La Investigacion Del Paleolitico Superior En España
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LA INVESTIGACION DEL PALEOLITICO SUPERIOR EN ESPAÑA por LUIS PERrCOT En cierta manera, el Paleolítico constituye el meolio de la Prehistoria. Su estudio debe tender por una parte a· los más remotos orígenes, tan nebulosos como apasionantes, y por otra a la etapa final de la época glaciar, en que la vida del hombre y su cultura se va definiendo ya con rasgos que han de tener validez para los tiempos siguientes. Nace, pues, con el hombre, y termina cuando éste se halla ya en la senda que a la vuelta de la esquina, por así decirlo, le llevará a la vida plenamente histórica, en la que todavía nos encontramos, acaso también a punto de doblar otra esquina. La dificultad para investigar esa época se basa no sólo en lo frágil de cual quier método que empleemos en la interpretación de los datos que el suelo nos ofrece, sino, y muy principalmente, en la escasez de los mismos. Todo ello se acrece en España por diversas razones que es fácil apreciar. En primer lugar, el estudio del Paleolítico no puede hacerse sin conocimien tos geológicos que los prehistoriadores, en su mayoría salidos del campo de las ciencias históricas, no suelen poseer y de ello tienen plena conciencia. Por su parte, los naturalistas interesados en nuestra ciencia carecen a veces del sentido histórico que les permita comprender debidamente los vestigios que la investi gación pone en su mano. O bien su interés por la Prehistoria es sólo circuns tancial y regresan fácilmente a lo que es para ellos meta principal de sus estudios. No siempre surge una asociación fecunda y seguida de historiadores y geólogos, trabajando en equipo. Esta limitación de la ciencia española se ha hecho con frecuencia patente en los últimos· años, precisamente a consecuencia de la parte cada día mayor que las ciencias naturales y las físico-químicas toman en la investigación de aque lla remota época. Ya no es únicamente la clasificación de la fauna, o el estudio de unos huesos humanos, o de la estratigrafía en relación con las sucesivas fases glaciares. Ahora se trata ya de obtener una curva climática completa con el aná lisis de los suelos y con el estudio palinológico, e incluso de obtener una fecha para diversos elementos del yacimiento por medio del análisis radioactiva o mé todo del carbono 14. Hoyes imprescindible el trabajo de un amplio equipo que rodee y apoye al arqueólogo, quien ha de interpretar en sentido histórico los datos que la exca vación le ofrece. Dentro del Paleolítico, centramos por diversas razones nuestro estudio en el Paleolítico Superior, al que seguimos considerando como el momento crucial en la Historia de la Humanidad y de su cultura. Por desgracia, el número de estaciones que nos documenten en España esta etapa cultural es reducido, y si a ello unimos el mal aprovechamiento e incluso destrucción de bastantes de ellas, será fácil comprender la· relativa pobreza que el estudio de esta época muestra, aunque al profano pueda parecerle otra cosa. Sin duda, aunque la totalidad del territorio hispánico estuvo ocupado enton ces, la distribución de la población era muy irreglllar. Algunas zonas ofrecían, XII LA INVESTIGACIÓN DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR EN ESPAÑA con sus cuevas, abundantes y excelentes refugios contra el frío y las fieras, a la par que magníficos cazaderos, mientras otras, que habían sido sede de habi tación favorable en etapas cálidas, se veían en la época glaciar poco menos que abandonadas. Esta distribución irregular se corresponde en buena parte con la densidad de yacimientos conocidos y en estudio. Podemos contar con una población que ocupó España durante unos 30000 años y que en su momento óptimo y avanzado pudo alcanzar la cifra de unos 100000 habitantes. Se podría calcular que alrededor de cincuenta millones de hombres de la raza de Cromagnon vivieron y dejaron sus cuerpos y sus útiles en el suelo español. En cuanto a sus útiles, que, al revés de lo que ocurre con los restos óseos, sabemos que están todavía en el suelo esperando al arqueólogo que ha de descubrirlos, las cifras que alcanzaríamos serían sorprendentes. El cálculo del profesor Jordá en 1960 sobre los niveles que se conocen en la zona cantábrica, da el resultado de unos 102 niveles característicos de in dustrias bien individualizadas; casi la mitad magdalenienses. Las razones en que fundamos la afirmación de que el Paleolítico Superior cons.ituye un momento clave de la Historia Humana y en todo caso es uno de los más interesantes en la Prehistoria, son los siguientes: En primer lugar, es totalmente Prehistoria. La Humanidad moderna no ha aparecido aún. Y sin embargo una serie de hechos lo sitúan en la aurora de la misma: presencia de razas humanas de tipo moderno con arrinco namiento y extinción de las que dieron los lentísimos primeros pasos hacia la civilización. Invención del arte, escultura, dibujo, y con ello espiritualidad liga da a la del hombre moderno. Numerosos inventos de aplicación varia: por ejem plo, aguja de coser, anzuelo y arpón, propulsor, arco, aprovechamiento del hue so y asta, etc., que indican un ingenio decididamente progresivo. Corona la larga y pura Prehistoria y prepara, a través de su fase de decadencia, el Epi paleolítico, la revolución definitiva, camino de la civilización moderna, el Neolítico. Estamos aún cerca de su final (unas 400 generaciones nos separan del mismo) y muchas supersticiones e inventos básicos derivan de él. En al gunas comarcas (Canarias por ejemplo) su tipo físico se ha conservado. La península Ibérica ha desempeñado un gran papel en toda esta serie de creaciones culturales. Aun apareciendo como una prolongación de las ricas cul turas que tienen su centro en la Aquitania y otras regiones francesas, su perso nalidad es clara: falta de escultura, aparición de formas de utillaje propias (sobre todo en el Solutrense), predominio de las formas gravetienses y del Epigravetiense que sustituye en la mayor parte de la Península '11 Magdale niense, posible variante «mediterránea" en el utillaje y arte, como una provin cia aparte dentro del Paleolítico superior europeo. Naturalmente, este papel resulta muy acrecido si aceptamos que el hombre del Paleolítico pudo cruzar, por lo menos en circunstancias favorables, el corto trecho de mar que separa las respectivas costas de Europa y Africa entre Gi braltar y Ceuta. Entonces, los contactos a través de este puente pudieron pro ducir fenómenos históricos y culturales que aún no podemos medir con precisión. En nuestra ojeada consideramos tres etapas, desiguales en duración, que se han sucedido a lo largo de un siglo aproximadamente. La primera va desde los primeros estudios hasta 1914, fecha de aparición de los primeros trabajos de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas de Madrid. La segunda, desde este momento hasta 1936, tras la excavación de la Cueva del Parpalló y' cuando empezaban a divulgarse sus re sultados. Desde 1940 se desarrolla una tercera etapa de gran expansión cientí· fica que se puede hacer llegar hasta estos últimos años, en los que se va pre cisando un panorama de próximo futuro, de mucha mayor intensidad y que podrá constituir una nueva etapa. El panorama de estos últimos años es sin duda relativamente confortador. En todo el mundo el estudio del Paleolítico Superior ha realizado grandes progresos. Grandes descubrimientos en Africa, Asia occidental y oriental van acompañados de la revelación de un importante Paleolítico Superior en América, retrotrayendo la fecha del poblamiento del Nuevo Mundo. Métodos sensacionales de medición cronológica nos han dado lo que pa recía imposible, una cronología bastante precisa para esta etapa. Estudios pali- LA INVESTIGACIÓN DEL PALEOLÍTICO SUPERIOR EN ESPAÑA XIII nológicos y climatológicos en general proporcionan la visión del ambiente, de forma tan certera, o más aún, a cómo podemos obtenerlo para épocas históricas mucho más cercanas a nosotros. Hace poco se han logrado fechas con el método del Torio-Uranio para líneas costeras de Alicante y Mallorca que se refieren al Paleolítico Medio. Cierto es que sólo empezamos en España a aplicar por nuestra cuenta tales métodos y que el número de fechas de C.14 para nuestros yacimientos es redu cidísimo; pero todo ello está mejorando y cabe pensar que en adelante nuestros especialistas no habrán de pasar ante sus colegas extranjeros por el complejo de inferioridad que la pobreza de métodos modernos y de recursos de toda clase puede producir. Acaso por este panorama desfavorable y que tiene una serie de causas en las que no nos vamos a detener ahora, ha habido en los últimos años varios intentos por parte de investigadores extranjeros de estudiar los períodos de Iluestro Paleolítico Superior, excavando nuestros yacimientos. Otros han clasifi cado el material de nuestros museos. Esto, por lo menos, es un toque de aten ción a nuestros especialistas para que no se duerman en el fácil monopolio que hasta ahora han podido más o menos mantener. PRIMERA ETAPA. HASTA 1914 Hasta hace cosa de un siglo no puede decirse que preocupe en España el estudio de las etapas paleolíticas. Admira hoy leer el artículo de divulgación, muy acertado por cierto, que Gustavo Adolfo Bécquer escribió o la teoría .,......excelente para su época- del manual de Prehistoria de Sales y Ferrer. 1 Tam poco podía faltar la legión de quienes temían los excesos heterodoxos en que algunos aficionados a la nueva ciencia cayeron. Basta contemplar las dos posi ciones que Menéndez Pelayo mostró frente a la Prehistoria a lo largo de su vida para comprender las tensiones a que aquélla dio lugar. 2 Pero puede decirse que los hallazgos paleolíticos empezaron en España des de 1848, en que Casiano de Prado y otros geólogos extrajeron el resto de un Elephas antiquus del Tejar de las Animas, en San Isidro (Madrid), mientras en una cantera de Gibraltar aparecía un cráneo que pertenecía a la raza de Neandertal (bautizada sólo en 1856 por el hallazgo de una bóveda craneal hu- mana en el valle del Neander, en Alemania).