Album Poético-Fotográfico De Las Escritoras Cubanas
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f- ?. '2- <-'. m ° ALBUM POÉTICO-FOTOGRÁFICO. NI ALBUM - POÉTICO-FOTOGRAFICO DE LAS ESCRITORAS CUBANAS, SEÑORITA DOÑA DOMITILA GARCIA, <.*,. ^ . ; DEDICADO A LA SEÑOKA DOfA G. G. DE A. MONTE Nú m. HABANA: . IHP. MILITAS DE LA VIUDA E US. DE SOLER, • calle de Riela, núm. 40. 18Í8. THE NEW YORK PUBLIC L1BRARY ASTOP. LENOX AND TILDEN FOUNDATiONB n 1 &2.i l. ES PROPIEDAD DE LA AUTORA. A LA EMINENTE POETISA CUBANA, gjfc ¿etów, éfeñoia, eitoi emita como la himna ionoloi ij, malcialei con (¡fue una ¿tillante ij. entuiiabta comitiva follaba de aimoníai el ci= fiado, al ceñil en vuebtla fíente mafebtuaa el inmalccbiUe lauiel que ha= 6¿u conjtuitado v;ieb4u> nenio iultlime; fíelo ií, ion loi ccoi de una melodía que dele afectal y conmoved dulcemente miedla alma, fuei lia bido en= tonada bajo el diáfano y fmiíiimo cielo aue víiteii al nacel, y al fulaoi de lai lutilantei eiilellai que alumllaion la flolida benda fioi donde díiteii vuebtia filimeia y vacilantei jiaboi. ^.0 no dudo un iolo ¿nbtante que citoi bencílica y fiema cantoi alfjr ^endlán fíala voi de tliiteb y de ylatoi, fiuei en ella oiieii la voy de la fiatlia que deide léjoi envia á bu hija adolada un bubfiiio, que lleyaiá habta va en alai de lai fiuiab y fleicai lliiai tioficalei. iPelc ii no loi eicuchaii, S'eñoía, ni como buifáloi, ni como can= 4oi, ebtimadloi biquiela como una ofienda, en la aue demoitialoi fvwÁen= de iu entubiabta admiiacion j incto Kar.lt. 1913 PROLOGO. Este libro, que con justísimo temor vamos á lanzar al revuelto mar de la opinion piiblica, donde quizás pueden naufragar nuestras mas dulces esperanzas, no tenemos idea de presentarlo como modelo, ni ménos como el mejor de su clase. Tampoco aspiramos con él á conquistar un nombre : su objeto tiende á otros fines ménos pretenciosos; la admira cion hácia lo bello, el entusiasmo por lo grande, y hasta cierto punto, una reparacion justa contra el error de una creencia que abrigan la mayoría de los europeos acerca de la indolencia en que dicen nace, se cria y vive la mujer cubana. No ha faltado quien poseído de esa idea, las descri ba con el sello característico de la índole y costumbres de las mujeres orientales : reclinadas, no en purpúreos almoha dones, pero si en la oscilante hamaca, envueltas entre nubes de trasparentes gasas, rodeadas de fragantes flores, y á su lado la esclava africana oreándola con abanicos de suaves plumas y brillantes pedrerías. II Y aunque no es ciertamente este libro el que comprueba su industrioso y activo carácter, dará á lo menos una idea de que no permanecen en el letargo de la indolencia las que tienen una viva y ardiente imaginacion que en álas del entusiasmo y la inspiracion se remonta hasta el cielo, como queriendo sondear lo infinito. * . - Cuando abrimos los ojos á la luz de la razon, cuando em pezábamos á comprender el valor de las letras, hallamos la atmósfera de todos los circuios sociales llena de un nombre que resonaba con el estruendo de una sublime alegría. Era esa la época, no remota, en que Gertrudis Gomez de Ave llaneda pisaba la culta ciudad de la Habana, y en que sus entusiastas hijos ceñían á su gallarda y gentil cabeza un brillante y bien merecido laurel. Nuestra edad era ese período feliz en que todo lo miramos bajo un prisma encantador, ¡la infancia! Desde esa épo ca la admiracion á su génio volvióse un culto para el alma, y nació, puede decirse, el deseo que hemos llevado á cabo por fin, aunque no con el éxito brillante de nuestros propó sitos, porque en vano hemos invocado mil veces á las divinas musas para que nos concedan sus favores. Conocemos con toda nuestra humildad cuán poco vale mos para presentar una obra digna de una mujer tan um versalmente conocida y proclamada «como la mejor cantora de todos los tiempos; » no aspiramos á acercárnosle en nin gún grado; apénas á seguir su luminosa estela, porque ella es como un astro refulgente que luce lleno de esplendor y hermosura en el Cénit, mientras que nosotras no somos mas que una pálida estrella cuyos tibios resplandores apénas se divisan en el Oriente. Muchas veces nos ha hecho retroceder desconfiadas el desaliento ; pero la voz del deseo, mas poderosa que nues tra timidez, nos dice : « adelante. » i I III Y siguiendo sus impulsos ¡adelante! tambien nos dice el corazón. Con fraternal amor hemos llamado á nuestras hermanas en nuestro auxilio, para formar con sus dulces y argentinas voces un coro, y en él mezclar la nuestra, tímida y débil. Ese es nuestro propósito. Esa ha sido nuestra idea. Inmensa y dulcísima es la satisfaccion con que late hoy nuestro pecho : ya de nuestra frente se disiparán las brumas del pesar que nos ha ocasionado la desconfianza pública acerca la realizacion de nuestro querido pensamiento, afian zando sus sospechas en nuestra escasa fortuna y pocos años. Ya al presentarnos con nuestro modesto libro en las ma nos y el corazon palpitante de temor y de alegría, no oiremos en los ecos populares los epigramas picantes y ridiculas chan- zonetas de que hemos sido el "blanco durante su ejecucion. Que si hubiéramos tenido un ánimo pusilánime, hubiéra mos desistido, pues no bien empezó á hablar generosamente en nuestro favor la prensa periódica, cuando el espíritu de rivalidad y contradiccion llevó sus invectivas hasta el terreno de la mentira y la injusticia, negándonos la originalidad y la propiedad del Album-poetico-fotografico, lo que tuvi mos que combatir enérgicamente, salvándonos la sincera declaracion de la persona á quien se aludía como autor, de que jamás había pensado semejante cosa, sino otra muy distinta en su género. Ya verán aquellos que tanto nos hacían temer, que no le están exclusivamente reservados á los que poseen inmen sos bienes de fortuna, todos los medios de poner en práctica cuanto piensan y quieren : 'hay otros tan poderosos como 2 ellos, y ios únicos poderosos de la tierra : la fuerza de vo luntad, y la constancia. Un ejemplo ilustre de estas virtudes de los ánimos esfor zados nos presenta el gran Almirante genovés : los sabios lo llamaron loco, y esta locura sin embargo dió por resul tado un Nuevo Mundo. ¡ Oh, nosotras creemos que aun en estos tiempos en que la civilizacion recibe los homenajes de todos como la única diosa del siglo, pocos comprenden en todo su valor cuanto era Cristóbal Colon! Así pues, ¿quién ha de estrañar que una hija de ese mun do mismo, cuya existencia se creyó fantástica, fantasee el bien, sin alcanzar á conseguirlo; fantasee lo grande, sin al canzar á desenvolverlo ; fantasee lo bello, sin alcanzar á pintarlo, y sean vanos sus esfuerzos para hacer una obra digna de ser ofrecida á la reina de la poesía, cuando él tuvo que apurar tantos sinsabores para dar cima á su grandiosa idea y ofrecerla en homenaje á otra reina? Respecto al valor de nuestra obra, no es á nosotras á quien toca juzgarla, sino al público. Su género es como el de casi todas las que se publican en Cuba; poética; y si hemos de creer á Lamartine : «la poe sía es la voz de la humanidad pensando y sintiendo, » la poesía en nuestro humilde concepto debe representar el sello, digámoslo así, del mundo real que la inspira, y el ideal que le dá sus formas. La calificación del gran poeta nos parece verse tan de manifiesto en el carácter de nuestra poesía, que no teme mos llamarla, descriptiva y amorosa, en consonancia con la naturaleza virgen y floreciente de nuestro suelo. y Ignoramos qué acogida tendrá; pero contamos ya con el favorable voto de nuestra ilustre cantora, que nos expresa el valor en que la estima, y con esa generosa indulgencia que tanto distingue á las almas elevadas, nos dice : «Que la acepta gustosa como una preciosa ofrenda de «bondad, que si no es ciertamente merecida, será estimada «en toda su gran valía, y la conservará como gratísimo «recuerdo del pais en que nació, y que se complace en re- . «conocer fecundo en grandes y distinguidos injenios; sino «tambien como la mas gloriosa de las recompensas á que «podía aspirar por sus humildes trabajos literarios.» A lo que no podemos ménos de responder con toda la ternura y entusiasmo de nuestra alma. ¡ Gracias, señora, habeis correspondido al vehemente de seo del corazon de vuestra compatricia, Domitila García. J . GERTRUDIS GOMEZ DE AVELLANEDA Gertrudis Gómez de Avellaneda. Nos hemos impuesto una grata, y en estremo difícil tarea, como es la de trazar á grandes rasgos las biografías de nues tras dulces poetisas que figuran en esta obra. Ante la gra vedad é importancia del asunto, nos sentimos débiles é inca paces de desempeñar cumplidamente nuestra mision ; pero el buen deseo que nos anima suplirá en cierto modo el poco interés de que podamos revestirlas. Siendo nuestros conocimientos demasiado escasos, no nos detendi'emos á hacer el análisis de ninguna composicion : solo nos limitaremos en ellas á dar una idea, aunque vaga, de los antecedentes literarios de sus autoras. Por esa causa es que nos escusamos hacer la de la Sra. de Avellaneda, pues no sabíamos positivamente nada de su bri llante carrera literaria, sino por lo que nos dicen algunos escritores. En unas de sus obras, publicada el año de 1841 en contramos la siguiente, bastante correta, y llena de interés. «La Sra. D.a Gertrudis Gomez de Avellaneda vio la luz primera en la ciudad de Puerto-Príncipe, en la isla de Cuba, el año de 1816. Fueron sus padres el Comandante de Marina de aquel puerto, Capitan de navio D.