La Estela Ibérica De Sinarcas
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La estela ibérica de Sinarcas HISTORIA DEL HALLAZGO El día 2 5 de agosto de 1941, al abrir un pozo para regar en el predio llamado vulgarmente <El Pozol>, situado al Oeste de Sinarcas a la distancia de unos 40 m. de la población y a la profundidad aproximada de un metro, fué hallada una pie dra caliza, que se partió en dos, conservándose la parte supe rior, que contiene signos ibéricos encuadrados en una cartela, y terminada por arriba en una curva que forma un segmento circular, en el cual hay también una línea de signos ibéricos. Esta circunstancia la libró de ser destruida o utilizada como piedra de construcción. La parte conservada tiene 78 cm. de alta, 43 de ancha y 12 de gruesa, midiendo la cartela 23 x 2 3 cm. y teniendo el segmento una altura de 14,5 cm. Las letras del segmento son de 8,5 cm. y las demás van de 32 a 39 mm. Las líneas están separadas por rayas horizontales. Su peso es de 8 5 kgs. La piedra es de la misma calidad que la utilizada para construir el templo parroquial y procede de las canteras del eRegajo , ; es caliza blanda, fácil de labrar, que se rompe y des gasta fácilmente, por lo cual contiene algunos signos muy desvanecidos; otros rotos desde antiguo; y aun otros perdidos modernamente, al sacarla b trasladarla, como los dos últimos signos de la segunda línea. Tuve la primera noticia de la estela por una copia imper- 246 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA fecta que remitieron a D. Emilio Viñals y temí que fuera la in tención de los dueños ponerla en el hogar detrás del fuego; pero resultó que D.a María Vicenta Pérez, licenciada en Histo ria, interesó en su conservación al dueño del terreno, D. Ale jandro Monterde, y este señor tomó con interés la salvación de la estela, y, habiéndomela regalado, la remitió a Valencia, y después ha ingresado por mi donación en el Museo de Pre· historia de la Excma. Diputación Provincial. Los tres mencionados señore.s merecen toda la gratitud de los aficionados a la arqueología ibérica. * * * Sinarcas es actualmente una Villa del partido judicial de Chelva, que tiene un vecindario aproximadamente de 2.oco habitantes y que está situada en la cumbre de un cerro que divide las aguas de los ríos l'vfagro y Turia; por esta última circunstancia fué siempre un lugar estratégico, que domina los descensos hacia la costa y estuvo habitado en todas las épocas. Su situación es una de las clásicas elegidas para fun· dar poblados prehistóricos e ibéricos, y durante la época ro mana siguió viviendo un núcleo de población sobre el solar de la antigua agrupación ibérica. No hay noticias de su vida durante la monarquía visigoda; pero atendiendo a que la vida urbana continuó en Sinarcas en todos los tiempos posteriores, también hubo de estar habitada durante ella. Entre los muchos problemas que plantea la carencia de noticias de la época goda, está el de fijar las divisiones eclesiás· ticas y administrativas y el averiguar Ia situación de algunas de s us sedes. De éstas, quizá, las más debatidas fueron las de ~egó briga y Arcábrica, la primera de las cuales se supuso en Segor be, sólo por la semejanza de nombres y por intereses particula res creados durante la Reconquista. Análogamente se procedió con respecto a Arcábrica o Arcóbriga, buscando pueblos actua les que sonaran de modo análogo a los ind.icados, y buscando, además, la natural y fácil derivación para un pueblo no lejano de Segorbe. Los historiadores valencianos pensaron en pue· LA ESTELA IBÉRICA DE SI NARCAS · 247 blos del reino de Valencia o de sus proximidades en que figu rara de alguna manera la palabra arco; y así, Escolano (Déca das, t. 11, Valencia, 1611, col. 795 sgs.), después de interpretar de modo arbitrario los límites de diócesis consignados en la llamada «Hitación de Wamba), dijo: cy lo que es más, es que creemos, probablemente que Arcóbrica era la que agora llama mos Cenarcas, a los fines del reino de Valencia y en los con· fines de Castilla, a doze leguas de Cuenca: o otro pueblo que dista della deziseys, que llaman Arcos, raya de Aragón, en quien se remata el obispado de Segorue>. Estos dictámenes, impugnados por Diago (Anales del Reino de Valencia, t. I, fo lios 218-9), son de tal inconsistencia, que no hace falta discu· tirios y no pasan de ser algunas de las muchas noticias arbi trarias consignadas por Escolano. Más adelante Cenarcas fué habitado por los árabes, y al ser reconquistado, dependió del infante D. Jaime de Xérica, hijo del Conquistador. Su expresado Señor intentó cambiarle el nombre por el de Puebla de San Jaime, aunque sin efecto; pues conservó el suyo, convertido actualmente en Sinarcas (Escolano, op. cit., col. 870). En el año 1599 el rey Don Feli pe III constituyó esta villa en condado. La Sinarcas ibérica tuvo su caserío en la cumbre de un cerro y sus viviendas apoyadas y acomodadas en los desnive les y desigualdades del terreno; su antiguo trazado, hoy muy ampliado, sufrió con el tíempo grandes modificaciones; pero aun quedan algunas casas encajadas en el suelo, entre dos calles de niveles distintos, tal como aparecen en los restos de los poblados ibéricos de montaña y en los caseríos modernos que les han sucedido. * * * Tengo noticias de muchos restos arqueológicos hallados en las cercanías de Sinarcas. Una cabeza o busto, hecho en piedra caliza, que lleva en las sienes adornos postizos o rode tes formados con sus cabellos; monedas abundantes, algu nas de ellas ibéricas, cuyas descripciones desconozco por ahora; tiestos varios y' una fibula de bronce, de la cual me 248 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA han hablado como recogida en la villa, sin darme otros de talles. En el terreno donde salió la estela ibérica habían aparecido antes varias lápidas sepulcrales romanas, de las cuales tuvo copia p. Buenaventura Hernández Sanahuja, director del Mu seo Arqueológico de Tarragona, quien las comunicó a Hübner; este autor las catalogó en su C. l. L. II. como procedentes de una localidad próxima a Tarragona sólo porque la noticia se la había dado Hernández. Todavía dijo Sarthou en su Geografía del Reino de Valmcia (prov. de Valencia) que hubo en Sinarcas un sillar, con cuatro letras latinas, puesto en uno de los «pa sos;) del Calvario; pero esta noticia no es muy interesante para nuestro asunto. (Bol. Ac. H., 17, 1890, pág. 244: Carta desde Requena de D. Antonio Pérez García fijando la situación de estas piedras.) Las lápidas aludidas son las siguientes: Número 4·449 de Hübner, que dice: M(arco) Horatio 1Mercurialis 1an .liix. Fabri 1cia Serana marito indul 1gentissimo. Se conserva pocos metros más abajo del lugar donde ha salido la estela ibérica. El número 4·45 I de Hübner se halló allí mismo, donde se conserva y dice: Iunia Cupita 1h .s.e. Laciliu 1s marit(us) / [N]imphi 1dia s( erva) p( osuerunt) s. t. t. l. Más interesante es el número 4·450, cuyo paradero se igno· ra en la actualidad, y decía: L. HORATIVS. M. F. VISERADIN H. S. E. Se refiere a un L. Horatio, hijo de Marco, que conservó como cognomen el nombre ibérico de Viser:adin. Todavía, en el mismo sitio, al excavar una bodega hace unos veinte años, en un solar de D. Juan Pérez y Pérez (padre de D.a María Vicenta Pérez, ya nombrada, y a la cual debo la LA ESTELA IBÉRICA DE SINARCAS 249 mayoría de estos informes), situado pocos metros más arriba del punto en que ha salido la estela, aparecieron restos de urnas cinerarias con cenizas, tal vez, del personaje o persona jes mencionados en la piedra descubierta, ya que ésta, según demuestra la posición en que ha ~ido hallada, había sido re movida, arrastrada y recubierta de tierras por las aguas plu viales en tiempo no determinado; pues las aguas se precipitan torrencialmente por dicha ladera durante los temporales. Los hallazgos referidos manifiestan, claramente, que la ver· tiente O. de la colina que corona Sinarcas es la necrópolis de los poblados ibérico y romano, antecesores del pueblo actual, donde se sucedieron. consecutivamente o convivieron dichos dos pueblos antigl.los. En el mismo pozo en que salió la estela ibérica apareció una moneda de bronce, aunque ignoro en qué nivel. Se trata de un As ibérico de Celsa, de pequeño módulo y arte discreto, con los tipos corrientes de cabeza rodeada de tres delfines y jinete con palma, que corresponde a Vives, lám. LXI, n. 0 8, sin cronología bien determinada. No salió en los hallazgos de Azaila. De allí cerca dicen que procede un denario romano de pla ta, muy común, emitido a nombre de e;. Vibius C. f. PANSA (año -90), que tiene la cabeza laureada, a derecha, de Apolo, y por el otro lado, Palas en una cuadriga al galope, a derecha. ALFABETOS Las antiguas monedas hispanas de las series que tienen en su reverso un jinete, fueron llamadas en otros tiempos «espa- . ñolas desconocidas», «autónomas» y «celtibéricas»; actual mente se llaman ibérz'cas, y se acostumbra a llamar ibérico al alfabeto que contienen, siendo más justo aplicar este nombre a las letras que a las monedas. Este alfabeto monetal ibérico es admitido hoy como total mente conocido y resuelto por todas las personas libres de prejuicios, y no hay dudas fundamentales sobre los valores fonéticos correspondientes a sus signos. La historia de su in- • 2 50 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA vestigación, así como su comprobación minuciosa, no son d~ este momento; pero es preciso admitirlo como postulado pre vio y cabe ser discutido por quien tenga pruebas en favor o en contra; pero n.o puede ser negado sistemáticamente, sobre todo después de los trabajos de D.