Manuel Alcorlo Y La Música Orlo Y La Música
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MANUEL ALCORLO Y LA MÚSICA Retratos, dibujos, bocetos, carátulas y portadas Catálogo de la Exposición - 4 marzo a 15 mayo 2020 Museo del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid Madrid MMXX 2 MANUEL ALCORLO Y LA MÚSICA 3 Manuel Alcorlo y la Música Retratos, dibujos y carátulas de discos Colección Museográfica del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, 4 de marzo – 15 de mayo 2020 Visita libre miércoles de 10.30 a 13.30 h Otros días lectivos pedir cita a [email protected] Exposición comisariada por Emilio Mateu Agradecemos la ayuda prestada para esta exposición con la cesión temporal de sus obras a: Gonzalo Alonso-Bernaola, Carmen Pulido, Carmen Tricás, Domingo Tomás, Elena Martín, Elsa Mateu Tricás, Emilio Mateu, Enrique García Asensio, Fernando Palacios, Ismael Fernández de la Cuesta, Mari Ruiz-Casaux, Myriam del Castillo, Pablo Cano y Pedro Corostola. Dirección General de Universidades y Enseñanzas Artísticas Superiores Separata de la revista MÚSICA editada por el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid ISSN 0541-4040. Depósito legal M 1832-1995 Madrid, MMXX Texto licenciado bajo licencia Creative Commons Reconocimiento-No Comercial-Compartir Igual 3.0 España: <http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/legalcode> Se pude hacer uso libremente de la obra en los términos indicados en la citada licencia © Copyright de las ilustraciones, Manuel Alcorlo, 2020. 4 Contenido Manuel Alcorlo y la música, por Ana Guijarro, pág. 7 Manuel Alcorlo y sus músicos, por José Luis García del Busto, pág. 9 A mi amigo Manolo, por Emilio Mateu, pág. 13 Breve biografía de Manuel Alcorlo, pág. 15 Obras expuestas 1. Emilio Mateu, pág. 16 2. Elsa Mateu Tricás, pág. 20 3. Carmen Tricás, pág. 22 4. Ismael Fernández de la Cuesta, pág. 24 5. Enrique García Asensio, pág. 26 6. Ramón Barce, pág. 28 7. Fernando Palacios, pág. 30 8. Miguel Zanetti, pág. 32 9. Carmelo Bernaola, pág. 34 10. Myriam del Castillo, pág. 38 11. Pedro Corostola, pág. 40 12. Juan Ruiz-Casaux, pág. 42 13. Domingo Tomás, pág. 44 14. Pablo Cano, pág. 46 15. Portada del disco El pequeño libro de Anna María, pág. 51 16. Portada del disco Sonatas para viola y piano, pág. 53 5 6 Manuel Alcorlo y la música Es un honor para el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid acoger una exposición del eximio pintor, grabador y dibujante, Manuel Alcorlo, Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. La música ha sido, junto a la pintura la gran pasión de su vida. Aprendió el violín al mismo tiempo que el dibujo. Los violinistas a los que ha tratado le fueron enseñando, y ha tocado mucho, sobre todo, Bach y Mozart. Alcorlo es un amigo incondicional de grandes músicos de la segunda mitad del siglo XX y ha retratado a una buena parte de ellos. Cuando mi buen amigo, Emilio Mateu, catedrático de viola, me planteó la posibilidad de realizar una exposición de Alcorlo, con los retratos realizados a músicos, en la sede del Conservatorio, me pareció un sueño irrealizable. Había que poner en funcionamiento una maquinaria de difícil coordinación. Pero Alcorlo mueve montañas. Con la participación activa de Emilio y la generosidad de los músicos retratados, que han cedido temporalmente estas obras de arte al Conservatorio, podremos contemplar y conocer una parte importante de su producción. Coincide esta exposición en el tiempo con la organizada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. La visita a ambas instituciones nos introducirá en el mundo de Alcorlo y nos acercará al conocimiento de su personalidad. Mi agradecimiento a Carmen Pagés por su ayuda e interés en que esta exposición haya tenido lugar en esta regia y centenaria institución. Ana Guijarro Directora del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid 7 8 Manuel Alcorlo y sus músicos Mis amigos Ana Guijarro y Emilio Mateu me piden, por una parte, que intervenga en la inauguración de la exposición de retratos de músicos de Manuel Alcorlo que va a tener lugar en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid; y, por otra, que aporte un texto para incluir en el catálogo de la muestra. A los amigos es difícil decirles “no”, y resulta definitivamente imposible cuando, además, está por medio, discretamente al margen, pero con presencia de enorme peso, otro amigo llamado Manolo Alcorlo. Desde mi llegada a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, es más, desde unos meses antes de ingresar, tengo relación -mantenida en encuentros más de tarde en tarde de lo que yo quisiera- con Alcorlo. Permitidme que evoque el día en que lo conocí y saludé personalmente. Promovido por la Sección de Música, pero apoyado por tantos artistas plásticos y algún arquitecto que -según me hicieron saber- me conocían por la compañía que les había supuesto mi voz en sus ámbitos de trabajo como presentador y comentarista de música en los programas de Radio 2 (luego Radio Clásica), la Academia tuvo a bien incorporarme a su seno en 2012. No ingresé de facto hasta octubre de 2013, con la preceptiva lectura del Discurso de Ingreso, pero poco antes, en mayo de ese año, el entonces Director de la Academia y hoy Director Honorario, Antonio Bonet Correa, tuvo la amabilidad de invitarme a la comida con que los académicos celebramos el día 30 de mayo de cada año la fiesta de nuestro santo patrón, San Fernando, un almuerzo que se sirve en la propia Academia después de habernos reunido en la Ermita de San Antonio de la Florida, bajo los geniales frescos goyescos, en un acto que incluye el depósito de una corona de flores sobre la tumba de Goya, nuestro artista-emblema. “Así -me dijo D. Antonio- irás conociendo a los que van a ser tus compañeros”. Y allí estuve, claro, con los nervios de punta, rodeado de personajes ilustres cuyas obras conocía y admiraba desde hacía tanto tiempo, 9 pero a los que nunca había saludado y que, aunque a ellos les sonara mi nombre (de hecho, me habían votado) por escuchas radiofónicas o porque hubieran seguido la crítica musical en medios escritos, “no me ponían cara”. Mis colegas y amigos de la Sección de Música me abandonaron en tal situación, cosa que entonces no me gustó, pero que ahora les agradezco, porque a ellos me los sabía de memoria y la ocasión procuraba establecer nuevos lazos. De hecho, cuando encontré un sitio libre en la Sala de Juntas, donde se servía la comida, me senté sin saber dónde caía y me encontré al fin entre dos admiradísimos académicos, a uno de los cuales -el arquitecto Antonio Fernández Alba- tenía mucho interés en recordarle que habíamos coincidido treinta y tantos años atrás, por ver si él guardaba memoria de ello -que sí la guardaba-, y al otro, el pintor Manuel Alcorlo, llevaba tiempo esperando conocer, desde que un artista buen amigo mío -ya fallecido, y cuyo nombre de momento omito- me había dicho, mucho tiempo atrás, que el gran dibujante-pintor de nuestro tiempo se llamaba Manuel Alcorlo. Las amabilísimas personalidades de ambos hicieron muy agradable para mí el trance y éste alcanzó la categoría de memorable cuando Antonio Fernández Alba, salvando mi ubicación intermedia, llamó a Alcorlo y le dijo: “Manolo, ¿es que no vas a hacerle un dibujo al nuevo académico?” Sin decir ni mu -es hombre de pocas palabras-, Alcorlo cogió la cartulina en la que se había impreso el menú del ágape, le dio la vuelta -el reverso felizmente estaba en blanco-, se hizo un mínimo hueco entre cubiertos y platos, sacó del bolsillo un rotulador y en unos segundos, sin que fuera perceptible que en algún momento levantaba el instrumento del papel, dibujó el torso desnudo de una bella joven con el pelo suelto, ondulado como las aguas que se perfilaban al fondo: una deliciosa nereida. Un par de años después, cuando ya éramos colegas académicos, Alcorlo me invitó a su estudio para mostrarme dibujos de una serie que estaba empezando a hacer sobre el tema sublime de “La muerte y la doncella”, que le había interesado a partir del maravilloso Cuarteto de cuerda de Schubert así titulado. Le hablé del Lied que Schubert había compuesto con anterioridad sobre el mismo tema y de cómo 10 Schubert lo había utilizado parcialmente para el tiempo lento del susodicho Cuarteto. Se interesó por escuchar el Lied y por conocer su texto, puesto que su única referencia hasta el momento había sido la audición del movimiento del Cuarteto. Le llevé una grabación del Lied y el texto original, en alemán y traducido al español. Su respuesta me abrumó: me regaló un maravilloso dibujo sobre el tema que, por supuesto, pongo a disposición de quienquiera que en el futuro organice el acto que -declaro solemnemente- debemos a Alcorlo: una pequeña exposición en una sala en cuyas paredes se muestren los emocionantes dibujos que la situación poética y escénica de “La muerte y la doncella” le han inspirado y en la cual un cuarteto de cuerda interprete, para un limitado número de asistentes -o sea, en sesiones verdaderamente “de cámara”- el movimiento lento del Cuarteto en Re menor, D. 810 de Schubert, o acaso la obra íntegra. ¿En el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, por ejemplo? Los que hayan asistido al acto inaugural de esta exposición me habrán oído referirme a la constante presencia de la Música en la obra de Manuel Alcorlo. Él, como es bien sabido, es un buen violinista aficionado. No un buen violinista, como él sabe mejor que nadie, sino, como digo, un buen violinista amateur, tan bueno, y tan consciente del papel que el estudio y la interpretación de la música violinística supone para él, que exhibe sus capacidades y sus limitaciones con el mayor desparpajo, en cualquier situación amistosa que se preste a ello.