El Capo La Mafia Italiana
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El Capo La Mafia Italiana Gleen Black Copyright © 2020 Gleen Black Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright. Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia. ASIN: BO86RZS1L6 ISBN: 978-1-71600-491-9 LA MAFIA ITALIANA 1 Corrección: Isaura Tapia Portada: Daya Araujo Maquetación: Gleen Black No se permite la reproducción total o parcial de la obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni transmisión de cualquier forma o medio, sea este electrónico, mecánico, por fotografía, grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de la autora. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes códigos penales) Sello: Independently Publisher. Cada libro, cada volumen que ves aquí, tiene un alma. El alma de la persona que lo escribió y de aquellos que lo leyeron, vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien baja sus ojos a las páginas, su espíritu crece y se fortalece. “La Sombra del Viento, Carlos Ruiz Zafón” Biografía del autor Grislanddy L. Hernández nació un veintisiete de mayo en República Dominicana, es una mujer apasionada del romance, mismo que la motivó a escribir. De su afición por la ropa oscura, nació su seudónimo: Gleen Black. A la corta edad de ocho años descubrió su pasión por las letras, dejándose envolver en un mundo de fantasía con su primera historia leída. Para ella no hay nada como escribir en pijama, colecciona post-it y los llena con sus frases de libros favoritas. Un muro y su esposo son los fieles testigos de esa pequeña fascinación, ama pegar esas frases y repasarlas para revivir las historias y sus personajes. Es madre de dos pequeños, vive en la Gran Manzana, rodeada de amigos y familiares. Amante de la naturaleza, es fanática de las redes sociales y ama escribir y leer en invierno con sus mejores aliados: una taza de café y miles de ideas. Capítulo 1 l mejor amigo del hombre no es un perro, es una taza de café recién hecho por la mañana. Eso es vida calando en mi cuerpo y alimentando Emis venas. Por eso cada día, antes que suene mi despertador, mis ojos están alertas. Se dice que las personas hechas para dirigir consiguen solo cuatro o cinco horas de sueño y el otro tipo de gente, quienes duermen hasta tarde y posponen la alarma más de seis veces, son personas para ser dirigidas. Yo pertenezco al primer tipo. Mis ojos se abren incluso cuando el cielo de Manhattan está oscuro. Giro sobre mi cuerpo tocando mi rostro en el proceso, no necesito mirar la maraña de pelo castaño en mi cama para que algo se remueva. Dos cosas se alteran, mi polla orgullosamente erguida con una dura erección matutina. Y una parte de mi cerebro diciéndome cuán erróneo fue tener sexo con Katniss, la hija de uno de los viejos jueces de distrito anoche, más la advertencia de problemas. ¡Mierda! Salgo de mi cama para ir directo al baño y resolver el primer problema de la mañana. No me gusta para nada este aroma de mujer en mi cuerpo, necesito una ducha larga y caliente para borrar cualquier rastro... Salgo de la regadera mojado, envolviendo una toalla en mi cintura. Enciendo la cafetera en mi cocina y le echo una rápida mirada al periódico que descansa –como cada mañana– en la encimera. Más de lo mismo, el estúpido presidente levantando comentarios en lo que debería ser una red social y él ha convertido en su gabinete de prensa. Es un puto dolor de trasero y bien podría chuparme la polla. Tomando mi café y suspirando de puro placer camino hacia mi habitación. La mujer en mi cama aún sigue dormida así que deduzco pertenece al segundo tipo de persona. Necesito un poco de ejercicio y enfoque. Algo que me traiga al ahora. Emoción. La vida detrás de un escritorio está matándome. Un bóxer negro cubre mi cuerpo cuando me inclino a tomar un pantalón y sudadera para salir a correr y quemar toda esta energía extra. La opción de follar a la chica ya no es tan atractiva como me pareció anoche. No razonaba y hoy el controlador hombre que soy sabe cuán equivocado estuve al meterme en su coño. Le dejaré claros mis términos. Giro los ojos sintiendo las tetas pegadas a mi espalda. Es hora, supongo. —Vuelve a la cama —ronronea. El sexo es sexo y algo que no me gusta de tenerlo es lo que sucede a la mañana siguiente... Por código propio no traigo una mujer a mi ático, suelo ir a una casa de vigilancia. Desde hace meses estaba bien dándome placer a mí mismo y evitando esta mierda. Anoche tenía un par de tragos y, no me estoy excusando con eso, pero fue más atractiva la idea de follar a la hija del juez Florentino cuando la chica cayó sobre sus rodillas y se metió mi polla en la boca sin preguntar. Ella sabe succionar una polla gruesa como la mía, debería llamarse como esa marca de aspiradoras; Dyson, es buena en la succión. —Debes regresar a casa, Katniss. —¿No quieres quedarte en la cama? —No —gruño. Estoy cansado de la cama, hastiado de esta vida monótona. Soy un maldito dios, por favor, deberían tenerme más respeto. Y ese es el problema, he pasado demasiado tiempo en las sombras de la organización, dejando a mi mano derecha tomar el control mientras estoy detrás de un escritorio. Necesito volver a la sangre, esa adrenalina de ver la vida salir de mis enemigos. Necesito ese retorcido placer… Cierro mis ojos, la ira subiendo a mi garganta. —Don… —En cuatro y levanta el culo. Se sobresalta con mi tono violento de voz. —Sí, señor. —Voy a follarte ese culo. Otra vez. Eres solo una mujer para ser follada. Y no miento. Lo dejo claro antes que ella se haga una maldita novela en su cabeza. Conozco a las mujeres y sé lo sensibles que pueden llegar a ser. Seguramente ya imaginó nuestra boda anoche y para esta mañana ya teníamos dos hijos y vivíamos felices para siempre. Basura que la televisión y los libros te venden. Ella cumple mi orden. En cuatro, su culo listo para tenerme. Las putas no necesitan juegos previos. Presiono mi polla en su agujero, su débil mano intentando apartarme. Todas las mujeres son unas putas como ella… Maldita sea. *** —Voy a correr dos horas, encárgate de pedirle un taxi... Está adentro — doy la orden caminando hacia el ascensor. Nick, uno de mis hombres asiente, listo en la puerta como cada mañana. Recibo una inclinación sutil de cabeza. —Ya está hecho, señor. —¿Sí? —Me lo pidió anoche —dice. Bueno, parece que mi yo borracho tampoco es feliz con Katniss. —Llegó ayer en la tarde. Me detengo mirando por primera vez la carpeta negra que tiene en su poder. Le indico la abra mientras salimos del elevador a empezar un trote tranquilo. Necesito el ejercicio más que nunca. Esa carpeta solo significa problemas y mientras más información me brinda Nick, lo compruebo. Llamo a mi mano derecha, mi Consigliere.[1] —La hija del juez, ¿eh? —¿Cómo...? —me interrumpo incluso antes de saber la respuesta. Joder. En la calle, unos centímetros atrás se encuentra una camioneta de vigilancia. —Deja de meterte en mi mierda —ordeno. Roth se ríe. Es mi amigo, mi maldito hermano. Conoce cada punto en mi jodida vida. —Es tu polla. —Ríe—. Solo asegúrate de usar plástico, es una puta. —Mi semen vale su peso en oro. Ninguna puta puede tenerlo. —¿Recibiste mi regalo? —No necesito una mujer. —Esta sí —asegura—. Ella necesita un marido. —Entonces cásate con ella. —Necesita protección, sabe demasiado del negocio. —¿Por qué sigue con vida? —Es un favor para un viejo amigo. Eso tiene más sentido. Está preocupado. —Gabriel fue claro sobre favores, ¿no crees? Padre ofreció protección a la puta de mi madre biológica, esta le pagó traicionándolo con su guardia. Padre terminó su vida haciéndola miserable. No lo defiendo, él fue un hijo de puta toda su vida. Incluso con sus hijos. Motivo por el que ahora reside permanentemente bajo tierra. Yo mismo me encargué de ello. —Solo mira la foto, si ella no te agrada... Lombardi la tomará. Lombardi es un vejestorio de casi sesenta. Gordo, de pelo grasiento. Enviudó recientemente. Roth hace mención de ello para persuadirme a mirar la fotografía. —Mátala. —Pensé que estabas aburrido. Matar a una chica no entra en mi diversión. —Volveré a los negocios. —Es un aviso. Roth suspira en la línea. Me ha tenido bajo radar lo suficiente. Es tiempo de volver. —¿Estás listo? ¿Después de…? —Volveré, carajo. —Bien —claudica aun sin estar de acuerdo—. Reuniré a nuestros hombres. Y… te sugiero mirar la chica. Deberíamos considerarlo. Su padre era un agente de la CIA[2], recolectó mucha información de nuestros negocios en Sicilia. Y, si no quieres casarte con ella, podríamos unirla a algún hombre de confianza o matarla. —Solo confío en ti —le recuerdo. Y Raze, su hermano. Es un motero, se burlaría antes de aceptar casarse con ninguna mujer y probablemente esta terminaría muerta bajo sus manos antes de poder follarla.