La estela ibérica de Sinarcas

HISTORIA DEL HALLAZGO

El día 2 5 de agosto de 1941, al abrir un pozo para regar en el predio llamado vulgarmente , situado al Oeste de Sinarcas a la distancia de unos 40 m. de la población y a la profundidad aproximada de un metro, fué hallada una pie­ dra caliza, que se partió en dos, conservándose la parte supe­ rior, que contiene signos ibéricos encuadrados en una cartela, y terminada por arriba en una curva que forma un segmento circular, en el cual hay también una línea de signos ibéricos. Esta circunstancia la libró de ser destruida o utilizada como piedra de construcción. La parte conservada tiene 78 cm. de alta, 43 de ancha y 12 de gruesa, midiendo la cartela 23 x 2 3 cm. y teniendo el segmento una altura de 14,5 cm. Las letras del segmento son de 8,5 cm. y las demás van de 32 a 39 mm. Las líneas están separadas por rayas horizontales. Su peso es de 8 5 kgs. La piedra es de la misma calidad que la utilizada para construir el templo parroquial y procede de las canteras del eRegajo , ; es caliza blanda, fácil de labrar, que se rompe y des­ gasta fácilmente, por lo cual contiene algunos signos muy desvanecidos; otros rotos desde antiguo; y aun otros perdidos modernamente, al sacarla b trasladarla, como los dos últimos signos de la segunda línea. Tuve la primera noticia de la estela por una copia imper- 246 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA fecta que remitieron a D. Emilio Viñals y temí que fuera la in­ tención de los dueños ponerla en el hogar detrás del fuego; pero resultó que D.a María Vicenta Pérez, licenciada en Histo­ ria, interesó en su conservación al dueño del terreno, D. Ale­ jandro Monterde, y este señor tomó con interés la salvación de la estela, y, habiéndomela regalado, la remitió a , y después ha ingresado por mi donación en el Museo de Pre· historia de la Excma. Diputación Provincial. Los tres mencionados señore.s merecen toda la gratitud de los aficionados a la arqueología ibérica.

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Sinarcas es actualmente una Villa del partido judicial de , que tiene un vecindario aproximadamente de 2.oco habitantes y que está situada en la cumbre de un cerro que divide las aguas de los ríos l'vfagro y Turia; por esta última circunstancia fué siempre un lugar estratégico, que domina los descensos hacia la costa y estuvo habitado en todas las épocas. Su situación es una de las clásicas elegidas para fun· dar poblados prehistóricos e ibéricos, y durante la época ro­ mana siguió viviendo un núcleo de población sobre el solar de la antigua agrupación ibérica. No hay noticias de su vida durante la monarquía visigoda; pero atendiendo a que la vida urbana continuó en Sinarcas en todos los tiempos posteriores, también hubo de estar habitada durante ella. Entre los muchos problemas que plantea la carencia de noticias de la época goda, está el de fijar las divisiones eclesiás· ticas y administrativas y el averiguar Ia situación de algunas de s us sedes. De éstas, quizá, las más debatidas fueron las de ~egó­ briga y Arcábrica, la primera de las cuales se supuso en Segor­ be, sólo por la semejanza de nombres y por intereses particula­ res creados durante la Reconquista. Análogamente se procedió con respecto a Arcábrica o Arcóbriga, buscando pueblos actua­ les que sonaran de modo análogo a los ind.icados, y buscando, además, la natural y fácil derivación para un pueblo no lejano de Segorbe. Los historiadores valencianos pensaron en pue· LA ESTELA IBÉRICA DE SI NARCAS · 247 blos del reino de Valencia o de sus proximidades en que figu­ rara de alguna manera la palabra arco; y así, Escolano (Déca­ das, t. 11, Valencia, 1611, col. 795 sgs.), después de interpretar de modo arbitrario los límites de diócesis consignados en la llamada «Hitación de Wamba), dijo: cy lo que es más, es que creemos, probablemente que Arcóbrica era la que agora llama­ mos Cenarcas, a los fines del reino de Valencia y en los con· fines de Castilla, a doze leguas de Cuenca: o otro pueblo que dista della deziseys, que llaman Arcos, raya de Aragón, en quien se remata el obispado de Segorue>. Estos dictámenes, impugnados por Diago (Anales del Reino de Valencia, t. I, fo­ lios 218-9), son de tal inconsistencia, que no hace falta discu· tirios y no pasan de ser algunas de las muchas noticias arbi­ trarias consignadas por Escolano. Más adelante Cenarcas fué habitado por los árabes, y al ser reconquistado, dependió del infante D. Jaime de Xérica, hijo del Conquistador. Su expresado Señor intentó cambiarle el nombre por el de Puebla de San Jaime, aunque sin efecto; pues conservó el suyo, convertido actualmente en Sinarcas (Escolano, op. cit., col. 870). En el año 1599 el rey Don Feli­ pe III constituyó esta villa en condado. La Sinarcas ibérica tuvo su caserío en la cumbre de un cerro y sus viviendas apoyadas y acomodadas en los desnive­ les y desigualdades del terreno; su antiguo trazado, hoy muy ampliado, sufrió con el tíempo grandes modificaciones; pero aun quedan algunas casas encajadas en el suelo, entre dos de niveles distintos, tal como aparecen en los restos de los poblados ibéricos de montaña y en los caseríos modernos que les han sucedido.

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Tengo noticias de muchos restos arqueológicos hallados en las cercanías de Sinarcas. Una cabeza o busto, hecho en piedra caliza, que lleva en las sienes adornos postizos o rode­ tes formados con sus cabellos; monedas abundantes, algu­ nas de ellas ibéricas, cuyas descripciones desconozco por ahora; tiestos varios y' una fibula de bronce, de la cual me 248 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA

han hablado como recogida en la villa, sin darme otros de­ talles. En el terreno donde salió la estela ibérica habían aparecido antes varias lápidas sepulcrales romanas, de las cuales tuvo copia p. Buenaventura Hernández Sanahuja, director del Mu­ seo Arqueológico de Tarragona, quien las comunicó a Hübner; este autor las catalogó en su C. l. L. II. como procedentes de una localidad próxima a Tarragona sólo porque la noticia se la había dado Hernández. Todavía dijo Sarthou en su Geografía del Reino de Valmcia (prov. de Valencia) que hubo en Sinarcas un sillar, con cuatro letras latinas, puesto en uno de los «pa­ sos;) del Calvario; pero esta noticia no es muy interesante para nuestro asunto. (Bol. Ac. H., 17, 1890, pág. 244: Carta desde Requena de D. Antonio Pérez García fijando la situación de estas piedras.) Las lápidas aludidas son las siguientes: Número 4·449 de Hübner, que dice: M(arco) Horatio 1Mercurialis 1an .liix. Fabri 1cia Serana marito indul 1gentissimo. Se conserva pocos metros más abajo del lugar donde ha salido la estela ibérica. El número 4·45 I de Hübner se halló allí mismo, donde se conserva y dice: Iunia Cupita 1h .s.e. Laciliu 1s marit(us) / [N]imphi 1dia s( erva) p( osuerunt) s. t. t. l. Más interesante es el número 4·450, cuyo paradero se igno· ra en la actualidad, y decía: L. HORATIVS. M. F. VISERADIN H. S. E. Se refiere a un L. Horatio, hijo de Marco, que conservó como cognomen el nombre ibérico de Viser:adin. Todavía, en el mismo sitio, al excavar una bodega hace unos veinte años, en un solar de D. Juan Pérez y Pérez (padre de D.a María Vicenta Pérez, ya nombrada, y a la cual debo la LA ESTELA IBÉRICA DE SINARCAS 249

mayoría de estos informes), situado pocos metros más arriba del punto en que ha salido la estela, aparecieron restos de urnas cinerarias con cenizas, tal vez, del personaje o persona­ jes mencionados en la piedra descubierta, ya que ésta, según demuestra la posición en que ha ~ido hallada, había sido re­ movida, arrastrada y recubierta de tierras por las aguas plu­ viales en tiempo no determinado; pues las aguas se precipitan torrencialmente por dicha ladera durante los temporales. Los hallazgos referidos manifiestan, claramente, que la ver· tiente O. de la colina que corona Sinarcas es la necrópolis de los poblados ibérico y romano, antecesores del pueblo actual, donde se sucedieron. consecutivamente o convivieron dichos dos pueblos antigl.los. En el mismo pozo en que salió la estela ibérica apareció una moneda de bronce, aunque ignoro en qué nivel. Se trata de un As ibérico de Celsa, de pequeño módulo y arte discreto, con los tipos corrientes de cabeza rodeada de tres delfines y jinete con palma, que corresponde a Vives, lám. LXI, n. 0 8, sin cronología bien determinada. No salió en los hallazgos de Azaila. De allí cerca dicen que procede un denario romano de pla­ ta, muy común, emitido a nombre de e;. Vibius C. f. PANSA (año -90), que tiene la cabeza laureada, a derecha, de Apolo, y por el otro lado, Palas en una cuadriga al galope, a derecha.

ALFABETOS

Las antiguas monedas hispanas de las series que tienen en su reverso un jinete, fueron llamadas en otros tiempos «espa- . ñolas desconocidas», «autónomas» y «celtibéricas»; actual­ mente se llaman ibérz'cas, y se acostumbra a llamar ibérico al alfabeto que contienen, siendo más justo aplicar este nombre a las letras que a las monedas. Este alfabeto monetal ibérico es admitido hoy como total­ mente conocido y resuelto por todas las personas libres de prejuicios, y no hay dudas fundamentales sobre los valores fonéticos correspondientes a sus signos. La historia de su in- • 2 50 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA vestigación, así como su comprobación minuciosa, no son d~ este momento; pero es preciso admitirlo como postulado pre­ vio y cabe ser discutido por quien tenga pruebas en favor o en contra; pero n.o puede ser negado sistemáticamente, sobre todo después de los trabajos de D. Manuel Gómez Moreno. La investigación de dicho alfabeto monetal puede y debe comenzarse comparando algunos nombres de ciudades ibéri­ cas, que aparecen en las monedas, con los escritos en las mo­ nedas latinas y con los consignados por los autores antiguos; todo lo cual permite obtener valores de algunos signos y, des­ pués, hallar la naturaleza de los restantes por un método em· pírico y sistemático apoyado, a veces, en consideraciones geográficas e históricas. Este método, totalmente libre de pre­ juicios y de teorías preconcebidas, es completamente indepen­ diente de toda hipótesis lingüística y reproduce, comprobándolo totalmente y sin discrepancias, el alfabeto propuesto por don Manuel Gómez Moreno en su trabajo, tantas veces citado, Sobre los iberos y su lengua (Madrid, 1925). En el plomo de Alcoy y en algunos grafitos del Museo de Alicante, procedentes de la Isla de Campello, e incisos sobre fondos de vasos negros campanienses, aparece otro alfabeto muy distinto de origen jónico, el cual contiene los signos co­ rrespondientes a las cinco vocales a, e, i, o, u; a las consonantes continuas /, n, r, r y s, s; y a las oclusivas b, g, k, d, t. Toda­ vía en su texto A (lín. 6, signo 2) hay un signo análogo a la Y, supuesto accidental y con el valor i por D. Manuel Góme'Z. Moreno, sin que, por ahora, haya razones que confirmen o re­ chacen esta solución. En las monedas con el jinete ibérico aparece el siguiente alfabeto:

~ =a, ~ = e, ~ = i, H =o, t =u. A= !, 't' = m, 1' = n, Y= ñ., ~ = r. t = r, M= s, ~ = s, t = f? , T = z. 1= ba, ~ = be, r = bi, *= bo, D =bu. A = ga = ca, <= gue = ke, .t = gui = ki, 1 = go = co, 0 = gu = cu. X = da= ta, ~ = de= te, 't' = di = ti, W= do= to, A = du =tu. (Nota. -No se consignan las formas especiales o variantes LA ESTELA IBÉRICA DE SINARCAS 251 que pueden tener todos los signos. Tampoco se ponen los so­ nidos dependientes de la p, aunque bien pudieron existir.) En el alfabeto monetal ibérico aparecen las cinco vocales, las consonantes continuas l, m, n, iz, r, r, s, s, ~' z; y los signos correspondientes a las oclusivas !Seguidas cada una de ellas de las cinco vocales y representando cada grupo de estos signos los valores correspondientes a los sonidos análogos suave y fuerte. Resultan en total 30 signos distintos. Es· conveniente advertir que la m suple algunas veces a la n y que se sustituyen mutuamente las dos r y las tres s, según ya observó Gómez Moreno. En cuanto a los signos bilí­ teros, no es fácil saber decir, si no es por su comparación con las mismas palabras escritas con caracteres latinos, cuál de los sonidos suave_yJuerte análogos debe admitirse en cada caso, y aun entonces la modificación que aparezca puede ser cir­ cunstancial. Por esta razón podría ser utilizado sistemática­ mente uno cualquiera de los dos sonidos en las lecturas de los textos y tiene poca importancia dar el uno o el otro. Lo único que no puede hacerse es admitir como fundamental esta dife­ rencia, que puede ser función, únicamente, de la variación del tiempo o del espacio y que es totalmente desconocida para mí. Todo lo antedicho puede ser admitido, menos asegurar que un autor utiliza capciosamente tales diferencias fonéticas para obtener palabras modernas conocidas, ya que esto equivaldría a engañarse a sí propio aLpretender hacerlo con los lectores. De las dos n supuestas en el cuadro, la n se razona com­ parando las monedas ibéricas y latinas de la ceca CLOVNIOQ, donde se demuestra que es sonido den, algo distinto del co­ rrespondiente a la otra forma; por lo cual no es disparatado darle el valor de m, con Gómez Moreno, ni tampoco el de la nn que aparece en algunos nombres ibéricos escritos con ca­ racteres latinos. Este signo es poco frecuente, lo cual no per­ mite, por ahora, aclarar máS la cuestión. De las tres s, son corrientes las dos primeras y la tercera aparece en algunas formas regionales como si fuera la misma segunda; así sucede en las monedas de u.w~kerde, tir~o.f y .ft.far~ (formas algo variadas en estas últimas), y parece ser la. forma arcaica de la segunda en las monedas de arse. 252 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA

El signo T con su sonido z ideado por Hübner es muy rarq y apenas si está en dos Jetreros monetales y suelto, como mar· ca de cantero, en l~s murallas de Tarragona. También aparece esgrafiado en el interior de un vaso campaniense de Azaila. (Corpus Vasorum Hispanorum, Cerámica de Azaila, por D. Juan Cabré Aguiló, n.0 207, plato del Museo de Zaragoza, con TI".) En los vasos pintados de Liria y en los grafitos de Azaila el alfabeto es casi el mismo monetal, con algunas ligeras va­ riantes de signos que pueden ser locales. Tampoco se diferencia mucho de éste el alfabeto utilizado en las piedras de la región ibérica, pero contiene algunas va­ riantes importantes. Prescindiendo en absoluto de la lengua o lenguas a que correspondan las palabras escritas con estos alfabetos, se ob­ serva, sin embargo, que cumplen con las reglas siguientes: I.a No hay palabras que comiencen por r. Se exceptúa el nombre rodur-con de un pueblo cuya situación ignoro. 2.a No conozco las palabras que terminen con la letra /. 3.a Detrás de una letra inicial consonante continua, apa­ rece siempre una vocal. Se exceptúa la palabra stan del bronce de Luzaga y otras dos análogas escritas con alfabeto tartesio en el plomo de la Bastida de Mogente. Es tan importante esta úl~ma observación, que cuando un letrero está mal leído por haberse equivocado el autor en el segundo signo de una palabra, la corrección es inmediata; así sucede con el anillo de Soses (Pujo! y Camps, Bol. Acad. Hist., XVI, 189o, pág. 165. Un anillo ibérico), en el cual su segundo !iigno fué leído como l, mientras que en el dibujo, allí repro­ ducido, se ve claramente que es una u (Gómez Moreno, op. cit., pág. 485, ya lo corrigió), con lo cual se lee claramente el nom­ bre Jusdardike, de la persona a quien perteneció. En ciertas monedas ibéricas se lee el epígrafe oilazeñes, en el cual la ñ aparece unas ~eces en la forma de Y y otras en la forma de V, debiendo corresponder ambos signos al mismo sonido. Es interesante comparar este nombre de un pueblo con los nombres de varón ALBENNES y BELENNES, que figuran entre los soldados de la turma Salluitana consignada en el bronce de Ascoli. LA ESTELA IBÉRICA DE SINARCAS 253

En algunos tiestos de Azaila (n.o• 142, 143, 206, 207a y 233 a) está dicho signo en una de las dos formas; en las ca­ bezas de algunos pondus aparece inciso el grupo Y/\ (n. 0 141) y en otras ocasiones el t"V (n. 0 168 b sobre el plato campa­ niense). Estos grupos serían impronunciables si fuera 1i e! primero de los signos citados o el último en la forma V; en am­ bos ejemplos dichos signos, supuestos hasta ahora equivalen­ tes a n, no pueden serlo, yen el primero podría ser vocal o sig­ no bilítero, mientras que en el segundo únicamente podría re­ presentar una vocal; sin embargo, el aparecer abreviaturas en di­ versos grafitos de Azaila quita fuerza a estas observaciones, que, de estar hechas sobre palabras completas, serían terminantes. Ya se ha visto que en el único caso en que puede razonarse la equivalencia Y = ñ, o sea én la moneda de Clunia, ésta re­ sulta terminante. En las piedras ibéricas levantinas aparece muchas veces este signo, y en dos de ellas, que son la de Bar­ celona (M. L. l., n.0 V) y la de Iglesuela del Cid (M. L. l., nú­ mero XV), estaba la palabra t'YE, en la cual su segundo signo no puede ser ñ ni tampoco cualquier otro sonido que no sea una vocal; desgraciadamente se perdieron ambos testigos, de los cuales el primero habría sido definitivo por ser ésta la pa­ labra inicial. En el estado actual de la cuestión solamente cabe (de acuerdo con Gómez Moreno) suponer que, dándose la cir­ cunstancia de no aparecer juntos los signos Y y 't' = m en los epígrafes publicados hasta la fecha, el primero sustituya al segundo en muchas ocasiones. La importancia de este signo Y o V está en que forma parte de la palabra Yll' o VIII, abundante en tiestos y lápidas ibéricas. De los primeros recuerdo el final de un letrero puesto en un tiesto de Liria; otra-vez está como final en una inscripción incisa sobre un plato de barro negro campaniense procedente de Azaila (Cabré, Corpus Vasorum Azaila, n.0 54, lám. 59, nú­ mero 7), y otra en un objeto de barro de procedencia desco­ nocida, ·conservado en una colección particul'!-r de Tarragona (Batlle. Doble ánfora con inscripción ibérica, en Boletín Arqueo­ lógico de Tarragona, julio-septiembre 1943, pág. 54, lám. I-2). También aparece en las piedras ibéricas como final de 2 54- BOLETÍN .DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA

cláusulas o de inscripciones, y entre ellas en la parte inferior de la estela de Benasal, publicada en el Anuario del S. l. P. de la Excma. Diputación Provincial de Valencia (estela incom­ pleta en el citado Museo). Es muy posible que estuviera en la de Cretas, pero le falta la parte final que la contendría. También era el final de hi citada y perdida de · Barcelona y el de una cláusula de la piedra perdida de lglesuela del Cid. Estaba en otra piedra de lglesuela (M. L. 1., n.0 XVI). La estela . de Cabanes (hoy en el Museo Arqueológico de Barcelona) termina c.gn la misma palabra. Dos veces estaba como final de cláusula en la perdida estela de Fraga (B. A. H., XXV, 1894, pág. ~63; C. l. L., II, Add. 1, n.0 178). También aparecía esta palabra en finales de cláusulas de piedras saguntinas (M. L. 1., n.01 XXIV y XXV). Resumiendo lo anterior, por lo general los signos Yfl o Vfl constituyen una palabra aislada; pero también .pueden estar unidos a otros, formando el principio o el final de una palabra. Como se trata de copias inexactas, no puede asegurarse nada. No sé el significado de esta palabra. Nos faltan inscrip­ ciones bilingües, ya que las que parecen ser tales tienen sus textos ibérico y latino totalmante independientes.

EL EPÍGRAFE DE SJNARCAS

1 VHIIHL 8 1 9 l~f~XI'\~AAXI'\~1[1'1~] 23 II 24 1'1 Vraf~AX~Il'IVfl 35' III 36 t~t~f'lb~~~!U 47 IV 48 i]VfiAA~AI'\IAHfl+ 6o V 61 A~rau• .t••nH~If'l 75 VI 76 vralfralt- .& •v1~ vra 89 Contiene, sin duda alguna, las vocales a, e, i, o y el signo lt., que· puede ser u o du. Todos los signos son corrientes menos el segundo y el últi­ mo del segmento superior. En efecto, apa:t,:ecen et:tla piedra las dos sibilantes corrientes 1'\, f, la segunda de las cuales está sustituida por la -~ en algunas monedas saguntinas y de otras cecas, así como en una inscripción aparecida en el castillo de Estela ibérica de Sinarcas, conservada en el Museo de Prehistolia de la Excma. Diputación Provincial de Valencia (Foto del S. l. P. de /t:r Excma . DijJ d : l ·a.'cncia.)

LA ESTELA IBÉRICA DE SINARCAS. 255

Sagunto, por lo cual puede ser añadida en el alfabeto corno una tercera ~· En la estela que ahora se estudia aparecen Jos tres caracteres, aunque el tercero solamente está una vez en el segmento superior de la piedra y pudiera ser un signo convencional o numérico, tal como aparece en el plomo de Al coy. El último signo tampoco es nuevo, pues apareció al final de una lápida valenciana conservada en el Museo Arqueoló­ gico Nacional y en el fragmento saguntino citado únicamente por Cunyngham (M . L./., n.0 XXXI), que Hübner creyó equi· vocado atendiendo a dicho signo final. En realidad, esta es la explicación más cómoda de la presencia de dicho signo, tan distinto de los monetales conocidos; pero la estela de Sinarcas demuestra que la versión del epígrafe saguntino era justa; y en cuanto al significado de dicho raro signo, pudo ser, efecti­ vamente, el de abreviatura. El epígrafe de Sinarcas contiene 89 signos ibéricos, y es, por tanto, el más largo de los conocidos sobre piedras. Su lec· tura es la siguiente: ri!?kebabassL 8 1 9 baisedasil(du )dasebane 23 11 24 n rii seldarban rii 36 111 37 bei'beinarie(du )kia 47 IV 48 r ri.i--ca{du)e cascoloide so V 61 cai'ie(du)kiar seldarban 75 VI ¡6 ni basibalgarubai' rii 89 La restitución de los dos últimos signos de la línea 1 es inmediata, porque la palabra está formada con ebanen, que es corrientemente la tercera en otras inscripciones. Además hay . . otro sitio para dos signos y no pudo quedar vacío, puesto que la palabra termina en la línea 11. El primer signo de la línea IV es el final de la palabra edukiar o eukiar, que se repite en la V, y, recíprocamente, el sexto signo, algo borroso de la línea V, se restablece completamente gracias a estar dicha palabra en las líneas III-IV. El único signo algo oscuro es el tercero de la línea 1; pero, bien mirado, es una s. No tiene la inscripción signos de separación de palabras, 256 BOLETÍN DE LA RE.\L ACADEMIA ESPAÑOLA

pero hay espacios huecos mayores que los existentes entre los signos consecutivos; son los siguientes: Línea I, entre los signos 2-3. Línea II, entre los signos 1-2, 3·4, IO·I 1 y un vacío al final. Línea III, entre los signos 2-3. Línea IV, entre los signos 1-2. Línea V, entre los signos 8-9, poco claro. Línea VI, entre los signos 2-3 y 12-13. Estos vacíos deben ser intencionados, y corresponden, en muchos casos, a la existencia de la palabra v¡q, ya citada ante­ riormente, y que aparece aquí, como independiente, cinco veces, dando lugar a poder dividir la inscripción en la línea del segmento superior, y luego cinco cláusulas terminadas con ella, resultando descampuesta en la forma siguiente:

ñ.~kebabassL a) baisedasildudasebanen. ni b) seldarban. ñi e) berbeinarieduldar. ñi d) cad uecascoloidecai-ied ukiarseldarban. rii e) basibalgarnba.T. ni La cláusula a) contiene la palabra ebanm; y como ésta· es la tercera de la estela de Santa Perpetua de la Moguda, del fragmento saguntino del Museo de Valencia y del otro frag­ mento, también saguntino, conservado en el Teatro Romano, es natural que pueda ser considerada como independiente en el que ahora se estudia y que únicamente queden dudas en la división de la parte anterior a ella. Pero aparece allí mismo la palabra ildu, que también ha salido en otros epígrafes conocidos, en i/duniraeni del plomo de Alcoy, que pudiera intervenir en el nombre de !/duro {lluro, Mataró), en el de 1/dugoide, de una población del Bajo Aragón, y quizá en el de z'ldu1\adin de las ánforas de Azaila; aunque tanto en llduro como en ilduradin, la raíz más pa­ rece ser ildur que ildu, como en el final del nombre monetal abarildur. También este nombre ildu está como final de otros, como en sacar-iidu de Tarragona, en alor-ildu de Fraga y en ildu LA ESTELA IBÉRICA DE SINARCAS 257

de Iglesuela del Cid. Es análoga la terminación de nereildun (dudoso) que aparece en una piedra saguntina. En las monedas de Illici aparece el nombre icoitas o .zcor­ das de un magistrado monetal (compárese con el icórbeles de las monedas saguntinas), lo cuai hace pensar en que el nom­ bre ildudas o ildutas que aparece en esta primera cláusula pudiera ser una palabra independiente. En este caso, y provi­ sionalmente, la cláusula a) se descompondrá en la forma bai.Sedas-ildudas-ebanen-ñi. La descomposición de la cláusula b) es claramente seldar-ban-ñi por comparación con la estela de Gabanes, donde dice: ildirbi­ gisen-seldar-ñi; con la incompleta de Cretas, que dice: caldu1Z­ seldar; y con la de Fraga, si en ella se leyera se/dar en lugar de keldar, como fué transcrita por el P. Fita. La palabra ban quizá esté aquí unida a la seldar, -y es de las más interesantes de todos los letreros ibéricos. Figura suelta en las monedas que tienen el nombre de abarildur, en los denarios de Ausesken, en los sémises de Lagine, en mu­ chos letreros de Liria, en una cabeza de toro fabricada con arcilla y hallada en Tarragona y en los grafitos puestos sobre tiestos campanienses hallados en Azaila. También figura al final de la palabra monetal lldii-da-salir-ban y en las piezas emporitanas que ponen el letrero eda-ban. En el kalathos Ji. riano de la danza está la palabra abaidan-ban, y en otro frag­ mento también de Liria, la palabra andor-ba1Z. En un vaso de Liria aparece la palabra de curiosa forma abargus-ban-abargus. Además ban aparece antepuesta o inter­ calada enjlas palabras siguientes: ban-ide (vaso de los letreros, de Liria), cares-ban-ide (en el vaso de los jinetes de ambos sexos, de Liria), hlln-guduriradiar (en el vaso de los letreros, dé Liria). Nos abstenemos de compararla con muchas otras que pa­ recen derivadas de ella, en lenguas todavía usadas en la Pen­ ínsula. 2 58 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA

La cláusula e) tiene una descomposición previa, sencilla, mediante la palabra eduki-ar, que se repite en la siguiente. Quizá su descomposición completa sea ber-beinari-edukiar-izi. La cláusula d) presenta grandes dificultades en su comien­ zo, y, en cambio, es sencilla en su segunda parte. Quizá se descomponga en áuluecasco-loide-cari-edukiar-seldar· ban-izi. En cuanto a la última cláusula e), su descomposición es inmediata atendiendo a que contiene la palabra balgar, que también está en el ppndus de alabastro de Azaila, y resulta ser béi-balgar-izbar- iti, que vuelve a dar la misma dificultad ya señalada para que el sonido V sonara ñ. En cuanto a ·los signos puestos en el segmento superior, los comparó D. Manuel Gómez Moreno (La escritura ibérica, Madrid, 1943, pág. 276) con el grupo del plomo de Alcoy que parece numeral, mas añadió: «pero de sus valores nada sabe­ mos». En el estado actual de la cuestión, no es fácil ni, conve­ niente aventurar soluciones que satisfagan para esta línea, que en el caso de contener palabras y no fórmulas o abreviaturas, volvería a indicar que V no sonaba ñ.

CONCLUSION

La descomposición provisional que hemos dado para este epígrafe pone de manifiesto algunas palabras ya conocidas y otras que, siendo nuevas en los epígrafes ibéricos, coinciden totalmente, o por aproximación, con otras vascas (1). Dada la situación actual de las teorías sobre la formación y evolución del lenguaje vasco hablado y sobre los textos escritos relativa­ mente modernos que se conocen, es de su·poner que, aunque

(1) Diccionario de López .Mendizábal: eduki (euki), tener, poseer 11 asir, agarrar. LA ESTELA IBÉRICA DE SINARCA:S 259 los diccionarios consignen otras de dicha lengua idénticas a las de la piedra, resultará que el epígrafe de Sinarcas y la lengua en que fué escrito nada tengan que ver con los vascos ni con su idioma; y aun más, que tales _palabras procedan, en la actua­ lidad, de lenguas europeas habladas en países bastante leja­ nos y de las cuales nada entiendo.

Pío BELTRÁN VILLAGRASA.