, i~ ha deSapareció) 6 ha sido co— leccioila(lo tan sólo p01 citiiosidad , sin o lilas con tí- ficas; y sin eliIl)argo, esos olqetos recogidos al aciso, fian seivido 110 p00 en circllnstallcias determina- das. Me explicaré: Todos pron U OC a 1)105 (011 oi~iillo el nioid re del ilustre 1). .JOsó de Viera y ( lavijo, que 110 solo es c(~leI)re(0)11(1 historiador de las Ishis, 5111)) (0110) 100 turalista. Sn 1 )iecioimario (le 1 listoria ~\;ttnial de las Canarias es un inoiiiiiiieiilo que lo acredi la (le (‘Síu- (liosO, (le O1)serVaalor y (le iii te tigen te en el c nioci— mienU) de aquella cielici;i. 1 1i11)ieIl(lo (liii)) con apro- vechamiento a los iuaiides 111110str0s (fIle d imuite su estancia en Paris ~ u Ale~uaniaexplicaban las cien- cias naturales, quiso aplicar ¡1) rica sitna (le conoci- mientos allí adquiridos 6 estudiar el suelo y los in~tres de su país natal, y 116 aquí que el gabinete (le lis— tori it iiíttuiiil que t tIVO necesidad d e ni i ia rse fu 6 el prillIeIo que se conoció en las ( ~anacias. l)esgracia— (lamelite, y 111 ucrto aquel i lustie patricio, se ignora donde fueron 6 palar 5115 ricas coleccioi ies. Algunos años despues liii 5ii~eto, puluunente afi- cionado 6 antiguedades, renn ia cii ~ pef tieño gabi- nete cuanto (le los Guanches pudo adquirir, fornian- dose CII rllacoronte pequeño pueblo (le ‘l’enerilb, un Museo, aunque (le reducida extension, 1 astante en— rioso y que muchos viajeros han vistado y estitdiatlú con atencion. hoy ese gabinete, conocido por el nomn— bre (le SU primitivo dueño, Casilda, tiene un mi’rito y un valor que aquel no podia adivinar. Ignoro si antes 6 al mnisnlo tiempo ó despues de EL Ml~SEOCANARIO, esos dos peqlleños Museos , dí~ historia natural ~l uno, y de Antigüedades el oí 10, 11111)0 alguno lilas; po- ro si así ha sido no ha llegado d .1 Ui no tu’ia. Lii todo caso no liabr~tnsido sino esfuerzos particulares, (le— bidos it los conocimientos científicos, it la curiosidad ó al buen gusto; pero no flOr eso proclaman el estado de cultura general de un pueblo, ni de una provin- cia en ciertos ramos de las (‘leudas naturales. Pero la genei’acion presente habrit de ser testigo de un paso gigantesco dado en ellas; paso gigantesco,

~, p~~~jueen pocos afios hemos visto progresar (le manera asombrosa una ciencia (100 nacida ayer, por dcci lo así, cautiva la ateucion de los saldos del in 1111- do y (le co an os sien Len aÍicion poi’ el esOidio de la. humanidad. La un tropología, ó s”ase la ciencia del hombre, la investigacioii (le su origen y (le sus pro- gresos sol ure la tierra hasta. su mu’ tual siLuacion; el co- nucinieiito de sus prinuíivos luíhitos y estados suce- sivos, lic aquí lo que •esa ciencia estudia, lo ÍJ1IO SO trata de averiguar por los que se han agrupado en torno (le SUS huesos, de sus cavernas, de sus amias, de sus vestidos, de cuanlo, en fin, puede coimdncirlos ~i formar su historia. Esta imueva rama uTel ~uhol de la naturaleza ha dado un impulso inexplicable it las ciencias de observacion conocidas hasta el dia, y los límites de la Geología, de la Zoología y de la Botil— nica so han ensanchado poderosaiii~iite para recibir Ofl SU SOlIO al lIoll]i)me’ que se busca entre las capas de la tierra, entre las petrificaciones, en su pi’~~~’~— pio rnits sencillo, en su orígen rudimentario. Tambien en esta ocasion han desempeflado y es— tún desempeñando las Islas Canarias un papel ini— portaritísimo, gracias it los estudios de nuestro diguo consocio y mi antiguo amigo y compañero el Dr. Chil. Sus indicaciones hechas en los Congresos an- tropológicos it que ha asistido, sus esí udios sobro los primitivos habitantes, las observaciones de sus mo— unas, de sus huesos, de sus vestidos y cuanto it ellos pertei~eciohan llamado poderosamente la atenci (111 de loS cólebres antropólogos de Europa; trabajos que va desarrollando en sus notables Estad/os hzstó,~’i— EL MUSEO CANAIHO. 331 COS, Cli)/)ctlOlÓqiCOS y »alo/ó(Jwos de las Islas Ca— Y siendo ellas ci objetivo de tales investigacio— lles, de ninguna manera pod~ainosnosotros Pe1’ma— necer indiferentes ante la Poderosa ea oltw iOIi iflicia- da, seguida, y (IUO hoy ocupa la atencion (le gran mi- mccii de sabios de todos lis paises, por las ciencias an tropológicas, loipogia tices y cuantas de ellas hait traido su orígen. Entre las cnestwiics pci uieras que se ProPusieroIl y fi ten ni ohj elo (le aflhlIladaS y eru- ditas ó interesan Les disensiones, fu~’una de ellas el orígeil de los prtiiii tivos liahitaiites de est LS islas. 1aiia rias, ¿.Y cómo pci-lila necer i ndi Ibi-en es las ( cuando l~°~efecto del prohlei~t ~i~c’ ~‘ ~ p~’o— puesto a la resol nc ¡1)11 de los sal nos, hieii in a el oh- jeto de sus i iivestigiicioiies? A ellas vinieron coiuisio- nes o individuos ansiosos de 1 evaese y (‘Sf1111111 e lo l~°’~~que de sus al oiígelies nos ([lledal)a. A ellas vi— llieron á estudiar el grado de civi lizacion que alcan- Zaron, exaniiiiaiido Sus li~liitaciones Y 5115 sepulcros. A ellas vinieron pii~ estiul i ar su foiinae ion ge dog ca, su filuna y su flora, ijue aún (tullid)) examinadas 111 tLClIOS aíios a II Íes, 11111))) it al a verlas de i 1 levo 1 iajct el punto de vista an tropologico. Entones tui’ ~pie desperta¡nos a la voz poderosa de 111111 ciencia (fil)’ nadie mejor que nosotros podía— inos aprender y practicar cii el niisino suelo que hiotiihres eminentes han podido visitar ;t costa (le sa- crificios personales y pecuniarios: y COfl (‘Sto ~ (‘011 (1 noble deseo (le apieiider de jove~ies(fil e seriin un di a Ii nestra gloria y nuestro orgullo, y con la. coopera— cion de sugetos doctos y a ticioliltdos, lieuios llegado ~í formar i in Mii seo i~tte(‘5 hoy, ii pesar u (‘1 corto ticiii- i~ que lleva de existencia, bastante rico cii objetos de historia natural y de aniropologia. En adelante vendr~ten hiten hora el extranjero ~iestudiar en el; pelO 110 nos verelIlos ya privados de lii que es uties— tro, porque ha sido encon frado en nuestro su do; por- que Pertenecio ~ilos que nos prc-~die’roiien su lialu— tacion, y po1~ftie,en fin, ule] ternos ser h)s 11l~i5i nte— cesados en averiguar de donde vino t~pohlmu las (1a— 332 EL MUSEO (~N~Ui1O. nanas aquella raza que tciiieiiáo IflucliOs 1)UIItOS de contacto cori otras, difiere Si U elni);trgo cii los irlOs, constituyendo, si así p ucd e d ecirse, una fairi ¡ ha s generis que no se confunde con otra. Hay más aún, ~ perinítaseme una pequeÑa digre— sion: hay algo más (fue el estudio aislado (le la raza canaria; hay que eini nen les antropolugi stas, corno bisel, han ercido ver esta misiria raza en la otra parte dci Atlántico, en las tierras de Ainerica; y bajo este punto de vista han de ser de sunia trasceiiden— cia las conclusiones que en su dia se asienten por los antropulogistas rl vista de cuanto se reuna ~ estudie con relacion á nuestros Canarios. Si ese dia no llega para nosotros, quádanos iioy la satisfaccion (le haber contribuido por cuantos UJediOs estáii á nuestros al- cances fi lograr fin tan loable y digno. Pero aán, vio consiguo cori verdadero sentiirnen— to, no todos nuestros socios han visitado el Musco, en tanto que sugetos que no tienen aquel carácter, 110 sólo acuden allí á estudiar en los objetos (JLIC Po- seemos, sino que han contribuido con presentes de importancia científica. Se cree por niuclios que no pueden llevarsc allí sino cosas de gran prerio, y es- tán en un error; una piedra, tina concha, un trozo de madera, un ave, un pez, un jarro canario por dete- riorado que esté, son presentes que se estiman y pue- den ocupar un puesto distinguido entre los que he— rnos coleccionado y estarnos coleccionando. Ese er- ror nace de no haber visitado el Museo ó de haberlo hecho muy ligeramente. Además no importa, y muy por el contrario conviene, que los objetos están mlnt~ plicados ó triplicados, porque así podremos canibiar con otras Sociedades y adquirir los que por otros me- dios no podríamos obtener. No basta solamente ita— ber empezado, es preciso seguir ccii fá ~ perseve- rancia, porque la ciencia es larga y continuamente reclama la eficaz cooperaciou de todos los que la aman. Para demostrar la necesidad de lo que acabo de decir, basta tener en cuenta las colecciones que ya posee nuestro Museo y el interés que todos debiéra- Et4 MUSEO CANARIO. mos tomarnos por completar lo que está incompleto. La parte antropológica y loipogriulica se halla sa- tisfactoriamente representada por colecciones osteo- lógicas de suma nportancia; pues solamente (‘11 lo tocante d craniológia pos~iiiuscerca de tOf) ejeinpla— res; hay adem~tsvarios pedazos de momias, y, bajo el punto de vista patológico, tenemos varias fracturas consolidadas y otras afecciones del sistenia OSOSO. La cerámica, los tej idos, las pieles etc. son bas- tante importantes, gracias á la coleccion ~11l0(10110 ci I)r. Cmi. Allí hay lo suficiente pant estudiar con provecho la industria de los pueblos que lies p1~ere— dieron. De esperar es, y coii tundauiento, que esta parte y la anterior se auniente CCII I1UOVOS descubri— mieritos de cuevas se~)uicraIes. La historia natural tainhieri se halla bien repre- sentada. En conquillologia p~s~inos iii~is de 1,500 ejemplares, gracias á bis gellerusoS dunativus de los SOCiOS D. Gregorio Cml, 1). Diego Ripoclie, D. Víc- tor Grau—l3assas, 1). J miii Melian y Caballero y tan- tos otros que han con tribuido ~ifomentar la coleccion. Por otra p~~~tela Sociedad adquirió con sus fondos el P01111ef10 Gabinete cute perteflCr1~al liiiado socio 1). Manuel Ponce de Leon. La orflitol()gia, aún en einbrion , aumenta cada cija con I1~OV0Sejeniplares y en la clase (le Zancudas poS~e~ioscasi todas las que aportan ú nuestras costas. La coleccion (le insectos comienza ti formarse. La ietiob’gia de l1lIestruS mares no tiene el desarrollo íjue era de ‘sperar por falta de recursos; pero esta dificultad se ha de vencer y en- tonces será una de las mús completas, así corno se. completarán los crustúceos. La, mineralogía se halla dignamen te representada por numerosos ejemplares, Y (le paleontología solo poseemos algunos fi~siles. Igualmen te ha adquirido el Museo una buena colee— cion de maderas del país. Si por una parte podemos estar satisú’chos del ac- tual estado de este Establecimiento, tenemos por otra el disgusto de no po~’rlo enriquecer coii la rapidez que todos deseamos, ya emprendiendo expediciones ú las otras islas, ya adquiriendo ejemplares que con 334 EL MUSEO CANARIO. frecuencia se nos presentan, ú ya sufragando los gas- tos qu.e necesariaiiieute se ocasionan en los cainhios con los Museos nacionales y extranjeros. Así y todo vamos adelantando, glacias it la cooperacioll y apoyo (le la Excma. Corporacion Municipal, de los habitan- tes de Las Palmas y muy partieularlllente de la So— (jedad que tan fitil inistitucion creo y ha llevado ít cabo. Si continuamos ci iii (~lIfliSfliO CD tusiaSInx), den- tro (le pocos afios nuestro Museo ser~iuna institucion (fue honrard muy mucho d la culta é ilustrada Ciii— dad de Las Palmas. Al terminar estas líneas, y al ocuparme de nues- tro Museo, no puedo nienos (le consagrar una expre— SiOfl de proftmclo sen tiinien Lo por la sensible 1)órdida de dos de nuestios socios honorarios: D. Sabino flei— tlielot, autor de varias obras muy notables y entre ellas la que se titula IIis(o/~iaIVatu.eal (fe las Islas (]ana~ias;y el Dr. l3roca uiio de los hombres mas grandes que ha tenido la Francia y que en las cien- cias antropológicas ha sido en nuestros dias el inús eminente que lía visto el inundo. El Dr. Broca, el fundador de las Academias y Congresos, ha dejado un vacio que serd difícil, si no imposible, de llenar, y puedo decir que la muerte le sorprendió en el es- tudio de los Canarios ó investigaciones de su origen. ¡ Ojalá tuviese un sucesor que va que no le igualara, porque es imposible, ú lo menos se le pareciera! J. PADILLA. t EL, MUSEO CANARIO. 335

ANTONIO VIANA.

Este distinguido escritor miso considerado gene- ralmente como inspirado poeta y como historiador verldico. Examinar sus producciones bajo el punto de vista histórico, es el oidoto que nos proponemos al escribir estas linoas para Er1 Musico C&xAiuo. Aún cuando no participáramos do la misma opi- nion, forzoso es considerarle como gran poeta. El erudito Mr. S. lierthelot, cuya reciento pérdida llo- ran las letras Canarias, nos lo dijo en una Revista cientifico-literaria que se publica en Santa Cruz de Tenerife; yno seremos nosotros los que pongamos en tela de juicio una alirmacion que, aunque fiera ox- clusivamente suya, que no lo es, valdria mucho, da- da su autoridad en la materia y la del periódico en que aquel trabajo se publicó. Por otra parte, ya lo hemos dicho, no entra hoy en nuestro propósito es- tudiar el poema de Viana bajo el punto de vista lite- rario, sino que lo analizaremos, por el contrario, his- tóricamente: en otro caso, necesitarlainos más espacio y más tiempo del que podemos disponer. Cierto es que el canario insigne, como le llama Arzola, cantó con incomparable maestria las bellezas de su pals natal; que fué, si vale la frase, como el ni- seflor de los bosques, que deja oir cii ellos sus armo- niosos trinos; pero, ¿podrémos deducir do aqul, si- guiendo la opinion de Mr. l3erthelot, que Viana fuese tan verIdico¾istoriadorcomo esclarecido poeta? Nosotros nos atrevemos a asegurar que nó. El poeta, como el artista, húlianse dotados de una fuer- za creadora tan intensa, que no les permite, ni puede permitirles, sujetarse á leyes dadas: son verdaderos creadores; dictan leyes y no las obedecen. l)o aqul, 836 EL MU5EO OSNABIO. afirmamos, que el Sr. Viana, inspirado poeta, no podia ser á la vez fiel narrador de los sucesos sobre que versaban sus cantos. Milos precedentes históri-. cos, aunque envueltos en las tinieblas do que se ha- llan rodeados, por censurable descuido, los últimos hechos de los Guanches, no vinieran en nuestro auxi- lio, encontraríamos una prueba de aquella verdad en sus mismos cantos. En los V ~ xv de su poema, ha- bla Viana de los amores de la infanta Dasil, hija del Rey liencomo, con el capitan Gonzalo García del Castillo, figurando en el primero el encuentro de los dosamantes en el bosque do la Laguna. Esto no es más que mora creacion del poeta. Sa- bida es lapureza de costumbres de los antiguos(Man- ches, y sabido el recato do sus mujeres, llevada al extremo de apartarse éstas del camino por donde ha- blan de pasar los hombres. No era imes creible, ni Viana debió tenerlo por cierto, que la infanta 1)asil, tan pura y virtuosa como la canta el poeta y la des- criben los historiadores, abandonara el hermoso valle de Taoro (Orotava) residencia de su padre, para din- girse st los bosques de la Laguna, que distan de allí más de cinco loguas: como no se explica tampoco su encuentro y aniones en este bosque con uno de los conquistadores, enemigo, por consiguiente, de su pa- dre y de su patria. La idea de Viana ~espoética, pero ilógica. Es un hecho probado que la infanta Dasil ca- só con el rey de Abona conocido con el nombro de Adxofta ó Adichona, llamado despues, al recibir el bautismo, D. Gazpar Ilernandez. ¿Podia entonces oir, sin empanar su virtud, los galanteos de otrohom- bro que no fuera su marido? Estas ligeras consideraciones serian suficientes st destruir el error histórico del Sr. Viana, que arras- frado por la poderosa corriente de su iinaginaciou, no vaciló en tomar por heroina de sus cantos st la in- fanta Dasil, de singularhermosura, de acrisolada ‘dr- tud, é hija del rey más poderoso de Tenerife; pero la historia nos facilita datos suficientes para una nefu- tacion más sénia y concluyente. Desde tiempo’inmeinorial se han hecho varias iii- EL MUSEO CANARIO. 337 forniaciones encaminadas a acreditar la descendencia de la infanta 1)asil, entre otras, la de ~ ile ()i~tn1ire de 1614 ante el esrrihaiio A~ustin de Mesa, las de 3 de Abril de 1 618 ante los escribanos flodrigo 1 lcr— nandez Lordelo Y MarcOS (ionzalez Uravu, la de 1 ~2 de Marzo de [619 ante Jerónnno Rosa, la de ~ de Agosto de 16~2~2ante Cristóbal Guillen del (astillo y últimamen te la que se hizo en 1799 ~iinstancia, de D. Cristóbal Perez (le Barrios, ante el Alcalde ma— vor de la Laguna, en juicio contradictorio COli D. lg— riacio Alvarez. En estos autos se encuentra certitica,— cion de un expediente in 1’E1i1’i~TUXM instruido con citacioii y ai id iencia del Síndico personero geiieral de la isla de r1le1~1~jfeen el año de 1611, (liii 1 ~ de Julio, de la que resulta que declararon trece testigos de setenta u noventa. y cinco años, nnos de ciencia propia Y O ti’os por haberlo oi (lo u SuS iii ayores y ser público Y notorio, que Li infanta I)asi], hija de 1 len— como rey de Taoro, se llamó despues ile bautizada Doña Mencia Bencunio; (JUC caso con el rey ile A] o- na, Adxoíia ó Adicliona, llaniado ftespues de su bau- tismo 1). Gaspar 1 leruandez, y iiiw de este niatriw— iiio hubieron una lii~a.ibtinaila (‘atalina ( ~arcia 1 b’n— como, que casó con el capi tau, coi uiand a u ti’ de Li ca— 1)allería en la isla (le Tenerilb, 1 leruando ( harria del Castillo, caballero del Iúi]i tu de Santiago y natural del pueblo de Castillo, arzoli ispado de 1111 rgi )s. Otro tanto consta taml u ~‘n de mb riuiacioucs que pnedeim verse en la Esci’i]iania ~iuie ejerció el capi tau Luis Garcia del Castillo. Si, pnies, la infanta Dasil, ó sea Doña Menda I3enconio, casó con el rey di’ Abona 1). Gaspar llernandez, y la hija de “sta, Doña Catali- na, ~t quien tal vez pudiera creerse (It1C SO retbria \ia- na, contrajo matrimonio con ucinando ( hucia del Castillo, claro estul el error de nuestro poeta al cali— tar los amores de la infanta 1)asil y suponer que casó con Gonzalo Garcia del Castillo. Esto error es ini— perdonable, sobre todo si tenenios en cuenta que cii la ópoca en que Viana escribia su poema, poco des— pues de la conquista, existian aún lujos u nietos de los conquistadores y estaban vivos los hechos de Toiuro ii.—22. 338 EL MUSEO CANARIO. aquellos tiempos. No es este el solo error de Viana. Gonzalo Garcia del Castillo no acompa}~()al Adelantado Lugo en la conquista de Tenerife, y p°”consiguiente, ni fue’ Ui pt~u1o ser herido, como preteii de Viana y repite Mr. l3erthelot, en el combate de Acentejo, in cii ningun otro (le los (JUC Se libraron para la conquista de esta isla. (~onzaloGarcia del Castillo fttó conquistador de la Gran—Canaria y riada más. Quien acolupafió ir Lu- go en concepto tic Comandante (Te la caballería, fué el capitan hernando (iarcia del Castillo, que, casado más tarde, segun va liemos visto, con Dofia Catalina, hija de la infanta I)asil, debió ser’ conocido doble— merite en la isla, y su nombre no podia confundirse con el de otro alguno. II ay más. Argüelles, escribano del Adelantado Lugo, tuvo oc sioii (le escribir, por haber acomnpa— flado it aquel duramite la conquista, una resefia liistó- rica de los aeoiiteeiinien tos más importan les de la misma i ~, y en ese libro, escrito en latin, hace el autor una minuciosa deseripcion de la pureza de cos- tumbres ile los Guanches, y nos asegura, al hablar del rey IJenconio, que óste tuvo (los lnlas, una, Da— sil ([)oña Meucía~,que casó con Advofia, rey de Abona, y la otra, Doña María, que casó con Jitan 1)orauias, lujo (le DOi’~1al13Sde Gran—Canaria, y que fui’ Ou u~den liflO de los que vinieron con el Adelan- tado Lugo it la conquista de Tenerife. Estos (latos irrecusables apuntados ir la ligera, vienen it demostrar lo que nos proponíamos al prin- cipio: que Viana no frió historiador, sino poeta. Can- to las glorias (le la conquista, es cierto, embelleció su

Aunque ajo runo cTe nuestros historiadores menciona en sus obras esta crónica de tanta importancia para el estucho tic la concpiista cia es6oLasadquiririslas, elal~unosArchiverodatosBibliotecariosacados de[).aquellaMartinobra,An— (jue,toiiio se~unBello piiel misnio, exislia inódita en la Biblioteca del Escorial. Buscada allí po! un ani ~COniio, persona hastan te curiosa 6 ins- truida, sólo pudo aveii~ciai’, por niedio del anticuario 1). Jos6 P. F’ernaadcz de liada, que esa precioso manuscrito forinó parte de la biblio leca del Marqu6s do la lloniana, cute se dividió á su fa— lleeijniento entre el Estado y otros, sin ciue pueda piceistirse hoy el local donde se encuentra. EL MUSEO CANARIO. 339 poema con las riquezas ile lina imaginacion nada co- mun; ~ olvidó po~eoiupleto la verdad 1 ustriea, preseiiidieudt~tde lle(hos fjlw aun pal~utal)tlll en la ~‘poca~ q~ escrihia. Si el Si. Viana no lii u iiera escrito otra obra que la (‘xalllinada por Mr. 1 ~crtlie— lo~(‘fl sus artículos A.oíon io 1 ~uina J)oct(r-/( ¡~to~ui- (fo)~,ile segiuro no hubiese adqiiiriilu su nuitibre a CP1(~hrid1tT (le que ltov goza. Sus pou’sias ~ los San- tos, (1) en la que nos dú ~ conorer la fuerza de su iii- genio, es la obra que verdaderai nenLe le ha 1 uiiflor~L— lizado. Eiaxs ~NzXI~I~z I~1’ÍNOL\..

Laruna, Diciembre ~O¿le 1550.

(1) De esta obra existen muy pocos ejemplares. En nuestra rica Biblioteca provincial se conserva uno (le ellos. 3 ~O EI~ MUSEO CANARIO.

DOS PALABRAS SOBRE ALGUNOS PUNTOS DE LA OBRA ANTIGUEDA1)ES CANARIAS,

P011 1). S. BEIITHELOT. 1*)

En un artículo publicado con el mismo epígrafe en esta Revista, me ocupé de las apreciaciones lic— elias por U. Sahino Berthelot en su obra Ántiqüe— ciades Canarias, con referencia á la montaña de C~tatroPuertas, en la isla de Gran-Canaria, donde, de acuerdo con las noticias suministradas por 1). Agustiri Millares, se ha querido colocar el Sant navio (le ihtmiaya. Hoy trato de ocuparme (le algunas otras apreciaciones qne la misma obra contiene, en mi deseo de que se haga luz sobre ciertas cuestiones que interesan é la ciencia y á la historia. Las inscripciones ó letreros de la isla del 1-lierro, de que el Sr. l3erthelot tambien se ocupa, presentan indudablemente gran interés, y como no he tenido ocasion de visitar esa isla, sólo puedo hablar, con re- ferencia ~ personas autorizadas, de esos caracteres, cuyos grabados figuran en la obra, y que tal como se pintaii, parecen más bien en su mayor parte produc- to de la imaginacion que de la verdad, puesto que revelan que liabiéndose encontrado signos destrui- dos ú borrados en parte por la accion del tiempo, se han tratado de rehacer, y al rehacerlos se han inven- tado otros. Ultimamente, el Sr. U. Aquilino Padron, mí quien se debe el conocimiento de estas inscripciones, me ha enseñado nuevas copias, que casi concuerdan con los estampones, y que desgraciadamente el Sr. Berthelot

(*) Véase el ~iúrn.~5de cs~etorno, pág. 78. EL MUSEO CAN~RIU. no ha podido dar d luz. Es ini hecho cierto (JI ie es Los carac Lores, lo ni isi 1w que los que se eneuontrau cii la. isla de la Uran—( a— liana, SOli líbicos, d pesar (le ([UC se crea que los ñltifllOS han sido grabados pii~~un Ira ile. En el Museo Canario existe una iiiseripeion (Te esta clase, ~ la piedra donde se halla 1 iii. sido o] j ‘Lo (le especiales estudios en i’sta capital. l~soil basalto arnilitico y »los caracteres exteriores ~ interiores no dujeren de los que ofrecen los basaltos laIul(rieos conipactos; pei~o la eireiiiistaneia (Te ser dIVersa, la. especie feldesp~tica de la 1 n se, 1ia pareei lo un 1icel io de trascendencia geol~~iia ([UI’ (‘5 (1 gua (le ((1111 rse cii eucn La», y (Tel (‘lial Si’ 1OiIi (i(lipa(l( el ~‘itiiiei it e protbsor del Colegio de Francia \Ir. 1~onqu’y nues- tro coiisocio 1). Salvador (alderoti. Por lo c~uerespect a. los utensilios y amias (lite se dicen encontrados en las antiguas tun it as de la Is- leta, es cuestion dudosa., pites ib lic eiiei 1i traJo u nu- ca tales utensilios ni atinas cii unís de doscientas que lic it] iicrto y de donde lic ex trai(lo los er~ncos ~ el autor dice que figuran cii el .Jardiii de 1 1lai itas ((Ja le- rías de Autru 1iulogía y Ana toi 11 ía coIlip;u alTa). Yo no lic visto otra cosa cii (‘SOS tunilias que senullas ile le— ña Inicua. Esta planta (~be~ec)~/wl]m1ceí’ulefltll~ll)inl(líge— iia de (J rau—Canaria, es (‘oliucida, como lic dicho, con el nombre vulgar de /P)( (1 /)/Un/(~, Y 110 ron el de Orihamct, y al decir que en Tenerife se llama Ie~a bitenci , creo que se han tergiversado los hechos; piu~, si no inc engaño, el Sr. Viera y Clavijo en su iJie— cionario de Instoria natural de las islas Canarias, di- ce que esta planta es exclusiva (le la (irau—( anaria, y que se cria en los terrenos yermos y ~11 las innie— diaciones de la costa marítima; y tan es así que has- ta ahora existe un sitio en las cercanias (le la ciudad de Las Palmas que conserva el nombre de Las 1eíia~’ buenas ti. causa de la abundancia que de (‘Sta p1aut~L allí liabia. Si los objetos que se dicen encontrados en los ti’i— mulos de la Isleta sirven pa~~probar la identidad que 3 ‘i2 EL MUSEO (~AN~hIO. existe entre la raza ifidígena de las Canarias y la de la Europa meridional, de seguro que nunca se ile— gar~~1probar esa identidad, pues los i~nicosobjetos hallados en las tumbas Canarias son las semillas de 1’ña buena y a~gu1iostrozos de madera. Tambien he oido decir que se han encontrado, del lado de la cabeza, vasijas de barro y cucharas de palo; pero me faltan las pruebas de semejante aserto, Y es raro que en m~sde ~OOtúmulos que han sido abier- tos en ini preSelicia nada se haya enconftado, á ex— cepcion de la senulla a dicha y algunes astillas de tea colocadas para impedir que las piedras cayesen sobre el cuerpo. De acuerdo con la oinnioii del Dr. Verncau, creo que estos trozos de madera no liaan tenido otra aplicaci on. Es error consignar, como en la obra del Sr. l3er— thelot se consigna, que las cabezas de los esqueletos ó móiiiias de los túniulos de la Isleta se encuentran sieuipre o casi siempre con la cabeza en dircccion al Norte. Puedo asegurar que no hay tuniha alguna que se encuentre en posicion determinada, y que huy por el contrario varia casi en cada sepulcro al)ufldall(]O unís los que tienen la cabeza en direccion al Sur y al Este que al Norte. Sobre esto ni paede haber duda iu cabe discusion, pues basta dar un paseo á la Isleta y cerciorarse de la verdad (le ini dicho. rilodo esto que parece de poca importancia tiene gran inter”s para la ciencia, ~ (le lo contrario su- cederá, como ha acontecido con frecuencia, que par- tiendo de una apreciacion errónea, se hagan erróneas deducciones y la ciencia se vea luego desmentida por los hechos. IPise (helio tainbien íjue los tejidos en que los antiguos (tanarios envolvian los cadáveres son de pa1— irla; pero cii Tenusas, aldea situada en la misma isla (le la Gran-Canaria, lic encontrado cii una de las cue- vas un trozo de cuerda hecho con igual materia, que es una gramínea que crece en nuestro suelo, á pesar de que tamnbien he encontrado un tejido de Palma exactamente igual mí las esteras que se hacen en Ag~imesy diferente al tejido que envuelve las mo— EL \115E0 (~\NXi(O).

III1LLS. Las hachas son deja’le, inias puntiagudas y iilras no, y todas las (JIW ite visto han silo pl’( )(‘edcllLes de Guía y (huldar Y 110 de las undci~de la Isleta, (‘olio) ~ haber iliclio 1). M igi o’l Maiflo 1 te al Si. 1 ~er— thelot. (‘reo que este erroi leiva iiiisisl ((lo en algit— na ulala iii te1igenei~i, pi R’~-1). 1 Ideli iiis~ \I a lliolle me ha (lidiO repetidas YC005 (J1l(’ las tales 1i~tcliitsp~ivo— fian de Gáldar y (le la Goinerti, y lo mismo se ha asegurado al 1)i’. \ei’(i(atli. Eiitre lodos los oLjetos ant iglios ile los imulígenas Canarios, merece ~i~’eial iiteiicioii. ini tuido ~ot! ene- ciente ni la eoleecioii ~i1aliiotie, y del cual se hace reft’i’encia en la ohia .1 ntj~ji~e(/a(1cs(a iia )‘i’(.~,exjne- SLu11dOSC qtie imita el estilo ediin’io, y que por la pal— te postei’ior repieseiita liii J)//üt/(s i~I~i)iiteseo, 10(1— gen, sin duda, del poden’ propagadu F [Ile veiieriha it los a utiguos Cellos 1 1elngi OS. Tainluen (FC) que (‘u esH haya 11110110 de inagi- naeiuin; pites es de supoiier, eoiiio unís lo1~icu)y ca- ciouiil, ijue los (ana cais Y 110 los Uuan’lies, que soii (105 (‘OSaS 11111V distintas, al venetlli al s(’t’ propagador, riid iese~ieult.o ~‘tini Idu W) ([Ile utviese el pl) (II(15 h ni- de corresponde, Y 110 pUF delrís. X 1 ni .niodo (le ver, lo qin’ (‘1 Sr. 1 ~ei’thielot(FOVI) ser un p/u’Ius en el idolo de retereiicia, iio es otra. (‘OSli que el liahei’ tratado de figurar ilos alas qio’ pi’in’ipi tu eii la cal eza y ‘oin’lttveii en los lo (ulbros, y coiiio se 1iall~tiiti nula das en la pa ile laletal, es pro- cedente (fil)’ (JlIe(TeIi dos espacios entre ellas, lillO 011 la parte antera u’ donde Ita u li~ii nido el cuello o pes— (‘uezo, y oti’o en ht postei’o (1’ (imo le apa rece tun di l~itjo hecho (‘ 111 la u íia. d ci ni tui peda’ia 1 de pali). 1)e aijo el que i~o~ ~ ~ ~ ~itFa. que se diga ([00 aquel es un p11 (1 tus y 110 el (‘(1 bello, pol’ H einpío. Iiidiidahleiiiente Si iios gi 1011 IIOS pi ir i’l (lii(111(1 del ídolo, se puerle decir njiie junta el (‘sOlo egipeh ; ie— 1’o si exainuiainos el natural y las a itocr~ihas sa adas (101 11l~SIflOoriginal, no se (‘ileoIltlatií iiada. que di— cho estilo se asenleje. Por este y oti’os dibujos que apai’ecen en la nusina. 344 EL MUSEO CANARIO. obra, inc inclino á creer que á veces sus explicacio- nes se han adaptado m~tsá la conveniencia u ti la ima- giriacion que á la verdad de los objetos que represen~ tan; pues no de otro modo me explico que se preten- da hacer verla cabeza de un cochino, por ejemplo, en el mango de un trozo de vasija encontrado en Gáldar, el cual fmi enviado por el mismo Si. Jierthelot, hace algunos aflos, d esta capital y figura en el Museo de Etnografía situado en las salas del r1lro(tdei~o y cuyo mango he tenido ocasion de examinar ~rcpetidasve- ces y compararlo con el dibujo que de él se ha he- cito, puedo asegurar que en nada se asemneja la co- pia al original, y que el qtiercr figurar la cabeza de un cochino ha sido sólo con el objeto de poder decir ~uelos antiguos Canarios (y no los (iuanclies, pues la vasija es de Canarios) imploraban á este animal en las calamidades pí11)heaS. La lámpara que figura en la Sociedad de Justo— ria natural de i\1 adrid, dada por nuestro consocio U. Salvador Calderon, fué extraida. por el Sr. Ponce de una cueva, en la villa de Ari~tcasde Graii—( 1auaria, y no, como se dice, de una excavacion practicada pura hacer iiii La tal liímpara es exactamente igual en su figura á otras que lic visto en la magnífica coleecion de An— tigoedades de U. Eugenio Boban procedentes (le los Romanos, difiriendo sólo en la materia de que está formada. Hay otro pequeÑo vaso miniatura que se llama vulgarmente j~t/iiqO, bm’~’ccu’o, etc. (le la coleccion (le nuestro amigo U. Juan de Quesada y Deniz, cu- yo objeto, por conocerlo perfectamente, puedo ase- gurar que en nada se aseineja al que figura cii la. obra del Sr. J3erthelot en la lámina 14 figura 3., y aún puedo asegurar muís, y conmigo todos los Cana- rios, que esta especie de qánigo ú bdcct.co no se Ita empleado mu emplea en las cocinas ó servicios culi- narios, siiio que se sirven (le él en las destiladeras para el agua y en lugar de jarros, por conservarse en ellos el líquido constantemente fresco. Sin duda el Sr. Berthelot no examinó bien esta EL MUSEO G~NARIO, 3~5 peífueña vasija, cuando se la envi(~en union de los scilos, y en su descripcion p~~r~a23G ~ 18, dice que est~iagujereado, sin recordar que lo que tiene es una verdadera asa. Siento en verdad no podr dar los dibujos exac- tos de todos estos objetos para que se vea la verdad de mis apreciaciones; ~ tal vez tenga ocasion de hacerlo inris adelante en confiririacion de ini dicho.

D. RIi’ociiE Y r1lOItI1E~S Paris, 1880. EL 1\I USE(J UXNAIII(J.

A LA PRIMERA R(I)SA DE MI JAIU)IN.

PRIMICIAS DE MI DESEO. OUA.

1)I~mcADAA. LA MEMORIA DE MI QUERIDO P~DnE. (*)

Yo te saludo, reina de las llores, Majestuoso candor. imAgen bella I)e la tierna virtud y los amores; Círculo virainal, laureada estrella, Copia inmortal de nítidos colores; Cifra sublime, grande y misteriosa De púrpura y de oro Trazada por itt mano poderosa Dci Ser supremo A quien sumiso adoro. Yo te admirá cuando en estrecho broche, Cuando en verde capullo El gdrmen eras tú de mi esperanza; Y al contemplarte en la tranquila noche Te miraba dormir al dulce arrullo Del suave ambiente y de la brisa mansa. Yo te volví á admirar cuando anhelan te Mostrabas, desplegando las prisiones De tu cúliz cerrado, el rutilante Color con que la aurora Alienta los ya muertos corazones Repartiendo la vida que atcsora. Yo te admiril con el ardiente anhelo De aquel ciu~desespera en la tardanza Recoger (le SU atan ci dulce fruto; Con la feliz conílanza Y el constante desvelo De alcanzar el tributo Con que premia el trabajo el alto cielo. Y el tiempo caminaba, y tú inconstante Esquivabas romper el verde sello Donde ocultabas el precioso nido De tu sensible coi’azon amante;

(*) Al dedicar esta composicion al recuerdo de mi querido Pa- dre cumplo con la satisfaccion de una (lAuda. Entre sus papeles he encontrado el pensamiento y he procurado darle forma COmO obsequio A su cariiío. EL M[SE) ÍANAUIO. 3’17 1 lerinoso cáliz perfumado y bello, Misterioso lugar, centro profundo, 1 lolocáusto ofrecido Al Dios etceno que gobierna el mundo. Yo te planté en la tierra bendecida, Patria comun (le todo lo creado, En donde alienta el sér con ilulce vida, En donde muere el s~i’ infortunado; Y llegó un dia, y tu coi’ola amante Al sol so abrió, y entre sus bellas hojas Una gota ocultabas dc ‘ocio; Imácen (le la vida aconizante Que empieza con el llanto y las c0ng~aS Y acaba con el hálito ya fijo; Y me incliné háeia ti pm’t adorai’te, COn un beso (le e:ii’jj’io lleno, Temiendo con mi aliento inarchi Lacte Sequé la perla de tu (‘1(51(1 seno. Estasialo ante tí, vn ansioso aspiro El néctar celestial ile tu mistei’i O. Y en la coro un (le Los h ojas iniro El p i’ocligiO al’ inon 1050 ile tu i mcmpe rio. El l)ios ijue te Clima, el Dios divino Que con saber profundo Uob iem a los i mp nl sos dci (lesti no, En ti copió la l’edon(leZ (Id inundo: Y en su escondida cíencia Te dió (le la liermosui’a 1 ~amás so1)1 me y la iii U grata (‘Si’nema Entic las llores Si endo lii 11(05 pu ca; Pues ttis culotes bellos De su eterna gi’andeza son destellos. Mis votos alcé nl cielo pol’que ~onan le Guardase (le mi atan la llor preciada; Y no se mai’elii tase en u u instante Apenas mi esperanza realizada. Mas loco el bien en esta vida dura, Porque todo ini amor y tui tesoro El viento (lestruy(’~,y oscuro cieno Vino (t enturbiar la pímI’plii’a y el oro Del cáliz delicioso de ventora Que con sanLo dolor llevé á mi seno. Como ti’i mi existencia ¡ Oh 11 or desvei mliirada Juguete es del destino y la inelemnencitu; La dicha deseada Tan sólo vive un din, un breve instante; Pero el dolor del alma; ese es constante. A1.cn.dN’ro M.ut’rmNuz un Escotico. 1881. 3’!8 EL MUSEO CANARIO.

PLBVISTA. QEJI~CE:NA.L.

Los nuevos Estatutos del MusEo—Un viajero inglés.—Uno viajera alemana.—Donativo.—Teecera velada en el Museo.—

Conferencias en el Ateneo. —Espectáculos de recreo. — Un nuevo libro.—Tou’r COMPLET. Y sin embargo es preciso escribir una Revista, es forzoso bus- car con cjue llenar media docena de cuartillas de papel haya ó no haya voluntad de escribir; haya ó no haya asuntos de que tratar. Afortunadamente nunca falta algo que revistar, y por pocos que sean los sucesos do interás que ocurrir puedan, sie]npln el transcurso (le quince dias suministra material sobrado para llenar una gran parte de esta publicacion, si una gran parte me reser— váran para los chismes y cuentos de vecindad que á mi noticia llegan. Pero como antes que de los chismes y cuentos, tengo que ocuparme de cosas serias, de aquí que pocas, muy pocas veces me sea permitido deslizarme un tanto, levantando apenas la punta del velo que cubre el azafate de los enredos y (le las novelerías. Segun la consigna, debo en primer lugar ocuparme hoy de cuanto se refiera ¿ relacione con nuestra Sociedad EL MUSEO CA- NARIO, y á fé que si á ocuparme fuera de sus adelantos y de los beneficios que reporta su instituto y de la honra que presta á nuestro suelo, do seguro seria interminable. Deseosos sus individuos de imprimir á la asociacion el verda- dero carácter que inspiró su creacion y una garantia segura de estabilidad, ha procurado en sus nuevos Estatutos, aprobados en Junta general celebrada en la noche del 3 del actual, consignar de la manera más completa y satisfactoria su fin y objeto eminen- temente científicos y patrióticos, constituyéndose en centro do verdadera instruccion en los ramos que comprende, abriendo para servicio del público su Gabinete de objetos de ciencias naturales, antropológicas y de artes, y formando con igual objeto una Bi- blioteca general que contenga separadamente una coleccion coin- EL MUSEO C.~NARIO. ~l49 pleta de obras, folletos y manuscritos (le autores Canarios y do todas aquellas producciones que, con referencia It estas islas, se hayan publicado dentro y fuera de la Nacion. Una de las más esenciales reformas introducidas por sus nue- vos Estatutos es fijar un número determinado de socios que no podrá exceder de cincuenta, siendo indeterminado el de los ho- norarios y corresponsales; si bien los socios con que hoy cuenta la Sociedad serán respetados en sus derechos corno talos, no ad— mitióndose otros nuevos hasta que quede reducido su número al ya fijado. Oportunamente publicaremos los Estatutos y Reglamento in- terior.

El 2G del pasado Enero visitó nuestro Museo Lord Carnavon ministro que fmi de las Colonias en el Gabinete Disraeli y perso- na de grandes conocimientos en las ciencias naturales. Fijóse muy especialmente en la coleecion de objetos de cerá- mica pertenecientes It los indígenas (le esta isla de Gran—Canaria, llamando mucho su atcncion los sellos ó amuletos, que, scgun nos expresó, le habian sorprendido agradablemente poi’ su extra- ordinario mírito y valor inestimable, aíiadiendo que tendría la satisfaccion, It su regreso It Inglaterra, de hacer presente á la So- ciedad arqueológica de Lóndres de la cual es Presidente, las cu- riosidades y objetos antropoló~ieosque nuestro Museo posee, pa- ra que los sabios aprovechen la ocasion de venir It estudiarlos. Como recuerdo de su visita al establecimiento, dejó en el mis- mo el siguiente autógrafo: «Ile sido invitado por la galantería del Dr. Chi! para visitar «este interesantísirno Museo, que, segun tengo entendido, debo «mucho It su celo y conocimientos científicos. «Corno viajero de un país distante, obligado en cierto modo It «expresar mi opinion respecto It este establecimiento, puedo desde «luego tributar mis felicitaciones á sus fundadores,y felicitar tam— «bien It los que habrán de disfrutar los beneficios dIC tan útil ms— «titucion.=rrCARNAVON.»

Otra ilustre viajera, la Sra. Fran Major Egger, alemana, ha visitado tambien nuestro Museo, habidndole regalado un cráneo de uno de los indígenas, el Director del mismo establecimiento, Dr. Chil. 350 EL MUSEO CAN~vRIO. Esta escritora distinguida quedó en extremo complacida de su visita, y reconocida á la galantería del propio Sr. Chil y de mies- tro consocio D. Agustin Millares, quienes la obsequiaron con al- gunas de sus obras. Entre otros varios trabajos orignales ha publicado sus curio- sos é instructivos viajes por Francia, España, Argelia, Italia y Suiza, habiendo traducido en alcinanal c~Iebrcpoeta in~1~sTenny, cuya traduccion le valió los i~ccines de los más distinguidos poetas de Alemania. Le acompañaba la instruida jóven 1). Julia Ilonegger, resi- dente en Oro tava.

4* Y ya que hablamos de nuestro Museo, debemos consignar nuestra gratitud al Sr. D. Josá Monzon y Castro que ha regalado para el mismo establecinnento una caj ita donde pueden observar— se perfectamente clasificados los diferentes productos del carbon de tierra, cuyos tintes quieren hoy competir con los de la codo— nilla. Esta coleccion tiene para nosotros doble mérito por haber per- tenecido al malogrado Dr. 1). Alejo Luis y Yagiie, catedrático que fu~del suprimido Instituto de 2.” enseñanza de esta Ciudad.

Cási podemos decir que estuvo brillante como ninguna la ter- cer velada dada por la misma Sociedad del Museo en la noche del 23 del pasado Enero. El Sr. Navarro y Torrens (D. Andrés) dió una instructiva conferencia sobre zoología, que podemos llamar práctica, pues sus explicaciones fueron hechas con vista de los animales ó productos de referencia; el Sr. Acosta y Sarmiento le- yó un bien meditado y correcto trabajo sobre el dulce sentimien- to de la familia; el Sr. Martinez de Escobar (D. Emiliano) disertó sobre la conservacion y vida de las plantas; y por último, los Sres. 1). Agustin Millares, y Martinez de Escobar (1). Amaranto), en ameno debate, hablaron de la importancia de la mujer y de su influencia en la vida del hombre; haciendo el rcsúmnen de este de- bate el Sr. Presidente Dr. 1). Domingo J. Navarro con la facili- dad, correcta frase y esmerado acierto que le distinguen.

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En el Ateneo ha terminado el debate sobre el derecho al su- fragio c&n un brillante resúmen hecho por el Sr. Dr. Lopez Do- tas. Presidente de la Scccion, que ha merecido los aplausos y ova- EL MUSEO CANARIO. cionos de la numerosa concurrencia que ha ido ~i.escucharle, Sien- do de notar el tino, oportunidad y delicadeza con que se hizo car- go (le todos los argumentos aducidos en la controversia, dando pruebas de un estudio esmerado de la cuestion. En el mismo A 10Y030 tuvo lugar en la ((eche del 25 del pasado Enero la lectura de un trabajo sobre las obras (le lord Byron, ohi-a (101 Ledo. D. Piancisco Penichet, y cuyo trabajo fué bastan- te aplaudido, y en la noche del 31 leyó nuestro consociO 1). José de Quintana y Leon una bellísima eomposieion literaria titulada la Emilia, ciue obtuvo los plácemes (le todos los presentes.

Por lo que respeeta á espectáculos de divertimiento y recreo, no escasean de seguro en la época presente, en que todo el mun- do se apresura á ocultar bajo el antifaz la expresion (le su (les— agrado en el borrascoso temporal que vamos corriendo de crísis monetaria, complicada con la falta (le lluvias y otras faltas c 1ue no nos permiten ver muy claro el horizonte (le lo venidero. Y no sólo procuramos no ver lo cine nos espera, sino ciue de- seamos que el olvido de un momento alivie, aunque sea instantá- neamente, nuestras penas. Así es que no economizamoS diversio- nes; y ya acudimos á (lar movimiento it nuestros piés y encanto it nuestros ojos en los bailes cine con tanta frecuencia nos brindan nuestras Sociedades, ya ocurrimos al Circo ecuestre de Mr, M. Feeley it admirar los saltos mortales del Sr. Ferrony y las pirue- tas de todos los de la Compaiila, it ya vamos al Circo—gallera it di- vertirnos con el espectáculo de infelices animales cuyo sacrificio presenciamos con la emoeion dci placer. De seguro que no nos faltan distracciones; pero de cuantos es- pectáculos hemos presenciado en la quincena, ninguno más agra- dable como el de los conciertos con cjuenos ha obsequiado el emi- nente pianista D. Teobalcio Powci, con la cooperaciOfl de la or— questa de nuestra Sociedad Filarmónica, bajo la diieecinn del re- putado maestro 1). Bernardino Valle; habiendo tenido el gusto do aplaudir con verdadero entusiasmo la bella composicion del mis- mo Sr. Power titulada Cantos Canarios, que tan favorable éxito alcanzó en los conciertos del Sr. Breton, en Madi’id. Sentimos de veras que no se nos haya dejado espacio bastante para hacer una minuciosa revista de las piezas musicales con que ci Sr. I’ower nos ha recreado. Y como si no tuviéramos bastantes motivos de distraeeion, pa- rece que la Compaíiia dramática de la Srta. D.’ (~ei’trudisCastro ~5Q EL MUSEO CANARIO. vuelve á esta Ciudad, dejando su proyectado viaje it la isla de la Palma. De ser c~rtaesta determinacion, no podemos asegurar a la empresa muchas pesetas, porque como no llueve, ni siquiera pe- setas ha llovido. Cuando le digo it Vds. que vamos mal con esta pertinaz sequía. En cambio en Sevilla hay sobra de agua, el Guadalquivir ha crecido, y ya pudiera llover por aquí el sobrante de pir allá. En otros puntos de la Península, las lluvias han causado estragos. Por aquí causará estragos la sequía que venimos experimentando. Dicen las viejas que Dios que así lo quiere es porque nos con- viene, y por más que me esfuerzo, no puedo comprender seme- jantes conveniencias. Paréceme que las viejas de mi tierra, convir- tiéndose en optimistas, tienen mucho adelantado para ganar el cielo, al ver que ván perdiendo de vista la tierra.

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Con el título Delirios de un errante ha principiado it publicar en esta ciudad D. Roque Morrera una coleccion de poesias ori- ginales. Conocidas son del público Canario muchas do las producciones de nuestro paisano el Sr. Morera, cuya fecunda imaginacion le ha merecido los aplausos del público y los elogios do la prensa.-l-Ioy que dá it luz coleccionadas sus poesias le felicitarnos.

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Anoche he recibido la correspondencia de la Península. Las noticias son las mismas que las del año pasado sin quitar ni po- ner un tilde. Al ver la tranquilidad que reina en España, cual- quiera dina que estamos en Jauja; pero las ilusiones se disipan trimestralmente, cuando se nos recuerda el pago de las contribu- ciones. *

Uno de los cajistas llega it anunciarme que este número está tout complet. Esta contribucion quincenal queda satisfecha. MAuRICIo. i\~o1. LAS PA~\rxs, Fi~nju:ao ~ ui~ 1881 Nu~r.QL EL MUSEO CAtIARIOI

FILOSOFiA DE LA HISTORIA.

¿( ()MO INFLU VEN LAS CONQUISTAS DE ALEJANDU() MAUNO EN EL P11000ESO HUMANO?

~i ali~uumortal ha parecido un E) ~OS (‘litre los lionilires, Itid Alejandro, ha d icho el ilustrado autor de ((El Genio del (iiistiaiiisino» La expresion llegara ~‘t 1tl~er exagerada, pero de ninguna niaiiera ~ Lista: porque, cuando en medio de ~na época de tntstoruos y treiiieiidas asolaciones, se levanta nno de esos genios (JUO alre(edor de sí ¿itiaen las inicadaS de los pueblos, siendo los ~rhitros del destino y porvenir de las naciones, y conio la encarnacion de la lev Imistúlica tiene eii SU Iil~iLOel desenlace de los acontecimientos; casi lle~aiuos~í pensar al hombre y SU voluntad corno la causa minica del movimiento vital de la hiuiiianudad , y Sriflejaiite ~t un Dios el súr extraordinario que viendo allú en los lejanos horizontes del porveilir el ideal de niies- tra perfeccion, al imperio de su voz y bajo el domni— ho de su superior inteligencia encannna ~ílos lote— bbs casi fbrzosauiente por la senda de la civilizacion y del piogreSo. Y, sin embargo, ni el individuo ~e ¡nueve p01 puro capricho, sino por voluntad racional, deterimu— nada en virtud de las circunstancias y dentro de su tiempo; iii úl es causa absoluta y fundamento único de aquellos acontecimientos, sino actor, con frecuen- cia inconsciente, del gran drama que la Iiuiiianidad To~ioii.—23. 3~_)~ EL MUSEO CÁNÁIIIO. desenvuelve en esta tierra bajo supremas providen— ciides leyes que no le es (lado suspender, ni precipi- tar jamás: porque «toda grande obra ha necesi ta(lo y encontrado su obrero, corno tan bellamente se expresa u ti fil(’)SofO í~O1iteillporúneo. Llegado el tiempo de ejecutar alguna grande empresa, y dadas todas las condiciones exteriores, la Providencia euvia un ge— lijo capaz y (lestinado ¿i realizar la idea fecundada y madurada en las entrañas de la historia)). Pero esos genios que la Providencia envia par~i cuiriplir y llevar á cima los grandes acontecimientos, 110 SOli los solos artistas de la civilizacion y del pro- greso. Cada hombre, dentro de su esfera y en su lí— mi te, allega materiales por insignilican les que pa- rezcan, y todos juntos en múltiples relaciones y en armonioso con curso, van trabaj ando si u tregua ni descanso para el bien individual y comun, sucedién- dose en esa obra maravillosa; y al rnisnio tiempo los pueblos y naciones, artífices mayores de organismo más complicado y de fines mnñs altos, Iransmiten la herencia ujue laboriosauiente alcanzaron, á otras ha— ciones y pueblos, cuando, llenada ya su mision y cumplido su destino, son llamados á desaparecer de la escena Instórica. No es, pues, Alejandro sólo á quien debemos ad- mirar. Nuestras consideraciones tocan tauibien, y en una parte muy principal, al pueblo griego, poseedor de los inapreciahles tesoros de ciencias ~ artes, mi cu- ya herencia eran llamados el Oriente primero, y me- diante éste, todos los demás pueblos de la tierra. Asi la Providencia, segun eternas leyes, va llevando á los hombres y ti las humanas sociedades mí su perfec- cionamiento y ulterior destino. Los conculcadores del progreso humano desligan y separan completamente á Dios y al hombre, ata- cando violen tainente nuestra naturaleza perfectilde, y cometiendo un atentado criniiual contra la infinita perfeccion del Sér Supremo: suponen que, áun cuan- do la razon conozca lo infinito y absoluto, y la fan- tasía le dé vida sensible, determinándolo mí ser en ese mundo de sus propias originales concepciones, no I~LMUSEO UXNÁItIO. hay en el Iiuinl)ri-’ stifieien (es medios para Ilevat al mundo de las realidades hechos cada vez ni~sproxi— fIlOS al ideal, por m~isque confeseiiios disten sieiu— pre inhini Lamen te d1 iiagotable edunilo tic peifee— clones; acusan u 1)ios, en su iiiipiedad, (le luther condenado al h 01 iii re, hecho ;~su iii inueu y sen te— j anza, d la horrible desaparicion de no poder u i1 t~u en su vida al tipo ( riginal; 6 siiponeli al litiiiiaiio linaje colocado al acaso sobre esta tierra, sin plan l)rec01aCebi~~Io,y en Lera y ahsolutainente conocido itot la Sahid lilia eterna; despojado de conciencia y de Ii- 1 ertad para obrar dentro de fil espacii 11 1~l5 ~i1111)11 cada vez y ni~tsseguro; sin finalidad ni dest iiio al cual ha de acercarse progresivanwn te para el ruin— pl i inien lo de aquella lev que en tal 1 bie ve e 011) p10- funda sentencia nos fu~revelada: « ~ed pertbetos ro— iTiO vuestro padre celestial ~ P~~’~°~; cierrai 1 los ojos ~i la verdad ile ese gran lii ico llamad hiist uia, testigo siempre fiel y seguro de las evoliicioiies liii— manas, encall1inadas llenar y doliunar la tierra, para gobernarla coil equidad y eoii tist ~ ii cian— do iflOIlOS la consideran como uiii ciii nuli de hechos realizados casualmente, sin lev, sin iii terveticion pro- videncial y sin relaciones interiores, in colare; olvi- (Ial!, finalinen te, qi te el h nul ne Leal aja cii su t erres— tic peregrinacion para buscar el reino de 1 )ios y su justicia. Para nosotros, por el contrario, la hinuanidad vive bajo la mirada de flios, y su vida se realiza en el tiempo y en el espacio conforme ít las leyes P~°~ videnciales de su propia y entera naturaleza, enca- minadas sieiripre al cuinpliniieuto de su desti lo. Con- fesainos, sin embargo, que exponer el desenvolvi— miento progresivo de esas leves en las distintas faceS tjume presenta la historia, es decir, en las edades, ~po— cas y períodos de la vida liuniana; indagar it Iraves del confuso laberinto de fenoinenos, al pare~1 con- tradictorios, aislados y sin relacion de urn s para otros, ni con el todo, el car~icterdistintivi) 1 )aj 1) cUD iii ti it— jo la humanidad camina, explorar y determinar la ley, enruedio de las agitadas olas que pum donde quie.— 3~6 EL MUSEO CANARIO. ra levantan las tormentas sociales ~ políticas, y ú traves de las violentas convulsiones de imperios que se derrumban, cediendo el cetro del inundo á manos más robustas y varoniles; es muy dificil tarea que exige un detenido estudio, una meditacion profun— (1a. porque el valor y significacion del hecho históri- co, no solainent,e se determina por el particular ca- rácter ~ educacion, edad y época de la vida del homn— bre que lo ejecuta, sino tambien, y sobre esto, por esas mismas circunstancias en el pueblo y en la raza, por el influjo de otros pueblos y por el momento ms— tórico que ocupa en la vida universal humana. Mas, si llegamos á pensar, como punto de partida y fundamento racional, que toda realidad, y por con- siguiente el sér ~ la naturaleza humana se desenvuel- ven en sus temporales mudanzas, resolviéndose pri- meramente bajo la ley de la unidad en absolutas afir- maciones, sin libre distincion interior, ni movimiento individual espontáneo, aunque ciertamente conte- niendo pueblos y naciones diversas, pero siempre encadenados ~t una idea fija y opresora; por más que en su fecundo seno viva como dormido el gérmen de múltiples y variadas relaciones, encontrarnos la ini- manidad en su edad prímera, el mundo antiguo, la infancia de los pueblos. Dominando siempre y en todas las épocas de es- ta primera edad, corno su propio carácter y sello dis- tintivo, la unidad, llega sin solucion de continuidad el imperio de la segunda ley de la vida, la adolescen- cia (le la humanidad, la edad de oposicion con sus luchas entre pueblos é ideas antitéticas, con sus más altas y comprensivas soluciones, ofreciendo de conti- nuo nuevas afirmaciones y negaciones, trayendo al movimiento y mí la vida problemas cada vez unís com- plejos y variados que estimulan el pensamiento y le- vantan la razoni mí una vista y conocimiento niénos os- curo de lo fundamental y lo perfecto; hasta que lle- guen los dias de la reflexion y de la madurez que hoy presiente todo espíritu serio y pensador, cuando bajo el suave dominio de la ley de armonía, con el co- riocimiento (le cada organismo humano en todo su EL MUSEO CANARIO. 3~7 ~ valor Y en sus relaciones ordefla(las, Se reali— ce con acLividad ilimlta(la dentro de su esfera totia ohra para SU fin sin obst~euIoiut~eriorni colision extraÑa. 1)a. MAIITINEZ DE ESCODAR. Catedrático de Metafísica (le la Uiiiversidacl de la ¡ labaim.

(Genl inwná.) 3 ~IS EL MUSEO E~N~.1UO.

J~\~SBhI]LIOTECAS I~IIIBLItAS Y L\5 LIBRERIXS PXIITIGULXRES,

Xl nombrar las bibliotecas, nos refbriinos a esos edilicios destinados ~ícontener mucho de lo que se ha escrito Sobre todas las materias objeto del estudio (11’! liomimbre. Cuando hablo de librehas, mio me con- traigo esos establecmnen tos donde se venden libros, 5100 11 las colecciones de obras inús o menos nume- rosas que los particulares han podido reunir para (-‘5- tu(iiar o consultar. lina biblioteca es uti cemitro de illStrU(ciOfl , un (~t11~l)(1)(omLlll donde todos los que (leseen iustruirse \~iUú estudiar. Una lii rería pa rti- euler es, la IIiúS de las veces, un campo cerrado, (1011- de solo pi mcd p~’i1et1~rel dueño de (d . La Pi] iliotee es para todos; la librería es caSi siempre para uno.——— La Pi])lioteca es prol)iedad de niuchos; la librería es el patrii nonio de su propi e tarjo. El pueblo de algu- na importancia, donde hay muchas lil)rerías y 110 hay una biblioteca, da una idea muy pobre de la ilustra— cion tic sus lialjitan tes.—~Sequiere conocer la histo- ria (le una nacion , (le una provincia, (le un pueblo? —Se vii á una biblioteca. Si no la hay, la nacion, la provincia, (~lpueblo no soti interesantes, y el viii~~eio pasa por ellos, como pasaria por las ruinas de Troya, ú 110 haberlas (lado mi conocer el sabio y perseveran Le Shuiemna[Iu y su denodada consorte. 1 11 púlToco, un mn~dico, ini ah igato podrúu te— iitr iiuia lmlneria mnús ti menos rica, si habitan en un 1uueldo retirado de la capital; pero en una ciudad donde exista una biblioteca seria un lujo iu~itiltener una abUli i~iu te Iibrería. 1 ~aSbibliotecas traen i uralcilahies ven tajas.———En EL MLS1’~0(~X~XI1I0. piiiner lugar esLL ti nuestra (lisle)sieioll un lul iute— cario entendido, celoso, serviclal ~ 1 arato.--—l )espius 1)od(’ITlos e~aininac y i~oits~tlur o1~asjtt 1’ iii) tu titit i~ ni seríamos capacei~(le adjiti ii ir iii idi que 1 cit’~ran1ospor e1las.—Adenii~s se nos dd ti ti ~ ~ 1~— ma pa~~tomar las notas (JUY (l(IelaIiiloS, Y SP lbS iles- pide con la misma buena voluntad Y honra con que liemos sido recibidos. 1— LI caudal (le dolo )djinieli Ii is que 1 ial iret i1( is uit quirido allí nada nos ini costado, y sdio hl uit it s hecho el sacriticio (Te a1i~iiio(Te uiusl ro tieni 1io que liuhiéiaiinos consumido igualmente cii ibiostra uisa ¡ Cuán La diferencia la de una lilinita palIittlai! Por abuiidaii Le que sea, no es su ti o u Le a 1 leitu i las necesidades de un lioiiilne estudit )sO, de iii 1 es— critor (fue (Inicie p10ce~~~coii t( ila t”nl( ti al, Y le- Lcr en las fuentes originales. t na cita fa isa o eqili- vocada quit:L (1 in”rito á iuia (ita y u sil aiutui, quien los erudiíos y sabios leerumu (bsjtlies uit siwia can Lela y (Tesiani tianza. ~ P~’~’evacuar esas citas tal cual Si’ desea ¿ten- du’L el escritor en su libreria los a ubres ueesa iii s?- Esa es imposible; porque aun cuaiido josea. ullaIllitis le (‘1105 ¿,tendlrá La itihien las relereiiciuis?-~—1~staiuios muy lelos de creerlo así. 1 ~odiá sttceder que haya otras pern toas inst cutidas que sean dueñas de esos libios; ¿I1evar~con el las la suficiente confianza mira pedirselos prestad s? —~Y si la tiene ¿los prestti~isu duefio?—Lut falta de 1 tiblio— tecas públicas hace que los pos~~1oresile 01 mas ca ras 6 coStoSaS, 6 las nieguen 6 no las presieli ~i los que las desean consultar, y u lo naís lorinil ini u q ute 1 que lo pietenda, tome las indas ijite necesite cii su propia. casa.. Esto tiene sus nicouveiiieii [es no y gui — ves. El que estudia o (sclibe casi sieiiipue ha de con- saltar una obra muchas veces, Y sieudo isla Ijena, 110 está en cicunstancias de molestar lodos los dius al duefio de ella, que 6 no esbaruí cii su 1 iluería , si lo est~i, se hallará dedicado uI tral ajos que leclanitul

la soledad y la meditacion . 1 ~or IH oid a loso jo set, concluye, en fuerza de las que considera molestias, EL MUSEO CANARiO. por ponerse de nial humor y regarse al que~cree ini- porLuno. Tales son las ventajas de las Bibliotecas públicas y los inconvenientes que resultan de no haberlas en una poblacion que presuma de cuita. En nuestros tijas se calcula el grado de ilustracion de un pueblo por el ndmero y clase de sus establecimientos cien- tíficos y (le sus bibliotecas. La Nacion que obtiene la primacia por estos conceptos es la República de los Estados-Unidos de América, donde el simple jornalero no sólo sabe leer, escribir y contar, sino que conoce con más ó menos extension la física expe— riinental, la química orgánica é inorgánica y la his- toria natural Séanos licito abrir aquí un irlinelisO paréntesis para pasar fi nuestra EspaÑa, cuyo atraso, en punto tan initei’esarite y de tan vital trascenden- cia, alcanza tainbien ú las Canarias. En ellas SC puede decir que no ha habido en muchos afios sino una sola Biblioteca publica, la del Instituto de la Laguna en Tenerife; pues la que te— fha el Seminario de esta Ciudad, que enriqueció el litmo. Obispo D. Jilidas José Romo, haciéndola pú- blica, perdió este carácter desde que en el aÑo de 1 85~2 se encomendó la direccion de aquel Establecimiento fi los Jesuitas. Una de las primeras medidas que to- maron aquellos Reverendos fué quitar la Biblioteca del salon bajo que ocupaba desde su instalacion y relegarla fi un casi desvan. Algunos años despues fué trasladada al piso principal, pero no se repuso la an- tigua tabla que decia ser pública, y quedo como pro- piedad exclusiva del Seminario. Habíanse depositado allí muchos y muy interesantes libros de los conven- tos de Religiosos suprimidos en esta Ciudad, pero desgraciadamente estos libros liani desaparecido cii casi su totalidad. Algunos años despues la Excma. Municipalidad inició el pensaniento de formar una Biblioteca pfi— blica en el mismo edilicio de la Ciudad. Invitose fi muchos sugetos de la poblacion; pero pocos contri- buyeron con alguna que otra obra, creyendo acaso que el pensamiento no llegaria fi realizarse, ó que si EL MUSEO CANAIIIO. 3~i1 se alcanzaba duraria puco, SegUii por desgracia esta- mos acostuIllhl’ados ~i verlo entre IlOSOLlOS. Así (‘S ~pie,va sea po1 estas ~ a otras causas, poco se Ita adelantado bajo este pauto de vista, y la Uihlioteca municipal no tiene la un portaiicia que era de ~I~’~’’ si bien posee algunas obras interesantes. La instalacion del iíl(.sco (~anai~iü,de ese centro científico, que iii ita Perdido ni debe peider iiUii(~t (le vista que estd llamado al foiiieiitti ile las collejas naturales y aii tropolúgicas y de cuan tas ioii ellas ~e relacionen, ha fijado partic u larnien te la atencion del ~\1110 ic ipio, haj (1 c tiY~p10t~L~ioii se hal la. Esta Excma. Coiporacion pielisa trasladar su bi— Idioteca al saloui alto que unja al naciente, con el un de alirim al publico tau nl i 1 estahlecniiieiito: de esperar es ~jtme,iii~isadvhuite, sea el Museo el cucar— gado tic 511 fOlileilto Y (listodia ~t fin de que bajo su di rece ioii pi’oduzc~tlos frutos (fue (5t~íIlaniada dar en prú de la publica itas1 rae ion. A tal fin se dirige este articulo, en ti que, antes de terminarlo, liahreuios de proetiral desv;niecer cier- tas p~~ocupacioiu’sy (Xp mcc la 1 cisc sol ire ~ltic el Jlaseo Ca )/a)~U) se ha resuelto ¿~ Íbriiiar la Ijibliote— ca pnlilica. La nntvor parte de islas, sobre li)dh) cuiaiiilii 11(1 inni sido instaladas y sul ivencionailas pi ir el Estadi p~~ala a(Iqtmisiciiu (le oliras antiguas ú nioilernas, se han ido cutis ti tu venilo ia~o~ poco, por 1 ucdi de donativos particulares, y despimes, cuando las Socie dades ú (~orporacioules que las han t niinli a su car- go, han pulido disponer de b indos si tibien tes , han ido iiaulatinauueute euiriquecieiidolas hasta b irniarlas niiuis o nn’iios ciiliupletas, segiul los ti tedios de que han pod ido disponer. El _lJu.sc ) (ai~a//0 se piiipi inc valerse ile otr is medios ventajosos para el donante, y que es el nos— mo que ha seguilo cii las colecciones ile lustoria na- tural y antropología qtie octmpau sus extensos salones.-— La Sociedad no exige donativos, cuando ni) sea (sto (1(1 gusto 6 vol uui tad de los di iuman les: ¿al tui te el depiisi tI 1 v°’el tienipo que quiera el que preseuiht los ol ij (LOS 1~LMt~sE~(~XNAOIU. 6 libros, anot~indoseasí en el registro; de suerte que i°’~este sistema, el dueño no se desprende ~ com- pleto de lo suyo, sino que se hace condueño o copro- pietario, hasta que, 6 por sir voluntad se desprenda voluntariani en te del donou jo de la cosa, 6 se haga duefio exclusivo de ella re~laiuandosu entrega, que se le liar~rdesde luego y con las debidas formalidades. Y dicho se est~rque cuando la Biblioteca se abra al pdhlico, que no tardar~ímucho en estarlo, en el local donde se encuentra hoy la municipal, hasta que se traslade ~i los salones contiguos al Museo, se abri- ra todos los dias fi’stivos á ciertas horas, en las cua- les podr~uiiir á leer los que lo deseen. No se crea que lo que se ha (le presentar ~dMu- seo, corno donativo 6 como depúsito, haya de ser una obra. de luto, nioderna, que trate de esta o de la otra materia; no, una Biblioteca lo adun te todo, sin dis— tincion (le encuadernaciones , de ediciones , iii de asuntos. Mús aún tallll)oco exige ohras completas: si el donan te ú depositan te tuviese una olur~tiii corm1pie— ta, no importa; acaso se (ollmpletarú (~O11 el donativo o depúsito ~jue otro haga (le tornos sueltos de la mis— ma obra. Así se formarú la Biblioteca del Museo, corno así tamnhieim se iran formado las ricas y va coiri- pletas colecciones que en varios ramos de la historia natural posee en sus salones. IIecl1a esta aclaracion necesaria, súlo falta qtmc to- (los los aniantes de la instruccion y del adelanto se presten á contribuir por cuantos medios estún mí sus alcances ti un Estableciinien to que Serú Uli 11101111— mnen to unís que ha de honrar ti la Ciudad de Las Palmas. .1. 1 >XDILLA. EL MCSi~O tAX~t111O.

LA CONI)ICION DE LA MUJER.

Que la mujer tiene en nosotros tina saludahie y trascendental influencia, es una verdul que rin nece- si La demostracion Negar la iniportancia, la abniega— cion y aún las virtwles de la mujer, y sacar relucir sus defectos, es la niavor de las injnsticias; porque sus defectos, piles toda obra liuniana es imperfecta, (Inedali osciireci~los por SUS grandes virtudes. Esto lo reconocen hoy tui Lo los historiadores, coiiio los po~1sy todas las persoilas eruditas; pelo liul (O una ópoca en la que 110 sólo SO desconocía la influencia, iillportancia, abnegacion y virtudes de la mujer, si — 110 que se cuestionaba muy formalmente si tenía ó rió alma; y aún llegaron algunos Doctores de la an— tigítedad dudar si este s~rtan eiicaiitador pene— necia al g(’nero hiu iflaiio. ¡Parece mentira que se (lu(lanl si tenía amia la que es alma de nuestra alma y vida de la familia! ¡ Dudar si pertenecía al g(’olero liu mano la que (‘ifra toda su ventui~i~cii ininolarse por sin fani ¡ha y por la humanidad! ¡ La cine dejando sus afacciones ni~1sca— raS corre de pueblo en pueblo cii busca de los (1110 lloran p~Ini euj ligar sus hlgri mas, y 011 bns(aL tani— bien de los enfrcmos para prodigarles sus cuidados, Si 11 inús recompensa filie la satisfaccion de haber so— c( )lTiLlO al necesitado! ¿Quién no iflc~iwt la cabeza con respeto ante un fiiigel de la tierra, ante una hermana de Ja caridad? ¿Quién no pronuilcia con respeto el dulce nombro de madre, primer nombre que el niflo muodula cii la cuna, y último que articularán mús tarde 511S la- bios moribundos? Si fuera poeta diría que la mujer tieime más de 36 ~ EL M tSF{.) C.XXIUO. divina (fue de humana; porque solauien te un espíri- tu p1i~~ilegiadopuede llevar (‘un satisfaeciou y con- tento una vida que 110 es mus q tic tui (~ni qn uado sacrificio. En este senLiJo no alulal)aIl los antiguos muy ilescarriados en sus opi iliones; ‘1»> a juzgar Po’-~ el lamen table abandono en que dedalcnn la ni uj ci, era otro (‘1 concepto que tentan de ella. Se la impo— lijan deberes, se la exigiau sacrificios i~et~osos,pero 110 se la ilustraba sobre la manera de euinplulos. Afortunadauien te soii va otras las eleellcias nle los p~ieLios civilizados: iioy no se discute si la nitijer tiene Ú nó amia, (‘) Si pertenee 0 110 itl ghiero hu- mano. Ya no se la consider~t (01110 una coSa, ni co— mo una esclava; o niejor dirijo, va no es una iná— ~juina de placer, S~flO(OlIlpieiilellto (le 11t1(-’Stl’a exis- tencia, depositaria de nuestra honra y niadre de u u estros lujos: 01),jetos los muís sagrados para el honi- lire y únicos tesoros que consti(iiven su verdadera riqueza. No, va no es l:i esclava del honibre, sino la sefiora de su alhedrio y la reina ile su ~‘onizoii. La lustoria. de la cundicion ci e las ni uij i’res en tic lo~diferentes pueblos y en las diversas ~dades dci niumido es la Instoria nmisina de la civihizacion. La degradan oti en vileciu u etiLo de la 11 uj raen naturalmente la degradacion y envi lecinnen ti de los puelilos; pues las costumbres públicas 110 son unís que í~lreflejo (le las (‘oS~unilJrespii~~tdas.La mujer t-’s la qn~’(luí uí la familia su verdadero car~ir— ter; y la oigan izacion de la familia influ e 110 1 oco sobre las instituciones civiles y políticas y sohici’ el nivel niora 1 de las naciones. ~s1 es que los pueblos, donde la mujer se encuentra todavia, relegada al se!’— rallo, i iiaumeceii estacionarios y enibrutecidos sil! dar u11 nnso en la senda del progreso. I)ifínil es averiguar cual seria la. cuuidicioii de l:i ni uj er en los tienipos prehuis tolicos; porqu e 11 han llegado hasta nosotros iiionu mentos de estos orígenes oscuros de nuestra raza. 1 ~nicawen Le se puede fiir— mar una idea aproxiina.da por ciertas tradiciones an- tigu as, y por la analogía pro]anhle de los tieiopus priiiiitivos con el estado actual de los ptieiilos }u~u’ia- I1~ ~\1USE( ) CANAIl 10. fOS que los viajeros han ílose ihiert() OH los tiempos modernos. Ni la faniilia existia, ni se conocía el rna— triiiion io en tan remota época. El padre era iiocido pan~ los hijos y éstos llevaban el nmnlne (ir’ la inadi~e:en ciertos países se les atrihuia al hombre á ( 1uj~nmús SÍ’ 1)~t1~’i~L11Y P°~las 01111 (‘POS Se 0(111 fa— haii las gen ealm )~mas. La eonservaoiori del ftie~o110”, Sifl dLId8, el PUS) mas uiiportan fe y seízuro qn~ dié ~ ~ entonces el hombre en. el camino de smi 1 neiiestar y perfecciona— inico Lo; poi~itte eoii tan 1 narav i lIos( i u ven Lo 1 iUC iÚ el hogar (loméstico, la casa, la familia, la original y primera de las soeied~túeslitunanas y la iníms iii tiina, se funda en el anior. (ionsti Luida la familia, no es va la nuijer la que da SU nombre ~ílos Ii ijos, es el 1wfil ne, es el 1~tdrt’. La mujer entonces gana en seguridad y *‘ii dignidad, dá al hombre su heredero y SO convierte en esposa, en niadre tutelar de sus hijos. En toiices comienza lo que puede llamarse estado patriarca!. 1)esde enton- ces el laclre es el dueño el monarca de su peqilefmo remo, el I)ios de SR diminuto mundo; to(lO gravita alrededor de él y todo depende de su voluntad. Vivo se le obedece, y in uerto es o] )j oto de 110 piadoso culto. En el periodo patriarcal el hombre compraba d la mujer pag tndo una deuda u otro padre de familia: si la primera mujer era estéril, tom naba otra, y los hijos de las concubinas formaban palto de la fanmil ¡a; pero la primera innjer se consideraba como madre. Ved si no lo que nos dice la fliblia de la familia de Abraham, de Isaac, de Jacol) y el rango elevatlo que ocnpahaii Sara, Rebeca y Raquel. La madre de fa— julia era atendida y respetada, y ejercía cierta auto- ridad: todos se inclinaban ante ella en señal de res- peto y suinision. En las grrndes monarquías despéticas del Orien- te, tanto el hombre corno la mujer se hallaban el primero embrutecido por el despotismo, Y la segunda degradada por la poligamia. Los más ricos tenian rn~tsmujeres, como tanibieri tenían más carneros Y caballos. El serrallo de los reyes era una señal de smi 366 EL MUSEO CANARIO. rango y opulencia. El mundo oriental poco ó nada ha cambiado en este concepto: las mismas institu- ciones han conservado las 1-nismas costumbres. La organizacion de la familia en todos los pueblos antiguos, es el reflejo (le la organizacion del Estado; pues así como éste absorhia y anulaba al individuo, así el padre absorhia y anulaba íi la mujer y á los hijos, que eran sus esclavos y podian ser hasta ven- didos. En Atenas, punto luminoso de la Grecia, tipo inmortal de la sociedad antigua, la mujer estaba siem- pre en tutela, ya del padre, ya del marido, y en caso de viudez, dependía del heredero del padre ó del de su marido. Jam~ispodia disponer de sus bienes ni de

sus pei~sonas. - El padre la cedia al esposo con una dote; el esposo podia enajenarla cediendo á la vez la dote y la mu- jer. El matrimonio era obligatorio; el padre ó el tu- tor que no casaba á su hija ó pupila era castigado por las leyes; aquellos eran los que elegían los espo- sos; pues la jóven encerrada~en su departarriento, no conocia ~ínadie. En este retraimiento del cual no podia salir sino en ciertos dias determinados, para asistir d las proce- siones religiosas, se ocupaba en obras domésticas y en vigilar los esclavos, viviendo en la ignorancia y en el aislamiento. El marido, el padre, los hermanos pasa— han casi todo el dia al aire libre en las calles y plazas públicas ocupados en asuntos políticos ó en ejercicios corporales ó espirituales, sin llevar un asunto de inte- rés ni de entretenimiento al hogar doméstico. Jenofonte describe el papel de la mujer griega, (le la esposa legítima, en estos términos: ((La mujer, decía, debe parecerse ~t la reina de las abejas: no salir de la casa y ejercer una vigilancia ac- tiva sobre los esclavos; distribuirles sus tareas, recibir las pi~ovisioiiesy disponerlas en úrden etc. etc)). La condicion de la mujer en la Grecia antigua, en la misma Atenas, no se diferenciaba mucho de la del esclavo; pues éste al fin, era generalmente tratado con dulzura. El m~tsgrande filósofo de la antigüedad, Aristóte- EL MUSEo CANARIO. 3G7 les, clasificaba la mujer entre el esclavo Y el niño, cre- vdudola tau bien incapaz de conducirse á sí misma. La inferioridad intelectual Y moral que los griegos atribuian á la mujer debia poner entre ellos un obst~— etilo insuperable ú SU libertad. En Hoina la mujer estaba unicho más sujeta. El hombre, padi~eó marido, era el dueflo sin reserva, Te- mia derecho de vida o muerte, sin excepcion, sobre todos los miembros de la fiuinilia. La mujer romana COIllO la griega, estaban en perpétua tmitela é incapa- citadas siempre de (~jercersus derechos: de 1110(k) que en el hogar romano, fbrmado sobre la piedra neyva de la esclavitud, el pa~e era un déspota, la mujer una cosa, el hijo un esclavo, y el esclavo una bestia. La mujer romana, la madre de la lamnilia, la ma- trona, vivia en el aislamiento corno la mujer griega; pero no con tanto rigor. Podia salir y asistir á los coii- vites, á las fiestas y á los espectíiculos; presidia la educacion de sus hijos y confeccionaba las telas ocu- pándose además en todos los quehaceres domésticos. Poco á poco esta simplicidad de costumbres se al- teró. Se vió á las mujeres tomar parte en todos los debates que amenazaban la decadencia de la Repú- blica. Las odiosas fiestas llamadas Bacanales se se- Ñalaron por los actos inmorales, no sólo de cortesa- nos y esclavos, sino de mujeres libres, y hasta do matronas romanas. Las leyes se multiplicaron contra el lujo, el adul- terio y el relajamiento de costumbres; y lejos de conseguir la correccion de tantos desórdenes, anun- ciaban por el contrario un rápido decaimiento. El divorcio llegó á ser considerado como un ju- guete, y las mujeres del alto rango daban el (~jemplo de la corrupcion más depravada. Sin insistir más sobre las costumbres ahomnina— bies que han deshonrado los primeros siglos (le! Ini— peno romano, fácil es comprender á donde hubiera llegado esta decadencia, sin la apanicioli del Cristia- nismno y la invasion de los pueblos bárbaros: dos acontecimientos que habian de elevar Ét la mujer y arrancarla del estado de postracion y envilecimiento 3*8 EL MUSEO CÁSMIIO. ~‘ iiue la tanta sumida la poligamia, y conservar la dignidad (jitO le habla coufrridu su titulo de esposa, titulo que le garantiza la monogamia impuesta por la le~islaeionde aquellos pueblos. Entre los jwlios, la mujer era tratada con defe- rencia; el matrimonio era honroso, y el adulterio se castigaba severamente; pero la poligamia, institueiou eninun á todo el Oriente, era l)ermitidzt con la con- dicion de no tomar mujeres extranjeras, y el divor- cio no era dificil. Por manera, que el ideal que los hebreos tenian de la mujer, de la madre de familia, no se diferenciaba mucho del de los griegos yroma- nos. La opinion de la inferioridad de la mujer so pro- longó lar~otiempo entro los judíos. l]l apostol Man Pablo declaró que la mujer debia estar subordinada al hombre como éste It Jesucristo su jefe: consideró al matrimonio como una debili- dad, como una concesion y casi como un obstáculo á la santidad perfecta. Sin embargo, habia en el naciente cristianismo inspiraciones de otra naturaleza que daban It la mu- jer un lugar más alto y más digno de ella. En efecto, el cristianismo establece la igualdad do todas las almas ante Dios, sin distincion de sexos, de clases ni de naciones. Condena absolutamente la poligamia, y el mismo Jesucristo elevó el mab.’imo- nio al grado de sacramento deelarándolo indisoluble. Promete la bienaventuranza eterna It toda existencia humana: no limita la mujer It la práctica de los de- beres inferiores; pero la llama It practicar con el hom- bre las más nobles virtudes, It elevarse como él por la fiS, y It participar del mismo título en la salud eterna. El marido y la mujer ocupan el mismo ran- go en la familia cristiana; tienen la misma autoridad sobre sus hijos: la misma responsabilidad moral, los mismos deberes reeq~rocosde amor y de fidelidad. Este progreso iniciado por el cristianismo no hu• hiera modificado sino lentamente la condicion de la mujer en medio de la corrupcion del Imperio ro- mano, sin la intervencion de los pueblos bárbaros, que si bien cubrieron de luto el sol de la civilizacion, EL MUSEO CANABIO. caei-nlo bajo su illil)etlIosa 1)arbi’Irie las ciencias, [as artes, y las religiones del viej o i-mindo, de 1tosi tai’on los g6rmeiies de costumbres nuevas y haj (‘iel’to as- pecIo fluís puras. Aquellos pueblos b~rhai’ose,jen’ian la hospitalidad con largueza: castigaban (un severi- dad los adulterios, se (‘ulitentahali con una sola i dii- jer y se hahituahaii desde iufios una vida ti nra. Consideraban la 1 nlltj (‘1’ 110 (‘01111) 1 fl elior 1(1 1mw nl ti’e, Segun lo 1w ma licc’lio el inundo an igno, siiio ci iiiio igual y compaÑera suya: y lo IlliSnio en la paz que en la guerra, elia segnia ~ su marido; y si nioric, lo reemplazaba en el combate. La caballería fue’ una institnci ni que teni~ip~’ principios la proteccioii (le los d(’ltiles y el amparo de la muj er; pues la galantería llegó ~i set’ un (‘nito pai~alos caballeros andantes. En c uist ma ncia (‘on esas costumbres galantes y caballerescas tic aquu’lla. edad, y movidos los caballeros de sen ti iiueiiti )S 111111— donorosos muy leales Y I11UY iioi)1(’s, rendían vasalla- je ¿1 la mujer y se declaraban hasta Intimides esela\:t 5 de sus damas p01’ ellas elnpren(lian los Viajes ui~s largos y penosos Y SC exponiali ~t toda clase de peli- gros. Los torneos, juegos guerreros de la (‘(1 ni 11 Ie(1 ja, de esa rucia (“poca (le barbarie y de ignoi’allt’ia , de— mostraban de una maiiei’a evidente el [tl’etiou1uno cjtie ejercía la muj ci’ en el t’orazon de tantt s (»i i~tdes. ¡ Lastuima grande qi me la ltluhtlL del 1 liii It nIal (I ‘rVam 1— tes acabara (‘011 una inst i tuc’iomi tan pot”tiea pai’a los (lP.Sface(1O/’PS (lt~~(UJVU 1’io~s! Estos j tiegos guerreros len~anlugar bajo la presidencia de bis ilanias. El título de esclavo de una daitia (‘t’~1 lionori 11(1), y su iaoinhi’e era pi’on unci ado (‘011 i’csltett) cii los 1111 )II1C[I- tos supremos del (‘onhh)ate. El inisnio (‘ervan les, en su i ninortal novela, t’cii- suya la peni tencia que inician lt t~t’aballei’os andani (‘S P~’~’agradam’ in~ísií sus damas, y mies pinta ~i Sancho testigo de las que hizo 1). Quijote en Siei’i’a Morena aludiendo quiz~imí algun (‘al mallero que llevó á tal (‘xtl’e- mo su locura. No es exagei’ado afirmar citte la poca cultura in- telectual del lionilti’e en aquella t”poea, le i’edujo ~ TOMO ii—2í. 370 EL MuSEO CANAI1IO. un estado inferior al de la mujer. No es la naturaleza, es la educacion la que esta- blece cierta di íbn’ncia cii tic los dos sexos. Es verdad que las niujeres tienen aptitudes dite— rentes; pero de igual valor en realidad. Instruid las mujeres y descuidad la instruccion de los hombres, Y éstos ho tardartmn en caer cii un estado de inferio- ridad; l~)i~1U~hoy no es la fuerza, sino la inteligen- cia la que decide las (LLe~tioiies. En iiuesfro concep- to el iutens bien en teiidirlo de la sociedad moderna ~ P~0~Lh~1~ci iiiedio de elevar ~mla mujer al rango que le pertenece de derecho natural y desenvolver todo lo po~ib1elos liie(lios de su (‘din acion. Nadie desconoce la i nil ud icia que e~jerce la illu~er sobre los lujos, los ‘sl~SOS y cuan tos las rodean. ~ si esta influencia pr0\~ie1ie ile espín tus ignorai]tes, es claro 1C Se (‘]ene ‘ní e~intra la verdad y contra el progreso. Al contrario, los hijos y los maridos guiados por la unqer instruida, se deseuivtielven en el inisiiio seii— 1 ido que elia ~ la imiarelia de la civilizacion se acele- ni cii beneficio de todos. En esta absoluta comunion iii teleeti 1~ilY 11i( iral di’ los dos sexos, se encuentra, á nuestro modo de ver, la unís alta emancipacion que ptied’ amnhieioiiar la mujer. hoy la condicion exterior de nuestra cara mitad ha mi iejorado (~UlSideral)lelnen te. La tutela del mari- do no es una cadena q u e aprisiomia ~mla mujer como en los 1 ie 1] po~ antiguos: y si 1 den 110 disfrn ta de una absoluta libertad, es porque los deberes de la fami- lia exigen su p’sei~~~~,que, lejos de ser tina sujeclon, es una razonable org;uizacion del trabajo. Viuda 6 emnaiicipada es dueña de sus bienes eoiiio lo es de SU persoila, y ostenta. los ifliSiliOS derechos civiles que el hoi ni re. [hiede ganar honradamente su vida ejer- ciendo el comercio, la industria, la enseñanza, las cieiicias, las artes; puede atravesar el Ii itindo, leSpe— tada de todos, sin otros pm’otertores que las leves, el progreso de las costuitibres y la dignidad de su con— dtu~ta. Fn ~Neisco ( U3P~EiiXBODRIGUEZ. EL MUSE’) CANARIO. 37 1

III ELO CALIENT E.

Traducido de la Revista científica (file, bajo el ti- tulo The Enqinee~,ve la luz P~d)lic~Lcii luglaleira, nos remite nuestro ilustrado colaborador el ~r. 1 jerez Ventoso, el articulo qi te (011 Li nuacion i nsertaii e El p~i~it’~t1icode doiiile ha sido b(flI~tt1() y la sittl— ciencia del Sr. Perez son t~arautiasIjast tu íes, para que, ~t pesar de la aparente iii verosi mili t id del lic— cho ti que se refiere, le demos cal (ida cii iniestia mo- desta publicac ion. Los aficionados d las ciencias físiccs tau adelaii— tadas cii los tiempos modernos, no puduiii indios (le leer cori gusto los curiosos experinlen tus dci 1)1. (~tr- nelley; segun ellos, no es solo el calor el facLI )r i ni— portante de los cambios de estado; pilestl ( (] le itt pie— siori chIra tainhieu cii este fenúilieihu, (ohio c;iiisa m OX niportan te, ~ qtti~la principal. Las ciencias físicas entran piles, en este rai ib, en nuevo período de desenvolvimiento, V (le todo pro- curarenios tener al corrieiite nuestros lectores. Ud aquí el tutículo: «Es ósta una época de sorpresas en ci mundo cien lítico, y leal- mente no parece improbable que de aquí ~ paco se oiga hablar de algun hombre científico que haya llegado i~~ fne~oal ‘li ni sis. Llamamos la atencion al título (le este articulo y pasareiiios ó describir como el Di-. Carnellev de «Tirth Colic1’c» ~hctlie1d ha lo~i-i-adofabi-icar hielo ~t una temperatura biemi al la. « En setiembre del pasado ano, publicó itria memoria sobre las condiciones necesarias para las existencias de la materia en el es- tarlo líquido y sobre la existencia del hielo ó una temperatura ele- varla. lIabiénclose dedicado ó investigar las condiciones necesarias para los puntos (le ebullicion (le los cuerpos mí uni baja pre5101~. 37:~ EL MUSEO CANARIO. llegó á las conclusiones siguientes con respecto á las existen- cias de cualquier sustancia en el estado líquido: 1.” Para convertir un gas en líquido, la temperatura tiene que estar bajo cierto pr1r~to,—l)lr~toque Andreivs Ira llamado la tem- peratura crítica de la sustancia; á no ser así ninguna presion por grande que sea puede convertir el gas en líquido. Para convertir un sólido en líquido, la presion tiene que estar sobre cierto punto, que i~lllama la presion crítica (le la sustancia; de otro modo, por grande que sea la cantidad de caló- rico, la sustancia no se convertirá en líquido. «Ahora bien, si la segunda de estas leyes es cierta, es evidente que si se llega á la temperatura necesaria, la liquefaccion de la sustancia depende enteramente de la prcsion que sufre; de mane- ra, que si por cualquier medio podemos conservar la presion que sufre la sustancia bajo la presion crítica correspondiente, ningu- na cantidad de calórico la convertirá en líquido; en este caso pa—. sará directamente (id estado sólido al de gas, ó en o~raspalabras, se sublimará sin fusion pr~via. «Si estas ideas eran correctas, habrá de dcsprenderse de ellas la posibilidad de obtener hielo á temperaturas muy por encima de 0°. Despues de muchos ensayos .sin fruto, tuvo la fortuna de acertar, y llegó á hacer hielo tan caliente, que era imposible tocar- lo sin quemarse. Este resultad’) se ha obtenido muchas veces y con la mayol» facilidad. Además, en una ocasion una corta canti- dad de agua so heló en un vaso á elevada temperatura. El Dr. Carnelley tuvo hielo bastante tiempo á una temperatura muy por encima del punto cia fusion ordinario, y entonces (iesapareeia su— bliniándose, pero sin liquiclarse. Estos resultados se obtuvieron nianteuicndo la presion bajo 40 ni ni de mercurio, Cloe ecjuivale á la tension del vapor de agila á 0°. Otras sustancias tambien pre* sentan los mismos fenómenos; la más notable es el cloruro de mercurio, en cuyo caso la presion tan sólo se tiene que reducir á 4 ~0 nl lo; 5~la presion aunien ta, en seguida se vuelve líquido. «En un roectinq de la Sociedad de Química, que tuvo lugar la antepenóltima semana, el Di. Carnellev hizo los experimentos sobre ci efecto de la presiou en el punto de solidificacion, y des- cribió el un~todoque babia adoptado para conseguir y sostener un racio ó disminuida presion en los experimentos sobre el hielo. La presion tiene que estar bajo ~ ni ni. (‘El aparato consiste en un tubo de cristal, cTe 3/4 pulgada de diámetro por ~ó (3 piós de largo. Este tubo se pone en una poSi— EL MUSEO t]ANSIUO. 373 cien vertical y está en comunieacion por la parte superior con ita fraseo puesto horizontalmento y rodeado do una mezcla frigorífi- ca. Habiendo Invertido el aparato y lit.n&loIe de mercurio, la parte inferior del tubo se lapa con el pulgar y se introduce bajo la superficie del mereuho cosa do lo pulgadas. Quitando ahora el pulgar, el mercurio baja en ci tubo hasta la altura barométrica, obteniéndose un vacio de Torriceli considerable; en la parte cor- respondiente al frasee, el vacio está rodeado por una mezcla fn- gorifica. Una pequeña cantidad do agua hervida se Introduce aho re, la sube sobre ol mercurio y rodea el depósito do un termónie- tro colgado dentro del tubo. El agua se hiela y entonces se quitan do la cisterna de mercurio unas tres pulgadas. Fil nivel delnteren~ rio baja ea el tubo, y entre el hielo que queda unido al terniAme— tre y la superfieie del mercurio, hay un vacio; formando el hiele una especie de tapen que separa el espacie superior con vapor de aguadel Inferior que está vacio. Calentando con cuidado el tubo, el tapen do hielo se derrite en la circunferencia y asi se establece eemunieaeion entre les des espacies. Tan luego como este tiene lugar, todo el vapor de agua que se forma lo eendeasa en seguida la mezcla frigorífica, y el vacio queda intacto. Bajo estas circuns- tancias, el autor ha calentado el hielo tanto, que el termómetro en el (entro del cilindro 6 tapen de hielo subia *1180.0 e. antes de fundirse. Ea el experimento cine se hizo en la Sociedad de Quí- mica el ternuSmetro subió £ 30.°e. y entonces el hielo, hablóndese desprendido del termómetro, cayó. Para probar que el hielo estaba caliente, el experimentador por modio de aparatos *1 propósito In- troduje el hiele en un calorímetro lleno de agua, y entonces se notó que la temperatura subia en vez de bajar come hubiera su- cedido si se hubiera Introducido hiele erdlaarlo. Traducido del Inolés por ¡enea Pauz Vinoso. 37’i l’~hM[SEU (ANA1~1O.

¡()NS(iI~\~T1UXAFIJCi’t)I~UM!

A Mi QUEJiIDO MiGO 1). AMAILINTO \IAIITINEZ DE ESCOBAD

¿Qué pasa, caro amigo? ¿Qui5 malcbjco duende est~tcon thai Y turba tu razon? ¿Por qué, dí, de sarcasmo Calilicas. llenóndome de pasillo ~ ~ inspii’aeion? ‘1amb ien, desva ncc ida La iltision, del ocaso de la vida, Cual tú, piso el u mb ial: (~ualtu, en ci pecho mio ~iemito atormmicntadoi’ el dardo impiu 1)el h~’dilo del mal. ‘I’amhmen dichas, pesares. Y esperanzas, y engaños u’t millares El mundo iiie ofreció, Y en el vergel de amores, Desencantos, y espinas y dolores Mi seno recogió.

Ay! bien só que es quiniela La ventura cabal en esta esfera, Palenque del sufrir; Que lacerada el alma Para esquivar la burla, dulce calma Necesita finjir. Que vanidad, miseria. Y culto repugnante m’~ la materia ~e encuentra p01 do quier: Que las luchas del mundo Terminan al igual en el profundo Abismo del no sór, EL MUSEO LXNARIu. 1.) 1 ‘cro, vamos unen tas: ~i nada en la existencia que ienlas 1 ‘ucdc ti ala cal’ te y a, ¿1 ‘ui q ~ le mes la ni inc le?. Al que esCi desatine lado (le la suci’lc La vida ¿qui le dii?

1 ‘eido iiut si III1 e co (,~uese eticuentie al nivel (tel moteo ‘la desespeiacioii: ‘I’eiiiii’iis pcims duloies.. ~ilas tanibien te (carici mi iedi u lies (luces del (‘O i’azo II.

VI tu bella (15~O5t ~\,iiiutle e nsaar’auclose ttaiios;i ‘J’u exis encia it Cii dulzar: ‘1 vi setes (fuel’~Clo~. i’oi’ lazas fi’ti’u les í Ii’ itiudus. ~\l Inisilio ti it luchar. 1 ‘ui la ainiitad mimado, l’i’eeiuso bien que siempre he codiciado, ‘l’ainbien, liuuhicii te vi..... i~itoilo te eS pl’Opi(’iO, -~ialcanzas heiulieiou poe henelicio, ¿.Quií luis pi’eten(l(i, di?..

Deja esprillul’ los sesos De los sabios, li(liandO con los huesos De 0(1 ~cl u~~ ya pasu~, ~ ~ que se di~a D~spues que acabe la postm’ei’ fatííea: 1” ii~bu (‘iio V SI~’ mliii

1 ‘esai’es (Id iiioiimeiilO Aea~Ole 011011 (‘ii lan el loitii’iil Que envias hasta mí: Le iicojo cam’inoso, Y ~ulos cielos demando fervoroso Consuelos para ti.

Jeax miii a.i Praici’x (.tosuu:o. santa Cruz ile Tcucrife, Febrero ~ (le li’~S1 37 EL MUSEO CANARIO.

CRÓNICA CIENTÍFICA.

~ii(.’~(~O T~u1jod~j:s~’.s~~aj(oos lJ (tese 1) /1W (lOS rji,e han hecho .———-Expedieon científica al ~neje1.— IJn~jrnaiabies notwas (le los mares plneiales. Ferro-carril en el ~ nepal. I’aia que p~~ecIal~rmarseidea (le la ~randiosa i ni— portancia que 1 naciones más ilustradas dán Li los Museos, creo del caso dar á conocer oigo nos curiosos (latos relativos al Museo Peabody Unicersulnd (le llar- i~r~ird, Cambridpe U. ~. ih~SO.—El~.luse( contiene más de ~1 ,OO~) ejemplares procedentes la mayor parte de Arn(rica, Occeanía, Africa y Egipto, recogidos todos poi audaces exploradores .sul)t-enci000xlos por elpiopw ~tIl~1seo. En la Florida, M. II. (~uillniannha descubierto un necrúpolo sumamente curioso, en él las cenizas (le los muertos se hallan encerradas en cráneos hunnumos. Créese que es el primer modelo de urnas funerarias (le esta clase: en el mismo sitio se ha hallado una va- sij a barnizada con vidrio cilícico: este ejemplar único (lehió haber sido introducido por los Españoles en sus primeras exploraciones de América, de donde se pue- de deducir la época bastante reciente de aquellos tú— 1nulos. En Nicaragua el Dr. Fiint ha llegado á recoger mu- chos objetos de silex en los túmulos de islas situados en el lago y sus riberas. Mr. Cmmstis, continuando sus estudios en el Tenues— see, ha encontrado objetos que le demuestran que una misma raza habitó en un tiempo las comarcas de el Illinois y el Mississipí. Mr, P. Schumacher se ha ocupado de un modo especial de la industria alfarera y cestera en la Cali- fornia rneridional.—Los indios abren unos agujeroS en el suelo, los calientan y lo~cubren clespues de ha— EL MUSEO (a~Nait1O. 377 her colocado en su interior los objetos que. someten ~t la C0~Ci0fl. Este proceder tan iinperlecto obliga con frecuencia á repetir la operacion. La manera de hacer los cestos pa1~ecean~logaá la que practican tas tribus árabes (id norte del ~aliara, asi (ollo los materiales empleados; pues los árabes emplean el 1 ¡alfa Ly~a’uin spartum) mientras que los in(lios utilizan una espe- cie tic junco ~jundus rohuslus.~ Mr. Reynold ha descubierto unas canteras de jn- ladi/a, antiguamente explotadas, y cii ellas restos de objetos modelados (le tui modo tan tosco, (fue indican (IUC eran llevados á o/ea parte para ser perfeccioiia— (los. Poro es sin disputa la palle más interesante (le estos trabajos, el estudio (le una aldea india, arruina- da en la actualidad, encont ra la en el Nue\ o ~1~‘jic~ cii el Valle de las almas. Esta aldea no fbriiiaha sino un solo edilicio cons- tenido con piedras, de forma casi red aneular y ini— diendo 378 pi~sde largo y ~27~ide ancho. Esta inmensa construccioii ha sufrido mucho a causa de las conti- nuas cxl racciones ~jtie los labradores (le aquellos con- tornos han hecho, sacando los nial eriales necesarios sus liahi tae~ones.Juzgando por lo (lUO queda, uno de los lados niavores esta1 ci )cupado por un gran cuerpo de editicio ibrinado (le cinco ó seis pisOs supel’— puestos como las gradas de una escalera. Lada piso tiene once 6 cloro pI(’s de alto, y n ) presenta abertura alguna sobre sus costados que permita el acceso al interior; dehia penol rarse allí por medio de escalas ó escotillones en los techos. El piso superior no tenia sino una lila (le cuartos, el piso que sigue dos filas, y así (le los demás; de ma- nera que el piso inferior contaba cinco filas de diez y ocho cuartos de distintos tamaños. Las (los alas del edificio, que lormnan los ¡)equeños lacios del rectángulo , están casi completamente en ruinas; parece haber siclo formadas por cuatro pisos dispuestos probablemente como los anteriores . El cuarto lacio estaba ocupado por una extensa construc— cion algo estrecha, no teniendo sino la altura de un piso. Estas cuatro construcciones circunscriben un gran patio. Aquella maner~icte fabi’icacion se presta á un es- tudio interesante. Las paredes tic cada pieza están 1’~E~MUSEO eXNA1{I(J. ievestidas de piedras: el suelo se lial1~balhriiiado de grecia bien apretada, mientras ~jue el techo aparece sostenido con maderos (le cedro. En los muros para- lelos al patio, excepto los exteriores, exisi ja una aher— (ura cjue perinitia la comunicacion (le (II kientes pie- zas, y encima ~ los lados (le estas aheiiuias hahia otras pequeñas (le 12 pulgadas cuatiradis, poco más Ú menos, que servian pala el acceso á la luz y al aire. 1 ~as piedras empleadas en la construccion son po— (o gruesas pero bastante largas, y no están labradas con regularidad. Están sentadas con una argain asa ~ireclosa (JUC ha podido resistir bien aquel clima. Se co- noce que los arquitectos no conocian la cal. Por lo que resla de aquellas ruinas, se puede cal— ciilar (jllC aquel gran edilicio debia contener 200 habi- taciones, y cada ala 60, formando su todo “iO(t. 1 ~as habitaciones estaban circunscritas por iiiios muros paralelos á los (Id patio p~r tabiques perpendicu- lares á aquellos, partiendo del Inisnio patio al mulo exterior: estos tabiques no tienen aberturas. Los pisos bajos comunican con los altos por medio de trampas ó escaleras de iiiano. Es (le suponer que las piezas que comunicaban entre sí, cinco en el piso bajo, cua— leo en el siguiente etc., servían tic habitacion de una lamiha: al menos es lo que M. Morgan, en la aldea de Joaos del Nuevo i\[~jico, que tiene la misma cons— truccion ‘e está actualmente habitada, ha podido ob- servar. Esta aldea dehia ser una fortaleza ~~tiepermitia á los indígenas clefenderse de sus vecinos. Mr. Morgan cree que la construccion de esta aldea se tIche á los descendientes de los Moun(l (,/(lecs, ~luienes á su vez (lescenderian tic los (‘liff-d oellecs 6 habitantes de las cavernas (lel distrito (le San Juan. rri es al menos la traclicion. El mismo Dr. ha podido hacer constar que las siete principales tribus indias de Méjico, que llevan el nombre colectivo cte Nahuaflaes 6 Naratalcas, hablan diferentes dialectos que tienen un mismo orígen y una tradicion comun: sus antepasados habitaban el norte de donde emigraron sucesivamente á Méjico las dife- rentes tribus, segun el órclen cronológico siguiente: [~0 los Socholmicos, 2.0 los Chalcas, 3.°los Tepanecanes, ‘~:‘los Testucanes, 5.°los Tlatluic~nes,6.°los rrlas calanes y 7.°los ~zteeas ó Mejicanos. E~ \I [5I() :179 Los Lholulanos, los Tepeacas los ) 1 ixii cus )i~iblanlos dialectos del idioma de los Nahuallacs, y Son h~aCciofles(le las tril)IiS piece(lefltes. Estas liil)lTS Clr)miflahan en M~’jicocuando llegaion allí los Espa— fioles . 1~una~~tiihiis (Tel Tiara) an (le la A Indira centcal tienen traCiiione-~ a ~llo~1as,It) jtld ~l~tIeTiil pie SUS antepasados vinieron ud ~orte. Las cavernas Ó ciifr-ho lSd ([tIC se (‘liC Ud ntrai i e it ci distrito de ~an Juan, particularmente d las ~orillas (tel rio Mancos al oeste (tel San .1 URO, eran, serian la 1 ra(IiCion, las viviendas primi) ivas (le los ascell(Iieiutes (le los acttiales habitantes ele Méjico, quienes debieron ser tanihien los iiioi’adorcs tIc luis pueblos cii i~iiias (jUd Se encueni can cii (lifdrenle~~puntos del iiiisiiio tei’- ritorio. La tradicion (tice (~ld los Aztecas u’i Me1 icaflos á su lIe~ada,cultivatj~uiti inaiz y al~uunasbou t ilizas, tonslrniaii casas, teni~u una ielipion Y vcneinhan los 1 )ioses lares. En todo el va lic de Monteruuna, á i(t ~ (it) miii a~, ~O6 lO)) leilom. al sur (tel iIO de S~n.111 an, se en— (~i]eflh1aUIT aran u dinero (It’ liii nilS (le i )llel ilos, alaii— iias veces reunidos cii nunicio (te nueve (‘1 ( hez. Se observa sol ce todo la 1 (ore redoni la ct o is 1 tui la c iii piedras colocadas (le can[o \ rodeada (le (los u’) tres circuitos concéuitiicos. 1 jas piedras })IO\ iencn (le los alrededores. Esos p~ehlos se niuli iplicaroii sin duda en a tuel valle, ~oi’qtie di’R d proposi to paia el cultivo de las liolt alizas y cereales (lUd seivian (le alimento á los indios. Estaban construidos para resistir á los ciuii— giantes que durante ni ochos sigl( is atravesaban a jue— lbs paises para ~ii1ifl1 ci sni: los pueblos arrojados del territorio por lenónienos fí.~icos, cuino cii nl ro tiempo sucetlia en el Sahara atric~uio,buscaban climas más favorables Es preciso añadir (ftld el (listrito de San Juan está actualmente desierto. El autor p~’egun- fa si serán 6 110 las misimias las 1 r~tdiciones(le los tios continentes americanos; y cree que (‘st a tuesl 11)1) lflC— rece la peiTa de que se esclaresca.

Continuan Tos Gobiernos prestando su pocteioso apoyo á los proyectos tIc exploraciones (ieflt ilicas. El (Joijierno francés ha enviado al Senegal una nueva expedicion encargada de explorar las innjcdiaciones aso KL MUSEO (U~A1tU). del fuerte I3ofulabes bajo el punto do vista militar y geográfico, y de hacer los estudios preliminares de un ferro-carril del Senegal al Nfger.—El jefe do esta expedicion es el mayor l)esbordes acompañado (101 lfl- geniero en jefe Dessieu. * El vapor (‘orwin, capita; Ilooper, cte la marina de los Estados-Unidos ha llegado It San Francisco do California; cte regreso do su expedicion al mar de Be- ring y aL Océano-Ártico, sin haber podido desoubrir vestigio alguno de los b tiloneros americanos Vigilaut y Mouid 1% atlanton, de los cuales no se sabe nada cies de el otoño de 1879.—El copilan Ilooper no ha podi- do adquirir noticias do la Jeannette, y temo por la suerte de estos buques.—Respecto It los balleneros cree que so ha perdido todaesperanza, y que los equi- pajes y embarcaciones han desaparecido en medio de los hielos. Respecto 6 la Jean~iette,cuyos tripularios fueron perfectamente equipados para resistir todas las incle- mencias de las regiones polares y para hacer largas expediciones en trineos, no cree daba abrigarso nin- guna inquietud; pues si el buque se ha perdido, lo probable es que la tripulacion haya dirigido su viaje hácia el Polo en sus trineos. El vapor Corwin ha sufrido grandemente en las reglones ¡irticas. Posteriormente se ha recibido un telégrama de ha- codate (12 Octubre) sobre las noticias llegadas de l’e- tropawloskj anunciando la pérdida de la Jeannette deStrozada por los hielos. *

Las Cámaras francesa* e ocupan de un ,proyecto de 260 kilómetros de ferro-carril destinado a atrave- sar el Senegal terminando en Gorde, único puerto ver- dadero cte fa costa de Africa; pues la prosperidad de San Luis vá en disminuclon 6 consecuencia de la ca- da vez más insuperable barra de arena que sevá for- mando en la desembocadura del rio Senegal. Las ricas mercancías del reino de Cayon se tras- portan en camellos y asnos, perdiendo mucho de sus condiciones y aumentando el precio que disminuye la produccion. Da. Gasu Bsssss. i:í, MUSFI (\NAI1IÇi.

REVISTA. QtJI1a~L~.

~lIi i()C1?~ieflt0.—QtiO concierto (lid F~r. Powe.—Se fue—

roa.—-I~cb1ccaciones. — Ee ~\‘i’1;xEo. 1/0(1. no i’ia. 4carieni ja—Una junta onpna.—Er Mi’sEo (ç.citio.~—C’a1en- chudo—anuncio.—No bri ¿lo.

No puedo con mi genio, y en estas noehes de milsearas y do haile~,yo, todo un hombre de peso )~2OO libras) y ya abro antbruo, he llegado é entusiasmarme hasta el punto ¡ parece mentira! do haber bailado. Despues de heeho, casi me he avergonzado, y hasta me he arrepentido; pero si me volviese á encontrar en brual situacion ante cmos ojos ne~roscomo el azabache y desafiado P°~Un dimi- nuto pié que desde que principié acpiel \vals arrobador comenzó Ii hacer rociar el puntiagudo taeon ú eoinpés de la música sobre la mullida alfombro. (le seguro que \olveiia á pecar, pom’pme no es posible resistir semejante conjunto de tentaciones. Dando vueltas como un trompo, y llevando 1 mi gentil pareja como Céfiro l llora; cuando cesaron los acordes (le la música y la ví desaparecer entre la disfrazada turba, me quedé mirando al techo por si acaso se hubiera disipado y convertido en nube ó rocio; pero ni una cosa ni otra resnlté; ‘y ca 1 sado y jadean Le sen — téme en un sobo con ti go o, un tanto avereon vado (le ~ni ciebilidad, y recordando ii lord Chestertield, uno de los caballeros inés pu- lidos y elegantes de la cói’tc de la reina Maria Ana, que hablando de dos persoilas que bailaban un minué, decia; —Parecen gentes alquiladas para deseinpeñai este o!ieio, y que dudan que se les p~~ucbien. Y tambien recordaba la anécdota del al ini ‘ante Napier, cuando habiendo las tropas francesas entrado en Canten, se (lici’OIi con semejante motivo varias diversiones y entre ellas un baile (1 (jilO asistieron las personas mé~snotables de la ciudad. Al fin do una galop infernal, el almirante Napier se dirigió ~lrin mnandarin y le dijo; EL MUSEn LANARIO. —~Qu~p~ci~saV. de las diversiones europeas? ¿Quc~ piensa V. (le nuestia danza en particular? —;Magnílica! contestó el mandarin, contemplando ó los dan- zantes estenuatios cte 1ati~ay baúados de sudor; sólo que en vez de toinaise Vds. mismos tan lo trabajo, ¿por cju~no hacen que sus CriOllOs ilesempenen esa tarea? Semejan te recuerdo mo trai a arilostazado, inúxime viendo cine yo (amhicn sudaba no sólo de cansancio, sino hasta de yerguen— za; y iite parecia que se inc babia (le COflOCCP en la cara, y que alrun lord (‘hesterfield 6 alc~unmandarin chino podia comparar— inc con ~ente asalariada (‘1 con un erjaclo it quien debiera reco— menclarse semejante laica. l)e seguro: va no es tov para bailes.

1 )n mis penas nie distrajo el siguiente cIi~t1oc~oentre un inósca— ra del sexo feo y lilia niúscara feinenina: —~Sabes, Elisa, que has mirado con mucha atencion it aquel (filO entró disfrazado de mono? —,Al rubio?.. Bah 1 110 t ck~celos. Yo solo te quiero ~rti y aclemós el no tiene ni un real. Entran dos jóvenes sin disfraz y del mismo glinero: —~Qnetal? ¿ te has (liyertidO esla noche? —;Calla por Dios! ven~roal baile; me gasto seis cloros en el res- taurant cTe la .1Pi lapa con una lnuj ~ . . y era ini sueeva. Entran otros dos (le cr~nerodistinto. !~lln.—~Mequieres? El.—jVida mio! ¿Y tú? lillo. Ay! Yo inc cornelia un ni ifec/i

Ninc~unocTe estos cli:tlo~osme hace olvidar no písadilla. De se- !.turo, yo no cleheria bailar; pero lo peor’ es cjne lic bailado.

Volvamos la hoja de mi arrepentimiento. Tlahleinoui de otras cosas de la quincena. El ~r. Power nos entusiasmó en la noche del 1 ~ con un nuevo concierto. No es posible dejar de aplanclir Siempre al eminente pianista, que parece que hace vibrar las cuerdas de su instru— inento con las pulsaciones de su corazon y con la insipiracion del alma. Yo no si~apreciar el valor de su talento. Le aplaudo y callo.

Va han desaparecido los circos ecuestres de los atletas i~usosi El. MUSEO (ISNAItIO. de Mr. M. Feeley y del Sr. Gasten con sus cuadros vivot Sin embanco. aun quedan aquí otros cuadres y muy tito.. * 4. (‘reo que no he dado cuenta en las páginas de mi revista de la publicacion del nuevo periódico La Dnaocrneín, que ha prin- cipIado 4 salir 4 luz en Santa Cruz do Tenerife. y que ha tenido la amabilidad do visitarnos. Al dotolverle su visita lesaludamos. Y saludamos tambien 4 la Revista Ilustrada semanario de Madrid. que se publica bajo la direccion cte Don Vicente (‘o- lorado. Es una Rovi~tadigna de adquirlrse. En su cubierta in- seria poesías, sueltos y noticias literarias y científicas; y en sus des primeros números (rae, con exacto parecido, los retratos de Nuík’z de Arce y de Echegaray. Tambien la empresa del diario El Correo, de Santa (‘rna de Tenerife, ha introducido una mejen do bastante inter6s, princi- piando 4 publicar un Semanario ae literatura. con el titulo El Espejo. * 33 Parece cgne en el .lb’neo de esta Ciudad ha princIpiado ¿ pm- eipiard 4 dIscutiese el sitruiento tema: ¿Es ‘tito 6 múltIple el ori- gen de la e~peele1, mantua? La discu’aion ofrece sor interesante. * 33 La noticia do haber sido nombrado ministro de 1 Titrajuar nues- tro paisano 1). Fernando do Leen y Castillo, ha sido recibida con júbilo en esta peblaelon y en la do Teide. En la noche del Hl se Iluminaron varias edifivios públicos y alarunos de particulares, recorriendo por el din una banda de inú- aiea las calles de esta Ciudad y habiendo paseopor la noche en la Plaza do Santa tan. Las campanas de nuestra Catedral y de las parroquias alegraban la poblacion. Siempre debe ser trato para el país naial ver & uno de sus hi- jos ocupar puesta tan distinguido. * .3 Vn nueve centro de ilustracion acaba do con~tituirseen esta (‘iudad, y por ello merece pl&cemed este (‘oleirlo de nbouados. Trátase de la Instalaelon de una Academia de Legislaclon y Jurisprudencia, cuya Junta la forman los Señores Licenciados 1). Ignacio Dina, 1). Mariano Sancho y (‘hin primer Vice-Presidcnte; -18 ‘i EL MUSEO CANARIO. 1). Eduardo l3enitez y Gonzalez segundo Vice-Piesidente; D. Ama- ranto Martinez de Escobar, Secretario; y 1). Josó Monzon y Cas- [ro, \Tice_Secretario. *

Con motivo de la precaria situacion porque atraviesan estas is- las, la Sociedad Económica de Amigos del País (le esta Ciudad ha pasado circular convocando para el domingo 6 del próximo Marzo á una gran reunion en los salones (le descanso del nuevo teatro, á fin de tratar de conjurar la actual crisis económica y de arbi- trar medios para aliviar la angustiosa situacion del país; sirvien- do de base á la diseusion el dictánien emitido por una Comision del seno de la misma Sociedad referente al particular.

Nuestra Sociedad El Musco Canmio ha acordado que diesde el dia 3 de Marzo próximo todos los juáves y domingos, desde las once de la mañana ó. las tres de la tarde, se halle abierto al pó— blico el Gabinete antropoló: ico y de historia natural. Los Socios podrán visitarlo todos los dias y ii cualquiera ho— con sólo dar aviso al encargado, pudiendo ir acompañados de cualquier peisona extraña que (lesee asimismo visitar el csLahle— cimiento.

Con atento E. L. M. nos ha reniitido D. Antonio de Torres Re- presentante en esta I’laza de la Compañía fabril Singer de New— York, un ej emplar (101 Calendario del corriente año. Es un esmerado trabajo que sirve dio anuncio á las tan conoci- (las máquinas (le coser de Singer, y el cual agradecemos.

1)eho recordar á mis lectores que el domingo próximo princi— piali los Carnavales y pueden divertirse los que estóii (le humor y tengan que gastar. Por lo que hace á mi, do seguro ~jrre no habró. máscara alguna, por bella ciue la adivine, que me vuelva á hacer salir (le mi centro. La que quiera bailar Baile en buen hora; Porque yo ni soy trompo Ni perinola. Y no es pru(lente Que un hombre antiguo baile Corno un cadete. MAuRICIO. :385

ÍNDICE DEL TOMO II.

A. El Canario—poesía—Pág. 132. ~\I’oNsO (D. Graciliano). La Tarde.-Á Bcrilo-poe.sía-53. .\oun,&n (1). Edmundo (le). El Mahabharata. 170—201—237—272. ~\J~mI.~N Y TALAVERA (D. José). A. una f1or—poesia—1~1. ALvARADO )D. Juan). Discurso sobre pesquería en la Costa occidental de Áfri— ca-207. BELLO ‘Y EspiNosA (1). Domingo). Plantas útiles que debieran propagarse en Canarias—li)?. Ruinas de Pér~amo-3O2. BENTO Y TRAVIESO (D. Rafael). Sobre la tumba de 1). José de Viera y Clavijo-Soneto—!?. BLANCO (D. Joaquin). Absorcion vegetal-299. CABRERA Y RODRIGIJEZ (D. Francisco). Instruceion primaria—Jardines de la infancia—‘i8. Instruccion primaria de adultos—113. La Gratitud-!48. La condicion de la mujer-363. CUIL y NARANJO (D. Gregorio). Expedicion á Guayadeque-i. Ap0IISIS estiloídea en el cráneo (le los Guanches de Gran— Canaria-38. El Dr. Perez y su sistema de aclimatacion prévia-72. Estudios antropológicos en Tenerife—103. La Cerámica entre los Guanches de Gran-Canaria—IGl. Platon y su Timeo-223. Platon y la Atlántida-257.

Crónica cicntífica—133. GIL ROLDAN )D. Ra~hon). Sofía-pocsía-1 51. 386 GONZALEZ ESPÍNOLA (1). Elias). Antonio Viana-335. GRAU 13ASSAS (1). Victor). Agricultura—El nogal—! 11. Crónica científica—i86—31 ‘t—376. HERNANDEZ (D. J.) Dilatacion varicosa de la red linfítica del escroto—~{i~. M. DE E. (D. A.) Vida~ymucrto-poesía—17. La Patria-icl.—5~. M. y C. DE M. (D. E.) La Gran-Antilla-ISU. MARTÍNEZ DE EscoBAR-ÍD. Amaranto). La Nada-poesía-91. Apuros (id)..2~l. Discurso pronunciado en las Veladas de El Museo-~1. Desesperando-poesía-3 P2. A. la primera rosa de mi jardin (id.)—34~. MARTÍNEZ DE ESCOBAR-ÍD. Teófilo). Oracion inaugural en la Universidad de la llabana—P2- 41-8:~—ll8—i’t~. Discurso pronunciado en ci acto de la distribucion (le premios en el Colegio La Gran-A ntilla-218-249. Filosofía de la Historia—~Cómoinfluyen las conquistas de Alejandro Magno en el progreso humano?-353. MAUr [CÍO. Revista quincenal-29-60-94-123-157-i90-222-23!-287-3 Ii- 3!j8_381. MAZZÍNI ID.a Ángela). Ilusion-poesía-l 8~. MELlAN Y CABALLERO (D. Juan). Agricultura. Ingerto de árboles frutales. (ConciaSion). MILLARES (U. Agustin). Un recuerdo á Ber~helot—193. Elia-poesía-253. Las islas Afortunadas por Mr. Leelercq-~2G~. NAVARRO (Excmo. Sr. D. Domingo José). Sobre la tuherculósis-33-65-97-i ~29. NAVARRO TORRENS (D. Andrés). Crónica científica-lS. Plantas y flores-~23O. 387 PADILLA (D. Juan). Rocas de la Gran-Cartaria-75. Aguas mineraIes-~O7-135-174-246-277. Los Museos-327. Las Bibliotecas públicas y las librerias particulares. —3~8. PEREZ VENTOSO (D. Jorge). ludo caliente. (traduccion)—371. PUERTA CANSECO (D. Juan de la). Esperando-poesía-284. Consolatrix aflictorurn—(id)—374. QUINTANA Y LEON (D. Josó). En una noche de concierto-Cróquis-23-55,

RIPOCHE ~‘ TORRENS (D. Diego). Dos palabras sobre la obra Antigüedades Canarias, por D. S. Berthelot.-78-340. BOCHEBrWNE (Dr. A. F. de). Estudios de Etnografía botánica-165-289-32i, SEnDA Y MORATIN (D. Leandro). Vertebrados Canarios. (Peculiaridades) 295.