Salvados De Las Aguas
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Salvados de las aguas La vida ha sido comparada con un río en el que flotamos, a su mer- ced, entre mucho igual, o parecido… En semejante circunstancia uno va apresando los instantes que puede, porque la corriente es rápida, vertiginosa, lo mismo hundiéndote bajo crestas que sacándote a respirar, dándote atisbos de los alrededores en el tor- bellino de burbujas. En esos lances a veces un dios mete su mano y te saca del agua por unos instantes, te hace preguntas y conserva tus dichos en artefactos mágicos; y un buen día, muchos años después, aquel registro te permite volver a lo que viste (o creíste ver), a lo que eras (o pensabas que eras), a lo que parecía ser el mundo mien- tras el Dios fonógrafo del tiempo te sostenía, mostrándote. Eso es este libro: la obra y la voz de Orlando Castellanos, lanza- dor de señales al aire que conmovían en remotos parajes del mundo, como cuando aquella noche lloré en alta mar, frente a las cos- tas de la legendaria Dakar, oyendo una tonada de Carlos Puebla 7 y sus tradicionales tocadores de marímbulas y latas de betún. Artes de un viejo amigo inolvidable, excelencia de oficio que aho- ra nos permite recordar cómo veíamos las cosas en eras tan varia- das como de 1976 a 1991. Ocho muchachos trovadores salvados de las aguas y contándole cosas al Dios fonógrafo del tiempo: Orlando Castellanos. SILVIO RODRÍGUEZ La Habana, 11 de julio, 2012 8 Cuatro elementos fundamentan a la Nueva Trova Cubana: el fuego en la ardiente rabia de Silvio Rodríguez; el aire en las transparentes atmósferas de Noel Nicola; el agua en la apasionante humedad de Pablo Milanés, y la tierra, en la firmeza tiernamente humana de Vicente Feliú. LUIS EDUARDO AUTE (Cantautor español) A los Castellanos todos. A la memoria de Noel y Sara. Agradecimientos Al director del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, Víc- tor Casaus, por apoyar el nacimiento de este nuevo volumen de entrevistas de Orlando Castellanos. A Francisco Laborde, en Argentina. A Vicente Feliú, por sus aclaraciones. A Liudmila Kankova, por su comprensión. Al Departamento de Música de Casa de las Américas, espe- cialmente a Layda Ferrandi. Por su inapreciable ayuda, a José Manuel Izquierdo. Archivo musical de Radio Habana Cuba. Por su amable colaboración, a José Galiño. Departamento Sonido ICAIC. En Habana Radio, a Alexis Rodríguez, amigo siempre. A Jorge Gómez, director del Grupo Moncada, por su inestima- ble aporte. 13 Al lector El archivo de voces grabadas por el periodista avileño Orlando Castellanos (1930-1998) haría posible una colección que proba- blemente sobrepasaría los veinte títulos. Por ahora me siento feliz de poder mostrar en este, que recién está en sus manos, las conversaciones de un reducido número de importantes músicos cubanos. A través de sus páginas tendrán la oportunidad de escudriñar el pensamiento y conocer momentos vividos por ocho de los vein- titantos músicos entrevistados entre las décadas del setenta y el noventa del siglo XX. En 1971, Castellanos echó a andar por Radio Habana Cuba el programa Formalmente informal que tuvo una larga vida de diéciseis años bajo su magistral dirección y conducción. Posterior- mente, en la década del noventa dirigió, para la misma emisora, Conversaciones del domingo, y para Radio Rebelde, Domingo en la noche para los cuales grabó, como ya había hecho para For- malmente informal, entrevistas a creadores de todos los géneros, convencido de que era imprescindible la promoción cultural de los artistas para el disfrute del gran público. Con esta perspectiva reunió entre los músicos tanto intérpre- tes populares –Esther Borja, Abelardo Barroso– como com- positores de la llamada música culta –Harold Gramatges–; o virtuosos del piano –Chucho Valdés, Frank Fernández– o de la guitarra –Leo Brouwer–; versátiles incasillables –Bola de Nieve–, intérpretes de la trova tradicional –Graciano Gómez– como de la llamada Nueva Trova, entre otros. Un libro con todos los músicos entrevistados sería muy volumi- noso: según mis cálculos y acorde con el tiempo de duración del material grabado sobrepasaría las seiscientas páginas. Por tanto, lamentablemente, se hizo imprescindible una obligada selección, tarea harto difícil, dada la importancia de las personalidades 15 entrevistadas por Castellanos. Este fue el motivo por el cual, junto a Víctor Casaus, director del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, decidiéramos escoger ocho de los integrantes de la Nueva Trova. De este modo el volumen pensado inicialmente quedó reducido a: Silvio Rodríguez, Noel Nicola, Vicente Feliú, Alberto Faya, Augusto Blanca, Amaury Pérez, Sara González y Pablo Milanés. Todos tienen en común la amistad con el perio- dista, algo que caracterizara la personalidad del entrevistador. Por su parte, los artistas mencionados comenzaron desde muy jóvenes, casi todos desde su primera infancia, a vincularse a diversas formas de hacer música y al ser coetáneos están, ine- vitablemente, influidos por el momento histórico que atrave- saba el mundo, como por diversas corrientes, géneros y grupos musicales que circulaban en el país; por ejemplo: la guajira, el son, el bolero, la guaracha, etc., así como norteamericanos –el filin– o anglosajones –Los Beatles– y el reencuentro con lo mejor de la música latinoamericana, fundamentalmente de Brasil, Argentina, Chile y Uruguay. Aunque los músicos aquí reunidos tienen su propia persona- lidad es fácil percibir las influencias cruzadas entre algunos de ellos a través de un repertorio con temas comunes: el amor, la muerte, la poesía, los conflictos sociales; sin embargo, las cancio- nes tienen un sello propio que permite distinguir a cada trovador. Se puede identificar perfectamente una canción de Pablo o de Vicente, de Silvio o de Nicola, pese a que aborden tópicos simi- lares. Y es que bebieron de una misma fuente y completaron su formación bajo la dirección del maestro Leo Brouwer, director del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, fundamental escuela que dio a estos jóvenes, conjuntamente con otros como Eduardo Ramos, Emiliano Salvador o Martín Rojas –por citar algunos–, el completamiento de la técnica, el poder sintetizar forma y contenido en textos armoniosamente acoplados a la melodía, que les permitieron alcanzar elevados resultados es- téticos. Los estudios dirigidos por Brouwer y los maestros Juan Eló- segui y Federico Smith les brindaron la oportunidad de mezclar los aportes musicales foráneos y conocer la trascendencia del legado nacional. Esto dio como resultado obras de un incues- tionable valor a lo que se une, naturalmente, la sensibilidad, la 16 creatividad, la cultura individual que será, al fin y al cabo, las que determinarán el estilo personal. Sobre esa fusión, influencia o presencia de elementos musicales de otros países en la música nuestra expresa el poeta y ensayista Guillermo Rodríguez Rivera: “Desde siempre la música cubana se había hecho fusionando elementos como la tonadilla española, la romanza francesa, las arias operáticas italianas y la country dance inglesa, con elementos rítmicos llevados a la Isla por diversas etnias africanas que llegan a la Isla con la esclavitud. Esos son los componentes de la trova cubana”. (“Literatura y poesía en la trova cubana”. En De literatura y de música. Ediciones Unión, La Habana, 2010, p. 321). Cuba es un país donde siempre ha sobresalido la eminencia de su patrimonio musical. Desde el siglo XIX nuestro acervo cultural se extendió allende los mares gracias a los magníficos represen- tantes de la música que descollaron y alcanzaron notoriedad. Sin embargo, no fue hasta la siguiente centuria que nuestros géneros –tanto en la llamada música culta como en la denominada po- pular– lograron instalarse definitivamente en el circuito de los grandes escenarios europeos y estadounidenses. Esa tradición musical es la que nutre a estos jóvenes cantores que emergen con la Revolución. Las condiciones sociales imperantes antes de 1959 no eran pro- picias para el desarrollo de algunos géneros e, inevitablemente, no pocas voces se han perdido para el futuro. Con la llegada de la Revolución se engendró un cambio socio cultural y se esti- muló una política de desarrollo educacional que ha posibilitado –pese a inevitables tropiezos e incomprensiones en diferentes momentos– el surgimiento de obras y autores reconocidos tanto nacional como internacionalmente. La nueva canción tiene como característica una vocación hu- manista y liberadora, así como la importante presencia de temas sociales, en los que se abordan problemas de la vida cotidiana a través de elementos líricos, poéticos y coloquiales, que dan a sus composiciones el mérito de ser vistas como verdaderas obras de arte. Los autores aquí agrupados pertenecieron al Movimiento de la Nueva Trova –fundado en 1972– que tuvo desde sus inicios –hecho valorado por todos, como excepcional– el apoyo irrestricto de la querida Haydée Santamaría, por entonces directora de Casa 17 de las Américas y recibieron el entrenamiento que propiciara el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC. En las entrevistas que se conservan, ellos hablan acerca de su formación, de las can- ciones mejor recibidas o recordadas por el público, de los planes realizados o por realizar y de sus afinidades comunes. Casi todos se refieren a la discografía producida hasta el mo- mento en que ocurre la conversación y a una canción en particu- lar, que le produce algún entrañable recuerdo o que saben es la preferida por el auditorio. Este hecho nos obliga a incluir además de la discografía completa de cada uno, el texto de esa especial canción.1 A excepción de Sara González que solo pudo ser entrevistada una sola vez por Castellanos, los demás acudieron en varias ocasio- nes al estudio de grabación de Radio Habana Cuba o a la casa del periodista. Estas conversaciones fueron guardadas celosamente por el entrevistador aunque, lamentablemente, algunas están ya deterioradas. En el 2013 se cumplen quince años de la desaparición física de Orlando Castellanos.