<<

Los Cuadernos de Música

BREL, BRASSENS

José Luis Atienza

«J' arrive, j' arrive Mais pourquoi moi, pourquoi maintenant Pourquoi déja et ou aller? J'arrive, bien sur, j'arrive Mais je n'ai jamais ríen fait d'autre qu' arriver» (J. Brel, «J'arrive»)

«S'il faut aller au cimetiere J'prendrai le chemin le plus long J'ferai la tombe buissoniere J'quitterai la vie a reculons» (G. Brassens, «Le Testament») .

i la resistencia dramática y transcen­ Brel y Brassens, con muy pocos más (Léo Fe­ dente del uno, cuyo desgarrado grito rré, en Francia, Lluis Llach en España), consi­ -«pero por qué yo, por qué ahora/por guen elevar la canción a esa rara altura de obra qué ya y dónde ir?»- nos deja doloro­ maestra en que normalmente sólo se admiten -a Nsamente escocidas las entrañas, ni la inane volun­ veces con un exceso de facilidades- otro tipo de tad socarrona del otro de hacerle trampas a la creaciones: novela, poesía, pintura, escultura, noble y negra drama -«cogeré el camino más lar­ música, arquitectura ... Claro que novelistas, poe­ go/haré novillos/dejaré la vida a regañadientes»-, tas, etc., consideran con desconfianza, cuando no sirvió para ahorrarles la subida a ese tren que con displicencia, lo que, en el mejor de los casos, parte siempre a destiempo, en el que uno va inde­ suelen juzgar como «arte menor» (4). Pero la ca­ fectiblemente sólo y precediendo a todos, no pu­ pacidad conmocionadora de las obras de Brel y de dieron retrasar su turno en «la danza esquiva» de Brassens, su sagacidad para hacernos penetrar de la que no supieron «por cosa ninguna que sea forma nueva la realidad, su fuerza develadora, su escapar» (1). Jacques Brel y éxito en su intento de conectar originalmente con nos pasaron la vez un día de otoño, con tres años los problemas que interesan, divierten o angustian de diferencia: el 9 de octubre de 1978 el primero, a los hombres, su ingenio para hacer, en torno a el 29 del mismo mes de 1981 el segundo. Indife­ esos problemas, preguntas nuevas o reformular las rente, ¡ya!, para ellos, irritante para nosotros por­ ya conocidas, o para proponer respuestas vírgenes que nos anuncia la nuestra, su muerte nos hizo que si no aproximan a la verdad, alejan al menos, tomar conciencia del hueco que habían llenado y jubilan un poco más la mentira... les han ganado seguirán llenando, del lugar que se habían cons­ sobradamente el derecho a codearse con lo que truido en el arte de nuestro tiempo. Y digo cons­ podríamos llamar -acéptese la falta de respeto- el cientemente en el «arte», no en el «musical», no «arte convencional». A uno y cuatro años respec­ en la canción, ¡ni en la poesía!, sino en todo ello al tivamente de la desaparición de sus autores, las mismo tiempo, es decir en una parcela del arte de creaciones de Brassens y de Brel no han dejado de nuestro tiempo. ¿Poetas? ¿Cantantes? «Chanson­ crecer, de ganarse audiencia, de afianzarse como niers», respondían ambos cuando se les interro-. «canciones de cabecera» de millones de personas gaba al respecto, renunciando discretamente al tí­ de distinta generación y de diversos horizontes. Y tulo de poetas con el que el fervor de sus adeptos ello independientemente de la distancia que les pretendía revestirles (2), desmarcándose, al separa... o pese a lo que les une. mismo tiempo, del devaluado vocablo cantante. Pocas obras, en efecto, tan distintas y tan seme­ Pero eran poetas, que escribían canciones «pas jantes. Abordando el mismo tipo de temas (mujer, comme les autres»; y también eran cantantes, que amistad, muerte, burguesía -en el sentido flauber­ interpretaban sus textos -¡ y los de otros! (3)- de tiano dé depositaria de la «betise»-, amor, ter­ forma singular e inimitable. nura... ), su clima vital, lingüístico y musical es

28 Los Cuadernos de Música

demasiado vieJo»- ofrecen ejemplos, renuncia a toda dignidad -«déjame convertirme/en la sombra de tu sombra/en la sombra de tu mano/en la som­ bra de tu perro»-, incapaz de aceptar la soledad (5). «Madeleine» más que la historia de un amor, es la crónica de un dolor, donde lo que se relata es la diaria muerte -«el último tranvía se va/ .../Ma­ deleine no vendrá»- y el inmediato renacer -«ma­ ñana esperaré a Madeleine/volveré a traer lilas/las traeré durante toda la semana»- de una esperanza insensata -«Madeleine es mi Navidad/ ...mi hori­ zonte/la América mía»- (6). «Mathilde» es un agarrarse a un clavo ardiendo, es dar coces contra el aguijón, arrojarse a las fauces del león, autocondenarse a la destrucción con irreprimible necesidad -«Maldita Mathilde, porque estás aquí» (7). La mujer es, en definitiva, en el mundo artístico de Brel, un mal imprescindible e inevitable:

« Yo sé yo sé que este próximo amor Será para mí la próxima derrota Sé ya a la entrada de la fiesta j Georg es Brassens. La ho a seca que será el alba Yo sé yo sé sin conocer tu nombre Que seré tu próxima captura dispar y la puesta en escena de sus piezas no Sé ya que es mediante su murmullo puede ser más diferente. Pero ambos permanecen Como los estanques encarcelan los ríos. en todo ello profundamente humanos. Porque lo Pero por más que uno haga por más que uno diga que les separa es precisamente aquello que estruc­ Que un hombre con experiencia vale dos tura contradictoriamente la conciencia humana. Y Por más que uno haga por más que uno diga es en esa conciencia -¡ o en la inconsciencia!­ Es bueno estar enamorado» (8). donde lo que parecía irreconciliable se unifica. George Brassens y Jacques Brel ponen en escena En el sistema de Brassens las cosas ocurren de el claroscuro de nuestro paisaje interior y el de manera distinta. No existe la enfermiza y dolorosa nuestra sociedad: aquél es primitivo, éste culti­ conciencia que apunta casi siempre en «l'abbé vado; el primero medieval, moderno el segundo; Brel», como él mismo motejara a su colega. La juglar el uno, showman el otro; Sancho el francés, clarividencia sobre la imposibilidad de un acuerdo Don Quijote el belga. está también ahí, pero el placer prevalece: placer sexual inequívocamente confesado, ya venga de la La relación hombre-mujer es siempre dramática relación carnal nunca desaprovechada -«la chica en Brel, cuando no deriva a la tragedia. El sado­ que pertenece a todos tiene buen corazón/me da al masoquismo parece ser el componente esencial de feliz azar/los trocitos de su piel ocultos/que los lo que los otros llaman amor y el hombre es, en la·· demás no han tocado» (9)-, relación que es capaz lid, inevitable perdedor. de salvar el silencio indescifrable que separa la En «» -una de sus canciones vida de la muerte -«antes de ir a cortejar/las her­ más conocidas y peor comprendidas, aunque mosas almas de las condenadas/ sueño aún con un desde luego no la mejor como la ignorancia ale­ amorcillo/aún sueño con meterme entre faldas» gremente afirma- el héroe, que comienza pidiendo (10)-, ya de la autosatisfacción -«Quand je pense una tregua -«todo puede olvidarse/olvidar el tiem­ a Fernande/Je bande je bande»; placer que nace po/de los malentendidos/y el tiempo perdido»-, de la glorificación del cuerpo ofrecido en espectá­ avanza en su súplica ofreciendo lo imposible culo gozosamente reconocido -«el juego debió -«perlas de lluvia/llegadas del país/donde nunca agradar a la ingenua/porque a la fuente con fre­ llueve»-, trucándose en afortunado buscador de cuencia/ del todo desnuda se fue a bañar/rogando a inexistentes tesoros que servirán para cubrir el Dios que hiciese viento» (11)-, o de la simple cuerpo que se niega «de oro y de luz», y tras proximidad fisica que augura una hipotética aven­ apostar por la repetición de posibles azares de los tura -«un rinconcito de paraguas/a cambio de un que la historia -«te hablaré de aquellos amantes­ rincón de paraíso» (12). que vieron dos veces/encenderse sus corazones»­ Si la búsqueda imposible y la espera sin objeto y la naturaleza -«frecuentemente se ha visto/vol­ están también presentes en Brassens, el fracasoes ver a surgir fuego/del antiguo volcán/que parecía encajado sin asomo de acidez -«Cuando corrí

29 Los Cuadernos de Música

que Brel · y Brassens concuerdan en situar por encima del amor (20), a no ser que sea la única forma de amor posible si definimos éste como «el hecho de que todos somos solidarios» (21). Si a. una mujer puede sucederle otra, si una pasión perdida puede ser reemplazada por una pasión encontrada, un amigo desaparecido, es decir, muerto físicamente («Nunca he perdido un amigo en el camino, los únicos amigos que he perdido y de los que me he apartado son los que han muerto») (22), no puede ser substituida -«Cuando uno de ellos faltabaa bordo/es que había muerto/sí pero jamás nunca jamás/se cerraba su aguja en el agualcien años después puñetero destino/faltaba todavía» (23). De esta insaciable conciencia de ausencia nacen canciones como «Le vieux Léon» Brel. -«Hace ahora un rato/quince años de desgracia/mi viejo Léon/que te marchaste ...» (24) o la incompa­ ciego a la cita con Marinette/la bella decía «te rable «Jojo», sin duda uno de los mejores poemas adoro» a un sucio tipo que la abrazaba/con mi de amistad nunca escritos: ramo de flores tenía el aire de un imbécil madre mía» (13)-, y si el poeta de Sete tiene plena con­ «Jojo ciencia de que la libertad y la independencia están Ya no vuelvo a ninguna parte en juego en la relación con la mujer, hace de ello Me visto de nuestros sueños una cuestión de hecho y no, como Brel, una tra­ Huérfano hasta los labios gedia hamlética: Pero feliz de saber Que ya vengo a ti «Todos los sonámbulos, los adivinos me han A seis pies bajo tierra Jojo Dicho sin malicia No has muerto Que en sus brazos en cruz sufriría mi A seis pies bajo tierra Ultimo suplicio Todavía te amo» (25). Los hay peores lo hay mejores Pero al fin y al cabo Esta muerte injusta que arrebata a los amigos y Qué importa colgarse aquí o en otra parte respeta a los mediocres -«te digo muerte a los Si hay que colgarse» (14). imbéciles/a los que son mucho más imbéciles que tú/pero que tienen mejor salud» (26)- no es, sin embargo, enemigo temible para uno mismo. . Los dos coinciden en cambio en afirmarla fragi­ lidad del amor, que «no existe más que entre los Para Brel es ante todo un acicate para la vida y adolescentes o los ociosos», que es «una expre­ un prisma relativizador: «Hay que saber diaria­ sión de la pasión (y) desaparece un día u otro» mente que se es mortal. Y la idea de la muerte no (15). Si una relación dura, lo que es excepcional, es una idea triste. Es, al contrario, enormemente es que el amor ha sido substituido por la ternura saludable ... Si usted quiere, algunas de mis can- que es un «estado de hecho» (16), lo que queda . ciones querrían demostrar que la peor de las tris­ del amor puesto a prueba (cuando de la prueba tezas confrontada a la muerte, ante la muerte se resulta algo). La ternura tiene un componente de convierte en un simple dolor de muelas» (27). resistencia al desgaste de la acción erosionante del Pu�s_to que la muerte está ahí es preciso vivir, paso del tiempo -«claro que tuvimos tempesta­ «v1v1r de pie y en movimiento», es necesario go­ des/veinte años de amor es locura de amor» (17)-, zar de la vida «desordenadamente» -«y tienen la de desafío a la opinión ajena, de sordera al desa­ jeta/de atreverse a pedirme/que ya no beba más liento o a la sospecha -«Nada detendrá la mar­ que agua/que ya no levante las faldas a las chi­ cha/de la vieja que cosecha/la leña con sus dedos cas/que me ponga a ahorrar dinero/que me guste el entumecidos... /ni esta voz agorera/que dice: filete de caballa/y que grite viva el rey» (28). Pero «Cuando vuelvas/a tu casa luego/el viejo habrá esta actitud primaria y báquica no es la regla en el muerto/de muerte natural/Ni esta otra y sombría universo breliano. Generalmente un sistema de voz/que sube desde lo más hondo de ella/a recor­ valores se constituye, la trascendencia asoma y la darle que a veces/él fue infiel» (18). triste nostalgia de la vida que termina se ahoga en Excepción en la relación de pareja, la ternura es el misterio de la muerte que comienza: un componente esencial de la amistad. La amistad es un valor inmutable -« barcos he tomado mu­ «Tras mi última cena chos/pero el único que ha sido capaz de aguantar­ Quiero que me instalen .. ./se llamaba los amigos primero/los amigos pri­ Sentado sólo como un rey mero» (19)-, un valor que no conoce la crisis y Recibiendo a sus vestales

30 Los Cuadernos de Música

En mi pipa quemaré fuese, para poner las cosas en orden en el mundo Mis recuerdos infantiles de los vivos -«aunque no tenga un átomo/una Mis sueños inacabados sombra de maldad/si golpea a mis gatos un fan­ Mis restos de esperanza tasma/vendrá a perseguirle» (40). Y no guardaré Esta voluntad de intervención para reconducir Para arropar mi alma la marcha de las cosas, ¿trasciende la simple Más que la idea de un rosal «boutade», tan característica del inolvidable uni­ Y un nombre de mujer verso creado por el paisano de Valéry? ¿Existe, Luego miraré por otra parte, en el autor de «» una La cima de mi colina voluntad de intervenir en la realidad social para Que danza que se adivina transformarla en una determinada dirección? Es Que termina por desaparecer decir, para expresarlo con los términos habituales, Y rodeado por el olor de las flores ¿es la canción de Brassens y de Brel una canción Que pronto se apagará comprometida? Es éste un interrogante que hoy Sé que tendré miedo apenas interesa, pero que hace 20 años, cuando Por última vez ... » (29). ambos creadores comenzaban a frecuentar las avenidas del éxito, era imposible solapar. Por otro La muerte, para este ser nacido para ella -«ya voy lado el hecho de que no esté de moda no resta claro que voy/pero si nunca he hecho otra cosa pertinencia a la pregunta, sino todo lo contrario. que ir» (30)-, convierte en deseable aquello que de Ahora bien, la respuesta está lejos de ser fácil. otra manera era temible. Ante ella la relación de Podemos, por un lado, referirnos a las propias pareja cobra una dimensión positiva, y la mujer se declaraciones de los encausados. El alcance de la transforma en un bien relativo frente al mal abso­ canción, afirmaba Brel, estriba en el hecho «de luto, la no-vida, que la muerte representa: «Ya que millones de personas las oyen ... Pero no tie­ voy/pero cómo me hubiera gustado/una vez más­ nen importancia. No hay nada que aprender de tomar un amor como se toma el tren/para no estar una canción. Es muy poca cosa una canción, es ya solo para estar en otro lugar/para estar bien» una manera decente de contar las pequeñas ideas (31); «pero qué hay tras la puerta/y qué me espera de uno». Y añadiría: «Yo no sirvo paranada ... No ya/ángel o demonio qué importa/delante de la sirvo para nada, del mismo modo que un médico puerta estás tú» (32). no sirve para nada frecuentemente, en fin, ¿qué es También para Brassens nacer es ponerse en pe­ lo que sirve? ,Eso no es lo importante. Uno pone ligro de muerte -«hace mucho tiempo/que te un poco de yodo en alguna parte, y... todo lo que amo/y nuestro himeneo/estaba previsto desde el se puede decir a la gente es 'no estás solo'. Dejan día de/tu bautismo», apostrofa « sa Majesté la de ser el centro del mundo durante dos lágrimas o Mort» al tío Archibald (33)- pero su rebeldía, sin durante el tiempo de una sonrisa. Yo hago un angustias metafisicas, consiste en convertir la vida trabajo de aspirina: pero no desprecio la aspirina» en carnaval, disfrazando la filosofía de fiesta po­ (41). Y Brassens exhibe el mismo tipo de reticen­ pular. A la trampa insoslayable responde la burla, cia: «Mi única obligación consiste en hacer can­ la persecución infatigable de la sombría Camarde ciones que estén bien hechas y que den placer al es replicada por la afirmación gozosa e imperti­ público... Mi papel se limita a eso: escribo una nente de la vida -«la Camarde que nunca me per­ canción, y luego, como decía Musset 'que Dios la donó/haber sembrado flores en los agujeros de su lleve en su dirección'» ( 42). nariz ...» (34)- y por la reivindicación utópica del placer post-mortem que conducen al poeta a ex­ presar la esperanza en una «felicidad póstuma» y suscitan en él la visión positiva de un más allá, Brassens. transubstanciado en «eterno veraneante/ ... /que pasa su muerte de vacaciones» (35). Porque ni para Brel la muerte es un punto final, un no-lugar donde no se es, frente a cuya vacía rotundidad cualquier sufrimiento no es peor que «une simple rage de dents», en las canciones de Brassens no sólo puede significar, a veces, la inmunidad ante ese simple dolor fisico -«he abandonado la vida sin rencor/nunca más me dolerán las muelas» (36)- sino que representa un territorio de libertad en el que «nadie discutirá tus derechos», donde «nunca más tendrás que agachar la cabeza» (37) ni labrar el «campo de los otros» (38), espacio en el cual «no te pesará/haber entrado», «si de vez en cuando/una dama de antaño/se deja abrazar» (39), y del que se puede incluso volver, si preciso

31 Los Cuadernos de Música

de nuestra lucha antifranquista al afirmar «que ninguna idea sobre la tierra es digna de una muerte», «que es una locura perder la vida por las ideas/ideas sin valor que vienen y que hacen/tres vueltecitas, tres muertecitos y luego se van» (47). Todo lo cual muestra claramente que el alcance crítico de las obras de los dos chansonniers era mucho mayor de lo que ellos admitían y superior al que nosotros les concedíamos utilitaria y parti­ dístamente. ¡Partidístamente! Ahí está la clave del compromiso de ambos artistas. No en el parti­ dismo, naturalmente, sino en su ausencia. Antes que a un sistema, se pusieron en cuestión a sí mismos; antes que a una idea fueron fieles a su propio camino. Y ello significaba en primer lugar negarse a la facilidad en su trabajo, «huir de la tentación de la habilidad» (48), ser riguroso hasta Brassens. alcanzar la naturalidad por respeto al público -«No tiene que parecer laborioso. En realidad, nada es más dificil que ser natural» (49)-, empeci­ Pero también tenemos la posibilidad de referir­ narse en el esfuerzo de laboratorio, encerrarse, si nos a la utilización que de esas canciones ha he­ era preciso, «en la torre de marfil», como el gran cho el público. Porque, y precisamente por la ex­ Flaubert, para mejor describir el paisaje. En se­ traordinaria audiencia que tiene una canción, gundo lugar, ser fiel a su propio camino, exige como señalaba Brel, por el modo artero -penetra autoobservarse: inclinándose sobre uno mismo se desenfadadamente, mientras se prepara un desa­ tropieza inevitablemente con el corazón humano. yuno, se desplaza uno en el autobús o el automó­ Es el corazón humano el que late en cada una de vil, es decir «en circunstancias tales que todo el las canciones de Brel y de Brassens: taquicárdico mundo la oye pero que nadie la escucha» (43)- de en el primero, bradicárdico en el otro. instalarse en las conciencias, el interrogante sobre « Un hombre está hecho para moverse, no está el compromiso se resiste a ser despachado tan hecho para detenerse, está hecho para continuar y «literariamente». De hecho, cuando a partir de la para morir en movimiento ... La infelicidad viene mitad de los 60, utilizábamos los textos de Brel en siempre de la inmovilidad. Se gastan las cosas aquellas famosas «revistas habladas» de la Uni­ estando inmóvil» (50). ¡Moverse!, y de forma uni­ versidad para gritar que «los burgueses ( eran) formemente acelerada. Ese parece haber sido el como los cerdos», estigmatizar a las «damas del modo de fidelidad de Brel. Desde el momento en ropero» y a las «beatas», estrechas de cuerpo y de que abandona la próspera empresa familiar -«Los espíritu, o para aventurar «Dios ha muerto», tras cristales de la fábrica.. ./yo iré a romperlos» (51)-, habernos limpiado «los mocos en las estrellas» ... hasta que, sin cumplir aún 50 años, encalla sin estábamos comprometiendo las obras del cantante remedio en un hospital parisino, Brel es una ma­ belga (44). Y comprometíamos a Brassens cuando quinaria humeante con el acelerador siempre a apostábamos con él la posibilidad de que «al ritmo tope. Como si tuviese necesidad de alejarse cada de un fandango/despi(diesen) al viejo Franco», o vez más, y cada vez más deprisa, del confortable nos atrevíamos con su apoyo a decir «mierda», a mundo que tras de sí dejara. O como si su es­ cambio de tolerar el «amén» en los labios de los fuerzo por aumentar distancias se le antojase cada «padre Duval» de turno, o cuando cantábamos día más inútil. Actitud vital que no sólo se traslada «Le Gorille» tanto para satisfacer nuestro deseo a sus canciones, progresivamente más críticas, en de verbo subido de color, como para militar con­ las que el peculiar crescendo (no sólo musical, tra la pena de muerte, o bien, finalmente, apunta­ como siempre se señala), que hace llanear el dedo lábamos nuestra ruptura religiosa solidarizándo­ acusador, termina rompiéndose agónicamente al nos con «Le mécréant» y asegurando con su autor volverse contra sí mismo, sino que explica tam­ que «por el camino del cielo ya no daré un paso bién su trayectoria artística (abandono de la can­ más/la fe vendrá ella sola o no vendrá» (45). ción en pleno triunfo, sus ensayos, relativamente Claro que a la censura que de esta forma burlá­ logrados, como actor y, sonoramente fracasados, bamos, le hacíamos eco convirtiéndonos en ejecu­ como director, sus intentos en el musical...) y tores de otra no menos burda que la que a noso­ personal: (su pasión por la aviación y la navega­ tros nos amordazaba. Y así, por ejemplo, desoía­ ción en solitario, su retiro, en los últimos años, a mos la advertencia de Brel sobre el peligro de las islas Marquesas de donde nos trajo esa obra convertirnos en los burgueses de mañana, es decir perfecta que es el último disco... ) (52). de hoy (46). Así también, nada decíamos a propó­ Con Brassens el horizonte cambia: las frías sito de una canción como «Les deux oncles» en la brumas húmedas que el viento del norte acarrea que Brassens ponía en cuestión el sentido mismo sobre Bruxelles, son reemplazadas por el cálido

32 Los Cuadernos de Música

cielo azul que la tramontana limpia; la respetable en Brassens, sino que tiene un rol activo, positivo, familia de industrial exitoso, se toma en el sencillo inseminador, sobre el texto, hasta alcanzar fre­ hogar de un albañil. Para Brel se trataba de «sa­ cuentemente una autonomía innegable e indispen­ lir»; para Brassens lo que importa es «permane­ sable en la puesta en escena de cada canción (59). cer». «Yo no he cambiado de condición social. .. Porque a la sobriedad de Brassens le replica el Sigo siendo el perro perdido que llegó un día a barroquismo de Brel. Cada una de sus obras, que casa de Jeanne» (53). De ahí quizá el aspecto constituyen auténticos dramas concentrados que sólido, rotundo, la aparente monotonía de sus han de desarrollarse en tres minutos, requiere un canciones. De ahí la discreción de su vida perso­ meticuloso montaje, una estudiada realización, nal que rehusa los «blasones» para que nadie donde la melodía, el juego de la orquesta, la voz y pueda acusarle de traición (54), que se niega a el gesto multipreñan el texto. En cada una de las «pagar el precio de la gloria» (55), que le lleva a canciones Brel se trasfigura, se multiplica y se continuar viviendo, en pleno triunfo, en el mismo contradice: se arrastra por tierra con «Jef», se discreto lugar -el impasse Florimont- en que ha­ extingue con «», bebe, danza y orina con bía sido «topo» bajo la ocupación, en el que en­ los marinos de «», se destroza el hí­ jugó, después, sus continuos fracasos en la larga gado con «les paumés du petit matin», quema sus espera del éxito. De ahí, finalmente, la economía sueños de heroismo con «Zangra» ... Todo ello es de su conducta profesional. Mientras Brel paseó aún sensible en las grabaciones que nos ha dejado, sus canciones por toda Francia y a través del pero quien no le ha visto en escena, desconoce el mundo hasta el agotamiento, Brassens apenas valor exacto del justo epitafio que le dedicó Reg­ traspasará las fronteras del hexágono patrio, pro­ giani al conocer su muerte: «Era el más grande de digándose escasamente en provincias y, en los todos nosotros» (60). El desafortunado film do­ últimos años, reapareciendo periódicamente du­ cumental que le ha consagrado recientemente rante unas semanas triunfales en , sólo con Rossif, sólo se salva por los minutos en que Brel motivo de un nuevo disco... y siempre con la aparece actuando sin manipulación alguna de misma sobriedad del primer día. montaje. Su interpretación, por ejemplo, de «Ces Brassens, en efecto, era lo contrario del show­ gens la» es simplemente admirable. man. Ninguna puesta en escena, ningún gesto es­ Con Brassens hablábamos de románico primi­ tudiado, ningún alarde gestual... Una absoluta po­ tivo; con Brel hablaremos de expresionismo ba­ breza interpretativa, una voz aparentemente mo­ rroco. Pero este modo interpretativo tan distante nocorde, escasa de registros y de recursos. Pero -la sobriedad musical y la pobreza de la puesta en ahí radicaba la genialidad de Brassens, semejante escena de Brassens frente al abigarramiento so­ a la de esas raras piezas únicas de románico primi­ noro y el alarde teatral de Brel- no representa sólo tivo. Hace un año, con motivo de la desaparición opciones estéticas y comunicativas abstracta­ del cantante, el crítico de «variedades» de una mente alejadas, sino que es la expresión de la conocida revista de información general afirmaba: respuesta adecuada a la exigencia impuesta por el «Brassens cantaba mal». Es inútil «diatribar» con lenguaje diverso con que cada uno confecciona quien no ha comprendido que la voz del «viejo sus textos. oso», su modo de decir sus textos, es parte indis­ El de Brassens es un lenguaje simple, a tal pensable de la originalidad de su arte. Quien ha punto que puede parecer banal. Sus versos son oído a otros hombres del espectáculo, por más sabiamente «pobres», compuestos, en general, ilustres que fuesen, reinterpretar las canciones de con objetos y palabras sencillas, populares, arcai­ Brassens, sabe hasta qué punto la voz de éste es cas e incluso vulgares y groseras, lo que explica la inseparable de la forma (es decir, del contenido, si concebimos la forma coherentemente como el modo en que se organiza la materia -la voz, entre Brel. otros elementos- para aislar un contenido entre los múltiples posibles) acabada de sus obras. De modo que es imposible no estar de acuerdo con su creador cuando observa: «Las interpretaciones de los otros me aportan una nueva forma de recibir mis canciones ... Pero si quieres francamente mi parecer, te confesaré que, para mí, quien mejor canta las canciones de Brassens, es él» (56). En cuanto a Brel. .. «¡ Con semejante temática y con una música tan particular! Verdaderamente mis canciones no están hechas para estar en todos los labios» (57). La música, en efecto tan singular, no es en Brel simplemente «un soporte de las palabras», su funcionalidad no puede ser mera­ mente negativa -«La música no debe en ningún caso estorbar la comprensión» (58)-, como ocurre

33 Los Cuadernos de Música

acusac10n de «langage ordurier» de los primeros tiempos. Pero el arte de Brassens transforma todo NOTAS ello en poesía: «Creo que el mayor favor que he (1) «La danza de la muerte», Códice del Escorial, Colec­ hecho a las blasfemias y a las palabrotas es retirar­ ción Camafeo, p. 25. las toda su grosería. Cuando digo «mierda» hay, (2) De hecho Brassens recibirá en 1967 el Grand Prix de en realidad, un ramo de flores detrás» (61). La Poésie de L' Académie, y anteriormente había sido objeto de buscada modestia de sus melodías y acompaña­ un intento de propuesta para su entrada en la propia Acade­ mia. Por otra parte tanto los textos de Brassens como los de mientos -«Podría, incluso únicamente con mi gui­ Brel entraron tempranamente en colecciones de poesía (los dos tarra, buscar más artificio: pasar acordes más ri­ aparecen en la colección Poetes D' Aujourd'hui de Seghers) y cos, más complicados. No lo hago» (62)- no es han sido objeto de estudios diversos (por ejemplo «Le vocabu­ indicativa de facilidad o de incapacidad, sino re­ laire de G. Brassens», de Linda Hantrais, Ed. Klincksieck, 1976; o «Chansons. Jacques Brel», de Bruno Honge y Pul sultado de una infatigable búsqueda expresiva, Lidsky, Hatier, 1976). que en él, no lo olvidemos, tiene como objetivo (3) En el caso de Brassens que puso música e interpretó esencial «no estorbar la comprensión»: « Ocurre poemas de Aragon, Francis Jammes, Paul Fort. .. que gracias a frecuentemente que escribo cinco o seis músicas él están en los labios del gran público. (4) He aquí lo que advertía Brassens a este propósito: «Es diferentes para el mismo texto ... Y luego escojo la un arte que frecuentemente es hecho por menores, pero no es que me parece que conviene mejor» (63). un arte menor. Sin embargo, ¡ay!, ha sido muy a menudo El «exceso» dislocado de Brel haría de los tex­ estropeado por los que le han ejercido» («Brassens», de Phi­ tos de Brassens una caricatura ramplona. Pero lippe Chatel, Le cherche midi éditeur, p. 148). Brel es, sin convierte los suyos en piezas antológicas en las embargo, más radi6al: «La canción no es ni un arte mayor ni un arte menor. NoJ es un arte». Aunque la concepción que a que «toda la impetuosidad, todo el carácter caó­ continuación expres� sobre la creación de canciones convierta tico, el nerviosismo del siglo XX circula ... como esta tarea en arte .. :·\y de los más complejos!: «Le desafío a los impulsos de un motor» (64). La poesía de Brel que exprese claramente.Jamenor idea en tres estrofas y en tres hunde sus raíces en la cultura contemporánea, estribillos. Escribo actualmente una canción que se llamará, sin duda: Un niño. Deme diez páginas y le explicaré cómo veo cuenta dramas actuales con palabras de hoy, y la la infancia. Pero como la canción no dura más que tres minu­ angustia, la rabia, la impotencia y la rebelión que tos, las diez páginas se reducirán a un verso... que corre el sus fulgurantes imágenes apuntan quedarían trun­ peligro de pasar completamente desapercibido. Ahora bien, no puedo decir nada más sin desequilibrar mi canción y tampoco cadas sin la potenciación que le otorga un juego puedo expresarme de manera más concisa. De esta manera, escénico que -conscientemente o no- era deudor todas las ideas susceptibles de ser utilizadas chocan con pro­ de las corrientes más avanzadas de su tiempo. blemas técnicos ... » («Jacques Brel», Jean Clouzet, Poetes Productos culturales de alta calidad, las cancio­ d'Aujourd'hui, Seghers, p. 46). (5) «... Tout peut s'oublier/... /oublier le temps/des malen­ nes de Jacques Brel y de Georges Brassens han tendus/et le temps perdu»; «Je te parlerai/de ces amants-la/Qui sobrevivido a sus creadores y transcenderán nues­ ont vu deux fois/Leurs coeurs s'embraser. .. »; «On a vu sou­ tra época, como las obras románicas o expresio­ vent/rejaillir le feu/de l'ancien volcan/qu'on croyait trop nistas a las que les he comparado; como cualquier vieux... »; «laisse-moi devenir/l'ombre de ton ombre/l'ombre de ta main/1' ombre de ton chien ... ». gran novela, poema, drama o pieza musical. .. Pa­ (6) «Tiens le demier tram s'en va/.. ./Madeleine ne viendra sado el tiempo seguirá siendo válida para ambos la pas»; «Demain j'atténdrai Madeleine/je rapporterai du lilas/j'en cazurra afirmación del segundo al tener conoci­ rapporterai toute la semaine ... »; «Madeleine c'est mon Noel­ miento de la muerte del primero: «No creo que .../Madeleine c'est mon horizon/c'est mon Amérique á moi». (7) «Maudite _Mathilde puisque te v'lá». haya muerto ... Para mí y para sus amigos será (8) «Je sais je sais que ce prochain amour fácil hacer revivir a Brel. Bastará con es- � sera pour moi la prochaine défaite cuchar sus discos. Una especie de ausen- .. � je sais déja a l' entrée de la rete cía va a comenzar, pero la muerte... » � la feuille morte que sera le petit jour (65). je sais je sais sans savoir ton prénom que je serai ta prochaine capture je ·sais deja que c'est par leur murmure que les étangs mettent les fleuves en prison Mais on a beau faire on a beau dire qu'un homme averti en vaut deux on a beau faire on a beau dire �a fait du bien d'etre amoureux.» (9) «La filie a tout le monde a bon coeur/ell'me donne au petit bonheur/les p'tits bouts d'sa peau bien caches/que les autres n'ont pas touchés» («La mauvaise herbe). (10) «Avant d'aller conter fleurette/aux belles ames des damnées/je reve d'encore une amourette/je reve d'encore m'enjuponner» («Le Testament»). (11) «Le jeu dut plaire a l'ingénue/car a la fontaine sou­ vent/elle s'alla baigner toute nue/en prient Dieu qu'il fit du vent» («Dans l'eau de la claire fontaine»). (12) «Un p'tit coin d'parapluie/contre un coin d'Paradis» («Le parapluie»). (13) «Quand j'ai coru tout chose au rendez-vous de Mari­ nette/la bell'disait: 'J't'adore'a un sal'typ'qui l'embrassait/avec mon bouquet d'fleurs j'avais l'air d'un con ma mere» («Mari­ nette»).

34 Los Cuadernos de Música

(14) «Tous les somnambules, tous les mages m'ont etre enterré a la plage de Sete») «Camarde» es aquí la muerte,

35