Antología Personal
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ANtoloGÍA PERSONAL ALBERTO SALCEDO RAMOS periodismo ANtoloGÍA PersoNal alberto salcedo RAMOS periodismo Catalogación en la publicación – Biblioteca Nacional de Colombia Salcedo Ramos, Alberto, 1963-, autor Antología personal / Alberto Salcedo Ramos ; presentación, Alberto Salcedo Ra- mos. – Bogotá : Ministerio de Cultura : Biblioteca Nacional de Colombia, 2017. 1 recurso en línea : archivo de texto PDF (258 páginas). – (Biblioteca Básica de Cultura Colombiana. Periodismo / Biblioteca Nacional de Colombia) ISBN 978-958-5419-97-1 1. Crónicas colombianas - Siglos XX-XXI – Antologías 2. Colombia – Historia - Siglos XX-XXI 3. Libro digital I. Salcedo Ramos, Alberto, 1963-, autor de introducción II. Título III. Serie CDD: 070.4409861 ed. 23 CO-BoBN– a1018289 Mariana Garcés Córdoba MINISTRA DE CULTURA Zulia Mena García VICEMINISTRA DE CULTURA Enzo Rafael Ariza Ayala SECRETARIO GENERAL Consuelo Gaitán DIRECTORA DE LA BIBLIOTECA NACIONAL Javier Beltrán José Antonio Carbonell COORDINADOR GENERAL Mario Jursich Julio Paredes Isabel Pradilla COMITÉ EDITORIAL GESTORA EDITORIAL Taller de Edición • Rocca® Jesús Goyeneche REVISIÓN Y CORRECCIÓN DE TEXTOS, ASISTENTE EDITORIAL Y DE INVESTIGACIÓN DISEÑO EDITORIAL Y DIAGRAMACIÓN eLibros CONVERSIÓN DIGITAL PixelClub S. A. S. ADAPTACIÓN DIGITAL HTML Adán Farías CONCEPTO Y DISEÑO GRÁFICO Con el apoyo de: BibloAmigos ISBN: 978-958-5419-97-1 Bogotá D. C., diciembre de 2017 © Alberto Salcedo Ramos © 2017, De esta edición: Ministerio de Cultura – Biblioteca Nacional de Colombia © Presentación y compilación: Alberto Salcedo Ramos Material digital de acceso y descarga gratuitos con fines didácticos y culturales, principalmente dirigido a los usuarios de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas de Colombia. Esta publicación no puede ser reproducida, total o parcialmente con ánimo de lucro, en ninguna forma ni por ningún medio, sin la autorización expresa para ello. índice §§Presentación 9 Diez juglares en su patio (1991) §§La tristeza de Leandro 15 §§Durán, siempre Durán 39 §§Catalino Parra, el gran fabulador del río 55 De un hombre obligado a levantarse con el pie derecho y otras crónicas (1999) §§De un hombre obligado a levantarse con el pie derecho 75 §§La mujer que apagó el volcán 99 §§El hospital de la fila inhumana 145 §§Un conservador de cien años 155 El oro y la oscuridad §§La niña más odiosa La vida gloriosa y del mundo 231 trágica de Kid Pambelé (2005) Botellas de náufrago (2015) §§x: Epílogo al borde del nocaut 165 §§Botellas de náufrago 239 §§Una balada para el mar 243 La eterna parranda §§El pueblo donde no (2011) matan a nadie 247 §§El fútbol de Las Regias 187 §§Doña Nubia y el Parque de los Sueños Justos 251 §§El pueblo que sobrevivió a una masacre amenizada §§Mi mejor edad 255 con gaitas 199 §§Memorias del último valiente 215 § Presentación Toda antología es incompleta y caprichosa. Esta no es la excepción. Incluye crónicas y artículos publicados entre 1987 y 2015. La idea al reunir estas piezas es permitirles a los lectores no sólo conocer una muestra de mi obra, sino también observar cómo ha sido mi ejercicio profesional a través de los años: los intereses temáticos, las recurrencias, las búsquedas, la forma de abordar a las personas y mos- trar sus conflictos, los planteamientos de las historias. El libro, entonces, tiene un primer objetivo: convertirse en una guía académica útil que esté al alcance de profesores y estudiantes de diversas áreas. Estos textos aspiran, además, a aportar un poco de memoria sobre la Colombia de los últimos treinta años. Agradezco a las editoriales que, originalmente, publi- caron los libros donde aparecen las crónicas incluidas en la presente antología. Aguilar: El oro y la oscuridad, La eterna parranda y De un hombre obligado a levantarse con el pie derecho; Ecoe Ediciones: Diez juglares en su patio y Luna Libros: Botellas de náufrago. 9 Presentación Ejerzo el periodismo narrativo con la convicción de que contar la realidad es tan maravilloso como escribir ficción. Raymond Carver, exponente del «realismo sucio», decía que lo que define a un escritor grande es «esa forma especial de contemplar las cosas y el saber dar una expre- sión artística a sus contemplaciones». En un narrador de la talla de Juan Rulfo se aprecian esos dones, pero lo mismo se puede decir de ciertos escri- tores notables de no ficción, como Joseph Mitchell, Tracy Kidder, Susan Orlean y Gay Talese. Muchos siguen creyendo que literatura es, estricta- mente, ficción: no se han enterado todavía de que existe la literatura de no ficción, y de que esta también puede ser de gran factura estética. Además, un buen reportaje —por ejemplo, Una temporada de machetes, de Jean Hatzfeld— nos ayuda a comprender la naturaleza humana y nos hace sentir como propios ciertos sucesos que la distancia geográfica nos hacía sentir ajenos. Es más frecuente hablar de los aportes de la litera- tura al periodismo que de los aportes del periodismo a la literatura. Cuando se trata del primer caso, que es lo pre- dominante, se mencionan las técnicas narrativas, el empleo del punto de vista, la construcción de imágenes, el uso de las escenas y la creación de las atmósferas. Todos esos recursos, ciertamente, proceden de la litera- tura y contribuyen a embellecer el periodismo en lo formal y a dotarlo de un poder mayor de penetración. Pero se 10 Presentación habla muchísimo menos de los aportes del periodismo a la literatura. Varios escritores se han referido a su deuda con el periodismo. Pienso en Gabriel García Márquez, en Albert Camus, en John Dos Passos, en Truman Capote y, por supuesto, en Ernest Hemingway, aunque este último dijo una vez que el periodismo es bueno para un escritor siempre y cuando lo abandone a tiempo. El periodismo adiestra al escritor en el descubrimiento de los temas esenciales para el hombre. En esta profesión se tiene acceso a un laboratorio excepcional en el que siempre se está en contacto con lo más revelador de la condición humana. Uno aquí ve desde reyes hasta mendigos, tru- hanes, bárbaros, seres maravillosos, de todo, y eso es útil para construir universos literarios creíbles y ambiciosos. En los últimos años se han incrementado las novelas basadas en hechos y personajes de la realidad. Acaso el periodismo es un taller que le sirve al escritor para huma- nizar su escritura. Para añadir una ventana allí donde antes sólo había un espejo. Los periodistas narrativos creemos que para escribir sobre un pueblo remoto no es necesario esperar a que ese pueblo sea asaltado por algún grupo violento o embestido por una catástrofe natural. El académico Norman Sims dice que los periodistas narrativos no andan mendigando las sobras del poder para ejercer su oficio. Y como si fuera poco, el periodismo narrativo que hoy leemos como información dentro de unos años será leído como memoria. 11 Presentación Les propongo que lean este libro no sólo como un viaje por mis crónicas sino, sobre todo, como una con- versación con ciertos seres de nuestro país que no siempre son escuchados. Hago mías las palabras de Mark Kramer: «Me siento como el anfitrión de una fiesta con invitados inteligentes, invitados que me importan». Pasen. Óiganlos. Alberto Salcedos Ramos 12 Diez juglares en su patio (1991) § La tristeza de Leandro Lo que es verdad bajo la luz de la lámpara, no lo es siempre bajo la luz del sol. Franz Schubert —¿Por dónde empezamos, maestro? —Usted dirá. Para mí no hay mal comienzo. —Bueno, lo veo triste y es de eso de lo que quiero que hablemos. —Eso de que soy triste me lo han dicho tres periodis- tas. Sólo ellos me han visto así. Mis amigos, que me tratan con más frecuencia, no han pensado que sea triste. Soy ciego y hablo poco: quizá sea eso lo que me hace parecer así. —Siendo ciego, sus canciones describen cosas que usted nunca ha visto. Son descripciones precisas, hermosas. —Es porque he sido cuidadoso. Yo aprendí, desde niño, a diferenciar la sombra de los rayos del sol y a cap- tar lo que hay entre ambas cosas. Cuando compuse «El verano», había un árbol en la casa donde yo vivía. Era el único árbol que había allí. Y debajo de ese árbol me ponía yo todos los mediodías, porque corría un fresco sabroso que me hacía pensar cosas bonitas. Un día sentí algo caliente en la cara. Quise quitármelo de encima, pero esa cosa calu- rosa siguió pegada a mi cara: era el sol. 15 Alberto Salcedo Ramos Entonces descubrí que llegábamos a la estación de verano y el árbol perdía su vestido, como dije en la can- ción. No necesité verlo para contarlo, pues lo que sentí fue suficiente. Al principio, las hojas caían en forma lenta. Después, más rápido. Unas me caían encima y las otras rodaban por el suelo. Yo me iba a quedar sin sombra y, sin embargo, eso no fue lo que me dio una gran tristeza. Lo que me puso triste fue pensar en el parecido de ese pobre árbol con el destino del hombre. —¿Usted se propuso cantarle a ciertos elementos de la naturaleza como si los hubiera visto? —No, ese estilo que usted menciona no me lo propuse de manera consciente. Salió, casi sin darme cuenta, de las cosas que me rodearon desde la infancia. Nací en una finca y en ella me crie hasta los veinte años. Esos primeros años de mi vida fueron de amistad con la naturaleza, de convi- vencia magnífica con las plantas, con los cereales, con la tierra desértica y también con la tierra buena, con los ríos y las brisas. Con todo eso que aparece en mis cantos. —¿Usted cree que todavía tiene algo que decir sobre su ceguera? —Es probable que sí, pues esta es mi realidad. De todos modos, la ceguera no es tan importante para mí, aunque algunas de mis canciones digan lo contrario.