Manuel Sandoval Vallarta Y La Responsabilidad Del Hombre De Ciencia*
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Manuel Sandoval Vallarta y la responsabilidad del hombre de ciencia* Luz Fernanda Azuela Instituto de Geografía/UNAM Julio 2006 REF WEB: http://www.ensayistas.org/critica/generales/C-H/mexico/sandoval.htm PROYECTO ENSAYO HISPÁNICO Cuando a Manuel Sandoval Vallarta se le preguntaba su opinión sobre el papel del científico en América Latina, generalmente contestaba abordando tres aspectos de la cuestión: la dinámica de la ciencia en el desarrollo integral de la humanidad; las relaciones entre la ciencia y la política, y la responsabilidad moral del hombre de ciencia. También se refería con frecuencia al problema de la consolidación de la ciencia en la región –en México, en particular–, y solía disertar sobre las relaciones entre la investigación científica y sus posibles aplicaciones bélicas. Alrededor de estos temas –que eran objeto de inagotables debates tanto en el México post-revolucionario, como en el marco internacional- Manuel Sandoval Vallarta expresaría su posición sobre la condición humana. La formación de un científico entre la Revolución Mexicana y la Segunda Guerra Mundial Manuel Sandoval Vallarta nació en el Distrito Federal el 11 de febrero de 1899, año en que Pierre y Marie Curie anunciaron el descubrimiento del radio. Cursó el bachillerato en la Escuela Nacional Preparatoria entre 1912 y 1916, cuatrienio que culmina con la publicación de la Teoría General de la Relatividad de Einstein. En México, el aire enrarecido de la contienda revolucionaria quedaría en la memoria de los jóvenes que coincidieron con Sandoval en la Preparatoria. Su generación vivió las tensiones que provocó el rompimiento con la cultura del fin de siglo: la severa critica al positivismo de “los ateneístas”;1 el nacionalismo a ultranza de la “generación de 1915”,2 el anhelo cosmopolita de “los contemporáneos”.3 La búsqueda, en fin, de una cultura propia que rescataría la identidad mexicana pero, al mismo tiempo, abrigaría las tendencias de la vanguardia del mundo. Los idearios de estas colectividades estuvieron presentes en el pensamiento de Sandoval Vallarta, aunque sobre ellos rigió el ethos de la ciencia de su tiempo. Un código moral, que solía representarse mediante el arquetipo del hombre de ciencia: un individuo dedicado a la investigación; ajeno a las disputas metafísicas o a la discordia política; despegado del suelo, con la mirada en los secretos insondables de la naturaleza. Sandoval había recibido este arquetipo de su mentor y profesor de matemáticas en la Preparatoria, Sotero Prieto, figura clave en la inspiración de varias vocaciones científicas mexicanas. Prieto le había trasmitido la visión pedagógica positivista que ubicaba el área físico-matemática como soporte de todos los saberes. Esta visión incluía una imagen romántica del hombre de ciencia, encarnada en sus profesores, tan entregados al servicio del conocimiento que dictaban clases durante la Revolución “en cuanto disminuía un poco la crisis y cesaba el peligro de muerte” (Sandoval, 1978: 566-571). El arquetipo del científico aquel experimentaría su primera confrontación con la realidad cuando Sandoval salió de México para realizar sus estudios profesionales. Primero, en el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) donde estudió física hasta obtener el doctorado (1917-1924) y advirtió la diferencia abismal entre los científicos de su nueva escuela y los de las instituciones mexicanas. Pero la diferencia se haría aún más profunda en Alemania, adonde viajó con una beca Guggenheim (1927-1929), y disfrutó de un ambiente científico maduro y floreciente, que contrastaba ya no con su país natal sino con el propio MIT. Conviene aclarar al respecto, que el Tecnológico de Massachusetts de aquellos años, distaba mucho de alcanzar la posición de vanguardia en la investigación científica que ocupa en nuestros días, aunque ya contaba con algunos profesores de prestigio y estaba formando alumnos que luego engrosarían las filas de los premios Nobel de ciencias. De hecho, el científico mexicano perteneció a una generación brillante que contribuyó significativamente al crecimiento y celebridad del Instituto. Sandoval recordaba especialmente al precursor de la cibernética Vannevar Bush,4 de quien fue alumno y luego ayudante en el laboratorio de Ingeniería Eléctrica, que aquel dirigía. Fue compañero de cursos de Robert Oppenheimer6 -Premio Enrico Fermi 1963- y solía jactarse de la influencia que habría ejercido en el Nobel de Física Richard Feynman,7 su alumno de teoría electromagnética. En Alemania vivió una experiencia extraordinaria, pues en las centenarias universidades que le acogieron se estaba transgrediendo la física newtoniana y se respiraba el aire vivificante de las revoluciones científicas. Sandoval tuvo el raro privilegio de conocer a los artífices de las teorías cuántica y relativista y de aprenderlas directamente de ellos. En Berlín y luego en Leipzig, cursó relatividad con Einstein, teoría electromagnética con Max Planck y tomó cursos con Schöroedinger, Von Laue y Heisenberg, entre otros. Como puede advertirse en ambos listados de celebridades, una peculiaridad del científico mexicano fue el trato con los principales protagonistas de las revoluciones cuántica y relativista, así como su cercanía con los que fraguaron la bomba atómica. Aunque hay que admitir que de la participación de sus alumnos y colegas en aquella empresa, Sandoval no dijo mucho. En cambio, alardeaba de los notables que le dieron clase. También hay que advertir que el científico mexicano no iba muy a la zaga de sus compañeros y alumnos distinguidos, pues desde sus años formativos en el MIT, comenzó a publicar en revistas de prestigio. A su primer artículo científico de teoría electromagnética, le siguieron otros vinculados con la mecánica cuántica y la teoría relativista. Sin embargo, sus contribuciones más originales a la física del siglo XX fueron los trabajos sobre radiación cósmica, con los que en 1933 “abrió una nueva ventana sobre el universo”. (Sandoval 1987: 49) Al margen de sus éxitos científicos, que otros autores han explicado,5 durante su estancia en el MIT (1929-1946) Sandoval pudo atestiguar dos procesos que le dejaron una profunda huella: la transformación del Instituto en un centro de investigación científica de punta y el diseño e implementación de la política científica de Vannevar Bush en los años de la II Guerra. Ambas experiencias estuvieron presentes en el rumbo que pretendería imprimir a la ciencia mexicana a su regreso a México. En efecto, Sandoval Vallarta fue contratado como profesor ayudante en el MIT en 1929 y poco a poco fue ascendiendo hasta alcanzar la plaza de profesor titular, una década más tarde. A lo largo de su carrera, gozó de las mieles del éxito académico y el reconocimiento internacional, pero también presenció el desplome del arquetipo del científico que había conocido en sus años juveniles. Pues justamente en estos años contemplaría el reclutamiento de los científicos para la guerra y peor aún, la participación directa de sus colegas físicos en la construcción de la bomba atómica. Como es sabido, en 1940 Vannevar Bush fue nombrado jefe del National Defense Research Committee (NDRC), que coordinaba la investigación científica en conexión con la defensa nacional.6 Entre otras cosas, Bush estaba encargado de la búsqueda de uranio y del estudio de viabilidad de un proyecto atómico de carácter militar. Proyectos por los que se interesó el gobierno americano después de que Einstein enviara su famosa carta al presidente Roosevelt.7 Al concluir sus investigaciones, Bush escribió un informe optimista que culminó con el establecimiento del Manhattan Engineer District, el 13 de agosto de 1942, institución que se conocería popularmente como el Proyecto Manhattan, después de la guerra. Fue esta organización científica la que desarrolló e hizo estallar la bomba atómica, a los tres años de su fundación (Asimov, 1988: 590-591). ¿Qué tanto supo Sandoval del National Defense Research Committee o del Proyecto Manhattan? Es imposible saberlo. No obstante, es curioso observar la coincidencia entre la fecha de conformación del NDRC y el establecimiento de la Comisión Impulsora y Coordinadora de la Investigación Científica (CICIC) en México, pues en ambos casos se trata de organismos rectores de política científica. La actividad científica en México en la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría En 1942 Sandoval Vallarta comenzó a multiplicar sus visitas a México y a hacerlas más largas. En ninguno de sus textos aparece una explicación sobre este asunto. Lo cierto es que se había casado con una mexicana y que en el país algunos de sus amigos rondaban los círculos del poder. En particular, Jaime Torres Bodet, con quien emprendería algunos proyectos de consideración, ocupaba un alto cargo en la administración de Ávila Camacho y pronto accedería a la cartera de Educación Pública (1943-1946). Los datos son importantes porque durante el sexenio de Ávila Camacho (1940-1946) hubo una serie de iniciativas relacionadas con la investigación y el desarrollo en las que colaboraría Sandoval Vallarta. Considérese aquí que la Facultad de Ciencias se había fundado apenas en 1937 y el Instituto de Física en 1938. Sus fundadores eran egresados de una anticuada escuela de ciencias que se ubicaba a veces en la Facultad de Filosofía y Letras y a ratos en la de Ingeniería. De manera que la década de los cuarenta puede considerarse como el momento fundador de las ciencias físicas en la Universidad de México. Obviamente, la experiencia de Sandoval Vallarta sería fundamental para consolidar ambas dependencias.