68. Prieto López, Juan Ignacio Y Patiño Cambeiro, Faustino
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La Casa Varela de Alejandro de la Sota Prototipo prefabricado modular Prieto López, Juan Ignacio Universidade da Coruña, Departamento de Proxectos Arquitectónicos e Urbanismo, Escola Técnica Superior de Arquitectura, A Coruña, España, [email protected] Patiño Cambeiro, Faustino Universidade de Vigo, Departamento de Deseño na Enxeñería, Escola de Enxeñeiros Industriais, Vigo, España, [email protected] Resumen En el contexto de carencia de recursos y aislamiento de la posguerra española, la necesaria reconstrucción del país se veía lastrada por los sistemas de producción obsoletos de las empresas, la escasez de materiales y la falta de mano de obra especializada. Estas mismas causas eran el origen del retraso en la industrialización y la falta de desarrollo científico-técnico de los procesos constructivos, sin los que no era posible establecer un control de calidad riguroso y el desarrollo de sistemas constructivos prefabricados que permitiesen acelerar los procesos constructivos y sistematizar la producción. La labor pionera del Instituto Técnico de la Construcción y la Edificación dirigido por Eduardo Torroja en cuanto a la racionalización científica de los elementos y sistemas constructivos, se vio secundada por las iniciativas personales de arquitectos que trataron de introducir sistemas prefabricados en sus proyectos tal y como en ese momento se estaba haciendo en países como Estados Unidos, Francia, Italia o Alemania. La presente comunicación pretende destacar la labor pionera de Alejandro de la Sota en el campo de la prefabricación modular en la España de los años cincuenta y sesenta, a través de su contextualización y análisis. En este período De la Sota centró su actividad en el concepto de Arquitectura Física, una arquitectura basada en la prefabricación, la ligereza, la modularidad y la industrialización de todos sus componentes. El proyecto de la Casa Varela en Collado Mediano fue el punto de partida de una intensa reflexión y el prototipo de una serie de proyectos de mayor escala basados en el uso de los prefabricados de hormigón producidos por la compañía Horpresa como origen, módulo y sistema constructivo y estructural. A su condición de prototipo ha de añadirse que fue el único proyecto que llego a completarse de esta serie y una obra pionera por su claridad conceptual y su radical planteamiento y materialidad. Palabras clave: Sota (de la), Varela, Arquitectura, Prefabricación, Modularidad. 721 La industria de construcción española en los años 50 Tras la Guerra Civil en España se inició en los años cuarenta un lento proceso de reconstrucción, condicionado por la pobreza y el aislamiento del resto de Europa bajo el régimen franquista. A finales de los años cuarenta y con un imparable crecimiento demográfico y migración de la población a las ciudades, la construcción de viviendas económicas en serie se convirtió en una necesidad urgente. Los sistemas de construcción tradicionales y artesanales no eran capaces de responder a las necesidades reales de alojamiento de las miles de personas que empezaban a situarse en la periferia de los grandes núcleos. Además los sistemas de producción obsoletos de las empresas, la escasez de materiales y la falta de mano de obra especializada llevaban al retraso en la industrialización de los procesos constructivos, a lo que se unía la falta de desarrollo científico-técnico suficiente, sin el cual no era posible establecer un control de calidad riguroso para la producción y puesta en obra. En la V Asamblea Nacional de Arquitectos de 1949 se afrontó como tema principal la necesidad de producir viviendas económicas. La reunión puede resumirse como una confrontación entre quienes proponían la aplicación de sistemas de prefabricación y aquellos que defendía la política oficial del Régimen y con ello mantener el sistema de edificación artesanal, al considerar que la industrialización podría implicar la reducción de puestos de trabajo en un país con un altísimo nivel de paro. El proceso de racionalización científica del proceso arquitectónico, fue liderado en España por el Instituto Técnico de la Construcción y la Edificación, dirigido por Eduardo Torroja. Su labor principal en estos años fue promover el abandono de las tendencias historicistas y artesanales y, simultáneamente, la investigación y divulgación de sistemas y procesos en conferencias, cursos y publicaciones, entre las que destacó la revista Informes de la Construcción que lanzaron en 1948. Esta difusión se realizaba, sin embargo, siendo consciente de que España debería potenciarse la industria existente y sus materiales y sistemas autóctonos, dependiendo en gran medida de la industria cerámica y sin capacidad para abrir el mercado a costosas patentes de sistemas extranjeros. La labor científica del Instituto se centró en la normalización de materiales constructivos y potenció la aparición de patentes de toda una gama de elementos, con la finalidad última de potenciar la industria de la construcción y la producción de viviendas económicas1. Este objetivo fue el origen de un concurso convocado por el propio Instituto Torroja en 1949, centrado en la necesidad de construir viviendas económicas2. Las bases buscaban el mejor proyecto de organización industrial para la producción en España de maquinaria, elementos y materiales necesarios para construir 50.000 viviendas anuales: “Estamos ante un problema económico-social de gran envergadura como nunca ha tenido nuestro país. El déficit de viviendas, su alto coste, obligan a vivir en precariedad y los métodos tradicionales de construcción se muestran impotentes para afrontar la situación. Es necesario, como se ha hecho en otros campos de la industria, abandonar los clásicos y deficientes sistemas de trabajo, adoptando una nueva organización-producción en serie, racionalización del trabajo con objeto de mejorar y abaratar la producción”3. Mientras este concurso apostaba por la racionalización del proceso constructivo, se plantearon otros que buscaban sistemas de agregación espacial óptimos y de bajo coste. Este fue el caso de los organizados por los colegios de arquitectos del País Vasco, Barcelona y Madrid, también destinados a resolver el problema de la vivienda económica. De entre todas las propuestas presentadas a las diferentes convocatorias, deben destacarse propuestas como las Viviendas en cadena que Miguel Fisac presentó al concurso organizado por el Colegio de Arquitectos de Madrid en 1950, un planteamiento basado en la flexibilidad y la modularidad y concebido para posibilitar la prefabricación y rápida construcción de unidades habitacionales o las Diez Residencias para Artistas de Fernando Higueras que recibieron el accésit en el Premio Nacional de Arquitectura de 1960. Sin embargo el concurso más ambicioso en este contexto fue el que convocó el Ministerio de Vivienda en 1956 para la construcción de viviendas experimentales. Su finalidad era determinar las soluciones constructivas capaces de modificar los sistemas tradicionales a través de la acción conjunta de arquitectos y empresas, colaborando para diseñar un modelo de bloque de vivienda de cuatro plantas y otro de viviendas unifamiliares de dos plantas, destinados a ser producidos masivamente. El concurso respondía a dos necesidades diferentes pero complementarias: la necesidad de dinamizar el sector industrial y la racionalización de la construcción presentando prototipos de vivienda económicos y de rápida construcción. Para ello se incluyeron aspectos que acotasen la variabilidad de las propuestas, al facilitar unas plantas tipo que podrían ser utilizadas como modelo. Esto permitió limitar conscientemente las soluciones arquitectónicas, estructurales y constructivas. De ahí que, aunque algunas propuestas emplearon sistemas prefabricados, éstas fueron una clara minoría, y en el concurso existió una coincidencia generalizada en cuanto a las propuestas tipológicas y los sistemas estructurales y constructivos utilizados, basado en muros de carga de ladrillo y forjados unidireccionales, que permitía liberar en muchas de las propuestas a las fachadas de su función portante. Las principales industrias y empresas constructoras del país se presentaron al concurso colaborando estrechamente con los arquitectos. Resulta interesante señalar que los arquitectos de mayor edad y más afines al Régimen no enviaron propuestas, por lo que el concurso sirvió de lanzamiento para una nueva generación de 722 arquitectos que centrarían la atención en décadas posteriores como Miguel Fisac, Francisco Javier Sáenz de Oiza, Luis Cubillo entre otros4. Una de las peculiaridades del concurso fue su carácter experimental y la posibilidad de construir todas aquellas propuestas que a juicio del jurado pudiesen aportar nuevos conocimientos sobre las directrices que marcarían el proceso industrializador de nuestra arquitectura. La propuesta ganadora fue la de los arquitectos Romay y Sánchez Lozano en colaboración con la empresa Helma, que obtuvo una mayor puntuación del jurado al tenerse en cuenta el tiempo de construcción, la composición y valor arquitectónico, la calidad del sistema constructivo y la ejecución (Fig. 1). (Fig. 1) Construcción de uno de los edificios de muros portantes ejecutados con fábrica de ladrillo y detalle de la propuesta ganadora del Concurso de Viviendas Experimentales de 1956, ESPIGA ROMERO, Juan R. (ed.). La vivienda experimental. Concurso de viviendas experimentales de 1956. Madrid: Fundación cultural COAM, 1997. Aunque los resultados del concurso no cumplieron plenamente con las expectativas generadas, el concurso