TURANDOT De Giacomo Puccini
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
INSTITUTO NACIONAL DE BELLAS ARTES ÓPERA TURANDOT de Giacomo Puccini PALACIO DE BELLAS ARTES Turandot A Turandot Ópera en tres actos con música de Giacomo Puccini (1858 - 1924) y libreto en italiano de Giuseppe Adami (1878 - 1946) y Renato Simoni (1875 - 1952), basado en la fábula homónima de Carlo Gozzi (1720 - 1806). Estreno: Teatro alla Scala, Milán, 25 de abril de 1926 Estreno en México: Palacio de Bellas Artes, 11 de septiembre de 1960 Director concertador: Enrique Patrón de Rueda Director de escena: Luis Miguel Lombana Director huésped del coro: Alfredo Domínguez Director del Grupo Coral Ágape: Carlos Alberto Vázquez Diseño de escenografía y vestuario: David Antón Diseño de iluminación y complementos de utilería: Laura Rode Coreografía: Dalia Balp Maquillaje: Mario Zarazúa Pelucas: Maricela Estrada Asesores en combate escénico: José Carriedo y Américo del Río Coordinación de producción: Bertha Coutiño Elenco: Turandot: Gabriela Georgieva Calaf: Carlos Galván Liù: María Katzarava Timur: Rosendo Flores Ping: Enrique Ángeles Pang: Andrés Carrillo Pong: Víctor Hernández El emperador Altoum: Oscar Santana Un mandarín: Ricardo López* El Príncipe de Persia: Ángel Macías** Orquesta y Coro del Teatro de Bellas Artes Coro infantil: Grupo Coral Ágape Cover de Liù: Lorena Flores** Pianistas y maestros internos: Gilberto Gamboa, Sergio Vázquez y Ángel Rodríguez Traducción y supertitulaje: Francisco Méndez Padilla Asistente musical: Vladimir Sagaydo Asistente de dirección de escena: Randú Ramírez *Beneficiario del Programa Creadores Escénicos del Fonca **Beneficiario del EOBA - INBA/Fonca Duración aproximada 2h 30m con dos intermedios PALACIO DE BELLAS ARTES Mayo Domingo 28, 17 h | Martes 30, 20 h Junio Jueves 1, 20 h | Domingo 4, 17 h By arrangement with Hendon Music, Inc,. a Boosey & Hawkes company, Sole Agent in the U.S., Canada and México for Casa Ricordi/Universal Music Publishing Ricordi S.R.L., publisher and copyright owner. “El resto es silencio” Las dos adolescentes se mueven por rutas opuestas. Una sólo conoce el horror. No entiende la vida sin vejaciones, penurias, llantos y soledades. Curtida en los bajos fondos de su sociedad, se aferra a la lógica de la picaresca para sobrevivir a cuanto infortunio le aguarda. No piensa en un futuro mejor; no tiene tiempo para ello. Cada jornada es un transitar cuesta abajo, sobre todo ahora que el imperio ha caído y tiene que mendigar, proteger y procurar por su rey en desgracia. El emperador se ha quedado con un reino de un solo súbdito. Así las cosas, la fiel esclava hará lo que sea necesario para que su monarca no conozca la humillación de suplicar por un mendrugo de pan. A fin de cuentas, para ella ésto es “más de lo mismo”. La otra sólo conoce la opulencia. El horror no es más que una patológica abstracción que se ha fijado en su cerebro. No entiende la vida sin sedas, perfumes, manjares y caprichos al dormir. Una cohorte de sirvientes vela sin reparo alguno por su bienestar. Desde los visillos de su alcoba otea el horizonte aguardando la próxima caravana portando su próxima víctima: el siguiente pretendiente que perderá literalmente la cabeza por desposarla. Pero el destino ha decidido que ambas jovencitas coincidan bajo la luz de la luna. Esa luna que una ha tenido como compañera de imperiales sueños y la otra ha soñado como faro de sus anhelos. La princesa se divierte con la esclava al tiempo que ejercita el juego del felino y el roedor que tantas veces ha practicado. Ella requiere una velada emocionante que rompa con el tedio de su vida. La otra se revuelve y tira zarpazos con oficio de gladiador. Pero la partida se ha trabado y ha perdido imaginación. Mientras la princesa se aburre, la esclava se niega a seguir siendo objeto de burlas y amenazas. Y en un golpe de timón decide ser libre por primera y última vez. Ella deja de huir y tuteando a la otra la pone en su lugar. Un gesto, una frase, un cuchillo y el lamento de una sociedad que comprende demasiado tarde quién es la verdadera esclava. Algo se derrite en el pecho de la princesa. El sacrificio de la esclava sacude todos sus miedos. Ella, que había asesinado a tantos hombres, es derrotada por una mujer. Porque esta es una ópera de mujeres. El príncipe no es más que un catalizador, que canta una hermosa aria. “El resto..., es silencio”. Luis Miguel Lombana 2 Compañía Nacional de Ópera SINOPSIS La acción en Pekín, época fabulosa ACTO PRIMERO. - Las murallas de Pekín En la plaza, la multitud escucha la palabra de un mandarín quien lee un trágico decreto: “Popolo di Pekino! La legge è questa:” “No habiendo el Príncipe de Persia resuelto los tres enigmas de la princesa Turandot, al salir la luna será decapitado”. - Apenas se aleja el mandarín, la multitud rompe su inmovilidad respetuosa y, ansiosa de asistir al próximo suplicio, intenta acercarse al palacio, pero los guardias rechazan al pueblo turbulento, derribando en el choque a mujeres y niños. Entre los caídos se encuentran el anciano Timur y su joven esclava Liù, quien procura en vano levantarlo y defenderlo. A su auxilio acude Calaf, un apuesto joven que de inmediato reconoce al anciano; es su padre, de quien lo separaron cuando les usurparon el reino “Padre, mio padre…!”. Timur le explica a su hijo que Liù ha sido la única de sus súbditos que se ha mantenido fiel a él, acompañándolo y cuidándolo en su exilio. Cuando Calaf le pregunta a Liù la razón de sus atenciones hacia su padre, ella le responde: “Porque un día, desde el palacio, tú me sonreíste”. La multitud impaciente mira al cielo esperando que brille la luna y llegue con ella la hora del suplicio del Príncipe de Persia. Aparece el verdugo y se forma el cortejo que acompaña al joven príncipe, quien debe pagar con la vida su loca ambición de amor. Pero la multitud se vuelca en profundo sentimiento de piedad, invocando la gracia de la princesa Turandot, que aparece ante ellos. Calaf, el príncipe desconocido, presa de extraña turbación, se enamora instantáneamente de ella e ignora las súplicas de su padre y de Liù. Allí intenta hacer sonar el gong que lo anunciará como uno de los pretendientes a la terrible prueba de los enigmas, cuando de repente se escucha el último grito del moribundo Príncipe de Persia, precedido del golpe de espada del verdugo ¡Turandot…!!!. Entonces, se interponen tres figuras extrañas: son los ministros Ping, el gran cónsul; Pang, el proveedor general; y Pong, el cocinero principal, quienes tratan de disuadir al desconocido de la inútil prueba. A medida que la obsesión de Calaf aumenta, es objeto de solícitos ruegos, de conmovedoras y desesperadas súplicas. Liù le ruega que desista, en uno de los momentos más dramáticos y cautivadores de la ópera “Signore ascolta”. Pero él le contesta que ya es tarde “Non piangere Liù”, y que lo hará. !He ahí el amor!, exclaman en una carcajada los tres ministros, señalando al verdugo que planta sobre la muralla la pica en la cual está clavada la cabeza del mozo ajusticiado. Calaf vacila un instante, pero inmediatamente vence la duda, toma el mazo y golpea sobre el resonante bronce tres veces, y tres veces invoca fascinado a Turandot. Turandot 3 ACTO SEGUNDO CUADRO PRIMERO. - Un pabellón del palacio Las tres máscaras saben que al cabo de pocos instantes toda la corte se reunirá para presenciar la ceremonia de los enigmas, y comentan el gesto imprudente del nuevo loco, tan deseoso de morir. Recuerdan el largo ejército de sus antecesores, e imprecan a Turandot que ha destruido la paz y la tranquilidad de la China milenaria. El trío lamenta el estado en que se encuentra China, con ejecuciones todos los días y lamentan estar desperdiciando su vida trabajando para una princesa sanguinaria. “¡Ah!, si al fin fuese la hora buena. Si hubiera llegado el vencedor. ¡Ah!, con que alegría cantarían en los jardines imperiales, bajo la cámara de los esposos, un ferviente himno de amor durante una noche entera”. Pero los sueños son vanos y poca la esperanza. Música y llamadas anuncian que la ceremonia va a empezar. CUADRO SEGUNDO. - Palacio del Emperador Se abre la cortina y aparece la amplia entrada del palacio, en cuyo centro asciende la gran escalera. Sobre su cima se alza el trono del Emperador. A sus lados se colocan los dignatarios, los mandarines y los ocho sabios, autoritarios e imponentes, que custodian los rótulos con las soluciones de los enigmas de Turandot. Entre el humo del incienso, el Emperador, viejo, cansado, con su voz débil y lejana, advierte en vano al príncipe ignoto, que aguarda al pie de la escalera, el peligro mortal de la prueba. Por tres veces, Calaf responde que no la teme y entonces se presenta Turandot anunciando que se encuentra poseída por uno de sus antepasados, la princesa Lo-u-ling, una virtuosa líder, joven soltera, que murió en manos de un rey conquistador “In questa reggia...”. Luego afirma solemnemente que nunca podrá ser ligada al poder de un hombre, y que en todos sus pretendientes venga el desesperado fin de aquella reina. Turandot ofrece sus tres enigmas y el Príncipe Calaf los adivina. Ella suplica al emperador que no la entregue a un extraño, pero él le recuerda que su juramento es sagrado. El príncipe desconocido anuncia que no desea tomar a Turandot en contra de su voluntad y le ofrece la oportunidad de evadir el matrimonio: si ella logra adivinar su nombre antes del amanecer, él le permitirá que se le ejecute “Dimmi il mio nome e all’alba morirò...”. Turandot acepta la oferta. ACTO TERCERO CUADRO PRIMERO.