SEMANA I Y SEMANA II: DOS REVISTAS, DOS ÉPOCAS, ¿LA MISMA REALIDAD?

POR MARÍA ALEXANDRA GONZÁLEZ LIAN

TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE COMUNICADORA SOCIAL Y PERIODISTA

ÉNFASIS PROFESIONAL: PERIODISMO

DIRECTOR MAURICIO SÁENZ BARRERA

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAGE CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL Y PERIODISMO

BOGOTÁ D.C 2019

ARTÍCULO 23

“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los alumnos en sus trabajos de grado, solo velará porque no se publique nada contrario al dogma y la moral católicos y porque el trabajo no contenga ataques y polémicas puramente personales, antes bien, se vean en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”.

Bogotá, 21 de mayo de 2019 Decana MARISOL CANO BUSQUETS Facultad de Comunicación y Lenguaje Pontificia Universidad Javeriana

Estimada Decana, Este trabajo es el resultado de varias inquietudes intelectuales que han venido merodeando por mi cabeza desde que leí A plomo herido de Maryluz Vallejo, y El hombre detrás de Semana de Juan Carlos Iragorri. Ambos, aunque distan en estilo y contenidos, tienen algo que me resulta fascinante en común; un marco histórico desde el cual se puede entender nuestro periodismo. El valor de este trabajo reside en desempolvar un archivo, viejo, prácticamente olvidado, pero de incalculable valor histórico, y ponerlo a dialogar con el presente. Desde una mirada crítica busca dilucidar ciertas lógicas del binomio poder y periodismo, que en la historia colombiana han ido de la mano. Este trabajo rescata voces que se han ido borrando con el tiempo, y documenta otras que, aunque vigentes, han brillado por su silencio. He ahí un aporte a nuestra historia. Tuve la oportunidad de hacer una reflexión sobre el oficio, hilada con las temáticas aquí presentadas. Eso fue, quizá, lo más valioso, y lo que se quedará conmigo para siempre. Aquella metáfora del río de Heráclito ilustra de forma precisa el efecto que estos años de carrera han dejado en mí. Semana I y Semana II: dos revistas, dos épocas, ¿la misma realidad? es la síntesis de ello.

Atentamente, María Alexandra González Lian CC: 1140882502 Estudiante de Comunicación Social y Periodismo Facultad de Comunicación y Lenguaje Pontificia Universidad Javeriana

Bogotá, 20 de mayo de 2019

Decana

MARISOL CANO BUSQUETS

Facultad de Comunicación y Lenguaje

Pontificia Universidad Javeriana

Estimada Decana,

Con gran placer me dirijo a usted para presentarle el trabajo que la estudiante María Alexandra González Lian elaboró para optar al título de comunicadora social y periodista. Su título, ‘Semana I y Semana II: dos revistas, dos épocas, ¿la misma realidad?”, expresa su objetivo y su naturaleza. Con base en un riguroso proceso investigativo, María Alexandra busca dilucidar el contexto político del país en dos épocas de su historia reciente, por medio de la lente de las dos épocas de una publicación emblemática de : la revista SEMANA.

Entonces el trabajo tiene varias dimensiones: el del discurrir histórico de los años 1946-1961, y 1982 hasta el presente, con sus diferencias y similitudes; el tratamiento periodístico de esas realidades, acorde con las épocas, y el testimonio de varios de los actores, que pocas veces han hablado de este tema tan a profundidad.

Por su rigor, su amplitud y su calidad, considero que el trabajo tiene un especial mérito y cumple con creces los requisitos exigidos para su sustentación.

Atentamente,

Mauricio Sáenz C.C. No 19157704

Agradecimientos

A Mauricio Sáenz un GRACIAS en mayúsculas, por guiarme con su inteligencia y su sabiduría. Por el valioso tiempo que siempre me dedicaba, aun cuando ello significaba sacrificar unas horas más en la redacción. Por darme una lección de periodismo, y de vida.

A Daniel Valencia por mostrarme una luz en el camino.

A Mario Morales por transmitirme sus conocimientos, y por creer en mis capacidades.

A Maryluz Vallejo por sus valiosos consejos, y su magnífica obra.

A mis padres, escultores de mi espíritu.

Tabla de contenido Marco Teórico ...... i Metodología ...... vii Objetivos ...... x Introducción ...... 1 Contexto Periodístico ...... 3 Contexto Político Semana I ...... 8 Contexto Político Semana II...... 23 Semana I y II: Una mirada comparativa ...... 35 Voces de protagonistas ...... 87 Conclusiones: ...... 112 Bibliografía ...... 118 Anexos ...... 123

Marco Teórico

1. Revistas o Magazines en el Periodismo:

La revista más antigua en Colombia es “El Mensajero del Corazón de Jesús”. Nació el primero de noviembre de 1867 en Bogotá, fundada por el padre Eulogio Tamayo, quien la dirigió durante 11 años. (1968, p. 654). Su segundo director fue el Padre España, de la orden de San Ignacio de Loyola. A partir de ahí, fue dirigida por jesuitas, entre los que se destaca Ángel Valtierra. Bajo su dirección, la publicación tenía 20 mil suscriptores. La revista constaba de 32 páginas, y un formato de 19 X 13 centímetros.

Las instituciones académicas también fueron pioneras en tener sus propias revistas. La Academia Colombiana de Historia fundó en 1902 su “Boletín de Historia y Antigüedades”, que era publicado semestralmente (Cacua, 1968, p.655). Se dedicaba a prepagar investigaciones sobre la historia de nuestro país. “Popayán”, publicación del Centro de Estudios del Cauca, surge en 1907. Entre 1915 y 1947, La Academia de Historia de Cartagena circula “El Boletín Historial”. Entre 1918 y 1930 se publica “Archivo Historial de Manizales”. (Cacua, 1968, p.656) La Universidad Nacional publicó los bianuales “Universidad Nacional” (1944 a 1956) y “Monografías Sociológicas”(1959 a 1962). Con motivo de la conmemoración del primer centenario de la universidad, el decano del Departamento de Filosofía y Humanidades, Francisco Posada Díaz, pública “Ideas y Valores”, revista semestral de 250 páginas en dieciseisavo. La primera edición vio la luz en 1967. Incluye crónicas, artículos de actualidad sobre problemas colombianos, teatro, artes, y problemas educativos (Cacua, 1968, p.663). La “Revista Javeriana”, fundada por el Padre Félix Restrepo (circuló de 1933 a 1935 cada tres meses. Después, su enfoque cambió, pues se dedicó a la cultura general. Fue dirigida por padres de La Compañía de Jesús (Cacua, 1968, p.663). En 1951 se publicó “Universitas”, revista de la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Javeriana, dirigida por Gabriel Giraldo (Cacua, 1968, p.664). Para el autor “es la mejor revista de su género que existe en el país”. Contaba con un tamaño de 24 ½ X 7 cm, utilizaba papel estilo edad media, y contenía entre trescientas y cuatrocientas páginas. A partir de 1952, se publicó bianualmente. Actualmente, se

i publica semestralmente, “sus artículos son el resultado de investigaciones realizadas en todas las áreas del pensamiento científico jurídico por estudiantes de derecho y jóvenes abogados” (https://cienciasjuridicas.javeriana.edu.co/publicaciones/publicaciones-estudiantes/universitas- estudiantes ). Desde la edición número catorce de julio-diciembre del 2016 cuenta con el apoyo de Legis Editores.

En 1906 aparece la revista Bogotá Ilustrado, de los hermanos Rafael y Eduardo Espinoza. Cesa su circulación en 1908 (Cacua, 1968, p.674). Tenía una extensión de 16 páginas, caratulas a color, y dos columnas. En sus ediciones se podían encontrar crónicas sobre el atentado Barro Colorado y la fundación Escuela Militar de Bogotá. Contenía una sección llamada “Galería de Prensa” en la que se escribían biografías de notables personajes tales como Clímaco Soto Borda, Víctor Alberto Delgado, y Federico Rivas Frade.

La revista “Letras” lanza su primera edición el 20 de julio de 1911, como órgano de la “Sociedad Julio Arboleda”. Entre los de esta publicación, de la cual se logran 60 entregas, estaban Antonio Álvarez Lleras, Daniel, Jorge y Nicolás Bayona Posada, Raimundo Rivas, Jorge Wills Pradilla, y Eduardo Santos, entre otros. (Cacua, 1968, p.677)

En 1912 se crea en Bogotá la “Revista de la Policía Nacional” (por medio del decreto número 39 del 14 de marzo de 1912). Contiene 16 páginas en dieciseisavo. Durante su primera etapa publicó 225 números (hasta 1947) (Cacua, 1968, p.677). En 1951 (Cacua, 1968, p.678) inicia su segunda etapa. Es editada por la “Escuela General Santander”, conformada de 112 páginas, y papel satinado. Su director fue el General Juan Félix Mosquera, su jefe de redacción el Capitán Hernando Medina Aldana. En 1968, su tiraje era de 40,000 ejemplares. Actualmente, se sigue publicando. Hasta la fecha, la revista cuenta con 106 años.

El primer ejemplar de “Cromos” (revista semanal ilustrada) circula el 15 de enero de 1916 en Bogotá. (Cacua, 1968, p.682) Era propiedad de Arboleda & Valencia. En ese entonces, contaba con dieciséis páginas en octavo. Era fabricada con papel satinado y costaba diez centavos. Durante su primer año, contaba apenas con 80 suscriptores. A partir de 1953 sus

ii portadas son a color (Cacua, 1968, p.683). En 1919 los hermanos Luis, Rafael, y Joaquín Tamayo compraron la publicación. En 1953 los hermanos Jaime, Guillermo, y Gabriel Restrepo se la compraron a los Tamayo. El gobierno de Guillermo León Valencia, con motivo de los 50 años de la publicación, le otorgó a Cromos el reconocimiento de la “La Cruz de Boyacá” (Cacua, 1968, p.684). En 1968, el entonces presidente le otorga a Jaime Restrepo la orden (Cacua, 1968. p.684). Según Cacua Prada, “Cromos” es la revista más prestigiosa del país (Cacua, 1968, p.685), pues se ha ido superando constantemente.

En 1927 Julio Caro funda la “Revista del Banco de la República”, como medio de la primera entidad bancaria de nuestro país. Desde entonces, ha circulado mensualmente sin interrupción. En sus inicios, su tamaño era de 22 x 28 cms, y su paginación variable (Cacua, 1968, p.695).

El 28 de octubre de 1946 sale la primera edición de la Revista Semana. “La carátula de la primera entrega es una caricatura de (el entonces) presidente Mariano Ospina Pérez”. Lleras Camargo escribió en la sección “Al lector”: “No es Semana una revista política, ni doctrinaria, ni literaria. Obedece su creación a una necesidad del nuevo tiempo, y a la creación natural de un público nuevo” (Cacua, 1968, p.713). Su extensión era de 36 a 80 páginas, y su tamaño de 20 ½ X 21 ½ centímetros. Durante sus primeros años, las portadas siempre son caricaturas y dibujos alegóricos realizados por Jorge Franklin, Reinaldo Scandroglio, Iván Parra, Carlos Roa, Max Enríquez, y Santiago Martínez Delgado. A continuación una lista cronológica de los directores: Alberto Lleras, Hernando Téllez Blanco, Juan Lozano y Lozano, Eddy Torres, Hernán Echavarría, Luis Zornoza Falla, Mario Laserna, Eduardo Caballero, Alberto Zalamea, Libardo Ospina, Fernando Guillén Martínez, y Alberto Montezuma Hurtado (Cacua, 1968, P.713). La última edición de esta segunda etapa fue la número 762, y salió el 21 de agosto de 1961. Los redactores y colaboradores fueron: Eduardo Caballero Calderón, Jorge Padilla, Lucas Caballero Calderón, Abelardo Forero Benavides, , Alberto Galindo, Ignacio Ramírez Sánchez, Ignacio Aguilero, Camilo Cruz Santos, Fernando Charry Lara, Otto de Greiff, Hernán Echavarría Olózaga, Miguel Fadul, José María Espinosa, Hernando Cáceres Sanmiguel, Antonio

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Cacua Prada, Jorge Vélez García, Mauricio T. Obregón, Antonio María Sánchez, Jorge Moreno Clavijo, José Constante Bolaños, Hans von Hildebrand, Arturo Escobar Uribe, Consuelo de Montejo, Enrique Peñalosa Camargo, Roberto Pineda Giraldo, Luis Carlos Sánchez, Antonio Cruz Cárdenas, Pedro Acosto Borrero, Héctor Charry Samper, Carlos Vesga Duarte, Paulo E. Forero y Hernando Turriago. De la parte gráfica se encargaron Heriberto Wolf y Juan de J. Fonseca.

Dice Antonio Cacua: “La presentación, contenido, redacción y armada de “Semana”, viene a revolucionar en Colombia la tradición en cuanto a revistas. “Semana” es algo totalmente nuevo. La acogida que la publicación tiene en todos los sectores es digna de tenerse en cuenta. La altura que su fundador y primer director, el expresidente de la república Dr. Alberto Lleras Camargo le imprime se mantiene durante su existencia”. * Entre 1930 y 1970 nacen los magazines ilustrados (Del Rey, 1989, p.83). La palabra magazine proviene del francés magasin, que significa almacén. Estas se caracterizaban por dirigirse a un amplio espectro de receptores, por lo que contenían una gran variedad de secciones con temas variados direccionados a una gran audiencia. Entre los hitos de esta época dorada se puede encontrar Match, Marie Claire, Candide en Francia, y Look o Life en Estados Unidos. “Estos magazines fueron un poco los supermercados de la información y de la cultura de masas y, en la prensa, aparecían como instituciones” (Del Rey, 1989, p.83). Su característica distintiva era la preponderancia que se le daba a la imagen, mientras el texto pasó a ocupar una función complementaria (Del Rey, 1989, p.84). “Con la era de las magazines hace su aparición un nuevo arte periodístico” (Del Rey, 1989, p.84), según el cual se cita el hecho desde las imágenes. “Se trata de ordenar el caos de la actualidad a partir de las fotografías mas aptas para atraer o impactar la mirada” (Del Rey, 1989, p.84). Esta estrategia ideada por Life funcionó durante cuarenta años, y se esparció por el resto del mundo. Para 1970, Life seguía siendo todo un hito; su audiencia era calculada en 42 millones 170 mil lectores y tiraba 8 millones y medio de ejemplares.

Durante los primeros años de los años 70, se inicia una crisis de las magazines. Aunque parte se debe a razones puramente económicas, es en ultimas una crisis de lectores, puesto que sacude

iv una forma de periodismo que ya no responde a las necesidades de estos. En 1971, el tiraje de Life se disminuye a 7 millones para poder reducir las tarifas destinadas a la publicidad. Pese a estas medidas, Life se extingue en 1972 (Del Rey, 1989, p.84). Un año atrás, su rival Look dejó de circular.

“Los periódicos y revistas culturales comienzan al menos desde 1836, cuando aparece La Estrella Nacional, y hay años en los que, en Bogotá, fuera de los periódicos políticos, religiosos y comerciales, salen 3 o 4 semanarios literarios. En Medellín, entre 1880 y 1910 –y hay que recordar que era un pueblito de 40.000 habitantes- salen por lo menos 12 revistas o periódicos culturales, incluyendo tres que pensaban que había público para revistas cuyo objetivo principal era imprimir partituras para piano” (Melo, 2008, p.1). Cabe aclarar que para realizar este panorama el autor no tuvo en cuenta las revistas universitarias ni las de crítica literaria (Melo, 2008, p.1).

Junto al surgimiento de las primeras revistas literarias en Colombia, se encuentra la página literaria de los periódicos generales; en 1848 El Neogranadino de Manuel Ancizar, en 1859 El Porvenir, y en 1873 La América publicaron un semanario especial sobre literatura. En gran parte del siglo XIX, los periódicos son el medio a través del cual se publican las novelas nacionales y extranjeras de la manera más eficiente, siguiendo el modelo del folletín, importado de Francia (Melo, 2008, p.2).

Las revistas mencionadas anteriormente pueden generar la falsa creencia de que Bogotá era la Atenas suramericana (así la llamaron Elisée Réclus y Miguel Cané). La realidad era distinta; los editores de revistas culturales intentaban, a como dé lugar, instaurar un público, cosa que solo existía a muy pequeña escala (Melo, 2008, p.2). “El público potencial –los que saben leer y escribir y han pasado por una escuela secundaria o universitaria- son muy pocos: la expansión de la secundaria y la universidad es un fenómeno de 1960 a 1990. Y ese público no recibe una educación que promueva el amor por las artes o la literatura. La escuela es para aprender a leer y hacer cuentas, la universidad es para ser profesional” (Melo, 2008, p.2).

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El autor establece que las revistas tienen dos principales funciones. “Promover un ideal cultural, el de la civilización, que incluye el orden republicano, el progreso económico y el avance espiritual. Y dar una oportunidad a los escritores para que sus productos lleguen al naciente público. La revista sirve para publicar, porque publicar un libro es muy difícil, y sirve para divulgar y convencer. Y por eso, oscilan entre las revistas con una meta precisa y las que son ante todo una vitrina de escritores; las que impulsan una visión propia de la sociedad y las que confían en que el sólo hecho de poder entregar sus creaciones al público ayude a desarrollar la civilización” (Melo, 2008, p.2).

En América Latina, son los escritores quienes publican sus revistas. En 1826, José María Heredia dirige El Iris (México), en 1837 J.B Alberdi y Miguel Cané dirigen La Moda (Buenos Aires), donde labran el lenguaje del romanticismo que se expande, más tarde, en la Nueva Granada. “En Chile el Museo de Ambas Américas, dirigido por el colombiano Juan García del Río en 1842, participa en los debates intelectuales sobre civilización y barbarie, sobre autoritarismo y democracia. El Renacimiento (1869) impulsa en Méjico el entusiasmo de “la juventud estudiosa” por la literatura, por encima de divergencias políticas. La Revista Cubana (1885- 1894) de Enrique José Varona refuerza el nacionalismo y el modernismo en Cuba. En Venezuela, el modernismo se promueve en El Cojo Ilustrado, (1892- 1915)” (Melo, 2008, p.3).

Durante la primera mitad del siglo XX, las vanguardias literarias se agrupan desde las revistas. Está el ejemplo de las revistas Nosotros, Prisma, Proa, y Martín Fierro en la que Jorge Luis Borges impulsó la corriente ultraísta. (Melo, 2008, p. 3) “De 1890 a 1930 los intelectuales latinoamericanos se comunican por medio de sus revistas: son años de mucho peregrinaje intelectual, de mucho intercambio de publicaciones, de mucho elogio mutuo y de encendidas polémicas” (Melo, 2008, p.3).

En su secciones Los grandes modelos internacionales el autor menciona que surgimiento de las revistas culturales a nivel mundial se da en el siglo XVIII. Las primeras son inglesas. Spectator de Joseph Addison nace entre 1711 y 1712, y el Literary Magazine en 1856. “Don Andrés Bello, publicó en Londres la Biblioteca Americana (1823), y El Repertorio Americano (1826-1827), que inspiraron esfuerzos similares a mucho editor latinoamericano. En el siglo XIX se imitaron

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esas revistas, así como los periódicos franceses que publicaban folletines literarios en la década de 1840 y 1850” (Melo, 2008, p.4).

Metodología

I.Tipo de investigación:

La investigación que se realizará en este trabajo es de tipo descriptiva, analítica, y de carácter cualitativo. María Teresa Anguera establece que “con frecuencia, la investigación cualitativa se describe como holística; es decir, que se preocupa por los seres humanos y su ambiente en toda su complejidad. A menudo se basa en la premisa de que el obtener conocimiento de los seres humanos es imposible sin describir cómo se vive y cómo se define la experiencia humana por los propios actores” (Anguera, 1995, p.2) Esto guarda estrecha relación con lo que se propone en esta investigación, ya que al analizar comparativamente las dos etapas de la revista Semana, resulta esencial partir del contexto, tanto de su producción como de su recepción (aunque estos están relacionados entre sí), para de esta manera evidenciar las similitudes y diferencias de la publicaciones en sus dos momentos históricos. Otra definición que sirve para explicitar lo expuesto anteriormente es la de Benoliel (Benoliel, 1984, pág. 3) que establece que “la investigación cualitativa son modos de cuestionamiento sistemáticos enfocados a entender a los seres humanos y a la naturaleza de las interacciones con ellos mismos y con su entorno”. Las formas en las que los lectores se relacionan con Semana varían, no son estáticas, dependen de la serie de relaciones que entretejen con su entorno, y su contexto. Es decir, resulta necesario mencionar en el estudio los hechos históricos que marcaron las dos etapas (ya delimitadas), para a partir de eso, crear una comprensión del producto periodístico.

Según Sabino “las investigaciones descriptivas utilizan criterios sistemáticos que permiten poner de manifiesto la estructura o el comportamiento de los fenómenos en estudio, proporcionando de

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ese modo información sistemática y comparable con la de otras fuentes” (Sabino, C. El proceso de investigación, (Sabino, 1992, p. 43). Esto se hace especialmente evidente en el trabajo a realizar puesto que, partiendo del material de trabajo mismo (las revistas), se busca comparar metódicamente, mediante unas categorías, características específicas de las publicaciones. II.Corpus de la investigación: El objeto de la investigación que se realizará es la revista Semana. Se hará un estudio comparativo entre las dos etapas que esta ha tenido. Dicha publicación nació en 1946, cuando el expresidente Alberto Lleras Camargo la fundó basándose en el modelo de los magazines estadounidenses. De manera que aspectos tales como el lenguaje, la estética y la estructura empresarial fueron importados a nuestro país. En 1982 Felipe López Caballero, hijo del expresidente Alfonso López Michelsen, logró que Alberto Zalamea, su último dueño, le cediera los derechos del nombre de la publicación. Desde entonces, se ha posicionado como uno de los medios más respetados del país en materia de actualidad y política. López llevó a cabo esta publicación inspirándose en el modelo de Time, pues admiraba el estilo propio que esta publicación creó.

III.Delimitación:

Resulta fundamental para el desarrollo de la investigación delimitarla tanto espacial como temporalmente. Esto con el fin de poder abarcar, de manera específica, un determinado volumen de información. Ello posibilita una comprensión contextual del objeto de investigación. En este trabajo, es especialmente importante definir los años de la publicación que se tomarán como material de estudio. Para poder realizar un análisis completo de la revista, resulta fundamental mirarla a través del tiempo, tanto en su primera como en su segunda etapa. Para ello es necesario concentrarse en los sucesos históricos más relevantes que esta ha cubierto, para así poder determinar cómo ha sido el tratamiento periodístico que le ha dado a dichos acontecimientos.

La delimitación espacial que se plantea, teniendo en cuenta el lugar de producción de la revista y el de su circulación, es Bogotá y nacional.

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IV.Técnicas e Instrumentos: Los instrumentos por medio de los cuales se recogerá la información son una serie de categorías que se irán llenando conforme se vaya realizando la investigación. Como se trata de un estudio comparativo será necesario clasificar la información en categorías, de manera que se puedan comparar peras con peras y manzanas con manzanas. Estas categorías se implementarán tanto para la primera etapa como para la segunda, y se irán completando de acuerdo con el cronograma. Los cuadros que llevaría esa matriz son: fechas, titulares, temas, extensión, nombres de columnistas (solo en la segunda etapa), nombres de periodistas, nombres de directores, y diagramación. Sumado a esto, se complementará la investigación con entrevistas que se realizarán a directores y periodistas de la primera y segunda etapa. Otros instrumentos que se utilizarán serán entrevistas que se hayan realizado en otros medios, o en libros. V.Fases de la Investigación: Este trabajo se compone de cinco fases de investigación. La primera es diseño y formulación del proyecto de investigación. En esta etapa se estableció el tema que sería trabajado (comparación entre las dos etapas de la Revista Semana). Así mismo, se desarrolló la pregunta de investigación, y se definió tanto el objetivo específico como los generales. Se llevó a cabo un estado del arte, con el fin de indagar que tanto había estudiado del tema (muy pocos trabajos de grado tenían como corpus a la revista Semana). También, se realizó el marco teórico, la justificación, el planteamiento del problema, la metodología y el cronograma. La segunda fase es la recolección de información. Se irá a la hemeroteca Luis Ángel Arango donde reposan los archivos de la primera etapa de la publicación. También, se estudiarán las revistas de la segunda etapa, que pueden obtenerse tanto en físico como en línea. La tercera fase es análisis de la información, en la cual se interpretará los hallazgos y se interrelacionará lo captado en la primera con la segunda etapa, y viceversa. La cuarta etapa es la clasificación y sistematización de la información, en la cual se completarán las tablas con las categorías planteadas. La quinta y última fase es la entrega del producto final. Las últimas semanas se destinarán a darle forma narrativamente, y luego se entregará y sustentará el trabajo.

VI.Producto Final:

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Se entregará una monografía escrita, divida por capítulos. Se explorará la posibilidad de combinar géneros, tales como crónica, ensayo, y entrevista. Ello depende, en gran parte, de lo que se vaya encontrando en la investigación, y de la forma como se vayan relacionando los hallazgos. Siempre se dará prioridad al contenido, puesto que de este depende la forma.

Objetivos

I. Objetivo General: Analizar, a través de un estudio comparativo, la primera y la segunda etapa de revista Semana, para evidenciar el cambio de país.

II. Objetivos Específicos:

1. Analizar la línea editorial de la primera etapa y la línea editorial de la segunda etapa. 2. Analizar los contenidos de la primera y la segunda etapa.

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Introducción

La presente investigación tiene como propósito analizar comparativamente dos etapas de un medio impreso que ha transformado el periodismo colombiano; la revista Semana.

Su fundador Alberto Lleras Camargo la creó en 1946, justo después de haber terminado su primer periodo presidencial. Lleras, un cosmopolita, se inspiró en los modelos de los magazines anglosajones Time y Newsweek. Semana rápidamente se convirtió en una referencia obligada, y ganó reconocimiento en todo el continente por su innovadora fórmula. La revista cerró en 1961.

Felipe López Caballero, hijo del expresidente liberal Alfonso López Michelsen, revivió la revista en 1982 contra todo pronóstico; no tenía experiencia periodística, y en ese entonces, las revistas de tipo político eran partidistas. Nadie daba un peso por la revista del hijo de un expresidente que además, pretendía ser imparcial. No obstante, la revista lleva 37 años en circulación, siendo uno de los medios impresos más influyentes del país. Al igual que la de Lleras, goza de prestigio en la región, y es, junto con la revista brasilera Veja, la única de su especie que sobrevive en el continente.

Dado que se ha estudiado muy poco sobre estas revistas, y jamás se ha hecho un estudio que ponga a dialogar a ambas, este trabajo analizará comparativamente las dos etapas de revista Semana.

Ahora, para ello resulta fundamental tener una compresión sobre los contextos que le dan vida a cada una, sobre todo porque sin estos es imposible comprender las piezas periodísticas claves que se estudiaron en este trabajo. Al narrar brevemente los contextos, cualquier interesado en este tema, que no necesariamente sea académico o periodista, podrá tener una comprensión global de lo que dice Semana. Además, si alguien consulta esta monografía dentro de treinta o cincuenta años, tendrá a su alcance una selección de diversas fuentes históricas que le posibilitarán tener una referencia de los hechos, así como de la forma como la revista los ha

1 interpretado. Es decir, se cumple, con este contexto, la doble función de reconstruir hechos claves de nuestra historia, y propiciar el análisis, a partir del lente de revista Semana de dichos hechos.

Este trabajó, abordará, en primer lugar, una dimensión histórica, resultado de una cuidadosa selección bibliográfica, para luego, desde una óptica reflexiva dilucidar las características clave de las revistas. Así mismo, esta monografía cuenta con el valioso testimonio de tres grandes periodistas, Felipe López, fundador de Semana, María Elvira Samper, clave en la consolidación de la revista, y Vladdo, quien lleva 25 años plasmado sus caricaturas en el semanario. A partir de estas entrevistas puede entretejerse una mirada más profunda sobre el funcionamiento de la revista desde adentro.

En este trabajo se intenta, por un lado, dar cuenta de los avances periodísticos e innovaciones, y por el otro, mirar analíticamente, con la distancia del tiempo, las características de ambas etapas.

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Contexto Periodístico

Resulta necesario, trazar, brevemente, una ruta de los antecedentes periodísticos que, de una u otra forma, posibilitaron el surgimiento de revista Semana. También, cabe señalar que nuestra historia periodística está íntimamente ligada a nuestra historia política.

Semana es pionera en introducir en Colombia una noción de periodismo moderno. Pero anterior a su llegada, varias publicaciones dieron visos de una incipiente modernidad en el periodismo. Esa transición, en palabras de Maryluz Vallejo, se dio de manera lenta y dolorosa.

“Entrar a la modernidad significaba para la prensa de finales de siglo XIX despojarse de corsés doctrinarios para informar sobre la actualidad nacional e internacional con un criterio independiente, incluir temas de la vida cotidiana, usar un lenguaje ágil, emplear géneros como la noticia, la crónica ligera, el suelto y la semblanza y, sobre todo, adaptar el periódico a las necesidades de todos los lectores” (Vallejo, 2006, p.15)

El Papel Periódico Ilustrado de Alberto Urdaneta, por ejemplo, anuncia en su editorial que el quincenario “no tiene filiación política; es campo neutral donde no llega ni el eco de las luchas en que desgraciadamente se agita nuestra sociedad. Esta sección no registrará, pues, sino

3 los hechos culminantes que merezcan ser conocidos o que deban pasar a la posteridad, sin que sobre ellos nos permitamos hacer comentarios, ni emitir opiniones que pudieran juzgarse apasionadas” (agosto 6 de 1881). Maryluz establece que se cumplió esta promesa gracias a que la publicación se especializaba en contenidos artísticos, históricos, y literarios (Vallejo, 2006, p.15). Cabe señalar, que este periódico innovo al traer a Colombia grabados en madera.

Ahora, Darío Acevedo Carmona en su artículo Prensa y Confrontación Política en Colombia 1930-1950 (Acevedo, 2003) cita al historiador Renán Silva para demostrar la importancia de Papel Periódico Ilustrado en la propagación de las ideas de la independencia. Dice Silva:

“En nuestro país la prensa ha sido para los letrados, a partir del siglo XIX, y en ese siglo más que en el presente (XX), la forma por excelencia de recibir información sobre la vida política nacional e internacional, y uno de los instrumentos centrales de los enfrentamientos ideológicos (...)”

La prensa ha sido, desde su surgimiento, un móvil de propagación ideológica partidista, y ha contribuido, en gran medida a la configuración de estas identidades. Enrique Santos Calderón así lo reconoce: “...si algo caracteriza al periodismo colombiano es que ha estado siempre hermanado a la política. El periodismo nacional ha sido y sigue siendo semillero de presidentes y líderes partidistas”. (Del Rey, 1989, p. 118.)

José Salgar, en la VIII Catedra Anual de Historia Ernesto Restrepo Tirado, estableció que (en referencia a su libro “Coletilla al fin de siglo”):

“Todos los presidentes colombianos de los últimos cien años tuvieron origen, directo o indirecto en los principales diarios, así como no hay aspecto alguno de la vida nacional contemporánea en el que su prensa no haya tenido participación definitiva” (Salgar, 2003, p.34).

Sacar adelante un periódico era una verdadera hazaña. La precariedad económica y las constantes censuras impuestas por los gobiernos autoritarios constituían una amenaza a la permanencia de la prensa. Fueron pocos los diarios que sobrevivieron por un periodo prolongado, tal fue el caso de .

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El diario El Telegrama, por su parte, se encontró otras dificultades: “la agreste topografía que hasta entonces había impedido al país salir del provincianismo” y el desinterés de los capitalinos por los temas internacionales, que eran la especialidad del diario (Vallejo, 2006, p.16). En su editorial se lee:

“Tan grande indiferencia por la suerte del mundo y de nuestros semejantes proviene de nuestra completa incomunicación. Nos hemos quedado estacionarios mientras todo se movía (…). Tenemos que acercarnos, aunque sea por medio del telégrafo, al resto del mundo y debemos aprender a adquirir el interés por la raza humana” (octubre 19 de 1886).

Esta publicación fue la primera en publicar de lunes a sábado noticias nuevas sobre Europa y Estados Unidos. Antes, la información del extranjero se publicaba con retrasos de entre dos y tres meses (Vallejo, 2006, p.16). “Asimismo dentro de su estrategia de marketing incorporó un grupo de muchachos llamados los “voceadores”, quienes se encargaron de pregonar las noticias en las calles bogotanas para atraer un público más amplio. Las ideas innovadoras de su director, proclives al estilo periodístico practicado en Estados Unidos, lo llevaron a presentar en sus páginas información útil (recetas, consejos de la vida práctica), integrando también en el conjunto los folletines donde hicieron presencia escritores reconocidos como Baldomero Sanín Cano y José Asunción Silva” (Cubillos, 2012 p.57).

El Correo Nacional nació en 1890. Le su1cedió lo mismo que a El Telegrama; sus lectores no comprendían el estilo de diarismo moderno, importado de los países desarrollados. En su editorial del 20 de abril de 1892 se lee:

“Acostumbrados al periódico, aquel hebdomadario de lento y pesado andar teológico el uno y dado abstractas y eruditas disquisiciones, literario el otro, con copias, chascarrillos y artículos de costumbres, políticos los más, desde el título hasta el pie de imprenta, ferozmente intransigentes, mirando con supremo desdén cuanto no tuviese relación directa con las candidaturas, con las elecciones y con el juego y evoluciones de los partidos, natural es que ciertos lectores no se den cuenta cabal de lo que es un diario a la moderna, ligero, trasgresor, noticiero con aspiraciones a meterse en todo y a remover y tratar cuantos asuntos puedan interesar a las diferentes clases sociales”.

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Este periódico estableció la figura del reporter, que a partir del recurso de la entrevista seguía el acontecimiento de manera más cercana. El Correo Nacional contó con la particularidad de dar cabida a pensamientos de ambos partidos, manteniendo un aire de neutralidad, extraño hasta entonces.

Fidel Cano Gutiérrez fundó El Espectador en 1887 en Medellín con el fin de defender la ideas del liberalismo en tiempos de la Regeneración. Se lee en la primera edición del semanario, que en 1915 abrió su sede en Bogotá, la siguiente promesa:

“… procurar a nuestros lectores abundantes noticias, tan recientes y fidedignas como nos sea posible, sobre los procesos importantes que se cumplan en la República y fuera de ella” (marzo 22 de 1887).

Ahora bien, resulta esencial comprender el hermanamiento entre prensa y poder en la época republicana, porque sobre esta tradición se cimientan las bases del periodismo moderno. Las dinámicas de reciprocidad entre el periodismo y la política pueden entenderse desde una cita de Enrique Santos Calderón (Acevedo, 2003, p.284).

“¿Cuántos presidentes de la república no han sido periodistas? Para el siglo XX, Santos Calderón nos documenta una larga lista de presidentes que de una u otra forma fungieron como periodistas, desde Eduardo Santos hasta Rojas Pinilla y Turbay Ayala” (Santos, op. cit. P.119).

De 1930 a 1950, dice Acevedo Carmona, la prensa nacional atravesó por una fase de desarrollo, pues gracias a los avaneces técnicos del linotipo y del cable, las noticias tanto nacionales como internacionales eran más frescas (Acevedo, 2003, p.285-286).

El triunfo liberal de 1930 significó una catástrofe para los conservadores, instalados en el poder desde 1886. Con la llegada de a la presidencia de la república, aumentó la polarización partidista. La prensa es constancia de ello. Como lo establece Acevedo Carmona: “El país cayó en manos de quienes los conservadores siempre habían señalado como masones, ateos, irreligiosos, anticlericales, anarquistas y libertinos” (Acevedo, 2003, p.286).

En Prensa, política, “civilización” y violencia en la República Liberal (1930-1946). Vanguardia Liberal de Bucaramanga y El Diario de Pereira, se afirma que gracias a las ideas

6 liberales publicadas en la prensa de los años treinta y cuarentas estos pudieron permanecer en el poder durante 16 años (Acevedo, 2017, p.145).

La importancia de la Hegemonía Liberal en el terreno político se traduce en la visibilización de aquellas colectividades excluidas históricamente. Durante sus dieciséis años de gobierno, se impulsaron reformas sociales. Al respecto dice Acevedo Tarazona: “…se abrió campo a una nueva forma de interpretar la problemática nacional en pleno proceso de despegue de la industrialización en Colombia, el cual sitúo en la agenda política la lucha de sectores obreros que empezaban a poblar masivamente las principales ciudades del país” (Acevedo, 2017, p.146).

Al respecto, los historiadores Michael J. La Rosa y Germán Mejía explican que este crecimiento de la población pobre en la ciudades corresponde a un fenómeno demográfico que se debe principalmente a dos factores. En primer lugar, la población, a medida que aumentaba, migraba hacia distintas regiones, en algunos casos debido a la expulsión. Esto tuvo entre sus consecuencias, extender la frontera interna y generar la aparición de nuevos municipios (en la actualidad existen 1,102). En segundo lugar, gran parte de la población que había sido expulsada no buscó nuevas tierras. En vez, se asentó en las grandes ciudades, “movimiento que se vio impulsado por políticas gubernamentales y por los modelos de desarrollo del capitalismo colombiano” (Melo, 2017, p.90)

Laureano Gómez, líder de los conservadores, preocupado por el ascenso al poder del liberalismo, y percatándose de la influencia ideológica que tenían tanto El Tiempo como El Espectador y de los efectos sobre el caudal electoral, fundó su diario para hacerle frente a sus competidores. Fue así como nació El Siglo en 1936 en Bogotá. En un contexto de fuerte confrontación partidista, los periódicos conservadores El Colombiano (1912) y La Defensa (1919) en Medellín y La Patria (1921) en Manizales se dedicaron a proclamar las consignas de su partido (Acevedo, 2003, p.287), acentuando el clima de polarización que se vivía en ese entonces.

Ahora, este tipo de periodismo puede entenderse desde el contexto mismo, ya que este posibilitó este tipo de expresiones. “Si en los años veinte sólo una minoría ilustrada accedía a los periódicos, a mediados de los cuarenta el 80 por ciento de los nueve millones de colombianos era

7 analfabeta. En esas circunstancias, a los escritores solo les quedaba la prensa para formar opinión entre esa minoría” (Vallejo, 2006, p.24-25).

Durante la década de los cincuentas, la libertad de prensa fue permanentemente amenazada, debido a las censuras impuestas por los regímenes conservadores de Laureano Gómez, Roberto Urdaneta Arbeláez, y . El 6 de septiembre de 1952 hubo un incendió, que se les atribuye a los conservadores, en las sedes de los periódicos de mayor circulación del ala liberal El Tiempo y El Espectador. Así como en las casas de los políticos liberales Alfonso López Pumarejo y Carlos Lleras Restrepo

Ahora bien, la centuria que va de 1880 a 1980 se enmarca en un proceso de modernización del periodismo colombiano. La experiencia del siglo XIX está basada en un periodismo partidista, es decir de opinión. Adentrado el siglo XX, comienza a aparecer el periodismo informativo, que es la premisa del periodismo moderno. Es así como se empiezan a consolidar los géneros narrativos, tales como la noticia, el reportaje, y la crónica.

Contexto Político Semana I

A las elecciones presidenciales de 1946 el partido liberal llegó dividido, lo que generó el triunfo conservador. El líder populista Jorge Eliécer Gaitán (joven bogotano de clase baja que supo aprovechar su capacidad oratoria y sus orígenes humildes para conectar con las masas) se lanzó sin el apoyo de los dirigentes del partido liberal, que postularon a su candidato Gabriel Turbay. A pesar de esto, Gaitán ganó en ciudades importantes como Bogotá y Barranquilla.

El conservador Mariano Ospina Pérez triunfó en esas elecciones con 565,894 votos, poniendo fin a la Hegemonía Liberal, que duró dieciséis años. Gabriel Turbay, de la facción tradicional del liberalismo obtuvo 437089, y Jorge Eliécer Gaitán 363,049.

El académico y colombianista David Bushnell perfiló a Ospina Pérez de la siguiente manera: “No era un hombre de ingenio, ni mucho menos un intelectual, pero tenía instintos respetables, era moderado y bien intencionado, un conciliador nato. Por esa razón pareció ser la

8 persona adecuada para presidir la transición en el mando de un partido a otro…” (Bushnell, 1994, p. 287).

Al igual que el liberal Enrique Olaya Herrera, quien gobernó de 1930 a 1934 y fue el primer presidente de la Hegemonía Liberal, Ospina Pérez comenzó su gobierno formando una coalición, en la que había representación liberal en todos los rangos. La llamó “Unidad Nacional”.

“Como en 1930, esta conformación del nuevo gobierno suavizó la transición política. Sin embargo, después del cambio de mando en Bogotá se iniciaron los mismos eventos que siguieron a la posesión de Olaya en muchas pequeñas poblaciones y zonas rurales. Hubo estallidos de violencia por las mismas zonas; solamente que esta vez se trataba de conservadores quienes salían a cobrar viejas deudas y ofensas que habían acumulado durante los años de predominio liberal, y de liberales, algunas veces poco dispuestos a reconocer su derrota y pasar el mando a los vencedores. A diferencia de lo ocurrido en 1930, sin embargo, la ola de violencia de 1946 no se disipó pronto” (Bushnell, 1994, p. 287-288).

En marzo de 1947 se llevaron a cabo las elecciones legislativas. Por primera vez en la historia de Colombia los miembros del Senado fueron elegidos por voto directo. La victoria fue para el partido liberal, que obtuvo la mayoría de los escaños tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes. Los resultados consolidaron a Jorge Eliécer Gaitán como jefe del liberalismo, pero internamente el partido seguía fracturado. Gaitán anunció su retiro del gobierno de “Unidad Nacional”. David Bushnell cuenta que el caudillo liberal no era precisamente el más apto para liderar al partido en el interín, ya que se trataba “de compartir el poder con el adversario y Gaitán desconfiaba de la mayoría de los líderes de ambos partidos; ya fuera por principio o por terquedad, no era muy propenso a establecer compromisos” (Bushnell, 1994, p. 288).

“Al terminar el año de 1947 las relaciones entre liberales y conservadores se habían deteriorado a raíz de las acusaciones de Gaitán contra Ospina […]. El Congreso de mayoría liberal no aprobó sus dos proyectos de carácter social […]” (Briseño, 2000, p.25). En el gobierno de Ospina Pérez se desató una ola de violencia sin precedentes. Al respecto dice Bushnell que, aunque Gaitán y sus copartidarios sí tenían argumentos para distanciarse de los conservadores,

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“la consecuencia inevitable sería abandonar a las masas liberales a merced del oficialismo conservador” (Bushnell, 1994, p. 288).

Durante el gobierno de Ospina Pérez “se denunciaron los excesos de la llamada Policía Política Popol y los asesinatos endilgados a esta en los departamentos de Boyacá, Santanderes y Cundinamarca. Las discusiones sobre las actuaciones de la Policía llegaron hasta un punto de no retorno. El 20 de enero de 1948, el liberalismo presentó un memorial de agravios a Ospina Pérez, en el que se denunciaba oficial. Los liberales salieron del gobierno, volvieron luego del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, en 1948, y se retiraron nuevamente. Fue así como el 9 de noviembre de 1949, los presidentes liberales de Senado y Cámara le anunciaron al presidente que tramitarían una acusación en su contra. Ospina clausuró el Congreso y estableció el estado de sitio. La dictadura trajo represión, censura de prensa, control de correos” (El Tiempo, Liberales y conservadores se enfrentan por el poder, 2010).

Jorge Eliécer Gaitán logró establecer una conexión con las masas, en especial con los sectores populares. Gaitán, abogado de la Universidad Nacional, realizó un doctorado en jurisprudencia en la Real Universidad de Roma. Su estancia en Italia coincidió con el ascenso al poder de Benito Mussolini, por lo que observó la construcción de un movimiento político de masas basado en el liderazgo carismático. Cabe aclarar que el caudillo liberal rechazó ideológicamente el fascismo. “En enero de 1947, con el artículo XI de la Plataforma de Colón, señaló que su “liberalismo luchará contra las fuerzas de regresión que traten de imponer una política fascista o falangista en nuestro país” (Palamara, G., 2015 p.28).

“Por un lado, en un nivel que se podría denominar interno, influyó en Gaitán la tradición cultural e histórica a la cual él pertenecía y la trayectoria formativa recorrida hasta ese momento. Gaitán, de hecho, creía en la necesaria acción de las grandes personalidades: hombres provistos del instinto del “genio”, posesores de ese sentido de la historia que los mudaba en protagonistas de sus tiempos y depositarios de una misión que habría marcado el destino de sus pueblos. Esas personalidades eran las que Gaitán llamaba los “hombres banderas”, los que “se elevan sobre la cumbre, no para detener el viento, sino para demostrar el sentido de su dirección”. (Palamara, 2015 p.32).

Gaitán perteneció al ala izquierdista del partido liberal. De hecho, en su trabajo de grado universitario se declaró socialista e incluyó postulados marxistas para explicar la realidad. No

10 obstante, su proyecto político no propuso un cambio de sistema, sino una lenta transformación basándose en las instituciones del Estado. “Rechazó indignado propuestas tendientes a llegar al poder mediante un golpe de estado o un cuartelazo” (Arce, 2009, p. 4).

Se hizo conocido, en un principio, al hacer denuncias en el Congreso sobre la masacres de las bananeras, abanderándose de las luchas populares. El partido liberal vio en esa causa una oportunidad para derrocar al gobierno conservador. Gaitán viajó al Magdalena para entrar en contacto con la situación.

“Gaitán investigó a fondo. Realizó más de un centenar de entrevistas con obreros y pobladores de la zona, tomó fotografías de cadáveres insepultos y de los destrozos ocasionados en Ciénaga y Sevilla, que se atribuyeron en principio a los huelguistas y que, según la investigación de Gaitán, fueron ocasionados, en su mayor parte, por la tropa y por orden de su comandante el general Cortés Vargas. Armado con una documentación impresionante, regresó Gaitán a Bogotá, y los días 3, 4, 5 y 6 de septiembre de 1929 suscitó uno de los más intensos e históricos debates que se hayan vivido en el parlamento colombiano” (Banrepcultural, Credencial Historia No.190).

Gaitán logró aprobar la ley 21 de 1928 que concedía un “recurso extraordinario en material penal”. Con ello se estableció el beneficio de excarcelación para los procesados o condenados.

“Este triunfo de Gaitán tuvo enorme repercusión. Humanizó la justicia social y estableció un precedente de excepcional importancia. En lo sucesivo, no se acallarían las huelgas con tanto despliegue de fuerza pública. Los pliegos de peticiones de los obreros serían objeto de legislación especial. El episodio histórico, representó un enorme avance en las conquistas laborales y sirvió de fulminante trampolín al ambicioso político. (…) El 8 de junio de 1929 Gaitán pronunció más de veinte discursos en contra del Gobierno. La agitación fue tremenda y el líder golpeó ciegamente. Desde esta época se le apellidó el “TRIBUNO DEL PUEBLO” y el 20 de julio de 1929 entró triunfalmente al Capitolio Nacional como Representante, pues preparó una manifestación para que lo aclamaran” (Arce, 2009, p. 25).

La carrera política de Gaitán incluyó diferentes cargos públicos tales como la presidencia de la Cámara de Representantes, y la alcaldía de Bogotá, a la cual le tocó renunciar debido a un

11 paro de taxistas que estaban en desacuerdo con la política de Gaitán de uniformarlos. En 1940, Eduardo Santos lo nombró Ministro de Educación.

El discurso de Gaitán se basó en atacar a las “oligarquías”, a quienes consideraba enemigas de la democracia. Se destacó por su poder de aglutinar masas que se disponían a escuchar sus discursos. En la columna escrita en el Tiempo por Jorge Emilio Sierra, autor de “El pensamiento político de Gaitán”, este explica que:

“Aunque para Gaitán la oligarquía tenía una significación más vasta que la mera concentración del poder económico, este aspecto es indispensable para su cabal comprensión. En 1934, en el Congreso, hizo una radiografía de sus compañeros de curul en los siguientes términos: “Os llamáis representantes del pueblo, pero en realidad no lo sois porque en estos recintos apenas representáis los intereses de las clases poderosas”.

Y en su discurso-programa de 1944 denunciaba el “maridaje inadmisible entre política y negocios”. Fue entonces cuando Gaitán, según recuerda Eduardo Santa, lanzó su grito de combate, grito que lo acompañó a lo largo de su campaña y que pregonó en las plazas públicas hasta el último momento: “Contra las oligarquías, ¡a la carga!”.

El 7 de febrero de 1947 Gaitán convocó a la multitudes a marchar con el fin de protestar contra la violencia ejercida por el gobierno de Mariano Ospina Pérez contra militantes del partido liberal. Los asistentes debían permanecer en completo silencio, para manifestar el dolor que generaron los asesinatos a manos de la Policía Política Popol. Alrededor de cien mil personas se movilizaron en la capital del país, siendo, hasta ese momento, la marcha más grande llevada a cabo en Colombia (si se tiene en cuenta que Bogotá era una ciudad de cuatrocientos mil habitantes). Gaitán pronunció un discurso llamado “Oración por la paz” en el que se dirigió al presidente Ospina:

Señor Presidente Mariano Ospina Pérez:

Bajo el peso de una honda emoción me dirijo a vuestra Excelencia, interpretando el querer y la voluntad de esta inmensa multitud que esconde su ardiente corazón, lacerado por tanta injusticia, bajo un silencio clamoroso, para pedir que haya paz y piedad para la patria.

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En todo el día de hoy, Excelentísimo señor, la capital de Colombia ha presenciado un espectáculo que no tiene precedentes en su historia. Gentes que vinieron de todo el país, de todas las latitudes —de los llanos ardientes y de las frías altiplanicies— han llegado a congregarse en esta plaza, cuna de nuestras libertades, para expresar la irrevocable decisión de defender sus derechos. Dos horas hace que la inmensa multitud desemboca en esta plaza y no se ha escuchado sin embargo un solo grito, porque en el fondo de los corazones sólo se escucha el golpe de la emoción. Durante las grandes tempestades la fuerza subterránea es mucho más poderosa, y esta tiene el poder de imponer la paz cuando quienes están obligados a imponerla no la imponen.

Señor Presidente: Aquí no se oyen aplausos: ¡Solo se ven banderas negras que se agitan!

Señor Presidente: Vos que sois un hombre de universidad debéis comprender de lo que es capaz la disciplina de un partido, que logra contrariar las leyes de la psicología colectiva para recatar la emoción en su silencio, como el de esta inmensa muchedumbre. Bien comprendéis que un partido que logra esto, muy fácilmente podría reaccionar bajo el estímulo de la legítima defensa.

Ninguna colectividad en el mundo ha dado una demostración superior a la presente. Pero si esta manifestación sucede, es porque hay algo grave, y no por triviales razones. Hay un partido de orden capaz de realizar este acto para evitar que la sangre siga derramándose y para que las leyes se cumplan, porque ellas son la expresión de la conciencia general. No me he engañado cuando he dicho que creo en la conciencia del pueblo, porque ese concepto ha sido ratificado ampliamente en esta demostración, donde los vítores y los aplausos desaparecen para que solo se escuche el rumor emocionado de los millares de banderas negras, que aquí se han traído para recordar a nuestros hombres villanamente asesinados.

Señor Presidente: Serenamente, tranquilamente, con la emoción que atraviesa el espíritu de los ciudadanos que llenan esta plaza, os pedimos que ejerzáis vuestro mandato, el mismo que os ha dado el pueblo, para devolver al país la tranquilidad pública. ¡Todo depende ahora de vos! Quienes anegan en sangre el territorio de la patria, cesarían en su ciega perfidia. Esos espíritus de mala intención callarían al simple imperio de vuestra voluntad.

Amamos hondamente a esta nación y no queremos que nuestra barca victoriosa tenga que navegar sobre ríos de sangre hacia el puerto de su destino inexorable.

Señor Presidente: En esta ocasión no os reclamamos tesis económicas o políticas. Apenas os pedimos que nuestra patria no transite por caminos que nos avergüencen ante propios y extraños. ¡Os pedimos hechos de paz y de civilización!

Nosotros, señor Presidente, no somos cobardes. Somos descendientes de los bravos que aniquilaron las tiranías en este suelo sagrado. ¡Somos capaces de sacrificar nuestras vidas para salvar la paz y la libertad de Colombia!

Impedid, Señor, la violencia. Queremos la defensa de la vida humana, que es lo que puede pedir un pueblo. En vez de esta fuerza ciega desatada, debemos aprovechar la capacidad de trabajo del pueblo para beneficio del progreso de Colombia.

Señor Presidente: Nuestra bandera está enlutada y esta silenciosa muchedumbre y este grito mudo de nuestros corazones solo os reclama: ¡que nos tratéis a nosotros, a nuestras madres, a nuestras esposas, a nuestros hijos y a nuestros bienes, como queráis que os traten a vos, a vuestra madre, a vuestra esposa, a vuestros hijos y a vuestros bienes!

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Os decimos finalmente, Excelentísimo señor: bienaventurados los que entienden que las palabras de concordia y de paz no deben servir para ocultar sentimientos de rencor y exterminio.

¡Malaventurados los que en el gobierno ocultan tras la bondad de las palabras la impiedad para los hombres de su pueblo, porque ellos serán señalados con el dedo de la ignominia en las páginas de la historia!

La marcha generó malestar en el gobierno, que la interpretó como una provocación. El clima político se hizo aún más hostil. Quedó en evidencia el apoyo popular a Gaitán, lo que generó miedo entre militantes de ambos partidos, ya que se hizo real la posibilidad del caudillo de alcanzar la presidencia en 1950.

El 9 de abril de 1948 se llevó a cabo en Bogotá la IX Conferencia Panamericana. “Estados Unidos venía a Bogotá con la idea de cerrar los espacios para el comunismo y al mismo tiempo, garantizar que la reunión no se convirtiera en un foro de petición de ayuda económica” (Salgado, 2013, p.26). Mientras Ospina Pérez, Lleras Camargo, y Laureano Gómez se encontraban reunidos en esta cumbre, en la que también se encontraba el secretario de Estado estadounidense George Marshall, sucedió algo que dividió la historia de Colombia en dos para siempre. A la una de la tarde un hombre de aspecto humilde disparó tres veces contra “el tribuno del pueblo”. Gaitán cayó muerto. Las masas enloquecieron. El asesino, posteriormente identificado como Juan Roa Sierra, fue linchado hasta la muerte por las multitudes. La ciudad ardió en fuego, pues los manifestantes saquearon la ciudad, que quedó parcialmente destruida por los disturbios.

“Gaitán empezaba sus discursos calmadamente. Pero se transfiguraba en el rugido desafiante de la masa. Había dicho: “Yo no soy un hombre, yo soy un pueblo”. Y el pueblo estalló ciego de ira, como un huracán. Todo lo arrasó. El país vivió las horas de anarquía más trágicas de su historia. La violencia destructora parecía incontenible” (Arce, 2009, p.35).

Las manifestaciones de violencia se dieron no solo en Bogotá, sino también en otras ciudades de mayoría liberal. El ex director del Centro de Memoria Histórica, Gonzalo Sánchez, ha propuesto cambiar la expresión “bogotazo” por “colombianazo”, ya que la explosión del 9 de abril se dio de manera generalizada en todo el país (Sánchez, 2013). El puerto tejadazo ilustra como las masas enloquecieron de rabia:

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“En la población vallecaucana de Puerto Tejada sobre el río Cauca, furibundos liberales asesinaron a algunos conservadores notables, los decapitaron y posteriormente jugaron fútbol con sus cabezas en la plaza del pueblo” (Bushnell, 1994, p. 289).

Para Gonzalo Sánchez percibir el 9 de abril únicamente como una gigantesca ola de desorden, incendios y saqueos, es hacer una lectura simplista de los sucesos:

“En innumerables sitios del país se conformaron juntas revolucionarias precisamente para evitar el desbordamiento; juntas de vigilancia para frenar el pillaje; juntas de finanzas y comisariatos para atender a las fuerzas insubordinadas pero también a toda la población; se crearon también Policías Cívicas, milicias populares y otros mecanismos de construcción de poderes alternos, y fue notoria incluso la prohibición por parte de estos nuevos poderes de la venta de licores” (Sánchez, 2013).

La ira de las masas era tal que “el gobierno de Ospina parecía a punto de ser derrocado. Se mantuvo porque el Ejército conservó su lealtad, y tal vez también porque los dirigentes liberales tuvieron muchas dudas o escrúpulos legales para aprovechar la oportunidad. Los saqueadores y manifestantes liberales que permanecían en la calle quedaron sin liderazgo y poco a poco los militares restauraron el orden, aunque después de que varios cientos de personas perdieron la vida en la capital y otras regiones del país” (Bushnell, 1994, p. 289).

En julio de 1948, el presidente Ospina premió al ejército con la Cruz de Boyacá, pues estableció que “la patria se reconstruye en torno al Ejército”. Además, condecoró a las escuelas Militar; Naval y de Aviación; al Batallón Presidencial; así como a las escuelas de Artillería, Infantería, Caballería, Blindada, Ingenieros, Sanidad, Motorizada y de Transmisiones. “Se le incrementó el salario y se le nombró en más alcaldías y gobernaciones. También se le encargó realizar consejos verbales de guerra contra los insurrectos, usando la justicia penal militar en primer plano. A lo largo de los dos siguientes años se celebraron 478 de ellos, con más de 2.000 procesados y 611 investigaciones” (Torres, 2015, p. 156).

En 1949, se integró un gabinete totalmente conservador para ocupar las carteras de gobierno, guerra y justicia:

“De ese modo el Ejército se comprometió completamente con una de las partes en conflicto, con el partido de gobierno, y la población en general dejó de considerarlo como una

15 fuerza neutral. Su función, era claro, continuaba volcada hacia el orden interno y para que pudiera adelantarla con eficacia el 22 de febrero de 1949 se firmó con Estados Unidos el Pacto de Asistencia y Asesoría Militar mediante el cual se suministrarían misiones para el Ejército y la Fuerza Aérea” (Torres, 2015, p. 157).

Así las cosas, gracias a los decretos 1499 y 2232 de 1948 se llevó a cabo la destitución de 142 oficiales de la Policía “sublevados” y centenares de agentes rasos. Estos fueron reemplazados por policías conservadores, muchos de estos hacían parte de la policía “chulavita” (Torres, 2015, p. 157). “La combinación de la crisis político-social con la Violencia, o mejor de lo que ya por entonces eran las violencias, tocó fondo en 1949. A las variadas formas de resistencia colectiva urbana y rural se le sumó la aparición de los primeros núcleos guerrilleros liberales y comunistas que con las armas también se enfrentaban a las políticas gubernamentales, a la chulavita y a las acciones de terror de las bandas armadas conservadoras, una de cuyas nefastas consecuencias era el desplazamiento forzado (Torres, 2015, p. 157).

Al respecto señala David Bushnell que “el deterioro del orden público estuvo íntimamente relacionado con el inicio de una nueva serie de campañas políticas con miras a la elección del Congreso y Presidente” (Bushnell, 1994, p.291). En los comicios legislativos de 1949 triunfaron los liberales. No obstante, en las elecciones presidenciales de 1950 ganó el conservador Laureano Gómez sin oposición, pues el partido liberal que había presentado a Darío Echandía como candidato, se retiró de la campaña “aduciendo que, en el clima violento reinante en el país, no había seguridad para sus vidas al presentarse a las mesas de votación”. De manera que los liberales no reconocieron a Gómez como gobernante legítimo, y el gobierno conservador tachó de desleales a los liberales. El clima político era hostil y violento. La polarización y los ataques entre los dos partidos eran el pan de cada día. Ello, a su vez, se traspasó a la población, que se encontraba sumida en el caos:

“Los asesinatos por venganza, el robo de ganado y las largas disputas familiares y territoriales determinaron la realidad de extensas partes de la Colombia andina y rural, y el distante Gobierno fue incapaz de poner fin a todo esto” (La Rosa, M. Mejía, G., 2013, p.178).

Ahora bien, cabe hacer un paréntesis para explicar un sangriento fenómeno que se desató en Colombia, conocido históricamente como el periodo de La Violencia. La mayoría de los historiadores lo enmarcan en los años que van de 1946 a 1960. No obstante, otros como

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Catherine LeGrand, Michael Jiménez, Herbert Braun y Álvaro Tirado Mejía argumentan que la violencia venía desde los años treinta, “causada por el inicio de los conflictos agrarios y las presiones sobre el campo” (La Rosa, Mejía, 2013, p.177). Se calcula que un 80% de las víctimas de La Violencia (alrededor de doscientas cincuenta mil personas asesinadas entre 1946 a 1960) fueron hombres, jóvenes y pobres.

De manera resumida puede explicarse La Violencia a partir de esta cita de Germán Mejía y Michael J. La Rosa:

“Es imposible fechar los orígenes de La Violencia, pero se puede decir que la tensión entre liberales y conservadores, la causa primordial del conflicto, empezó en la década de 1930. El regreso de los conservadores al poder en 1946 frustró a los pobres, que se sentían estafados, y el asesinato de Gaitán, el líder político más carismático, comprometido y decidido de la época, generó un periodo de desmesurada violencia en el país. La violencia disminuyó a finales de 1950 gracias, en parte, a un programa político: el acuerdo de alternancia del poder entre las élites, llamado Frente Nacional (LaRosa, Mejía, 2013, p.177).

La violencia también se caracterizó por imponer censuras a la prensa. Como lo relata Mateo Quintero en su trabajo de grado:

“Los años posteriores a la República Liberal fueron difíciles para los intelectuales y para la prensa. La llegada de Ospina Pérez y de Laureano Gómez repercutió en un aumento de la censura directa a periódicos y periodistas, la violencia hacia los liberales dejó de ser simbólica y se hizo real” (Quintero, 2018, p.39-40).

Los efectos de esta brutal etapa son palpables hasta el día de hoy. La formación de las guerrillas, por ejemplo, se atribuye a la exclusión producto del acuerdo bipartidista.

David Bushnell explica el convulso período de La Violencia, con la subida de Laureano Gómez al poder, así:

“Algunas regiones, como las planicies costeras del norte y el departamento de Nariño, sufrieron menos que el resto del país, donde incidentes aislados que venían ocurriendo desde 1946 provocaron reacciones en cadena de represalias y contra represalias, mientras en los Llanos Orientales y en algunos otros lugares surgieron bandas organizadas de guerrilleros liberales que

17 acosaban a los agentes del gobierno y a sus simpatizantes y protegían a los sitiados liberales. En el bando opuesto, grupos de vigilantes con nombres pintorescos como “chulavitas” y “pájaros” perpetraban asesinatos y asaltos en serie con aparente impunidad (…) murieron entre cien mil y doscientos mil colombianos” (Bushnell, 1994, p.292).

Bushnell establece que, en muchos casos, los sucesos criminales fueron actos de bandidaje puro, llevados a cabo por “delincuentes profesionales” o por militantes de uno de los dos partidos que habían sido expulsados de sus tierras por seguidores del partido opuesto, y “que adoptaron la vida criminal como la manera más practica de supervivencia en las circunstancias del país”. De hecho, en varios casos los motivos políticos fueron utilizados para ocultar que la verdadera motivación era económica (Bushnell, 1994, p.292-293).

Cuando Laureano Gómez subió al poder en 1950, el Congreso se compuso únicamente por senadores y representantes conservadores (Melo, 2017, p.218). El nuevo presidente quería un gobierno sin participación liberal, ya que se oponía radicalmente a las ideas que este partido defendía. Así, la polarización política se acrecentó. Gómez impulsó una reforma constitucional que otorgó mayor control presidencial y elecciones menos frecuentes:

“En 1952, cuando el presidente, enfermo había sido reemplazado por Roberto Urdaneta Arbeláez, una Comisión de Estudios Constitucionales compuesta por siete conservadores elaboró un primer proyecto que proponía un Congreso elegido por empresarios y otros organismos, y en diciembre el Congreso convocó una Asamblea Nacional Constituyente, con 52 miembros, 35 conservadores y siete liberales, escogidos por las autoridades además de diez delegados de las asociaciones empresariales” (Melo, 2017, p.218).

El partido liberal estaba dividido con respecto a la relación que debían tener con el gobierno. Eduardo Santos y Alfonso López querían negociar un acuerdo para detener la violencia, pero el resto de los liberales como no reconocían en Gómez a un presidente legítimo, no estaban de acuerdo (Melo, 2017, p.218).

En la convención liberal llevada a cabo en junio de 1951, los liberales decidieron continuar con su política de abstención electoral y “oposición civil”. Los líderes liberales no apoyaron a las guerrillas, pues lo consideraron contraproducente ya que ello, posiblemente, hubiese tenido el efecto de endurecer aún más al gobierno.

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Alfonso López, autorizado por el régimen de Gómez, intentó varias veces, sin éxito, dialogar con los grupos insurgentes para que se desarmaran. Pero las guerrillas se seguían fortaleciendo, aún sin el apoyo del oficialismo liberal. Melo interpreta este efecto como una repuesta a lo que estos grupos percibían como una persecución despiadada de un régimen al que consideraban ilegítimo:

“Las guerrillas seguían aumentando: en los Llanos Orientales dirigidas por Guadalupe Salcedo y con el apoyo de muchos de los grandes terratenientes liberales, contaban con 2000 o 3000 hombres armados, que combinaban sus trabajos rurales con ocasionales acciones militares” (Melo, 2017, p.218-219).

El gobierno, con la intención de aplacarlas, las combatió con métodos violentos, lo cual generó el efecto contrario al buscado: las fortaleció aún más.

“Esta estrategia aumentaba la disposición de los liberales locales de unirse a la guerrilla, a veces para defenderse, y promovía su crecimiento. Logró dar algunos golpes notables, como el ataque a la base militar de Puerto López o el ataque a la base militar de Palanquero en diciembre de 1952” (Melo, 2017, p. 219).

Irónicamente, durante estos años de convulsión política y social, la ec0nomía del país tuvo resultados alentadores. El índice del PIB creció a una tasa de 5% anual entre 1945 y 1955, y la producción industrial creció a 9% en el periodo mencionado. Durante la posguerra el comercio en el país se vio beneficiado:

“El proceso llegó a su culminación a comienzos de la década de 1950, durante la Guerra de Corea, cuando (…) el precio del café alcanzó una nueva marca al superar la barrera del dólar por libra. Las políticas del gobierno colombiano, sin embargo, eran generalmente favorables al crecimiento económico, aunque no siempre lo fueran a la tranquilidad política o a la distribución equitativa de los beneficios de dicho crecimiento (Bushnell, 2007, p. 295-296).

Laureano Gómez, como lo relata Bushnell, era “implacablemente ortodoxo en el manejo de las finanzas del Estado, mantenía un estrecho control de los gastos e incluso había conseguido una ligera reducción en la deuda pública (Bushnell. 2007, p.296).

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Cuando el presidente Gómez se enfermó en 1951, eligió a Roberto Urdaneta Arbeláez para reemplazarlo. Esta decisión le valió el distanciamiento de Gilberto Álzate Avendaño, el parlamentario conservador de mayor influencia. Simultáneamente, el ala más moderada del conservatismo (junto con los dirigentes de Antioquia) se inclinaba por negociar con los liberales para frenar la violencia bipartidista.

Así, con el apoyo del sector industrial y de los cafeteros, estos grupos que veían en el carácter belicista de Gómez una amenaza para la estabilidad nacional impulsaron la candidatura del expresidente Mariano Ospina Pérez en abril de 1952. Gómez, quien ya no ejercía la presidencia, respondió satirizando a Ospina y, “a partir de ese momento, insistió en su cruzada total contra el liberalismo, que venía corrompiendo a Colombia con sus ideas desde 1821” (Melo, 2017, p. 220).

“[…] era evidente que el partido del gobierno estaba roto por sus divisiones y que el régimen, cada vez más alejado de la opinión pública, iba hacia el desastre.” (Zapata, 2014, p.102).

Esta estrategia extremista generó que cada vez menos conservadores apoyaran a Gómez. En mayo de 1953, los ospinistas y los alzatistas se aliaron con los militares para frenar el regreso a la presidencia de Gómez. Fue así como se asociaron con el comandante del ejército Gustavo Rojas Pinilla. Gómez ordenó destituir a Rojas a lo que Urdaneta Arbeláez se negó, por lo que Gómez reasumió el poder el 13 de junio de 1953.

“Pero Rojas, con el apoyo de los alzatistas y de otros generales, reaccionó a su destitución (…), y movilizó a las tropas para rodear la casa de Gómez y tomar el poder. Allí pidió a Urdaneta y a Ospina que asumieran la presidencia, a lo que se negaron, pues no querían cuestionar la legitimidad que reconocían en el gobierno de Gómez. Ante eso, y como “la nación no puede quedarse sin gobierno” y no se sabía dónde estaba Gómez, Rojas asumió el poder” (Melo, 2017, p. 221).

Rojas se posesionó por la noche, y anunció su discurso por radio: “No más sangre, no más depredaciones a nombre de ningún partido político (…) Paz, derecho, libertad, justicia para todos (…) y de manera especial para las clases menos favorecidas de la fortuna”. Como lo señala Melo “la retórica de la paz llegaba a los colombianos: si la violencia resultaba del

20 enfrentamiento de los partidos, el ejército, que en principio no estaba ligado a ellos podía garantizar la paz” (Melo, 2017, p. 221).

El gobierno de Rojas se caracterizó por mantener la línea conservadora. Veía en el comunismo a un enemigo peligroso, por lo que intentó combatir a las guerrillas que se basaban en esta ideología. Rojas subió al poder con el aval de importantes sectores del conservatismo y la Iglesia Católica. Inicialmente fue bien recibido. No obstante, con el paso del tiempo, su presidencia fue tomando matices autoritarios.

“El General Rojas sería presidente de Colombia por un año, pero su gobierno se alargó por un periodo de cinco años. Con las características de un gobierno militar, este período es reconocido como una "dictadura" por su ordenamiento jurídico e institucional; sin embargo, el uso del término se ha puesto en discusión, pues a la hora de hacer una comparación con otras dictaduras contemporáneas del continente latinoamericano, la de Rojas Pinilla no se caracterizó principalmente por altos niveles de represión o irrespeto por los derechos humanos” (Red Cultural del Banco de la República)

Así, varios acontecimientos fueron debilitando el gran apoyo original. “La censura de prensa se aplicó con firmeza, desde que, en septiembre de 1953, el gobierno cerró el Siglo” (Melo, 2017 p.223). Durante una manifestación en 1954 un estudiante de la Universidad Nacional murió. Al día siguiente, los militares asesinaron a otros doce. Rojas se defendió diciendo que el ejército disparó en defensa propia.

En noviembre de 1954, el régimen prohibió a la radio dar cualquier información política. A partir de mayo de 1955, se castigó con cárcel a quienes publicaran noticias sobre ilegalidades cometidas por militares. En julio, Rojas ordenó clausurar El Tiempo, cuando el periódico se negó a publicar como propia una rectificación escrita por Lucio Pabón Núñez, ideólogo del régimen. En diciembre El Espectador dejó de circular, pues se le aplicó una multa por publicar noticias sobre violencia y supuesto fraude de impuestos, pero se le prohibió publicar explicaciones

“El Tiempo y El Espectador se presentaban ya desde fines de 1954 como heroicos luchadores de la libertad contra la dictadura. El Espectador sirvió para poner en primera fila a Alberto Lleras Camargo, quien renunció a la secretaría de la Organización de Estados Americanos, OEA, a fines de 1954 y regresó al país” (Melo, 2017 p.224).

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El Independiente salió como reemplazo de El Espectador en 1956 bajo la dirección de Alberto Lleras. En abril el proyecto se suspendió.

“En 1956 el gobierno siguió perdiendo apoyo entre los grupos políticos y empresariales y enfrentó críticas más fuertes de los medios de comunicación, a pesar de la censura. Los liberales, encabezados por Alberto Lleras, habían perdido confianza en él y querían volver a un gobierno electivo, civil, y sin una policía persecutoria, corrupta y arbitraria; los conservadores estaban divididos entre rojistas,ospinistas,y laureanistas; solo los primeros le daban apoyo irrestricto al presidente mientras los laureanistas seguían en oposición total” (Melo, 2017 p.226).

El 10 de mayo de 1957 los jefes militares presionaron a Rojas para que abandonará el poder, y este así lo hizo. Prefirió renunciar y salir del país. Nombró para su reemplazo una junta compuesta por cinco militares.

En agosto de 1957, el liberal Alberto Lleras y el conservador Laureano Gómez se aliaron en el pacto de Sitges según el cual habría doce años de gobierno bipartidista con paridad en los cargos ministeriales. Este acuerdo, que entró en vigencia en 1958, es conocido como El Frente Nacional y terminó extendiéndose por dieciséis años, es decir hasta 1974. Aunque esta política fue, en su momento, una medida necesaria para contrarrestar la convulsa situación del país excluyó la participación de sectores diferentes a los tradicionales. “No hay duda de que el Frente Nacional logró apaciguar la violencia rural, pero la hostilidad, la rabia y las venganzas en el campo no se iban a acabar de la noche a la mañana por un acuerdo político firmado en Bogotá” (LaRosa, Mejía, 2017, p.179).

El primer presidente del Frente Nacional fue, por sugerencia estratégica de Laureano Gómez, Alberto Lleras Camargo, pues así el último presidente del acuerdo sería conservador. El mandato de Lleras fue, en general, recibido con entusiasmo por la mayoría de los colombianos, que veían en el acuerdo el advenimiento, o por lo menos la ilusión, de tiempos más pacíficos.

“Los acuerdos del Frente Nacional habían empezado a instalar al país político en las prácticas civiles de la convivencia. En las calles pavimentadas, las plazas, monumentales, y los teatros ornamentados del país político y el país letrado, que eran los espacios urbanos en los que Lleras había ubicado su campaña por una Colombia estable e incluyente, reinaba “el nuevo clima de convivencia” como reportó Semana a comienzos de 1959. Sin embargo, como sugiere su

22 discurso en la ACPO, Lleras pensaba en otros escenarios cuando inició su segunda presidencia. “Nosotros hemos firmado la paz, pero no solo para las ciudades ni para nosotros, sino principalmente para que se riegue piadosamente sobre los campos donde están las víctimas más inocentes del concepto de hegemonía política y de su consecuencia fatal: la dictadura”, dijo a las pocas semanas de iniciada la transición. (Karl, 2018, p.35).

Durante este período, la modernización económica y la apertura hacia el libre comercio fueron algunas de las principales preocupaciones.

“La economía colombiana se integró completamente a la órbita del capitalismo económico liderada por los intereses de mercado libre de los Estados Unidos” (LaRosa, Mejía, 2017, p.214).

De hecho, para el presidente Kennedy Colombia era prioridad en su plan de unidad hemisférica llamada Alianza para el Progreso. En 1961, el presidente estadounidense visitó nuestro país junto con su esposa Jacqueline.

Contexto Político Semana II

En 1982, año en el que nació Semana, cuatro candidatos competían por la presidencia de la república: Alfonso López Michelsen, Belisario Betancur, Luis Carlos Galán, y Gerardo Molina. Felipe López Caballero, dueño y fundador de Semana, estaba convencido de que su padre no tenía posibilidades de ganar, lo cual resultaría beneficioso para la naciente publicación. Una revista del hijo del presidente habría sido muy poco creíble periodísticamente y quizá no habría tenido los cimientos que tiene Semana.

En esas elecciones, llevadas a cabo el 30 de mayo de 1982, salió victorioso el conservador Belisario Betancur con 3,189,587 votos. Su eslogan de campaña: “Sí se puede”, en referencia a conseguir casa sin cuota inicial, le aseguró el triunfo. El liberal Alfonso López quedó en segundo lugar con 2,797,786 votos, y Luis Carlos Galán del Nuevo Liberalismo sacó 746, 024 votos.

“Por la condición minoritaria de su partido, Betancur apeló a muchos liberales descontentos para ganar las elecciones, y una vez en el poder volvió al sistema del 50% de

23 miembros de cada partido en los cargos públicos, con lo que repitió el esquema clásico del Frente Nacional” (Bushnell, 1994, p.355).

Ahora, cabe señalar que la década de los ochentas fue una de las más sangrientas en la historia de Colombia. El auge del narcotráfico trajo consecuencias dramáticas para el país. El Cartel de Medellín dirigido por Pablo Escobar declaró una guerra contra el Estado colombiano, y se caracterizó por utilizar practicas criminales como secuestros, asesinatos indiscriminados o selectivos, y otras tácticas de intimidación como amenazas. A manos de este grupo murieron jueces, magistrados, testigos y periodistas. El Cartel de Cali, encabezado por los hermanos Rodríguez Orejuela, movió miles de millones de dólares, no obstante, la cifra exacta de la fortuna que amasaron es aún desconocida. Los dos carteles mencionados fueron enemigos, y durante esa década llevaron a cabo enfrentamientos armados, lo cual fue desgastante para el país. Felipe López cuenta que la revista también sufrió los efectos de esta narcoviolencia de manera directa, pues Escobar llegó a amenazarlo y le tocó salir del país. De hecho, Semana, adoptó la posición editorial de no tocar el tema de la extradición debido a dichas amenazas. El primer perfil que se escribió en la historia de Colombia sobre Pablo Escobar salió en la revista Semana en la edición número 50, que circuló entre el 19 y 25 abril de 1983. Se llamó El Robin Hood paisa. El motivo coyuntural del artículo fue un foro contra la extradición que organizó Escobar, que en ese entonces, se estaba iniciando en la política de la mano de Alberto Santofimio.

“¿Quién es don Pablo, esa especie de Robin Hood paisa, que despierta tanta excitación entre centenares de miserables que reflejan en sus rostros una súbita esperanza, que no es fácil de explicar en medio de ese sórdido ambiente?”, se pregunta el artículo, lo cual denota esa reflexividad característica de la publicación, así como el sabroso estilo literario de la escritura. Semana cuestiona el origen de la inmensa fortuna de Escobar, pues le parece un personaje sospechoso, ya que ostenta un opulento estilo de vida, hasta entonces desconocido en Colombia. Esto resulta especialmente extraño por tratarse de una persona de tan solo 33 años. Al momento de escribir el artículo, Escobar era ya conocido en su Envigado natal. “El solo hecho de nombrarlo produce todo tipo de reacciones encontradas, desde una explosiva alegría hasta un profundo temor, desde una gran admiración hasta un cauteloso desprecio. Para nadie, sin embargo, el nombre de Pablo Escobar es indiferente”. Dice que el misterioso personaje cuenta entre sus lujos más de diez aviones y media docena de helicópteros, un zoológico con animales

24 traídos de África, y más de 200 apartamentos en Estados Unidos. Cuenta también que Escobar se dedica a actividades cívicas, que intercala con la política.

“El mismo afirma que tiene orígenes (su vocación cívica) en sus épocas escolares, cuando "no tenía dinero y, sin embargo, siendo miembro de la acción comunal de mi barrio, promoví la construcción colectiva de un colegio y la creación de un fondo para los estudiantes pobres". Hoy, sus obras cívicas incluyen urbanizaciones enteras, canchas de fútbol, sistemas de iluminación, programas de reforestación, donaciones de tractores, buldózeres, etc. En la actualidad adelanta un programa de construcción de mil casas en un gigantesco lote de su propiedad. Lo compró con el objeto de edificar un barrio, para trasladar a él a cientos de familias que habitan en la zona tugurial de Medellín e inclusive le ha dado empleo en su compañía constructora a algunos de los ñfuturos beneficiados”. Aunque hace un intento por denunciar una fortuna aparentemente ilegítima de un ser hasta hace poco desconocido, el artículo no alcanza a prever el peligro del individuo que, fácilmente podría afirmarse, más daño le ha hecho a Colombia. Resulta valioso el testimonio de María Elvira Samper sobre el tema, incluido en el aparte “Voces de protagonistas” de este trabajo, pues cuenta que era difícil estar sumergidos en un fenómeno, del que aún no se tenía mucha comprensión, y tratar de explicarlo. No obstante el último párrafo del artículo, escrito por Felipe López, María Isabel Rueda, y María Elvira (pero como es costumbre sin firma), es, puede decirse, visionario. “El surgimiento de Pablo Escobar en el escenario nacional es un acontecimiento de trascendencia cuyas implicaciones están por verse aún. No hay antecedentes de respaldo financiero en política de esa naturaleza, ni obras cívicas de esa magnitud, emprendidas por particular alguno. De extracción humilde, con el poder que le otorga una fortuna incalculable y el deseo de ser el primer benefactor del país, este nuevo mecenas sin duda alguna dará mucho qué hablar en el futuro".

Ahora bien, con el paso del tiempo el cubrimiento que le dio la revista al narcotráfico -en particular al tema de Escobar- se va agudizando. Por ejemplo, el primero de enero de 1984, dos años después de publicado El Robin Hood paisa aparece un artículo transversal sobre la impregnación del narcotráfico en el país titulado Dineros Calientes. Ya en ese entonces, el país se encontraba en una crisis sin precedentes, producto de la omnipresencia del narcotráfico. El artículo da cuenta de ello, y critica la forma descarada en la que los “capos” entraron “a participar en forma abierta en las más diversas actividades de la vida nacional”. Expone los casos

25 particulares de Escobar y Carlos Ledher. Sobre el primero dice “En Medellín, Pablo Escobar, parlamentario suplente de la corriente santofimista, lideraba un movimiento "cívico" y se daba a conocer como uno de los hombres más ricos del país y de América Latina. Con un generoso bolsillo, ganaba adeptos a punta de regalar casas a gentes humildes y se daba el lujo de sostener un exótico zoológico en Puerto Triunfo, en el Magdalena Medio”. Aquí puede notarse un cambio respecto a la percepción que se tenía de Escobar cuando se escribió El Robin Hood paisa dos años atrás. Hay una postura que denota indignación respecto al personaje. Como los señaló María Elvira Samper, en entrevista para este trabajo de grado, al momento de escribir el artículo había información, más no había claridad sobre Escobar.

Sobre Ledher cuenta como la creación de su movimiento político “una mezcla de fascismo y antiimperialismo” tenía preocupados a los dirigentes del Quindío.

“Dueño de una isla en Las Bahamas que le fue confiscada por el gobierno de los Estados Unidos, se había hecho famoso por la publicación en la prensa nacional de avisos de página entera en los cuales atacaba el Tratado de Extradición suscrito entre Colombia y los Estados Unidos, durante la administración Turbay Ayala”. Estas excentricidades marcaron un cambio en Colombia, ya que invadieron la esfera de lo público, en un fallido intento por legitimarse. Semana, de alguna forma, lo prevé:

“La mafia estaba en todas partes: en la política, en los deportes, en los medios de comunicación. Los colombianos lo comentaban por doquier, convencidos de estar asistiendo a un vuelco económico y moral del país y de sus instituciones”.

Este decenio también fue testigo del fortalecimiento de las guerrillas. Las FARC, el ELN, y el M19 cometieron atrocidades que vulneraron los derechos humanos de la población. La debilidad estatal se hizo evidente.

“Durante la década de los 80, las FARC establecen como uno de sus principales objetivos la conquista de las ciudades. Al tener sus principales puntos en zonas de colonización comienzan a tener una estrecha colaboración de los grupos narcotraficantes. Bajo la tregua de la administración Betancur, las FARC comienzan un proceso de consolidación en las regiones y buscan acercarse a Bogotá, Medellín y Cali”. (Bello, 2019).

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En 1981, apareció el primer grupo paramilitar MAS (Muerte a Secuestradores), financiado con dinero proveniente narcotráfico como respuesta al secuestro de Martha Nieves Ochoa, hija de Fabio Ochoa, y hermana de Jorge Luis, Juan David y Fabio Ochoa, miembros del Cartel de Medellín. Los Ochoa convocaron a una reunión realizada en el Hotel Intercontinental de Medellín, al que asistieron más de 200 personas, la mayoría líderes de la mafia:

“El objetivo de esta reunión era crear un proyecto que contrarrestara las acciones de los grupos guerrilleros, y en el que los asistentes dieron cada uno 2 millones de pesos y 10 de sus mejores hombres. De esta manera nació el MAS, un ejército privado de 2.230 hombres y un fondo de 446 millones de pesos para “recompensas, ejecuciones y equipo” (Muerte a secuestradores: MAS, los orígenes del paramilitarismo, 2011).

Durante su presidencia, Belisario Betancur tuvo que enfrentar tres sucesos que marcaron la historia del país. El 31 de marzo de 1983 un sismo sacudió Popayán, generando destrucción en la ciudad.

“Fueron más de 380 los muertos y unos 5.000 los heridos. A esta cifra hay que agregar que unas 500 edificaciones quedaron averiadas” (Los acontecimientos que marcaron la presidencia de Belisario Betancur, 2018).

El presidente destinó recursos del erario para la reconstrucción de Popayán. Se invirtieron alrededor de 40 millones de dólares.

El 6 de noviembre de 1985 tuvo lugar uno de los episodios más escalofriantes en nuestra historia reciente: la toma del Palacio de Justicia por el M19. A las 11.40 a.m, 35 guerrilleros irrumpieron violentamente y secuestraron a más de 200 personas.

La guerrilla del M19 surgió como protesta de los resultados de las elecciones de 1970 en las que ganó Misael Pastrana contra Gustavo Rojas Pinilla en un estrecho margen. Muchos tuvieron la percepción de que estas elecciones fueron fraudulentas.

“El M19 se tomó las calles para hacerse conocer como “guerrilla urbana” mediante dramáticas acciones dirigidas al gusto popular. Un comando de este grupo asaltó las instalaciones del Cantón Norte en Bogotá con el objetivo de robar armamento, y en otra intervención incluso lograron apoderarse de la espada del libertador Simón Bolívar; en 1980 se

27 tomaron la Embajada de República Dominicana en Bogotá y mantuvieron como rehenes a los diplomáticos. Su acto más osado, y el comienzo de su fin tuvo lugar en noviembre de 1985, cuando se infiltraron en el Palacio de Justicia y retuvieron por la fuerza de las armas a los magistrados de la Corte y otros funcionarios allí presentes” (LaRosa, Mejía, 2013, p.183).

Con la toma del Palacio, el M19 pretendía someter al presidente Betancur a un juicio público, pero el Ejército no lo permitió. En vez, contratacaron y derrumbaron la puerta principal con un tanque ligero brasilero. Ello generó polémica en la opinión publica.

El cubrimiento que hace revista Semana del dramático episodio resulta acertado en términos periodísticos

“Del asedio solo sobrevivió uno de los guerrilleros; dejó cerca de 100 muertos, entre los que se cuentan once miembros de la Corte Suprema. A algunas personas, cerca de una docena, se les vio salir del Palacio conducidas por los militares, y después simplemente “desaparecieron” (LaRosa, Mejía, 2013, p.183).

Estos sucesos debilitaron la imagen del presidente, y frustraron sus deseos de llegar a un acuerdo de paz. Desde el inicio de su mandato, en 1982, Betancur intentó buscar una salida negociada al conflicto armado con las FARC. Fue la primera vez que se reconoció a la guerrilla como interlocutor político. De hecho, al mes de posesionado creó una Comisión de Paz compuesta por 34 integrantes, entre los que se encontraban Otto Morales Benítez, monseñor Mario Revollo, Noemí Sanín, y la periodista Margarita Vidal.

No obstante, el mismo año del fatídico episodio del Palacio de Justicia, miembros desmovilizados de las FARC, en respuesta a el indulto de Betancur, formaron un partido político con el nombre de Unión Patriótica. Este tuvo un gran apoyo en las elecciones locales de 1986. Sin embargo, en los siguientes 6 años, los miembros de esta colectividad fueron asesinados colectivamente “por redes “misteriosas” de fuerzas que incluían al Ejército, mercenarios/paramilitares, miembros de organizaciones rivales de la izquierda y, cada vez más, de “carteles” del narcotráfico” (LaRosa, Mejía, 2013, p.184).

“La violencia en contra de la UP frenó la posibilidad de una salida negociada del conflicto y dio lugar a un sentimiento general de desconfianza entre el Gobierno y todos los que han desafiado su autoridad política con el uso de la fuerza” (LaRosa, Mejía, 2013, p.184).

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Tan solo una semana después de la toma al Palacio de Justicia, otra tragedia sacudió al país. El 13 de noviembre de 1985, la erupción del Volcán Nevado del Ruíz provocó la desaparición de la ciudad de Armero, ubicada en el departamento del Tolima. La avalancha mató a más de 25 mil personas.

Omayra Sánchez, una niña de tan solo trece años, se convirtió en el símbolo de la tragedia. La pequeña quedó atrapada entre el lodo y los escombros de su casa durante tres días. La desgarradora imagen, tomada por el fotógrafo Frank Fournier, le dio la vuelta al mundo.

La incapacidad de reacción del Gobierno frente a una desgracia de tal magnitud quedó en evidencia, por lo que se generó un fuerte debate en torno a la responsabilidad del Estado. Sí se hubiese escuchado a los volcanólogos que en su momento expresaron preocupación, y se hubiesen tomado las medidas preventivas, se habría podido evitar el duelo nacional. No obstante, en todos los fallos se ha absuelto a los funcionarios alegando que los actos de la naturaleza son imposibles de prevenir.

El presidente Betancur decidió marginarse de la política, probablemente por estos desastres que afectaron su imagen de forma irredimible.

El liberal Virgilio Barco sucedió a Belisario Betancur en la presidencia de la república. Le ganó a su principal opositor Álvaro Gómez Hurtado, hijo de Laureano Gómez, con más del 58% de los votos. El país seguía sumido en una ola de violencia producto del auge del narcotráfico, y el paramilitarismo se fortalecía.

Barco puso en marcha el esquema de “gobierno-oposición” durante su mandato de 1986 a 1990, pues:

“.. había llegado a la conclusión de que el poder compartido del Frente Nacional, al diluir las responsabilidades de las acciones gubernamentales, había contribuido a la reducción de la confianza pública en el sistema político; además por su aparente consagración del monopolio liberal-conservador, el Frente Nacional había llevado a muchos miembros de la izquierda al convencimiento de que la participación pacífica en la política era un ejercicio estéril” (Bushnell, 1994, p.355).

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Uno de los principales logros del gobierno de Barco fue poner fin al conflicto armado con el M-19. El 9 de marzo de 1990 en Caloto, Cauca se firmó por primera vez un acuerdo de paz entre una guerrilla y el Estado colombiano.

La principal condición del grupo insurgente para desmovilizarse y pactar la paz fue la creación de una Asamblea Nacional Constituyente que garantizara la participación política de partidos diferentes a los tradicionales (liberal y conservador). Luego de dejar las armas, los antiguos militantes conformaron el partido Alianza Democrática M-19.

El 11 de marzo de 1990, dos días después de firmar los acuerdos se llevaron a cabo las elecciones legislativas y regionales. Un movimiento liderado principalmente por estudiantes propuso incluir una séptima casilla para solicitar una reforma a la constitución.

Barco lideró una convocatoria para llevar a cabo una Asamblea Nacional Constituyente que luego modernizó las instituciones. En 1988 propuso un plebiscito para “eliminar la barrera que impedía reformar la Constitución por métodos extraordinarios” (De la Calle, 2011).

De la Calle cuenta en el artículo citado que después de Cesar Gaviria, fue Barco la figura más determinante en la preparación de la Constituyente de 1991. El 27 de julio de 1988, el Gobierno presentó al Congreso un proyecto que contenía muchas de las ideas que luego se plasmaron en la Constitución del 91.

“Su contenido era totalmente innovador. Fue el primer texto en el que se proponía de manera seria un cambio constitucional de verdad, en el sentido de adoptar un sistema constitucional distinto y no sólo de modificar partes de la estructura del Estado. Proponía principios para cimentar el Estado Social de Derecho, un serio capítulo de derechos fundamentales, con mecanismos de protección, la creación de la Corte Constitucional y la instauración de instrumentos de democracia participativa” (De la Calle, 2011).

Dicho documento no fue aprobado en el Congreso, por lo que muchos sectores de la opinión pública (entre estos medios de comunicación) insistieron en abrir caminos diferentes a los tradicionales. Fue así como el 11 de marzo de 1990, muchos colombianos depositaron la “séptima papeleta” para pedir que se reformara la constitución.

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El presidente Barco escuchó la voluntad popular, y promulgó el Decreto de Estado de Sitio 927 de 3 de mayo de 1990, “por medio del cual ordenó a la organización electoral la contabilización de los votos que se depositaran el día de la elección presidencial sobre la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente”. (De la Calle, 2011).

El 27 de mayo se llevaron a cabo las votaciones para elegir al próximo presidente, salió victorioso el liberal Cesar Gaviria Trujillo con el 47,8% de los votos. El proceso electoral de ese año fue uno de los más violentos en la historia reciente de Colombia, pues se vio marcado por el asesinato de cuatro de los candidatos presidenciales (Jaime Pardo Leal de la Unión Patriótica, Bernardo Jaramillo Ossa, militante del Partido Comunista que luego asumió las riendas de la Unión Patriótica tras la muerte de Pardo Leal, Luis Carlos Galán del Nuevo Liberalismo, y Carlos Pizarro, ex comandante del M-19 que luego se convirtió en el partido Alianza Democrática-M-19).

“En la trayectoria política de Gaviria los años 1989-1990 fueron muy importantes. Colombia pasaba por uno de sus peores momentos de violencia y de incapacidad de regulación social por parte del Estado, lo cual hizo que fuera calificado como un “Estado fallido” o, en el mejor de los casos, como un “colapso parcial del Estado”, o un “Estado al borde de un colapso institucional” (Bejarano & Pizarro, 1994). Como señaló Mainwaring (2007).” (Duque, 2018, p. 30)

El narcotráfico, el conflicto armado, y las organizaciones criminales impregnaron la vida nacional que se vio invadida por un ambiente de inseguridad.

“A este Estado precario diversos actores armados le disputaban el monopolio del uso legítimo de la fuerza: el narcotráfico contaba con carteles o macro-organizaciones con gran influencia en la vida social, económica y política del país y las organizaciones criminales que surgieron desde finales de la década de 1970 se fueron complejizando y sofisticando. Desde comienzos de la década de 1980 fueron bautizadas por las autoridades de Estados Unidos como “carteles”, denominación confusa y equívoca que se generalizó por el uso de los medios de comunicación.” (Duque, 2018, p. 30-31) Ello tuvo también sus efectos en la economía del país, ya que parte de los inmensos recursos provenientes del tráfico de droga (cocaína en especial) a los Estados Unidos alimentaron la economía formal (la otra parte la “subterránea”).

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Los traficantes buscaron participación política con el fin de proteger sus intereses:

“Hubo una serie de factores que coadyuvaron a la politización de las mafias y de los capos, tales como su papel central en el combate a las guerrillas y su acción contrainsurgente en asocio de agentes estatales y propietarios de tierras. Esto les otorgó el control sobre grandes territorios, donde suplantaron o rebasaron el poder estatal, civil y militar, incluso de los caciques políticos dominantes. Asimismo, en muchas regiones del país establecieron alianzas con la clase política y los partidos tradicionales y acuerdos de gobernabilidad, de apropiación de los recursos y de manejo de los gobiernos locales (Thoumi, 2000).” (Duque, 2018, p. 32).

Ahora bien, para entender el triunfo de Gaviria resulta necesario aproximarse a los factores históricos que lo posibilitaron, y que, habrían de marcar el futuro del país, tanto a corto como a largo plazo. Los procesos de paz que lo precedieron son un elemento importante:

“En 1989 se había desmovilizado el grupo guerrillero M-19 y convertido en el partido Alianza Democrática M-19. También se desmovilizó, en 1991, el pequeño movimiento proindígena Quintín Lame y la mayoría del Ejército Popular de Liberación, EPL; en 1994, la Corriente de Renovación Socialista, disidencia del ELN. En este contexto, hubo una confluencia de factores que condujeron a Gaviria a la Presidencia de la República, una verdadera coyuntura crítica, la violencia. Colombia figuraba en todos los reportes internacionales como el país con mayor índice de homicidios, de secuestros, masacres y violación de derechos humanos; un país ensangrentado que, en el quinquenio 1989-1994, presentó las más altas tasas de homicidio en la historia del país y las más altas del mundo” (Duque, 2018, p. 32).

En el libro (Arrieta, Orjuela, Tokatlian, 1991, p17) los autores establecen que el estudio del narcotráfico en su relación con la sociedad y el Estado demuestra que este fenómeno se hizo posible por una serie de factores contextuales, tal como “la polarización de las fuerzas económicas y políticas en nuestro país” (Arrieta, Orjuela, Tokatlian, 1991, p.17)

“Apoyado en los enormes recursos financieros que logra acumular, el narcotráfico se enfrenta al orden establecido que no lo reconoce legalmente pero que sí lo acoge económicamente (…) Consigue permear las diversas estancias del Estado y de la Sociedad Civil, con la facilidad que le brinda la frágil capacidad que tiene el Estado colombiano para hacer presencia en todo el territorio nacional, dar cohesión y protección a toda la población y servir de mediador efectivo en

32 los conflictos sociales. En ese contexto el narcotráfico se convierte en catalizador de la crisis del régimen político y se constituye en potenciador de los factores económicos, políticos y sociales que debilitan el susodicho régimen” (Arrieta, Orjuela, Tokatlian, 1991, p. 17-18).

A comienzos de los años 80, surgió un nuevo actor, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

“Una versión contada por la periodista mexicana Alma Guillermoprieto, describe una riña entre amigos que terminó saliéndose de control. Anota que las FARC secuestraron “al padre de un traficante de drogas y de esmeraldas de poca monta llamado Fidel Castaño”. Fidel y su hermano Carlos entonces organizaron una fuerza militar formidable y altamente disciplinada para vengar la muerte en cautiverio de su padre. Las AUC crecieron hasta alcanzar 30,000 hombres en el ápice de su poder, a mediados de los años 1990…” (LaRosa, Mejía, 2013, p.187).

Para Catalina Bello la expansión militar de la guerrilla jugó un papel decisivo en que la conformación de las AUC, que define como “grupos de autodefensas como ejércitos de carácter privado para narcotraficantes y la industria de las esmeraldas”. Así lo narra:

“Su objetivo principal era "limpiar de guerrilleros" los territorios de Magdalena Medio, Córdoba, Urabá y Orinoquia. Así nacen las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC. Las élites locales que buscaban apropiarse de terrenos fértiles y "baratos" apoyaban estos grupos con objeto de expulsar campesinos y colonos de sus propiedades. Este incremento del conflicto y la problemática de la concentración del suelo originan la migración campesina a las grandes ciudades y, por ende, la conformación de cinturones de pobreza”. (Bello, 2019.)

“En este periodo la tasa de homicidios se triplicó al pasar de 25 homicidios por cada 100.000 habitantes en 1974 a 79 en 1991. Los datos señalan que 50 municipios que tienen menos de un cuarto de la población reportan más de la mitad de los homicidios. Los municipios con niveles más altos de homicidio son aquellos que se disputan grupos guerrilleros u organizaciones criminales de tráfico de drogas o, por el contrario, que tienen fuentes de riqueza como coca, oro o petróleo”. (Bello, 2019.)

Ahora, para entender el contexto político resulta necesario aproximarse al desorden social en el que se encontraba Colombia:

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“Hacia finales de la década de 1990, las FARC y ELN combatían contra el Ejército; las AUC contra las guerrillas; el Ejército Nacional contra todos ellos, y los narcotraficantes contra el Gobierno, mientras paralelamente luchaban o colaboraban con las guerrillas. Era una época confusa, y en medio del caos, y el desorden, a medida que ascendía el número de víctimas, el país parecía fuera de control”. (LaRosa, Mejía, 2013, p.187).

En las elecciones presidenciales de 1994 el Liberal fue elegido en segunda vuelta, en la que derrotó a Andrés Pastrana. Colombia se encontraba en un proceso de apertura económica impulsado por Gaviria. Además, la caída de Pablo Escobar trajo jubilo nacional. De manera que había un repudio generalizado a todo lo relacionado con el narcotráfico.

Paradójicamente, esta sangrienta actividad empañó el triunfo de Samper, y generó quizá uno de los escándalos más bochornosos en nuestra historia como nación: el proceso 8000. El fiscal Alfonso Valdivieso inició en abril de 1995 múltiples investigaciones a senadores, representantes, y demás políticos por presuntos nexos con el grupo narcotraficante conocido como el Cartel de Cali.

“… La crisis creada por la explosión del proceso 8.000 empezó a gestarse desde las elecciones presidenciales de 1994. En la segunda vuelta electoral ganó Ernesto Samper, pero su contendor principal, Andrés Pastrana, el 21 de junio de 1994 divulgó los llamados narcocasetes. Se trataba de varias grabaciones en las que el periodista Alberto Giraldo conversaba con los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela –capos del Cartel de Cali-, y de tales conversaciones quedaban dudas sobre la penetración de la campaña del candidato ganador (El proceso 8000, a 20 años del escándalo mayor, 2015).

La Fiscalía abrió una investigación al tesorero de la campaña de Samper, Santiago Medina. Posteriormente, Medina fue capturado, y Samper dijo que el dinero proveniente del narcotráfico había entrado a sus espaldas. El torbellino político no se hizo esperar, y las constantes denuncias en los medios de comunicación eran el pan de cada día, lo que contribuyó al desprestigio del gobierno Samper. A pesar de las evidencias, este no se cayó. Revista Semana, bajo la dirección de Mauricio Vargas, se caracterizó por su fuerte cubrimiento al proceso 8000. Gracias a ello, en buena parte, logró consolidarse cómo un referente de periodismo investigativo. El propio Felipe López le reconoció a María Isabel Rueda que fue la época más influyente de la revista. (Rueda, 2010, p.235)

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El gobierno norteamericano canceló la visa para entrar a Estados Unidos al presidente Samper. Sin embargo, esto no afectó drásticamente las relaciones bilaterales entre los dos países. Como lo relata Bushnell (Bushnell, 1994, p.398) el impase no obstaculizó la visita de Samper a la sede de las Naciones Unidas en Nueva York. No obstante, en Colombia los cuestionamientos a Samper “se tradujeron en una debilidad política y consiguiente falta de importantes éxitos administrativos” (Bushnell, 1994, p.398).

Semana I y II: Una mirada comparativa Alberto Lleras Camargo fue un político hábil, y un orador excepcional, que siempre leía lo que decía. La palabra escrita era su obsesión. No participaba de los debates en el Congreso, precisamente, porque no se permitían discursos escritos, y Lleras era especialmente cauteloso de cada palabra que pronunciaba. Ello da cuenta del talante de Lleras, que jamás dejaba decisión alguna a la improvisación. ¿Quién es este periodista liberal que influyó como ningún otro en la transformación de la Colombia de mediados de siglo XX? En palabras de Gabriel García Márquez: “Alberto Lleras Camargo era un gran escritor que fue dos veces presidente de la república”.

Alberto Lleras publicó su primer artículo en la prensa antes de cumplir los dieciocho años. Menos de dos años después, consiguió trabajo en El Espectador. A partir de ahí se le abrieron muchas puertas (Karl, 2018, p.6), pues se relacionó con experimentados e influyentes políticos, lo que, a su vez, le abrió el camino a la política.

La amplia trayectoria periodística de Lleras incluye su paso por catorce medios escritos: El Gráfico, Universidad, La República, Los Nuevos, El Tiempo, El Espectador, El Liberal, El Heraldo, El Mundo, La Nación, La Tarde, El Independiente, Intermedio, y Visión. Lleras, además, fundó cuatro medios: Mercurio, El Liberal, Semana y Américas. “Tanto en Colombia como en Argentina y los Estados Unidos dejó un legado de más de cinco mil páginas con los más variados temas y con la característica de perdurar en el tiempo mediante una mirada visionaria, profunda y analítica: “un periodista erudito, un hombre culto con largas y profundas meditaciones que ha repasado con meticuloso desvelo, lo que nos ilumina: la novela y la poesía”,

35 como lo reconoce el escritor político y también periodista Otto Morales Benítez” (Rojas, 2002, p.4). Para entender cómo confluyen el político y el periodista, resulta iluminador remitirse al libro de Jaime Posada. “La tarea del escritor, el ministerio público, el desempeño moral de Alberto Lleras ha radicado, esencialmente, en ejercer el creador e inerme oficio de pensar” (Posada, J., 2006, p.). Alberto Lleras se identificó a sí mismo como un “laborioso trabajador de este oficio (el periodismo), bueno o malo, pero autentico” (Alberto Lleras Camargo 1945-1946, s.f,)

Cuando rondaba los 21 años, se fue a Buenos Aires en busca de experiencias periodísticas. El Tiempo le hizo una oferta de trabajo a Lleras, quien contaba con 23 años, para que regresara a Colombia y lo calificó como “acaso el más brillante representante de la joven generación intelectual colombiana” (Karl, R., 2018, p.7).

Alfonso López Pumarejo fue quizá la persona más importante, políticamente, en la vida de Alberto Lleras, quien era el aprendiz más leal del entonces presidente. “Como secretario de López en el Partido Liberal en los años treinta, y luego en el palacio presidencial, Lleras escribió numerosos discursos y declaraciones. Al mismo tiempo impulsaba las políticas de su jefe desde las salas de redacción de los periódicos liberales” (Karl, 2018, p.9). Lleras fue el Ministro de Gobierno más joven en la historia de Colombia, cargo que ocupó dos veces nombrado por López.

En 1945, Alfonso López Pumarejo presenta su renuncia irrevocable al cargo de presidente de la república, y es Alberto Lleras quien debe finalizar el último año del gobierno de López. Con tan solo 39 años, Lleras se convierte en el presidente colombiano más joven del siglo pasado. “Lleras mantuvo una rigurosa neutralidad oficial en la elección presidencial que enfrentó a un partido liberal, dividido entre Gabriel Turbay y Jorge Eliécer Gaitán, y el conservatismo encabezado por Mariano Ospina Pérez. Esta actitud, y la entrega tranquila del poder al partido contrario, le crearon la imagen de jugador político limpio que ayudaría, años después, a unir liberales y conservadores”. (Melo).

Es recién salido la presidencia que Lleras crea el promisorio proyecto periodístico, que cambiaría para siempre la forma de hacer periodismo en Colombia; revista Semana.

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Pero todavía lo espera otro período para regir los destinos del país. “Tras años de actividad como director de la Unión Panamericana y secretario de la Organización de Estados Americanos, regresó a Colombia en 1954, a enfrentar la dictadura militar de Gustavo Rojas Pinilla. En esta lucha, que se hizo ante todo con artículos y discursos, Lleras unió a todo el país -- empresarios, obreros, estudiantes, intelectuales, liberales y conservadores, pueblo y oligarquía-- en una cruzada que culminó con la caída del general Rojas en 1957; fue allí donde mostró con mayor claridad sus virtudes de organizador político y la fuerza que podían generar su figura enjuta y su palabra” (Melo). Este acuerdo, conocido como el Frente Nacional, fue un intento hábil por reconciliar al país. Lleras, un hombre de letras, posaba su mirada sobre los modelos civilizadores de los países desarrollados, e intentó terminar con la barbarie primitiva característica de aquellos tiempos, en los que desde la prensa se alentaba el odio visceral entre los dos partidos tradicionales.

Alberto Lleras, el cosmopolita, fue muy cercano a John F. Kennedy. Esta carta, que hace referencia al funeral del expresidente estadounidense, ayuda a retratar la relación:

“(Era) un hombre que tenía para la señora Kennedy una importancia especial. En una ocasión dijo a su marido: “Espero que, antes de que salgamos de la Casa Blanca, me hagan una entrevista, porque alguien me preguntará quién es el más grande estadista que he tenido ocasión de conocer. Y no será De Gaulle, ni Nehru, ni MacMillan; será Lleras Camargo, de Colombia”. En 1961 Lleras recibió a los Kennedy en Bogotá. El presidente colombiano mostró a la señora Kennedy el Palacio Presidencial que hace las veces de museo de historia nacional, y aquello le sirvió de inspiración para la renovación de la Casa Blanca que ella inició después, comprendida la de la misma sala en que se encontraba ahora con el presidente anguloso, de apariencia calvinista, que también daba muestras de desolación. Le dijo que de todos los viajes por el extranjero que habían hecho ella y su marido, el viaje a Colombia había sido el mejor. Lleras Camargo rompió a llorar, y Angie, que estaba con ellos, le dio su pañuelo. Abrazando a Lleras, Jacqueline Kennedy concluyó: “Por favor... no permita que olviden a Jack” (Caballero, Pinzón de Lewin, Escallón,& Marín, 2014, p.7).

En el número de El Tiempo que circuló un día anterior a la visita de Kennedy a Bogotá apareció en primera página un titular que decía que “Kennedy como periodista entrevistó a

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Lleras Camargo. Cuenta que “en 1947, un joven periodista, el actual presidente de los Estados Unidos, interrogó al entonces secretario de la OEA”.

No obstante, según se cuenta en el trabajo Alberto Lleras Camargo y John F. Kennedy: amistad y política internacional: recuento de episodios de la Guerra Fría, la Alianza para el Progreso y el problema de Cuba, hay indicios de que la amistad empezó con la visita de Kennedy a Colombia. “Un elemento que fortaleció la relación entre los dos presidentes fue que Lleras Camargo dominaba el inglés. No se requirió un intérprete en las conversaciones en Bogotá durante las cuales los presidentes estuvieron solos. El propio intérprete personal de Kennedy relata que el presidente Lleras hablaba “muy buen inglés” y que él tuvo la sensación “de que había un alto grado de respeto mutuo porque Lleras también era un hombre valiente que había vivido situaciones complicadas trabajando por su país” y añade: “Lleras no es un hombre de masas o de los campesinos [...]. Es un poco frío. Pero estaba tratando de enderezar el rumbo de su país y de generar un comienzo de esperanza para los pobres” (Caballero, Pinzón de Lewin, Escallón,& Marín, 2014, p. 10).

La revista Time, inspiración para su Semana, dedicó un artículo a homenajear a Lleras, tras su salida de la presidencia (segundo periodo), en el que hace un recuento de sus logros como estadista y figura política. Cuenta que después de terminar el periodo presidencial de López, su siguiente trabajo fue en Washington como cabeza de la ineficaz Unión Panamericana. “Durante siete años, Lleras, casi por sí solo, la transformó en la Organización de Estados Americanos, mucho más fuerte de hoy, cuya carta escribió en gran parte” (Time, 1962) “Después de eso, puede aceptar la oferta de ser el editor del nuevo periódico liberal bogotano La Tarde, y disfrutar la oportunidad de “leer un libro en paz otra vez”. Dice Lleras: “Lo más importante que tendrá mi sucesor es un triunfo ganado en una elección verdadera y abierta”. En América Latina, ello es toda un legado para un presidente saliente dejar atrás”, finaliza el artículo.

La figura de Alberto Lleras Camargo constituyó una ficha clave en la geopolítica, pues su alianza con Estados Unidos posibilitó la lucha de los ideales democráticos que ambos presidentes defendían. Ello se refleja, a través de las páginas de Semana, en especial durante los primeros años de la revista, pues se hace una mirada profunda y analítica a los acontecimientos internacionales, y a la defensa de la institucionalidad. El comunismo, en plena Guerra Fría, y todo lo asociado a este, como las guerrillas, eran tratados con cautela, y ciertas expresiones

38 permitían dar cuenta de las reservas que se tenían sobre el tema, como se ejemplificará más adelante en este trabajo. Las dictaduras, fenómeno que por esa época se generalizó en América Latina, también fue blanco de críticas reflexivas.

Los directores durante la etapa gloriosa de la revista fueron a fines con Lleras Camargo, pues eran también intelectuales liberales, que se movían entre la puerta giratoria del periodismo y la política.

Juan Lozano y Lozano realizó sus estudios escolares en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario de Bogotá y los universitarios en las Universidades de Cambridge y de Roma. Alfonso López Michelsen describe a Lozano y Lozano así: “Carácter recio, patriotismo desvelado, amigo generoso, enhiesto ante los grandes y cordial y respetuoso ante los desvalidos, bien pudo afirmar que todas aquellas cosas que se dicen de los seres ya muertos podían decirse con justicia en vida de Juan Lozano y Lozano, porque todo alrededor suyo fue grande, menos su encarnadura física, de la cual él mismo hacía mofa” (López, 2003). Visiones del siglo XX Colombiano a través de sus protagonistas ya muertos. Bogotá, Villegas Editores). Cuando vino la Hegemonía Liberal, fue el secretario de Enrique Olaya Herrera. Luchó contra las reformas de la “Revolución en Marcha”, y fundó APEN (Acción Patriótica Económica Nacional) para defender la libre empresa. López Michelsen establece en su libro que Lozano y Lozano era un hombre contradictorio pero justo; “Me parece que, entre sus contemporáneos, Alberto Lleras fue la más grande y, sin embargo, la mayor parte de su vida fue su contradictor, cuando de imponer la reelección se trataba o de adoptar la conciliación que dio origen al Frente Nacional. Carlos Lleras Restrepo también ocupa en centenares de páginas un lugar preferencial entre sus héroes, y Jorge Eliécer Gaitán, con reservas, en su firmamento, tanto brilla como Gabriel Turbay o Darío Echandía. Raras veces un colombiano fue tan generoso con sus compañeros de generación, aun cuando viviera en permanente desacuerdo con ellos”. Hernando Téllez ocupó diferentes cargos en el periodismo, entre los que se encuentran asistente de Enrique Santos en El Tiempo, y subdirector de El Liberal. Entre 1943 y 1944 fue cónsul de Colombia en Marsella, y también senador de la república. No obstante, su labor literaria es la más recordada.

Para entender la relación, esbozada con anterioridad, propia del contexto en que está inmersa, resulta pertinente recurrir a una cita de Robert Karl: “Los escritores, los periodistas, los abogados del país letrado entronizaban la capacidad del discurso tanto para describir como para

39 transformar el mundo. Actuaban en distintos campos: de los periódicos a la creación de las leyes y el ejercicio de la abogacía, y entraban en el país político y salían del según las circunstancias y sus preferencias personales” (Karl, 2018, p.5).

“Sobre el perchero, colgando al lado del sobre todo y del sombrero encocado, podía adivinarse la banda presidencial”. Así describió un visitante la oficina del primer director de Semana, Alberto Lleras Camargo, cumplido su mandato como presidente de Colombia (Semana, 400, junio 28 de 1954, p.13).

Semana trajo a Colombia una forma, hasta entonces, desconocida de hacer periodismo. Importó el modelo del periodismo estadounidense que se regía por el valor de la objetividad en la información. Ello en un contexto de fuerte polarización política, que se veía reflejada en la prensa colombiana. En el primer número de la revista se lee la promesa:

“No es Semana una revista política, ni doctrinaria, ni literaria. Obedece su creación a una necesidad del tiempo nuevo y a la creación natural de un público nuevo”. El ideario de Semana es reproducido en la primera edición de su segunda etapa (publicada el 12 de mayo de 1982), y acompañada de una foto de Alberto Lleras Camargo.

Para cumplir con su propósito, Lleras Camargo formó una compañía con Litografía Colombiana S.A, y nombró director a Abdón Espinosa Valderrama. El 28 de octubre de 1946 salió por primera vez revista Semana, y construyó un público fiel que fue, también, su más duro crítico en los momentos en los que se vio comprometida la línea editorial. Ello puede constatarse a través del trabajo Revista Semana (1946-1961): Cartas de un país paradójico de la profesora Maryluz Vallejo, pues recoge las cartas que los lectores enviaban a la publicación. La sección “cartas” propuso una forma directa y también nueva de relacionar a los lectores con la revista. Así, pudo dibujar un perfil de lector; a través de las pistas que este mismo iba desprendiendo desde las palabras.

A lo largo de sus dieciséis años de circulación, la revista Semana se destacó por su deliciosa prosa. Una prosa llena de adornos, y adjetivos en la que ciertas expresiones, que hoy parecerían inverosímiles, eran posibles. Un estilo descriptivo en el que el lector navegaba por las líneas exquisitamente compuestas para transportarlo a esa otra realidad. La pluma de Alberto Lleras Camargo, que escribió prácticamente en su totalidad la revista durante sus siete primeros

40 meses de vida (hasta mayo de 1947), es palpable a través de sus ademanes narrativos. Un ejemplo es este perfil que le hace a Umaña Bernal, haciendo referencia a su trabajo en las Naciones Unidas:

“Ahí está el pináculo de una carrera que nunca buscó como jamás buscó cosa alguna con ambición, Umaña Bernal. A los 45 años Umaña es ministro, después de una carrera diplomática corta…Pero habría que agregar muchos años de trabajo periodístico en “El Espectador” en la sección internacional, desempeñando con erudición, estudio, y rigor, ajenos habitualmente a estas tareas”. Los parlamentarios no salen de su pasmo cuando lo ven, las manos colgadas por los pulgares de los bolsillos del chaleco, hablar, lógico, frío, continuo, brillante, hasta agotar la materia sin fatigar a nadie. Cuando ha terminado y se acercan a felicitarlo calurosamente, a Umaña le sube una sonrisa tremenda, voluptuosa, que tiene raíces en todo el ancho cuerpo y reflejos brillantes en el rostro pálido y en la calva eminente. El Parlamento, que, sin verlo, lo juzga un intruso en las funciones del Estado, se entrega, sin resistencia”.

Juan Lozano y Lozano sucedió a Alberto Lleras en la dirección de Semana “delgado, pequeño, huesudo, y frágil como una corteza …altísimo poeta atraído fatalmente por la política como lo describió Lleras” (Semana, 400, junio 28 de 1954, p.13). Lozano y Lozano imprimieron a la revista un humor muy anglosajón; su ironía era útil.

“Lozano dictaba sus artículos de madrugada, directamente a los linotipistas, para dejar en cueros y de cuerpo entero a los líderes políticos, especialmente a Gaitán, que era su obsesión y luego, como si la cosa no tuviera importancia, con la consciencia tranquila del justo, se retiraba a dormir plácidamente, sobre el arrumaje del papel, bajo la enorme guillotina de la imprenta cuya hoja cortante sobre su pescuezo nunca fue capaz de producirle pesadillas” (Semana, 400, junio 28 de 1954, p.14).

En febrero de 1948 asumió la dirección el intelectual Hernando Téllez, un obsesivo del lenguaje y la gramática. Cuenta la edición de los 400 números de Semana que en ese tiempo se decía que era la revista mejor escrita del país, y que algunos exageraban diciendo que lo era, incluso, del mundo entero. “Téllez colocó a la revista en una notoria posición literaria” (Semana, 400, junio 28 de 1954, p.14). En febrero de 1951 asumió la dirección Eddy Torres, discípulo de Lleras, de Lozano, y de Téllez.

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Semana I se caracterizó por ser una revista con un gran componente histórico, pues los artículos normalmente incluían una breve, o a veces más extensa, explicación de los sucesos que antecedieron el hecho en cuestión. Este recurso permite al lector entender los procesos contextuales que, de alguna u otra forma, propiciaron el suceso de un determinado acontecimiento. Esta es, quizá, una de las grandes contribuciones de Semana I al periodismo colombiano de su momento. Al ser una revista semanal -única en su especie durante los años de su circulación, pues Cromos tenía un perfil muy diferente- podía darse el lujo de hacer una mirada más profunda a los hechos. Iba dirigida, indiscutiblemente, a un lector inteligente. Ahora, Semana II va más allá; ya que establece la red de relaciones entre historia, contexto e implicaciones. En Semana I, sí bien se exponía el bagaje histórico del hecho, era el mismo lector quien debía hilvanar la red de relaciones. Ahora ello puede explicarse por las determinadas situaciones contextuales de ambas revistas. Semana I, iba dirigida a un segmento muy reducido de la población. A mediados de los años cuarenta, el 80 por ciento de los colombianos era analfabeta (Vallejo, 2006, p.24-25). He ahí una de las razones por la que se explica el hecho de que la revista estuviera tan restringida a ciertos sectores de la opinión, a un publico con unas cualidades intelectuales determinadas, y unas afinidades o tendencias ideológicas. El receptor ejerce también una curaduría, en cuanto a los temas, contenidos y enfoques que le interesan, pues este “recibe la información de un determinado modo, y los hechos relatados resuenan en su interior de determinada manera” (Giménez, 2006, p.58). Ahora, la revista contiene un material más profuso, y más diverso, ya que abarca todo un universo de lectores y de público, cosa que era impensable en la época de la primera Semana.

Otra característica de la exitosa publicación era su capacidad de sintetizar los hechos más importantes, pues como lo estableció en su ideario, iba dirigida a un lector moderno, y, por consiguiente, ocupado. “Aunque se le criticó su afán de estandarización, siguiendo la formula norteamericana de las famosas Time, Newsweek, y World Report, a la vanguardia del periodismo moderno, se convirtió en un experimento reconocido no solo en Colombia sino en América Latina” (Vallejo, 2013, p.340).

El mundo mirado desde el lente de revista Semana era distinto. Se encontraba reconfigurándose, redefiniéndose, si se quiere. Acababa de finalizar el conflicto más desastroso y sangriento en la historia de la humanidad, la segunda guerra mundial, que puso en evidencia la

42 capacidad de autodestrucción del ser humano. La revista dedicaba casi la mitad de sus páginas al análisis del acontecer mundial. La Semana de Felipe López, en cambio, salvo en las ediciones especiales como, por ejemplo, la de Fidel Castro (ver anexos), dedica tan solo unas cuantas páginas a la sección “Mundo”. ¿Por qué en una época en la que no se ha ampliado tanto el tema de la globalización hay más consciencia de lo que pasa alrededor? ¿Por qué ese cambio, en el sentido en el que casi la mitad de la revista es información del mundo y ahora son apenas unas cuantas paginas? Una hipótesis es que debido a que se había presentado un fenómeno tan dramático que marcó la historia de la humanidad, había una mayor sensibilidad que derivaba en una mirada más intensa de lo que pasaba por fuera.

Ahora, también puede haber otras razones de tipo practico y tecnológico. La gente, a diferencia de hoy, no tenía muchas fuentes para entrar en contacto con esa realidad. Los medios impresos y una revista semanal tenían mucho que decir al respecto, de tal manera que había cosas que la gente se enteraba exclusivamente ahí.

En la edición de noviembre de 1946 en la sección “relaciones internacionales” se dedica un artículo a la inclusión de Colombia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

“Cuando el delegado colombiano-quien quiera que sea- se siente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, comenzaremos a compartir, por dos años, el gobierno del mundo con diez Estados, entre los cuales figuran las tres más grandes potencias de la tierra, y dos más, oficialmente “grandes”. China y Francia.”

La revista intenta parecer neutral, pero propone, a través de sus artículos, la defensa de las ideas liberales. Por ejemplo, la elección de las palabras utilizadas da cuenta de una visión de mundo particular. La arquitectura de la frase supone una relación entre comunismo y resentimiento.

Cuando habla del comunismo: “… las autoridades rusas parecen haber abandonado la esperanza de cultivar la simpatía germana y de estimular el resentimiento contra sus aliados occidentales”.

En el volumen V numero 111 (diciembre 4 de 1948) aparece en la sección nación un artículo sobre las democracias y las dictaduras, que ejemplifica aún más exactamente el talante ideológico de la revista. La nota inicia así: “Las noticias sobre el derrumbamiento del gobierno constitucional que en Venezuela presidía el novelista Rómulo Gallegos, recibidas a fines de la

43 semana pasada, produjeron dos reacciones contrarias en las zonas políticas colombianas: entre la opinión conservadora más extrema, de franco regocijo, expresado a través de periódicos tales como “El Siglo” y “Eco Nacional”: de sorpresa e indignación en casi todos los sectores del liberalismo” (p.7).

Semana va dirigida a un lector intelectual con un conocimiento base de la geopolítica. Un lector preocupado por los acontecimientos del mundo en el que habita. No faltan jamás las citas a otros medios internacionales en la sección “El Mundo”, como por ejemplo a la revista semanal estadounidense enfocada en política “World Report”. En ese sentido, es una pieza intertextual. Es decir, Semana se nutre de otras lecturas, y las referencia, para, así, explicar los sucesos del mundo. Ello guarda una estrecha relación con el pensamiento de Lleras, que al ser un cosmopolita, y un defensor de los derechos civiles y democráticas, estaba constantemente mirando los ejemplos de los países desarrollados. Eso tuvo un impacto, como es obvio no solo en político, sino también en el periodista, que imprimió su visión a Semana.

El tono de la revista, inspirada en el periodismo estadounidense que tanto admira Lleras Camargo, es satírico. Al respecto señala Maryluz Vallejo:

“Los lectores apreciaban especialmente ese sentido del humor tan anglosajón de la revista y ese tono irónico que desbrozaba el camino de la crítica inteligente, dirigido a lectores igualmente inteligentes” (Vallejo, 2004, p.91). En este punto específicamente se vuelve a evidenciar el sello de Alberto Lleras Camargo, el político y el periodista.

Llama la atención el tono utilizado en el reporte incluido en la sección “La Gente” del 11 de noviembre de 1946, en el que se cuenta:

“El señor Jorge Eliécer Gaitán fue operado en la clínica de La Magdalena de apendicitis. El señor Gaitán había pospuesto la intervención del cirujano por largo tiempo, forzado por la necesidad de dirigir “el Movimiento”. Ninguna complicación. Operó un jefe gaitanista, el Profesor Pedro Eliseo Cruz. El señor Gaitán queda en condiciones de regresar en breves días a la carga”.

En la sección “La Gente” (11 de noviembre de 1946) se incluyó un artículo corto (extensión: un párrafo) sobre la delegada de la India en la Asamblea General de las Naciones Unidas contando que es la única mujer en la Asamblea con tal jerarquía, y que en su juventud era

44 llamada “Samp” es decir “la bella”. De hecho, el artículo fue titulado “Pandit, la bella”. Ello demuestra como ha evolucionado el cubrimiento periodístico con relación a los temas de género. Hoy en día es impensable que las facultades intelectuales de una delgada de tal importancia sean remitidas a una sección un poco más frívola por su condición de mujer.

“Semana adquirió su prestigio porque se desmarcó de las agendas políticas que dominaban al medio periodístico y se dedicó a explorar temas que apenas interesaban a la llamada gran prensa, para presentarlos como completos informes de investigación” (Vallejo, 2004, p.95).

“El tratamiento de la información sobre la Violencia fue uno de los mayores aciertos de Semana, que en lugar de tomar partido presentaba las distintas versiones de los hechos que daba la prensa liberal y conservadora. El lector sacaba sus propias conclusiones” (Vallejo, 2004, p.95).

En la edición 382 que circuló el 22 de febrero de 1954 el entonces director Luis Zornoza Falla, publicó un informe especial titulado “Comunismo en Colombia”. El texto evidencia un trabajo de investigación profundo. Hace un recuento histórico del comunismo en el país en el que incluye datos. Luego, analiza la situación de la colectividad, haciendo una lectura de la forma como se percibe desde el lente de Semana. Es decir, se hace un ejercicio interpretativo de la realidad a partir de una determinada forma de ver el mundo:

“…Desde entonces el comunismo ha sido considerado por la opinión pública colombiana como un reducido grupo cuya peligrosidad reside no tanto en el número de sus militantes como en su indeclinable adhesión a un totalitarismo internacional. Por cierto, que esa amenaza implícita en todos los partidos de naturaleza anti-republicana, en el caso comunista ha servido para explicar y amparar desatentadas campañas contra las libertades públicas. Y esto no solo en Colombia sino en muchos países, entre ellos los Estados Unidos”. (Semana, 22 de febrero de 1954, No. 382, Informe Especial, Comunismo en Colombia, Bogotá, p.8).

El texto presenta un informe sobre la situación del partido comunista en Colombia, en el que establecen que dicho partido tiene más de 3,500 militantes en el territorio nacional, y seccionales en 13 departamentos. Una de las fuentes del artículo es el líder comunista Gilberto Vieira. Resulta valioso rescatar que en el informe se vislumbran las raíces de una problemática que haría estragos en el corazón de Colombia: el paramilitarismo:

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“La posición comunista con respecto a las guerrillas fue esbozada por Vieira ante el re- SEMANA en días pasados: Cuando, desde 1949, se desató la política de sangre y fuego, el P.C. recomendó al proletariado y al pueblo “la necesidad de defenderse replicando a la violencia de los bandidos falangistas con la violencia organizada de las masas”. De aquí surgió la tesis de la autodefensas, que “recomendaba la formación de grupos para organizar la defensa de regiones y sectores amenazados por los ataques reaccionarios”. (Semana, 22 de febrero de 1954, No. 382, Informe Especial, Comunismo en Colombia, Bogotá, p.9).

El informe también trata otro tema que va intrínsicamente ligado-o al menos así lo demuestra la historia- a esta ideología política: el de las guerrillas. Se toma como fuente el VII Congreso del P.C., que se reunió clandestinamente en abril de 1952:

“Las guerrillas-dijo el documento aprobado por ese congreso- no han surgido por la aplicación de un plan revolucionario, sino que han brotado como una acción defensiva…Los focos guerrilleros de los Llanos Orientales, del Tolima, de Antioquia, y de otras regiones son expresión heroica de la resistencia (popular)…La extensión y alcance de la lucha de guerrilleros ha sido, sin embargo, exagerada por aventureros o ilusos, y por sectores más reaccionarios de la dictadura” (Semana, 22 de febrero de 1954, No. 382, Informe Especial, Comunismo en Colombia, Bogotá, p.9).

También se incluye un párrafo que cuenta la posición del P.C con el gobierno militar, lo cual resulta una herramienta valiosa leído el artículo 65 años después, ya que explica la situación política y contextual de ese momento en particular. Rojas Pinilla ofreció una amnistía al P.C. por ello, esta colectividad pidió que se suspendiera la lucha armada tanto a su partido como a las guerrillas. No obstante, filosóficamente el P.C no comulgaba con el régimen. Aunque el “P.C consideró positivo el programa anunciado por el presidente Rojas Pinilla de “No más sangre, no más depredaciones, paz, derecho, libertad, y justicia para todos”…opina que la continuidad por el actual gobierno de la política internacional del régimen anterior obstaculiza tal programa…El P.C considera que el 13 de junio tuvo lugar un típico golpe de Estado… sin intervención de las masas populares: que ese día hubo un cambio de gobierno más no un cambio de régimen” (Semana, 22 de febrero de 1954, No. 382, Informe Especial, Comunismo en Colombia, Bogotá, p.9).

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Cabe destacar la claridad de el artículo en términos de estructura, pues sigue un hilo lógico. Finaliza con dos conclusiones “A” y “B” donde sintetiza las ideas centrales, y refuerza la línea editorial del medio:

“A.) Es un partido sin perspectivas inmediatas en la política colombiana, y la importancia de su actividad debe considerarse sólo en relación con su vinculación internacional.

B.) La experiencia demuestra que un régimen de libertad es el más adecuado para combatirlo con éxito. La mejor colaboración que se puede prestar para el triunfo de los partidos comunistas es situarlos en la clandestinidad.” (Semana, 22 de febrero de 1954, No. 382, Informe Especial, Comunismo en Colombia, Bogotá, p.9).

La forma: se incluían notas al pie explicativas. Por ejemplo, en la edición especial sobre la muerte de Gaitán. Se utiliza este recurso para contar que los limpiabotas bogotanos “utilizan un pequeño cajón de madera para guardar sus elementos -cepillos, betunes, paños- y para que sobre el reposen los pies de los clientes. En sus riñas callejeras suelen usarlos a manera de arma” (abril 24, 1948).

Esta simpática carta dirigida al “amable lector” (semana 378, enero 25, 1954) bajo la dirección de Luis Zornoza Falla, da cuenta del criterio periodístico de avanzada de Semana para su momento histórico. Resulta un tanto caricaturesco que sea necesario explicar el por qué merece un hecho ser portada de una publicación semanal. He aquí un aparte de la carta, que aún hoy, es una lección de periodismo.

“SEMANA- una revista de hechos y gentes- sin compromisos publicitarios de ningún género, trata de dar a sus lectores de la nación y del exterior una visión lo más objetiva y documentada posible sobre la realidad colombiana y sobre la vida internacional. Dentro de este objetivo, la portada y el artículo de fondo de cada entrega se refieren al hecho central del momento para relievar los personajes y divulgar los hechos que preocupan o interesan a las gentes. Entre un científico, un financista, un político o un torero, por ejemplo, no hay vacilación: será motivo de la portada aquel que en el momento de la aparición semanal de la revista posea, a juicio de SEMANA, una mayor significación. Los personajes, periodísticamente hablando, no son importantes únicamente por sus méritos personales o profesionales, sino por el grado de actividad que desarrollen en un determinado momento. Así, SEMANA ha contado la historia

47 biográfica de los más destacados valores de la vida colombiana en sus diversas manifestaciones, ha dado a conocer al país valores representativos, a punto que la historia contemporánea de la nación difícilmente podía escribirse sin tomar como punto de referencia la historia que de ellos ha presentado esta revista”.

En la Semana del 2 de septiembre de 1950 fue portada Roberto Benzi, un niño prodigio de 11 años. La nota comienza contando que “Noventa y una niñas de Tolón reclamaron hace poco a una revista francesa la publicación de una determinada fotografía en la portada. “Vemos siempre en la primera página fotos de personas grandes, pero nunca de niños. Nos gusta Roberto Benzi porque nos ha hecho amar la música. ¿Por qué no publican su retrato?” (Semana, 2 de septiembre de 1950, Vol. IX No. 202, Bogotá, p.20).

Sí bien hay cierta noción coyuntural, pues en el segundo párrafo del artículo se establece que Benzi estará visitando Bogotá en los días próximos, la arquitectura de la información hace énfasis en los talentos del personaje, más que en las implicaciones de su visita a la capital. He ahí una diferencia notable con SEMANA II.

En los párrafos siguientes, se hizo un artículo transversal sobre casos históricos de niños prodigios, en el que mencionaron a Dante Alighieri.

La Semana del 20 de junio de 1953 (Vol. XIV No. 348) tuvo en portada a la Universidad de Antioquia, y un titular secundario sobre el cambio de gobierno.

El artículo de la sección nación estuvo dedicado al nuevo gobierno. Narró una cronología de los hechos de ese sábado 13 de junio en el que el general Rojas Pinilla tomó el mando. Cuenta que Laureano -Gómez pidió a su ministro de guerra Lucio Pabón Núñez destituir a Rojas Pinilla, pero este manifestó que la medida le parecía inconveniente, entonces se lo ordenó al presidente encargado Urdaneta Arbeláez, quien también se negó.

“Cuando Pabón Núñez dijo que respetaba y quería a Gómez como un padre, el presidente titular, poniendo la mano cerrada sobre la mesa, anunció: “Reasumo la presidencia de la república”. (Semana del 20 de junio de 1953, Vol. XIV No. 348, Bogotá, p.6)

Luego, los ministros renunciaron y se retiraron de inmediato. Todos menos uno; Jorge Leyva, hasta ese entonces ministro de obras.

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“Llevaba entre su bolsillo el primer decreto firmado por Gómez desde el momento de reasumir el mando: su nombramiento como ministro encargado de guerra. La segunda firma presidencial estaba sobre otro decreto llamando a la reserva a Rojas Pinilla y designando nuevo comandante de las FM, al teniente general Régulo Gaitán Patiño” (Semana del 20 de junio de 1953, Vol. XIV No. 348, Bogotá, p.6).

Gómez, después de la posesión regresó a su residencia. Las tropas militares la rodearon, y en ese momento supo que estas habían tomado el poder. Hacía las 6 y 30 de la tarde de ese mismo día, el general Rojas Pinilla se encontraba en el palacio de la carrera, y todos los lugares estratégicos de Bogotá estaban controlados por el ejército. “Los bogotanos, que leían en los vespertinos la noticia sobre la reanudación del gobierno de Gómez, no se imaginaban lo que ocurría” (Semana del 20 de junio de 1953, Vol. XIV No. 348, Bogotá, p.7)

En el salón principal del palacio, Rojas Pinilla le pedía a Urdaneta Arbeláez que reasumiera la presidencia, a lo que este se negó. “Y se produjo entonces una declaración sensacional. Rojas Pinilla replicó: “Como la nación no puede quedar sin gobierno y alguien debe gobernar, yo asumo el poder” (Semana del 20 de junio de 1953, Vol. XIV No. 348, Bogotá, p.8).

Luego, el artículo subtituló “El Brindis” al apartado en el que menciona el júbilo generado por la nueva situación. Escrito con un estilo ameno e irónico, paralelo al tono de la actualidad política del momento.

“Adentro militares y civiles se abrazaban y se felicitaban. Todos hubieran querido brindar y hasta el mayordomo de palacio fue requerido a servir algunas copas, pero la bodega estaba vacía. Los entusiastas se conformaron con café tinto y bizcochos, y más tarde, mientras esperaban que el nuevo jefe del Estado pronunciara su alocución, tomaron agua, comieron galletas, y unas pequeñas mogollas que los afanados sirvientes les presentaban en bandejas. Pero finalmente, a las dos de la madrugada pudieron hacer el brindis con buena champaña que habían llevado de un comisariato” (Semana del 20 de junio de 1953, Vol. XIV No. 348, Bogotá, p.8).

El siguiente subtitulo- “La Misa Dominical”- da cuenta de la Colombia de 1953; una profundamente católica, donde la Iglesia era un ente de gran poder y su conexión con la vida nacional -y política- era estrecha, muchísimo más que ahora. Es utilizado como un recurso para demostrar cómo, a pesar de que hubo un acontecimiento político de fuerte impacto, la gente se

49 encontraba tranquila asistiendo, como siempre, a la misa del domingo. Semana cita una entrevista que hicieron en el numero 343 al general Rojas Pinilla en la que este dice: “mi tranquilidad aumenta en proporción directa a las dificultades y mientras más confusa y caótica está la situación más lucido y calmado me siento”. La construcción de la nota establece una relación entre tranquilidad y Rojas Pinilla. De manera, que, aunque sutil, se alcanza a vislumbrar, en esta primera nota sobre el presidente general, un apoyo inicial a su gobierno. Ahora bien, queda el interrogante de ¿por qué no fue portada un hecho de semejante magnitud histórica? Cabe señalar que, en mayo de 1953, un mes antes de subir al poder, Rojas Pinilla fue portada de Semana. Se le hizo una entrevista y un perfil. Es evidente, que Semana reconoce la importancia de este hecho:

“Uno de los más extraños sucesos en toda la historia colombiana se produjo el sábado 13 de junio, sin que, en un país hace cinco años abatido por tremendas situaciones de orden público, se produjese la más leve alteración de carácter policivo. El teniente general Gustavo Rojas Pinilla, cuya biografía y cuyas ideas fueron presentadas hace muy poco por Semana, tomó el poder a las 10 de la noche, a nombre y en representación de las fuerzas armadas de la república. El proceso en sí es ya extraordinario y casi único en el proceso histórico colombiano. Pero más interesante aún es el hecho de que acto tan insólito, tan grave y tan repentino, haya encontrado en el país no solo general aceptación, sin el menor brote de inconformidad, sino vasto y hondo beneplácito, y, más aún espontáneas manifestaciones de caudaloso entusiasmo popular que en todos los sectores ha hallado su nombre es el signo de una vasta sensación nacional” (Semana del 20 de junio de 1953, Vol. XIV No. 348, Bogotá, p.10).

En entrevista para este trabajo de grado, la autoridad en el tema -ha sido la única periodista y académica en escribir sobre le primera etapa de revista Semana- Maryluz Vallejo explica que ello responde a una política editorial. Sí ya hicieron el vaticinio de Rojas, no repiten portada porque “ya pisaron al personaje”. En esa época, se cuidaban mucho de las chivas.

En el siguiente numero de la revista aparece en la sección “Nación” un artículo sobre el reconocimiento de la Iglesia al gobierno de Rojas Pinilla, lo cual refuerza el punto que se planteó anteriormente sobre el poder político de esta institución, que, a su vez, se veía reflejado en el cubrimiento informativo. Bajo el subtítulo de “La Iglesia, Legitimidad Jurídica” se lee que muchos católicos ese mismo 13 de junio “se preguntaron: “¿Cuál será el concepto de la Iglesia?”

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La respuesta no se hizo esperar: providencialmente, como lo ha anotado en su columna editorial el semanario “El Catolicismo”, vocero de la curia primada de Bogotá, la Asamblea Nacional Constituyente se reunió el lunes 15 y su primer acto fue saludar al nuevo Jefe de Estado, otorgándole así, con los poderes de que esa asamblea está investida, un reconocimiento explícito e irrestricto” (Semana del 27 de junio de 1953, Vol. XIV No. 349, Bogotá). El Cardenal Arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia Crisanto Luque reunió en su palacio a una junta de jurisconsultos católicos para establecer si el reconocimiento de la ANAC otorgaba al general legitimidad jurídica a lo que los abogados respondieron que sí.

La revista Semana del 4 de julio de 1953, cuya portada ocupa el Brigadier General Alfredo Duarte Blum, dedica la sección “Nación” a resumir los primeros veinte días del gobierno de Rojas Pinilla. Establece que el apoyo al general continúa tanto desde el liberalismo como desde la mayoría del conservatismo, y la Iglesia Católica. El tono del artículo delata la simpatía de la revista con el nuevo régimen. Bajo un subtítulo llamado “La Misión de la Mujer” cuenta que las esposas de Olaya Herrera y Echandía (ambos expresidentes liberales) visitaron, junto con un grupo de mujeres, el palacio. Cuenta además que la “bella” doña Lucia Durán de Cuéllar Tamayo “dirigió la palabra al jefe del Estado, expresándole el sentimiento de la mujer colombiana, en favor del programa de gobierno” (Vol. XIV, No. 350 p.5), y que este estableció que la misión de la mujer debía ser pacificadora desde el hogar. Ahí puede entreverse ese contexto patriarcal en el que la mujer era no era vista como un actor político. Sus funciones sociales estaban limitadas a los conceptos asociados con la familia, el hogar.

La nota recoge las declaraciones que el presidente ha dado en esos veinte días, y sintetiza en un párrafo corto. “Habrá garantías para todos. El Estado de sitio subsistirá como un medio de reconstrucción y no como un medio de coacción. Los directores de los periódicos habrán de aplicar la autocensura. La reforma constitucional habrá de realizarse dentro de un espíritu nacional. Las juventudes deben formarse dentro de un criterio colombianista y no sectario. La misión de la mujer está por fuera y por encima de los partidos y debe ser conciliadora” (Vol. XIV, No. 350 p.6).

Sobre el final: “En 1958 asumió la dirección Alberto Zalamea, quien revitalizó la revista y recuperó su calidad informativa, pero cuando se volvió crítico del Frente Nacional perdió el apoyo de varios accionistas y terminó vendiendo sus acciones a la revista extranjera Visión. Sus

51 sucesores se encargaron de darle un entierro de tercera a la revista, que desapreció en agosto de 1961” (Vallejo, 2013, p.341).

Bajo la dirección de Zornoza Falla, la revista vivió uno de sus momentos más oscuros, pues bajó la calidad periodística que imprimió Lleras a la publicación. Al respecto establece Maryluz Vallejo:

“La revista acabó por convertirse en complaciente gacetilla del régimen. Igual que la prensa oficialista, ocultaba las acciones cuestionables del presidente, y como órgano propagandístico daba amplio despliegue a los actos de gobierno y a campañas falaces como la del movimiento de la Tercera Fuerza para la salvación nacional y la del anticomunismo, que hacían parte del discurso cotidiano de Rojas” (Vallejo, 2013, p.343).

Ante la pregunta de cómo cambió la revista con la dictadura de Rojas, resulta interesante que al principio los cambios son prácticamente imperceptibles; es lentamente que se va viendo un declive informativo que lleva a la pregunta inevitable de si Zornoza Falla simpatizaba con Rojas o si tales efectos se debían a la censura. Este misterioso personaje sobre el que no hay casi información se convirtió en una pregunta a lo largo de esta investigación. Pues defiendo la hipótesis de que para entender los cambios editoriales de esta publicación-y de cualquiera realmente- es fundamental saber la línea ideológica y el espectro político de quienes la dirigen. ¿Quiénes eran estos personajes? ¿Qué intereses defendían en una época en la que la modernidad periodística que precisamente importó Lleras Camargo era incipiente? ¿Cuál era su visión de mundo?

Ahora bien, primero se buscaron pistas desde la revista misma. Como se puede constatar revisando el archivo de Semana, Zornoza Falla estuvo vinculado a la revista antes de dirigirla. De hecho, en la época de la dirección de Mario Laserna (1953), Zornoza Falla ocupó el cargo de jefe de redacción. Cabe hacer un paréntesis para señalar que dicho cargo sigue llamándose igual hoy en día, de manera que puede percibirse una continuidad en cuanto a posturas editoriales.

Alberto Zalamea, quien entró a dirigir Semana en 1958, lo recuerda así:

“La violencia y la censura se encargaron de hacerle encontrar el nivel mental de incompetencia de aquellos tiempos y en 1958 ya no era sino una revista rosa que reproducía

52 simpáticos gatos en su portada. Fue entonces cuando asumí la dirección de Semana. Mis exigencias fueron absolutas: la revista debía tener un proyecto político concertado y el director autonomía total para llevarlo adelante. Así se convino y Semana entró en una nueva y definitiva etapa”. (Zalamea, 2008)

Alberto Zalamea utiliza las páginas de Semana para criticar el Frente Nacional, lo cual generó fricciones dentro de la revista. Así que cuando sale de la dirección, lo suceden, Mario Laserna, Hernán Echavarría Olózaga, y Fernando Guillén.

En términos cuantitativos, este trabajo pretende hacer una contribución al campo del saber, que sirva como punto de partida, o como completo, de futuras investigaciones. Llegar a estas conclusiones fue un arduo trabajo que requirió tiempo, y sobre todo, empuje. Se tomaron como referencia los primeros ocho años de vida de la Semana de Alberto Lleras para contabilizar los criterios de selección de los contenidos. Así, se llegó a la conclusión de que de los años que van de octubre de 1946 a octubre de 1954, el 44% de las portadas fueron dedicadas a la sección “Nación” (donde se trataron temas coyunturales de carácter político), el 41% de las portadas se dedicó a vida cotidiana, el 11% a la sección “el mundo” (que cubría temas internacionales), y el 3% fue dedicado a “la prensa” (ver anexos).

Ahora, otra conclusión a la que se pudo llegar fue que la pretensión de objetividad de la revista fue practicada desde su selección periodística, ya que hubo paridad en cuanto a cubrimiento de liberales y conservadores. El 50% de las portadas fueron dedicadas a liberales, y el otro 50% fue dedicada a conservadores (ver anexos).

Ahora, otro punto interesante por señalar es que el 6,25% (ver anexos) de las portadas fue dedicada a la mujeres, lo cual ayudó a sustentar la intuición inicial de que había un estereotipo machista en la época. Cabe señalar que muchas de las mujeres tenían cargos públicos, pero sus artículos eran remitidos a la sección “mujeres”, simple y llanamente por su condición de género.

¿Por qué en la Semana de Felipe López el equipo periodístico es compuesto también por mujeres? Una teoría es que los cambios sociales, se dan, a partir de unas reivindicaciones, como en el caso de la mujer, y es, a partir del lenguaje donde esto se hace evidente. Rojas Torrijos, recogiendo a Quilis, señala que estas reivindicaciones “exigen una adaptación de la lengua para

53 liberarla de “estereotipos discriminatorios” (Rojas, 2010, p.4). Con mujeres como María Elvira Samper era impensable que se tuviera esa actitud machista de la primera Semana.

Cuando nace Semana en 1982 prácticamente no había revistas en Colombia. Solo existían Cromos, propiedad de Jaime Michelsen y el Grupo Grancolombiano (anteriormente de la familia Restrepo), y las revistas políticas (Guión del pastranismo, Nueva Frontera del llerismo, y Consigna del turbayismo). Semana y la revista Al Día 1, propiedad de Elvira Mendoza, Álvaro Gómez Hurtado y Alberto Casas, salieron al casi tiempo. Pero Al Día no sobrevivió la década. Felipe López fundó Semana con la idea de producir una revista que tuviese una combinación entre crónica y análisis, pues admiraba el estilo de la estadounidense Time. Alberto Lleras Camargo también se basó en el ejemplo de los magazines estadounidenses Time y Newsweek. De manera que, desde su concepción, ambas nacieron inspirándose en los mismos ideales. He ahí una similitud importante, ya que, si bien ambas pasaron por etapas de giros editoriales, comparten los mismos principios fundadores, los mismos cimientos.

1 En circulación desde abril de 1981

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Felipe López contaba con un presupuesto de 20 millones de pesos para fundar la revista en 1982. Le ofreció a Jaime Michelsen invertir 10 millones a cambio del 50% de las acciones, pero Michelsen se negó. “Definitivamente hay dos cosas que los colombianos no quieren: revistas del Grupo Grancolombiano, que soy yo, y revistas de los hijos de los presidentes, que eres tú. Si sumamos esos dos negativos no tenemos probabilidades”, le dijo el banquero al joven emprendedor (Iragorri, 2012, p.172). Así que el aspirante a empresario buscó accionistas y cada uno de ellos puso un millón de pesos. Estos son Pedro Gómez, José Urbina, Santiago Londoño, Manolo del Dago, Fuad Char, Gabriel Fernández Jaramillo, Rodrigo Garavito, Guillermo Alberto González, Emilio Pizano, Jaime Trujillo, Tomasa Diaz-Granados, Alfonso López Caballero, Marco Tulio Gutiérrez, Carlos Vallejo, Lucy Jaramillo, Édgar Marulanda, Carlos Alberto Navarro, Felipe Samper Dávila, y Etienne Ramos-Esteban (Iragorri, 2012, p.172). A los ochos años de abierta Semana, y con las cifras en rojo, Felipe López les negoció a sus socios las acciones, en la que la mayoría no estaba muy interesado. El 19 de diciembre de 1998 El Tiempo registró que Inversiones Sandford había adquirido el 25% de Publicaciones Semana. El negocio se dio por intermedio del entonces director Isaac Lee. Tras tres años de sociedad, Sandford le vendió sus acciones a Felipe por la tercera parte de lo que las había comprado. El Grupo Glinksi adquirió el 50% de Semana en enero de 2019.

Para reclutar periodistas, López puso un anuncio que decía: “Revista tipo Time busca periodistas en Colombia”, y alquiló un local que solía funcionar como burdel en la calle cuarenta con carrera octava de Bogotá. María Elvira Samper, entrevistada para este trabajo, lo describe así: “Eso era un antro. Usted no se imagina el horror. A uno no le abrían la puerta los ratones porque mi Dios es muy grande. Los escritorios estaban todos traqueados y viejos. Tocaba poner un balde porque había goteras en el techo, con unos huecos espantosos”.

Conviene precisar, para los propósitos de esta investigación, que la revista Semana ha cambiado muchísimo desde sus inicios, en cuanto a estructura y contenidos. Haciendo esa salvedad, cabe señalar que su esencia ha permanecido. Su línea editorial se ha mantenido lo cual le ha dado una identidad. Es sobre eso que se va a trabajar. Se intentará deconstruir esa forma de hacer periodismo, en cuanto a estilo, fuentes, y contenidos, tomando casos específico. Por cuestiones de claridad y de extensión, se utilizarán ejemplos concretos de los cientos de revistas que se estudiaron para la producción de este trabajo, un esfuerzo titánico de síntesis.

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Ha habido periodos en los que se ha variado un poco el foco, pero la capacidad de evolución de Semana, so pretexto de ir a tono con los cambios en las formas de consumo de sus lectores ha sido, quizá, la fórmula de su permanencia.

Ahora bien, resulta importante conocer las etapas por las que ha atravesado la revista para, de esta forma, poder comparar partiendo de la base de que, aunque hay unos principios innegociables, que son los que le han dado su identidad a la publicación, ha habido ciertos cambios -en su mayoría leves- que, a su vez, están condicionados por la subjetividad de los distintos directores, que son quienes toman las decisiones del día a día. “Los sentidos subjetivos y las configuraciones subjetivas son producciones que tienen lugar en el curso de la vida social y la cultura, pero que no están determinados ni por una ni por la otra, no son un reflejo de esos múltiples procesos, sino una nueva producción que los específica en sus efectos para quienes los viven” (González-Rey, 2010, p.252). Es decir, el sujeto al estar abierto al mundo -categoría de Heidegger- está constantemente interpretándolo, resignificando todo cuanto experimenta. Por ende, si un sujeto “x” vive la misma experiencia que un sujeto “y”, las significaciones que le dará a esa experiencia no van a ser completamente iguales a las del otro sujeto. Es precisamente por eso que interesa conocer quienes han sido los directores. Ello además arroja pistas sobre la línea editorial del medio en cuestión. ¿Por qué? Por que los seres de carne y hueso vienen con posturas, filiaciones políticas, o convicciones filosóficas, para ponerlo en otros términos. Lo cual es especialmente importante en este caso, ya que el ejercicio periodístico consiste, básicamente, en construir marcos de interpretación de la realidad. La teoría del framing, o del enfoque, rompe con las aspiraciones objetivistas2, y sus orígenes pueden ser rastreados en la sociología interpretativa. Bateson utilizó dicha teoría en la psicología cognitiva para explicar como las personas le prestan atención a ciertos aspectos de la realidad y obvian otros. “Siguiendo a Sádaba, se puede afirmar que para Bateson “los marcos son instrumentos de la mente, con los que se ahonda en las diferencias que encontramos en las cosas” (Giménez, 2006, p.57). En el campo de la comunicación, la teoría del framing está asociada con los postulados del sociólogo Erving Goffman. En su libro de 1974, aplica el concepto de frame para señalar que lo esencial no

2 Durante los años sesenta y setentas, el periodismo estaba permeado por la corriente objetivista según la cual “el periodista tenía que captar la realidad tal cual es y mostrarla al público sin ningún tipo de distorsión y sin que entrara en juego ninguna apreciación de tipo personal” (Giménez Armentia, P. (2006). Una nueva visión del proceso comunicativo: La teoría del Enfoque (Framing) p. 56).

56 es la realidad, sino la forma como está interpretada (Giménez, 2006, p.57). Cabe señalar que los encuadres también se dan en el receptor, que recibe la información de una determinada manera.

“Las perspectivas de la realidad que nos ofrecen esas ventanas al mundo que son los medios de difusión depende de distintos factores (objetivos y subjetivos) que intervienen en la producción de las noticias. Éstos abarcan desde las características personales de los periodistas (tendencias políticas, edad, sexo, educación, valores, etc.) hasta el uso de fuentes, las prácticas habituales del medio (criterios de noticiabilidad, estilo informativo), la infraestructura que esto posee (personal, organización en secciones, red de corresponsales, hora de cierre...), su propiedad y otros elementos externos” (Bergamza, 2003, p13). Las mismas secciones de los periódicos, las editoriales, la extensión, la página donde se ubique, el diseño, las fuentes de información, los titulares, las fotografías, son todos ellos formas que tienen los periódicos de enmarcar y encuadrar las informaciones. Así, Canel señala acertadamente: “Con estos mecanismos los diarios hacen opinión en la información (...) demuestran que lo hacen no sólo en las páginas de opinión sino a través de todo el periódico, rompiendo así sutilmente la clásica separación entre información y opinión” (Canel, 1999: 1)” (Giménez, 2006, p. 57). Cabe señalar que el framing, como algunos lo han interpretado, de manera simplista, por cierto, no es una excusa para abandonarse en el subjetivismo, y dejar de lado la búsqueda de la verdad. El framing ayuda a explicar como, a través del periodismo, se da un proceso de interpretación de la realidad. A continuación, un acercamiento a los directores que pasaron de Semana.

Plinio Apuleyo Mendoza estudió Ciencias Políticas en la Universidad de la Sorbona en París. Amigo entrañable de Gabriel García Márquez desde su juventud. Con tan solo quince años publicó su primer libro. Su padre Plinio Mendoza Neira fue un político liberal, fundador del periódico semanal Sábado, donde colaboraron intelectuales de la talla de Juan Lozano y Lozano y Hernando Téllez, quienes se desempeñaron como directores de la Semana de Alberto Lleras. Plinio Apuleyo dio sus primeros pasos periodísticos en el semanario de su padre. Durante su juventud, fue un izquierdista romántico, entusiasta de la Revolución Cubana3, pero, como muchos otros, se vio decepcionado por los abusos cometidos. En su libro Manual del perfecto

3 Cuando su padre le ofreció cederle su acción del Jockey Club, no la aceptó ya que “un hombre de izquierda no podía ser socio del Jockey” ( Redacción Semana (2011) Plinio a los 80 , Semana.com, disponible en https://www.semana.com/nacion/articulo/plinio-80/249610-3 ).

57 idiota latinoamericano4 se dedica a narrar las incongruencias de la izquierda Latinoamericana. Actualmente se define como un liberal moderado, aunque hay quienes lo clasifican como un defensor de la derecha radical. Su paso en Semana fue corto pero decisivo. En los seis meses que estuvo sentó los cimientos editoriales de la revista, inspirado en el modelo del periodismo europeo. La revista parisina Le Point fue el modelo que le aplicó a Semana. Plinio, quien ocupaba un cargo diplomático en París, y tenía amplia experiencia periodística, pidió una licencia de seis meses para asesorar a Felipe López, que en ese entonces tenía 35 años, sobre como montar Semana. Plinio hace parte de los periodistas de la vieja guardia. En su época, los periodistas consumían galones de café, fumaban sin parar y salían de la redacción a las 4 de la madrugada.

Roberto Pombo estudió Derecho en la Universidad de los Andes, pero no se graduó. Aunque proveniente de una familia tradicional conservadora, se define más afín con la izquierda. Pombo se inició en el periodismo en la revista Alternativa. Allí, aunque estuvo poco tiempo, tuvo la oportunidad de aprender del maestro Gabriel García Márquez. Luego se fue a trabajar a El Heraldo de Barranquilla, donde su función fue la de la reportería rasa para la sección judicial. En su época de juventud fue mochilero, libretista de televisión y hasta vendedor de tumbas puerta a puerta. Está casado con Juanita Santos, descendiente de la dinastía periodística de la Casa Editorial El Tiempo5, y es el actual director del periódico. Estuvo en la revista como codirector con Mauricio Vargas en 1992.

Mauricio Vargas no fue a la universidad. Al graduarse de bachillerato, se fue a trabajar a El Heraldo de Barranquilla. Su padre, Germán Vargas Cantillo, fue íntimo amigo de Gabriel García Márquez, e hizo parte del grupo “La Cueva”. Precisamente Gabo recomendó a Vargas a Felipe López en Semana. Después de trabajar por seis meses como reportero, escaló a Jefe de Redacción. De ahí pasó al ministerio de Comunicaciones de Cesar Gaviria. Tras renunciar a este cargo, regresó a Semana en 1992. Fue nombrado codirector con Pombo. Al irse Pombo, se quedó como director único, donde se mantuvo hasta enero de 1997. Es recordado en la redacción por haber creado la jefatura de investigaciones. Bajo su dirección destaparon escándalos del proceso 8000. A finales de 1996, Felipe López le pidió la renuncia a Vargas, pues según López en

4 Coescrito con Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa 5 Actualmente es propiedad del conglomerado económico liderado por Luis Carlos Sarmiento Ángulo

58 entrevista con Juan Carlos Iragorri “tenía la preocupación de que la gente estaba hastiada de los temas de narcotráfico, guerrilla y orden público” (Iragorri, 2012, p.185).

Entonces López decidió contratar como director a Isaac Lee, que tenía tan solo 28 años y muy poca experiencia periodística. Lee había pasado por la dirección de Cromos, cosa que impresionó bastante a Felipe, ya que revivió una publicación que andaba de capa caída. No obstante, Lee venía de manejar la seguridad de Augusto López, el entonces hombre de confianza del emporio Santo Domingo. Este fue quizá el director más polémico en la historia de la revista, como puede constarse en el capítulo de este trabajo “Voces de protagonistas”, pues le dio un giro de 180 grados. La primera portada de la dirección de Isaac Lee fue Sai Baba, un líder espiritual famoso en Medio Oriente pero casi desconocido en Colombia. Lee estuvo en Semana de 1997 al 2000, cuando lo reemplazó el actual director Alejandro Santos, hijo del célebre periodista Enrique Santos Calderón, recordado por su columna Contraescape. Alejandro Santos, al igual que Plinio Apuleyo Mendoza, proviene de una familia de periodistas. Estudió Economía en la Universidad de los Andes, y tiene una Maestría en Derecho de la Comunicación de la Javeriana. Al igual que Lee, llegó muy joven al cargo de director. Tenía 29 años. Bajo la dirección de Santos, se destaparon los escándalos de las chuzadas del DAS, y los de la parapolítica. Ha ganado el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en dos ocasiones por investigaciones hechas en Semana.

Recogiendo las palabras de Felipe López, entrevistado para este trabajo: “Semana en los primeros quince años era mucho más amplia en temas que hoy. Yo solía escribir artículos sobre Marx, sobre Mike Tyson, sobre Cantinflas, sobre actrices, y hoy en día ya la revista es puro “hard news”.6 No obstante, los temas políticos y económicos de coyuntura han sido centrales desde su primer número, que salió el 12 de mayo de 1982, impreso en papel periódico, y costaba 50 pesos. El corresponsal José Fajardo hizo un reportaje de cuatro páginas sobre la Guerra de las Malvinas titulado, como la célebre canción “Don´t cry for me Argentina”, donde relata el dramático hundimiento del crucero “General Belgrano”, y las consecuencias políticas de dicho hecho. “La guerra de las Malvinas toma el curso de todos los enfrentamientos bélicos: la violencia irracional desproporcionada a los motivos que originaron el conflicto” (p.45).

6 Felipe López fue entrevistado el 8 de mayo de 2019.

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Foto tomada del archivo de revista Semana. Por González, 2019

Aparece la sección En pocas palabras7, que en esta edición se dedica al fundador de la primera revista Semana, Alberto Lleras, y en la que se establece la filosofía de la segunda etapa de Semana, fundada por Felipe López. Puede evidenciarse una relación dialéctica entre ambas, pues la naciente Semana toma esas características de la primera que cambiaron la forma de hacer periodismo hasta ese entonces en Colombia -. He aquí la carta:

7 Que, a partir del segundo número, se dedica a reproducir cartas enviadas por los lectores. Se eligen de 3 a 5 cartas en promedio.

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Foto tomada del archivo de revista Semana. Por González, 2019

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Cuando en este trabajo se entrevistó a Felipe López, pudo notarse el deseo del actual propietario8 de desvincularse de la Semana de Lleras Camargo. Cuando se le preguntó por la antigua publicación confesó no haberla leído mucho, lo cual resulta desconcertante, teniendo en cuenta, como se demostrará en este trabajo, que la Semana “felipista”, no pocas veces, posó su mirada sobre la Semana “llerista”. ¿Entonces por qué el nombre? “Mejor que uno nuevo -dijo Felipe- es tratar de revivir uno que ya tenía una recordación. Lo que pasa es que en ese momento nadie creía en las revistas”.

Felipe es la médula de Semana; es quien toma las decisiones. Nunca en los 37 años de vida que tiene la revista ha dejado de estar durante un cierre, así sea desde lejos. Se involucra en absolutamente todo. De hecho, durante los primeros veinte años, escribió la totalidad de las portadas, como lo confesó en esta entrevista. “Hoy escribo tal vez un poco menos de la mitad de la caratulas, y cuando no la escribo yo la edito”, agregó.

En dicho número se encuentra un especial sobre las elecciones presidenciales. La sección nación es dedicada, en su totalidad, a la campaña electoral. El artículo La recta final, de extensión de dos páginas y una columna en la tercera, hace un análisis de las posibilidades que tiene cada candidato (López, Betancur, Galán, Molina). Así, establece que la decisión corresponde “a la esquiva franja que desdeña muchas veces las elecciones legislativas, pero que acude discretamente a las urnas en las elecciones presidenciales” (p.20). Incluye un pequeño perfil de cada candidato, y hace un recuento de la historia política colombiana desde 1930 hasta los años 80, ubicando en esa línea de tiempo donde se encontraba políticamente cada candidato. Las secciones permanecen iguales hasta la década del noventa, razón por la cual se hizo el ejercicio de documentar las secciones, durante ese primer año (ver anexos).

Ahora, las secciones iniciales fueron: En pocas palabras en la que los lectores publicaban sus opiniones, reclamos, y sugerencias. Por ejemplo, en el No. 61, Doris Rivas de Posada sugiere la inclusión de temas frívolos que “le darían a su revista el toque liviano, que tanto hombres como mujeres leeríamos con agrado”.

Esta semana en la que, en aproximadamente cuatro oraciones, se informaba sobre las actividades culturales, a modo de resumen (cine, teatro, música, cine, libros, galerías). Se incluía,

8 A finales de enero de este año, el Grupo Glinski adquirió el 50% de Publicaciones Semana. López permaneció ostentando el 50%, así como la dirección periodística, encabezada por Alejandro Santos.

62 en dos páginas, los horarios de los programas televisivos de los canales nacionales. La extensión total de Esta semana era, por lo regular, de cuatro páginas.

Cápsulas, que en pequeño párrafos, de alrededor de 3 a 5 oraciones contenía notas sobre moda, farándula (Birgit Bardot, Lady Diana, la reina Isabel II, Prince, Greta Garbo etc.), ciencia (los perros no nacen se fabrican de acuerdo a necesidades humanas No.9), hábitos, juegos, entre otras ingeniosas categorías. Era una sección sobre curiosidades.

Luego, venía el sumario, donde se encontraba la paginación de las secciones y su contenidos.

Confidencial, sección escrita desde su primer número hasta la actualidad por Felipe López, que combina el chisme con la actualidad política. Esta sección de una página de extensión se convirtió desde el principio en un gancho para el lector. Se ha mantenido igual a lo largo del tiempo. Se puede tomar un confidencial de 1983 y es como si se estuviera leyendo uno de 2019. Se utiliza el mismo tono, y más veces, los mismos personajes, que normalmente son políticos y empresarios colombianos, aunque también se incluyen figuras internacionales. Es según cifras internas de la revista, la sección más leída.

Y las secciones, ya clásicas, Nación, El Mundo. También aparecía Los medios, Ciencia, Gente, Deportes, Cultura y las columnas, que dependiendo de su temática eran incluidas en alguna de la secciones mencionadas.

Durante esta primera etapa de la segunda Semana colaboraron como columnistas María Isabel Rueda, y Juan Gossaín. En el primer número, escribió una columna económica sobre la crisis del café. Ernesto Samper, también, en más de una ocasión, apareció en la revista con columna de opinión, pero como invitado. Claro, ello antes de que estallará el 8,000. Resulta paradójico que en el No.61 de la revista (con ocasión del caso Ledher), se le preguntó a Samper sobre los llamados dineros calientes, y este fue muy crítico.

La fuerte tradición de denuncia, y de investigación le ha valido a Semana su prestigio. Quizá la época de mayor influencia de la revista fue el proceso 8000, no obstante, este trabajo no se ocupará de ese tema de manera profunda, pues ya ha sido estudiado antes por otros autores. Se mencionarán los casos de denuncias que tuvieron mayor repercusión política y se analizará sus puntos en común. Durante el proceso 8000, la revista bajo la dirección de Mauricio Vargas se

63 consolidó como la revista política y de opinión más importante del país. Un primicia que dio Semana, y que estuvo a punto de no salir9, fue la de la conversación telefónica del entonces presidente Samper y Elizabeth Montoya (conocida como la Monita Retrechera), esposa del presunto narcotraficante Jesús Amado Sarria. En el artículo sobre la toma del Palacio de Justicia se alcanza a entrever como funcionan esas dinámicas internas del poder: “Betancur, el Canciller, y el ministro de Gobierno localizaban telefónicamente a los expresidentes de la República, dos de los cuales, López y Pastrana se encontraban en el exterior. A estos se les informó sobre la gravedad de la situación, y se les consultó su opinión” (p.33).

En la edición no. 10 (julio 13 de 1982) aparece en portada Félix Correa y Francisco Morris con el titular “Crisis financiera ¿Qué pasó?”, el artículo perteneciente a la sección de “Economía y negocios”, hace, con el estilo característico de Semana, una crónica de los hechos. En primer lugar, expone la idea que se va a tratar: el sistema financiero está en crisis. En el siguiente párrafo se pregunta: “Qué había pasado realmente? ¿Era todo especulación?” Y sigue “múltiples anomalías fueron descubiertas en el manejo de las entidades controladas por el señor Félix Correa”. Luego, hace un recuento cronológico seguido, por un análisis, en el que incluye la situación económica colombiana de ese entonces. Hay un cuadro en el que se muestra cuáles son las 44 empresas que hacen parte del Grupo Colombia, de manera que es fácil para el lector visualizar los contenidos. En otro cuadro, bajo el subtítulo “Uno de tantos” se narra, a estilo de crónica, el caso de Doña Isabel, quien se vio afectada por el accionar del grupo económico. Ello le da un rostro a la problemática, en vez de quedarse en lo abstracto. En las páginas siguientes se le hace un perfil a Félix Correa. De manera que puede notarse cierta conexión temática de acuerdo con la coyuntura.

En sus inicios, Semana II, le daba una mayor importancia a la contextualización histórica de los hechos. Ello debido a que en los ochentas éramos un país menos interconectado. La revista detectó esa necesidad; y propuso un modelo que no se había empleado antes en estas tierras. He aquí un punto fundamental que busca demostrar este trabajo; el contenido depende, no solo del criterio periodístico con relación a los temas coyunturales, sino también del momento histórico

9 Felipe López se opuso a publicarla, ya que se trataba de una conservación de carácter privado, y consideró que se violaba la intimidad. La redacción renunció, y María Elvira Samper convenció a Felipe de publicar.

64 en el que se encuentra circunscrito el medio. Es decir, hay una correlación entre condiciones materiales y producto, aquello que Marx llama el materialismo histórico:

“El hecho es… que individuos concretos que son productivamente activos de un modo concreto entran en estas relaciones sociales y políticas concretas. La observación empírica debe dar en cada caso, empíricamente y sin la menor mistificación y especulación, la vinculación de la estructura social y política con la producción” (Hall, 1981).

En cuanto a estilo, se puede encontrar la recurrencia de la utilización de un recurso tomado de la literatura: metáforas precisas. Los artículos, por lo menos los centrales, son en su mayoría un hibrido que utiliza elementos de la crónica, y de la entrevista (No me atrevo a decir que del reportaje). Veamos los siguientes casos:

“Afortunadamente fue solo un deslizamiento, porque pudo haber sido una avalancha.” Esta frase, utilizada por un comentarista de televisión en relación con el problema presentado en la región de Santamaría (Bojayá) donde unas presuntas fallas de construcción en la empresa de Chivor amenazaban con echar abajo a una montaña, bien pudiera ser aplicada a la crisis que atravesaba nuestro sistema financiero”. (Semana, No.10, julio 13 de 1982).

En el editorial correspondiente a la portada titulada “NO a la reelección” se hace un análisis de las implicaciones que la posible (en ese entonces) segunda reelección de Uribe podría traer para el país, y se deja en claro la postura de Semana; ello sería perjudicial para la institucionalidad, y traería consecuencias nocivas en el terreno político, ya que se estaría presentando un caudillismo. Así, en este caso puede ejemplificarse una diferencia, frente a los primeros números de la revista, donde las posturas políticas de la publicación eran rastreables pero no evidentes, pues aún no se había destetado del influjo del primer fundador Lleras Camargo. Este artículo, desde el título mismo, expresa una posición política.

Volviendo al punto; una diferencia que se puede encontrar entre la revista Semana de los años ochenta, y la de la actualidad, es que en el pasado se hacía más crónica y más contexto.

Un punto importante a señalar, durante la época de Pablo Escobar nunca tocó el tema de la extradición, sobre lo cual hay una justificación que se puede encontrar en “Voces de protagonistas”.

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De todos los artículos analizados en este trabajo, hay dos que sobresalen por su valor histórico y por su genialidad periodística. El especial hecho sobre el 9 de abril, que luego se reveló a través de su hijo, que fue escrito por Hernando Téllez, hace una reconstrucción pormenorizada de los hechos, que deja entrever su talento literario. Es como leer una pieza de literatura, pero con un trasfondo periodístico e histórico. El otro, es el la crónica realizada cuando el M19 tomó el Palacio de Justicia. Inicia contextualizando: “El M19 tenía que recuperar espacio político. La sensación de que el movimiento estaba siendo acorralado militarmente y la falta de justificación ante la opinión pública por la ruptura de la tregua habían dejado al grupo guerrillero en el momento de mayor desprestigio militar y político de toda su historia” (p.27). El tono es más frío que de costumbre. No hay juegos metafóricos, durante las primeras tres páginas, pues hace énfasis en hacer un recuento milimétrico de los hechos. Luego, empieza, tímidamente, el estilo: “Sí en la Casa de Nariño todo parecía bajo control, en la Plaza de Bolívar era la debacle: un tiroteo comparable con cualquiera de las calles de Beirut estremece el corazón de Bogotá” (p.33). La narración es cronológica.

Ahora, resulta pertinente mencionar algunos de los premios más importantes que ha obtenido la revista, ya que ello da cuenta del prestigio del que ha gozado la publicación en esta segunda etapa, y de los periodistas que le han dado su sello de identidad.

En 1989 Felipe López obtuvo el María Moors Cabot, que cada año es entregado por la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, y es el reconocimiento más antiguo del periodismo internacional. Como dato curioso, cabe recordar que el primer colombiano en obtener dicho reconocimiento fue nada menos que el fundador de la primera revista Semana, Alberto Lleras Camargo, en 1947. Las plumas de los colombianos Juan B. Fernández Ortega, Roberto García Peña, Luis A. Cano, Fernando Gómez Martínez, Germán Arciniegas, y María Teresa Ronderos también han sido merecedoras del María Moors Cabot, entre otros.

En 1996 Felipe López ganó el máximo galardón que entrega el premio Simón Bolívar: el Vida y Obra. Al respecto el jurado dijo:

“Excepcionalmente se encuentra una persona que reúna en sí el sentido de la oportunidad, la destreza en la técnica de reportería, la perseverancia y tenacidad, la capacidad innovativa y de trabajo en equipo, juntamente con la visión empresarial y el empeño administrativo necesarios para sacar adelante una empresa periodística. Todas estas calidades convergen en Felipe López,

66 quien logró ubicar a Semana como la revista noticiosa más leída del país” (Premio a la Vida y Obra de un Periodista Felipe López Caballero, 1996).

En el 2007 Felipe López recibió el premio Torcuato Luca de Tena a una trayectoria, uno de los más importantes del periodismo, otorgado por el diario español ABC. Este es un reconocimiento a aquellos que han exaltado los valores fundacionales que inspiraron el surgimiento de ABC: rigor ético, exigencia literaria e independencia informativa. Al respecto, el Luca de Tena manifestó las siguientes consideraciones para la selección de su ganador:

“En un tiempo en el que en la mayor parte del mundo las revistas van perdiendo capacidad de influencia frente a los diarios y los medios audiovisuales, en Colombia la revista Semana es unánimemente reconocida como el medio de comunicación de mayor influencia en los ámbitos político y económico (…) La firma de Felipe López Caballero no aparece nunca en Semana, una revista que ha conseguido imponer las informaciones sin rúbrica, algo que ya sólo logran publicaciones consagradas en otra época, como la británica The Economist. Pero la influencia de Felipe López está presente a lo largo de todas las páginas de la revista Semana y de las demás publicaciones de su grupo editorial. Tiene fama entre los periodistas que han trabajado con él en las diferentes revistas de ser capaz de dictar una nota política que abarque varias páginas sin necesidad de hacer una sola enmienda, sin consultar una nota, sin tener siquiera que descolgar un teléfono para hacer una consulta sobre una duda que surja mientras se hace la redacción final (…) Durante más de una de las Presidencias que se han sucedido en Colombia desde la fundación de Semana, ha sido un rito obligado de los portavoces de la Casa de Nariño saber cada viernes cuál será la próxima portada de Semana. Un cuarto de siglo después de la creación de la revista y del grupo de publicaciones que hoy preside Felipe López Caballero, nadie en Colombia se atreve a discutir su peso. Quizá una buena muestra de ello sea el que la candidatura al premio Luca de Tena de este hijo y nieto de presidentes liberales fuera presentada por un presidente conservador, Andrés Pastrana Arango” (2007).

La ceremonia fue presidida por los entonces príncipes de Asturias. López, en entrevista con María Isabel Rueda para El Tiempo, dijo interpretar el reconocimiento “como un homenaje al periodismo colombiano, considerado en Europa como un periodismo de guerra” (Rueda, M., 2008). En su discurso de recibimiento recordó a los 109 periodistas colombianos asesinados en los últimos 20 años.

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Bajo la dirección de Alejandro Santos, Semana obtuvo varios galardones. Cabe señalar, que Santos se preocupó por la responsabilidad social de la revista, pues le tocó presidir la transición entre el intento de periodismo light de Isaac Lee a recuperar la línea editorial investigativa.

Por ello decidió abrir espacios para ponerla a dialogar con la comunidad. Como lo recoge Vladdo en su libro “el objetivo era explicar que la revista había empezado un nuevo ciclo y que había muchas cosas que se podían hacer de común acuerdo entre los gremios, la academia y el periodismo”. (Flórez, 2009, p.285) Fue así como nacieron los Foros Semana, en los que se debaten temas de coyuntura.

Santos trajo a Semana a dos grandes periodistas María Teresa Ronderos y Juanita León, quienes, aunque distaban generacionalmente, tenían algo en común; eran más académicas que pragmáticas. Según el testimonio de Vladdo:

“Ese es un lujo que no puede darse una revista como Semana. Dueñas de un puritanismo excesivo, se cuidaban de no incurrir en indelicadezas, desequilibrios, excesos etcétera. En resumen, vivían en Colombia y pensaban en Columbia, olvidando a ratos que este país es muy distinto de aquella universidad” (Flórez, 2009, p.286).

Por ejemplo, las periodistas en cuestión utilizaban los consejos de redacción para debatir si un hecho era o no noticia, cosa que chocaba con los viejos reporteros de la redacción, pues se desperdiciaba tiempo en la discusión de teorías filosóficas. Ello se tradujo a informes escritos de manera impecable, pero con poca sustancia. “En la escuela clásica-en los primeros tiempos de Felipe y María Elvira- los artículos contenían historias, datos, y análisis, todo mezclado y dosificado en una fórmula que probó ser exitosa” (Flórez, 2009, p.287).

Cabe hacer un paréntesis, para destacar la labor de María Teresa Ronderos, quien se ha desempeñado como importante miembro del equipo Semana. En el 2014, ganó el premio Simón Bolívar por tercera vez luego de fundar VerdadAbierta.com, un portal informativo producto de la alianza de la revista Semana y la Fundación Ideas para la Paz. En este portal publicó una investigación sobre las agroindustrias, la violencia que presenta el país en los Llanos orientales y el despojo de tierras de los habitantes. Ronderos contó como los paramilitares se aprovecharon de esta región; encontró datos olvidados y ocultos sobre ellos.

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Ahora, continuado con lo anteriormente mencionado, cabe señalar que el primer artículo clave desde la dirección de Alejandro Santos fue una entrevista realizada por Ricardo Calderón y el propio Santos a el jefe paramilitar Vicente Castaño en 2005. Fue así como el director entendió que “debía apartarse un poco de la ortodoxia de las escuelas americanas de periodismo y abrirles más espacio a las propuestas tradicionales de la escuela clásica de Semana” (Flórez, 2009, p.288), pues otro de los temas de esas discusiones metafísicas era sí era ético o no entrevistar criminales, por lo que fueron desechados importantes temas tales como la masacre de Mapayepo. Así, se consolidó un gran equipo de trabajo, y se fueron desdibujando las divisiones internas de la anterior de dirección. Cabe señalar que la filosofía de la revista prioriza el trabajo colectivo. Ello se heredó de la revista de Lleras Camargo, que también se caracterizo por la ausencia de firmas, salvo por los columnistas.

El 19 febrero de 2006 Semana publicó el informe Torturas en el Ejército, que ocupó su portada. El escalofriante artículo ganó, ese año, el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en la categoría de prensa. Ricardo Calderón y Armando Neira recibieron el galardón. A continuación, un análisis del informe.

El artículo inicia con una imagen cruda, construida a partir de una escena que ilustra el drama humanitario que se vive en el ejército:

“No me queme, por favor, se lo suplico, no me queme". El soldado regular Jhon Jairo Cubillos Navarro, del Batallón Patriotas de la VI Brigada, le implora a su superior, el cabo primero José Rafael Tarazona Villamizar. En respuesta, éste lo tira al suelo, le da varias patadas y, como si estuviera marcando ganado, le quema la cara, una, dos y tres veces. Cubillos Navarro llora y trata de huir en un intento fallido, pues sus ojos están vendados y tiene las manos amarradas atrás” (Torturas en el Ejército, 2006).

El estilo utilizado es el de una crónica, que narra los hechos con un equilibrio entre tacto y sensibilidad. Dada la gravedad de los abusos cometidos, y de las impactantes imágenes narrativas, resulta acertado iniciar contando la pesadilla que vivieron 21 militares colombianos:

“…fueron golpeados con puños, patadas, palos y machetes. Además, fueron sometidos a pruebas de asfixia y ahogamientos. Por si fuera poco, todos recibieron quemaduras en diferentes partes del cuerpo, en algunos casos con lesiones de por vida, tal como lo confirmó en su

69 dictamen el Instituto de Medicina Legal. Y para mayor humillación, algunos de ellos fueron obligados a comer excrementos de animales. En ese día de violencia se llegó al extremo indignante de violaciones y vejámenes sexuales con los soldados” (Torturas en el Ejército, 2006).

Luego, el artículo se pregunta por qué y cómo fue posible llegar a semejante degradación, y explica que los soldados estaban haciendo simulacros, que incluían duras pruebas de adaptación. Veintiún soldados no lograron escapar del “enemigo”, y como “castigo” fueron torturados por sus superiores, quienes, abusando de su poder, violaron sus más básicos derechos humanos.

Utiliza rostros específicos de la tragedia como los de John Jairo Cubillos, y Maicol César Sánchez Isaza. Este último contaba con tan solo dieciocho años. Además, narró la terrible situación de desventaja e incertidumbre que vivieron las madres de estos soldados al enterarse de los abusos que los superiores de sus hijos cometieron contra ellos. Muchas no tenían conocimiento de sus derechos, ni sabían sobre los mecanismos para reclamarlos.

Las fuentes directas utilizadas en este informe son las voces de otros miembros del Ejército, y amigos de la infancia de Maicol Cesar Sánchez. No obstante, los 21 soldados torturados, muchos de los cuales quedaron con lesiones de por vida según informes de Medicina Legal, no quisieron hablar. Como fuente indirecta se utiliza el testimonio de el subteniente Javier Arturo Pachón Reina, quien fue testigo de los hechos.

El artículo utiliza una estructura circular, pues vuelve al punto de partida para cerrar, de manera contundente:

“Paradójicamente, algunos de los que más comentaban lo sucedido eran los 44 muchachos que ese día escaparon de la captura de la guerrilla ficticia. Los 21 restantes no hablan. En especial, los que fueron abusados. Para ellos, su refugio ahora es el silencio. Aunque a todos les llega aún el eco suplicante de Cubillos Navarro: "No me queme, por favor, se lo suplico, no me queme” (Torturas en el Ejército, 2006).

Esta investigación tuvo como resultado la renuncia del general Reinaldo Castellanos, comandante del Ejército.

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El 9 de septiembre de 2006 aparece en la sección judicial un informe con el ingenioso título de El Rasputín de la Fiscalía. La historia tiene elementos que parecen sacados de un cuento de literatura. El sumario da cuenta de ello: “Un síquico que fue contratado para lograr la armonía espiritual entre los funcionarios de la Fiscalía, terminó siendo la pieza clave para destapar fuertes pugnas internas y graves casos de abusos y corrupción de la cúpula”.

El artículo cuenta como Armando Martí, un mentalista, terminó trabajado en la Fiscalía con beneficios tales como carro blindado, escoltas, carné, y una tarjeta que le daba acceso ilimitado a cualquier lugar del bunker judicial. “Como si estos fueran pocos, sus funciones incluyeron labores de inteligencia y contrainteligencia al más alto nivel” (El Rasputín de la Fiscalía, 2006).

Martí llegó a la Fiscalía porque el entonces fiscal Mario Iguarán tenía que realizar un perfil sociológico a cada uno de los funcionarios de la entidad. Todos los altos funcionarios pasaron a entrevista con Martí (el director del Cuerpo Técnico de Investigación, el oficial de enlace de la Policía, etc.). Todos menos uno; el vicefiscal Jorge Armando Otálora. “Nunca me dieron explicaciones”, dijo Martí a Semana. Así explica la revista la importancia que fue adquiriendo el mentalista en esta influyente entidad, lo que, a su vez generó que Martí se enterara de funcionamientos oscuros en el órgano:

“Pasó de ser un síquico que resolvía problemas emocionales a tener funciones típicas de un agente de inteligencia o un investigador de Policía judicial. Por lo delicado de la misión que le encomendó Iguarán, acordaron que Martí le entregaría de manera confidencial sus informes y le dio carta blanca para hacer sus temidas entrevistas especializadas a cualquier funcionario. Ese poder hizo que Martí pasara de elaborar simples perfiles sicológicos a convertirse en el gran confesor de la Fiscalía. Y así, escuchando a los funcionarios y ganándose su confianza, es como termina enterándose de graves irregularidades y un preocupante enfrentamiento entre funcionarios de la cúpula de la institución” (El Rasputín de la Fiscalía, 2006).

Las fuentes utilizadas para la construcción del artículo fueron Armando Martí, Mario Iguarán, los informes secretos de las Fiscalía escritos por Martí, el jefe en Colombia de una agencia de inteligencia extranjera (cuyo nombre es protegido por Semana),

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La construcción del artículo se dio a partir del acceso que tuvo Semana a los documentos (secretos) redactados por Armando Martí. De tal manera que se revisaron y se fueron encontrando irregularidades dentro de la Fiscalía. Durante los primeros seis meses de su trabajo, Martí se dedicó exclusivamente a lo psicológico. Pero luego, su labor fue adquiriendo una importancia sin precedentes. Aunque supuestamente el único que tenía acceso a los informes de Martí era Mario Iguarán, “sus reportes dejan en evidencia que altos funcionarios del gobierno también tenían contacto con Martí” (El Rasputín de la Fiscalía, 2006). Semana cuenta que en un informe de enero de 2006 Martí advierte:

“…interceptación telefónica no autorizada de la 'Plataforma esperanza'" Esto, que podría parecer un asunto menor, terminó confirmando algo que ya sospechaban las agencias de inteligencia extranjeras que operan en el país y la embajada de Estados Unidos. "Nosotros ya habíamos hecho varias advertencias a la Fiscalía y al gobierno colombiano sobre algunos funcionarios del más alto nivel que no nos inspiran confianza. El mensaje lo hemos enviado varias veces y para nosotros es muy grave que un proyecto financiado por nuestro gobierno está siendo manipulado", dijo a Semana el jefe en Colombia de una agencia de inteligencia extranjera que opera en el país” (El Rasputín de la Fiscalía, 2006).

La gravedad del asunto radica en que “Plataforma esperanza” posibilita el más avanzado sistema de intercepción de comunicaciones, que solo pueden realizarse con orden judicial. En agosto de ese mismo año, las denuncias de Semana desencadenaron en un revolcón en la Fiscalía, “y pusieron a tambalear a Mario Iguarán” (Flórez, 2009, p.189).

En la edición número 38 de los Premios Simón Bolívar, Semana ganó múltiples premios. Ricardo Calderón, periodista y entonces editor de orden público de la revista, obtuvo el premio a la Vida y Obra de un Periodista, máximo reconocimiento otorgado a un periodista en el país. Actualmente, Calderón ocupa el cargo de director de investigaciones de Semana.

Cómo bien lo dijo en su discurso, al recibir el galardón, Ricardo Calderón es ajeno a luz del reflector, pues le incomoda profundamente figurar. Lo suyo es la investigación dura y pura, con la que ha incomodado a los poderosos, y a través de la cual Semana se ha ganado una reputación de contra poder, vital en el ejercicio democrático. Su obra es ajena a las vanidades, que en muchos casos, contrarios al de Calderón, acaban por eclipsar al periodismo. De hecho, exceptuando a sus compañeros de la sala de redacción, el nombre de Ricardo Calderón era

72 anónimo antes de ganar dicho reconocimiento. En palabras de Calderón “En Semana entendemos el valor del trabajo en equipo, y por eso nuestras investigaciones, reportajes, y crónicas no suelen ir acompañadas de ninguna firma. La firma nunca puede mover al reportero. El verdadero combustible del reportero son los resultados” (Calderón, 2013).

Calderón llegó a Semana durante la dirección de Mauricio Vargas, época en la que la revista se destacó como plataforma de denuncia del proceso 8000. Calderón inició trabajando en la sección de deportes, pero colaboraba con Jorge Lesmes y Édgar Téllez en las investigaciones. Bajo la dirección de Isaac Lee, Calderón se dedicó de lleno a ello, convirtiéndose en pieza fundamental de un eje, que le ha dado su marca a Semana; el de la denuncia investigativa. Entre los temas más relevantes en términos sociales, trabajados por este reportero, se encuentran las interceptaciones ilegales llevadas a cabo por el DAS, los delitos cometidos desde las cárceles, y la corrupción al interior de las Fuerzas Militares.

Ese mismo año Daniel Coronell ganó en la categoría de periodista del año tanto por sus columnas en Semana como por su labor como director de Univisión. Al respecto dijo el jurado: “Toda palabra de Daniel Coronell va respaldada por un dato o una prueba. Con rigor y sensatez, sus columnas en la revista Semana invitan al país a detenerse sobre la actividad de quienes creen que la ley se inventó para ser violada” (Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, 2013).

Por cierto, Calderón, junto con el equipo de revista Semana, investigó las irregularidades en el Centro de Reclusión de Tolemaida, donde militares, condenados por violar derechos humanos, disfrutaban de excéntricos privilegios. De hecho, cuando se encontraba en Ibagué para conversar con fuentes del caso Tolemaida fue víctima de un atentado contra su vida. El vehículo en el que se movilizaba recibió cinco impactos de bala. Afortunadamente, Calderón salió ileso del horrendo suceso, Ello demuestra la tenacidad de este destacado periodista y su compromiso con la verdad.

A continuación, un análisis sobre la investigación Tolemaida resort, que ocupó la portada en la edición que circuló el 4 de febrero de 2011. Los periodistas de revista Semana Ricardo Calderón, Álvaro Sierra, y su director, Alejandro Santos fueron galardonados en la edición número 36 de los Premios Simón Bolívar por este trabajo en la categoría “investigación prensa”.

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La nota comienza con un gancho narrativo; contando una situación tan inverosímil como indignante. “Por años, la cárcel insignia de las Fuerzas Armadas, el Centro de Reclusión Militar (CRM) de Tolemaida, ha parecido más un club de descanso que una cárcel de alta seguridad”. Luego, suelta el dato que respalda la afirmación:

“Semana descubrió que muchos de los 269 oficiales, suboficiales y soldados que pagan allí por homicidios, masacres, torturas y secuestro entraban y salían como Pedro por su casa, tienen negocios dentro y fuera de la prisión y no viven en celdas sino en cabañas. Como si lo anterior fuera poco, muchos de ellos siguen activos y recibiendo sueldos y otros beneficios, pese a tener en firme condenas que llegan a los 40 años. Hay hasta presos que pasaron vacaciones en San Andrés y Cartagena” (Tolemaida resort, 2011).

El artículo continúa mencionado que, aunque recientemente se tomaron algunas medidas, las irregularidades continúan. Semana entrevistó a reclusos de la cárcel que sirvieron como testigos, quienes afirmaron que “habría interesados de alto nivel en mantener en las mejores condiciones a quienes se untaron directamente las manos en tácticas de 'guerra sucia'” (Tolemaida resort, 2011).

Esta investigación de largo aliento implicó la visita de los reporteros de Semana al Centro de Reclusión Militar de Tolemaida a lo largo de un mes. Aunque se supone que es una de las cárceles más custodiadas del país, Semana comprobó las irregularidades que ahí tenían lugar. Así mismo, los investigadores de la revista tuvieron acceso a más de 1,100 documentos e informes internos del Centro Nacional de Entrenamiento (CENAE), donde pueden constatarse las irregularidades.

“Uno de los documentos es el listado que elaboró la dirección de la cárcel de Tolemaida tras el escándalo en enero, con la relación de quiénes son los militares detenidos, su situación jurídica, el tiempo que llevan y otros datos. Este listado oficial, de hace un mes, da cuenta de 269 internos, de los cuales 261 están condenados” (Tolemaida resort, 2011). Ahora, de esos 261, 179 siguen activos como miembros del Ejército, lo que implica que seguían recibiendo sueldo y cotizando para pensión. Hay quienes estando condenados, incluso, a cuarenta años de prisión, se han pensionado, y ascendido de rango en la cárcel.

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El estilo narrativo del artículo es ameno. No abusa de los juegos literarios, quizá porque el tema no da para ello. Pero, incluye frases descriptivas que ayudan a ilustrar la situación, y a enganchar al lector cuando la atención puede dispersarse por la enumeración de datos. Hacía la mitad del artículo aparece esta frase:

“Desde afuera, la primera impresión es que se trata de una cárcel. Muros de cuatro metros de alto, mallas y alambres de púas envuelven las instalaciones y es lo único que se alcanza a ver desde la polvorienta carretera que lleva hasta el lugar. Adentro, las cosas son muy diferentes. Tras pasar la guardia y una reja, lo primero que se ve es un amplio espacio con un pequeño letrero que dice "Área social". En medio de frondosos árboles hay una serie de cabañas, llamadas por los internos "quioscos". Son 39, a los cuales se llega por los caminos adoquinados que rodean el sitio. Si bien no son instalaciones de un Club Mediterranée, las casas parecen más un campo de recreo que alojamientos de un penal. La gran mayoría tiene aire acondicionado, Internet y servicio de televisión satelital, entre otras comodidades” (Tolemaida resort, 2011).

Luego, cuenta que quienes habitan estos quioscos tienen condenas superiores a los veinticinco años de cárcel. Recurre a una fuente directa (anónima) para explicar el funcionamiento de dichos establecimientos. “Si usted tiene plata, puede hacer su quiosco. Eso puede costar entre 5 y 15 millones de pesos”, dijo el convicto. También contó que desde hace unos años llegaron ex miembros de la Agrupación de Fuerzas Especiales Urbanas, condenados por la Operación Orión y desapariciones. El general Montoya les regaló alrededor de cuatro quioscos a estos condenados.

“Mi general Óscar González también gestionó para la construcción de otros ocho a diez quiosquitos. Ellos nos visitaron y ayudaron mucho. Mi general Montoya estuvo por lo menos diez veces acá y mi general González, más de veinte veces. Siempre que venían a Tolemaida nos decían que qué nos faltaba y en qué nos ayudaban; les pedíamos y ellos hablaban con el director del Cenae y el del CRM para que no nos pusieran ningún problema", explica el interno” (Tolemaida resort, 2011).

Los quioscos no son el único privilegio de los reclusos. Muchos vivían fuera de el lugar de reclusión. El artículo narra el caso concreto de Santiago Escudero Uribe, quien fue condenado a 35 años de prisión por asesinar a dos campesinos antioqueños y hacerlos pasar como “falsos positivos”. Ello ayuda a tener recordación, ya que trasciende las cifras y les pone un rostro.

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Semana reveló que Escudero vivía en el lujoso conjunto Campo Hermoso, ubicado entre Melgar y Carmen de Apicalá. La mayoría de los residentes del sector desconocía que se trataba de un preso.

Otra excentricidad de la que gozaban los reclusos era del suministro de carnées que los identificaban como vendedores ambulantes, de manera que podían circular dentro y fuera del complejo para realizar negocios. Además, los prisioneros podían irse de fiesta. El lugar preferido era Oro Sólido, donde Semana entrevistó a una de sus empleadas.

Resulta sorprendente, que a los reclusos se les obligaba a portar por lo menos un celular, para así poder localizarlos en caso de que llegara una visita sorpresa. Este testimonio recogido en el artículo reveló detalles hasta entonces desconocidos:

“Acá existe algo que se llama 'el mapa de riesgo' para ese tipo de cosas. Eso consiste básicamente en que si hay necesidad de estar en el CRM, el director llama al coronel Ancizar Hincapié, que es el oficial de más rango y uno de los que más tiempo lleva [preso]. Hincapié llama a otro preso y le dice que tiene que volver a la cárcel. A cada preso se le asigna llamar a un solo compañero y funciona como una cadena. Yo llamo a uno, ese a otro, y así sucesivamente. Cuando el último de los 80 vendedores que andábamos por fuera era notificado, ese debía llamar a Hincapié y ahí ya se sabía que los 80 estábamos enterados. Si usted no tenía celular o minutos para llamar, lo sancionaban con 72 horas sin poder salir"(Tolemaida resort, 2011).

Se consultó al segundo comandante del Ejército, general Ricardo Vargas, quien dijo a Semana que se estaba trabajando en corregir las irregularidades, y estudiando con el Inpec como conseguir teléfonos públicos, para suspender los celulares de los internos.

El artículo cierra con el testimonio de uno de los reclusos, que sirve para enfatizar en la magnitud del problema:

"Ahora están apretando un poco con todo. Pero eso va a pasar. Si la mitad de la gente que estamos acá condenados hablara y contara realmente cómo ha sido la historia de la guerra en este país, muchos coroneles e incluso generales acabarían acá, presos con nosotros. No hay un solo comandante del Ejército que no sepa qué es lo que pasa en Tolemaida y solo es cuestión de tiempo para que llamen al director del CRM y del Cenae y todo vuelva a la normalidad. ¿Por qué cree que regalan quioscos, taxis, viajes y no dejan que lo retiren a uno? Ellos son los más

76 interesados en que nosotros sigamos bien acá. Yo llevo diez años acá. Así ha sido y así seguirá", concluye (Tolemaida resort, 2011).

Las fuentes consultadas para este trabajo fueron los reclusos de la cárcel, los más de 1,100 documentos del Cenae, una exdirectora de la Justicia Penal Militar, un alto funcionario del Inpec, vigilantes y administradores del conjunto residencial Campo Hermoso, una empleada de Oro Sólido, y el general Ricardo Vargas, segundo comandante del Ejército.

Cabe señalar que esta investigación tuvo repercusiones tanto en la opinión pública como en la política, pues generó un Debate de control en el Senado. Rodrigo Rivera, entonces Ministro de Defensa, y Alejandro Navas, excomandante del Ejército, y entonces comandante de las Fuerzas Militares, fueron citados para responder por las irregularidades denunciadas por revista Semana. En el 2015, cuatro años después de publicada la investigación de Semana, el centro de reclusión de Tolemaida fue clausurado.

En el 2013 Alejandro Santos obtuvo el premio Maria Moors Cabot, que veinticuatro años atrás recibió el fundador de Semana, Felipe López. El bisabuelo de Alejandro, Calibán, su abuelo, Enrique Santos Castillo, y su padre, Enrique Santos Calderón, también han recibido este honor. En esa edición también recibieron el galardón Jon Lee Anderson, famoso cronista de The New Yorker, el reportero brasilero Mauri König de Gazeta de Povo, y la fotógrafa norteamericana Donna De Cesare.

En el 2008 Semana ganó un premio de periodismo Simón Bolívar en la categoría de prensa por el artículo deportivo “Copa américa” escritas por los periodistas Diana Carolina Durán y José Ángel Báez. En el 2010 gana dos Simón Bolívar.

Uno en la categoría de mejor portal periodístico para internet. Los periodistas de Semana.com María del Pilar Camargo, Sally Palomino, Rodrigo Urrego, Andrea Peña, Víctor Diusabá, Mauricio Aragón, Carlos Arango, y César Paredes recibieron el galardón. Así mismo, en la categoría de prensa el trabajo “Los e-mails del DAS/ Pierna Arriba/¡No era paranoia!”, Ricardo Calderón recibió el reconocimiento.

Otra investigación importante fue la de la periodista económica Gloria Valencia, quien obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en el 2015 por su libro Interbolsa, que narra la historia de una élite que se creía demasiado grande para caer, publicado por Semana

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Libros. El libro habla de la caída de la Interbolsa. El trabajo expuesto muestra una indagación rigurosa que expone las investigaciones y expedientes judiciales recogiendo diferentes fuentes fiscales, lo que demostró el estado del caso en su momento, el castigo a los responsables y la reparación de víctimas. El escrito tiene gran mérito pues llevó una investigación ardua y densa al entendimiento de los lectores, de manera que se visibilizó una problemática social.

En la edición celebrada el año pasado (2018) de los Premios Simón Bolívar, Semana obtuvo dos galardones, lo que demuestra que ha mantenido una continuidad en términos tanto de calidad, como de credibilidad. Las investigaciones Muerte lenta: el pueblo uitoto acorralada por el mercurio y Los discipulos de Sanatiel fueron galardonadas. La primera, fue realizada por José Guarnizo, editor general de Semana.com, Alejandro Ángel y Pedro Camacho. Esta investigación utilizó recursos audiovisuales para mostrar la desazón del pueblo muruy uitoto, al consumir peces contaminados por el mercurio de la minería ilegal. La segunda fue realizada por el periodista colaborador de Semana José Navia.

El sistema de clasificación utilizado a continuación sirve para dilucidar esos aspectos tanto formales como de contenido que han caracterizado a la revista Semana de Felipe López. Se seleccionaron artículos que sirvieron como testimonio histórico para los propósitos de esta investigación, pues a partir de su análisis, se puede tener una comprensión más profunda de determinados momentos que, de alguna manera, han marcado la vida nacional.

También, se tuvo en consideración un especial internacional sobre Cuba. Este trabajo logró averiguar que Felipe López quería que sus periodistas explicaran por qué Fidel Castro se iba a caer, no obstante, los reporteros hicieron uso de su independencia de criterio, y escribieron lo que encontraron, que distaba de la intuición de López. Ahora, López pensó esto porque la revolución sandinista, hija única de la revolución cubana, había sido derrotada en las urnas. No obstante, en Cuba la situación era otra. Una anécdota de este reportaje es que a los periodistas, los bajaron del avión en Cuba, y los tuvieron retenidos. Pero, al rato los liberaron.

Título: ¿Le llegó la hora? (Es portada)

No: 409

Fecha: marzo 6 a marzo 13 de 1990

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Sección: Aunque el tema es internacional, no se incluye en la sección “Mundo”, sino en “Informe Especial”

Estilo: En este primó el análisis por encima del juego narrativo de la crónica. Es escrito de manera impecable, no perpetra ningún crimen contra el lenguaje, quizá porque los enviados especiales eran ambos editores. (Quienes conocen Mauricio Sáenz saben que es un obsesivo de la precisión gramática, y con tan solo mirar un texto logra detectar maneras de hacerlo sonar más claro. No en vano, es el periodista que lleva más tiempo en la redacción de Semana). El título, fiel al estilo de Semana, constituye un gancho para el lector. Una escena que logra capturar el sentimiento cubano de ese entonces es lo que dice una señora que se encuentra haciendo fila en un supermercado de la isla: “Ustedes a que vienen aquí, si de aquí lo que hay es que irse”. El artículo incluye un cuadro titulado “Goticas de humor” en el que aparecen chistes callejeros sobre la figura de Fidel Castro, populares por ese entonces, en Cuba. Este recurso ayuda a entender, a partir de algo aparentemente intrascendente como lo son los dichos populares, el sentir de la gente.

Tema: La posible caída de Fidel Castro del poder en Cuba. El sumario resume el tema a tratar: “Tras la derrota de Ortega en Nicaragua, la gran pregunta es si Fidel Castro tiene los días contados. Los enviados especiales José Fernando López, editor de Economía, y Mauricio Sáenz, editor internacional, buscaron la respuesta en la isla caribeña.

Fuentes: Entrevista exclusiva con Carlos Tablada, autor de un libro sobre el pensamiento económico del Che, revista soviética Ogoniok (indirecta), Guillermo Cabrera, subdirector del diario Granma, órgano de la revolución, ciudadana cubana (no identificada), Raúl, muchacho que estuvo preso por “tráfico ilegal de divisas”, Armando de la Hoz, médico,

Extensión: 36 a 59 (23 p.)

Enfoque: Ante todo, analítico. La ardua reportería se refleja en lo expuesto por el informe. El artículo comienza contextualizando; tras la caída del régimen sandinista en Nicaragua, podría pensarse que los días de Fidel Castro están contados. Estudiosos del tema predijeron que el abandono del socialismo por parte de los países europeos del Este habría producido un efecto dominó, reflejado en América Latina. Aunque la economía cubana se encontraba estancada, y las filas en los supermercados eran cada vez más largas por la escasez de alimentos, el pueblo seguía

79 respaldando al régimen. Una cita de la revista Ogoniok sirve para ilustrar las causas de dificultades en materia económica que vivía entonces la isla: “En el último lustro, Cuba le ha costado a la Unión Soviética US $25 mil millones”, y aunque las condiciones del comercio bilateral se mantienen, hay una creciente división en el parlamento soviético, acerca de la conveniencia de continuar con ellas”. Carlos Tablada aseguró a los enviados de Semana que cambios a corto plazo en las relaciones comerciales eran improbables. Sustentó esta teoría con el hecho de que en 1990, año del artículo, se firmó el mayor convenio comercial de la historia entre Cuba y la Unión Soviética (9,000 millones de rublos). El artículo señala una paradoja, debido a la situación económica, se ha explotado, de manera capitalista, el más grande activo de la isla: su belleza. Además, “la mayoría de los cubanos reciben un ingreso mayor superior a sus posibilidades de gasto”. Raúl, quien estuvo preso por “tráfico ilegal de activos” durante tres años, explicó en qué consistía: “Nosotros cambiamos los dólares, y conseguimos a alguien que nos compre productos en las tiendas para extranjeros, luego las vendemos y hacemos una buena utilidad. Por ejemplo un vaquero (blue jean) cuesta diez dólares en la tienda, y nosotros lo vendemos en cien pesos. Los diez dólares nos cuestan sesenta pesos, a la persona que lo saca de la tienda le pagamos diez pesos -uno por cada dólar que valga la compra- y nosotros nos ganamos treinta”. Cuenta el artículo que esa no son es la única actividad del mercado negro que funciona con frecuencia en Cuba, pues al no haber libertad de oficios, mucha gente se dedicaba a realizar labores de mantenimiento y reparación de electrodomésticos, trabajos consideramos como “actividades ilegales”. Ahora bien, el artículo profundiza sobre los pilares fundamentales que han mantenido la estabilidad del régimen; los logros en materia de educación y salud, y el “intenso trabajo ideológico”. Ahonda en las particularidades de cada uno de estos pilares, de manera que el lector puede tener una comprensión profunda de la situación cubana. El artículo está impregnado de datos como: “El sistema educativo nacional tiene hoy un total de 2,891,000 alumnos de los cuales 222 mil pertenecen a los niveles superiores, en 48 centros universitarios que ofrecen 44 carreras de nivel profesional”. Así mismo, cuenta que Cuba “sintetiza 15 proteínas y en sus laboratorios se han logrado desarrollos tan importantes como la creación de la vacuna contra la meningitis, en la cual se cifran muchas de las esperanzas de los cubanos para adquirir divisas en el futuro inmediato”.

Título: “Rambo”

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No: 416

Fecha: abril 24 a mayo 1 de 1990

Sección: La Nación (Es portada)

Estilo: Fidel Castaño, admirador furibundo de Rambo, es ahora, con Pablo Escobar, la obsesión de las autoridades. Se buscan analogías caricaturescas que le den un aire entretenido a la nota. Se incluye una foto con un pie página que dice: “Fidel Castaño, entre Rambo y el vengador anónimo”.

Tema: paramilitarismo (Alias “Relámpago”, desertor de la organización liderada por Castaño, contó a las autoridades, lo que sabía sobre el grupo, lo que llevó a destapar hechos de tortura, secuestro y asesinato llevados a cabo en dos fincas propiedad de Castaño (Las Tangas y Jaraguay)

Fuentes: Las autoridades. Coronel Alfonso Merchán: “este señor Castaño lo que hizo fue invertir en Córdoba el dinero que ganaba en otras regiones con sus labores ilícitas” (p.28). Un ex miembro de la organización, que cuando se le pregunto si Castaño trabajaba para Escobar, dijo a Semana “Castaño no es segundo de nadie. Tiene aliados pero no tiene jefes, y Escobar es su aliado” (p.29), además afirmó que el motivo de su exjefe es eliminar militarmente al comunismo. Un ganadero de la zona que explica el apoyo que recibió Castaño de la siguiente manera; “el hecho es que aquí todo el mundo apoyaba a Fidel Castaño porque era el único que había podido con la guerrilla y estábamos hastiados con ella” (p.32).

Extensión: 26-32 pp. (6 páginas)

Enfoque: Reflexivo/Análitico. Sí bien en ese entonces el paramilitarismo no había cobrado la fuerza de destrucción de los años siguientes (al artículo), y el fenómeno estaba apenas descubriéndose, en la nota se alcanza a vislumbrar el peligro: “Lo más grave no fueron tanto los tres muertos, sino que a partir de ese momento, un hombre llamado Fidel Castaño, que apenas pasaba los 30 años, decidió dedicar su vida a borrar de la faz de la Tierra, a cualquier precio, a quienes responsabiliza de la muerte de su padre: la guerrilla”( 1990, Semana, p. 26). Se incluye un pequeño perfil en el que se narra la vida de Castaño. “Según las informaciones que las autoridades han logrado recopilar, Castaño es un hombre muy bien informado y se le reconoce

81 una aguda inteligencia que no pocas veces ha utilizado para hacerse amistades entre mandos medios de la fuerzas militares, a quienes a logrado sacarles valiosa información. Es también legendaria su admiración por ese personaje que tantas veces encarna en la pantalla Sylvester Stallone: Rambo. De acuerdo con las revelaciones del desertor, Castaño ve sus películas una y otra vez y ha ordenado que su gente también las vea. Considera que los métodos de Rambo son los que debe aprender su organización militar (p.28). Se hace un análisis de por qué se fortaleció el grupo de Castaño (en buena parte por el apoyo de la población, lugar de débil presencia estatal), y de las funestas implicaciones de su crecimiento (que la revista le achaca al fanatismo ideológico). Por ejemplo, cualquier persona por el simple hecho de venderle comida a un guerrillero, ingresaba a la lista negra.

Título: “Carlos Pizarro 1951-1990”

Sección: Informe Especial (Es portada)

Estilo: Hace una crónica sobre los hechos que precedieron el impactante asesinato de Carlos Pizarro. Inicia describiendo detalles del ambiente. “Casi nada se había dejado al azar. Por eso los hombres encargados de la seguridad de Carlos Pizarro Leongómez respiraron tranquilos cuando lo dejaron en una escalerilla trasera del HK-1400 de Avianca, a las 9:32 minutos de la mañana del pasado jueves 26 de abril” (p.27). Se reconstruyó, descriptivamente, el trágico e inusual suceso. “Gerardo Gutiérrez Uribe llegó al terminal aéreo sin despertar mayores sospechas en un comienzo. Vestido con un suéter de lana, pantalones de tela delgada y zapatos nuevos de cuero, pasó por el mostrador de la compañía y no registró equipaje. Llevaba con él una bolsa de mano con una “muda” que incluía un pantalón de cuero”.

Tema: el asesinato del líder del M19 Carlos Pizarro

Fuentes: Citan los informes de Medicina Legal, pero no se incluyen citas de entrevistados. No obstante, se evidencia un riguroso trabajo de campo, ya que se narra con el mayor detalle los hechos ocurridos.

Extensión: 4 p.

Enfoque: Analítico. Primero, se dedica a narrar los hechos cronológicamente, de manera descriptiva como se pudo constatar en la categoría “estilo”. Basándose en lo comprobado por los

82 forenses, establece posibles explicaciones. En los asesinatos de José Antequera, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro, los sicarios vestían con ropas nuevas y zapatos de la misma marca. ¿Coincidencia? ¿Indicio? “permite pensar que los tres sicarios suicidas fueron reclutados por la misma persona y muy posiblemente siguiendo órdenes de un mismo jefe” (29). Luego se detiene, y reflexiona; cómo fue posible que llegara la pistola al avión y nadie se percatara de ello. “Lo más posible es que el sicario hubiera encontrado la mini Ingram en el avión y más exactamente en el baño, que fue el único sitio al que entró. La pregunta sobre como ingresó el arma está sobre el tapete. El avión llegó a Bogotá procedente de Bucaramanga, donde había pernoctado, y aunque algunos piensan que fue en esa ciudad donde se introdujo el arma, esto parece poco probable, pues 20 minutos antes del decolaje hacia Barranquilla cuatro hombres de la escolta revisaron el avión de arriba abajo, afuera de las otras revisiones de rigor que hace la compañía” (p.29). Luego, aborda la arista de la seguridad en los aeropuertos, pues se han cometido tres magnicidios en las terminales áreas bogotanas.

Título: 28 horas de terror

No: 185

Fecha: 12 al 18 de noviembre de 1985

Sección: Informe Especial

Estilo: El tono es más frío que de costumbre. No hay juegos metafóricos, durante las primeras tres páginas, pues hace énfasis en hacer un recuento milimétrico de los hechos. Luego, empieza, tímidamente, el estilo: “Sí en la Casa de Nariño todo parecía bajo control, en la Plaza de Bolívar era la debacle: un tiroteo comparable con cualquiera de las calles de Beirut estremece el corazón de Bogotá” (p.33). La narración es cronológica, y precisa, pues incluye, incluso las horas y minutos de los sucesos. Luego, se introduje un estilo más descriptivo, que ayuda a visualizar los acontecimientos. Hacía la página 36 aparece: “Contra todos los pronósticos, la noche no trajo consigo el desenlace. Los tiroteos se escuchaban esporádicamente en medio de las voraces llamas que consumían, lentamente pese a los esfuerzos de los bomberos, el edifico interior”.

Tema: La toma del Palacio de Justicia por el M19

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Fuentes: En entrevista para este trabajo de grado, María Elvira Samper contó que para escribir este artículo los reporteros de Semana realizaron un arduo trabajo de campo. Varios se fueron al Palacio de Justicia, desde donde siguieron los hechos minuto a minutos. Otros buscaron a los Ministros, y conservaron sobre sus testimonios. Además, junto con el ilustrador se fue entretejiendo una secuencia gráfica de los hechos. Algo valioso fue que Semana logró, gracias a su labor investigativa, establecer que los guerrilleros Libardo Parra, Rafael Arteaga, Vera Grave, de quienes se llegó a decir por radio y prensa que habían muerto en la operación, participaron en ésta. Carlos Martínez Sáenz, el director del Socorro Nacional fue designado para que se hiciera presente en el lugar de los acontecimientos. Dijo a Semana que, tras llegar al Palacio presidencial y la ministra de Comunicaciones me entregó un equipo portátil de radio que permitiría la comunicación con otro similar en la Casa de Nariño, porque a esa hora ya no había comunicación posible con el Palacio de Justicia. Me puse un chaleco de la Cruz Roja y tomé en mis manos una bandera de la institución. Pedí que me acompañaran cinco de mis mejores socorristas. Me dirigía al Museo del 20 de Julio en donde los militares que comandaban la operación me dieron instrucciones y me ordenaron esperar, porque el combate continuaba”.

Extensión: 30 pp. (26.56 p.)

Enfoque: Aquí primó el análisis. Inicia contextualizando: “El M19 tenía que recuperar espacio político. La sensación de que el movimiento estaba siendo acorralado militarmente y la falta de justificación ante la opinión pública por la ruptura de la tregua habían dejado al grupo guerrillero en el momento de mayor desprestigio militar y político de toda su historia” (p.27). En la página 33 el artículo utiliza la valiosa herramienta, de hacer un paralelo entre los hechos narrados previamente, y lo que sucedía en los altos círculos del poder. Aquí se nota de manera clara el sello identitario de Semana, que desde sus inicios, ofrece un panorama sobre como se mueven las relaciones al interior de los altos mandos;

“La primera media hora del drama había ocurrido sin que el Presidente de la República, a menos de un kilómetro de los acontecimientos, se enterara. A esas horas, se encontraba en compañía del canciller Augusto Ramírez, recibiendo las credenciales del Embajador de México, el primero de los tres diplomáticos que debían presentar sus cartas. Antes de que hiciera su entrada el segundo, el Embajador de Uruguay, el edecán de servicio de la Casa Militar le comunicó al Presidente que

84 se estaba presentando un "tiroteo de origen desconocido" en el Palacio de Justicia. El Jefe del Estado preguntó:

"¿Es muy grave?". "No sabemos, señor Presidente", contestó el edecán. "Por favor, manténgame informado", dijo Betancur y prosiguió con su rutina protocolaria. Tan pronto se retiró el Embajador de Uruguay, entraron corriendo al Salón de Credenciales la ministra de Comunicaciones, Noemí Sanín, su colega de Educación Liliam Suarez y el titular de la cartera de Gobierno, Jaime Castro. Los recién llegados se trasladaron a una oficina adyacente en busca de información más precisa mientras el Presidente en forma super expedita despachó al Embajador de Argelia. Ya la radio, algunos de cuyos reporteros estaban cubriendo las sesiones del Congreso, había convertido el ataque en noticia nacional. En la Casa de Nariño, una llamada del director del Noticiero 24 Horas Mauricio Gómez, transmitió el contenido de un casete que el M-19 le había hecho llegar y en el cual se estipulaban sus exigencias. El Presidente y los cuatro ministros que estaban con él oyeron, a través del amplificador del teléfono presidencial, la voz de un guerrillero. Ante lo absurdo de las peticiones, la reacción automática fue "no hay nada que aceptar, no hay nada que negociar". Poco a poco fueron llegando los otros ministros. El Presidente pidió que lo comunicaran con el ministro de Defensa, general Miguel Vega, para pedirle que se hiciera presente en el despacho presidencial. Mindefensa, quien desde hacía media hora coordinaba la operación sólo pudo llegar hora y media más tarde. Entre tanto, Betancur, el Canciller y el ministro de Gobierno localizaban telefónicamente a los ex presidentes de la República, dos de los cuales, López y Pastrana, se encontraban en el exterior. A éstos se les informó sobre la gravedad de la situación y se les consultó su opinión. Todos le ofrecieron su respaldo al Presidente, apoyando su determinación de que las exigencias del M-19 no eran negociables”.

El artículo cierra de manera contundente, intentado sintetizar los hechos que han dejado a los colombianos perplejos. Recoge el sentir nacional:

“En fin, los pormenores de lo sucedido al interior del Palacio durante estas 28 horas de terror, no se conocerán nunca y tal vez la historia deba contentarse con algunos episodios sueltos de un rompecabezas imposible de armar. No menos difícil resulta ahora tratar de establecer

85 exactamente las implicaciones futuras de esta tragedia. De todos modos, se da por descontado que serán gigantescas, tanto en lo referente a la imagen internacional del país, como al plano político interno, particularmente en cuanto al proceso de paz, cuyos interrogantes se han aumentado considerablemente con lo sucedido la semana pasada. Lo único que es absolutamente seguro es que en la batalla del Palacio de Justicia, todos los colombianos perdieron”.

Aunque, revista Semana no tiene editorial, editorializa todo el tiempo, pues innovó al traer un estilo en el que se imbrica el análisis con la opinión, como se evidencia en los casos citados arriba. Los títulos son ingeniosos, y muchas veces toman herramientas de la literatura. Por ejemplo, en el caso de la toma del Palacio de Justicia por el M-19, se utiliza de manera ágil “28 horas de terror”. El título sintetiza e ilustra el drama vivido en uno de los episodios más sangrientos de la historia reciente colombiana. Otras veces los títulos hacen referencia a lugares comunes de la cultura popular por ejemplo el uso “Rambo” para referirse al jefe paramilitar Fidel Castaño. En ello, resulta innegable la agilidad de Felipe López, padre de este modelo, que se instituyó un sello a Semana. En entrevista para este trabajo de grado, López dijo que uno de los factores diferenciales de Semana es, precisamente, que se le trata de dar “swing” (sabor) a los artículos, de manera tal que en una nota de Semana “puede decirse, por ejemplo, que Trump se parece a Maduro en sus arrebatos impulsivos”. En cuanto al estilo, hay diferencias muy evidentes, como por ejemplo que en la Semana de Alberto Lleras, los títulos son de carácter literal, mientras que en la Semana de Felipe López hay más juegos metafóricos. Por ejemplo, las primeras cinco portadas de la Semana de Alberto Lleras fueron: Mariano Ospina, Gaitán, Umaña Bernal, Echandía, y López de Mesa (ver anexos), mientras que la de López, como se demostró, en el análisis llevado a cabo, emplean una serie de referencias, y juegos metafóricos.

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Voces de protagonistas Las siguientes voces son un hilo conductor a través del cual puede construirse una mirada, desde adentro, de la historia de Semana. Felipe López, quien da dado poquísimas entrevistas en su vida, accedió a hablar sobre el pasado y futuro de su obra. María Elvira Samper, pieza clave en la consolidación de Semana, contó sus recuerdos, así como detalles hasta ahora desconocidos sobre de la revista. Vladdo, fiel a su esencia, y con el privilegio y la autoridad que le otorga el haber estado más de 25 años en la publicación, fue crítico y honesto.

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Felipe López; el cerebro de Semana

El día que entrevisté a Felipe López, el me entrevistó a mí. Es que Felipe transpira periodismo, no puede resistirse al impulso biológico de preguntar, de revisar la última información, de hablar con sus fuentes, de contestar su celular, que suena cada cinco minutos. Vive en función de su producto, de su hija mayor, de Semana.

Felipe es amable en el trato. Serio cuando se le pregunta sobre periodismo, y, sobre todo, muy reflexivo. Hay cosas de las que no le gusta hablar, y se le nota. Alicia, su secretaria, entró un par de veces. Su hija, María, quien desde hace un par de meses ostenta la responsabilidad de presidir Semana, trabajaba desde su oficina separada por una puerta de vidrio de la de su padre.

Usted es quizá el hombre mejor informado del país ¿Por qué medios se informa?

Leo todos los días no menos de 6 horas de prensa. Si me preguntan qué me hace falta en la vida es que nunca tengo tiempo de leer un libro porque al dedicarle 6 horas a las revistas y a los periódicos internacionales más los periódicos colombianos, nunca me queda tiempo. Entonces leo El Tiempo, El Espectador, La República, El Siglo, y Portafolio todos los días, trato de leer internacionalmente el New York Times, el Washington Post y Paris Match.

Además de los confidenciales, ¿Qué más escribe?

Durante veinte años escribí todas las caratulas. Hoy escribo tal vez un poco menos de la mitad. Además de eso escribo uno o dos artículos más. Ahora, cuando no escribo las carátulas yo la edito, y yo cuando edito cambio por lo menos el 30% de lo que recibo. Y si es necesario, cambio todo.

¿Qué tan importante es la elaboración de un marco histórico en los artículos de Semana, teniendo en cuenta el perfil de su lector?

Eso se da, pero no es una prioridad al escribir. La prioridad es el concepto de análisis por encima del concepto de información, con base en que la información ya la tiene todo el mundo cuando llega la revista. La prioridad es agregarle análisis, sabiendo que la gente ya vio noticias o ya vio internet, y ya vio periódicos y revistas.

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¿Cuál de los 7 directores que ha tenido Semana ha sido el más influyente en la historia de la revista?

La verdad es que todos han sido muy influyentes.

¿Plinio Apuleyo Mendoza?

Plinio estuvo solo seis meses.

Pero de alguna forma le imprimió su…

(Interrumpe) Pero sabes lo que son seis meses.

¿María Elvira Samper?

No llegó a ser directora. María Elvira Samper es la persona tal vez más importante, pero no llegó a ser directora por diferentes razones, pero era la que coordinaba todo, la número dos que hacía todo lo que tocaba divinamente. Mauricio Vargas es muy bueno, Roberto Pombo es muy bueno, Isaac Lee es muy raro, pero muy bueno, y Alejandro Santos es muy bueno, así que no se me ocurre más.

¿Cómo es el proceso intelectual de Felipe López para construir un artículo?

Trato de que la gente que lea un artículo de Semana aprenda algo que no aprendió leyendo los periódicos y oyendo la televisión y el radio. Eso es difícil porque hay una saturación de información antes de que llegue la revista.

Cuando se funda Semana en 1946, Alberto Lleras le imprime ese espíritu de pacificación y de reconciliación nacional muy ligado a su proyecto de país. La Semana de Felipe López también apoyó el proceso de paz desde sus inicios con, por ejemplo, Laura Restrepo, y también el encabezado por Juan Manuel Santos. Es una constante histórica en la revista porque nace con una vocación pacifista…

La revista de Alberto Lleras era muy buena, pero era un revista del Partido Liberal, hoy en día ya no hay partido, a nadie le importa … Entre otras Alberto Lleras solo estuvo un año y medio en toda su vida en la revista. Ya ningún periódico tiene ideología fuera de El Siglo

¿Cuál ha sido el artículo más importante de Semana?

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El artículo escrito a pocas horas de la toma del Palacio de Justicia por el M19. Hay otro que por frívolo parecerá raro, pero es de los mejores que escrito yo. El artículo que aparece en carátula sobre la muerte de Diana Spencer. Y hay otro; un artículo que ha sido muy mal interpretado, pero fue el primero que se escribió sobre Pablo Escobar. Tratamos de denunciarlo, pero la gente pensó que lo elogiábamos. Había frases como “le gusta hablar de como gasta su fortuna, pero no le gusta explicar de donde salió”. Ese es el primer artículo que se hizo sobre Pablo Escobar en la historia, ningún otro medio lo había mencionado.

Dicen quienes lo conocen que usted tiene un instinto especial para conseguir las noticias que a otros se les escapan, y un talento para saber qué quieren sus lectores ¿Cuál es el secreto?

Trato de pensar en qué quieren los lectores, por ejemplo, ahorita estoy sin carátula y estoy a dos días de cerrar, entre otras Semana en los primeros quince años era mucho más amplia en temas que hoy. Digamos yo escribía artículos sobre Marx, sobre Mike Tyson, sobre Cantinflas, sobre actrices, y hoy en día ya la revista es puro “hard news”.

¿Dónde se ubica en el espectro político? En el lado derecho de la izquierda, y en economía como en la derecha. Uno está a favor del matrimonio gay, de la igualdad de género, y ese tipo de temas, pero en economía uno está como en la derecha. La izquierda en la economía produce Venezuela.

Una publicación siempre objetiva e imparcial ¿cómo manejó el tema del conflicto de intereses durante las dos periodos de Juan Manuel Santos con Alejandro Santos como director?

Alejandro prácticamente durante 8 años nunca habló con Juan Manuel Santos, pero el apellido de Alejandro hizo que la gente creyera había algún nexo cercano o alguna influencia. Y en realidad Alejandro nunca habló con su tío porque entendía que si hablaba con él quedaría una versión oficial de las cosas. Alejandro es muy independiente pero la gente no consideró independiente a Semana por el apellido de Alejandro. La gente creyó que Semana era santista, y el cuento es que nadie es santista. Lo que pasa es que todos los periodistas de Colombia estaban a favor del proceso de paz, esa es la realidad. Ahí sí hubo una percepción equivocada de santismo, pero lo

90 que si había era una gran convicción de que el proceso de paz era bueno. Pero en eso estaban todos los medios de Colombia, menos Fernando Londoño por la mañana en radio.

¿Columnistas favoritos?

A mí me gustan unos desconocidos, Guillermo Perry, Alfonso Gómez, Carlos Caballero y me gusta Mauricio Cabrera. Esos me aportan algo que yo no sé. Los columnistas más famosos como María Isabel Rueda y esa gente saben lo que quiere leer el lector. Entonces el éxito de ellos se basa en que escriben lo que quiere leer una persona del estrato 6 el domingo.

¿Cómo define a Semana? Yo diría que dada la situación actual es, ante todo, una sobreviviente, porque Semana no se va a cerrar y va a seguir cuando se estén cerrando todas las revistas de ese género en el tercer mundo. Semana, te va a sorprender esto que te voy a decir, es más importante en Colombia que The Economist en Inglaterra, porque The Economist no es importante. The Economist es importante en las clases dirigentes de los otros países, y circula más en Estados Unidos que en Inglaterra. Bueno es que en Colombia pasan cosas raras. En ningún país del mundo hay una emisora tan importante como la W. No existe ningún país del mundo donde una emisora de radio sea tan influyente. No existe ni en Estados Unidos, ni en Inglaterra, ni en Francia, ni en Alemania, no existe. Cómo raro eso porque resulta que allá las cosas están más atomizadas. Aquí la W es una cosa importantísima y las revistas de opinión como Semana ya no sobreviven muchas pero vamos para adelante.

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El poder visto desde adentro

Vladdo empezó a colaborar en Semana desde 1990, pero formalmente está vinculado a la revista desde 1994. Conoce una cantidad de anécdotas entretenidísimas, todas plasmadas en su libro Una semana de quince años, único registro de la historia de la revista más influyente que ha tenido Colombia. Vladdo es crítico, coherente, y sincero. Habla sin miedo, y sin tapujos. Sabe que en su espíritu de rebeldía, y en su capacidad analítica reside su credibilidad. De su pluma no se ha escapado ni la familia del dueño de Semana. Su oficio es opinar, y esta entrevista no fue la excepción.

¿Algo de Semana que nadie sepa?

(Risas) Déjame pensar. Hubo un momento en el que un periodista “x” se fue de la revista por cualquier razón personal, y entonces Felipe tuvo un inconveniente porque lo llamó alguien a quejarse: “Oiga como así, mire lo que está diciendo su revista”. Y Felipe le dijo “Eso lo escribió fulano de tal pero ya lo eché”, y la persona no tenía nada que ver con el artículo, ni con la historia, ni con la queja del señor. Pero Felipe decía eso y se lavaba las manos.

¿Cómo es la relación de Semana con el poder?

Una de las ventajas de trabajar en Semana y haber estado dentro del monstruo es que uno conoce como son esas relaciones precisamente, y ve lo estrechas que pueden llegar a ser. Pero, ojo, el que sea estrecha no quiere decir que haya complicidad o conspiraciones. Lo que sí quiere decir es que hay una cercanía que yo no había visto en otros medios de una manera tan evidente. Cuando llegué, me sorprendía mucho porque veía desfilar por Semana a los candidatos presidenciales, a los congresistas, a los asesores etcétera, etcétera, y eran muy activos yendo a la revista a preguntar, a sugerir. Había actividades o eventos sociales de los cuales participé. Por ejemplo, llegaba a almorzar un ministro o un empresario, y Felipe López me decía: “Oiga, venga que voy a almorzar con fulano de tal, venga y acompáñeme”. Se organizaban muchos banquetes, más que todo almuerzos, comidas a veces. Semana conoce el poder por dentro, y yo conozco a

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Semana por dentro. Y sí, indudablemente, hay una relación muy estrecha de Semana, obviamente por los nexos del dueño de la revista con la clase política. Pasa lo mismo con el director Alejandro Santos. Vladdo recuerda un pasaje de su libro. Tras la posesión presidencial, Juan Fernando Cristo y Fernando Botero iban casi todos los viernes en la noche a la Revista, a ver como transcurría el cierre, lo cual no nos hacía muy felices. También nos visitaba con frecuencia la ministra de Educación, la bellísima María Emma Mejía, quien al igual que sus coequiperos del gobierno, iba a merodear por la Redacción, con la anuencia de Felipe López, viejo amigo suyo, que por momentos no parecía muy convencido de la gravedad de lo que había ocurrido en la campaña de Ernesto Samper (2009, p.126).

¿Cómo eso ha afectado el cubrimiento?

Yo creo que en algunos casos ha habido temas que hacen que la revista tenga una cierta benevolencia con algunos personajes, y en otros casos no afecta para nada. Por ejemplo, al comienzo del proceso 8000 fue muy difícil convencer a Felipe, porque él no podía creer que Ernesto Samper, su gran amigo, y amigo de su padre, hubiera cometido tales irregularidades. El que Samper estuviera involucrado en esos problemas para él era una carga pesadísima y eso le significó casi una huelga dentro de la revista, de la que yo también participé.

Y fue María Elvira Samper, quien finalmente lo convenció. Felipe me dijo que ella fue quizá la persona más importante para Semana, pero que por alguna razón no llegó a ser directora.

Y él se arrepiente de eso.

¿Por qué fue tan importante María Elvira?

Porque es una mujer muy estructurada, muy liberal en el sentido amplio, y muy outspoken. Ella no se edita, ella habla y va diciendo, y si tú le haces una canallada, ella no te va a saludar hipócritamente, sino que te va a mandar a la porra. Pero además tiene mucho criterio. Es bastante aterrizada, y contrastaba bastante, por ejemplo, con María Isabel Rueda, que es muy amiga de Felipe, incluso protegida de Felipe, se puede decir, que es muy distinta, más tradicional, más gobiernista. De hecho, Plinio cuando estaba armando el equipo de Semana iba a contratar a María Isabel, y no lo hizo, cosa que sorprendió a más de uno. “Usted no sirve”, le dijo. Y cuando terminó la asesoría de Plinio y se devolvió para Europa, Felipe López sí la llamó.

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¿En qué otros casos, además del de Samper, la revista fue benevolente?

En varias ocasiones con Uribe, Felipe decía “no eso no puede ser”, y cosas de esas, y al final se impuso el criterio de la mayoría, y el criterio de Alejandro. Había una anécdota de que Felipe tenía que mandarle flores cada nada a Gloria Zea porque su hijo Fernando Botero, que era Ministro de Defensa, y que había sido gerente de la campaña de Samper, terminaba metido en rollos. Entonces yo hacía caricaturas de Botero, la señora llamaba a ponerle la queja y llorarle a Felipe, y Felipe le mandaba un ramo de flores o una caja de chocolates a manera de disculpa. Porque claro cuando uno es amigo de todo el mundo, uno termina diciendo cosas que afectan a los amigos cuando uno está en un medio serio que pretende ser independiente.

¿Por qué no hubo una postura crítica frente a la extradición en la época de Pablo Escobar?

En un acto de supervivencia optó por no meterse de frente con el Cartel de Medellín para evitar que atentaran contra la revista y contra los periodistas. Ahí la revista tomó una decisión editorial comprensible, que puede que muchos no compartan, pero fue un asunto de supervivencia porque fue un tema que generó muchas dificultades en los medios.

¿Cómo explica que alguien como Isaac Lee haya dirigido un medio como Semana?

Después de la salida de Mauricio Vargas, llegó Isaac Lee que había deslumbrado más o menos a Felipe López, que porque era un tipo muy joven y talentoso. Isaac Lee le dio un giro un poco cósmico, un poco astro sideral, y trajo unos temas rarísimos, cosas que la volvieron más light. Él era muy nuevo en el periodismo y venía de la revista Cromos, de un perfil bastante distinto al de Semana, pero mucho más ligero, y la revista Semana empezó a incurrir en esas cosas. Simultáneamente Isaac Lee empezó a hacer una alianza con The Economist, lideró la transición digital, que derivó en unos gastos importantes que casi llevan a la revista a la bancarrota.

Y el siguiente director ¿cómo es en ese aspecto?

Alejandro, para sorpresa de muchos, empezando por Felipe, ha tenido unas habilidades no solo editoriales y periodísticas, sino también administrativas y se ha involucrado mucho en el tema gerencial, aunque ha habido siempre un gerente, pero él ha intervenido mucho en esos procesos. Es decir, no se ha marginado de eso. Normalmente los directores se encargaban solo de lo periodístico, y de los temas empresariales los gerentes o el propio Felipe.

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¿Cómo ha cambiado Semana desde que usted entró?

Yo creo que Semana hoy en día es una revista menos enfocada en la investigación que en el pasado, más dedicada al análisis. También ha sufrido el impacto de la caída de la pauta publicitaria que han tenido los medios tradicionales. No solo en Colombia, sino en otras partes.

¿Por qué en los últimos años ha habido un enfoque más analítico?

Yo creo que en los años más recientes Alejandro Santos ha sido como más contemporizador, como buscando más equilibrios, como balances entre lo periodístico y lo político y esas cosas. Y en lo político mismo entre las posiciones más derechistas y las más progresistas, el trata de buscar unos equilibrios que no siempre son fáciles de conseguir ni de establecer, y eso a veces redunda en el resultado de la revista actual, porque cuando estaba, por ejemplo, la época de Mauricio Vargas, la revista se iba de frente contra el proceso 8000, o contra Samper. Y eso en el caso de Alejandro es menos evidente, él es menos radical, menos combatiente por decirlo así. Aunque ha tenido momentos, digamos cuando se destapó el caso de las chuzadas que la revista estuvo muy activa en eso, tuvo un enfrentamiento importante con Álvaro Uribe en el Canal RCN, en un noticiero. Pero en general el trata de ser muy ponderado. Hay también unos momentos que uno no conoce bien como pudo haber sido la influencia, pero seguramente algo habrá pasado cuando tuvo, por ejemplo, de socio al grupo Sandford. Ahí hubo una serie de temas administrativos que derivaron en plata perdida pero además en el retiro del grupo Sandford después.

¿La plata perdida ahí no fue por esos giros editoriales que le dio Isaac Lee?

Claro. Es que Isaac Lee producía ingresos, por un lado, pero gastaba bastante por otros, y hacía unas cosas bastante exóticas; consejos de redacción en Miami, comidas en los restaurantes más caros de Bogotá, viajes y demás. Era un ritmo de gastos bastante osado en una época en que la situación, también tuvo un bajonazo un poco parecido al que se está viendo en los últimos años. Eso afectó, y, de hecho, Felipe durante una buena época no era propiamente fan de Isaac Lee, incluso después de que salió de la revista. Y bueno vamos a ver cómo se desarrolla ahora la cosa con el nuevo socio.

¿Ha habido cambios?

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Hubo una serie de medidas que la revista tuvo que tomar en preparación de esta transacción, de esa adquisición de la mitad de la revista por parte del Grupo Gilinski. En Semana hubo un gran número de despidos el año pasado y en los meses recientes, que terminan afectando la revista, pero sin duda obedecen a una intención de entregar la casa limpia a su nuevo socio, como cuando uno barre la casa porque lo vienen a entrevistar.

Pero esos despidos no han sido a los periodistas reconocidos ni a la gente importante….

Sí, pero de todas maneras eso afecta porque cuando la sección de cultura se fusiona con la revista Arcadia, y la sección de Economía con la revista Dinero y así, se produce eso que llaman de una manera un poco sofisticada sinergias de los equipos para que no haya superposición de funciones ni papeles repetidos. Y es indudable que si la revista Semana tiene un editor de cultura que trabaja en una revista semanal, ese editor no puede tener la misma visión que puede tener el director de Arcadia que es una revista de cultura literaria y mensual. Va a otro ritmo, son otros temas. La revista semanal de todos modos así sea de mucho análisis, de todos modos, tiene que cuidar y velar por la coyuntura, por la actualidad. Eso yo creo que termina afectando. Semana en una época tenía editor de deportes, editor de tecnología, yo fui editor de tecnología varios años, editor de economía, editor de cultura, editor de gente etcétera. Y unos equipos más sólidos en la redacción, ahora no hay tanta gente en la redacción.

¿Cómo haces tu trabajo con independencia? ¿Alguna vez te han censurado en Semana?

Hubo un episodio en 1995, hace casi 24 años, en el cual a Felipe López no le gustó una caricatura y quiso que yo no la publicara, y después de mucho forcejeo, yo resolví que no dejaba alterar ninguna de las caricaturas. Inicialmente él no quería que se publicara esa caricatura, después aceptó que se publicara modificada, y yo no acepté nada. Dije “o todo o nada”. Después hubo un bache de unas semanas en las cuales yo me iba de vacaciones, pero al regreso seguíamos viendo que iba a pasar conmigo en la revista. Decidimos de común acuerdo que mejor no mirara las caricaturas para que no se pusiera el nervioso ni me pusiera a mí en ninguna dificultad. Cuando pinté a sus hermanos, él no me dijo nada. Supe después, las personas involucradas me dijeron que había sido un momento complicado, y que Felipe se había molestado. Pero la verdad yo nunca hablé con Felipe de eso, y no se realmente si fue cierto que él se alteró tanto o no. Lo que me contaron fue que él le había dicho a Isaac Lee, que como había sido posible que él hubiera dejado publicar eso etc., etc. La verdad es que yo cuando hago las caricaturas nunca

96 pienso si es el dueño, o si es el hermano del dueño. Lo que me importa es que sea un tema importante para abordar, y así no solamente con la familia del dueño de la revista, sino también de Alejandro Santos, o los amigos o los que sean, si están en el centro de la noticia en ese momento hay que hacerlo, sobre todo si uno tiene algo que aportar. No se trata solamente de tocar un tema por tocarlo solo porque esté vigente, sino si uno tiene algo importante que decir. Si no tengo nada distinto que decir no me siento en la obligación de hacerlo. La principal condición que pongo para trabajar en un medio es precisamente tener esa independencia.

¿Por qué no en la Semana de Alberto Lleras las caratulas a veces eran ilustraciones o a veces caricaturas?

En la Semana vieja la caricatura se usaba más como ilustración que como opinión y probablemente en una época en la que las fotos en colores eran dispendiosas, caras, pues era mucho más fácil tener a un ilustrador que pintara al presidente de turno, o al político tema de la portada, que tomar una foto y procesarla porque eso era carísimo, complicadísimo, y las técnicas de impresión eran muy precarias.

¿Qué innovaciones trajo la Semana de Felipe López al periodismo colombiano?

Una muy importante importada de The Economist es que nadie firma, solo los de la sección de opinión, y pare de contar. Cuando llegó Isaac Lee a mí me nombraron director creativo de Semana que era un cargo que no existía en la prensa colombiana, existía en las agencias de publicidad, pero en Colombia en los medios no había director creativo, y yo fui el primero de Semana. Semana ha sido una revista muy de opinión, de meterse en las entrañas del poder en efecto, pero no para escribir una noticia como la escriben en todas partes o hacer crónicas muy corrientes, sino para mostrar las historias contadas en una manera amena, en una manera sabrosa, en un manera que entienda la gente. Una cosa que es muy evidente es que es una revista que no es para todo el mundo. Una de las grandes ventajas de Semana es que Felipe conoce muy bien a sus lectores, entonces él sabe para quien está escribiendo, y siguiendo ese conocimiento él hace su trabajo. El escribe para las elites. No es un lector convencional, no es el lector de periódico, sino que es un lector de revista, que busca más cosas de profundidad, de investigación, de análisis.

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¿Por qué fue diferente el cubrimiento que se le dio al gobierno de Uribe que el que se le dio a Santos? ¿Tuvo algo que ver con el director?

Yo creo que se dieron dos cosas. Una es que, por lo menos durante una época, el gobierno de Santos no daba tantos motivos de escándalo como los que daba el gobierno de Uribe, porque es que en el gobierno de Uribe todo su círculo más cercano terminó en líos con las autoridades aquí o en Estados Unidos, incluso. Por otro lado, sí es indudable que, dada la amistad de Felipe, y el nexo familiar de Alejandro, algún impacto tuvo que tener. Yo no puedo decir que el presidente Santos llamaba a que se publicara o no se publicara algo, pero lo que sí está claro es que eso tuvo que tener algún impacto en la revista, porque cuando hay tal cercanía, eso es muy complicado, pero realmente no podría decirlo. Y el problema es que, en muchos casos, el gobierno decía que Semana era muy fuerte con el gobierno, y de la oposición, o sea del uribismo, decían que Semana era muy benévola con el gobierno, entonces mantener ese equilibrio no es fácil. De hecho, yo creo que la credibilidad de la revista si resultó afectada, porque los uribistas lo convirtieron en caballo de batalla, diciendo siempre “el sobrino del presidente, el sobrino del presidente”. Eso lo usaron como bandera para tratar de desvirtuar las denuncias que a veces hacía Semana sobre otros temas.

Felipe López me estaba contando que Alejandro Santos no escribe ¿cómo funciona eso?

Sí, yo creo que es exagerado decir que no escribe, puede decirse más bien que no escribe siempre. El a veces lo hace. Pero indudablemente no es el director que se echa al hombro la cosa. Aunque un buen director es como un técnico; si un director de fútbol ha jugado futbol seguramente entiende mejor las dinámicas del juego que si no ha entrenado. Pero Alejandro tuvo un paso por la Unidad Investigativa de El Tiempo, fue columnista de Cromos y después de Semana. Era rarísimo, en la medida en que dice Felipe, pero lo importante es que un director sepa conocer a su gente, a su equipo, y pueda aprovechar lo mejor de cada persona, y en ese sentido es que se debe medir la labor del director. Hay muchos temas o muchos enfoques que yo haría distintos en Semana como los haría también distinto en El Tiempo, porque esta es una profesión humana, y por ende subjetiva, y el director es quien escoge los temas.

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“En Semana aprendí a ser periodista” María Elvira Samper

María Elvira Samper lleva el periodismo en las venas. Sin embargo, gracias al olfato de Felipe López, como ella misma lo dice, aprendió a ser periodista. Su madre, Lucy Nieto de Samper, escribía en Cromos, cuando en el oficio prácticamente no había mujeres. Su abuelo Luis Eduardo Nieto Caballero (LENC10) fue una de las figuras más importantes del siglo XX; liberal, periodista, diplomático y hombre de letras, luchó por el restablecimiento de la democracia después de la dictadura de Rojas Pinilla. Hoy, María Elvira Samper es considerada la Margaret Thatcher del periodismo colombiano (De Vengoechea, 2016, p.54). Es una mujer vertical, ética, de valores innegociables. Así lo demuestra su proyecto periodístico. Con el noticiero QAP, que fundó junto con María Isabel Rueda, ex columnista de Semana denunció fuertemente el gobierno de Ernesto Samper, cuestionado por la entrada de dineros del narcotráfico a su campaña. Ello le valió que le cerraran el noticiero. María Elvira le reveló a Alejandra De Vengoechea una lamentable paradoja. “Nunca tuvimos problemas cuando hablamos de guerrilla o de paramilitares, pero sí cuando empezamos a denunciar la corrupción oficial. El arma utilizada fue la nueva ley de televisión, impulsada por congresistas amigos del presidente. Gabo, uno de los socios, decía que éramos una fuerza pequeña contra la terrible fuerza del Estado” (p.64). Ello da cuenta del talante periodístico de María Elvira, que, desde su paso por Semana, se destacó por su carácter estructurado. No en vano Felipe López la reconoce como pieza clave fundacional de la revista. Durante los inicios de la revista, Hablar con María Elvira Samper es mirar el periodismo desde una óptica reflexiva. Conserva la agudeza mental de su formación filosófica y no tiene pelos en la lengua para llamar las cosas por su nombre. Fue, en etapas críticas de la vida nacional, la única persona capaz de hacer entrar en razón a Felipe López. Durante los primeros diez años de Semana ocupó los cargos de jefe de redacción, subdirectora, y directora periodística.

10 Maryluz Vallejo en A plomo herido reconoce a Nieto Caballero como “uno de los líderes intelectuales del movimiento republicano que llevó al poder a Carlos E. Restrepo” (p.27).

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Con esta entrevista se reconstruyen pedazos de la historia patria, a partir de una voz que la cubrió desde adentro. Esta sincera conversación invita a rememorar los episodios más desgarradores del país desde el periodismo, y a una reflexión sobre el oficio.

¿Por qué Semana se ha desligado de la tradición de Lleras Camargo?

Nosotros quisimos, inicialmente continuar con la línea de la antigua Semana. Y seguir con esa tradición de convertir las noticias en crónicas, donde era importante el sitio de reunión, como estaba vestida la gente, y buscar esos pequeños detalles que le daban un asidero, un polo a tierra, y una credibilidad a las historias. Eso ya no es igual porque no solo hay cambio en el modelo de negocios, sino también en cómo abordar los contenidos. Después de todo ese esfuerzo que hicimos, eso fue evolucionando hasta el momento de pensar que era mejor tratar los temas con más análisis, tipo más editorial. La revista nació bajo unos principios liberales, no de partido, sino de pensamiento. Después se fue pensado más conveniente entrar al análisis, a las distintas opiniones y aristas de la noticia, y se empezaron a dejar de lado los pequeños detalles del ambiente donde se gestaban las noticias.

¿Cuándo y por qué se decide ese cambio?

En el cambio de las distintas direcciones. A finales de los ochenta y principios de los noventas. Las audiencias o los lectores van cambiando también, van pidiendo otras cosas. Fue una transición paulatina, no fue abrupta.

¿Cómo la convenció Felipe de trabajar en Semana?

Yo estaba trabajando en un noticiero, y yo lo conocía desde hacía mucho tiempo. Un día me llamó y me dijo: “Quiero que venga a hablar conmigo. He visto noticieros y las cosas que usted hace, y quiero que se venga a trabajar conmigo como jefe de redacción”, y le dije “Felipe usted está loco. yo no estudié periodismo, yo no soy periodista. Yo no he escrito y no sé lo que es una rotativa”.

Pero venía de la televisión…

Sí, pero escribía reseñas de libros para Nueva Frontera. Tenía una formación filosófica, más no periodística. Yo venía de la televisión, pero antes venía de la televisión educativa y cultural. Mi

101 formación como periodista era nula. Después me volvió a llamar Plinio Mendoza, que tenía gran experiencia periodística y, además, venía de una familia de periodistas, y me pidió que le ayudara a montar la revista. Me mandó a hacerle un perfil a Hernando Santos, que en ese momento era director de El Tiempo, porque lo habían operado del mismo problema en el ojo que tenía Fidel Castro. Entonces había una noticia de que Fidel Castro había venido a operarse a Colombia. Me dijo: “Mejor dicho, averigua cómo es esa operación, y después escribe un artículo sobre de eso”. Después de negarme, terminé accediendo a escribirlo sin muchas expectativas. Resulté escribiendo como dos o tres artículos. Y después recibí una llamada de Plinio, donde me dijo “De todo lo que he leído, lo de usted es lo que sirve, así que venga a trabajar con nosotros”. Y le digo “pero parta de la base que yo no sé”, y me dijo “Yo le enseño, no se preocupe”. Y así, acabé enrolada en Semana. Empecé los primeros números con colaboraciones y al quinto ya me incorporé formalmente. Era un un ambiente en el que no se daba un peso por el éxito de la revista, porque era época electoral. En la competencia electoral estaba Alfonso López Michelsen. Las revistas en ese entonces eran Consigna y la de Pastrana, que eran como órganos de partido, y Cromos que era “la revista” pero no era de análisis político, sino más bien de peluquería. La revista, como la tenía concebida Felipe, pensando en la vieja Semana, era una revista de carácter político, de análisis de las coyunturas. Cómo el ambiente era de elecciones, y las revistas de carácter político eran organismos de partido, o tenían causas, nadie daba un peso por la revista. Y había el interrogante de que si ganaba López las elecciones teníamos un lastre, enorme. Ese era el ambiente político en el que empezamos.

¿Cuál cree que fue la etapa más influyente de la revista en términos políticos y de opinión pública? Yo creo que la revista fue muy importante al principio, sobre todo los primeros 10 años. Nadie estaba acostumbrado a una revista que nacía de la objetividad -entre comillas porque la objetividad no existe-, pero de un análisis imparcial, no politiquero, ni politizado entonces empezó a tener mucha credibilidad empezó a tener mucha influencia, digamos. Empezamos con el proceso de apertura política de Belisario Betancur. La revista cubrió la negociación política con la guerrilla, Nos tocó toda la crisis económica, toda la crisis de los bancos, yo creo que en ese momento la revista fue un órgano muy muy importante. En el Proceso 8,000 yo creo que también, aunque hubo muchos cuestionamientos pues fue también una revista que destapó

102 muchas cosas. En esa época no teníamos redes sociales, había muchos noticieros. Hoy en día son dos noticieros privados antes éramos como diez. Había más medios de información, y con todo y eso, la revista se destacaba también como por cierta imparcialidad. Mirábamos desde la distancia los acontecimientos. Ahora cada vez está más neutralizada la influencia porque hay más medios, redes sociales, en fin, pero de todas maneras yo creo que Semana es un órgano de opinión que es muy importante para mucha gente. Ahora, obvio es una élite la que la lee, es una revista de los tomadores de opinión. Cada vez las revistas universales van perdiendo importancia, y tienen que buscar más nicho, pero yo creo que por la sorpresa que causamos el momento más importante de Semana fueron esos primeros diez años.

¿Por qué, siendo vital para la consolidación de Semana durante sus primeros años, no llegó a ser directora? Felipe me lo pidió dos veces, pero no se dio. La primera fue en la época del 8000. Estaba de vacaciones en París con unas amigas y me llama Felipe y me dice “Nena, se tiene que devolver, necesito que me dirija la revista. Ernesto Samper se va a caer, y como el que va a recibir la presidencia es el vicepresidente, Humberto de la Calle, y Mauricio Vargas es amigo de Humberto de la Calle, y está muy cerca. El compromiso es que, si Humberto llega a ser presidente, Mauricio sale de la revista, y necesito que usted se venga a dirigirla. Entonces yo le dije “No Felipe, usted está loco. Primero, yo tengo un compromiso con mi propia empresa, con María Isabel Rueda, Hernando Santos, Julio Andrés Camacho, Julio Andrés Villegas, en la que habíamos pedido prestamos porque no teníamos en que caernos muertos”. Y Felipe me dijo “Pero es que ustedes dos sobran, cualquiera puede dirigir el noticiero. Las dos son redundantes, entonces vengase y me ayuda por favor”. Entonces le dije: “No, Felipe. Primero, espérese que el presidente se caiga, que no se va a caer, y segundo yo no voy a dejar a María Isabel colgada de la brocha, ni a mi empresa colgada de la brocha.” Y después, fue esta segunda etapa, cuando ya sale QAP, y nosotros no licitamos, entonces Felipe me dijo “Venga me ayuda, vengase a trabajar a Semana”. Yo le dije “le ayudo en todo lo que quiera, le edito”. Y me dijo que le gustaría que yo fuera directora, pero la verdad es que a mí no me interesaba, entonces le dije que no. Cuando me preguntó que qué cargo me ponía le dije “No me importa, a mí no me dé cargo.” Creo que me pusieron asesora, no tengo ni idea. Pero Felipe en un consejo de redacción dijo que yo iba a regresar a Semana, y que él quería que yo fuera la

103 directora. Yo ya le había dicho que no estaba interesada. Pero la gente que estaba adentro respaldaba a Lee, y les pareció tan terrible que me hicieron la guerra. Yo duré ocho meses. No me gustó lo que estaba sucediendo. Había cosas como turbias. No resistí trabajar en ese ambiente tan contaminado y tóxico, y por eso me salí. Cómo fue ese contraste entre su etapa inicial en Semana y la de Isaac Lee.

La primera etapa en los cierres, los viernes, comíamos un pollo Cali Mio, amarillo, grasoso, con papa salada. Y durante la segunda etapa le dije a Felipe “yo voy pero con la condición de que no me vuelvo a trasnochar. Trabajo con mucho gusto hasta las 9 de la noche.” Y un día me quedé un poco más tarde, y cuando veo, va llegando Harry Sasson para toda la redacción, y me dice Felipe “Mire cómo ha cambiado la cosa”. Con eso le digo todo, pasamos de comer Cali Mío a langostinos. Era una oda a la exageración. Además era un tipo rarísimo, llegaba a trabajar después de las 11 de la mañana, a veces llegaba a las 5 de la tarde. Felipe no se podía comunicar directamente con él porque el tipo era un misterio, sino a través de una asistente. Además, se iba cada ocho días a Miami. Era una cosa desproporcionada.

¿Qué es lo mejor que le dejó Semana?

En Semana aprendí a ser periodista. Le debo mucho a Plinio en términos periodísticos, independientemente de que no seamos cercanos hoy en día. Con él aprendí cómo titular, cómo poner un bajado, que él le llamaba “chapeau” porque venía de Francia. Era un mago, muy audaz. En la parte gráfica la revista era un poco conservadora. Todos los fotógrafos querían tomar la foto muy encuadrada. Además, era la época de máquina de escribir, no había computadores. A mí me tocaba hacer la revisión general, porque yo era jefe de redacción, pero además era editora. Primero le paraban a unos las galeradas en unos papeles milimetrados y le decían a uno “le sobra aquí, corte”. Entonces uno trataba de que no tuvieran que volver a poner el texto. Uno con el bisturí cortaba y empataba, y después volvían a correr eso. Una vez ya estaba el texto definitivo, ya pegado en el papel en el que iba la impresora le ponían a uno un flap en papel mantequilla. Y con díngrafo como había errores de tipeo entonces yo corregía con díngrafo con tinta china ese flap para que después lo corrigieran otra vez, y después ya se iba a la imprenta. Entonces era un trabajo artesanal. En la época de Plinio fue terrible porque era la desorganización total, en sentido de que él era de la vieja guardia, entonces había que trasnochar. Salíamos a las 4 de la

104 tarde de la revista con un poco de carpetas debajo del brazo, al taller donde lo imprimían. En mi época, yo duré diez años en la revista, en que no hubo un solo sábado libre. Trabajamos hasta 2, 3 y 4 de la mañana los viernes, y llegábamos el sábado a las 9, 10 de la mañana y por temprano salíamos a las 3 de la tarde. Después eso se civilizó. Y ya dejó de ser esa cosa tan sangrienta de tener que empezar de cero los viernes a armar las páginas, sino que ya el viernes se hace el último pliego. Era terrible, pero aprendí. Felipe es un tipo con olfato impresionante, Plinio es un periodista integral. Y gracias a eso aprendí en el oficio, ejerciendo el periodismo día tras día y aprendiendo de los errores, y de los aciertos. Era una época super primaria, sin embargo, guardando las proporciones, se hacía mejor periodismo en ese entonces. Había más pasión. Hoy en día hay mucho periodismo de escritorio. ¿Cómo se ejerce un periodismo objetivo en medio de tantos intereses? Yo no creo en la objetividad, sino en el equilibrio, porque cuando escoges un tema sobre otro, cuando escoges una página sobre tres o poner un bocadillo a la noticia, allí, estás ejerciendo un criterio subjetivo. Está movido por tu formación profesional, tus creencias o convicciones políticas, incluso convicciones religiosas si los tienes, todos esos factores influyen ¿Cuál es el secreto? Tratar de ser equilibrado, dar un punto de vista, que lo encuentro en estas personas que yo consulto, que yo pienso que son argumentos de autoridad. Esto es otra cosa, que estén de acuerdo contigo o no pero que sea gente de peso con información, experiencia, que permitan buscar siempre argumentos en pro y en contra tratando de ser equilibrados. Muchas veces obviamente das ciertas conjeturas y sesgos, privilegiando ciertos puntos de vistas a otros pero esto se puede salvar al encontrar cuando hay una identidad intelectual, cuando uno honestamente cree que hay que tomar una posición editorial porque la situación es muy grave. Si se pierde en el equilibrio, al inclinarte más de un lado que hacia el otro, lo haces con honestidad intelectual, con la perspectiva de causas superiores. En el caso del 8000 era muy grave que el presidente fue financiado sin ningún indicio, bueno yo no estaba ahí en la revista, pero era difícil ser tan equilibrado por tantas pruebas y testimonios. En el proceso de paz de Betancur, había que tener mucho cuidado con las fuentes ya que estas siempre eran interesadas, tú sabías que lo que te decían los militares tenían interés porque los militares estaban en contra del proceso de paz. Tú buscabas esa opinión pero buscabas confrontarla o decantarla de tal manera que tuvieras una contrastación. El equilibrio y buscar fuentes de autoridad garantiza un buen periodismo. ¿Semana sigue siendo un referente de opinión?

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Yo creo que sí. ¿Ha mantenido su calidad periodística? Yo diría que hace el esfuerzo, aunque cada vez es más difícil. No solo en Semana sino en los medios por el modelo de negocio y todo eso, cada vez hay menos recursos para financiar. Investigar requiere recursos y tiempo. Esto puede durar dos meses por pistas falsas que te das cuenta que por ahí no era, que el testimonio no era confiable, las dos fuentes te desmintieron, se tienen que volver a recoger los hilos. No siempre hay los recursos para mantener un periodista bien pagado que pueda demorar dos meses en una investigación o más. Entonces hay una presión que se puede pagar con ligereza, pero eso es un fenómeno generalizado, además con tantas noticias falsas, tantos títeres de los medios sociales donde los intereses son de los dueños de los medios. Primero, si uno trabaja para un medio el jefe tiene prioridades que uno no tiene, entonces uno con argumentos da su punto de vista, pero uno a veces pierde y uno a veces gana en las batallas que da, pero yo creo que la clave es la honestidad intelectual y saber uno hasta dónde cede sin ir en el decremento de la calidad de la información. Me parece que sí, que con la escasez de recursos es más difícil hacer un buen periodismo. Además, estamos en una sociedad donde la gente toma partido y trata de buscar argumentos que refuerzan los propios sin tratar de ver qué dicen los que no piensan como igual, o si al escuchar piensan en modificar en parte la razón. Es muy difícil pero lo importante es hacer el servicio bien equilibrado, consultando fuentes de autoridad, no cayendo en la tentación del escándalo por escándalo. Esas son las normas básicas para hacer un periodismo bueno. ¿Dónde se ubica en el espectro político? Creo que soy liberal de pensamiento, pero no de partido, yo no habito en ningún partido. Soy una persona pro-aborto, pro-eutanasia, pro-matrimonio homosexual y adopción. Me parece que por libertad de expresión y de pensamiento mientras uno no afecte a los demás está bien. Adopté un pensamiento liberal de mi familia y en eso estoy y he estado siempre. ¿Cuál fue el momento más difícil vivido en Semana? El año 89 fue terrible. A veces me pregunto cómo sobrevivimos a eso. Ahora, precisamente, escribí un libro sobre todos los horrores vividos en ese año, y me doy cuenta de que nos tocó enfrentarnos a un fenómeno que no entendíamos muy bien. Al entrevistar a los protagonistas de los hechos, veo que ellos tampoco entendían lo que estaba pasando. Eso quiere decir que sí la gente que tenía el poder no alcanzó a dimensionar los fenómenos, nosotros tampoco íbamos a

106 alcanzar a dimensionarlos. Yo creo que aportamos mucho en el ejercicio del periodismo en ese momento. Un momento muy difícil para la gente de Semana, y todos los que trabajamos ahí fue el asesinato de Galán. Entre otras razones porque, por ejemplo, Mauricio Vargas, que entonces era el director, estaba palabreado para irse a trabajar como jefe de prensa de Galán si ganaba la presidencia. Yo era bastante cercana a Galán, Pilar Calderón también. Fue un golpe muy fuerte para el país porque en Galán había un liderazgo político y moral, que estaba haciendo falta. Muchos lo calificaron como “muy moralista”, pero viéndolo, ya en retrospectiva, se necesitaba. El país estaba afectado, pero muchos de nosotros estábamos afectados también en lo personal. Fue muy difícil escribir esa carátula. Fue un año muy difícil para ser periodista. Hablemos de esa época… Otro momento muy difícil fue el asesinato de Antequera. Yo llegaba ese día de México y traía una entrevista con Gabo y la carátula de El general y su laberinto debajo del brazo. Cuando llegué, había una conmoción en el aeropuerto. Mandaron a una persona de la revista a recogerme. Le pregunté “¿Qué está pasando?”, y me dijo “No sé, pero ha habido tiros”. Prendimos el radio y en esas dicen “Es un atentado, está asesinado Antequera. Ernesto Samper está herido”. Yo quedé en shock, y cuando llegué a la revista subí a la oficina de Felipe, y le dije “¡Carajo, no más!”, era tal la angustia con la que vivíamos. Así se tituló la carátula. Obviamente, pasó a segundo plano la carátula de Gabo. La dejamos para el siguiente número y nos dedicamos a darle prioridad al asesinato de Antequera. ¿Cómo elegían las portadas? Había unas obvias. Cuando la noticia es muy grande pues ahí está la portada. Otras veces, tratábamos de que no fueran siempre portadas políticas. Cuando había discrepancias en cuanto a que carátula seleccionar, hacíamos discusiones internas. Una cosa bien importante ahí es que el proceso de Semana era muy democrático, de mucha discusión en el que todo el mundo participaba, no había imposiciones. ¿Un error del que todavía se acuerde? Una de nuestras grandes embarradas, pero, además alimentada por una fuente que se suponía que sabía mucho: Patarroyo. Hicimos un artículo titulado El sida escándalo chimbo. Uno viene a darse cuenta después, que si bien el señor era una eminencia, tenía unos intereses, entonces decía que era puro cuento de los gringos. Pero, en realidad, eso le restaba recursos a la investigación en

107 la malaria, que era lo que él estudiaba. Ahí la embarramos, y fíjate con una fuente de autoridad, nos dejamos meter el dedo en la boca.

A propósito de lo que comentaba hace un rato sobre el estar sumergidos en un fenómeno que había permeado la vida nacional, pero del que no se tenía claridad, ¿qué artículo recuerda de esa etapa?

Fue muy difícil escribir el artículo del Robin Hood paisa, por el cual fuimos muy criticados a posteriori. Lo escribimos con María Isabel y con Felipe a tres manos. Teníamos información, entonces sabíamos que podía ser peligroso (Pablo Escobar) pero no sabíamos qué tanto. Era muy fácil criticar, pero estar ahí sumergidos en eso sin saber cómo se movían las cosas era muy duro.

Cuénteme como se hizo la crónica de la toma al Palacio de Justicia por el M19. Es un ejemplo de periodismo de calidad, tiene ritmo, enfoque, documentación.

Sí. Yo creo que la toma del Palacio de Justicia es una de las grandes crónicas porque si usted la lee, ya sabiendo lo que pasó en el Palacio de Justicia se sorprende de que nosotros, con el Palacio aun echando humo, logramos reconstruir y hacer una crónica. Para mí, la mejor crónica que se ha hecho en toda la historia de la revista, por las circunstancias. Es que estuvo dos días incendiado el palacio y nosotros hicimos una crónica que uno se pregunta “¿cómo lo logramos?”. El proceso fue el siguiente; nos distribuimos fuentes. Unos se fueron a Palacio, otros buscaron a los ministros. Y así fuimos reconstruyendo. Teníamos un ilustrador apellido Valencia e hicimos una secuencia gráfica de, por ejemplo, como se había salvado un magistrado que tenía un problema en la pierna y no podía caminar. Me acuerdo de esa figura. Hicimos como un proceso gráfico de lo que había podido pasar internamente. Además, en esa época trabajamos mucho en equipo. Entre 3 y 4 personas reconstruíamos, una escribía y aportaba, y los otros iban diciendo “yo creo que hay que meter eso”. Nos demoramos un montón, pero eran trabajos de equipo aún en la misma redacción. Yo trabajé muchos artículos junto con Mauricio Vargas, Felipe y María Isabel, o Laura Restrepo y yo, o Felipe y yo, con Plinio trabajamos varias veces también. Y eran unas peleas tenaces. Plinio: “no me queme la historia desde el primer párrafo”, y entonces yo le respondía: “Ya le dije que yo no sabía, yo vine aquí fue a aprender”. Era a los totazos. Había un trabajo de equipo muy difícil que generó las trasnochadas. Así que nunca se terminaba de escribir un artículo. Era un sistema de trabajo muy peculiar, pero dio muy buenos

108 resultados. En esa época éramos tan poquitos que la revista la escribíamos casi entre 2 y 3 personas. En esa época, éramos toderos. Hoy en día hay mucha más especialización. Nosotros hacíamos de todo.

¿Por qué la caída del muro de Berlín no fue portada?

Creo que se debe al hecho de que el periodismo colombiano mira muy poco las coyunturas internacionales. Eso fue en noviembre del 89, año fatídico para Colombia. Es que el 6 de noviembre fue la bomba del DAS. El muro de Berlín se cae y uno está es en otra cosa. La situación interna del país era tan violenta que estábamos mirando para adentro y de golpe no dimensionamos lo que significa. Es más, toda esa arremetida contra la Unión Patriótica se da en el marco de la Guerra Fría. Y ahí están los comunistas y ahí están los enemigos a vencer.

La revista de Alberto Lleras daba una mirada muy profunda a los temas internacionales…

En general en Colombia, el periodismo internacional es muy pobre. Creo que es un defecto de todo el periodismo colombiano, somos muy parroquiales, nos miramos mucho a nosotros mismos y en los asuntos internacionales nos importa sólo lo que pasa en Estados Unidos, básicamente. Estamos más interesados en Estados Unidos que en los vecinos, salvo ahora Venezuela. Brasil es una cosa que no aparece nunca. Argentina y Chile tampoco, salvo la Guerra de las Malvinas, o las dictaduras. La época de las dictaduras casi no aparece. Creo que eso es un defecto del periodismo colombiano, mas no de Semana. Es que la situación interna, de verdad estaba muy complicada. Imagínate, en un momento dado Felipe entró a la redacción, yo estaba con María Isabel, y nos dice “Acabo de hablar con Maza, y les voy a tener que poner a ustedes escoltas, porque hay una noticia de que van a secuestrar a una de las Marías, entonces las vamos a tener que proteger a las dos”. Eso me duró solo un par de meses porque yo me desesperé. Ay no, un tipo siguiéndome con una pistola, más bien a mí que me cojan y yo me entrego. Porque mientras el señor se defiende, dispara, lo acribillan, lo matan, y uno con el cargo de consciencia y con la responsabilidad con la familia del señor. No más bien uno se entrega sin violencia, yo pensaba. En esa época, yo andaba con un caucho, porque yo en ese momento tenía pelo largo, y una muda de calzones. Cuando uno está en ese punto, pues que se caiga el muro de Berlín, nosotros estábamos era sobreviviendo.

¿Cómo es Felipe López?

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Es un tipo brillante, con un sentido del humor muy ácido, difícil de entender para el que no lo conoce, que a veces raya en el cinismo. Es un tipo con un olfato impresionante. Informado hasta los huesos. Obsesionado con determinadas cosas, él sufre más por los confidenciales de Semana que por el artículo de carátula. Él considera mucho menos funesta la clase política que los periodistas en general. Se sabe toda la historia de la Segunda Guerra Mundial de pe a pa. Le encantan las historias de los presidentes, se las sabe de memoria. Es un tipo que ha vivido dentro de las entrañas del poder. Es un tipo que respeta mucho la opinión de los otros, y aún estando en desacuerdo, si considera que algo es mejor para la revista, él lo acepta. Es un tipo que yo admiro porque no tiene odios, ni resentimientos, ni rencores. Es un tipo frío y super generoso. Es un tipo muy especial.

Ha perdido muchos amigos por cuenta de la revista…

Sí, pero es que esos son los gajes del oficio. Pero es el tipo más informado que hay, y tiene todos los accesos. Y lo odian un día, y al otro día ya lo dejan de odiar. Pero es que a las personas que están en el foco publico nada más les gusta que hablen bien de ellos, y cuando hay críticas no les gusta. En la época de Barco, varios ministros me llamaban a reclamarme. Recuerdo una ocasión en la que le dije a uno de esos ministros: “pero eso sí cuando decimos que les va bien usted no llama aquí a dar las gracias, hay que rogarle para que nos ayude, y entonces hoy sí llama a quejarse. Sólo llama para quejarse, y le voy a decir una cosa, a usted un ministerio si le dura mucho tiempo, le dura cuatro años, pero a mí el periodismo me dura toda la vida. Entonces créame que cuando lo criticamos lo hacemos con fundamento, y cuando lo ponderamos lo hacemos con fundamento”. Felipe en eso es super equilibrado pero, como le digo, el tiende a pensar que hay más inocentes de lo que los periodistas en general creemos. Es más flexible en la mirada frente a los políticos, que el grueso de los periodistas. Pero es un tipo excepcional. Trabajar con él… le dan unas furietas y después se le pasan. Es un tipo brillante, la prueba es que contra todo pronóstico sacó adelante una revista que lleva más de 30 años. Y pasamos las duras y las maduras, nos pagaban pésimo, trabajamos en unas oficinas llenas de goteras, ni siquiera cada periodista tenía su propia máquina, nos teníamos que turnar. Los primeros siete años fueron terribles.

Un episodio de esa época…

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En el gobierno Betancur, se estaba discutiendo si Colombia se pedía o no la serie del mundial de fútbol y detrás de eso estaba el Grupo Grancolombiano. Finalmente se decidió que no, y yo titulé “Y no era el dueño del balón”. Al otro día entra Felipe bravísimo “¿Quién puso este titular?” yo dije “Yo, ¿por qué?”, y me dijo “por cuenta suya vamos a perder los tres avisos que tenemos del Grupo Grancolombiano”. Y le dije “pues déjeme y yo hago mis movimientos”. Entonces llamé a María Jimena Duzán de El Espectador y le dije “alerta, que nos puede pasar lo de ustedes” porque El Espectador estaba sitiado por ese grupo. Entonces dijimos: “No, hagamos un escándalo de eso, cómo así que uno no puede decir lo que quiere porque entonces le quitan la pauta a uno?” Y eso era la supervivencia de la revista, porque vivíamos en déficit, vivíamos en rojo. Finalmente, se le pasó la rabia y no pasó nada. Pero yo sí iba a hacer un escándalo de eso, cómo así que uno no puede uno titular así porque nos amenazaban con quitarnos los cuatro avisos que teníamos? No, fatal.

Otro momento que fue muy divertido, cuando estaba de moda la serie Dinastía, escribimos un artículo diciendo que el protagonista era una mezcla de Julio Mario Santo Domingo, Carlos Ardila y Sarmiento Angulo… Bueno, eso se volvió el lío. Las revistas Semana que subían en los aviones, Avianca las quemaba. Hubo un conflicto tan fuerte con el Grupo Santo Domingo que le quitaron la pauta a Felipe.

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Conclusiones: La revista Semana ha sido en sus dos etapas una publicación emblemática, con reconocimiento en todo el continente. En la actualidad, con las transformaciones sociales, que, a su vez, generan cambios en el consumo (cómo se dijo en este trabajo anteriormente, los receptores también están condicionados por sus propios marcos de interpretación, y sus formas de relacionarse con la información (Giménez, 2006, p.58), las revistas, como medio impreso, están desapareciendo. En Latinoamérica, como publicaciones de análisis político, solo sobreviven Veja de Brasil, y Semana de Colombia. Felipe López, entrevistado para este trabajo, explica que ello se debe a que Semana es un fenómeno bastante extraño, ya que “la revista Time no es tan influyente en Estados Unidos como Semana lo es en Colombia”. Ello se debe a la credibilidad que ha construido el medio, y también a que ha sabido detectar una vacío, creando una necesidad. En otras partes del mundo, los periódicos son más fuertes los fines de Semana, y hay mucha más diversidad. En Colombia somos aún un poco precarios, en ese sentido. Semana se ha ocupado de llenar ese vacío, además de ofrecer al lector una visión de como se mueven las entrañas del poder. Semana cuenta algo a lo que el grueso de la gente no tiene acceso. Al respecto, señaló Vladdo, en entrevista para este trabajo, “Los otros medios o no tienen acceso a eso, o simplemente no les importa”. El prestigio de Semana en sus dos etapas puede constarse en el reconocimiento que la comunidad periodística le ha otorgado. Tanto Felipe López como Alberto Lleras Camargo ganaron el premio internacional de periodismo María Moors Cabot, siendo este último el primer colombiano en la historia en recibirlo.

A propósito del punto anterior, la línea editorial de la Semana de Felipe López se ha caracterizado por su capacidad de denuncia producto de minuciosas investigaciones, muchas de las cuales le han otorgado importantes reconocimientos. La labor de periodistas investigativos como Ricardo Calderón ha sido clave en estos casos. Informes como Torturas en el Ejército (2006), Tolemaida Resort (2011), han sido merecedoras del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, y han tenido repercusiones en al ámbito político. La Semana de Alberto Lleras Camargo tenía otro perfil. Sus artículos iban más dedicados al resumen, e incluso, al análisis. Un caso emblemático de esta primera etapa, por ejemplo, es el reportaje que hizo Hernando Téllez sobre el 9 de abril, que de hecho fue reproducido en la segunda Semana, como importante testimonio histórico. Prueba de ello, está en que, hoy, 71 años después de sucedido “El Bogotazo” sigue siendo vigente este texto. En otras palabras, en ambas épocas la revista ha sido

112 activamente demócrata. Durante su primera etapa, fue una exponente del periodismo moderno, que se caracterizó por analizar los acontecimientos, aunque, como se mencionó en este trabajo, tuvo unos quiebres editoriales muy fuertes bajo la dirección, por ejemplo, de Luis Zornoza Falla. Además, fue precursora de secciones como “ciencia”. Como puede verse en este trabajo, la Semana de Felipe López, también heredó esto de su antecesora. Durante esta segunda etapa, retoma el espíritu moderno con el paradigma de la objetividad, innovando en cuanto a un modelo de periodismo interpretativo, donde en ocasiones, se entrelaza la opinión con los hechos. Se ha caracterizado por su labor investigativa, que ha llevado a destapar grandes escándalos, como los citados en este trabajo.

Semana I y Semana II se diferencian en cuanto la mirada que se hace de la mujer. La primera, refuerza un estereotipo machista, no solo en sus contenidos, sino también en el hecho de que el equipo periodístico era casi en su totalidad compuesto por hombres. No obstante, ello es un resultado del contexto que la engendró; el hecho de qué las mujeres no pudieran votar en Colombia, sino hasta 1957 ayuda a explicar el que se posibilitara cierta actitud segregadora. Es decir, no sería justo achacarle a la revista la mirada que se hacía de la mujer, porque la revista, es también una hija de su tiempo. Ahora, si bien durante sus primeros años todos los periodistas y colaboradores eran hombres, con la llegada de Alberto Zalamea, se incluyó una columna de la crítica de arte argentina, Marta Traba, quien además era la esposa de Zalamea. En la segunda etapa de Semana, Colombia era diferente. La presencia de María Elvira Samper fue vital para la consolidación de Semana en sus inicios. Así mismo, la revista, en sus contenidos, jamás segregó a las mujeres, sino que les posibilitó expresarse dentro de un marco de relativa igualdad. En cierta medida, ello evidencia que los conceptos que se tienen de los roles van mutando a la par con las transformaciones sociales. Los cambios sociales, se dan, a partir de unas reivindicaciones, como en el caso de la mujer, y es, a partir del lenguaje donde esto se hace evidente. Rojas Torrijos, recogiendo a Quilis, señala que estas reivindicaciones “exigen una adaptación de la lengua para liberarla de “estereotipos discriminatorios” (Rojas, 2010, p.4). Los medios, en este caso revista Semana, son la prueba tangible de esos transformaciones históricas. En la primera etapa de Semana, si una mujer era noticia por sus cualidades intelectuales, su artículo iba en la sección “mujeres”, en vez de ir en la sección de “nación”. Un ejemplo claro, cuando la jurista colombiana Aydee Anzola fue portada en 1954, aunque los criterios para elegirla de portada daban cuenta de su importancia, su artículo fue trabajado en la sección

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“mujeres” (ver anexos). En la segunda Semana, no pudo encontrarse tal diferenciación, a partir de lo estudiado.

La revista desde su surgimiento ha mantenido ciertas continuidades editoriales en sus dos etapas. En ambas revistas, se da la política de no firmar, de manera que los contenidos quedan sujetos al nombre de la revista, y no son asociados con ningún periodista en particular, sino con Semana. Claro está, exceptuando el caso de los columnistas y caricaturistas. Los identificables terminan siendo el dueño y el director. Semana es una revista que se hace colectivamente, en el que los artículos son el producto del intercambio entre los periodistas, y la política de no firmar refleja esto. Esta política fue algo nuevo en el periodismo colombiano, tanto en Semana I como en Semana II rompiendo así con una tradición prestablecida. Esta innovación fue importada del modelo de “The Economist”, en su segunda etapa, y del modelo “Time” en su primera.

Semana fue, y sigue siendo, una revista civilista y defensora de los ideales democráticos. Ha mantenido ese destino histórico de pacificación nacional, latente desde la época de Lleras Camargo, y muy relacionado con su proyecto político. En todas sus etapas ha apoyado los distintos procesos de paz. Semana I, inicialmente fue un soporte ideológico para el acuerdo de pacificación, formulado por Lleras Camargo junto con Laureano Gómez, conocido como Frente Nacional. Incluso antes de la consolidación de este trato, se caracterizó por alejarse del modelo incendiario latente en la prensa colombiana de esos tiempos. Por el contrario, buscó reconciliar a un país que se encontraba enardecido por la oleada de violencia que lo azotaba. Aunque, las ideas del liberalismo están soterradas en la revista, hace un esfuerzo por no ser descaradamente evidente, y sobre todo intenta conciliar. Un ejemplo claro de esto es recogido por Maryluz Vallejo en Revista Semana (1946-1961): Plataforma periodística del Frente Nacional (Vallejo, p.342), al citar el llamado de la revista en plena crisis del 9 de abril de 1948 a apoyar al gobierno conservador de Mariano Ospina Pérez: “El primer campo de experimentación para la tregua política y la unión nacional pactada por los partidos Liberal y Conservador, ha sido el de la prensa. Los periódicos de una y otra tendencia son adquiridos ansiosamente y leídos con interés febril por todos los ciudadanos del país” (Vallejo, p.342).

Aunque, revista Semana no tiene editorial, editorializa todo el tiempo, pues innovó al traer un estilo en el que se imbrica el análisis con la opinión, como se evidencia casos citados anteriormente, por ejemplo el artículo titulado “NO a la reelección”, que hizo referencia a la

114 segunda reelección de Uribe, denota una posición ideológica de la revista. Los títulos son ingeniosos, y muchas veces toman herramientas de la literatura. Por ejemplo, en el caso de la toma del Palacio de Justicia por el M-19, se utiliza de manera ágil “28 horas de terror”. El título sintetiza e ilustra el drama vivido en uno de los episodios más sangrientos de la historia reciente colombiana. Otras veces los títulos hacen referencia a lugares comunes de la cultura popular por ejemplo el uso “Rambo” para referirse al jefe paramilitar Fidel Castaño. En ello, resulta innegable la agilidad de Felipe López, padre de este modelo, que instituyó un sello a Semana. En entrevista para este trabajo de grado, López dijo que uno de los factores diferenciales de Semana es, precisamente, que se le trata de dar “swing” (sabor) a los artículos, de manera tal que en una nota de Semana “puede decirse, por ejemplo, que Trump se parece a Maduro en sus arrebatos impulsivos”. En cuanto al estilo, hay diferencias muy evidentes, como por ejemplo que en la Semana de Alberto Lleras, los títulos son de carácter literal, mientras que en la Semana de Felipe López hay más juegos metafóricos. Por ejemplo, las primeras cinco portadas de la Semana de Alberto Lleras fueron: Mariano Ospina, Gaitán, Umaña Bernal, Echandía, y López de Mesa (ver anexos), mientras que la de López, como se demostró, en el análisis llevado a cabo, emplean una serie de referencias, y juegos metafóricos.

La Semana de Felipe López, indiscutiblemente se inspiró en la de Alberto Lleras, como pudo constatarse al analizar, tanto la Semana de Lleras, como las primeros números de la Semana de López, donde se hace más evidente la influencia de la Semana “llerista”. Aunque, paulatinamente, la segunda Semana fue desligándose del influjo de su primer fundador, lo cual se debe a los cambios sociales, económicos, políticos, ideológicos, en las formas de consumo. El estilo inicialmente se caracterizó por escribir artículos sobre actualidad política a modo de crónica. Por ejemplo, basta con analizar la nota que se hizo en 1990 sobre Fidel Castaño titulada “Rambo”, citada en este trabajo. Poco a poco, Semana fue evolucionando y dejando atrás este estilo narrativo que tanto prestigio le dio. Ello puede sustentarse con el testimonio de María Elvira Samper, quien dijo a este trabajo de grado que en Semana “quisimos, inicialmente continuar con la línea de la antigua Semana. Y seguir con esa tradición de convertir las noticias en crónicas, donde era importante el sitio de reunión, como estaba vestida la gente, y buscar esos pequeños detalles que le daban un asidero, un polo a tierra, y una credibilidad a las historias. Eso ya no es igual porque no solo hay cambio en el modelo de negocios, sino también en cómo abordar los contenidos. Después de todo ese esfuerzo que hicimos, eso fue evolucionando hasta

115 el momento de pensar que era mejor tratar los temas con más análisis, tipo más editorial. La revista nació bajo unos principios liberales, no de partido, sino de pensamiento. Después se fue pensado más conveniente entrar al análisis, a las distintas opiniones y aristas de la noticia, y se empezaron a dejar de lado los pequeños detalles del ambiente donde se gestaban las noticias”.

En cuanto a contenidos, también pueden encontrarse ciertas congruencias, tales como las temáticas. La actualidad política, y el acontecer mundial, han sido, en gran medida -exceptuando la dirección de Isaac Lee- el fuerte de la revista. Ahora bien, durante su primera etapa casi la mitad de las páginas de la revista iban dedicadas a la sección “El Mundo” (ver anexos), mientras que en la segunda Semana es alrededor del 10% de la revista que se dedica a esto.

En términos cuantitativos, este trabajo pretende hacer una contribución al campo del saber, que sirva como punto de partida, o como completo, de futuras investigaciones. Llegar a estas conclusiones fue un arduo trabajo que requirió tiempo, y sobre todo, empuje. Se tomaron como referencia los primeros ocho años de vida de la Semana de Alberto Lleras para contabilizar los criterios de selección de los contenidos. Así, se llegó a la conclusión de que de los años que van de octubre de 1946 a octubre de 1954, el 44% de las portadas fueron dedicadas a la sección “Nación” (donde se trataron temas coyunturales de carácter político), el 41% de las portadas se dedicó a vida cotidiana, el 11% a la sección “el mundo” (que cubría temas internacionales), y el 3% fue dedicado a “la prensa” (ver anexos).

Ahora, otra conclusión a la que se pudo llegar fue que la pretensión de objetividad de la revista fue practicada desde su selección periodística, ya que hubo paridad en cuanto a cubrimiento de liberales y conservadores. El 50% de las portadas fueron dedicadas a liberales, y el otro 50% fue dedicada a conservadores (ver anexos).

Otro punto interesante por señalar es que el 6,25% (ver anexos) de las portadas fue dedicada a la mujeres, lo cual ayudó a sustentar la intuición inicial de que había un estereotipo machista en la época. Cabe señalar que muchas de las mujeres tenían cargos públicos, pero sus artículos eran remitidos a la sección “mujeres”, simple y llanamente por su condición de género.

Por último, pero no menos importante, como se pudo notar a través de este trabajo, la revista Semana sirve como fuente histórica para volver a los acontecimientos que marcaron el rumbo del país. Las nuevas generaciones, pueden acercarse, desde las páginas de Semana a las

116 distintas épocas de la vida nacional. Este medio, que en su primera etapa se caracterizó por hacer crónicas sobre los momentos políticos cruciales (y durante los primeros diez años de su segunda etapa, así lo hizo también), ofrece, en mayor medida que los periódicos, una visión más analítica y detallada de los hechos, pues su condición de revista semanal, le da un lapso un poco más largo para reconstruir la información, y busca un ángulo diferente al de los periódicos, enriquecido por su capacidad de análisis.

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122

Anexos

Figura 1 Clasificación portadas por secciones

123

Portadas de Revista Semana oct. 1946-oct. 1954

3%

44% 41%

11%

Nacional (184) Mundo (47) Vida Cotidiana (172) Prensa (13)

Tabla 1 Portadas de revista Semana octubre 1946-octubre 1954

Distribución de Conservantes y Liberales en portadas Revista Semana oct. 1946-oct. 1954

50% 50%

Conservadores Liberales

Tabla 2 Portadas de Conservadores y Liberales en revista Semana octubre 1946-octubre 1954

124

Mujeres en portadas de Revista Semana oct. 1946-oct. 1954

6.25%

93.75%

Mujeres (26) Resto (390)

Tabla 3 Mujeres en Portadas de revista Semana octubre 1946-octubre 1954

Fecha Volumen Número Portada 28/10/1946 1 1 Mariano Ospina Perez 4/11/1946 1 2 Gaitán 11/11/1946 1 3 Umaña Bernal 18/11/1946 1 4 Echandía 25/11/1946 1 5 López de Mesa 2/12/1946 1 6 Calibán 9/12/1946 1 7 Stalin 16/12/1946 1 8 Los juegos del caribe 23/12/1946 1 9 Monseñor Perdomo 30/12/1946 1 10 Laureano Gómez 4/01/1947 1 11 Los reyes magos (portada de Scandroglio) 11/01/1947 1 12 Urdaneta 18/01/1947 1 13 Santos 25/01/1947 1 14 "Petaca"Rodríguez y "Chita" Miranda 1/02/1947 1 15 Guillermo León Valencia 8/02/1947 1 16 Carlos S.De Santamaría 15/02/1947 1 17 Profesor Belisario Ruíz Wilches 22/02/1947 1 18 Fernando Mazuera Villegas 1/03/1947 1 19 La primera dama 8/03/1947 1 20 Profesor Miguel Arteaga 15/03/1947 1 21 General Delfín Torres Durán 22/03/1947 2 22 Luis Cano 29/03/1947 2 23 Zuleta Ángel 5/04/1947 2 24 Juan Lozano y Lozano

125

12/04/1947 2 25 Augusto Ramírez Moreno 19/04/1947 2 26 Padre Félix Restrepo 26/04/1947 2 27 Hernando Téllez 3/05/1947 2 28 Gerardo Molina 10/05/1947 2 29 Gonzalo Mejía 17/05/1947 2 30 Alberto Lleras 24/05/1947 2 31 Luis Ignacio Andrade 31/05/1947 2 32 Coronel Miguel Ángel Hoyos 7/06/1947 2 33 Alfonso Palacio Rudas 14/06/1947 2 34 Camilo De Brigard Silva 21/06/1947 2 35 Solita Salgado 28/06/1947 2 36 Martin del Corral 5/07/1947 2 37 Agustín Nieto Caballero 12/07/1947 2 38 Alfonso López 19/07/1947 2 39 General Francisco de Paula Santander 26/07/1947 2 40 Rafael Azula Barrera 2/08/1947 3 41 Augusto Durán y Gilberto Vieira 9/08/1947 3 42 Armando Solano 16/08/1947 3 43 Domingo Esguerra 23/08/1947 3 44 Luis Navarro Ospina 30/08/1947 3 45 Silvio Villegas 6/09/1947 3 46 "Manolete" (Manuel Rodríguez) 13/09/1947 3 47 José María Velasco Ibarra 20/09/1947 3 48 André Maurois 27/09/1947 3 49 Doña Mercedes Sierra v.de Pérez 4/10/1947 3 50 Francisco de Paula Pérez 11/10/1947 3 51 Lucas Caballero Calderón 18/10/1947 3 52 Profesor Roberto Franco 25/10/1947 3 53 Luis María Murillo 1/11/1947 3 54 Jorge Franklin 8/11/1947 3 55 José Gutiérrez Gómez 15/11/1947 3 56 Princesa Isabel 22/11/1947 3 57 Gabriel Turbay 29/11/1947 3 58 Esteban Jaramillo 6/12/1947 3 59 Jorge Álvarez Lleras 13/12/1947 3 60 Camilo Daza 20/12/1947 3 61 Gonzalo Restrepo 27/12/1947 3 62 Navidad… ven a nuestras almas… 3/01/1948 4 63 Carlos Lleras Restrepo 10/01/1948 4 64 Diego Luis Córdoba 17/01/1948 4 65 Luis (tiburón) González 24/01/1948 4 66 José Antonio Montalvo 31/01/1948 4 67 Gustavo Matamoros

126

7/02/1948 4 68 Gandhi 14/02/1948 4 69 Rómulo Gallegos 21/02/1948 4 70 Carlos Martínez 28/02/1948 4 71 Diego Montaña Cuellar 6/03/1948 4 72 Joaquín Estrada Monsalve 13/03/1948 4 73 Plinio Mendoza Neira 20/03/1948 4 74 Douglas Mc Arthur 27/03/1948 4 75 Simón Bolívar 3/04/1948 4 76 George Marshall 10/04/1948 4 77 Rómulo Betancourt 17/04/1948 4 24/04/1948 4 78 y 79 ("La capital de la nación"… resurgirá de sus cenizas") 1/05/1948 4 80 Germán Ocampo 8/05/1948 4 81 José María Bernal 15/05/1948 4 82 Henry Wallace 22/05/1948 4 83 Paul Rivet 29/05/1948 4 84 Carlos Echavarría 5/06/1948 4 85 Samuel Arango Reyes 12/06/1948 4 86 Manuel Mejía 19/06/1948 4 87 Joe Walcott & Joe Louis 26/06/1948 4 88 Pio XII 3/07/1948 5 89 Gonzalo Restrepo Reyes 10/07/1948 5 90 El gobernador Arango Ferrer 17/07/1948 5 91 Ospina y Echandía 24/07/1948 5 92 Candidato Truman 31/07/1948 5 93 Leónidas Lara 7/08/1948 5 94 Rafael Maya 14/08/1948 5 95 Gilberto Álzate Avendaño 21/08/1948 5 96 El peso colombiano… alma de oro y cuerpo de papel 28/08/1948 5 97 Padre Enrique Pérez Arbeláez 4/09/1948 5 98 Eduardo Carranza 11/09/1948 5 99 Fernando Gómez Martínez 18/09/1948 5 100 El general Charles de Gaulle 25/09/1948 5 101 Arturo García Salazar 2/10/1948 5 102 Antonio Puerto 9/10/1948 5 103 El camarada Molotov… el golpe avisa 16/10/1948 5 104 Roberto García Peña 23/10/1948 5 105 Ignacio Gómez Jaramillo 30/10/1948 5 106 El candidato Dewey… pronóstico conocido 6/11/1948 5 107 Hermano Apolinar (Nicolás Seiller) 13/11/1948 5 108 Oscar y Juan Gálvez 20/11/1948 5 109 El zar de los precios Rivera Valderrama 27/11/1948 5 110 Jorge E. Cavalier

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4/12/1948 5 111 El portero Julio Gaviria 11/12/1948 5 112 Mao Tse Tung 18/12/1948 5 113 Ministro Castro Monsalvo 25/12/1948 5 114 Cuadro de Rafael "La virgen y el divino niño" 1/01/1949 6 115 Lucho Bermúdez 8/01/1949 6 116 Pedro Nel Gómez 15/01/1949 6 117 Eleanor Roosevelt 22/01/1949 6 118 Obispo Caicedo Téllez 29/01/1949 6 119 El portero Efraín Sánchez 5/02/1949 6 120 Haya De La Torre 12/02/1949 6 121 El ministro Jorge Bejarano 19/02/1949 6 122 El presidente Galo Plaza 26/02/1949 6 123 Francisco J. Chaux 5/03/1949 6 124 El embajador Echeverri Cortés 12/03/1949 6 125 Luis Ángel Arango 19/03/1949 6 126 Alejandro Ángel Escobar 26/03/1949 6 127 Candelita de Rojas 2/04/1949 6 128 Un poeta joven: Fernando Arbeláez 9/04/1949 6 129 Jorge Eliécer Gaitán 16/04/1949 6 130 El atleta Jaime Aparicio 23/04/1949 6 131 El coronel Herbert Boy 30/04/1949 6 132 Franz J. Leeb 7/05/1949 6 133 El maestro Baldomero Sanín Cano 14/05/1949 6 134 El pintor Alejandro Obregón 21/05/1949 6 135 El general del aire Lema Posada 28/05/1949 6 136 El registrador Aníbal Cardoso Gaitán 4/06/1949 6 137 Elecciones en Colombia 11/06/1949 6 138 Carlos Lleras Restrepo 18/06/1949 6 139 Carlos Echeverri Herrera 25/06/1949 6 140 El etnólogo Luis Duque Gómez 2/07/1949 7 141 Laureano Gómez 9/07/1949 7 142 Adolfo Pedernera 16/07/1949 7 143 El sismólogo Jesús Emilio Ramírez, S.J 23/07/1949 7 144 José María Villareal 30/07/1949 7 145 Daniel Lemaitre 6/08/1949 7 146 El obispo Miguel Ángel Builes 13/08/1949 7 147 Jorge Uribe Marquez 20/08/1949 7 148 El gerente de la Grancolombia Álvaro Diaz 27/08/1949 7 149 Pachoeladio Ramírez 3/09/1949 7 150 La bailarina Cecilia López 10/09/1949 7 151 El banquero Francisco José Ocampo 17/09/1949 7 152 El escritor Eduardo Caballero Calderón 24/09/1949 7 153 Castillo Pineda presidente de la Corte

128

1/10/1949 7 154 El periodista Alejandro Galvis Galvis 8/10/1949 7 155 Darío Echandía 15/10/1949 7 156 Un hombre de Armenia: Vicente Giraldo G. 22/10/1949 7 157 Laureano Gómez 29/10/1949 7 158 El gerente Edmundo Merchán 5/11/1949 7 159 Ilustración paloma ("el símbolo de la paz") 12/11/1949 7 160 Los entrenadores Carlos Aldabe y Adelfo Magallanes 19/11/1949 7 161 El padre Roberto Jaramillo 26/11/1949 7 162 El pintor Gonzalo Ariza 3/12/1949 7 163 Jorge Restrepo Hoyos (De la Avianca) 10/12/1949 7 164 El investigador José María Garavito 17/12/1949 7 165 El comerciante de orquídeas Luis Felipe Osorio 24/12/1949 7 166 Vitral de Navidad 31/12/1949 7 167 El hombre del medio siglo: Einstein 7/01/1950 8 168 Guillermo y Hernando Herrera Carrizosa 14/01/1950 8 169 El poeta León de Greiff 21/01/1950 8 170 Ben Gurion (primer ministro de Israel) 28/01/1950 8 171 El financista Félix Salazar 4/02/1950 8 172 El ministro Manuel Mosquera Garcés 11/02/1950 8 173 Valderrama Ordoñez, super de cooperativas 18/02/1950 8 174 ¿Attlee o Churchill? 25/02/1950 8 175 Myriam I Del Caribe 4/03/1950 8 176 El profesor Alfonso Esguerra Gómez 11/03/1950 8 177 Francisco Luis Hernández 18/03/1950 8 178 El año santo 25/03/1950 8 179 El compositor Adolfo Mejía 1/04/1950 8 180 El comerciante Daniel Valdiri 8/04/1950 8 181 Un católico activo Germán Vergara 15/04/1950 8 182 El comunista Thorez (De Francia) 22/04/1950 8 183 Cesar Uribe Piedrahita 29/04/1950 8 184 El secretario de estado Acheson 6/05/1950 8 185 Un obrero colombiano: Rafael Narváez Silva 13/05/1950 8 186 El gerente del país, Álvaro Lloreda 20/05/1950 8 187 Franklin y Mountford (Del Santa Fe) 27/05/1950 8 188 El canciller alemán Konrad Adenauer 3/06/1950 8 189 La enfermera Beatriz Restrepo 10/06/1950 8 190 El arzobispo primado Ismael Perdomo 17/06/1950 8 191 Cipriando Restrepo Jaramillo 24/06/1950 8 192 Indalecio Liévano Aguirre 1/07/1950 9 193 Tito de Yugoeslavia 8/07/1950 9 194 George Bernard Shaw a los 94 15/07/1950 9 195 El presidente surcoreano Syngman Rhee 22/07/1950 9 196 El ministro Jaramillo Ocampo

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29/07/1950 9 197 El marinero Evaristo Martínez 5/08/1950 9 198 Laureano Gómez 12/08/1950 9 199 La basílica de Villanueva en Medellín 19/08/1950 9 200 El primer ministro de la india, Nehru 26/08/1950 9 201 Los matemáticos Lefschetz y Von Neumann 2/09/1950 9 202 El director de orquesta Roberto Benzi 9/09/1950 9 203 El arzobispo primado, Cristiano Luque 16/09/1950 9 204 El caricaturista Adolfo Samper 23/09/1950 9 205 Zuluaga (de Millonarios) y Arango (Del Caldas) 30/09/1950 9 206 El general Douglas Mac Arthur 7/10/1950 9 207 Le Corbusier 14/10/1950 9 208 El presidente de Brasil, Getulio Vargas 21/10/1950 9 209 El psicoanalista Rodríguez Aranza 28/10/1950 9 210 4/11/1950 9 211 El dogma de la asunción 11/11/1950 9 212 El millonario Adolfo Aristizábal 18/11/1950 9 213 Mariela Mejía, María Tadea Portocarrero, y Elena Merizalde 25/11/1950 9 214 Bernardo Jaramillo Sierra 2/12/1950 9 215 Jesús María Yepes 9/12/1950 9 216 El primer Chino Chou en Lai 16/12/1950 9 217 La actriz del año: Ann Blyth 23/12/1950 9 218 Pesebre Popular Colombiano 30/12/1950 9 219 El autor de "Los Camarones": Julio Torres 6/01/1951 10 220 Evita de Perón 13/01/1951 10 221 Salvador Dalí 20/01/1951 10 222 El jefe liberal Eduardo Santos 27/01/1951 10 223 El padre Pedro María Revollo 3/02/1951 10 224 Eduardo Berrio González 10/02/1951 10 225 La amenaza de la aftosa 17/02/1951 10 226 El ministro Sarastry 24/02/1951 10 227 Fray Marcelino Castellvi 3/03/1951 10 228 El ministro Álvarez Restrepo 10/03/1951 10 229 Alberto Galindo: la oposición económica 17/03/1951 10 230 El penalista Carlos Lozano 24/03/1951 10 231 Miller (De Estados Unidos) 31/03/1951 10 232 Los arquitectos Cuellar, Serrano y Gómez 7/04/1951 10 233 Los ponchos 14/04/1951 10 234 El ministro Carvajal Sinisterra 21/04/1951 10 235 Guillermo Uribe Cualla 28/04/1951 10 236 Fray Gregorio Arcila Robledo 5/05/1951 10 237 Los censos de 1951 12/05/1951 10 238 Alberto Jaramillo Sánchez 19/05/1951 10 239 Arnulfo Arias (de Panamá)

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26/05/1951 10 240 Bernardo Mendel 2/06/1951 10 241 La cruz roja 9/06/1951 10 242 El industrial Jesús Mora 16/06/1951 10 243 El asiático 23/06/1951 10 244 Lleras Restrepo, Chaux, Echandía, Enciso y Uribe Márquez 30/06/1951 10 245 El industrial Harold Eder 7/07/1951 11 246 El minjusticia Guillermo Amaya Ramírez 14/07/1951 11 247 El comerciante Alfonso Henao 21/07/1951 11 248 El político liberal Abelardo Forero Benavides 28/07/1951 11 249 Rafel Unida Ferrero 4/08/1951 11 250 Luis Eduardo nieto caballero 11/08/1951 11 251 La primera dama, doña María Hurtado de Gómez 18/08/1951 11 252 margarita rosa 25/08/1951 11 253 Luis E. Sardi, gerente de la Colombiana de Petroleros 1/09/1951 11 254 El economista Jorge Franco Holguín 8/09/1951 11 255 El embajador (de Chile) Julio Barrenechea 15/09/1951 11 256 Monseñor Félix Henao Botero 22/09/1951 11 257 El continente africano 29/09/1951 11 258 Juan de Dios Ceballos (Del IFI) 6/10/1951 11 259 José Manuel Rivas Sacconi 13/10/1951 11 260 El alcalde de Bogotá Santiago Trujillo Gómez 20/10/1951 11 261 Federico Larsen 27/10/1951 11 262 Jorge Zalamea 3/11/1951 11 263 El primer designado Urdaneta Arbeláez 10/11/1951 11 264 El alcalde Vicente Martínez Martelo 17/11/1951 11 265 El alcalde Luis Peláez Restrepo 24/11/1951 11 266 José Rodríguez Acevedo 1/12/1951 11 267 El cardenal Spellman 8/12/1951 11 268 Víctor Martínez Villalba 15/12/1951 11 269 El alcalde Londoño Londoño 22/12/1951 11 270 Navidad en Corea 29/12/1951 11 271 Leonor de Colombia 5/01/1952 12 272 Julio enrique blanco 12/01/1952 12 273 La central de Río Grande 19/01/1952 12 274 Lucy Tejada y Antonio Valencia 26/01/1952 12 275 Ignacio Rodríguez Guerrero 2/02/1952 12 276 Finalistas de la vuelta a Colombia 9/02/1952 12 277 Monseñor Emilio de Brigard 16/02/1952 12 278 Luis Miguel Dominguín 23/02/1952 12 279 Guillermo Eliseo Suarez 1/03/1952 12 280 Andrés Martínez Trueba (del Uruguay) 8/03/1952 12 281 Jorge Bushnell Manrique 15/03/1952 12 282 Elsita Roncallo de Rosado

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22/03/1952 12 283 Carlos Castro Saavedra 29/03/1952 12 284 Jean Frederick Rogier, del Scisp 5/04/1952 12 285 La escultura en Colombia 12/04/1952 12 286 Mariano Ramos 19/04/1952 12 287 Leonardo da Vinci 26/04/1952 12 288 Miguel Fadul 3/05/1952 12 289 El académico Eduardo Restrepo Sáenz 10/05/1952 12 290 El australiano 17/05/1952 12 291 El agregado cultural Gordon Brown 24/05/1952 12 292 El gobernador Carrizosa Pardo 31/05/1952 12 293 Gildardo Armel (Fed. Nal. Arroceros) 7/06/1952 12 294 La magistrada Fabiola Aguirre 14/06/1952 12 295 Roberto Alfonso Taft 21/06/1952 12 296 El minobras Jorge Leyva 28/06/1952 12 297 El profesor Barriga Villalba 5/07/1952 13 298 El candidato Dwigt D. Eisenhower 12/07/1952 13 299 Roberto Michelsen 19/07/1952 13 300 Remberto Burgos 26/07/1952 13 301 German Medina 2/08/1952 13 302 El minfomento Carlos Villaveces 9/08/1952 13 303 Rafael Parga Cortes 16/08/1952 13 304 Alfred Cortot 23/08/1952 13 305 Sophy Pizano de Ortiz 30/08/1952 13 306 El presidente del Ecuador Velasco Ibarra 6/09/1952 13 307 Gregorio Obregón 13/09/1952 13 308 El psiquiatra José Francisco Socarras 20/09/1952 13 309 El industrial Luis Carlos Mesa 27/09/1952 13 310 El country club de Bogotá 4/10/1952 13 311 El candidato (demócrata) Stevenson 11/10/1952 13 312 Telón de boca del teatro de colon 18/10/1952 13 313 El abogado Eleuterio Serna 25/10/1952 13 314 El arquitecto Francisco Pizano 1/11/1952 13 315 Hacia una Europa unificada 8/11/1952 13 316 El príncipe Bernardo 15/11/1952 13 317 El nuncio Antonio Samore 22/11/1952 13 318 José Restrepo Restrepo 29/11/1952 13 319 El diliberal José J. Castro Martínez 6/12/1952 13 320 El periodista Juan B. Fernández 13/12/1952 13 321 El abogado Adán Arriaga Andrade 20/12/1952 13 322 Natividad 27/12/1952 13 323 El artista Mario Cantinflas 3/01/1953 13 324 Margarita Holguín y Caro 10/01/1953 13 325 Álvaro Gómez Hurtado

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17/01/1953 13 326 Los Estados Unidos 24/01/1953 13 327 El financista Alberto Laserna 31/01/1953 13 328 Garzón y Collazos: Binomio Musical 7/02/1953 13 329 El obispo Luis Concha Córdoba 14/02/1953 13 330 El educador Restrepo Millán 21/02/1953 13 331 General Manuel Odría 28/02/1953 13 332 El periodista Martínez Aparicio 7/03/1953 13 333 El político Juan Uribe Cualla 14/03/1953 13 334 Stalin y Malenkov 21/03/1953 13 335 Ocho caricaturistas 28/03/1953 13 336 El ingeniero Roberto Jaramillo Ferro 4/04/1953 14 337 El cardenal de Colombia 11/04/1953 14 338 Pablo Tobón Uribe 18/04/1953 14 339 Los satélites del Kremlin 25/04/1953 14 340 Pier Angeli 2/05/1953 14 341 Hoteles en Colombia 9/05/1953 14 342 Gerente Víctor Pacheco Osorio 16/05/1953 14 343 El teniente general Gustavo Rojas Pinilla 23/05/1953 14 344 Unidad vecinal en Suba 30/05/1953 14 345 La reina y los símbolos (Isabel II) 6/06/1953 14 346 El profesor Armando Dugand 13/06/1953 14 347 Ana Milena Domínguez de Sardi 20/06/1953 14 348 La universidad de Antioquia 27/06/1953 14 349 La república y las armas 4/07/1953 14 350 Brigadier General Alfredo Duarte Blum 11/07/1953 15 351 El mingobierno Lucio Pabón Nuñez 18/07/1953 15 352 El alcalde Julio Cervantes 25/07/1953 15 353 El ministro Manuel Agudelo 1/08/1953 15 354 El minrelaciones Evaristo Sourdis 8/08/1953 15 355 El ejercito libertador (1819) 15/08/1953 15 356 Roberto Urdaneta Arbeláez 24/08/1953 15 357 Indígenas de Colombia 31/08/1953 15 358 El secretario de la OEA Alberto Lleras Camargo 7/09/1953 15 359 El gerente Rubén Piedrahita 14/09/1953 15 360 El minguerra Gustavo Berrio Muñoz 21/09/1953 15 361 El político Darío Echandía 28/09/1953 15 362 El coronel Alfonso Saiz Montoya 5/10/1953 15 363 El director de aduanas, Luis A. Baquero 12/10/1953 15 364 El director de socorro Jorge Bejarano 19/10/1953 15 365 Edición dedicada a Barranquilla 26/10/1953 15 366 El jefe de investigación, Telmo Acevedo 2/11/1953 15 367 El mintrabajo Aurelio Caicedo Ayerbe 9/11/1953 15 368 El nuncio de su santidad, mons. Paolo Bertoli

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16/11/1953 15 369 Los Cano de El Espectador 23/11/1953 15 370 El coronel Francisco Rojas Scarpetta 30/11/1953 15 371 El fundador de la facultad de farmacia, Andrés Bermúdez 7/12/1953 15 372 Mayor Álvaro Calderón, director del C. del e. 14/12/1953 15 373 El comediógrafo Luis Enrique Osorio 21/12/1953 15 374 La navidad 28/12/1953 15 375 El presidente Gustavo Rojas Pinilla 11/01/1954 16 376 El presidente de Francia, Rene Coty 18/01/1954 16 377 El torero colombiano José Zúñiga 25/01/1954 16 378 Gabriel Barrientos, generante del seguro social 1/02/1954 16 379 Cor. Gerardo peña, administrador de FF. CC 8/02/1954 16 380 El educador Padre Luis Murcia 15/02/1954 16 381 El director de la OIPE, Jorge Luis Arango 22/02/1954 16 382 El secretario de estado Foster Dulles 1/03/1954 16 383 El min agricultura general Arturo Chary 8/03/1954 16 384 El superbancario Jorge Echeverri Herrera 15/03/1954 16 385 El expresidente Mariano Ospina Perez 22/03/1954 16 386 El gobernador del Tolima, TTe. Coronel Cuellar 29/03/1954 16 387 El constitucionalista Tulio E. Tascón 5/04/1954 16 388 La doctora Aydee Anzola Linares 12/04/1954 16 389 El jefe socialista Antonio García 19/04/1954 16 390 El minrelaciones Evaristo Sourdís 26/04/1954 16 391 El militar P.Pedro Galindo 3/05/1954 16 392 Carola de Rojas Pinilla y su hoja María Eugenia 10/05/1954 16 393 El expresidente Eduardo Santos 17/05/1954 16 394 El director de la Cepal Raúl Prebisch 24/05/1954 16 395 Ho Chi Minh, Mao Tse Tung, y Pandit Nehru 31/05/1954 16 396 El consumidor en baja 7/06/1954 16 397 Monseñor Rudecindo López Lleras 14/06/1954 16 398 José Antonio Galán y los comuneros 21/06/1954 16 399 El minjusticia B.Gral. Gabriel Paris 28/06/1954 16 400 Alberto Lleras 5/07/1954 16 401 Los Estados Unidos de América (ilustración) 12/07/1954 16 402 San Pedro Claver 19/07/1954 16 403 Los VII juegos atléticos nacionales 26/07/1954 16 404 El comandante de la ARC, Jaime Erazo 2/08/1954 16 405 La familia Mallarino 9/08/1954 16 406 Constituyentes colombianos 16/08/1954 16 407 El comerciante, Emilio Urrea 23/08/1954 16 408 El diliberal Julio Cesar Turbay 30/08/1954 16 409 El profesor Edmundo Rico 6/09/1954 16 410 El café "ni contigo ni sin ti" 13/09/1954 16 411 El gerente del ICI, Miguel Cuervo Araos

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20/09/1954 16 412 El geógrafo José Ignacio Ruiz 27/09/1954 16 413 La escultora Hena Rodríguez 4/10/1954 16 414 El gerente Bernardo Saiz de Castro 11/10/1954 16 415 Eugenia Ángel de Vélez 18/10/1954 16 416 Las Naciones Unidas (ONU) 25/10/1954 16 417 El boyacense

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Tabla 2 Portadas de revista Semana octubre 1946-octubre 1954

Vida Volumen Número Nacional Mundo Cotidiana La Prensa Mujer Conservador Liberal 1 1 1 1 1 2 1 1 1 3 1 1 4 1 1 1 5 1 1 1 6 1 1 1 7 1 1 8 1 1 9 1 1 10 1 1 1 11 1 1 12 1 1 1 13 1 1 1 14 1 1 15 1 1 1 16 1 1 1 17 1 1 18 1 1 1 1 19 1 1 1 1 20 1 1 21 1 1 2 22 1 2 23 1 1 2 24 1 1 2 25 1 1 2 26 1 2 27 1 2 28 1 1 2 29 1 2 30 1 1 2 31 1 1 2 32 1 2 33 1 1 2 34 1 2 35 1 1 2 36 1 2 37 1 2 38 1 1

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2 39 1 2 40 1 3 41 1 3 42 1 1 3 43 1 1 3 44 1 1 3 45 1 3 46 1 3 47 1 3 48 1 3 49 1 1 3 50 1 1 3 51 1 3 52 1 3 53 1 3 54 1 3 55 1 3 56 1 1 3 57 1 1 3 58 1 1 3 59 1 3 60 1 3 61 1 3 62 1 1 4 63 1 1 4 64 1 1 4 65 1 4 66 1 1 4 67 1 4 68 1 4 69 1 4 70 1 1 4 71 1 4 72 1 1 4 73 1 1 4 74 1 4 75 1 4 76 1 4 77 1 4 4 78 y 79 1 4 80 1 4 81 1 1

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4 82 1 4 83 1 4 84 1 4 85 1 4 86 1 4 87 1 4 88 1 5 89 1 5 90 1 1 5 91 1 1 1 5 92 1 5 93 1 5 94 1 5 95 1 1 5 96 1 5 97 1 5 98 1 5 99 1 1 5 100 1 5 101 1 5 102 1 5 103 1 5 104 1 5 105 1 5 106 1 5 107 1 5 108 1 5 109 1 5 110 1 5 111 1 5 112 1 5 113 1 1 5 114 1 6 115 1 6 116 1 6 117 1 1 6 118 1 6 119 1 6 120 1 6 121 1 1 6 122 1 6 123 1 1 6 124 1 1

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9 211 1 9 212 1 9 213 1 1 9 214 1 9 215 1 1 9 216 1 9 217 1 1 9 218 1 9 219 1 10 220 1 1 10 221 1 10 222 1 1 10 223 1 10 224 1 1 10 225 1 10 226 1 1 10 227 1 10 228 1 1 10 229 1 10 230 1 1 10 231 1 10 232 1 10 233 1 10 234 1 10 235 1 10 236 1 10 237 1 10 238 1 1 10 239 1 10 240 1 10 241 1 10 242 1 10 243 1 10 244 1 1 10 245 1 11 246 1 1 11 247 1 11 248 1 1 11 249 1 11 250 1 1 11 251 1 1 1 11 252 1 1 11 253 1

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Tabla 4 Porcentaje de Paginas por Sección Revista Semana Enero – Abril 1990

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